Lectura Clase3

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2010Globalización de la Comunicación y Medios Internacionales

: Profesor Iván Palacios

2Lectura : “Extractos Cuba Libre”

: Autor Yoani Sánchez

: Medio Generación Y

: Instrucción De manera personal, analice y concluya para luego presentar un punto de vista en

relación a uno de los siguientes textos:

1- “ : Estructura sugerida Presentación

a. Presente una hipótesisb. Justifiquec. De ejemplosd. Presente un contrapunto e. De ejemplosf. Reafirme su hipótesisg. Concluya

Tiempo: 20 minutos

Texto 1

Matrimonio sin patrimonio

Dos de mis amigos se casaron en los años noventa para comprar el cake y las cervezas que asignaba el mercado racionado en caso de bodas. No eran una pareja y jamás habían intercambiado algo más que un abrazo, pero la reventa de la bebida y del azucarado pastel les produjo suficiente dinero para vivir varios meses, cada uno por su lado. Como ellos, un montón de gente firmó el acta matrimonial a la espera de los ansiados productos y de las tres noches de luna de miel en un hotel, cotizadas a muy buen precio en el mercado negro.

Con esas referencias alrededor, me cuesta tomarme en serio la firma de un contrato matrimonial. Vivo desde hace un montón de años bajo una unión consensuada sin rastro de papeles. Así mismo, muchos de mis conocidos cohabitan con una pareja con la que jamás han pisado una notaría o certificado su unión. No se trata sólo de una moda postmoderna e irreverente, sino de la pérdida del sentido de rubricar el matrimonio. Entre los motivos de ese desvanecimiento, está la ausencia de un patrimonio familiar que preservar con la firma de un contrato. Qué diferencia pueda haber en que un hijo tenga padres legalmente unidos o no, si ellos carecen de bienes que heredarle, ni posesiones que necesiten del visto bueno de las leyes.

Los que tenemos hoy menos de cuarenta años, arribamos a las relaciones amorosas portando como propiedad principal aquella contenida en nuestra epidermis. Para cuando llega el final del idilio, las pertenencias caben –frecuentemente– en un maletín. Con el nido del amor ubicado en la casa de los padres y con un salario que no alcanza para adquirir bienes perdurables o transmisibles, poco importa ya el papel firmado y el cuño legal que da fe del matrimonio.

Texto 2

Sin pedigree

Entre los centenares de mensajes que recibo cada semana hay ciertas preguntas y dudas que se repiten. A muchos les intriga “¿para quién trabajo?”, “¿de quién soy hija?” o “¿quién me paga por hacer esto? Sin intentar convencer a nadie (porque eso de exponer “mi verdad” es lo que más recuerda a un mea culpa) quiero aclarar algunas cosas:

- Nací en un solar de Centro Habana, en una de las esquinas de mi calle decía “Jesús Peregrino” y en la otra “Jesús Pelegrino” (de manera que desde niña he aprendido a convivir con la multiplicidad de formas con las que se puede nombrar a una misma cosa).- No tengo ningún pedigree familiar que me avale para nada, como no sea la habilidad para apretar tuercas y reparar equipos eléctricos heredada de mi padre, maquinista de trenes que en la crisis de los noventa cambió su uniforme azul y blanco por un puesto de ponchero de bicicletas.- Muchos de los que me conocen creen que tengo “guayabitos en la azotea”, “me falta un tornillo” o “estoy ida del coco”. Todo lo que he hecho en esta vidita (meterme en problemas, escribir una tesis sobre la literatura de la

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dictadura en Latinoamérica, unir mi vida a un periodista en desgracia, regresar a mi país y postear en este Blog) bien podría ser visto por un especialista como manifestaciones de un desorden psiquiátrico. Todo es posible…- A los que afirman –bajo la impunidad de un seudónimo- que soy del G2, quiero aclararles que muy pocos en Cuba lo siguen llamando así. Ahora le decimos “la seguridá”, “el Aparato”, “la maquinaria”, “el Armagedón”, “la trituradora”, “los muchachos” o solamente “ellos”. Si alguien le preguntara a un joven “Oye ¿tú sabes qué cosa es el G2?” quizás respondería que se trata de un grupo de Rock o de una marca de zapatos.- No pienso dar ninguna prueba que niegue esas acusaciones de “infiltrada”. A los que les alivia y les quita la culpa creer que “me atrevo porque estoy protegida o que me han mandado a decir todo esto”, pues adelante. Cada cual –al menos en el pequeño espacio de este Blog- puede pensar y comentar lo que quiera.- En relación con el dinero, la base material o el salario, me gusta citar a mi marido cuando dice que tengo “alma de fakir”. Me visto con lo que aparezca, hace años que no tengo más que un par de zapatos y como una vez al día. Una sola obsesión de “consumo” recorre ahora mi vida: postear. El dinero que me gano traduciendo del alemán, enseñándole la Habana a un par de turistas o vendiendo mis viejos libros de la universidad, lo invierto –cuando puedo- en pagar media hora de Internet. Por eso mis apariciones en “Generación Y” son a saltos y no con la frecuencia de una bitácora.- ¿Por qué yo tengo un Blog y otros no? Porque soy de una generación que ha aprendido a moverse en el mundo de la tecnología, incluso teniendo que armar su propio PC con piezas compradas en el mercado negro. Una de las contradicciones que se está dando en la Cuba de hoy, es que los que tienen cosas más interesantes que contar, son en su mayoría analfabetos informáticos. O sea, que los asiduos lectores de blogs tienen que conformarse con gente como yo, sin pedigree, pero para quien el mouse es una prolongación del propio cuerpo.

Texto 3

Preguntas incómodas

Bordeo mi edificio, evitando pasar por debajo de los balcones, pues los niños lanzan preservativos llenos de orine para matar el aburrimiento. Un hombre con su hija lleva una bolsa que gotea una mezcla de grasa, agua y sangre. Vienen de la carnicería, donde la larga cola anuncia que algún producto racionado llegó en la mañana. Los dos suben felices las escaleras llevando el trofeo cárnico. Es probable que la madre ya esté cortando las cebollas, mientras suspira aliviada de que la proteína reaparezca, después de varios días de ausencia.

Voy detrás de ellos y alcanzo a oír como la niña pregunta: “Papi ¿Cuántos pollos tú te has comido en la vida?” Percibo la cara desconcertada del padre, que ha llegado al piso seis sudando por todos los poros. Su respuesta es un tanto brusca: “¿Cómo voy a saber eso? Yo no saco cuentas con la comida.” Pero la niña insiste. Evidentemente está aprendiendo a multiplicar y dividir, de ahí que quiera desmontar el mundo y explicarlo –totalmente– con puros números. “Papi, si tú tienes 53 años y cada mes recibes una libra de pollo por la carnicería, sólo tienes que saber cuántos meses has vivido. Cuando tengas ese número lo divides entre cuatro libras, que es más o menos lo que pesa un pollo normal”.

Me descubro siguiendo la fórmula matemática desarrollada por la chica y calculo que he devorado unos 99 pollos en estos 33 años. El hombre interrumpe mi cuenta y le dice “Mi´ja, cuando yo nací los pollos no eran por la libreta”. Caigo en cuenta de que yo sí crecí con el grillete del racionamiento ajustado a ambos tobillos, pero gracias al mercado negro, el desvío de recursos, las tiendas en pesos convertibles, el canje de ropa por comida y un montón de caminos paralelos, no sé la suma exacta de lo que he digerido. Apuro el paso y escucho la frase recelosa de la pequeña Pitágoras: “Ay Papi, tú me quieres hacer creer que antes, en las carnicerías, te vendían todo el pollo que quisieras…”.

Texto 4

Computadora sin papeles

Tocaron a la puerta con una orden de registro que la madre de Aldo apenas pudo ver. Fueron directo al cuarto para ocupar la computadora donde se almacenan las letras de esas canciones que circulan por todo el país. No hubo manera de hacerle ver al policía que aquel hombre de cabello largo y tatuajes por todo el cuerpo no era un delincuente. A los uniformados, se les da mal el hip hop y un peludo pintoreteado es lo que más se les parece a un malhechor. No tuvieron en cuenta que a éste, sólo una semana antes, Juanes lo había evocado en la Plaza de la Revolución cuando mencionó al grupo Los Aldeanos. La noticia de la detención se regó y hasta el propio cantautor Silvio Rodríguez intercedió para que le devolvieran el ordenador y lo dejaran ir a casa.

Aldo y Bian ya han sido apartados de casi todo, menos de ese don para la música que la censura no ha logrado quitarles. Unos amigos distribuyeron hojas impresas para denunciar la exclusión contra el popular dúo y propusieron que “asumir a estos hombres como órganos vitales de la nación, es cuestión de honor”. Pero la nuestra

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es una sociedad ingresada en terapia intensiva, con partes trasplantadas y una máquina de diálisis conectada a esa zona donde debería funcionar una ciudadanía. Vivimos en una Isla donde se extirpa y se amputa porque unos pocos diagnostican que un miembro tiene gangrena, cuando en realidad es –simplemente– diferente.

Al llevarse al músico con su computadora –que carece de papeles de propiedad, como la gran mayoría que hay en Cuba– quizás estaban aplicándole una inyección de susto, la conocida medicación para aumentar el miedo. Pero ya no les funciona como antes. Ahora, la aprensión se trasmuta en canciones, en blogs, en discos que circulan de mano en mano, mientras que las confiscaciones y las detenciones sólo logran que lleguen más lejos.

Texto 5

Después de Juanes

Foto tomada de “El Diario” : www.diario.com.mx

Mañana amanecerá como cada lunes. El peso convertible seguirá por las nubes, Adolfo y sus colegas tendrán otro día tras las rejas en la prisión de Canaleta, mi hijo escuchará en la escuela que el socialismo es la única opción para el país y en los aeropuertos nos seguirán pidiendo un permiso para salir de la Isla. El concierto de Juanes no habrá cambiado significativamente nuestra vida, pero tampoco fui a la Plaza con esa ilusión. Sería injusto exigirle al joven cantante colombiano que impulse aquellos cambios que nosotros mismos no hemos logrado hacer, a pesar de desearlos tanto.

Estuve en aquella explanada para comprobar cuán diferente puede ser un mismo espacio cuando alberga concentraciones organizadas desde arriba o cuando cobija a un grupo de personas necesitada de bailar, cantar e interactuar, sin la política de por medio. Fue una experiencia rara estar allí, sin gritar una consigna y sin tener que aplaudir mecánicamente cuando el tono del discurso apuntaba que era el momento de ovacionar. Claro que algunos elementos sí se parecían a los de cualquier marcha por el primero de mayo, especialmente la proporción de policías vestidos de civil dentro del público.

Ciertos detalles técnicos resultaron incómodos. El audio no se escuchaba bien, la pequeña pantalla que reproducía lo que ocurría sobre el escenario no se veía en la distancia y la hora elegida era inhumana, por coincidir con los peores momentos del sol. Por suerte se nubló después de las cuatro y los que estaban atrincherados debajo de los pocos árboles se lanzaron a bailar con Orishas. Son detalles a superar en la próxima presentación que hará Juanes en Cuba, esa donde no abundarán las fallas técnicas y en la que sí podrán cantar los excluidos de esta tarde.

Si vemos la presentación de este 20 de septiembre como el ensayo general del concierto que algún día tendremos, entonces hay que felicitar a los que participaron. Incluso si no hubiera otra y la Plaza retomara sus solemnidad y su grisura, al menos esta tarde de domingo vivimos algo diferente. En un sitio donde se ha sembrado sistemáticamente la división entre nosotros, Juanes –al caer el sol- ha gritado “¡Por una sola familia cubana!”