Las revueltas árabes en tiempos de transición digital Mitos y realidades

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    Creo que Facebook no fue necesario ni suficiente para que cualquierade estos eventos ocurriera.

    Mark Zuckerberg, creador de Facebook, sobre los eventosde la primavera rabe, 25/5/20111

    Yves Gonzalez-Quijano: investigador del Institut Franais du Proche-Orient (Damasco). Es au-tor, entre otros libros, de Les Arabes parlent aux Arabes. La rvolution de linformation dans le mondearabe (en colaboracin con Tourya Guaaybess; Pars, Sindbad, 2009) y La socit de linformation auProche-Orient. Internet au Liban et en Syrie (en colaboracin con Christophe Varin; Beirut, Pressesde lUniversit Saint-Joseph, 2006).

    Palabras claves: primavera rabe, internet, modernidad, nativos digitales, mundo rabe.Traduccin: Lucas Bidon-Chanal.1. Video disponible en Reuters , .

    Las revueltas

    rabes en tiempos

    de transicin digitalMitos y realidades

    Yves Gonzalez-Quijano

    La llamada primavera rabe ha

    inspirado numerosos anlisis sobre

    los efectos de las redes sociales

    en la constitucin de movimientos

    de protesta antidictatoriales,

    especialmente marcados por nuevas

    generaciones de nativos digitales.

    Expresiones como revolucin

    Facebook abundan hoy en la

    prensa. Sin embargo, detrs

    de conceptos abarcativos como

    mundo rabe, se despliegan

    realidades polticas, econmicas y

    sociolgicas muy diferentes.

    Adems, las redes sociales con

    impactos muy variables segn los

    pases conviven hoy con cadenascomo Al-Jazeera, lo que genera

    un nuevo ecosistema meditico

    que contribuy a construir y difundir

    el gran relato colectivo de

    la revolucin democrtica rabe.

    Este artculo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 235,

    septiembre-octubre de 2011, ISSN: 0251-3552, .

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    Aveces sucede que los nombres resultan engaosos o que simplementeno ayudan a comprender las cosas. Tal es el caso de lo que nos hemosacostumbrado a llamar primavera rabe, que en rigor comenz en Tnezhacia diciembre de 2010 y que, particularmente en Siria, tambin en Yemeny tal vez pronto en otros lugares, ha continuado en el corazn del verano ydespus. Por supuesto, la expresin no debe ser tomada literalmente y hacereferencia a otro periodo histrico, el de la primavera de los pueblos de1848, cuando una serie de revoluciones sacudi y en algunos pocos casosderroc a unos 50 regmenes, sobre todo en Europa pero tambin en otraspartes del mundo. Es oportuna una comparacin como esta, teniendo encuenta la suerte que corrieron las revoluciones europeas del pasado?

    Los historiadores juzgarn algn da su pertinencia, pero establecerla desdeel presente, mientras los acontecimientos estn lejos de habernos propor-cionado todas sus enseanzas, equivale a considerar como comprobadasdos series de hechos que merecen sin embargo un examen ms profundo:en primer lugar, la naturaleza revolucionaria de los levantamientos, unacuestin que an no ha sido zanjada, ni siquiera en los dos pases que vieronla cada del rgimen existente, ya que tanto en Tnez como en Egipto ancabe interrogarse respecto de la naturaleza real del poder, en principio tran-

    sitorio, que administra la situacin actual2. En segundo lugar, la semejanzade las mltiples protestas que afectan a sociedades geogrca y, ms an,

    econmicamente muy diferentes, desde Tnez y Libia en el Magreb hastaSiria en el llamado Creciente Frtil3, pasando por Egipto y sus 80 millonesde habitantes, y tambin por el rico emirato de Bahrein y la pobre repblicade Yemen en la Pennsula Arbiga Pero hay ms: la expresin primaverarabe ha sido hoy consagrada por el uso, cuando la idea de una especi-cidad regional pareca completamente pasada de moda o incluso proscrip-

    ta de los discursos periodsticos y acadmicos, en favor de otros trminoscomo mundo islmico o Gran Oriente Medio. Con esta denominacin,parece tomarse nota del hecho de que las protestas populares, que tienenmuchos rasgos en comn el rechazo de regmenes en decadencia, la natu-raleza esencialmente pacca de los movimientos, la edad de los manifes-tantes y su situacin social y econmica, etc., estn tambin reunidas porsu localizacin en la zona por lo comn llamada mundo rabe.

    2. Mientras se editaba este artculo, Muamar Gada era desplazado del poder en Libia [N.del E.].3. Tambin denominado Media Luna Frtil.

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    No obstante, las manifestaciones que agitan al mundo rabe tienen tambinotro punto en comn, al que el nombre que se les da no hace referencia; a

    saber, que se caracterizan por formas de movilizacin y de accin que otor-gan un lugar muy importante a las ltimas tecnologas de la informaciny de la comunicacin. Este aspecto se ha vuelto incluso tan dominante queprcticamente todo comentario sobre la primavera rabe implica que la pa-

    labra revolucin est acompaada detrminos como Facebook o Twitter.Ms que su carcter rabe, en deniti-va el acontecimiento parece constituirloel hecho de que estas revoluciones 2.0

    inauguraran una nueva era en la cualel uso de las redes sociales da una di-mensin indita a la poltica. Desde elderrocamiento del presidente tunecinoBen Ali, y ms an despus de la cadadel rgimen de Hosni Mubarak en Egip-to, son incontables ya los artculos quegiran en torno de este tema de moda,

    aunque a menudo se basan ms en algunas imgenes rpidas o en ciertas intui-

    ciones que en datos concretos. Sin embargo, la convergencia de un nmero talde comentarios sobre este aspecto de las rebeliones rabes no puede ignorarse,y hasta es posible alegrarse de constatar, despus de aos de negaciones con-descendientes4, semejantes seales de inters por las consecuencias sociales ypolticas de la revolucin de la informacin en el mundo rabe5. Sin embargo,no hay solo ventajas en el hecho de pasar brutalmente de la doxa del desiertodigital rabe a la posicin contraria, que hace de ahora en ms de la primaverarabe el signo precursor de las revoluciones del tercer milenio.

    Los lmites del ciberactivismo rabe

    No es necesario ser un especialista en el mundo rabe para constatar basndoseen un desarrollo real de las nuevas tecnologas de la informacin y de la co-municacin en el conjunto de la regin la persistencia de disparidades muy

    4. Grey E. Burkhart y Susan Older: The Information Revolution in the Middle East and NorthAfrica, mr-1653, Rand Foundation, 2003, disponible en .5. Y. Gonzalez-Quijano: La rvolution de linformation aura-t-elle lieu? Les enjeux des nouvellestechnologies de linformation et de la communication dans le monde arabe en Politique trangre,1-3/2002, .

    Ms que su carcter

    rabe, en defnitiva el

    acontecimiento parece

    constituirlo el hecho de queestas revoluciones 2.0

    inauguraran una nueva era

    en la cual el uso de las redes

    sociales da una dimensin

    indita a la poltica

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    pronunciadas entre los distintos pases, incluidos aquellos en los que existenhoy importantes movimientos sociales. Si bien es cierto que en la regin se

    produjo un salto en el nmero de usuarios de internet de 2,5 millones en 2000a aproximadamente 60 millones en la actualidad6, los porcentajes varan consi-derablemente de un pas a otro; por ejemplo, de ms de 75% de la poblacin enEmiratos rabes Unidos a solo 1% en Somalia.

    Tal disparidad no pas completamente inadvertida, y ciertos anlisis apun-tan a la necesidad de una especie de umbral mnimo de difusin de nuevastcnicas. A semejanza de las muy estimulantes teoras de un demgrafo comoEmmanuel Todd7, que propone una correlacin entre transicin demogrca,

    nivel de alfabetizacin y modernizacin, las transformaciones sociales y po-lticas se encontraran tambin en relacin con un nivel mnimo de acultura-cin digital, nivel alcanzado precisamente por pases como Egipto y Tnez(alrededor de 33% y 21% de usuarios de internet sobre el total de la pobla-cin, respectivamente). Pese a ser til, este matiz no es muy signicativo en

    el caso yemen, donde a pesar de una penetracin muy escasa de las nuevastecnologas (1,6% de usuarios de internet) en una poblacin an muy pocoalfabetizada (alrededor de 50%), se observa la importancia y la tenacidad demovilizaciones que tambin adoptan toda la gama de la protesta poltica di-

    gital (incluidas las mujeres que visten el niqab, singularidad que no ha dejadode intrigar a los observadores extranjeros, acostumbrados a considerar el usode las tecnologas modernas como casi necesariamente acompaado de cdi-gos de comportamiento occidentales).

    Algunos pensaron entonces en reemplazar una lectura algo mecanicista delas consecuencias del desarrollo de las nuevas tecnologas por un anlisisms cualitativo y se interesaron en particular por las prcticas relativas a tal

    o cual segmento del paisaje digital, comenzando por las redes sociales, queseran la verdadera clave de las actuales convulsiones polticas. De hecho,estas redes registraron, en particular desde 2005, un crecimiento tanto msespectacular cuanto que acompa la aceleracin de lo que se puede llamar latransicin digital (digital transition8) de la mayora de las sociedades rabes,que pasaron sin etapa preliminar o casi sin ella a la edad de la web 2.0. En este

    6. Arabic Speaking Internet Users Statistics: Internet User Statistics and Population Stats forthe Countries and Regions with Arab Speaking Internet Users en Internet World Stats, .

    7. E. Todd y Youssef Courbage: Le rendez-vous des civilisations, Seuil, Pars, 2007.8. En otros trminos, la capacidad de interactuar plenamente con un entorno completamentedigital. Ver Ian Rowlands et al.: The Google Generation: Information Behavior of the Researcherof the Future en Aslib Proceedins vol. 60 No 4, 2008.

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    sentido, se ha adjudicado a Facebook cuyos usuarios rabes, 10 millones, sehaban vuelto a partir de mayo de 2010 ms numerosos que los lectores de la

    prensa diaria un papel determinante en la cada de los regmenes existentesen Egipto, y ms an quiz en Tnez9. En este ltimo pas en particular, lasautoridades, preocupadas por excluir de la red todo esbozo de debate polti-co, favorecieron su difusin antes de darse cuenta, demasiado tarde ya paraprohibirlo, de que poda ser tambin un potente instrumento de socializacinpoltica Sera un error considerable reducir el dominio de las redes socialesa lo que imagin Mark Zuckerberg. En el campo poltico, un sitio donde se com-parten videos como YouTube desempe un papel considerable para la difusinde cierta informacin en el caso tunecino y ms an en Siria, as como los micro-

    mensajes de Twitter contribuyeron al xito de las manifestaciones en las callesde El Cairo. Por otra parte, las redes sociales pueden tambin estar muy presen-tes incluso sin que se observen repercusiones polticas en el sentido estricto deltrmino. Raramente mencionada, una de las aplicaciones ms utilizadas por la

    juventud rabe es sin duda el sitio MySpace, principal soporte de difusin demsica ms o menos alternativa, con verdaderas repercusiones polticas cuandola cancin del rapero tunecino El General se convirti en el canto de adhesin ala protesta de toda la juventud contestataria del pas.

    Los cruces del mundo de internet y la poltica generan necesariamente unaapertura a una mayor libertad? Tal es la imagen que traza una larga tradicinlosca a veces inquieta pero ms a menudo fascinada por los poderes pro-meteicos de la tcnica. Una actitud que, en el caso de lo digital, se ve reforzadapor la historia particular de la red de redes, nacida menos en los laboratoriosdel Ejrcito estadounidense, como quiere la leyenda, que en los campus nor-teamericanos de la contracultura libertaria de los aos 7010. Sin embargo, aloptimismo de reexiones de prospectivistas que, como Howard Rheingold11,

    no dudaron en predecir el advenimiento de comunidades virtuales or-ganizadas en muchedumbres inteligentes, lo sucedieron observacionesms moderadas sobre los usos de las tecnologas de la informacin y dela comunicacin por parte de todos los actores polticos, incluidos los

    9. Carrington Malin: Facebook Arabic Rising en Spot On, 8/6/2011,. V. tb. la infografa propuesta por Fabrice Epelboin para el casotunecino: Facebook, la Tunisie et la rvolution en Fhimt.com , 24/4/2011, .

    10. Dominique Cardon: La dmocratie internet. Promesses et limites, Seuil, Pars, 2010.11. The Virtual Community. Homesteading on the Electronic Frontier, Addison Wesley, Boston, 1993,disponible en y Smart Mobs: The Next Social Revolution, Perseus,Cambridge, ma, 2002.

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    Nueva Sociedad / Marco Chamorro 2011

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    regmenes autoritarios12. La llegada de la primavera rabe coincidi in-cluso en el tiempo con la publicacin de los anlisis francamente pesimistas

    del investigador bielorruso Evgeny Morozov13

    , cuyas tesis sobre los efectosperversos de la extensin al parecer ilimitada de las redes digitales, pese alas apariencias, no se ven refutadas deltodo por lo que acaba de pasar en algu-nos pases del mundo rabe.

    Despus del entusiasmo de los primerosinstantes, emergi en efecto una imagenms matizada, que se separa poco a poco

    del potencial liberador de las nuevas tec-nologas. En el caso de Siria, se constataque, si bien el rgimen existente es con-siderado uno de los ms criticables de la

    regin en el plano de las libertades, en febrero pasado ha dado nuevamentea los habitantes del pas acceso a aplicaciones como Facebook, Twitter o in-cluso Skype. Coincidiendo con las primeras manifestaciones, esta decisinno puede interpretarse como seal de un sbito inters del poder sirio por lasatisfaccin de los internautas sino, por el contrario, como la marca de unaestrategia destinada a controlar mejor el conicto ofreciendo un espacio de

    expresin en redes estrechamente vigiladas14.

    De la misma manera, los insistentes elogios de la actual secretaria de Estadode Estados Unidos, Hillary Clinton, reclamando exactamente en el mismomomento una libertad total de las comunicaciones en internet, pueden serentendidos como la manifestacin de una diplomacia pblica 2.0 que uti-liza, en especial a travs de las redes sociales, estrategias de inuencia adap -

    tadas al contexto comunicacional contemporneo15

    . Esta sospecha parececonrmada por las revelaciones, a veces tardas, sobre el papel desempeadoen los acontecimientos por algunas grandes empresas estadounidenses dela economa digital, que eligieron romper con la neutralidad tradicional del

    12. Shanthi Kalathil y Taylor C. Boas: Open Networks, Closed Regimes, Carnegie Endowment forInternational Peace, Washington, dc, 2003.13. The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom, Public Affairs, Filadela, 2011.14. (Warning) Syrians Secret Police Main Suspect Behind Man-In-The-Middle Attack againstFacebook Users in Syria en Arab Crunch,16/5/2011, .15. Franois-Bernard Huyghe: Nouvelle diplomatie publique. De la guerre froide au Web 2.0 enHuyghe.fr, 26/4/2011, .

    Despus del entusiasmo

    de los primeros instantes,

    emergi una imagen

    ms matizada, que se

    separa poco a poco

    del potencial liberador de

    las nuevas tecnologas

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    business as usual para apoyar a los militantes egipcios contra el rgimen delpresidente Mubarak. En particular, estas empresas contribuyeron a reforzar

    su anonimato frente a la ciberpolica egipcia y les proporcionaron, gracias auna cooperacin entre Google y Twitter, una infraestructura de comunica-cin paralela despus del cierre de los canales regulares16.

    Con todo las redes sociales

    No todo est claro entonces en la red17, y es de temer que durante los prxi-mos aos asistamos al progreso de una gestin especializada de la comuni-cacin poltica en internet, al tiempo que se atacarn varios de los principios

    sobre los cuales se estableci la red mundial, empezando por la neutralidad,la libertad total de los ujos y la igualdad de todos respecto de las circulacio-nes, y por la ausencia de ltros o archivos que permiten la vigilancia de los

    usuarios

    Desde ese ngulo, es cierto que la primavera rabe ofrece algunas ense-anzas, pero estas son bastante amargas en la medida en que parece claroque un rgimen autoritario como el de Siria, por ejemplo, supo aprender r-pidamente de los errores cometidos por los servicios de represin en Tnez o

    Egipto: ms que cerrar por completo la red, limita al mximo las conexioneshaciendo imposible para la mayora de los usuarios ver imgenes y, a fortiori,ponerlas en lnea; ms que prohibir las aplicaciones peligrosas, movilizaal ejrcito electrnico de su propios eles para que intervengan en la red y

    deendan su punto de la vista, sin dejar de arrogarse el derecho a atrapar a

    opositores imprudentes Ms all de la actualidad, en realidad toda la his-toria del activismo poltico rabe en internet pone de maniesto que los espa-cios de libertad abiertos por los avances tcnicos y explotados de inmediato

    por los ratones militantes son rpida e inexorablemente vueltos a cerrar porlos gatos de los servicios especializados de represin (entre los cuales, porlo dems, se observa la creacin de respuestas en funcin de las nuevas ne-cesidades, es decir, cuando el poder toma conciencia de las nuevas amenazascontra su estabilidad).

    A lo largo de la ltima dcada, se ve as de un extremo al otro del mundorabe la evolucin de la represin policial, que se ha concentrado durante los

    16. Y. Gonzalez-Quijano: Dont be evil! Rvolutions virtuelles sur un net pas trs net en Cultureet politique arabes, 18/4/2011, .17. En el original: Tout nest donc pas net sur le Net: juego de palabras entre el adjetivo francsnet (claro, limpio) y el sustantivo ingls Net (la Red). [N. del T.]

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    primeros aos en dicultar lo ms posible el acceso a varios sitios web, luego

    se ha dirigido contra los blogs hostigando sin piedad a sus autores y, nal -

    mente, se ha dedicado a las redes sociales, a las que a veces puede prohibiry a veces utilizar para recoger datos sobre los militantes de la revuelta. Sinembargo, aunque las mltiples tcnicas de control o de represin pueden pro-gresar de manera incesante, guardan por denicin un tiempo de retraso res-pecto de las innovaciones de las que los militantes se apoderan rpidamente,cualesquiera sean sus opiniones y sus ideologas. Se puede considerar as quela cada de los regmenes tunecino y egipcio corresponde a una especie deventana de oportunidad a travs de la cual la protesta, mediante la nove-dad de sus formas de movilizacin, pudo llevarse a cabo. Sin embargo, y de

    manera mucho ms decisiva, los recientes desarrollos son fundamentalmenteconsecuencia del crecimiento de una verdadera cultura de la red, llamadaa extenderse cada vez ms en el seno de la juventud rabe.

    Habituada a las tcnicas digitales, esta se ha acostumbrado a navegar en lasredes, buscar all respuestas a sus preguntas y establecer intercambios conotros internautas para encontrar una solucin a sus problemas. En cierta for-ma, internet, a travs de sus mltiples aplicaciones, ya no es solo un lugardonde esta juventud puede encontrar informacin, eventualmente poltica;

    es en realidad mucho ms que eso, es de hecho el lugar de la poltica, aqueldonde a menudo, a falta de alternativa, de posibilidades ms materiales deintercambio, se construye a pesar de todo un espacio pblico alternativo. Porsupuesto que los regmenes existentes no pueden esperar lograr el controlsobre la circulacin de estos ujos inmateriales. Adems de las realidades

    nancieras y administrativas que dicultan cualquier cierre prolongado de la

    red (en Egipto, las prdidas diarias se evaluaron en us$ 18 millones18), la ver-dadera dicultad en la actualidad consiste en suprimir no una palabra pol-

    tica sino toda palabra, ya que es el principio mismo del debate, de la consulta,lo que est cargado de consecuencias y, en vista de eso, prohibir el acceso a lared ya no tiene sentido.

    Ciertamente, entre los argumentos desarrollados para poner de relieve el li-mitado papel desempeado por los ciberactivistas rabes, se puede destacarel hecho de que las autoridades tunecinas y egipcias eligieron, en un determi-nado momento, cerrar casi por completo las redes de comunicacin sin que sehaya modicado el curso de las cosas. Pero, frente a ello, se constata que en

    18. Courtney Radsch: Assessing the Economic Impact of the Egyptian Uprising en Arab Media& Society No 13, verano de 2011, disponible en .

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    otros regmenes, como los de Yemen, Bahrein y Siria, se tom la misma de-cisin, al parecer con mejores resultados para su perduracin. Por supuesto,

    hacer de las redes sociales el alfa y omega de las luchas polticas, hablandopor ejemplo de revolucin Facebook, equivale a confundir los medios y losnes y, sobre todo, a atribuirle a lo que no es ms que un soporte de comuni -cacin poderes que no posee, aun considerando que la expresin no tiene sinoun valor metafrico y que busca ms bien indi-car la existencia de un clima general, inclusode cierta movilizacin popular, posible graciasa los nuevos medios de comunicacin. Tenien-do en cuenta esto, resulta mejor reconocer una

    inuencia igualmente determinante de otrosmedios, empezando por la televisin.

    La mayora de los testimonios sobre los acon-tecimientos que han marcado la actualidad delmundo rabe insisten, por lo dems, en el con-siderable rol desempeado por las cadenas sa-telitales de la regin, sobre todo Al-Jazeera. Porsu cobertura de los hechos cada vez ms abier-tamente comprometida con los movimientosde protesta (con la excepcin de Bahrein, porrazones de proximidad geogrca y poltica), se puede imaginar que, con un

    pblico que rene por lo regular varias decenas de millones de televidentes,la ms clebre de las cadenas rabes ofreci una contribucin mucho msdecisiva a las rebeliones populares rabes que la de las redes sociales en in-ternet. Estas, en el mejor de los casos, solo renen a algunos centenares demillares de usuarios, en general reclutados en categoras sociales ms bien

    favorecidas y en teora menos sensibles que el resto de la poblacin a los lla-mados al cambio poltico.

    Sin embargo, no es necesariamente pertinente contraponer vis vis los ujosde internet y las ondas satelitales. Por el contrario, la dinmica de las movili-zaciones quiz se perciba mejor si se interpretan las variaciones de la opinincolocndolas en el seno de un paisaje meditico completamente reconstruidodesde la revolucin digital al nal del siglo xx. Esto comenz con el lanza-miento de peridicos panrabes como Al-Hayat y Al-Sharq al-Awsat en la d-

    cada de 1980, luego se prolong con la creacin de cadenas satelitales como elMiddle East Broadcasting Centre (mbc) desde principios de los aos 90 (luegoaparecieron varios centenares), y la ltima ola de innovaciones tuvo lugar

    La mayora de los

    testimonios sobre los

    acontecimientos

    que han marcado laactualidad del mundo

    rabe insisten en el

    considerable rol

    desempeado por las

    cadenas satelitales

    de la regin, sobre

    todo Al-Jazeera

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    durante la dcada siguiente, con el surgimiento de innumerables sitios de in-formacin en lnea, retransmitidos a su vez, gracias al desarrollo de la red 2.0,

    por los blogs y luego por las redes sociales. Un nuevo ecosistema mediticorabe se estableci as durante el ltimo cuarto de siglo, y es la existencia deeste contexto de recepcin, sin distincin de canales mediticos, la que per-miti la constitucin del gran relato colectivo de la primavera rabe.

    A pesar de todo, se podra discutir esto debido a que las redes sociales y losotros nuevos canales de comunicacin de este tipo son frecuentados esen-cialmente por la generacin de los nativos digitales (digital natives). Peroen esta regin del mundo, donde la juventud es especialmente numerosa (la

    edad promedio ronda los 21 aos, contra 37,7 aos en Europa, por ejemplo),son los nios del baby boom rabe de los aos 80 quienes, llegados a la edadadulta, engrosan hoy los batallones de la revuelta rabe. Si su paisaje mentalen general, y su imaginario poltico en particular, son el fruto de las trans-formaciones sociales y polticas de las ltimas dcadas con el fracaso de losmetarrelatos19 propuestos por la utopa nacionalista o islamista, no es menoscierto que su repertorio de accin es en gran medida indito (y es esta, porotro lado, una de las razones de su xito ante aparatos de represin que anno haban puesto al da, literalmente hablando, sus programas informticos).En este sentido, no es errado armar que la red de redes, con sus modalidadesde expresin especialmente exibles y fuertemente liberadas del formalis-mo lingstico de las generaciones anteriores, se convirti sin duda en el lu-gar donde se elabora el espritu de la poca, incluso en su dimensin con-testataria... El dinamismo de la web rabe da abundante testimonio de ello,en tanto se ha vuelto, a travs de sus redes, sus sitios y sus foros de discusin,el principal laboratorio de una joven creacin que inventa una modernidadhbrida y desacomplejada20.

    Para apreciar el rol que la red pudo desempear en los conictos polti -cos, es preciso en denitiva distanciarse de una concepcin estrechamen-te instrumental de las nuevas tecnologas de la informacin y de la comu-nicacin y esforzarse en adoptar un enfoque que podramos denominarcomportamental21. Al igual que las teoras desarrollistas de tiempo atrs, la

    19. Jean-Franois Lyotard: La condition postmoderne. Rapport sur le savoir, Minuit, Pars, 1979. [Hayedicin en espaol: La condicin posmoderna. Informe sobre el saber, varias ediciones.]20. Andrew Hammond: Popular Culture in the Arab World: Arts, Politics and the Media, American

    University of Cairo, El Cairo, 2007 y Tarik Sabry: Cultural Encounters in the Arab World. On Media,the Modern and the Everyday, Tauris, Londres, 2010.21. Clay Shirky: The Political Power of Social Media en Foreign Affairs, 1-2/ 2011, disponible en.

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    mayora de los anlisis se limitan a una concepcin de los nuevos medios decomunicacin en trminos de impacto: despus de haberse mostrado ciegos a

    las transformaciones en curso, bajo el pretexto de que los datos cuantitativosno eran sucientes, estos pretenden hoy renovar, a propsito de las tecno -logas digitales, las falsas predicciones del pasado, cuando el desarrollo delos medios masivos de comunicacin, empezando por la televisin, deberahaber bastado por s solo para modernizar a los sujetos (inevitablemente pa-sivos) de las sociedades tradicionales... Por el contrario, es necesario ir msall de las meras cifras y estadsticas22 para atender a la capacidad de losprotagonistas para integrar los recursos de las nuevas tcnicas, que inclusoreformulan en funcin de sus propias necesidades (por ejemplo, haciendo de

    una red social estudiantil como Facebook una herramienta de movilizacinpoltica, o transformando un servicio de micromensajera del tipo de Twitteren un arma de lucha urbana). Si alguna enseanza puede extraerse de losacontecimientos actuales en la regin, esta se reere a la apropiacin de es -tas nuevas tecnologas por parte de una juventud rabe que ha efectuado sutransicin digital. Por supuesto, las nuevas tecnologas de la informaciny de la comunicacin no hacen o, en todo caso, no hacen ellas solas lasrevoluciones. No obstante, al igual que las revoluciones europeas de antao,que se alimentaron de la nueva cultura impresa en general y de las tesis delos lsofos del Iluminismo en particular, parece que la primavera rabe ha

    orecido sobre el manto frtil de la nueva cultura digital 23.

    22. Jon W. Anderson: Producers and Middle East Internet Technology: Getting Beyond Im-

    pacts en The Middle East Journal vol. 54 N 3, verano de 2000.23. Y. Gonzalez-Quijano: Tnez, El Cairo: la revolucin rabe y sus orgenes digitales enawraq.Revista de anlisis y pensamiento sobre el mundo rabe e islmico contemporneo No 3, nueva poca,1/2011, pp. 87-96.