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LAS FUENTES SOBRE EL CONOCIMIENTO DE LAS ESPECIES EN MÉXICO 1
Layla Michán, Instituto de Investigaciones Filosóficas, Universidad Nacional Autónoma de 2
México. [email protected] 3
Jorge Llorente Bousquets, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México. 4
Jorge González González, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México. 6
Victoria Sosa Ortega, Instituto de Ecología, A. C. 7
Patricia Dávila Aranda, FES-Iztacala, Universidad Nacional Autónoma de México. 8
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Los estudios que se refieren al estado del conocimiento sobre la diversidad de especies en México 10
se iniciaron en CONABIO la década pasada, aunque existen antecedentes de varios 11
investigadores e instituciones. Nosotros lo hicimos formalmente en 1999 con el proyecto de 12
investigación “Desarrollo de la Taxonomía en México durante el siglo XX¨, del que se 13
produjeron publicaciones (Llorente y Michán, 2000; Michán y Llorente, 1999, 2002; Michán y 14
Morrone, 2002; Michán et al., 2005), resultado del análisis de la información publicada en 15
México sobre el tema, que se ordenó, clasificó y sistematizó en una base de datos diseñada 16
específicamente para este fin denominada “TaXMeXX” (Michán, 2003). 17
En este capítulo se retoma, amplía y detalla el conocimiento de la diversidad de especies en 18
México, y nos enfocamos a dos tópicos principales: la institucionalización y las fuentes de 19
información (Figura 1). La institucionalización se refiere a la creación de organizaciones o 20
instancias donde se practica, promueve, fomenta y difunde el conocimiento científico, de manera 21
que se utilizará esta definición breve como referencia. Respecto a las fuentes se presentarán los 22
diferentes tipos y las referencias principales para el conocimiento de la diversidad de especies en 23
México en la actualidad. 24
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El concepto de biodiversidad en general se refiere a la variabilidad sistemática e histórica de lo 25
vivo; incluye los ecosistemas terrestres y acuáticos, los biota que los componen y los complejos 26
ecológicos de los que forman parte, así como la diversidad entre especies (interespecífica) y 27
dentro de cada especie (intraespecífica) o grupo taxonómico. Por lo tanto, esquemáticamente, 28
abarca tres niveles de expresión: ecosistemas-biotas, especies y genes. En estos niveles se integra 29
una amplia gama de fenómenos, procesos, patrones y preguntas, como cuáles son y dónde están 30
los distintos tipos de ecosistemas, el número de especies, la distribución de la riqueza de especies, 31
los endemismos, las subespecies y variedades o razas de la misma especie. En este apartado tal 32
como lo indica el nombre nos referiremos a la diversidad de especies y taxones (Figura1). Vale la 33
pena enfatizar que la biodiversidad es un producto histórico. 34
Las investigaciones sobre biodiversidad a nivel regional se vuelven imprescindibles en territorios 35
como el mexicano, que contiene cerca del 10% de la diversidad terrestre; es el cuarto país con 36
mayor biodiversidad total, el primero en reptiles, el segundo en mamíferos y el cuarto en anfibios 37
y plantas en el planeta, se calcula que en México el número total de especies conocidas (cuando 38
menos descritas y denominadas) está entre 100.000 y 125.000 aproximadamente y el estimado 39
total es de 600.000 a 700.000, de las cuales son endémicas entre el 6 y el 60% según el taxón 40
(Llorente, 1996). 41
Estos estudios revisten mayor importancia si se considera la crisis actual de la biodiversidad, pues 42
sólo se ha descrito una parte de la diversidad biológica del planeta y a diario se podrían estar 43
extinguiendo numerosas de especies. Mientras que, para el conocimiento de ésta se cuenta con un 44
número de expertos y recursos muy limitados. 45
En el Primer Estudio de País realizado por CONABIO en 1998, se integró parte de la información 46
referente a la diversidad biológica de México y se efectuó el primer resumen formal de 47
información sistematizada sobre el tema en nuestro país, contribución fundamental en una región 48
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en la que se carece de una cultura del ordenamiento y almacenamiento de la información, así 49
como generación de conocimiento a partir de ésta. Además, CONABIO fue pionero en la ciencia 50
mexicana y estableció una nueva tendencia respecto a la compilación de información detallada, 51
pública, que presenta datos, antecedentes y perspectivas. 52
El conocimiento sobre la biodiversidad constituye información indispensable para realizar 53
reflexiones, análisis y prospectivas que permitan entender y definir lo que se ha hecho y se puede 54
hacer, concomitante con los graves problemas relacionados con la bioconservación y el uso de los 55
recursos bióticos en la actualidad. 56
Si se considera lo anterior, la información presentada y analizada en este trabajo además de 57
informar y describir, podría ser un sustento en el diseño de estrategias que permitan enfrentar de 58
manera más documentada y responsable los problemas sobre el estudio de diversidad de especies 59
que aún tenemos que promover en nuestro país. 60
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BREVE HISTORIA SOBRE EL CONOCIMIENTO DE LA DIVERSIDAD DE ESPECIES EN 63
MÉXICO 64
Para conseguir el objetivo de este capítulo de manera integral, se ha considerado que los hechos y 65
la información producida en un periodo determinado, no están aislados del entorno en el que se 66
produjeron. Así, se deben reconocer los acontecimientos institucionales que pudieron tener mayor 67
influencia de forma directa y significativa, para integrar los conocimientos al contexto en el que 68
se sucedieron. Entonces, con la finalidad de dar sentido a la información que se expondrá, 69
también se presentará de manera sintética la descripción de los principales acontecimientos que 70
se suscitaron en el desarrollo del conocimiento sobre la diversidad de especies en México. 71
4
La época Prehispánica 72
La curiosidad natural del ser humano que habitó en las diferentes regiones generó distintas 73
formas de conocimiento empírico con base en sus cosmovisiones. La necesidad de intercambiar 74
sus conocimientos a través del lenguaje propició la denominación y la clasificación de los 75
organismos, éstas fueron de las primeras tareas que el hombre realizó para comunicarse acerca 76
del mundo vivo; la taxonomía folk en un principio se dirigió especialmente a las actividades 77
utilitarias relacionadas con las prácticas domésticas, conocimiento enmarcado dentro de las 78
visiones del mundo autóctonas. Así sucedió con los primeros habitantes de América que llegaron 79
de Asia por el estrecho de Bering hace más de 27.000 años (culturas líticas) (De Gortari, 1980). 80
Durante esta época en Norte y Centro América se constituyeron civilizaciones y culturas con alto 81
grado de desarrollo, como la tolteca, la maya, la olmeca y la azteca (Flores, 1982). 82
Los conocimientos sobre los seres vivos de los antiguos mexicanos fueron el resultado de 83
innumerables observaciones y pruebas empíricas realizadas por muchas generaciones de 84
estudiosos de la naturaleza, que registraban y transmitían ideas de sus predecesores, 85
principalmente a través de la tradición oral y de expresiones culturales como estelas, códices y 86
rituales. Además, los pueblos prehispánicos fueron acuciosos en la observación y el estudio, 87
aprovecharon las especies útiles y segregaron las nocivas; por las características del ambiente en 88
que vivían, se vieron obligados a buscar los medios para satisfacer todas sus necesidades 89
preferentemente en el reino vegetal, por medio de prácticas como la agricultura (alimentación) y 90
la medicina (curación), estudiaron, descubrieron, ilustraron, domesticaron, reprodujeron 91
ejemplares útiles, y con el tiempo adquirieron un conocimiento amplio y profundo de la flora y la 92
fauna mexicanas, componentes que nombraron y clasificaron. Tales conocimientos prehispánicos 93
permanecen en el lenguaje de las diferentes etnias, en las denominadas ‘taxonomías folk’, es uno 94
5
de los objetos de estudio de la etnobotánica y la etnozoología (Gómez-Pompa, 1993; Barrera, 95
1994). 96
Después de la conquista española, se produjo una ruptura, en el fomento y la producción del 97
conocimiento en la región, condición que perduró hasta que España difundió e impuso los 98
paradigmas científicos en su Colonia durante los siglos XVI y XVII, período en el que los nativos 99
del Nuevo Mundo mantuvieron un mestizaje, pero con una contribución escasa al conocimiento 100
de las ciencias naturales. No faltaron hombres cultos, sobre todo aquellos vinculados con la 101
enseñanza, que se mantuvieron informados del desarrollo de la historia natural europea, pero 102
prácticamente no hicieron investigación original. Fue hasta el siglo XVIII cuando en las colonias 103
españolas surgieron brotes de creación científica propia (Holffmann et al., 1993; Aréchiga y 104
Beyer, 1999). Cronistas, viajeros y religiosos comenzaron a llevar productos naturales y 105
descripciones de ellos a Europa. 106
Durante este período se produjo un cambio notable en el modo de considerar las costumbres y los 107
usos de los indígenas, la integración de los conocimientos prehispánicos y españoles se logró 108
incrementar a través del intercambio cultural, por medio de formas directas como el lenguaje, la 109
religión, la educación y la imprenta e indirectas como la mímica, la música, la escenografía 110
alegórica, la representación jeroglífica de los conceptos elementales y otros recursos análogos. 111
Una parte de los conocimientos elaborados por los antiguos mexicanos se integraron a la nueva 112
cultura europea y conformaron lo que serían los primeros acercamientos a la historia natural con 113
una visión propia (De Gortari, 1980; Saldaña, 1992). La evidencia de los conocimientos sobre la 114
biodiversidad que desarrollaron los antiguos mexicanos se ha obtenido del análisis de los escasos 115
códices, epistolarios, historias, relaciones y libros rescatados, así como del examen del material 116
lingüístico, etnográfico y folklórico de los pueblos indígenas actuales, y desde luego de sus 117
6
tradiciones. Sin embargo, estas fuentes han sido insuficientemente abordadas con un enfoque 118
biológico (Hoffmann et al., 1993; Barrera, 1994). 119
El reconocimiento y el conocimiento formal de la biodiversidad del territorio mexicano por los 120
conquistadores inició en 1517, con las primeras exploraciones geográficas al territorio, en las que 121
se establecieron los límites y se describieron gruesamente el contorno, la hidrografía, la orografía, 122
las islas y las distancias entre las poblaciones novohispanas; se formaron los puertos principales, 123
se hicieron las primeras cartas geográficas y divisiones territoriales. Vale la pena remarcar que el 124
conocimiento indígena adquirido previamente fue fundamental en ello. A estas expediciones 125
seguirían otras en los siglos posteriores con propósitos similares. Entre las principales destaca la 126
primera expedición a la Nueva España por mandato de Felipe II realizada entre 1570 y 1577; este 127
grupo estuvo dirigido por el protomédico Francisco Hernández (1517-1587), quien recolectó 128
plantas y animales aborígenes; en total describió cerca de 1200 especies (Aréchiga y Beyer, 129
1999). 130
El siglo XVIII 131
Después de estos trabajos no se ha encontrado algo significativo sobre el estudio de la historia 132
natural en México, dado que hasta principios del siglo XVIII hubo un largo periodo de 133
estancamiento. No obstante, se fundaron colegios y una universidad en la Nueva España, pero no 134
parece que en ellos se haya enseñado o realizado historia natural, y la enseñanza seguía apegada a 135
las concepciones aristotélicas y galenas (Beltrán, 1951a, 1977; Ortega et al., 1996). 136
Fue hasta el primer tercio de ese siglo que se dio la difusión de algunas teorías propias producidas 137
por novohispanos que se ocuparon de los problemas internos como las plagas y las enfermedades. 138
Por otra parte, lo que aumentó el ritmo y la cantidad de los estudios científicos en esa época 139
(Trabulse, 1989), fue la influencia de la Ilustración en América, que marcó el fin del régimen 140
7
feudal heredado de Europa y constituyó el comienzo de una nueva era en la organización social, 141
política y económica caracterizada por el auge de las inquietudes culturales y científicas (De 142
Gortari, 1980). Este periodo de apogeo científico en la Nueva España incluso fue reconocido 143
como el más importante en toda América (Humboldt, 1822) y duró hasta el inicio de la Guerra de 144
Independencia. 145
Las culturas y civilizaciones indígenas prehispánicas reconocían numerosas plantas y animales 146
desconocidos para los europeos, utilizaban la biodiversidad de forma sustentable y desarrollaron 147
prácticas agrícolas avanzadas. En general, sus conocimientos botánicos superaban a los 148
zoológicos. Los españoles retomaron varios de estos conocimientos y principalmente los 149
aplicaron en el estudio de las plantas con una finalidad económica y terapéutica (Gómez-Pompa 150
et al., 1991). Los exploradores y religiosos españoles se dieron a la tarea de describir a los seres 151
vivos de México, por la comparación con las especies conocidas en Europa y la región del 152
Mediterráneo; para esto básicamente utilizaron las obras de Plinio y Dioscórides, quienes 153
agrupaban a los organismos esencialmente por su morfología externa y utilidad. En este contexto 154
se produjeron los trabajos de José de Acosta (1540-1600), Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-155
1700), Francisco Javier Clavigero (1731-1787) y José Antonio Alzate y Ramírez (1733-1799), 156
entre otros. 157
A finales del siglo XVIII tuvieron lugar las tres expediciones botánicas que la metrópoli española 158
envió a sus colonias americanas: la de Perú inició en 1778 (Ruiz y Pavón), la de Nueva Granada 159
en 1783 (Mutis) y la de Nueva España en 1787 (Sessé y Mociño) (Papavero y Llorente, 2005). 160
Todas fueron producto del reinado progresista de Carlos III, quien dio gran impulso a la ciencia 161
en España. El objetivo fundamental de las tres fue el mismo, así como la manera de lograrlo; en 162
todas intervino Casimiro Gómez Ortega, quien, como director y primer catedrático del Jardín 163
Botánico de Madrid, ejerció una autoridad incontrovertible en ese medio científico; cada una de 164
8
las expediciones fue dirigida por una persona en especial designada, pero con posición y 165
condiciones personales que variaron notablemente (Beltrán, 1967; Papavero y Llorente, 2005). 166
La última expedición fue de importancia porque principalmente se realizó en lo que ahora es 167
territorio mexicano, se denominó ‘Real Expedición a la Nueva España’, tuvo como finalidad 168
conocer el territorio y sus riquezas naturales y humanas. La base importante del trabajo científico 169
se desarrolló en disciplinas como la botánica, la zoología y la mineralogía; se efectuaron trabajos 170
cartográficos, observaciones astronómicas, expediciones de reconocimiento, colecciones 171
botánicas, zoológicas y mineralógicas, clasificaciones, descripciones e ilustraciones de flora y 172
fauna y estudios médicos (Beltrán, 1967). Esta expedición estuvo bajo la responsabilidad del 173
español Martín de Sessé y Lacasta (1751-1808) y el novohispano José Mariano Mociño (1757-174
1820); participaron en ella el naturalista José Longinos Martínez (?-1803), el boticario Juan del 175
Castillo (1744-1793), Vicente Cervantes (1755-1829) y dos pintores notables: Atanasio 176
Echeverría (1766-1811) y Juan Cerdá (Moreno, 1988). 177
En 1788, también por orden del Rey, se instauró la Primera Cátedra de Botánica en la Real y 178
Pontificia Universidad de la Ciudad de México, donde por primera vez se difundieron las ideas 179
de Linneo y Buffon en México (Moreno, 1988) y se iniciaron los estudios formales de 180
clasificación en nuestro país. Además, se proyectó un Gabinete de Historia Natural a cargo de 181
José Longinos Martínez, el naturalista de la expedición quien introdujo la taxonomía de 182
Tournefort a la Nueva España y la enseñó a la par del sistema linneano (Moreno, 1989b). En el 183
Jardín Botánico establecido en el Palacio Virreinal se trabajó activamente, Vicente Cervantes (¿-184
1829) impartió ahí la cátedra de botánica, y fue substituido en varias ocasiones por su hijo Julián, 185
el autor de las Tablas Botánicas (1825), considerado el primer texto mexicano sobre la materia 186
(Beltrán, 1951a). 187
9
En la sociedad novohispana de finales del siglo XVIII, el desarrollo de la ciencia (incluida la 188
biología) se logró gracias al establecimiento de la minería, las obras públicas, la salud, la cultura, 189
la educación, además del conocimiento del territorio, de las riquezas naturales y de los habitantes. 190
En ese entonces se fundaron la Real Escuela de Cirugía (1768), la Academia de las Nobles Artes 191
de San Carlos (1785), los ya mencionados Jardín y Cátedra de Botánica (1788) y el Real 192
Seminario de Minería (1792) (De Gortari 1980; Moreno, 1986, 1988). 193
Según Trabulse (1999), a finales del siglo XVIII, la Nueva España había experimentado un 194
profundo avance en la investigación científica; por ejemplo, hubo la renovación en los planes de 195
estudios superiores, la introducción de las ciencias modernas, la apertura de instituciones 196
científicas como el Real Seminario de Minería y el Jardín Botánico, y la organización de 197
expediciones científicas, lo que condujo a un auge cultural novohispano sin paralelo en todo el 198
continente americano. 199
El siglo XIX 200
En esta época terminó la primera fase de autoformación de la ciencia mexicana, que se 201
caracterizó porque algunos individuos aislados practicaron y difundieron el conocimiento 202
científico, algunas veces al margen de las pocas instituciones establecidas fundadas a finales del 203
siglo XVIII (universidades y colegios); esto pudo llevarse a cabo gracias a las bibliotecas 204
privadas, al contrabando de libros y periódicos científicos, tertulias y sociedades de amigos. 205
Entonces se inició una nueva forma de hacer ciencia en nuestro país, con el surgimiento de 206
instituciones científicas en donde se consolidaron los paradigmas de la ciencia moderna; 207
practicándose la ciencia mexicana con la existencia de numerosos científicos, bibliotecas, 208
instrumentos, publicaciones, investigaciones polémicas e iniciativas científicas locales (Saldaña, 209
1992). 210
10
En este ambiente, se produjo la Guerra de Independencia de México, en este territorio la cultura 211
permanecía aislada de la influencia intelectual extranjera, la nación padecía un bloqueo 212
económico y una situación anárquica creada por la explotación desmedida de los campesinos, 213
artesanos y trabajadores, lo cual generó un clima de desorganización y decadencia (Moreno, 214
1994; Saladino, 1996). La larga y cruenta guerra contra España, la revolución social, la 215
formación de una nueva nación y las continuas conmociones que agitaron al país en la primera 216
mitad del siglo XIX, evitaron que las ciencias naturales se desarrollaran en México con el auge 217
que debían haber tenido; por lo que hay muy poco que decir sobre el primer tercio de este siglo 218
en cuanto a los estudios científicos, excepto la visita y exploración que Humboldt hizo a la Nueva 219
España, poco antes de los eventos sociales citados (Gortari, 1980). 220
La nueva nación no surgió a la vida independiente con un programa de desarrollo cultural, 221
científico o tecnológico; no hubo una política decidida y ambiciosa de enviar investigadores a 222
prepararse en los centros científicos europeos, como hacían otros países que aspiraban a 223
industrializarse, como los Estados Unidos y Japón. En el México Independiente la base 224
económica continuó siendo fundamentalmente agrícola tradicional, mientras que los principios 225
exaltados por la Revolución Industrial se manifestaron en México de forma tardía. Durante más 226
de medio siglo el país consumió su energía en guerras civiles y en confrontaciones, primero con 227
los Estados Unidos en 1847, en la que se perdió más de la mitad del territorio, y después con 228
Francia, que mantuvo una invasión militar de 1863 a 1867 (Hoffmann et al., 1993). 229
En opinión de Barrera (1955), durante esa época surgió un impulso regenerador y revolucionario, 230
que promovió el fomento de la agricultura, el mejoramiento de la industria, del comercio, y las 231
tareas de difusión cultural. Después de consumada la Independencia en 1821, hasta 1868 la 232
situación era tan contradictoria y confusa que se puede hablar de un periodo de asentamiento, de 233
normalización de la situación en todos sus aspectos. Con la instauración de la República, las 234
11
actividades de toda índole, incluso las intelectuales, resurgieron con mayor esplendor y mejores 235
finalidades, aunque con pobres recursos. 236
Las escasas contribuciones mexicanas a las ciencias naturales del siglo XIX fueron el producto de 237
un puñado de individuos talentosos, que por lo general trabajaron de forma relativamente 238
individual y que estuvieron dotados de una decidida voluntad que les permitió superar los 239
obstáculos planteados por la inestabilidad de la época, los escasos instrumentos, la falta de una 240
tradición y la discontinuidad que se produjo. Tales fueron los casos de Cervantes, de la Llave, 241
Lejarza, Bustamante y Septién, Bustamante y Rocha y Cal; por su parte, Lucas Alamán y 242
Melchor Ocampo dedicaron lo mejor de su tiempo a actividades más apremiantes en la política 243
(Beltrán, 1943b). Estos naturalistas mexicanos en lo fundamental se dedicaron a describir los 244
rasgos de su entorno y se limitaron a tratar solo algunos temas de interés local, simultáneamente, 245
los naturalistas europeos producían grandes generalizaciones biológicas (teorías y métodos). Esto 246
ocasionó que la ciencia natural mexicana fuera desdeñada e ignorada en el extranjero y desde ese 247
entonces se acentuó el rezago en el desarrollo científico que aún no se logra superar. La ‘ciencia 248
nacional’ naciente se dedicaba a problemas muy particulares. 249
Este atraso científico en el México Independiente se hizo mayor al debilitarse el vínculo con 250
España, y trató de contrarrestarse con la influencia francesa, que en esa época emergía como el 251
modelo vanguardista de la ciencia europea. El espíritu científico de México se había formado 252
lentamente, con las lecturas de obras de los enciclopedistas franceses llegadas de contrabando a la 253
Nueva España, lo cual se truncó durante el México Independiente. 254
Consolidada la independencia política de México, se desarrollaron procesos innovadores que, 255
hasta entonces, habían permanecido latentes por las condiciones prevalecientes durante la 256
Colonia (De Gortari, 1980; Trabulse, 1984). Uno de estos sucesos fue el inicio de lo que se 257
denomina institucionalización, es decir, la creación de organismos, organizaciones o instancias 258
12
donde se practica, promueve, fomenta y difunde el conocimiento científico, tales como centros de 259
investigación, sociedades, publicaciones y centros de colecciones, sean privadas o públicas 260
(Hoffmann et al., 1993). 261
Con el triunfo de la República, en 1867, se fortalecieron los organismos sociales y políticos, se 262
promovieron las manifestaciones culturales y se dio un impulso importante a la 263
institucionalización científica con la constitución de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, el 264
periódico La Naturaleza, la Academia Imperial de Ciencias y Literatura y la Sección de Medicina 265
de la Comisión Científica, que con el tiempo se transformaría en la Academia Nacional de 266
Medicina, organismo que editó la Gaceta Médica de México y tuvo gran influencia en el 267
desarrollo de las ciencias médicas y naturales. Además, se formó el Museo Nacional, la Escuela 268
de Agricultura, la Escuela Nacional Preparatoria (1869). También se instaló el Instituto Médico 269
Nacional (1888), se inauguró el Museo Anatomo-Patológico (1895), el Instituto Bacteriológico y 270
el Instituto de Higiene (Pérez, 2005). 271
En esta misma época el Gobierno Mexicano fomentó la realización de estudios y publicaciones 272
científicas, varias instituciones de historia natural durante el siglo XIX estuvieron apoyadas 273
económicamente por organismos gubernamentales como el Ministerio del Interior, la Secretaría 274
de Relaciones Exteriores e Interiores, la Secretaría de Guerra y la Secretaría de Fomento. Esta 275
última destacó porque patrocinó gran cantidad de proyectos, entre los que estuvieron el Instituto 276
Médico Nacional y la formación de Comisiones (ver adelante), también organizó estudios e 277
inventarios, y apoyó la edición de gran número de revistas y libros, entre los que están el de 278
Olaguibel (1889), Sánchez (1893), Sessé y Mociño (1893, 1894) y León (1895). Esta época 279
también se caracterizó por el desarrollo de actividades científicas en varios de los estados de la 280
República Mexicana. 281
13
Durante el siglo XIX el Gobierno de México a través de sus secretarías de estado, también 282
promovió la realización y difusión de actividades científicas; en el campo de la historia natural 283
destacó la formación de Comisiones, que tenían como finalidad resolver problemas técnicos y 284
científicos del país como: 1) el establecimiento de límites, 2) la construcción de canales, y 3) la 285
realización de inventarios, exploración y explotación de recursos naturales, esta última tarea fue 286
de gran importancia para el desarrollo de los estudios de historia natural, pues constituyó el 287
primer intento del México Republicano por cuantificar y describir su biodiversidad de forma 288
sistematizada. Aunque su interés principalmente fue aplicado (económico y estratégico), su 289
repercusión en la investigación sobre biodiversidad fue importante, porque implicaron la 290
formación de instituciones técnicas y de investigación, colecciones, sociedades y publicaciones 291
ad hoc; se instauraron plazas de trabajo para naturalistas y se fomentó la interacción con 292
naturalistas extranjeros. Por lo tanto estas misiones fueron relevantes para la institucionalización 293
y el desarrollo de los estudios de historia natural de la época (Hoffmann et al., 1993). 294
Éste fue uno de los primeros intentos de profesionalización de la historia natural (biología actual) 295
en México, se instauraron las estructuras, el gobierno apoyó y fomentó su práctica; pero las 296
características propias de nuestro proceso histórico, como han sido la falta de continuidad en los 297
proyectos políticos, lo efímero de estas instituciones y los problemas políticos y económicos 298
generados por la Revolución eliminaron a muchas de ellas y produjeron una discontinuidad que 299
solo se restauraría formalmente hasta después del primer tercio del siglo XX (Michán y Llorente, 300
2003). 301
Los intentos por reconocer y estudiar el territorio mexicano no solo quedaron en eso, también 302
hubo gran cantidad de proyectos extranjeros, particulares, institucionales o nacionales, que 303
organizaron excursiones o exploraciones a México, con el propósito de reconocer y recolectar 304
organismos y hacer estudios de historia natural. En muchos casos la finalidad de estos viajes era 305
14
también estratégica, política y sobre todo económica, pues iba dirigida a la explotación de 306
recursos naturales. Los resultados de tales proyectos y exploraciones contribuyeron también a la 307
dispersión de los materiales bióticos y los estudios sobre ellos en gran variedad de lenguas, 308
países, revistas e instituciones (Barrera, 1974). 309
La gran cantidad de publicaciones que resultaron de estos estudios, realizados principalmente por 310
los franceses, ingleses, alemanes y, finalmente, norteamericanos, difundieron en el Viejo Mundo 311
el conocimiento de algunos rasgos naturales del territorio mexicano. 312
Quizá la exploración a la Nueva España más conocida y difundida fue la realizada entre 1803 y 313
1804 por Alexander von Humboldt, acompañado por Aimé Bonpland (1773-1858), quienes 314
realizaron exploraciones, recolectaron gran cantidad de especímenes y sistematizaron la 315
información existente para producir importantes contribuciones astronómicas, geográficas, 316
ecológicas, biogeográficas, estadísticas, demográficas, económicas y sociales sobre la Nueva 317
España (Trabulse, 1999). 318
Después de esta expedición, entre 1820 y 1850 diversas dependencias y organizaciones inglesas 319
de carácter científico y técnico, particularmente el Almirantazgo Británico y la Sociedad de 320
Horticultura de Londres, auspiciaron un programa de estudios en México, enviaron diversos 321
navíos para realizar trabajos hidrográficos, exploraron las costas mexicanas, y recolectaron 322
plantas y animales que enriquecieron notablemente las colecciones europeas, en especial los 323
Jardines de Kew y el Museo Británico. Además, se pueden mencionar a exploradores como 324
Karwinski, Berlandier y La Comisión Científica Francesa que estuvo en nuestro país entre 1855 y 325
1856 (Beltrán, 1977). Un estudio clásico, aunque breve, de la situación de esta época, es el de 326
Sartorius (1990). 327
Entre 1879 y 1915 se publicó la obra de conjunto más importante sobre diversidad de especies 328
hasta la fecha para México, resultado de la exploración biológica del territorio nacional, y países 329
15
centroamericanos denominada Biologia Centrali Americana. Contributions to the Knowledge of 330
the Fauna and Flora of Mexico and Central America. Fue editada por Frederick Du Cane 331
Godman (1834-1919) y Osbert Salvin (1835-1898), y en ella participaron muchos autores 332
relevantes de esa época. Ambos exploraron, recolectaron y estudiaron la flora y la fauna del país 333
y de América Central (Salvin, 2000), con el objeto de reconocer las especies existentes desde 334
México hasta Panamá; con base en sus registros e impresiones redactaron varios trabajos y 335
coordinaron esta obra monumental de 58 volúmenes con más de 25.000 páginas y 1677 láminas, 336
de las cuales más de 900 son a color; incluye la descripción de cerca de 50.000 especies, de éstas 337
alrededor de 19.263 fueron nuevas para la ciencia (Llorente et al., 1996) . De tal manera que ésta 338
es una consulta obligada para cualquier investigador que aborde el estudio natural de la región; 339
incluso, a finales del siglo XX, este trabajo fue la fuente de información más importante para 340
investigar a muchos grupos de organismos mexicanos, especialmente artrópodos, anfibios y 341
reptiles, aves y mamíferos (Flores y Nieto, 1994; León, 1994; Navarro, 1994; Llorente et al., 342
1996). Actualmente se puede consultar en su totalidad en línea 343
(http://www.sil.si.edu/digitalcollections/bca/explore.cfm). 344
Como resultado de las exploraciones de naturalistas y viajeros en el territorio de la Nueva España 345
y México, se produjo un gran acervo sobre diversidad de taxones reunido en distintas obras de 346
nivel internacional, nacional y estatal o regional, pero aún hay mucho por sistematizar y analizar 347
desde puntos de vista históricos y científicos (Gonzáles, 1988; Iturriaga, 1988-1992; Poblet y 348
Delgado, 1992; Iturriaga y García, 1999; Papavero y Llorente, 2004, 2005), en particular sobre la 349
relevancia en los estudios sobre la diversidad de especies desde el punto de vista biogeográfico, 350
así como de las muestras bióticas tomadas y los productos intelectuales o científicos que 351
arrojaron; un ejemplo de esto son los estudios de Papavero e Ibáñez (2001, 2003). 352
16
Los trabajos de historia de la biología de México de finales del siglo XIX son bastante escasos, 353
entre los pocos con los que contamos están los de Cuevas (2002, 2006) y el de Guevara (2002). 354
El siglo XX 355
Desde el punto de vista institucional se reconocen tres etapas en la historia de los estudios de la 356
diversidad de especies en México para el siglo XX: 1) de 1900 a 1930, 2) 1930 a 1980, y 3) 1980 357
al 2000, cada una de ellas estuvo caracterizada por el estado de desarrollo de las instituciones de 358
investigación, fomento y enseñanza, las sociedades y las publicaciones científicas. En la última 359
de las etapas se inició la adopción de los nuevos paradigmas taxonómicos en México, proceso 360
incipiente que todavía, seguramente, se consolidará durante el siguiente siglo (Michán y Llorente, 361
2003) (Figura 2). 362
Primer periodo 1900-1930. A principios del siglo XX se produjo la declinación de las actividades 363
científicas en México, se dispersaron los grupos de intelectuales, desaparecieron varias 364
instituciones, y fallecieron muchos de los hombres de la vieja generación de naturalistas, esto 365
coincidió con otro cuadro histórico lleno de fuertes conmociones políticas, económicas y 366
sociales, que culminaron con la Revolución de 1910 y la promulgación de la Constitución de 367
1917. El triunfo de la Revolución y de sus principios ideológicos tuvo como consecuencia el 368
establecimiento de una nueva estructura social, política y económica, que con la inestabilidad de 369
varios años daría lugar, a partir de la década de 1920, a la integración de un país con problemas, 370
intereses y planes propios. Ello produjo un impulso importante en la ciencia, sobre todo por la 371
gran influencia que tuvo el positivismo en México (Parra, 1903; Herrera, 1921; De Gortari, 1957; 372
Pérez, 2005). 373
Debe considerarse que desde finales del siglo XIX se produjeron los primeros brotes de creación 374
científica, el gobierno federal, a través del Ministerio de Fomento, promovió nuevas expediciones 375
17
científicas y creó centros de investigación. También se redescubrió la rica tradición prehispánica 376
(Del Paso y Troncoso, 1988) y renació el interés por estudiar la botánica y la zoología en 377
diferentes regiones del país (Beltrán, 1982), enfocados principalmente a las propiedades 378
farmacológicas de los productos naturales (Berlin et al., 1974; Barrera et al., 1977; Gómez-379
Pompa, 1979, 1982). Con el triunfo de la República se inició la consolidación de la Nación, en el 380
plano educativo se estableció la Escuela Nacional Preparatoria, basada en el modelo positivista 381
francés y se iniciaron los programas para formar profesionales (Beltrán, 1951a). 382
Desde la perspectiva histórica e institucional (revistas, colecciones y escuelas), las tareas que 383
realizaban los historiadores naturales hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX no 384
tuvieron relación con la practicada a partir de 1930 (Guevara, 2002). Esto quiere decir que 385
ninguno de los elementos mencionados tuvo una continuidad reconocida y aunque en algunos 386
casos, incluso por cierta nostalgia, se repitieron algunos nombres de las viejas instituciones, pero 387
esto no se reflejó en los formatos, tendencias o finalidades. 388
La Revolución produjo una acusada discontinuidad (Pérez, 2005), no perduraron los 389
investigadores, las instituciones, ni las publicaciones (Michán y Llorente, 2003). Además, la 390
influencia teórica durante la primera época se debió principalmente a Europa, en especial a países 391
como Francia, España, Inglaterra y Alemania, de ahí procedían las ideas, el marco teórico, los 392
libros y los exploradores principales; mientras que durante el siglo XX, paulatinamente se 393
adoptaron los paradigmas norteamericanos y nuestra dependencia intelectual y científica de ese 394
país. 395
Esta época de discontinuidad institucional en México produjo una cantidad mínima de trabajos 396
taxonómicos (cerca de 200) que seguían la tradición del siglo anterior; la mayoría de las 397
contribuciones fueron meramente descriptivas. Hubo una decena de autores enciclopédicos 398
herederos de la estructura institucional del siglo anterior que abordaron varios grupos 399
18
taxonómicos, su trabajo generalmente lo hacían de forma individual y publicaban casi todo en 400
tres revistas: La Naturaleza, Memorias de la Sociedad Científica Antonio Alzate y la Revista 401
Mexicana de Biología, mismas que dejaron de editarse en ese mismo periodo. La contribución 402
durante esta época a la taxonomía mexicana por autores mexicanos fue proporcionalmente 403
reducida. 404
El periodo 1930-1980. En la década de 1930 se dio el inicio de la institucionalización de la 405
taxonomía en México, sin la participación de la vieja estructura, ya que después de la Revolución 406
no perduraron los elementos institucionales anteriores. Este periodo inició con la fundación de 407
instituciones como el Instituto de Biología UNAM (1929), la Escuela Nacional de Ciencias 408
Biológicas IPN (1934), la Facultad de Ciencias UNAM (1935) y el Colegio de Posgraduados; las 409
dos primeras editaron revistas que incluyeron trabajos que abordaron la diversidad de especies, 410
las cuales fueron de gran importancia durante todo el siglo. 411
Ledesma-Mateos y Barahona (2003) presentan un resumen e hipótesis acerca de los conflictos de 412
dos de las figuras señeras de la biología en México en la primera mitad del siglo XX: Alfonso L. 413
Herrera e Isaac Ochoterena. Este último estuvo al frente del Instituto de biología de la UNAM 414
desde sus inicios y por un tiempo prolongado. Barahona et al. (2003, 2005); Barahona y Ayala 415
(2005) desarrollaron una síntesis sobre la institucionalización de la Genética en México, que tiene 416
una relación general con la historia que aquí nos ocupa. 417
Durante este periodo se fundaron las primeras sociedades de diversas especialidades biológicas, 418
en particular la botánica y la zoología; se inició la investigación científica fuera de la capital de la 419
República, con la fundación de las universidades estatales, y el gobierno creó programas 420
nacionales de apoyo a la investigación y de becas para estudiantes a través del Instituto Nacional 421
de Investigación Científica (1950) y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (1970). Este 422
último se convirtió, a finales del siglo, junto con la UNAM, en la principal institución nacional 423
19
impulsora de la investigación, el postgrado y la descentralización, mediante los programas de 424
becas y la fundación de centros de investigación en diversos estados de la República. Asimismo 425
se crearon las plazas de ‘Investigadores de Tiempo Completo’ y gran diversidad de programas de 426
apoyo a la investigación, lo que promovió el desarrollo de agrupaciones científicas nacionales 427
(Michán y Llorente, 2003) (Figura 3). 428
En esta etapa la biología mexicana, en particular el estudio taxonómico de especies y taxones 429
superiores, se vio incrementado y enriquecido con la llegada de los transterrados españoles 430
(Sánchez y García de León, 2001). Ellos iniciaron y colaboraron en publicaciones como Ciencias 431
y los Anales de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, algunas de las principales 432
revistas, además de formar a insignes investigadores como Alfredo Barrera, Gonzalo Halffter y 433
Jerzy Rzedowski entre otros. Así también formaron colecciones, bibliotecas y participaron de la 434
vida científica institucional de México. 435
El periodo 1980-2000. Durante esta etapa se dieron cambios significativos, se formaron nuevas 436
organizaciones de investigación, como la Universidad Autónoma Metropolitana y los centros 437
SEP-CONACyT. Así, también se incrementaron las investigaciones en las universidades de 438
provincia. Además, varias instancias realizaron tareas de fomento e incentivos con apoyo de 439
infraestructura, proyectos y becas, las más importantes para impulsar los estudios sobre biología 440
de especies fueron: el Sistema Nacional de Investigadores (1984), la Comisión Nacional para el 441
Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (1992), la Universidad Nacional Autónoma de México, 442
el CONACyT y dependencias de la Secretaría de Educación Pública, sin dejar de lado algunos 443
apoyos del extranjero, particularmente de los Estados Unidos, a través de diversos organismos 444
como la National Science Fundation y muy diversos consejos, fundaciones y centros de 445
investigación de ese país. 446
20
A pesar de lo anterior, el conocimiento de la biota mexicana se desarrolló mayormente en los 447
Estados Unidos de América, a través de universidades, museos e instituciones científicas del 448
vecino país. 449
450
451
LAS FUENTES SOBRE EL CONOCIMIENTO DE LA DIVERSIDAD DE ESPECIES EN 452
MÉXICO 453
Si se considera que la búsqueda, el acceso, el análisis y la actualización de la información son una 454
base importante de la práctica científica, para un estudiante o investigador en temas de 455
biodiversidad es imprescindible contar con compendios sobre las fuentes a partir de las cuales se 456
pueda y deba extraer información relacionada con su área de especialidad. De hecho, para 457
realizar estudios sobre la diversidad de especies o de un taxón es imprescindible la indagación de 458
los datos históricos y contemporáneos, ya que ésta es una de las áreas biológicas en la que los 459
hallazgos del pasado no pierden utilidad, importancia y significado; muchos datos antiguos 460
siguen siendo válidos, por ejemplo la información de nuevos registros, los estudios florísticos o 461
faunísticos y la descripción de nuevas especies nunca caducan propiamente, pues siempre serán 462
fuente de referencia geográfica y temporal, además de las que devienen de los códigos biológicos 463
nomenclaturales. 464
En la actualidad, la cantidad de información que se produce sobre diversidad taxonómica es 465
inmensa y de distintos tipos, también las fuentes por medio de las cuales se puede acceder a dicha 466
información es bastante y variada. Por consiguiente, es una tarea necesaria el tener ordenados y 467
clasificados todos los datos que permitan acceder a tales fuentes de manera eficaz y eficiente. 468
Para facilitar el acceso a esta gran cantidad y variedad de información, en esta contribución se 469
hará una clasificación y síntesis relativa a las distintas fuentes sobre el conocimiento de la 470
21
diversidad biológica (taxonómica) en la región, de tal manera que se reúnan las referencias sobre 471
la información más relevante del campo en la actualidad; entonces se presentará un compendio de 472
información significativa sobre los principales productos resultado de la práctica sobre diversidad 473
de especies de México. 474
El primer tipo de información sobre las especies es evidentemente la biológica que es objeto de 475
estudio de la sistemática. Los ejemplares vivos y los especímenes recolectados por los 476
especialistas, con la finalidad de reconocer y entender la biodiversidad, representan información 477
potencial en sí mismos y se deben fundamentar en estudios taxonómicos. La información relativa 478
a las especies y sus condiciones registradas por los especialistas in situ, así como las muestras 479
biológicas u organismos que de manera natural están dispersos espacial y temporalmente, son 480
recolectados, preservados, ordenados, almacenados y catalogados en las colecciones científicas 481
para su estudio y análisis. Estas colecciones normalmente se encuentran en instituciones 482
académicas. 483
La información sobre los especímenes se vierte en las bases de datos de las colecciones, para 484
constituirse después de un tiempo en un escrito científico, generalmente un artículo 485
especializado, para que eventualmente, después de un proceso complicado se produzcan 486
revisiones, monografías y atlas, las obras más completas y ambiciosas en un proyecto sobre 487
diversidad de especies en el sentido taxonómico. Así, con el incremento de las exploraciones y 488
muestras, o bien, en un proceso relativamente cíclico espiral se obtiene y produce nueva 489
información biológica, impresa o electrónica, que se encuentra disponible para su consulta, 490
análisis y comparación (Figura 4). 491
A toda esta información se puede acceder por distintas fuentes como: hemerobibliotecas, bases de 492
datos, colecciones científicas vivas o preservadas (zoológicos, jardines botánicos, reservas 493
bióticas y museos), catálogos de autoridad taxonómica y geográfica, índices, compendios y 494
22
páginas electrónicas, que permiten hacer más fácil la disponibilidad de la información 495
especializada sobre la diversidad de las especies (Figura 5). 496
Como se citó en la sección relativa a la historia, gran parte del conocimiento sobre la diversidad 497
de las especies con distribución en México ha sido realizada por extranjeros, especialmente 498
españoles, franceses, alemanes e ingleses, antes del siglo XX, y los norteamericanos durante el 499
siglo XX. En este trabajo se hará énfasis en la información producida por los mexicanos y en 500
algunos casos se hará mención a la que se encuentra en el extranjero, pues hay numerosos 501
ejemplos en los que las especies y las localidades mexicanas están mejor representadas en 502
colecciones y publicaciones foráneas, pues la mayoría de los estudios han sido realizados y 503
sufragados por especialistas e instituciones externas. 504
A continuación se presentan las fuentes de información sobre los estudios de biodiversidad en 505
México referentes al siglo XX: las bibliotecas, páginas electrónicas y bases de datos más 506
representativas en los Cuadros 1, 2 y 3 respectivamente. 507
Mucha de la información presentada proviene de la base de datos TaXMeXX (Michán, 2003; 508
Michán y Llorente, 2003), una base de datos relacional con información taxonómica e histórica, 509
que se diseñó en Access de Microsoft Office (2000). Ésta contiene la información del análisis de 510
los artículos de teoría, práctica e historia de la taxonomía-sistemática publicados en publicaciones 511
periódicas y seriadas mexicanas, del periodo del 1 de enero de 1901 al 31 de diciembre del 2000, 512
incluye más de 8000 registros. Los datos están capturados, sistematizados y procesados en 31 513
tablas, 15 formularios principales, 50 subformularios y más de dos centenares de consultas e 514
informes, que pronto será publicada en línea para consulta libre (Cuadro 4). 515
Además, se presenta una síntesis de las referencias sobre los datos más relevantes sobre el campo 516
(ver referencias y bibliografía), y se ofrece una síntesis de información significativa sobre los 517
23
productos principales, resultado de la práctica sobre la diversidad de las especies en México con 518
base en la institucionalización. 519
Si se considera que la institucionalización de los estudios sobre diversidad de especies en México 520
se refiere a: 1) la fundación de instituciones de investigación, enseñanza y sociedades científicas; 521
2) la profesionalización de la disciplina; 3) la formación de colecciones bióticas de naturaleza 522
científica; y 4) la publicación de revistas y libros especializados, se puede usar este mismo orden 523
para presentar la información. 524
Las Instituciones de investigación 525
En cuanto a las instituciones de investigación en las que se aborda la diversidad de especies, en la 526
actualidad se calcula que en México existen cerca de 150 instituciones de investigación, 527
enseñanza y difusión de temas sobre diversidad de especies o relacionados con éstos en México. 528
Esta cifra es insuficiente en cantidad y muy variable en calidad; hay carencia de ellas en muchas 529
regiones geográficas y la mayoría de ellas son recientes y no cuentan con personal ni 530
instalaciones adecuadas para la investigación taxonómica; algunas de ellas pueden considerarse 531
meras improvisaciones dispuestas al pionerismo con un interés local o regional. En el cuadro 5 se 532
presentan las instituciones de investigación más representativas; en el cuadro 6 se refiere 533
información sobre su producción sobre diversidad de especies y en el cuadro 7 se anotan las que 534
albergan la mayoría de las colecciones biológicas del país. 535
El centralismo es la constante en México, la mayoría de las instituciones y las más importantes 536
están en la Ciudad de México, en particular en la UNAM, de ahí la importancia de impulsar los 537
estudios sobre el tema en los estados de la República Mexicana. La práctica taxonómica en 538
calidad y cantidad se centró, a finales del siglo XX, en cuatro instituciones de investigación: el 539
Instituto de Biología, la Escuela Nacional de Ciencia Biológicas, la Facultad de Ciencias y el 540
24
Instituto de Ecología A. C. También fue importante el papel del Museo Nacional a principios del 541
siglo XX, la única institución que sobrevivió del siglo XIX, aunque por poco tiempo, y la 542
Dirección de Estudios Biológicos que fue una precursora del IBUNAM. 543
Las instituciones de enseñanza 544
La formación de especialistas en estudios sobre la biodiversidad en México, como en muchos 545
otros países, se inicia de manera formal en la licenciatura y el posgrado (maestría y doctorado), 546
posteriormente la manera común de completar la experiencia es durante las estancias 547
posdoctorales o de investigación. 548
La información y el análisis que aquí se presenta sobre las instituciones de educación superior en 549
temas relacionados con la diversidad de especies, se basan en la experiencia académica y de 550
investigación sobre los programas científicos y educativos del área de Ciencias Naturales y 551
Exactas en México y en Latinoamérica realizada por los autores. En especial se exponen 552
resultados del desarrollo de los procesos de evaluación diagnóstica, en el área de Ciencias 553
Naturales y Exactas que se ha basado en el “Modelo V de evaluación-planeación. Análisis 554
estructural integrativo de organizaciones universitarias” de la UDUAL. Con la finalidad de 555
presentar el conocimiento actual, integral e integrado de las realidades en las que se desarrolla la 556
educación superior en nuestro país e indicar algunas propuestas para su mejora. 557
En la actualidad, a nivel mundial, se ha hecho un esfuerzo importante por diagnosticar el estado 558
de la enseñanza superior en cada una de las regiones, para diseñar políticas de acción que 559
permitan elevar su nivel y salvar varios de los problemas más importantes que se enfrentan al 560
respecto como el crecimiento acelerado de las universidades, la acreditación de las mismas, la 561
poca eficiencia terminal y la escasez de presupuesto, por mencionar algunas. 562
25
Prácticamente la totalidad de los programas académicos de licenciatura y posgrado del área de las 563
Ciencias Biológicas de América Latina fueron evaluados por la Unión de Universidades de 564
América Latina (UDUAL), durante el periodo de 1993 al 2004, e incorporados en un proceso de 565
seguimiento, el cual permitió sistematizar la información que brindaron las instituciones 566
educativas acerca de los avances logrados en el mejoramiento de sus programas de enseñanza. A 567
partir del 2005 se inició el análisis y preparación para la acreditación de los programas 568
académicos. 569
La información resultante de los procesos de evaluación diagnóstica interinstitucional ha sido 570
examinada con un enfoque transdisciplinario: la investigación evaluativa, una nueva forma de 571
aproximación al conocimiento de los procesos educativos y sus resultados, que ha sido fuente 572
fundamental de información para la toma de decisiones en el mejoramiento permanente de la 573
educación superior. Las fuentes oficiales de información no están actualizadas para el 2006 y en 574
algunos casos no existe información con estadísticas precisas. 575
Los resultados obtenidos para México muestran que la matrícula del área de licenciatura en 576
Ciencias Biológicas, en relación con la matrícula total nacional es de apenas uno por ciento (1%). 577
Del orden de 18.000 alumnos en el área, en relación con una población total de 110 millones de 578
mexicanos. 579
El análisis de la oferta educativa, en cuanto a la cobertura considerando el tamaño de matrícula y 580
el análisis disciplinario de los tres niveles educativos de educación superior licenciatura, maestría 581
y doctorado, se efectúa de acuerdo con las siguientes definiciones: 582
La licenciatura implica la formación científica para el conocimiento de los grupos de seres vivos, 583
sus cualidades y procesos biológicos, su aplicación en el conocimiento de la biodiversidad, y, en 584
su caso, la capacidad de detección de problemas relacionados con el manejo y uso de la 585
26
biodiversidad. El egresado estará capacitado para incidir en la formación de recursos humanos en 586
el nivel de educación media superior y de licenciatura. 587
La maestría consiste en la formación de profesionales que aplican su conocimiento en el 588
planteamiento de nuevas preguntas, en la búsqueda de soluciones a los problemas detectados, con 589
capacidad de incidir en la formación de recursos humanos en el nivel de educación media 590
superior y de licenciatura. 591
El doctorado es el ámbito de formación de generadores de conocimiento, con nuevas propuestas 592
de orden; de investigadores independientes, con la capacidad de incidir en la formación de 593
recursos humanos en el nivel de educación media superior, de licenciatura y posgrado. 594
595
Programas de licenciatura 596
La oferta educativa de las licenciaturas del área de las ciencias biológicas en México, hasta 597
principios del 2006, estuvo integrada por 40 instituciones de educación superior (IES), que 598
ofrecen 48 programas distribuidos en toda la República Mexicana. La matrícula total es del orden 599
de 15.000, con una distribución por programa de 22 a 1535 alumnos, a los cuales se otorga el 600
título de: Biólogo, Biólogo Ecólogo, Biólogo Acuacultor, Biólogo Marino, Biólogo Pesquero, 601
Lic. en Ciencias Biológicas, Lic. en Biología Agropecuaria, Lic. en Biología Experimental, Lic. 602
en Hidrobiología o Lic. en Ecología Marina. 603
Conforme la regionalización propuesta por la Asociación Nacional de Universidades e 604
Instituciones de Educación Superior (ANUIES) se ha hecho la distribución de instituciones que 605
ofrecen programas del área Biológica (cuadros 8 y 9). Para presentar el ordenamiento de las 606
licenciaturas (de cuatro o más años de duración) por tamaño de matrícula y por región, se 607
clasificó a los programas por el tamaño de su matrícula en cuatro categorías: 608
Grande. mayor del doble de la media nacional. 609
27
Mediano. menor al doble de la media nacional. 610
Chico. mayor a la mitad de la media. 611
Muy chico. menor a la mitad de la media. 612
La región Metropolitana ofrece 10 programas, cuatro grandes: UNAM Facultad de Ciencias, FES 613
Iztacala, FES Zaragoza y UAM Xochimilco; dos medianos: IPN y UAM Iztapalapa; uno chico: 614
UAM Iztapalapa, y dos muy chicos: U. Simón Bolívar y Westhill, que en conjunto representan 615
41% de la matrícula total en el área. Le sigue la región Sur-Sureste que también ofrece 10 616
programas, cuatro medianos de: UJAT, UV Y UNICACH; uno chico de UACAMP, y cinco muy 617
chicos de Yucatán, Veracruz y Oaxaca; en conjunto representan 17% de la matrícula total en el 618
área. En tercer lugar está la región Centro–Sur que ofrece un programa grande de la BUAP; uno 619
mediano de UAEMOR; tres chicos DE UAEH, UAEMEX, UAGRO, y el resto de programas que 620
se ofrecen en Guerrero, Tlaxcala, Puebla y Querétaro son muy chicos. En total representan 16% 621
de la matrícula total del área. La cuarta región Centro-Occidente ofrece cinco programas, de los 622
cuales dos son grandes: UDG y UMSNH, y tres muy chicos en Aguascalientes, Colima y Nayarit; 623
representa 13% de la matrícula total del área. La quinta región ofrece 10 programas, dos son 624
programas medianos: UAS, UABCSUR; uno chico UABC, y siete muy chicos de Sonora, Chihuahua 625
y Sinaloa. Representan 10% de la matrícula total del área. Finalmente la región Noreste que es la 626
sexta región, ofrece cuatro programas: uno chico de UANL y tres muy chicos, representa 3% de la 627
matrícula total del área (Cuadro 9). 628
Evidentemente la zona Metropolitana es la que tiene mayor impacto en la formación de recursos 629
humanos en el ámbito de las Ciencias Biológicas. Del centro del país hacia el sur hay una 630
cobertura adecuada, no obstante el Norte del país tiene una cobertura mínima que debe 631
reforzarse; no sólo en oferta educativa en los estados, sino en el incremento de la matrícula. Por 632
otra parte, es importante propiciar que los egresados formados en la zona Metropolitana, se 633
28
desempeñen profesionalmente atendiendo las problemáticas nacionales e incidan en las diferentes 634
regiones geográficas del país (Cuadros 10 y 11). 635
Si se considera que uno de los principios unificadores de la Biología es el de biodiversidad 636
(Figura 6), entonces es ineludible en la formación de todo biólogo. Así, desde el punto de vista 637
disciplinario, los planes de estudio de las licenciaturas del área de las Ciencias Biológicas en su 638
totalidad cubren el estudio de los grupos de seres vivos, sea con la sectorización de los reinos 639
Monera, Protista, Fungi, Plantae y Animalia, o bien de las ramas microbiología, botánica y 640
zoología, de tal modo que tienen al menos una formación básica del nivel organísmico. Para el 641
nivel de diversidad genética, los planes de estudio no siempre aclaran el enfoque que se da a la 642
asignatura de genética. Y para el nivel de diversidad ecológica sí se tiene una buena cobertura en 643
las licenciaturas que se ofrecen en México. 644
En este sentido es muy importante reforzar la formación de profesionales en esos niveles de 645
organización biológica y hacer un análisis de las fortalezas del personal académico especializado 646
u orientado específicamente al estudio de la biodiversidad en sus diferentes enfoques y grupos 647
biológicos, para conocer a su vez las capacidades de los académicos en cada IES (Figuras 7 y 8). 648
En el ámbito técnico existe una oferta educativa del Sistema Tecnológico, que cuenta con un 649
conjunto de 14 licenciaturas que ofrecen los Institutos Tecnológicos Superiores y del Mar, con 650
una duración menor a cuatro años y un enfoque técnico. La matrícula total registrada es de 3030 651
alumnos, dando un promedio de 239, con un intervalo de de 90 a 450 alumnos. Hasta el momento 652
el Sistema Tecnológico en el área de las Ciencias Biológicas no ha sido evaluado, pues las 653
fuentes de información disponibles son muy limitadas para hacer un diagnóstico de su situación 654
en relación con la formación orientada hacia la biodiversidad. Al considerar el número elevado de 655
alumnos que se está formando en ese sistema educativo, es necesario empezar a hacer los 656
diagnósticos disciplinarios enfocando los perfiles de egreso, los planes de estudio, las líneas de 657
29
desarrollo tecnológico, los perfiles del personal académico, los recursos materiales y financieros, 658
para tener los elementos en una evaluación integral de dichos programas. 659
660
Programas de postgrado. 661
En relación con el postgrado, hasta principios del 2006 se contó con 91 programas, 51 de 662
maestría y 40 de doctorado. Todas las regiones del país de la ANUIES tienen oferta de maestrías 663
y/o doctorados. La región Metropolitana cuenta con 35 programas, el CINVESTAV ofrece 19 664
programas, la UNAM 10 y la UAM seis. La región Noreste cuenta con 17 programas y es el 665
Estado de Nuevo León el que tiene mayor número con 15. La tercera región en incidencia por 666
número de programas de postgrado es la Centro-Occidente con 15 programas, de los cuales la 667
UDG ofrece ocho. Las regiones Noroeste y Sur-Sureste son las que tienen menos programas 668
(Cuadro 9). 669
El número menor de programas de postgrado de la UNAM obedece a que tuvo una 670
reestructuración de sus postgrados, con base en el fomento a la participación entre sus 671
dependencias, al trabajo interdisciplinario y al uso óptimo de los recursos humanos y materiales. 672
No obstante el número, sus programas atienden al mayor número de alumnos en estos niveles 673
educativos (Cuadro 9). 674
Las sociedades científicas 675
Una de las categorías existentes en la institucionalidad de la ciencia son las sociedades 676
científicas. En la biología de especies éstas se constituyeron esencialmente con la participación 677
de taxónomos (botánicos y zoólogos principalmente); estas agrupaciones durante el siglo XX 678
fomentaron tres actividades prioritarias que hicieron posible su existencia: 1) dar a conocer los 679
resultados del trabajo de los socios, en general los de investigación, lo que se logra con la 680
30
estructuración de un órgano de difusión (revistas o boletines); 2) ser el enlace entre todos los 681
especialistas de un tema que laboran en distintas instituciones tanto nacionales como extranjeras, 682
a través de órganos impresos o reuniones académicas (congresos, coloquios, seminarios, 683
simposios y talleres temáticos), y 3) promover y dar reconocimiento a la actividad de los socios 684
con la entrega de premios y reconocimientos (Halffter, 1997). En nuestro país no existe sociedad 685
taxonómica alguna, pero hay varias que entre sus miembros cuentan con taxónomos y que tienen 686
como finalidad el fomento y la difusión respecto al grupo de organismos que estudian (Cuadro 687
12). 688
Estas agrupaciones jugaron un papel preponderante en la edición de materiales impresos (libros y 689
revistas) y en la organización de reuniones científicas, en especial la Sociedad Mexicana de 690
Historia Natural y la Sociedad Científica “Antonio Alzate”, a principios de siglo, y después las de 691
Entomología, Cactáceas y Suculentas, Orquideología, Botánica, Micología y Lepidopterología, 692
que existen desde hace varias décadas (Carpy, 1986, Chiang et al., 1994; Herrera, 1994; Ortega et 693
al., 1996; Halffter, 1996, 1997; Michán y Llorente, 2003). Tales agrupaciones reúnen a miles de 694
profesionales, especialistas e interesados en la diversidad organísmica de especies y taxones. 695
También organizan reuniones académicas de distinto tipo, cíclicas u ocasionales. Algunas de 696
ellas convocan a los congresos más nutridos a nivel nacional. Recientemente hay incipientes 697
organizaciones mastozoológicas, herpetológicas y ornitológicas. 698
Los profesionales 699
Respecto a los especialistas que se dedicaron a producir conocimiento original y/o formar a los 700
nuevos expertos, sobre diversidad de las especies en México durante el siglo XX, se puede decir 701
que a finales del siglo se contaban con cerca de 4 o 5 centenas en todo el país (Llorente et al., 702
31
2000a), según el SNI solo hubo alrededor de 200 investigadores reconocidos que abordaron el 703
tema (Cuadro 13). 704
En el Instituto de Biología en la actualidad hay cerca de 70, todos ellos estudian algún tema 705
relacionado con diversidad, igual que en la Facultad de Ciencias, con cerca de 30 expertos; 706
además de los técnicos en cada dependencia de la UNAM. 707
Por ejemplo, durante el siglo XX en México hubo 2331 autores que al menos publicaron un 708
artículo sobre algún tema taxonómico, de acuerdo con la base de datos TaXMeXX (Michán, 709
2003); a finales de siglo XX hubo cerca de 150 taxónomos especialistas activos en el país 710
(doctorados y dedicados de tiempo completo al estudio de un taxón superior). En lo que respecta 711
al personal que trabajó en los museos biológicos de México, en 1999 hubo registradas 977 712
personas colaborando en las colecciones, de los cuales 371 (32%) fueron contratados como 713
investigadores o profesores y el resto fueron estudiantes, técnicos y capturistas (Llorente et al., 714
2000a). Algunos de los nombres más representativos se presentan en el cuado 14, y pertenecieron 715
al Instituto de Biología de la UNAM, la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, IPN, el 716
Instituto de Ecología, A. C. y la Facultad de Ciencias de la UNAM. En el Instituto de Ciencias 717
del Mar de la UNAM y en algunas universidades estatales o centros dependientes CONACYT 718
también contamos con expertos nacionales de calidad internacional; en especial en ECOSUR, 719
Instituto de Ecología, Universidad de Guadalajara y Universidad de Nuevo León. 720
Más datos respecto a la cantidad de taxónomos en México los produjo el SNI. En 1987 registró 721
un total de 3927 investigadores, de los cuales 286 fueron biólogos, de ellos 17 estaban dedicados 722
a la taxonomía, 22 a la zoología y 26 a la botánica, todos ellos abordando algún tema sobre 723
diversidad de especies, cuya suma de 65 equivale al 1.6% de la suma de investigadores 724
registrados en el SNI y al 22.7% en el área químico-biológicas (López-Ochoterena y Casas-725
Andreu, 1991). Para 1999 las cifras aumentaron de modo considerable pero no las proporciones; 726
32
había 7252 investigadores en el SNI, de los cuales 125 eran taxónomos explícitamente, lo que 727
corresponde al 1.7% del total de investigadores registrados en el SNI y al 11.6% del área 728
químico-biológicas. Fue difícil identificar a los taxónomos porque se utilizan las categorías 729
‘zoólogo’ o ‘botánico’, pero probablemente la mayoría de ellos hacen o hicieron taxonomía. 730
De los 371 investigadores asociados a las colecciones mexicanas en el 2000, 119 (12%) 731
pertenecían al SNI (58 botánicos, 56 zoólogos y cinco microbiólogos) (Llorente et al., 2000a). 732
733
Especialistas en el estudio de la flora mexicana 734
La CONABIO cuenta con un directorio de especialistas de la flora mexicana. De acuerdo con los 735
registros del Index Herbariorum casi 370 investigadores y técnicos trabajan directamente con las 736
colecciones. Si se toman en cuenta a otros investigadores no relacionados directamente con las 737
colecciones pero sí dedicados a trabajos florísticos o taxonómicos, y con base en la información 738
de CONABIO, el número se podría incrementar a los 450. Para una flora tan diversa como la de 739
México este número podría considerarse insuficiente. Más aún, los especialistas son en su 740
mayoría de plantas con flores, musgos, helechos y gimnospermas. Grupos como hongos y 741
líquenes son estudiados por un número menor de investigadores y si, como se ha propuesto, el 742
grupo de hongos es uno de los más diversos en el país, se requieren aún muchos más 743
especialistas. 744
Las colecciones biológicas 745
Los Museos de Historia Natural y sus colecciones tienen la función fundamental de documentar 746
sistemáticamente y preservar los registros materiales de la biodiversidad. A partir de ellas se ha 747
producido gran parte del conocimiento sobre la diversidad organísmica. Su valor fundamental es 748
33
por su contenido e integración, por la información material y tridimensional que albergan, esto es, 749
ejemplares que de otro modo estarían dispersos temporal y espacialmente. 750
Las organismos presentan límites geográficos y temporales, y gran parte de la aplicación técnica 751
y la utilidad práctica que tienen se deriva de las interpretaciones de las interrelaciones geográficas 752
y temporales de los individuos o muestras (de especies y grupos supraespecíficos naturales) que 753
se integran en biotas determinadas históricamente (Llorente y Castro, 2002). La función de las 754
colecciones cada vez se vuelve más estratégica para el estudio de la biodiversidad, ya que en 755
algunos casos, especies o poblaciones extintas o raras solo se conocen en la actualidad a partir del 756
material biológico recolectado, preparado y preservado en las colecciones y los museos 757
biológicos. 758
La información que se puede obtener a partir de las colecciones biológicas consta de: los 759
especímenes, las etiquetas, las imágenes, las libretas de campo y los catálogos de ellos; así 760
también la producción documental de los especialistas y profesionales han hecho contribuciones, 761
a esto se suma el acervo bibliográfico especializado al lado de las colecciones. 762
Los primeros museos y colecciones biológicas formales del mundo aparecieron durante los siglos 763
XVII a XVIII; algunos de ellos perduran hasta nuestros días. Para finales del siglo XX se estimó 764
que las colecciones científicas albergaron alrededor de 2.5 miles de millones de muestras u 765
organismos preservados (Hawksworth, 1995), los cuales representaron cerca de 1.5 millones de 766
las especies conocidas. De este total, las colecciones mexicanas albergaron 10.350.533 767
especímenes, aproximadamente, que equivalen solo al 0.07% de la cantidad total del mundo 768
(Llorente et al., 1994), cuando en México se tienen cifras de representación del 10% de la 769
diversidad de especies mundial. Aún cuando las razones no son lineales o aritméticas, la 770
representación de muestras en nuestras instituciones biológicas aún son muy pobres. 771
34
De las 193 colecciones, 76 (39%) fueron de botánica, 110 (57%) de zoología y siete (4%) de 772
microbiología. Algunas colecciones albergan ejemplares de un taxón restringido, mientras que 773
otras incluyen varios grupos taxonómicos. Solo 27 (39%) de las instituciones resguardaron más 774
del 85% de los ejemplares de los cuales el 73% fueron zoológicos y el 27% botánicos (Llorente et 775
al., 2000a). De las 110 colecciones zoológicas registradas, el 53.6% corresponde a uno o varios 776
grupos de vertebrados y el 46.4% restante a invertebrados, de los cuales 29.41% fueron 777
artrópodos. 778
El análisis de la fecha de fundación de las colecciones mexicanas mostró que a partir de 1970 se 779
dio un aumento considerable, llegó a su máximo en la década de los ochenta, para los noventa 780
disminuyó a un número comparable al de los setenta. En estas tres décadas se instaló el 81% de 781
las colecciones que perduraron hasta finales del siglo XX; este aumento fue resultado del 782
establecimiento de gran cantidad de instituciones de enseñanza, investigación y fomento de la 783
taxonomía (v. gr. CONABIO y CONACyT) (Figura 9). 784
785
Colecciones florísticas en México 786
El índice internacional de herbarios conocido como Index Herbariorum (Holmgren y Holmgren, 787
1998) registra que 61 instituciones cuentan con colecciones de herbario en el país. El crecimiento 788
de colecciones en los últimos años ha sido notable, ya que en 1974 se determinó que éstas 789
sumaban apenas 566.780, mientras que en 2005 han alcanzado casi los 3.400.000 ejemplares de 790
herbario, creciendo 566% (Cuadro 15). De las 61 instituciones que poseen colecciones botánicas, 791
cinco preservan más de cien mil ejemplares (Cuadro 16), y se consideran de nivel internacional. 792
El número de colecciones del resto de las instituciones es muy variable, algunas albergan menos 793
de 10.000 ejemplares o muestras. Todos los centros CONACyT entre cuyos objetivos está el de 794
estudiar la biodiversidad del país cuentan con colecciones botánicas, por ejemplo ECOSUR, 795
35
CICY, INECOL, CIBNOR, alcanzando en unos casos mas de cien mil ejemplares, o en otros más 796
de 50.000 ejemplares. 797
En contraste, la mayoría de las universidades estatales cuentan con colecciones de menos de 798
50.000 ejemplares. El herbario más grande de México es el Nacional, del Instituto de Biología de 799
la UNAM, seguido por el del Instituto Politécnico Nacional. Estados como Zacatecas o 800
Guanajuato carecen de herbarios, mientras que el mayor número de éstos se registra en la Ciudad 801
de México (Cuadro 17). En Oaxaca o Chiapas, que cuentan con la mayor riqueza del país, sus 802
herbarios cuentan con apenas unas cuantas decenas de millares de ex sicatta. Las colecciones 803
albergadas en México superan en la actualidad por casi millón y medio de especímenes a los 804
herbarios del extranjero (Cuadro 18). Actualmente sabemos que la cantidad de ejemplares o 805
muestras solo es una medida, pues también es muy importante el número de especies y de 806
localidades entre otros aspectos. 807
Si consideramos que el país tiene 1.972.546 Km2 y que el número de especímenes asciende a 808
aproximadamente 3.400.000, el número de colecciones botánicas por Km2 es de 1.72. Este 809
cálculo es a nivel general, considerando todo el país. Sin embargo, regionalizando las 810
colecciones, se puede notar que, con base en el mapa de colectas registrado por CONABIO 811
(Figura 10), aún quedan zonas de México que carecen totalmente de recolectas, la mayoría en el 812
norte del país, aunque existen algunos vacíos en Oaxaca y Chiapas. 813
Las familias mejor representadas en las colecciones biológicas mexicanas se presentan en el 814
cuadro 19. 815
Las publicaciones periódicas 816
El conocimiento científico sobre la diversidad de especies se ha difundido principalmente por 817
medio de las publicaciones periódicas y seriadas especializadas, aunque en ocasiones son libros y 818
36
monografías. Durante el siglo XX en México se publicaron varias revistas y series de este tipo, 819
algunas de las más representativas se enlistan en el cuadro 20. 820
Durante el siglo XX se editaron en México cerca de 150 publicaciones periódicas con temas 821
sobre diversidad de especies, en el cuadro 21 se mencionan algunos datos sobre los artículos, 822
autores y tipos de trabajos de las 28 revistas que publicaron cerca del 95% de los artículos sobre 823
el tema (Michán y Llorente, 2003) (Figura 3). 824
Uno de los avances más notables para poner a disposición de investigadores, tomadores de 825
decisiones del gobierno y público en general, la información sobre la diversidad de especies del 826
país ha sido el desarrollo de bases de datos. Es decir, cuando la información que contienen los 827
ejemplares está capturada en forma electrónica, incluyendo datos de distribución precisa. 828
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) ha puesto 829
en formato electrónico una red de información (REMIB), en el que colecciones enteras de plantas 830
están disponibles. En la actualidad 31 instituciones han puesto sus colecciones como nodos de la 831
REMIB (algunas del extranjero) y más del 50% incluyen colecciones botánicas. Hasta 2001, la 832
CONABIO había apoyado a 122 instituciones u organizaciones con proyectos de biodiversidad y 833
bases de datos. 834
835
Estudios sobre diversidad de especies 836
Los estudios sobre diversidad de especies de hongos, plantas y animales en México se han 837
centrado en organismos con importancia económica y cultural (cuadro 22); las subdisciplinas más 838
estudiadas se exponen en la figura 11 y los taxones mejor representados están en el cuadro 23. 839
Las investigaciones se centraron principalmente en trabajos descriptivos (Figura 12), se detalla en 840
el cuadro 24 algunos de los temas más recurrentes. Un análisis más detallado sobre el tema se 841
puede consultar en la monografía de Michán y Llorente (2003). 842
37
Respecto a los estudios sobre la diversidad de especies en cada uno de los estados del país se 843
presenta información en el cuadro 25. Los estados mejor representados en general, son los que 844
tienen mayor biodiversidad, están cerca del Distrito Federal, cuentan con instituciones 845
académicas de investigación en biología de organismos y/o son de fácil acceso (Michán y 846
Llorente, 2003). 847
México es uno de los países megadiversos en el que sobresale su riqueza florística. Una 848
estimación reciente registró que se distribuyen 24.500 especies de plantas con flores en el país. 849
Más aún, se ha determinado precisamente que el número de especies de gimnospermas es de 140, 850
el de helechos y grupos afines asciende a 1008 mientras que el de musgos a 1148. La suma del 851
número de especies de estos grandes grupos de plantas asciende a 26.796. Los grupos menos 852
conocidos en México son el de los hongos, algas y líquenes. El número de especies de hongos no 853
se ha determinado con precisión y se estima en alrededor de 40.000 especies. En el caso de las 854
algas y líquenes no hay estimaciones confiables del número de especies presentes en México. 855
El conocimiento florístico de los diversos estados y regiones de México es desigual. En el caso 856
del Valle de México y Baja California se ha concluido el estudio de su flora. Varios proyectos 857
florísticos que estudian estados o regiones del país se encuentran en desarrollo; algunos llevan un 858
grado importante de avance como Veracruz, Guerrero y Península de Yucatán (Figura 10, Cuadro 859
26). En otros casos al menos se sabe cual es la composición de especies vegetales de la región. Es 860
notable que para varios estados del norte del país no se conoce ni la composición de especies, ni 861
se está estudiando su flora. Especialmente en estados de la vertiente pacífica norte, tales como 862
Sonora, Durango, Nayarit, y hacia el centro, Zacatecas. El estudio florístico por entidades 863
fisiográficas mayores o provincias bióticas o biogeográficas (regiones naturales), en 864
contraposición con estudios estatales o regiones delimitadas artificialmente por conveniencia, 865
38
parece ser una tradición que en México no se ha practicado por nuestros botánicos, salvo 866
excepciones. 867
A modo de reflexión 868
A partir de la información y los análisis presentados se puede concluir que los estudios sobre la 869
diversidad de especies de México aún está en desarrollo y consolidación; es necesario hacer 870
énfasis en la prioridad impostergable que tiene el conocimiento de la diversidad de especies en el 871
desarrollo estratégico institucional, estatal y nacional. Tales estudios deben repercutir en el 872
robustecimiento de las instituciones, el esmero en la formación de especialistas, el fomento de la 873
realización de trabajos sistemáticos y el aumento en la producción de investigaciones analíticas e 874
innovadoras, todos ellos retos por lograr, pero de lo cual hay programas importantes en desarrollo 875
desde hace un par de décadas. 876
De tal manera que sería importante aumentar y consolidar los esfuerzos de investigación 877
nacionales relacionados con el estudio de diversidad de especies, enfocados principalmente al 878
fortalecimiento de las instituciones, la formación y contratación de especialistas, la asignación de 879
presupuesto suficiente y al fomento de la colaboración nacional e internacionales; todo esto para 880
reforzar los proyectos actuales y abordar los taxones y las regiones poco estudiadas o soslayadas. 881
También se necesitará poner atención en sistematizar la información bibliográfica, taxonómica y 882
curatorial respecto a la diversidad de las especies en México, poco atendida de un modo general. 883
El conocimiento sobre la diversidad de especies, así como los estudios que se han realizado sobre 884
el tema, constituyen información indispensable para efectuar análisis y prospectivas que permitan 885
entender y definir lo que se ha hecho y se hará al respecto a nivel mundial. Además, es mejor 886
tener un conocimiento lo más completo posible cuando se planifican usos, recursos y 887
restauraciones del medio natural regionalmente. 888
39
Es de esta forma que el desarrollo de ‘estudios sobre la biología’, en especial los relativos a la 889
diversidad de especies y biotas podrán contribuir desde la interdisciplinariedad en la comprensión 890
del desarrollo y estado actual de nuestros recursos naturales. Al aplicar los resultados de estas 891
investigaciones, en los que se detecten las debilidades y fortalezas del desarrollo científico 892
respecto a la diversidad de las especies y taxones, se podrán diseñar estrategias y tomar 893
decisiones que respondan a las necesidades y circunstancias de la nación. 894
El compendio, la sistematización y la presentación de información constituye el primer paso para 895
poder hacer análisis más completos e innovadores, determinar tendencias e imaginar futuros, 896
nuestra contribución será el seguir proponiendo proyectos que se encaminen a analizar nuestro 897
pasado y presente, para planear y construir el futuro con visión analítica, crítica y responsable. 898
899
900
AGRADECIMIENTOS 901
Los autores agradecemos a Jimena Castro y Nora E. Galindo Miranda de la facultad de Ciencias 902
de la UNAM, y a Pablo Carrillo-Reyes del Instituto de Ecología, A. C., a Judith Aguirre por sus 903
observaciones al texto. Al programa PROFIP-DGAPA, UNAM. 904
905
906
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∗ El asterisco refiere a las citas en el texto del capítulo. La ausencia de asterisco indica que es bibliografía básica para aspectos de diversidad de especies; por el estilo de los capítulos se han omitido en el texto. Dado que esta obra pretende ser un referente básico hemos decidido incluirlas en este apartado, por eso el título de referencias y bibliografía.
40
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