Lenguaje y control del estrés

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Lenguaje y control del estrés Las palabras generan estrés. El lenguaje que utilizamos, al igual que nuestro pensamiento, determinan nuestra realidad, en ella puede tener cabida el estrés. Las palabras pueden controlar nuestro estrés. Si las palabras son generadoras de nuestra realidad, al igual que pueden crear estrés, también pueden controlarlo. Por tanto escoger el lenguaje que se emplea es importantísimo. El estrés, el pensamiento y el lenguaje Estrés, pensamiento y lenguaje van de la mano. Así lo que pienso es lo que hablo, lo que hablo es lo que pienso, y el estrés acompaña a esas dos realidades. Pero la gran ventaja es que si puede ser complicado analizar los pensamientos, aunque hay técnicas específicas para ello, es mucho más fácil controlar el lenguaje, de manera que si controlas el lenguaje, controlarás el pensamiento y consiguientemente controlarás el estrés. Las palabras prohibidas en control de estrés. Podemos establecer dos grandes grupos de palabras a las que debemos renunciar : las negativas y las que expresan deberes u obligaciones. Por palabras negativas entiendo todas aquellas que sirven de soporte para un pensamiento negativo, son las que niegan realidades, las que dejan de reconocer algo, las que prohíben o vetan algo. Así tenemos el grupo de las palabras que niegan realidades, estas nos dicen que determinados objetivos no existen. Son expresiones típicas de los que ante demostraciones de objetos, de evidencias, se empeñan en no admitir su existencia. Tienen especial importancia en el ámbito de definir las metas u objetivos propios. La tienen porque el que no admite la posibilidad de llegar a cierto punto, ni siquiera se lo plantea como eventualidad. Estas palabras son utilizadas por todos aquellos que parecen defraudados de la vida, los pesimistas recalcitrantes, que siempre ven el vaso vacío. En un segundo apartado de palabras negativas están las peligrosísimas prohibiciones, las que no dejan hacer determinadas acciones, las que llegan a impedir el desarrollo personal. En el ejercicio de su libertad individual una persona llevaría a término tal acción, pero como está prohibida, abandona su esperanza de lograrla y no lo intenta. De otro lado tenemos el grupo de las palabras que generan obligaciones o deberes, todas ellas crean estrés al usarlas. Las frases que contienen expresiones del estilo de: “…tengo que…” o “...debo de…” son mortales. Las obligaciones impuestas desde el exterior no contribuyen, en absoluto, al crecimiento y desarrollo personal. Es cierto

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Lenguaje y control del estrés

Las palabras generan estrés. El lenguaje que utilizamos, al igual que nuestro pensamiento, determinan nuestra realidad, en ella puede tener cabida el estrés.

Las palabras pueden controlar nuestro estrés.

Si las palabras son generadoras de nuestra realidad, al igual que pueden crear estrés, también pueden controlarlo. Por tanto escoger el lenguaje que se emplea es importantísimo.

El estrés, el pensamiento y el lenguaje

Estrés, pensamiento y lenguaje van de la mano. Así lo que pienso es lo que hablo, lo que hablo es lo que pienso, y el estrés acompaña a esas dos realidades.

Pero la gran ventaja es que si puede ser complicado analizar los pensamientos, aunque hay técnicas específicas para ello, es mucho más fácil controlar el lenguaje, de manera que si controlas el lenguaje, controlarás el pensamiento y consiguientemente controlarás el estrés.

Las palabras prohibidas en control de estrés.

Podemos establecer dos grandes grupos de palabras a las que debemos renunciar : las negativas y las que expresan deberes u obligaciones.

Por palabras negativas entiendo todas aquellas que sirven de soporte para un pensamiento negativo, son las que niegan realidades, las que dejan de reconocer algo, las que prohíben o vetan algo.

Así tenemos el grupo de las palabras que niegan realidades, estas nos dicen que determinados objetivos no existen. Son expresiones típicas de los que ante demostraciones de objetos, de evidencias, se empeñan en no admitir su existencia. Tienen especial importancia en el ámbito de definir las metas u objetivos propios. La tienen porque el que no admite la posibilidad de llegar a cierto punto, ni siquiera se lo plantea como eventualidad. Estas palabras son utilizadas por todos aquellos que parecen defraudados de la vida, los pesimistas recalcitrantes, que siempre ven el vaso vacío.

En un segundo apartado de palabras negativas están las peligrosísimas prohibiciones, las que no dejan hacer determinadas acciones, las que llegan a impedir el desarrollo personal. En el ejercicio de su libertad individual una persona llevaría a término tal acción, pero como está prohibida, abandona su esperanza de lograrla y no lo intenta.

De otro lado tenemos el grupo de las palabras que generan obligaciones o deberes, todas ellas crean estrés al usarlas. Las frases que contienen expresiones del estilo de: “…tengo que…” o “...debo de…” son mortales. Las obligaciones impuestas desde el exterior no contribuyen, en absoluto, al crecimiento y desarrollo personal. Es cierto

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que como seres que vivimos en sociedad, todos tenemos compromisos que cumplir, pero eso es una cosa y otra bien distinta es vivir en base al cumplimiento de obligaciones y deberes.

¿Existen palabras negativas en tu vida?

Lo que te voy a proponer constituye una experiencia muy sencilla, pero que produce resultados asombrosos.

1.- A lo largo de tu jornada céntrate en lo que hablas y observa si hay palabras negativas, de los tipos que hemos expuesto.

2.- Cada vez que pronuncies una frase negativa apúntala en un papel.

3.- Al acabar tu día, lee con detenimiento tus frases, intenta memorizarlas y acto seguido táchalas

Esta sencilla práctica te va a permitir tomar conciencia del lenguaje negativo que estás utilizando, al mismo tiempo te corregirá de ese error y casi por encanto disminuirá tu estrés.

Txema Sanchis

Stop Estrés