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ISSN: 02104547 Anales de Literatura Hispanoamericana 1999, 28: 833-845 Las sign~caciones del paisaje y el espacio en El hombre, la hembra y el hambre de Dama Chaviano VFNKO KANEV Université de Paris III La lectura crítica de una obra literaria suscita varios problemas. Uno de ellos es la distinción entre paisaje y espacio. La subjetividad de la percepción de estos dos elementos es m~’or que en otros casos. Si se trata de un paisaje o espacio «puro» el lector vacila menos, pero es difícil trazar la frontera en las formas intermedias. Se podría acotar también que en cierta medida la distinción resulta falsa por cuanto el paisaje y el espacio en la literatura son productos fíccionales creados por el narra- dor, es decir, revelan la misma actitud frente a la realidad: representarla y recrearla. Ciertas características evidentes como la descripción objetiva o subjetiva, la relación directa del paisaje y el espacio con los personajes, su carácter realista o imaginativo, la aprehensión y reacción diferentes frente al mismo paisaje o espa- cío, sus funciones dentro de la obra, los sentidos que se le atribuyen, la percep- ción por los cinco sentidos —con predominio de la vista—, su carácter tempo- ml como parte de los recuerdos, del presente inmediato o del futuro, etc., son comunes de ambos elementos. La distinción podría comenzar con un rasgo esencial, o sea que el paisaje supone una visión de conjunto, es renuente a los limites precisos, implica más bien Jo infinito. Puede estar poblado de objetos, pero el objeto en si no puede constituir un paisaje, igual que un espacio cena- do. El paisaje contiene el sueño o el ensueño y la imaginación y su función es traspasar los limites. Si el espacio los adopta se transforma en paisaje. El paisaje y el espacio en la novela El hombre, la hembra y el hambre’ de la escritora cubana Dama Chaviano merecen un estudio aparte por su impor- Chaviano, Dama, El hombre, la hembra y el hambre, Ed. Planeta, Barcelona, 1998, premio Azorín. Ver acerca de esta novela mi ensayo «El pasado y el futuro: transgresión del 833

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ISSN: 02104547Anales deLiteratura Hispanoamericana1999, 28: 833-845

Las sign~cacionesdelpaisajey el espacioen El hombre,la hembray el hambre

de Dama Chaviano

VFNKO KANEVUniversitéde ParisIII

La lecturacríticadeunaobraliteraria suscitavariosproblemas.Unode ellosesla distinción entrepaisajey espacio.La subjetividadde la percepciónde estosdoselementoses m~’or queen otros casos.Si setratadeun paisajeo espacio«puro»ellector vacilamenos,peroes difícil trazarla fronteraen las formasintermedias.Sepodríaacotartambiénque enciertamedidaladistinción resultafalsapor cuantoelpaisajey el espacioen la literaturason productosfíccionalescreadosporel narra-dor, es decir, revelanla mismaactitud frentea la realidad:representarlay recrearla.

Ciertascaracterísticasevidentescomo la descripciónobjetiva o subjetiva,larelacióndirectadel paisajey el espaciocon lospersonajes,sucarácterrealistaoimaginativo,laaprehensióny reaccióndiferentesfrenteal mismopaisajeo espa-cío, sus funcionesdentrode laobra, los sentidosquese le atribuyen,lapercep-ción por los cincosentidos—conpredominiode la vista—,sucaráctertempo-ml como partede los recuerdos,del presenteinmediato o del futuro, etc., soncomunesde amboselementos.La distinción podría comenzarcon un rasgoesencial,o seaqueel paisajesuponeuna visión de conjunto,es renuentea loslimites precisos, implica másbien Jo infinito. Puedeestarpobladode objetos,peroel objeto en si no puedeconstituirun paisaje,igual que un espaciocena-do. El paisajecontieneel sueñoo el ensueñoy la imaginacióny su función estraspasarlos limites. Si el espaciolos adoptase transformaen paisaje.

El paisajey el espacioen la novelaEl hombre, la hembray el hambre’ dela escritoracubanaDamaChavianomerecenun estudioapartepor su impor-

Chaviano,Dama,El hombre, la hembra y el hambre, Ed. Planeta,Barcelona,1998,premio Azorín. Ver acercade estanovelami ensayo«El pasadoy el futuro: transgresióndel

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tancia y por ser portadoresde muchassignificaciones.La paráfrasisde laspalabrasde Colón explicaque la novela estádedicadaa «estatierra: la másmágica, la máshermosaque ojos humanosvieran»(pág. 282), a «estaislaadorabley maldita» (pág. 77). Adorable por su paisajenatural y humano,maldita por supaisajepolítico y económico:la bellezadel paisajenaturalyurbanodel pasadoversusla fealdaddel presente.El paisajees la expresióndeamor por la tierra natal:

Por fin llegó la hora mágicadel trópico en que la luz adquiereunatonalidadde fuego paraalternarsecon las sombrasazules;eselinstanteotoñal de la isla que se repite cadatarde, siempreque riohayacicláno temporal. (pág. 71).

La protagonistaes La Habanaque se construyecon paisajesy espaciossin olvidar al hombre.

En variospasajesde la novelase perfila el espacioque no admitela cali-ficación depaisajesegúnla convenciónestablecidapor la tradición literaria.Con frecuenciase trazanitinerariosprecisosde la ciudado se describencuar-tos, casas,hoteles,monumentos,plazas, la bahía, La HabanacomparadaaBeirut por’ las ruinas,etc. (págs. 44-47), es decir, espaciosque se concibencomo talespor sucarácterdelimitado, por la imposibilidadde desplazarsusfronterasmaterialeso imaginarias.

Dama Chaviano no sale de la ciudad, prefiere los espaciosy paisajesurbanosqueintegranla naturalezay sonportadoresde un sentidosocial,polí-tico, filosófico, utópico. Cumplenademásla funciónde ilustrarla historiadeLa Habana,dividida en tres períodosprincipales: el precolombino,la con-quistay la coloniay el presente(refiriéndoseen particularal «períodoespe-cial» en Cuba). Se presentantambién acontecimientoshistóricos precisoscomola toma de La Habanapor los inglesesen 1762 (págs.247-9). El pai-sajey el espaciono son secundariosconrespectoa loseventos,a basea ellosse estructuratemporalmentela novela.

Lospaisajesprecolombinos(los espaciossonmásescasos)comportanunsentidoutópico de la vida feliz en oposicióna la presente:

presenteen la novelaEl hombre, la hembrayeí hambrede la escritoracubanaDamaChavia-no», VI Colloque International,Almorea!,«DiscursostransgresivosenEuropay AméricaLati-na», 27-28novembre~998,liniversité d’Angers,Angers(actas).

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Ay, Dios, a un paraísocomo el de mi visión, todo cubierto deselvasy manantiales,consus lagunassalpicadaspor flamencosrosa-dos, con el aire repleto de tocororosrojoblancoazules,comobande-rascubanasrevolotendosobreel bosqueinmenso que fue mi isla.(pág. 229).

Escenasvertiginosaspasaronsobreel cristal del agua.Vio jol-gorios en un claro del bosque,fiestasdondehombresy mujeresdan-zabanal son de improvisadostambores,pero no como los que ellaconocia,sino construidoscon troncosde árbolesquemados;y tam-bién asistióa la inconfundibleceremoniade unaboda (...) y luegovio... (pág. 224).

La vida idilica acabacon la llegadade los españolesy las masacresperpetradas.Estasescenasde por si mismasno representanun paisaje,perose incrustan,pierdensu valor individual y se fundenen él. A nivel connota-tivo significanla evasióndel presente.

Los paisajesy espacioscoloniales concebidoscomo idílicos o utópicosimplican el objetivo de restaurarla verdadque la historia oficial supuesta-mentedisimula.El pasadocolonial representaun temaimportantede la nove-la. Se reconstruyela ciudadde La Habanacon suscallesy edificios. El sen-tido de la reconstrucciónestáen el deseode abarcarla historia cubanaen sutotalidady situarel presentede Jarevolución dentrode la evolucióndela islaconel propósitoexpresode negarlos postuladosdel discurso«oficial». Losviajesal pasadoensentidoinverso, retrocediendoen el tiempo,creanla trans-formación de los edificios a la manerade A. Carpentieren Viaje a la semi-lía:

Pordoquier, losjazminesrefrescabanla atmósfera.En los arcosquedebieronestarcubiertosde toscostablones,ahoracentelleabanlos vitralescon su profusiónde frutas. Lasbarandashabíanperdidosus remiendosde hierro para recuperarsus torneadosbalaustresdemadera.(pág. 270).

La protestase dirige contrael presentecubano,pero a la largacontra lacivilización occidental:

Claudiavio el herviderode quitrines,paseantescarretillas,ven-dedoresambulantes,calesas...El bullicio no tenía nadaqueenvi-

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diarle al de las calles de su propia Habanallena de bicicletas,pea-tonesy vehículosmotorizadosqueensuciabanel ambientecon susescapestóxicos.Peroaquelde lacoloniaera un aire frescoqueolíaa mamoncillosy a plátanos,a cebollinesy a culantro,a mangosy apiñas, pregonadospor los verdulerosdesde sus carretones.(Verpágs.271-7).

La finalidad crítica con respectoal presentese vislumbra en la manerautópica de ver el pasadode La Habanaque:

despenabaa cadamomentoparamostrarleimágenesinsólitas:lamagnificenciade las mansiones,la bellezavirgen y primigeniade suciudad, laesperanzadavida de sus pobladores,el enjambrede negrosy mulatoslibertos, inclusode esclavos,queestudiabanartesmanua-les... Era un milagro. Saberqueexistió unaHabanaasí leproducíaun tibio alborozoen el pecho,como si aúnfuera posiblesoñarconelfuturo (pág. 206).

Sin embargo,en la búsquedade verdadesal parecerdisimuladaspor lahistoria oficial se llega a vecesa reflexionespoco fundadasde los persona-jes2.

2 Desdeluegola ficción tiene derechoa imaginarun pasadoo un futuro, peroen este

casola intenciónexplícitaes reconstruir«la verdadhistórica»sobreel pasadode La Habana«unaciudadcuyahistoria (...) le habíasido escamoteada»(pág. 277).Enconsecuenciahabríaqueleercriticamenteel diálogoen laspáginas189-190: «Enel taller habíamulatoslibres(...)y tambiénesclavosqueaprendíanun oficio. —Claudia,porDios. Esclavoscon un oficio! Nohablessandeces.(...) —¿Esclavoscon dinero?Peroinhijita ¿enquéescuelatú estudiaste?Esoeslo quemepreocupa,Nubia.Lo quevi esdistinto atodo lo quenoshanenseñado.¿Sabí-asquelos esclavosaprendicesrecibíanun salario, y queellos le entregabanunaparteal amoy se guardabanel restopara comprarsu libertad?».Una revistasomerade la historiografiacubanamuestraqueno se desocultaunarealidad.En su Historia económicade Cuba, Edito-ra Universitaria, La Habana,1965, dedicadaa los estudiantes,el historiadorcubanoJulio LeRiverenddice lo siguiente: «Pero,claro está,habíaesclavosdedicadosa otros trabajos.Loshabía,ennúmeroapreciable,en las ciudades,incorporadosa las industriasartesanales,en laconstrucciónde edificiosy fortificaciones,en la cargay descargade los barcos,en el serviciodoméstico.Muchos deellos vivían en casaapartedesus amosy obteníangananciaspropiasque les permitían liberarseo pagarel precio de su manumisión»(pág. 88). Y más adelante:«Cierto es quealgunosartesanosposeíanesclavosafricanosy queéstosaprendieronlos ofi-cios pero,por lo generalesde suponerseque éstano fue unasituaciónfrecuente»(pág. 90).Las mismasreflexionesse encuentranenHistoria deCuba, Editora Universitaria, La Habana.

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Los paisajesy los espacioscontemporáneosquepintan el abandonoy lafalta de mantenimientode la ciudad conllevanlacrítica de la situaciónpolí-tica y sociocconómicaen Cuba.Resaltapor suausenciala épocade la «sen-dorepública»o la anteriora la revoluciónporqueno puedeserfuentede uto-pía, ni de un paradigmaen oposición a la revolucionaria.Estáde hechoausenteel paisajedel futuro, el utópico se refiereal pasadocubanoy al pre-sentede otros paises.El presentees predominante,pero en relaciónestrechaconel pasado.Aun el paisajeimaginariode la Era neolíticaconfluyehacia elpresente:

El aireeralímpido y olíaabosquehúmedo,a yerbasy frutos pri-migenios, engordadoscon el propio vaho de Ja tierra que aún nosufría por Ja química de los apestososfertilizantes.Nada de olor apetróleoflotandoen lababia,ni labasuraputrefactaporquehaceunasemanaqueno pasael camiónde la recogida,ni a nidosde ratonesquepululan en la ciudad,ni a grasaquemadade autosy guaguasquevan manchandolas calles...No, aquelotro erael olor de lapureza,de la vida en estadosalvajey prístino, clara como las aguasde losmanantialesquebrotabanporprimeravez sobreel planeta,al alejar-se la Edadde los Hielos y aproximarse—oh, la desdicha—la era dela civilización y el progreso(págs.52-3).

El doble sentidodel paisajees: político, paramostrar la suciedadde laciudadderruida,y ecológico,contrala civilización moderna.

La crítica del presenteenvuelvetodo:

La tormentaduró más de lo imaginado. Llovió casi sin parardurantetresdíasy tresnoches;unaespeciede diluvio en miniaturaque inundó la ciudad, sobre todo las zonasbajasdel Vedado. Los

1964, dc OscarPino Santosquiendice: «Unaparte de los esclavos,por vía de prestacionesexcepcionalesde serviciosy pagos,podiaobtenerla libertad (negroshorros)».(pág. 51), o enla I-iistoria de Cuba, serie Puebloy Educación,Ed. Instituto del Libro, La Habana,1968: «Eltrabajoesclavoen los grandeslatifundios ganaderosno podía ser muy riguroso.No hay quematara un hombrequesólo tienequevigilar y cuidarel ganado,paraquetrabaje.»Y aliade:«Otracaracteristicadelasrelacionesesclavistasdeproducciónenla factoriaesla relativafaci-lidad con queseles concedíala libertada los esclavos,Como la limitadaproducciónmercan-til requeríapocosbrazos,los esclavistasno sepodíandarel lujo de tenergrandesdotacionesde esclavos»(pág. 35).

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periódicosy los noticieros,consu acostumbradaasepsia,informaronde la situación,aunquesin hacerénfasisen los detallesmásdoloro-sos.Porejemplo,quemuchagenteperdiólo pocoque tenía... (págs.2 17-8).

Estacríticadel presente(queparala autoraesun exorcismode supasa-do) resulta,sin embargo,unidímensionalpor cuantono indagalas razones,nilos factoreshistóricosy regionales,etc., lo que producela rupturaun tantomaniqueístaentrepasadoy presente.

El hombrey suciudad,el viento y el calor, etc. estánen unaconfabula-ción armoniosaen el paisajeurbanode La Habana:

La brisase colabapor el callejónqueunia la plazacon la Ave-nida del Puerto,provocandounacorrientede aire fresco quealivia-ba a los paseantesdel vaporque escapabade los adoquines,en unade esasfelices combinacionesderivadasdel constantecontubernioentrelos hombresy la naturalezade la isla. Porquetodaslas callesde La Habanaparecenapuntarsiemprehaciael mar; y graciasa esemisteriosibilino, el viento no dejadebatir nuncaen el corazónde lacapital (pág. 19).

La escritoraelaboraliterariamenteunacaracterísticavariasveces señala-da del urbanismode La Habana.

Los habitantesde la ciudadse conviertentambiénen paisajehumanoenla descripciónde los transeúntesde las calleshabaneras:

CaminaronhastaReinaentrenubesdc nifios quejugabansemi-desnudosy viejos que deambulabancon susrotros de zombiesy susbolsasvacíasen las manos(pág. 116),

o en:

Veníaen dirección contraria,como un transeúntemásenmediode aquel hormigueroque sólo cesabadurantelas horasmás oscu-ras de la nocheparareanudarseapenasamanecía.A las ochode lamañana,las calles ya bullían de actividad. Entre los que se dedica-ban a hacercolas y los caminabanpor doquiero abarrotabanlasparadas,se iba conformandola estampahabitualde la ciudad(pág.126).

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Estasestampasformanpartedel paisajecuandose insertanen el conjun-to, tomadaspor separadoconfiguran espacioscomo la descripciónde unacola (pág. 136) o de una vidriera vacía <pág. 139). Se ha de señalarque elcolor de los sereshumanoscarecede importancia.La raza adquieresólo unsignificadosimbólico:Muba, la esclava;el Indio, la víctima, lo quereflejaunfenómenonuevode la sociedadcubana.

El hombresiemprepresenteestablecesurelacióncon el contornopor lavia sensorial:

el desfilede mulatasquellenabanla nochehabanerade deseos(pág.244).

La relaciónsensualenvuelvelos sentidos:

Ahora avanzapor laavenida,disfrutandodela brisa queacariciasusmuslos y atraviesala sedade su ropa interior. El aire del trópicoes un íncuboquepersiguelas hembrasdel Caribe,y a ella legustaeseacososilencioso.Mueve suscaderasy se moja deplacer, excita-da por el sopíoimpertinentede los alisios (pág. II).

Peroal lector se le reservala sorpresade queestaimagenrepresentaunarealidadsocial:en la escasezactual tenerropainterior de sedaes un lujo.

A travésdel uso maestrode los sentidosla autoracreavarias imágenessinestésicas:

Un cambio en la direccióndel aire (tacto),un súbitoolor a tie-rra mojada(olfato), le indicó la cercaníade lluvia matutina.El ruidode las gotascontralas persianasde maderaanuncióquela tormentallegaba...(oído) (pág. 245).

El paisajeen (a convenciónliteraria suponeun panoramacon la luz delamanecer,del día, del oscurecero de la luna. Damacreaun paisajenocturnoen la oscuridadcasi total por medio del tacto y el oído: el chapoteode lospiesen el fango,el chasquidode unamarcha,los ecosde unospasos,el rocede susdedoscon el murohúmedo, etc. (pág. 165).

Las descripcionesrevelanla subjetividado la objetividadde la contem-plación. Es una característicaquecontribuye,pero querio bastaparadistin-guir amboselementos.El espaciosueleconcebirsecomo másobjetivo y ellector reclamasu«materialidad»,pero nadaimpide que sea subjetivoy que

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emanede él un ambientesubjetivopor definición. Es de señalarque la sub-jetividadcontienela necesidadde transmitircon exactitudla miradasubjeti-va del personaje.Asi cadacolor es específico:

Aquel carnaval de artesaníassiempreterminabapor marearla:los trajes de algodóny lienzo teñidosde amarillo pollito, de verdecampo-de-tabaco,de violetaamanecer-en-las-montañas,de rojo san-gre,denegronoche-turbia-del-trópico,de naranjasol-moribundo-en-el-Malecón; las tallas de maderaamulatadas,que remedabanlasampliascaderasy los tallesdelicadosde las criollas... (pág. 67).

Varios significantescreanun significado nuevo, un procedimientoampliamenteutilizado por A. Carpentiery la literatura contemporáneaenbuscade la precisiónde la manerasubjetivade ver el objeto.

En lospaisajesimaginariosde La Habanaquepretendenserobjetivossemezclansin cesarsentimientosque hacendesaparecerla objetividadpreten-dida. El paisajenecesitaserglobal, lo queabarcala miradahumana.Un frag-mento de la ciudadse concibemásbiencomoespacio,peroal prolongarseenla imaginacióno los sentimientosse convierteen paisaje.A pesarde la oscu-ridad se esbozael paisajepor «el muro (que) se extendíainterminable»,porla «molegigantescaque parecíano tenerfin» (pág. 165), por la emotividad:«De la sorpresapasóa la sospecha;y de la sospecha,al terror» (pág. 167)queanulanla «objetividad»del espacio.

Los viajesal pasadosirvenparadescribirconuna supuestaexactitudlosedificios, lascalles, etc. que se perfilan como espacios.Pero al pasarde unelementoaotro se formaunacadenasin fronterasy el lector comienzaa con-cebir comoun paisajelo quefue un simple contornoespacial.Los espaciosyuxtapuestosde diferentesépocasformanun todo:

Reconocióla PlazadelaCatedral,queen eseinstanteno erapla-za ni ostentabacatedralalguna:sólo las paredesa medioalzar de laiglesiade losjesuitas,quejamásllegaria a serloporqueéstosseríanexpulsadosdel territorio españolantesde que la obra concluyera.Peroya Claudiapodíaentrever,con su miradafutura, la armazóndelo que luego seria la ParroquialMayor y más tarde, la Catedral...aunqueparaeso faltababastante.Ahora el terreno era sólo la Pla-rucIa de laCiénaga...(pág. 187).

Los fragmentosde espaciodispersosa lo largo dela narraciónformanungranfrescoque el lector intelectualizacomoel paisajede Lá Habana.En la

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novelase detectael pasoconstantede paisajea espacioy viceversa.La posi-bilidad de transformaciónen función de la percepciónsubjetivase revelainclusoa travésde la música:

los tambores,al copularcon los cantosvirginales, provocabanunadistorsiónespacialy temporal,una alteración de las leyes fisicas...(pág. 181).

Cuandolas visionesse transfierenal pasadoeuropeola transiciónse ope-ra conmásfacilidad.La monjaquehasoñadocon«unalocalidadllena de pra-dos verdesy casasdejuguete»exclama:«Unpaisajede maravilla»(pág.203)lo que no sucedeal referirseaLa Habana.Intervieneotro factoren la distin-clon. El paisajecontienelo ex&ico. Lo lejano y lo desconocidoadmitenconmayor facilidad la denominaciónde paisaje,asi comolo idealizadofrentea loconcretoy real, segúnexplicala propia autora,porquese «mira a travésdelespírituy no con los ojos»(pág. 204). Sin embargo,esto no implica quetodasubjetividadcondicione la transicióndel espacioal paisaje.El espaciointer-pretadodesdeun punto de vistamágico no renunciaa sucondición:

Aunque los murosde la restauradamansiónya presentabanman-chasprovocadaspor la acción del salitre, el aspectode la casonaseguía siendo impresionante.Subieron la oscuraescalera,cuyosescalonesproducíanun acogedoreco de vetustez.Arturo hizo notarque, a diferenciade lasconstruccionesantiguasen otraslatitudes,losruidos de los palaceteshabanerosposeíanunaextrañacualidad quedifuminabalas presenciashostilesdel pasado(pág. 145).

La autoraconstruyea menudolosespaciosy los paisajesencontrasteconfines denunciadoresdeterminados:

La penumbradel zaguánse le antojomáslóbregaqueun claus-tro. En un convento,al menos,los jardinesestabancuidadosy lalimpieza reinabaen cadahabitación;hastael aire parecíamástrans-parente.Pero en la sordidezde aquelsolar la suciedadtrepabaporlas paredessin quenadie se inmutara,las cucarachaseran dueñasyseñoras,y el tufo queemanabade los latonesde basuracolocadosala entradapenetrabahastael patio lleno de tendederasderopa,mien-tras niños y perros correteabanentre las sábanaspuestasa secar(pág. 171).

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Estepasajerevelaunade las característicasdel espacio:sucaráctercerra-do. Si apareceel horizonte,la salidaesbozadahaciael mar, se inicia la tran-sición no acabadaen:

La llevó a la sala. Muros descascaradospor la humedad;mue-blesprehistóricos;muralesde azulejosal estilo colonial con diseñosmoriscosque cubríanlas paredesdesdeel suelo hastacasi metroymedio de altura; ventanalesenormespordondepenetrabala brisadelmar... (pág. 292).

Limpio o sucio el espaciocerradono evoca un paisaje.Sin embargoelcontrasteentreel pasadoidealizadoy el presentedenigradoproduceconfre-cuenciala diferenciaciónentrepaisajey espacio.La noción de paisajepre-fiere la hermosura(aunqueno excluye la fealdadde los paisajesdosolados,etc.), la admiracióny, sobretodo, la síntesisque funde los objetosindividua-lizados. Al describir el parqueAlmendaresdel pasadola autoracomienzaintuitivamentela descripcióncon «Día espléndido.Ideal...», o sea, con labelleza como elementoformador de la concepciónliteraria tradicional delpaisaje.La destruccióndelpresenteacontinuacióndejade serun paisajeparala autora.

El jardín, el parque,representanel esfuerzohumanopor crearel paisaje,asícomola pinturao las «instalaciones»en elartemoderno.Sehablade pin-toresy jardinerospaisajistas.Sinembargo,al referirseal objetoen sí se hablade cuadroy de jardin, la palabrapaisajeno encajao seriauna metáfora,esdecir, no cambiansu condición de objetos del espacio.Aparentementelarazón de estadoble recepcióndel jardíny el cuadrose debeal hecho de queamboscomo objetosconstruidostienen limites precisos:la cercay el marcoy es ahí dondecomienzao terminael espacioo el paisaje.

Aunque no tengauna importanciacapital en la obra literaria el espacioestásiemprepresente.Los personajesy los eventossuelentenerunareferen-cia espacial,una relacióncon el espaciodistanteo cercana.El espaciosinvalor descriptivo, sin unaintenciónautorial evidente,carentede la posibili-dad de atribuirle un sentidoo erigirlo en símbolo, y cuya funcionalidad seacercaal grado cerode la escrituraconstituyeun marconecesarío:

DesanduvosuspasosrumboaReina.Tomaríacualquierrutaquepasarapor allí. Se subióa laprimera,sabiendode antemanoqueter-minaba su recorrido frente a las rejas circularesque protegíanel

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Arbol de la Fraternidad.De ahí tendríaque enfilar por Obispo, endirecciónde la Avenida del Puerto. En total seríapoco másde unadecenade cuadras,pero llegaríamás rápido a pie quesi se ponía aesperarotra guagua(pág. 66).

De estacita se infiere otra característicadistintiva: el personajeactúadentro del espacio,mientrasque adoptauna actitud contemplativafrente alpaisaje.Surgede inmediato la preguntasi pasajescomo el citado son real-menteunadescripcióndel espacio.Algunos autoresla llaman «descripciónde situaciones,forma intermediaentrela desripcióny el relato»3.El espaciode la cita reviste poco interésparael autor y parael lector A continuacióneste espaciopierde sus límites precisosy se transformaen paisajecon suambiente:

La multitud fluía por aquellavía peatonalcomo si jamáshubie-sehechootra cosadesdeel principio de los tiempos.El sudorcorríapor las pieles,peroel griterío, lospiropos soeces,las risasy lascon-versacionesde un balcóna otro llenabanel aire deun ambientequehubierapodido confundirsecon el de una extrañafiesta celebradapor gentefamélicay alocada.

Terminala descripcióncon la actituddel personajequepasade la accióna la contemplación,indicede la presenciadel paisaje:

Claudiaal extasiarseen lacontemplación...(pág. 67).

Dama Chaviano tiene el poder de aprehenderel contornocon una finasensibilidadquecondicionafrecuentementeel pasoimperceptiblede un ele-mentoa otro.

Las doscitasrevelanqueel espaciopuedesertotalmenteneutro,mientrasque elpaisajeimplica la emotividad.Desdeluego,el espaciopuedesermati-zadopor los sentimientosque inspira como el paisaje,por ejemplo, la casadonde vive Rubén tiene un «pasillito tenebroso»,una «escalerade aspectoruinoso»,etc. (pág. 73) que adquierenun sentidopolítico porquese oponen

Ver al respectoel ensayo«La épica»deMichail Glówinski, AleksandraOkopien-Sla-winska y JanuszSlawinski, in Textos y contextos,Ed. Arte y Literatura, La Habana,1986,págs.359-398.

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al discursooficial como el «prehistóricodespertador»(pág. 97) quedesignael atraso4.

Muy sensiblea la relaciónsensitivadel hombrecon su contorno en todomomento,queconlíevaa vecesel erotismode su literatura, Dama Chavianointroduceel paisajecon una solafrase: «La sirenade un barcoaulló comounabestiaen lanochedel puerto...»en mediode un bello actode amor(pág.78). Del cuartode un bebése salea la inmensidaddel paisajecon:

Un trueno lejanoseabatiósobrela ciudad. Se produjoun cam-bio imperceptibledel viento y la luz del solar disminuyó (pág. 97).

Tanto delpaisajecomo del espaciose desprendenambientesa basede laemotividad:

Trató de descubrir,a la escasaluz de los faroles de gas,algúnrasgode sigilo o cautela; y no lo logró. Eso la dejó más pasmadaaún.En aquellamareade ademanesdesfachatadosno descubrióirri-tación, angustiao miedo; los tres sentimientosque más abundabanenLa Habanaqueellaconocia.Eraevidentequeel ánimode la colo-nia era otro (pág. 184).

Es evidentea la vez el sentidopolítico quese inculcaen «ánimo»aunquela argumentaciónse dirige en realidady conmásrazóna todagran ciudaddela civilización occidental.

No podríamoscerrarestepanoramade los paisajesde la novela sin refe-rirnosal mar. Era corrienteel dichoen Cubade queel cubanovivía de espal-dasal mar. La novelapor excelenciaen la literatura cubanaque se refierealmar es «Contrabando»de EnriqueSerpa.Ya el título indicaqueno es el mardel placer,sino del trabajoagotadorHabríaqueacotarde inmediatoquea D.Chavianono le interesancasi los paisajesmarinos.Se observatambiénla par-ticularidad de que el mar y la avenidacostera,el Malecón, forman un todoinseparable.El Malecóncomienzaa tenerunaexistenciamítica en la litera-tura cubana(recuérdenselos paseosde los personajesde C. Infantepor elMalecónque tambiénignoranel mar). Las referenciasal mar adquierenunsentidopolítico y utópico. El paisajede los versosde JoséMarti «hay sol

Acercadel sentido filosóficodel espacioconvienereferirseala obraPoétiquedeles-pacede GastonBachelard,Ed. Presses Universitairesde France, Paris, 1957.

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Yenka Kanev Las sign</icacionesdelpaisajey elespacioen El hombre,la hembray el hambre

buenoy mar de espumay arenafina» (pág. 155),aplicadoal Malecón,sirvede fondoparaquelas cubanassalgana estrenarsuroparegaladapor losturis-tas.El Malecóny el mar comportanrnúltipessignificaciones:

Claudiaobservóel horizonte,sintiendode nuevola familiar sen-sación que compartíanquienescontemplabanel crepúsculodesdeeserincón.Aquel largomuro frenteal mar habíasidolechode amo-res,paliativos parala tristeza,consejeroen las penas...(pág. 163).

Los puntossuspensivosde la autorason muy acertadosporque la listapuedecontinuarcasi al infinito segúnla amplía gamade maticesemotivos.Se creantambiénimágenescósmicasy bíblicascuandoel sol se acercaa lasaguasy el paisajeadquiereotrasdimensiones.El mar revelasupresenciamásbienpor la vía sensorial,lateralmente,a travésde la brisa. En la épocapre-colombinacambiasusignificación,el Indio advierte: «Enel mar estáel peli-gro» (pág. 225), porquepor el mar llegan los conquistadores.En la épocaactual el mar se convieneen unabarreraque se debecruzarparallegar a lautopíade los personajesen «susperpetuosdeseosde buscarotra cosa,aun-que ni é[ mismo supierabien qué buscabaporque, al igual que ella, nuncahabíapodido ver másallá del horizonteazul y monótonoque los rodeaba»(pág. 84).

Lospersonajesse comparanconlos prisionerosde «Sing-Singrodeadadeagua». Al final el mar es la esperanzade evasiónpor eso«Claudiainterpre-tó la advertencia(del Indio) como algomuy distinto» (pág. 225).

La novela se cierracon la escenadel «botecito»plurisentidoen caminohacia la utopíaque amenazacon zozobraren cualquiermomentoy arrastrarconsigolas penasy las esperanzas,y las múltiples significacionesy funcio-nesdel paisajey el espacioen El hombre, la hembray el hambrede DamaChaviano.

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