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De las jarchas al romancero

Antología de la poesía tradicional en España

PRIMER CURSO DE BACHILLERATO

DEPARTAMENTO DE LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA

IES CASAS NUEVAS (TELDE)

CURSO 2012 - 2013

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De las jarchas al romancero. Antología de la poesía tradicional española

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Jarchas andalusíes (siglos X-XII)

Una jarcha era un tipo de poema popular compuesto en el dialecto románico que se hablaba en la zona musulmana

de la península (conocido como mozárabe) y que se ha conservado porque los autores cultos árabes y hebreos las

reproducían al final de las moaxajas (poemas cultos). Descubiertas de forma tardía, se han constatado ejemplos del

siglo X.

TRADUCCIÓN TEXTO ORIGINAL

1 Mi corazón se me va de mí. Oh Dios, ¿acaso volverá? ¡Tan fuerte mi dolor por el amado! Enfermo está, ¿cuándo sanará?

1 Vayse meu corachón de mib. Ya Rab, ¿si me tornarád? ¡Tan mal meu doler li-l-habib! Enfermo yed, ¿cuánd sanarád?

2 Decidme, ay hermanitas: ¿cómo atajaré mi mal? Sin el amado no viviré, y volaré a buscarlo.

2 Garid vos, ay yermaniellas: Com' contenir a meu male? Sin el habib non vivréyu, advolarei demandare.

3 ¿Qué haré o qué será de mí? Amigo mío, no te alejes de mÍ.

3 ¿Que faré yo o que serad de mib? Habib, non te tolgas de mib.

4 Tanto amar, tanto amar, querido, tanto amar. Enfermaron mis ojos brillantes y duelen tanto.

4 ¡Tant’amare tant’amare, habib, tant’amare! Enfermaron olios nidios e dolen tan male.

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Cantigas galaico-portuguesas

Cantigas de amigo (siglos XII-XIV)

Son composiciones breves escritas en gallego-portugués, de origen popular y temática amorosa. Toman su nombre

del “amigo” (un pretendiente, amante o marido) al que le dedica los versos una muchacha que lo echa de menos.

TRADUCCIÓN TEXTO ORIGINAL

1 Olas del mar de Vigo, ¿Visteis a mi amigo? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto? Olas del mar agitado, ¿Visteis a mi amado? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto? ¿Visteis a mi amigo, aquel por quien yo suspiro? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto? ¿Visteis a mi amado, el que me tiene tan preocupada? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?

1 Ondas do mar de Vigo, se vistes meu amigo? E ai Deus!, se verra cedo? Ondas do mar levado, se vistes meu amado? E ai Deus!, se verra cedo? Se vistes meu amigo, o por que eu sospiro? E ai Deus!, se verra cedo? Se vistes meu amado, por que ei gran coidado? E ai Deus!, se verra cedo?

2 Sentábame yo en la ermita de San Simeón y me cercaron las olas, que grandes son: ¡esperando yo a mi amigo, esperando yo a mi amigo! Estando en la ermita, ante el altar, me cercaron las olas grandes del mar: ¡esperando yo a mi amigo, esperando yo a mi amigo! Me cercaron las olas, que grandes son. No hay aquí barquero ni remador: ¡esperando yo a mi amigo, esperando yo a mi amigo! Y me cercaron las olas de la alta mar, no tengo aquí barquero ni sé remar: ¡esperando yo a mi amigo, esperando yo a mi amigo! No tengo aquí barquero, ni remador, moriré hermosa en el mar mayor: ¡esperando yo a mi amigo, esperando yo a mi amigo! No tengo aquí barquero, ni sé remar moriré hermosa en la alta mar: ¡esperando yo a mi amigo, esperando yo a mi amigo!

2 Sedia·m’eu na ermida de San Simión, e cercaron·mi as ondas, que grandes son: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! Estando na ermida ant’o altar, cercaron-mi as ondas grandes do mar: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! E cercaron·mi as ondas, que grandes son, non ei i barqueiro nen remador: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! E cercaron·mi as ondas do alto mar, non ei i barqueiro, nen sei remar: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! Non ei i barqueiro, nen remador, morrerei fremosa no mar maior: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! Non ei i barqueiro, nen sei remar, morrerei fremosa no alto mar: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo!

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3 ¡Pobre de mí, que vivo con gran pena por mi amigo, al que tengo lejos! Mucho me tarda mi amigo en la Guardia. ¡Pobre de mí, que vivo en gran deseo por mi amigo, que tarda y no lo veo! Mucho me tarda mi amigo en la Guardia.

3 Ai eu, coitada, como vivo en gran cuidado por meu amigo, que hei alongado! Muito me tarda o meu amigo na Guarda! Ai eu, coitada, como vivo en gran desejo por meu amigo, que tarda e non vejo! Muito me tarda o meu amigo na Guarda!

Cantigas de amor

Son composiciones de carácter culto que adaptan a la lengua gallego-portuguesa los temas y los tópicos de la poesía

trovadoresca y el amor cortés, donde la dama y su enamorado adoptan los roles del señor feudal y su vasallo,

respectivamente. Tienen un punto de vista masculino. El rey Alfonso X incorpora a este género el tema religioso con

sus Cantigas de Santa María.

TRADUCCIÓN TEXTO ORIGINAL

Os diré, con tristeza, lo que nunca pensé que os diría, señora, porque veo que por vos muero, porque sabéis que nunca os hablé de cómo me mataba vuestro amor: porque sabéis bien que de otra señora yo no sentía ni siento temor. Todo esto me hizo sentir el temor que de vos tengo, y desde ahí por vos dar a entender que por otra moriría, de ella tengo, sabéis bien, algo de temor; y desde hoy, hermosa señora mía, si me matáis, bien me lo habré buscado. Y creed que tendré gusto de que me matéis, pues yo sé con certeza que en el poco tiempo que he de vivir, ningún placer obtendré; y porque estoy seguro de esto, si me quisierais dar muerte, señora, por gran misericordia os lo tendré.

Don Dionisio de Portugal

O que vos nunca cuidei a dizer com gram coita, senhor, vo-lo direi, porque me vejo já por vós morrer, ca sabedes que nunca vos falei de como me matava voss'amor; ca sabedes bem que d'outra senhor que eu nom havia pavor nem hei. E tod'aquesto mi fez fazer o mui gram medo que eu de vós hei, e desi por vos dar a entender que por outra morria de que hei, bem sabedes, mui pequeno pavor; e des oimais, fremosa mia senhor, se me matardes, bem vo-lo busquei. E creede que haverei prazer de me matardes, pois eu certo sei que esso pouco que hei-de viver, que nenhum prazer nunca veerei; e porque sõo desto sabedor, se mi quiserdes dar morte, senhor, por gram mercee vo-lo terrei.

Dom Dinís de Portugal

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Cantiga de Santa María nº 100 Santa María, estrella del día, muéstranos el camino hacia Dios, y guíanos. Pues haz ver a los errados que se perdieron por sus pecados y entender que son culpables; pero por ti son perdonados del atrevimiento que les hacía hacer locuras aunque no debían. Santa María, estrella del día, muéstranos el camino hacia Dios, y guíanos. Debes mostrarnos la carretera para alcanzar de cualquier manera la luz sin par y verdadera que tú puedes darnos, señera; pues Dios a ti la otorgaría y te la quería dar y te la daría. Santa María, estrella del día, muéstranos el camino hacia Dios, y guíanos. Guiarnos bien puede tu juicio además hacia el Paraíso donde Dios tiene siempre gozo y alegría para quien en él creer quiso; y me agradaría si te agradaba que fuese mi alma en tu compañía.

Alfonso X

Cantiga 100 Santa Maria, Strela do dia, Mostranos via Pera Deus e nos guia. Ca veer face-los errados Que perder foran per pecados Entender de que mui culpados Son; mais per ti son perdoados Da ousadia Que lles fazia Facer folia Mais que non debería. Santa Maria, Strela do dia, Mostranos via Pera Deus e nos guia. Amostrar-nos deves carreira Por gaar en toda maneira A sen par luz e verdadeira Que tu dar-nos podes senlleira; Ca Deus a ti a Outorgaria E a queria Por ti dar e daría. Santa Maria, Strela do dia, Mostranos via Pera Deus e nos guia. Guiar ben nos pod' o teu siso mais ca ren pera Parayso u Deus ten senpre goy' e riso pora quen en el creer quiso; e prazer-m-ia se te prazia que foss' a mia alm' en tal compannia.

Alfonso X

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Cantigas de escarnio y maldecir

Aunque están escritas por autores cultos, se trata de composiciones de tema satírico que a menudo hacen uso de

léxico y temáticas vulgares.

TRADUCCIÓN TEXTO ORIGINAL

Ay, mujer fea, te fuiste a quejar de que a vos nunca os elogié en mi cantar; pero ahora quiero hacer un cantar en el que os elogiaré de cualquier forma; y verás cómo os quiero elogiar: ¡Mujer fea, vieja y loca! Mujer fea, si Dios me perdona, porque tenéis tanta inclinación para que os elogie, con esta razón, a vos quiero elogiar de cualquier forma; y verás cuál es el elogio: ¡Mujer fea, vieja y loca! Mujer fea, nunca os elogié en mi trovar, pero mucho trové; mas ahora un buen cantar haré, en el cual a vos os elogiaré toda la vida, y os diré elogiándoos: ¡Mujer fea, vieja y loca!

João Garcia de Guilhade

Ai, dona fea, fostes-vos queixar que vos nunca louv' en [o] meu cantar; mais ora quero fazer um cantar en que vos loarei toda via; e vedes como vos quero loar; dona fea, velha e sandia! Dona fea, se Deus me perdon, pois avedes [a] tan gran coraçon que vos eu loe, en esta razon vos quero loar toda via; e vedes qual será a loaçon dona fea, velha e sandia! Dona fea, nunca vos eu loei en meu trobar, pero muito trobei; mais ora já un bon cantar farei, en que vos loarei toda via; e direi-vos como vos loarei: dona fea, velha e sandia!

João Garcia de Guilhade

¡Ha muerto Don Martín Marcos! ¡Ay, Dios, si será verdad! Sé que si ha muerto, muerta está la torpeza, habrá muerto la estupidez y estará muerta la necedad, habrá muerto la cobardía y estará muerta la maldad. Si Don Martín ha muerto, sin mérito ni bondad, desde hoy, malas costumbres, buscad otro amo; pero no lo encontraréis desde Roma hasta esta ciudad. Si queréis un amo así, buscadlo en otra parte. Pero un caballero conozco, por caridad, que os ayudaría a olvidarlo. Os diré la verdad, no es este rey ni conde, sino que tiene otro título, que no diré, que diré, que no diré…

Pero da Ponte

Mort’é Don Martín Marcos, ai Deus, se é verdade? Sei ca se el é morto, morta é torpidade, morta é bavequía e morta neiciidade, morta é covardía e morta é maldade. Se Don Martinh’é morto, sen prez e sen bondade, oimais, maos costumes, outro senhor catade; mais non o acharedes de Roma ata cidade; se tal senhor queredes, alhu-lo demandade. Pero un cavaleiro sei eu, par caridade, que vos ajudari’a tolher del soidade; mais que vos diga onde ben verdade non éste rei nen conde, mais é-x’outra podestade, que non direi, que direi, que non direi…

Pero da Ponte

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Poesía trovadoresca catalana

La poesía primitiva catalana se relaciona con el mundo provenzal (sur de Francia), importante foco cultural del que

surge la tradición cortesana medieval. La mayoría de los trovadores catalanes utilizaron la lengua provenzal u

occitana en sus composiciones (de la misma forma que los castellanos lo hicieron con el gallego). La temática de

esta poesía, de carácter culto, muestra un amor idealizado y refinado.

TRADUCCIÓN TEXTO ORIGINAL Si yo pudiera conseguir galardón por una canción, si la hiciera, ahora mismo la comenzaría llena de palabras y de sonido; pues olvidé muchos bellos cantares por el miedo que me daba, y si he sido un poco lento nadie me ha de acusar. ¡Pues os habré amado en vano mucho tiempo, tan intensamente, mi bella dulce amiga! Pues nada os gustó que no me gustara, ni nunca nada pude pensar que por vos no fuera mérito ni honra que no lo hiciera tan deprisa como si tuviera que salvar mi alma. Y como Dios amiga no me dio si de ella mi corazón se cansa; la flor de la cortesía ella me tendrá y no otra; que sólo para ella me reservo y guardo, y soy de tal manera solamente suyo que el trato con las demás me da igual, como si me hicieran estar solo. Y no haré más largo sermón, ya que por mucho que la alabara con una sola alabanza que dijera cien damas tendrían suficiente. ¿Quién sabría describir la belleza, la inteligencia y la cortesía y la sensatez de la manera que le corresponde? Así acabaré mi canción, y no quiero que sea más larga, pues difícilmente la aprenderían mi señor, y sus compañeros, el conde Jofre, que Dios lo ampare. Y como es recto y entendido y hace tantas acciones de valor, los aduladores no lo pueden culpar.

Berenguer de Palou

S'ieu sabi'aver guiardo de chanso, si la faria, ades la comensaria cunhdeta de motz e de so; que perdut n'ai mant belh chantar per qu'eras m'en pren espavens, e si n'ai estat alques lens no m'en deu hom ochaizonar. Qu'amada us auray en perdo lonjament, en aital guia, e ma bella douss'amia! Qu'anc res no·us plac no·m saupes bo, ni anc res no saupi pensar qu'a vos fos pretz ni honramens qu'al tost fat no fos pus correns que si·n degues m'arma salvar. E ja Deus amia no·m do s'en leys mos cors se fadia; la flor de la cortezia elha m'aura o autra no; qu'a sola lieys m'estug e·m guar, e suy aissi sieus solamens qu'autre solas m'es eyssamens cum qui·m fazia sols estar. E no farai pus lonc sermo, quar on pus lauzaria del laus sol que·m romanria cent dompnas ne aurian pro. Qui sabia ben devizar las beutatz e·ls ensenhamens e la cortezia e·l sens aissi cum s'eschairia far? Aissi fenira ma chanso, e no vuelh pus longa sia, que pus greu la·n apenria mo senher, e siey companho, lo coms Jaufres, que Dieus ampar. Quar es adreitz e conoissens e fai tans de ricx faitz valens, lauzngiers no·l pot encolpar.

Berenguer de Palou

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Villancicos castellanos (siglos XIV-XV)

La poesía popular castellana se recogió por escrito de forma tardía en los cancioneros a partir del siglo XV. Entre los

tipos de composición destaca el villancico, cuyo origen se relaciona con la lírica árabe de la península (zéjel).

1 Malferida va la garza enamorada; sola va y gritos daba. A las orillas del río la garza tenía el nido; ballestero la ha herido en el alma. Sola va y gritos daba. 2 Lindos ojos habéis, señora, de los que usaban agora. Vos tenéis los ojos bellos y tenéis lindos cabellos, que matáis en sólo vellos, ca quien de vos se enamora. Lindos ojos habéis, señora, De los que se usaban agora. 3 Al alba venid, buen amigo, al alba venid. Amigo el que yo más quería, venid al alba del día. Amigo el que yo más amaba, venid a la luz del alba. Venid a la luz del día, non traigáis compañía. Venid a la luz del alba, non traigáis gran compaña.

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Los cantares de gesta (siglos XII – XIV)

La poesía narrativa de carácter épico adopta el nombre de “cantar de gesta” en la tradición castellana. Su temática

se centra en las luchas por el poder entre musulmanes y cristianos durante la Edad Media, adoptando el punto de

vista del héroe castellano. La mayoría de los textos se han perdido, ya que los juglares los conocían de memoria y

los transmitían oralmente. Algunos como el Cantar de Mio Cid, que es el más extenso e importante, fueron

recogidos por escrito por eruditos, mientras que en el siglo XX algunos estudiosos intentaron reconstruir otros

cantares a partir de los romances en los que se descompusieron.

Cantar de Mio Cid

Cómo deja el Cid sus palacios I Con sus ojos muy fuertemente llorando tornaba la cabeza y estábalos mirando: vio las puertas abiertas, los postigos sin candado, las perchas vacías sin pieles y sin mantos y sin halcones y sin azores mudados. Suspiró Mio Cid triste y apesadumbrado. Habló Mio Cid y dijo resignado: «¡Loor a ti, señor Padre, que estás en lo alto! Esto me han buscado mis enemigos malos». Agüeros en el camino de Burgos II Ya cabalgan aprisa, ya aflojan las riendas. Al salir de Vivar, vieron la corneja diestra, y entrando en Burgos, viéronla siniestra. El Cid se encogió de hombros y meneó la cabeza: «¡Albricias, Alvar Fáñez, que si ahora nos destierran con muy gran honra volveremos a Castilla!» El Cid entra en Burgos III Mio Cid Ruy Díaz por Burgos entró, van en su compañía sesenta banderas; salen a verlo mujeres y varones, burgueses y burguesas a las ventanas se ponen, llorando por los ojos, ¡tan grande era su dolor! Por sus bocas todos decían una razón «¡Dios, qué buen vasallo, si tuviese buen señor!» La batalla de Alcocer XXXV Embrazaron los escudos delante del corazón, bajaron cada lanza junto con cada pendón y las caras inclinaron sobre el fuste del arzón. Los del Cid van al ataque con muy fuerte corazón. Los anima a grandes voces el que en buena hora nació: “¡Al ataque, caballeros, por amor del Creador! Yo soy Ruy Díaz el Cid de Vivar Campeador! Todos atacan por donde Pedro Bermúdez cargó.

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Éranse trescientas lanzas, todas tenían pendón; cada golpe un moro mata, cada golpe que se dio, y a la carga de tornada otros tantos muertos son Los tratos de las bodas CI ¡Oíd! Que de los Infantes de Carrión voy a contar. En secreto hablando estaban tratando de lo que harán: -Las nuevas que del Cid cuentan, cada vez se extienden más. Hemos de pedir sus hijas para con ellas casar; creceremos en honores, y esto favor nos hará. Al Rey Alfonso en privado llegaron para tratar: -Una merced os pedimos pues el Rey y el Señor sois: El león CXII Estaba el Cid con los suyos en Valencia la mayor y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión. Acostado en un escaño dormía el Campeador, ahora veréis qué sorpresa mala les aconteció. De su jaula se ha escapado y andaba suelto un león, al saberlo por la corte un gran espanto cundió. Embrazan sus mantos las gentes del Campeador y rodean el escaño protegiendo a su señor. Pero Fernando González, [el infante de Carrión] no encuentra donde meterse, todo cerrado lo halló, metióse bajo el escaño, tan grande era su terror. El otro Diego González, por la puerta se escapó gritando con grandes voces: “No volveré a Carrión.” Detrás de una gruesa viga metiéndose con gran pavor y de allí túnica y manto todos sucios los sacó. Estando en esto despierta el que en buena hora nació y ve cerrado el escaño suyo por tanto varón. «¿Qué es esto, mesnadas? ¿Qué hacéis alrededor?» -«Un gran susto nos ha dado, señor honrado, el león.» Se incorpora Mio Cid y presto se levantó, y sin quitarse el manto se dirige hacia el león, la fiera cuando le ve mucho se atemorizó, baja ante el Cid la cabeza, por tierra la cara hincó. El Campeador entonces por el cuello le cogió, como quien lleva a un caballo en la jaula lo metió. Maravilláronse todos de aquel caso del león y el grupo de caballeros a la corte se volvió. Mio Cid por sus dos yernos pregunta y no los halló, aunque los está llamando no responde ni una voz. Cuando al fin los encontraron, el rostro traen sin color, tanta broma y tanta risa nunca en la corte se vio, tuvo que imponer silencio Mio Cid Campeador. Avergonzados estaban los infantes de Carrión, tal pesadumbre tenían de aquello que les pasó.

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La afrenta de Corpes CXXVIII Ya se marchan de Ansavera, los infantes de Carrión de día y de noche andan, no se dan descanso, no; dejan a la izquierda Atienza, un fortísimo peñón, ya la gran sierra de Miedes detrás de ellos quedó y por esos Montes Claros cabalgan más y mejor. A un lado dejan a Griza, la que Álamos pobló, y las cuevas donde a Elfa, este Álamos encerró. San Esteban de Gormaz allá a la diestra se vio. En el robledal de Corpes entraron los de Carrión; las ramas tocan las nubes, muy altos los montes son y muchas bestias feroces rondaban alrededor. Con una fuente se encuentran y un pradillo de verdor. Mandaron plantar las tiendas los infantes de Carrión y esa noche en aquel sitio todo el mundo descansó. Con sus mujeres en brazos señal las dieron de amor. ¡Pero qué mal se lo cumplen en cuanto que sale el sol! Mandan cargar las acémilas con su rica cargazón, mandan plegar esa tienda que anoche los albergó. Sigan todos adelante, que luego irán ellos dos: esto es lo que mandaron los infantes de Carrión. No se quede nadie atrás, sea mujer o varón menos las esposas de ellos Doña Elvira y Doña Sol, porque quieren solazarse con ellas a su sabor. Quédanse solos los cuatro, todo el mundo se marchó, tanta maldad meditaron los infantes de Carrión. «Escuchadnos bien, esposas, Doña Elvira y Doña Sol: vais a ser escarnecidas en estos montes las dos, nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión. Luego con estas noticias irán al Campeador y quedaremos vengados por aquello del león. Allí los mantos y pieles les quitaron a las dos. sólo camisa y brial sobre el cuerpo les quedó. Espuelas llevan calzadas los traidores de Carrión, cogen en las manos cinchas que fuertes y duras son. Cuando esto vieron las damas así hablaba doña Sol: «Don Diego y Don Fernando, os rogamos por Dios, sendas espadas tenéis de buen filo tajador, de nombre las dos espadas, Colada y Tizona, son. Cortadnos ya las cabezas, seamos mártires las dos, así moros y cristianos siempre hablarán de esta acción, que esto que hacéis con nosotras no lo merecemos, no. No hagáis esta mala hazaña, por Cristo, nuestro Señor, si nos ultrajáis caerá la vergüenza sobre vos, y en juicio o en corte ha de pediros razón.» Las damas mucho rogaron, mas de nada les sirvió; empezaron a azotarlas los infantes de Carrión, con las cinchas corredizas les pegan sin compasión, hiérenlas con las espuelas donde sientan más dolor, y les rasgan las camisas y las carnes a las dos,

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sobre las telas de seda, limpia la sangre asomó. Las hijas del Cid lo sienten en lo hondo del corazón.

Cantar de los siete infantes de Lara (reconstruido)

Bordadores en las bodas de doña Lambra I Primero lanzó su vara el conde Garci Fernández y después lanzó otrosí el bueno de Ruy Velázquez, y después Muño Salido, el que bien cató las aves, y en adelante lanzaron otros muchos de otras partes. Quejas de doña Lambra II -«Os ruego, don Rodrigo, que os pese de mi mal os pese mi dolor, de vuestra deshonra grande que vuestros sobrinos nos han hecho tanto mal»... -«No sufráis, doña Lambra, no toméis más pesar que si yo vivo y no muero, yo os intento vengar y daros he tal derecho de que todo el mundo hable». Malos agüeros III Un águila caudal herrera que estaba sobre un pino. mucho le peso de corazón a ese Nuño Salido y se dejó caer en tierra muerta al pie del pino: «Estas aves nos lo muestran: tornémonos, mis hijos» «Dos días hace que nos atiende nuestro tío don Rodrigo» «Tío, ¿qué señas son aquellas?: malas son para nos». Nuño Salido acusa de traidor a Ruy Velazquez IV Dijo Nuño Salido: «¡Ay traidor, falsa carne!: traicionas a tus sobrinos, Dios te lo demande mal; hablarán de tu traición cuantos en el mundo hay». En cuanto esto hubo dicho fue para los infantes: «Hijos, Dios que os hizo os ponga esfuerzo y os guarde» Ya son muertos los infantes ¡Dios les tenga las almas! Ruy Velazquez se despide de los moros V Alicante a Ruy Velazquez en el hombro le besaba Ruy Velazquez a Alicante de corazón le abrazaba: «En adelante nuestra hacienda tenémosla liberada, ya no hay qué temer en Castilla ni en Lara». -«Don Rodrigo, esta batalla nos cuesta muy cara»... -«Diga a Almanzor que me envíe sus parias». -«Enviad vos por ellas con mensajeros y cartas».

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Alicante llega a Córdoba VI Alicante pasó el puerto, comenzó de más andar, por sus jornadas contadas a Córdoba fue a llegar. Viernes era ese día, víspera de San Cebrián. -«Ganamos ocho cabezas de hombres de alta sangre, mas tales ganancias caras nos cuestan ahora; tres reyes y quince mil de otros perdimos allá, si yo más allá me llegara, otro trajera el mensaje». Almanzor saca de la prisión a don Gonzalo VII Y le dijo: «Gonzalo Gustioz, bien te quiero preguntar: lidiaron mis poderes en el campo de Almenar, ganaron ocho cabezas, todas son de gran linaje; y dicen mis adalides que de Lara son naturales, si Dios te salve, que me digas la verdad». Respondió Gonzalo Gustioz: «Presto os la entiendo declarar: si ellas son de Castilla conocer he de qué lugar, y si de la aldea de Lara, que serán de mi linaje...». Violas Gonzalo Gustioz vueltas en polvo y en sangre; con la manta en que tenían comenzólas a limpiar, tan bien las arregló, las reconoció por su mal. Lamento de don Gonzalo VIII Llorando por sus ojos dijo entonces a Almanzor: «Bien conozco estas cabezas por mis pecados, señor; conozco las siete, que de mis hijos son, la otra es de Nuño Salido, su amo que los crió. ¡No les quiso muy gran bien quien aquí las juntó!». Las limpió muy bien del polvo y de la sangre por orden de nacimiento las colocó en fila mientras lo observaban Almanzor y Alicante.

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El romancero tradicional

El romancero tradicional o viejo es el nombre que recibe el conjunto de composiciones narrativas de transmisión

oral, en versos octosílabos y con rima asonante en los pares, que, aunque anteriores, no pasaron a la escritura hasta

el siglo XVI. Se cree que su métrica procede de la regularización de los dos hemistiquios que formaban cada verso

en los cantares de gesta, puesto que, además, muchos de ellos recogen los mismos temas. Sin embargo, también

encontramos romances basados en temas folclóricos, novelescos e incluso líricos. A partir de los Siglos de Oro,

especialmente en el Barroco, los autores cultos adoptaron la métrica del romance.

Romance del Cid Ruy Díaz Cabalga Diego Laínez al buen rey besar la mano; consigo se los llevaba los trescientos hijosdalgo, entre ellos iba Rodrigo, el soberbio castellano. Todos cabalgan a mula, sólo Rodrigo a caballo; todos visten oro y seda, Rodrigo va bien armado; todos espadas ceñidas, Rodrigo estoque dorado; todos con sendas varicas, Rodrigo lanza en la mano; todos guantes olorosos, Rodrigo guante mallado; todos sombreros muy ricos, Rodrigo casco afilado, y encima del casco lleva un bonete colorado. Andando por su camino, unos con otros hablando, allegados son a Burgos, con el rey se han encontrado. Los que vienen con el rey entre sí van razonando; unos lo dicen de quedo, otros lo van preguntando: -aquí viene, entre esta gente, quien mató al conde Lozano. Como lo oyera Rodrigo en hito los ha mirado, con alta y soberbia voz de esta manera ha hablado: -Si hay alguno entre vosotros su pariente o adeudado que se pese de su muerte, salga luego a demandallo, yo se lo defenderé, quiera pie, quiera caballo. Todos responden a una: -Demándelo su pecado. Todos se apearon juntos

para al rey besar la mano, Rodrigo se quedó solo, encima de su caballo; entonces habló su padre, bien oiréis lo que ha hablado: -Apeaos vos, mi hijo, besaréis al rey la mano porque él es vuestro señor, vos, hijo, sois su vasallo. Desque Rodrigo esto oyó, sintiose más agraviado; las palabras que responde son de hombre muy enojado: -Si otro me lo dijera ya me lo hubiera pagado, mas por mandarlo vos, padre, yo lo haré de buen grado. Ya se apeaba Rodrigo para al rey besar la mano; al hincar de la rodilla el estoque se ha arrancado; espantose de esto el rey y dijo como turbado: -Quítate Rodrigo, allá, quítateme allá, diablo, que tienes el gesto de hombre y los hechos de león bravo. Como Rodrigo esto oyó aprisa pide el caballo; con una voz alterada contra el rey así ha hablado: -Por besar mano de rey no me tengo por honrado, porque la besó mi padre me tengo por afrentado. En diciendo estas palabras salido se ha del palacio, consigo se los tornaba los trescientos hijosdalgo. Si bien vinieron vestidos, volvieron mejor armados, y si vinieron en mulas, todos vuelven en caballos.

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Romance del prisionero Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor; sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisión; que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba el albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón. Romance del Conde Arnaldos ¡Quién tuviera tal ventura sobre las aguas del mar, como hubo el conde Arnaldos la mañana de San Juan! Con un falcón en la mano la caza iba a cazar, vio venir una galera que a tierra quiere llegar. Las velas traía de seda, la jarcia de oro torzal, áncoras tiene de plata, tablas de fino coral. Marinero que la manda diciendo viene un cantar que la mar ponía en calma, los vientos hace amainar, los peces que andan nel hondo arriba los hace andar, las aves que andan volando nel mástil las hace posar. Allí habló el conde Arnaldos, bien oiréis lo que dirá: -Por mi vida, marinero, dígaisme ora ese cantar. Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar: -Yo no digo esta canción sino a quien conmigo va.

Domingo era de Ramos Domingo era de Ramos, la Pasión quieren decir, cuando moros y cristianos todos entran en la lid. Ya desmayan los franceses, ya comienzan de huir; ¡oh, cuán bien los esforzaba ese Roldán paladín! -¡Vuelta, vuelta, los franceses, con corazón a la lid!, ¡más vale morir por buenos que deshonrados vivir! Ya volvían los franceses con corazón a la lid, a los encuentros primeros mataron sesenta mil. Por las sierras de Altamira huyendo va el rey Marsín, caballero en una cebra, no por mengua de rocín. La sangre que de él corría las yerbas hace teñir, las voces que iba dando al cielo quieren subir: -¡Reniego de ti, Mahoma, y de cuanto hice por ti! Hícete cuerpo de plata, pies y manos de un marfil, hícete casa de Meca donde adorasen en ti, y por más te honrar, Mahoma, cabeza de oro te fiz. Sesenta mil caballeros a ti te los ofrecí, mi mujer, la reina mora, te ofreció otros treinta mil.

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De las jarchas al romancero. Antología de la poesía tradicional española

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La mora Moraima Yo me era mora Moraima morilla de un bel catar. Cristiano vino a mi puerta cuitada, por me engañar: hablóme en algarabía como quien la sabe hablar: «ábrasme las puertas, mora, sí, Alá te guarde de mal.» «Cómo te abriré, mezquina, que no sé quién te serás?» «Yo soy el moro Mazote hermano de la tu madre, que un cristiano dejo muerto y tras mí viene el alcalde: si no me abres tú, mi vida, aquí me verás matar.» Cuando esto oí, cuitada, comencéme a levantar, vistiérame un almejía no hallando mi brial, fuérame para la puerta y abríla de par en par. Fontefrida Fontefrida, Fontefrida Fontefrida y con amor, do todas las avecicas van tomar consolación, sino es la tortolica, que está viuda y con dolor. Por ahí fuera a pasar el traidor del ruiseñor; las palabras que le dice llenas son de traición: «Si tú quisieses, señora, yo sería tu servidor.» «Vete de ahí, enemigo, malo, falso, engañador, que ni poso en ramo verde ni en ramo que tenga flor, que si el agua hallo clara turbia la bebiera yo; que no quiero haber marido porque hijos no haya, no; no quiero placer con ellos ni menos consolación. ¡Déjame triste, enemigo, malo, falso, mal traidor; que no quiero ser tu amiga

ni casar contigo, no!» Romance de Abenámar —¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había! Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida; moro que en tal signo nace, no debe decir mentira.» Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía: Yo te la diré, señor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía: que mentira no dijese, que era grande villanía: por tanto pregunta, rey, que la verdad te diría. —Yo te agradezco, Abenámar, aquesta tu cortesía. ¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!» —El Alhambra era, señor, y la otra la mezquita; los otros los Alixares, labrados a maravilla. El moro que los labraba cien doblas ganaba al día y el día que no los labra otras tantas se perdía. El otro es Generalife, huerta que par no tenía; el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía.» Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía: —Si tú quisieras, Granada, contigo me casaría; daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla.» —Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda; el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.»

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Endechas canarias (siglos XV-XVI)

Son breves composiciones líricas en las que un autor anónimo expresa su tristeza por una pérdida o un amor no

correspondido. Se cree que pasaron al castellano por herencia de la cultura prehispánica, ya que el ingeniero

Leonardo Torriani recogió y tradujo dos endechas aborígenes en el siglo XVI.

TRADUCCIÓN TEXTO ORIGINAL

¡Sed bienvenidos! Mataron a nuestra madre esta gente forastera. Mas ya que estamos reunidos hermano, me quiero casar, ya que estamos perdidos.

Aicà maragà, aititù aguahae Maicà guere, demacihani Neigà haruuiti alemalai.

Acá nos traen. Acá nos llevan. Qué importa leche, agua y pan, si Agarfa no quiere mirarme.

Mimerahanà zinu zinuhà Ahemen aten haran hua Zu Agarfú fenere nuzà.

Endechas a la muerte de Guillén Peraza Llorad, las damas, si Dios os vala. Guillén Peraza quedó en La Palma la flor marchita de la su cara. No eres palma, eres retama, eres ciprés de triste rama, eres desdicha, desdicha mala. Tus campos rompan tristes volcanes, no vean placeres, sino pesares, cubran tus flores los arenales. Guillén Peraza, Guillén Peraza, ¿dó está tu escudo?, ¿dó está tu lanza? Todo lo acaba la malandanza. Otras endechas Si los delfines mueren de amores, triste de mí, ¿qué harán los hombres que tienen tiernos los corazones? Pues todos los bienes contigo llevaste, la dulce memoria, ¿por qué la dejaste? ¡Ay, tiempos pasados, cuán alegres fuisteis aunque sois tornados tristes sobre tristes!