Las migraciones interiores y exteriores españolas desde mediados del siglo xx cyl

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TEMA 19.- LAS MIGRACIONES INTERIORES Y EXTERIORES ESPAÑOLAS DESDE MEDIADOS DEL SIGLO XX. INCIDENCIA EN CASTILLA Y LEÓN. Los movimientos migratorios han sido uno de los factores más decisivos en la evolución de la población española y en su distribución geográfica, incidiendo a su vez de manera diversa en el comportamiento demográfico, económico, cultural e incluso político. 1- EL PAPEL DETERMINANTE DE LAS MIGRACIONES INTERIORES. Las migraciones interiores constituyen la corriente migratoria española más importante, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo. La significación de este fenómeno queda patente en el hecho de que casi la mitad de la población de España reside hoy en un municipio distinto al que nació. Las migraciones interiores presentan rasgos bien diferenciados según tengan lugar antes o después de 1975. Antes, los movimientos migratorios afectan a un gran volumen de población que se desplaza fundamentalmente desde el campo a la ciudad –éxodo rural– mientras que después, disminuye la cantidad de gente que se desplaza y sus destinos son más variados, dominando las migraciones interurbanas. 1.1.- Características e implicaciones del modelo migratorio del periodo desarrollista: la intensa redistribución de efectivos y el éxodo rural como tipo de migración dominante. Los movimientos migratorios internos que se desarrollan en España entre 1950 y 1975 van a caracterizarse por ser unidireccionales, desde los núcleos rurales hacia las áreas urbanas, y desde las regiones más atrasadas hacia las más industrializadas. La emigración de la gente del campo a la ciudad ha sido una constante de la España Contemporánea, pero el éxodo rural adquiere unos volúmenes muy importantes a partir de los 50 –y sobre todo en los 60–. Se estima que durante el tercer cuarto del siglo XX se produjeron unos 10 millones de desplazamientos. Sólo en los años 60 más de 4 millones cambiaron de residencia, la mayoría de ellos a una provincia distinta de la de origen. Durante esta fase, enmarcada en la etapa del desarrollismo, el gran crecimiento demográfico y la mecanización del campo produce 1

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TEMA 19.- LAS MIGRACIONES INTERIORES Y EXTERIORES ESPAÑOLAS DESDE MEDIADOS DEL SIGLO XX. INCIDENCIA EN CASTILLA Y LEÓN.

Los movimientos migratorios han sido uno de los factores más decisivos en la evolución de la población española y en su distribución geográfica, incidiendo a su vez de manera diversa en el comportamiento demográfico, económico, cultural e incluso político.

1- EL PAPEL DETERMINANTE DE LAS MIGRACIONES INTERIORES.

Las migraciones interiores constituyen la corriente migratoria española más importante, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo. La significación de este fenómeno queda patente en el hecho de que casi la mitad de la población de España reside hoy en un municipio distinto al que nació.

Las migraciones interiores presentan rasgos bien diferenciados según tengan lugar antes o después de 1975. Antes, los movimientos migratorios afectan a un gran volumen de población que se desplaza fundamentalmente desde el campo a la ciudad –éxodo rural– mientras que después, disminuye la cantidad de gente que se desplaza y sus destinos son más variados, dominando las migraciones interurbanas.

1.1.- Características e implicaciones del modelo migratorio del periodo desarrollista: la intensa redistribución de efectivos y el éxodo rural como tipo de migración dominante.

Los movimientos migratorios internos que se desarrollan en España entre 1950 y 1975 van a caracterizarse por ser unidireccionales, desde los núcleos rurales hacia las áreas urbanas, y desde las regiones más atrasadas hacia las más industrializadas.

La emigración de la gente del campo a la ciudad ha sido una constante de la España Contemporánea, pero el éxodo rural adquiere unos volúmenes muy importantes a partir de los 50 –y sobre todo en los 60–. Se estima que durante el tercer cuarto del siglo XX se produjeron unos 10 millones de desplazamientos. Sólo en los años 60 más de 4 millones cambiaron de residencia, la mayoría de ellos a una provincia distinta de la de origen.

Durante esta fase, enmarcada en la etapa del desarrollismo, el gran crecimiento demográfico y la mecanización del campo produce numerosos excedentes de mano de obra, que emigra a las ciudades atraída por una industria en expansión, con mayores salarios y unas expectativas de mejores condiciones de vida. A ello se añade como foco de atracción el boom del turismo, que genera abundantes puestos de trabajo en los servicios y la construcción.

Aunque el fenómeno emigratorio afecta a todo el campo en general y se dirige a todas las ciudades españolas, la emigración parte sobre todo de Galicia, las dos Castillas, Extremadura y Andalucía. Su destino son mayoritariamente los núcleos industriales de Madrid, País Vasco y Barcelona, y los turísticos (islas y costa mediterránea). Asimismo, en el interior de las regiones emisoras de emigrantes, se manifiesta un importante flujo en dirección a los principales centros industriales: Valladolid, Zaragoza, Sevilla, La Coruña, etc.

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Las consecuencias de este éxodo rural masivo se aprecian tanto en el espacio urbano como en el rural:

• Desequilibrio en la distribución de la población, vaciando el interior y congestionando la periferia y Madrid.

• Despoblación rural. La despoblación ha llegado al extremo de provocar el abandono de pueblos enteros, y ha supuesto la disminución de los servicios básicos (escuela, sanidad…) en determinadas poblaciones, lo que retroalimenta la emigración y el abandono de las zonas rurales.

• Los movimientos migratorios influyen además en la estructura y en la dinámica natural de la población. La emigración se hizo de una forma selectiva: afectó sobre todo a los jóvenes y a las mujeres. El resultado fue el envejecimiento y la masculinización de la población de las regiones emisoras de emigrantes. Ambas consecuencias supusieron a su vez la reducción de las tasas de natalidad y el aumento de las de mortalidad y, por tanto, un menor crecimiento vegetativo, en muchos casos negativo. Por el contrario, las zonas receptoras de inmigrantes ven incrementar su población con personas jóvenes en edad de procrear, por lo que presentan tasas de natalidad más elevadas.

• Con el éxodo rural, la sociedad española se urbanizó definitivamente, dando lugar a la gran expansión de las ciudades, especialmente Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia... En ocasiones este rápido crecimiento originó problemas urbanísticos y de dotaciones (masificación, chabolismo, barrios marginales, carencia de escuelas, hospitales…).

• En el plano social, el éxodo rural trajo consigo importantes problemas de adaptación a la nueva forma de vida urbana de costumbres distintas a las de las sociedades rurales tradicionales.

1.2.- El cambio en el modelo migratorio a partir de la crisis de los setenta.

Desde mediados de los 70, los cambios políticos (transición democrática) y socioeconómicos (crisis industrial) que se producen en España dan lugar a importantes transformaciones en las migraciones internas: disminuye la intensidad de las corrientes migratorias (en número y en distancia recorrida) y se producen cambios importantes en las direcciones de las mismas. El sistema migratorio se hace más diverso y abierto, en parte debido a la reducción de importancia que experimentan las motivaciones exclusivamente laborales en favor de otras como el retorno o la búsqueda de mayor calidad de vida en áreas residenciales más descongestionadas.

Como rasgos característicos de estos movimientos migratorios se pueden señalar:

• Durante esta etapa se asiste a una reducción del éxodo rural y de la tendencia a emigrar hacia las grandes ciudades, produciéndose, en algunos casos, una inversión de los flujos. Desde los inicios de la crisis industrial se produce un incremento en los movimientos de “retorno” de los antiguos emigrantes a sus lugares de origen a la hora de su jubilación. Por otra parte, también se asiste a una “escapada” al campo desde las ciudades –protagonizada por jóvenes y adultos, con niveles de renta medio y alto–, en función de un deseo de desarrollo rural (no agrario) del campo o de recuperación de la naturaleza. Sin

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embargo, este fenómeno de los neorrurales, tiene una escasísima incidencia desde el punto de vista cuantitativo, aunque es importante para los pequeños pueblos abandonados.

• Se asiste asimismo a una relocalización de la población rural. En general, las zonas más alejadas de la capital siguen perdiendo población, que se concentra en los núcleos próximos a los centros urbanos.

• El movimiento migratorio interior dominante es ahora el interurbano, aunque con características distintas según los casos:

• Un cambio importante es el descenso que experimentan las migraciones de largo recorrido (interprovinciales e interregionales) en favor de las que se desarrollan en el interior de la misma provincia o comunidad. Destacan los cambios residenciales desde el municipio central a los municipios próximos de la periferia por razones diversas (búsqueda de una vivienda más barata o de un mayor contacto con la naturaleza), lo que ha ocasionado un gran desarrollo de las ciudades-dormitorio y todo tipo de áreas residenciales.

• El movimiento de población entre ciudades es propio de un personal cualificado perteneciente al sector de servicios y de personal técnico, en función de la obligada movilidad profesional actual.

• Por otra parte, las ciudades medias han ido ganando protagonismo hasta convertirse en uno de los destinos preferenciales de las nuevas migraciones.

A escala regional, teniendo en cuenta las provincias de origen y destino de las migraciones, se puede observar que también se producen cambios relevantes:

• Los focos que tradicionalmente habían recibido población (País Vasco, Asturias, Barcelona) se han convertido en las últimas décadas en centros de emigración como consecuencia de la saturación del tejido residencial y de la crisis industrial que ha afectado a determinadas regiones (País Vasco, Asturias).

• De igual manera, algunas zonas tradicionales de emigración son ahora zonas receptoras por los “retornos” o por su proximidad a Madrid (Guadalajara, Toledo, Segovia…) o Barcelona (Tarragona, Gerona).

• En esta etapa se consolidan como provincias receptoras aquellas que presentan una estructura productiva más diversificada, con un papel relevante del sector servicios. Entre ellas destacan las provincias insulares y mediterráneas (turismo), así como las situadas en el eje del Ebro (Álava, La Rioja, Navarra, etc.).

• Otras provincias de tradición migratoria continúan manteniendo saldos negativos como en la época anterior, en especial las provincias del interior peninsular situadas en los bordes de la meseta (Ávila, Burgos, Zamora, Ciudad Real…).

En cualquier caso, estos cambios no deben crear la idea de un vaciamiento de las grandes ciudades, ya que muchos de los huecos dejados por las personas que se desplazan a otros municipios españoles están siendo ocupados por inmigrantes procedentes del extranjero. La masiva llegada de éstos durante las últimas décadas, hasta

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2010, compensó las pérdidas y contribuyó a que el saldo migratorio global (incluyendo migraciones interiores y exteriores) no fuera tan negativo. En los últimos años, no solo se ha frenado su llegada, sino que muchos se han ido a causa de la crisis.

2- MIGRACIONES EXTERIORES

Hasta los 80 del pasado siglo, España fue tradicionalmente un país de emigrantes. A partir de entonces se invierte la tendencia y se convierte en un país de inmigración, tendencia que se ve ligeramente invertida en la actualidad a consecuencia de la crisis.

2.1.- Emigración a Europa: factores, características de los desplazamientos y áreas de destino.

Tras el éxodo político al finalizar la Guerra Civil, la emigración económica de los españoles se reinicia en los 50, aunque todavía en esa década el principal destino de la población siguen siendo los países americanos. A partir de 1960, la corriente migratoria exterior cambia de destino y se encamina hacia Europa. Desde entonces, y hasta 1975, la emigración de trabajadores españoles hacia Europa Occidental supera los 2 millones de personas, de las cuales la mitad no retornó en este período.

Tras la crisis de 1973, con el incremento del paro en los países europeos, cesa el flujo migratorio español hacia Europa, aumentando el retorno de emigrantes a España.

Las causas que explican esta corriente migratoria se pueden sintetizar en:

1. La expansión de la industria de la Europa occidental necesitaba abundante mano de obra, que no podía cubrir con los trabajadores nacionales (pérdidas de la II Guerra Mundial y baja natalidad en los años 30 y durante la Guerra). La escasez de población joven y la oferta de empleo hacen que se recurra a trabajadores extranjeros (portugueses, italianos, yugoslavos, griegos, magrebíes y españoles).

2. En España hay un gran excedente de mano de obra, sobre todo en el medio rural, debido al proceso de modernización agraria y al crecimiento vegetativo del país (en torno al 1% anual). La creación del IEE (Instituto Español de Emigración) impulsó la salida al exterior, lo mismo que la necesidad de divisas para el desarrollo industrial español. Los principales destinos a los que se dirigieron los emigrantes españoles fueron Alemania, Suiza, Francia y, en menor medida, Holanda, Bélgica y Gran Bretaña.

Los emigrantes a Europa procedían de todas las regiones españolas. Sin embargo, las regiones rurales (Andalucía, Extremadura, Galicia y las dos Castillas) son las que aportan mayor número de emigrantes, aunque también afectó a Valencia, Murcia, Aragón.

En cuanto a las características de los emigrantes, fueron fundamentalmente varones (aunque en muchos casos años después se producían reagrupaciones familiares), predominando los adultos-jóvenes (20-40 años); principalmente campesinos poco cualificados, destinados a integrarse en el peonaje industrial, agrícola o de la construcción.

Las consecuencias que se derivaron para los países receptores tienen un tinte sobre todo económico: los inmigrantes contribuyen a su desarrollo económico. Los países

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europeos se encontraron con una población trabajadora dócil, dispuesta a ocupar cualquier trabajo rechazado por los naturales del país y por unos sueldos realmente bajos, dado su nivel de vida.

En España, los movimientos migratorios originaron una disminución de la población y de la presión social –evitando el problema del paro– y contribuyeron a financiar el desarrollo económico español: las divisas que aportaron redujeron el déficit comercial que se generaba con la importación creciente de materias primas y bienes de equipo.

Por otro lado, agudizaron los desequilibrios territoriales. La mayor parte de las remesas enviadas por los emigrantes a las cajas de ahorro de sus respectivas regiones no repercutieron en el desarrollo de las mismas, ya que aquéllas derivaban los ahorros hacia las zonas más industrializadas, donde el capital invertido daba más beneficios. Y cuando estos emigrantes retornan, sobre todo a partir de 1975, no todos lo hicieron a su comunidad de origen. El balance resultó claramente negativo para las CCAA con mayor número de emigrantes (Andalucía, Galicia, CyL, Extremadura), mientras Cataluña, Madrid o la Comunidad Valenciana fueron beneficiadas.

Como aspecto negativo, y desde el punto de vista social, hay que mencionar el desarraigo y los problemas de integración de los emigrantes en la cultura del país al que llegan, de la que les separa el muro del idioma y las costumbres. La segregación social se ve incrementada por las difíciles condiciones de vida y de trabajo en el lugar de destino.

2.2.- España como país de inmigración. Problemática migratoria.

Los efectos de la crisis económica de mediados de los años 70 y los cambios sociopolíticos operados tras el final de la dictadura franquista provocaron una reducción de la emigración española hacia el exterior y un notable incremento del número de retornos. Pero el hecho más llamativo es el espectacular crecimiento del flujo de inmigrantes extranjeros, durante los siguientes treinta años, los extranjeros residentes legalmente en España pasaron de 65.000 a 400.000. llegaron a vivir en España 5 millones de extranjeros, lo que representó un 10,7% de la población, cifra que ha descendido en los últimos años, variando la tendencia.

Las causas de estas inmigraciones son suficientemente conocidas: superpoblación y pobreza de los países subdesarrollados frente al reclamo de un mejor nivel de vida en los países de destino, sobre todo de la Unión Europea. Junto a estos factores generales que afectan al conjunto de la sociedad europea, hay otros más específicos relacionados con la situación y características geográficas de nuestro país:

• El dinamismo de la economía española en la década anterior a la reciente crisis económica, hizo surgir una demanda laboral en sectores muy específicos (construcción, temporeros agrícolas, servicio doméstico...), insatisfactoriamente cubierta por la mano de obra local.

• La proximidad al continente africano hace de España la principal puerta de entrada en Europa para la inmigración procedente de África en general y del Magreb en particular.

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• Los lazos histórico-culturales que unen a España con Latinoamérica convierten a nuestro país en el principal nexo de unión entre los países iberoamericanos y Europa.

• Otro factor de atracción fue la suavidad del clima y el modo de vida español. Muchos "inmigrantes de lujo" europeos –jubilados, trabajadores de multinacionales, trabajadores a distancia vía Internet o empresarios que establecen negocios– eligen España ya desde hace décadas como residencia temporal o semipermanente.

La procedencia de los inmigrantes es muy variada y recoge realidades individuales y colectivas enormemente complejas, que no siempre se corresponden con la imagen arquetípica que la sociedad tiene del inmigrante:

• El colectivo más importante de inmigrantes procedió de la UE destacando la población originaria de los países del este de Europa. El segundo país de procedencia es Marruecos con algo más de 800.000. Otro volumen importante procede de los países desarrollados de Europa (británicos, alemanes, franceses….) y se compone de personal cualificado –integrado por técnicos y ejecutivos– o de jubilados que se retiran a España.

La emigración española en la actualidad. Hoy, tras años de bonanza económica en los que España fue un país de inmigración, la situación se ha revertido. Desde el comienzo de la crisis en 2008 hasta hoy el número de españoles residentes en el exterior se ha ido incrementado hasta las 450.000 personas en 2013. Este aumento de las salidas hacia el extranjero, unido a la desaceleración observada en las entradas, ha provocado un saldo migratorio negativo desde el año 2010. El total de personas de nacionalidad española residentes en el extranjero es de 2,18 millones, un 48,3% más que en 2009 (la mayoría fueron inmigrantes con nacionalidad que retornaron a su país).

Buena parte de los españoles son jóvenes, altamente cualificados. La crisis laboral y la falta de expectativas en España provocan su fuga hacia Alemania, EE.UU. e incluso países latinoamericanos. Además de la crisis económica, la globalización de la economía (las empresas multinacionales) y la internacionalización de los estudios (Erasmus+) son claves en la explicación de este fenómeno.

A pesar de ello, España sigue siendo un país de inmigración. Frente al más de 2,1 millones de españoles residentes en el extranjero, la población extranjera en España supera los 4 millones de personas.

3- EL DECISIVO SIGNIFICADO DE LAS MIGRACIONES EN CASTILLA Y LEÓN.

Las migraciones en CyL han sido decisivas en su historia demográfica y se han convertido en el indicador más expresivo de su capacidad de desarrollo económico. Ya desde el XVIII, pero sobre todo desde finales del XIX, el espacio constituido por la actual CyL empezó a ser zona de emigración, especialmente como éxodo rural tradicional, aunque también, en determinados momentos, de movimientos migratorios exteriores (primero a América y luego Europa). Esta pérdida de población alcanza su mayor intensidad en la década de los 60 y primeros 70, período en el que grandes contingentes de población en edad de trabajar, sobre todo menores de 40 años, abandonan el medio rural y se dirigen a los entornos urbanos más dinámicos (Madrid, País Vasco y Barcelona) o a los núcleos

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urbanos regionales (sobre todo Valladolid y Burgos); otros muchos emprenden el camino de la emigración hacia Alemania, Suiza o Francia.

Las consecuencias demográficas de tales emigraciones se dejaron sentir rápido. Además de la pérdida de población (más de 1,1 millón de nacidos en CyL residen en otras CCAA) y de los cambios en la distribución de la población en el interior de la comunidad, la región experimentó un notable envejecimiento, con una caída brusca de la natalidad por la drástica disminución de la población en edad de tener hijos; como resultado de este envejecimiento, la tasa de mortalidad es una de las más elevadas de España.

Otra importante consecuencia es la despoblación del medio rural, a la que contribuye también una organización del poblamiento en núcleos muy pequeños de población, que se adaptan mal a las modernas exigencias de dotaciones de servicios y de bienestar social. Frente a la despoblación de las zonas rurales se produjo un rápido crecimiento de las ciudades. La ausencia de puntos intermedios provoca la falta de vertebración del territorio.

Hoy, CyL sigue siendo una región emisora de emigrantes. El principal problema es que una buena parte de estas salidas corresponden a jóvenes con una alta preparación académica, que no encuentran aquí una ocupación acorde con su cualificación. Sin embargo, la llegada de inmigrantes extranjeros –que no alcanza la importancia que adquiere en otras comunidades– palia en parte esta sangría demográfica y compensa el crecimiento vegetativo negativo de esta comunidad.

La razón de fondo que subyace es el escaso dinamismo económico de CyL. Por ello, y a falta de un mayor desarrollo regional, la solución a los problemas demográficos parece venir de los aportes de la inmigración para obtener un crecimiento demográfico positivo.

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CONCEPTOS:

EMIGRACIÓN: Desplazamiento de un individuo o de un grupo de personas que se marcha de su residencia habitual con destino a otro lugar. Aunque puede responder a muchos tipos de causas, la emigración está normalmente originada por la necesidad o deseo de alcanzar unas mejores condiciones económicas y sociales.

INMIGRACIÓN: Movimiento espacial de la población que llega a un determinado lugar para residir en él. La inmigración puede ser interna si los inmigrantes proceden del mismo país, o exterior si vienen del extranjero.

MIGRACIONES INTERIORES: Desplazamientos de población con cambio de residencia en el interior de un país.

MIGRACIONES EXTERIORES: Movimientos de población con cambio de residencia entre países o estados distintos. Las migraciones exteriores pueden deberse a diversas causas: motivaciones económicas, persecuciones políticas, enfrentamientos militares, etc. Las migraciones exteriores se acentúan en los últimos decenios desde los países del Tercer Mundo hacia los países desarrollados.

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ÉXODO RURAL: Movimiento migratorio desde el campo a la ciudad. En España tuvo su auge entre 1950 y 1975 en relación con la crisis de la agricultura tradicional (mecanización del campo) y el desarrollo industrial que ofrece puestos de trabajo en las industrias urbanas.

SALDO MIGRATORIO: Indicador demográfico que expresa la diferencia entre las entradas por inmigración y las salidas por emigración en una población dada y en un período de tiempo, normalmente un año. Si el resultado es positivo, predomina la inmigración, si es negativo, predomina la emigración.

XENOFOBIA: Actitud de rechazo u hostilidad hacia los extranjeros o las formas culturales ajenas. Se desarrolla actualmente en los países desarrollados en función de los procesos migratorios desde los países del Tercer Mundo. Suele adquirir mayor virulencia en los momentos de crisis económica.

INMIGRACIÓN ILEGAL: Población de origen extranjero sin permiso oficial para residir en el país. Sería alguien indocumentado, sin los papeles requeridos por la ley.

CUPOS DE INMIGRACIÓN: Número máximo de extranjeros fijado por los gobiernos de los diversos países de la Unión Europea a los que se puede conceder permiso de residencia.

MOVIMIENTOS PENDULARES: El término hace referencia a los desplazamientos de la población de ida y vuelta con una periodicidad determinada, ya sea diaria, semanal, mensual o anual. Estas emigraciones pendulares son muy comunes actualmente propiciadas por el desarrollo de los medios de comunicación. Relacionados con estos movimientos pendulares surgen, por ejemplo, las ciudades dormitorio.

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