Lecturas de iniciacion

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La Reina Masa y el Señor Peso Había una vez una Masa que, creyéndose Reina, andaba por casi todas partes del mundo para que todos la conocieran y supieran lo importante que era. No existía territorio alguno que no supiera de su existencia. Estaba en todas partes. Por entonces, en una aldea cercana, surgió sin explicación alguna un señor que se hizo prontamente conocido y llegó a oídos de toda la gente por todas partes de la tierra. Se hizo llamar el Señor Peso. Fue tanta su popularidad que la gente lo empezó a usar para muchas cosas de su vida cotidiana. Las personas cuando iban a la feria le decían al vendedor que le pesaran la fruta y la verdura. Cuando iban al médico, la enfermera lo primero que hacía era pesarlos. Cuando jugaban en el parque de entretenciones el que pesaba más ganaba en el juego del balancín. El Señor Peso pronto se hizo más popular que la famosa Masa y no faltó quien concertó un encuentro entre ellos y toda la gente se dispuso a verlos y a escucharlos, tal era la fama de ellos que no hubo reino en la tierra que no estuviera atento a este esperado acontecimiento. La Masa, cuando vio llegar al Señor Peso no se movió de su lugar esperando que el recién llegado se acercara a rendirle honores. Por cierto que el Señor Peso hizo caso omiso de tal situación y se colocó pronto a disposición del moderador, el famoso y prestigiado animador Gravitón. Gravitón les pidió que se identificaran y dieran a conocer sus cualidades más atractivas que tenían. Entonces el Señor Peso dijo: Yo estoy en todas partes de la tierra, la gente me usa para muchas cosas y, me cambio de ropaje cuando quiero, la gente me valora de diversas formas, a veces soy más grande otras veces más pequeño. No hay cosa en la Tierra donde yo no esté. Yo siempre miro hacia abajo, nunca miro hacia el lado ni hacia arriba, ¡no!, la gente y las cosas se han dado cuenta que no necesito mirar hacia arriba pues nadie más hay. Le llegó el turno a la Masa y dijo, muy pausadamente: Miren todos, yo sí que estoy en todas partes, no solo en la Tierra, yo existo en todas partes y más aún, no me ando cambiando de vestuario, la gente que me conoce en un lugar siempre me verá de la misma forma, nunca sufrirá un desengaño, yo jamás los defraudo. No importa que vaya al polo o al ecuador, sigo siendo la misma. Con la humildad que me da el saber que soy la Reina de toda la naturaleza no necesito andar mirando para abajo, yo miro de frente de costado, para arriba, para abajo, para todas partes miro yo. El Señor Peso, viendo que la gente que estaba presente en el encuentro empezó a aplaudir más a la Masa, sacó de entre su ropaje su bastón de mando, que parecía una flecha, y por más que quería levantarlo no podía, no dejaba de señalar el centro de la tierra. La Masa, no podía contenerse de la risa y siguió: El Señor Peso dice que es importante y popular, más bien lo que sucede es que la gente no se ha dado cuenta de lo enfermizo que es, se ha hecho conocido por ser un ser de múltiples personalidades, cuando está en esta ciudad se ve de una forma, pero en otra ciudad del sur o en otra del norte, cambia de personalidad y se muestra de otra forma. No como yo, insisto, me muestro en todas partes de la misma forma. Y vieran ustedes lo que le sucede cuando viaja a otro planeta o a nuestra amada Luna, su forma se va empequeñeciendo e incluso desaparece a cierta distancia, solo cuando va a llegar a otro lugar nuevamente adquiere una forma visible. Parece que por sí solo no se puede presentar, parece que su forma depende del lugar donde se encuentre. Ya, a estas alturas, el Señor Peso estaba solo escuchando a la Masa, igual como la gente que había concurrido a este esperado encuentro. El Señor Peso, continuó la Masa, no puede caminar solo y mirar al frente, quizás no se ha dado cuenta pero donde él va me encuentra a mí y por más que se sacude no puede deshacerse de mí, le soy indispensable. No se dejen engañar, a veces él les pide que le llamen por un seudónimo, el kilogramo, pero ¿no saben que ese es mi apellido? y ¿qué este que se hace llamar Señor me lo quiere quitar? El Señor Peso quiso pronunciar unas palabras y sólo alcanzó a decir: “ya ves Masa, que todo el mundo me conoce y me usa más que a ti...”. Masa lo interrumpió: “claro, pero tú has usado publicidad engañosa, ya es hora que la gente se de cuenta que en realidad cuando te mencionan, se refieren a y no a ti”. La Masa, dirigiéndose a todos los espectadores: señores y señores, niñas y niños del

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La Reina Masa y el Señor Peso

Había una vez una Masa que, creyéndose Reina, andaba por casi todas partes del mundo para que todos la conocieran y supieran lo importante que era. No existía territorio alguno que no supiera de su existencia. Estaba en todas partes. Por entonces, en una aldea cercana, surgió sin explicación alguna un señor que se hizo prontamente conocido y llegó a oídos de toda la gente por todas partes de la tierra. Se hizo llamar el Señor Peso. Fue tanta su popularidad que la gente lo empezó a usar para muchas cosas de su vida cotidiana. Las personas cuando iban a la feria le decían al vendedor que le pesaran la fruta y la verdura. Cuando iban al médico, la enfermera lo primero que hacía era pesarlos. Cuando jugaban en el parque de entretenciones el que pesaba más ganaba en el juego del balancín.El Señor Peso pronto se hizo más popular que la famosa Masa y no faltó quien concertó un encuentro entre ellos y toda la gente se dispuso a verlos y a escucharlos, tal era la fama de ellos que no hubo reino en la tierra que no estuviera atento a este esperado acontecimiento. 

La Masa, cuando vio llegar al Señor Peso no se movió de su lugar esperando que el recién llegado se acercara a rendirle honores. Por cierto que el Señor Peso hizo caso omiso de tal situación y se colocó pronto a disposición del moderador, el famoso y prestigiado animador Gravitón. Gravitón les pidió que se identificaran y dieran a conocer sus cualidades más atractivas que tenían. Entonces el Señor Peso dijo: Yo estoy en todas partes de la tierra, la gente me usa para muchas cosas y, me cambio de ropaje cuando quiero, la gente me valora de diversas formas, a veces soy más grande otras veces más pequeño. No hay cosa en la Tierra donde yo no esté. Yo siempre miro hacia abajo, nunca miro hacia el lado ni hacia arriba, ¡no!, la gente y

las cosas se han dado cuenta que no necesito mirar hacia arriba pues nadie más hay. Le llegó el turno a la Masa y dijo, muy pausadamente: Miren todos, yo sí que estoy en todas partes, no solo en la Tierra, yo existo en todas partes y más aún, no me ando cambiando de vestuario, la gente que me conoce en un lugar siempre me verá de la misma forma, nunca sufrirá un desengaño, yo jamás los defraudo. No importa que vaya al polo o al ecuador, sigo siendo la misma. Con la humildad que me da el saber que soy la Reina de toda la naturaleza no necesito andar mirando para abajo, yo miro de frente de costado, para arriba, para abajo, para todas partes miro yo. El Señor Peso, viendo que la gente que estaba presente en el encuentro empezó a aplaudir más a la Masa, sacó de entre su ropaje su bastón de mando, que parecía una flecha, y por más que quería levantarlo no podía, no dejaba de señalar el centro de la tierra. La Masa, no podía contenerse de la risa y siguió: El Señor Peso dice que es importante y popular, más bien lo que sucede es que la gente no se ha dado cuenta de lo enfermizo que es, se ha hecho conocido por ser un ser de múltiples personalidades, cuando está en esta ciudad se ve de una forma, pero en otra ciudad del sur o en otra del norte, cambia de personalidad y se muestra de otra forma. No como yo, insisto, me muestro en todas partes de la misma forma. Y vieran ustedes lo que le sucede cuando viaja a otro planeta o a nuestra amada Luna, su forma se va empequeñeciendo e incluso desaparece a cierta distancia, solo cuando va a llegar a otro lugar nuevamente adquiere una forma visible. Parece que por sí solo no se puede presentar, parece que su forma depende del lugar donde se encuentre. Ya, a estas alturas, el Señor Peso estaba solo escuchando a la Masa, igual como la gente que había concurrido a este esperado encuentro. El Señor Peso, continuó la Masa, no puede caminar solo y mirar al frente, quizás no se ha dado cuenta pero donde él va me encuentra a mí y por más que se sacude no puede deshacerse de mí, le soy indispensable. No se dejen engañar, a veces él les pide que le llamen por un seudónimo, el kilogramo, pero ¿no saben que ese es mi apellido? y ¿qué este que se hace llamar Señor me lo quiere quitar? El Señor Peso quiso pronunciar unas palabras y sólo alcanzó a decir: “ya ves Masa, que todo el mundo me conoce y me usa más que a ti...”. Masa lo interrumpió: “claro, pero tú has usado publicidad engañosa, ya es hora que la gente se de cuenta que en realidad cuando te mencionan, se refieren a mí y no a ti”. La Masa, dirigiéndose a todos los espectadores: señores y señores, niñas y niños del mundo, sepan ustedes que yo soy quien está en todas las cosas, independiente del lugar en que me encuentre, que cuando van a la feria y piden que les pesen la fruta, en realidad están pidiendo que les den cierta masa de verdura. No confundan mi apellido, el mío es “kilogramo”, el del Señor Peso es “Newton”. No se dejen engañar con palabras bonitas y sonantes, la verdad la tengo yo. Y, con aclamación terminó el encuentro, los aplausos para Masa fueron bastantes, pero todavía quedaron unos cuantos seguidores del Señor Peso. Al otro día, en titulares de toda la prensa, escrita, radial, televisiva, números extras de casi todas las revistes, en fin, todos los medios de comunicación, decían: “La Masa es la Reina de la Naturaleza: La Masa dominó mejor la situación y pudo demostrar que está en todas partes y no engaña a nadie, que en todas partes es la misma, sin embargo el Señor Peso tuvo que reconocer que su existencia dependía de la misma Masa y de estar o no en un Planeta o una estrella o un satélite”. A partir del bullado encuentro es que la Masa es reconocida como la Reina de la naturaleza y el Señor Peso, a petición expresa de la Reina, siguió llamándose así. 

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Que no te engañen, la física es fácil.

La física es una ciencia básica.  Su objetivo es entender la estructura de la materia, de las interacciones, de la constitución más íntima de nuestro universo.  Por lo tanto se puede considerar como la más fundamental de las ciencias.  Las leyes físicas son de obligado cumplimiento.  Todo sistema está regido por dichas leyes y nada se escapa a su control.Evidentemente que la física no puede “explicarlo todo”.  Si bien las leyes de la física son generales, uno no puede reducir la mayoría de los fenómenos naturales a sus constituyentes básicos.  Es decir, el total reduccionismo puede que sea una idea filosófica atractiva, pero no es muy útil.  Por eso el resto de las ciencias son necesarias y su estudio es fundamental.Pero muchas veces da la sensación de que la física es una ciencia oscura, que sólo unos pocos pueden acceder a su conocimiento.  En esta entrada ahondaremos sobre este tema y daremos nuestra humilde opinión al respecto.¿Por qué la física es difícil?La física tiene dos puntos en su contra cuando intentamos estudiarla.

Hay que manejar multiples conceptos.  Muchas ideas, y muchas relaciones entre ellas.

Hay que conocer la matemática.  La matemática es el lenguaje de la física.  Y es ciertamente complicado adquirir todo el conocimiento encerrado en una teoría física sin mirar su matemática.

El segundo punto es inevitable, la física tiene su lenguaje y como tal hay que conocerlo para adquirir la soltura en el manejo de conceptos en su versión matemática y a la hora de hacer cálculos.  Sin esto la física no sería más que filosofía.En nuestra opinión el salto conceptual llevado a cabo por Galileo, el considerado padre fundador de la física, que separó la física de la filosofía (aunque todavía se denominaba filosofía natural) fue precisamente formular los principios y los fenómenos físicos en términos de fórmulas y relaciones matemáticas.Evidentemente si uno quiere estudiar física es clave controlar la matemática involucrada y eso puede ser un escollo, en principio, para cualquier interesado en la física y en su estudio.Pero volviendo al primer punto hemos de decir que no es cierto, en absoluto, que en la física se tengan “millones” de conceptos.  La física, toda la física, se vertebra en un puñado de ideas.  Y el secrto de hacer física es encontrar de que forma se presentan dichas ideas en la diversidad de fenómenos naturales que estudiamos en la física.Un físico no es una máquina de almacenamiento masivo de fórmulas, aunque pueda parecer así.  Mas bien, un físico es una persona entrenada para dislumbrar entre muchos fenómenos diferentes el mismo hilo conductor.El secreto de la físicaLa física se puede considerar como la ciencia del cambio, del estudio del movimiento, de cómo los sistemas radían, de como evolucionan en el tiempo. Pero el verdadero secreto está en que los físicos, para estudiar el cambio, buscan en los fenómenos aquello que no cambia, aquello que permanece invariante. Y eso es lo importante, llegar a descubrir qué es aquello que no cambia en la física de un proceso mientras se produce.Así podemos resumir toda la física en dos puntos:

Encontrar leyes de conservación. Mostrar que los resultados son los mismos para todos

los observadores.Es así de  simple y así de complejo a la vez. Muchas veces no resulta evidente que haya algo que se conserve pero el practicante de la física ha de saber buscar y mirar más allá de lo evidente.  A día de hoy sabemos que hay cantidades conservadas en cualquier proceso:

La energía. El momento lineal. El momento angular. Otras cantidades que solo se manifiestan a niveles

básicos en la estructura de la materia y el universo, el nivel cuántico.

Cualquier proceso ha de verificar estas leyes de conservación, y no por capricho, sabemos y entendemos por qué esto debe de ser así. Que existan tales cantidades conservadas está íntimamente relacionado con el hecho de que la física ha de ser la misma aquí que allí, antes o después.

Si un fenómeno físico se produce en mi laboratorio se ha de producir en cualquier laboratorio.  La posición no importa, y eso lleva a la conservación del momento lineal.Si un fenómeno físico se produce a las tres de la mañana, también se ha de producir a las dos de la tarde.  Y eso nos lleva a la conservación de la energía.Si un fenómeno se produce, da igual que lo mire desde arriba, desde abajo, desde la izquierda, desde la derecha.  Y eso implica la conservación del momento angular.La magia de la física es su relación con la matemática, esto que acabamos de describir por muy extraño que parezca es un teorema matemático, el teorema Nöther.  Pero la idea subyacente es fácil de seguir, la conclusión no tanto.  En principio no hay mucha relación de la independencia de la hora de hacer un expermiento con la conservación de la energía y es ahí donde radica la dificultad de la física, en mostrar en su propio lenguaje, la matemática que eso es así y no de cualquier otra forma.Hay conservaciones no tan evidentes, como por ejemplo la del espín.  Pero es que el espín no es algo que veamos todo el día.  Sin embargo, la matemática nos dice que el espín se comporta como un momento angular, es decir como un giro de una partícula.  Evidentemente no es tal cosa, pero la matemática es idéntica y por tanto ha de estar sujeto a las mismas leyes de conservación que el momento angular.Por todo esto, curiosamente, para estudiar los cambios y evoluciones de los sistemas físicos hemos de encontrar las cosas que no cambian.El teorema de Bernouilli en fluidos, las leyes de Krichoff en circuitos eléctricos, la ecuación de Schrödinger en cuántica, la primera ley de la termodinámcia, y un largo etc, a primera vista son diferentes pero por debajo sólo hay un principio físico, la conservación de la energía.El segundo punto, el que la física sea la misma para distintos observadores también es fundamental.  Esto es lo que nos lleva a decir que la física ha de ser relativista y eso implica que nuestra forma de entender el espacio y el tiempo sea una u otra.Luego por supuesto hay cosas superfluas, hablar de partículas u ondas, hablar de trayectorias o no, etc.  Eso es secundario, eso  es simplemente una manifestación de cómo vemos el mundo que nos rodea y ciertamente no lo vemos todo en total plenitud.  Por eso nos sorprendemos con descubrir que la física cuántica es tan distinta de la física cotidiana.  Sin embargo, debajo de las etiquetas cuánticas o clásicas tenemos los mismos principios subyacentes.Un consejo y cierreCuando se os presente una nueva teoría, un  nuevo fenómeno, o una nueva noticia preguntaos ¿qué se conserva ahí?.  Luego tendremos que entrar en los detalles característicos del fenómeno, de su matemática o de sus ideas secundarias, pero preguntáos por el núcleo, el corazón del fenómeno.Con todo esto no queremos trivializar el estudio de la física, ni tan siquiera su divulgación, cada sistema y fenómeno tiene sus particularidades que pueden ser más o menos fáciles de aprender o comprender.  Pero tampoco digamos que la física es fruta para unos pocos, porque en realidad cualquiera puede llegar a entender cualquier cosa.Lo aquí expuesto es simplemente una opinión personal, posiblemente incorrecta, pero es la que nos gusta.  Si tenéis otro punto de vista o cualquier comentario nos encantaría discutirlo y aprender todos juntos.  Esperamos haber sabido transmitir la idea.Sólo un comentario final, hay otro concepto en física que también es fundamental pero muy sutil, la entropía.  Aquí hay opiniones para todo, posiblemente necesitemos mucho tiempo y entradas para desmarañar este punto.  Todo llegará.

Tomado de http://cuentos-cuanticos.com/

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Electricidad en el ser humanoPublicado el 22 de abril de 2011 en Historias de la ciencia por omalaled 

Tiempo aproximado de lectura: 7 minutos y 41 segundos 

Los efectos de la electricidad sobre el ser humano han tenido siempre una incesante fascinación se utilizaban en las fiestas para diversión de los asistentes. Un juego consistía conectar una corona del rey a una botella de Leyden y todo el que intentaba cogerla cerraba el circuito de manera que recibía una fuerte descarga. Pero la historia de la electricidad aplicada sobre el ser humano está salpicada de anécdotas.La botella de Leyden fue inventada por el físico holandés Pieter van Musschenbroek en la Universidad de Leyden, en 1746. No era más que un recipiente de cristal con sus superficies interior y exterior cubiertas por sendas láminas de estaño. Tenía la capacidad de almacenar grandes cantidades de electricidad. De ahí que quien osara coger la corona del rey recibía como recompensa una buena comprobación de sentir en sus propias carnes la electricidad.Otro pasatiempo de la época era poner una apuesta doncella conectada a uno de los polos de una de dichas botellas y el otro se anclaba al cuerpo del galán que pretendía besarla. Y cuando lo hacía, saltaban chispas. De amor o electricidad, lo dejo a elección de cada cual.Y otra de las costumbres muy practicadas en las fiestas consistía en ponerse un montón de personas cogidas de las manos. Cuando las dos personas de los extremos tocaban respectivamente la superficie exterior de la botella y una varilla conectada a la superficie del interior, una corriente eléctrica recorría la línea y les hacía saltar a todos.Hasta el rey Luis XV de Francia probó el experimento con una línea de 180 de sus cortesanos, con resultados satisfactorios (desde el punto de vista del rey, claro), y se hizo un experimento similar con una línea de frailes cartujos que medía más de kilómetro y medio de longitud.Este inocente juego llevó al francés Joseph-Aignan Sigaud de Lafond a hacer un descubrimiento que hoy todos conocemos pero que en aquel entonces no se tenía idea alguna. En su versión dicho experimento, la primera persona de la cadena tocaba el interior de la botella y la última acercaba el dedo a la superficie externa, haciendo saltar una chispa que provocaba que todos saltaran cuando la corriente eléctrica recorría la cadena. En una ocasión, sin embargo, sólo saltaron las seis personas más próximas a la que hacía saltar la chispa. La sexta, un joven de delicadas facciones, no había transmitido la corriente a su vecino.Rápidamente se difundió por París el rumor de que aquel joven era incapaz de transmitir la corriente porque no estaba dotado de “todo lo que constituye el carácter definitivo del hombre”. Pero posteriormente, Sigaud repitió el instrumento con trescastrati en la cadena. Los tres saltaron, pero no bastó para acallar el rumor. Como los hombres somos especialistas en encontrar razones, los propagadores de aquellos rumores dijeron que tenía que haber una diferencia de poder conductor entre “los hombres que han sido mutilados por el Arte y los hombres con los que la Naturaleza se ha mostrado cruel”.Sigaud realizó otros muchos experimentos de cadena sin observar una repetición del efecto. Parecía que aquel joven estaba destinado a pasarlo mal el resto de su vida hasta que, milagrosamente, el efecto se repitió cuando estaba experimentando con una cadena de 16 personas. Las primeras saltaron, pero una de ellas no transmitió la corriente.Nuestro hombre tuvo la perspicacia de no mirar los testículos del desdichado, sino sus pies, y observó que el hombre estaba pisando suelo mojado. Llegó a la brillante conclusión de que el suelo mojado era mejor conductor de la electricidad que el cuerpo humano, y que la corriente pasaba al suelo en lugar de seguir por la cadena. La reputación del joven quedó salvada y se preparó el terreno para la invención de la toma de tierra. Y ese es el objetivo que tienen las conexiones a tierra: proporcionar un camino alternativo más fácil para una corriente eléctrica y que pase por allí en lugar de por nuestro cuerpo.En una ocasión, un estudiante resentido de la Universidad de Cambridge conectó unabobina de Tesla (que genera unos 40.000 voltios) al urinario de cobre que solía utilizar el profesor causante del descontento. Como el suelo del servicio estaba húmedo. su cuerpo (y el chorro de líquido que lo acompañaba) formaba un excelente camino conductor desde el urinario hasta el suelo. Según un informe posterior, el profesor no solo mojó los azulejos de encima del urinario, sino que además regó una ventana situada a unos dos metros de altura.La electroterapia para la restauración del movimiento en los músculos paralizados no es que haya sido muy impresionante. No obstante, hay una historia bastante llamativa. En 1733 un cerrajero suizo llamado Nogues sufrió un golpe en la cadera que lo dejó casi completamente paralizado del lado derecho. Catorce años después fue atendido por el profesor Jean Jallabert, que había estado haciendo experimentos con la botella de Leyden. Con la ayuda de Daniel Guiot, el principal cirujano de Ginebra, calentó el brazo del paciente y le administró descargas durante una hora.

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Al cabo de un mes, el paciente podía levantar un vaso lleno de agua y al cabo de tres meses, con la ayuda de un programa de ejercicios, había recuperado por completo el uso del brazo.Desgraciadamente, estos tratamientos han sido casi siempre terreno de los charlatanes, y los curanderos modernos lo utilizan mucho. Aun así, como todos sabemos, estas gentes no se meten en terrenos donde, si la lían, lo hacen de verdad. Se trata de una electroterapia que se utiliza mucho, pero que los curanderos no: en el corazón. Aquí no se atreven a meter electricidad. No obstante, en la medicina sí se utilizan desfibriladores para paradas cardíacas.La primera vez que se utilizó la electricidad para restaurar el movimiento de un corazón fue hace ya más de dos siglos y quien lo hizo fue un científico llamado Giovanni Aldini, quien era sobrino del fisiólogo y anatomista Luigi Galvani: el mismo que 20 años atrás se había hecho famoso por conseguir que se moviera la pata seccionada de una rana aplicándole electricidad. El efecto había sido bautizado como galvanismo. Tras la muerte de Galvani, en 1789, Aldini recorrió el mundo con espectáculos que demostraban el efecto del galvanismo sobre toda clase de cosas: desde una cabeza de buey hasta un cuerpo humano.El show de Aldini en Londres fue uno de los más espectaculares. Aplicó un par de electrodos al cadáver de un asesino convicto al que se había bajado del patíbulo una hora antes. Las piernas se agitaron, se le abrió un ojo y se alzó en el aire su puño cerrado, en tono amenazador. El público quedó asombrado, pues parecía que estaba volviendo a la vida. Una señora, incluso, se desmayó.Otras demostraciones posteriores que imitaban a Aldini fueron aún más impresionantes. En una de ellas, en Glasgow, el público salió corriendo, asustado, cuando la aplicación de la corriente eléctrica hizo que el dedo índice de un cadáver se estirara y pareciera señalarlos uno a uno.Estos espectáculos fueron una de las inspiraciones de una mujer que pensó que, ya que se podía hacer mover un miembro de un cadáver, tal vez, podría reanimarse un hombre muerto y devolverle la vida. La mujer se llamaba Mary Shelley y escribió un libro que a, buen seguro, os sonará: Frankenstein.Una cosa que sabemos es que, si el corazón se para, lo siguiente es la muerte. A menos que se pueda volver a poner en marcha con mucha rapidez. La primera persona en demostrar que era posible hacerlo con métodos eléctricos fue Aldini. En público, asfixió un perro hasta causarle una parada cardiaca y después lo reanimó con descargas de una pila voltaica en el tórax.Hubo que esperar quince años para que el médico americano Richard Reece publicara una guía médica familiar que incluía una maravillosa descripción de La silla de animación del doctor De Sanctis donde se podía resucitar a un paciente con un equipo que incluía un fuelle con un tubo laríngeo para inflar los pulmones, un globo caliente para crear vapores para inhalar y una pila voltaica con un tubo de plata (que partía de un electrodo) que se metía por el esófago, mientras con un cable conectado al otro electrodo se “tocaban sucesivamente diferentes partes de la superficie externa del cuerpo, en particular por las zonas del corazón, del diafragma y el estómago, mientras se inflaban los pulmones”.Entre esto y el marcapasos externo hay sólo un paso. Albert Hyman lo inventó en 1932 y tenía una tasa de éxito del 30% cuando se empleaba durante la cirugía. Incluso esta tasa de éxitos fue considerada por algunos como una afrenta al Altísimo. Hyman llegó a recibir cartas insultantes e incluso pleitos de personas que consideraban sus inventos de resucitación como una interferencia sacrílega con la Divina Providencia. Seríe interesante saber quién fue al cielo, si Hyman o los religiosos que le amenazaban (antes que Hyman, parece ser que lo hizo Mark Lidwell; más en Amazings)Aunque el peligro no eran los religiosos, sino las compañías eléctricas. Allá por los años 1950, el cirujano C. Walton Lillehei, de la Universidad de Minesota, empezó a insertar hilos de acero inoxidable en el corazón de un paciente antes de cerrar el pecho en una operación de corazón, utilizando los enchufes de la red como fuente de electricidad. Un día hubo un apagón y un paciente murió. Ello estimuló los esfuerzos por inventar un marcapasos a pilas que se insertara de forma permanente.Cada vez fueron más pequeños y eficaces gracias, entre otras cosas, a la invención de la batería, otros componentes miniaturizados y al conocimiento del funcionamiento de la electricidad biológica. Por cierto, los primeros utilizabam plutonio. Muchas vidas han cambiado gracias al marcapasos.El ingeniero colombiano Jorge Reynolds Pombo diseñó el primer marcapasos implantable que los médicos suecos Rune Elmqvist y Ake Senning utilizaron en 1958. Sin embargo, el instrumento falló a las pocas horas de puesto en marcha. Otro ingeniero, el norteamericano Wilson Greatbatch perfeccionó el invento, probando su prototipo en un perro en el mismo año. En 1960, Henry Hannafield, de 77 años, se convirtió en el primer ser humano en recibir el implante

Tomado de http://www.historiasdelaciencia.com/?p=782