lemebel_pp197-204.pdf

download lemebel_pp197-204.pdf

of 6

Transcript of lemebel_pp197-204.pdf

  • 7/22/2019 lemebel_pp197-204.pdf

    1/6

    Seix arraliblioteca reve

    Pedro LemebelZanj n de laguada

  • 7/22/2019 lemebel_pp197-204.pdf

    2/6

    LA PLAZA ITALIA0 eran cuatro esquinas que hablaban de losdos

    Y hace veinte aiios apenas que est a rotonda erael portico de entrada al barr io a lto de Santiagol a frontera l imitrofe que part ia en dos el quequesocial. A partir de estas cuat ro esquinas forma-das po r el cruce de Vicuna Mackenna y Alame-da se hablaba de subir hacia Providencia bajaral centro como si la estatua ecuestre del generalBaquedano plantada en el plato central de la p la -za hubiera sido el monigote guardian de la clasepopular que en el o leaje violento de sus man i-festaciones lograba lIegar hasta alIi donde se situaba el borde invisible entre el este cordilleranode la burguesia y el oeste comunitario del centroclvico el antiguo centro de Santiago territoriodemocratico plural ocupado desde siempre porun diverso caudal humano vitrineando a coda-zos cierta tolerancia alguna promiscuidad Vitalcierto amasijo de estatus sexos pellejos multi-ples que recorrian la s antiguas galerias edifi-

    I9 7

  • 7/22/2019 lemebel_pp197-204.pdf

    3/6

    cios afiosos asombrados de aquel sencillo esplendor metropolitano.

    S6lo en los ochenta se gan6 la Plaza Italiacomo espacio comun, y fueron la s manifestaciones antidictadura, la s marchas estudiantiles y po-l it icas , las qu e c en tra ro n en ese perimetro unreunir de convocatorias multitudinarias qu etransformaron ese lugar en el remolino urbanodonde hoy se reparte el Iujo comunal.

    El acontecimiento que fund6 l a plaza comoterritorio libre fue la fiesta del No. Aquella tensa noche del 5 de octubre de 1988 cuando el paisentero con tenia la respiraci6n escuchando losc6mputos que entregaba la voz marcial de la dic-tadura, y ya s e s abia por otros medios el triunfode la Concertaci6n, l a P laza I ta li a estaba vacia.Uno que otro auto cruzaba veloz la Alameda, peronadie se atrevia a festejar la l legada de l a l ibertad, temiendo peor: otro golpe de Estado, unfraude en la votaci6n, cualquiermafia de Pinochetpara negar la victoria de la oposici6n. Nunca hevisto tan sola la Plaza Italia como esa noche , ela ir e e speso se pod ia rebanar de un navajazo. todos escuchando, todos pegados a l a rad io Cooperativa, esperando, llorando, hlmando un ciga-no tras otro, cuando al fin por cadena nacional ,Matthei, mordiendose la rabia, reconoci6 la de-rrota. Y al principio fuimos tres 0 cuatro pelaga-

    t os los que nos aventuramos por la desierta plaza Iameando una bandera. Al comienzo, timidamente, Carmen Berenguer, Sergio Parra y yo nosacercamos al general Baquedano para sacarle lalengua. Y al Ii en ese silencio que empezaba aromperse con bocinas lejanas y los ecos aun dis-tantes del Y ya cayon, en los altos del Prosit seescucharon los sones de la Canci6n Nacional por-que alguien habia puesto su equipo de musica enla ventana para r ompe r l a c ri pt a del miedo , ypronto se desencaden6la fiesta demultitudes querebals6 la calle. Esa noche, todo el mundo diovueltas y vueltas a la estatua de Baquedano,abrazandose, saltando, encaramandose al monotieso, bailando y brindando pa r el incierto futuro que lleg6 en un arcoiris de promesas.

    Asi el teatro circular de Plaza Italia ha sidotestigo de tanta euforia colectiva: marchas delInforme Rettig, marchas gays mitines eco16gicoscelebraciones futboleras las mas numerosas) .Pero acaso la circunvalaci6n de verde pasto , de-mocraticas petunias y palomitas, es ellugar delencuentro, el coraz6n de la citai frente a la far-macia donde los amantes apurados compran elcond6n), a l a s ali da del metro, a la entrada delteatro de la Universidad de Chi le , en fin por lasveredas repletas tambien c ircu la s in parar laneura del tramite bancario, la angustiosa espera

    I99

  • 7/22/2019 lemebel_pp197-204.pdf

    4/6

    del gay oficinista que mira la hora de su pulseracomparandola con el reloj dig ital que corona losedificios. A lejos los trancos lentos de los escritores que vienen de la Sociedad de Escritoresde Chile SECh tambaleando un Gato Negro;mas aca, las actas y pesados libros de justiciaque acarrean los estudiantes de leyes cruzandoel puente des de la Escuela de Derecho. Y estedesenfreno circular adquiere su mayor extasis alas siete de la tarde cuando la zalagarda chilIo-na de las bocinas convierten en un marasmo in-soportable la concha histerica de Baquedano lapeor hora para cruzar Plaza Ital ia. Pero Iuego, aldespejarse el fluir pea tonal llegan otros habi-tantes otro zoologico mas lunfardo luce sufaramafia verdeja al sombrear los crespones delanochecer; el puterio travesti pelusaje drogoy el maraco mendigar abren los telones del deseo que en la rueda de Plaza Italia debuta consu sonambulo mariposear.

    LA PLAZA DE ARMAS0 el fin de un populoso rondar

    Y con tanto embeleco de faroles y baldosas posti-zas, con todo ese aparataje renovador que va pu-liendo la ciudad sacandole el pifien y cementandosus costras h is toricas con un recauchado esplen-dor, que transforma la vieja plaza de Armas en unSilltico paseo ideado por alcalde. El ingeniosoedil que sofio para Santiago una moderna esceno-grafia de plaza pllblica, un espacio civico limpiDde todo el colorido trMico, que hasta hace un tiem-po, llenaba de brillo vital ese centro metropolita-no. Ellugar de encuentro para pololos mapuchesy su ansia de verse nuevamente tan lejos del sur.Ese lmico dia semanal de permiso para l a chi casirvienta puertas adentro en casa de ricos. Y el,un bello obrero de la construccion oloroso a Tabaco After Shave y polera calipso, un chico surefio nervioso que mientras espera Ie bailan susojillos chinocos en el tornasol de g lobos y nubesrosadas de algodon que relumbran la tarde. Y cuan-do Ia ve venir el y ella transforman el paseo pu-

    I

  • 7/22/2019 lemebel_pp197-204.pdf

    5/6

    blico en un carrusel privado que los envuelve Ellosdos tomados de la mana hacen girar su emoci6nen el caracolear de los pasillas que serpentean laplaza Un a y otra vez pasan par l a catedra l enor-me y lejana para su sueno matrimonial Par esasgradas cagadas de palomas la historia via desfilartanta conmoci6n politica que ha ocurrido en esospeldanos Tanto Tedeum de gracias en septiem-bre para los presidentes democraticamente elegi-dos Y tambien aquel de desgracia en 1973 para elogro dictadar Entonces la p laza hervia de mar-chas par los derechos humanos que culminabanalli porque e l objet ivo era la catedral ganarse lacatedral despues de recorrer el paseo Ahumadatosiendo entre sirenas de cucas policia1es y asfixialacrim6gena

    Tanto mitin que se ha convocado en este lu-gar desde feministas aut6nomas gritando a vivav oz l a d iferen ci a de su gremio un 8 de marzohasta las teatrales marchas del sida que cada ani-versario del Candelight en julio llegan hasta lacatedral can sus velas zancos y altares de hue-sos Este escenario santiaguino ha sido duranteestas decadas un o de los epicentros de las de-mandas pa r j us ti ci a que en otros t iempos alber-gaba la querida Vicaria de l a Solidaridad ubicadacasi al llegar a la esquina de Compaiiia justadonde ho y se congregan los pintores callejeros

    que se suenan en Paris exhibiendo sus paisajesWalt Disney del campo chilena Desde esta es-quina que Ie da un aire carnavalero al cuadradocolonial de la plaza la pareja de novios mapuchesobserva divertida la escultura a l a r aza ind ia queinstalaron alli Ese mont6n de piedras ca n mas-caras llarosas como homenaje al pueblo araucanoUn a fealdad improvisada que hasta hace reir ala estatua de Pedro de Valdivia i ns ta la da e n laotra punta La escultura metalica de don Peyucoborracha de tanto que la zangolotean de un ladopara otro Tan firme ta n fuerte en su pedestal defierro mohoso donde negocian su pinata sexuallos chicos de la plaza los habituales cafiches dehomosexuales jubilados que rondan los jardinesde guayabera y zapatos blancos

    La Plaza c om o l a llaman sus habitantes fa-miliares agrupa las multiples vidas que randany acomodan su descansar en el ocio de los esca-nos si el placido pecado y beato sagrariocat6lico ha n compar tido este lugar desde siem-pre sin incomodarse En un costado el museoprehist6rico de ancianos se juega su t iempo enpartidas de ajedrez a sentados en los bancos mi-rando el cambiante espectaculo cotidiano Unpoco ma s alla ellustrabotas chacharea ca n la Ta-cones Lejanos un travesti en muletas doradas queanima ca n sus gestos el debut de la pantera

    3

  • 7/22/2019 lemebel_pp197-204.pdf

    6/6

    prostibular que abre l a noche Cerca la tarimadel orfe6n dominical acoge predicadares evange-licos y l a meada a la rapida de un curado ambu-lante Los ninos y los globos ha n desaparecido almorir la tarde p ero l a plaza tarda s6lo un cam-bio de semaforo en travestir su atm6sfera infan-ti l con un maraqueo de luna transitante plazaes asi un camale6n de emociones pa r donde res-pira la neura del centro Mas bien la Plaza deArmas era asi mientras amasaba diariamente eldespiste de su populoso traquetear

    4