Lecciones privadas | Shinseidokan Dojo en Español

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Lecciones privadas Un día recibí una llamada telefónica, y la conversación fue algo así: - Hola. ¿Es ahí el club de Karate? - El Shinseidokan Dojo, sí. - ¿Cuánto cobra por clases particulares? - ¿Puedo preguntarle por qué quiere entrenar en privado y no junto al resto de alumnos? - Creo que aprenderé más rápido. - ¿Aprenderá más rápido el qué? - ¡Karate, por descontado! - Pero el Karate, Budo Karate, es una forma de combate, y por lo tanto no es algo que se pueda aprender aislado. Tendrá que enfrentarse a un compañero de entrenamiento si quiere comprenderlo. - Mire, los demás profesores de Karate con los que he hablado me han dado su precio, y lo único que quiero es compararlos con el suyo para poder elegir con quién entrenaré. - Lo lamento, creo que no podré ayudarle con lo que está buscando. - ¿Por qué no? - Bueno, yo sólo puedo ofrecerle el Karate tal y como es, y no como le gustaría a usted que fuera. - ¿Qué quiere decir con eso? - Si quiere aprender Karate, o cualquier arte marcial, tiene que aceptar las lecciones que se ofrecen. En realidad no depende de usted decidir qué aprenderá y qué no. Verá, en realidad no puede "comprar" Karate, no importa cuánto le pague a alguien por el entrenamiento. - ¡Eso son gilipolleces! Un amigo mío obtuvo su cinturón negro en seis meses, haciendo tres clases particulares a la semana con un gran maestro. - Me alegro por él, pero como he dicho, no creo que pueda ayudarle. ¿Quizá podría entrenar con el profesor de su amigo? - Lo haría, pero es un poco caro. - ¿Ah sí? ¿Cuánto cobra?

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Lecciones privadas | Shinseidokan Dojo en Español

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Lecciones privadasUn día recibí una llamada telefónica, y la conversación fue algo así:

- Hola. ¿Es ahí el club de Karate?

- El Shinseidokan Dojo, sí.

- ¿Cuánto cobra por clases particulares?

- ¿Puedo preguntarle por qué quiere entrenar en privado y no junto al resto de alumnos?

- Creo que aprenderé más rápido.

- ¿Aprenderá más rápido el qué?

- ¡Karate, por descontado!

- Pero el Karate, Budo Karate, es una forma de combate, y por lo tanto no es algo que se puedaaprender aislado. Tendrá que enfrentarse a un compañero de entrenamiento si quiere comprenderlo.

- Mire, los demás profesores de Karate con los que he hablado me han dado su precio, y lo único quequiero es compararlos con el suyo para poder elegir con quién entrenaré.

- Lo lamento, creo que no podré ayudarle con lo que está buscando.

- ¿Por qué no?

- Bueno, yo sólo puedo ofrecerle el Karate tal y como es, y no como le gustaría a usted que fuera.

- ¿Qué quiere decir con eso?

- Si quiere aprender Karate, o cualquier arte marcial, tiene que aceptar las lecciones que se ofrecen.En realidad no depende de usted decidir qué aprenderá y qué no. Verá, en realidad no puede"comprar" Karate, no importa cuánto le pague a alguien por el entrenamiento.

- ¡Eso son gilipolleces! Un amigo mío obtuvo su cinturón negro en seis meses, haciendo tres clasesparticulares a la semana con un gran maestro.

- Me alegro por él, pero como he dicho, no creo que pueda ayudarle. ¿Quizá podría entrenar con elprofesor de su amigo?

- Lo haría, pero es un poco caro.

- ¿Ah sí? ¿Cuánto cobra?

- 100 dólares la hora.

- Vaya... Entonces, yo diría que ambos sacaron del acuerdo lo que querían.

- Sí, pero no olvides que es un verdadero maestro.

- Estoy seguro de que lo es. Obviamente ha dominado el arte de dar clases particulares.

- Bueno, ¿cuánto por las clases?

- Lo lamento, yo no doy clases particulares.

- ¡Que te jo***!

Y diciendo eso colgó el teléfono.

A lo largo de los siguientes días empecé a pensar en las clases particulares. ¿Qué son? ¿Cómo encajanen el aprendizaje de un arte marcial? ¿Tienen algún beneficio duradero real en aquellos que lasreciben? Mis primeros pensamientos, por descontado, fueron rápidamente al tipo de escenario quesugería la persona que me había llamado, es decir, un alumno solo con el profesor, recibiendo toda laatención del mismo durante una sesión privada. Con tan sólo un poco de esfuerzo, empecé a ver losmuchos inconvenientes inherentes en este tipo de instrucción, si tiene que ser el único método detransferir las estrategias de lucha de cualquier tradición marcial. Algunos problemas evidentes son nopoder practicar con alguien de similar nivel, y no tener a personas de distintos tamaños, pesos yvelocidades contra los que entrenar para aprender formas de adaptar y ajustar la propia técnica. Esasson sólo algunas de las razones que se me ocurrieron tras unos momentos reflexionando sobre estacuestión. Después dirigí la atención hacia el interior, hacia mí mismo... ¿Qué tipo de lecciones privadashabía aprendido a lo largo de los años?

Aunque a lo largo de los años he estado muchas veces en la afortunada posición de recibir enseñanzaindividual por parte de algunos de los principales profesores de Karate Goju-Ryu del mundo, senseiscomo Eiichi Miyazato, Tetsunosuke Yasuda, y Morio Higaonna, e incluso ocasionalmente de HirokazuKanazawa sensei de Shotokan, nunca fue el aspecto físico de sus lecciones lo que más me impactó. Enlugar de ello, fueron las enseñanzas y retos discretos que presentaron, que requerían que yo miraramás hacia mi interior, y en mi entrenamiento. Esas cosas resultaron ser las verdaderas leccionesprivadas. Ahora, a los cincuenta años, y superando la tercera década de entrenamiento, puedo ver conmás claridad la dirección que me estaban pidiendo que tomara. Ahora creo que comprendo mejor elsignificado del término "lección privada".

Ahora entiendo que una lección privada, como cualquier otro tipo de lección, no puede comprarse,tiene que ganarse a través de la experiencia. Alguien puede enseñarme un nuevo movimiento o formade hacer algo para mejorar mi técnica, claro, pero los caminos que encuentro en mi interior paraaprender y entender esos nuevos métodos, vienen de dentro, por lo que son privados, individuales.

Una de las primeras lecciones privadas que aprendí fue llegar a comprender que no hay ningunafórmula fija para aprender un arte marcial. Poco después aprendí que sucede lo mismo con respecto avivir una vida. Todos debemos encontrar nuestro propio camino para vivir el tipo de vida quequeremos, y aunque podemos animarnos al ver el éxito de otros, todavía tenemos que construirnuestra propia vida desde el interior hacia fuera.

Por todos lados hay ejemplos de gente que intenta construirse una vida desde el exterior. Esos son losque trabajan para pagar sus deudas. El gran profesor de Jujitsu (sic), el difunto Jan de Jong Sensei, medijo en numerosas ocasiones que para controlar a otra persona era necesario controlarse uno mismoprimero. Cuando se aplica al arte de vivir, esta filosofía tiene un significado incluso más profundo. Elcrédito puede que nos proporcione las trampas del logro, pero lo hace sin la sustancia. Otra de laslecciones privadas que aprendí de joven es que no nos metemos en la deuda; es la deuda la que se meteen nosotros, y lo triste es, por supuesto, que tiene que ser invitada. Si no logramos controlar nuestroestilo de vida, o no logramos vivir sin recurrir a grandes cantidades de crédito, pronto nosencontraremos con que nuestra vida está siendo gastada al servicio de nuestras deudas. Esta lecciónprivada me dio una comprensión mucho más profunda del término "autodefensa".

Intentar separar las cosas que estaba aprendiendo dentro del dojo de aquellas que estaba aprendiendofuera del mismo se estaba haciendo cada vez más difícil a medida que crecía mi entusiasmo por elKarate. En realidad no es de extrañar, ya que en ambos casos estaba aprendiendo sobre mí mismo.Estaba encontrando mis límites en todo tipo de cosas. Mi sensei me estaba poniendo delante aspectosde mi carácter y los límites de mis capacidades físicas, y yo tenía que encontrar formas de lidiar conellos. Al igual que el resto, podía retirarme, o empujar hacia delante. Algunas veces elegí la primeraopción, y a veces la otra, y otras veces pensé que me las podría arreglar no haciendo nada. Otra lecciónprivada fue darme cuenta de que un problema que se ignora es un problema que dejas para másadelante. Si no logras tratar con los obstáculos a medida que van saliendo, simplemente los estáscolocando en tu futuro. Esto podría no ser algo malo, si no fuera por el hecho de que a menudo estaopción tiene la costumbre de aumentar el tamaño del problema. Rara vez hay mejor momento paraenfrentarse a un obstáculo que cuando aparece ante ti por primera vez.

La disciplina que encontré en Karate era algo nuevo para mí. Con dieciocho años, un largo historial enpelea callejera, arrestos, y tiempo entre rejas, el conflicto no me resultaba nada extraño. No teníaningún problema en enfrentarme con compañeros de Karate más grandes que yo, o superiores engrado. Eso no significa que no me llevara una buena paliza de vez en cuando, y así era, pero nunca tuveningún problema con ello. De hecho, de algún modo lo esperaba, y en realidad habría pensado que algoiba muy mal si hubiera sido capaz de sacar lo mejor de los avanzados del dojo. Al fin y al cabo, elloseran luchadores de Karate entrenados, y yo, en aquella época, era poco más que un matón. Sabía, pormis muchas peleas en la calle, que cuando alguien te lanza insultos y amenazas, ya se está ahogando ensu propio miedo. Todos los tipos realmente duros que conocía, aquellos a quienes me esforzaba almáximo por imitar, rara vez soltaban palabra, simplemente peleaban, para ellos cualquier tipo de

preámbulo al conflicto sólo daba a su oponente más tiempo para maniobrar a una posición más fuertedesde la que soportar la arremetida que estaba a punto de desatarse. ¡Así que sencillamente lo hacían!

Esta lección privada en particular la aprendí antes de entrar a un dojo por primera vez. No obstante,fue una lección que tuve que re-aprender una y otra vez, a medida que me esforzaba al enfrentarme a ladisciplina que encontré en el aprendizaje de Karate. A menudo lleno de excusas, tenía que recordarmea mí mismo que otros se habían enfrentado a esos mismos desafíos y frustraciones, y habían tenidoéxito, así que si yo fracasaba era todo culpa mía.

Llegué a entender que aunque el camino hacia delante podía ser relativamente fácil de ver, es casisiempre infinitamente más difícil de alcanzar. Ahí es donde tiene lugar la lucha interna, y la razón porla que creo que aprender un arte de lucha es tan relevante hoy como siempre lo fue, ya que es elesfuerzo interno, y los triunfos que logramos allí, los que permiten el progreso. Consiguiendo aquelloque nos hemos propuesto, hacemos que nazca la confianza y la comprensión. Aprendemos a tomar elcontrol de nuestro propio destino y también a responsabilizarnos del mismo. Dejamos de mirar a loslados, al progreso de otros, y empezamos a centrarnos en nuestro propio camino hacia delante. Heaprendido a lo largo de los años que esta es la lucha en la que tomamos parte como estudiantes de artesmarciales tradicionales. El esfuerzo interno es la tradición, y no el sistema o estilo en particular queestamos esforzándonos por aprender. Ya que esos son sólo los vehículos que utilizamos para llegar a unnivel en concreto de comprensión de nosotros mismos y de la vida.

Ya no peleo en las calles, hace décadas que no lo he hecho. ¿Lo haría si necesitara defenderme?: ¡Por supuesto! ¿Estoy mejor preparado hoy en términos de capacidad y conocimiento de lucha que cuando era unadolescente?: ¡Lo estoy! Pero, ¿quiero pelear ahora?: Ciertamente no. ¿Intentaría evitar la lucha por todos los medios si pudiera?: Con toda la voluntad que pudieseacumular. Entonces, ¿qué sentido tiene entrenar Karate? Bueno, una de las lecciones privadas más importantesque he aprendido es que el cuerpo sigue a la mente. Por tanto, trabajo duro mi cuerpo, pero trabajo mimente incluso más duro. Y estoy convencido de que si tuviera que recurrir a pelear por razones que nofueran la inmediata defensa propia o la de mis seres queridos, entonces, realmente no habría logradoaprender la lección privada más importante de todas: que nunca se resolvió nada mediante laviolencia.

Fuente:

"Private lessons"Traducción al castellano: Víctor López Bondía [Con la autorización de Michael Clarke]