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    ensamiento psicológico

    A B S T R A C T

    This article presents the most important problems faced by

    children psychotherapists in their daily practice. It identi es

    some of the major analysis done by children psychoanalysts;

    it places us in the infant’s symbolic language showing the

    implications of play therapy and how the parent’s transferen-

    tial dif culties affect the course of the therapeutic process.

    During childhood personality development is framed within

    a process inherent to the changes made by the internal world

    and the infant’s environment.

    Children must overcome the different challenges and must

    become independent and develop in school. As school pro-

    gresses, the child shows his personality through the social

    instances along his their cognitive development. Because of

    this the child acquires a clearer concept of self, how to survi-

    ve and succeed in his environment.

    The formation of his personality develops as the child

    becomes more independent from his parents and interacts

    with peers. Through this interaction the child discovers

    his own values, attitudes and skills that will help him get

    ahead (josselyn, 1948).

    The infant’s psychic apparatus is immature and incapable,

    sometimes, to tackle the internal forces that are available,

    consecutively, domestically and unconsciously.

    The children analysts play an important role in the diagno -

    sis and development of children’s con icts, which are often

    far from the light of truth parents handle.

    Keywords : child therapy, play therapy, symbolism and

    childhood.

    R E S U M E N

    Este artículo presenta las situaciones más relevantes a las

    que se enfrenta el psicoterapeuta de niños en su práctica

    diaria. Permite identi car aportes de algunos de los princi -

    pales analistas de niños de enfoque psicoanalítico; situarse

    en el lenguaje simbólico del infante; las implicaciones de la

    terapia de juego y cómo las di cultades transferenciales de

    los padres del pequeño paciente afectan el curso del proceso

    terapéutico. En la infancia el desarrollo de la personalidad

    está enmarcado dentro de un proceso inherente a los cam -

    bios dados por el mundo interno y el entorno del infante.

    Los niños deben sobreponerse a los diferentes retos; deben

    llegar a ser independientes y desarrollarse en el mundo

    escolar. A medida que el mundo escolar se amplía, el niño

    muestra su personalidad a través de su desenvolvimiento

    social que acompaña su desarrollo cognoscitivo. Debido a

    esto, el menor adquiere un concepto más claro de sí mis -

    mo, de cómo sobrevivir y tener éxito en su medio.

    La formación de su personalidad se desarrolla a medida que

    el niño se vuelve más independiente de sus padres y se re -

    laciona con sus compañeros. A través de esta interacción,

    el niño descubre sus propios valores, aptitudes y destrezas

    que le ayudarán a salir adelante (Josselyn, 1948).

    El aparato psíquico del infante es inmaduro e incapaz,

    en algunas ocasiones, de afrontar las fuerzas internas que

    se disponen inconscientemente a nivel interno en forma

    consecutiva.

    El analista de niños desempeña un papel importante en

    el diagnóstico y la elaboración de con ictos infantiles que

    muchas veces están lejos de la luz de verdad que maneja

    los padres.

    Palabras clave: terapia infantil, terapia de juegos, simbolis -

    mo, infancia.

    Las vicisitudes de la psicoterapiade niños.Una reexión del trabajo clínico con niñosThe vicissitudes of children psychotherapyA reection of clinical work with children

    Sara Zabaraín Cogollo*

    * Psicóloga; especialista en Psicología clínica; magíster en Psicología. Docente investigadora de la Universidad Cooperativa de Colombia, seccional Santa Marta. MDesarrollo Psicoafectivo e Infancia. Correo electrónico: [email protected]

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    Las vicisitudes de la psicoterapia de niños

    IntroducciónEn el análisis de niños existen precursores que hanmarcado los lineamientos generales y signicati- vos de la terapia infantil. Es importante retomarlo planteado por Male (1976), quien realizó un re-

    corrido histórico de los aportes de las guras mássignicativas de la psicoterapia. Este autor planteaque el análisis debe manejarse teniendo en cuentados posturas de la teoría psicoanalítica: los con-ictos originales de la infancia y la inuencia delas primeras relaciones objetales.

    En la terapia infantil deben destacarse las con-tribuciones de Anna Freud (1976), quien planteaque los conictos infantiles, vivenciados por elniño como actuales, impiden una auténtica neu-rosis de transferencia. La madre se encuentrapresente formando una relación tríadica madre-niño(a)-terapeuta.

    Por su parte, Melanie Klein (1988) rescata laasociación lúdica como principal objeto de análisispor parte del terapeuta. La técnica kleniana impli-ca un manejo primitivo del mundo del niño, que lallevó a ampliar el concepto de fantasía inconscien-te, el cual establece un nexo entre el concepto deinstinto y de mecanismos del Yo. Margaret Mha-ler (1984) contribuye con su teoría acerca de laansiedad de separación mientras se da el procesode individuación, que podría ser un obstáculo parael terapeuta de niños muy pequeños.

    Aberastury (1984) enfatiza en los aportes dela Escuela Francesa respecto a la importancia delEdipo para el acceso al orden simbólico, el len-guaje, la estructuración del Yo y el concepto delinconsciente.

    Freud (1981) se destaca con sus aportes acercade las etapas de desarrollo psicosexual y con rela-ción a las diferencias entre el aparato psíquico deun adulto y de un niño.

    Josselyn (1948) realiza grandes aportes con

    respecto al tipo de relaciones tempranas que losniños establecen. La conanza en las relacionessociales parte primero de las relaciones con suspadres y, posteriormente, con sus profesores; éstase revela por primera vez durante el periodo delatencia. Si en el contacto íntimo y cotidiano consus padres el niño ha aprendido que los adultosson personas acogedoras y amistosas, buscaránuevos contactos con otros adultos gracias a la

    conanza generada por estas experiencias tem-pranas.

    Con el ingreso al colegio el niño vivencia efec-tos del cambio y adaptación afectiva: cambia suentorno, entran en su ámbito vital nuevos objetosde referencia con los cuales ha de intentar estable-cer. La experiencia escolar marca la pauta para elposterior desarrollo de habilidades cognoscitivas,así como la pauta para un adecuado desarrollo so-cioafectivo (Gagne, 2004).

    odosestos autores han contribuido a la teoría ypráctica de la psicoterapia de niños y han recibidocríticas, pero todos concuerdan en que el origen delos trastornos psicóticos y neuróticos graves de losadultos se originan en el fracaso de la resoluciónde los conictos en la infancia.

    La mente infantilEl mundo de la psicoterapia de niños representaun reto para la psicoterapia en general. Las fanta-sías y representaciones simbólicas escapan muchas veces a los ojos del psicoterapeuta no entrenado, ya que implica “observar a través de los ojos del in-fante” y sumergirse en ideas, conceptos y símbolosque a veces no se pueden descifrar.

    La mente del niño puede percibirse como irrealdebido a la simbología del juego o como una reali-dad distorsionada. Esto representa las dicultadesque ellos no pueden enfrentar, los problemas queno quieren entender y aceptar el mundo de losadultos con “problemas de adultos”. Los niños sereprimen menos que los adultos en sus acciones.El simbolismo de los sueños infantiles es más pri-mitivo, más claro y, por consiguiente, más fácil deinterpretar (Zulliger, 1920).

    El terapeuta debe sumergirse en un universoirreal, descifrarlo y tornarlo entendible y aceptablepara el infante. Se parte de lo representado en el juego y se lleva al plano consciente; esto signi-

    ca “partir del lenguaje simbólico y trasladarlo alnivel de las palabras”. A través del juego el niñoreeja sus problemáticas en un lenguaje simbóli-co que deja relucir lo inconsciente, pero que noes percibido por el niño como la manifestacióndirecta de sus deseos, como lo podemos observaren el siguiente caso, en el que la niña proyecta susconictos inconscientes en el juego.

    Juliana es una niña de cinco años que presen-

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    ta la siguiente sintomatología: enuresis, terroresnocturnos y agresividad hacia la madre. Se pue-de percibir claramente una problemática edípi-ca que es representada por la mente de la niñaa través de la asociación lúdica de la siguientemanera: el juego de Juliana consistía en hacer ré-plicas de casas y familias con guras, y hacía surelato de lo sucedido en voz alta. Colocaba ambascasas una junto a la otra. El padre (representadoen el juego) le decía a su esposa que iba a trabajarde celador, pero se iba a casa de su amante. Lamadre se quedaba en casa cocinando, mientras, lahija perseguía al padre y le reclamaba a la amantela relación con su papá.

    En algunos momentos del juego, la madre con-fronta a la amante, ya que la hija la lleva en sucarro. En otros momentos, el padre hace reexio-

    nes en voz alta de lo culpable que se siente y quedebe terminar la relación con la otra mujer. Perola amante tiene un novio y reexiona en voz alta:“debo terminar con Luis con mis propias fuerzas”.

    Podemos observar cómo la niña proyecta en el juego relaciones tríadicas. En su inconsciente rea-liza una escisión de la culpa y el deseo. La hijarepresenta el superyó, la culpa, y la amante el deseopor el padre. La simbología del juego representa lamente de la niña y la realización de sus deseos através de éste.

    El juego puede resultar en ocasiones poco en-tendible; otras veces es fácil comprender las repre-sentaciones simbólicas, pero no es menos com-plejo su signicado y el porqué de la elección deéste en el proceso de la psicoterapia; pero siempreencierra un signicado catártico de los conictosinconscientes para el pequeño paciente.

    Al igual que el adulto que maneja la asociación verbal, la asociación lúdica que el niño hace a tra- vés del juego es la manifestación inconsciente desus conictos reprimidos no verbalizados. Lo queconlleva que la psicoterapia de niños implique unaaceptación incondicional de parte del terapeuta,permitiendo que el infante “juegue sus conictos yproblemáticas” sin sentirse juzgado, ya que se nie-ga a vivenciar los conictos que han sido objetode su vida diaria porque le resultan dolorosos y, enocasiones, inaceptables debido a los sentimientosde culpa.

    A diferencia del terapeuta, el adulto representa

    al objeto represor que inhibe la salida de sus im-pulsos instintivos, lo que el terapeuta de niños nohace; éste es un adulto diferente que permite lasalida de estos impulsos y les da una respuesta, querepresenta para el niño el alivio de sus síntomas y el descubrimiento de sus problemáticas incons-cientes de una manera más aceptable para él peroen el lenguaje lúdico que ya conoce y maneja, y noes extraño a su realidad simbólica.

    A través del juego, el niño proyecta todas lasfantasías de su mundo interno y enfrenta con ma- yor facilidad sus miedos, deseos y conictos, sintemer a las consecuencias punitivas de sus actos.

    Para acompañar al niño terapéuticamente enel juego, el analista debe hacer un diagnóstico delo que desencadenó el conicto y cuál es la mejormanera de cambiarlo, valiéndose de la teoría y los

    determinantes del síntoma para realizar la orien-tación terapéutica.

    Lo más importante de entender la mente in-fantil es lograr la conexión con el pequeño pacien-te a través de lo simbólico de su lenguaje y estardispuesto a participar en el juego, permitiendo queel dictamen del inconsciente prime en el análisisdel material lúdico.

    Principales acepciones acerca de laterapia de niños: la terapia de juegoy sus utilidades West (1994) expone que la orientación psicológicaque hace el terapeuta de juego se hace a través deuna comunicación verbal y no verbal, a niveles ín-ter e intrapersonales, con otro individuo. Para esteautor, la relación que se establece entre el niño yel terapeuta, quienes se unen como cotrabajadores,debe centrarse siempre en el menor.

    Esta autora plantea cuatro niveles de interac-ción terapéutica:

    • El nivel I: Se basa en la presencia físicadel terapeuta de juego, los ademanes no verbales y las armaciones reexivas o derespuesta simple como: “Estás ordenandolas cosas”.

    • El nivel II: El terapeutareeja mediantela repetición el juego del niño, alternan-do la inexión o colocando en palabras

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    las acciones o comportamientos del niño; parafrasea,utilizando palabras diferentesa las que el niño ha utilizado;resume laspalabras o hechos; yamplica el juego delniño invitándolo a hablar de lo que éste hahecho durante el juego: “Cuando estabasdescansando, escuchaste que la niña esta-ba llorando, así que fuiste a buscarla y lallevaste al médico, y luego te sentiste muycansada”.

    • El nivel III: Se dan de parte del terapeuta,quien realiza interpretaciones en tercerapersona del juego del niño, desde su puntode vista, utilizando la empatía primaria enla que se reejan pensamientos, sentimien-tos y afectos del niño: “La bebé se sentíasola, por eso fue a buscar a su mamá”.

    El nivel IV: Se realizan interpretacionesdirectas, basándose en lo que el terapeutadeduce y siente en el juego del niño y pro-ducto del análisis de la problemática quereeja en el juego: “Cuando te sientes solade noche, buscas a tu mamá para sentirteprotegida”.

    Así mismo, West (1994) recomienda que losterapeutas principiantes utilicen en las primerassesiones el nivel I y II, y de manera gradual inclu-

    yan los otros niveles. Esto varía según las metasque el terapeuta de juego establece.Según Schaefer (2005) las metas de la terapia

    de juego son: ayudar a que el niño sufra menos,superar traumas, adaptarse a los sucesos de la vida,afrontar la enfermedad, dominar las fobias, estaren condiciones para asistir al colegio, manejar laagresividad y aceptar las limitaciones del aprendi-zaje o un impedimento físico.

    El juego permite que el pequeño paciente es-tablezca contacto con sus conictos de una formano perturbadora para su inconsciente; es el len-guaje que él conoce y a través del cual se expresa ensu cotidianidad. A través de éste, deja de percibiral terapeuta como adulto y lo invita a un mundode fantasías y realidades, confusas para su aparatopsíquico. El niño disfruta el juego y se sorprendede que un adulto lo entienda, lo siga y no lo juz-gue; además, manda en el juego, lo controla, repri-me o deja salir en sus asociaciones lúdicas lo que

    está preparado para expresar en el contexto de laterapia.

    La terapia de juego de enfoque psicoanalí-tico permite que el niño proyecte sus realidades y elabore sus pérdidas; como lo podemos obser- var a través del juego del niño del siguiente caso,quien vivencia dos situaciones de pérdida:el niño fueabandonado por su padre, y su madre lo dejó alcuidado de familiares.

    El juego de Felipe : Felipe es un niño de nueveaños que fue abandonado por su padre y criadopor su madre, hasta los cinco años. Después deesto, la familia materna asumió el cuidado delniño, porque la mamá conformó un nuevo hogarfuera del país y tuvo dos hijos más.

    Felipe es un niño introvertido, con un CI alto,con pocos amigos, que le gusta ilustrar sus propias

    historietas, que narra en voz alta como si la lecturafuera sólo para él, a pesar de la presencia del tera-peuta. El juego de Felipe consistía en hacer ciu-dades completas, donde la familia principal, “losSmith”, tenían una misión secreta que cumplir ytodo lo consultaban y hacían juntos. Las misioneseran peligrosas, pero todos conaban en el papelque asumía el “padre”, el personaje principal, quienatravesaba múltiples obstáculos, pero todos logra-ba vencerlos “por el bien de su familia”. En mediode las misiones, el señor Smith luchaba con los

    criminales y sacaba tiempo para ir a comer ham-burguesas en McDonald’s con toda su familia.En este caso, se puede percibir cómo el niño

    proyecta en el juego sus ideales de familia. Entodo momento incluye al terapeuta en el juegopor medio de un personaje: “el ayudante”, al cualel señor Smith le encomienda funciones para lle- var a cabo con éxito sus misiones. Felipe incluye alterapeuta de juego, quien sirve de Yo auxiliar delniño durante las sesiones. A través de la terapialúdica, el paciente logra enfrentar su conictiva deuna forma menos peligrosa para su inconsciente yaprende a enfrentar nuevas situaciones de su reali-dad. Olander (citado por West, 1994), explica queel juego es la manera en que los niños someten aprueba al mundo y aprenden sobre él: el terapeu-ta representa el mundo de realidades a través del juego y enseña al niño a enfrentar sus conictos.

    Siguiendo a Anna Freud (1976), el terapeu-ta realiza un trabajo educacional; es en el juego

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    donde él entra en contacto con el inconsciente delniño, de una manera complementaria, y logra en-tender sus conictivas.

    El terapeuta de juego debe estar atento para nodejarse arrastrar a una participación en la que sólosería un compañero de juego. A veces es difícilconservar el rol sin dejar de identicarse con el juego del niño –“se juega a través del niño”–; porlo que el psicólogo que practica la terapia de juegopsicoanalítica debe establecer límites contratrans-ferenciales, pero a su vez esta situación le permiteentender lo que sucede en el menor y el tratamien-to. No comparte las fantasías y sentimientos que elpequeño paciente suscita en él, sino que escuchalo que su inconsciente le dictamine, ya que de estamanera evitará decir o hacer algo que lastime alniño (Schaefer, 2005).

    Los padres, las fantasíastransferencialesPara comprender el conicto psíquico del niño,hay que ubicarlo en su contexto familiar. Es im-portante escuchar atentamente, desde la prime-ra sesión, el discurso de los padres, la actitud delniño, sus gestos cuando sus padres relatan los su-cesos, lo que se le prohíbe durante el relato y cuáles su reacción, pudiéndose así observar la diná-mica familiar y las apreciaciones inconscientes decada miembro.

    Desde ese primer instante, el analista es perci-bido por los padres como el solucionador de pro-blemas, y para el niño el terapeuta es simbolizadocomo el adulto “que resuelve”. Los padres acudenal terapeuta conscientes del pedido de ayuda, peroel niño no tiene conciencia de su sufrimiento, yaque los benecios secundarios de su trastorno sir- ven de pantalla y enmascaran la situación (Male,1976).

    Los padres “adultos” proyectan y se identican

    con el analista a través de aquellas estrategias queno han querido utilizar por temor a perder el amordel niño, o lo perciben como el revelador de aque-llas situaciones que ellos no se atreven a enfrentar.

    En muchas ocasiones la consulta terapéuticatermina siendo más para los padres que para losniños; éstos son vistos como el chivo expiatoriode los problemas de la dinámica familiar. En oca-

    siones solo el hecho de hablar del “problema delniño”, observado desde la óptica de la dinámicafamiliar, es en sí mismo el momento en que el pa-dre o la madre asumen el problema del paciente,como algo más que un problema de ellos comopareja (Male, 1976). El analista señala paso a pasoaquellas situaciones de la infancia que les permi-te identicar aquellas situaciones generadoras deansiedad, o de su postura como padres que desen-cadena sentimientos de culpa y temor hacia el fu-turo.

    El analista es percibido por los padres comoun “padre protector”, pero al mismo tiempo comoalguien que “juzga sus errores”, ante el cual seexcusan incesantemente. Al lado del relato delproblema del niño, muchas veces surge el pedidode ayuda de parte del padre o madre, acerca de

    sus problemáticas infantiles no resueltas. Pidenperdón por la irrupción de estas “confesiones” y,al mismo tiempo, la culpa les impide juzgar alanalista, quien representa al objeto producto desus conictos infantiles. El terapeuta es trasferen-cialmente percibido como objeto bueno o malo,dependiendo de las palabras de su discurso enese momento. La fantasía de sentirse perseguidoconstantemente por los padres de la infancia sereeja en ese momento asintiendo o negando lassugerencias del terapeuta.

    La relación entre los niños y sus padres se tor-na, en su gran mayoría, en una relación tríadica:madre-niño-terapeuta. El abordaje terapéuticode la madre comienza desde la primera consul-ta (Male, 1976), debido a que ella es la principalconsultora de problemas asociados a la infancia.Dependiendo de la edad del paciente, la presenciade la madre constituye una evolución singular dela transferencia.

    La interpretación del escenario lúdico se tor-na más difícil por la presencia de la madre; éstaes mucho más que un espectador: representa unactor activo de la dinámica terapéutca, y su in-consciente se hace presente en la escena de ma-nera pasiva o activa. Escucha las interpretacionesdel terapeuta y, al mismo tiempo, en ocasiones,da respuesta a sus conictos, madura, y en otras,resuelve sus preocupaciones maternas.

    Siguiendo lo expresado por Male (1976), el tra-bajo terapéutico se torna “poliobjetal”, haciendo

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    que el niño y sus padres sean observadores cuida-dosos de lo que sucede entre el terapeuta y el otro.Con respecto a esto es importante tener en cuentaque la relación entre niño y terapeuta es fuerte y seestablecen lazos transferenciales importantes, peroes secundaria a la relación que el menor sostienecon sus padres, por lo que no sólo es importanteque éstos respalden el hecho de que el pacienteasista a terapia, sino que apoyen los cambios quenecesita hacer o que está efectuando (Schaefer,2005).

    Es importante que los padres se comprometancon el tratamiento y no obstaculicen la terapia ac-tuando en contra de las sugerencias establecidaspor el terapeuta o ignorándolas. Es necesario ha-cerles saber que si ellos hablan o actúan de mane-ra que frustre el crecimiento de su hijo, será algo

    que repercutirá en su conducta, en algunos casosde manera irreversible. Por tanto es importantehablarles reconociendo que son situaciones en lasque no se es experto al conformar una familia, confranqueza, aunque resulte doloroso, y orientarlos an de que no se sientan derrotados. Al estableceruna comunicación clara y conexiones sólidas conlos padres, el terapeuta asegurará una inuenciapositiva que ayudarán a abordar los momentosde problemas, crisis y dudas durante la terapia(Schaefer, 2005).

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