LauraPerez.Debate entre la teoría intencionalista y disyuntivista de la percepción
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“Debate entre la teoría intencionalista y disyuntivista de la percepción” Laura Pérez 7 de abril de 2010 Introducción
Según T. Crane, para el teórico representacionista de la percepción sólo podemos ser
conscientes en la experiencia –por introspección– de las cosas mismas, que no son más
que los objetos cotidianos de la experiencia; además, en la introspección de una
experiencia perceptual nunca se revela la conciencia de ninguna propiedad de la
experiencia misma o de una multitud de meras sensaciones. La postura alternativa
sostiene que aunque somos concientes en la experiencia perceptual de cosas
independientes de nuestra experiencia, la introspección también puede revelar la
conciencia de propiedades de la experiencia misma. Según esta posición, la experiencia
siempre lleva consigo la instanciación de propiedades intrínsecas, cualitativas no
representacionales, conocidas como qualia. Esta posición es conocida como la teoría de
los qualia.
Para algunos filósofos la disputa entre el representacionismo y la teoría de los
qualia es considerada como el máximo cisma en la filosofía de la mente. Por lo que
respecta a la filosofía de la percepción, Crane sostiene que la pregunta sobre los qualia
no es una pregunta muy importante o es un problema que aunque está relacionado con
el problema de la percepción, es una cuestión relativamente menor.1 Según Crane, el
gran cisma en la filosofía de la percepción está creado por la disputa sobre si la
experiencia es relacional o no; éste es el debate entre los intencionalistas y los
disyuntivistas sobre el fenómeno de la percepción. El defensor de los qualia no trata de
manera directa la cuestión sobre si la percepción es o no relacional.
En este trabajo asumiré que el problema de la percepción es el problema sobre si
la experiencia perceptual es relacional o no. No estudiaré las razones a favor o en contra
de si el problema de los qualia es una cuestión revelante en la filosofía de la percepción,
en este sentido, seguiré el planteamiento de Crane sobre el problema filosófico de la
percepción. Para tratar este problema, examinaré la respuesta que se ofrece desde el
1 Ver Crane, T., 2006, “Is There a Perceptual Relation?”, en Gendler, T.S. & J. Hawthorne (eds.) Perceptual Experience, Clarendon Press: Oxford, pp. 126-146. Crane señala que el debate sobre los qualia –por ejemplo, entre N. Block y D. Chalmers– no es si los qualia existen o no, sino si pueden explicarse físicamente, pp. 127 y 142-143. Crane señala que el teórico de los qualia busca defender que, además de que la experiencia tiene un contenido representacional, la experiencia también tiene qualia. Cabe señalar que algunos filósofos como M. Tye sí han discutido con los teóricos de los qualia sobre sí éstos existen o no.
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intencionalismo y el disyuntivismo. En particular, me concentraré en el intencionalismo
de M. Tye y la posición disyuntivista de M. Martin. Dividiré el trabajo en tres
apartados. En el primero explicaré cómo es que se genera el problema de la percepción,
siguiendo a Crane, y examinaré las respuestas que darían un intencionalista y un
disyuntivista. En el segundo apartado estudiaré la defensa que Tye ofrece del
intencionalismo como un intento para responder al argumento de un contenido no
común propuesto por el disyuntivista. Finalmente, en el tercer apartado examinaré los
principios o compromisos que Martin propone para comprender lo que defiende el
teórico disyuntivista.
1. Cuál es el problema de la percepción
Crane señala que no todas las experiencias involucran relaciones con objetos reales o
instancias de propiedades, pues el sujeto puede tener experiencias de alucinación o
engañosas que no involucren tales relaciones, además el sujeto puede tener
experiencias en las cuales sea consciente de propiedades que no atribuiríamos a los
objetos percibidos sino a la experiencia misma. La tesis de la transparencia es la que
motiva a la versión del problema de la percepción planteada por Crane; según ésta,
somos conscientes de objetos físicos y de propiedades del objeto percibido. Sin
embargo, la tesis no parece ser verdadera sin condición. A saber, es generalmente
verdadero que las cosas que directamente vemos son cosas cotidianas y sus
propiedades. Pero si casos de alucinaciones que resultan al sujeto indistinguibles de
percepciones verídicas son posibles, entonces la afirmación de que somos conscientes
de objetos físicos no es siempre verdadera. Por ejemplo, la experiencia de alucinación
de ver una araña que camina sobre mi pierna puede ser indistinguible del caso verídico
de percibir una araña que camina sobre mi pierna.2 Asimismo, es generalmente
verdadero que no somos directamente conscientes de propiedades de las experiencias
mismas, pero no es controversial que se presenten casos en los que sí lo somos. Así,
podemos ser conscientes de propiedades de nuestra experiencia que no son propiedades
de los objetos percibidos (o propiedades de los objetos en donde se les representa como
teniendo esas propiedades). Por ejemplo, la escena vista inmediatamente posterior de
haberme tallado los ojos, me aparece como teniendo manchas negras, sin embargo, no 2 Una experiencia de alucinación es aquella en la que el objeto de la experiencia no existe independientemente de ella. Una experiencia de ilusión es aquella en la cual el objeto físico es realmente percibido, pero dicho objeto aparece perceptualmente distinto a cómo realmente es, por ejemplo, tiene propiedades distintas a las del objeto independiente de la experiencia. Se entiende por percepción a la experiencia que es verídica y exitosa porque logramos percibir al objeto y sus propiedades independientes de la experiencia.
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diríamos que lo que está a mí alrededor tiene estas manchas negras, sino que
experimento la escena vista como teniendo manchas negras.3 La idea de hacernos
conscientes de propiedades de la misma experiencia puede comprenderse de tal forma
que en la experiencia podríamos atender a cómo son los objetos –públicos e
independientes de la experiencia– que percibimos, pero también podríamos atender a las
características de la propia experiencia o a algún aspecto de la experiencia, de modo que
la primera posibilidad no tendría que descartar a la segunda. Una versión del
representacionismo negaría lo anterior, pues sólo podemos hacernos conscientes de
cómo es nuestra experiencia fenoménicamente, o cómo es tener cierta experiencia visual
de un objeto, atendiendo a lo que está representado; en esta versión del
representacionismo, para saber cómo es nuestra experiencia subjetiva o
fenoménicamente debemos atender a los objetos representados en la experiencia.
Cuando la tesis de la transparencia es cuestionada se presentan dos preguntas. La
primera es cómo podemos dar cuenta de lo que experimentamos cuando alucinamos
algo. La segunda es cómo podemos dar cuenta de las propiedades que no están
instanciadas en los objetos percibidos, sino en la experiencia misma. La primera
pregunta nos conduce al argumento de la alucinación y la segunda al argumento de la
ilusión.
Una versión del argumento de la ilusión es la siguiente. En los casos de ilusión,
el sujeto es consciente en su experiencia de algo que tiene la cualidad F (cualidad que el
objeto percibido no tiene). Cuando el sujeto es consciente en su experiencia de la
cualidad F, debe haber algo que tenga dicha cualidad. A la idea de que debe haber un
objeto del cual el sujeto es consciente que tenga la cualidad F, se le denomina el
Principio fenoménico. Como el objeto real percibido no tiene la cualidad mencionada,
entonces se sigue que el sujeto no es consciente del objeto real, sino de otro tipo de
objeto. Para dar cuenta de qué es lo que se experimenta en estos casos, el teórico de los
datos sensoriales sostendría la existencia de objetos mentales. Desde el argumento de la
ilusión se niega la posición realista ingenua según la cual somos conscientes de objetos
físicos. Sin embargo, podría negarse el Principio fenoménico indicando que para
hacernos conscientes de una propiedad, no tendría que haber un objeto del que seamos
conscientes que tenga esa propiedad. Todavía podría afirmarse que no es que seamos
3 Casos similares ocurren cuando una impresión visual permanece en la retina después de que el estímulo inicial desaparece o se elimina. A estos casos se les conoce como afterimages; en éstas podrían verse colores adicionales a los que aparecieron en la imagen original.
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conscientes de objetos dependientes de la experiencia, y que la propiedad de la que
somos conscientes no es una propiedad de un objeto dependiente de la experiencia, sino
una propiedad de la experiencia misma. La teoría adverdial defendería la existencia de
propiedades de las experiencias. En esta última, la propiedad se predicaría de la
experiencia, no del objeto percibido.
Una versión del argumento de la alucinación es la siguiente. Es posible que se
presenten casos en los cuales el objeto de la experiencia no exista independientemente
de ella y que dicha experiencia aparezca al sujeto como una percepción exitosa. Si una
experiencia de alucinación puede ser indistinguible de una percepción exitosa, entonces
en la percepción no se establece una relación con los objetos físicos cotidianos
independientes de la experiencia. Por tanto, la experiencia de alucinación y la
percepción forman parte del mismo tipo de estado mental. La respuesta de la
concepción intencionalista de la percepción al argumento de la alucinación es que la
percepción es una representación del mundo. No es generalmente verdadero que si X
representa a Y, entonces Y debe existir. Así, una representación perceptual no implica
esencialmente una relación con lo que se ha representado. Otra forma de responder al
argumento de la alucinación es recurriendo a la concepción disyuntivista de la
percepción; en ésta, la percepción es una relación genuina con el mundo y la
alucinación es una simple apariencia o representación, y no hay un tipo fundamental de
estado mental al que las dos experiencias pertenezcan. La teoría intencionalista tiene
una perspectiva representacional de la experiencia; la teoría disyuntivista tiene una
perspectiva relacional de la experiencia. La reflexión sobre lo inadecuado de la tesis de
la transparencia, según Crane, permite conducirnos al problema tradicional de la
percepción. Según Crane, la esencia del problema es cómo explicar la aparente relación
con objetos físicos cotidianos en la percepción, dada la posibilidad de las experiencias
de ilusión y alucinación. En otras palabras, el problema de la percepción es si hay una
relación perceptual tal como parece haber.
La existencia de un estado intencional no supone la existencia de su objeto y por
tanto, la intencionalidad no es una relación. Es por esta razón que se le denomina
tradicionalmente al intencionalismo la concepción representacional (no relacional) de la
experiencia. En esta versión del intencionalismo, si la condición o la propiedad
intencional de las experiencias no es relacional, entonces la intencionalidad es una
propiedad intrínseca de las experiencias. Sin embargo, la intencionalidad ha sido
comprendida de maneras distintas a la anterior, que Crane considera incorrectas. Una
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versión distinta del intencionalismo tradicional sostiene que la intencionalidad sí es una
propiedad relacional. En esta segunda versión del intencionalismo, la propiedad
intencional ha sido comprendida como relacional porque se supone que involucra
relaciones con entidades intensionales, tales como las proposiciones. Según esta idea, si
los estados intencionales son relaciones con proposiciones esto sería consistente con
decir que los estados intencionales no sean relaciones con sus objetos intencionales. Sin
embargo, no tiene sentido decir que las proposiciones –que son los contenidos
proposicionales de la experiencia o la forma en que se representa al mundo siendo de
cierta manera– son el objeto de la experiencia. Las proposiciones deben distinguirse de
los objetos intencionales de la experiencia –que son los objetos sobre los que trata o
están dirigidos los actos intencionales, lo que vemos, tocamos, olemos, etc.4 El objeto
intencional es lo que está siendo experimentado (e.g., lo que veo es una araña que
camina sobre mi pierna, no el contenido proposicional o la proposición de que hay una
araña que camina sobre mi pierna); otra forma de estimar la distinción es en términos
del vehículo de la representación y el objeto representado (e.g., cuando veo una postal
del Zócalo de la Ciudad de México, la postal es el vehículo de la representación y el
Zócalo es lo que se representa).
En una versión externista de la intencionalidad se afirma que alguna
intencionalidad sí es relacional, a saber, algunas representaciones sí son relacionales y
otras no lo son. Ésta es una versión mixta de la intencionalidad. Cuando la
intencionalidad sí es relacional, el contenido es dependiente del objeto percibido, a
saber, el estado intencional depende de la existencia de un objeto; en la intencionalidad
que no es relacional, el contenido de la experiencia es independiente de la existencia del
objeto percibido. Desde esta distinción, una concepción representacional se comprende
desde la idea de la independencia del objeto; y la concepción relacional se comprende
desde la idea de la dependencia del objeto. No obstante, esta distinción no puede
ayudarnos a comprender en qué sentido la experiencia puede ser relacional, pues no es
claro qué significa que la experiencia dependa de la existencia de un objeto percibido.
Según Crane, la experiencia podría depender de un objeto de diferentes maneras, por
ejemplo, los estados mentales podrían ser dependientes de un objeto percibido porque se
4 Cuando la propiedad de la intencionalidad es entendida como relacional, Crane habla de relaciones con entidades intensionales tales como las proposiciones. Cuando se distingue el contenido proposicional de una experiencia –por ejemplo, el contenido proposicional de que hay una araña que camina sobre mi pierna– del objeto intencional –la araña que camina sobre mi pierna– en este ejemplo, la araña es el objeto intencional del estado intencional. Ver Crane 2006, pp. 135-137.
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expresan usando nombres propios, o porque tienen que ver con clases naturales, etc.
Otra forma de comprender que el contenido dependa de los objetos percibidos es que la
experiencia tenga un contenido demostrativo, a saber, pensamientos con contenido
como ‘ése es F’. Sin embargo, la capacidad del sujeto para tener pensamientos
demostrativos sobre los objetos que percibe y los diferentes tipos de pensamientos
demostrativos que la percepción hace disponibles, son preguntas distintas de qué es lo
que la percepción –en primera instancia– hace disponible al pensamiento o qué es lo que
se hace manifiesto en la percepción misma. La última cuestión es el problema que
interesa resolver al filósofo de la percepción. Según Crane, la idea de la experiencia
dependiente del objeto no captura el carácter relacional de la percepción como la
manera en el que el mundo se hace manifiesto en la experiencia.
Como mencioné antes, una alternativa a las diferentes versiones del
intencionalismo es la teoría disyuntivista de la percepción. El disyuntivista cuestiona la
conclusión del argumento de la alucinación –que la percepción y la experiencia de
alucinación sean estados mentales del mismo tipo– señalando que la indistinguibilidad
de las experiencias desde la perspectiva del sujeto no es condición suficiente para
concluir que los casos verídicos y los no verídicos sean experiencias del mismo tipo.
Ciertamente el sujeto que experimenta esta indistinguibilidad describe sus experiencias
de la misma manera. La descripción de dichas experiencias puede ser verdadera, pero la
razón de su verdad no es porque la experiencia de alucinación y la percepción verídica
en cuestión formen parte de un mismo tipo de estado mental. La descripción del sujeto
de que percibe una araña que camina sobre su pierna es verdadera porque se trata de la
percepción verídica de una araña que camina sobre su pierna. Asimismo, la descripción
del sujeto de que ve una araña que camina sobre su pierna es verdadera porque se trata
de una experiencia de alucinación de una araña que camina sobre su pierna. Según el
disyuntivista, la descripción común que se aplica tanto a la percepción como a la
alucinación es que la apariencia perceptual de una araña que camina sobre mi pierna es,
o bien, la percepción exitosa de una araña que camina sobre mi pierna, o bien, la
alucinación de una araña que camina sobre mi pierna.
Como vimos antes, diferentes versiones de la posición intencionalista enfrentan
algunas dificultades al tratar de responder al problema sobre si la percepción es o no una
relación con objetos físicos cotidianos (objetos percibidos). En el siguiente apartado me
concentraré en la versión intencionalista de M. Tye. Antes de pasar a la segunda
sección, consideraré algunas distinciones importantes y casos perceptuales para
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comprender la posición de Tye y el representacionismo en general. Cabe mencionar que
Crane distingue entre la teoría representacionista y la teoría intencionalista de la
percepción, en particular, la teoría representacionista debate con el teórico de los qualia
sobre cómo debería explicarse el contenido de las experiencias. Por su parte, el teórico
intencionalista debate con el disyuntivista para dar respuesta al problema sobre si la
percepción es o no una relación dadas situaciones de error perceptual. Tye, sin embargo,
no distingue entre la teoría representacionista y la intencionalista (o el contenido
representacional e intencional) usándolos de manera indistinta, por lo menos en los
artículos examinados.
En el artículo “Representationalist Theories of Consciousness”5 Tye explica que
las experiencias perceptuales tienen un carácter fenoménico. Por el carácter fenoménico
de una experiencia se entiende la manera en que el sujeto experimenta algo, por
ejemplo, cómo es para el sujeto tener la experiencia visual de un objeto amarillo. Para
Tye, las teorías representacionistas de la conciencia son teorías que estudian el carácter
fenoménico de las experiencias,6 entre ellas, las experiencias perceptuales.
Tye estima una versión clásica sobre las experiencias en la cual se defiende que
todas las experiencias tienen carácter fenoménico pero no todas tienen contenido
representacional (no representan nada). En esta versión clásica, se afirmaría también
que aunque dos experiencias perceptuales podrían tener el mismo contenido
representacional, el carácter fenoménico de dichas experiencias podría ser distinto (por
ejemplo, el caso del espectro invertido), o podrían tener el mismo carácter fenoménico
pero un contenido representacional distinto (por ejemplo, el caso de la tierra invertida).
De esta manera, según la versión clásica de las experiencias, el carácter fenoménico no
corresponde con el contenido representacional de las experiencias. En el caso del
espectro invertido un sujeto tiene un sistema visual distinto al del sujeto estándar, sus
experiencias de color están invertidas con respecto a las del sujeto normal. Cuando el
sujeto con el espectro invertido percibe un objeto coloreado, su experiencia es
fenoménicamente distinta de nuestras experiencias normales, pero el contenido
representacional de su experiencia es el mismo que el nuestro. Por su parte, la tierra
invertida es un planeta imaginario en el cual los objetos tienen colores complementarios
a los colores de sus contrapartes en la tierra; en todos los demás aspectos la tierra 5 Ver Tye, M., 2009, “Representationalist Theories of Consciousness” en B. McLaughlin y A. Beckermann (eds.) The Oxford Handbook of Philosophy of Mind, Oxford: Oxford University Press. 6 Tye (2009) incluye en experiencias a las experiencias perceptuales, las sensaciones corporales, las reacciones o pasiones o emociones, y los estados de ánimo.
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invertida es como la tierra. Las contrapartes de los habitantes o gemelos de la tierra
invertida tienen experiencias con contenidos representacionales invertidos a los
contenidos de las representaciones de los habitantes de la tierra, pero la fenomenología
de las experiencias de los gemelos de la tierra invertida y las experiencias de los
habitantes de la tierra es la misma. Tye (2009) señala que los juicios que se hacen
respecto a los colores y el comportamiento de los sujetos de ambos escenarios (el del
espectro invertido y la tierra invertida) serán distintos a los del perceptor con el espectro
normal y el perceptor de la tierra. El sujeto con el espectro invertido y el gemelo de la
tierra invertida, por ejemplo, harán menos discriminaciones sobre los tonos o matices de
los colores que el sujeto con el espectro normal y el habitante de la tierra, asimismo,
clasificarán incorrectamente los matices o tonos de los colores. Esto es, las experiencias
del sujeto con el espectro invertido y el gemelo de la tierra invertida no tienen los
mismos contenidos representacionales que las de los sujetos normales. Es por ello,
según Tye, que los casos del espectro invertido y el de la tierra invertida no logran
cuestionar la relación entre el carácter fenoménico y el contenido representacional que
él defiende.
La teoría representacionista puede comprenderse de diferentes maneras. Tye
distingue entre una versión fuerte y una débil. En un representacionismo fuerte el
carácter fenoménico de la experiencia es uno y el mismo que el contenido
representacional. En una versión débil del representacionismo se defiende que el
carácter fenoménico sobreviene en el contenido representacional. También se considera
una versión reduccionista y no reduccionista del representacionismo; el reduccionismo
se decide a partir de si el contenido representacional puede explicarse o no en términos
físicos o funcionales. Hay también una versión fregeana y una versión no fregeana del
representacionismo; en la versión fregeana el contenido representacional está
individuado por lo menos en parte por modos de presentación conceptuales, para el no
fregeano, los contenidos no son conceptuales. Tanto el representacionismo fuerte como
el débil pueden ser reduccionistas o no reduccionistas, así como fregeanos o no
fregeanos.
Tye señala que existen diferentes versiones del representacionismo, sin embargo,
ningún representacionista aceptaría que el contenido de la experiencia fueran individuos
concretos. En una experiencia, somos conscientes de algo que está fuera de nosotros,
por ejemplo, un cuadro, y de diferentes cualidades que experimentamos como siendo
cualidades de las partes del cuadro, y al ser conscientes de estas cosas, somos
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conscientes de cómo es para nosotros esta experiencia subjetivamente o
fenomenológicamente. Pero la conciencia de cómo es o de la fenomenología de la
experiencia, no es una conciencia de re de la experiencia o sus cualidades. Aunque es
cierto que los objetos particulares no individúan al contenido intencional, el
representacionista acepta y se apoya en la idea de la transparencia de la experiencia. La
dificultad es que, como plantea Crane, la tesis de la transparencia no siempre es
correcta; así, si el representacionismo de Tye depende de esta tesis, éste también
resultará incorrecto.
Tanto para un representacionista fuerte como para un débil, una vez que las
cualidades de la experiencia cambian –que son las diferentes maneras en que las cosas
aparecen en la experiencia– necesariamente el carácter fenoménico de la experiencia
cambiará. Para un representacionista fuerte lo anterior ocurre porque el carácter
fenoménico es idéntico a cierto tipo de contenido representacional en donde las
cualidades relevantes se introducen. Para el débil, una vez que las cualidades que se
experimentan directamente están fijas, o se fijan, el carácter fenoménico se fija, a saber,
necesariamente dos estados que sean parecidos en su contenido representacional
relevante serán parecidos en su fenomenología. A la pregunta sobre cómo es que nos
hacemos conscientes de la fenomenología de la experiencia, el representacionista señala
que en la experiencia perceptual el sujeto es inmediatamente consciente del mundo
físico exterior no de propiedades internas a la experiencia. Al hacernos conscientes de
los objetos físicos cotidianos, nos hacemos conscientes de cómo es para nosotros tener
esa experiencia o de la fenomenología de la experiencia.
Tye estudia algunos casos perceptuales y la explicación que se ofrecería de ellos
a partir del representacionismo. Tye examina el problema de las diversas propiedades,
según el cual, en una experiencia vemos un cuadro rojo y un círculo azul, y en otra
vemos un cuadro azul y un círculo rojo. Diríamos que las propiedades de las dos
experiencias son las mismas, las propiedades de ser cuadrado, redondo, de rojo y de
azul. Pero si las propiedades son las mismas, ¿cómo podemos distinguir a estas
experiencias? Ante este problema, el representacionista explica que el contenido
representacional de las dos experiencias es distinto pues las condiciones de satisfacción
o de corrección de cada experiencia son distintas. A saber, las experiencias pueden ser
verdaderas o falsas. Serán verdaderas si el mundo es cómo el sujeto lo experimenta, y
falsas en el caso contrario. La diferencia entre las experiencias es que las circunstancias
que hacen que las experiencias sean correctas o incorrectas serán circunstancias
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distintas para cada experiencia. Consideremos ahora que las experiencias de dos sujetos
son parecidas, a saber, dos sujetos experimentan a los objetos de la misma manera; si
éste es el caso, entonces las cosas les aparecen subjetivamente de la misma manera a
ambos. Como mencioné antes, para el representacionismo fuerte el carácter fenoménico
es el contenido representacional de la experiencia, así, el carácter fenoménico
necesariamente varía con el contenido representacional. Sin embargo, podría
considerarse que la mismidad en cómo aparecen las cosas debe distinguirse de la
mismidad en el carácter fenoménico de las experiencias. El representacionista no
aceptaría lo anterior pues afirma que donde cabe suponer que hay mismidad en la
apariencia subjetiva hay mismidad en el carácter fenoménico. Por último, estimemos el
caso de la experiencia visual de una gallina con manchas. El representacionista
distingue entre el carácter fenoménico de ver de manera borrosa y ver claramente algo
que es borroso; en el segundo caso, hay una indeterminación fenoménica sobre el
número de manchas que tiene la gallina, de tal manera que la experiencia visual
representa a una gallina con un número indeterminado de manchas. En el primer caso
(ver de manera borrosa), el sujeto podría tener una experiencia borrosa en la cual se
representan menos detalles sobre la superficie de los detalles que son representados
cuando uno ve claramente. Uno ve claramente algo borroso cuando en la experiencia
visual se representa que los límites del objeto borroso se encuentran en regiones
espaciales determinadas sin representar exactamente en dónde se ubican. Hay una
diferencia fenoménica entre ver algo borroso y ver claramente algo borroso porque hay
una diferencia representacional en estas dos experiencias.
La versión de la teoría intencionalista que enseguida examinaré considera las
alternativas que tendría un intencionalismo fuerte para defender la identidad entre el
carácter fenoménico y el contenido representacional.
2. La versión intencionalista de Tye
En este apartado estudiaré la posición que Tye desarrolla en “Intentionalism and the
Argument from No Common Content”.7 La estrategia de Tye es revisar algunas
alternativas que expliquen el contenido de las experiencias perceptuales para lograr
responder al teórico disyuntivista que niega la identidad entre el carácter fenoménico y
el contenido representacional de las experiencias. La formulación del argumento del
7 Ver Tye, M., 2007, “Intentionalism and the Argument from No Common Content”, en Philosophical Perspectives, 21, Philosophy of Mind, pp. 589-612.
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teórico disyuntivista o de un contenido no común en contra de un representacionismo
fuerte es como sigue:
(1) Ninguna experiencia verídica y de alucinación comparten el mismo contenido
representacional.
(2) Algunas experiencias verídicas y de alucinación tienen el mismo carácter
fenoménico.
Por lo tanto, el carácter fenoménico es distinto del contenido representacional de las
experiencias.
Tye no defiende un representacionismo fuerte o la identidad entre el carácter
fenoménico y el contenido representacional; considera una segunda opción, un
representacionismo débil el cual acepta la tesis de superveniencia según la cual
necesariamente dos experiencias con el mismo contenido representacional tendrán el
mismo carácter fenoménico. En este sentido, el carácter fenoménico sobreviene en el
contenido representacional de las experiencias. Tye estima cinco alternativas posibles
que figuren como el contenido de las experiencias perceptuales: la tesis de un contenido
existencial, la tesis de un contenido singular (o esquemas de contenido SWF), tesis en la
que cual no todas las experiencias perceptuales tienen contenido, la tesis de los
contenido múltiples, y la tesis de la superveniencia. Comencemos con la tesis de un
contenido existencial.
Según la tesis de un contenido existencial, el contenido de una experiencia no se
determina usando términos que refieran a los objetos de la experiencia. Desde esta
concepción, los términos que permiten caracterizar al contenido de una experiencia son
conceptos sobre el color, la textura de la superficie, la forma, etc. Los conceptos sobre
los objetos físicos cotidianos sólo se introducen en las creencias asociadas con las
experiencias perceptuales. Así, dos experiencias pueden tener el mismo contenido
existencial, y tratar sobre diferentes objetos. El defensor de un contenido existencial
sostiene que si el contenido de las experiencias incluye a los objetos (a saber, si el
contenido es singular), entonces dos experiencias no podrían aparecer al sujeto de la
misma manera cuando en realidad éste podría ser el caso. El defensor de la tesis de un
contenido existencial espera explicar que dos experiencias aparezcan de la misma
manera y para ello descarta a los objetos particulares y concretos del contenido de las
experiencias. En esta alternativa no se considera la opción de que dos objetos distintos
que figuren en el contenido podrían aparecer de la misma manera. Si el contenido
compartido entre los casos verídicos y los no verídicos es existencial, la premisa (1) del
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argumento de un contenido no común será falsa. El problema que debe enfrentar la tesis
de un contenido existencial es que ciertos casos se considerarían verídicos cuando en
realidad no lo son. Para hacer ver esta dificultad, Tye examina el caso de un sujeto que
mira hacia delante, sin que el sujeto se dé cuenta, se ha colocado un espejo en un ángulo
de 45 grados y detrás del espejo hay un cubo amarillo. A la derecha del espejo se ha
colocado un cubo de color blanco el cual se refleja en el espejo. Cierto efecto en la luz
produce que el cubo blanco aparezca amarillo al sujeto. Según la tesis existencial, la
experiencia visual del sujeto de un cubo amarillo sería verídica pues realmente hay un
cubo amarillo frente a él (el cubo que está colocado detrás del espejo). Sin embargo, el
objeto que el sujeto realmente ve no es el cubo amarillo, sino el cubo blanco, el
problema es que la experiencia distorsiona el color del cubo blanco. Dada esta tesis, esta
experiencia es considerada verídica cuando en realidad no lo es, el sujeto no ve el cubo
amarillo, sino el blanco. Por lo anterior, el contenido de la experiencia no puede ser un
contenido existencial, y no puede ser considerado el contenido común entre los casos
verídicos y los no verídicos.
Sobre la tesis del contenido singular, Tye considera la experiencia visual de una
ranita de porcelana china colocada junto a una maceta. Cuando el sujeto ve a la ranita,
tiene el pensamiento de que ésa es una ranita de porcelana china. Después de un rato, el
sujeto vuelve a pensar que frente a él hay una ranita de porcelana china, sin embargo,
sin que el sujeto se dé cuenta un genio maligno hace desaparecer a la ranita y hace que
al sujeto le siga pareciendo que frente a él hay una ranita de porcelana china. En los dos
casos, el contenido del pensamiento del sujeto es sobre algo particular, una ranita de
porcelana china. El defensor de un contenido singular afirma que el contenido de los
dos pensamientos es el mismo, sin embargo, el objeto del primer pensamiento es un
objeto concreto. Una forma de comprender estos casos es que la estructura de los dos
pensamientos es compartida; Tye explica que la estructura de los pensamientos tienen
un espacio que debe ser llenado por un objeto concreto, espacio que el segundo
pensamiento no llena. En el primer pensamiento el contenido es verdadero, en el
segundo es falso. A estas estructuras, Tye las denomina esquemas de contenido, en el
primer pensamiento el esquema del contenido es SWF (esquemas que producen
contenidos singulares cuando sus espacios están llenados) porque el espacio para el
objeto está efectivamente llenado por la ranita de porcelana. Tye aplica la estructura de
los esquemas de contenido de los pensamientos a las experiencias perceptuales. Tanto
en los casos verídicos como en los no verídicos, el sujeto experimenta algo. Es
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razonable suponer que las experiencias no verídicas tengan un contenido. La percepción
visual es una instancia del esquema de contenido SWF y el espacio está llenado por el
objeto visto y las propiedades atribuidas en el contenido son propiedades que el objeto
visto tiene. Por su parte, la experiencia de ilusión tiene un contenido que también es una
instancia del esquema de contenido SWF, el espacio está llenado por el objeto visto,
pero las propiedades atribuidas (una o algunas de ellas) no son propiedades del objeto
visto. La experiencia de alucinación también es una instancia del esquema de contenido
SWF, sin embargo, el espacio no está llenado por el objeto visto. Si la tesis del
contenido singular (o la tesis de los esquemas de contenido SWF) es correcta, entonces
la premisa (1) del argumento de un contenido no común será verdadera, por tanto, el
intencionalismo fuerte será falso. Sin embargo, desde la tesis del contenido singular se
diría que en el caso del cubo amarillo (caso mencionado en la exposición de la tesis del
contenido existencial) la propiedad de ser amarillo es una propiedad que el objeto visto
no tiene, pero en la experiencia al sujeto le aparece que frente a él hay un cubo amarillo
y ciertamente el mundo es cómo le aparece al sujeto. Un problema similar se presenta
en casos de alucinaciones verídicas. Supongamos que frente a un sujeto hay una pelota
azul que rebota; sin que el sujeto lo sepa, la información visual no es procesada por el
nervio óptico pues un neurocientífico ha bloqueado las señales de la retina al nervio
óptico, sin embargo, ha activado el córtex visual por medio de sondas eléctricas de tal
forma que al sujeto le parece que frente a él hay una pelota azul que rebota. No
obstante, el sujeto realmente no ve la pelota azul que rebota frente a él pues la pelota
azul no causa su experiencia, aunque el mundo es como le aparece al sujeto; se trata de
un caso de alucinación verídica. Desde la tesis del contenido singular diríamos que el
contenido hueco de esta alucinación verídica sería falso, pero esto sería incorrecto pues
realmente hay una pelota azul que rebota frente al sujeto, objeto que llena el espacio en
el esquema de contenido. El argumento de un contenido no común podría reformularse,
de modo que sólo incluya las alucinaciones que no son verídicas. Con esta
reformulación, el defensor de un contenido singular no podría replicar a tal argumento,
pues el contenido del caso verídico y no verídico sería distinto, uno sería falso y el otro
verdadero.
La tercera alternativa que Tye estima es la de las experiencias perceptuales que
no tienen contenido. Esta opción no busca defender un representacionismo fuerte, pero
en principio tendría la intención de apoyar una versión débil, que explique de una
manera alternativa (a la de la versión fuerte) el carácter fenoménico de la experiencia.
14
Tye plantea esta tercera opción empleando la teoría de los indéxicos de D. Kaplan
(1989). Para Kaplan, los indéxicos son términos que cambian su referente según la
emisión, y su contenido se determina respecto al contexto de la emisión. Podemos
considerar a dos sujetos que emiten: “Tengo calor”. Las dos expresiones tienen el
mismo significado lingüístico pero el contenido sería distinto si el primer sujeto en
realidad tiene frío y si el segundo sujeto efectivamente tiene calor. El contenido de una
oración en la que aparece un indéxico es una proposición estructurada, y tiene como
componentes el contenido de un indéxico (que sería el sujeto o el agente en cierto
contexto, o el objeto mostrado en cierto contexto o una ubicación dado cierto contexto)
y los contenidos de otros términos, contenidos que serían entidades del mundo, como
particulares, propiedades y relaciones. El contenido de la oración “Tengo calor” sería
una proposición estructurada que contiene al sujeto que emitió la expresión en ese
contexto, y a la propiedad de tener calor. El significado lingüístico de un indéxico es
una función que mapea contextos con contenidos. A la función de los términos, Kaplan
la denomina el carácter del término. El caso que interesa a Tye es el del uso de los
demostrativos en casos de demostraciones fallidas (este uso no está explícitamente
desarrollado en la teoría de Kaplan). Supongamos que erróneamente pienso que he
mostrado algo y empleo el término ‘ése’ para referirme a dicho objeto. El contenido de
‘ése’ en un contexto dado es el objeto mostrado en ese contexto. Sin embargo –para
Kaplan– como no hay un objeto mostrado no hay ningún contexto. En este caso, el
término ‘ése’ no tiene contenido, aunque sí tiene un significado lingüístico. El
contenido en la teoría de Kaplan es distinto de la manera en que se ha comprendido el
contenido en la tesis del contenido singular. Recordemos el ejemplo del pensamiento
para el que no hay un objeto (la ranita de porcelana china) pero sí decimos que tiene un
contenido. Siguiendo a Kaplan, el término contenido se usa de una manera más
restringida a la que considerada en la tesis del contenido singular.
Recordemos que para el intencionalismo débil, las experiencias con el mismo
contenido representacional necesariamente tendrán el mismo carácter fenoménico.
Como dije antes, el argumento de un contenido no común no está dirigido a cuestionar
al intencionalismo débil, sino a la versión fuerte. Sin embargo, Tye indica que para
defender una versión débil debe darse cuenta del carácter fenoménico de las
experiencias. La intención de Tye es explicar el carácter fenoménico de las experiencias
a partir del carácter kaplaniano de los términos. Retomemos los casos verídicos y no
verídicos de las experiencias. La diferencia entre las experiencias de ilusión y los casos
15
verídicos, es que aunque en ambas el sujeto está en contacto directo con un objeto, en el
primero el contenido singular en el que el objeto visto se introduce resulta incorrecto, y
en el caso verídico el contenido singular es correcto. Para el caso de la alucinación
pareciera que el contenido de la experiencia es singular (pues al sujeto le aparece un
objeto particular), sin embargo, en un uso más restringido de contenido, la experiencia
de alucinación no tiene ningún contenido. Las alucinaciones –en este sentido– son como
los casos del uso de demostrativos en los que el objeto no ha logrado mostrarse. El
demostrativo ‘ése’ emitido en una demostración fallida, tiene un significado lingüístico
pero ningún contenido; así, la instancia de la experiencia de alucinación tiene un
carácter fenoménico pero ningún contenido. Siguiendo el carácter de los términos en
Kaplan, el carácter fenoménico se comprenderá como una función en contextos de
contacto experiencial (en los cuales el sujeto está en contacto con los objetos que están a
su alrededor) cuyo valor en cada contexto es un contenido que cumple con ciertas
condiciones, por ejemplo, que no sea conceptual y que produzca ciertas respuestas
cognitivas como creencias. En los casos de alucinación no hay un contexto de contacto
experiencial. Siguiendo a Kaplan, Tye explica que cada instancia de experiencia es una
instancia de un tipo de experiencia para el que hay una función que tiene contextos de
contacto experiencial, en los cuales las instancias de ese tipo ocurren y adquieren sus
contenidos singulares.
El problema con la alternativa del carácter del término kaplaniano es que es una
explicación circular, pues el tipo de experiencia relevante es en sí mismo fenoménico.
De modo que no podríamos justificar el contenido de las instancias de las experiencias a
partir del tipo de experiencia al que las instancias pertenecen. La explicación es circular,
según Tye, porque para que una instancia de una experiencia tenga un contenido dado,
la instancia debe pertenecer a un tipo de experiencia que causalmente varíe con los
estados de cosas que ocurren bajo condiciones óptimas (por ejemplo, que pongan al
sujeto en un contacto directo con los objetos que están a su alrededor). Sin embargo, el
tipo de experiencia que causalmente varía es un tipo de experiencia fenoménico. Una
vía para evitar este problema es que la instancia de la experiencia ocurra en un sujeto
particular y que en él, la instancia tenga una propiedad particular; en este caso, el
problema es que la propiedad (propiedad seleccionada de una variedad de propiedades)
de la instancia podría instanciarse en el sujeto en contextos perceptuales verídicos muy
diferentes, además, la función (kaplaniana) podría tomar diferentes valores en los
mismos contextos. Una opción para evitar este problema es que la propiedad relevante
16
para definir a la función sea el carácter fenoménico de la experiencia, pero
regresaríamos a la explicación circular que se quería evitar en un inicio. Comprender el
carácter fenoménico en la versión débil del intencionalismo desde el carácter
kaplaniano, según Tye, no es viable.
La cuarta opción es la tesis de un contenido múltiple. Según esta alternativa, la
experiencia perceptual no tiene un único contenido. Los intencionalistas aceptan la
perspectiva del realismo ingenuo sobre los casos verídicos según la cual los objetos
vistos son como aparecen en la experiencia; esto es así porque las percepciones tienen
contenidos singulares correctos en los que los objetos vistos se introducen –esta última
afirmación la rechazaría la versión intencionalista clásica. Los intencionalistas
comúnmente explican que las cosas aparezcan de cierta manera o de otra porque la
experiencia las representa de esa manera. La representación es correcta en el caso
verídico e incorrecta en los casos no verídicos de ilusión y alucinación. Para la mayoría
de los intencionalistas, el contenido de las experiencias es existencial y puede ser
correcto o incorrecto, mientras que sólo algunas experiencias tienen un contenido
singular. Desde la tesis de un contenido múltiple, los contenidos existenciales –a
diferencia de los contenidos singulares– son esenciales a las experiencias perceptuales.
Para la mayoría de los intencionalistas, el contenido existencial es el factor común que
comparten los casos verídicos y los no verídicos, además, el contenido existencial puede
explicar el carácter fenoménico de las experiencias. El contenido existencial es un
contenido rico y complejo en detalles y es no conceptual. En principio, la tesis del
contenido múltiple podría explicar los casos del cubo amarillo y el de la alucinación
verídica de la pelota azul. Desde esta tesis, el contenido de la experiencia visual de un
cubo amarillo es un contenido existencial correcto pues el objeto visto corresponde con
el cubo amarillo que está detrás del espejo, sin embargo, esta experiencia tiene un
contenido singular incorrecto porque el cubo que realmente ve el sujeto no es como le
aparece en la experiencia, pues en realidad se trata de un cubo blanco. Asimismo, en el
caso de la alucinación verídica de la pelota azul, el contenido existencial es correcto
pues el objeto visto corresponde con un objeto azul redondo que rebota, y el contenido
singular de dicha experiencia es incorrecto pues el sujeto no ve al objeto que tiene
enfrente. El defensor de la tesis de un contenido múltiple reconoce que el contenido –
además de existencial– puede ser singular; así, para poder explicar las acciones que
producen las alucinaciones en los sujetos, un buen candidato sería un contenido
singular, por ejemplo, en la experiencia visual de alucinación de una araña que camina
17
sobre mi pierna, el sujeto tendría la intención de matar a una araña particular y concreta
que (según su experiencia) camina sobre su pierna.
Desde la tesis de un contenido múltiple, el intencionalista podría replicar que sí
hay experiencias de alucinación y percepciones que comparten un mismo contenido, un
contenido existencial. Sin embargo, la tesis del contenido existencial no es una
explicación completa del contenido de las experiencias. En primer lugar, debe aceptarse
que sujetos particulares y, tiempos y lugares particulares se introducen en el contenido,
por tanto, aquél que defiende un contenido exclusivamente existencial tendría que
explicar por qué rechaza que los objetos ordinarios particulares se introduzcan en el
contenido (tal como lo hace el intencionalista clásico) si al rechazarlos no lograría
comprenderse la distinción entre contenidos, por ejemplo, si el contenido sólo es
existencial, ¿cómo podría explicarse la experiencia que tengo en un momento particular
y la que tengo 10 segundos después, cuando en los dos casos tengo la experiencia visual
del mismo objeto? O ¿cómo podría explicarse la diferencia entre contenidos sobre el
mismo objeto pero visto por sujetos distintos? No es sólo que en la experiencia
aparezcan objetos de manera directa, además, éstos se introducen en los contenidos de
las experiencias. La tesis del contenido múltiple no niega que las experiencias tengan un
contenido existencial, más bien el contenido no es puramente existencial pues tiene
algunos componentes particulares o singulares, por tanto, en parte el contenido es
también singular.
Tye negará que la tesis del contenido múltiple sea una opción viable. El
contenido –según Tye– es exclusivamente singular porque a partir de él podemos
explicar que una experiencia de alucinación verídica sea incorrecta o falsa. Aunque los
objetos aparezcan al sujeto de la misma manera, eso no impide que éstos se introduzcan
en el contenido de las experiencias; para que aparezcan de la misma manera, éstos
deben ser representados, y para que sean representados deben introducirse en los
contenidos de las experiencias. Es un error de la tesis existencial descartar al objeto que
aparece de cierta manera en el contenido de la experiencia, pues hay una particularidad
de la experiencia (o una fenomenología singular del objeto) que escapa al contenido
existencial. Dado que el contenido es singular, no hay forma de sostener la identidad
entre el carácter fenoménico y el contenido representacional. A saber, desde esta
posición no puede responderse al argumento de un contenido no común.
Tye considera someramente una quinta alternativa que es la propuesta del
intencionalismo débil. Desde esta posición, el caso verídico y el no verídico tienen
18
contenidos distintos (uno está llenado y el segundo no) pero forman parte del mismo
tipo de contenido pues son instancias del esquema del contenido SWF. Una manera
alternativa de comprender lo anterior –que es la propuesta débil del intencionalismo– es
que cada experiencia tiene un contenido SWF en el que las mismas propiedades se
introducen. Así, el carácter fenoménico de una instancia de experiencia es que dicha
instancia tenga en su contenido un grupo de propiedades. Este contenido debe ser no
conceptual, y debe producir respuestas cognitivas, como creencias, además, las
propiedades del contenido deben ser físicamente realizables de manera múltiple. Sin
embargo, Tye dedica muy pocas líneas a esta versión del intencionalismo y no discute
las consecuencias de dicha posición.
Dadas las versiones examinadas de contenido, ninguna de ellas permite
responder al argumento de un contenido no común. Tye concluye que el
representacionismo fuerte no puede ser defendido desde las opciones revisadas de
contenido. La opción más convincente y explicativa de contenido es la del contenido
singular, que es una forma de disyuntivismo, pues el contenido de la experiencia de
alucinación es distinto del contenido de la percepción, aunque pueden compartir un
carácter fenoménico común. En la siguiente sección me concentraré en los compromisos
de una posición disyuntivista de la percepción.
3. La versión disyuntivista de Martin
El disyuntivismo, según la versión desarrollada por Martin en “On Being Alienated”8, es
una teoría que defiende la posición del realista ingenuo frente al argumento de la
alucinación, pues se ajusta a cómo la experiencia sensorial nos aparece cuando
reflexionamos sobre ella. Para el realista ingenuo algunas experiencias son relaciones
con objetos independientes de la mente. Pensando a las experiencias como eventos o
episodios, éstas tienen como componentes objetos independientes de la mente; por eso,
el episodio verídico no podría ser del mismo tipo que el episodio de alucinación. En
contra del disyuntivismo puede defenderse que las características del episodio de
alucinación se aplican al caso verídico, características tales como, que el objeto del cual
el perceptor es consciente no es un objeto independiente de la mente, o que las
experiencias no son relaciones con los objetos físicos, sino meras apariencias de
relaciones con los objetos. El disyuntivista intenta argumentar en contra de lo anterior.
8 Ver Martin, M.G.F., 2006, “On Being Alienated”, en Gendler, T.S. & J. Hawthorne (eds.) Perceptual Experience, Clarendon Press: Oxford, pp. 354-410.
19
Según Martin, negar la manera en que cómo nos aparece nuestra experiencia
sensorial cuando reflexionamos en ella, podría conducirnos a una posición escéptica.
Cuestionar lo que entendemos que es la experiencia sensorial, y cómo ésta puede
proporcionarnos conocimiento sobre el mundo es lo que se entiende como un
escepticismo humeano sobre los sentidos. En este escepticismo se pone en cuestión
nuestro conocimiento del mundo. Martin señala que el escepticismo del que debe
defenderse el disyuntivismo no es un escepticismo originado por el escenario en el cual
dos experiencias pueden aparecer al sujeto como la misma experiencia, cuando en
realidad, se trata de una experiencia verídica y una de alucinación. En este caso, el reto
al que debe responderse es que el sujeto no ocupe esta posición de indistinguibilidad
entre las experiencias. Sin embargo, el reto que interesa contestar al disyuntivista es
argumentar a favor de nuestra comprensión común sobre el contacto perceptual que
tenemos con el mundo, y por tanto, defender la comprensión ingenua de que nos
encontramos en una posición en la que podemos saber y pensar sobre el tipo de objetos
que percibimos y rastreamos a través del uso de nuestros sentidos. Según Martin, el
disyuntivismo debe ser evaluado por la respuesta que ofrezca a la cuestión de si tenemos
o no un acceso perceptual al mundo, el cual permitiría tener conocimiento sobre el
mundo físico.
Una teoría intencionalista de la percepción que estime que nuestras experiencias
perceptuales son estados representacionales sobre o dirigidos al mundo, podría capturar
la posición común y cotidiana sobre el contacto perceptual con el mundo. Sin embargo,
Martin intenta hacer ver que es sólo el realismo ingenuo la posición que puede capturar
correctamente el contacto perceptual con el mundo. La tarea que asume Martin es ubicar
el punto de desacuerdo fundamental entre el disyuntivismo y otras teorías, destacando
los compromisos fundamentales del disyuntivista. Examinemos los compromisos del
disyuntivista y la relación entre ellos.
El disyuntivista, según Martin, tiene tres compromisos básicos. Considerando
como punto de partida a la percepción que es enteramente verídica, en primer lugar el
disyuntivista se comprometería en afirmar que (1) ninguna instancia de experiencia del
tipo de experiencia que actualmente tengo (una araña que camina sobre mi pierna)
puede ocurrir cuando no estoy percibiendo tal objeto independiente de la mente. Como
dije antes, desde la perspectiva del realista ingenuo, la experiencia que es
completamente verídica es una relación entre el perceptor y los objetos de la
percepción; comprendiendo a esta experiencia como un evento, los objetos de la
20
percepción serán considerados como componentes de ese evento. La caracterización que
se ofrece desde el realismo ingenuo es puesta en cuestión por dos afirmaciones. La
primera afirmación es la del Naturalismo experiencial, según la cual, las experiencias
sensoriales son ellas mismas parte del orden natural causal; en términos generales, las
experiencias están sujetas a causas físicas y psicológicas. La segunda afirmación es
conocida como el Supuesto del tipo común, según éste cualquier tipo de evento que
ocurre cuando uno percibe, podría ocurrir (el mismo evento) cuando uno está
alucinando. El que acepta el Naturalismo experiencial podría explicar la naturaleza de la
experiencia de alucinación diciendo que está sujeta a causas físicas o psicológicas
(desde el Naturalismo experiencial se diría algo sobre la naturaleza de la alucinación) y
desde el Supuesto del tipo común, generalizaría esta explicación al caso verídico, de tal
forma que el sujeto que se encuentra percibiendo (verídicamente) no es realmente
consciente de objetos independientes de la mente. Siguiendo la idea del Naturalismo
experiencial, podría producirse una experiencia de alucinación a través de una
manipulación adecuada del cerebro y la mente, y para producir dicha experiencia no
tendría que provocarse una correlación adecuada entre el sujeto y cualesquiera otras
entidades que van más allá del cerebro y la mente del sujeto. De esta manera, los
componentes de la experiencia de alucinación son dependientes de la experiencia.
Siguiendo el Supuesto del tipo común, si la experiencia de alucinación posee elementos
constitutivos que son dependientes de la experiencia, y dado que el mismo tipo de
experiencia está también presente cuando percibimos verídicamente, la percepción
también tendrá como elementos constitutivos objetos dependientes de la experiencia.9
Una vía para evitar concluir lo anterior es negando que la alucinación tengo objetos
dependientes de la mente como elementos constitutivos. La interpretación
intencionalista o representacionista de la experiencia sigue esta vía. Sin embargo, negar
que la experiencia (verídica) tenga elementos constitutivos, no es consistente con la
perspectiva del sujeto, según la cual es como si hubiera diversos objetos presentados
siendo de cierta manera o de otra en la experiencia. La experiencia trata sobre un tipo de
escena particular presentada al sujeto que tiene la experiencia. Y pareciera que la
descripción sobre lo que trata la experiencia tuviera un compromiso con la existencia de
objetos independientes de la mente, tal como afirma el realista ingenuo. En la
9 Una forma de comprender lo que busca defender la teoría de los datos sensoriales es que aunque la experiencia sensorial sí es relacional, la relación que se establece es con objetos dependientes de la experiencia.
21
explicación no disyuntivista, se explica el caso de la experiencia de alucinación como si
presentara objetos, cuando en realidad no es así. Sin embargo, para el teórico
intencionalista, cuando mencionamos a los objetos físicos como los objetos que percibe
el sujeto, no se describen a esos objetos como partes del evento experiencial, sino que
más bien expresan el contenido representacional de una experiencia. Por esta razón, el
intencionalismo, según Martin, no captura el compromiso del realista ingenuo de
considerar a la percepción como una relación genuina entre el sujeto y el mundo
independiente de la mente (aunque el intencionalismo no propone que el sujeto sea
consciente de objetos mentales o entidades no físicas en la experiencia).
El primer compromiso del disyuntivismo no descarta el principio del
Naturalismo experiencial, a saber, el disyuntivista estaría de acuerdo con que las
experiencias forman parte del orden natural. La formulación del primer compromiso
sólo niega el Supuesto del tipo común. Respecto al Supuesto del tipo común, puede
optarse por entender un tipo de evento de una manera relajada, de modo que sea fácil
que ciertos eventos caigan bajo tipos de eventos según la descripción que ofrezcamos
del evento. Así, dadas las descripciones sobre dos eventos podríamos clasificarlos como
eventos del mismo tipo, o como eventos de tipos distintos. Para que el supuesto no sea
trivialmente falso, necesitamos alguna concepción de las descripciones privilegiadas de
las experiencias de tal forma que podamos caracterizar la naturaleza de las experiencias
indicando lo que es fundamental para ellas. Lo que intenta afirmar el defensor del
Supuesto es que la percepción es un evento de cierto tipo específico y que la alucinación
puede ser un evento de ese mismo tipo. Lo que rechaza el disyuntivista es que haya algo
en común con respecto a ser un estado mental que los casos verídicos y los no verídicos
compartan; incluso negará que haya un tipo de propiedad mental que defina a la
experiencia perceptual, pues las diferentes teorías en disputa creen que esta propiedad
mental puede aplicarse a los casos verídicos y a los no verídicos, por ejemplo, la
propiedad de ser subjetivamente parecidos para afirmar que son el mismo estado
mental. Lo único que se requiere, según Martin, para defender al realismo ingenuo y
para negar el Supuesto es que el tipo de experiencia que es verídica no ocurra en las
experiencias de ilusión y alucinación. De esta manera, no puede implicarse de la
afirmación que las alucinaciones no tienen como componentes objetos independientes
de la mente, que lo mismo ocurre en los casos verídicos.
Si el disyuntivista defiende la perspectiva del sentido común sobre la
percepción, desde esta perspectiva, ¿podría decirse algo acerca de las experiencias
22
sensoriales en general? A primera vista pareciera que el disyuntivista sólo dice que los
casos no verídicos no son casos del tipo específico de experiencia que uno tiene en la
percepción verídica. En nuestra forma ordinaria de hablar no se hace explícita la
existencia de un tipo de evento experiencial que esté presente en los casos verídicos y
en los no verídicos. Sin embargo, ciertas ilusiones y alucinaciones son desde el punto de
vista del sujeto indistinguibles de las percepciones a través de la reflexión introspectiva.
Es concebible una situación en la que no pudiéramos decir que las cosas no son como
me aparecen, de tal manera que me pareciera como si una araña estuviera caminando
sobre mi pierna aunque, sin saberlo, en realidad no estuviera en esa situación. La
perspectiva en esa situación no necesariamente nos permitiría distinguir cómo eran las
cosas en ese momento de cómo son las cosas ahora (suponiendo que ahora una araña
estuviera caminando sobre mi pierna). Sin embargo, tenemos una concepción amplia de
lo que es una experiencia sensorial; podemos aceptar que tenemos experiencias de
ilusión y alucinación que no son percepciones pero que pueden ser indistinguibles de
ellas. A partir de los casos de alucinaciones perfectas, Martin plantea el segundo
compromiso del disyuntivismo. Según éste, (2) la noción de una experiencia visual de
una araña que camina sobre mi pierna es sobre una situación que es indistinguible a
través de la reflexión de la percepción visual verídica de una araña que realmente
camina sobre mi pierna. Una cosa sería indistinguible de otra cuando no es posible saber
(a través de la reflexión sobre lo que percibimos) que la primera es distinta de la
segunda. La indistinguibilidad de las experiencias es independiente de la información
que tengamos sobre la experiencia, de modo que en cierto caso se me podría advertir
que seré objeto de una alucinación y cuando reflexione sobre lo que me aparece, no
lograría distinguir entre percibir una araña que camina sobre mi pierna y alucinar una
araña que camina sobre mi pierna, a saber, no lograría discriminar entre la situación en
la que no se me informa que seré objeto de una alucinación, y en la que sí se me
advierte.
El disyuntivista acepta el segundo principio porque es implausible que lo que se
afirma sobre la indistinguibilidad de las experiencias sea incorrecto. Sin embargo, el
disyuntivista no acepta la combinación del primer y el segundo principio. En el primer
principio el disyuntivista se compromete con que las experiencias sensoriales verídicas
tienen una naturaleza distintiva que las otras experiencias no tienen. Por su parte, el
segundo principio insiste en que todos estos casos de experiencias (los casos verídicos y
no verídicos) pueden ser indistinguibles para el sujeto que realiza el acto de
23
introspección. Esto parecería sugerir que si dos experiencias son indistinguibles,
entonces deberían compartir el mismo carácter fenoménico, sin embargo, el
disyuntivista niega una naturaleza común entre las experiencias verídicas y no verídicas.
Según el disyuntivista podríamos considerar que individuos o eventos diferentes se
presentan a un sujeto y resultan perceptualmente indistinguibles entre ellos, sin
embargo, las experiencias podrían ser distintas en aspectos y maneras que no son
detectables por instrospección. Podríamos preguntarnos cuáles son las causas para
producir o generar un estado de alucinación; el argumento de la alucinación puede
formularse a partir de las condiciones causales que producen las experiencias de
alucinación. La idea de este argumento es que una alucinación puede producirse a través
de las mismas condiciones causales que producen percepciones verídicas. En este
sentido, la experiencia de alucinación coincidiría con la percepción verídica. El
principio de este argumento es que dada la misma causa, se produciría el mismo efecto.
Sin embargo, para que se concluya que el efecto es el mismo, a saber, que se produzca
el mismo efecto en una alucinación y en una percepción verídica (tener la experiencia
visual de una araña que camina sobre mi pierna), las condiciones causales proximales10
tendrían que ser las mismas en todos los casos, no obstante, existe la posibilidad de que
los estados de cosas o eventos relacionados que forman parte del nexo causal difieran y
de esta manera se modifiquen algunos elementos (distales) en la red causal. Por lo
anterior, el principio –dada la misma causa se genera el mismo efecto– no se cumpliría.
En una interpretación distinta del principio, se diría que lo que es verdadero de los casos
de alucinaciones causalmente producidas puede aplicarse a los casos de percepción
verídica. Cualquier efecto producido en el caso de una alucinación causalmente
producida, el mismo efecto puede producirse en el caso de una percepción verídica. Sin
embargo, esta posibilidad no debe asimilarse con el Supuesto del tipo común. El
supuesto requiere que aquello que sea el tipo más específico de experiencia que ocurre
cuando el sujeto tiene una percepción verídica, sea el mismo tipo de experiencia que
ocurre cuando el sujeto tiene una ilusión o una alucinación. Este requisito es distinto de
que el mismo tipo de efecto producido cuando el sujeto tiene una percepción coincida
con el tipo de efecto producido cuando el sujeto tiene una ilusión o una alucinación. A
partir de lo dicho surgen dos preguntas que debería contestar el teórico disyuntivista. La
10 En la red de las condiciones causales que producen al estado perceptual, las proximales son las que directamente influyen para que se produzca dicho estado. Las causas distales forman parte de la red causal, pero su influencia en la producción del estado no es directa.
24
primera es cuál es el carácter que una experiencia de alucinación posee que también
puede poseer la percepción verídica, sin por ello concluir que la experiencia de
alucinación y la percepción verídica formen parte del mismo tipo de evento mental. La
segunda pregunta para el disyuntivista es por qué debemos distinguir entre lo que es
común entre una percepción verídica y una alucinación causalmente producida –que
coincida con esa percepción verídica– con la explicación que se ofrezca sobre el tipo de
evento peculiar de la percepción verídica. Martin considera el tercer compromiso del
disyuntivismo para dar respuesta a las preguntas anteriores. El tercer compromiso
consiste en que (3) una experiencia de alucinación –que coincida con una percepción
verídica– su carácter fenoménico es lo mismo que ser indistinguible de las
correspondientes percepciones verídicas de ver una araña que camina sobre mi pierna.
La condición de ser indistinguible no necesariamente especifica una propiedad o un tipo
de evento, sino más bien una condición que los eventos individuales deben cumplir.
Crane señala que los disyuntivistas podrían aceptar que hay un estado común
físico como un estado cerebral común que compartiría el sujeto que percibe y el que
alucina. Sin embargo, el estado mental de percibir no es idéntico o no sobreviene sobre
el estado físico. Para el disyuntivista, en la percepción los objetos percibidos y sus
cualidades están presentados en las experiencias, mientras que en los casos no verídicos,
los objetos que se perciben y sus cualidades están representados en la experiencia.
Como dije antes, la posibilidad de que dos experiencias aparezcan indistinguibles al
sujeto no debe conducirnos a concluir que se trata del mismo tipo de experiencias, por
esta razón, el disyuntivista limita el alcance sobre lo que puede afirmarse del fenómeno
de la percepción a través de la introspección. Para el teórico intencionalista, lo esencial
de la percepción no es que sea una relación con el objeto percibido.
Cuando el realista ingenuo explica que hay algo distintivo en el estado en el cual
el sujeto percibe verídicamente no muestra de manera directa que algo distinto podría
estar ocurriendo en el caso de alucinación. Cuando la explicación que se ofrezca no
tenga forma de negar que hay algún elemento en común entre la percepción verídica y
la alucinación, debe explicarse qué es lo propio o lo distintivo del caso de percepción
verídica, además, qué tipo de estado común hay entre la percepción y la alucinación que
pueda ser compatible con lo que propone defender el disyuntivista. Una opción es que
no tendría que haber una disyunción entre la percepción verídica y la alucinación, sino
que ambas podrían coexistir teniendo roles explicativos distintos. De esta manera,
podría haber una explicación en la cual se distinguiera a la percepción de la alucinación,
25
así como explicaciones donde sí hubiera algo en común entre los diferentes casos. El
problema es que en ocasiones estas explicaciones estarían en competencia, pues para
identificar el estado consciente de un sujeto o al intentar ofrecer una explicación sobre
cómo es que le aparecen las cosas a un sujeto en un momento dado, debe tomarse una
decisión entre, o bien, identificar al episodio como una percepción como sostiene el
realista ingenuo, o bien, identificarlo como una experiencia sensorial común como
sostiene el defensor del Supuesto del tipo común. Se puede ofrecer una concepción
sobre cómo los estados perceptuales pueden explicar ciertos aspectos que son distintos o
que van más allá de la conciencia fenoménica o de cómo le aparecen las cosas al sujeto
–por ejemplo, cómo es que los sujetos pueden tener ciertas creencias o actuar en la
forma en que actúan. El centro del debate, entonces, se ubica en la explicación que
ofrezcamos sobre el episodio experiencial presente en la percepción consciente.
Hay dos maneras de comprender la concepción original del disyuntivista sobre la
percepción y las apariencias o experiencias sensoriales. En esta concepción, Martin
habla de ‘casos buenos’ que son los casos verídicos y ‘casos malos’ que son los casos
no verídicos. En una manera, lo particular de los casos buenos es la presencia de
percepciones verídicas y la aprehensión de un mundo independiente de la mente. Lo que
es esencial a este estado mental es que no puede ser duplicado en los estados de ilusión
y alucinación, por tanto, en esos estados ‘buenos’ estamos relacionados con el mundo
independiente de la mente. La segunda manera es comprender a los casos malos (los
casos de ilusión y de alucinación) como aquellos en los que el sujeto se encuentra en
situaciones en las que no logra estar como en los casos buenos, pero que pretende estar
como en los casos buenos. En esta segunda opción se ofrece una caracterización
positiva de los casos malos que es independiente de su relación con la percepción
verídica, y que ese aspecto malo no es intrínseco a ellos.
Conclusiones
La forma en cómo Martin presenta el reto al que debe responder el disyuntivista podría
ser cuestionable. Según Martin, para defender que las percepciones y las experiencias
no verídicas son tipos de estados distintos no tendría que tomarse una posición en la
situación en la cual el mismo tipo de episodio podría ocurrir en los casos verídicos y no
verídicos. En otras palabras, si el disyuntivista intenta defender que no podemos aplicar
las mismas características a los casos de experiencias verídicos y no verídicos, no
tendría que pronunciarse sobre los casos en los que desde la primera persona dos
experiencias, una verídica y una no verídica, aparecen como la misma experiencia, por
26
ejemplo, ver realmente una araña que camina en mi pierna y alucinar ese mismo
episodio. No es claro por qué a nuestra concepción común sobre el contacto perceptual
con el mundo descarta –no le compete– la posibilidad de que al sujeto le aparezca como
si el episodio verídico y el de alucinación fueran el mismo. Como el representacionismo
de Tye sí asume el reto de explicar dos experiencias –una verídica y una de
alucinación– con una misma fenomenología, y el disyuntivismo de Martin no lo hace,
entonces parecería que las teorías de la percepción revisadas dieran respuesta a retos
distintos. Cuando Martin afirma que la fenomenología de las experiencias no debería
conducirnos a la conclusión de que la percepción y la alucinación sean el mismo tipo de
estado mental, sí se pronuncia sobre el criterio de la indistinguibilidad para rechazarlo
como parte relevante de la individuación de las percepciones verídicas.
Si es correcto que de lo que somos inmediatamente conscientes en la experiencia
es de objetos independientes de la mente, esto no tendría que ser incompatible con que
también seamos conscientes de alguna manera de sensaciones o del aspecto sensorial de
nuestra experiencia, tales como qualia. El disyuntivista y el intencionalista negarán esta
última afirmación. Sin embargo, parece razonable estimar que el estado perceptual tiene
un aspecto sensorial que no tienen otros estados mentales, por ejemplo, las creencias.
El problema de la percepción considerado en este trabajo es que la tesis según la
cual en las percepciones somos conscientes de objetos físicos y de sus propiedades
puede ser cuestionada. En las experiencias de alucinación no somos conscientes de
relaciones con objetos reales o con instancias reales de propiedades, por tanto, no en
todas las experiencias perceptuales somos conscientes de objetos físicos y de sus
propiedades. Además, en algunos casos podemos atender a las características de las
experiencias, y podríamos llegar a hacernos conscientes de un aspecto de la propia
experiencia, que no es un aspecto de los objetos percibidos. El problema que se plantea
entonces es cómo podemos explicar que en la percepción hay una relación con los
objetos físicos cotidianos si se presentan situaciones de error perceptual.
Crane, Tye y Martin coinciden en que para el disyuntivista, en la percepción el
sujeto tiene una relación directa con el objeto percibido. Ésta es la perspectiva que el
realista ingenuo tiene sobre la percepción verídica. Desde esta perspectiva, los objetos
que percibimos son los componentes de los contenidos de las experiencias verídicas; el
razonamiento es que para que un objeto aparezca al sujeto de cierta manera, éste debe
formar parte del contenido de la experiencia. Sin embargo, los objetos no son
necesariamente como aparecen en la experiencia, esto es justamente lo que ocurre en los
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casos no verídicos. Una forma de explicar este hecho, es que el contenido de las
percepciones es singular, y el contenido de los casos no verídicos no es singular, a
saber, no hay un objeto particular y concreto con el cual el sujeto tenga una relación
directa en el caso de la alucinación. Asimismo, para Crane, Tye y Martin, algunas
percepciones y experiencias no verídicas pueden aparecer al sujeto como experiencias
indistinguibles. La pregunta que surge es si podría ser el caso que dos experiencias
tuvieran contenidos distintos, pero la misma fenomenología y que el mismo carácter
fenoménico fuera el criterio para determinar si dos experiencias forman parte del mismo
estado mental. ¿Tye puede apoyarse en este criterio para afirmar que el caso verídico y
el caso no verídico son estados del mismo tipo? La dificultad con esta alternativa es que
Tye no afirmaría que dos experiencias con la misma fenomenología podrían tener
contenidos representacionales distintos. Es por ello que se afirma que la misma
fenomenología no es suficiente para decir que los casos verídicos y los no verídicos
sean estados del mismo tipo, ni siquiera para Tye. Por su parte, Martin cree que el
disyuntivismo no tiene que pronunciarse sobre las consecuencias del criterio de la
fenomenología. Lo que Tye atribuye al disyuntivista es que los casos verídicos y los no
verídicos no comparten el mismo contenido representacional, sin embargo, algunas
percepciones y experiencias no verídicas podrían compartir el mismo carácter
fenoménico, por tanto, si el carácter fenoménico no es lo mismo que el contenido
representacional, entonces no hay un contenido común que compartan los casos no
verídicos y los no verídicos. Tye concede que la explicación del contenido de las
experiencias desde la tesis de un contenido singular es más convincente, dicho
contenido singular tiene la estructura de un espacio que puede ser llenado (en la
percepción) o no llenado (en los casos no verídicos) por el objeto percibido. Según Tye,
la explicación sobre los contenidos de las experiencias no puede darse desde el
intencionalismo clásico, para el cual el contenido de las experiencias es existencial.
Como antes señalé, no es sólo que en la experiencia se ven objetos físicos directa o
inmediatamente, como afirma el intencionalista, además, dichos objetos se introducen
en el contenido de las percepciones y esto explica la relación con esos objetos, tal como
indica el disyuntivista. Para el disyuntivista, la forma de defender la perspectiva del
realista ingenuo según la cual en la percepción tenemos una relación directa e inmediata
con los objetos físicos cotidianos, donde los componentes de la percepción son los
objetos físicos particulares, es rechazando que haya un contenido o, incluso, una
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propiedad en común entre la percepción y los casos no verídicos de ilusión y
alucinación.
Bibliografía:
• Crane, T., 2006, “Is There a Perceptual Relation?”, en Gendler, T.S. & J.
Hawthorne (eds.) Perceptual Experience, Clarendon Press: Oxford, pp. 126-146.
• Dretske, F., “Sensation and Perception” en F. Dretske Knowledge and the Flow
of Information, Cambridge (Mass.): MIT Press, 1981.
• Martin, M.G.F., 2002, “The Transparency of Experience” en Mind and
Language, vol.17, no. 4, Blackwell Publishers, pp. 376-425.
• Martin, M.G.F., 2006, “On Being Alienated”, en Gendler, T.S. & J. Hawthorne
(eds.) Perceptual Experience, Clarendon Press: Oxford, pp. 354-410.
• Tye, M., 2007, “Intentionalism and the Argument from No Common Content”,
en Philosophical Perspectives, 21, Philosophy of Mind, pp. 589-612.
• Tye, M., 2009, “Representationalist Theories of Consciousness” en B.
McLaughlin y A. Beckermann (eds.) The Oxford Handbook of Philosophy of
Mind, Oxford: Oxford University Press.