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    http://www.casadelasamericas.com/semanautor/lemebel/valoraciones.ht

    m

    Pedro Lemebel. En su mejor momento. El amargo, relamido y brillante

    frenes

    arlos !onsiv"is

    Pedro Lemebel es un fenmeno de la literatura latinoamericana de este tiempo. Usoel trmino fenmeno en su doble acepcin: es un escritor original y un prosistanotable y, para sus lectores, es un freak, alguien que llama la atencin desde elaspecto y rechaza la normalizacin ofrecida. Un escritor y un freak indisolublementeunidos, los que estn fuera, en la desolacin y la energ!a de los que slo se integran asu modo, en los mrgenes que ya no tienen el peso arrasador de anta"o. #$i algo, laobra de Lemebel es un rechazo del determinismo homfobo%. & Lemebel le ponensitio las miradas #las lecturas% de la admiracin, el morbo, el regoci'o de (los turistasde lo incon)eniente(, la e*tra"eza, la solidaridad, la normalidad de los que estn al

    tanto de la globalizacin cultural, esa que para los gays se inici dramticamente conlos 'uicios de +scar ilde en -/0 y 'ubilosa y organizati)amente con la re)uelta de$tone1all en -/2/.

    3esde que se dio a conocer dentro y fuera de 4hile con sus te*tos y las performancesde las #eguas del $pocalipsis, Lemebel se ha mostrado irreductible. 56u lepueden argumentar de nue)o, qu le pueden decir que l no se haya dicho7 54mosorprender al que ha e*aminado con metforas y (descaro( a una sociedad que sloadmiti la di)ersidad al sometrsele a la peor uniformidad7 &l incapaz de enga"o nose le )ence con in'urias y menos a8n con e*pulsiones del $ancta $anctorum de ladecencia, que para Lemebel nada ms es una institucin pattica del autoenga"o.

    9uy probablemente dir!a: si creen que despreciando a los diferentes me'oran sus)idas, muy su gusto, si creen que marginando a los que no son como ustedes seincluyen en la primera fila, muy su ilusin. l responde a los criterios estticos y loscomportamientos legales y leg!timos de las minor!as latinoamericanas emergentesque al e'ercer sus derechos #ci)iles, humanos, se*uales% re)isan de paso las prcticasy el sentido de la opresin y )an a fondo: slo secundariamente se les reprime porser distintos; en primer!simo lugar se les acosa, maltrata, humilla e incluso asesinapara que los )erdugos conozcan la triste fbula de su importancia. #La crnica deLemebel, sobre el incendio criminal de la discoteca en oaqu!n?urtado y, un tanto ms a distancia, los cubanos $e)ero $arduy y @einaldo &renas yel argentino 9anuel Puig. $e trata de una literatura de la ira rein)idicatoria#Perlongher, &renas, ?urtado%, de la e*perimentacin radical #$arduy%, de laincorporacin festi)a y )ictoriosa de la sensibilidad proscrita #Puig%. An todos ellos logay no es la identidad art!stica, sino la actitud que al abordar con )alor, insistencia ycalidad un tema se de'a )er como el mo)imiento de las conciencias que por )alores

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    compartidos y acumulacin de obras dibu'a una tendencia cultural. =o hay literaturagay, sino una sensibilidad proscrita que ha de persistir mientras contin8e lahomofobia, y estos autores al asumir con talento y )ehemencia sus )oces 8nicas, lea"aden una dimensin cultural y social a la &mrica Latina.

    Un poeta muy apreciado por Lemebel, =stor Perlongher, describe el gueto:

    =o)edades de noche: sat!n terciopelo, modelando con flecos la moldura del anca,flatulencia de flu'o, oscuro brillo. @esplandor respingado, caracoles de nylon que leesmaltaban de lam el flaco de las orlas... Perdida en burlas, de macram, lo quepend!a en esas nader!as, ruleros colibr!, lbil orzuelo, era el re)uel)o de un codazoartero, en las calcoman!as del sat!n, comido #masticacin de flutes, de bollidos% . AnPoemas completos, $ei* Barral, -//C.

    Astas mismas atmsferas lezamianas, transmitidas por Lemebel, son algo similar y

    muy opuesto. An Lemebel la intencionalidad barroca es menos drstica, menosenamorada de sus propios laberintos, igualmente )itrilica y comple'a, igualmenteabominadora del )ac!o, pero menos centrada en el deslumbramiento del )ocabularioque en la forma e*hausti)a. &s!, Lemebel describe la intromisin del gueto en laciudad, las re)erberaciones de lo prohibido en lo permitido e*actamente en momentoen que los absolutos se desintegran:

    (La calle sudaca y sus relumbres derribistas de nen neoyorquino se hermanan en lafiebre homoertica que en su zigzagueo )oluptuoso replantea el destino de sucontinuo gDe)iar. La maricada gitanea la )ereda y de)iene gesto, de)iene beso,de)iene a)e, aletear de pesta"a, o'eada ner)iosa por el causeo de cuerpos

    masculinos, e*puestos, marmoleados por la rigidez del se*o en la mezclilla quecontiene sus presas. La ciudad, si no e*iste, la in)enta el bambolear homose*uadoque en el flirteo del amor erecto amapola su )icio. Al plano de la city puede ser supgina, su bitcora ardiente que en el calle'ear acezante se hace te*to, testimoniodocumental, apunte iletrado que el trfago consume( #de Loco afn%.

    An cada uno de sus te*tos, Lemebel se arriesga en el filo de la na)a'a entre el e*cesogratuito y la cursiler!a y la genuina prosa potica y el e*ceso necesario. $ale indemneporque su o!do literario de primer orden y porque su barroquismo, como en otroorden de cosas el de Perlongher, se desprenden orgnicamente del punto de )istaotro, de la sensibilidad que atestigua las realidades sobre las que no le hab!an

    permitido opiniones o 'uicios. Asto es parte de lo que significa salir del clset, asumirla condena que las palabras encierran #maricn, puto, p'aro, carne de sidario% e ir asu encuentro para desacti)arlas, proclamar (las )erdades de un amor )erdadero( y,por si hiciera falta, probar lo fundamental: la carga e*terminadora de las )oces de lahomofobia es la s!ntesis de la metamorfosis incesante; el dogma religioso se )uel)e elpre'uicio familiar y personal, el pre'uicio se con)ierte en plataforma de la superioridadinstantnea, la 'actancia de ser ms hombre #ms ser humano, si queremos incluir lahomofobia de las mu'eres% de)iene las sentencias prcticas y )erbales que se abaten

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    cumplea"os y del )elorio que hay en todo carna)al #y a la in)ersa%, Lemebel seadentra en los delirios del sida, la enfermedad que ha con)ocado el pre'uicio y lamadurez social como ning8n otro.

    Al punto de partida de Lemebel es el lengua'e autodenigratorio que le )arepresentando al lector un espe'o de restauraciones #un marica resulta con frecuenciaun ser pico, un enfermo de sida puede ser la metfora hermosa de la de)astacin yla dignidad%; Lemebel cuenta historias funerarias. &s!, en uno de sus homena'es a losderruidos por la pandemia, (Al 8ltimo beso de Loba Lamar #4respones de seda en midespedida... por fa)or%(, Lemebel regala la apariencia ruinosa y la presentatransfigurada.

    (Para nosotros, las locas que compart!amos la pieza, la Loba ten!a pacto con $atans.54mo )a a durar tanto7 H4mo se )e bonita a pesar que se desho'a de costrasI54mo, cmo, cmo7 $in &JK, a puro pulso la linda, a puro nimo la cola resiste

    tanto. Ara el sol, el buen tiempo, el calor...(

    Gr a fondo en la denigracin de s!, )erse en los trminos que los dems utilizan. &partir de ese desaf!o, que La esquina de mi corazninicia de modo deslumbrante,Lemebel acomoda sus 'erarqu!as #los e'ercicios de cr!tica y sinceridad a los quea'ustar su )isin del mundo%, donde la franqueza slo tiene sentido si el autor nocontemporiza consigo mismo, y la hipocres!a es siempre un da"o moral y escritural.An la &mrica Latina globalizada hasta donde es posible, los marginados,aisladamente o en con'unto, trazan otro mapa de lo real, ni opuesto nicomplementario, que surge del nue)o gran proyecto: la unidad de lo di)erso.

    3e &ugusto 3?almar a $al)ador =o)o, de 4sar 9oro a Ma)ier

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    radial (donde este pu"ado de crnicas se hicieron p8blicas en el goteo oral de sumusicalizado relato(, dice Lemebel en el prlogo%. &ctualidad procesada por unaescritura que en su particular te*tura de traba'o en el lengua'e, articula, escenas,trficos y aconteceres de los N0 a"os 8ltimos. De perlas y cicatrices nombra lamateria de este libro. La aparente contradiccin de estas palabras, las yu*tapone en

    una figura de aposicin que hace que la segunda palabra, cicatrices, caracterice,comente o e*plique a la primera. 4rnicas de cicatrices e*plicadas por perlas. Perotanto una como otra palabra, la perla y la cicatriz son producto de la misma operacindefensi)a de un cuerpo, produciendo con ella el efecto de una marca que quedar all!para siempre. @esultado de un da"o en el cuerpo, la perla y la cicatriz perpet8an loimborrable. &mbas son indicio. $igno. $anto y se"a de una inter)encin e*tra"a,huella encubierta de otra historia.

    Perlas y cicatrices de escritura que Pedro Lemebel organiza en ocho cap!tulos. Loscuatro primeros, (sombr!o fosforecer(, (dulce )eleidad(, (de misses top, reinas

    lagarti'as y otras acuarelas( y (sufro al pensar(, pasan la lista a nombres ysituaciones que se cierran en el cap!tulo (@elicario(, intermedio )isual en la lecturaque reproduce imgenes perpetuadas por la fotograf!a de Ol)aro ?oppe, las quee*hiben escenas tomadas en las calles de $antiago. Los cap!tulos que reabren lalectura despus de @elicario, (r!o @ebelde( , (quiltra lunera(, (relamido frenes!( y(soberbia calamidad, )erde pere'il(, escriben escenas urbanas, situaciones )i)idas porlas calles; la escritura e'erce el trfico de los acontecimientos, el lle)ar y traer de unlugar a otro, el paseo de la escritura por los barrios, las poblaciones, las plazas de$antiago. Lemebel 'unta nombres, persona'es, situaciones que las estratificacionesurbanas nunca 'untar!an. Las figuras de ant!tesis, de aposicin de 'uego decontradiccin funcionan como operacin permanente de las crnicas de Lemebel. La

    forma de titularlas e'erce una pol!tica de hilado que a"ade algo al nombre al repetir lamisma operacin de insistencia en posponer a su t!tulo una cita musical, una frasee*plicati)a, que condensa alguno de los sentidos propuestos por el te*to, trazando unitinerario de lectura. La escritura se construye como ficcin )eros!mil sobrepersona'es y situaciones ya conocidas, las que seguimos )iendo y oyendo todos losd!as en la tele)isin, pero tambin sobre los otros, los que de'amos de )er parasiempre. La secuencia alterna nombres perlados de los medios, la cultura y el *ito,con los otros, los clausurados de la historia oficial, los ol)idados.

    *4@+=G4&$ P@+B&3&$+

    An sus libros anteriores, La esquina es mi corazn, Loco afn, Lemebel recopil notodos pero s! algunos te*tos ya publicados en peridicos o re)istas #Pgina abierta,Punto final, La Nacin%. De perlas y cicatricesreincide en este gesto de dar a conocerte*tos ya conocidos, de hacerlos transitar de un medio a otro de la re)ista, delaislamiento de la pgina period!stica al libro para configurar un cuerpo te*tual poruna operacin de acumulacin. An esta oportunidad la totalidad del libro estconstituida por (crnicas radiales(, como se indica en portada #no en el t!tulo%. Lamencin del origen pone en 'uego el doblez de registros que organiza este libro,

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    oralidad y escritura como dos formas y situaciones comunicati)as que operan efectosdistintos. C- crnicas que fueron escritas para ser habladas d!a a d!a como parte de laprogramacin habitual de @adio Kierra. De perlas y cicatricesconstituye la lectura deuna escritura que ya fue hablada, ya oralizada en el registro de la )oz de Lemebel.

    4omo l escribe, (el gorgoreo de la emocin, el teln de fondo pintado porbolereados, rockeados o )alseados contagios, se dispers en el aire radial queaspiraron los oyentes(. Antre la lectura y la escritura de estas crnicas media unaaudiencia. Por lo tanto la materia de este libro ya ha sido o!da, ya dicha, ya sabida,ya est en el aire. Ea escuchadas, estas crnicas han tenido su efecto en el registrode (el adelanto panfleteado( de una oralidad procedente de una escritura que en suanticipo ya las hab!a fi'ado. 3ispersadas en el aire, ingresadas hoy a la circulacin delmercado de los libros, prueban otro circuito con ese doble rango, determinado por elhabla y su especifica forma de transmisin por la palabra que la forma y la deforma ypor la publicacin que la sanciona en la adscripcin al gnero de la crnica.#&%probadas y sancionadas por una audiencia fiel, De perlas y cicatrices ingresa al

    circuito comercial de los libros con el recorrido de una palabra que #re%prueba laconstruccin de su p8blico lector seg8n las leyes de mercado.

    *L& =+

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    promesa de ese t!tulo a partir deAdis Mariquita Linda.

    La ancdota se la apropi @enato @osaldo, pero en )erdad, ese d!a, el turno diurno demesero en un bareto primermundista, lo hac!a yo. L)i$trauss ya cansino,

    acompa"ado por un a'ado premio =obel de f!sica, entraron a echarse un agua entreuna conferencia y otra. 9e apur a atenderlos cuando escucho al =obel ningunear a4laudio: 5qu han descubierto los antroplogos7 Al autor de (lo crudo y lo cosido( ydel me'or epigrama de un antroplogo: (odio los )ia'es y los e*ploradores( ganabatiempo, mientras miraba con cara de asco la mugre de sus u"as. K8 sabes le di'o elf!sico las propiedades o las leyes sobre otras culturas. 5Ke refieres a algo comoARmcN7 Le di'o el estructuralista. $!, le ametralle el otro. Bueno, no hemosdescubierto leyes, pero e*iste algo que sabemos con seguridad: reconocemos unabuena descripcin cuando la vemos.

    Aste aserto, re)ela precisamente uno de los entuertos que ha enfrentado la

    antropolog!a en estos 8ltimos a"os. Primero qu distingue y )alida esa descripcin loque en nuestro gremio llamamos representacin como cient!fica, )lida, y para quser usada. $egundo, 5qu autoridad y autor!a se atribuye el (nosotros( paradescribir al otro: 5quin es el nati)o7 Al entuerto es de larga data y ha sido resuelto acontrapelo y con heridos gra)es: finalmente la descripcin etnogrfica es un gneroliterario y, lo que es peor para nuestro gremio, es un gnero contrahecho,ladronzuelo o mendicante de otros, especialmente a mi entender, de la crnica y,en &mrica Latina, del muy castizo y basureado (costumbrismo(. La antropolog!achilena ha chillado mucho con el temita, pero ha sido incapaz, ms all de contadase*cepciones, de le)antar aunque sea un con'unto referencial de te*tos clasiconesescritos o )isuales, sobre (sus otros(, tambin clsicos ind!genas y rurales que

    puedan tener la eficacia comunicati)a y cogniti)a de (Al zorro de arriba y el zorro deaba'o( de >os 9ar!a &rguedas. Antrampados en el discurso regulador remotot!picamente la narracin compungida en tercera persona con unas !nfulascientificistas que te cagas, no han hecho ms que ahuyentar de sus lecturas alpersonal que, con esfuerzo, fotocopia sus (cositas(.

    #3es%enredado el problema, comprendern mi temprano inters antropolgico por laobra cron!stica de Lemebel. =o es necesario tener un postdoctorado para entenderque las ms potentes descripciones e interpretaciones sobre las distintas alteridadesque se han articulado en nuestro pa!s pro)ienen de gneros anteriores al etnogrfico,de voyeursautodidactas con plumas sin el cors cientificista. Las ciencias sociales

    t!picamente llama a estas fuentes (secundarias o terciarias(, es decir, que slo soncapaces de testimoniar como los rescoldos del asado, lo que se ha construido enpalabras de Pedro, que ahora in)ento en su boca con el (ltigo acerado del mtodo ysu cient!fico predecir(. Por tanto, pasan a ser un decorado de los hallazgosprincipales. $i se filtraran por esas latas al menos dos prrafos de alg8n(costumbrista menor(, )islumbrar!amos de inmediato las fricciones y topolog!asculturales que estaban en 'uego, por e'emplo, a fines del siglo MGM entre el mundo

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    ?e ma'adereado poco, para llegar al harto y detenerme en razn al tiempo slo enalgunos corpus que en sus frecuencias, ayudan a resol)er el pretencioso t!tulo de mirese"a cr!tica de -//C. Las tres crnicas que componen (p'aros que besan( #sumar!aa ella (o'eras de trasnochado mirar(% ms all de la calentura se*uada y sensualizada

    del negocio horizontal #+k: )ertical, oblicuo, etc.%, se constituyen como unaobser)acin espesa sobre un su'eto 'o)en plural, in)isibilizado por la )erborreaindagatoria de lo social, que ha construido un estereotipo de lo 'u)enil metropolitanoy criminal #('o)enproblema(% articulado en torno a su re)s: el 'o)en realityemprendedor, inner y del partido de los optimistas. La te*tualidad de Lemebelre)ela los dispositi)os diferenciales en los que se asienta la condicin 'u)enil enterritorios y trayectorias biogrficas di)ersas. Un indito rapero de Llanquihue cesanteilson; un 'o)en rural )endedor de man! >os; un chico obrero de la (contru(;otro militante y una horda de prostitutos p8beres, comple'izan la caricaturamanoseada de las encuestas. Astos retazos de biograf!as 'u)eniles en el 4hile de hoy,resultan democratizadoras por la operatoria: el autor no )ia'a de la estructura social a

    los su'etos para e*plicarlos, sino, parte de la carne y sangre para otear espaciosmicroscpicos de su )ida cotidiana trenzados en el azar por la afecti)idad. & su )ez,pone en circulacin a actores omitidos des)elando una legitimidad identitariaequiparable a la de gnero, la tnica, o la de clase la generacional, lo que incide enla deconstruccin de los estereotipos.

    La resolucin etnogrfica es desigual, pero tiene en (Ares m!o, ni"a( una metforadesenfadada para comprender algunas cla)es de las prcticas simblicas hiphoperas:no penetrando la tribu, sino de'ndose penetrar, literalmente, por su informante ysus semas, quien le traduce los stic!sgrabados en el muro o le acti)a la genealog!arapera del 'eans a medio culo o la zapatilla carcelaria sin cordones: (esos trailer de

    zapatillas que los chicos adoran como no)ias, sus queridas zapatillas que las cuidancomo otro par de pies suplentes y son para ellos el andamio calle'ero que lostransporta(. E al ritmo de un scratc"oral, termina coproduciendo una fresca rolasentimental, que el autor transcribe. $imilar potencia cogniti)a re)ela (+'eras detrasnochado mirar( que compone en solo tres pginas casi una antropolog!adiacrnica del comercio se*ual adolescente $antiaguino, a partir de los e'es de clase,gnero y nacin. Leer las transformaciones del intercambio pagado de fluidos ytoques en estos espacios geoculturales, ba'o la retinamemoria de Lemebel, resultadel todo beneficioso para amoblar la cabeza del lego: (los chicos de la plaza la sabentodas, las conocen todas, las )i)ieron todas, subiendo y ba'ando de departamentos,donde el de'arse penetrar )ale una chaqueta de mezclilla Le)is. Kotal, ya pas la

    poca en que el acti)o montador, )al!a oro, cobraba en oro, se hac!a pagar muy biensus atributos erectos. &hora, el cambalache neoliberal de los cuerpos prostitutos,relati)iz el )alor del falo diamante, por la plus)al!a del orto masculino(.

    An medio de la obra aparece el riesgo: una serie de piezas grficas que, ba'o el t!tulode (bsame otra )ez forastero( encuentran su lugar como la contracara de ladescripcin anrquica, sembrando el o'o carboncillo u obturado cual naturalista enel paisa'e humano )ia'ado por dentro. $in embargo, antes, una suerte de peque"a

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    nouvelle(4halaco amor(, aparentemente ms cerca del yo que de los otros y delos ob'eti)os cogniti)os del patiperreo etnogrfico, de'a entre)er un replanteo cr!ticodel catequismo patrio a partir de coitos interrumpidos. Al arranque de este te*to esuna inteleccin que augura un fiero proyecto escritural: la b8squeda de (identidades

    e*tran'eras( (metecas( cribadas y sufridas por el imaginario etnocntrico delpre'uicio y la arbitrariedad del (lugar( como dador de legitimidad *enfoba. Porcierto, otros te*tos circulan en la obra cuestin, a parte son las tres noches #quiltra,payasa y coyote%, que como dice mi hermano &restizabal, son una (delicadeza delangosta(, aunque sus pretensiones cogniti)as son ms dbiles. An esta direccin, sibien el con'unto de Adis Mariquita Linda, remodula su afn etnogrfico cla)e,desde mi punto de )ista en la obra de Pedro, con un repertorio heterodo*o de(representaciones( a modo de salpicn de o'eadas, lo hace con la refle*i)idadinterpretati)a propia del que necesita saturarse de estudiar y representar al otrocultural, hasta llegar o!r esa )oz (a la que suele drsele el nombre de silencio(.$ituado en la historicidad, a Pedro se deber recurrir como fuente primaria, cuya

    particularidad es la incre!ble capacidad de obser)acin participante y cuyo mritomayor tan codiciado por la ciudad letrada es el de decir por medio del decirse.

    Le!do en la presentacin de Adis Mariquita Linda, Uni)ersidad &@4G$, -V deseptiembre de NWW0

    )tras opiniones

    $eg8n la escritora chilena $oledad Bianchi, (Pedro Lemebel es un descubridor, posasu mirada en una realidad poco elaborada por las plumas de 4hile la identidad

    homose*ual, la alternati)a tra)est!, y sus comple'idades. Ascribe para dar a conocer,sin remilgos ni temores; in)enta, fantasea, e*agera: entonces, la crnica se apro*imay se funde con la ficcin, y se )uel)e noticia, recado, chisme, de un antiguo (nue)omundo(: (nue)o( porque se simula desconocerlo, (nue)o( porque se silencia. 4adaescrito de Loco afn es fragmento y unidad porque elabora un uni)erso propioplanteado desde la diferencia... Lemebel reh8ye la solemnidad cuando combina y'uega con la stira, el sarcasmo, la iron!a, el humor, y con pasin se niega alespectculo, a la compasin y al apro)echamiento(. +tro compatriota, @obertoBola"o, afirma: (=adie le saca ms emociones a su espa"ol que Lemebel. Lemebel nonecesita escribir poes!a para ser el me'or poeta de mi generacin. =adie llega mshondo que Lemebel. E encima, por si fuera poco, Lemebel es )aliente, es decir sabe

    abrir los o'os en la oscuridad, en esos territorios en los que nadie se atre)e a entrar56ue cmo supe todo eso7 Xcil. Leyendo sus libros.( Pedro Lemebel, (escritorcuchillo(, que en Loco afn(enfoca el ms encarnecido segmento homose*ual: lostra)estis, los afeminados e)identes( #9art!n @uiz%, que (ha hecho de su )oz)entr!locua el habla del ciudadano marginado, y para muchos es el escritor actualms importante de 4hile( #4arolina Xerreira% y que se autodefine como (maricn ypobre, mis dos t!tulos nobiliarios(, adems de (indio y mal)endido(, fue la inesperadaestrella de la Xeria de Fuadala'ara de 9*ico el a"o pasado: (Al escritor ms

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    o)acionado( #>os 9iguel Gzquierdo, #l Mercurio%; ($in duda la estrella de la Xeria, unautor inimitable, lleno de fuerza, sensibilidad e inteligencia( #@en =aran'o, Las$ltimas Noticias%.%ota de contraportada a Loco afn. Crnicas de sidario

    Pedro Lemebel es una leyenda )i)iente. E tambin una de las (rarezas( mayoresporque su obra es relati)amente poco conocida a8n y porque su (rareza(, en tantoescritura, es e*celente, sustancial de la literatura latinoamericana de estos tiempos.La imagen que fue llegando #al principio en cuentagotas, 8ltimamente cada )ez msfluida% de este escritor y artista )isual chileno es la de un creador e*cntrico. Unagitador furioso. Un rebelde l!rico, tra)esti y militante que enfrent la dictadurapinochetista a fuerza de e'ercer su diferencia #pol!tica y se*ual, tica y esttica% y a8nhoy arremete con sus libros contra las ideas conser)adoras y toda)!a hegemnicassobre lo normal, lo deseable, lo )isible, lo que quisiramos creer y re)elar denosotros mismos.Kodo eso es cierto, pero hay ms. &l menos desde mediados de los a"os W, cuandode' de dar clases de arte en un secundario estatal y cre 'unto a Xrancisco 4asas elcolecti)o de arte las Eeguas del &pocalipsis, y ms tarde se dedic de lleno a laescritura, Lemebel ocupa un lugar 8nico, a la )ez marginal y cntrico en su pa!s. Edesde all! irradia su furor cr!tico, su escritura torrencial, ms all de las fronteras. &s!lo demuestra, por caso, el hecho de que la influyente ensayista >ean Xranco loincluyera ya en -//V, 'unto a 4arlos 9onsi)is y Adgardo @odr!guez >uli, entre losms destacados cronistastestigos de la regin.

    lavia osta, 0La rabia es la tinta de mi escritura0

    Las crnicas de Pedro Lemebel instauran un nue)o canon de lectura. Los signos ya no

    pueden ser le!dos desde la sancin o de la norma. Lemebel inter)iene con la imagengrotesca, con la risa sin fin, la ridiculizacin y el manoseo de los fetiches. Laabyeccin se instala y con ello )acila todo el campo de significaciones emanado desdelos famosospatternsimpuestos por nuestro espectculo massmeditico. Loco afn,La esquina es mi corazny el recientemente aparecido De perlas y cicatriceshan sidosubtitulados (cronicas(. Ke*tos que se ubican dentro de la intencionalidad manifiestade redimensionar el tiempo desde la perspecti)a de un narrador en primera personaque intenta recrear la escena de lo realoriginal)erdadero. La crnica resulta de talmodo una escritura en la cual ocupan un sitio pri)ilegiado tanto la memoria como la)erdad. Pero Lemebel pareciera repulsar de la grandilocuencia de la memoria y la)erdad, para con)ertirlas en recuerdos particulares y en )erdades oblicuas, haciendoemerger con ello lo infinito de lo intrahistrico.

    Patricia Espinoa, 01n mapa de la denuncia0