Lectura 1_ de La Ruptura Del Orden Colonial a La Organización Nacional

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Módulo 1 Unidad 1 Lectura 1: De la ruptura del orden colonial a la organización nacional Materia: Historia Argentina Profesor: Rómulo Montes

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Módulo 1

Unidad 1

Lectura 1: De la ruptura del

orden colonial a la organización

nacional

Materia: Historia Argentina

Profesor: Rómulo Montes

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1.1 Las bases económicas

coloniales. El desarrollo

agropecuario. La nueva

política: la burguesía

comercial y los

terratenientes. Las

economías regionales, las

guerras civiles y la

militarización. Las bases económicas y el desarrollo agropecuario1

Como bien apunta Giberti, el español no encontró en las pampas y en el sur nuestro territorio civilizaciones indígenas donde anclar las condiciones de permanencia, es decir no había culturas de orden avanzado como en la región andina, e inclusive de nuestro noroeste, culturas donde las asentadas estructuras estatales y avances en la agricultura permitieron al conquistador la extracción brutal de su propia subsistencia y ganancia.

De nada servían „‟mitas y encomiendas‟‟ frente a un tipo de indígena nómade y huidizo, que no había domesticado una sola especie vegetal y nada sabía de monarquías y estructuras burocráticas, su estadio cultural tenía más características paleolíticas que neolíticas.

La introducción de ganado equino y vacuno por parte de los españoles, sumado a la tradicional aversión del conquistador por los trabajos de a pie y a la poca penetración de una cultura agrícola, daría como resultado todo un cambio en las condiciones económicas y sociales y ya no seria extraño que el desarrollo de una más que notable tendencia a lo pastoril.

1 Bibliografía utilizada: Giberti, Horacio, ‘’El desarrollo agropecuario’’ en Desarrollo

Económico N° 1 – Vol. 2, Buenos Aires, 1962, pp. 1-28

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A - Las Vaquerías: Cuando a principios del siglo XVII la abundancia del ganado cimarrón estimula el interés por la exportación de cueros, surgen las vaquerías, eran verdaderas expediciones para cazar ganado cimarrón2. Los animales eran carneados solamente por el cuero y tenían derecho a esa práctica sólo los hacendados. Luego pasó a ser una actividad que practicaban también individuos aislados, normales, que eran llamados graderíos

B - La estancia Pampeana: La existencia del ganado cimarrón redujo el interés de su cría en las estancias que inicialmente se orientaron hacia la producción de caballos y mulares. La difusión del ovino se vio en general restringido a causa del monopolio ejercido por la corona. Ante la abundancia de carne vacuna, el porcino sólo revistió interés para el consumo doméstico en las áreas donde se podía mantener bajo vigilancia. El cuero representaba una mercancía de venta rápida a compradores extranjeros de alto poder adquisitivo, y éste aseguraba un buen ingreso en el ramo del comercio exterior.

C - De las Vaquerías a la Estancia: Mucho antes de la Revolución de Mayo se había iniciado un sistema de producción diferente que venía antiguas vaquerías, era la cría de animales en lugares fijos llamados estancias. Originalmente las estancias carecían de cercos, que restringían la propiedad de la hacienda y, en el mejor de los casos, el curso de un río constituía una barrera natural que evitase la dispersión de los animales, pero en 1848 el alambrado vino a cumplir la doble función de delimitar la propiedad y permitir el refinamiento del ganado. Consecuentemente las rinconadas adquirían un singular valor por ser propicias al aquerenciamiento espontáneo del ganado donde sólo era necesario un mínimo control ejercido por hombres de a caballo y además donde la propiedad del ganado se garantizaba por la marcación de los animales.

Cabe mencionar que la desaparición de las cimarroneadas pampeanas trajo una consecuencia imprevista y no deseada: el ataque de los indios a las estancias.

A lo largo del siglo XVIII fue gestándose entonces la figura de un tipo un tipo humano característico de la pampa, vinculado a la existencia del ganado cimarrón.

Es el gaucho, cuya destreza le permite moverse libremente en la llanura cazando los animales a los que extrae solamente la lengua, sacándole a veces el cuero que canjea a veces en pulperías por un poco de yerba, ginebra o tabaco. Ocasionalmente aliado a los indios a los que en sus malones, este hombre de la frontera es también un freno a la expansión ganadera.

D - El Saladero: la etapa siguiente de la ganadería y el que daría coto final a la vaquería fue la creación del Saladero, verdadero establecimiento protoindustrial en el cual se lograba un aprovechamiento integral del animal, que permitía la elaboración de un producto llamado tasajo, dieta de los esclavos y de las tripulaciones embarcadas en grandes travesías. Antes

2 Aquí es tomado como sinónimo de ‘’salvaje’’. Ganado sin dueño conocido, pero

que indica propiedad.

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del saladero la carne del animal se desaprovechaba sólo se utilizaba el cuero y el sebo.

El obstáculo para la instalación del saladero industrial fue la falta de una oferta de sal de buena calidad y a precio razonable. Con la llegada de la Primera Junta se produjo un abaratamiento de la sal, la industria saladeril encuentra así las condiciones apropiadas para su expansión. Estas empresas por su costo serán iniciadas por algunos hacendados en sociedad.3

Los primeros saladeros se instalaron en el sur del Riachuelo y su principal producto del saladero era el tasajo, éste se vinculaba a esta industria con los países menos exigentes (en materia de la carne), como el constituido por poblaciones esclavas, particularmente Brasil y Cuba.

Hasta mediados del siglo XIX la separación de los rodeos se hacían mediante zanjas, cercos de tunas o adobe, o por piedras. Pero en 1848, el alambrado vino a cumplir una doble función de delimitar las propiedades y permitir el mejoramiento del ganado mediante la cruza de razas importantes, al evitar las cruzas de ejemplares de diferentes orígenes.

Durante ese periodo se funda la Sociedad Rural, en 1866, que realizó la primera exposición en 1871 y que desde entonces constituye durante todos los años un verdadero acontecimiento en el calendario económico del país.

E - El Frigorífico: el control de la industria frigorífica y su repercusión sobre la actividad ganadera: Los cambios ocurridos en la industria del frío desde la aparición del frigorífico fueron factores determinantes en la producción pecuaria, no sólo desde el punto de vista de las transformaciones tecnológicas, sino además de los sectores comercialmente ligados a la misma.

Con los primeros frigoríficos norteamericanos en nuestro país se produjo un cambio en las modalidades de producción, debido a que sus técnicas de comercialización se basaban en el enfriado en vez del congelado usado por los ingleses, tomándose al mercado del chilled beef que, como consecuencia del método de conservación yanqui, mantenía mejor su sabor original. Pero reducía el periodo en el cual el producto se volvía perecedero, de modo que debía consumiese dentro de los cuarenta días.

Esto planteaba la necesidad de un abastecimiento continuo a esos frigoríficos a lo largo del año, mientras los ingleses podían concentrar sus compras en los meses de mayor producción de pasto y mantener la carne congelada hasta el momento de su consumo.

Los norteamericanos, que habían aumentado la capacidad instalada de frigoríficos, desatan una nueva lucha por el mercado de exportación que

3 Juan Manuel de Rosas en sociedad con Terrero inicia la empresa de traer la sal

desde el Sur con medianas naves de su propiedad. Pronto serán los principales saladeristas como veremos al analizar el texto de Halperin Donghi.

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finaliza en un 70% para ellos, 20% para los ingleses y 10% para los argentinos.

Los precios de la carne pagados a los productores, sufrieron oscilaciones bruscas derivadas de esta situación. Durante los periodos de conflicto los precios subían vertiginosamente, impulsando así el desarrollo de la actividad pecuaria.

Como resultante de este proceso queda el virtual control de los capitales norteamericanos sobre la industria frigorífica local en detrimento de los frigoríficos ingleses que, habían sido los dueños absolutos del mercado de carne por dominio absoluto sobre los sistemas de industrialización, comercialización y transporte, se sumaba su situación dominante en la provisión de insumos para el desarrollo de la actividad pecuaria.

1.1.1 Caudillismo: modelo clásico vs.

modelo clientelístico. La estructura

social y el caudillismo. El ascenso

político de los ganaderos.

1.2 Crisis política y ruralismo. La

estancia. Buenos Aires y el interior: la

anarquía del año veinte. Economía: la

expansión de la ganadería.

Caudillismo4

En la mayoría de los estudios sobre el fenómeno del caudillismo durante el siglo XIX predominó la idea de un jefe local que conduce a las masas rurales en una lucha contra el gobierno y las elites urbanas y ésta sería la configuración básica del denominado modelo clásico.

En el contexto anterior a la revolución de 1810 uno de los distintivos del sistema político colonial es que la lucha política institucionalizada no existe. Con la revulsión política de Mayo, las oligarquías locales desarrolladas con la formación y el crecimiento de las peculiaridades zonales que naturalmente han surgido desde la instalación colonial, son todavía demasiado débiles para discutir con éxito la carta de una oposición política, pero todo cambia aceleradamente.

4 Bibliografía utilizada: Zorrilla, Rubén, ‘’Estructura Social y Caudillismo 1810-

1870’’, GEL, Buenos Aires, 1994, capítulos II, III, VI y VII

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En conjunto, en el ámbito del poder, la remoción de la estructura política virreinal lleva a despertar y movilizar a todas las regiones y todos los sectores y grupos sociales. Las invasiones inglesas habían iniciado esta espectacular dinamización política en la capital virreinal; la revolución de Mayo la difundirá, urgida por opciones ineludibles, en todo el territorio de la dependencia colonial. Así, regiones y estratos sociales –aún los más lejanos y más bajos, respectivamente– harán la novedosa y cruel experiencia de la lucha por el poder, si bien desde condiciones y posibilidades iniciales muy diferentes.

La quiebra del sistema político colonial

La fractura definitiva de las instituciones políticas coloniales –sustentadas en un absolutismo irrestricto– en ese año crucial para América, y la expresión libre de la política activa, son condiciones iniciales decisivas para la aparición del caudillismo en el área de la estructura del poder. Ellas hacen posible que, por primera vez, se plantee el inusitado problema de consentimiento hacia los que ejercen precariamente el poder, no sólo en el ámbito de lo que constituía la capital del virreinato, sino también en las diversas y conflictivas localidades y regiones diseminadas en un horizonte geográfico vastísimo.

A partir de ese momento es preciso decidir quién o quiénes gobernarán, cómo elegir y quiénes participarán en la elección, además de formular cuáles serán las reglas a las que se verá sometido el complejo mecanismo de tomar decisiones últimas, es decir, decisiones políticas y no meramente administrativas.

La Primera Junta de gobierno el 25 de mayo de 1810, debe buscar su aceptación –como poder central heredero del que ha desplazado son consultar a nadie en el inmenso virreinato– en cada uno de los centros de poder regionales (las intendencias sus principales centros urbanos) hasta entonces meras delegaciones del Rey.

La Junta de Mayo les pide ahora la elección y envío de diputados; les solicita inmediatamente la formación de Juntas provinciales y Juntas de ciudades o villas, subordinadas a las de la capital, cuya misión es mantener la seguridad y unidad de los pueblos, así como la de propagar la revolución. Pronto les pedirá una tarea más ardua y comprometedora, de consecuencias incalculables: el reclutamiento de tropas para el puntual cumplimiento de las órdenes de Buenos Aires.

De esta experiencia excepcionalmente aleccionadora, tanto militar como política, surgirán los caudillos. De aquí se derivan por lo menos dos resultados inesperados: por una parte, el poder heredero de las atribuciones coloniales traslada la práctica regular de la política al interior; por la otra, establece la frecuentación del ejercicio militar.

Además, si esta cooperación en la guerra de la independencia inducía poderosas razones para la centralización, típica del virreinato, las medidas concretas para hacer la guerra

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tendían, en cambio, a consolidar y despertar la ambición política de los poderes locales.

Este llamado de la Primera Junta, en síntesis, al reconocimiento de su liderazgo, si prueba la conciencia que tenía el gobierno patriota acerca de su dudosa legitimidad, por la otra despertará en todos los rincones adonde llega la certidumbre de la importancia de las mismas regiones a las que pide acuerdo, y la necesidad, ineludible para ellas, de introducirse inmediatamente en las ambigüedades y dudas de las opciones políticas, responsabilidad y sentimiento por completo inédito en el estrecho mundo de las preocupaciones provincianas.

Así se descubren aceleradamente los centros de poderes regionales y locales, antes inadvertidos, en cuyo marco se incuba el caudillismo. Uno de los rasgos de este proceso es que los elementos de concepciones políticas modernas, elaborados y propagados por la Revolución para lograr el apoyo popular contra el poder español, serán utilizados después en el interior del país contra el dominio –o la amenaza de dominio– de Buenos Aires y, dentro de ella, para dirimir conflictos entre grupos contrapuestos.

En una carta famosa, citada reiteradamente, Rosas expone al agente oriental Vázquez, en 1829, con absoluta conciencia, el uso de aquellas prácticas populistas –y muy modernas– que la Revolución había hecho posible al promover la lucha política y movilizar a las masas, y que había explotado con éxito:

“A mi parecer todos cometían un grave error: se conducían muy bien con la clase ilustrada pero despreciaban a los hombres de las clases bajas, los de la campaña, que son la gente de acción. Yo noté esto desde el principio y me pareció que en los lances de la Revolución, los mismo partidos habían de dar lugar a que esa clase se sobrepusiera y causase lo males mayores, porque Ud. sabe la disposición que hay siempre en el que no tiene contra los ricos y superiores. Me pareció, pues, muy importante, conseguir una influencia grande sobre esa gente para contenerla, para dirigirla, y me propuse adquirir esa influencia a toda costa; para eso me fue preciso trabajar con mucha constancia, con muchos sacrificios, hacerme gaucho como ellos y hacer cuanto ellos hacían, protegerlos, hacerme su apoderado, cuidar sus intereses, en fin, no ahorrar trabajos y medios para adquirir más su concepto.”( Floria, Garcia Belsunce, 2001, 453)

Fuentes de las tensiones políticas

Desde el estallido de la Revolución de Mayo, las grandes líneas que definen las tensiones políticas se tienden según tres focos principales:

A - En primer lugar, respecto del poder central, cuya consolidación, en beneficio de Buenos Aires, puede significar la desaparición de las autonomías regionales y/o locales, ahora convalidadas tácitamente por las autoridades surgidas de la propia revolución. Una fuerte centralización despojaría a las oligarquías locales de sus pretensiones de dominio sobre su hinterland e implicaría también la destrucción de sus propósitos de dominio regional, allí donde éstos pudieran manifestarse.

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El proceso de autonomización provocado por la ruptura del poder virreinal cubrió también, desde luego, a las intendencias extensas regiones de las que dependían las que hoy son varias provincias. La capital dominante de las antiguas intendencias procuraba mantener su hegemonía sobre la zona de su tradicional influencia, en contra de los deseos localistas de los centros urbanos dependientes.

Éste fue el origen de permanentes rivalidades entre las provincias. El caudillo es entonces el personero de la soberanía local, no sólo frente a Buenos Aires (hasta donde ello es posible, según lo permiten los recursos locales), sino también frente a los otros núcleos de poder regionales. La lucha contra el poder central afirma a la oligarquía provincial primero y luego al propio caudillo, como celosos defensores de los intereses regionales y locales. Es explicable entonces que la mayor emergencia de caudillos tenga lugar en la primera década revolucionaria

B - En segundo lugar, respecto del dominio dentro de la oligarquía local. Esto genera una violenta lucha interna cuyas vicisitudes varían de acuerdo con el caso considerado, inclusive en las relaciones que mantienen los contendientes con el poder central. La lucha política intra oligárquica –es decir, dentro de cada situación provincial– se convierte en un centro promotor de líderes no institucionales.

En estos conflictos internos, la piedra del escándalo no sólo es la preeminencia de conexiones políticas excluyentes en el seno de la diminuta escena doméstica (y aún más allá, en el horizonte nacional). Consiste en escapar a los costos de la guerra.

Primero, a los costos de la guerra de la independencia; después, a los costos inmedibles de las guerras civiles. Y si en este caso los altibajos de las luchas, emprendidas sin misericordia, encaran invariablemente la posibilidad de una pérdida total aún la de la vida), sugieren a veces el espejismo o la realidad de una recuperación, con el más que probable agregado de una ganancia neta.

En todo caso, es un juego brutal que los protagonistas sienten como inescapable, no solamente para los caudillos y sus seguidores inmediatos, sino también para la masa mayor e indiferenciada que más sufre sus efectos de crueldad y destrucción.

C - En tercer lugar, respecto del dominio dentro de la región. Aquellas provincias que mantenían la hegemonía dentro de la formación de las intendencias, deseaban conservarla, en tanto las provincias dependientes procuraban desprenderse de ella. Hay allí un semillero de conflictos: Jujuy contra Salta, Salta contra Tucumán, La Rioja contra Córdoba, Santiago del Estero contra Tucumán, entre otros, señalan los enfrentamientos que responden a peculiaridades regionales y a relaciones políticas contrapuestas. Estas reyertas tienen sin duda muy lejanos antecedentes:

„‟En 1739 se reunió una junta de delegados de los cabildos de Tucumán en Salta (recuérdese que se trataba de Salta del Tucumán, y no sólo de la provincia que hoy lleva ese nombre), a la que asistió la

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representación de Córdoba. Se acordaron allí gravámenes a toda la provincia para proveer los fondos para combatir a los indios. Cuando al año siguiente se puso en práctica lo resuelto, Córdoba se alzó airada contra la resolución tomada sin su intervención. La misma lucha contra los indios dio origen, años después, a los levantamientos de las milicias catamarqueñas y riojanas que se negaban a abandonar sus lares en lo que juzgaban que era ir a defender intereses ajenos‟‟ (Zorrilla, 1994, 71)

Las enormes distancias y la escasez de población, unidas a la pequeña estructura militar, contribuían decisivamente a crear, ya en el virreinato, un aislamiento en el que se escudaban las intendencias para ejercitar un poder en los hechos casi independiente o soberano, pero sobre todo arbitrario, para lesionar la autoridad de los virreyes y de aquellos que en su misma jurisdicción debían vigilar el cumplimiento de la ley.

El desgarramiento de las provincias desde las regiones y su separación de las intendencias son una demostración de la fuerza política de las autonomías locales desde el momento de la ruptura del poder central virreinal. Esa lucha, porque es nueva en términos políticos, lo mismo que la intra oligárquica, y porque se realiza en un marco institucional que no la contempla como posible (tornándola, por eso mismo, en completamente inservible) se decide en función de líderes y recursos no previstos por la normatividad, entre otras razones, no incluye regulaciones para encauzar el conflicto político, ni siquiera bajo las formas de usos y costumbres.

En esta profunda quiebra del poder central colonial, como nudo y sostén de la estructura política, y la proyección de sus consecuencias sobre los poderes regionales y locales latentes (aún en el de Buenos Aires, como lo demostrará la crisis de 1820, cuando la ficción de un poder central desaparece y cada provincia asume formal y espontáneamente mayor autonomía) donde corresponde situar la génesis del caudillismo.

También, por supuesto, en la naturaleza de la cultura política decantada por la conquista y la colonización y su choque con las ideas difundidas por la Ilustración, la revolución norteamericana y la revolución francesa.

Conflictos políticos interprovinciales

En la vasta y dolorosa gama de conflictos que sacuden la antigua colonia es posible distinguir matices y, desde luego, intensidades, no sólo en las regiones que delimitan con alguna vaguedad las constantes luchas, sino también en los momentos históricos en que ellas se manifiestan. Aquí sólo intentaré definir los grandes núcleos estructurales de los conflictos interprovinciales, que se integran dentro de la gran trama estructural mayor de la política argentina, antes de la organización definitiva del país.

A - Existe un conflicto general, que denominado portuario y que tiene como protagonistas enconados a Buenos aires (el puerto) y las provincias. Comienza a expresarse inmediatamente después de 1810, hasta hacer trizas el endeble sistema político

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existente y obligar a una redefinición de sus elementos, meta que comienza a realizarse con los tanteos rosistas en 1829.

Esta redefinición se concreta a partir de la segunda gobernación de Rosas (1835), cuando éste constituye una inorgánica Confederación. Aunque los recelos y aún la oposición a Buenos Aires continúan, la amenaza de las provincias y los caudillos es mucho más débil. En primer lugar, los dos únicos grandes caudillos que quedan –como son Estanislao López y Justo José de Urquiza, de las provincias más próximas a Buenos Aires– son sus leales partidarios.

En segundo lugar, los caudillos existentes, con mucha menos capacidad política y recursos militares que los dos indicados y que los anteriores (Artigas, Ramírez, Bustos, Güemes, Quiroga), comprenden que una lucha con Buenos aires es imposible. Comprenden más: que si no molestan a Rosas, éste no se entrometerá en sus provincias. Superada la dura dirección de Rosas después de Caseros (1852), las provincias del litoral, y especialmente Entre Ríos, intentan la desesperada lucha para imponer su solución propia al viejo diferendo.

En la definición que imponen las armas, sin embargo, Entre Ríos está siempre prácticamente sola. Ella es la que lleva el pesadísimo esfuerzo que dura diez años. Cuando Urquiza, al cabo de esta torturada porfía, reconoce el fracaso y se retira ya para siempre de la escena central, Mitre inaugura desde 1862 los pasos que culminarán en 1880, con el cierre definitivo del conflicto “portuario”.

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Mapa: „‟El conflicto Portuario Buenos Aires vs. El Interior‟‟

Fuente: Zorrilla, Rubén, ‘’Estructura Social y Caudillismo 1810-1870’’ Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1994

B - Un conflicto parcial que tiene por marco la zona litoral Allí aparece una hoguera constantemente renovada, no obstante la casi vertiginosa aparición y desaparición de figuras, y las incesantes batallas, en las que también participan las fuerzas portuguesas, y luego de 1822, las brasileñas. La Banda Oriental contra Entre Ríos; ésta contra Santa fe, aliada a veces con Córdoba, y contra Corrientes y Buenos Aires. Estas dos, por su parte, luchan entre sí, lo mismo que Entre Ríos-Buenos Aires y Buenos Aires-Santa Fe. Los rivales son Artigas- Ramírez, Ramírez-Estanislao López, Echagüe-López, Echagüe-Cullen, Echagüe-Ferré, Echagüe-Berón de Astrada, López-Dorrego, Urquiza-Rivera, Urquiza-Madariaga y Urquiza-Rosas, entre otros conatos menores. Esta pesada lista de personas y conflictos bélicos tiene el propósito de señalar la persistencia, casi rutinaria, de las guerras. Nos da una idea, sin embargo, de la ferocidad con que fue encarada. Los degüellos masivos eran una costumbre al final de cada batalla.

En general, las inquietudes éticas de los historiadores -completamente justificadas- se orientan a subrayar la iniquidad que significó la muerte violenta y premeditada de algunos grandes personajes (Liniers, Dorrego, Quiroga, Peñaloza, entre otros) pero rara vez a puntualizar detalladamente las tragedias masivas de estas aniquilaciones de personas anónimas, por más que ambas series de hechos formaban parte de la cultura de la época.

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Mapa: „‟El conflicto Litoral‟‟

Fuente: Zorrilla, Rubén, ‘’Estructura Social y Caudillismo 1810-1870’’ Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1994

C - Otro conflicto parcial –que incluye, como el anterior, múltiples enfrentamientos y que el autor denomina “mediterráneo” y que opuso a la Rioja contra Santa Fe y Tucumán, a ésta contra Salta y Santiago del Estero, y en las que intervinieron, aunque con menos frecuencia e intensidad, Catamarca, Mendoza, San Juan y Córdoba. Aquí los nombres son muy conocidos y numerosos: Güemes-Aráoz, Quiroga-Estanislao López, Latorre- Heredia, Heredia-Ibarra, éste último con la simpatía de Brizuela (La Rioja), y Cubas (Catamarca).

He aquí un ejemplo de este tipo de conflicto: las provincias de Catamarca y La Rioja suscriben una alianza contra Alejandro Heredia, gobernador de Tucumán, el 10 de noviembre de 1838, dos días antes del asesinato de aquél (con el cual no tuvieron nada que ver).

El texto muestra la virulencia de los desacuerdos mediterráneos: el artículo 1º dice: “Habrá alianza defensiva y ofensiva entre el gobierno de Catamarca y el de La Rioja en caso de ser invadidas algunas de éstas por cualquier otra”. El artículo 5º establece. “Será deber del gobierno de La Rioja de cooperar para que le de Catamarca reintegre la provincia con los departamentos de Belén, Santa María y Tinogasta (anexados por Tucumán).”

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Mapa: „‟El conflicto Mediterráneo‟‟

Fuente: Zorrilla, Rubén, ‘’Estructura Social y Caudillismo 1810-1870’’ Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1994

Otro ejemplo: la muerte de Quiroga en 1835, a manos de la partida de Santos Pérez se produce –como ya indiqué– durante el viaje de regreso que había realizado para superar el conflicto entre Latorre (gobernador de Salta) y Alejandro Heredia (gobernador de Tucumán). Poco antes –ya asesinado el general Latorre como resultado de una conjura interna– había inducido a los gobiernos de Salta, Tucumán y Santiago del Estero a firmar un tratado de amistad.

Tanto la necesidad de este convenio, forzado por la presencia de una autoridad incuestionable como la del caudillo riojano, entre provincias permanentemente hostiles, como la misma muerte de Quiroga, instigada por el gobernador Reinafé, de Córdoba, constituyen un indicador de la presencia y gravedad del conflicto mediterráneo.

Estas luchas interprovinciales, si son igualmente crueles y encarnizadas allí donde llegaron a las armas, en conjunto, sin embargo, parecen menos violentas. La oposición entre Quiroga y López, por ejemplo, se mantuvo latente. Cuando Quiroga es asesinado, López pretende señalar a Ibarra como posible culpable. No simpatiza un ápice con él. Pero lo que procura es

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salvar a Vicente Reinafé, gobernador de Córdoba y amigo suyo, sobre el que recaen las más graves sospechas.

Rosas, árbitro perpetuo en los conflictos entre caudillos, utiliza admirablemente la oportunidad: insiste en culpabilidad de Reinafé, a quien reclama y ajusticia, y coloca en su lugar, al frente del gobierno de Córdoba, a Manuel “Quebracho” López, amigo suyo y enemigo de Estanislao López, el “Patriarca de la Federación”.

Si se llegaba al enfrentamiento bélico, las consecuencias eran penosas, no sólo para los protagonistas vencidos sino también para la provincia que representaban.

1.2 Crisis política y

ruralismo. La estancia.

Buenos Aires y el interior: la

anarquía del año veinte.

Economía: la expansión de

la ganadería Crisis política y ruralismo5

I - Condiciones y limitaciones económicas de la expansión ganadera

El estímulo que significó la libertad de comercio se orienta, sobre todo, a las comarcas no tocadas por la guerra civil: entre ellas las zonas del interior mejor ubicadas respecto del centro exportador de Bs. As. Hasta 1825 la ruta de Potosí queda cortada, aun después de esa fecha la apertura del Pacifico sur al comercio europeo impedirá que Bs. As recapture el de Chile y Bolivia.

Su papel comercial sufre necesariamente como consecuencia de esto: Bs. As pasa a ser, sobre todo, el puerto de unas exportaciones ganaderas que en las últimas décadas coloniales sólo habían cubierto alrededor de un tercio del total de comercio exportador porteño.

5 Bibliografía utilizada: Halperin Donghi Tulio, La expansión ganadera en la

campaña de Buenos Aires 1810-1852, en Desarrollo Económico N° 1-2 – Vol. 3, Bueno Aires, 1963

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Antes de eclipsarse como rivales de la ganadería porteña, las zonas ganaderas del litoral consumen frenéticamente su stock: los ejércitos federales y porteños son devoradores implacables de ganado; la inseguridad impulsa, además, a los hacendados a liquidar, anticipándose a sus posibles saqueadores. Sólo la conclusión de esta etapa deja a la ganadería de las zonas menos tocadas por la guerra civil en disposición de aprovechar por entero la ampliación de su mercado consumidor.

A esa ampliación se responde con un crecimiento de la producción que, pese a sus altibajos, es el movimiento dominante durante 30 años, a partir de 1820. Este aumento a su vez deriva en primer término de la ampliación del área explotada; en segundo lugar, de una utilización más intensa de la mano de obra disponible; no surge, en cambio, sino en medida mínima, de progresos en los aspectos propiamente técnicos de la explotación ganadera y las industrias con ellas conexas.

En cuanto a la industrialización, la innovación más significativa es sin duda la grasería, el vapor que no sólo se incorpora al saladero, sino también se difunde por la campaña en la década de 1830 por iniciativa de hacendados y acopiadores locales.

Sin duda esa expansión debe plantear un problema de mano de obra: ésta es ya escasa al comenzar el proceso y corre riesgo de hacerse cada vez más cara.

Las mismas exigencias de baja inversión inicial rigen en las actividades industriales relacionadas con la ganadería y en primer término en la más importante de todas: el saladero, como vimos anteriormente la producción y la industrialización del vacuno se desarrollan entonces con bajos costos de instalación.

Las altas ganancias son uno de los rasgos dominantes de esa expansión ganadera: explican no sólo el triunfo de las inversiones en el sector rural sobre los modos de inversión rivales, sino también el brusco aumento en la demanda de capitales que esa expansión provocó y se tradujo de inmediato en una subida de las tasas de intereses corrientes.

Sin duda la inversión en empresas comerciales no había disminuido sus rendimientos como consecuencia de la revolución, pero hubo aquí una transformación profunda de los grupos mercantiles: una forma de adaptación a la situación nueva es la vuelta hacia el campo, que ejecutan a partir sobre todo de 1820 algunos de los grandes comerciantes porteños de arraigo colonial. Junto con ellos son los comerciantes extranjeros los que también participan en la expansión del sector rural porteño.

La inversión especulativa se vuelve rápidamente de un rubro a otro, a la espera de ganancias excepcionalmente elevadas. Al mismo tiempo, la miseria crónica del estado creó un nuevo rubro, bien pronto importante para los especuladores: los vales de aduana, luego los fondos públicos, por fin el papel moneda, todos de valor oscilante que, combatida intermitentemente y sin vigor por los gobiernos, estaba destinada a durar a lo largo de toda la etapa de expansión de la ganadería vacuna.

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Más que rival, la inversión especulativa es entonces complementaria de la pecuaria o comercial. Este rasgo se traduce también en el plano social: la expansión ganadera da lugar en el ámbito porteño a una sociedad más homogénea que la colonial; los conflictos latentes en esta, se atenúan progresivamente gracias a la expansión.

II - El marco social

a) En el nivel local, en las últimas décadas coloniales la campaña de Bs. As, entre El Plata y el Salado era una zona juzgada sólo mediocremente apta para la ganadería. La frontera significaba para la campaña porteña una desventaja sin contrapartida positiva alguna: si en el periodo 1780-1810 hubo en ella una relativa paz, ella se mantuvo a costo de la detención del avance poblador en la línea del Salado, protegido mediante el sistema de poblaciones y fuertes fronterizos comenzado a organizar en la primera de esas fechas.

Detrás de esa línea la campaña de Bs. As estaba dividida en propiedades de extensión media (norte y aledaños de la ciudad), pequeña (oeste) y grande (sur). Estas diferencias iban acompañadas de una parcial diferenciación de funciones: el oeste y algunos oasis del norte eran centros predominantemente cerealeros; al norte y al sur el predominio de la ganadería iba acompañado muy frecuentemente de actividades agrícolas. Pero este sector rural no era tan sólo el hinterland agrícola-ganadero de la capital, era el “corredor porteño”, una zona de tránsito para el comercio con el interior.

En estas condiciones la hegemonía de los comercializadores en nivel local no se prolonga en contactos estrechos con grupos de gran comercio de Bs. As: estos últimos, dedicados a la importación ultramarina para un mercado que llegaba hasta Puno y Santiago de Chile, dedicados a una exportación en que el metálico predominaba sobre los cueros no necesitaban de la colaboración estrecha de los comerciantes rurales; aun se ocupaban menos de los hacendados y agricultores de la campaña porteña.

Sin duda el desbarajuste del comercio mundial luego de 1795 y el florecimiento de la especulación que fue en Bs. As su consecuencia cambió en algo esta situación originaria: antes que la ganadería vacuna era la agricultura la que estableció algún contacto entre el pequeño comercio local y el gran comercio de exportación-importación de la capital. Pero estos contactos no eran lo bastantes duraderos como para provocar comunidades o rivalidades permanentes de intereses entre ambos grupos. El resultado era que sólo sectores de gran gravitación de posición relativamente secundaria en la vida urbana aseguraban el contacto entre uno y otro sector.

El cabildo intervenía sin duda para asegurar que las maniobras de especulación no llevaran a la carestía de productos de consumo universal a niveles intolerables; intervendría también para designar, año tras año, las autoridades investidas de funciones de política y baja justicia en la campaña. Todo esto no eliminaba la relativa independencia de la campaña respecto de las fuerzas económicas-sociales más dinámicas de la ciudad porteña, que estaba destinada a desaparecer luego de la

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liberación del comercio ultramarino, y sobre todo de los cambios que la acompañan.

b) Consecuencias de los reajustes comerciales post-revolucionarios (1810-1820)

El Reglamento de Comercio Provisorio, dictado en 1809 por un virrey acuciado a la vez por la angustia financiera y el deseo de complacer en lo posible a los grupos de potenciales descontentos, se preocupó, a la vez que de asegurar salidas ultramarinas para los frutos de la campaña rioplatense, de conservar el control de la comercialización de los mismos por aquellos que ya la dominaban.

La prohibición a los comerciantes extranjeros de participar en el comercio al menudeo y en la internación de los frutos, la obligación de emplear factores y consignatarios entre los comerciantes ya reconocidos son todas disposiciones encaminadas a ese fin. La revolución comenzó por no introducir innovaciones en ese régimen.

En 1812 y 1813 el problema se da ya en toda su gravedad: un nuevo grupo de comerciantes británicos actúa en el mercado porteño, disociando sus estructuras tradicionales: las limitaciones que pesan sobre su actividad o las esquiva o bien las viola abiertamente. Luego de varias tergiversaciones el gobierno, pese a la toma de posición muy enérgica de la Asamblea de 1813, concluyó por derogar todas esas disposiciones restrictivas.

En efecto, los comerciantes ingleses entran en el mercado rioplatense, largamente aislado, más que a establecer sistemas comerciales estables, a “recoger la crema” de provechos extraordinarios que a la acumulación de frutos durante demasiado tiempo privados de salida y la escasez de productos importados hacían posible. Su estilo de comerciar utiliza muy escasamente el crédito, deja de lado las jerarquías complicadas que incluye la estructura comercial tradicional.

Si la crisis del sistema de comercialización es innegable y presenta peligros graves para el futuro de la economía regional en su conjunto, el avance de las fuerzas disruptivas se realiza desde el comienzo con apoyos importantes entre los productores: la Representación de los Hacendados, que reflejaba los puntos de vista de estos, seguida en su redacción como cosa propia por el delegado de los comerciantes británicos el Sr. Mackinson. Obtenido provisoriamente los productores no debían perjudicarse necesariamente por la crisis de una estructura comercial compleja y costosa; los signos de prosperidad ganadera se hacen evidentes a partir de 1816.

Más que por la existencia de una economía natural en la campaña, el punto de partida está caracterizado por la existencia de un grupo comercial no subordinado a los hacendados; lo que éstos temen no es la reaparición de ciclos económicos cerrados en cada rancho, sino es que éste encuentre el camino para incorporar sus actividades a circuitos comerciales no controlados por los mismos hacendados. Las disposiciones sobre enrolamiento de vagos y la aparición de la industria saladeril: es la escasez de mano de obra, la indisciplina que producen las levas y el temor a ellas, la

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aparición de núcleos de desertores que necesariamente quedan marginados, lo que explicaría este mayor vigor de las normas que gobiernan la disciplina del trabajo rural

Hegemonía terrateniente y avance de la frontera

Las bases de la hegemonía terrateniente en la campaña se han puesto ya en la primera década revolucionaria. En 1760 se había ido constituyendo en la campaña un sistema de defensa de fronteras. La revolución obligó a descuidar a las fuerzas regulares de la campaña; las milicias tendieron cada vez más a ocupar su lugar.

Mientras los oficiales y suboficiales de blandengues, no necesariamente vinculados a los lugares en que estaban fijos, pagados por la autoridad central, solían establecer vínculos locales sobre todo con comerciantes, y aun emprender por su cuenta aventuras comerciales más o menos disimuladas, la estructura de las milicias se apoya en las de las estancias ganaderas, su hegemonía militar en la campaña es la de los hacendados.

Así, los hacendados adquieren poderes militares: la supresión del cabildo pone la justicia y la policía bajo la autoridad directa del gobierno provincial, las designaciones que éste hace consultan los deseos de sus apoyos locales; éstos son los hacendados que controlan las milicias y además los votos de sus peonadas. En el plano provincial: política de fronteras, política de tierras públicas. En el plano local: la transformación de la administración pública en manos de los hacendados para el mantenimiento de la disciplina del trabajo rural.

Desde 1820 se da un avance de la frontera que supera la línea del Salado. Este avance es fruto de la expedición militar del gobernador Rodríguez y de las paces que la concluyen. A partir de entonces se abre el proceso de poblamiento y organización de la Nueva Frontera; en 1823 se funda Tandil; en 1825 una comisión recorre las tierras sólo parcialmente utilizadas aunque las paces han cedido los cristianos.

En 1827 Rosas concluye el arreglo de la frontera: una línea de fuertes, desde Santa Fe hasta el Atlántico, asegura una paz relativa, consolidada mediante pagos de tributos destinados a ganar la amistad de algunos de los grupos indígenas. La Nueva Frontera había más que duplicado la superficie explotable de la campaña: para disponer de ella, el gobierno de Rodríguez introdujo el régimen de enfiteusis.

Pero el régimen de enfiteusis, si no suprime la hegemonía de los grandes hacendados en el sector rural, tiene una consecuencia económica-social cuya importancia no podría exagerarse: al poner a disposición de los posibles compradores de tierras extensiones prácticamente nuevas se mantenga, durante un periodo relativamente prolongado. Gracias a ellos los costos de producción ganadera pudieron mantenerse bajos. A partir de 1836 la política ha de variar: la enfiteusis será reemplazada por la venta de tierras públicas.

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Ésta no resulta muy exitosa: el precio es bajo, es disminuido aún por la inflación de papel moneda, y sin embargo sólo una fracción de las tierras enfitéuticas son adquiridas en propiedad. Todavía en 1839 la superficie de las primeras abarca más de la mitad de las tierras explotadas de la provincia. Junto con la venta, el régimen rosista recurrirá abundantemente a la donación de tierras.

Los trabajadores que requieren ser disciplinados son objetos de procesos en los cuales los jueces de paz actúan como sumariantes. Reduciendo la población marginal, imponiéndole la integración a los grupos de los peones asalariados, reprimiendo efectivamente las actividades ilícitas que habían sido uno de los medios con que los comerciantes de la campaña habían asegurado su independencia respecto de los hacendados y les habían disputado la hegemonía, la organización policiaca y judicial que se establece en la campaña luego de 1820 y se consolida durante la etapa rosista presta un auxilio capital a la afirmación de la hegemonía de los hacendados.

Pero para mantener el orden de la campaña no contaban estos tan sólo con la activa benevolencia del poder político, tenían a su disposición otros instrumentos igualmente eficaces como veremos a continuación.

El orden nuevo en la estancia

La estancia vacuna es gracias a los cambios post revolucionarios no sólo el más importante centro productor de la campaña sino también un factor cada vez más importante por lo menos en las primeras etapas de la comercialización. Para mantener esa disciplina el propietario tiene también otros instrumentos: la condición de asalariados de sus servidores; muy frecuentemente la insuficiencia de esos asalariados, que coloca a los peones en deuda permanente con los hacendados.

El aparato represivo del Estado puesto al servicio del hacendado frente a sus peones, las deudas de estos con el patrón creando un nuevo lazo que los asalariados no tienen posibilidades reales de romper.

La imposición autoritaria de un nuevo ritmo de trabajo aparece en el litoral argentino al iniciarse el proceso de nacionalización de la actividad productiva; aquí como en otras partes es utilizada para acelerar la transición que es extremadamente difícil. La expansión ganadera se genera en medio de una penuria constante de mano de obra en estas condiciones de éxito de la tentativa de disciplinar la vida rural debe medirse, más que en los cambios del ritmo de trabajo en la estancia, en la transformación de la estancia en elemento económico dominante en el área rural porteña. Esa transformación se dio en toda la campaña porteña, pero más radicalmente allí donde la expansión ganadera se implantan sobre un vacío previo: en el sur de la provincia, en la Nueva Frontera.

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Mapa expansión de la frontera en Buenos Aires

Fuente: Historia de la Relaciones Exteriores. en http://www.argentina-rree.com/Mapas

Las provincias del Rio de la Plata en 1820

Fuente: Historia de la Relaciones Exteriores. en http://www.argentina-rree.com/Mapas

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1.2.1 Unitarios y Federales: definiciones

y significados. El Rosismo: Ideologías y

acción de gobierno. La evolución del

Estado, la sociedad y la economía

El Rosismo6.

Según el trabajo de Pagani, Souto y Waserman (1999), el objetivo principal de Rosas era compartido por el conjunto de las elites rioplatenses: la construcción de un orden social y político tras dos décadas de inestabilidad provocadas por las guerras de independencia y las guerras civiles. Los instrumentos jurídicos y políticos con los que se edificó el régimen rosista en Bs. As habían sido creados en su mayoría durante el proceso de constitución de la provincia en Estado autónomo en los primeros años de la década de 1820. En Buenos Aires la división de poderes y la Ley Electoral de 1821 estaban vigentes y lo siguieron siendo a pesar de la concentración de poderes y atribuciones que Rosas fue adquiriendo como Gobernador.

Lo renovador fue el nuevo sentido que tomarían durante sus dos mandatos, ahora esas instituciones brindaron tanto un marco legal para encuadrar las acciones de la administración como también una instancia de legitimación a través de la práctica interrumpida del sufragio por un sector de un electorado que incluía a una parte importante de la población masculina de la provincia (recordemos que Halperin Donghi analiza en el trabajo que vimos como los distritos de campaña se convierten en feudos electorales).

El objetivo primordial para Rosas era la producción de un orden sociopolítico y estable a la vez, tanto en Bs. As como en el Río de la Plata. Un orden que garantizara el predominio del sector mercantil ganadero porteño del cual él formaba parte. La inserción plena e irrestricta en el mercado mundial, el control de los recursos obtenidos por este comercio a través del puerto y la aduana de Bs. As y el desarrollo de políticas que permitieran la expansión de la producción pecuaria demandada por aquel mercado eran los intereses a cuyo servicio debía responder el nuevo orden.

6 Bibliografía utilizada Salvatore, Ricardo, Consolidación del régimen Rosista

1835-1852, en Nueva Historia Argentina, Tomo III, Buenos Aires, Sudamericana, 1999.

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Fuente: http://www.historiadelpais.com.ar

Este proyecto chocó inevitablemente con los intereses, las ideas y las ambiciones de otros sectores sociales, políticos, económicos y/o regionales; de ahí la constante pero heterogénea y poco articulada oposición que fue concitando el orden rosista a medida que se iba extendiendo en el Río de la Plata. La solución institucional adoptada fue la creación de una Confederación que, a partir, del Pacto Federal de 1831 y hasta la sanción de la Constitución de 1853, reguló las relaciones entre las provincias, a lo que se sumó la delegación en el gobierno de Bs. As de las relaciones exteriores.

Desde 1826 en adelante el federal fue el único sistema admitido como viable por las provincias, en cuanto preservaba el ejercicio de sus atribuciones soberanas. La verdadera solución al problema del orden aportado por Rosas fue su intento de uniformar la sociedad rioplatense bajo el color de una facción política, la federal. Sólo una profunda homogeneidad política podía garantizar la estabilidad, motivo por el cual no admitía ningún tipo de ambigüedades a la hora de pronunciarse; quien no era federal, era claramente unitario y enemigo del orden.

Esta estrategia procuraba también asegurar la cohesión interna de su facción. El problema de esta política era que requería como condición indispensable la constante existencia de adversarios que, fueron sumándose política y geográficamente a través de los años, hasta provocar la caída de Rosas.

El éxito de Rosas radicó en haber sido quien mejor supo comprender las agudas transformaciones provocadas en 20 años de convulsionada vida independiente; entre otras la necesidad de contar con los sectores populares para llevar a cabo cualquier emprendimiento político. Derrotados los unitarios en Bs. As en 1829 y en el Interior en 1832, debió esperarse hasta 1835 para que se produjera una homogenización política bajo el signo federal rosista en la provincia porteña. Ésta fue la base que le permitió empezar a extender el predominio de su provincia

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sobre el Interior y el Litoral. En el espacio rioplatense debió mantener una tensa relación con caudillos federales como López y Quiroga.

1829 - Rosas GobernadorFacultades Extraordinarias

El restaurador Unitarios: liderazgo del Gral. José Ma.

Paz•Paz vence a Bustos en Córdoba•Paz derrota a Quiroga•1830 – LIGA UNITARIA (Córdoba – Tucumán – Salta– La Rioja – Corrientes – San Luis –Mendoza)1831 – Pacto Federal

• Provincias del Litoral•Sistema Federal•Organización nacional a futuro Paz cae preso de López

Fin de la Liga Unitaria

1832 – Todas las provincias se unen al Pacto Federal

Muerte de Dorrego

Ante el caos en la provincia de Buenos Aires

Luego del Triunfo del Partido Federal

El país es una Confederación

Tres Caudillos •Rosas en Buenos Aires•López en el Litoral•Quiroga en el interior

ROSAS concluye su período•Sin Poderes Extraordinarios

•Rosas renuncia

•Inicia la 1ª. Campaña al Desierto

•Agitación rosista en la ciudad (Mazorca)

•Crisis en Buenos Aires (Viamonte)

•Quiroga es asesinado

Nuevamente el desorden

Los ganaderos y comerciantes reclaman

ORDEN

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La consolidación del régimen Rosista 1835-18527

Acertadamente nuestro autor de referencia nos expresa que pocos periodos históricos de nuestro país han disparado tantos y encontrados debates como el segundo gobierno de Rosas. Controversia que siguió durante décadas y aun hoy dispara algunos trabajos históricos que provocan nuevamente la polémica.

Para algunos Rosas es simplemente un tirano que gobernó por el despotismo, el terror y la intolerancia política, para estos el hombre de Palermo, es el responsable de numerosos asesinatos políticos de compatriotas que no pensaban como el. Para otros Rosas fue un progresista, un líder popular aclamado por los sectores más pobres de la población y sobre todo un gobernante que supo comprender la necesidad de la pacificación antes que la organización constitucional. Un héroe defensor de la soberanía nacional frente a las agresiones de las potencias europeas.

Como vemos ambas posiciones son irreductibles. Por ello Salvatore apela a viejas y nuevas preguntas sobre el periodo rosista como forma de establecer un nuevo acercamiento al mismo Rosas.

¿Fue realmente el periodo 1835-1852 un tiempo de "restauración de las leyes"? ¿Apoyó la mayoría del pueblo a Rosas?, ¿Fueron las elecciones una farsa? ¿Participaron los campesinos en el culto a la Patria construido alrededor de las celebraciones mayas y julianas? ¿Pelearon los soldados imbuidos de un nuevo patriotismo Federal? ¿Fueron los sectores subalternos que apoyaron a Rosas meros instrumentos del poder del dictador?

Para aquellos que vivieron en este período, el régimen político en que vivían era definitivamente una República: un lugar en el que los ciudadanos elegían a sus representantes y en el que éstos llevaban adelante los mandatos de sus representados. De allí la extendida y aceptada idea sobre que eran y como debían tratados los que se habían levantado en armas contra un gobierno legítimo.

Ellos no tenían cabida en la República y debían ser combatidos. Dice el autor, con lógica, “si la mayoría de los habitantes de Buenos Aires, no hubiese apoyado esta posición es poco probable que las guerras federales, demandantes de un enorme esfuerzo en términos de personas y riqueza, hubieran podido mantenerse y mucho menos, ganarse‟‟ (Salvatore, 1999, 326) Asimismo en el orden interno la sensación de orden era

7 Bibliografia utilizada: Salvatore, Ricardo, Consolidación del régimen Rosista

1835-1852, en Nueva Historia Argentina, Tomo III, Buenos Aires, Sudamericana, 1999.

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muy apreciada y la campaña de los años 1830 y 1840 era más ordenada y estable.

Los poderes excepcionales y el Terror

El 13 de abril Rosas prestó juramento ante la Legislatura y asumió el mando. Ese día la ciudad se vistió de fiesta. Tanto los representantes en la Legislatura que votaron la ley del 7 de marzo, como los vecinos que ovacionaron a Rosas en la ceremonia de asunción del mando, parecieron aceptar que el costo de salvar la Confederación serla un alto grado de intolerancia política y de violencia del Estado. Según palabras del propio Rosas al asumir en su gobierno se daría persecución a muerte "al impío, al sacrílego, al ladrón, al homicida y sobre todo, al traidor‟‟, preanunciaba una guerra sin cuartel no sólo a los unitarios, también a “quienes violaban las leyes y ofendían a la religión católica‟‟ era el Orden de la represión bajo los mecanismos legales previstos por gobierno republicano de excepción.

Los habitantes consideraban que esa represión se desataría sobre grupos muy minoritarios y que la misma era necesaria. Ciertamente, el orden político instaurado en 1835 no era liberal, no interesaban los derechos de las minorías, ni de los mismos individuos, sólo interesaba defender el sistema federal y, por medio de éste, los derechos adquiridos de los pueblos; esto es, la independencia de la Confederación.

Era republicano, pues su legitimidad se basaba en la voluntad popular y había sido elegido dentro del marco de las instituciones de una República, nada más, todo lo demás era excepcional como “los poderes extraordinarios‟‟ que la Sala de Representantes había concedido a Rosas. A ello debemos convenir que Rosas legitimaba su autoridad por medio de elecciones en las que participaba una altísima proporción de los votantes.

La administración se lleno de "decididos federales" que no dudaron en participar de la intimidación y el asesinato de aquellos que abierta o encubiertamente, desafiaban al régimen. Además debemos contar la confiscación de propiedades, la censura de la prensa, la obligación de usar la divisa punzó. Todos instrumentos propios de un régimen dictatorial en tanto es el gobierno de una persona con monopolio de los poderes públicos. En base a ese monopolio Rosas construyó un sistema de información orientado a controlar las acciones y expresiones de todos los ciudadanos, publicó las listas de unitarios, criminalizó cualquier expresión contra la causa federal, controlando los colores de la vestimenta y de las viviendas.

El terror ejercido desde el gobierno tenía canales institucionales y canales paralelos, como podía ser la Sociedad Popular Restauradora, una organización para policial encargada de la represion política interna, en especial sobre el bando denominado unitario. La Mazorca, su cuerpo para militarizado llevaba adelante el terror en concreto, la intimidación física, los desmanes, los asesinatos políticos ordenados. En muchas noches, los mazorqueros cruzaban la ciudad, disparando tiros en las ventanas o paredes de las casas de los sospechados de opositores.

A este terror desde el Estado, no escaparon ninguno de los sectores sociales, pero hubo una selectiva aplicación sobre

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miembros de los sectores acomodados o ilustrados de la sociedad, quienes generalmente eligieron y pudieron marchar al exilio. Este terror especialmente sobre la oposición se daba con intensidad en los momentos de crisis política o militar el terror, “…cuando la Federación parecía amenazada, el terror se intensificaba‟‟ (Salvatore, 1999, 332).

El período de mayor terror se dio entre los años 1838 a 1842, con su punto más alto durante la conspiración de Maza en junio 1839 y la Rebelión del Sur en octubre de ese mismo año. Desde ya que la magnitud del terror de Estado en estos años es difícil de de determinar. Se considera que el número de asesinatos políticos durante el período 1829-1852 oscila entre un “entre un mínimo de 250 y un máximo de 6.000. Pero es muy difícil de precisar, piensen ustedes que todavía no acordamos los argentinos sobre la cifra de victimas de la última dictadura (1976-1983)

El orden republicano

El periodo rosista ha sido presentado como un régimen despótico por la historiografía liberal y como un régimen ejemplar en la defensa del sistema republicano, en particular del sistema representativo por los revisionistas. Sucede que para los contemporáneos de Rosas, los poderes extraordinarios lejos de negar los principios republicanos, servían para defenderlos. El objetivo principal era la restauración del orden social. Para los rosistas el “federalismo representaba una continuidad con la república imaginada por los hombres de Mayo, sólo que adaptada a las circunstancias históricas que les tocaron vivir‟‟ (Salvatore, 1999, 338)

Según Salvatore el discurso republicano del rosismo se basaba en cuatro componentes:

A - el ideal de un mundo rural estable y armónico, con fronteras claras a la propiedad privada y con jerarquías sociales bien delimitadas, donde habitaban los vecinos propietarios que eran los verdaderos Ciudadanos.

Rosas vuelve a recibir la suma del Poder Público

mas facultades extraordinarias 2º Gobierno de Rosas1835 -1852

El DisciplinamientoEl Orden

Tiempos de Violencia

•Guerra contra Corrientes: triunfo de Rosas 1839

•Conspiración unitaria: muerte de Maza 1839

•Rebelión del Sur (Dolores – Chascomus – Monte Grande)

•Coalición del Norte (Tuc – Sal – Juj – LaR): Oribe la derrota

•Bloqueo francés (1837-40)

•Invasión de Lavalle 1840

•Guerra contra Bolivia por Tarija 1837-39

•Bloqueo anglo-francés (1845-48) por Oribe

Conflicto

Librecambio vs Proteccionismo

Apertura de los ríos interiores

Buenos AiresEl 80% de sus ingresos provienen

de la aduana

1848Pais pacificado

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B – la imagen de una república amenazada por la conspiración, generalmente se trataba de personajes de clase alta: los unitarios, los intelectuales, los comerciantes, los artistas, las personas de gustos refinados y dinero aparecían un grupo siempre dispuesto a subvertir el orden institucional.

C – la defensa del "Sistema Americano". Que tenía que ver con las amenazas a la "causa federal" y sobre todo a la integridad territorial y la soberanía de los estados de la Confederación Argentina. Un "americanismo" oportunista, un patriotismo ampliado que justificaba las condiciones particulares de estos pueblo y sus „‟realidades americanas‟‟ y por último

D – una adaptación entre teoría y realidad políticas. El orden republicano era también restaurar el orden social, dejar atrás las pasiones desatadas por la revolución de Mayo, para poder funcionar como republica. De nada servían las instituciones si los ciudadanos no obedecían la ley, si no se respetaba la propiedad, si existían saqueos sobre el comercio y la industria. En definitiva el "orden" que prometía el federalismo rosista era a la vez un orden económico, político y social. En definitiva se trataba de restablecer principios de autoridad.

Salvatore (1999) sintetiza el punto de este modo, “…una sociedad agraria estable y armónica, un americanismo moderno y pragmático enfrentado a la tradicional y monárquica Europa, la amenaza permanente de conspiradores unitarios y una obsesión por el orden constituyeron las bases del discurso del republicanismo rosista‟‟

Las ideas y las prácticas políticas

La idea de un Rosas omnímodo, poderoso, autoritario, sanguinario, como un gobernante con un poder sin límites, ha oscurecido el tema de las ideas y las prácticas políticas en el periodo y así se omiten los roles que jugaron la sociedad civil y política quedaba reducido sustancialmente.

Pero lo real es que la "dictadura" rosista no eliminó a la "política", es decir, los ciudadanos, incluyendo allí a los sectores populares, continuaron votando, organizando y participando de fiestas patrias, enlistándose en los ejércitos para defender a la Patria o para sostener un determinado proyecto político. ¿Quiénes y cómo, con su actividad política sostuvieron al régimen rosista?

Salvatore (1999) no expresa que los sectores populares, tenían sus prácticas políticas más salientes: las elecciones, las fiestas públicas y las actividades asociativas. La participación política de la población de menores recursos se daba por medio de las elecciones, de las festividades patrióticas, de sumarse a las milicias y de las sociedades africanas, todas terminaron por dar a la participación popular una especificidad y dinámica a la política del período.

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¿Qué era "la política" en esta época? No existían los partidos políticos en el sentido moderno, las formas de comunicación escrita eran muy limitadas y teníamos un electorado prácticamente analfabeto. Por ello la política circulaba por otros canales, mucho más afines a lo cotidiano, por ejemplo: los rumores, las canciones y los chistes que circulaban en las pulperías. Y también estas ideas se reflejaban más que el voto o en expresar la adhesión, en las variadas formas de vestir, de expresarse, de comportarse. Todas estas maneras terminaban por definir la identidad política del individuo, es decir definían al “ser federal‟‟.

Desde ya que las elecciones constituyeron la práctica ciudadana por excelencia, pero ésta sufrió cambios con respecto a la época de Rivadavia donde existía un sistema de listas de notables que se publicaban en el periodo electoral, ahora era reemplazado por un régimen de unanimidad, con reducida o nula competencia entre líderes y con listas únicas de candidatos aprobados por el gobernador.

Nos ilustra Salvatore: ¿Cómo se llevaban a cabo estas elecciones?, se hacían imprimir boletas con los nombres de los candidatos para cada partido y se distribuía a los distintos distritos electorales, en Capital, por el Departamento de Policía; en la campaña, por los jueces de paz y sus ayudantes. El gobernador insistía en que los jueces de paz dieran suficiente publicidad al acto eleccionario. En el día designado, los votantes concurrían a las mesas electorales dando su firma, marca en cruz o consentimiento verbal a la lista de candidatos.

Con este sistema la única oposición posible consistía en no votar. Y si bien los resultados de elecciones y los plebiscitos terminaban por consolidar a Rosas, también es cierto que en esos momentos los sectores subalternos practicaban un acercamiento impensado la política, ya que las elecciones involucraron a grandes sectores de la población urbana y rural de carácter popular.

¿Quiénes apoyaron el régimen? Según las prácticas políticas y las formas de expresar la adhesión a Rosas, podemos sumar a los sectores populares urbanos y rurales, la actitud de apoyo de los sectores medios rurales, en general pequeños productores rurales, "labradores" y "criadores". Como es lógico el apoyo de los grandes estancieros fue circunstancial y condicionado a sentir sus intereses protegidos por el restaurador y cuando no era así se daba casos como la Revolución del Sur. Los sectores medios urbanos con cierta educación y capital social, adhirieron tibiamente al federalismo rosista.

La ley y el castigo

Rosas fue denominado por sus contemporáneos como el "Restaurador de las leyes", para ellos se había restaurado no sólo el orden institucional, sino también la confianza de los ciudadanos en la justicia y su obediencia a la ley. Y es que en durante sus dos gobiernos se estructuro un sistema de justicia que funcionaba regularmente y esto acostumbró a grandes sectores de la población, en especial los grupos rurales y urbanos de carácter popular a temer el castigo y por ende temer a la ley. No es que existiera un

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estado de derecho, ya que no había una justicia independiente. Cuando se habla de "restauración de las leyes" debemos referir al apoyo y legitimidad con que se recubrió a la ley y sus agentes.

Se permitió una relativa comodidad a la actuación de los jueces de paz (a cargo de los casos civiles o correccionales en la campaña) y es notable que casi no se modificó la legislación penal heredada, es decir se mantuvo la vigencia de las leyes provenientes del período colonial y de la experiencia unitaria (Rivadavia) y no se introdujeron modificaciones sustanciales en la organización de la justicia. Salvatore nos ilustra que en la Capital funcionaban dos juzgados de primera instancia además de los jueces de paz de cada parroquia; en la campaña actuaban sólo los jueces de paz, uno en cada partido. A ellos se suman alcaldes y tenientes alcaldes como auxiliares de la justicia.

Estos jueces de paz debían enviar a Rosas en cada cuatrimestre un informe sobre el cumplimiento de las leyes, decretos y circulares en su jurisdicción, lo cual obligaba a los jueces a copiar estas disposiciones una y otra vez. Al cabo de un tiempo, aprendían de memoria las normas que sostenían la Pax Rosista, y casi ritualmente informaban al gobernador sobre su cumplimiento.

¿Cómo llegaban las leyes al común de la gente? ¿Cómo entendían los paisanos que eran las leyes? Para ello los jueces daban "reconvenciones", advertencias o penalizaban con multas a los que infringían las disposiciones por primera vez siempre que se tratara de faltas o delitos leves. Para los reincidentes, se recurría a „‟la didáctica del castigo ejemplar y público: el cepo, los azotes y los trabajos públicos‟‟.

Los castigos eran públicos, ya que se pensaba que aquellos que presenciaran estos castigos aprenderían a relacionar el delito con la certidumbre del castigo, era la didáctica de la violencia aplicada desde el Estado. Rosas como gobernante autoritario y celoso del orden rosista se reservaba para el, disponer las sentencias de los delitos mayores, castigando homicidios, robos, violaciones, deserciones y heridas con penas de servicio en el ejército y, en casos excepcionales, la ejecución pública.

Estos jueces de paz, tan importantes para el orden rosista eran designados por el gobernador a partir de ternas confeccionadas por el juez de paz saliente, generalmente la elección recaía sobre un hombre de probada fe federal. No era un hombre de leyes, ya que las "leyes" que durante este periodo se aplicaron se trataban en realidad de un „‟conjunto de disposiciones, leyes, decretos, circulares, nunca codificadas ni ordenadas‟‟. Las atribuciones de estos jueces de paz de campaña fueron muy amplias por ejemplo: realizaban los inventarios de los bienes testamentarios y sin testamentar, controlaban las pulperías, allanaban viviendas, perseguían desertores, organizaban los "auxilios" de ganado para el ejército, levantaban padrones de propietarios, etc. y en la mayoría de los distritos rurales cumplían funciones de jefes de policía.

Las guerras civiles y el reclutamiento

Las resistencias y la guerra fueron características del segundo gobierno de Rosas, por ello se mantuvo a la población en pie de guerra durante una buena parte del mandato. Y las

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campañas militares fueron en varios frentes cubriendo una vasta superficie del territorio patrio. Se luchó en Cuyo, en las provincias del noroeste, en Córdoba, en el Litoral, en la Banda Oriental, en el sur de la provincia de Buenos Aires, en Bolivia. En definitiva se militarizó la vida cotidiana.

En un fuerte sesgo de clase, las cargas del servicio militar no fueron parejas, los comerciantes o hacendados nunca prestaron servicio de combate en los ejércitos federales. Los vecinos ciudadanos en general prestaron servicios menos arriesgados y por menos tiempo, en cambio los peones y jornaleros fueron siempre los primeros en ser seleccionados para el servicio activo del ejército federal. Los soldados regulares o de línea, eran reclutados por medios coercitivos entre los peones y jornaleros de la campaña (lo que sería tan bien pintado por Hernández en su Martin Fierro).

Según Salvatore (1999) existían tres formas de ser ingresado al ejército federal: A – ser un "destinado", personas que el gobernador o los jueces habían condenado por algún delito real o ficticio, a servir cierto número de años. B – ser un "levado" o reclutado a la fuerza, hombres que formaban parte de los "contingentes" que Rosas encargaba enviar periódicamente a los jueces de paz y C – el menos común, ser „‟voluntario‟‟ un "enganchado", quienes ingresaban voluntariamente al servicio mediante un adelanto de dinero y la promesa de un puesto pago.

Los desafíos internos y externos

El tiempo de la confederación bajo Rosas fue de permanente amenaza tanto en el contexto interno como en el externo y esto tuvo impacto directo sobre “su peculiar forma de republicanismo‟‟. Hablamos de campañas militares, conspiraciones, rebeliones, bloqueos navales, levantamientos de caudillos provinciales, y apetencias de mandatarios extranjeros. A cada uno de esos desafíos Rosas los enfrento con suerte (salvo el final) y de allí su permanencia y el prestigio que lo rodeo hasta su salida del poder.

El conflicto con Berón de Astrada: En febrero de 1839, el gobernador de Corrientes, Berón de Astrada, declaró la guerra a Buenos Aires y Entre Ríos. Esta acción se entiende por los perjuicios económicos que la cerrada aduana de Buenos Aires infligía al comercio en los ríos interiores. Por ello una clásica demanda de Corrientes era la libre navegación y la habilitación de puertos para el comercio de ultramar. A esto el gobernador correntino le sumó el ultimátum para una pronta sanción de una constitución.

Los ejércitos de la Confederación en la provincia de Entre ríos a cargo de su gobernador Echagüe, invadió la provincia de Corrientes. Berón de Astrada buscó el apoyo de Rivera el caudillo uruguayo. El 31 de marzo de 1839 se enfrentaron correntinos y entrerrianos. El triunfo de los primeros se expresó en la muerte de Berón de Astrada y el degüello de ochocientos correntinos. Así se establecía en Corrientes un gobierno adepto a Rosas.

La conspiración de Maza: para junio de 1839 se preparaba en Buenos Aires una conspiración de los jóvenes de la Asociación de Mayo, plan que fue abortado por Rosas que enterado hizo

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arrestar a sus principales miembros, a saber Maza, Albarracín, Ladines y Tejedor. Se habló de de una conspiración para asesinar a Rosas y se responsabilizaba a Manuel Vicente Maza, el presidente de la Sala de Representantes, el mismo fue asesinado por la Mazorca el 27 de junio y el día 28 se fusilaba a su hijo Ramón por orden directa y sumaria de Rosas. Dice Salvatore (1999) que “después de estos sucesos se intensificaron las manifestaciones de violencia contra los unitarios y el pueblo gritaba en las calles contra los Maza, a quienes sindicaba como agentes "vendidos al oro francés”.

La rebelión del sur: la política de tierras de Rosas había provocado un gran descontento entre los hacendados sureños. El mayor Pedro Castelli, modesto estanciero y ex guerrero de la Independencia sumo importantes adhesiones al plan pergeñado por los jefes de milicias de Dolores y Chascomús que serían el centro del levantamiento.

El 29 de octubre de 1839 se desató la rebelión en Dolores, se tomó el pueblo y se comunicó a los pueblos vecinos que había llegado el tiempo de la "libertad". La rebelión se extendió a Dolores, Monte Grande, Magdalena, con un éxito inusitado que habla de la presión del régimen rosista, por ejemplo en Dolores, los habitantes “arrojaron sus cintillos y divisas punzó y destrozaron los retratos de Rosas‟‟ (Salvatore, 1999, 368)

Los comandantes Nicolás Granada y Prudencio Ortiz de Rozas, con fuerzas de Azul y Tapalqué (es decir de fronteras), mejor disciplinadas y fogueadas contra el indio sofocaron rápidamente la rebelión. Tras la batalla de Chascomús el 7 de noviembre de ese año, la revuelta fue eliminada. Como ejemplo para futuras rebeliones, sus líderes (que no escaparon) fueron decapitados y las propiedades de los rebeldes fueron confiscadas, sirviendo luego para pagar premios a los federales que sofocaron la rebelión.

La coalición del norte: este levantamiento fue liderado por las provincias de Tucumán y Salta, a quienes se sumaron las provincias de Catamarca, La Rioja y Jujuy. El objetivo de estos gobernadores era destituir a Rosas y reasumir la dirección de los asuntos exteriores delegada en el gobernador porteño. El general Lamadrid, antiguo rosista fue el líder militar de la Coalición, con milicias tucumanas, catamarqueñas y riojanas defendió con éxito la provincia de La Rioja y luego invadió Córdoba.

Lamadrid trató luego unirse con sus tropas a las fuerzas de Lavalle para fines de 1940 las expectativas de derrocar el poder de Rosas parecían imposibles. Ibarra en Santiago del Estero y Aldao en Cuyo se convirtieron en gendarmes y baluartes del Rosismo en el interior.

La invasión de Lavalle: en agosto de 1840, Lavalle invadió la provincia de Buenos Aires, tras las agotadoras campañas de Entre ríos y Uruguay, pero contando ahora con nuevos refuerzos y con apoyo de barcos franceses, el general unitario Lavalle desembarcó cerca de Baradero. Rosas, como siempre reunió una enorme fuerza que finalmente no necesitó utilizar ya que Lavalle sin los refuerzos decidió abandonar la provincia y marchar hacia Santa Fe.

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La falta de apoyo de la población fue crucial para su retirada hacia Córdoba, finalmente sus tropas fueron diezmadas por el ejército federal al mando de Oribe en la batalla de Quebracho Herrado el 28 de noviembre de 1840.

La guerra con Bolivia: esta guerra contra la confederación peruano boliviana (1837-1839) fue una campaña corta y los motivos de la guerra nunca quedaron suficientemente claros. Se sostiene que fue la cuestión de la región de Tarija, que reclamada por la gobernación de Salta, estaba ocupada por Bolivia. También se argumenta que las trabas del gobernante boliviano, General Santa Cruz, ponía al comercio de importación ultramar vía Salta o Jujuy fue el detonante principal. También se piensa que Rosas recelaba del asilo y ayuda militar a los unitarios por parte de Bolivia.

Consideramos que se debe sumar que la creación de la confederación peruano boliviana en 1836 fue interpretada como una amenaza a la estabilidad de las fronteras. En consonancia Chile declaró la guerra a Bolivia y buscó el apoyo de la Confederación Argentina. Rosas declaró la guerra en mayo de 1837. No fue muy lucida la actuación de los ejércitos federales y el peso dela guerra recayó en Chile y las provincias del norte.

La victoria del ejército chileno en Yungay, en enero de 1839, llevó a la disolución de la confederación ya la caída del general Santa Cruz. “Rosas festejó esta victoria como propia, haciendo que los pueblos de la campaña rindieran culto a los "valerosos federales" que liberaron a Bolivia del "ambicioso dictador".

El bloqueo francés: desde 1829 en Buenos Aires se había dispuesto exención del servicio de armas a los franceses. Cuando Rosas asumió su primer gobierno, desconoció esta concesión, y por lo tanto los franceses residentes estaban obligados a prestar servicio militar (por una ley de 1821). No tardaron en llegar las protestas del gobierno francés que no tuvieron el resultado esperado. A fines de 1837, el vicecónsul de Francia, presentó una serie de agravios a la Confederación, estos eran: A- la exención del servicio militar a los franceses B -el pago de indemnizaciones por abusos cometidos en el país contra súbditos franceses. Eran los casos del litógrafo Hipólito Bacle, arrestado por supuestas simpatías con los unitarios.

Ante la negativa de Rosas a considerar la demanda en marzo de 1838 el almirante Le Blanc, inició el bloqueo del puerto de Buenos Aires. Este conflicto se extendería hasta octubre de 1840. El bloqueo francés produjo importantes perjuicios económicos, como ser la fuerte disminución de los ingresos de aduana lo que produjo una reducción de importantes gastos públicos. Raramente al final del bloqueo, Rosas salió muy fortalecido. Por el tratado Arana-Mackau, se consiguió la devolución de la isla Martín García, el levantamiento del bloqueo y el reconocimiento francés de la independencia de Uruguay. Se daba a Francia un tratado similar al establecido con Gran Bretaña en 1825, que en definitiva fue la principal motivación de la controversia.

La intervención anglo-francesa La intervención de las fuerzas navales combinadas de Gran Bretaña y Francia durante el período 1845-1848 contra la Confederación buscaba diversos objetivos, uno era terminar con la guerra civil en el Uruguay que afectaba el comercio a través del puerto de

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Montevideo. El año 1845 significo el triunfo de las fuerzas prorosistas en la guerra civil del Uruguay. El general Oribe estaba a punto de tomar Montevideo cuando se inició la intervención armada de Gran Bretaña y Francia. El motivo real era que los ingleses alentados por los comerciantes de Liverpool que pedían la apertura de los ríos interiores de la Confederación a la navegación de ultramar.

El 29 de setiembre de 1845 la flota anglo-francesa declaró el bloqueo de Buenos Aires. En noviembre la flota anglo-francesa organizó una incursión hacia arriba en el Río Paraná incursión que mezclaba lo militar con lo comercial (era un convoy de cien buques mercantes. La Confederación intento cortar su paso mediante el establecimiento de una batería en la Vuelta de Obligado. Fue una victoria para los europeos, pero el prestigio de Rosas creció de un modo enorme.

El sitio de Montevideo se extendió por tres años más, lo que impactó directamente sobre comercio exterior en el Río de la Plata y que lógicamente también impactaba en los intereses de Gran Bretaña y Francia. Entre 1846 y 1848 se ordenaron sendas misiones para obtener la paz que garantizara el libre comercio, la independencia del Uruguay y la seguridad de los extranjeros. Gran Bretaña levanto unilateralmente el bloqueo en marzo de 1848 por medio del tratado Arana-Southern (24-11-1849) un acuerdo sumamente favorable a la Confederación Argentina.

Los conflictos entre la Confederación Argentina y los gobiernos de Francia, Gran Bretaña y Bolivia sólo hicieron crecer la figura de Rosas. Como dice Salvatore (1999) “…la figura de Rosas, ya acreditada con el título de "Restaurador de las Leyes", se engrandecía con el mérito de ser el único jefe americano que había resistido las presiones de las dos naciones más poderosas de la tierra‟‟

La Gran Alianza y la caída de la "tiranía": Rosas siempre receló de la intromisión de Brasil en la cuenca del Plata, recordemos que nunca se había resignado a la independencia del Uruguay y menos a la de Paraguay, a la inversa Brasil recelaba de las posibles intenciones de rehacer las fronteras del antiguo virreinato español. Para febrero de 1850, las tensiones con el Imperio del Brasil llevaron a la invasión del norte de la Banda Oriental. Estaba clara la intención brasileña de intervenir en la larga cuestión de la Banda Oriental y esto llevó al rompimiento de relaciones entre la Confederación y el Brasil.

El 1 de mayo de 1851 Urquiza, gobernador de Entre Ríos, hizo público su "pronunciamiento", (traición le dirían los historiadores revisionistas) donde expresaba la decisión de su provincia de reasumir el ejercicio de las facultades delegadas en Buenos Aires, y hacia mención a la necesidad de organizar constitucionalmente la República de modo definitivo. Era terminar con la razón de ser de la propia Confederación y denunciar su carácter provisorio.

La invitación de Urquiza a que las provincias se unieran al pronunciamiento no tuvo mayores adeptos, lo que dificultaba el desarrollo de esta rebelión ya que las provincias de Entre Ríos y Corrientes carecían de los recursos necesarios para costear un ejército capaz de enfrentarse al ejército de Buenos Aires.

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Urquiza optó por buscar el apoyo del Brasil, resignando a cambio la jefatura y control de las operaciones militares.

En Buenos Aires, el pronunciamiento de Urquiza desató una reacción inmensamente popular en favor de Rosas. Las múltiples manifestaciones desde la prensa que llamaba "loco" traidor a Urquiza, hasta representaciones teatrales en su contra demostraban que la popularidad de Rosas se mantenía intacta. Por un lado el ejército ‟‟Grande‟‟ conformado por provincianos, uruguayos y brasileros, del otro el ejército federal rosista. Finalmente, el 3 de febrero de 1852 (el principal parque de Buenos Aires se llama 3 de febrero‟‟, como para ver vigencia del personaje) se batieron en Caseros las fuerzas ambos ejércitos, resultando victorioso el ejército aliado. La batalla de Caseros puso fin al régimen rosista. Rosas aceptó rápidamente los hechos y emprendió el camino del exilio.

1.3 La Generación de 1837

y su propuesta. Influencias,

ideologías y acción

Diagnóstico y soluciones.

Sarmiento y Alberdi8

8 Bibliografía: Shumway, Nicolás. La Invención de la Argentina, Emece, Bs. As. ,

2002, pp. 150 – 185, Halperin Donghi, Tulio Una nación para el desierto argentino, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1982.

La Caída de Rosas

1850 – Brasil invade Uruguay. Ataca a Oribe (rosista)

La Confederación rompe con Brasil

1851 – Urquiza (Entre Ríos) reasume el manejo de las relaciones exteriores

Corrientes lo sigue y también reclama el manejo de sus RREE

Brasil, Entre Ríos y Uruguay forman Alianza.

Se forma el Ejército Grande

3-2-52 Urquiza derrota a Rosas en Caseros

•Rosas deja un país ordenado

•Falta la Organización Nacional

•Se dictará una Constitución Nacional

Nace el Estado Nacional Argentino

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Según la mirada de Nicolás Shunway la generación del 37, ese grupo de intelectuales que se agruparon alrededor del liderazgo de Esteban Echeverría, fueron los autores intelectuales de los primeros intentos de pensar el país y sus imposibilidades, y en consecuencia generar un proyecto nacional, que abarcara tanto el diagnostico como las soluciones.

La Generación de 1837 constituye el primer movimiento intelectual con un propósito de transformación cultural total en el Río de la Plata. Sus integrantes, nacidos alrededor de 1810, se consideraron a sí mismos como "hijos de la revolución de mayo". Creían poseer una misión: „‟el desarrollo e implementación de la segunda fase de la Revolución, la revolución en las ideas que debía suceder a la revolución por las armas, y cuyo sentido central sería definir la nueva identidad nacional en términos de los valores de la revolución‟‟ (Shunway, 2002, 155)

Para analizar en detalle las ideas y el debate que la generación del 37 dispara al periodo pos rosista, un punto ineludible es el texto de Tulio Halperin Donghi que ha continuación resumimos y comentamos en sus principales conceptos.

La herencia de la generación de 1837

Su concepción del progreso nacional será el punto de llegada de un largo examen de conciencia sobre la posición de la elite letrada posrevolucionaria, emprendido en una hora crítica del desarrollo político del país.

En 1837 hace dos años que Rosas ha llegado al poder por segunda vez, ahora como indisputado jefe de la provincia de Buenos Aires y de la facción federal. Es entonces cuando un grupo de jóvenes provenientes de las elites letradas de Buenos Aires y el Interior se proclaman destinados a tomar el relevo de la clase política que ha guiado al país desde la revolución de Independencia hasta la catastrófica tentativa de organización unitaria de 1824-1827.

Que esa clase política ha fracasado parece evidente; la medida de ese fracaso está dada por el triunfo de los toscos jefes federales. Frente a ese grupo unitario raleado por la derrota, el que ha tomado a su cargo el reemplazo se autodefine como la Nueva Generación.

Esa Nueva Generación en esta primera etapa de actuación política, parece considerar la hegemonía de la clase letrada como el elemento básico del orden político al que aspira. El fracaso de los unitarios es, en suma, el de un grupo cuya inspiración proviene de las fatigadas supervivencias del Iluminismo. La Nueva Generación, colocada bajo el Romanticismo, –según ellos creen– está por eso mismo, mejor preparada para asumir la función directiva.

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Esta generación recoge de Cousin9 el principio de la soberanía de la razón y es esa convicción la que subtiende el Credo de la Joven Generación redactado por Esteban Echeverría en 1838. Esa misma convicción colorea la discusión sobre el papel del sufragio en el orden político que la Nueva Generación propone y caracteriza como democrático. Que el sufragio restringido sea preferido al universal es menos significativo que el hecho de que, a juicio de Echeverría, el problema de la extensión del sufragio, debe resolverse por un debate interno a la elite letrada.

El modo en que esa elite ha de articularse con otras fuerzas sociales no es considerado relevante ya que no hay en la perspectiva de la Nueva Generación, otras fuerzas que puedan contarse legítimamente entre los actores del proceso político; aunque esto no implica que la Nueva Generación no haya buscado integrarse. Los más entre sus miembros pertenecían a familias de la elite porteña o provinciana que ha apoyado a la facción federal o han hecho con ella las paces.

Es la inesperada agudización de los conflictos políticos a partir de 1838, con el entrelazamiento de la crisis uruguaya y la argentina y los comienzos de la intervención francesa, la que lanza a una acción más militante a este grupo que se había creído hasta entonces desprovisto de la posibilidad de influir de modo directo en un desarrollo político, sólidamente estabilizado. Juan Bautista Alberdi se marcha a Montevideo, un par de años más tarde Vicente Fidel López, participará del alzamiento antirosista en Córdoba; y Marco Avellaneda, llegado a gobernador de Tucumán, contribuirá a volcar a todo el Norte al mismo alzamiento.

Pero los prosélitos que la Nueva Generación ha conquistado y lanzado a la acción, son sólo una pequeña fracción del impresionante conjunto d fuerzas que se gloria de haber desencadenado contra Rosas. Como resultado de esa acción, la Nueva Generación, sólo podrá exhibir un impresionante censo de mártires. De esa crisis la hegemonía rosista ha salido fortalecida y la represión que sigue a su victoria, fue aún más eficaz que ésta para persuadir al personal político provinciano, de las ventajas de una disciplina más estricta.

El problema de la coherencia política de ese frente antirosista que se había formado, ni siquiera se plantea. Para la generación sólo puede hallarse en la mente de quienes dirigen el proceso, es decir en la elite ilustrada. Esto crea una relación entre ésta y aquellos a quienes aspira dirigir, una actitud manipuladora, ya que los ve como meros instrumentos y no como aliados.

Para ellos, la noción de unidad de creencia ocupa un lugar central. Esa exigencia de unidad se traduce en la postulación coherente de un sistema de principios básicos en torno a los cuales la unidad ha de forjarse; y que deben servir de soporte no

9 Víctor Cousin sostenía: ‘’…el racionalismo cartesiano, el empirismo sensualista,

la filosofía del sentido común y el idealismo especulativo son la base de la Filosofía. Por tanto, los filósofos deben sacar de estos cuatro sistemas los aspectos verdaderos para construir el gran edificio del eclecticismo.

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sólo para la elaboración de propuestas precisas para la trasformación nacional, sino para otorgar la necesaria firmeza a los lazos sociales. Este sistema de principios es postulado en la Ojeada Retrospectiva, también de Echeverría.

Esta convicción, parece no obstante, escasamente justificada por los hechos mismos, ya que el eclecticismo sistemático de la Nueva Generación tiene por precio cierto grado de incoherencia. En la producción de sus integrantes, se hallarán análisis de problemas y aspectos de la realidad nacional y de las alternativas políticas abiertas para encararlos, los cuales están destinados a alcanzar largo eco durante la segunda mitad del siglo.

De la pretensión de constituirse en guías del nuevo país es heredera la noción de que la acción política, para justificarse, debe ser un esfuerzo por imponer a una Argentina que en cuarenta años de revolución, no ha podido alcanzar su forma, una estructura que debe ser, antes que el resultado de la experiencia histórica, el de implantar un modelo previamente definido por quienes toman la tarea de conducción política.

La Generación del 37, no dudaba que bastaba una rectificación en la inspiración ideológica para lograrlo. Tal conclusión era dudosa ya que si el político ilustrado deseaba influir en la vida del país, debía buscar modos de inserción en ella, en un campo de fuerzas con las que no puede establecer una relación puramente manipulativa y unilateral, sino alianzas que reconocen a esas fuerzas como interlocutores y no como puros instrumentos.

Las transformaciones de la realidad argentina

En 1847 Alberdi publica desde Chile, un breve escrito destinado a provocar escándalo. En “La República Argentina, 37 años después de su Revolución de Mayo” traza un retrato favorable del país que le está vedado. A su juicio, la estabilidad política alcanzada gracias a la victoria de Rosas, no sólo ha hecho posible una prosperidad que desmiente los pronósticos adelantados por sus enemigos, sino –al enseñar a los argentinos a obedecer– ha puesto finalmente las bases indispensables para cualquier institucionalización del orden político.

Más preciso es el cuadro que dos años antes que Alberdi, traza Sarmiento en la tercera parte de su Facundo. En 1845, éste, ha surgido entre la masa de emigrados arrojados a Chile por la derrota de los alzamientos anti rosistas del Interior. Comienza a advertir en 1845 que la Argentina surgida del triunfo de Rosas de 1838-1842, es ya irrevocablemente distinta. Si Sarmiento excluye la posibilidad de que Rosas tome a su cargo la instauración de un orden basado precisamente en esos cambios de manera más explícita que Alberdi, convoca a colaborar en esa tarea a quienes han crecido en prosperidad e influencia gracias a la paz de Rosas.

La diferencia capital entre el Sarmiento de 1845 y el Alberdi de 1847 debe buscarse en la imagen que uno y otro se forman de la etapa posrosista. Para Sarmiento, ésta debe aportar algo más que institucionalización; lo más urgente es acelerar el ritmo del progreso. El legado más importante del rosismo, no le parece

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consistir en la creación de hábitos de obediencia resaltados por Alberdi, sino en una red de intereses consolidados por la prosperidad alcanzada gracias a la dura paz rosista. En Sarmiento, Rosas representa para entonces, el último obstáculo para el definitivo advenimiento de esa etapa de paz y progreso; aparece simplemente como un estorbo.

Es la misma imagen que propone de Rosas, Hilario Ascasubi.

En Ascasubi, como en Sarmiento, la presencia de grupos cada vez más amplios que ansían consolidar lo alcanzado durante la etapa rosista mediante una rápida superación de esa etapa, es vigorosamente subrayada. Falta sin embargo en ambos, definir con precisión de qué grupos se trata. Sarmiento espera aún en el general Paz. Ascasubi, ni siquiera se preocupa por definirlo. Correspondió a un veterano unitario, Florencio Varela, sugerir una estrategia política basada en la utilización de lo que él creía, era la más flagrante contradicción del orden interno de Rosas. Descubre esa fisura en la oposición entre Buenos Aires y las provincias del Litoral, las que encontrarían sus aliados naturales en Paraguay y Brasil en la futura coalición antirrosista.

El tema clave era la apertura de los ríos interiores, que ya había sido reclamada por los bloqueadores anglo–franceses en 1845. Varela parte de un examen más preciso de las modalidades que la rehabilitación económica lograda adquiere en un contexto de distribución muy desigual de poder político.

Así, en Alberdi, Sarmiento, Ascasubi, pero aún más en Varela, se dibuja una imagen más precisa de la Argentina, que en la Generación del ‟37. Ello no se debe sólo a su superior sagacidad, es sobre todo trasunto de los cambios que el país ha vivido en esta etapa.

La Argentina es un mundo que se transforma

Los cambios cada vez más acelerados de la economía mundial ofrecen oportunidades nuevas para la Argentina; suponen también riesgos más agudos. No es sorprendente hallar esa conclusión en la pluma de un agudo colaborador de Rosas, José María Rojas y Patrón, para quien la manifestación de esa acrecida presión externa ha de ser una incontenible inmigración europea. Espera mucho de bueno de esa conmoción que será la inmigración para la sociedad rioplatense, pero por otra parte teme que esa marea humana arrase con las instituciones.

A primera vista, es sorprendente ver que Sarmiento coincide con esa lectura, aunque para él, sólo un Estado más activo puede esquivar los peligros. En los años finales de la década del 40 el área de actividad por excelencia que Sarmiento le asigna a ese Estado es la educación popular. Sólo mediante ella podrá la masa de hijos del país salvarse de una paulatina marginación económica y social.

Si en Sarmiento se busca en vano cualquier recusación a la teoría de división internacional del trabajo, es indiscutible que sus alarmas no tendrían sentido si creyese que ella garantiza el triunfo de la solución económica más favorable para todas y cada

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una de las áreas en proceso de incorporación al mercado mundial. La agudización constante de las tensiones sociales y políticas no debe introducirse en un área en que ni siquiera una indisputada estabilidad social ha permitido alcanzar la estabilidad política.

Si la Nueva Generación hacia 1850 se ve –distinto que antes– como uno de los interlocutores cuyo diálogo fijará el destino futuro de la nación, y reconoce otro sector en la elite económico–social, se debe a que las convulsiones de la sociedad europea han revelado en las clases populares potencialidades temibles.

La caída de Rosas en febrero de 1852, no introdujo ninguna modificación sustancial en la reflexión en curso sobre el presente y el futuro de la Argentina, pero inclinó a acelerar propuestas más precisas. Así en menos de un año a partir de Caseros, iba a completarse un abanico de proyectos alternativos.

La alternativa reaccionaria

Debido a Félix Frías, sus términos de referencia son los que proporciona la Europa convulsionada por las revoluciones de 1848. La lección que de ella deriva es que la rebelión social que agitó a Europa es el desenlace lógico de la tentativa de constituir un orden político al margen de los principios católicos. Frías aspira al orden, al que concibe como aquel régimen que asegure el ejercicio no contrastado y pacífico de la autoridad política por parte de “los mejores”. Ello será posible cuando las masas populares hayan sido devueltas a una espontánea obediencia por el acatamiento universal a un código moral apoyado en las creencias religiosas compartidas por esas masas y sus gobernantes.

Si el orden debe aun apoyarse en Hispanoamérica en fuertes restricciones a la libertad política, ello se debe sólo al general atraso de la región. Este atraso sólo podrá ser superado si el progreso económico y cultural consolida y no resquebraja esa base religiosa. Piensa en Estados Unidos, pero sostiene que Hispanoamérica no está preparada para aplicar un sistema como ese. La plena democracia, sólo alcanzable en el futuro, significaría la consolidación más que la superación, de un orden oligárquico, que para Frías es el único conforme a naturaleza.

En su visión, la desigualdad se da también en la distribución de los recursos económicos e igualmente aquí es conforme a naturaleza. Para él, la utilización del poder represivo del Estado significa sólo una solución de emergencia. La solución definitiva se alcanzará únicamente cuando la religión haya coronado su tarea moralizadora y lo haya librado al pobre de la tentación de codiciar las riquezas del rico.

Una nueva sociedad ordenada conforme a razón.

En estos años no podrá encontrarse entre los miembros de la elite letrada del Río de la Plata, muchos que sean capaces de conservar esa concepción del cambio social. Es comprensible entonces que la obra de mariano Fragueiro se nos presente en un aislamiento que sus contemporáneos atribuían a su irrelevancia.

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Fragueiro publicó en 1850 su Organización del Crédito. Él encontraba ese legado de concentración del poder político, digno de ser atesorado porque ese poder debía tomar a cargo un vasto conjunto de tareas a realizar. Toca al Estado monopolizar el crédito público. Se sostenía la transferencia del crédito a la esfera estatal. Los medios de producción seguirían bajo la propiedad privada, la moneda no.

El autoritarismo progresista de Juan bautista Alberdi.

El programa ofrecido en las Bases había sido desarrollado a partir del trabajo de Fragueiro de 1850. La solución propugnada por Alberdi, combina rigor político y activismo económico, pero rehúsa ver en la presión acrecida de las clases desposeídas el estímulo principal para esa modificación en el estilo de gobierno. Por el contrario, él aparece como un instrumento necesario para mantener la disciplina de la elite, cuya tendencia a las querellas intestinas, sigue pareciendo la más peligrosa fuente de inestabilidad política.

Para Alberdi, el bienestar que el avance de la economía hace posible, no sólo está destinado a compensar las limitaciones impuestas a la libertad política, sino también a atenuar las tensiones sociales.

Para Alberdi, una sociedad más compleja y una nueva economía serán forjadas bajo la férrea dirección de una elite política y económica consolidada en su prosperidad por la paz de Rosas.

Mientras se edifica la base económica de una nueva nación, quienes no pertenecen a esas elites, no recibirían ningún aliciente que haga menos penoso ese periodo de rápidos cambios. Su pasiva subordinación es un aspecto esencial del legado rosista que Alberdi invita a atesorar. Crecimiento económico significa para Alberdi, crecimiento acelerado de la producción, sin elemento redistributivo.

El autoritarismo, preservado en su nueva envoltura constitucional, es por hipótesis suficiente para afrontar el desafío de los desfavorecidos por el proceso. Alberdi no cree siquiera necesario examinar si habría razones económicas que hiciesen preciso alguna redistribución y su indiferencia por este aspecto es entendible, ya que el mercado para la producción argentina, ha de encontrarse en el extranjero.

Ese proyecto de cambio económico, a la vez acelerado y unilateral, requiere un contexto político preciso, que Alberdi describe bajo el nombre de república posible. La complicada estructura institucional que para ella se propone en las Bases, busca impedir que el régimen autoritario sea también un régimen arbitrario. La eliminación de la arbitrariedad, es vista por Alberdi como el requisito ineludible para lograr el ritmo de crecimiento económico que juzga deseable.

La apelación al trabajo y capital extranjero constituye el mejor instrumento para el cambio económico acelerado. El país necesita población, pero además, Alberdi no separa la inmigración de trabajo de la de capital, ya que ve la inmigración

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como fundamentalmente de capitalistas. Para esa inmigración destinada a traer todos los factores de la producción salvo la tierra, se prepara el aparato político que Alberdi propone.

La justificación de la república posible, es que está destinada a dejar paso a la república verdadera, la cual se realizará sólo cuando el país haya adquirido una estructura económica y social comparable a la de las naciones que han creado y son capaces de conservar ese sistema institucional.

De modo implícito postula una igual provisionalidad para el orden social marcado por acentuadas desigualdades y la pasividad forzada de quienes sufren las desigualdades. Alberdi hace de los avances de la instrucción un instrumento importante de progreso económico y social. No es necesaria una instrucción formal muy completa para poder participar como fuerza de trabajo en la nueva economía; la mejor instrucción la ofrece el ejemplo de destreza que aportarían los inmigrantes europeos.

Por otra parte, una difusión excesiva de la instrucción, corre el riesgo de propagar en la población, nuevas aspiraciones. Puede ser más directamente peligrosa si al enseñarles a leer, pone a su alcance toda una literatura que trata de persuadirlos de que tienen, también ellos derechos a participar del goce de los bienes producidos. Un Exceso de instrucción, atenta contra la disciplina necesaria en los pobres.

Encontramos la misma reticencia frente al elemento que ha servido para justificar la pretensión de la elite letrada a la dirección de los asuntos nacionales: su comercio exclusivo con el mundo de las ideas que la constituiría en el único sector nacional que sabe qué hacer con el poder, es ahora recusado por Alberdi. Para él, el ideólogo renovador, no es sino el heredero del letrado colonial, a través de transformaciones que sólo han servido para hacer aún más peligroso su influjo.

El cambio que Alberdi propone, no sólo choca con ciertas convicciones antes compartidas con su grupo; se apoya además en una simplificación tan extrema del proceso a través del cual el cambio económico influye en el social y político, que su utilidad para dar orientación a un proceso histórico real, puede ser puesta en duda. Aún así las Bases resumen con nitidez, el programa adecuado a un frente anti rosista. Ofrece a más de un proyecto de país nuevo, indicaciones precisas sobre cómo recoger los frutos de su victoria a quienes han sido convocados a decidir un conflicto definido como de intereses.

El progreso sociocultural como requisito del progreso económico.

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Sarmiento elaboró una imagen del nuevo camino que la Argentina debía tomar, que rivaliza con el de Alberdi, al que además supera en riqueza de perspectivas y contenido. Mueve a Sarmiento a recusar el proyecto alberdiano, su convicción de que conoce mejor los requisitos y consecuencias de un cambio económico–social como el que la Argentina posrosista debe afrontar. Esa imagen del cambio posible y deseable, Sarmiento la elaboró bajo el influjo de la crisis europea de 1848.

Como Alberdi, Sarmiento deduce de ella justificaciones para la toma de distancia, no sólo frente a los ideólogos del socialismo sino ante una entera tradición política que nunca aprendió a conciliar el orden con la libertad. Su modelo era Estados Unidos. No le preocupa primordialmente examinar de qué modo se ha alcanzado una solución al problema político del siglo XIX –la conciliación de la libertad y la igualdad– sino rastrear el surgimiento de una nueva sociedad y una nueva civilización basada en la plena integración del nuevo mercado nacional.

La importancia de la palabra escrita se le aparece a Sarmiento como decisiva. Ese mercado sólo podría estructurarse mediante la comunicación escrita con un público potencial muy vasto y disperso.

Si esa sociedad requiere una masa letrada es porque requiere una vasta masa de consumidores; para crearla no basta la difusión del alfabeto, es necesaria la del bienestar y de las aspiraciones a la mejora económica a partes cada vez más amplias de la población nacional. Para esa distribución del bienestar a sectores más amplio, debe ofrecer una base sólida: la de la propiedad de la tierra. Sarmiento no dejará de condenar la concentración de la propiedad. Para asegurar la expansión de las aspiraciones, sería preciso encontrar una solución intermedia entre una difusión masiva y prematura de ideologías igualitarias y ese mantenimiento de la plebe en la feliz ignorancia de Alberdi.

Veía en la educación un instrumento de conservación social, no porque pudiese disuadir al pobre de cualquier ambición de mejorar su lote, sino porque debía ser capaz, a la vez que de sugerirle esa ambición, de indicarle los modos de satisfacerlas en el marco social existente. El ejemplo de los Estados Unidos, persuadió a Sarmiento de que la pobreza del pobre no tenía nada de necesario. Lo persuadió también de que la capacidad de distribuir bienestar a sectores cada vez más amplios no era solamente una consecuencia positiva del orden económico, sino una condición necesaria para la viabilidad económica de ese orden. La imagen del progreso económico que madura en Sarmiento postula un cambio de la sociedad en su conjunto, no como resultado, sino como precondición del orden.

El ejemplo de Estados Unidos, a la vez que incita a Sarmiento a prestar atención al contexto sociocultural dentro del cual ha de darse el progreso económico, hace para él innecesario definir los requisitos políticos para ese progreso. Luego, de vuelta en Chile, se dedicará a escudriñar los primeros anticipos de ese futuro que intenta planear, rastreando los efectos de la nueva prosperidad creada por la apertura del mercado californiano a las exportaciones chilenas.

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Él ya advertía en 1849 su impacto en los avances del nivel de vida en Santiago y su plebe urbana. Era la ampliación del mercado, a través de la del consumo, lo que subtendía esos avances y dotaba de un nuevo dinamismo a la economía chilena. Chile, no obstante, creyó eterno ese mercado nuevo que pronto fue borrado por el desarrollo de un proveedor dentro de Estados Unidos. De esa falta de cálculo y previsión, Sarmiento culpaba a los terratenientes chilenos, fruto en definitiva de la ignorancia, y encontraba así un nuevo justificativo para la educación popular.

Otra lección que Sarmiento atesora del Chile dominado por terratenientes, es que la igualdad social no podría allí lograrse por la difusión de la propiedad de las tierras. Como respuesta trata de esbozar una línea alternativa de desarrollo por medio de la modernización de la agricultura chilena.

Esto sólo podría hacerse en el marco de la gran explotación capitalista. Ello exige una masa de asalariados rurales instruidos y bien remunerados, pero poco numerosos; complemento de ese cambio debe ser el crecimiento de las ciudades, único desemboque a la población expulsada de la tierra. Será en la ciudad donde surja una sociedad más compleja y móvil, y para que esto ocurra, es otra vez la difusión de la educación popular imprescindible.

Más tarde, el retornar a Buenos Aires confirma las seguridades –Estados Unidos– y perplejidades –Chile– inspiradas en los ejemplos que había tomado. La indefinición de los aspectos propiamente políticos de su programa se continúa en una indefinición por lo menos igualmente marcada acerca de la articulación del grupo políticamente dirigente.

Respecto a esto Alberdi había planteado que la Argentina sería renovada por la fuerza del capitalismo en avance; había en el país grupos dotados ya de poderío político y económico, que estaban destinados a recoger los provechos de esa renovación y el servicio de la elite letrada sería revelarles dónde estaban sus propios intereses, para luego prepararse a morir. Sarmiento no cree con la misma fe que las consecuencias del avance de la nueva fuerza económica sobre las áreas marginales sean siempre benéficas. Postula un poder político con suficiente independencia de ese grupo dominante para imponer por sí rumbos y límites a ese aluvión de energías económicas.

¿Quiénes han de ejercer ese poderío político y en qué se apoyarán para ello? Nunca se planteó la respuesta a la segunda pregunta; en cuanto a la primera, es desde luego la elite letrada, de la que se declara orgulloso integrante. No descubre ningún otro sector habilitado para asumir esa tarea y desde entonces se resigna a que su carrera política se transforme en una aventura estrictamente personal, aunque no sea esa una solución que Sarmiento encuentre admirable.

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Treinta años de discordia

Alberdi había postulado que el sistema de poder creado por Rosas sería capaz de sobrevivir a su caída para dar base al orden posrosista. Varela por su parte, que el lugar de Buenos Aires en el país no sería afectado por la victoria de una coalición anti rosista. Ambos postulados eran de muy poco probable realización.

Luego de 1852 el problema urgente no fue cómo utilizar el poder legado por Rosas a sus enemigos, sino cómo erigir un sistema de poder en reemplazo del que fue barrido en Caseros. A Juicio de Sarmiento, Urquiza no está dispuesto a poner su poder al servicio de una política de rápido progreso como las que él y Alberdi proponen. La convicción de así estaban las cosas habían llevado a Sarmiento de nuevo a Chile y a marginarse de la política argentina.

Para Alberdi, la creación en Buenos Aires de un centro de poder rival del que reconocía por jefe al general Urquiza, podía sólo tener consecuencias calamitosas. Los partidos que se proclamaron muertos en Caseros resucitan para retomar su carrera de sangre, y esa tragedia fútil e interminable, será la obra de quienes como sarmiento, se jactan de haber frustrado una ocasión quizá irrepetible, en nombre de una política de principios.

Los instrumentos del cambio.

Los testimonios de la época no muestran ningún deseo por revisar de modo sistemático los distintos proyectos de creación de una nación formulados a mediados de siglo. Con ello se corre el riesgo de perder de vista que ese legado renovador al que se rinde constante homenaje no propone un rumbo único sino varias alternativas. Lo que había separado a Alberdi de Sarmiento o de Frías no era una diferencia de opinión sobre la necesidad de acudir a la inmigración o la inversión extranjera o la de fomentar el desarrollo del transporte sino el modo en que esos factores debían ser integrados en proyectos de transformación global, cada vez más perdidos de vista a medida que esa transformación avanza.

De esos elementos por ejemplo, la educación popular no será nunca uno en torno al cual la controversia arrecie; tampoco recibirá mucho más que el homenaje ya que ni el propio Sarmiento le concederá en los años que van de 1862 a 1880 la atención que le otorgó en etapas anteriores y volverá a consagrarle en sus años finales. Su gobierno impone sin duda una reorientación seria a la educación primaria y popular.

La inmigración despierta reacciones más matizadas que sin embargo tampoco alcanzan a poner en duda la validez de esa meta. La confrontación entre las propuestas renovadoras y los resultados de su aplicación, es menos fácil de esquivar en el área económica.

Sólo ocasional y tardíamente se discutirá la apertura sistemática al capital y la iniciativa económica extranjeros; con mayor frecuencia se oirán protestas contra la supuesta timidez con que se las implementa. En Buenos Aires el hecho de que el

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primer ferrocarril, creado por iniciativa de capitalistas locales, pase luego a propiedad de la provincia, es visto por muchos como una anomalía.

En 1857 Sarmiento ha subrayado que el único modo de acelerar la creación de la red ferroviaria es dejarla a cargo de la iniciativa extranjera que debe ser atraída mediante generosas concesiones en tierras, condenadas éstas a ser insuficientemente explotadas mientras falten medios de comunicación.

En la década siguiente El Nacional propondrá directamente la transferencia del Ferrocarril Oeste a manos británicas; es ésta una de las propuestas oficiosas del gobierno de Sarmiento. El papel del capital extranjero en la expansión argentina, no es entonces objeto de controversia, y aún menos la despierta la apelación ilimitada al crédito externo. Hernández es uno de los entusiastas partidarios del endeudamiento.

El consenso se hará mucho más reticente en torno a la liberalización del comercio exterior. Por una larga etapa el librecambismo va a ser reconocido como un principio doctrinario irrecusable, sin embargo la necesidad de proteger ciertos sectores, va a ser vigorosamente subrayada. Un sólido consenso va a afirmarse en torno a los principios básicos de la renovación económica. Sólo en la década del setenta, algo parecido a un debate sobre principios económicos, comienza a desarrollarse en torno al proteccionismo, que adquiere una nueva respetabilidad al ser presentado como alternativa válida a un librecambismo a veces recusado en los hechos.

Otra razón para que la disidencia que el proteccionismo implica permanezca en límites estrechos, es que en su versión más extrema, el proteccionismo, recusa la teoría de división internacional del trabajo, sobre lo cual hay general consenso en aprobar. Lo que no se examina, es si, al margen de la política económica del gobierno argentino, la nueva inclusión en la economía mundial no está consolidando un lazo de desigualdad de intercambio difícil de modificar. Lo que ocurre es que hay una fe en que está abierto a la Argentina el camino que la colocará en un nivel de civilización, poderío económico y político, comparable al alcanzado por las potencias europeas.

¿Significa esto que no es advertido el hecho obvio de que la Argentina es un área marginal del mercado mundial? Es evidente que existe conciencia de los peligros que esa marginalidad implica, pero ella se da sobre todo en el plano político, por lo cual la soberanía política es la que va a ser defendida.

Al sugerir remedios a la situación de atraso argentino, que es comparable con el del resto de naciones de Hispanoamérica, no se busca la causa principal de ese atraso en la condición marginal del continente. Además quienes están atentos a esos riesgos, están sostenidos por la seguridad de que las naciones hispanoamericanas cuentan con los medios de superarlos, si se deciden a usar de ellos.

Si Alberdi juzga que la inmigración de hombres y capitales, en un marco de autoritarismo político e inmovilismo social, hará de la Argentina una réplica y no un satélite de Europa, Sarmiento por su parte no duda de que una política diferente, permitirá

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repetir el milagro norteamericano. Mitre incluso era más optimista, sostenía que en menos de doscientos años la Argentina habrá alcanzado y quizá sobrepasado a Inglaterra

En 1879 fue conquistado el territorio indio; al año siguiente el conquistador del desierto era presidente tras doblegar la resistencia armada de buenos Aires, que veía así perdido el último resto de su pasada hegemonía. El triunfo de Roca era el del Estado central. En 1883 Sarmiento señala en la hazaña política realizada por Roca la prueba mejor de que la Argentina no es de veras un país nuevo. Lo que Sarmiento viene a decir es que Alberdi había tenido razón: los cambios vividos en la Argentina son, más que el resultado de las sabias decisiones de sus gobernantes posrosistas, el del avance del ciego y avasallador de un orden capitalista que se apresta a dominar todo el planeta. Y ese progreso material necesariamente marcado por desigualdades y contradicciones es menos problemático que la situación política.

El proyecto de Nación

Generación del 37 ROSAS: distintas visiones

¿Ordenador u obstáculo?

• Liberales

• Románticos

• Intelectuales

• políticos exiliados

Objetivo: Insertar al país

en la “Civilización”

•Nación = Constitución• Elitismo: Democracia = problema y solución

• ¿Qué hacer con la tiranía de las mayorías?

•No sólo ORDEN, se suma el PROGRESOEL PROBLEMA

Barbarie•Atraso

•El Desierto (vivo e inmortal)

• Raza –Extensión – Tradición española

•Ausencia de espíritu civilizadorLA SOLUCIÓN

La República Posible

Alberdi

La República Posible

• Evitar la República Ideal de los unitarios

Presidencia de Rivadavia

• Las masas ya están disciplinadas fue la tarea de Rosas

• La República debe ser

FEDERAL Y LIBERAL

Sarmiento

Unitarios o Federales

Civilización o Barbarie

Rosas impuso el Orden, pero no se puede

reiterar la experiencia de democracia bárbara

A hora se debe insertar el país en el

Sistema Capitalista Mundial

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1.3.1 El debate en torno a la

Constitución. Los modelos. El problema

de Orden. Las prácticas electorales

1852 – 1880. La confederación

Urquicista y Buenos Aires.

Afirma José L. Romero (2004) “Urquiza entró en Buenos Aires poco

después de la victoria para iniciar la etapa más difícil de su labor: echar las bases de la organización del país. La administración de Rosas, sin duda, había preparado el terreno para la unidad nacional dentro de un régimen federal. Los viejos unitarios, por su parte, habían reconocido la necesidad de ese sistema. Y todos estaban de acuerdo con la necesidad de la unión, porque las autonomías habían consagrado también la miseria de las regiones mediterráneas. Quizá la diversidad del desarrollo económico de las distintas regiones del país fuera el obstáculo más grave para la tarea de unificación nacional.‟‟

Y continuaba „‟… el ajuste de la situación debía realizarse, pues, entre esas oligarquías. Pero aun entre ellas se suscitaban conflictos a causa de la desproporción de los recursos entre Buenos Aires, el litoral y el interior. Era necesario hallar la fórmula flexible que permitiera la nacionalización de las rentas que hasta ese momento usufructuaba Buenos Aires y facilitara el acuerdo entre los grupos dominantes‟‟.

„‟Una convicción unánime aseguraba el triunfo de una organización democrática. Esas ideas estaban en la raíz de la tradición argentina; con distinto signo estaban arraigadas tanto en los unitarios como en los federales, y cobraba ahora nuevo brillo tras la crisis europea de 1848. Y, sin embargo, la estructura económica del país, caracterizada por la concentración de la propiedad raíz, se oponía a la organización de una verdadera democracia. Si Sarmiento pudo decir que el caudillismo derivaba del reparto injusto de la tierra, la suerte posterior de la democracia argentina podría explicarse de modo semejante‟‟

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1.4 Economía y sociedad

1852 –1880 Las bases del

proyecto inmigratorio. Las

bases de la modernización

económica y social.

1.5 La puja Buenos Aires vs.

Interior. El triunfo Mitrista.

Las bases de la unificación

Nacional. La acción

presidencial entre 1862 –

1880.10

Mitre vence en Pavón. El Estado liberal se organiza en torno a las imposiciones bonaerenses, pero debía institucionalizarse para mantener ese orden. Institucionalizar es quita capacidades a las personas o instituciones que antes se alzaban con el poder.

La existencia de Estado Nacional, exigía replantear los arreglos institucionales preexistentes, desplazando el marco de referencia de la actividad social de un ámbito local privado a un ámbito nacional público, se debía iniciar una transferencia de funciones de las provincias para concentrarse en el gobierno nacional: ejército, recaudación fiscal (aduanas internas), emisión de moneda justicia en última instancia, pero la Nación también reclama jurisdicción en terrenos de la sociedad civil, que antes pertenecían a la Iglesia u otras instituciones o la tradición.

Esta sustitución de otros agentes sociales, legitima el poder del Estado nacional de dar un orden coherente y logra que entre en la mentalidad

10

Bibliografía utilizada: Oszlak, Oscar, ‘’La conquista del Orden Político y la formación histórica del Estado Argentino‘’ colección Estudios del CEDES, Buenos Aires, 1981

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popular la existencia de un poder regulador. Pero al mismo tiempo había una resistencia al cambio. Por las dudas, Mitre toma en su poder las fuerzas militares e institucionales, para garantizarse la permanencia de sus iniciativas.

Pero debe poner representantes militares en las provincias para estar más cerca de los focos de rebelión que pudieran presentarse: fuerza represora de carácter nacional, pero consensuada con los sectores de poder del interior. Esto promueve relaciones políticas materiales e ideológicas que articulan la idea de nacionalidad. Las Modalidades en que se manifiesta la penetración del Estado son:

A - Represiva o coercitiva

Objetivo: acatamiento a la autoridad; supresión de resistencia hacia la misma.

¿Cómo se logró?: a través de la organización del ejército nacional, cuya “institucionalización” significaba el ejercicio legal del monopolio de la violencia y de la fuerza armada por parte del Estado Nacional.

Este sistema fue instrumentado en anteriores oportunidades, gobiernos de Rivadavia y Urquiza, pero la conducción del aparato represivo fue simultánea y compartida por el gobierno nacional y las provincias. En 1861, la Confederación contaba con 121.500 hombres (sexta parte de la población masculina) que podían ser movilizados para el servicio activo; pero este dato es fundamentalmente teórico, dado que las provincias ocultaban cifras reales, de esta manera se manifiesta la renuncia de las mismas a ceder el privilegio de conducir sus fuerzas militares, argumentando la defensa de autonomía.

Durante la presidencia de Mitre, en el transcurso de su segundo año de mandato, se aboca a la tarea, pero había problemas por solucionar: 1) simultaneidad de los frentes de lucha (mover, desplazar tropas que eran insuficientes, rebelión en el interior, enfrentamientos con el indio); 2) falta de profesionalismo de los hombres por dos motivos esenciales: dificultad con el reclutamiento, ausencia de reglamentos (falta de ley de conscripción obligatoria); 3) carencia de homogenización en los cuadros militares (la fuerza no estaba no estaba compuesta por hombres de todas las provincias y una inexistente distribución de rangos).

En 1876 fue licenciada “la guardia nacional”, de manera que quedó en descubierto la importancia del ejército creado hacia ya más de una década, con las siguientes características:

Profesionalismo

Rol protagónico en hechos de orden

Capacidad operativa y organizativa

No había cabida para enganchados involuntarios, mercenarios extranjeros, ni destinados por crímenes.

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La prospera situación económica del país (Presidencia de Sarmiento) había permitido normalizar el aprovisionamiento, vestuario, armamento y pago de sueldos

Creación de nuevos institutos militares

Avance tecnológico (ferrocarril, telégrafo, armamentos)

En 1880, la insurrección de Bs. As. y su posterior dominación del gobierno nacional, cerró un ciclo de siete décadas de guerras civiles, quedando definitivamente establecido el nuevo perfil institucional del ejército. Este objetivo de penetración y control, estaba en marcha y fue heredado por Avellaneda en el que se apoyaría y concentraría la “Solución final” del problema indígena, lo cual equivalió a controlar en forma definitiva un extenso territorio y su incorporación al sistema productivo.

Durante todo este largo proceso, el presupuesto militar fue elevado, recogió muchas criticas como por ejemplo: malgastar los escasos recursos.

Sin embargo, en paralelo a este “orden”, florecían los negocios que tendían a desligar el ámbito de la producción y el comercio con la lucha armada, lo cual provocaba un aumento en las rentas estatales, dicho aumento se reflejaba en las arcas del gobierno que monopolizaba la aduana, que cumplía con el pago de la deuda, despertando el sueño o mejor dicho el interés y la confianza del capital extranjero.

B – Cooptativa

Objetivo: captación de apoyos entre los sectores dominantes locales y gobiernos provinciales

¿Cómo se logró? A través de alianzas, acuerdos, coaliciones y prestaciones recíprocas. Su mecanismo fue muy sencillo y remite a las reglas de juego político: 1) debilitar al adversario. 2) reforzar las bases sociales de apoyo.

Es sabido que ciertas formas de cooptación ya habían sido ensayadas en Bs. As. a partir de la secesión. Sabemos que los grupos dominantes de la ciudad, no eran homogéneos como se necesitaba y el bloque del interior tampoco está tan unido.

Luego ocurrido el separatismo, el poder Ejecutivo de Bs. As. Dictará una ley, cuyo objetivo de llevar a cabo, será encomendado a: J.M. Paz, que consiste en promover los intereses comunes de ambos estados y de fortificar las relaciones entre ambos. Realmente el plan tenía otro objetivo real (o dos objetivos simultáneos), que consistían en desbaratar las necesidades y proyectos Urquicistas, “esto así no resuelto”, sin embargo triunfo el deseo de Bs. As de constituirse en un núcleo de la organización nacional, esto más su posición económica superior al interior digamos que logró satisfacer los deseos de Bs. As.

Urquiza representó la continuidad de una práctica de dominación personalista que contó con el sustento de una alianza política estable, no fue capaz de detener o enfrentar la

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acción disolvente de Bs. As. Su sucesor Derqui, demostró la misma incapacidad. De este modo Bs. As. intentó: 1) un enfrentamiento entre ambos “no lo logró”. 2) influir sobre las provincias, para que no adhieran al gobierno de Paraná. 3) comprar lealtades de jefes u oficiales confederales.

Durante el interregno de Pavón y la asunción de Mitre como presidente de Bs. As. asumió “de hecho” el gobierno nacional, y este rol, era necesario diferenciarse de su matriz porteña, pero obviamente sin herir susceptibilidades, ni mucho menos traicionar los intereses del puerto. Era necesario respetar “la idea federal” que a esta altura, ya podía considerarse un obstáculo.

Pero las provincias no podían ni debían ser ignoradas, incluso la constitución de 1853, en uno de sus poderes Legislativos, así lo había determinado, “cámara del senado” y ésta era una verdadera llave maestra del sistema político, era necesaria la decisión de la misma para la sanción de cualquier ley (2/3 partes) por eso ganara adhesión era fundamental, este poder en manos de las provincias, era sin lugar a dudas un botín requerido y necesario para el estado que se gestaba.

Pero había una traba, los enfrentamientos y la desconfianza entre el interior y la provincia porteña, que se resignaba a perder sus privilegios ubicando al gobierno nacional en una situación complicada, pero que supo controlar, a veces usando la fuerza y los recursos de Bs. As. para someter al interior otras se valían de pactos y/o coaliciones con las burguesías provinciales. Durante el mandato de Mitre y Sarmiento la represión fue abierta, pero también se sumaron mecanismos de captación como:

Subvenciones a las provincias: que se clasifican en (durante el gobierno de Urquiza y la confederación la situación era absolutamente diferente, pues eran las provincias, que continuaban la causa) 1) auxilios extraordinarios: frente a acontecimientos que amenazaban la situación financiera de las provincias. 2)subsidios ordinarios: contribuir al sostenimiento de la provincia

Cargos públicos, el acoplamiento de las economías del interior, convirtió al empleo público en un factor compensador, en un preciado instrumento para la captación de apoyos al gobierno nacional, creándose grandes y variados contingentes de funcionarios.

En el interior hasta 1862: la presencia del estado en las provincias se delimitaba a aduanas, receptorías de frontera, oficinas de rentas, el periodo que abarca desde 1862 a 1876: profesores y maestros (colegios nacionales, por ser pagados por el estado); fuerzas armadas del poder judicial, etc.

Una elevadísima proporción del personal civil y militar del gobierno se hallaba radicado o se desempeñaba en forma itinerante en todo el interior del país”). Estos funcionarios se convirtieron en pilares de estabilidad política interior, en muchos casos reemplazaron definitivamente a los caudillos. Y las capitales de las provincias se convirtieron en centros administrativos.

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Por otro lado la Intervención federal: fue acordada constitucionalmente por las provincias al poder ejecutivo nacional, esto le permitía en los asuntos provinciales a fin de „‟restablecer la forma republicana cuando ésta se encuentre amenazada‟‟, la vaguedad del texto, no permitió una modalidad precisa, lo cual hace suponer, que no fue casual la falta de especificación en este atributo, sino más bien, un poderoso instrumento de control sobre los poderes legales, obvio dentro de un “marco legal”

La forma que se instrumento fue, el empleo de las F.F.A.A, la suspensión de subvención a las provincias insurrectas, no responder ante el pedido de ayuda de algunas provincias. Digamos que su uso fue en forma diferencial y exclusivo a favor del gobierno nacional, este instrumento legal que como ya dijimos era poco claro, selectivo, sumamente vago y de una especificad sin remarcar o mejor dicho que se moldeaba y/o utilizaba para y por el Estado Nacional.

C – Material

Objetivo: avanzar sobre el interior

¿Cómo se logró? A través de obras y servicios públicos, al incorporar las actividades productivas desarrolladas a lo largo del territorio nacional, al circuito dinámico de la economía pampeana que era el conjunto de actividades productivas, mercantiles y financieras que basadas en el intercambio con el exterior, se desarrollaban en Bs. As. y su Hinterland pampeano.

En un principio este país estaba conformado por viejas ciudades coloniales, esparcidas por un extenso territorio. Hablamos de provincias con fronteras virtuales, de un desierto gigantesco abierto y desconocido, la cual pareciera que seguíamos frente a dos países. Las luchas era constates y esto era determinante en las fronteras entre las provincias y el desierto, había más tierras, con una población las llamaremos estados intermedios y que por no ser de nadie quedaron subordinadas a la jurisdicción nacional. El resultado por su puesto repercutía en la sociedad donde se visualizaba una ausencia de integración, de sentimientos, de pertenencia y vínculos nacionales.

Como primera medida había que tomar contacto con las autoridades provinciales y obtener la mayor cantidad de datos posibles y certeros. Digamos que las respuestas no se hicieron esperar y la colaboración fue ampliada; sobre todo en los intereses económicos. Pero estos informes y contactos si bien eran entre el gobierno provincial y el nacional, creó una red de interacciones entre empresarios estatales e individuos o sectores interesados (empresarios, profesionales influyentes y/o intermediarios políticos) que estuvieron dispuestos a explorar y explotar las oportunidades creadas por este proceso.

Entonces desde el Estado se establecieron las siguientes acciones:

-Provisión de medios financieros y técnicos.

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-Creación de reglamentos que regularan estas acciones.

-Conceder beneficios y privilegios a ciertos sectores “empresarios privados”.

-Acuerdo de garantías sobre rentabilidad de negocios, por ejemplo, lo F.F C.C concesión para la construcción y explotación, el sistema de postas y correos, etc.

D - Ideológica:

Objetivo: adhesión al orden social vigente

¿Cómo se logró?: a través de mecanismos sutiles y subliminales

Se pusieron e marcha mecanismos para: crear conciencia nacional, sentimiento de arraigo, una penetración que al igual que la cooptativa y material se apoyan en el consenso, y a pesar de las desigualdades que provocan: privilegios y marginados, son efectivas y se apoyan en la penetración represiva = violencia = coerción = Orden.

Los instrumentos principales utilizados fueron:

-La escuela, desde donde los grupos dirigentes asignaron a la educación una función política y no económica.

-Los medios de comunicación

Dichos instrumentos se materializan y perfeccionan aún más a partir de 1880, a través de:

- Educación con tendencia al elitismo y enciclopedismo; énfasis enseñanza media; creación de colegios nacionales: Ley 1420 “educación común, gratuita, laica y obligatoria”, de esta manera la educación primaria se utiliza como un instrumento de control social.

- Control sobre el culto, el principio se basó no en separar a la iglesia, sino simplemente controlarla, hacerla dependiente material, institucional e ideológicamente; aquí hay una marcada influencia del positivismo.

- Matrimonio civil, sus antecedentes se remontan al gobernado santafecino Nicasio Oroño, 1867; sin embargo no se apartó de las concepciones tradicionales de la familia ratificaba la autoridad del padre.

- Servicio militar obligatorio, como ya vimos en la penetración represiva como instrumento impredecible, sin embargo podemos decir en una reflexión aún más profunda que es un mecanismo poderoso de socialización adoctrinamiento e instrumento de

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homogenización étnica. En 1902 ley 4031, llamada Ricchieri generaliza la autoridad.

De esta manera la dominación (resultante de la contracción del estado) se convirtió por la adhesión natural y voluntaria, al orden social dispuesto por un grupo político-social en Hegemonía y en una concepción hegemónica del futuro del país.

Referencias

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Bibliografía Lectura 1

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