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Revista Iberoamericana de Educación Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) [email protected] ISSN (Versión impresa): 1022-6508-X ISSN (Versión en línea): 1681-5653 ESPAÑA 2003 Juan Carlos Jurado Jurado PROBLEMÁTICAS SOCIOEDUCATIVAS DE LA INFANCIA Y LA JUVENTUD CONTEMPORÁNEA Revista Iberoamericana de Educación, enero-abril, número 031 Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) Madrid, España pp. 171-186 Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal Universidad Autónoma del Estado de México http://redalyc.uaemex.mx

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  • Revista Iberoamericana de Educacin Organizacin de Estados Iberoamericanos para la Educacin, la Ciencia y la Cultura (OEI)[email protected] ISSN (Versin impresa): 1022-6508-XISSN (Versin en lnea): 1681-5653ESPAA

    2003 Juan Carlos Jurado Jurado

    PROBLEMTICAS SOCIOEDUCATIVAS DE LA INFANCIA Y LA JUVENTUD CONTEMPORNEA

    Revista Iberoamericana de Educacin, enero-abril, nmero 031 Organizacin de Estados Iberoamericanos para la Educacin, la Ciencia y la Cultura

    (OEI) Madrid, Espaa

    pp. 171-186

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y Portugal

    Universidad Autnoma del Estado de Mxico

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    PROBLEMTICAS SOCIOEDUCATIVASDE LA INFANCIA Y LA JUVENTUD CONTEMPORNEA

    Juan Carlos Jurado Jurado (*)

    SNTESIS: En este trabajo se abordan de manera exploratoria diferentesfactores que han posibilitado que en la sociedad contempornea los niosy los jvenes hayan irrumpido en los escenarios de la vida pblica comoactores sociales que demandan ser considerados desde la educacin y lacultura. Entre ellos, la reconfiguracin demogrfica de las familias, conla disminucin de la cantidad de hijos, los cuales son ms valorados queantes en proporcin inversa a su nmero. Los nios son ahora los nuevosreyes del hogar, destronando a los adultos del lugar central de autoridaden las familias e incluso en las escuelas. El ingreso masivo de las mujeresal mundo de la economa y de la cultura modernas ha dado lugar a lacreacin de un nuevo campo de accin para la educacin, dirigido a estanueva franja de la poblacin, que ha logrado mayores grados deautonoma cultural con respecto a los adultos para definir susformas de aprender y de socializarse. La universalizacin de los DerechosHumanos tambin ha contribuido, entre otros factores, a que los niosy los jvenes sean reconocidos como sujetos de derecho. El tema ha sidoelaborado de manera general para la sociedad contempornea, conalgunas especificidades para la situacin de Colombia.

    SNTESE: Neste trabalho se abordam, de maneira exploratria, diferentesfatores que tm possibilitado que, na sociedade contempornea, ascrianas e os jovens tenham invadido os cenrios da vida pblica comoatores sociais que reivindicam ser considerados a partir da educao e dacultura. Entre eles, a reconfigurao demogrfica das famlias, com adiminuio da quantidade de filhos, os quais so mais valorizados queantes em proporo inversa a seu nmero. Os meninos so, agora, os novosreis do lar, destronando os adultos do lugar central de autoridade nasfamlias e, inclusive, nas escolas. O ingresso massivo das mulheres nomundo da economia e da cultura modernas tem dado lugar criao deum novo campo de ao para a educao, dirigido a esta nova franja dapopulao, que tem logrado maiores graus de autonomia cultural emrelao aos adultos para definir suas formas de aprender e de socializar-se. A universalizao dos Direitos Humanos tambm tem contribudo,

    (*) Magster en Historia por la Universidad Nacional de Colombia (sede Medelln)y docente de la Universidad EAFIT, Medelln, Colombia.

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    entre outros fatores, para que as crianas e os jovens sejam reconhecidoscomo sujeitos de direito. O tema tem sido elaborado de maneira geral paraa sociedade contempornea, com algumas especificidades para a situaoda Colmbia.

    INTRODUCCIN

    Hablar de la infancia y de la juventud en la sociedad actual noremite slo al estatuto social de una franja de la poblacin, sino a unproblema que compromete las nuevas maneras de configuracin de lacultura contempornea. Entre los fenmenos de las ltimas dcadas seencuentra la irrupcin de la infancia como actor social1, haciendo suaparicin de manera novedosa, demandando nuevas reflexionessobre su lugar desde la sociedad, la cultura y la educacin. As, lainfancia aparece como un problema de la contemporaneidad, comoresultado de complejos procesos relacionados no con una crisis coyuntu-ral del capitalismo, sino con la manifestacin de las nuevas formas deorganizacin social, econmica y poltica que caracterizan a nuestrapoca2. En particular, la irrupcin de la infancia como actor social puede

    1 Para el socilogo francs Alain Touraine, el actor social supone elsurgimiento de nuevas maneras de comprender la subjetividad y los procesos objetivos desu despliegue, no a partir de principios universales sino de la experiencia vivida por elsujeto. Este aparece como la pretensin de individuacin, como la resistencia frente a lanecesidad de que se identifique con prcticas comunitaristas y totalizadoras, y, por ello,es la afirmacin y la defensa de su individualidad contra las leyes del mercado y de lacomunidad. Para Touraine, en un mundo en cambio permanente e incontrolable no hayotro punto de apoyo que el esfuerzo del individuo para transformar unas experiencias vividasen la construccin de s mismo como actor. Ese esfuerzo por ser un actor es lo que denominoSujeto, que no se confunde ni con el conjunto de la experiencia ni con un principio superiorque lo oriente y le d una vocacin. El sujeto no tiene otro contenido que la produccin des mismo. No sirve a ninguna causa, a ningn valor, a ninguna otra ley que su necesidad ysu deseo de resistirse a su propio desmembramiento en un universo en movimiento, sin ordenni equilibrio (Touraine, 1999, p. 21).

    2 Segn Juan Carlos Tedesco, ya se ha dicho repetidamente que el fin de sigloy la entrada en el nuevo milenio estn asociados a un profundo proceso de transformacinsocial. No estamos viviendo una de las peridicas crisis coyunturales del modelo capitalistade desarrollo, sino la aparicin de nuevas formas de organizacin social, econmica ypoltica. La crisis actual, en consecuencia, es una crisis estructural, cuya principalcaracterstica es que las dificultades de funcionamiento se producen simultneamente enlas instituciones responsables de la cohesin social (el Estado Providencia), en lasrelaciones entre economa y sociedad (la crisis del trabajo), y en los modos de constitucinde las identidades individuales y colectivas (crisis del sujeto) (Tedesco, 2001, p. 11).

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    explicarse a partir de cuatro factores que se desarrollan como sigue, conun inters ms exploratorio que exhaustivo.

    1. El mayor valor social y cultural que se confiere a los nioscomo resultado de la reconfiguracin demogrfica de la familia contem-pornea. En ella el valor social y cultural que se confiere a los nios esten relacin inversa con su decreciente nmero, en familias predominan-temente nucleares con pocos, muy pocos hijos.

    Este fenmeno, que logra ser una tendencia de la sociedadoccidental, contiene sus especificidades locales. Con respecto a ladimensin de las familias, todava se conserva la imagen de una familiaantioquea numerosa, que las estadsticas desmienten en la actualidad.A este respecto el salto ha sido bastante agresivo desde los aos setenta,por lo que Colombia se ha erigido en el abanderado latinoamericano delxito de la planificacin familiar. Slo para identificar la tendenciacomn, puede decirse que de la familia extensa, donde convivan tos,abuelos y hasta primos, y cuya presencia pervive en los sectores popularesde procedencia campesina, se ha pasado a una familia nuclear predomi-nante que idealiza y absorbe en las figuras del padre, de la madre y deunos pocos hijos, la socializacin y la afectividad del hogar. Se ha pasadode una familia en la que convivan tres y cuatro generaciones, a otradonde como mucho lo hacen dos, los padres y uno o dos hijos3. En estesentido, la fecundidad de los medellinenses y de los colombianos engeneral, ha sufrido una brusca reduccin como resultado de la urbani-zacin de la vida familiar, que conlleva no slo la mayor participacin dela mujer en la economa y en la cultura contemporneas, sino una menorconfianza en el futuro, lo cual revierte en ms pequeos ndices deprocreacin. El fenmeno no es local porque alcanza dimensionesinternacionales.

    En Colombia, desde mediados de los aos sesenta, la fecundi-dad inici una curva descendente que se estabiliz en los setenta con 25nacimientos por cada mil parejas. Ello supone que las familias, y para serms precisos las mujeres, han pasado de tener de 4,5 a 5 hijos comopromedio en 1973, a slo 2,5 a 3 en 1985 (Restrepo, 1991, p. 76). En

    3 De acuerdo con los ltimos informes de sntesis sobre la familia en Colombia,los hogares nucleares, aunque mayoritarios, pierden participacin en las dos ltimasdcadas. Han pasado del 58% a representar un 51%. Actualmente hay ms de 400.000familias reconstituidas, los hogares extensos representan el 30%; los unipersonalesaumentaron del 4,1% al 7%; el tamao de los hogares pas de 7 a 4 personas entre 1951y finales de los noventa (Luis Alberto Restrepo, 1999, p. 31).

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    la actualidad, la tendencia de procreacin en familias medias urbanas yen las de clases acomodadas es mucho menor, llegando casi a predominarel hijo nico. La familia, en su conjunto, ha disminuido su cantidad demiembros, de modo que ha pasado de siete a cuatro y a tres personas, enlos casos del hijo nico.

    Ante la reduccin de nios en los hogares de la sociedadindustrial moderna, qu nuevas formas de valoracin de la niez surgenen las familias, y, con ellas, qu nuevas representaciones de la infanciabuscan sitio en la sociedad contempornea? Como seala el socilogoalemn Norbert Elias (Elias, 1998, p. 412), la modernidad funda nuevasformas de relacin entre nios y adultos, que pasan de ser estrictamenteautoritarias a ms igualitarias, proceso que tiene lugar por el reconoci-miento de la mayor autonoma que se concede a los nios en medio deldeclive de la sociedad patriarcal. En la contemporaneidad, ms queantes, los nios son vistos por los adultos como merecedores de un tratoespecial, y son ms estimados en los hogares en proporcin inversa a sunmero.

    El cambio ha sido sorprendente y bastante acelerado, sobretodo en las grandes metrpolis. Hasta hace poco los adultos decidansobre los nios de un modo mucho ms espontneo, y, en general,estaban ms influidos por sus propios pensamientos que por los de losnios, atendiendo a una rgida y confesional moral en la que el respetoy la obediencia a los adultos era valorada como bsica. La desobedienciaa los padres y a los abuelos era castigada con dureza en los hogaresantioqueos hasta hace poco. De dos o tres dcadas para ac los adultosse encuentran ms influidos por los nios: se ponen en su lugar al tomardecisiones y al hacer una serie de consideraciones supuestamentepsicolgicas y educativas para decidir sobre ellos y no hacerles dao, opara no traumatizarlos, con lo cual han moderado su poder sobre ellosperdiendo rangos de autoridad y de espontaneidad al tratarlos4. En elextremo de esta actitud todo se quiere facilitar a los nios y a los jvenes

    4 Sera necesario considerar la manera como la Medicina, la Psicologa, elPsicoanlisis y la Pedagoga, entre otros saberes y disciplinas, han contribuido desdeel siglo XIX a moldear las concepciones modernas y contemporneas sobre la infancia.Badinter seala que, habiendo demostrado la importancia de la primera infancia en laconstitucin del inconsciente, los psicoanalistas se han habituado a interrogar directamentea la madre, a cuestionarla a la menor perturbacin psquica del nio [] A pesar suyo, elPsicoanlisis ha acrecentado la responsabilidad de la madre, sin lograr anular lospropsitos moralizadores del siglo precedente (se refiere al siglo XIX). Cuando un nio tienedificultades, es a la madre a la que se le sugiere una cura analtica. No al padre. (E.Badinter, 1999; E. Zuleta, 1986; J. Brumer, 1989).

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    para que no sufran, desconocindose el valor pedaggico y formativo delesfuerzo y del sacrificio que demanda y caracteriza la condicin humana.Algo similar ha ocurrido entre maestros y alumnos. Nos encontramos conque los nios ejercen ahora un gran poder sobre los padres y los maestros,pues representan para los primeros el cumplimiento de determinadosdeseos y necesidades en sus vidas, como si se tratara de una prolongacinnarcisista que moviliza su paternidad. Ha quedado en el olvido lasignificacin de los hijos como una bendicin divina sobre el matrimonioy sobre la mujer, pues podan llegar en nmero indeterminado y repre-sentaban el orgullo familiar del linaje perpetuado en el apellido.

    Como resultado de todas estas transformaciones, los viejospatrones de autoridad familiar que entronizaron a los abuelos y a losadultos en el hogar se han visto muy trastocados, y los nios se hanconvertido en los nuevos reyes del hogar. Este cambio trascendentalque afecta a la familia y a la socializacin urbana se percibe ante todo ensu historia grfica. As lo sugiere Armando Silva al estudiar una serie de170 lbumes que se configuran en un hecho literario cuyo narradorcolectivo es la familia, su propia imagen a travs del tiempo (Silva, 1998,p. 171). Uno de los aspectos ms llamativos que muestra la historia dellbum de familia es el desplazamiento de la representacin de losadultos como centro del hogar por parte de los hijos. A riesgo desimplificar la investigacin mencionada, las tendencias histricas mues-tran que, en las fotografas familiares anteriores a la dcada de losochenta, los abuelos y los adultos ocupaban el centro del retrato familiar,y, a partir de dicha dcada, son destronados por los nios, que sern enadelante el foco de atraccin afectivo y psicolgico (Silva, 1998, pp. 66-67). La familia como representacin casi desaparece en las fotografas,para actuar fuera de la foto y entronizar a su heredero como un fetiche,como un dolo. As, al aclamar y al concentrarse en el nio como figuramtica, el lbum de familia desaparece y se torna egosta y eglatra. Enpalabras de Armando Silva:

    El nio crece ahora como el nuevo hroe, el rey de la casa (queotrora fuera el padre) al que se le da todo el escenario visual y sobrequien la familia apuesta su futuro. Este nio es a quien por fueradel lbum se le llena de consumos de toda especie, juguetesincontables, estmulos electrnicos sobremedidos, asumiendo talvez que se le debe dar de todo para que crezca. No es claro que elnio de los aos noventa tenga la palabra de la familia, confundidaen la nueva lucha de paradigmas masculinos y femeninos de lasltimas dcadas, pero s posee en alto grado la imagen de sta(Silva, 1998, p. 66).

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    En relacin con lo anterior, ltimamente se percibe que el lugarcentral, afectivo y psicolgico logrado por los nios en las familias seplasma tambin al desplazar a los adultos y a los abuelos de su autoridadhegemnica. Al parecer, el malestar familiar ms evidente con respectoa los nios se muestra por la va de su capacidad para descentrar ydesdibujar los cdigos de autoridad del mundo adulto, al cual accedensin tapujos, pues los medios de comunicacin masivos los involucran enl con rapidez, sin las mediaciones que por tradicin haba previsto lafamilia para ello. Como seala Martn-Barbero, la televisin introduce undesorden cultural que plantea retos a la familia y a la escuela, puesproduce un cortocircuito en los filtros de autoridad de los padrestransformando los modos de circulacin de la informacin en el hogar, yautorizando a los nios a asistir a toda una serie de prcticas de la vidacotidiana que los adultos les haban vetado. De manera similar ocurre conla escuela, ya que los nuevos dispositivos tecnoculturales desordenan lassecuencias del aprendizaje por edades/etapas ligadas a un procesoescalonado que ha tenido su asidero en la racionalidad ilustrada centradaen el libro, privilegiado tradicionalmente por la escuela. Con la genera-lizacin de las nuevas tecnologas y mediaciones culturales, surgen otrasformas de pensamiento visual que escapan a las secuencias lineales dela palabra impresa y a las formas de socializacin y circulacin del sabercentrado en los maestros (Martn-Barbero, 1996, p. 14).

    La forma en que los nuevos dispositivos tecnoculturales, comola televisin y el Internet, reconfiguran las relaciones entre adultos ynios haciendo que en muchas prcticas de la vida cotidiana stosltimos se encuentren profundamente relacionados con los primeros,recuerda nuestra poca, que hubo un tiempo antes de la aparicin de lamoderna nocin de infancia (y an de la escuela que ha contribuido aconstruirla) en el que su familiaridad y su intimidad con el mundo de losadultos no fue cuestionada ni problematizada por sus supuestas conse-cuencias psicolgicas y educativas sobre ellos5. El significado culturalque conlleva el problema de la infancia en la poca actual se hace ms

    5 Respecto a los dispositivos tecnoculturales, esto es, a los medios y a toda lacultura que a partir de ellos se estructura, la investigadora Rossana Reguillo plantea quela sociedad reivindic la existencia de los nios, y sobre todo de los jvenes, como sujetosde consumo a partir de la postguerra, pues es cuando ...emerge una poderosa industriacultural que ofertaba por primera vez bienes exclusivos para el consumo de los jvenes.Aunque no el nico, el mbito de la industria musical fue el ms espectacular. En el casode los Estados Unidos, principal difusor de lo que sera el nuevo continente social de laadolescencia, como ha llamado Yonnet al mundo juvenil... (Reguillo, 2000, p. 24;Badinter, 1983, p. 15).

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    comprensible si se atiende a lo planteado por el mismo Martn-Barbero,quien seala que la sociedad contempornea atraviesa por profundastransformaciones de envergadura antropolgica, que resaltan las contra-dicciones entre los tres tipos de cultura que propone Margaret Mead.Para esta antroploga la sociedad postfigurativa es aquella en la que elpasado de los adultos determina el futuro de las nuevas generaciones, deforma que existe el convencimiento de que las formas de vida y de saberde los viejos son inmutables e imperecederas. La sociedad cofigurativadenomina otro tipo de cultura, en la que el modelo de vida lo constituyela conducta de los contemporneos, lo que implica que el comporta-miento de los jvenes podr diferir en algunos aspectos del de susabuelos y del de sus padres. Mientras, la cultura prefigurativa es aquellaen la que los pares reemplazan a los padres y a los abuelos instaurandouna ruptura generacional, que es la que vivimos actualmente, no comoun cambio de contenido de los procesos culturales, sino de la naturalezade sus procesos (Martn-Barbero, 1996, p. 14).

    Esta combinatoria de lgicas cofigurativas y prefigurativas dela cultura contempornea es la que hoy caracteriza a las sociedadesurbanas de Latinoamrica y del mundo, donde los aprendizajes y lasformas de vnculo social de los nios y jvenes dependen menos queantes de los adultos, derivndose mayores grados de autonoma en susformas de explorar el mundo, de socializarse y de educarse, lo cual seagrega a su gran elasticidad cultural. Se trata de la aparicin de nuevascondiciones culturales que posibilitan que los nios y los jvenes logrenmayores grados de autonoma e independencia con respecto a losadultos, para definir las lgicas de individuacin que les permiten serreconocidos como sujetos (como actores sociales), no sin desdibujarsedel todo los roles normativos que les representan los adultos, aunqueaquellos hayan declinado.

    2. Otro factor relacionado con la irrupcin de los nios en elescenario social tiene que ver con los nuevos roles econmicos yculturales de las mujeres, lo que les ha recortado sus funciones demadres y de educadoras de sus hijos. Dichas funciones han sido asumi-das, en parte, por mltiples instituciones de atencin a la infancia en losaos iniciales (0 a 6 aos), dando lugar a la aparicin de un nuevo campode accin para la educacin sobre todo a partir de la dcada de lossetenta. Este aspecto ha sido estudiado por la antroploga Gutirrez dePineda, quien ha sealado cmo el avance en la escala salarial, en elestatus laboral, en los procesos permanentes de entrenamiento para la

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    superacin, en los horarios de trabajo y en el tiempo de servicio para elalcance de una seguridad social en la vejez, ha impuesto restricciones enla funcin reproductiva de la mujer y en las tareas educadoras que staejerca en el hogar (Gutirrez de Pineda, 1994, p. 14).

    Los nuevos roles sociales de la mujer, que a su tradicional papelde madre ha sumado los de trabajadora y de profesional, suponen eldecrecimiento en el nmero de hijos y el menor tiempo para atenderlos,y, por consiguiente, la prolongacin de la educacin ya no en la escuelasino en una serie de organismos preescolares que asumen, prolongany complementan las funciones de socializacin que antes eran monopoliode familias y de madres.

    Como paliativo a la menor dedicacin de la mujer a la crianzade los hijos, y a la disminucin de hermanos y de primos en la casapaterna, se percibe que la socializacin familiar, que se desarrollabaentre los del mismo linaje, se ha trasladado en parte a las relaciones entrepares y en cierta medida a la escuela, cuyo ciclo se inicia ahora mstemprano que antes, con la proliferacin de guarderas desde la dcadade los setenta. En stas y en una tupida red de hogares sustitutos,privados o estatales, se cuida de los bebs tan temprano como lodemandan las exigencias laborales de la mujer, a quien, adems deesposa, madre y seora del hogar, se le suma el papel de trabajadora/profesional. Y no slo se cuida de los bebs, sino que prcticamente selos cra, lo que ha constituido una novedad para la familia, con laaparicin de la maternidad institucional extendida, que todava sedelega, segn las tradiciones populares, en los abuelos. Aqu no sepercibe la desaparicin de tradiciones y de prcticas populares para lacrianza de los hijos, sino su superposicin con cambios e innovaciones enlas formas de socializacin de los nios por parte de las familias urbanas.

    La aparicin y extensin de instituciones educativas por debajode la franja establecida por la escuela tienen que ver con la manera comoen el mundo desarrollado de la postguerra se lograba ampliar la esperanzade vida de la poblacin, y, por ello, era necesario retardar el ingreso de lasnuevas generaciones a la vida productiva retenindolas en los aparatoseducativos. Segn la investigadora mexicana Rossana Reguillo:

    En el perodo de la postguerra, las sociedades del Primer Mundoalcanzaban una insospechada esperanza de vida, lo que tuvorepercusiones directas en la llamada vida socialmente productiva.El envejecimiento tardo, operado por las conquistas cientficas y

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    tecnolgicas, reorganiz los procesos de insercin de los segmen-tos ms jvenes de la sociedad. Para restablecer el equilibrio dela balanza de la poblacin econmicamente activa, la incorpora-cin de las generaciones de nuevo tena que posponerse.

    Los jvenes deberan ser retenidos durante un perodo ms largoen las instituciones educativas. La ampliacin de los rangos deedad para la instruccin no es nada ms que una forma inocentede repartir el conocimiento social, sino tambin, y principalmente,un mecanismo de control social y un dispositivo de autorregulacinvinculado a otras variables (Reguillo, 2000, pp. 23-24).

    Como resultado de la aparicin de novedosas redesinstitucionales para la atencin de la infancia en sus aos iniciales, sehan desarrollado nuevas prcticas educativas frente a las cuales seplantean reflexiones pedaggicas y nuevos marcos normativos. Esteproceso ha sido caracterstico de Latinoamrica, y ha tenido lugar sobretodo en las grandes ciudades. Los organismos internacionales que tienencomo finalidad tratar las problemticas, la atencin y la educacin de lainfancia, como UNICEF, han hecho su lectura de dichas recientestransformaciones, pues suponen nuevas vas conceptuales para la edu-cacin y para las polticas, y directrices institucionales de atencin paraeste sector de la sociedad. Lo propio han hecho las universidades desdelos aos setenta, al crear campos de formacin profesional para atenderese nuevo frente de la educacin con programas de Licenciatura enEducacin Preescolar, que antes estaban subsumidos en la formacinmagisterial impartida por las Normales o en las prcticas populares decrianza.

    Como se explicar ms adelante, el problema de la educacininfantil, visto como estadio preparatorio de la escuela y en funcin de ella(preescolar), ha pasado a resignificarse bajo el nuevo concepto deeducacin en los aos iniciales, de modo que se ha transformado en unproblema educativo especfico de esa edad, y, en particular, de lasinstituciones que velan por la atencin de la infancia y por su desarrollo,y no como algo secundario por estar en funcin de la escuela y subordi-nado a sus lgicas. Compadecindose con estas perspectivas de nuevasconceptualizaciones educativas, algunos autores no slo hablan deeducacin inicial, sino, an ms, de Atencin y Desarrollo en la PrimeraInfancia (ADPI) desde enfoques globales o integrales, y que hoy logranmayor pertinencia y autonoma pedaggica de la clsica educacin en laescuela, que monopolizaba todas las edades de los nios (Myers, 2000).

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    3. En relacin con lo que acaba de ser expuesto, otro de losfactores que han contribuido a la consideracin de la infancia como actorsocial es la reconfiguracin que ha sufrido la educacin, convirtindoseen una prctica cultural que compromete todos los lugares y edades delas personas, y que ya no es potestad exclusiva de la escuela. Como seseal anteriormente, desde esta perspectiva la educacin infantil no esconcebida ahora como una antesala de la escuela (educacin preescolar),sino como un proceso especfico y propio de la edad infantil (educacininicial), que debe ser abordado desde enfoques integrales y de desarrollohumano, logrando cierta independencia del sistema escolar clsico. Asse reconoce la especificidad cognitiva, psicolgica y afectiva del nio ensus aos iniciales, configurndose un nuevo campo de la educacin concierta autonoma (pedaggica e institucional), pues no se subordina a losfines de la escuela sino que atiende al desarrollo propio de esta etapa dela vida, y, al tiempo, se configura una nocin del sujeto-nio diferente.

    Como resultado de los procesos de mundializacin de la culturay de globalizacin de la economa, la educacin, que antao era mono-polio de la escuela, se ha convertido en una prctica cultural queimpregna todos los procesos y espacios sociales en la sociedad contem-pornea. La escuela ha sido desbordada por los medios de comunicaciny por nuevas agencias culturales, que logran ser ms verstiles y eficacesen la generacin de novedosas maneras de saber y de socializarse. As, laeducacin ya no tiene como escenarios exclusivos la familia y la escuela;por el contrario, se encuentra dispersa y ubicua en los procesos desocializacin y de desarrollo, que logran ser bastante complejos ycambiantes en las ciudades y en las metrpolis contemporneas. Comose ha sugerido, es perceptible que el problema de la educacin cobra granimportancia, pues los nuevos paradigmas culturales tornan central elproblema de la formacin humana referida al conocimiento y a latransformacin de las ciencias. En consecuencia, se imponen nuevosconceptos y propuestas como el de educacin durante toda la vida, quese compaginan con los recientes enfoques de la educacin inicial, alextenderla y legitimarla por debajo de los rangos de edad que establecatradicionalmente la escuela. Como puede verse, stas consideracionesestn ntimamente ligadas al surgimiento de la categora de educacininicial en los aos noventa, a partir de la Conferencia de Jomtien.

    En su informe a la UNESCO, la Comisin Internacional sobre laEducacin para el Siglo XXI plantea como una directriz de su accinpromover la educacin durante toda la vida en el seno de la sociedad.

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    Nocin que va ms all de la distincin tradicional entre educacinbsica y educacin permanente, y que responde al reto de un mundo quecambia rpidamente y que exige la adecuacin permanente de laformacin de las personas segn los nuevos escenarios de las ciencias yde la cultura (Delors, 1996, p. 16). Esta directriz se plantea comolectura contextualizada de una realidad que hace dcadas vena mos-trando nuevas prcticas y necesidades de atencin a la infancia, conenfoques de desarrollo humano y de educacin integral ms pertinentesa los novedosos escenarios y sujetos de la sociedad contempornea.

    Tales nuevos lineamientos en educacin tienen un carcterglobal, dado el gran peso de esas instituciones en la cultura internacio-nal, pues jalonan la interpretacin de nuevas demandas que el mundoplantea y que se apropian las comunidades y los centros desde susculturas locales, reconociendo sus tradiciones y necesidades educativasparticulares. Dichos lineamientos de atencin integral de la infanciasuponen igualmente nuevas exigencias y parmetros para la formacinde formadores de este nivel. No sobra sealar que la educacin se hareconfigurado como resultado de las nuevas agencias culturales mediticasy como parte del lugar cultural de los jvenes y de los nios en la sociedadcontempornea, y de sus nuevas maneras de relacionarse con los adultos.Y es otra vez Margaret Mead quien plantea este asunto, como parte de losprocesos culturales que genera la combinatoria de sociedadesPrefigurativas y Cofigurativas de las que se trat anteriormente:

    Es interesante observar cmo la relacin entre las nuevas y lasviejas generaciones ha comenzado a flexibilizarse en AmricaLatina, si se adopta como referencia la sociedad tradicional, en talforma que los padres tambin aprenden de los hijos y stos entres, en sistemas culturales cofigurativos y prefigurativos que impli-can formas inditas de encuentro y ruptura intergeneracional(Messina, 1997, p. 84).

    As, la educacin se ha tornado un campo complejo y mltiplede significaciones y de experiencias, que ya no se acomodan a la vieja ysuperada nocin de la Sociologa clsica representada por EmilioDurkheim, en la que se asuma la educacin como la socializacinmetdica de la joven generacin por la adulta (Messina, 1997, p. 184;Martn-Barbero, 1996, p. 13). Se infiere, entonces, que la educacin yano es una prctica unidireccional de transmisin de valores y de cdigosde las viejas a las nuevas generaciones, sino una serie de prcticasculturales de mltiples direcciones atravesadas por intercambios yrupturas generacionales, donde los jvenes y los nios logran una gran

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    disposicin cultural y una mayor autonoma para adoptar diversas formasde ser, dada su elasticidad para los aprendizajes.

    4. Por ltimo, la notoriedad que logran los jvenes, sobre todolos jvenes menores en la sociedad contempornea, se posibilita a partirdel discurso jurdico que universaliza los Derechos Humanos, y bajo loscuales se convierten en sujetos de derecho para reglamentar su novedosaaparicin en la escena pblica y sus relaciones con el orden social, por sersupuestamente merecedores de un trato especial.

    Este problema ha sido planteado por Rossana Reguillo, enparticular con respecto a las nuevas culturas juveniles. Sin embargo, elproblema tambin se hace extensivo a los menores6, quienes se hanhecho notorios a partir de los discursos jurdicos que los nombran comosujetos de derecho, separndolos del plano jurdico de los adultos. Talproceso no ha evolucionado linealmente, pero deja entrever que, alamparo del Estado de Bienestar, se han creado variados dispositivoscientficos, tcnicos y pedaggicos (centros de internamiento y tribuna-les especializados) para la vigilancia y el control de tan importante franjade la poblacin, que deriva en una atencin especial de la administracinde justicia para los menores infractores. Eso sugiere un viraje del castigoy de la penalizacin hacia la rehabilitacin y la proteccin educativa delos nios, como un nuevo tipo de sujeto que ingresa a la escena social,y que requerir mayor y diferente atencin de los organismos educativosy culturales7. La mencionada autora sostiene, adems, que con ello semuestra la necesidad social de generar dispositivos especiales para unsegmento de la poblacin que irrumpe masivamente en la escenapblica, y la conciencia de que ha aparecido un nuevo tipo de sujeto parael cual se hace necesario un nuevo discurso jurdico que puede ejercer untutelaje acorde con el clima poltico actual, y que al tiempo opere comoun aparato de contencin y sancin (Reguillo, 2000, p. 21).

    6 Las ms recientes convenciones internacionales sobre la infancia proponendescartar la categora de menor para designar a los nios, porque suponen su minora(Kant), cuando de lo que se trata es de reconocerlos como actores sociales con derechosy deberes jurdicos y polticos correspondientes a su condicin.

    7 Rossana Reguillo retrotrae la aparicin de las culturas juveniles a los aos dela segunda postguerra; sin embargo, el problema de la generalizacin de las violencias enColombia en la dcada de los ochenta hace ms perceptible este proceso, por la profundaasociacin que desde entonces se hace de los jvenes (lase menores para la Ley) conciertos malestares de la sociedad: la misma violencia, la droga, el sicariato y la marginalidad,entre otros (Reguillo, 2000, p. 25; Ochoa, 2000a).

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    Las reiteradas convenciones internacionales, los encuentros,foros y declaraciones sobre la situacin de la niez, de las cuales laConvencin sobre los Derechos de los Nios (1989) es una de las msrepresentativas, no son ms que el esfuerzo por generar dispositivos queregulen su nuevo lugar en la sociedad contempornea.

    La significacin de los menores como sujetos de derechoirrumpe en Amrica Latina a partir de los aos ochenta, coincidiendo conla asociacin del mundo juvenil con una serie de neuralgias que hacenparte del malestar social de la poca. Desde entonces estos actoressociales, los menores de edad, y en especial los jvenes, son asociadoscon la violencia, con el mundo de las drogas y con la delincuencia urbana.Atrs quedaron los smbolos de los movimientos estudiantiles de los aossesenta con sus coqueteos revolucionarios utpicos, y el romanticismo delos jvenes y rebeldes guerrilleros que lograron lanzar el mundo juvenila los espacios de la vida pblica contempornea8.

    Dicho escenario, que problematiza a los jvenes comosignificantes de violencia y de desviacin, ha sido especialmente dram-tico y lleno de malentendidos en Colombia, segn Martn-Barbero, sobretodo a partir de un hecho que es el prototipo de su aparicin estigmatizanteen la esfera pblica cuando:

    A mediados de los aos ochenta dos adolescentes montadosen una moto asesinaron al Ministro de Justicia, Lara Bonilla, y aquel dael pas pareci darse cuenta de la presencia entre nosotros de un nuevoactor social, la juventud. Los jvenes comenzaron a ser protagonistas entitulares y editoriales de peridicos, en dramatizados y otros programasde televisin, e incluso se convirtieron en objeto de investigacin. Peroel estigma ha estado marcando fuertemente la preocupacin de losinvestigadores sociales... (Martn-Barbero, 1998, p. 20).

    Por todo eso se requieren nuevas miradas sobre el problema,para hacer posible que los mayores rangos de autonoma que han logradolos nios y los jvenes en el mundo contemporneo no se conviertan en

    8 Para Rossana Reguillo, mientras se configuraba el nuevo poder econmicoy poltico que se conocera como neoliberalismo, los jvenes del continente empezarona ser pensados como los responsables de la violencia en las ciudades. Desmovilizadospor el consumo y por las drogas, aparentemente los nicos factores aglutinantes de lasculturas juveniles, los jvenes se volvieron visibles como problema social (Reguillo, 2000,p. 20).

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    una tirana sobre los adultos, o en su victimizacin proteccionista, porolvidarse que su condicin social no los exime de una responsabilidadtica y penal, que no es la correspondiente a los adultos, pero s la propiade su condicin social y jurdica por considerrselos ciudadanos 9.

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    9 Segn Mara Elena Ochoa, la Declaracin de los Derechos del Nio data de1959 y constituye el primer documento internacional en el que se concibe a los nios comosujetos de derecho. A partir de la Convencin de los Derechos del Nio (1989), en la quese revoca el concepto de menor, al nio y al adolescente se les asume como capaces, comosujetos de derechos y de deberes, con responsabilidad jurdica de acuerdo con su desarrolloy edad. Este cambio de paradigma obliga a la definicin de polticas nacionales einternacionales, as como al establecimiento de normas relacionadas con la intervencinen las problemticas presentadas por ellos. Es necesario pensar en un sistema de justiciapenal que posibilite la intervencin socioeducativa pertinente para los jvenes infractores,respetando sus derechos. La Convencin Internacional sobre los Derechos del Nio ofreceuna nueva visin para la organizacin de la sociedad, al incluir a los nios y a los jvenesen su sistema desde mecanismos legales y sociales y no por el libre albedro de padres ode autoridades estatales. Son incluidos en este sistema porque son ciudadanos, y, por ende,sujetos de derechos y de deberes, con una voluntad y un poder de decisin propios, quepueden hacer explcitos, y con una visin del mundo particular (Ochoa, 2000b).

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