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www.buzos.com.mx buzos — 15 de junio de 2015 10 REPORTAJE René Díaz E n los 84 municipios del estado de Hidalgo exis- ten alrededor de cuatro mil 500 poblaciones pe- queñas que tienen en co- mún pobreza, margina- ción y abandono social absoluto, pero en Santa Ana Ahuehuepan y Pedro María Anaya estas condiciones son extremas y sus habitantes viven en las puertas mis- mas del infierno. No se trata del infierno post-mortem de las creencias religiosas, sino del in- fierno de la contaminación cotidiana que generan la presa de aguas negras Endho y la refinería Miguel Hidalgo de la em- presa paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) en el entorno territorial de es- tas delegaciones municipales de Tula de Allende. Contaminación ambiental que afecta el aire, los suelos, el agua, los campos de cultivo, los alimentos, la vista y el olfato, ya que los humores petroquímicos y las aguas negras apestan lo mismo a azufre y ácidos que a medicina, a podredumbre y a animales muertos, y en Ahuehuepan y Anaya no hay familia sin un pariente, amigo o conocido que padezca cáncer. Acerca de la contaminación de la re- gión de Tula ha corrido mucha tinta y a nivel internacional se le considera una de las áreas industriales más afectadas del mundo. Este estatus ecológico nega- tivo, sin embargo, no ha logrado sacar de la indiferencia y la apatía a las auto- ridades de los tres niveles de Gobierno (federal, estatal y municipal). Las aguas residuales del área metro- politana de la ciudad de México llega- ron a Tula hace 100 años y con ellas un periodo de éxito agrícola en esta región del Valle del Mezquital, debido a la irri- gación de las zonas de cultivo con aguas negras, que fueron ponderadas como excelente “abono” pero ulteriormente han sido cuestionadas por su alto nivel contaminante. En una época más reciente, la insta- lación de la refinería Miguel Hidalgo propició el arribo a la región de Tula de empresas industriales de los ramos me- tal mecánico, petroquímico, cementero, textil, papelero, del carbono, vidrio y ce- lulosa, entre otros, que a la fecha suman 680, según estadísticas de la Secretaría de Desarrollo Económico (SDE) del es- tado. La “bomba de contaminación” que existe en esa zona de Tula, asevera Fran- cisco Patino, investigador-profesor de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), es la suma de los humores de la refinería de Pemex, de la Termoeléctrica de la CFE, de dichas em- presas locales y de los “desechos de las más de 40 mil industrias del Valle de México”, señaló. La enfermedad silenciosa se hizo presente Cuando uno llega a Pedro María Anaya el cambio de ambiente se delata drásticamen- te porque el aire es más caliente, el olor a desechos industriales es más intenso y una plaga de moscos inunda permanentemente casas y calles. Los moscos, cuyo caldo de cultivo está en la presa, es la plaga bíblica que atormenta a los anayenses y ahuehue- penses desde hace décadas. LAS PARAESTATALES QUE ESTÁN MATANDO HIDALGUENSES HIDALGO

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10REPORTAJERené Díaz

En los 84 municipios del estado de Hidalgo exis-ten alrededor de cuatro mil 500 poblaciones pe-queñas que tienen en co-mún pobreza, margina-

ción y abandono social absoluto, pero en Santa Ana Ahuehuepan y Pedro María Anaya estas condiciones son extremas y sus habitantes viven en las puertas mis-mas del infierno.

No se trata del infierno post-mortem de las creencias religiosas, sino del in-fierno de la contaminación cotidiana que generan la presa de aguas negras Endho y la refinería Miguel Hidalgo de la em-presa paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) en el entorno territorial de es-tas delegaciones municipales de Tula de Allende.

Contaminación ambiental que afecta el aire, los suelos, el agua, los campos de cultivo, los alimentos, la vista y el olfato, ya que los humores petroquímicos y las aguas negras apestan lo mismo a azufre y ácidos que a medicina, a podredumbre y a animales muertos, y en Ahuehuepan y Anaya no hay familia sin un pariente, amigo o conocido que padezca cáncer.

Acerca de la contaminación de la re-gión de Tula ha corrido mucha tinta y a nivel internacional se le considera una de las áreas industriales más afectadas

del mundo. Este estatus ecológico nega-tivo, sin embargo, no ha logrado sacar de la indiferencia y la apatía a las auto-ridades de los tres niveles de Gobierno (federal, estatal y municipal).

Las aguas residuales del área metro-politana de la ciudad de México llega-ron a Tula hace 100 años y con ellas un periodo de éxito agrícola en esta región del Valle del Mezquital, debido a la irri-gación de las zonas de cultivo con aguas negras, que fueron ponderadas como excelente “abono” pero ulteriormente han sido cuestionadas por su alto nivel contaminante.

En una época más reciente, la insta-lación de la refinería Miguel Hidalgo propició el arribo a la región de Tula de empresas industriales de los ramos me-tal mecánico, petroquímico, cementero, textil, papelero, del carbono, vidrio y ce-lulosa, entre otros, que a la fecha suman 680, según estadísticas de la Secretaría de Desarrollo Económico (SDE) del es-tado.

La “bomba de contaminación” que existe en esa zona de Tula, asevera Fran-cisco Patino, investigador-profesor de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), es la suma de los humores de la refinería de Pemex, de la Termoeléctrica de la CFE, de dichas em-presas locales y de los “desechos de las

más de 40 mil industrias del Valle de México”, señaló.

La enfermedad silenciosa se hizo presente Cuando uno llega a Pedro María Anaya el cambio de ambiente se delata drásticamen-te porque el aire es más caliente, el olor a desechos industriales es más intenso y una plaga de moscos inunda permanentemente casas y calles. Los moscos, cuyo caldo de cultivo está en la presa, es la plaga bíblica que atormenta a los anayenses y ahuehue-penses desde hace décadas.

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HIDALGO

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11REPORTAJE

René Díaz

En las calles de Pedro María Anaya se cuentan historias de sobrevivencia, de muchas batallas perdidas y de muy pocas ganadas. Sin embargo, la mayoría de sus habitantes se aferra tanto a la vida como a su pueblo con la esperanza de que algún día podrán cambiar las cosas y superar el problema ambiental que los rodea y ago-bia.

Amalia vive en una modesta vivienda con una pequeña reja de madera y muros de piedra profusamente cubiertos con flo-res en macetas. Su rostro cenizo evidencia profundo cansancio. Hasta hace un par de

años era fuerte y alta, pero ahora languide-ce y empequeñece a causa de la enferme-dad que la afecta. Cuenta su historia sen-tada en un cuarto pequeño y deteriorado.

“Una mañana que me miré en el espe-jo, vi que mi cuerpo había cambiado, en especial mis senos. Entonces sentí que el mundo se me vino a los pies y las horas que debí esperar a mi esposo Esteban, que trabaja en el campo, se me hicieron eternas. No sabía qué hacer, si quedarme llorando, salir a la calle o correr. Pero no hice nada; me quede ahí sentada hasta que llegó Esteban. Él también supo que estaba

enferma apenas me vio. Entonces le dije que no me iba a morir, que no me quería morir y que teníamos que luchar”.

La historia de Amalia es común en mu-chas de las familias de Pedro María Anaya y Santa Ana Ahuehuepan.

En los corredores industriales de Tula-Tepeji y Tula-Atitalaquia la contamina-ción generada por las empresas infecta el aire, el suelo y agua. Las que vierten más elementos nocivos, de acuerdo con los grupos ecologistas, las culpables son la refinería Miguel Hidalgo y la termoeléc-trica Francisco Pérez Ríos.

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12 reportaje

Estudios de universidades nacionales y extranjeras han revelado la presencia de metales pesados como plomo, cadmio, zinc y arsénico, así como también ma-terias coliformes. Estas investigaciones han comprobado la correlación que existe entre estos elementos contaminantes y las enfermedades que hay en la región.

Un análisis de salud de la Comisión para la Protección contra Riesgos Sani-tarios (Cofepris), realizado entre 2006 y 2009, durante el periodo gubernamental del alcalde de Tezontepec de Aldama, Moisés Cornejo, reveló que en los 14 mu-nicipios de la región de Tula hay mayor incidencia sanitaria que en el resto de la entidad hidalguense.

La investigación reportó que los mu-nicipios de Tepetitlán, Tezontepec de Al-dama, Tetepango, Atotonilco, Ajacuba y Tula tenían mayor número de enfermeda-des y que las tasas de mortalidad por cán-cer de esófago, colon, estómago, hígado, páncreas, riñón, vejiga urinaria, próstata y leucemia linfoide presentaron una ten-dencia ascendente.

En Tezontepec, por ejemplo, era ma-yor la incidencia de cánceres de esfófago, colon y estómago; en Ajacuba y Atitala-quia los habitantes eran más propensos a sufrir cáncer de estómago, páncreas, leucemia, esófago, hígado y riñón, y en Atotonilco de Tula son más frecuentes los cánceres de estómago, próstata y páncreas.

El dirigente estatal de la organización Sociedad Ecologista Hidalguense (Sehi), Marco Antonio Moreno, aseveró que esta situación en lugar de mejorar ha empeo-

rado porque no hay políticas públicas que la ataquen y porque el estudio médico es desconocido por la población afectada, lo que aumenta su grado de vulnerabilidad.

Además de estos graves problemas de salud hay otros menores que también re-quieren atención, como son los numero-sos cuadros de amibiasis intestinal, asma, infecciones respiratorias y bacterianas y neuralgias que afectan a muchos habi-tantes de los municipios de Tepetitlán, Ajacuba y Tula, quienes deben hacer fre-cuentes gastos en médicos y medicinas.

“Nosotros somos pobres, pero hay que enfrentar la situación. Aquí casi todos co-nocemos a alguien que se enferma de lo mismo que yo. Es más, tenemos algunos tíos que han muerto de diferentes tipos de cáncer, como el de piel y estómago. Por eso sabíamos que teníamos que acudir al Hospital de Cancerología en la ciudad de México”, comentó Amalia.

Cuando en esta institución se le de-tectó a Amalia el cáncer de seno, el diag-nóstico no la tomó desprevenida, porque desde el primer momento supo o intuyó qué padecía. Por ello de inmediato se de-cidió a luchar contra esta enfermedad. En más de tres años se le han amputado los dos senos y ahora está en la fase de apli-cación de quimioterapias. “Lo más difí-cil de esta lucha es la parte económica, porque si bien en el hospital el cobro es mínimo, siempre hay gastos y mi esposo

Marco Antonio Moreno, dirigente estatal de la organización Sociedad Ecologista Hidalguense (Sehi),

considera que la situación no ha mejorado, por el contrario ha empeorado, no hay políticas públicas que hayan atacado la situación.

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13reportaje

ha tenido que abandonar su trabajo en el campo para cuidarme y acompañarme en mis terapias. Las quimioterapias son lo más difícil, porque cuando te aplican la roja es muy pesado, terminas con ganas de vomitar y no sabes qué es peor si el remedio o la enfermedad”.

Lo más doloroso para ella es ver cómo su esposo tiene que aguantarse el hambre para que ella pueda comer, pues una de las recomendaciones que los médicos le hacen cada vez que le aplican una qui-mioterapia es que debe de comer.

“A veces no tenemos dinero y él pre-fiere que sea yo la que coma, mientras se queda sin nada en el estómago. Eso es más feo que todo el dolor. ¿Cómo puedes ver, sin hacer nada, que él tenga hambre y cansancio y no pueda llevarse un plato de sopa a la boca porque no tenemos dinero para comprarlo?”, exclamó Amalia.

La contaminación se respira, bebe y come Diversos estudios ecológicos señalan que la contaminación no sólo se respi-ra, sino que también se bebe y se come.

Esto se debe a que al menos 130 mil hectáreas de tierra de cultivo de la re-gión de Tula se irrigan con aguas ne-gras provenientes de la presa de Endho y a que en la zona de Tlahuelilpan, por ejemplo, hay pozos contaminados con arsénico.

La historia de Ramón es contada por Marina, una de sus amigas más cerca-nas. Ramón, originario de Tula, era ale-gre, chispeante, siempre con una son-risa en el rostro y dispuesto a ayudar a sus compañeros. Sin embargo, un día se le detectó cáncer de estómago, fue so-metido a quimioterapias y muy pronto quedó con los huesos pegados a la piel.

La enfermedad fue de tres rounds. El primero, al conocerse el mal, fue im-pactante para su familia y amigos, aun-que siempre se pensó en la posibilidad de una cura. El segundo asalto consistió en el retiro de un pedazo de intestino que durante un año mantuvo su espe-ranza de sobrevivencia. Pero el tercero fue fatal, porque al reaparecer el cáncer, Ramón apenas pudo aguantar dos me-ses de quimioterapias.

Y es que en la región de Tula y otros municipios del Valle del Mezquital, los productos agrícolas son irrigados con las aguas negras que proceden del Valle de México y se almacenan en la presa de Endho, por lo que suelen estar con-taminados.

En Santa Ana Ahuehuepan, otra co-munidad que tiene como verdugo coti-diano a la presa de Endho, la incidencia de cánceres de todo tipo es similar a la que enfrenta Pedro María Anaya. A Au-relia, por ejemplo, el cáncer ya le arre-bató a un hijo de 11 años de edad y aho-ra ella, apenas dos meses después de haber sufrido dicha pérdida, se le acaba de diagnosticar ese mal en la matriz.

Esta nueva pesadilla física y eco-nómica afectó también a sus padres, hermanos, sobrinos, etcétera, el fantas-ma del cáncer los amenaza a partir del análisis estadístico donde dos de los 10 integrantes de la familia se han enfer-mado de lo mismo.

Así es como los habitantes de Pedro María Anaya y Santa Ana Ahuehuepan, que viven a la sombra de la presa End-ho, entrelazan sus historias de dolor y tragedia, mientras las pestilentes aguas negras recorren en canales las parcelas cultivadas y atraviesan las calles pobla-das como un mal augurio para su salud.

La mayoría de los pobladores de ambas comunidades no sabe qué hacer. Algunos han pensado abandonar la re-gión, pero no tienen a dónde ir ni sa-ben cómo podrían rehacer sus vidas en otro sitio. Además, como dice Amalia, se aferran a su tierra natal porque “aquí nos tocó vivir”.

Entre tanto, las autoridades guberna-mentales continúan indiferentes al pro-blema argumentando que los cánceres en Tula no tienen mayor incidencia que en otras regiones del estado, aunque en fecha reciente decidieron instalar un hospital de oncología con la doble mi-sión de atender el problema y conocer su gravedad y así definir una política específica.

MunicipioS con MAyor índicE dE EnFErMEdAdES

Tepetitlan Tezontepec de Aldama Tetepango Atotonilco Ajacuba Tula HIDALGO