Leroi Gourhan Andre - El Hombre Y La Materia - Evolucion Y Tecnica 1

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COLECCIÓN «NOESIS DE COMUNICACIÓN»Dirigida por Manuel Mar/in Serrano

1. La opinión y la multitud, por Gabriel Tarde.

2. Conducta y comunicación, por Charles E. Osgood.

3. La creación cienufica, por Abraham A. Moles.

4. Obra lógico-semiótica, por Charles S. Peirce.

5. La gráfica y el tratamiento gráfico de la información, por Jac­ques Bertin.

6. Escritos sobre prensa, periodismo y comunicación, por KarlMarx y Friedrich Engels.

7. El hombre y la materia. por André Leroi-Gourhan.

8. El medio y la técnica, por André Leroi-Gourhan.

ANDRÉ LEROI-GOURHAN

EL HüMBREy LA MATERIA

(Evolución y técnica 1)

Versión castellanade

ANA AGUDO MÉNDEZ-VILLAMIL

Prólogode

MANUEL MARTÍN SERRANO

taurus

l[

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Título original: Evolution et TechniquesTome 1: L'Homme et la Matiére

© 1945 & 1973, Éditions ALBIN MICHEL, París

Maqueta de cubierta:ALCORTA/MARQUÍNEZ

cultura Libre

© 1988, ALTEA, TAURUS, ALFAGUARA, S. A.

TAURUSJuan Bravo, 38 - 28006 MADRID

ISBN: 84-306-6007-0 (tomo 1)ISBN: 84-306-9964-3 (obra completa)

Depósito Legal: M. 22.235-1988PRINTED IN SPAIN

EL UNIVERSO TEÓRICO DEL GESTO

DEL GESTO AL SISTEMA DE LA INVENCIÓN

l. De la pertinencia

Existen obras, contemporáneas y del pasado, que inician unámbito de reflexión nuevo o proponen un punto de vista distinto.Esas obras son paradigmáticas cuando redefinen el objeto otransforman el contenido de alguna rama de las ciencias. Enocasiones la reorganización del saber que provocan estos textostiene que vercon el nacimiento de los estudios sobre la comunica­ción, o toma en cuenta el modo de enfrentarse con los objetospropios de los teóricos de la comunicación. Libros de esta natura­leza permiten conocer cuál es el suelo epistemológico en el quehunden sus raices los estudios comunicativos. A veces tambiénaclaran los vinculos que relacionan a las Ciencias de la Comuni­cación con otras Ciencias de la Naturaleza, de la Sociedad y de laCultura. Esta categoria de obras paradigmáticas tienen todasellas un lugar en esta colección. «Noesis» está editada precisa­mente para des-cubrir teóricamente la comunicación desdesu origen en unos saberes no comunicacionales y para re-conocerlas trazas de enfoques comunicacionales en el origen de otrossaberes.

Dicha vocación de des-cubrimiento y de re-conocimiento ex­plica por qué todas las obras de «Noesis de Comunicación» estánintroducidas por un estudio. Se le encomienda al introductor queaclare y cuando sea posible amplie el significado paradigmáticoque posee el texto.

André Leroi-Gourhan ha escrito dos obras que me parecenmuy pertinentes para cumplir con los objetivos de este proyecto

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editorial. La primera, Evolution et techniques, tiene dos tomos.El primero, L'Homme et la matiére, este libro que está ya enmanos del lector. El segundo tomo, Milieu et technique, verá laluz seguidamente. La segunda obra se llama Le geste et la parole.Escrita igualmente en dos tomos, también aparecerá editada enesta colección. Evolution et techniques comparte con Le geste etla parole un mismo empeño teórico. El sentido cienufico de cadatexto se aclara en e! otro. Por eso la decisión de publicar la prime­ra obra supone la edición de la segunda.

Evolution et techniques tiene reservado un lugar único en unacolección que busca apeos seguros para construir el edificio de lasCiencias de la Comunicación. Con este libro A. L. G. inicia unametodologta nueva y muy potente destinada a investigar los úti­les. El autor usa e! método para investigar las técnicas de adqui­sición y de consumo de bienes que han inventado los hombres.Pero ese mismo método puede ser aplicado para estudiar otroscampos. Por ejemplo, para estudiar la génesis de las herramien­tas comunicativas, sus tipos y sus usos. El estudio comparativode los diversos instrumentos de comunicación que se han utiliza­do por los distintos grupos humanos es una información muynecesaria. Permitirá que una Ciencia Social de la Comunicaciónpueda incluir entre sus disciplinas una Economia Politica de laComunicación y una Historia de los Usos Sociales de la Comuni­cación.

La posterior edición de Le geste et la parole se explica porrazones distintas, pero no menos pertinentes. En dicha obraA. L. G. pone en relación la génesis del trabajo y de la comunica­ción. El autor arranca desde donde habian sugerido Marx y En­gels: de la hominizacion y de la socialización, aunque Le geste etla parole remite a otros planteamientos teóricos distintos a losque me referiré más tarde.

2. De esta Introducción

La edición española de Evolution et techniques se proyectócuando A. L. G. vivia. El propio autor iba a encargarse de estaintroducción. Le solicitamos que ampliase su reflexión sobre latransformacion de las materias y de las técnicas al campo de lasherramientas y de los usos comunicativos. El fallecimiento deA. L. G., acaecido en 1986, ha frustrado ese proyecto. Ahora laedición de sus libros cumple otra funcián diferente a la prevista.

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Ciertamente, otro cientifico podria abordar el estudio sistemáticode las técnicas materiales de la comunicación y plantear esa investi­gación recurriendo a los métodos que A. L. G. ha creado. Ese proce­der no constituirá falta de respeto a la obra de! autor, sino e! mejorde los reconocimientos. Pero ese trabajo aqut no se ha intentadoporque no seria una introducción a la obra de otro, sino otra obra.

Convertido A. L. G. por e! silencio de la muerte en imposiblereferencia de si mismo, habria sido viable buscar entre los etno­grafos, etnólogos, tecnólogos, arqueólogos, historiadores, quiencon más autoridad y mejor bagaje que los mios introdujese unostextos escritos por quien ejerció académicamente como catedráti­co de Prehistoria. Pero la mirada del especialista, si se ensimis­ma, puede frustrar el proyecto cultural que se persigue con estacolección. No es al especialista a quien conviene encomendarle e!análisis de la obra paradigmática. Una obra conocida desde lasclaves de las ciencias que la tienen por suya, para que llegue a serparadigmática todavia tiene que ser re-conocida, examinada des­de otras claves, las de aquellas otras ciencias para las que no fueescrita.

El prólogo de Marx a la Filosofia de! Derecho, cuando poneal revés la Dialéctica Hegeliana, obtiene un paradigma para elMaterialismo Histórico. El prólogo de Lévi-Strauss al estudio delDon de Marcel M auss, cuando generaliza uno y el mismo méto­do para e! estudio del ritual y de los mitos, obtiene un paradigmalógico para la Aruropologia Estructural. A. L. G. no va a tener e!privilegio de que su obra sea re-conocida por un prologuista quese le equipare. Pero está a mi alcance llevar a cabo ese re­conocimiento. En estos libros se contiene un modelo posible parael estudio tanto de las prácticas productivas como de las expresi­vas. Re-conocimiento que tal vez le habria parecido a A. L. G.preferible al más prestigioso de los reconocimientos.

3. De la obra de A. Leroi-Gourhan

La obra de A. L. G. es paradójica. Trabaja paralelamente conobjetos aparentemente poco relacionados, tales como bronces chi­nos y huesos occipitales. Aplica las técnicas de investigación concriterios muy heterodoxos. Por ejemplo, utiliza la estadisticapara estudiar el simbolismo de las pinturas rupestres cántabro­pirenaicas; recurre al análisis funcional de la motricidad paraclasificar los útiles.

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BIBLlOGRAFiA DE A. LEROl-GOURHAN

La Cívílisatíon du renne, col. Géographie humaine, Galli­mard, 1936; Documents pour l'art comparé d'Eurasie septen­trionale, Ed. d'art et d'histoire, París, 1943; Evolution et Tech­niques. vol. 1: L'Homme et la Matiére. Albin Michel, 1943;Evolution et Techniques, vol. II: Milieu et Technique, ibid.,1945; Archeologie du Pacifique nord, Travaux et mémoires deI'lnstitut d'Ethnologie, París, 1946; Les Fouilles préhistori­queso Techniques et Méthodes, A. y J. Picard, París, 1950;«L'hypogée II des Mournouards (Mesnil-sur-Oger, Marne)»,en eolab. con G. Bailloud y M. Brézillon, en Gallia Préhistoi­re. t. Y, fase. 1, 1962; Les Religions de la préhistoire, P.U.F.,1964; Le Geste et la Pamle, vol. 1: Technique et Langage, AI­bin Miehel, 1964; Le Geste et la Parole, vol. 11: La Mémoire etles Rythmes. ibid.. 1965; Préhistoire de l'art occidental, Maze­nod, París, 1965; «L'Habitation rnagdalénienne n.? 1 de Pince­vent pres Montereau (Seine-et-Mame)», en Gallia Préhistoire,t. IX, fase. JI, 1966; La Prehistoíre, en eolab. con G. Bailloud,J. Chavaillon, A. Laming-Emperaire, col. Nouvelle Clio,P.U.F.• 1966; Fouilles de Pincevent. Essai d'analyse ethno­graphique d'un habitat magdalenien (la seetion 36). en eolab.con M. Brézillon, F. David, M. Julien y e Karbin, 2 vol.,eN.R.S., París. 1973,7.' suplem. para Gallia Préhistoire; LesRacines du monde, entretiens avee Claude-Henri Rocquet, bio-

grafia y bibliografia Belfbnd. 1982.

El mismo sentido paradójico sugiere su historial académico ycientifico. A los veinte años, en 1931. inicia lo que parecia unabrillante carrera de filólogo con un diploma en ruso. al que lesigue dos años más tarde otro en chino. A los veintitrés años estáen el Japón. Pero alli no estudia. como cabia suponer. el idioma ylos testimonios escritos de una de las culturas más ricas del mun­do. Se interesa por los testimonios materiales de una de las civili­zaciones más modestas: los ainos. Analiza la evolución de losobjetos tales como el kayak y el arpón esquimales.

Puede entenderse que un filólogo hubiese derivado en un etnó­grafo de los pueblos siberianos. El tránsito del estudio de la trans­formación de los nombres de las cosas al estudio de la difusiónde las propias cosas. se habria producido en otras ocasiones y en

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ambos sentidos, tanto entre los filólogos como entre los etnógra­fos. En 1945 la vocación del cienttfico aparentemente ha cristali­zado ya como especialización etnográfica. A. L. G. presenta unatesis en la Facultad de Letras con el título de «Archeologie duPacifique Nord». En ese mismo año comienza la carrera acadé­mica del autor en la Universidad de Lyon, precisamente comoprofesor de Etnologia y Prehistoria.

Y. sin embargo, en esa fecha de la titulación universitaria,quien en 1945 recibia el reconocimiento académico como etnólo­go hacia tiempo que producia una clase de investigación que te­nia que interpretarse con claves paleontológicas. Ya habia escritoy publicado los dos libros que forman Evolution et techniques'.Ciertamente. en estas obras el objetivo etnográfico (describir lacultura material de los pueblos esquimales y siberianos) quedórebasado por otro etnológico (sistematizar toda posible investiga­ción arqueológica de las herramientas). Aún cabe reconocer elcordón umbilical que enlaza esta «paleontologia del útil» con laarqueologia de las industrias prehistóricas y novohistóricas. Sinembargo la observación que A. L. G. hace de los útiles ya es ca­racteristica del naturalista más bien que del arqueólogo.

Desde sus primeros trabajos centrados en el área arqueológi­ca del Pacifico Norte, A. L. G. se habia preocupado de clasificarantropométricamente la evolución de los cráneos esquimales altiempo que clasificaba etnográficamente los útiles de pesca. To­davia estos primeros estudios de Antropologia Fisica -como losestudios primeros de Etnografia de las herramientas- están alnivel de un análisis seriado de objetos. Pero la intención que sedescubre, tanto en la selección de los «documentos materiales»-fuesen cráneos o útiles-, como en la organización de esosdocumentos. indica que A. L. G. busca correspondencias entre laevolución de los fósiles humanos y de las herramientas.

En la década de los treinta, cuando A. L. G. se inicia comoinvestigador trabajando al tiempo con testimonios anatómicos ytecnológicos, esa doble actividad podia legitimarse. Etnógrafos yantropólogos fisicos aceptaban que sus respectivas especialidadesfuesen concebidas como vias, igualmente necesarias y por lo tan­to igualmente subsidiarias, de una Antropologia Evolutiva. Elobjeto cientifico último estaba en poder desandar el camino por el

[ El que ahora introduzco, L 'Homme el la mauére. aparece en 1943. Elsegundo volumen, Milieu el technique. se edita en el mismo año de 1945, corres­pondiente a la presentación por A. L. G. de su tesis de Letras.

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que evolucionaron solidariamente las aptitudes biológicas y téc­nicas de la especie humana. Este enfoque venía de Margan. Re­cuérdese que las correlaciones entre hominización, humaniza­ción, fabricación de herramientas y desarrollo de las capacidadeslingüísticas habían sido explícitamente subrayadas por Engels.

La concepción de la Antropología Evolutiva como una ciencianatural de la cultura humana en aquellos años era asumida tantopor el Materialismo como por el Positivismo. Ambas Escuelasesperaban esa fundación de «una ciencia natural de Hombre»para cuando la Antropometría por su parte, y la Etnografía por lasuya, aportasen series de cráneos y de instrumentos líticos quefuese posible contrastar a lo largo del espacio y del tiempo.

A. L. G. podría haberse definido a sí mismo en sus obrascomo un antropólogo evolutivo. Pero nunca lo hace. No hay ensus textos, salvo inadvertencia de quien escribe, reconocimientode filiación intelectual alguna respecto a la obra de Margan o deEngels. Cada vez que la ocasión lo requiere, como a veces sucedecon este mismo libro, A. L. G. afirma que está haciendo Paleon­tología. Cuando se remite a un Padre fundador elige a Couvier yno a Darwin. Los antropólogos evolucionistas trataban de ten­der un puente por el que se pudiese transitar desde la historianatural a la historia social. En cambio, A. L. G. pretende que lafilogenia sea el hilo que anude hominización, humanización,cultura material y cultura simbólica. En términos prácticos, eseintento requiere que la Paleontología amplíe su campo de estu­dios. Además de sistematizar las especies animales, identifican­do las semejanzas genéricas que relacionan a unas especies conotras, cabría sistematizar filogenéticamente las «especies» deútiles.

A. L. G. pretende incorporar el estudio de los productos mate­riales y simbólicos de la cultura al estudio, en clave paleontológi­ca, de la evolución de la especie humana. Entre 1937 y 1954 estáocupado en los trabajos de base que requiere este proyecto. En1954 presenta «La trace d'équilibre mecánique du crune des ver­tébres terrestres», obra con la que obtiene su doctorado en Cien­cias. Se puede establecer un paralelo entre lo que representa «Ar­chéologie du Pacifique Nord» -su tesis de Letras de 1945-,para el nacimiento de una paleontología del útil, y lo que viene arepresentar su tesis de Ciencias de 1954 para el posterior desarro­llo de una arqueología del gesto y la palabra. En ambas ocasio­nes el autor está alterando las líneas divisorias que acotan elcampo de las ciencias naturales y sociales:

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- A. L. G. se enfrenta con la herramienta como si fuese unfósil de una especie extinguida o viva. El paleontólogo reconstru­ye el esqueleto de un cuadrúpedo a partir de las características deun hueso de la mano. El tecnomorfologo que reconozca los rasgosdistintivos de cada útil debería también poder reconstruir las he­rramientas antecesoras de ese útil y prever las formas variantesque hayan podido ensayarse en algún otro lugar y momento de laevolución tecnológica.

- El enfrentamiento de A. L. G. con el gesto y la palabracontempla la mano y la cara [osiles como si fuesen herramien­tas'.

La mecánica y la dinámica de estos útiles biológicos condicio­nan la transformación que el hombre lleva a cabo de la naturale­za, incluida la transformación de su propia naturaleza.

El útil estudiado como un [ásil, el fosit estudiado como unútil. La creatividad teórica suele proceder de quienes piensan so­bre los objetos de una ciencia con los puntos de vista de otra.Actitud paradójica frente al conocimiento. Recurso si se quieremuy característico de l'esprit francés: recuérdese a Malebranchedescribiendo a los animales como máquinas, a Durkheim tratan­do las «constantes sociales» como cosas. La obra de A. L. G. -lodecía al comienzo de este análisis- es paradójica.

4. La referencia teórica de A. Leroi-Gourhan

La paradoja puede ser sólo un truco, maligno o inocente, des­tinado a épater le bourgeois. En tales casos es cienuficamerueirrelevante; artimaña de bufones que así llaman la atención en elmercado del conocimiento. Pero también la paradoja es un recur­so epistemológico. El análisis paradójico es una de las manerasposibles de enfrentarse con la resistencia que opone la realidad adejarse captar como un todo por el conocimiento. El cientificopuede recurrir a la paradoja cuando se empeña en abarcar en unmismo proyecto teórico el estudio de objetos divergentes: la natu­raleza y la cultura, la necesidad y la creatividad, el organismovivo y el símbolo, la herramienta y la palabra. Objetos renuentesa la convivencia en un mismo sistema analítico.

2 A. L. G. explica la conformación anatómica de la cara y de la mano apartir de las transformaciones dinámicasde los vertebrados que desembocanenla estación vertical de los homínidos.

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Son posibles otros recursos epistemológicos para hacer teoríasque abarquen esos mismos objetos. Se puede sustituir la paradojapor la asimilación de los objetos. Por ejemplo, la naturaleza sereduce a la cultura, o viceversa. Este proceder serviriapara carac­terizar un talante cienufico frecuente tanto en e! Idealismo comoen el Empirismo inglés. También cabe disociar la teoría parasalvar la unidad de los objetos. Por ejemplo, Nietsche rompe launidad del conocimiento cienufico cuando se enfrenta con elmundo «como voluntad» y «como representación». Esquizofreniaepistemológica que acaba en el 1rracionalismo, tan recurrente enlas ciencias alemanas. Otra opción posible consiste en negociar elalcance de la teoría. Utilizar para interpretar el mundo un mode­lo operacional. Modelo que será tenido por válido cuando permi­ta establecer relaciones útiles entre diversos niveles de la reali­dad. Por ejemplo, es lo que hace James para conectar subjetivi­dad, sociabilidad, conocimiento. A partir de este autor, el recursoa la teoría negociada es característico de tantos otros cientificosamericanos, aferrados al Pragmatismo por diversos que sean suspuntos de vista behavioristas. [uncionalistas. culturalistas, sisté­micos.

El carácter paradójico de la obra de A. L. G. es la opciónepistemológica de quien quiso abarcar teóricamente la génesisde! hombre y sus productos, sin ceder ni al reducionismo, ni a ladisociación, ni a la negociación de la Teoría. A. L. G. sabía quejamás podría completar ese proyecto ni por lo tanto cerrar teóri­camente su Sistema. El conjunto de la producción de A. L. G.tiene una coherencia poco frecuente: cada libro ya enuncia elsiguiente y supone los precedentes. Pero todos los pasos que leaproximan al objetivo teórico final dejan atrás otras tantas obrasabiertas'. Sin embargo, una obra abierta no es lo mismo que unaobra frustrada. Son los cientificos que derrumban las bardas delconocimiento y no quienes ponen los mojones aquellos que dejanuna herencia más fecunda. Las urgencias teóricas de nuestrotiempo orientan a establecer los territorios de cada ciencia. LaArqueología, la Etnología, la Antropología, también la Psicologíay la Sociología, más recientemente la Teoría de la Comunica-

3 Por ejemplo, Evolution el techniques requiere un estudio que abarque losútiles utilizados por las sociedades que surgen con las revoluciones burguesas,trabajo que el autor no podría acabar en vida. Para completar Le geste el laparolese requeriría un análisis de las formas de expresión simbólica igualmenteinabarcable.

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clOn, sólidamente anudadas unas a otras en su condición de«Ciencias sociales o ciencias del hombre», han caído y recaído enla tentación de romper sus lazos con las llamadas Ciencias de laNaturaleza: Biología, Paleontología, Etnología. El resultado esesa debilidad teórica y metodológica que se confiesa con las dis­tinciones entre ciencias «duras» y «blandas», «nemotéticas« e«ideograficas». «experimentales», «cuasi-experimentales» y «con­ceptuales». Y sin embargo, lo más duradero de estos cien últimosaños de reflexión sobre el hombre y el mundo tal vez llegue a ser,precisamente, el legado de quienes han navegado contra corrien­te. La obra de aquellos autores que han establecido puentes toda­vía frágiles, para terminar con esa articulación fragmentada delconocimiento sobre la naturaleza y la sociedad. A. L. G. encontróen el Estructuralismo un modo de relacionar el conocimiento so­bre objetos biológicos y culturales. Otros cienuficos. animados deun talante igualmente comprehensivo, optan por manejar teórica­mente la contradicion -la paradoja que se historiza-« y recu­rren a la Dialéctica.

Estructuralistas y dialécticos están muy distantes metodológi­camente y axiolágicamente. No se necesita reconciliarles entre sípara que se evidencie lo que les asemeja. Ambos conciben larealidad como diversidad. Diversidad que se compone, opone odescompone ante toda conciencia, ante toda intervención de loshombres. Pero aunque los niveles de la realidad fuesen indefini­dos, y sus manifestaciones impredecibles, tanto los estructuralis­tas como los dialécticos creen que sin embargo son inteligibles.La realidad es inteligible porque cabe recurrir a una racionalidaduniversal. La razón muestra su universalidad porque puede apli­carse al análisis de todo objeto y porque el funcionamiento cogni­tivo de los hombres opera con lógicas comparables. Esta creenciaen la unicidad del conocimiento es sabido cuánto repugnaba a losrelativistas antiguos, y repugna a los modernos, con Popper a lacabeza. Los herederos actuales del Relativismo han firmado elacta de defunción de los paradigmas universales, entre ellos elestructuralista y el dialéctico. Me estoy refiriendo al rechazo detoda pretensión de trabajar en una ciencia unitaria por parte delos etnosociologos. etnometodólogos, semioretoricos y otros a símismos llamados «posmodernos». No hay por qué alarmarse.Esa clase de rechazos del valor universal de la racionalidad sehan producido desde que la ciencia trató de encontrar leyes. Lu­kács lo concebía como la manifestación del perenne asalto a larazón.

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El Estructuralismo francés es la referencia epistemológica enla que debe incluirse la obra de A. L. G. Los autores estructuralis­tas confluyen por diversas vías en e! estudio antropológico de losmodelos cognitivos. Los modelos cognitivos son representacionesde! mundo que guían la acción sobre el entorno y que proporcio­nan algún sentido a la interpretación del entorno, incluida lainterpretación cientifica. Los orígenes más inmediatos del Estruc­turalismo están en Durkheim. Alfinal de su vida, este autor seña­la las relaciones que existen entre «las formas elementales» de larepresentación (p. e" los mitos) y de la acción (p. e" los rituales)por una parte, «la reproducción social» de las organizaciones yde los modos de vida, por otra.

A. L. G. Y Lévi-Strauss son continuadores de Durkheim, conquien enlazan a través de Marce! Mauss, autor que les orientahacia la investigación antropológica de las estructuras accionalesy del conocimiento. El propio Mauss había mostrado con su obraque el Estructuralismo era un paradigma que no se acoplaba conlos cortes epistemológicos que distinguen a unas disciplinas deotras. El Estructuralismo está obligado a demostrar su valideztanto cuando explica e!funcionamiento del conocimiento sobre elmundo, como cuando pone en relación ese conocimiento con elrepertorio de actos, de objetos materiales o simbólicos. Por ejem­plo, cuando Mauss estudia el Don' se habia encontrado con unarepresentación del valor de las cosas que remitía al ritual de lasinteracciones. Unas categorías atribuidas a la Economía (el valorde uso y de cambio de los bienes) tenían que ser examinados concriterios antropológicos.

Mauss ya estableció correspondencias entre e! nivel de lasdistintas técnicas del cuerpo y e! nivel de las diferentes represen­taciones culturales del sujeto. A. L. G. en esta obra relaciona elnivel de las técnicas de producción y consumo con el nivel de larepresentación de los gestos productivos. Más tarde intentará co­nectar los gestos técnicos con los gestos expresivos buscando unpuente entre la producción de bienes y la comunicación. Por suparte, Lévi-Strauss va en busca de modelos que toman como ob­jeto el intercambio mismo, tanto si lo que se cambia concierne ala producción y al consumó (los bienes), a la conformacián delparentesco (las mujeres) o a la representación mítica del universo(las palabras). .

4 Práctica de intercambio generalizado de bienes existente entrealgunos gru­pos de la costa atlántica norteamericana, de distinta especialización productiva.

.r

Los estructuralistas saben muy bien que bienes, herramien­tas, actos, símbolos, mujeres, son entidades materialmente irre­ductibles y que poseen una identidad histórica. Pero entiendenque pueden ser estudiadas y por lo tanto relacionadas recurriendoa una única lógica. Las líneas que siguen tratan de desvelar cuáles el uso de la lógica estructural que hace A. L. G. para sistemati­zar un fenómeno muy complejo: la invención tecnológica.

5. El sistema tecnológico y la estructura de la invención

Cada invención tecnológica es un hecho que se manifiestaindividual, impredecible, en algún lugar y en algún momento. Elhecho «invención de tal útil» potencialmente es ubicable (apare­ció precisamente en un grupo humano bien identificado) y data­ble (se registró por primera vez en una fecha o etapa cultural biendiferenciada). En la práctica, la datación y ubicación histórica detodos los inventos-útiles parece tarea inviable. Pero aunque elinvento de tal útil sea un hecho que escape a la documentaciónhistórica, ese hecho está materializado en una cosa: en una he­rramienta determinada. En la herramienta, el hecho (invento tec­nológico) se hace patente como la cosa inventada'.

Hecho cosificado, la invención del útil, que tal vez pueda elu­dir para siempre la cronología (cósmica o sociológica) del his­toriador, tiene que plegarse a la tipología lógica del sistema­tizador.

A. L. G. propone en esta obra un sistema lógico de la inven­ción de herramientas. El propio autor se encarga de subrayar elinterés y la importancia que tiene e! estudio histórico de las in­venciones humanas. Pero se atiene a un criterio compartido conotros estructuralistas franceses como p. e. Lévi-Strauss. Ambosseñalan que la historia puede (en ocasiones) aclarar por qué llegaa existir (o a dejar de existir) un producto creado por el hombre.Pero el recurso a la historia carece de pertinencia para diferenciarcada cosa de toda otra cosa en el universo de las cosas. Universoque incluye los productos que el hombre efectivamente ha inven­tado, tanto como aquellos otros que alternativamente podrían ha­ber sido creados, aunque nunca lleguen a tener existencia.

5 El lector familiarizado con lasCienciasSocialesreconocerá en esteenfoquela tradición del positivismo durkheimiano.

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Las constricciones que determinan las opciones posibles parala invención tecnológica proceden de tres componentes:

6 Posteriormente, en Le geste el la parole A. L. G. se ocupará de ambasactividades. Sin embargo, L 'Homme ella matiére erala ocasión paraelaborar unSistema general que incluyese todas las tecnologías. Este trabajo aún no se hahecho.

Para elaborar al tiempo una «paleontologia de la herramien­ta» y una «tecnomorfologia», el problema radica en identificar losgrados de libertad que tiene el Sistema. Dicho en otros términos,se requiere una tipologia de materias, otra de medios de acción, y

- En razón de las peculiaridades fisicas que posee aquellamateria que se desea transformar en un determinado bien,

-la herramienta proporciona o amplifica algún medio deacción sobre la materia,

- que permita controlar los efectos transformadores de algu­na de las fuerzas naturales disponibles.

fuerza~JUmedios de acción]Técnicas ~ [materias

La identificación de cuáles son las constricciones que afectana la invención tecnológica, permite construir un operador adecua­do para explicar lógicamente la génesis y la transformación delas técnicas. Correlativamente, ese mismo operador permite cla­sificar lógicamente cada útil en un Sistema de herramientas. Losprimeros pasos en la construcción del operador consisten en deci­dir cuáles son los limites que diferencian una actividad humanacomo «técnica» y, luego, en señalar cuáles son los componentesque incluyen necesariamente un Sistema tecnológico.

A. L. G. concibe las técnicas como procedimientos de adquisi­ción o de consumo. Esta acotación incluye en el Sistema herra­mientas destinadas a la recolección, la agricultura, la mineralo­gia: la caza, la pesca, la cria de ganado; la alimentación, elvestido y la habitación. Conviene dejar constancia desde ahoraque A. L. G. incurre en dos omisiones: no incluye ni las técnicasdel cuerpo, ni las técnicas de la comunicación'.

Toda solución técnica se interpreta como el resultado de idén­tica lógica de la invención:

El determinismo técnico está tan marcado (en la producción de obje­tos en progresión) como el determinismo zoológico (en la producción deespecies en progresión). Porque el hombre se ve constreñido a cortar lamadera desde un cierto ángulo, aplicándole una determinada presión,esta constricción hace que las formas, los mangos de los útiles puedanserclasificables.

En el universo del Sistema de las herramientas cada útil esmiembro de un repertorio de útiles. Yel repertorio en su conjun­to, la manifestación de una lógica de la invención tecnológica. Lainvención tecnológica puede ser lógicamente sistematizada, por­que la génesis y la transformación de los útiles es un dato queremite a la génesis y transformaciones de la razón y no mera­mente un fenómeno sobre el que razona el investigador.

La razón se materializa en las cosas inventadas. El diseño, elmodo de manipulación de la herramienta, la aplicación que deella se hace sobre unos u otros materiales, muestran una (de lasposibles) soluciones técnicas que el hombre ha inventado paraincorporar las fuerzas naturales al trabajo.

El útil se analiza por referencia a una serie que incluye en surepertorio desde soluciones técnicas elementales a soluciones téc­nicas muy complejas. Cuando se dispone de «documentos» sufi­cientes, en la transformación de los tipos de herramientas se pue­de llegar a captar la evolución de los modelos de invención. Elobjetivo heuristico es que el hecho de invención que representa laexistencia de un nuevo útil, pueda ser integrado en el Sistema delas herramientas. En el Sistema, los útiles conocidos se relacio­nan con todos los demás útiles que no se han conservado y los queaún no se han inventado. Para construir el Sistema de las herra­mientas hay que interpretar la invención tecnológica como unproceso de operaciones lógicas, y los propios útiles como un re­pertorio de funciones lógicas. Cabe la posibilidad de afrontar elestudio de las tecnologias como el despliegue en el espacio y en eltiempo de una lógica de la invención. Este planteamiento se subs­tenta en la explotación metodológica que el Estructuralismo hacede una paradoja: toda creación humana es la respuesta a unaconstricción. El juego entre la determinación y la creatividad serefleja en todo producto, sea material, como la herramienta, osimbólico, como la fábula. Los útiles distintos que pueden inven­tarse son indefinidos, pero su variedad, a fuer de inabarcable, noles hace por ello menos determinados. Tomemos pie en las pro­pias palabras del autor:

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otra de fuerzas. De la combinatoria de estas tres tipologías, pro­cederán todos los objetos tecnológicos distintos que son lógica­mente posibles.

A. L. G. diferencia el repertorio de materias distintas, en ra­zón de las constricciones que los materiales imponen al trabajodel útil; el repertorio de fuerzas diferentes, en razón de las cons­tricciones que el control de la dinámica impone a la mecánica delútil; el repertorio de medios alternativos de acción sobre la mate­ria, en razón de las constricciones que imponen las modificacio­nes de los materiales. Los criterios que A. L. G. elige para reper­toriar las materias, los medios elementales de acción y lasfuerzas, seguramente pueden ser otros y en todo caso perfecciona­dos. El propio autor asi lo declara explícitamente, cuando trans­curridos veintiocho años desde la primera edición valora estaobra. Igualmente se comprende que el catálogo de útiles sistemá­ticamente descritos por A. L. G., a pesar de su amplitud, no pue­de ser exhaustivo. Sin embargo, la hazaña intelectual de A. L. G.ha consistido en establecer uno y el mismo esquema lógico parainterpretar la génesis y la evolución de los útiles y para pensar laclasificación de los útiles.

Cuando A. L. G. escribió este libro, aún no disponía de las«técnicas» que han multiplicado las posibilidades de la investiga­ción sistemático-estructural. El tratamiento informatizado de losdatos ahora hace posible formalizar el modelo lógico que subyaceen la clasificación de los útiles. Igualmente, permite generar todaslas variantes de herramientas distintas que puede «producir» elmodelo (incluidas, obviamente, las que nunca se han producido).También ayuda a establecer series y tipologías de técnicas utili­zando criterios de agrupación y de distinción muy variados'.

Estos desarrollos del modelo de A. L. G. tal vez interesen aespecialistas de diversas ciencias. A. L. G. dejó un ancho caminopara los demás abierto en L'Homme et la matiere. Él prefirióproseguir su obra por un sendero más estrecho y mucho másresbaladizo. A partir de L'Homme et la matiere, se adentra porlos vericuetos donde se borran las fronteras. La producción deútiles, la comunicación, la hominización, la diferenciación social

7 Como he mencionado, quedan además por incorporar al análisis deA. L. G. los productos tecnológicos inventados por las sociedades capitalistas.Este trabajo plantea problemas de recopilación de documentos y de análisis deobjetos muy complicados. Quienes se animen a iniciarlo se verán en la necesidadde modificar los criterios de clasificación que ha elaborado el autor para operarcon útiles inventados en estadios tecnológicos precapitalistas.

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no sólo evolucionan, sino que hacen evolucionar y a veces revolu­cionar a los restantes componentes. Milieu et techniques, el pró­ximo libro de esta colección, proporciona la ocasión de analizardónde concluye la aventura teórica del autor, y qué nuevos desa­fíos intelectuales se ofrecen en esas fronteras del conocimiento.

Manuel MARTÍN SERRANO

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PRÓLOGO A LA PRESENTE EDICIÓN

Tanto este primer volumen de La evolución y las técnicascomo el segundo, El medio y las técnicas, incluyen una parteamplia formada por un cuadro clasificatorio de los documentostecnológicos y una parte reducida, teórica, que se sirve de loshechos ordenados para sacar de ellos las líneas generales de laevolución. De esto se deduce que, si bien el cuadro sistemático-tomado en su conjunto- no ha variado, el aparato teórico,por su parte, puede y debe haber evolucionado. Las correccionesintroducidas interesan especialmente a la prehistoria y a la orga­nización sistemática de los «Medios elementales de acción sobrela materia».

Cuando escribí la primera versión de este libro no era muyimportante el valor de los materiales que la prehistoria podíasuministrar a la tecnología. Desde entonces esta situación hacambiado considerablemente. Se ha conseguido un mejor en­juíciamiento sobre la participación de las formas humanas, in­cluso las más primitivas, en el nacimiento y progreso de lastécnicas, gracias a los numerosos descubrimientos que han te­nido lugar en una generación tan sólo. Por otra parte, este caudalcientífico se ha utilizado en los dos volúmenes de El gesto y lapalabra -que salieron a la luz en 1965-, aunque con algunasmodificaciones en lo relativo a las primeras nociones desarro­lladas.

Junto a esta «paleontología del útil» que introducía el desa­rrollo de los datos prehistóricos, me había parecido posible estu­diar una «paleontología del gesto», la cual ha aportado notablesmejoras en la clasificación de los «medios elementales», concre­tamente en la cadena dinámica «impulso-transmisión-acción»,así como en el concepto «máquina». Intenté que El hombre y la

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materia se beneficiase de las mejoras mencionadas estableciendolazos con El gesto y la palabra sin alterar demasiado la redacciónde una obra que, aunque con imperfecciones, señala a mi modode ver el comienzo de una larga aventura científica.

André LEROI-GOURHAN

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INTRODUCCIÓN

La etnología está formada por varias disciplinas, cuyo con­curso facilita, al menos en principio, la comprensión de los lazosque unen a los individuos en grupos étnicos particulares. Es, antetodo, la ciencia de la diversidad humana; su campo de investiga­ción no está limitado ni en el espacio ni en el tiempo. Si encuen­tra su terreno favorito en los pueblos no industrializados delmundo actual, esto se debe a una tradición científica normal quela ha llevado a investigar esa diversidad fuera de nuestras propiasculturas, inversamente a la sociología, que, debido a razonesprácticas, ha centrado primero su objetivo en el mundo moder­no. Pero el hombre del presente industrial ofrece también mate­ria para un análisis de su diversificación en macro-unidades étni­cas, al igual que el hombre del pasado prehistórico ofrece unacontribución valiosa al conocimiento de las formas auténtica­mente primitivas de la organización étnica. Entre las disciplinasetnológicas, la tecnología constítuye una rama especíalmente im­portante, pues es la única que muestra una total continuidad enel tiempo, la única que permite aprehender los primeros actospropiamente humanos y seguirlos de milenio en milenio hasta elumbral de los tiempos actuales. Cuando nos remontamos en elpasado, las distintas ramas de la información etnológica van mu­riendo más o menos rápidamente: las tradiciones orales se extin­guen con la última generación que las ha recibido, las tradicionesescritas pierden fuerza rápidamente, y el siglo XVII ha enmudeci­do ya para la gran mayoría de los pueblos; sólo los productos delas técnicas y del arte permiten, si las circunstancias han asegura­do su supervivencia, una larga andadura en el tiempo. Incluso elarte desaparece con bastante rapidez, por lo que, pasada la fron­tera de unos 50.000 años, únicamente las técnicas permiten re-

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montar la corriente humana hasta sus orígenes, es decir, uno odos millones de años.

Por lo tanto, el testimonio de las técnicas es valioso, puessobre él se apoya la posibilidad de no confundir lo que supone­mos que fueron los primeros pasos de la humanidad con lo quesabemos de ellos objetivamente. La filosofía ha distinguido doshumanidades sucesivas: la del hamo sapiens, que es la nuestra, yla del hamo faber, criatura teórica, cuya única característica hu­mana habría sido la de poseer herramientas. El hamo faber. tér­mino cómodo pero sin fundamento paleontológico, engloba enrealidad toda la larga serie de los antrópidos de los que surgió elhamo sapiens ': los más viejos (cuentan con más de un millón deaños), los australántropos, poseian ya nuestra estación vertical ytallaban útiles muy primitivos. A partir de este momento, que,salvadas todas las proporciones, no debe de hallarse muy alejadodel punto de partida, los progresos del cerebro en volumen y enorganización tienen como corolario una doble serie de cráneos yde útiles cada vez más variados y perfeccionados. Desde estoscomienzos hasta unos 50.000 años antes de nuestra era, la made­ja va devanándose sin interrupción, pero su hilo es fino, ya quese limita al inventario de algunos tipos de útiles de piedra labra­da: prueba suficiente del progreso, sólo sirve de asidero en loreferente a una mínima parte de los rasgos culturales que desa­rrollaron los hombres anteriores a nosotros. Entre los años50.000 y 30.000 antes de nuestra era, los testimonios se diversifi­can, y desde hace unos 30.000 años, con las primeras etapas delhamo sapiens, se entra en la humanidad actual, que forma untodo hasta los tiempos presentes. Aunque todavía muy incom­pleto, nuestro conocimiento de la prehistoria, tanto del antiguocomo del nuevo mundo asegura un campo tecnológico conside­rabie. Sus elementos se inscriben en la base de la evolución detécnicas y objetos que han seguido su curso hasta el momentopresente. Conocida ahora casi en todo el mundo, la prehistoriadel hamo sapiens pone de manifiesto que las culturas estaban yamuy diferenciadas en el plano técnico y que tanto Europa comolas distintas partes de Asia, África, América y Australia conocíanuna diversidad étnica que se hace más evidente a medida quevan aumentando nuestros conocimientos. El hecho de que ha­yan podido desarrollarse culturas regionales implica largos siglos

[ A. LEROI-GOURHAN, El gesto y la palabra. Vol. 1: Técnica y lenguaje, París,Albin Michel, 1964.

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de permanencia en las mismas regiones, y la diversidad del equi­pamiento da fe de una lenta maduración que se halla en contra­dicción con las viejas ideas concebidas sobre el perpetuo noma­dismo de los pueblos primitivos. Es cierto que los grupos decazadores de mamuts o de focas eran nómadas, pero lo eran ensu propio territorio; las migraciones extraterritoriales desempe­ñaron un papel menos importante de lo que muchas veces sesupone. En cambio, los objetos o la idea de su existencia circula­ron de grupo en grupo, a veces hasta los límites de los conti­nentes.

Si se pudiera hacer desfilar cronológicamente en una pantallalos movimientos de los hombres, así como los de sus creacionestécnicas, se sentiría la tentación de pensar que eran la muestra depueblos en marcha, de razas que se desplazaban con su material,se perseguían ardorosamente y se devoraban. Pero probablemen­te no fue así; veríamos en realidad algo tan fugaz como el juegode la luz sobre una fina capa de petróleo en la superficie del agua.El curso del tiempo desplazaría a los hombres al igual que el aguaarrastra la mancha de petróleo deformándola, algo así como untornasol imperceptible deslizándose sobre moléculas práctica­mente inmóviles. Fijémonos en la Europa occidental de estosdiez últimos siglos: las grandes potencias han llevado a cabo gue­rras que a veces han desplazado temporalmente importantescantidades de hombres; sin embargo, la distribución antropológi­ca apenas se ha visto modificada por ello; la Francia del siglo x,físicamente, es casi la misma que la Francia del xx, y Europa, siconsideramos los esqueletos de sus millones de habitantes, ape­nas ha variado. Sin embargo, icuántas ráfagas la han agitado!¿Son indicios de migraciones las techumbres de tejas, el códigonapoleónico, la bóveda ojival, la artesa mecánica o la bicicleta?Un 50 por ciento de la vida material del Japón es de inspiraciónchina (y se trata de la parte más ostensible): la escritura, la lenguaoficial y culta, el budismo, las industrias textiles y otros muchosaspectos. Ahora bien, los chinos no han conquistado nunca elJapón; no se podrá encontrar la menor huella de esqueletos chi­nos en las grandes islas del archipiélago. Hay dos tipos de movi­mientos, que, dada la ausencia de sincronismo, complican elcuadro de la etnología. Por un lado, tenemos los desplazamien­tos de los hombres, que, salvo excepciones, son muy lentos y sedesconocen bastante; y, por otro, los desplazamientos culturales,sobre cuya rapidez y fantasía aparente no se debe exagerar. Esnecesario añadir a dichos movimientos un tercero, no menos

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importante; nos estamos refiriendo al movimiento de evoluciónpropio de cada pueblo, movimiento muy vanable. en intensidady dirección que hace girar en espiral a un grupo mlentra~ que losotros progresan en línea recta, y en un momento determinado lolanza bruscamente hacia adelante. Al movimiento de los hom­bres se une el problema de las razas; al movimiento general delos productos, el de las civilizaciones; y al movimiento interno, elde las culturas. Puede sentirse la tentación de buscar en los tres launidad del desarrollo humano y de confundir a veces la raza, lacivilización y la cultura. No aventuraré ahora una más de lasmuchas definiciones personales de los tres términos, a los quetan sólo aludiré a lo largo de estas páginas para dar algunas bre­ves opiniones de conjunto. De los tres movimientos, en un puntodado, resulta una entidad étnica más o menos duradera: segun suimportancia, aplico aquí los términos poco compro~etedores degrupo humano, etnia y grupo de etnias, simples dl:"lslOnes decomodidad, susceptibles, por tanto, de numerosas intrusiones.No hay ninguna urgencia en desarrollar definiciones que cnstah­cen una masa tan poco analizada como la de los seres huma­nos.

Dejando a un lado en la presente obra los mo:"imientos hu­manos me ceñiré al doble movimiento, externo e interno, de lastécnicas más materiales, aquellas con las que se fabrica, ~e produ­ce y se consume los elementos indispensables para la vida des~e

el punto de vista físico. Estas técnicas han mteresad? a los etn~­

logos desde los orígenes de la etnología, han sido obJet? de clasi­ficaciones que, en el ámbito francés, ha puesto al día MarcelMauss y I'Institut d'Ethnologie; constituyen una parte Impor­tantísima de ese admirable instrumento para el estudio que es elMusée de I'Homme.

Los cuadros clasificatorios de las técnicas no han sido estable­cidos por tecnólogos, sino por etnólogos que tenían en sus men­tes más bien una distribución de los productos del grupo queestudiaban en cómodas divisiones que un análisis de la fabnca­ción. En otras palabras, estos investigadores se han fijado másbien en la forja que en el trabajo de los metales, en el cesto queen la cestería, en el vestido que en el trabajo de las fibras. Uncuadro basado en estos principios asegura totalmente las necesi­dades del análisis cultural y deja a un lado los problemas propia­mente tecnológicos. Este es el motivo por el q~e, aprovechand?(a pesar de mi formación teórica) mi gran aficIón por las activi­dades manuales, yo, sin método preconcebido, he mampulado el

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hacha, he tallado el sílex, he tirado con arco y he soplado en lacerbatana. Estos experimentos, que aún practico, han sido reali­zados de dos maneras: sobre el terreno, observando, imitando yescuchando al operante; y en el laboratorio, siguiendo las des­cripciones (algunas muy precisas) de los viajeros. La cantidad dedocumentos recopilados de esta manera es bastante escasa: unas40.000 fichas por lo que respecta a todas las técnicas estudiadasen este libro. A pesar de esta relativa pobreza, el fichero resultavalioso por tratarse del primer esfuerzo más o menos extenso eneste sentido y porque la separación, ficha por ficha, de un grannúmero de conjuntos técnicos ha permitido que los documentosse autoagrupasen, dejando así una mínima parte a la interpreta­ción personal. De este hecho ha resultado, desde 1935z una tec­nomorfología fundada en las materias primas. Son los cuadrosde este primer intento los que han sido mejorados y reforzadosen el primer volumen de la presente obra.

Actualmente, sería inútil pretender adquirir un conocimien­to, ni siquiera superficial, de toda la humanidad. Ningún investi­gador podría describir la actividad de los hombres en todos lostiempos y en todos los países, pero las grandes clasificaciones serealizan aunque una ciencia no esté totalmente explorada. Losanimales y las plantas fueron clasificados entre los siglos XVII yXIX (a pesar de que la mayoría de las especies eran todavía desco­nocidas) en cuadros, cuyas líneas generales quedaron como defi­nitivas. La ciencia del hombre se halla en el mismo caso. Esto sedebe, tanto en zoología como en etnología, al carácter perma­nente de las tendencias; parece que todo sucede como si un pro­totipo ideal de pez o de sílex labrado se desarrollase siguiendolíneas preconcebidas: en el primer caso, del pez al anfibio, alreptil, al mamífero o al pájaro; en el segundo, de una masa amor­fa de sílex, a las láminas retocadas esmeradamente, al cuchillo decobre o al sable de acero. Pero no debe sacarse una conclusiónfalsa: estas líneas reflejan simplemente un aspecto de la vida, elde la elección inevitable y limitada que el medio propone a lamateria viva. Al tener que elegir entre el agua y el aire, entre lanatación, la reptación o la carrera, el ser vivo sigue un númerolimitado de grandes líneas de evolución; en etnología, dado queel hombre no tiene otra manera de hacerse con la madera quecortándola desde un cierto ángulo con una presión determinada,las formas y los enastados de las herramientas se pueden clasifi-

2 Encyclopedíefrancaíse permanente, v, VII.

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car,'El determinismo técnico es tan fuerte como el de la zoología:al igual que Cuvier, al descubrir una mandíbula de zarigüeya enun bloque de yeso, pudo invitar a sus incrédulos colegas a seguircon él estudiando el esqueleto y predecirles cómo serían los hue­sos marsupiales, la etnología puede, en cierta manera, hacerprevisiones, a partir de la forma de una hoja de herramienta,sobre la forma del mango y sobre el empleo de la herramientacompleta.

Pero no debe olvidarse que Cuvier se equivocó en ocasiones,ya que entre la tendencia determinante y el hecho material existeuna diferencia fundamental: las tendencias generales pueden darlugar a técnicas idénticas pero sin lazos de parentesco material, ylos hechos, sea cual sea su proximidad geográfica, son individua­les, únicos. Los esquimales de Alaska, los indios del Brasil y losnegros de África simultáneamente tenían la costumbre de poner­se en el labio inferior adornos de madera o de hueso. Evidente­mente, puede hablarse de identidad técnica, pero, hasta el mo­mento presente, no se ha podido demostrar en ningún estudio elparentesco de estos tres grupos humanos. El arado malayo, eljaponés y el del Tíbet representan tres formas similares y, sinduda, relacionadas durante la historia antigua de los tres pueblos;sin embargo, cada uno de ellos, según el tipo de suelo cultivado,los detalles de su montaje, el modo de enganche o el sentidosimbólico o social que lleva implícito, representa algo único, ca­tegóricamente individualizado. Todo parece indicar que existe ala vez una tendencia «arado» realizada en cada punto temporal yespacial por un hecho único, así como relaciones históricas cier­tas en escalas de tiempo y espacio muy importantes a veces. Almenor descuido, el especialista salta de uno a otro punto, y no seajusta a la realidad.

No es necesario insistir sobre el interés del aspecto históricode nuestras investigaciones: una parte importante de la cienciade los hombres descansa en lo que se ha podido trazar sobre lahístoria de los grandes movimientos de los pueblos. Volveremosa tratar este aspecto en numerosas ocasiones a lo largo del libro;pero es preciso, para comprender los tanteos de la etnología,tener presente que estamos lejos de conocer lo que aún sobreviveactualmente y que desconocemos casi todo de pueblos que nohace más de un siglo se encontraban todavía en el globo. Encuanto a los pueblos actuales más próximos, incluso los de Euro­pa, laenorme suma de materiales recopilados no es más que unapo!dón lnlianificante de los hechos observables; si se pretende

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llevar a cabo un esfuerzo de síntesis histórica, lo más que sepuede hacer es poner jalones con los hechos conocidos y llenarlos vacíos con lo que nos dicten las tendencias. Por lo que respec­ta al mundo actual, se alcanza probablemente un grado de vero­similitud bastante próximo a la realidad; pero si nos adentramosen siglos pasados, las hipótesis van ganando terreno. Existen te­mas privilegiados: descubrimientos recientes como el tabaco,cuya hístoria se podría escribir con bastante claridad, o las armasde fuego. Sin embargo, hay que tener prudencia con estos temas:si nos fijamos en que el tabaco llega de América a Europa, ganatoda el Asia y África, se confunde a veces en sus modalidades deconsumo con el cáñamo y el opio y regresa al continente ameri­cano tanto por el este (influencia sino-japonesa), por mediaciónde los pueblos de Siberia, como por el oeste, con nuestras expor­taciones, ante semejante embrollo de préstamos, inventos loca­les e influencias, podemos preguntarnos con qué precisión se po­drá restituir la técnica más antigua. Todo esto es plantear elproblema del origen de las técnicas, que volveremos a tratar en laconclusión de este libro.

El problema del origen se halla formulado implícitamente enel término «primitivo», que se aplica aún con demasiada fre­cuencia a los pueblos que no llevan una vida tan perfeccionadacomo la nuestra, desde el punto de vista material. U n buen dic­cionario define al «pueblo primitivo» como «el que surgió en elorigen y conserva de éste un determinado carácter». Pensamosenseguida en el australiano, el esquimal, el aino, los siberianos olos polinesios. Dichos pueblos no son más primitivos que noso­tros. Ahora que la arqueología comienza a dotar de un pasado alas culturas que carecen de escritura, se observa que en el trans­curso de los siglos y milenios estas culturas conocieron, por loque respecta al terreno no técnico, una evolución tan complejacomo la nuestra, y que, en el plano técnico, se produjeron cam­bios sensibles, pues la sociedad, aun aislada, iba acomodandoconstantemente su caudal técnico a las necesidades y a la evolu­ción del medio natural. Se puede usar la palabra «primitivo»,pero con un sentido estrictamente económico, para referirse a losgrupos que viven únicamente de recursos de la naturaleza salva­je. En efecto, los cazadores y los pescadores-recolectores practi­can el mismo modo de explotación que los lejanos ancestros delhombre actual, quienes fueron en realidad los únicos primitivosauténticos. En cuanto a la palabra «pueblo», la arqueología sólorarísimas veces es capaz de explicar las sociedades sin escritura.

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La noción de pueblo se funda, por lo que se refiere a un períodomás o menos largo, en la relativa coincidencia de criterios geo­gráficos y políticos, lingüísticos e institucionales, que apenas de­jan rastros palpables. Así pues, sólo se puede hacer historia sobretestimoníos materiales, la mayoría de los cuales tienen que vercon las técnicas. Por lo demás, este tipo de historia sólo interesa­rá a una mínima parte de las manifestaciones culturales, aquellacuya conservación está asegurada por el azar de las causas deaniquilamiento físico-químicas. En el presente libro trataremoscon bastante frecuencia el tema de los ainos de Hokkaido, lo cualpermitirá juzgar sobre la importancia material de su cultura:hace un siglo (los viajeros japoneses dan abundantes testimoniosde ello), poseían viviendas de madera bastante amplias, atuendostan voluminosos y complicados como los nuestros, utensilios yplatos de madera muy importantes, así como barcas con variosremeros. Actualmente, apenas queda nada de sus testimoniosmateriales del siglo XvIII: algunas hachas de piedra o algunashojas de sílex labrado, en pequeñas depresiones del suelo (débilesseñales del emplazamiento de sus antiguas casas). Si se tiene encuenta que desde hace al menos 30.000 años una gran parte delglobo estuvo poblada por hombres que llevaban UBa vida mate­rial tan compleja como la de los ainos y que, sin embargo, no noshan dejado más que algunas piedras talladas y muy pocos esque­letos, la tecnología aparece como una tarea delicada, azarosa ysembrada de trampas.

Insisto en la fragilidad de los testimonios con el fin de provo­car deliberadamente la desconfianza en el lector. Si en estas pági­nas no aparece la historia de las técnicas, es por razones muyclaras. Siempre que sea posible, haré trechos en el camino; cuan­do surja un caso de origen seguro, un caso de innovación seráacogido con mayor o menor entusiasmo según su rareza, y seordenará el resto no de manera histórica sino lógica.

En efecto, si bien los documentos se salen a menudo del mar­co de la historia, sin embargo no pueden sustraerse a la clasifica­ción. Resultan cómodos los cortes para estudiar la gran cantidadde artículos debidos a la actividad humana: entre la indumenta­ria y la caza podemos encontrar numerosas adherencias, como,por ejemplo, el vestido impermeable para la caza de la foca, o lacaza de animales para aprovechar sus pieles como vestimentas;pero tal confusión no puede durar mucho tiempo. Desde haceunos cincuenta años, tanto en Europa como en América, se in­tentan separar las actividades humanas por apartados: vivienda,

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indumentaria, agricultura. etc. El número de dichos apartados escasi invariable: cerca de veinte por lo que se refiere al aspectopuramente material. Estos cortes lógicos son naturales; se da unacuerdo universal sobre su valor, pero el orden de su sucesión estotalmente arbitrario: cada país, cada escuela tiene el suyo; cadatrabajo de conjunto suscita una clasificación apta para estudiarsu carácter. Ya que mi objetivo es describir las técnicas desde sulado más material, he adoptado un orden que difiere bastante delos que se suelen proponer.

Tengo en cuenta, en primer lugar, los medios más elementa­les de los que disponen los hombres: la prension y las percusionesrñültiples mediante las cuales los hombres pueden romper, cortaro modelar; el fuego, que puede calentar, cocer, fundir, secar ydeformar; el agua, que puede diluir, fundir, ablandar, lavar yque, en diferentes soluciones, dados sus efectos físicos o quími­cos, sirve para curtir, conservar o cocer; el aire, por último, quepuede avivar una combustión, secar o limpiar.

Una vez clasificados estos medios elementales, los pondre­mos en movimiento mediante fuerzas: de los músculos huma­nos, de los animales, del agua o dclaire. Fuerzas que no se derro­chan al azar, pues el movimiento se dirige o amplifica mediantepalancas o transmisiones y se economiza mediante el equilibrio.Los transportes, síntesis de fuerzas, asegurarán la manera de lo­grar las materias primas y de difundir los productos.

Dejando claro desde un principio que es la materia la quecondiciona a todo tipo de técnicas y no los medios' o las fuerzas,me he separado totalmente de los datos adquiridos y he adopta­do una clasificación que comienza por las materias sólidas, parallegar de manera progresiva a los fluidos. Los sólidos que nocambian de estado han recibido el nombre de sólidos estables:piedra, hueso, madera; los que adquieren una cierta maleabili­dad, mediante calentamiento, por ejemplo, son llamados sólidossemi-plásticos: es el caso de los metales; aquellos que, maleablesen estado de tratamiento, se hacen duros al secarse o al cocer,son los plásticos: alfarería; barnices, gomas; y, finalmente, losque, en todos los momentos de su estado, son flexibles pero nomaleables se denominan sólidos flexibles: pieles, hilos, tejidos yobjetos de cestería. Los fluidos no dan lugar a subdivisiones, porlo que nos limitamos a señalar que el tipo es el agua y que englo­ban todas las materias que, en estado normal de tratamiento y deconsumo, son líquidas o gaseosas.

Los medios elementales, la fuerza y la materia tienen usos

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generales; su utilización termina en los instrumentos de las técni­cas de adquisición y de consumo. De su combinación sale laflecha, el calzado o la vivienda; en gran medida, están indiferen­ciados en su empleo. Provistos de estas posibilidades de fabrica­ción, abordaremos los objetos tal como los ofrece la investiga­ción.

Todo lo referente a los aspectos sociales, religiosos o estéticosde la vida rebasa los límites de la presente obra, por lo que elestudio se ceñirá, por un lado, a la adquisición de los artículosnecesarios para la vida material: productos animales (caza, pescay cría), productos vegetales (cosecha y agricultura) y productosminerales; y por otro, a su consumo a través de la alimentación,la indumentaria y la vivienda.

A los técnicos les sorprenderá el carácter elemental de la no­menclatura. Habiendo acometido un inventario razonable de lastécnicas, excepto de aquellas que derivan de la evolución indus­trial moderna, el observador se halla en la situación en la que seencontraba la tecnología en Europa a finales del XVIII. El voca­bulario de la Grande Encyclopédie o el del Dictionnaire des Mé­tiers pueden satisfacer, por lo tanto, gran parte de las necesida­des. Por esta razón, me he limitado a emplear sólo el mínimo deneologismos y de términos especializados. Otra preocupación, lade no sobrecargar el texto con nombres extraños, me ha llevadoa evitar (salvo cuando no existe correspondiente en nuestra len­gua) los nombres indígenas, que el lector deseoso de conocerlosencontrará mediante la consulta de las monografias más accesi­bles.

Los límites de la etnología son imprecisos y arbitrarios. Agrandes rasgos, podemos considerarla como el estudio de todoslos pueblos que no han sido absorbidos por la civilización indus­trial: el hecho de estudiar la farmacopea o la cirugía china estaríaenmarcado dentro de la etnología médica: estudiar las mismasmaterias, pero en lo relativo a la Edad Medía europea, pertenece­ría a la historia médica: y estudiarlas en el mundo occidental delsiglo XX es un hecho que pertenece a la medicina simplemente.Sin llegar a afirmar que para un médico chino estos términostendrían que invertirse y que nos encontraríamos ante la etnolo­gía pura, se aprecia cuán flotante es la línea de separación. Alestudiar ciertas técnicas en Extremo-Oriente, por ejemplo la fun­dición, he decidido frecuentemente partir del estado industrialactual (fundición), pasar después al estado artesanal actual (etno­logía), conseguir mediante los textos formas desaparecidas desde

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hace algunos siglos (historia), y terminar con excavaciones pre­históricas (arqueología). La distinción entre la historia (no políti­ca), la arqueología y la etnografia parece que ni siquiera tienesiempre la ventaja de la comodidad.

Otra división corriente es la que se establece entre etnología yetnografía. El etnólogo estudiaría los pueblos en sentido general,mientras que el etnógrafo se interesaría sólo por la descripción delos mismos. En la práctica se dan tantas injerencias mutuas quecada etnólogo es también con mucho un etnógrafo y viceversa.Generalmente, los distintos países han confundido los términosy, en Francia incluso, los mejores autores han llamado etnografiaa lo que se entiende hoy normalmente como etnología. Personal­mente, he procurado quedarme tan sólo con el término de etno­logía. Pero el uso de la palabra etnografia está muy arraigado ycorresponde, para muchos, a datos seguros; por esta razón, melimito a precisar que el contenido arqueológico, histórico o etno­gráfico de este libro conduce sin líneas de demarcación hacia unestudio amplio de las formas de la actividad material del hom­bre, estudio que parece no poder admitir otro calificativo que elde etnológico.

Los hechos que serán examinados a continuación se han to­mado de un gran número de pueblos y de las más diferentesépocas. En cada una de las divisiones técnicas se destaca algúngrupo humano: la Europa medieval y el Oriente se distinguenpor el ingenio en el empleo de las fuerzas mecánicas y de losórganos de transmisión; hay buenos ejemplos de metalurgia enAsia menor, África negra e Indonesia; la alfarería de China yJapón ofrece temas particularmente demostrativos. Cada técnicase fijará en un centro geográfico y una época que permitan a lavez estudiar al máximo la riqueza de los procedimientos y ladifusión progresiva de los productos. Sin embargo, disto muchode pretender la universalidad; he hablado, sobre todo, de los pue­blos que me son más familiares, es decir, aquellos que habitan enel contorno del océano Pacífico: indonesios, chinos, japoneses,ainos y siberianos, así como los esquimales e indios de la costanoroeste de América. Todos ellos ofrecen Una gama bastanterica, se escalonan en estadios de civilización lo bastante variadoscomo para asegurar casi a cada apartado una importante contri­bución de hechos.

Una parte considerable de los objetos que vamos a mencio­nar se halla en París, en los sótanos o en las vitrinas del Musée deI'Homme; así pues, el contacto visual podrá suplir las lagunas de

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las ilustraciones. Un trabajo de este tipo supone una gran partede compilación, pero yo sólo tengo práctica directa en lo relativoa Europa y el Extremo-Oriente templado y el ártico; por lo tanto,podríamos contar con una copiosa bibliografía, pero me he vistoobligado a reducirla por varias razones: son escasos los autoresque han tratado las técnicas desde el punto de vista tecnológico,autores que pienso citar: pero la gran mayoría de los restantes seha limitado a nombrar, describir o a dar alguna informaciónsobre los objetos en algún museo: por ello, dar una referenciapara cada viajero en un libro de tipo general sería absurdo. Atodo ello se añade el hecho de que las fuentes francesas son rarasy que los títulos de obras alemanas, inglesas, chinas, danesas,españolas, holandesas, japonesas o rusas sólo tendrían, para lamayoría de los lectores, un interés de curiosidad tipográfica.

Expreso aquí mi agradecimiento a aquellos que han estimula­do, guiado o secundado mi trabajo: me refiero a Marcel Mauss y aJean Przyluski, cuyos afectuosos consejos me han servido a me­nudo de apoyo: al Centre national de la Recherche Scientifique,que ha asegurado la independencia material de mis trabajos: asícomo a los artesanos, cazadores y pescadores del Pacífico y deFrancia, a quienes debo el poder haberlos emprendido con ciertaseguridad en el terreno práctico.

NOTA.-8e encontrará la explicación de las figuras en el índice de las pági­nas 295 • 309.

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ESTRUCTURA TÉCNICADE LAS SOCIEDADES HUMANAS

El conocimiento del hombre físico está estrechamente ligadoa las ciencias naturales. Desde el punto de vista del paleontólogo,el hombre es un mamífero surgido de la lenta evolución de unaserie de otros mamíferos que lo emparentan hace más de unmillón de años no con los monos (que ya se hallaban diferencia­dos como tales), sino con una serie de primates ya bípedos, perocon el cerebro todavía primitivo '. Como mamífero, el hombreapenas plantea más problemas que el caballo o el rinoceronte,siempre y cuando admitamos que los fósiles colocados uno trasotro para constituir la línea genealógica no son necesariamentelos antepasados directos los unos de los otros, sino un ensambla­je lógico de formas cada vez más antiguas. El estudio no conclu­ye en la creación de un cuadro histérico, sino en una restitución,cuya elevadísima verosimilitud equivale prácticamente a la ge­nealogía real, tornada inaccesible por la escasez de los documen­tos. El intelectual apenas puede contar con documentos que nosean los relativos a la actividad técnica, salvo para las formas másrecientes, tan próximas a nosotros físicamente que el problemasigue en pie. Suponer que los antrópidos primitivos tenían unacierta cohesión social no se apoya de manera fundamental enningún hecho indiscutible: se trata simplemente de un argumen­to puramente lógico fundado en la constatación de que muchosanimales ofrecen un alto grado de cohesión social, en concretolos primates. Lo mismo cabe decir del resto de las institucio­nes.

Así pues, el único testimonio (junto con algunos vestigios de

1 A. LEROI-GOURHAN, El gesto y la palabra. Vol. 1: Técnica y lenguaje, París,Albin Michel, 1964.

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esqueletos) del aspecto propiamente humano de la evolución eslo que queda de las actividades técnicas. ¿Camina dicho testimo­nio en la misma dirección que el de los restos óseos y conoce lasmismas limitaciones? En otras palabras, ¿se puede estudiar undesarrollo paralelo y sincrónico de los hombres y de sus produc­tos, se puede hablar de una evolución continua de las técnicas,construir el marco cronológico de todo ello, hacer historia pro­piamente dicha trazando vías de difusión, estableciendo centrosde innovación, e incluso, quizá, señalando grupos humanos,anónimos pero definidos? Si no se pide más a los objetos que alos esqueletos, se habrá logrado entonces el objetivo: se sabe (enlo referente a todas las culturas que precedieron al homo sapiens)gracias a los útiles de piedra tallada -que son prácticamentenuestros únicos testimonios- que los útiles, en su conjunto,siguieron una línea de evolución progresiva comparable a la quesiguieron las formas humanas, desde los lejanos australantroposhasta los pitecántropos y el hombre de Neanderthal. Cada formade útil, de un período a otro, se presenta como si hubiera tenidocomo ascendiente la forma que la precede. Así como no vemosque un tipo muy perfeccionado de Equido preceda a las formasancestrales de los caballos, no vemos tampoco incoherencia en lasucesión de las obras humanas: los útiles se van encadenando enla escala del tipo en un orden que se muestra, a grandes rasgos,tanto lógico como cronológico. Sin embargo, no hay que perderde vista que la precisión histórica se halla lejos de estar plena­mente realizada; aún faltan los detalles, por lo que hay razonesde sobra, dado que los útiles son millones de veces más numero­sos que los cráneos, para esperar una visión más detallada de loshechos. En menor grado, la tecnología prehistórica o histórica seencuentra en la misma situación que la paleontología. Si supone­mos, para un rasgo técnico cualquiera, series de variaciones dis­puestas cronológicamente, podremos imaginar tres modos de ex­plotación:

FORMAS

d i ' . {ABCDe a sene más antigua A' B' C' D'

. ~. A" B" e" D"la sene mas reciente A'" B'" C'" D'"

En el primer modo no cabe ningún reproche: ABCD, origende A/B/C'D', etc., supone el conocimiento completo de las for­mas Que le hallan entre dos límites del tiempo y en un punto

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preciso; sólo en muy raras ocasiones, la tecnología puede aplicarese modo de explotación a problemas lo bastante generales comopara esclarecer de manera útil la historia humana.

El segundo modo consiste en poner a A como origen de A',A", A"', etc.; aunque parezca idéntico al primero, encierra unafuente importante de errores: la diferencia de evolución entre A yA' es menor normalmente a la diferencia de variación entre A'y B', lo que da lugar, por ejemplo, al tercer modo erróneo: ? (proto­tipo supuesto) origen de A', de B", de C", etc.

Estos tres métodos han sido explotados claramente por lapaleontología, disciplina que puede arriesgarse a trazar árbolesgenealógicos; en lo referente a la etnología, ciertas teorías de con­junto han procedido con menos precisión a causa de la granconfusión de los documentos. Generalmente, nos vemos obliga­dos a suponer un hecho siberiano (A"') como vestigio de unaforma ancestral común a varios pueblos asiáticos (A'B'C...); he­chos bretón, ruso, iraní (A'''B'''C''' ...) como supervivencia de unestado indoeuropeo antiguo (A), lo que confiere a la reconstruc­ción un carácter doblemente hipotético, ya que al margen deerror de las variaciones mencionadas más arriba se añade la atri­bución arbitraria del hecho a una fase cronológica más o menosprecisa.

Esto no obstaculiza de ninguna manera al filósofo que dacuenta de los desplazamientos de formas entre el estadio ABCDy el estadio A"'B"'C'''O'", pero sí paraliza al historiador, quedebe dar cuenta de la posición de cada elemento en el tiempo yel espacio.

No hay que dejarse engañar, por consiguiente, sobre el valorabsoluto de los conocimientos históricos que poseemos acerca delas técnicas humanas. Nuestro caudal se compone de una masaenorme de documentos muy variados (la mayor parte de ellosmuy recientes), que sólo representan la centésima parte de lo quenos haría falta para trazar nuestra historia a lo largo de estos cienúltimos siglos. Por lo que respecta a la segunda mitad del XIX y alsiglo XX, aún nos falta mucho. Del xv al XIX, las informacionesson escasas y se deben en su mayoría a relatos de viajeros nopreparados para una tarea científica. Por lo que respecta a épocasanteriores, tenemos que basarnos en los estudios arqueológicos,fundados en versículos de la Biblia, fragmentos de autores grie­gos o latinos, alusiones chinas, excavaciones en las que se descu­bren esqueletos sin ataúdes o, por el contrario, una tumba sinesqueleto, algunos ladrillos, bronces y sílex. Y con estos materia-

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les ingratos, el etnólogo reconstituye la historia. Tanto si abordaun plano filosófico muy general como si permanece en los lími­tes de un haz que compagine la raza, la industria material y lasmanifestaciones intelectuales o sociales, no se separará casi de larealidad pero no podrá ir muy lejos, pues las aproximacionesseguras se vuelven enseguida muy difíciles. Si trabaja sobre unpunto preciso (la agricultura, por ejemplo) experimentará, por elcontrario, una sorprendente facilidad para abordar progresiva­mente zonas cada vez más amplias, para pasar de un continentea otro; a un mínimo esfuerzo del etnólogo, se le ofrecerá la pers­pectiva dorada de una teoría de conjunto con migraciones e infil­traciones a larga distancia.

Todo esto explica por qué no sabemos gran cosa de la historiade los pueblos, y por qué, en cambio, la ciencia es rica en visio­nes de conjunto sobre las técnicas y las instituciones. Dicha ri­queza va aumentando a medida que nos alejamos de las técnicasmateriales y alcanza su cima en las teorías religiosas o en el fol­klore.

LA TENDENCIA Y EL HECHO

Este doble aspecto llevaría a observar en la actividad humanados tipos de fenómenos de distinta naturaleza: fenómenos detendencias, que se deben a la naturaleza misma de la evolución,y hechos, que se hallan ligados indisolublemente al medio en elque se producen.

La tendencia tiene un carácter inevitable, previsible, rectilí­neo; empuja al sílex que se tiene en la mano a adquirir un man­go, y al bulto arrastrado sobre dos palos a dotarse de ruedas.Dado que el adorno es una tendencia, el hombre se unta conbarro coloreado, siguiendo las líneas naturales de su cuerpo: nodebe extrañar el encontrar en los extremos del globo los mismosdibujos por las piernas o alrededor de los pechos; se pone, inevi­tablemente, adornos alli donde los pueda colgar y se clava espi­nas o varillas de hueso en el lóbulo de las orejas, en los labios oen las narices, porque en estas partes se ven mejor y, además,todo ello se puede realizar sin demasiado dolor, derrame de san­gre o molestia anatómica. La presencia de piedras da origen a unmuro, y la construcción del muro provoca la palanca o el aparejo.La rueda trae consigo la aparición de la manivela, la correa detransmisión y la desmultiplicación. En el terreno de las tenden-

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cias son posibles todas las extensiones: cuando un vecino lleva aun pueblo el grado de perfeccionamiento que sigue en el ordenlógico al estado en que se encuentra dicho pueblo, éste lo adoptasin esfuerzo, y e! etnólogo, sin telón histórico, no puede sabercon seguridad si se trata de un invento local o de un préstamoreciente o milenario.

El hecho. al contrario que la tendencia, es imprevisible y par­ticular. Es en igual medida el encuentro de la tendencia con milcoincidencias de! medio, es decir, la invención y el préstamopuro y simple de un pueblo a otro. Es único, inextensible, es uncompromiso inestable que se crea entre las tendencias y el me­dio. La forja, por ejemplo, es un compromiso esencialmenteplástico entre las virtualidades inutilizables en la práctica: el fue­go, el metal, la combustión, la fusión, el comercio, la moda, lareligión y así, progresivamente, hasta e! infinito. La permanenciade la actividad metalúrgica es posible gracias a la realidad inde­pendiente del tiempo y del espacio de todos estos factores inma­teriales. La evolución es el tiempo que experimenta el equilibriodel compromiso expresado por el hecho «Forja».

No existe una tendencia «Forja», sino un hecho que se pre­senta como universal en la medida en que se reúne un mínimode tendencias simples para producir una industria metalúrgica.Entre los extremos del tiempo y del espacio, entre la forja de losegipcios y la de los malayos existen relaciones en la medida enque las tendencias se unen de manera idéntica: encontramos unadiversidad creciente a medida que se van añadiendo rasgos se­cundarios; diversidad que desemboca en la forja sudanesa o delos tungusos, y, en definitiva, en la forja de cualquier artesano decualquier pueblo.

La tendencia y el hecho son las dos caras (una abstracta y laotra concreta) del mismo fenómeno de determinismo evolutivo,que será tratado de nuevo al final de este volumen. Ya que laevolución marca por igual al hombre físico y a los productos desu cerebro y de sus manos, es normal que el resultado de conjun­to se traduzca en el paralelismo de la curva de evolución física yla curva técnica del progreso'. La tendencia implica en sus resul­tados tanto el invento local como el préstamo realizado entrepueblos muy distantes (piénsese en los portugueses y holandesesque en el siglo XVI llevaron directamente desde Europa hasta el

2 A. LEROI-GOlrRIlA~. HI gesto .1' la pa/ahra. Vol. I: Técnica .l' lenguaje, París,Albin Michel, 1964. Cf. figs. 64. 65. 66 Y77.

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Japón algunos objetos que, en cuatro siglos, han llegado a serpropiamente japoneses), la tendencia autoriza, en el plano filosó­fico, una restitución del movimiento progresivo, pero no puedeir más allá ni permitir una reconstrucción histórica exacta. Éstasólo puede surgir de la continuidad de los hechos en el espacio yen el tiempo. Mucho más prosaica y menos espectacular que latecnología de las tendencias, la recopilación de los hechos (esindispensable reunir muchos para que sean continuos) puede porsí sola hacernos abordar el problema de los orígenes y trazar víaseventuales de difusión.

Esto no significa, sin embargo, negar la realidad de todos losconstructos históricos. Existen hechos innegables de filiación; elespecialista puede descubrir fácilmente en una serie de armas ode útiles solamente las huellas seguras de las relaciones que unie­ron a un grupo de pueblos, pero toda reconstitución de este tipoimplica algunos riesgos y únicamente adquiere un auténtico va­lor cuando otros especialistas, a partir de series muy distintas,han llegado a las mismas conclusiones.

Los GRADOS DEL HECHO

Sólo puede ejercerse un control sobre hechos que estén bienpreparados y agrupados en haces lo más sustanciales posible. Es­tos haces esclarecen tanto mejor la historia de los pueblos cuantomás diferentes son los temas de que se componen (a falta depoder englobar la totalidad de la actividad del pueblo estudiado).Tomar como campo de estudio los utensilios agrícolas, la econo­mía agraria o la morfología rural supone ya contar con un instru­mento de investigación útil. Hacer esto con varios grupos me­diante los cuadros establecidos conjuntamente sobre las otrastécnicas de fabricación y de adquisición proporciona una serie deimágenes multidimensionales, cuya confrontación, si bien nosiempre permite establecer la historia de las relaciones de losdistintos grupos, al menos sí delimita claramente los problemashistóricos. Teniendo en cuenta que aún nos hallamos ante laimposibilidad de dar para cada pueblo un cuadro completo quepermita hacer comparaciones infalibles, me inclino por este se­gundo método que no dificulta el desarrollo de la especialidad yque mantiene lejos las tentaciones demasiado agradables de crearfrescos monumentales.

El control, como ya hemos dicho, solamente puede ejercerse

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sobre hechos bien dispuestos; así como un animal sólo puede serconocido y clasificado con precisión cuando se le ha disecado ypreparado en el laboratorio, el hecho únicamente puede adquirirsu valor cuando sus detalles son visibles. Al no ser aplicable elmétodo de los haces de hechos más que a pueblos bien conoci­dos, toda investigación comienza por el estudio de los hechosaislados. Se puede dar a estos hechos aislados el suficiente cuerpopara tratarlos individualmente como haces poniendo de relievesus caracteres accesorios: comparar cepillos o limas provenientesde diferentes pueblos sólo resulta provechoso si se realiza paracada objeto una lista que parta del rasgo dominante (cepillo olima) y se extienda a los caracteres más importantes (madera ometal a tratar, hoja de hierro o de piedra) y, después, a los deta­lles más particulares (fijación del mango, ligaduras, sentido sim­bólico del útil). Las piezas aisladas de una misma serie adquierenentonces un valor comparativo real, y se obtiene la mejor pruebacuando se constata que las series ya no van a cubrir el globoterrestre por entero, sino que van a inscribirse sencillamente enzonas bien delimitadas. Una vez que se ha llegado a tales resulta­dos, se constata que los hechos presentan grados de valores dis­tintos y que no son los caracteres del primer grado, generalmenteligados a la tendencia, los más interesantes, sino aquellos delsegundo y tercer grado, propiamente ligados al pueblo o grupo depueblos de los que ha salido el hecho estudiado.

Para ilustrar el procedimiento, tomemos el ejemplo del pro­pulsor (figs. 1 a 9), simple plancha o varilla terminada en ungancho o en un ojillo cuya finalidad es alargar el brazo del lanza­dar' cuando arroja lanzas o arpones. Su hechura es uniforme ysencilla: todos los tipos tienen un extremo para la prensión, unextremo en el que se apoya el arma y un cuerpo más o menosalargado. Además, su mecanismo es invariable; porque nos ha­llamos en las mejores condiciones para observar por grados lascaracterísticas particulares de cada forma:

Primer grado. Instrumento destinado a aumentar la fuerza depropulsión de un arma arrojadiza. Se sujeta por un extremo conla mano derecha; el otro extremo se apoya en el arma que se va alanzar (ABe).

Distribución. Europa en la Edad del Reno, la Australia y Me­lanesia actuales, la América ártica actual y la América precolom­bina.

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2.o grado / 3." grado / 4." grado / 5." grado

2

~--~

e) plancha sub-rectangular con ganchos y acanaladura: América:sin huellas de dedos: México (4),con anillos para los dedos: Estados Unidos (4'),con huellas de dedos: esquimales occidentales y centrales,

costa noroeste;plancha estrecha: esquimales occidentales, costa noroeste:

huellas simétricas: costa noroeste (5),bordes paralelos: sur de Alaska (6),huellas profundas: norte y centro de Alaska(7);

plancha ancha: esquimales centrales y orientales (8);gancho sustituido por un ojillo: esquimales orientales (9).

A) varilla cilíndrica terminada en un gancho: Europa en la Edad delReno, Melanesia y Perú:

los propulsores de la Edad del Reno, conocidos de maneraincompleta, resultan inutilizables más allá del 2.° grado,

apéndice de apoyo para la mano: Perú (l),apéndice de apoyo para la lanza, acanaladura: Melanesia (2);

B) plancha ovalada con gancho y pomo: Australia:plancha ovalada muy ancha: Australia occidental (3),plancha ensanchada hacia el pomo: Australia septentrional

(3'),plancha ensanchada hacia el gancho: Australia meridional

(3");

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8

9

Solamente se han realizado las subdivisiones hasta el quintogrado para lo relativo al propulsor estrecho con huellas, con ob­jeto de no alargar inútilmente este cuadro; esto basta para indicarel mecanismo de individualización progresiva de los hechos. Heagrupado los materiales de este libro mediante su aplicación ycon el mínimo de intervención personal. Aunque ya no debamencionar el procedimiento más que incidentalmente, éste sub­yacerá en todas las divisiones propuestas en la serie. Si seguimoslas etapas de la progresión, podremos constatar que, en el primergrado, el propulsor se muestra como un hecho prácticamenteuniversal, puesto que abarca Europa, Australia y América, y seextiende desde la Edad del Reno hasta el siglo xx. Ateniéndonosa esto, se podrían establecer muchas relaciones históricas.

Segundo grado (creo que es el primer estado utilizable). Sedibujan en él centros bien delimitados, tales como la Europaprehistórica, Australia y América. Mientras que el primer grado

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JERARQUÍA DE LAS TÉCNICAS

función: martillo, arpón y propulsor: esta enumeración implicala identificación del primer grado del hecho con la tendencia, yaque corresponde estnctamente a divisiones lógicas de la activi­dad humana. Podemos exponer las relaciones de conjunto en uncuadro:

La insistencia con que se presenta el problema de los orígenesa la consideración de los autores obliga a mantener la atencióndespierta. Es cierto que hemos encontrado un vicio de construc­ción: el teórico pasa inconscientemente del suelo movedizo delos hechos al terreno en apariencia sólido de la construcción lógi­ca de las tendencias. Dentro del montón de hechos de toda clasede proveniencias, elige y ordena según el rigor que se haya pro­puesto, rastrea la ruta de un atuendo a través de los siglos can laesperanza de conseguir un núcleo de formación. Si realiza elestudio de varios pueblos, aquel que haga uso de útiles de piedrale parecerá el más cercano al origen que aquel otro que se sirva

Una vez hecha esta constatación, está justificada nuestra des­confianza con respecto al valor histórico del primer grado delhecho: lo que depende de la tendencia, es decir, los cortes quenuesta lógica realiza por comodidad en las actividades de loshombres, sólo se halla unido al medio, o sea a la sustancia histó­rica, por el único lazo que supone una palabra. Este primer gradotiene un poder total cuando se trata de ordenar los hechos porcategorías; su valor arquitectónico es importantísimo. Lo em­plearemos en este libro, que no es más que una proyección lógicadel ovillo desconcertante de los hechos observables en cada pun­to del tiempo y del espacio. Pero me abstengo de antemano dehacer ningún tipo de constructo histórico.

HECHO

I

con punta de hueso y flotador devejiga

OCéan1o Pacífico,esquimales de Alaska

I iI.crgrado 2.° grado 3.cr grado 4.° grado

I2.° grado

un ARPÓNI I

Ien todo el mundo

TENDENCIA

Il ." grado

matar a un animalmarino con

sólo señala una tendencia realizada (la de aumentar la fuerza depropulsión de un arma mediante el alargamiento artificial delbrazo humano), el segundo grado limita ya zonas geográficas. Sise quiere sacar desde ahora relaciones históricas entre los centros,es necesario acudir a un haz de hechos nuevos tomados de losgrados siguientes.

El cuartogrado (siempre que la información sea suficiente, sepueden añadir otros). Permite la descripción detallada del hechoy su fijación en un grupo reducido; puede señalar el rastro de lasrelaciones tenues entre los hechos del tercer grado. Es muy raroque, a partir del cuarto grado, los hechos sobrepasen el marco dela tribu o de la confederación de tribus: esto sólo.se suele produ­cir con los objetos de intercambio, como las ollas de piedra de losesquimales, las guarniciones de sables japoneses que se infiltra­ron como adornos por toda la costa septentrional del Pacíficohasta Alaska, las armas de fuego y, en general, todos aquellosobjetos que sobrepasen las posibilidades de la fabricación local.

Es inútil insistir sobre el peligro que supone para el porvenirde una teoría el empleo de los hechos en el primer grado; estecaso es bastante"raro, sólo algunos teóricos han podido desarro­llar, con documentos tan frágiles, teorías monumentales sobre lapoblación general del globo. Es menos raro ver islotes de hechosen los grados segundo y tercero, reunidos mediante puentes dehechos en el primer grado: es el artificio lo que permite soldarentre si a dos pueblos que gustaría ver relacionados histórica­mente.

Observamos que el primer grado del hecho corresponde a su

El tercer grado es el de los grandes cortes dentro de los gruposétnicos. Las principales divisiones de las tribus australianas sematerializan en las variaciones del propulsor al oeste, norte y surde su habitat. Entre los esquimales, los dos tipos, propulsor detope y propulsor con ojillo, marcan perfectamente la separaciónde los grupos orientales y los occidentales. Los propulsores de laAmérica india, que desaparecieron antes o poco después del Des­cubrimiento, apenas son conocidos, por lo que no se puedensacar enseñanzas muy detalladas más allá del tercer grado. Lasbuenas descripciones realizadas por los viajeros permiten, sinembargo, trabajar sobre series bastante interesantes en este gra­do, que ofrece ya un control importante a la hora de realizarconstructos históricos.

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del bronce, y aquel que emplee el hierro será, según él, másreciente que los demás. Observando en el mapa que los másrústicos se hallan circunscritos en las regiones desfavorecidas ylejanas, marcará límites, círculos concéntricos, cuyo centro será,para él, el origen. Si se ha aplicado tantas veces un ordenamientode los hechos como éste, ¿no tendrá parte de verdad? Una vezmás, debemos tomar de la paleontología los elementos de com­paración. Al margen de toda noción sobre la evolución de losanimales extinguidos, la zoología había señalado un marco lógi­co que se extendía del invertebrado al pez, al batracio, al reptil yal ave para terminar en el mamífero y, con él, en el hombre. Sóloen un siglo, la paleontología ha dado a la zoología un caudalinmenso de seres clasificados, no ya lógicamente, sino histórica­mente; desde los estratos más profundos de la' era primaria alsuelo superficial. Ahora bien, la progresión histórica de estos se­res sigue con bastante fidelidad la clasificación lógica: los inverte­brados preceden a los peces, los batracios surgieron antes que losreptiles, las aves y los mamíferos aparecen tardíamente, y el últi­mo es el hombre. Cuando Cuvier, antes de 1812, formulaba elprincipio de la correlación «la forma del diente entraña la formadel cóndilo; la del omoplato entraña la de las uñas, así como laecuación de una curva entraña todas sus propiedades...», estabaconstruyendo, basándose en la lógica pura, una ley de tendenciaa la que, no obstante, los hechos aportaron innumerables confir­maciones. ¿No es comparable a esto lo que nosotros sabemosacerca del pasado de la humanidad? Indiscutiblemente, la piedralabrada precedió a la piedra pulida, el bronce siguió al cobre, y elhierro es un producto tardío, apenas prehistórico.

Ciertamente, vemos cómo los peces han ido atravesando to­dos los períodos, desde el primario hasta la época presente, sinvariar lo más mínimo; pero también hemos visto cómo surgeninvertebrados mucho tiempo después de la aparición de losmamíferos; la ya citada mandíbula de zarigüeya deberia ir acom­pañada de todos los caracteres anatómicos de los marsupiales;sin embargo, también conocemos vertebrados que no tienencóndilo, el cual deberían tener dados sus dientes, y cuyo omopla­to no está en armonía con las uñas. El primer útil conocido es elguijarro labrado; los australianos que aún lo utilizan parecen pri­mos hermanos de esos peces que nos han dejado el testimonio detiempos inmemoriales, pero conocemos pueblos que han tenidochozas y que, por indigencia, han vuelto al simple cobertizo; quehan poseído metales y que, sin embargo, han regresado al hueso;

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que han tenido cuchillos de piedra y los han sustituido por hojasde madera. Así pues, es necesario rendirse ante la evidencia: lasprobabilidades que tenemos de reconstruir la historia son írriso­,;as, pues a pesar del aumento de los descubrimientos, la mayo­na de los testimonios de la vida de nuestros ancestros ha desa­parecido irremediablemente. Nos sobrarán materiales para con­firmar las líneas generales de las construcciones lógicas, podre­mos distinguir a grandes rasgos la sucesión de los estados técni­cos cadavez más perfeccionados, daremos una fecha probable dela apancion del hom bre; pero no podremos reconstruir con deta­lle el dehcado entramado de los movimientos que marcaron elperíodo más largo de nuestra historia, entre el comienzo del cua­ternano y la edad de los metales. El interés de nuestra tareareside, no obstante, en la investigación de esas líneas casi desdi­bujadas; en bastantes casos, en lo relativo a los tiempos másrecientes (desde finales de la Edad de Piedra en Europa) podre-mos llegar a aproximaciones alentadoras. '

Se puede conseguir mucho de un documento. incluso estudia­do de manera aislada, se puede leer en él las cosas más interesan­tes sobre su autor o sobre esas grandes verdades humanas queson las tendencias, Con algunos hechos colocados con tino en laescala del tiempo, se puede esclarecer bastante la historía; pero esnecesano aguzar todo el ingenio para descubrir en torno a cadahecho testimonios accesorios que ayuden a probar cómo todoslosdocumentos examinados pertenecen a la misma corriente his­tónca. Este tipo de testimonios se da casi siempre; se puede orde­nar su explotación una vez que se haya llegado a atribuirles sud~!,ominación y cualidades exactas. Este trabajo de denomina­cron depende por entero de las ten dencías de la lógíca, ya quetoda ctencia se funda en este único instrumento, del cual disponenuestra mente para dividir el universo; hay que emplearlo a fon­do para catalogar con precisión los hechos y, después, abando­narlo para siempre con objeto de agrupar los mismos hechos encuadros de historia'. Los capítulos siguientes están dedicados aeste trabajo preliminar. Probablemente, darán la impresión deque se limitan a exponer los elementos de una historia sin abor­darel mejor; bastará en ese caso con ver la obra entera como lacrítica de un gran libro, cuyo autor todavía no ha nacido. Asípues, ¿qué debemos entender por jerarquía de las técnicas? Hace

3 Es el segundo aspecto de esta investigación el que hemos intentado ilustrar,fundamentalmente en «Arqueología del Pacífico norte».

JJ

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mucho tiempo que investigadores como Lucien Febvre han sa­cudido al edificio anticuado de los pueblos que de cazadorespasaron a ser pastores y luego agricultores, en una progresiónque es una hipótesis tan teórica que apenas encuentra confirma­ción en la realidad. Existen estados muy complejos: muy pocosgrupos pueden ser considerados como esencialmente cazadores,pescadores, pastores o agricultores; ninguno vive exclusivamenteen uno de estos estados simples. Por lo tanto, no es esa la divi­sión sobre la que hay que basarse.

Es más bien sobre la cuestión de lo «primitivo y lo civilizado»sobre lo que conviene tratar de nuevo. Son conceptos tan cómo­dos, tan atractivos, que los especialistas los emplean constante­mente, aunque lamentándose de su inexactitud. Podríamos decirque la jerarquía es el doble contraste histórico y geográfico de lospueblos. Sería una especie de mapa temporal en el que se veríadentro de un mismo color a todos aquellos que labraban guija­rros desde el principio de los tiempos hasta el siglo XIX, a todosaquellos que guardaban manadas, etc. Una representación seme­jante tiene gran valor, pues pone en su lugar, en el tiempo y elespacio, cada documento; sería incluso el instrumento de trabajoideal, comparable a la interrelación de la palezoología y la zoolo­gía actual. Pero está contagiada de dos vicios: no se puede seguirun tema técnico o sociológico desde sus principios hasta nuestrosdías sin caer en tremendas lagunas tanto en el tiempo como en elespacio; no siempre se sabe a qué unidad antropológica pertene­ce un documento antiguo, y muy frecuentemente se ignora launidad política o social a la que se refiere. Sin embargo, es elmétodo que permitiría afirmar que la agricultura precedió, siguióo fue coetánea de la recría; el método por el que se podría decirque un determinado pueblo actual se halla mucho mejor provis­to técnica, estética o socialmente que cualquier otro'. Se puedetener la convicción de que las verdaderas cuestiones históricas seplantean gracias a una paciente acumulación de hechos sobre losmapas; pero nosotros apenas estamos autorizados para resolver­lo, y si yo propongo aquí algunos términos, ello se debe a queson indispensables como Símbolos, como resúmenes que econo­mizan constantes definiciones.

Podemos desconfiar de todas esas divisiones culturales admi­tidas y tratadas, sin embargo, desde hace un siglo. La humanidad

4 Este punto de vista ha sido desarrollado en Técnica y lenguaje, capítulo V,pág. 205.

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tomada en cualquier momento de su evolución implica toda unaserie de etapas. Aún existen pueblos que desconocen el arte defundir el hierro, otros que sólo cuentan con la rueca para hilar,que carecen de arado o bestias de tiro. El error comienza en elmomento en que se hacen pequeños paquetes con todos aquellosque poseen o no, determinado grupo de rasgos técnicos o religio­sos y en que se establecen relaciones; sin embargo, a todos losinvestigadores se les ha pasado por la mente que entre el austra­liano y el árabe hay una distancia que parece una progresión.Incluso abandonando la idea de progresión, que puede llevar aequívocos, queda (en el terreno estricto de las técnicas materialesque ahora nos ocupa) una jerarquía auténtica, en la que las divi­siones son variables, pero la enumeración permanece casi cons­tante. Podemos fijamos, por ejemplo, en la agricultura y consta­tar que los neocaledonios o los peruanos, con sus coas, palospara excavar el suelo, están peor equipados que los negros deÁfrica con la azada; que éstos tienen un material menos eficazque los árabes o los chinos con el arado sin ruedas, y que loseuropeos están más avanzados que todos los pueblos menciona­dos gracias al arado con ruedas. Podemos proceder de igual ma­nera en lo relativo a los tejidos, la metalurgia, la alfarería, la cazao la navegación; se dan contradicciones, verdaderos «salvajes»que cuentan con mejores utensilios que nosotros para una tareamuy determinada, pero las variaciones generales de las listas sonconstantes. No hay técnicas sino conjuntos técnicos regidos porconocimientos mecánicos, físicos o químicos generales. Cuandose ha conseguido el principio de la rueda, se puede llegar tambiénal carro, a la rueda de alfarero, al torno de hilar o al torno paramadera; cuando se sabe coser, no sólo se puede tener un vestidode una forma determinada, sino también vasos de corteza cosida,tiendas cosidas o canoas cosidas; cuando se sabe conducir el airecomprimido, se puede tener la cerbatana, el encendedor de pis­tón, el fuelle con pistón o la jeringa. Vistos de este modo, agrandes rasgos, existen pueblos que no son ni específicamentecazadores ni pastores o agricultores pero que están más o menosequipados. Se trata de encontrar, pues, términos que no tenganun significado formalmente histórico o geográfico, que no tomenen manos de teóricos demasiado hábiles un color de evolucióntécnica. El procedimiento más simple sería hablar de estados téc­nicos A, B, C, D, dividiendo la lista de los pueblos en cuatro ocinco partes; pero es bastante incómodo y está envuelto de unafalsa apariencia científica que nuestra jerarquía no puede permi-

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tir. Así pues, yo propongo cinco términos de estados: muy rústi­co, rústico, semi-rústico, semi-industrial e industrial; bien aclara­do que dichos términos no designan estados determinados por laconcordancia absoluta de sus detalles. Me guardaré incluso dedar una lista de los pueblos que se incluyen en estas divisiones,pues en los márgenes se pasa de un estado a otro sin discrimina­ción. Se podrá decir, por ejemplo, que los australianos son muyrústicos o que los esquimales son rústicos porque su imperfec­ción técnica no les permite trabajar los metales; en otros aspec­tos, serán calificados' de semi-rústicos porque en determinadocampo hayan llegado lo bastante lejos como para merecer esetérmino. Los negros de África serán semi-rústicos porque cono­cen el trabajo de los metales aun sin tener equipos mecánicosimportantes. Estas tres primeras divisiones indican los estadospre-industriales. China, India y el mundo islámico serán conside­rados como semi-industriales por analogía con la Europa medie­val, época en la 'que los conjuntos mecánicos sólo se servían demedios de acción material poco importantes. El término indus­trial, finalmente, se aplica a lo que llegó a ser el estado medievalde Europa desde el xvn al XIX. De esta manera, se dispone, sinesfuerzo, de un gran comodín del que no habrá que abusar peroque será útil para tornar en términos vagos lo que se conozcamuy vagamente, guardando así a la etnología el tinte de rustici­dad del que todavía no se ha desprendido'.

s Estos términos (rústico, semi-rustico...) nunca me han convencido. Sonpoco apropiados por dos razones: «rústico» connota un juicio de valor estético,mientras que «industrial» señala un estado socio-económico: por lo tanto, ni unoni otro tienen relación directa con la tecnología. Si se considera toda la serie demis trabajos y en particular El gesto y la palabra. se comprenderá por qué seimpusieron inconscientemente en esta primera obra los dos valores parásitos deestética y de socio-economía: el nivel de tecnicidad es potencialmente equivalen­te en todos los hombres; así pues, sólo hay una «jerarquía» socio-económica.Insuficientemente estudiado en su época, este hecho justificaría un cuadro clasifi­catorio tecnológico y socio-económico simultáneamente, cuadro que no pode­mos desarrollar en las páginas presentes. Da por sentada la relación entre ladisponibilidad técnica y la adquisición alimentaria (ef. El gesto y la palabra,vol. 1: Técnica ~' lenguaje, cap. V) y da por definidos los diferentes niveles deintercambio de 'los productos fabricados (conyugal y familiar, en diferentes gra­dos: intra e interétnico) así como la naturaleza de las contrapartidas correspon­dientes a los objetos intercambiados. Ahora bien, en un mismo grupo puedencoexistir varios sistemas: desde el simple intercambio informal entre cónyugeshasta el artesanado remunerado. Por consiguiente, es preferible llevar más allá dela sistemática puramente tecnológica una clasificación de los fabricantes.

Puesto que dicha clasificación no puede ser puramente tecnológica, antes que

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hacer girar la definición sobre un juicio de valor (rusticidad) es mejor tomarcomo eje un término socioeconómico que implique, al menos, una parte de lasconsecuencias tecnológicas. Creo que el eje mencionado corresponde al artesana­do, en un sentido amplio, es decir, a un estado social en el que algunos indivi­duos dedican su tiempo a técnicas de fabricación (metalurgia en particular); estetiempo les es compensado por una contrapartida en especie o en metálico corres­pondiente a la imposibilidad de adquisición alimentaria que resulta de su activi­dad de fabricación. La noción de artesanado hace intervenir a la sociedad globalen el plano de las instituciones sociales y de las operaciones económicas simultá­neamente: los grados progresivos de complejidad social tienen como corolario (ycomo elemento del componente) la liberación gradual del tiempo de fabricaciónde los individuos especializados. Es exactamente llevar a la «jerarquías técnica alnivel del medio favorable (véase t. ll, caps. VIII y IX) y comprender que el «gru­po técnico» no puede ser separado del conjunto de la sociedad. A este respecto, sepueden considerar las siguientes divisiones:

- preartesanal: la sociedad no distingue, en el plano de la fabricación, aalgunos de sus miembros y, al menos teóricamente, todos los individuos (porparejas) pueden asegurar la parte de fabricación que corresponde a sus necesida­des fundamentales. Dicho término se ajusta más que «muy rústico» a los caracte­res que quise definir cuando escribí este capítulo por primera vez.

- proto-artesanal: sin dejar de asumir la parte mayor de su producción ali­mentaria, uno o algunos individuos fabrican objetos que forman parte de lasnecesidades fundamentales del grupo. Esto último asegura la compensación, ge­neralmente en especie. Protoartesanal podría sustituir a «rustico», pero a partir deeste punto las dos terminologías sólo se recubren parcialmente.

- artesanal aislado: en este nivel los individuos se convierten en especialistasde tiempo completo (lo cual no excluye algunas actividades de adquisición ali­mentaria pero hace que este nivel pase a un plano menor). Queda muy reducidoel número de artesanos, los cuales se hallan incluidos individualmente en el gru­po.

- artesanal agrupado: los artesanos forman cuerpos: están agrupados porunidades de producción, en un sector ciudadano adecuado para ellos, o bien, enciertos casos, en los pueblos, como sucede con los alfareros. Se distinguen de losproto-artesanos rurales, que pueden -por lo que respecta a la totalidad del pue­blo- dedicar una parte de su tiempo a la fabricación y el resto a los trabajos deproducción alimentaria.

- industrial: los individuos se hallan agrupados jerárquicamente en el senode una empresa de medianas o grandes proporciones, cuyos medios de acciónson externos con relación a los ejecutantes.

Es evidente que estas categorías son permeables entre sí, en un doble sentido.En un grupo que ha llegado al tipo artesanal aislado o incluso industrial, algunoshechos de fabricación permanecen en el conjunto de los individuos diferenciadospor sexos (la costura y la cestería, en la mayoría de los casos). Lo mismo sucedeen los casos de transición entre los tipos como el de los artesanos aislados en unacolectividad rural; pero que constituyen, en ciertos planos, un agrupamiento conotros artesanos aislados de las colectividades cercanas.

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MEDIOS ELEMENTALES DE ACCIÓNSOBRE LA MATERIA

Antes de abordar las técnicas como conjuntos destinados a lafabricación, a la adquisición y al consumo, es necesario ordenarlas acciones que pueden ser comunes entre sí, puesto que aga­rrar, golpear, cocer, humedecer, ventilar o apalancar pueden apli­carse a los procesos más variados. Estos «medios elementales»son significativos en sí mismos: por ejemplo, el hecho de tallar lamadera con un cincel golpeado con un martillo corresponde aun determinado estado de evolución técnica, diferente de aquelotro en que, para hacer el mismo trabajo, se emplea la azuela.

Los medios elementales son, en primer lugar, las prensionescon los distintos dispositivos que sustituyen la acción directa dela mano; después, las percusiones, que caracterizan la acción enel punto de encuentro del útil y la materia y, finalmente, loselementos que extienden y completan los efectos técnicos de lamano, a saber el fuego, el agua y el aire. Los útiles, en su parteactiva, son estrechamente solidarios del gesto que los hace mo­verse: fuerza motriz y transmisión, que se estudiarán al final delcapítulo.

LAS PRENSIONES

Las operaciones realizadas con la mano sin más desempeñanun papel preponderante en ciertas técnicas como la cestería; in­tervienen de manera notable en algunas formas de tejeduría o dehilatura, y forman parte de los trabajos en cadena más variadospara agarrar, torcer, estirar, presentar la materia ¡¡, la acción delútil o sujetar los elementos de una ensambladura. Los diversosmodos de acción de la mano en su papel prensar pueden clasifi-

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carse en cuatro categorías de gestos: enganchar con los dedos,coger como si los dedos fuesen pinzas (prensión interdigital),agarrar, empuñar con la mano abierta (prensión dígito-palmar)y contener con las manos en forma de cuenco. Una de las carac­terísticas más sorprendentes de la evolución humana es la libera­ción, gracias al útil, la sustitución de los útiles naturales por úti­les artificiales amovibles y más eficaces. Desde los primerostestimonios de actividad técnica, las acciones de martillear, cor­tar o raspar se materializan mediante herramientas (1), pero nose sabe nada sobre los sustitutos eventuales de la mano en sufunción prensara: objetos como el palo agujereado (117) sugierenla existencia de objetos de prensión, pero no con anterioridad alPaleolítico superior, es decir, hace treinta mil años. Por lo tanto,prácticamente todos los ejemplos pertenecen a los tiempos histó­ricos.

Los medios elementales de prensión corresponden a gestosexteriorizados, y, por esta razón, su clasificación será retomadaen la división «fuerza motriz y transmisión» (pág. 79). Nos limi­taremos ahora a ordenar sus caracteres generales. Implican lasacciones manuales propiamente dichas y los aparatos cada vezmás apropiados que han venido a sustituir a los movimientosnaturales de la mano para enganchar, coger a modo de pinzas,agarrar y contener. Podrá parecer arbitrario el hecho de ver en elanzuelo un sustituto del dedo con gancho o en el tornillo deArquímedes un desarrollo de dos manos unidas en forma decuenco. A veces, como en el caso de las fibras torcidas, por ejem­plo, se conocen todas las formas que se extienden desde la accióninterdigital hasta la rueca; o en el caso de las maderas plegadas,que pueden citarse ejemplos, unos tras otros, desde el asta delanza enderezada entre las manos y los dientes hasta las máqui­nas con torno para alabear las maderas gruesas (152 y 356), desuerte que si queremos afirmar que se trata de un cuadro lógico yno de una reconstrucción histórica, parece que esas categoríasson defendibles. Podemos hablar, igualmente, de las distintas ca­tegorías de acciones: levantar un peso mediante una polea conun gancho podría ser incluido bajo el título de «asir» o bien bajoel de «enganchar». El principio que se sigue es el de considerarlas polivalencias eventuales del dispositivo: el objetivo de unapolea de pozo es mover los recipientes para sacar agua, figurará,por lo tanto, bajo el título de «contener»; el mismo dispositivocolocado en un granero tiene la finalidad de recibir en el ganchoun nudo corredizo que hará subir sacos de grano, y será estudia-

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do bajo la denominación «asir»; y llamaremos «enganchar» a lafunción realizada por una grúa de múltiples usos.

Enganchar se refiere a las acciones que emplean, con diferen­tes fórmulas mecánicas, un órgano curvado en contacto directocon la mano (un gancho, por ejemplo) o un objeto prolongado demanera que quede distante de la mano (una gafa). Las accionesmanuales sin oposiciones del pulgar pertenecen a esta categoría,así como los aparejos de levantamiento en los que el elementoactivo es un gancho. Los anzuelos (1. Il, 770-788) y los diferentesórganos a los que van fijados pertenecen también a la misma ca-tegoría. .

La presión interdigital engloba operaciones como la cestería oel trenzado. La tejeduría ofrece todas las gradaciones del desarro­llo mecánico, desde los hilos levantados manualmente hasta losdispositivos con varias filas de lizos que sustituyen a los dedos encombinaciones cada vez más complejas. Las pinzas destinadas acoger cosas finas, como es el caso de las pinzas o las conchas paradepilar, los palillos para comer de Extremo Oriente o las tenazaspara manipular el fuego o las piedras calientes forman parte tam­bién de la categoría mencionada. Una parte importante la inte­gran los dispositivos de torcimiento: desde las fibras enrolladasentre los dedos o en el muslo hasta el huso, la rueca y los distin­tos torcedores de cordelería (434 y 449).

Asir abarca las acciones dígito-palmares que intervienen entodas las técnicas cuando hay que inmovilizar o desplazar. Losobjetos que pueden sustituir a la mano son muy numerosos ytambién ellos pertenecen a las técnicas más variadas. Se extien­den desde los guantes o los dediles de segador con hoz (1. Il, 831),hasta los órganos de animales de caza o de pesca como el halcón,el perro o el corvejón, o bien de animales de trabajo como elelefante. Comprenden igualmente dispositivos para asir comoson las lazadas, los lazos y las trampas con sujeción o con peso (1.Il, 791-796). Las pinzas, los tornillos de presión y las trabas parainmovilizar constituyen otra serie de dispositivos de agarre aligual que la mayoría de los tornos, aparejos y grúas.

Contener: Se aplica a una categoría de objetos cuya funciónes hacer posible el manejo de los cuerpos líquidos o de los cuer­pos parecidos a los fluidos, como es el caso de los granos. Coneste título pueden estudiarse todos los recipientes de corteza, ho­jas, madera, barro o metal (véase fluidos, alimentación, en Elmedio y la técnica). También podemos incluir los aparatospara sacar agua, palas, cubetas de regadío (560), balancines de

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pozos, ruedas elevadoras, así como la noria y el tornillo de Ar­químedes. Por último, podemos considerar como pertenecientesa esta misma clase los dispositivos para encerrar animales vivos:trampas de recipiente, nasas, cercados y jaulas.

Los dispositivos de prensión aún pueden subdividirse en doscategorías más, en función de la relación prensión-traslación. Po­demos incluir en la primera categoría los dispositivos en los quela acción es puramente prensora: tanto el cuerpo del instrumentocomo su punto de acción son fijos, y la traslación sólo intervienepara poner la parte activa en contacto con el objeto, como suce­de, por ejemplo, en las trampas con resorte o en los tornillos depresión. La segunda categoría está integrada por aquellos disposi­tivos en los que la traslación es el hecho dominante: la parteactiva es móvil y recorre un determinado trayecto, arrastrando alobjeto durante el movimiento. Podemos citar como ejemplos lacuchara, las tenazas del herrero, los lizos del telar, los aparatospara sacar agua y los aparatos elevadores en general. En estosúltimos, el hecho de que la traslación sea dominante se demues­tra por el carácter de la parte activa, que, según los casos, para unmismo dispositivo (una grúa, por ejemplo) puede ser un gancho,un cangilón o una cesta -depende de la naturaleza del objetoque debe ser trasladado.

LAS PERCUSIONES

Desde que se empezaron a tallar las primeras piedras, una delas mayores inquietudes ha sido la de fabricar; nuestra atencióndebe fijarse ante todo en los medios, muy limitados, que hacenposible toda fabricación. El hombre saca provecho de los ele­mentos: gracias al fuego, al agua o al aire, puede fundir los meta­les, disolver sustancias sólidas o desecar los líquidos, pero loselementos mencionados intervienen tan sólo en un plano secun­dario, muy por detrás de los actos violentos que consiguen d~r ala materia una forma utilizable. Fundir, martillar, tallar, pulir odividir la materia, para recomponerla acto seguido, son los finesque absorben lo mejor de la inteligencia técnica. Únicamenteexiste un medio para todos estos fines: la percusión. Práctica­mente no hay ningún producto, ya se trate de un pañuelo, ya deuna casa, de un hacha o de un carro, que no haya experimentadola acción de una herramienta que elimine materia para esculpirun mango o una viga, que triture fibras vegetales para obtener

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hilo o que desplace las moléculas de un metal para modelarlo. Elpapel desempeñado por la percusión es preponderante, y másaun en la fabricación de herramientas que en otras cosas; y comotodo tiene su ongen en una herramienta, hay que determinar enpnmer lugar la definición de las percusiones.

Lacantidad de fuerza que caracteriza a una percusión se pue­de aplicar de tres maneras: las dos primeras son testimonio de unestado técnico idéntico; Son las más naturales, las más «primiti­vas», SI es que cedemos a la tendencia lógica.

Aplicación

La percusión aplicada (lO) consiste en poner en contacto laherramienta con la materia aplicando directamente la fuerza delos músculos. Como ejemplos podemos citar el cuchillo, el cepi­llo, el rascador y la sierra.

Dirección

La percusión lanzada (11) es aquélla en la que la herramien­ta, que se sujeta con la mano, se lanza en dirección de la materia.El brazo (a menudo alargado por un mango) acompaña a laherraml~?ta en una trayectoria más o menos larga y asegura laaceleración de la parte percutiente, que llega con gran fuerza alpunto que se está golpeando.

La percusión aplicada es bastante precisa, pues se golpeaexactamente en el punto deseado, pero tiene unos efectos limita­dos debido a la poca fuerza que pueden desarrollar los músculos.Por el ~ontrario, la percusión lanzada es bastante imprecisa, yaque el útil entra en contacto tanto por arriba como por debajodel punto buscado; Sin embargo, la fuerza de percusión aumentaconsiderablemente durante la trayectoria.

La tercera modalidad (12) es uno de los logros más importan­tes de la técnica; ha sido practicada por numerosos pueblos eInventada probablemente en muchas ocasiones a lo largo de losaños; Sin embargo, por muy elemental que parezca, su uso distamucho de ser universal.

Poco importa si este tipo de percusión nació de la idea dedisociar el elemento percutiente de la fuerza de percusión o dedar a una herramienta aplicada sobre la materia la fuerza de una

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herramienta lanzada. Se unen en ella las ventajas propias a cadauna de las dos clases de percusiones anteriores: la herramienta seaplica con precisión sobre la materia con una mano mientrasque la otra manipula un percutor separado que aumenta elpesomediante la aceleración. Este último tipo es lo que denomina­mos percusión aplicada con percutor.

Estos tres tipos de aplicación de la fuerza son de una granimportancia para la industria humana, dado que todos los obje­tos, y sobre todo los de madera, están hechos siguiendo algunode los tipos mencionados. Los pueblos de Siberia oriental, losainos y los esquimales conocen las herramientas aplicadas y lasherramientas lanzadas, pero (sobre todo los ainos) utilizan másgeneralmente las primeras que las segundas. Muchos grupos afri­canos han llegado a tener gran habilidad en la percusión lanzada;en el trabajo de la madera utilizan la azuela para la parte másfácil y dejan el cuchillo en percusión aplicada para el acabado.En Europa, la percusión lanzada se halla muy relegada; casi sólose hace uso de ella para cortar materiales, en especial de carpinte­ría (hacha, segur y azuela); la percusión aplicada, por su parte,se utiliza para cortar sustancias blandas (cuchillos de todas cla­ses) y para algunas técnicas delicadas como el cincelado o el tor­neado.

La percusión aplicada con percutor, a pesar de la mezcla delos pueblos, conserva su superioridad técnica. Hay algunos pue­blos que no hacen uso de este tipo de percusión; los chukches,por ejemplo, que poseen cuchillos de piedra bastante grandes(22), sólo se sirven de ellos para romper los huesos, con el fin deextraer su médula; los esquimales, que tienen pequeños mazos(15) para clavar clavijas de madera, no los utilizan para mejorarsus percusiones. Salvo rarísimas excepciones, únicamente lospueblos a los que no tengo reparos en atribuir un estado de cul­tura artesanal hacen un uso normal de este tipo de percusión. Setrata de los grupos de civilización de gran difusión de nuestraantigüedad mediterránea, el Islam, la India, China y los territo­rios que se hallan bajo su influjo. En estas zonas, el percutor(martillo o mallo) va asociado de manera indisoluble al cincel, alburil y a la gubia.

Quizá parezca inútil que nos tomemos tanto cuidado en estu­diar rasgos tan elementales como sujetar un cuchillo o usar unburil; pero no es tiempo perdido. Nadie, hasta el momento pre­sente, se habia preocupado explícitamente de estas cosas; la tec­nologia comparada está por hacerse, por lo que a veces hay que

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pasar por verdades de La Palisse. Con un aparato científico máspreciso, estas evidencias tendrían la fortuna de pasar como origi­nales; son útiles desde el momento en que aportan los mediospor los que se puede separar claramente a los hombres en dosgrupos: los que están «más acá» y los que se hallan «más allá»del martillo.

Sin duda, el martillo es uno de los medios elementales másimportantes de acción sobre la materia. Parece ser que los pa­leolíticos del período inferior desconocieron su uso salvo en elPaleolítico superior (entre los 15.000 y los 10.000 años antes denuestra era), para hundir cuñas de asta de reno, probable­mente destinadas a resquebrajar, o bien a partir del Paleolíticomedio (hace unos 100.000 años) para el retoque indirecto al co­locar el borde del instrumento cortante que se quiere avivar so­bre un yunque de hueso al golpearlo con otro instrumento ligerodetrás del punto en el que debiera saltar la esquirla de sílex. Larazón principal de esta carencia de las percusiones aplicadas conpercutor se debe sin duda al hecho de que el sílex no puedesoportar golpes violentos sin resquebrajarse. Por otra parte, tam­poco existen pruebas fidedignas de que en el Paleolítico se uti­lizase la percusión lanzada con herramientas cortantes conmango.

Forma

La aparición tardia (hacia el año 7000 antes de nuestra era)del hacha y de la azuela marca simultáneamente una transforma­ción técnica importante (el pulimento del filo) y una transforma­ción de la materia prima (sustitución de las rocas de estructuracristalina por rocas elásticas). Los lapones, los chukches y losesquimales ofrecen un buen ejemplo de cómo un pueblo puedeaferrarse a un procedimiento técnico tradicional: cuando tienenun cincel de madera con hoja de hierro (útil aplicado con percu­tor), tienden primeramente a quitarle el mango y a poner la hojade la herramienta con una inclinación de 45° -como si se trata­se de una hoja de piedra con un mango de fabricación propia(112)- con el fin de hacer una azuela (útil lanzado); estos pue­blos, sin embargo, tienen martillos, pero no los utilizan con losútiles aplicados.

El percutores una laboriosa adquisición humana. A partir delguijarro con la forma que tiene cuando se le encuentra (13, Amé­rica tropical) encontramos algunos tipos en los que la masa se

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confunde con el mango (14, África negra). Parece como si, pau­latinamente, la observación hubiera ido restando importancia alcentro de gravedad colocado en el extremo de la herramienta: losesquimales (15 y 16) muestran dos etapas en el descubrimiento.El Perú precolombino (17) alarga el mango, lo que, con unamasa comparativamente más pequeña, disminuye la presión delgolpe. Los japoneses varían la forma y tamaño de la masa segúnpretendan conseguir la ligereza de una percusión amplia (18,mazo para ablandar los tejidos), el peso a corta distancia (19,mazo para aplanar las sandalias), la manejabilidad y la rapidez(26, mazo de tallista), la masa propiamente dicha (27, mazo paraclavar estacas) o la masa concentrada en una reducida superficiepercutiente (28, martillo de herrero). Los martillos de piedra pu­lida de los pueblos que aún los usan sólo sirven para clavar otriturar (21 y 22): los prehistóricos son muy similares (24 y 25), ycasi podemos considerar como seguro que su uso no estaba muyextendido. El martillo de pala (nuestro martillo actual) se hallaclaramente distribuido alrededor del Mediterráneo; los modelosmás antiguos corresponden a la antigüedad romana (29), y, porlo que respecta al continente africano, está ligado a la industriametalúrgica de influjo islámico (30).

Acabamos de definir los caracteres de aplicación de las percu­siones; debemos señalar ahora que existen otros dos de los quedepende el resultado material del golpe realizado con el útil: elángulo de ataque y la superficie percutida.

El útil puede abordar a la materia perpendicularmente a susuperficie; es el caso de la percusión perpendicular, adecuada so­bre todo para los trabajos violentos en los que hay que cortar oromper. Si es aplicada (31), la percusión perpendicular conducea la cuchilla y, en general, a todas las herramientas como son lospunzones o los cuchillos que se utilizan introduciéndolos progre­sivamente, sin movimiento de sierra, en la madera, el cuero o losalimentos. Lanzada (32), se realiza con todas las hachas, cuchi­llas y martillos para picar, que están concebidos para penetrarcon fuerza en la madera o la piedra. Y, por último, aplicada conpercutor, es la percusión característica de herramientas como lacuña para rajar (33) o la puntilla para abatir al ganado mayor.

Si el útil aborda a la materia desde un ángulo agudo, el resul­tado será muy distinto: la percusión oblicua produce una pérdidade sustancia y no una resquebrajadura; es el tipo de percusióncaracterístico de la escultura o del cincelado. Casi todos los obje­tos se modelan de esta manera. Si es aplicada (34), se usarán el

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El hecho de distinguir una percusión aplicada de una percu­sión lanzada o aplicada con percutor proporciona un primer gra­do de diferenciación entre los útiles; y dar a cada una de estastres modalidades la cualidad de perpendicular o de oblicua distri­buye todos los útiles en clases bien definidas. Así pues, sólo faltaya precisar el efecto producido para que el cuadro de la clasifica­ción quede completo. La parte percutiente del útil nos suminis­tra esta última caracterización. Si la parte percutiente es un filo,la percusión será lineal; si es una punta, será puntiforme; y si setrata de una masa bastante grande la percusión será difusa. Lapercusión lineal puede ser dividida a su vez en: lineal-longitudi­nal, si la posición del filo se halla en el eje de la herramienta; ylineal-transversal, si tiene una posición perpendicular al eje.

Gracias a estos diez términos, disponemos de un medio paracomprender perfectamente las propiedades de una herramienta;pero la aplicación de dichos términos exige imperíosamente quese tenga en cuenta ante todo lugar su manejo: un cuchillo (53),

cuchillo para esculpir, los útiles del grabador, el cepillo y la garlo­pa (nuestro cortaplumas actúa normalmente como útil de percu­sión oblicua). El mejor ejemplo de la percusión oblicua lanzadaes la azuela (35) o la segur; es propia para desbastar la madera.Aplicada con percutor (36), se realiza en los trabajos modernoscon piedra, carpintería o cincelado de metales. Entre la percu­sión oblicua y la percusión perpendicular existen relaciones com­parables a las que se dan entre la percusión aplicada y la percu­sión lanzada.

La percusión oblicua es precisa y sus resultados son limitados,mientras que la percusión perpendicular es violenta y poco utili­zable en trabajos precisos. La percusión oblicua aplicada corres­ponde al máximo de suavidad y control del útil; la percusiónperpendicular, por su parte, al máximo de fuerza y a la ausenciarelativa de medida en los resultados.

A las dos percusiones anteriores se añade la percusión circular.Su finalidad es perforar; se realiza mediante todos los instrumen­tos puntiagudos con movimiento de rotación. Desde el punto devista mecánico, es la combinación de una presión perpendicularque se ejerce en la punta que perfora y de unas percusiones obli­cuas con movimiento helicoidal realizado por facetas cortantesque siguen a la punta en su progresión. El deseo de perforarsustancias duras y en particular las piedras ha estimulado muytempranamente la inventiva del ser humano; y el enastado de lashachas, de las mazas o de las mazas de guerra ha empujado a laindustria hacia este medio, que permite horadar los cuerpos máscompactos. El trabajo del jade, corriente en todo el Pacífico, hadado origen a varios descubrimientos capitales que estudiaremosmás adelante (transformación de las fuerzas). Los principales ta­ladros son manuales (37): frotados con las palmas o agarradoscon el puño; de cuerda (38), cuando el eje gira por efecto de unacuerda o una correa enrollada; de arco (39), si la cuerda estáatada en los extremos de una varilla; de parahuso (40), cuandoel palo horizontal gira mediante movimientos verticales y la rota­ción es asegurada por un volante. Todas las formas mencionadas(sobre todo, las dos últimas) son comunes al Mediterráneo, aEuropa y al Pacífico; han llegado a conocer una difusión casiuniversal. En efecto, podemos considerarlas, con las reservas decontrol sobre las que ya hemos insistido, como dos de los gran­des inventos mecánicos anteriores a la gran industria y comoherramientas que ejercían gran seducción entre los pueblos quelas iban conociendo.

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PERCUSIONES lineallongitudinal transversal puntiforme difusa

(Véase el índice defiguras, pág. 296)

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según el modo como esté agarrado, puede servir para una percu­sión aplicada-perpendicular-lineal (cortar un alimento, 41), apli­cada-oblicua-lineal (raspar la madera, 53), aplicada-perpendicu­lar-puntiforrne (agujerear el Cuero) o lanzada-perpendicular-pun­tiforme (apuñalar a un animal, 47), y, fácilmente, podríamosencontrar otras posiciones. Una herramienta como la segur (57)no se diferencia en absoluto del hacha por su forma, pero si encuanto a su empleo: el hacha hiende, mientras que la segur cortaoblicuamente. Dado que la característica dominante de las herra­mientas más sencillas es la multiplicidad de sus usos posibles,sólo en el momento en que se las observa puede regir su posiciónsistemática.

Toda terminología debe conseguir que los materiales se ade­cuen a un trabajo de tipo general; a modo de pequeño adelantosobre los capitulos siguientes, expongo a continuación algunasconsideraciones que se desprenden de la clasificación anterior.Las percusiones lineales-aplicadas (41, 42, 53 y 54) se realizangeneralmente en trabajos delicados de raspado, esculturas de só­lidos fibrosos o para el corte de sólidos flexibles; las percusioneslineales-lanzadas (45, 46,57 y 58) se dan casi todas con los traba­jos más burdos de la madera o de los sólidos plásticos (azada); laslineales-transversales (42, 46, 50, 54, 58 y 62) predominan alre­dedor del Pacifico, desde Oceania hasta América del Norte; laspuntiformes-aplicadas son características de la costura (43) y elpulimento de todos los materiales (55); las puntiformes-lanzadasson propias para las armas de punta (47) y los aperos de labranza(59); todas las difusas, para el martilleo (en especial, de los meta­les) y el triturado de los granos (44, 48, 52 y 56).

Una vez realizada la clasificación de las percusiones y obteni­dos los primeros resultados, me fue preciso estudiar los medioscomplementarios de caracterización de los útiles. Lo ideal seríatener, para cada objeto, una cifra que marcase su eficacia, unelemento de medida que permitiese elaborar una escala de losefectos del hacha, de la azuela, del sable o de la espada. En dichoestudio incluyo las condiciones necesarias de la percusión: equili­brio general del útil, peso absoluto y posibilidades de aceleraciónen una trayectoria más o menos larga.

Apenas contamos con otro elemento que la herramienta mis­ma y las proporciones físicas de su usuario, pues, salvo rarísimasexcepciones, ningún investigador ha tomado in situ las medidassimples que serían necesarias. Considerando como ley que elefecto determina aqui en gran parte a su causa y que una percu-

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sión debe modelar a su útil, he tomado como elemento de cálcu­lo el peso relativo de una herramienta agarrada Con la mano enp~slclon honzontal y la longitud de la parte libre (65). La rela­cion entre la I?ngitud de la parte libre o astil (LA) y el pesorelatlv~ del astil (PA) permite determinar un indice de peso rela­tivo o indice de peso-longitud '. Este índice se obtiene mediante lasiguiente ecuación:

PA P%LA ~ P% 'LA ~ índice de peso-longitud.

. Los. resultados obtenidos se pueden aplicar solamente a lasherramientas que actúan en posición cercana a la horizontal yCasi exclusivamente con percusión lanzada, pero esos resultadospermiten hacer extensible el método a las percusiones aplicadascuando la herr~mlenta tiene una determinada longitud, y a laspercusiones aplicadas con percutor (puesto que el efecto de lapercusion depende del percutor), de manera que la mayoría delas herramientas puede someterse a esta formulación.

Invirtiendo los términos de la ecuación se obtiene un índice

LAxlO L%PA ~ L% PA ~ indice de longilud-peso

de longitud-peso, cuyo empleo es valioso para hacer gráficos. Losdetalles de las operaciones que se han de practicar con el objetoson sencillos. Se establece, dentro del grupo estudiado, la distan­era media que, empuñando con la mano el mango del útil, sepa­ra la falangina del índice de la base del quinto metacarpiano(apófisis unciforme del hueso en forma de gancho) (65). El pri­mer punto (A) sirve de pivote a una romana en la que la herra­mienta misma constituye el fiel; en el segundo punto (B) se cuel­ga un plaHllo:.el peso que se necesita para que el conjunto semantenga h?nzontal es el peso relativo de la herramienta. Lapnmera justificación de esteprocedimiento es su sencillez, puesse puede practicar en cualquier aldea perdida sin previa prepara­cien del que va a realizar el experimento. Los casos de error quecomporta se ven compensados por la variabilidad misma de losutiles. En efecto, las apreciaciones rigurosas de la fuerza de la

1 Después de la primera edición, H. Balfet y R. Cresswell me aconsejaron queexp;esara los pesos y.las '.ongitudes en kilos y en metros (y no en gramos y enmilímetros), lo cual SImplifica las fórmulas.

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herramienta sobre los distintos puntos de su trayectoria no tie­nen razón de ser cuando se trata de objetos en los que el peso y lalongitud varían de un ejemplar a otro, en los que la fuerza estáen función de los músculos más o menos robustos de un obrero.En resumen, este procedimiento proporciona unos resultados,los primeros que han permitido seriar útiles o armas de otramanera que por evaluación visual (66 a 80).

La primera impresión sobre el conjunto de las propiedades delas herramientas refuerza nuestro propósito de no considerar aprimera vista los documentos como testimonios de préstamos,influjos o relaciones, sino como la selección muy limitada entrealgunas posibilidades técnicas que le quedan al obrero. Las he­rramientas y las armas de todo tipo y de todas las épocas seordenan dentro de las divisiones que muestran los gráficos deíndices ': predominio de la acción de las percusiones aplicadas(66) y de las percusiones puntiformes (67 a 70), posibilidades deempleo de las percusiones lineales y puntiformes (71 y 72), ac­ción sobre el peso, primeramente moderada (73 a 7S) y, paulati­namente, más violenta (76 a 80). Así pues, un gráfico de índicespermite inducir a priori las proporciones y el uso del instrumen­to incluso sin verlo: la fórmula de 0-1-30-S00 sólo puede conve­nir a una herramienta con hoja ligera (0-30), corta (I-SOO), ina­decuada para las percusiones lanzadas; la fórmula IS-40-1-0 casisólo puede aplicarse a una herramienta pesada. Mediante com­paraciones, podemos juzgar sobre el valor real de la herramienta:un hacha de I-S-8-30, como las que hay en África occidental, esuna herramienta mediocre si se la quiere utilizar para cortar ma­dera: su fórmula es la de un útil aplicado. Salvo algunas excep­ciones, las herramientas están adaptadas a su uso; un hacha nodebe tener la fórmula de un cuchillo; sólo con mirarla de cercapodrá notarse que esta hacha sirve únicamente para la escultura,para el acabado de las superficies esculpidas, es decir, un trabajoque en otros lugares se confia al cuchillo o al cincel para madera.Se trata de un ejemplo bastante raro de libertad en la elección delos medios técnicos: en Siberia, tallan la madera con el cuchillo,mientras que el mismo trabajo se realiza en África negra con elhacha ligera. La ley de las tendencias exige para este trabajo unafórmula con curva ascendente (66 a 69), y observamos cómo unaherramienta con características tan definidas como el hacha pier-

2 Estos gráficos se obtienen al poner en serie el peso relativo (P%) -c-índicepeso-Iongitud- y la longitud relativa (L%) -índice longitud-peso.

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EL FUEGO

Pocos logros humanos han excitado tanto la imaginacióncomo el del fuego. Su conquista significa el símbolo del combateespectacular que el hombre de las cavernas libró con los elemen­tos. En una serie singular de imágenes, los autores ven cómo elprimitivo ancestro, grotescamente vestido con pieles de oso, re­coge las chispas de los árboles fulminados por los rayos, o cómohurta en reñida lucha la llama de los volcanes terriblemente acti­vos en aquellos tiempos remotos. Siempre se puede imaginar elprimer fuego, afirmar que el descubrimiento de un trozo de ve­nado cocido a causa de un incendio forestal dio origen al arteculinario; hay libertad de imaginar lo que se quiera, pues no sepuede probar lo contrario. Lo más sensato es afirmar que no sesabe absolutamente nada de los orígenes del fuego doméstico.Resultaría vano buscar en algún poblado poco conocido un casoen el que el fuego se haya obtenido de un incendio o de unvolcán; en realidad, ningún pueblo practica actualmente una ex­plotación tan azarosa.

Junto con los útiles de piedra tallada, consideramos la pose­sión del fuego como una prueba esencial de la existencia hu­mana.

Pero los rastros de fuego no se descubren con tanta frecuenciacomo las herramientas de piedra, toda vez que son raras las zo­nas en las que se han conservado dichos rastros. Ello no nosimpide remontarnos más allá del homo sapiens, más allá delhombre de Neanderthal, en el cuaternario antiguo. Los sinántro­pos de la China del Norte, primos hermanos de los pitecántroposde Java, fueron encontrados en su hábitat, que se remonta avarias centenas de miles de años, rodeados de sus útiles y decapas de cenizas de sus hogares. Las circunstancias no permitenaún llevar más allá el origen del fuego, pero parece verosímil que

de sus caracteres mecánicos normales para plegarse a las exigen­cias de la técnica.

Así es, pues, el juego de las tendencias, que en algunos casosabocan necesariamente en el hacha (puesto que cortar la maderapuede hacerse mediante la colocación de una hoja pesada en elextremo de un mango bastante largo), y en otros desnaturalizana una herramienta con objeto de obtener un hacha de lo quenormalmente da origen a un cuchillo.

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esto se logre algún día; los testimonios de útiles de piedra seremontan mucho más lejos en el tiempo. Si a partir aproximada­mente del año 100.000 antes de nuestra era son fáciles de encon­trar los hogares abandonados en las cavernas y viviendas al airelibre, en cambio no se sabe todavía nada sobre los procedimien­tos empleados por el hombre prehistórico para producir fuego.Aunque se puedan conseguir chispas mediante el frotamiento dedos sílex, resulta prácticamente imposible hacer fuego; las chis­pas utilizables se originan al frotar el sílex contra el hierro. Mu­cho antes de la Edad del Hierro se utilizaron pequeños bloquesde piritas naturales como elemento encendedor (los conocemosdesde el Neolítico evolucionado, hacia el año 2500 antes denuestra era). Aunque algunas piritas hayan sido descubiertas enviviendas del Paleolítico superior (hacia el año 30.000), y hasta elPaleolítico medio (más de 50.000 años), son tan escasas queresulta difícil afirmar que las usaban como piedras para hacerfuego.

Su adquisición

Desde la protohistoria hasta nuestros días se han venido prac­ticando dos procedimientos: golpear piedras para hacer chispas yfrotar la madera para conseguir la ignición. No hay razón paradeterminar la anterioridad de uno u otro método, ya que ambosdependen, sobre todo, del medio. Entre los más rústicos, los aus­tralianos frotaban la madera y los fueguinos golpeaban piedras,mientras que hace menos de cien años, en Suecia o en Rusia loscampesinos todavía obtenían fuego mediante el frotamiento dela madera. No obstante, constatamos que los pueblos abandonanla madera cuando se les ofrece el encendedor de sílex: este es elcaso de Europa y de Extremo Oriente. Quedan algunas supervi­vencias, debidas a motivos religiosos como la regeneración anualdel fuego doméstico: en Suecia, durante el siglo XIX, se frotaba lamadera para hacer fuego curativo, mientras que el pedernal ser­vía para los usos corrientes; en Japón, hoy en día, las cerillassirven para el uso cotidiano, pero se enciende el mechero parahacer fuego en ciertas fiestas, y en algunos templos incluso, en eltranscurso de las grandes ceremonias, el fuego se obtiene girandopalitos de madera.

Nuestra clasificación de los procedimientos para obtener fue­go pone de relieve la importancia de las percusiones sobre las que

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hemos insistido más arriba; efectivamente, son los mismos movi­mientos los que rigen la fabricación de los objetos y la obtencióndel fuego.

A estos instrumentos se pueden aplicar tres tipos de percusio­nes: la percusión oblicua-lanzada, la percusión oblicua- aplicaday la percusión circular, que, como se sabe, es una variante de lapercusión oblicua-aplicada.

Percusión oblicua-lanzada. La forma más corriente en el pa­sado reciente corresponde al eslabón contra sílex (81 a 84).Como es lógico, se da principalmente entre los pueblos metalúr­gicos del Mundo Antiguo o entre aquellos en los que el fuego hapodido penetrar por contacto. Las chispas se proyectan en unasustancia fácilmente combustible. Esta sustancia puede provenirde plantas muy diferentes. En Europa se empleó la yesca, peroaún se utilizan entre los pueblos que han conservado el uso delencendedor las estopas más gruesas, huesos de frutas y hojas muysecas; los caingangos del Brasil, por ejemplo, utilizan como esto­pa hojas de palmito desecadas o hierbas.

Hemos visto anteriormente que las piritas de hierro fueronusadas muy pronto, allí donde se podían encontrar. El encende­dor fueguino es ejemplo de ello; pero la zona más característicadel encendedor de pirita es la de los esquimales, tan rica, sinembargo, en instrumentos de fuego de percusión circular. Losgrupos que no hacen uso de estos últimos instrumentos sonaquellos entre los que hay pirita o los que pueden procurárselamediante intercambio. Esta coexistencia de los dos procedimien­tos por todo el hábitat esquimal es tan curiosa como los hechoscitados más arriba relativos a Suecia y Japón. Toda Américaproduce el fuego mediante percusión circular; es posible que losesquimales hayan adquirido el encendedor a través de los pue­blos de Siberia; adquisición, con toda probabilidad, relativamen­te antigua, puesto que se ha transmitido desde Alaska hastaGroenlandia.

En Asia (83 y 84) y en Europa (81 y 82), el percutor es unapieza de hierro; el más perfeccionado es el encendedor mongol(83), que se lleva colgado del cinturón y que está formado por unbolsito de cuero en el que se mete la piedra y la estopa. EnEuropa, durante el XVII, había encendedores con batería de pis­tola: es la máxima perfección del encendedor de sílex.

El encendedor más curioso es el de Indonesia (85): se trata deun cilindro de madera en el que se mete un pistón, cuyo extremo

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lleva la estopa. Dando un golpe violento en el pomo del instru­mento, se comprime el aire en el cilindro, y la elevación de latemperatura es suficiente para que la estopa llegue al estado deignición; éste es el encendedor de aire de nuestros laboratorios defísica. Entre los pueblos como los dayak de Borneo es tanto másenigmático cuanto que no encontramos huellas de él en los gru­pos de la antigua Asia que parecen tener el mismo tronco. Pode­mos considerar este encendedor como uno de los inventos mássorprendentes de los hombres que nosotros conceptuamos como«subdesarrollados».

ha logrado la misma mejora que con los más perfectos aparatosde rotación (93): canal para la estopa.

Finalmente, las dos formas más modernas: nuestro encende­dor de muelle y nuestras cerillas químicas pertenecen a la mismacategoría mecánica que el palito de los melanesios. El encende­dor de lima rectilíneo (el encendedor de gas) y la cerilla funcio­nan mediante la más típica de las percusiones oblicuas- aplica­das. Después de varios siglos de utilización del encendido através de golpes, hemos llegado a un procedimiento mecánicocomparable al más «primitivo» de los existentes.

Percusión circular. Existen dos maneras de hacer girar unpalo para que su extremo encienda la estopa. La primera consisteen hacer girar el palo entre las palmas; se practica sobre todo enÁfrica (90); desde el Sahara a El Cabo encontramos infinidad deejemplos; y en América del Sur se hallan casi todos los demásque se conocen. De todos los métodos, éste es probablemente elque requiere mayor destreza.

En Argentina encontramos una manera especial de girar elpalo (91), que es arqueado y se maneja como un berbiquí. Lospueblos que hacen uso de este instrumento están mezclados, yposeemos poca información sobre esta forma de tanta importan­cia desde el punto de vista mecánico, ya que se basa en el princi­pio del berbiquí y de la manivela (véase más abajo: movimientoy equilibrio).

La segunda manera tiene como elemento motor una correaenrollada en el palo; o bien se tira de dicha correa con la manosimplemente (92), o bien la correa está fija en un arco (93) o esun dispositivo de parahuso (40).

Estos dispositivos con cuerda suelen coexistir con un taladrodel mismo tipo y, frecuentemente, con el torno para madera.Una supervivencia de este tipo de dispositivos la podemos en­contrar en Suecia, en el palo con cuerda; método atestiguadotambién en Indonesia. En Asia central, el procedimiento da lasensación de ser anterior al encendedor; al menos, sobrevivióhasta finales del siglo III. Pero donde predominan los instrumen­tos para producir fuego mediante percusión circular es en la zonadel Pacífico Norte y de América del Norte: es la zona asimismode los taladros con cuerda, con arco y con parahuso (37 a 40). Apartir de América central y hasta la tierra de los esquimales halla­mos los mismos procedimientos, que se extienden hasta el litoralsiberiano del Pacífico. Existe, al parecer, una cierta relación de

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Percusión oblicua aplicada. Pertenecen a ella los métodos co­nocidos también como aparatos para producir fuego por friccióno por aserradura (86 a 89). Las zonas donde se hallan más arrai­gados son Oceanía y, más especialmente, Melanesia y Australia(86 y 87). Lógicamente, este procedimiento parece el más «pri­mitivo» y a veces así se le ha tratado históricamente. Sin embar­go, la experiencia demuestra que es tan eficaz como los procedi­mientos mediante percusión circular y mucho más rápido que eldel palo rodado entre las palmas (90). Y, aumentando nuestroescepticismo respecto a las afirmaciones apresuradas, es tambiénel procedimiento más corriente que haya subsistido en Europahasta nuestros días (88 y 89). El método australiano (87), consis­tente en serrar perpendicularmente a una ranura en la que elserrín incandescente cae sobre la estopa, es testimonio de que se

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Su conservación y consumo

A partir del momento en que las percusiones logran produciruna partícula incandescente, el fuego ocupa, lógicamente, un lu­gar dentro de los medios técnicos elementales. Esta partícula queestá ardiendo quema la estopa a la que se pone en contacto conuna materia más compacta, como, por ejemplo, hojas o fibrassecas, y progresivamente se van echando al fuego combustiblescada vez más sustanciales: ramillas, leños, astillas o carbón. Esteproceso es invariable y universal, salvo en lo referente a los líqui­dos inflamables, que sólo se emplean prácticamente en el mundomoderno.

Los medios para activar el fuego son también limitados; deellos trataremos más adelante (el aire): pero es necesario adelan­tar que consisten en el tiro natural (corriente de aire y chimenea)y tiro forzado (soplo, abanico, soplete y fuelle). Todos los pue­blos conocen ambas formas de tiro.

En los apartados de la alimentación y la vivienda, trataremossobre las distintas formas de aparatos de cocina, calefacción eiluminación, así como de los dispositivos mediante los que selimita la acción del fuego y los peligros de incendio. Estas medi­das de seguridad, muy elementales, consisten en interponer uncuerpo incombustible y mal conductor: simplemente el aire y latierra, o bien un cacharro de barro o recipiente de piedra, o aveces métodos complicados, como es el caso del recipiente demetal o incluso de madera lleno de cenizas, el brasero con patasaislantes o los hogares colgados o flotantes.

La conservación del fuego, obtenido con dificultad mediantela frotación de madera, preocupa seriamente a los pueblos queno tienen otro medio para producirlo. Sin llegar hasta el castigoque recae sobre la torpeza de dejar que se apague el fuego sagra­do en la antigüedad romana o iraní, la consunción del fuegodoméstico es considerada por doquier sin benevolencia hacia elculpable: resentimiento al que se asocian el carácter universal-

filiación entre el palo rodado con las palmas (al menos en la zonadel Pacífico) y los dispositivos con cuerda, pues son los gruposmás periféricos los que han conservado la varita girada a mano(Kamtchatka y Brasil), mientras que los restantes disponen dediversos aparatos con cuerda que muy bien pueden ser aquéllosperfeccionados.

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mente religioso del fuego y la dificultad de producirlo. No sabría­mos decir a cuál de estos dos motivos obedece .el cazador indioque, en vez de llevar un palo con arco relativamente práctico ypoco molesto, se carga con un puchero donde se va consumien­do un tizón cuya conservación le obligará a estar continuamenteatento. Las sociedades que tienen varios hogares prefieren noencender con sus propios métodos y coger un tizón del vecino; yesta operación es lo bastante frecuente para que haya en todas laspartes del mundo ejemplos de recipientes ocasionales o especia­les (pucheros para tizones); recordemos a nuestros abuelos yendoa casa de una vecina a buscar fuego en el fondo de un cacharro.

No es éste el momento de hablar sobre las aplicaciones delfuego (las percusiones y los medios elementales); más adelante,cuando tratemos de cada técnica en particular, detallaremos sususos. Pero, como en el caso de las percusiones, conviene estable­cer ahora las divisiones más generales de su empleo, divisionesque no sirven más que de punto de partida para clasificaciones ycuyo empleo sólo está justificado por la diversidad de subdivisio­nes que incluyen. Cada conjunto técnico: fabricación, adquisi­ción y consumo ofrece numerosos ejemplos. El consumo poseelas tres más importantes: calefacción, iluminación y cocina. Laadquisición hace intervenir al fuego únicamente como un agentemuy accesorio: hogueras de matojos para ojear al venado, antor­chas para atraer al pez, humo para alejar a los insectos del gana­do, hogueras para desbrozar los terrenos de cultivo... La fabrica­ción, por el contrario, obtiene del fuego algunos de sus productosmás importantes (metales y alfarería), y la mayor parte de lastécnicas de fabricación lo utilizan en algún momento de su pro­ceso: piedras ablandadas mediante calentamiento, madera ala­beada al calor, sólidos flexibles reblandecidos en agua caliente ylos múltiples usos del vapor de agua (excepto el vapor-fuerzamotriz que no corresponde a nuestro estudio, sino a una etnolo­gía que está por crear, la de nuestra civilización industrial).

El fuego, cuando no tiende a la carbonización o a la torrefac­ción, que es sólo una etapa, endurece o ablanda los cuerpos quele son presentados. Puede actuar por calentamiento directo. si lallama toca al cuerpo tratado; o indirecto, si se interpone un me­dio cualquiera, gaseoso, líquido o sólido. Existe, por lo tanto,como en lo relativo a las percusiones, una serie de combinacio­nes: se puede endurecer por medio de calentamiento directo (al­farería), por calentamiento indirecto con un sólido interpuesto(alfarería y cocina), por calentamiento indirecto con un líquido

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interpuesto (coagulación de las albúminas) o por calentamientoindirecto con aire interpuesto (desecación). Utilizando los mis­mos medios, se pueden ablandar los metales (calentamiento di­recto), los plásticos y aglutinantes (sólido interpuesto), así comolos ahmentos o la madera (aire interpuesto).

La anterior enumeración de aplicaciones no es de ningunamanera limitativa; más adelante estudiaremos los detalles. Ponede manifiesto la participación de los diferentes medios elementa­les con la exclusión de todos los demás en las técnicas: el doblaruna rama en el fuego es una alianza entre las percusiones, elfuego, el agua y el aire, que actúan simultáneamente sobre lamadera; pocos productos salen de la mano del hombre sin sufrirla acción dirigida de estos cuatro medios a los que la fuerzaconsciente aporta su dosis.

EL AGUA

El tercero de los medios elementales, el agua, no es un produc­to como el fuego. Las maneras de obtenerla se estudiarán en unode los capítulos siguientes «<Fluidos»). Ahora sólo conviene exami­nar s~s usos más generales, determinar las grandes divisiones quepermitan distribuirlos en nuestro cuadro lógico.

De sus tres estados, el estado líquido es evidentemente elprincipal, El. hielo, del que se sirven los pueblos árticos paraconstruir VIVIendas o para los transportes, desempeña sólo lafunción de refresco entre otros pueblos, lo suficientemente equi­pados para conservarlo durante casi todo el verano (Irán, China,Japon...). Tampoco el vapor tiene una importancia muy grandeen el ámbito culinario, en el que su empleo en ollas cerradas escasi inconsciente; también suele emplearse en algunos tornosmanuales de cedaceros o de obreros de sólidos flexibles.

La multiplicidad de sus usos en estado líquido nos obliga areahzar una primera división: el agua se emplea por sus efectosquímicos cuando contiene un producto en disolución (este se­gundo caso implica siempre un efecto físico secundario). Ademásde esto, conviene considerar el agua como un soporte general­m~nte activo de todas las técnicas en que entra en juego la flota­eren: transportes, pesca y caza.

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Efectos fisicos

Puesto que no tiene ningún objeto el investigar con relación acada técnica la gradación por la que el hombre haya podidopasar para ir descubriendo cada uno de los usos -investigaciónilusoria en lo referente a las técnicas antiguas (casi todas lo son),e investigación arriesgada respecto de los inventos de hace unoscuantos siglos y que sólo ofrece seguridad en casos muy raros einstructivos-, tendremos en cuenta únicamente la comodidadde la descripción: el agua sirve para lavar, impregnar, disolver,refrescar y calentar; cada una de estas propiedades sencillas cons­tituye un título aparte, y la práctica enseña que no hay ningunaotra clasificación que aventaje a aquella que está basada en larealidad del uso.

Si consideramos solamente las propiedades de humedad delagua, debemos realizar dos divisiones: impregnación y disolu­ción. La primera se aplica en todos los cuerpos que se pretendesuavizar, inflar, hacer conductores o ablandar. La piedra blandaempapada para facilitar la elaboración de la herramienta, la ma­dera húmeda (que se dobla·mejor), la tierra mojada para edificarun tabique, la arcilla impregnada de agua para modelar un obje­to, la piel suavizada para estirarla, el junco empapado para tren­zarlo, los campos regados para facilitar el crecimiento de losvegetales, los alimentos introducidos en las salsas o la ropa plan­chada al vapor se pueden citar como ejemplos. La disolución seaplica a muchos menos usos. Excepto las disoluciones químicas,requieren su empleo fundamentalmente los aglutinantes y la ali­mentación. Los aglutinantes son todas aquellas sustancias que,en una disolución más o menos espesa, se pueden aplicar a loscuerpos con objeto de colorearlos, hacerlos impermeables o pe­garlos. Forman una parte importante de las técnicas, pues todaslas pinturas, los tintes, los barnices, los esmaltes y las solucionesvitrificables de la cerámica, así como untos impermeables de losobjetos de cestería, los enjalbegados de las viviendas, los morte­ros y cimientos, las masillas y las gomas se incluyen entre losaglutinantes. En materia de alimentación, las disoluciones de­sempeñan una importante función; más adelante veremos losdetalles de la elaboración y empleo de las salsas y bebidas aroma­tizadas o fermentadas.

Más limitados son los empleos del agua para refrescar; larazón, bastante simple, es que pocos pueblos tienen agua cuyatemperatura sea muy inferior a la del medio ambiente. Excep-

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tuando algunos usos alimentarios y la propiedad de la alfareríapor evaporación. (tipo alcarrazas), se usa el agua para enfriarcuerpos. muy calientes, de manera que la metalurgia es casi elUnICO ejemplo (metales mojados o templados) junto con el afila­do de las herramientas cortantes en una piedra (en este últimocaso aún es preciso ver otras razones técnicas).

TambIén son comparativamente limitados los usos del aguacaliente. Se utiliza para la preparación de numerosas disolucio­nes y aglutinantes, para la escaldadura de los capullos de gusanosde seda, pero la mayoría de sus aplicaciones tienen relación conla alImentación. Es la manera más corriente de cocción indirec­ta: ya se metan los alimentos en el liquido, se hagan estofadosmediante el vapor, se cuezan a fuego lento como en el hornopolinesio (que es una «marmita noruega»), o se cuelguen porencima de un vaso del que sale vapor, como en algunas ollaspara cocer cereales (especialmente, arroz).

Es ci~rto que, en. la práctica, las cosas no siempre se ajustan atan cándidas subdivisiones: lavar un mineral es también en algu­na medida Impregnarlo, así como disolver los materiales ligerosque lo envuelven; hervir arroz es disolver una parte de sus com­ponentes químicos. Sin embargo, estos efectos son secundarios;conviene tenerlos en cuenta, pero dando a la acción principal, laque quiere realizar el ejecutante, el valor de una división clasifi­catona.

Efectos dinámicos

Desde el torrente o el canal de conducción forzada hasta losmás pequeños remolinos de la cuba donde hierve una lejía, lacomente de agua desplaza, empuja, arrastra cuerpos sólidoscuyo peso es proporcional a su violencia. Nuestra tarea mayor esdeterminar lo que hay de consciente en el uso que hace de dichafuerza el grupo estudiado, lo que hay de empirismo o de cálculoen las aplicaciones. Para cada caso se debe realizar una investiga­ción laboriosa, y tan completa como pueda serlo: tan sólo unarueda con álabes, un tomo de alfarero o una flecha pueden ser elpunto de partida de un estudio del que la literatura etnológica noofrece todavía más que raros ejemplos'.

3 Cf. R. CRESSWELL, «Un pressoir a olives au Liban; essai de technologiecomparée», L 'Homme. t. V. 1, 1964, págs. 33-63.

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Hay, por lo tanto, un primer estado de utilización del agua­fuerza, el de las máquinas hidráulicas, estado de utilización ra­zonado del que encontraremos los mejores ejemplos en las gran­des civilizaciones semiindustriales; en el capítulo de las «Fuer­zas» veremos cómo la transformación del movimiento rectilíneode una corriente en el movimiento circular de una rueda hasupuesto una gran revolución en países como la India, China oen el continente europeo, hace aftoso

Un segundo estado, en que el ejecutante posee una clara con­ciencia del proceso, es el del lavado de tierras o materiales gran­des. Operaciones como las siguientes suscitan una cierta refle­xión práctica: arrastrar la tierra y dejar el mineral mediante unacorriente bien regulada, o diluir arcilla por medio de borboteopara que caiga la arenilla y quede una pasta homogénea.

Efectos quimicos

Salvo algunos casos, todas las sustancias del arsenal químicode nuestros pueblos tienen el agua como base. Se pueden citaralgunos ejemplos como los polvos secantes y absorbentes de usofrecuente; el agua desempeña en estas sustancias el papel secun­dario, pero indispensable, de producto absorbido.

Ya sea que las soluciones se presentan en estado líquido,como los zumos de frutas o de raíces, la sangre o los productosviscerales, ya que el usuario incorpore a las sustancias secas la«cantidad suficiente» de agua como para los baños curtidores, lasbebidas fermentadas o las salsas, la preparación de soluciones esmuy importante. En todos los pueblos se da una inclinaciónnatural por la dosificación, inclinación que va mucho más alláde lo que a primera vista se podría suponer. Entre aquellos quese encuentran en un estado de civilización material muy avanza­da, como la China y el Japón clásicos, la alquimia y los tornosmanuales no son inferiores a los nuestros de finales del XVlI; loshombres menos pertrechados buscan mezclas, ingredientes efica­ces y productos neutros que formen una masa: un veneno deflecha africano es una mixtura tal que supone un reto para unanálisis posterior, si el químico no está prevenido sobre la canti­dad de sustancias que entran en su composición: strophantus,euphorbes, afzelia. veneno de serpientes, pigmentos, sangre hu­mana, hojas y madera de los árboles de divinidades propicias.

Muchas de estas composiciones se basan en principios idénti-

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cos a los de la alquimia: por uno o algunos productos material­mente activos, encontramos una cantidad igual o superior deproductos que sólo tienen un sentido simbólico. La farmacopeachina es muy rica e~ composiciones de este tipo: entre productosmdudablemente activos como el ginseng tónico o la Quisqua/isvermífuga y los papeles llenos de fórmulas mágicas quemados ydisueltos para ser tomados, existe toda una gama de mixtura enla qu.e el polvo de hueso calcinado del tigre o del lagarto aportanpropiedades puramente sugestivas.

Resulta bastante difícil establecer divisiones de la gran canti­dad de hechos de este tipo; el estudio de esta rama corresponde alquinnco: ya se han estudiado con éxito los venenos y la farmaco­pea, pero todavía no hay ningún trabajo de conjunto, por lo quevoy a limitarme a citar los principales campos que se deben ex­plorar.

. Las su~tancias mordientes y colorantes empleadas para teñirplele~ y tejidos han SIdo estudiadas, al menos por lo que respectaa China, por los tmtoreros de Lyon a principios de este siglo,pero aun queda mucho por hacer con relación a otros lugares.Las soluciones curtientes son muy variadas, aunque generalmen­te se basen en la maceración de una fruta o una corteza.

Las fermentaciones y las maceraciones son de práctica uni­versal. En numerosos casos se busca con ello la separación de lasfibras textiles (aireamiento del cañamo, ortiga o esponjas vegeta­les), en otros se prolonga la conservación de los productos ali­mentICIOS (fosas para salmones macerados por los habitantes deKamtchatka, y descomposición lenta del pescado o de las carnessecas), a menudo acompañada de un aliño: las pastas de judias(soja) chinas, las abundantes preparaciones de hortalizas fermen­tadas, en el Japón, y las semillas de Parkia biglobosa del Áfricanegra. La fermentación de bebidas, destiladas o no, podría darlugar a un voluminoso trabajo sobre los hallazgos indígenas.

EL AIRE

Es el último de los medios, elementales, y es mucho menosempleado que el fuego o el agua: salvo para avivar el fuego, sólohay un escaso número de objetos adaptados a su explotación.Poco Se puede obtener con él con los medios de que disponen loshombres antes de la industrialización. Sin embargo, podemosencontrar los suficientes ejemplos como para realizar divisionescomparables a las del agua.

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Como simple soporte, el aire puede aplicarse a la cometa,estandartes y armas arrojadizas. El hecho de volar ha sido unaobsesión, tanto para otras civilizaciones, como para la nuestra.Semejante deseo se ha materializado en el arte figurativo por unamultitud de representaciones de hombres-voladores; y si no co­nocemos intentos reales, experimentos vividos fuera incluso delas literaturas de los grandes pueblos, esto se debe únicamente ala falta de fuentes. Existen tantas historias y leyendas de hombresvestidos como pájaros, que es lógico que aparezca periódicamen­te la figura de Ícaro entre todos los hombres. El presente libro selimita exclusivamente a las técnicas más materiales, por lo queno puedo profundizar en un caso como éste, lleno de tentativasnecesariamente infructuosas, nacidas de concepciones religiosas,y vinculado desde el inicio del pensamiento inventivo a aparatosmágicos. Sólo trataremos de la cometa. objeto muy utilizado entodo el mundo del Pacífico; las formas indonesias, chinas y japo­nesas se encuentran entre las más perfectas; algunas cometas al­canzan más de cuatro metros cuadrados de superficie, se elevan adoscientos metros y se mantienen a esa distancia durante mu­chas horas; todas, excepto un caso, son juguetes, de adultos o deniños, ya menudo están impregnadas de ideas religiosas. El úni­co caso de utilización práctica es el de la cometa de las NuevasHébridas, empleada como medio de pesca con sedal (véase másadelante «La pesca»).

Las banderas pueden ser comparadas a las cometas; aunqueestén menos perfeccionadas, resulta curioso encontrar las mejo­res precisamente en los países mencionados para la cometa; In­dia, Indonesia y Extremo Oriente. Es digno de tener en cuenta elnúmero y la diversidad de objetos que se baten contra el vientoen esos lugares: bandas ondulantes, telas, auténticas banderas,mangas agujereadas en los dos extremos. Tienen un uso social oreligioso, como el de nuestras banderas, y a menudo práctico,pues la mayoría de los espantapájaros. en Extremo Oriente, ahu­yentan a los pájaros gracias al movimiento que origina en ellos elviento; algunas cometas pequeñas sujetas en palos se muevencon rápidos deslizamientos, evocando claramente a la rapaz quese abate sobre su presa (véase más adelante «La agricultura»).

Como fuerza de uso mundial, es necesario mencionar la na­vegación a vela (ver el apartado «La navegación»). La vela for­ma parte de todas las embarcaciones de alguna importancia. Esuna característica fundamental de las teorías de migraciones cos­teras; como en lo relativo a casi todas las técnicas, Europa y el

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grupo indonesio-cbino-japonés cuentan con las formas más inge­niosas. Europa ha sabido aplicar la vela al molino de viento.adaptación que exige la posesión previa de varios conjuntos me­cánicos: movimiento circular continuo y engranajes.

Los instrumentos musicales de viento también pueden serconsiderados como una aplicación de la fuerza del aire; su em­pleo es universal. Pero quizá sea la cerbatana la mejor aplica­cion: Junto con el encendedor de pistón (véase más arriba «Elfuego»), se trata de un caso casi único de empleo del aire compri­mido. No se suele conocer bien la eficacia de la cerbatana entrelos pueblos que la utilizan (América tropical e Indo-Oceanía).Para distancias de hasta treinta metros son armas bastante preci­sas y capaces de introducir una flechita de bambú más de uncentímetro. Con flechitas envenenadas, resulta un arma muy pe­ligrosa para todos los animales, incluido el hombre.

En el caso del aire podemos encontrar un paralelo con lasdisoluciones que se han citado en el tema del agua. A veces, enusos culinarios, por ejemplo, se preparan emulsiones para batirun líquido (preparación similar a la de los huevos al punto denieve o los merengues), como el polvo de té verde chino o japo­nés batido en agua hirviendo y consumido cuando está esponjo­so. No obstante, es una acción poco frecuente, mientras que lamezcla de aire, vapor o partículas sólidas, es universal: el «humo»da lugar a gran cantidad de empleos (conservación de la alimen­tación, protección contra insectos, ahumado de las abejas,del venado o del enemigo) que vamos a detallar a continuación.

La utilización del aire para secar es también universal y parti­cularmente interesante por los detalles de sus variedades. Pode­mos distinguir tres formas esenciales: secado al aire libre y sensi­blemente inmóvil, secado por medio de una corriente de airenatural o artificial, y secado por medio de aire caliente.

Lo mismo cabe decir con relación a los procedimientos derefrigeración y aireación en los que la corriente de aire a menudoes regulable. La disposición de las aberturas de una vivienda y suorientación ofrecen un importante campo de observación. Esbastante raro que el aire se utilice voluntariamente como mediode calefacción; canalizar una corriente de aire caliente está porencima de los medios ordinarios de nuestros pueblos; sin embar­go, la vivienda nos muestra algunos casos.

Queda por mencionar el más rico de los empleos del aire,aquel en que se le dirige hacia cl fuego para avivarlo. Los mediosde tiro natural se extienden desde el fuego libre, orientado de

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manera que pueda recibir al viento, a las chimeneas propiamentedichas, cuya utilización se halla circunscrita a Eurasia occidental.Generalmente, el fuego es instalado en el exterior y el tiro seforma mediante un dispositivo de paredes y aberturas regulables.En el interior de la vivienda es la propia habitación la que formala chimenea, ya que el aire entra por la puerta y el humo sale porel tejado.

El tiro forzado consiste en la producción artificial de unacorriente de aire. Evidentemente, el más sencillo es soplar con laboca o agitar un abanico -que a menudo es el primer objetoque se encuentra- plano y ligero. Si se quiere conseguir unaacción más fuerte o más precisa, se deben usar instrumentosespeciales (sopletes o fuelles).

El soplete

El soplete (94 a 97) tiene como primera ventaja la de permitirsoplar desde muy cerca; a esto se limita el uso doméstico delsoplete de bambú en Extremo Oriente (97). Además, hace posi­ble concentrar en un punto muy pequeño toda la presión delsoplo y, por consiguiente, lograr que el carbón adquiera una tem­peratura elevada. Éste es el uso típico del soplete de los pequeñosherreros y, sobre todo, de los orfebres; estrechado en el orificiodistal y generalmente arqueado lo encontramos entre todos lospueblos que trabajan la plata y el oro. Elfuelle (98 a 108) produ­ce una corriente de aire artificial, regular y potencial; también esprimordialmente un objeto de herrero y de fundidor. Los tresgrandes centros del trabajo con hierro, Europa medieval, África yExtremo Oriente, poseen cada uno un tipo de fuelle. África (98 a100) tiene la forma más sencilla: dos odres abiertos por la partede arriba. Se separan los bordes de la abertura levantándolos y,cuando el aire llena el odre, se cierran los bordes aplastándolosde forma que el aire salga por el otro extremo del odre; se unenambos odres a conductos que trasladan la corriente de aire alfogón y, finalmente, se va manejando cada mano alternativa­mente para producir una corriente de aire ininterrumpida sobrela brasa (98). Encontramos una forma similar en la China occi­dental y en Siberia. La regularidad de la corriente es aún mayorsi el aire se comprime en una caja de barro (99), y con unaválvula rudimentaria y dos palos (100) se logra el máximo deperfeccionamiento del sistema.

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Europa (101 a 103), al menos desde la influencia romana(102), posee un fuelle con válvula de cuero y con una bolsa tam­bién de cuero plegada entre dos placas de madera; las dimensio­nes han variado según las características del hogar: algunos fue­lles de fundición o de órganos (103) requerían los esfuerzosconjugados de varios hombres, así como en Japón (104) se hanvisto fuelles de altos hornos de seis y hasta ocho obreros.

El Extremo Oriente, desde Siberia hasta Malasia", cuenta conexcelentes fuelles de pistón circular (105 a 107) o cuadrangular(108). Estamos ante un ejemplo de la concordancia de adquisi­ciones técnicas: en Malasia se encuentran simultáneamente lacerbatana, el encendedor de pistón y el fuelle de pistón. La exis­tencia de este tipo de objetos hace posible la mejora del pistón(por decir el invento mismo o una de sus distintas variantes) enIndonesia o Asia meridional. La difusión de al menos dos deestos tres elementos (asociados a otros rasgos que posean entreellos tales relaciones de proximidad) puede servir de punto departida al trabajo de la etnología histórica en esa parte del mun­do. Es cierto que la presencia de tres aplicaciones del aire com­primido en las mismas regiones no tiene un carácter fortuito yque en el origen de las innovaciones se da una asociación deideas. Resulta mucho más difícil afirmar a partir de qué hogar,en qué dirección y en qué orden han podido producirse los influ­jos. Por lo que respecta al fuelle de pistón, su vasta distribucióngeográfica y el hecho de que englobe la zona de influjo técnico devarias sociedades con escritura pone de manifiesto el retroceso dealgunos siglos en su historia. Al encontrarse ligado a la metalur­gia, su importancia económica le ha proporcionado una fuerzade difusión bastante elevada, 10 cual no nos permite prejuzgar suorigen exacto. El encendedor de pistón está totalmente despro­visto de fondo histórico; es poco probado que se tomase del gabi­nete de curiosidades, en el siglo XVIII, de los físicos europeos,donde lo conocían. Utilizado por algunos grupos metalúrgicosdel sureste asiático, supone un auténtico invento, pues si pode­mos imaginar que los fuelles de pistón más o menos estancos vanperfeccionándose poco a poco, el encendedor significa la perfec­ción conseguida de la noche a la mañana con objeto de obteneruna compresión suficiente del aire concentrado para hacer in-

4 El tipo indonesio (105) ha pasado a Madagascar.

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candescentes las partículas combustibles colocadas en el extremodel pistón. No sabemos nada sobre el lugar y la fecha de este in­vento.

El caso de la cerbatana no es menos complejo, pero es distin­to. Lanzar un proyectil soplando en un tubo se puede realizarcon mucha mayor espontaneidad que accionar un encendedorde pistón; esto tampoco supone la misma orientación económicaque ha podido confundir al perfeccionamiento del fuelle. Inde­pendientemente de su utilización casi universal, como juguete ocomo objeto de deporte, la cerbatana se usa como arma en Asiasud oriental (concretamente los sakai de Malasia, pueblo forestal,que no posee ni metalurgia, ni agricultura fija). Del mismomodo, en América tropical (Guayana y Amazonas) se encuentraentre los nómadas del bosque. La cerbatana se ha adaptado muybien al bosque: arma precisa para distancias cortas, se puedemanejar sin grandes molestias y sin ningún ruido previo, ligera,sin rugosidades o apéndices que se puedan enganchar en las ra­mas. Pero, independientemente de que requiera el uso de unveneno instantáneo, su t1echita de un gramo y de 25 cm, essusceptible de desviarse con el mínimo soplo de aire. La materiaprima y las dificultades de perforación de un tubo calibrado consuma exactitud y rectilíneo limitan más aún su materialización.Cuando nos percatamos de estos hechos y de la existencia even­tual de otras armas adaptadas igualmente al medio forestal, com­probamos que el problema es totalmente diferente al de los dostemas anteriores.

La cerbatana es un objeto de fácil invención, pero que requie­re unas condiciones del medio tan especiales que su realizaciónes limitada, al menos en su uso como arma de caza. El fuelle depistón es un aparato complicado, el perfeccionamiento posible alque se ha llegado después de numerosas variantes locales. Estáligado al desarrollo de una técnica compleja: la metalurgia. Elencendedor de pistón es un objeto único, de realización relativa­mente fácil, pero precisa una serie de condiciones de innovaciónexcepcionales. A falta de documentos históricos suficientes, elproblema de la coincidencia de los tres rasgos técnicos en la mis­ma región está aún por resolver.

Estos medios elementales: las percusiones, el fuego, el agua yel aire constituyen el primer peldaño sistemático de las técnicas.Tras mencionar someramente los detalles de algunas aplicacio­nes, dichos detalles, expuestos ahora sólo por encima, apareceráncon más precisión a medida que se desarrollen los capítulos si-

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guientes. Hemos considerado necesario afirmar, aunque sea evi­dente, que una azuela no es un hacha con filo horizontal y enu­merar las acciones sencillas que encontramos a cada paso a lolargo del estudio de las técnicas. Existe un cierto número detérminos que se suelen dejar a un lado a causa de su trivialidad.lo cual produce gran confusión en el vocabulario de las ciencias.Antes de iniciar las aplicaciones particulares, sólo nos queda de­finir unos cuantos actos generales, aquellos que se refieren a lafuerza que mueve las herramientas y a la transmisión del im­pulso.

LA FUERZA MOTRIZ Y LA TRANSMISION

Los tipos de fuerza que se realizan para poner en marcha lascreaciones técnicas se pueden agrupar en siete apartados: lafuer­za muscular humana, la fuerza muscular animal, el peso, el re­sorte, los movimientos de los fluidos, la expansión del gas y elelectro-magnelismo. Los dos pnmeros se refieren al impulso na­tur~l de los músculos humanos o animales, el tercero y el cuartorestituyen, en un dispositivo motor can peso o con resorte lafuer~a consumida en poner el peso o el resorte en posición' deaceren ..Corresponden de alguna manera a gestos diferidos. Losmovimientos del aire o del agua proporcionan una fuerza natu­ral exterior a la fuerza muscular: se dan en un nivel tecno­económico elevado. La fuerza motriz artificial obtenida del gassalvo en lo referente a las armas de fuego, corresponde a lascl~lhzacIOnes industriales. Sucede lo mismo con los motoreselectncos. Aunque en este libro no abordemos el tema de la tec­nologia industrial, debemos señalar lo siguiente: nada, a no serpura~ razones de comodidad, justifica una división categórica; elinterés que ofrecen los fenómenos de adaptación mecánica de lasfuerzas artificiales no es ni mayor ni menor que el de las lejanasinnovaciones de la prehistoria. Por tomar un ejemplo sencillocomo es.el del cuchillo para partir la carne, vemos que el pasodel cuchillo tradicional al cuchillo circular de la máquina paracortar el Jamón, la adaptación de la manivela al movimiento deesta. máquina y, posteriormente, la electricidad, no Son menossignificativos que todas las mejoras que hicieron del trozo desílex un cuchillo especializado con hoja de acero fino.

Cualquiera que sea la fuerza motriz, origina modalidades de

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Amplificación del peso

Este cuadro saldrá de nuevo al final del capítulo, pero antesserán desarrolladas algunas generalidades: amplificación delpeso, palanca, balancín y contrapeso, y movimientos circulares.

Ya hemos visto (66 a 80) que el desplazamiento del centro degravedad hacia el extremo distal aumenta el índice de peso; esteaumento es tanto más notable cuanto mayor es el peso colocadoen el extremo de una herramienta más corta. Así pues, el peso dela cabeza de la herramienta es esencial; siempre que es posible, se

utiliza como cabeza de herramienta una materia de densidadelevada (21 a 25, 28 a 30, 45, 46, 48, 49, 78,109,111 y 113),gene­ralmente la piedra, el bronce o el hierro. Pero hay numerososcasos en que, como el ejecutante no tiene una cantidad suficientede piedra dura o de metal, su herramienta sería muy imperfectasi la cabeza no estuviera lastrada por un medio cualquiera. Gene­ralmente, este medio consiste en aumentar el volumen del man­go hacia el extremo distal; para la mayoria de los útiles de percu­sión lineal o puntiforme-lanzada existen dos series paralelas: unacorresponde a los útiles de pueblos ricos en metales como Japón(109), Europa (111 y 113), Y la otra a las herramientas de pueblosque tienen poco metal, lo toman prestado, lo fabrican en peque­nas cantidades o no cuentan con los medios técnicos para forjar­lo en grandes masas. Estos pueblos pobres poseen herramientasmuy características: hacha de los moi (32) en la que aún subsiste,aunque tengan ahora bastante hierro, una estructura de una épo­ca no muy lejana en la que les solía faltar el metal; azuela de losesquimales, en la que las valiosas hojillas de jade, de sílex o dehierro de mala calidad están lastradas por una montura de hueso(58); la azada esquimal, en la que la punta de marfil demasiadoligera se sujeta en un mango abombado (110), y la azuela lapona(112), en la que también aumentan el volumen del extremo.

A veces, el orden es inverso: el útil precisa de una cabezavoluminosa y larga, que queda bastante ligera con objeto de quesea manejable. La búsqueda de una herramienta de esta formaunida a una determinada economía del metal, desemboca enútiles como la azada japonesa (114) o africana (115). Por otraparte, estos casos son complejos: la fragua japonesa permitiríaforjar cabezas de azada de metal largas, planas y ligeras; actual­mente, en algunas se compaginan curiosamente las formas anti­guas con el deseo de una fabricación práctica. Pero la azada esuna herramienta conservadora; basta can ver algunos tipos pro­vmcianos franceses para comprobarlo. En el Japón, al igual queel arado o la pala, ha conservado una composición que data de laEdad del Bronce. Este hecho obliga a poner mayor prudencia yatención a la hora de interpretar las formas. La tendencia no seda nunca más que a través del medio (en caso contrario, todas lasherramientas que sirven para el mismo uso tendrían la mismaforma en todas partes); el medio, que no sólo es innovación prác­tica, sino también recuerdo o rutina, ejerce siempre el mismocondicionamiento en las formas. Un caso que debemos tenermuy presente es el de la azuela lapona (112), cuya hoja es un

(transmisión rectilínea directa, fuer­za humana),

(transmisión circular directa, fuerzahumana),

(transmisión circular desmultiplica­da, fuerza humana o animal),

(transmisión rectilínea convertidaen circular, fuerza humana),

(transmisión circular desmultiplica­da en circular, fuerza natual o ar­tificial).

muela con biela (140)

muela con mangos (119)

muela recta manual (56 y 865)

muela de agua o de viento, mue­la eléctrica

muela con manivela (139 y 867)

transmisiónen. la parte activa. Esta transmisión puede ser rectilí­nea y directa, como en el caso de una hoja cortante sujeta con lamano o como los dedos al mover elementos blandos para hacercon ellos objetos de cestería. En otros casos, la fuerza puede sermodificada en su dirección y, de rectilínea, convertirse en circu­lar, como sucede con los instrumentos con arco (39 y 93). Puedeser desmultiplicada, como en la palanca. El cambio del movi­miento rectilíneo al circular o viceversa, así como la desmultipli­cación de la fuerza pueden combinarse en diferentes fórmulascomo «circular desmultiplicada en circulan> en la rueca (141) o«circular desmultiplicada convertida en rectilínea» en la desgra­nadora de algodón (151). Disponemos así de un cuadro clasifica­torio combinable con las distintas formas de prensión y de percu­sión. A su vez, en este cuadro pueden incluirse las categorías defuerzas motrices, lo cual permite, por ejemplo, distribuir los dife­rentes dispositivos para moler el grano en grupos progresivos:

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cincel de madera al que, voluntariamente, se le ha quitado elmango y se ha vuelto a montar de manera diferente para quehaga el mismo uso al que era destinado en Europa.

Puede suceder que se quiera aumentar el peso de una herra­mienta de percusión aplicada, pero esto es bastante raro. Unamáquina japonesa para pulir las piedras de talla (116) es unejemplo de piedra abrasiva sujeta a un palo pesado, el cual estásostenido por una cuerda en su extremo libre; resulta fácil darleun movimiento de vaivén, que es muy eficaz.

La palanca

Aumentar el peso es importante, sobre todo para las percu­siones lanzadas; amplificar la fuerza está en relación con otrasmuchas prácticas: es un medio de movimiento o de equilibrio,cuyo instrumento es la palanca. Al hablar de este tema, lo prime­ro que acude a la mente es la palanca y el punto de apoyo clási­cos, que levantan las más pesadas cargas; éste es, quizá, el usomás limitado. Podemos hablar de tres formas de palanca: en laprimera, el punto de apoyo y el punto de acción se confundenprácticamente (117 a 122); en la segunda, la forma clásica, elpunto de acción está delante del punto de apoyo (123 y 124); porúltimo, en la tercera, el punto de acción se halla detrás del puntode apoyo (126).

Primera forma (punto de acción y punto de apoyo confundi­dos). En la cultura moderna, el prototipo es la llave inglesa. Elenderezador de flechas de los esquimales y de la costa norte delPacífico americana es una llave (117) con la que se enderezan encaliente los palos que sirven para hacer los astiles de flechas o deinstrumentos arrojadizos ligeros. Las pinzas, bruselas, pinzaspara depilar y las tijeras para esquilar (464) son de un empleomuy singular: para utilizarlas no se emplea la fuerza de la palan­ca sino que, por el contrario, hay que vencerla. La ventaja resideen la elasticidad que mantiene separadas las varillas del objeto.Las tenazas son corrientes en América: desde Méjico hasta Tierrade Fuego se emplean estos instrumentos para sacar el carbón,para retirar del fuego las piedras candentes que sirven para coci­nar alimentos, o para coger las frutas o las hortalizas cuandoqueman. Las bruselas están reservadas para técnicas delicadas

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como la orfebrería, lacado e incrustaciones; China y Japón lastienen muy parecidas a las nuestras, tan sólo difieren en el perfil(118). En sentido amplio, las pinzas para depilar son universales(empleamos el término siempre que un hecho está probado almenos en un punto de cada una de las cinco partes del mundo).La encontramos desde los comienzos de la Edad del Bronce enSumeria, el Indo, Egipto y Europa occidental; en África, aunquese prefiere la navaja de afeitar, también se usa. En la actualidad,toda el Asia oriental lleva bolsas de aseo en las que las pinzas sonun elemento esencial. América, donde la mayoría de los pueblosse quita los pelos mediante depilación, ofrece dos series muyvariadas: en Guayana y Perú se sirven de simples conchas demejillones o de otros bivalvos en los que la charnela desempeñael papel de resorte; las civilizaciones precolombinas poseían pin­zas, o bien circulares copiadas de las conchas, o bien alargadascomo las nuestras. Las tijeras que subsisten en Europa para es­quilar a las ovejas y que se utilizaron mucho durante la EdadMedia, aún son de uso corriente para la costura en China y,sobre todo, en Japón.

Como otras aplicaciones de la primera forma de palanca po­demos citar las herramientas de percusión circular del tipo de labroca (310), corriente en Europa y Extremo Oriente. Los disposi­tivos de movimiento circular continuo (molinos y máquinas ele­vadoras), que vamos a citar a continuación, son corrientes enEurasia y en la zona mediterránea: algunos molinos manuales deExtremo Oriente (119) o de la antigüedad clásica; el cabrestante(120) y el torno (121), comunes en las civilizaciones semi­industriales; y la rueda de álabe o de cangilones (122) de losmolinos de agua o de las máquinas elevadoras (el agua actúasobre el álabe o el cangilón como sobre el extremo de una palan­ca).

Segunda forma (punto de acción delante del punto de apo­yo). Instrumentos de percusión lanzada con dos manos: zapapi­co, mazo, hacha, segur, azada, etc. Hemos visto (66 a 80) que labusca de los índices de peso consiste en calcular el peso de unapalanca, cuyo punto de apoyo es el índice (A) y el punto deacción la cabeza de la herramienta: se trata de una palanca en laque el brazo que actúa (A-B) es más corto que el brazo que selevanta, disposición buscada, ya que se trata de aumentar artifi­cialmente el peso. Con un hacha (123) (el astil es grande, por loque pesa tanto que no puede ser levantado por el extremo del

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mango), el movimiento se divide: al levantarla, la mano izquier­da está en 1, cerca del centro de gravedad, y la derecha en 3 (1sirve de punto de apoyo); a medida que la herramienta va su­biendo, la mano izquierda se desliza de 1 a 2. La herramienta selevanta con muy poco peso y cae con toda la aceleración quepermite la longitud del mango. Por lo tanto, el cálculo de losíndices sólo resulta posible después de una observación directa:entre el momento de alzarlo y el de bajarlo, un pico de desmon­tista pasa de O a más de 200 en el índice peso-longitud; estemargen es suficiente para anular todos los resultados que se po­drían obtener de una serie de útiles en los que no habría quetener en cuenta esta particularidad de uso.

En los transportes se utilizan algunas aplicaciones: portes (enJapón) de las cajas colgadas de una pértiga, reforzada a veces porun palo (ISO). Las layas (124) tienen como punto de apoyo elnivel del suelo en el que son hundidas; las palas tienen la manoque se pone más baja como pivote. El arado presenta alternativa­mente la segunda o la tercera forma (125); apoyándolo en lamancera C o elevándolo, se traslada el punto de apoyo de B a A.

Tercera forma (el punto de acción está detrás del punto deapoyo). Forma corriente de las prensas (126), trituradoras (44) ycuchillas (31); es también la forma de nuestro cuchillo de carni­cero y de la guillotina de impresor. En los transportes está repre­sentada por la carretilla europea, en la que el punto de apoyo esla rueda.

El balancín y el contrapeso

Si el punto de apoyo se encuentra en la vertical del centro degravedad, el objeto estará en equilibrio. Este estado de inmovili­dad relativa se utiliza en las armas arrojadizas. Para que, al arro­jarla, una lanza no se desvíe, debe tener el centro de gravedadentre el primer y el segundo tercio de su longitud; es éste unprincipio aplicable a todas las armas arrojadizas largas y que. semueven a una velocidad reducida. Una de las tres raras excepcio­nes es la flechita de cerbatana, la cual, dados su poco peso, suvelocidad proporcionalmente mayor que la de otras armas y sucorta distancia de acción, no posee ese equilibrio de las flechaspropiamente dichas, las lanzas y arpones. Para asegurar un lan-

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zamiento correcto de la lanza, se debe poner la mano en el cen­tro de gravedad (127)5

Si se varía el peso de uno de los brazos de la palanca mante­niendo el mismo fulcro, se consigue un movimiento basculanteque puede ser utilizado. El pozo con cigüeñal (l2S), que se ex­tiende desde la Vendée hasta Japón se pone en funcionamientocuando una ligera tracción en la cuerda hace subir el cubo llenohacia el orificio del pozo. El fuelle birmano (107) no tiene con­trapeso, y el papel de su balancín es el de órgano de transmisión.El mazo para descascarillar el arroz funciona mediante el pesodel hombre que se sube en el brazo corto, quien abandona esaposición cuando el mazo llega a la altura deseada y vuelve a caeren el mortero lleno de arroz. El balancín hidráulico (129), que seencuentra desde Ceilán hasta Japón, se aplica generalmente almazo o pilón para descascarillar. En los pueblos de Malasia yJapón hallamos el siguiente ingenio: un hilillo de agua va llenandola cubeta del brazo pequeño de la palanca; cuando la cubeta estállena levanta el mazo y se vacía al llegar cerca de la vertical, dejacaer el mazo en el mortero y vuelve a ponerse bajo el hilillo deagua. La máquina puede funcionar sin pararse, día y noche, pararealizar la larga tarea de descascarillar y limpiar el arroz.

Hemos visto que la rueda de álabes (paletas) o de cangiloneses un ensamblaje de palancas de la primera forma (122): cadapar opuesto de álabes o de cangilones es un balancín, pero mien­tras que el peso móvil del mazo para descascarillar o de la ruedade caída de agua (130) asegura el movimiento, el peso de loscangilones de la rueda elevadora es una resistencia que debenvencer los álabes intercalares para hacer girar el aparato (131).

La carretilla china (223) difiere por completo de la nuestra:la rueda está en el centro de gravedad, de manera que la carga sehalla en equilibrio respecto del eje, como en la mayor parte delos vehículos con dos ruedas. Es lógico pensar que no existe nin­gún lazo entre la carretilla europea y la china, puesto que se hanconstruido sobre principios distintos, y nos faltan testimonioshistóricos acerca de vehículos tan humildes; es sumamente inte­resante encontrar en la carretilla coreana (222) un intermediariocasi ideal entre ambas formas.

Si nos imaginamos ahora un balancín en el que el fiel no seaun eje rígido, sino flexible (una cuerda), bastará con aumentar el

5 En algunos casos estudiados más adelante (armas arrojadizas) se podrá ob­servar cómo el propulsor modifica estas disposiciones.

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peso de uno de sus extremos para que la cuerda se deslice sobresu fulcro. Estamos ante una cuerda para izar. Y si colocamos enel fulcro una rueda que suprima el frotamiento y el desgaste de lacuerda, obtenemos la polea (132). La polea puede prestar losmismos servicios que el balancín, pues se pueden adaptar demanera indistinta a los mismos aparatos; telares de pedales (527)o de polea, pozos con cigüeñal y pozos de roldana. La ventaja dela polea es la de permitir el uso de una cuerda muy larga, mien­tras que el cigüeñal, como máximo, puede alcanzar el doble de lalongitud de cada uno de sus brazos.

Por último, si lo que se pretende no es el movimiento, sino laestabilidad de un mecanismo que se halla suspendido, los brazosdel balancín terminan debajo del fulcro, y el peso de cada ladomantiene en equilibrio al conjunto. Es el caso de la balanza parapesar, de la barra para llevar bultos (183) y de las albardas de losanimales de carga (192).

Movimientos circulares

La transformación del movimiento rectilíneo, que poseennormalmente la fuerza del hombre, los animales, el agua o elaire, en movimiento circular, y, después, de manera accesoria, lareconversión de este movimiento circular en un movimiento rec­tilineo en el nivel de la parte activa representa una de las princi­pales vías del progreso mecánico. La correa de transmisión, lamanivela, la biela, el pedal y los dispositivos de desmultiplica­ción nacieron mucho antes de la utilización de las fuerzas artifi­ciales para mejorar dispositivos de movimiento circular, en parti­cular aquellos que conducen al torcido de las fibras, a losinstrumentos para taladrar o hacer fuego. En un nivel socio­económico más elevado, la reflexión técnica sobre los movimien­tos circulares condujo a las civilizaciones clásicas de Eurasia ha­cia las máquinas para subir agua, los molinos y los martillospilones.

Movimiento circular alternativo. Por lo que respecta a mu­chas técnicas, el movimiento circular se ha realizado en dos eta­pas; las herramientas, animadas con un vaivén alternativo, sehan ido perfeccionando llegando al movimiento circular conti­nuo.

La más sencilla de estas herramientas es el punzón, que se

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agarra con la mano (133) y gira alternativamente de izquierda aderecha para horadar. El palo que se frota entre las palmas, yamencionado dos veces (37 y 90) se debe al deseo de aumentar lavelocidad de rotación. La presión de las palmas, defectuosa, se vemejorada por un aparato extraño del que conozco un ejemplo enel Japón (286): se introduce la varilla en dos planchas que sefrotan entre sí con rapidez; se obtiene así la rotación alternativadel eje. El huso de los ainos (134) es un objeto similar; lo vere­mos dentro de algunas líneas.

Las otras aplicaciones implican el uso de la correa de trans­misión. La correa tirada simplemente con la mano (rotación concuerda) figura entre los taladros de cuerda (38), el palo para elfuego (92) y el torno para madera de Asia central y oriental (321y 322). La correa con arco se halla atestiguada en el taladro (39),el palo para el fuego (93) y el torno de arco que aún sobreviveentre nosotros (323). Cuando hablamos del taladro (40) y el fue­go mencionamos la correa del parahuso. La correa de pedal yresorte (136) movía, todavía en el siglo XIX, los tornos de maderafranceses. Taladros y tornos para madera son las aplicacionestípicas del movimiento circular alternativo; ambas técnicas seadaptan bastante bien a él, pues no se ha hecho ningún esfuerzopara modificarlas. No hay que ver sistemáticamente en los apa­ratos de movimiento alternativo prototipos de aparatos de movi­miento continuo; coexisten casi en todas partes, aunque tarde otemprano el movimiento continuo acaba extendiéndose al con­junto técnico.

Movimiento circular continuo. Tiene como órgano indispen­sable el volante o la manivela (generalmente ambos). En el huso-que es la forma más simple (137)-, el movimiento, que seconsigue mediante el pulgar y el índice, está regularizado por unvolante. En algunos casos, el impulso se da con la palma de lamano y el muslo (276). Está claro que, si se mecaniza esta últimaforma, se obtiene el huso aino: una plancha fija sustituye al mus­lo y un bloque móvil con empuñadura mejora la palma de lamano. A partir de una constatación tan sencilla podemos dedu­cir que el huso aino deriva del huso rodado con la palma; esprobable pero menos sencillo de lo que parece. Existen, en efec­to, dos aparatos, huso aino (134) y taladro de pulidores de ágatajaponés (286), que tienen la misma forma, se utilizan en las mis­mas zonas y que no tienen paralelos en otras partes, dos aparatosque se podrían considerar con razón como gemelos. El taladro se

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halla menos «evolucionado» que el huso, ya que, por carecer devolante, sólo realiza el movimiento alternativo; sin embargo, loutilizan los japoneses, que sin lugar a dudas cuentan con mejoresútiles que los ainos. Los japoneses pudieron transmitir el huso alos ainos en una época en la que ellos poseían también el taladrosin volante y el huso con volante. Los amos pudieron tomar yconservar el huso; pero se ignora si tuvieron el taladro. Los japo­neses, al conocer la rueca, habrían dejado de utilizar el huso,habrían sustituido el taladro de plancha por el taladro de parahu­so (40), pero por milagro un grupo provinciano de pulidores deágata habría permanecido fiel a la forma arcaica. Así pues, elhuso y el taladro rodados serían dos rasgos antiguos que podría­mos encontrar allí donde se encuentran normalmente los parale­los entre el Japón y el resto del mundo: China, Indonesia, entrelos montañeses de las terrazas tibetanas y en el Yunan. Ahorabien, la rueca y el taladro de parahuso se encuentran por do­quier; son dos rasgos característicos del antiguo lazo que une alos pueblos de estos diversos países; los japoneses también tienenrueca y taladro de parahuso, entre otros de los caracteres comu­nes con el Asia continental e Indonesia '.

Por otra parte, en América del Norte hallamos un paralelosin duda ideal: los taladros rodados entre la palma y el muslo(276). Esto nos impulsa a recordar la teoría del origen septentrio­nal de una parte de la civilización japonesa: los ainos y los puli­dores de ágatas conservarían en estado de supervivencia un testi­monio con parentescos lejanos. Nosotros no podemos ir más alláde la suposición.

Podemos estudiar asimismo el parentesco del huso aino y dela rueca asiática (141), instrumentos ambos de hilado con movi­miento continuo y huso horizontal. Parentesco tan superficial ylejano que sin intermediarios no podríamos fijarlo.

El torno de hilar es una de las máquinas más acabadas. Entrela rueca de Asia oriental y la nuestra sólo existen diferencias dedetalle, y si se puede suscitar la cuestión de las relaciones anti­guas entre el Extremo Occidente y el Extremo Oriente, es preci­samente en relación con este caso. Las técnicas recurren a lasaplicaciones mecánicas según una elección que depende de lastendencias. El taladro y el torno para madera pueden limitarse al

6 El único testimonio de difusión extremo-oriental tan amplia como la deltorno de hilar, y emparentado desdeel punto de vistamecánico con el huso aína,es la bobina rodada entre los dedos (442).

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movimiento alternativo. El huso y el torno de hilar requieren unmovimiento continuo y rápido; otras (molino y torno de alfare­ro) necesitan un movimiento regular y continuo, además de pe­so. El volante es el órgano esencial del molino y del torno dealfarero, lo mismo que la manivela es indispensable para el tornode hilar. Nos da la impresión de que el tipo ideal de cada una deestas máquinas busca un equilibrio entre dos órganos: existentornos y molinos sin manivela y numerosas devanaderas sin vo­lante; los mejores son los molinos con volante muy pesado ymanivela de poca importancia, así como el torno de hilar, quetienen un volante ligero y la manivela compuesta de un pedal. Eltorno de alfarero es un pesado volante de madera que pone enmovimiento la pella de arcilla que va a ser moldeada (138). Elmolino manual, muy corriente en Asia oriental (139), es en Eu­ropa (nosotros lo hemos perdido en la zona de Bretaña en el si­glo pasado) un volante con manivela más o menos complica­da (140).

Los tornos de hilar y devanaderas tienen, por el contrario, unvolante ligero que desempeña la triple función de volante, sopor­te para la correa de transmisión y desmultiplicación. En ellas sebusca la velocidad y no, como en el caso del molino o el torno, lafuerza del impulso adquirido: para torcer un hilo no se necesitavencer ninguna resistencia, mientras que hacer girar la pella dearcilla o machacar grano precisan de la acción de una masa im­portante. Por consiguiente, podemos ver cómo los tornos de hi­lar y devanaderas desarrollan los medios de aceleración mediantela manivela, el pedal y la desmultiplicación.

De este modo, el movimiento circular continuo se divide endos tendencias: una, a la masa; otra, a la velocidad; la primeratiene como resultado el torno y el molino y la segunda el tornode hilar y la devanadera. Realmente, no podemos ver en ellocaracterísticas étnicas, pues, en líneas generales, todos los pue­blos que poseen una de ellas tienen también la otra. Estas nuncase han planteado este tipo de cuestiones técnicas; el método quesuele seguirse es el de señalar la existencia de un objeto y despuésla de otro objeto cada vez más parecido; pero apenas se ha hechohincapié en que aquel que tiene el huso posee también el movi­miento circular alternativo, y aquel que tiene el torno de hilarposee asimismo el molino y el torno de alfarero. No se ha estu­diado lo suficiente la influencia recíproca entre los inventos; nosolemos darnos cuenta de que sin el torno de hilar no habríamostenido la locomotora. Sólo fue necesario añadir una caldera y

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sustituir el brazo humano por el pistón, pues la biela ya estaba enel pedal, la manivela colocada en el torno de hilar al igual que enlos primeros vehículos mecánicos y el cambio de velocidad sehallaba potencialmente en las bobinas.

Poco queda por decir respecto del movimiento continuo poragua y por aire. Los molinos de viento, así como los molinos deagua y las ruedas de regadíos se hallan en los mismos pueblosque el torno de alfarero y el de hilar, lo cual hace pensar más aúnen influencias recíprocas. En estos casos, la aplicación de la fuer­za es directa, continua y sin manivela, y la función del volanteno es muy importante en la rueda que recibe el impulso. Dichoimpulso se transmite mediante un engranaje a las muelas, queposeen las mismas características que las muelas manuales: velo­cidad reducida y peso del volante. El interés principal de estasmáquinas radica en el engranaje que transmite el movimientodel árbol horizontal de la rueda motriz al árbol vertical de lamuela o de la bomba.

Acabamos de ver, pues, algunos de los inventos que se hanrealizado gracias al movimiento circular. Inventos que debemostomar en el sentido más amplio, pues desconocemos el nombrede sus inventores e incluso de los pueblos donde se llevaron acabo.

Conservación de la fuerza

En la última parte del tomo Il, cuando estudiemos los inven­tos, hablaremos de la existencia del invento individua!, puro eideal, de la adquisición sacada de la nada, y de lo «nuevo»; mos­traremos que es mediante una cómoda abstracción como se nosaparece el progreso a modo de camino jalonado de inventos.Después de grandes esfuerzos, podríamos citar algunos casos re­lacionados con toda la historia de la humanidad y todas las ra­mas del pensamiento; muchos de ellos no resistirían un examendetenido. Lo que desorienta nuestros estudios es la continuidad,en sus innumerables formas; no obstante, debemos admitir quehay que buscar la realidad investigando en esta continuidad, ariesgo incluso de perder algunos puntos de apoyo.

En la vasta porción del globo que comprende Europa, el Me­diterráneo, Oriente Próximo, Siberia, Asia central, la india, in­donesia y Extremo Oriente, donde vemos por doquier aparatosde movimiento circular, hallamos las mismas mejoras.

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El pedal ofrece tres formas: la primera parece ser el perfeccio­namiento del torno horizontal con cuerda (321); en Europa(\ 36) y en China (\ 35) mejora al torno para madera. En unasegunda forma, completa un balancín o una polea: dos o variospedales (510) aseguran el movimiento de los lizos del telar entodo el continente eurasiático. Da la sensación de que esta apli­cación es extraña al movimiento circular, porque contribuyesimplemente a hacer subir o bajar una parte del telar; pero, dehecho, aparece con mayor frecuencia en la zona de los aparatosde movimiento circular con pedal. La tercera forma se adapta a!movimiento circular continuo. Prolonga y completa la manivela,permitiendo hacer girar con el pie el torno de hilar o la devana­dera (\45). En el presente caso, el pedal va unido a una biela quese fija en la manivela: el movimiento rectilíneo del pie se haceoscilante en la biela para transformarse en la manivela en movi­miento circular.

La manivela tiene en todas partes la misma forma (139 a143). Las más sencillas están formadas únicamente de una pieza(\ 39). Las más complicadas permiten conjugar con la biela losesfuerzos de varios hombres, como el dispositivo de los grandesmolinos japoneses (140), perfeccionamiento claro de la palanca(\ 19), puesto que los obreros no tienen que girar con la muela.Una forma muy interesante, que habría podido revolucionar latécnica de los taladros, es la del berbiquí (313). Casi no existenmás ejemplos, excepto en Europa, antiguo Egipto y Oriente Pró­ximo, que el de Argentina, utilizado para producir fuego. Lospueblos mal equipados tienen importantes dificultades paraconstruir un aparato en el que el eje sea perpendicular a! planode ataque, pero cuyo vástago esté acodado; en Extremo Orientese podrían haber superado fácilmente. Casi inevitablemente nosuele prestarse atención a las lagunas técnicas, y en algunos ca­sos, sin embargo, son tan valiosas como los hechos. La escasezdel berbiquí, cuyo movimiento circular es continuo, estriba, almenos parcialmente, en que puede hacer un agujero con unapunta de movimiento alternativo. Este hecho parece tener rela­ción con la relativa escasez del tornillo en el mundo' en efectocon el taladro de movimiento alternativo, los desech~s de mate:ria arrancados a la ida se echan a la vuelta, mientras que con elberbiquí de movimiento continuo, si la punta no es una brocacon rosca de tornillo muy hueca, los desechos se interponen en­tre la punta y el fondo del agujero, o bien se desprenden con difi­cultad.

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El volante, órgano esencial del huso para hilar (137), es cono­cido por un gran número de pueblos que ignoran cualquier otraaplicación mecánica de dicho objeto. Los australianos (144) po­seen una bobina que hace pensar en uno de los caminos que hanpodido conducir al volante. Se trata de un eje con dos tablillas enforma de cruz que sirven para detener el hilo embobinado en eleje a medida que se va torciendo. Sólo con una ligera modifica­ción de la técnica este tipo de bobina, destinada a recibir pasiva­mente el hilo torcido, se puede convertir, sin cambiar en nada suforma, en un huso con volante en cruz. El taladro parahuso tie­ne, como el huso (con el que se halla bastante emparentado) unvolante horizontal más o menos voluminoso. Él torno de alfare­ro (138) normalmente no es más que un volante horizontal, encuyo centro se hace girar el trozo de arcilla. El volante vertical,por lo que respecta a las sociedades estudiadas aquí, se limita casiexclusivamente a usos de hilandería: torno de hilar (141, 154,435 Y436), huso aino (134) y máquinas para desgranar el algo­dón. Dentro de estas máquinas desgranadoras (145) hay una queofrece toda una serie de curiosidades mecánicas: sus dos cilindrosson independientes, sin transmisión ni engranaje, lo cual es raro.El cilindro superior gira cuando la mano mueve una mani­vela. El cilindro inferior se mueve mediante un pedal que actúasobre una manivela con contrapeso; es un caso rarísimo fuera dealgunas aplicaciones en la mecánica moderna. Este contrapeso eslo que forma el volante. Es difícil explicar la existencia de dichamáquina en un país que, como el Japón, posee el engranaje, latransmisión y el volante circular. Ni siquiera podemos acudir alclásico recurso de hablar de una supervivencia, pues el torno dehilar, que posee transmisión y volante, y la desgranadora delPacífico asiático, que tiene engranaje. están ligadas indisoluble­mente al algodón. ¿Cómo admitir que una desgranadora de algo­dón distinta de la desgranadora clásica haya existido en el Japónantes de la introducción de dicha planta? Hay que atenerse sim­plemente a los hechos mecánicos. Quizá debió de haber. comoun grado más de perfeccionamiento de la desgranadora manual(151), una desgranadora con engranaje impulsada por un pedalcon volante circular; lo que hay en realidad es una máquinabastante ingeniosa, pero técnicamente inferior a su prototipo enun país en el que los demás aparatos de hilatura han recibido tanconsiderables mejoras.

La correa de transmisión, según lo que ya hemos citado, pue­de admitir dos divisiones. Es una simple correa rectilínea que

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recibe la fuerza en cada extremo y que la transmite a un eje enlos taladros de correa, de arco o de parahuso, o en los tomos demadera horizontales. Se unen los dos extremos de manera queformen un bucle sin fin en el torno de hilar y en ciertas instala­ciones hidráulicas. El engranaje supone un grado de perfecciona­miento propio de los pueblos muy bien equipados. La ruedahidráulica con correa (146) es un ejemplo comparable, por susencillez, a la bobina australiana. En su uso normal, el engranajedebe transmitir a una rueda la fuerza que recibe directamenteotra rueda. Las relaciones de diámetro entre las dos ruedas impo­nen la desmultiplicación. En hilatura, encontramos ruedas quese ponen en movimiento por simple fricción (147), lo cual nopuede aplicarse más que a órganos ligeros (bobinas, por ejem­plo). Dichas transmisiones por fricción se emplean en encarreta­doras o en canilleras de Europa y Extremo Oriente; cuando acci­dentalmente la bobina encuentra una resistencia, patina, y así seevita que se rompa el hilo. Los engranajes pesados son bastanteraros en Extremo Oriente (148 y 150), mientras que el mundomediterráneo y Europa los utilizan mucho para los molinos einstalaciones hidráulicas (149). Por último, en todo el ámbito detorno de hilar oriental (de Indonesia al Japón) encontramos ladesgranadora de algodón (151), cuyos cilindros tienen un engra­naje de tornillo. El tornillo es un objeto poco extendido, salvo enEuropa; lo encontramos a lo largo de las costas del Pacífico asiá­tico en usos muy limitados y bastante recientes casi todos. Losesquimales orientales son los únicos primitivos que emplean eltornillo para fijar determinadas puntas de lanzas de marfil, aun­que probablemente lo tomaron de los colonos escandinavos quepoblaron la costa sur de Groenlandia desde el siglo XI hastael XV.

El complemento de un engranaje es el trinquete. Se conoce suprincipio en los aparejos de tensión (121 y 152), en los que espreciso evitar que un cilindro se vuelva hacia atrás; podemos veralgunas aplicaciones (149) de este accesorio en los engranajesantiguos de Occidente.

La desmultiplicación. tan corriente en nuestra mecánica deestos últimos siglos, fuera de Europa sólo está representada por eltorno de hilar y la devanadera orientales (147, 153 Y 154); en larueda grande suele estar casi siempre la manivela. El torno dehilar de Europa occidental es el único que posee un mecanismode desmultiplicaciones combinadas (155 Y436). Las dos correasde transmisión del volante mueven dos ruedas de diámetros dife-

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rentes. La más grande conduce a la aguja y la más pequeña a labobina, de modo que el hilo torcido, al girar la bobina más depri­sa, se va enrollando. La tensión de las correas se regula medianteun tomillo; si están muy tensas impiden que las ruedas patinen,con lo que el hilo está poco torcido antes del encanillado; y siestán flojas permiten que patinen durante unos momentos antesdel encanillado, haciendo que el hilo se tuerza al máximo. Bastacon inventar un dispositivo que haga pasar el hilo de una rueda aotra para obtener el cambio de velocidad.

Todos estos aparatos van consumiendo la fuerza a medidaque la van recibiendo; reservar la fuerza para consumirla en elmomento propicio, es decir, obtener el automatismo, es un pro­blema ya resuelto por la mayoría de los pueblos, aun los dotadosde los medios más sencillos. Un primer estado consiste en con­servar la fuerza sin soltarla. La fuerza de cada mazazo se conser­va gracias a la cuña con la que se parte un tarugo o la que seintroduce entre las piezas de una prensa (156).

Un segundo estado consiste en colgar un peso que restituyaen un momento dado la fuerza que se ha empleado para levan­tarlo. Es la solución corriente de todas las trampas con peso(157) o con escotillón (158), de los relojes y dispositivos conpesas (asador y soporte con péndulo).

El tercer método se basa en aprovechar la elasticidad de unresorte. Se utiliza sobre todo en las trampas. Por ejemplo, en lastrampas de resortes sujetos por un extremo, corrientes en África,Oceanía (159) y el Pacífico Norte; y en trampas de ballesta, quehallamos en África (160), Siberia y Japón. El arco de caza o deguerra mantiene durante un momento la fuerza de la flecha; laballesta puede estar tensa, como en la trampa de ballesta, tantotiempo como se precise para realizar el acto de caza.

El resorte sujeto en un extremo es universal. En la Guayanaencontramos una trampa que se dispara automáticamente tanpronto como entra el pez. El fuelle de Borneo (106), el tornopara madera (136), la caja cuya tapa se cierra automáticamentepor efecto de una laminilla de bambú (Indonesia), los juguetesmecánicos de bambú (Japón y China), los candados con ojo(161) de Europa, Japón y África negra, así como las baterías desílex o de mecha de las armas de fuego son algunas de las aplica­ciones entre las muchas que hay del resorte.

Finalmente, las máquinas de agua, como el mazo hidráulico(129) o las presas de ruedas hidráulicas ofrecen otra posibilidadde acumulación de la fuerza motriz.

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Este examen de las fuerzas y de la mecánica es muy incom­pleto; debemos tener en cuenta que la etnología no ha realizadoaún estudios en esta dirección. Los que estudien esta cuestióncon más profundidad retocarán probablemente las divisionesque hemos propuesto a partir de ejemplos todavía poco numero­sos. Ya hemos visto que la cerbatana, el huso aino y la desgrana­dora de algodón japonesa no son solamente parientes técnicosdel pistón, del taladro con tablilla o de la desgranadora de torni­llo, sino que plantean a su manera el problema de los orígenes.¿Son vestigios o regresiones? ¿Se trata de préstamos perfecciona­dos o incomprendidos y bastardos? ¿Son inventos locales, fecha­bies y espontáneos o se puede ir determinando sus prototiposgradualmente? En definitiva, ¿es esencial preocuparnos por cues­tiones de fondo histórico? Excepto los textos que prueban uninvento con fecha y lugar, no poseemos otro testimonio que lapresencia de una técnica, a veces fechada con relativa precisión,en un punto geográfico determinado. Generalmente, el aparatohistórico se construye a partir de un razonamiento lógico; noso­tros no somos más competentes en este terreno que los filósofosdel XVIII que investigaban sobre el invento de la tejeduría o de laagricultura. Sucede simplemente que los datos arqueológicos sonmás abundantes, pero aún insuficientes. Antes de pretender re­solver el problema del origen de los dispositivos mecánicos, re­sulta imprescindible establecer un cuadro sistemático de ellos,como el que hemos intentado esbozar en estas páginas. No sola­mente asegura la posibilidad de ordenar el dato histórico, sinotambién el medio de realizar una crítica de las hipótesis mostran­do los lazos que, paralelamente a la evolución propiamente his­tórica, existen entre las aplicaciones de los mismos principiosmecánicos en el seno del equipo técnico de una misma cultura.Así pues, más que de casos inventariados aisladamente, podemostratar de conjuntos de herramientas o de máquinas.

La etnología se ha dedicado en distintas ocasiones a buscaruna definición de la herramienta, del instrumento o de la máqui­na. Tal distinción sólo interesa de manera accesoria a nuestroobjetivo. Una definición tecnológica del instrumento sería pocointeresante, ya que el término responde a una noción de usocomún: una herramienta, un arma o una máquina son los ins­trumentos de una determinada técnica; el término resulta útilporque conserva simultáneamente un sentido amplio y preciso.Entre herramienta y arma, la distinción tampoco posee un valortecnológico: un mismo cuchillo, utilizado con el mismo modo de

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percusión, puede servir de herramienta o de arma según la natu­raleza del objeto al que se aplique. El hecho de cortar madera loconvierte en una herramienta; si se utiliza para cortar pan, setorna en un instrumento de mesa, a menos que se trate de uncuchillo de carnicero, en cuyo caso se considera como herra­mienta. Degollar a una oveja lo convierte igualmente en herra­mienta, mientras que será un arma si se utiliza para el mismoacto pero aplicado a un hombre, lo cual pone totalmente demanifiesto el carácter no tecnológico de las palabras considera­das y explica que en estas páginas nos atengamos al uso común.

En cambio, la definición de la máquina requiere un examentecnológico. Se piensa normalmente que la distinción entre laherramienta y la máquina se establece a partir de un cierto gradode complicación mecánica. Ello supone algunos órganos detransmisión y de conversión de la fuerza, pero no necesariamen­te de amplificación. En este sentido, los instrumentos que preci­san de la fuerza humana inmediata y de una transmisión rectilí­nea directa o rectilínea amplificada (cuchillo, 290-294; sierra,304-308; arpón, 719-727 y mazo pisón, 859) no son máquinas.Sucede lo mismo con respecto a los instrumentos que necesitanla fuerza humana inmediata y transmisión circular directa (huso,137, y taladro manual, 133). Por el contrario, los instrumentosde transmisión rectilínea transformada en circular (taladros decuerda, de arco y de parahuso, 37-40; tornos, 135, 136, 320 y321, Y la muela con biela, 140) y los de transmisión circulardesmultiplicada convertida en circular o en rectilínea (trituradorcon cilindros, 148, y prensa con tornillo) son máquinas, tanto sila fuerza aplicada es la fuerza humana inmediata, como si es elagua o el aire (perforadora hidráulica, 312, mazo pisón de agua,129; molino de viento, martillo pilón, etc.).

Según estos datos, la máquina se muestra como un dispositi­vo que no sólo suele llevar incorporada una herramienta sinoque, ante todo, necesita uno o varios gestos. La ballesta, queintegra el gesto de tensar la cuerda y lo restituye en el momentode tirar, es una máquina, como el torno para madera o el tornode alfarero, que transforman el impulso humano en un movi­miento circular continuo o alternativo. El telar se torna en má­quina no a partir del momento en el que deja de ser un sencillobastidor en el que los hilos se levantan manualmente, sino apartir del momento en que el levantamiento conjunto de loshilos se lleva a cabo mediante un dispositivo de prensión quesustituye a los gestos de los dedos del ejecutante.

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III

LOS TRANSPORTES

Estudiamos los transportes en este lugar sólo por simple co­modidad; normalmente, se habla de ellos al final de las técnicasgenerales, después de la vivienda; pero nuestro plan (fabricación,adquisición y consumo) hace que los transportes sean más bienun instrumento de la adquisición. Por otro lado, la posición sis­temática sólo tiene aquí una importancia muy limitada; el bus­car alguna relación lógica o filosófica entre la fabricación, la ad­quisición y el consumo resultaría un esfuerzo vano. En larealidad no hay ningún orden determinado; volvemos a insistir,pues, en que los transportes figuran en este lugar únicamenteporque hace falta seguir un orden y porque resulta cómodo decir«fabricamos una herramienta o un arma -y nos desplazamos­para adquirir un vegetal o un venado, que sirva para alimento,vestido o vivienda».

Según nuestra opinión, las cuestiones del transporte sustitu­yen a las que se refieren a los movimientos puros, tratados por laantropología anatómica, la lingüística o la historia escrita. Enefecto, podemos percibir las migraciones gracias a los objetostransportados de un punto a otro. A principios del presente siglo,podía representarse al mundo poblado de nómadas y de seden­tarios. Los nómadas habrían sido pastores o cazadores, y los se­dentarios agricultores sujetos a su gleba; los intercambios de ob­jetos entre civilizaciones alejadas habrían tenido como vehículosa los pastores nómadas sobre todo. Esta visión tan simplista yano resulta apenas válida, pues ni siquiera sirve para explicar lasposiciones respectivas de los escasos nómadas auténticos y de losverdaderos sedentarios, más escasos aún. En la realidad, todoslos pueblos se benefician de una relativa estabilidad, aparente y(en una medida que a menudo es la política) ficticia. Algunosllevan una vida que les obliga a recorrer una extensión general-

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mente bastante amplia pero, no obstante, circunscrita: nos referi­mos a los pastores y algunos cazadores-pescadores como los es­quimales, cuyo ciclo de nomadismo es anual; cada primavera ocada otoño los sitúa en el mismo marco que la primavera o elotoño anteriores '. Algunos agricultores siguen también dicho ci­clo anual: en la China antigua se trasladaban de las chozas ligerasconstruidas en terrenos de cultivos a las casas de invierno de lospueblos; otros grupos, a causa del agotamiento de su suelo, seven empujados a abandonar durante algunas temporadas su há­bitat: así hacen los bobos de Alto Volta, que trasladan su pobladocuando las cosechas son insuficientes o cuando el ganado enfer­ma y las mujeres se vuelven estériles; y así hacen también loskoniagui de Guinea, que (en ocasiones, incluso varias veces alaño) llevan el poblado y las plantaciones que lo rodean a pastosfecundados por el estiércol de las manadas, y, a la inversa, susanimales se encargan de tener roturadas y abonadas las zonas decultivos abandonados. En otros casos, un grupo se ve obligado atrasladarse como consecuencia de la guerra. Se debe tener muyen cuenta este aspecto de los movimientos, al que se alude confrecuencia. Con relación a los pastores mongoles, a los esquima­les, los koniagui y los gitanos, podemos hablar de nomadismo ode seminomadismo indiferentemente; este tipo de nomadismo esen realidad una variedad de establecerse en un lugar; resulta inte­resante porque el pueblo que lo practica posee un material ligeroy fácilmente transportable, pero los transporta tan sólo por unazona muy circunscrita. Desde que se les conoce, se puede afirmarque los esquimales ocupan siempre el mismo lugar; ninguno,sólo por nomadismo, ha llegado más allá de cincuenta o cienkilómetros fuera de su hábitat. El estado nómada es estable, apa­cible y, aunque parezca paradójico, sedentario, en el sentido am­plio de la palabra. De manera distinta, también resulta interesan­te el caso de los movimientos provocados por el hambre, lacuriosidad, el miedo o el incentivo del lucro. Con relación a esto,todos los pueblos son nómadas; el éxodo de 1940 es para noso­tros un ejemplo terriblemente evocador. En todas las investiga­ciones históricas encontramos desechos que evocan bastantebien el estallido: todo el Extremo Oriente está salpicado de ara­dos, ruecas, cerdos, aves de corral y armaduras con plaquitasarticuladas que hacen pensar en una rica civilización situada en

I A. LEROI-GOURHAN. El gesto y la palabra. Vol. 1: Tecnica y lenguaje. Vol.11: La memoria y los ritmos, París, Albín Michel, 1964-1965.

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el centro-sur del Asia oriental que habría estallado bajo la pre­sión de algún invasor al que nuestra imaginación suele confundirfácilmente con un caballero mongol de las estepas del Asia cen­tral. Sobra estas teorías de los movimientos volveremos a hablarmás tarde; por el momento quedémonos con lo esencial. Pararepresentarse los movimientos aparentes de los objetos y de lasinstituciones, la mente acude primero a la imagen fácil de lainvasión. Si tenemos asientos, techumbres de tejas o arados esprobablemente porque la oleada de algún movimiento guerreronos los ha traído; pero, cuando se trata de Europa, la Historiasiempre está presente; a nadie se le ocurre afirmar que una inva­sión china nos ha legado la seda ni que una incursión de pielesrojas trajo a Occidente la patata y el pavo. Ante estos casos parti­culares, podemos imaginarnos perfectamente que algunos hom­bres, recorriendo enormes distancias, o cientos de comerciantes,pasando un objeto de mano en mano, pudieron dar a un paisuna sola muestra de cualquier objeto de interés, que se hizo po­pular en algunos meses o en algunos años.

Pero inmediatamente, con una singular obstinación, volve­mos a la imagen de los caballeros galopando en el horizonte.Atila y Gengis-Khan son responsables de esta inclinación de lamente. Una invasión puede arrasar a una civilización; pero esalgo que hay que demostrar, pues lo mejor permanece siempreescondido; puede fecundar produciendo en el pais el efecto delrodillo que va curvando los tallos jóvenes (las hordas tártarasprovocaron así la unificación de Rusia), pero nunca tiene comoresultado directo el progreso. Y menos aún origina una circula­ción intensa de objetos útiles: los intercambios que hicieron posi­bles los «tártaros- de la Edad Media entre Europa y Oriente sonconsiderables, pero no corresponden en absoluto a sus períodosde movimiento, sino, muy al contrario, a sus largos intervalos depaz entre dos épocas de agitación.

Así pues, sin dar un valor demasiado riguroso a la distinción,nos inclinamos más bien a ver en los movimientos dos cosasmuy diferentes: la primera, pacífica, que aporta lo mejor de lasadquisiciones técnicas por la acción del comercio; y la segunda,guerrera y migratoria, más importante para la antropologia quepara el tema que ahora nos ocupa. Toda la historia de la humani­dad está sembrada de hechos tan amplios; pero en el fondo no setrata más que de pueblos que se empujan, de comerciantes quetruecan fusiles por pieles u oro, misiones que se extienden con elcristianismo, el budismo o el islam, armas, tejidos, instrumentos

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163El modo más sencillo consiste en transportar los objetos lle­vándolos directamente (con una o dos manos para la mismacarga o con dos manos para dos cargas que se equilibran). Si ladistancia que hay que recorrer es bastante grande, la carga secuelga de un portabultos (esquimales), se mete en un saco (Mela­nesia, Indonesia, China, Japón, Siberia, esquimales y Américadel Norte), se envuelve en un trozo de tela que se anuda (Japón),o bien se pone en una cesta con asas (África blanca y del este), enun odre, en una calabaza o en un cubo (162) (estos tres si se tratade fluidos), un recipiente de paja o corteza (163), o bien en unacaja con suspensión flexible o rígida. Hay tal cantidad de estetipo de medios que los ejemplos citados sólo sirven de simplereferencia; lo mismo cabe decir en cuanto a los casos siguientes.Su única finalidad es la de mostrar el carácter casi universal de lamayoría de dichos métodos de portes.

El porteo sobre la cabeza ofrece testimonios en Europa occi­dental (164), así como en África (165), Melanesia (166), en algu­nas zonas del Japón (167), Indonesia (168) y en América central(169). En la mayoría de los casos, entre el objeto que se va atrasladar y la cabeza se pone un trozo de tela enrollado en formade corona o un rodete de paja.

de música, relojes o arneses. Cuando se presenta una feliz casua­lidad, nuestra ciencia desenreda un cabo del ovillo pero tiene queplantear hipótesis trabajosamente por lo que respecta al resto.

Los objetos de transporte se hallan distribuidos en cuatro gru­pos: los que sirven para llevar encima, los que transportan me­diante arrastre, los que ruedan y, por último, los transportablesen barco. Además de los cuatro grupos mencionados, hay quecontar con las vías de comunicación y sus instalaciones, carrete­ras, puentes y señales. El término porteo (tanto referido a hom­bres como a animales) se aplica a la acción de transportar sin queel continente (saco, cuévano, albardas, etc.) toque el suelo. Elarrastre, tanto para el hombre como para los animales, es laacción de desplazar una carga cualquiera con la ayuda de unvehículo arrastrado por el suelo. El transporte rodado es el que serealiza mediante todos los vehículos que marchan sobre rodilloso sobre ruedas.

EL PORTEO HUMANO

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Un lazo en bandolera es universal, como el porte sujeto conun lazo al hombro.

El porteo en la espalda permite transportar cargas pesadas adistancias más largas. Puede llevarse a cabo, como sucede enÁfrica del norte (170), sin otro medio que las manos, pero nor­malmente una cuerda sujeta la carga. Dicha cuerda puede sercolocada en la frente, como se hace en el Congo, Uganda, entoda la zona india de América, entre los cariacos de Siberia(171), los ainos (172) y en Malasia (173),

El porteo en el cuello sólo se hace con bolsas o cajas bastanteligeras que cuelgan por delante del pecho; los ejemplos abundanen todas las regiones del globo.

Carga sujeta con dos cuerdas a los hombros es el medio idealpara grandes distancias. A veces, se limita a una sola cuerda,cuyos cabos se sujetan con las manos (176); pero el más corrientetiene auténticos tirantes (179), en particular en el caso del cuéva­no y la soguilla de mozo de cuerda, Ambos objetos son comunesa Europa y al Pacífico asiático, El cuévano, en Extremo Oriente,es el accesorio normal de la cosecha; todos los grupos de Indone­sia, Malasia e Indochina (177) hacen uso de él. En China y Ja­pón, se utiliza para la recolección del té, hojas del moral y hier­bas, América, sobre todo en la costa del Pacífico, ofrecenumerosos ejemplos hasta Tierra del Fuego. El cordel del mozode cuerda (178) se utiliza desde Malasia hasta el Japón paratransportar leños, gavillas y fardos,

Lazo o banda sobre el pecho, con apoyo en las clavículas escaracterístico del Pacífico asiático; Japón (174), Indochina, Indo­nesia, Sur de la India e islas Andaman (175), así como de Améri­ca: esquimales de la bahía de Hudson y en el Brasil. También sepuede encontrar de manera esporádica en otros sitios, especial­mente en Kabilia (norte de Africa).

El porteo sobre el hombro, sin ningún accesorio, es universal;a menudo se utiliza un palo como palanca para que la cargapueda estar más equilibrada y sujetarse mejor, y a veces tambiénse acude a una segunda palanca (180), caso este último de portecon palanca sobre los dos hombros.

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EL PORTEO ANIMAL

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La utilización de los animales para el transporte plantea elproblema de la domesticación, que expondremos en las páginasdedicadas a la cría de ganado'; por ahora nos contentamos condecir que los animales que se utilizan para el transporte son loséquido, (caballo, burro y mula), los bóvidos (buey, búfalo, cebúy yak), los camélidos (camello, dromedario y llama), el reno, elelefante y el perro. Esta serie abarca la totalidad de los mamíferos

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2 Segundo volumen: Técnica de adquisición. La erra.

Distintas formas de llevar a un niño

En la presente enumeración conviene incluir al niño, que,dada su constitución, ha originado algunas modificaciones en losmétodos de transporte humano: se puede llevar a un niño enbrazos, según la costumbre europea, que es asimismo la de nu­rnerosos grupos indios de América, y que accidentalmente sepractica en todas partes. Pero el llevarlo sobre la cadera (185)está más extendido; es un uso característico de las zonas cálidasdel globo, allí donde, al no ir el niño enfajado, resulta más fácilponerlo a caballo sobre la cadera.

Llevar el niño en la espalda es bastante frecuente. Fuera deEuropa, esta costumbre está extendida casi por todas partes. Sepueden encontrar testimonios en África al menos desde el Egiptodel Imperio Medo (2000 antes de Cristo). Los pueblos que cono­cen el porteo de una carga sujeta con una banda a la frente, loutilizan para llevar a los niños, por ejemplo, los ainos (186) y losbotokudos del Brasil.

El porteo en bandolera, empleado para sujetar al niño cuan­do se lleva en la cadera, es propio del sureste del Pacífico: NuevasHébridas, Malasia (187) Yel sur de la India. La cuna ligera ama­rrada al cuerpo, utilizada desde Noruega hasta Islandia (lapones,fineses, siberianos e indios de América del Norte), se transportafundamentalmente en bandolera. Las mujeres ostiacas y laponascasi siempre llevan consigo a los niños durante sus trabajos ocuando salen fuera de casa.

El porteo en la espalda en un manto no es muy frecuente;conocemos tres zonas donde se practica: África central (189),donde se envuelve al niño en el manto, que pasa en bandolerapor el hombro derecho; en China y Japón, utilizan un cinturón ocordones (190), que se cruzan las porteadoras por el pecho; yentre los ainos (186) se da una variante con sujeción en la frente.Los esquimales colocan al niño en la espalda sujeto en su blusatan especial, repartiendo la tracción entre los hombros y el pechopor encima de los senos.

La carga en equilibrio sobre el hombro, aplicación del aparta­do de las fuerzas dedicado al balancín, tiene como centros princi­pales: Europa occidental y oriental (181), donde se emplea parael transporte de cubos; Extremo Oriente (desde Indonesia hastaJapón, aplicado a los transportes más variados) (182 a 184), yAmérica central (Méjico y Panamá).

llO III

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domésticos. No sabríamos decir si el transporte corporal se prac­ticó primero que el arrastre; por lo que respecta al transporterodado, en la mayoría de los casos parece seguir al arrastre, pro­bablemente el más primitivo. Todos los animales citados, excep­to la llama, quizá, se usan tanto para el porteo como para elarrastre; el transporte rodado suele utilizar a los équidos y losbóvidos, y muy raras veces a los otros animales. No podemosafirmar tajantemente que determinadas especies sean aptas paraformas de transporte concretas; cada una puede servir para bestiade carga, para arrastrar o para tirar del carro. El que el perro seael animal que se engancha al trineo y la llama sirva exclusiva­mente para transporte a lomo, se debe sólo al influjo del mediofísico o social; trasplantados a Europa, el perro y la llama suelenser bastante aptos para tirar de ligeros vehículos de ruedas.

El caballo

La historia del origen y difusión del caballo es uno de losámbitos de la zoología y de la historia aparentemente mejor co­nocidos. En efecto, se han escrito miles de páginas sobre estetema; pero únicamente son precisas con relación a ciertas razasque, en el transcurso de los últimos siglos, interesaron a Europapor sus características, como el caballo de armas, el de carroza oel de carreras. Se han hecho numerosos y minuciosos estudiossobre los esqueletos de caballos inhumados en las tumbas guerre­ras, pero no hay aún ningún trabajo de conjunto. En cuanto a lastécnicas de amaestramiento, de conducta y de arreos escaseantodavía más los estudios; a excepción de un trabajo útil, peromuy incompleto', casi no existe una literatura que profundice enestos temas. Así pues, debemos quedarnos en un plano general.

La constitución anatómica del caballo impone la forma delos dispositivos destinados al transporte, tracción y dirección. Asípues, sería normal encontrar ejemplos de convergencias que po­drían dar pie a la hipótesis de varios centros de innovación. Enefecto, dichos centros existen al nivel del segundo grado: el mun­do turco-mongol, el árabe y el mundo de influencia europea,desde finales de la Antigüedad, han marcado corrientes de in­fluencia que todavía pueden apreciarse. Pero todo esto surgió a

3 Comandante LEFEBVRE DES NOETTES, L 'auelage. le cñeval de selle ti traversles dges, París, Picard, 1931.

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partir de una fórmula única, nacida, al parecer, en las estepas deAsia: la de la montura con estribos. El estado anterior, Ilu~tradopor la equitación asiria o por la de la antigúedad grecolatma, s~conoce gracias a los pueblos que han dejado una Iconografía,pero la cuestión de la anterioridad del carro sobre la Silla demontar, de su aparición en regiones diferentes o en un rrusmocentro geográfico no está aún lo suficientemente esclarecida.

La albarda y la silla. Sus piezas esenciales son idénticas entodo el mundo. Dos piezas arqueadas, el fuste delantero Y eltrasero, están unidas por dos travesaños, las bandas, que .se apo­yan en las costillas del animal (191) para formar el arzon, Lasbandas pueden ser acolchadas y ponerse directamente sobre elpelo del animal (Europa), pero normalmente se interpone unamanta gruesa (193 Y 194) o una almohadilla adaptable. La suje­ción está siempre asegurada por una cincha SItuada generalmen­te detrás del codillo, y a veces todavía más atrás (191). En esteúltimo caso, Ynormalmente cuando el terreno es accidentado, sepreviene el deslizamiento de la albarda o de la silla mediante unacorrea y una grupera (191, 194 Y 19S). En Europa, aSI como enlos arneses árabes y mongoles, se usa una gamarra que afianza lacincha al ronzal o a la correa del pecho (19S). La albarda secompone, ya de aros o barras para sujetar la carga (191), ya deun bastidor para colgar cestos o sacos (192), ya directamente decuévanos, asientos o ganchos (20S). El asiento de la montura,salvo en Europa, generalmente es amovible; consiste en unamanta o cojín grueso que se asegura en los dos fustes (19S), queson más altos que los de nuestra montura actual. En Europa yExtremo Oriente, en particular en Japón, es comente que la sillasea de cuero.

En todas partes, la brida va acompañada de un ronzal com­puesto de una muserola, quijeras y cabezada (191 a 196); el bar­boquejo y la frontalera se encuentran a la vez en Europa, Extre­mo Oriente (191) Yen la brida árabe (19S) pero en muchos casospueden faltar. El bozal se utiliza accidentalmente casi en todas

partes. . 'El bocado sólo ofrece dos vanantes: en la pieza de la boca o

caña actúa sin efecto palanca (filete, 193 a 197); en otra, median­te la acción de una barbada, las ramas hacen palanca y obligan ala caña a ejercer una presión mucho más fuerte en la q~IJada delcaballo (bocado de brida). Al parecer, el mundo asiatrco soloutilizó el filete quebrado (197) o de una sola pieza, El bocado de

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brida aparece simultáneamente al desarrollo de la caballería decombate europea. Una variante del Mediterráneo (bocado «ára­be», 198) utiliza un aro en vez de la barbada. En torno a estosdos tipos principales existen numerosas variantes que se utilizansimultáneamente en Europa. Pero el bocado no es el único me­dio de conducir un caballo: los caballeros númidas utilizaban unsimple aro pasado en forma de collar por el pescuezo. Tambiéntenemos testimonio de un sencillo ronzal compuesto de dos rien­das o una serreta. ronzal en el que la muserola se halla armadade una pieza de metal que presiona en la nariz del caballo.

La evolución de la silla de montar se conoce mal, a no serdesde la Edad Media y en lo relativo principalmente a Europa.Morfológicamente, podemos'considerar dos grandes tipos: el dela Antigúedad, época en que, después de un tiempo de montar apelo, comienza a utilizarse una simple manta sujeta por unasobrecincha, y, posteriormente, una manta con burletes asegura­da en los fustes. Ese es el momento en que se unen la silla-mantay el arzón de la albarda. La manta se apoya en las bandas yforma el asiento; por su parte, los arcos de los fustes completanlos burletes por delante y por detrás. Esta forma aún subsisteentre nosotros. Parece ser que la evolución que acabamos de verse centró, hasta finales de la Antigúedad, en el ámbito occidentalde la equitación: de Asiria a Roma, va desarrollándose una seriede variantes con el fin de conseguir una solidez en la monturaque compense la ausencia de estribos en las exigencias del com­bate. Por el contrario, no muchos siglos antes de nuestra era,China cuenta ya con el estribo, que parece ser una adquisicióndel Asia central antigua. Gracias a las invasiones de los pueblosde la estepa en Europa, el estribo fue introduciéndose de maneragradual en Occidente, donde completa a la montura; resulta difí­cil distinguir los múltiples préstamos que se realizan a partir de laalta Edad Media entre las diferentes caballerías del viejo conti­nente. Las sillas mongola, china y japonesa continúan con la peri­lla y el arzón trasero realzados moderadamente; la montura delmundo árabe aumenta sensiblemente la altura de dichas piezas,que en Europa, dadas las necesidades del combate con lanza,adquieren unas considerables proporciones.

Parece ser que la espuela no tuvo un foco de irradiación cen­tro-asiático, al menos no aparece en Europa central (204) hastala Edad del Hierro y se desarrolla fundamentalmente en la zonamediterránea y en Europa. El estribo de Asia central está abiertopor dos lados y tiene una base de anchura variable (193, 199 y

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200). El estribo occidental y el árabe se ensanchan por las mis­mas razones que aumentan la parte delantera y trasera de la silla,es decir, para asegurar el máximo de estabilidad. Sin embargo, enlas fronteras del Islam (Abisinia y Sudan), el estribo no tiene unasuela ancha, sino que es un simple aro (195), en el que se intro­duce el pulgar del pie descalzo, hecho de carácter local justifica­do en parte por dos rasgos del medio: carencia de medios paraforjar un ~stnbo grande y ausencia de calzado que cubra el pie;justificación, como hemos señalado, parcial, ya que la montacon los pies descalzos no implica en otras partes modificacionesdel estribo. En Europa, encontramos de manera esporádica estri­bos con base circular, sobre todo en zonas de invasión árabe'también hay estribos con la delantera cerrada por un enrejado'En las proximidades de la zona mongola (lolos del Tíbet y Japón)el estnbo llene la forma de semi-cuña hueca para que se puedaintroducjr la punta del pie. La coexistencia de esta forma en elTíbet y el Japón es más importante de lo que parece a primeravista, pues se halla incluida en un haz muy denso de caracteresque militan en favor de lejanos contactos con un mismo centrode civilización. Nos inclinamos a pensar con razón que fueronlos mongoles quienes transmitieron la silla y el estribo a los lolosya los japoneses y, sin embargo, la estepa no ofrece ejemplos delestnbo-cuña; más aún, en Japón, entre el siglo [[ y el vencontra­mos tanto el estribo mongol (200) como el estribo-cuña, que,nrosresivamenre (202 y 203), va adquiriendo la forma actual lacual presenta una particularidad de uso, ya que el pie se poneatravesado, apoyándose sólo en el pulgar y dejando libres los de­más. Las fuentes resultan insuficientes y aparecen múltiples solu­crones en un ámbito del que, no obstante, tenemos una cantidadmuy respetable de documentos fechados. Dichas fuentes halla­rían otras ilustraciones en la espuela, considerada como muyoccidental y difundida mediante las invasiones árabes mientrasque las excavaciones checas de la época romana (204) ya ofrecende esta espuela numeros ejemplos que se suelen atribuir al influ­JO muy cercano de la estepa. Podemos esperar que algunos pro­blemas (sobre los que es fácil decir más de lo que aquí se hadicho) sean estudiados fructuosamente el día en que la investiga­cion pierda su carácter heroico e individualista actual y en quealgunos organismos de investigación sistemática proporcionen almvestígador todos los conocimientos desperdigados en todas lascolecciones y museos del mundo, o bien publicados en las másdiversas lenguas.

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En este apartado dedicado al caballo conviene incluir al bu­rro y al mulo, animales que a menudo llevan silla (mula europeay abisinia), pero que, a causa de su rusticidad, se les ha encasilla­do normalmente en el uso de la albarda. Son característicos deEuropa y la zona mediterránea. En Oriente, el burro se utilizamás bien como animal de carga, aunque, al igual que la mula, enChina se le destine para muchos usos. Poco hay que decir sobresus arneses, idénticos, salvo en sus proporciones y riqueza demateriales, a los del caballo. El bocado está reservado para losanimales con montura. Como en el caso del caballo con albarda,para el burro y el mulo de carga son suficientes un ronzal y unacorrea.

Por último, otra modalidad de transporte, esporádico en Eu­ropa y en Asia, es la litera llevada por dos caballos o dos mulas(206). Podemos observar una relación entre dicho modo detransporte animal y la silla de manos o el palanquín, empleadoscasi por doquier; pero este hecho requiere un control preciso,pues la litera normalmente no se halla atestiguada en los mismospuntos geográficos que la silla de manos.

Los bóvidos

El empleo sistemático de los bóvidos para el transporte, porlo que respecta a la época actual, es propio sobre todo del Asiacentral y oriental, y esporádico en África. Es posible que en unaépoca en la que el mundo occidental no tenía aún carros, seutilizase el buey como animal de carga; pero desde hace SIglOS suempleo normal es el arrastre o el transporte rodado, donde desa­rrolla sus mejores cualidades físicas. En Extremo Oriente, su usomás corriente es también como animal para el arado o el carro,aunque determinadas condiciones del medio han favorecido laaplicación de la albarda a los bóvidos. Una albarda igual a la delcaballo (20?), distinta tan sólo en la mayor abertura de los arcos(simple adaptaciónanatómica). Los arreos constan de una correade pecho y de grupera. En el burro, la cincha se pone más atrásque en el caballo, también por motivos anatómicos.

Se puede ver un estrecho parentesco histórico entre la albardadel caballo y la del buey, pero ningún argumento irrefutable loha demostrado todavía. Al buey se le ponen albardas en doscircunstancias: cuando, como ocurre en el Tíbet, los caminos noson adecuados para el tránsito rodado como consecuencia del

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relieve montañoso, o cuando, como en el caso de China y Japón,las angostas sendas de los arrozales impiden el paso de losvehículos con ruedas. En efecto, en las zonas citadas es el buey elque lleva el arado al arrozal por esos estrechos senderos, labra,rastrilla, transporta en sus albardas la cosecha hasta la carretera ylleva el yugo para tirar de un carro. Si bien es corriente encontraral caballo con albardas en los caminos del Japón, es excepcionaly accidental ver al buey en esas condiciones, a no ser en lasproximidades de los arrozales.

Apenas se conocen ejemplos de búfalos o cebús con albar­das '; tanto uno como el otro sirven normalmente para ser mon­tados por los pastores que los conducen, pero sin llevar ningunamontura. En cambio, el yak tibetano y el buey de las zonas bajasde las regiones montañosas del Asia central llevan una albardaque se puede comparar totalmente -proporciones anatómicasaparte- a la albarda del caballo, empleada usualmente en di­chas regiones. Este hecho muestra la complejidad de las cuestio­nes más claras en apariencia: el yak de las zonas medias del Tíbetlleva albardas; sin embargo, el de los nómadas, de una raza lige­ramente distinta, aguanta la carga amarrada con cuerdas sobreuna simple manta. Por último, se le utiliza frecuentemente comomontura con una auténtica silla.

Todos los bóvidos son conducidos mediante una correa y unanillo que atraviesa el tabique nasal.

Los camélidos

El hombre utiliza tres camélidos, y los tres más bien para elporteo que para el arrastre o el transporte rodado; se trata delcamello de Bactriana, el dromedario y la llama. Todos presentanunas áreas muy bien circunscritas: el camello de Bactriana ocupatodo el sur de las estepas desde el Cáucaso hasta Pekín; el drome­dario, las regiones secas desde Siria hasta Marruecos, y la llama,las alturas del litoral pacífico de América del Sur, donde se leutiliza normalmente como animal de carga, la cual se fija enforma de balanza sobre un cojín de espalda.

El dromedario y el camello son, simultáneamente, animalesde montura y de carga; ambos pueden emplearse para llevar elarado, y el camello incluso puede ser enganchado. Las albardas

4 No obstante. se conocen bóvidos con montura en África del Sur.

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de ambos están formadas de las mismas piezas que las de loséquidos o los bóvidos, pues no ha surgido otro medio de haceruna albarda que los dos arcos y dos bandas como piezas de arma­zón. Las proporciones varían sólo en la medida en que esta ar­madura debe ajustarse a la joroba del dromedarío (208) o insi­nuarse entre las dos del camello. Para afianzar la albarda seutiliza una cincha colocada justo detrás del codillo y a vecesreforzada, dada la longitud de la albarda, por una segunda cinchadetrás del ombligo. La silla del dromedario no parece deber nadaa la del caballo; el asiento es cóncavo y no convexo, como en elcaso de la silla ordinaria: no hay estribos y las pantorrillas delmeharista se cruzan rozando la perilla y la cruz de la montura(209). La silla del camello, por el contrario, está estrechamenteemparentada, al menos en su forma actual, con la silla del caba­llo; la monta se realiza con las piernas colgando y los pies sobrelos estribos de caballo (210).

Como sucede con los bóvidos, los camélidos tampoco tienenbocado; se les conduce mediante una simple correa sujeta a unronzal (208), a un aro puesto en la nariz o a un nudo que pasapor la quijada.

El reno

Como ya dediqué hace algunos años un volumen a este ani­mal', no volveré a insistir sobre sus diversos empleos. DesdeLaponia hasta el estrecho de Bering, se usa el reno tanto para eltransporte a lomos como para el arrastre. Su albarda es muyinteresante, pues quizá provenga de la del caballo; al este, en lazona de influjo de los turcos-mongoles, entre los tungusosy loschukches, la albarda de reno está formada de arcos y de cinchas,mientras que al oeste, entre los lapones, donde podemos suponerquela adaptación al porteo se realizó sin conocer el caballo nohay albarda sino un cinturón de madera (211) ceñido a la almo­hadilla, en el cual se sujeta la carga. Se trata, pues, de un testimo­nio muy valioso, puesto que nos ofrece un ejemplo de adapta­ción anatómica al porteo a lomos totalmente distinto de laalbarda del caballo. Tales casos son raros para la etnología y degran importancia con relación al objetivo que nosotros persegui­mos, que es el de buscar elementos para distinguir entre el prés-

s La cíviíísation du renne, París, Gallimard, 1936.

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tamo y la invención. No hay nada, salvo algunas impresiones,que nos pueda permitir negar o afirmar que la albarda y la silladel caballo surgieron después de hacer algunos arreglos en las delbuey, el camello o el reno; pero, refiriéndonos a la silla del dro­medario o al cinturón del reno lapón, podemos atrevernos a afi­nar que constituyen hechos reales, que son la materialización deuna tendencia independiente de las soluciones ya expuestas acer­ca de dicha tendencia con respecto a animales distintos, es decir,se trata de dos inventos que se pueden sumar a los numerososcasos posibles de adaptación.

El elefante

El transporte con elefantes es un tercer caso de adaptaciónoriginal. Su tamaño y proporciones rechazan todo influjo deotros animales porteadores; en efecto, su arnés tiene muy pocascoincidencias con las albardas. La India ha utilizado el elefantedesde la más lejana antigüedad: ya en los comienzos de la eracristiana lo encontramos regularmente en los monumentos. Suarnés es el mismo en todos los países que lo han adoptado (India,Indochina y Malasia): una gruesa almohadilla (212) sobre la quese coloca, en forma de bóveda, una cesta de porteo o un palan­quín con superestructura. Se utilizan algunas cuerdas no muytensas que sirven, más que para fijar el bastidor, para impedirque se deslice; hacen juego fundamentalmente en el momento enque el animal se levanta o se arrodilla, ya que, durante la mar­cha, el peso de la almohadilla, de la bóveda y de la carga bastapara mantener el conjunto en un perfecto equilibrio. Dichascuerdas son, concretamente, un lazo de cuello (homólogo al pe­tral) que previene el deslizamiento por los lados; una cincha, que,junto con el lazo mencionado, previene el deslizamiento por de­trás, y, por último, una grupera, que también afianza la carga porlos lados. El animal es conducido por medio de la voz, reforzadaen caso de necesidad por el sonido de un gancho detrás de laoreja.

El perro

Terminamos con el perro la presente enumeración, al que laindigencia de medios de transporte de los esquimales ha conver-

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tido en un animal de carga. En la temporada en que se fundenlas nieves, cuando comienzan las migraciones anuales de verano,los perros de los trineos son cargados de objetos relativamenteligeros sujetos por medio de un cinturón, como en el caso delreno lapón; cada perro puede transportar bastantes kilos, graciasa lo cual los hombres se ven aligerados de peso en esos desplaza­mientos, más duros que los recorridos invernales. Un perro ro­busto puede llevar 20 kilos, y a veces más.

El transporte animal pone aún más de relieve la complejidadde los problemas de historia de las técnicas. Ni que decir tieneque la constitución anatómica y el comportamiento del animalporteador han orientado las soluciones y que la de la albarda,con sus dos bandas unidas por dos arcos, pudo surgir en lugaresdistintos tantas veces que se llegó a la idea de utilizar un cua­drúpedo de carga. Por lo tanto, podemos admitir, a priori,grandes posibilidades de convergencia. A pesar de todo, resultadifícil poner de manifiesto este efecto del determinismo, pues elconjunto de los animales de transporte ofrece una continuidadhistórica y geográfica segura. Eurasia, África y la América post­colombina han bebido en las mismas fuentes, y existe una incon­testable coherencia histórica entre los núcleos de desarrollo deltransporte animal en el viejo mundo. En cambio, los centros detransporte mediante otros dispositivos distintos de la albarda o lasilla (reno lapón, 211; llama peruana) son raros y muy perifé­ricos.

Dicha coherencia se manifiesta de tres maneras. En primerlugar, gracias a los préstamos de rasgos técnicos entre los diferen­tes grupos en continuidad geográfica e histórica: el caballo demontura constituye un buen ejemplo. Después, por medio de lasadaptaciones marginales y las supervivencias. Por lo que respectaal caballo, América presenta numerosos casos en las realizacio­nes de los indios del norte o de la Argentina, o bien en las super­vivencias, entre los colonos, de sillas españolas de los tiempos dela Conquista y de los siglos posteriores (montura de los cow-boysy de los gauchos). Finalmente, la coherencia histórica se mani­fiesta mediante transposiciones de una especie animal a otra,como es el caso de la adaptación de la silla de estribos al camellode las estepas asiáticas o al yak tibetano.

El Asia central posee el buey de carga, y a su albarda se le haañadido los estribos del caballo para convertirla en una silla; los

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tungusos, que conocen el caballo gracias a los pueblos vecinos,utilizan el reno como montura con una albarda sin estribos; Áfri­ca ofrece el caballo y el dromedario de silla (la silla del camellono tiene estribos); en todos los casos, la manera de conducir alanimal depende de la especie. Para el caballo se utiliza un freno'para los bóvidos, un anillo en la nariz; los camellos llevan unsimple ronzal; los renos, una frontelera con o sin puntas aplica­das en la frente; el elefante, un gancho, y el perro es conducidoúnicamente mediante la voz.

EL ARRASTRE Y EL TRANSPORTE RODADO

En los vehículos de tracción se perciben con claridad dosestados: el correspondiente al arrastre y el del transporte rodado.En ciertos casos, notamos una progresión entre ellos: siendo larueda una adquisición mecánica que implica el hecho de contarcon buenas herramientas, parece lógico que los vehículos roda­dos sean posteriores a los arrastrados. Incluso existe la teoríacomún que ve en el transporte corporal el prototipo de los ve­hículos de ruedas; en algunos casos, esta hipótesis parece tenerbuenos fundamentos, pero en lo referente a la mayoría de lasaplicaciones, el arrastre y el transporte rodado responden a nece­sidades muy distintas (es el tipo de suelo lo que impone el uso deuno u otro); sin embargo, tienen en común el arnés de tracción.Incluso podríamos intentar una clasificación por la filiación delos diversos objetos del arrastre respecto del transporte rodado;pero tal clasificación fallaría en su aspecto histórico. Podríamosagrupar por separado los tipos de arrastre y los tipos de transpor­te rodado; así daríamos cuenta de la divergencia real de formas(pues, salvo alguna excepción, no se fabrica un coche incorpo­rando ruedas a un trineo); pero lo que es común al arnés se noshurtaría. Finalmente, podríamos clasificar los vehículos según lasespecies animales relacionadas con ellos; con ello se ganaría enespecificación, pero las relaciones entre los distintos trineos otransportes rodados quedaria insuficientemente explicada. Segúnel fin que se persiga, cada una de dichas clasificaciones puede darbuenos resultados. Por razones de comodidad, adoptamos eneste estudio una forma mixta. Después de establecer la serie delos vehículos de arrastre y de los correspondientes al transporterodado, procederemos a examinar separadamente los medios de

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tracción y las adaptaciones impuestas por el uso según las espe­cies de animales utilizadas.

El medio de tracción más sencillo consiste en arrastrar direc­tamente por el suelo el objeto que se quiere transportar; métodoutilizado con los objetos resistentes, para distancias cortas y so­bre suelos regulares. A dichas condiciones responde, por ejem­plo, el arrastre de troncos de árboles; para esto se suele emplear(aparte del propio hombre) el caballo y, en Asia meridional, elelefante (232), uno de los usos en que más provecho se obtienede este animal. El arrastre directo en distancias largas es bastanteraro, salvo en las regiones árticas, donde el hielo y la nieve endu­recida lo favorecen. Los esquimales poseen correas de arrastrecon asas que sirven para halar las focas que han matado hasta lasviviendas.

Un método interesante, común a todos los pueblos que tie­nen el reno doméstico, es el arrastre de estacas de tienda durantelos desplazamientos (213). Estas pértigas se sujetan por un extre­mo en la cincha del animal o bien en la albarda, mientras que elotro extremo es arrastrado por el suelo. Es probable que este usosea el origen de la forma más sencilla de vehículo, que consisteen dos pértigas sujetas por un extremo, como las angarillas, yarrastradas por el otro. Entre ambas varas se fija la carga contravesaños (214): se trata de un sistema (travoisi" con maderosarrastrados (similares a las parihuelas) que tanto los amerindioscomo los fineses utilizaron antes de conocer los vehículos rodados.Dichas parihuelas implican la existencia de pistas anchas o de vas­tas extensiones de vegetación baja; en terrenos pantanosos no seatasca apenas, pero sus ventajas sobre la rueda son mínimas, porlo que fue desapareciendo a medida que sus usuarios iban cono­ciendo los vehículos con ruedas. Para saber si la carreta provienede este sistema, del que se puede afirmar que fue utilizado proba­blemente por los antiguos habitantes de muchas partes de Euro­pa, basta con plantear correctamente la cuestión: dicho sistemaes común a varios pueblos muy alejados, geográfica y étmcamen­te, pero todos ellos nómadas, poseedores de una tienda cónica deestacas, que viven entre la llanura y el bosque, al norte de la zonatemplada septentrional. Así pues, podemos ver en las panhuelas

• Vehículo primitivo de los indios de las Grandes Llanuras, constituido pordos palos sujetos por un extremo a la cincha del caballo, uno de cada lado y el otroextremo arrastrando; con dos o más travesaños se forma una plataforma sobre lacual se sitúa la carga; si se coloca una rueda en cada extremo del palo que searrastra, se obtiene un vehículo rodado.

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arrastradas, bien un rasgo de civilización (es decir, algo indefini­do y antiguo que nos queda en ciertos préstamos periféricos), obien un hecho de convergencia debida al suelo y a la existenciade estacas: se trata, en realidad, de ambos a la vez, porque lafranja subártica ofrece gran cantidad de rasgos que son la huellade las relaciones culturales entre sus viejos habitantes (lo cual nodebe hacer pensar en una «civilización ártica» en el sentido polí­tico del término) y porque la difusión y la persistencia de dichosrasgos solamente es posible en un medio favorable; por lo tanto,nos parece un error el oponer, como ya se ha hecho, dos aspectoscomplementarios de una sola cuestión. Si se admite que estesistema estuvo en algún tiempo más extendido que durante elsiglo XVIII (época que marca prácticamente su extinción), debiótener alguna importancia entre los pueblos protohistóricos deEuropa que inmediatamente recibieron o inventaron el carro.Ciertamente, a estas parihuelas con travesaños (travois) sóloles falta un eje y unas ruedas para convertirse en un carro; pero larueda de un coche supone una revolución técnica a la que no sellega de la noche a la mañana, se trata de un elemento de unconjunto en el que participan tanto el rodillo que hace deslizar alas piedras como la rueda de alfarero, el tomo de hilar y la ruedahidráulica; es poco verosímil que el más ingenioso de los cere­bros hubiese podido idear un carro sin ninguno de estos objetosmencionados. El invento del carro se llevó a cabo en un mundoque se hallaba ya bien preparado; no sabríamos afirmar dóndeexactamente, pero la más alta antigüedad del Oriente Próximoposeía vehículos con ruedas, las tenían igualmente Europa y laChina de la Edad del Bronce, y los pueblos restantes probable­mente las recibieron pero no las inventaron. La contribución deeste sistema de arrastre en el invento del carro se puede limitar alos varales, pues los antiguos carros se conducían con lanza; deeste modo, habría carros con lanza, nacidos primero de un com­piejo técnico en el que la rueda era ya familiar y, después, porcontacto con las parihuelas con ejes y ruedas, que serían los pro­totipos de los carros con varales. Pero debemos ser prudentes yno ver en el carro con varales un sucesor obligado del travoisarrastrado: la antigúedad clásica tenía el carro sin varales, y losbárbaros de esta misma época poseían varales sin ruedas; aunquela relación se imponga a la lógica y aunque la lógica siga a menu­do un camino paralelo al de la realidad, es preciso esperarse másmatices e imprevistos en la materia viva.

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El trineo

El trineo es el ejemplo principal del arrastre. No se trata de unrasgo de cultura exclusivamente invernal o ártico; en la isla deMadera, los trineos se emplean sobre empedrados; en Alsacia yen Japón (216), los leñadores bajan los leños con trineos que sedeslizan por un camino de troncos *; en los cenagales de todas lasregiones del globo, se usan canoas planas y ligeras o auténticostrineos para trasladarse sobre el limo. No obstante, estos casosson excepcionales; donde más se utiliza el trineo es en las regio­nes frías o elevadas de Europa, Asia y América septentrionales.La forma más corriente de trineo consta de dos patines unidospor travesaños sobre los cuales se monta una armadura que sirvepara sujetar la carga. Sin embargo, también hay trineos con fon­do plano; los esquimales, cuando no tienen los materiales apro­piados, construyen vehículos rudimentarios con barbas de balle­na atadas en forma de balsa, con placas de piel helada, sacosllenos de comida e incluso con salmones congelados. Los indiosde América del Norte poseen el tobogán (217) con fondo plano,que, perfeccionado, se ha convertido en el trineo de perros de loseuropeos del Canadá. Los lapones tienen un trineo con quilla(218) formado sólo de un patín ancho.

El trineo con dos patines puede ser bajo, en el cual los trave­saños descansan en los patines (219); ligeramente elevado, si seinterponen barrotes entre los patines y el madero superior (220),o muy elevado (221), como se puede ver en las formas más per­feccionadas (de los samoyedos y los chukches).

Para que se puedan deslizar fácilmente, debe aplicarse unacapa de grasa a los patines (cera o una película de hielo). EnSiberia oriental y entre los esquimales aplican al patín una capade espumas que, después, empapan en agua, alisan y congelan. Sila nieve está dura, deben rociar con frecuencia ese revestimientopara que se mantenga.

Vehiculos con ruedas

Los vehiculos rodados aparecen en Eurasia durante la Edaddel Bronce bajo la forma de carros de combate, con dos ruedas y

... Narria o estirazo; usado en las montañas de Asturias y en el Pirineo ara­

gonés.

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pértiga terminada en un yugo que se apoya en el tronco (éstepuede estar formado de burros o de caballos). Este tipo devehículo, hasta finales de la Antigüedad, es comün al ExtremoOriente chino, al Oriente Próximo y a la zona del Mediterráneohasta el Sáhara. Casi simultáneamente surge en la franja de lasestepas el carro con cuatro ruedas que, desde fines de la Edad delBronce y durante el primer período de la Edad del Hierro (en laprimera mitad del primer milenio antes de nuestra era), alcanzalos límites de la Europa occidental. Por lo que respecta a loscarros y las carretas con dos ruedas, la pértiga o los varales uni­dos por el yugo de crucera forman un todo con la caja (226),mientras que en los carros de cuatro ruedas la pértiga o los vara­les deben ser móviles y formar parte del juego delantero, que esgiratorio con el fin de que el vehículo pueda dar vueltas.

La carretilla, vehículo de una sola rueda, que se inspira en lapalanca, con la rueda en un extremo y los varales en el otro, estáatestiguada en Europa occidental y en algunas partes de ExtremoOriente (oeste de China y Corea, 222); por su parte, la carretillachina clásica (223) está fundada en la balanza, ya que el centrode gravedad de la carga coincide con la vertical de la rueda,colocada en medio del dispositivo. El conducir una carretilla re­quiere mucha atención, por lo que es raro enganchar a ella unanimal, aunque a veces el burro ayuda a tirar de la carretillachina. En esta última tenemos uno de los tres raros empleos delaire como fuerza de transporte terrestre: en algunas ocasionespuede llevar una pequeña vela. Finalmente, debemos reservar unlugar a los rodillos que sirven para mover piedras y troncos deárboles; en los países que poseen la rueda, se ha podido llegar alos carros con rodillos o con ruedecillas como los que, desde laAntigüedad, servían para transportar las máquinas de guerrapara sitiar al enemigo.

LA TRACCIÓN Y LA DIRECCIÓN

La tracción y la dirección son lo esencial de la marcha de unvehículo; los frenos no son frecuentes salvo en los países monta­ñosos, donde es más corriente frenar por fricción de un patínsobre el suelo que sobre la rueda (224). El vehículo que se condu­ce mediante empuje (carretilla o trineo) se utiliza sólo con lafuerza humana; pero la gran mayoría de los vehículos se muevenpor tiro.

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La tracción humana se lleva a cabo normalmente por mediode una correa puesta en bandolera; la dirección y la detención seefectúan gracias a un pértigo (216 y 224) o unos varales (220 yrickska). En algunos vehículos de tracción animal sin pértigo nivaral, el conductor se encarga de la dirección y la detención:trineo esquimal (219) (el conductor sigue al vehículo a pie), tri­neo coriaco (235) (el conductor utiliza una estaca que sirve defreno y de timón), y carreta con brazo generalmente a la que seengancha un buey por medio de una cuerda larga (China y Ja­pón) (229).

En lo referente al caballo, el enganche antiguo consistía en unlazo que se pasaba por lo alto del antepecho y que tiraba delanimal por la base del cuello, en condiciones anatómicas muydefectuosas, de manera que no se podía utilizar la tracción hípicamás que para vehículos muy ligeros. Desde la Edad Media, salvoraras excepciones en las que el animal tira con la cincha de lamontura (como en el travois indio o el enganche de fortuna delos mongoles, que consiste en sujetar una barra horizontal a losvarales y en apoyar después los extremos de dicha barra en laperilla de silla de dos caballos con montura), el caballo tira delhorcate, es decir, con la parte delantera del lomo y el pecho. Lalimonera, desde Europa hasta el Japón, lleva el peso de los vara­les sobre una pequeíla silla (225 y 226); de este modo se consiguela dirección y la detención del vehículo. Cuando se enganchanvarios caballos, se les coloca normalmente de frente: uno, dos otres animales, que llevan sólo un horcate, se enganchan al carro alos lados de la limonera. Los carros hipomóviles son los únicosque poseen (en el mundo de civilización europea) un freno depatín en la llanta de la rueda.

Los bóvidos (buey, búfalo y cebú) tiran de los carros de dosmaneras diferentes. En Occidente se pone el yugo en la nuca, sele sujeta en la frente y en la base de los cuernos, y los animalestiran con el cuello; en Extremo Oriente el yugo se coloca delantede la cruz (227) y la tracción se origina en la base del cuello. Sihay un solo animal entre los varales, tanto en Europa como enExtremo Oriente, el horcate o el yugo se pone delante de la cruz(228 y 229). El pértigo o las varas sirven para la dirección y ladetención. Cuando el camello y el dromedario realizan la fun­ción de tracción llevan una tira en la cruz, delante de la joroba(230), reforzada a veces por el petral.

El reno (231) se engancha al carro de manera muy sencilla:mediante una collera colocada sesgadamente en una paletilla,

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que cuando el tiro se realiza por una pareja, es la paletilla inte­rior. No hay ni vara ni timón; es el conductor quien se encargade la dirección del trineo sirviéndose de su pie y de una estaca.

El elefante también tira con las paletillas (232) a través deuna correa de pecho. Ya se ha mencionado que se utiliza sobretodo a dicho animal para arrastrar troncos; para ello no se nece­sita ninguna manera concreta de dirección ni de freno. El perrotira igualmente con las paletillas; sus arreos constan siempre deuna collera más o menos perfeccionada (una simple tira, como ladel reno, o bien un «postillón>, con correa de pecho y cinturón).Cuando se le engancha a un carrito, como se hace en Bélgica(233), se le pone entre los varales junto a uno o dos perros máscolocados a los lados, como se hace con las caballerias de tirorusas. Tres formas de tracción (la canina es la normal) son co­rrientes en el trineo. Los esquimales del Canadá y Groenlandiatienen el tiro en abanico (234): cada animal está unido directa­mente al trineo y dispone de una gran libertad para sortear losobstáculos, pero el rendimiento es menor que el obtenido en elenganche lineal recto. Éste (235) se practica en Siberia oriental yentre los esquimales de Alaska: únicamente se une al trineo unatira de cuero a la que los perros van enganchados alternativa­mente a cada lado. Los europeos de la América ártica han perfec­cionado esta modalidad mediante el enganche en fila (236), en elque los perros son colocados entre dos correas y tiran en línearecta con sus paletillas, mientras que, como sucede con el reno,las otras formas de enganche obligan a tirar de manera sesgada.Un enganche grande puede estar formado hasta de 12 perros; encondiciones meteorológicas favorables, estos perros pueden tirarde 100 ó 150 kilos; pero los enganches más pequeños (seis, tres eincluso un perro solamente) son muy frecuentes; en este caso elconductor ayuda a empujar o a tirar de su vehículo.

LA NAVEGACIÚN

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Los medios de transporte por agua son numerosos y muyvariados; sin embargo, pueden ordenarse fácilmente en unascuantas categorias generales. Las necesidades de la flotabilidad,del equilibrio y de la resistencia al avance son imperiosas, por loque todos los pueblos que tienen gran actividad en navegaciónacaban utilizando esquifes más o menos fusiformes.

Los materiales del esquife proporcionan un primer término

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de clasificación. La madera, la más utilizada con mucho, se em­plea en estado bruto en las balsas, hueca en las piraguas monóxi­las, y en tablas ensambladas en todas las formas de embarcacio­nes. La corteza cosida se usa en Australia, así como en lasclásicas canoas de los indios de América del Norte. Las fibrasvegetales, pajas y tallos sirven para ciertas balsas o para embarca­ciones circulares de mimbre embreado. La piel y el cuero seemplean como flotadores de balsas o como forro en el bote circu­lar de los irlandeses, el kayak y el oumiak de los esquimales.

Balsas

Encontramos balsas por todas partes. Una manera natural denavegar es trasladarse en trozos de madera que flotan; las dife­rentes formas sólo ofrecen interés cuando un pueblo no poseemás que la balsa o cuando la ha perfeccionado hasta el punto dehacer de ella un medio de transporte importante. Los australia­nos se cuentan entre los pueblos a los que la indigencia técnicaobliga a desplazarse sobre algunos troncos unidos (237); los sakaide Malasia tienen balsas de bambú, estrechas y alargadas, de grancalidad. Extremo Oriente ofrece numerosos ejemplos de balsasalargadas y de pontones empleados para cruzar los nos'. OrientePróximo conoce desde la Antigüedad un pontón ancho y ligero,bajo el cual se ajustan odres de piel de oveja inflados. Así pues,los nos se surcan mediante estos esquifes, que pueden alcanzarlos quince metros de ancho y que llevan cargas considerables. Unodre sólo sirve para atravesar un no a nado; y unos cuantosunidos, para formar balsas individuales. El pontón de pieles in­fladas existía ya en América del Sur.

La flotación mediante madera es una aplicación especial ylimitada a la navegación cuando se realiza por medio de troncosunidos en forma de balsa y agrupados en armadía, como enEuropa, América del Norte, Japón y Siberia. Por último, pode­mos considerar como un pontón accidental el que fabrican losesquimales uniendo varios kayaks, uno junto a otro, para trans­portar cargas voluminosas y que no pueden flotar.

Formas intermedias entre la embarcación y la armadía lasencontramos en la balsa de América del Sur (238) y las balsas de

6 El pontón se distingue de la balsa porque está compuesto de un tablerotransportado por elementos huecos (odres o embarcaciones).

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cañas de África occidental S t d -otras en largo manojo co~ ~ rata. e canas muy unidas unas amueven mediante u arma Igual a la de una barca; sepantanos. na vara por las aguas poco profundas de los

Piraguas monoxiias

:~::~~~~q~J:~~~~~~~:~~:~t~~~~s~~~:t:~~~~:~~i~~~~~e~~~e~~~cluso, hasta los tiempos act~ale~ ~i~~:~as zonas; en Francia in­América del Norte Oceanía y S'¡'b' zonas son, por ejemplo,los ai ' ena onental (los orok 241os amos). En América tropical (239) I t " y

propios para la nave ación e ' os roncos muy largos sonvegetación y normal~ente p~c~u~~;f~~dagua obstruidos por lagran?es nos tranquilos. En Oceanía (240~s'e~s~ ~o~o para loslancin -del que ya hablaremos' . ' .o a or Con ba­esquife no se hunda en el mar E ~~ abaJo:- SIrve para que eltruida con un tronco corto . n hIena onental, la barca cons­zonas más calmadas de los nyoS

anclo navega por los lagos y las

y as costas.

Barcas de Corteza y de cuero

La piragua monóxila no precisa de un ..

~i~~sdCeu~~t~~:~:~~~ñt~~~~~~~~~~e~~:~araa~~~;;::1Fef~:~:~corteza requiere un casco Ud' con rano, a barca dees bastante elemental (24.2). no ~ estos dos tipos, el de Australia,blada a lo largo y cosida po~ ~o~~x~:ea rectangular de corteza, do­de madera flexible' la pro 0.1 '. mas, se tensa medIante aroscualquier pieza de'mader:PlaSInOan sLe consigue con las manos o

ta . . a canoa india a la .es a muy perfeCCIOnada (243)' b ,Inversa,pone una tablazón de plancha~ ~on:e unas cuadernas juntas sede corteza cosída. Las junturas s y se recubre Con una hojaestopa; este tipo de embarca '. Son ~alafateadas Con resina ypara usos variados que Europ~¡I~na~~Ut ta ta~.;anejable y aptoforro de corteza, que es demasiado fr~g~lmo I icando tan sólo el

Lo mismo ha sucedido Con r Iesquimales. Esta embarcación tien~s~~c~~s~ofayak r.(244) de lospletamente Con una cubierta d . igero orrado Com­

e cuero COSIdo, que deja sólo una136

abertura circular para el remero. Las posibilidades náuticas delkayak son sorprendentes; el de los grupos más hábiles (Groenlan­dia, Tierra de Baffin y Alaska) es la única embarcación de unasola plaza que puede resistir los más fuertes oleajes, es la única,igualmente, que puede zozobrar y adrizar con un simple movi­miento del cuerpo y la pagaya. Es interesante notar cómo elkayak y la canoa conviven en toda la franja septentrional deAmérica; el primero es típicamente esquimal, y la segunda es­pecíficamente india; pero es probable, independientemente delos influjos locales en los detalles, que un antiguo parentesco unaa estos dos esquifes de casco y cubierta flexible. Los esquimaleshan adaptado la cubierta de cuero al oumiak (245), cuya for­ma es la de una chalupa con varios bancos. Aún es imposibleafirmar el origen de esta embarcación, que ellos poseen desdehace unos cuantos siglos; podemos suponer un influjo europeo(de los daneses del medievo) o una herencia más antigua sugeri­da por ciertos rasgos comunes a las barcas de la franja árticaeurasiática, a las del Pacífico norte y Tierra del Fuego.

Las barcas de cuero existen en Siberia oriental por influjo delos esquimales. Antiguos viajeros ofrecieron testimonios de ellasen el norte de Siberia central, en Nueva Zembla y, quizá incluso,entre los lapones. En Europa, el coraele circular de Irlanda(246), recientemente desaparecido, muestra a la vez la cubiertade cuero y la forma circular propia de las naves de mimbre em­breado de Oriente Próximo. Conocemos barcas de piel semejan­tes en China y entre los indios de América del Norte (los man­dan). Una vez vistas estas formas tan ricas en curiosidadestécnicas, quedan por ser examinadas las innumerables barcas au­ténticas, embarcaciones con costados de tablas que flotan entodo tipo de aguas. Como en todos los ámbitos de la etnología,siempre hay algún especialista que se ha interesado por este temacon verdadera competencia, pero no existe ningún inventariocompleto, ni siquiera un inventario mínimamente detallado deformas de barcos de todo tiempo y lugar, como tampoco existeun inventario de las fraguas, trineos o cualquier otro rasgo técni­co. Se requiere mucha paciencia para realizar un estudio etnoló­gico completo, por lo que aún ningún tema ha sido agotado en lapráctica. Contando tan sólo con lo recopilado por algunos estu­diosos y con mis aportaciones durante doce años de investigacio­nes, no me creo autorizado a hablar con exhaustividad ni siquie­ra de un solo tema, sino tan sólo a plantear cuestiones cuando noposeo ninguna respuesta segura.

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Dentro del conjunto de las embarcaciones de tablas, las hayque tienen la misma apariencia que las piraguas monóxilas(247); podemos preguntarnos si se trata de una supervivencia ode una adaptación convergente dictada por la naturaleza de lasaguas que permiten la flotación. Otras, como la barca con ba­lancín de una gran parte de Oceanía, tienen una quilla monóxila(248) recubierta de tablas que hacen más profundo el espaciointerior; por lo que a estas últimas se refiere, es segura la relacióncon los troncos huecos.

Se nota claramente que en todas las formas se pretende unperfil fusiforme, pero no siempre se cuenta con las herramientasadecuadas para dar a los materiales la combadura deseada; exis­ten barcas de contorno rígido. Las barcas se pueden construircon dos planos unidos por los extremos mediante un borde(249); ambos extremos son, entonces, semejantes (fueguinos,Finlandia, Laponia y esquimales). También se pueden construirjuntando tres planos: uno en el fondo y los otros dos en losbordes (250); en este caso, los extremos se parecen algo menos(Laos, China y Malasia). La forma de tres planos ha ido varian­do: el fondo se ha abovedado mediante dos tablas, y los bordes sehan ensanchado (Japón); después, el número de tablas ha idoaumentando a medida que disminuía su anchura, y así se hallegado a las formas más variadas, alargadas o ventrudas, de lapiragua, el junco o el tres palos. Los puntos delicados son laquilla y los extremos. Generalmente, la proa es ahusada y lapopa achaflanada. El enlace entre los costados, el flu1Cb y lastablas de la popa se presta a numerosas combinaciones, que sepueden considerar como elementos secundarios.

Los medios de propulsión son la sirga y las diferentes formasde remos y las velas. La sirga se limita a las chalanas en aguastranquilas y a otras embarcaciones que atraviesan los rabiones.Generalmente la conduce el hombre, pero en algunos lugares,como en Europa, se utilizan los animales de tiro, incluido elperro (la sirga del oumiak esquimal en los ríos).

Las pértigas se utilizan en las armadías para navegar por lamayoría de las aguas poco profundas; es un medio de propulsiónpotente en los torrentes accesibles a barcas ligeras: un hombresolo, provisto de un palo largo (Japón), basta para conseguir quecanoas grandes remonten corrientes contra las que no serían su­ficientes dos pares de remos.

La pagaya (la canaleta) de pala larga o ancha y corta es propiade las piraguas y de los esquifes estrechos (251); la encontramos

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donde se cumple este tipo de condiciones: en África, en Américadel Sur, en la canoa canadiense, en el kayak de Alaska, en Mala­sia y en toda el área de la barca con balancín. La pagaya doblesirve para las mismas embarcaciones (Guayana y kayak del Ca­nadá y de Groenlandia, 244).

El remo necesita un punto de apoyo; lo cual es caracteristicode las embarcaciones anchas: dicho punto de apoyo puede ser untolete simple (252) (ainos, golde, giliacos y orok), o un toletedoble (253) (lapones), o bien una tira de cuero (254) o una porta.El remo de Asia meridional está colocado sobre un palo (255), locual hace posible que el remero lo pueda manejar de pie.

La espadilla se aplica, ya a embarcaciones ligeras (Europa), ya(extremo Oriente) (256) a embarcaciones anchas y pesadas.

La vela no puede ser estudiada tan sólo en unas cuantaslíneas. La forma más extendida es la vela cuadrada (257) simple(Grecia antigua, Rusia, Siberia y Extremo Oriente) o utilizadacomo fondo en la composición de un velamen. La vela triangu­lar sobre entena.(258), o vela latina, es corriente desde Gibraltarhasta Malasia. Las velas presentan gran variación de detalle; al­gunos tipos son realmente originales (259).

El comandante Lefebvre des Noettes, citado ya en el tema delcaballo, escribió una obra sobre el timón" obra de la que hemossacado gran provecho y a la que nos referiremos en varias'ocasio­nes, Es de lamentar la escasez de investigadores, tanto en Franciacomo en el extranjero, que hayan estudiado exhaustivamenteuna cuestión etnológica. Los temas no pueden ser más numero­sos; la publicación de un auténtico tratado sobre las trampas, lasartes de pesca o la mecánica primitiva tendría un interés real­mente científico. La cuestión del timón se resume técnicamente,por.Io que se refiere a los esquifes ligeros, en el uso de la pagaya ydel remo; en cuanto a las embarcaciones con espadilla, la posi­ción de ésta asegura un manejo fácil de la dirección. Las grandesembarcaciones tuvieron o tienen aún en algunoscasos uno o dosremos muy largos colocados en la parte trasera, remos que hacenlas veces de timón. Por último, el timón móvil ha ido mejorandoprogresivamente y simplificando la maniobra.

La añadidura de un balancín (240 y 248), que proporciona ala embarcación una estabilidad casi total, ha supuesto un perfec­cionamiento singular. Existen balancines simples y balancinesdobles. Se extienden desde Ceilán hasta Australia, a través de

7 De la marine antíque ti la marine moderne, en 8.°, París, Masson, 1935. 141

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Indonesia y toda Oceanía. Mediante el balancín se puede llegar aalta mar Con esquifes insignificantes; su papel en las migracionesde los habírantes de Oceanía fue capital.

Las barcas con balancín pueden tener una serie de acondicio­namientos, como plataformas o cobijos ligeros (259); en Extre­mo Onente se construye una techumbre sobre aros en una partede la barca para hacerla más habitable. El junco y numerosostIpOS occidentaíc, marcan una nueva etapa con la colocaciónde un suelo que circunscribe una cala y una cubierta; ésta, a suvez, puede dar lugar a otras instalaciones, que, en el caso dee~barcaclOnes de pesca o de transporte, son superestructurasbajas, y adquieren el aspecto de auténticos pabellones en los bar­cos de placer del Extremo Oriente.

Por último, los accesorios normales, exceptuando el aparejo ylas maromas, son el achicador -que encontramos casi en todaspartes (260y 261)-, el anclote, el aparejo de gata y el ancla(262), que sirven fundamentalmente para las embarcaciones pe­sadas.

LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN

Los itinerarios constituyen uno de los temas más atrayentesde la historia; su permanencia sobrepasa con mucho las supervi­veneras comunes de técnicas y tradiciones, pues a menudo loscaminos y las pistas deben muy poco al ser humano. Desde elmomento en que son algo más que el sendero temporal que vade una aldea a un campo, el relieve es el elemento dominante: éltraza las cimas que hay que subir, los valles a los que hay quebajar, las etapas, los recodos, los pasos y los vados. Las ciudadesdesaparecen, los pueblos se dispersan, los recién llegados constru­yen un pueblo de una capital desaparecida, una ciudad en unantiguo relevo de postas; pero el camino permanece como per­manecen también los asentamientos humanos por las mismasrazones de configuración geográfica.

Algunas de nuestras carreteras nacionales tienen un origenprehlstonco, y las grandes arterias de las ciudades, las que for­man los cruces de una gran carretera, generalmente no han va­riado desde la fundación de la ciudad. Los caminos mueren sólocuando cambia el clima y, sobre todo, cuando se los tragan losbosques -más incluso que cuando los ataca el desierto-o Lasrutas del desierto, tanto si se trata de tundras siberianas, estepas

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asiáticas del Sahara o de las llanuras americanas, tienen al igualque las ¡utas marítimas, una permanencia t~n.rigurosa como .10scaminos civilizados; el interés vital para el VIajero de no.desvIar­se de ellos ha dado lugar al desarrollo de la orientación y laseñalización. La orientación, basada en una VIeja familiaridadcon los movimientos de los astros y el aspecto de las partes delsuelo diferentemente expuestas pertenece al terrenode la CIenCIapura, que no trataremos en un lib~o dedicado a las tecmcas comoes éste. Esta ciencia está lo suficientemente desarrollada comopara que dos grupos humanos hayan poseido cartas de navega­ción fuera de todo influjo europeo: los esquimales y los habitan­tes de Oceanía (polinesios y australianos). La señalización, salvoen el bosque, raras veces es artificial y organizada. En el bosq~e,todos los pueblos cazadores, que tienen que recorrer grandes dis­tancias, utilizan puntos de referencia: marcas y pistas que nor­malmente sólo distinguen los indígenas. Por lo que se refiere alos caminos, cuentan mucho las huellas de los que han pasadoanteriormente. El itinerario es, en primer lugar, el conjunto dealgunas grandes señales naturales, montañas o accidentes del te­rreno en los que a menudo se forman verdaderas ahneacI:,nes;después, si nos fijamos en las distancias entre las grandes .senales,es un conjunto de huellas. En el mar, los polinesios no siguen laruta por la brújula, sino por lo que emerge del fondo a la superfi­cie, por los desechos que van a la deriva o por los indicios debrisa en las grandes olas de dirección constante. En Siberia, loscariacos se orientan por las marcas del viento sobre la meve. Enlas pistas de las estepas o de los desiertos sirven de_ orientación losdesechos, las huellas y los fuegos de etapas. La senahzaclO~ orga­nizada no es indispensable más que en los países muy civiliza­dos. Pero en zonas donde no se ha llegado a este estado, lospuntos importantes de la ruta se marcan .con mo~umentos reh­giosos, estelas o montones de piedras. Casi indefectiblemente, loscruces se señalan mediante alguna de estas marcas: en ExtremoOriente, las estelas religiosas de las encrucijadas tienen con fre­cuencia inscripciones en las caras laterales, con el nom~rede loslugares adonde se dirigen los diversos caminos. Estas señalizacio­nes son tan naturales que en Japón encontramos const~ntemen­

te, rozando con la vieja estela consagrada a una divinidad deculto local, un mojón que el catastro ha ordenado poner recten-temente. . d

El deseo de franquear los ríos ha dado lugar a una sene eesfuerzos interesantes. Los vados no tienen relación con nuestro

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estudio, y las barcas se han incluido en la navegación, por lo quelo interesante ahora son los puentes y las pasarelas. A partir delmomento en que el espacio que se pretende franquear rebasa lalongitud del árbol que se puede abatir y trasladar con los medioslocales, se hace necesario construir. El procedimiento más senci­llo consiste en amarrar una cuerda o un cable a cada lado de lacorriente de agua (se atraviesa colgándose de las manos); estesistema es el utilizado por la mayoría de los habitantes de losbosques. En China occidental, en el Tfbet y en Japón se cuelgauna cesta de un cable (263) o bien una polea en la que se sujeta lacarga; basta entonces con dos cuerdas para ir y venir de unaorilla a otra: se trata del teleférico. Todo esto se puede mejorarmediante la colocación de dos cuerdas paralelas en el plano verti­cal (264): los pies se ponen en la cuerda inferior y las manoscogen la cuerda superior como pasamanos. Este tipo de puenteses corriente en Melanesia y en América del Sur. En unos cablesparalelos en el plano horizontal se juntan unas traviesas y doscables en pretiles; dichos pretiles pueden llegar a ser bastanteimportantes como para asegurar una parte del apoyo (266). ElExtremo Oriente es la zona más rica en estos puentes colgantes.

Por último, el puente con pilares de madera (267) o de piedramarca otra de las direcciones de la técnica. El puente colgante yel puente de pilares deben su existencia, sin duda alguna, a lacuerda tendida de un lado a otro del río y al árbol extendidoentre las dos orillas; responden a condiciones de relieve muydiferentes: el puente colgante es casi exclusivamente tipico de lasmontañas, mientras que el puente sobre pilares se construye casiúnicamente en llanuras, incluso en ríos con régimen irregular.

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IV

LAS TECNICAS DE FABRICACIÓN

El desarrollo lógico de la clasificación adoptada conduce aconsiderar ahora las técnicas que, por los medios elementales deacción, obtienen de la materia prima objetos propios para un usode fabricación, adquisición y consumo. La clasificaciónque aquívamos a exponer con respecto a dichas técnicas de fabricación esmuy distinta de las clasificacionesusuales, basadas en la enume­ración de conjuntos técnicos diferentes: metalurgia, madera, pie­dra, cestería y tejeduría. La materia prima tiene tanta importan­cia que esta enumeración se limita a menudo a ella: lametalurgia, carpintería y cestería trabajan materiales muy distin­tos. Pero parece ser que no se ha tenido en cuenta la siguienteley: si la materia impone de manera inflexible la técnica, dosmateriales tomados de cuerpos diferentes pero que posean lasmismas propiedades fisicas generales tendrán inevitablementeidéntica manufactura. En otros términos, el cobre y la corteza,susceptibles de recibir una impronta permanente mediante elchoque de una matriz de estampado, tendrán como instrumentode fabricación una matriz y un percutor; el hilo de cáñamo, laslaminillas de bejuco y el alambre, si se quiere confeccionar untejido trenzado, tendrán todos el mismo esquema técnico. Éstaes la razón por la que, sin detenemos primero ni en la naturalezaquímica de las materias ni en la personalidad individual de latécnica, proponemos agrupar los aspectos técnicos según las pro­piedades fisicas de los cuerpos en el momento de su tratamiento.De este modo, podemos estudiar los sólidos estables, fibrosos,semiplásticos, plásticos, flexibles y, por último, los fluidos.

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Los SÓLIDOS ESTABLES

Los sólidos estables pueden se 'mas Cuya constitución y propieda~ de~nldos Como materias pri­rante ni después del tratamiento ~~ 1~lcas no varían antes, du­miento para poder trab '1 ',J spe sometIdo a calenta_p t ajar o mejor es '

ueso, que esa operación sólo m ' ' sm embargo, estableplastIcIdad ni flexibilidad L edifica su dureza sin darle nio el cuerno son también 's ,~~ cuerpos fibrosos como la maderaespeciales obligan a incíuí 10 I os estables, pero sus propiedades

Al Ir os en una divi "no ser plásticos los sórd sion panicular.

mados ni mOdelados.' se les I o~ estables no pueden ser ni defor.,~nbloque inicial a tr~vés de ~~etr::ar formaquitando materia aunlcamente en la ausencI'a de i ajo que difiere de la escultura

e mtenclOn t - .provoca mediante el golpe de una es tetrca. Para lograrlo, Seyas proporciones condiciona el t bherramlenta, Un estallido cu.u bl ra aJo' mI " , 'naque de piedra blanda' ,croSCOPIco, SI se sierramazazos una piedra de consr en~rme, Cuando se descantilla aestables consiste en golpear ruc;lOn, Todo trabajo Con sólidosvolve Con ruerza y en P t

remos a tratar, Pues, la mavon un os adecuados;en un capítulo anterior. yana de las formas detalladas ya, Los cuerpos a los que dam l ' ,

PIedra, el '1;1.ueso el marfill als e calIficatIVO de estables son' lano 1 " y as conchas La ', irma me9te se les aplica son las : s percusiones que

sion perpéndicular puntiforme percusIOnes aplicadas: percu­pIedra duras, 271), percusión o~rnta o paleta para retocar laspara las piedras blandas 34) CU~-lIneal-transversal (cepillohdor) y percusiones circ~lar~sp~rctu~on obhcua-puntiforme (pu-

Las percusiones lanzadas' e o as las formas (taladros),dad débil (piedra bland h' para los solIdos estables de densi­percusiones perpendicul a, ul,eso y marfil) accidentalmente lasfre ares- meales (hacha) d

cuente, las oblicuas-lineales o, e manera máslar u oblicua-puntiform ,(azuela), la percusión perpendicu­manilla para picar) y la ep (PIC~ para trabajar piedras blandas yman'll ercuSlOn perpendl'C Id"

1 o para romper la piedra), u ar- rrusa (mazo o, Las percusiones aplicadas c

dICular o la oblicua-lineal (cinc~n percutor: la percusión rerpen­la percusión perpendicular o la eb~ gubia para piedras blandas) ytaladrar las piedras duras uno Icua-puntlEorme (punzón parasolIdos estables), y P tas para trazar líneas en todos los

A través de esta enumeración opone una subdivisión de lo Td P demos Constatar que se irn­

s so I os estables, Por un lado el sil148 ' ex,

cuarzo, jade, granito y todas las piedras duras en general sólo sepueden tratar por medio de golpes violentos o por desgastes len­tos, Se trata de los sólidos estables de gran densidad. Por otro, lacaliza, esteatita, toba, esquisto, lavas poco compactas, hueso,marfil, cornamentas y conchas admiten, además de los procedi­mientos propios a todos los sólidos estables, algunos métodoscorrientes en los sólidos fibrosos: son los sólidos estables de den­sidad media o débil,

Sólidos estables de gran densidad

Las piedras duras aún conocen actualmente los cuatro usosen los que han sido empleados por muchos pueblos a lo largo dela historia, Se las utiliza como hojas de herramientas o de armas,uso que nosotros conocemos como el más antiguo, ya que, juntocon el fuego, es el primer criterio de humanidad; sirven parafabricar objetos de adorno, incluso entre los grupos humanosmal equipados; los pueblos más evolucionados las utilizan parala construcción y la escultura, Un problema fundamental es sabercómo fabricaban en la prehistoria las hojas de herramientas o dearmas; a través del estudio de los productos y, sobre todo, de losdesechos de fabricación de las piedras labradas de la prehistoria,hemos conseguido reconstruir las grandes lineas de las operacio­nes consistentes en partir el sílex, Algunos grupos desaparecidosrecientemente o todavía vivos las han realizado hasta el momen­to de la introducción de los productos de metal europeos: esqui­males, indios de América, melanesios y australianos,

Basándose en estas distintas fuentes y en los experimentos dereconstitución de las técnicas, podemos dar el siguiente cuadrogeneral sobre el trabajo del sílex y de otras piedras similares: aveces el bloque en bruto se parte por medio de grandes golpes,más o menos iguales, pero lo más usual -y esto desde los tiem­pos más antiguos- es que sea desbastado; una vez realizadas lasoperaciones previas se le somete a una preparación que concluyeen el nucleus preparado, que se compone de planos de percusiónpropicios para su elaboración, la cual, según las épocas y loslugares se hace con ayuda de un percutor de piedra, sacandotrozos grandes; o por medio de un punzón de hueso, cuerno omadera dura, cortando láminas cada vez más finas y largas hastallegar al período de las obras maestras de Solutré (598) de Grand­Pressigny, del Egipto predinástico o Méjico precolombino, lámi-

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nas de 30 cm de largo que no lle n aTanto las láminas como 1 ga veces a los 5 mm de grosor.

fractura (269) un bulb d. os trozos llenen en su plano de. fl . o e percuSlOn idm exrón está en el punto d, . ' conCOI e, cuyo punto derasgos distintivos elemental:sl;Pfcto del percutor; es uno de losbre, pues la naturaleza rara e as piedras talladas por el hom-. s veces reune la di .

nas para la formación de dicho bulbo s con iciones necesa-InmedIatamente se da forma al fra. .

trozo, con nuevas per . smento de szlex, lámina o. cusrons, y se van Iari

medianta retoques A ' regu anzando sus bordescon un percutor de pr;d~~e ;eneralmente se puede dar formaque un mazo de madera d~ es~u~ del achelense es frecuenteobtener relieves mucho . rla, e ueso o de marfil sirva parafi . mas p anos y regular s Lmos se ConsIguen medo t '. e. os retoques máslos retoques dio como ;:~u~t~~~s;on (271 y 272); la precisión depor la aparición de los metal as admIrables obras suscitadas

C es.omo sucede en algunos

ausencia o escasez de metal ~as~s contempo~áneos, dada lacon materias más hum ild len;,e os pueblos rusllcos, se imitacanos. I es as ormas de los pueblos ricos cer-

'. Las superficies rugosas de la . dhendolas (percusión obli s pre ras labradas se alisan pu-

. icua puntlforme) U line SIempre de una base fii .' . n pu idor se cornpn,d . Ija o movü basta t bl d. era, por ejemplo), sobre la cual ne. an a (gres o ma-Interponiendo una capa de ar :: frota la pzedra para pulirlahumedecida. Los granos se . en~ae granos duros generalmente

mcru an en 1 '.una de sus puntas' las múltipl a base, dejando hbrenera desgastan la ~ieza frotad~~l pe:ezas producidas de esa rna­copicos enastados en el SOporte ~mIsmo ~ue punzones micros­m ún a todos los pulidores li . sta acclOn: la abrasión, es co­base está hecha de una pi 'd mdas, SIerras y CIertos taladros. Si la. le ra e granos . d

na que va a ser trabajada, se p . de mas uros que la mate-caso, por ejemplo, de los afil:escm de la capa de arena: es elPiedra (116). El pulimento mardoresfi y de algunos pulidores demadas paleolíticas y las neolític~~ e~ ~onteraentr~ mdustrias lla­lo que respecta al resto del d a prehlstona europea. Por

mun o esta d '. .puramente morfológico ,IVISlOn llene un carácterincluidos los esquimale~, ~~i~~el e~contramos en toda América,contemporáneos. a rados y utlles pulidos, ambos

Es posible asignar una es . r ..a los pulidos en un mism:

ecIa Iza~lon a los objetos labrados opuntas de flechas y de lanzas~;:~ b u~ano. Normalmente, las

a ra as, se rompen o pierden150

con tanta facilidad que resultaria vano esforzarse en pulirlas.Muy raras veces se pulen los taladros porque el pulimento des­truye las aristas vivas que los hacen tan eficaces. Las hachas yazuelas reclaman, por el contrario, un filo plano para hacer viru­tas regulares; por esta razón, normalmente se las pule (pulimentolimitado a menudo al filo). Las armas (mazas, rompecabezas yhachas de guerra) que tienen un papel decorativo casi siempreson cuidadosamente pulidas, y muchas requieren tanto trabajoque sólo se las suele utilizar como ornamentos militares.

Los trabajos de labrar la piedra en herramientas o armas ape­nas se realizan ya (en el siglo XIX todavía destacaban varios pue­blos en el pulimento: polinesios, melanesios e indios de Améri­ca). Las grandes hachas de jade de Nueva Caledonia, los mazosde la Columbia británica y los tomahawks de los indios de lasllanuras de América del Norte o de América tropical son admira­bles ejemplos técnícos.

La piedra dura que se utiliza como adorno normalmente sepule. Dado que los ornamentos suelen ser perforados para que sepuedan colgar, proporcionan la oportunidad de estudiar los tala­dros. Hemos visto más arriba que el modo de rotación de lostaladros facilita el medio de clasificarlos, primeramente, por elcarácter general de su percusión (37 a 40) y, después, por losprincipios mecánicos de su movimiento. El taladro de cuerda(38), común, con algunas variaciones de detalle, al Pacifico nor­te, los esquimales, el Asia meridional y el antiguo Egipto, ofreceuna forma particularmente ingeniosa en el taladro de torno cóni­co del estrecho de Torres en Nueva Guinea (273), en el que elvolante realiza el movimiento regular de rotación en los dos sen­tidos: la cuerda se enrolla y desenrolla a cada momento debido alimpulso. El taladro de arco (39), corriente en el antiguo Egipto,existe todavía en Siberia, China y alrededor del Pacifico norte(274); el taladro de parahuso (40) se usa mucho para trabajar lapiedra: Europa, Asia meridional, Indonesia, Extremo Oriente,Melanesia y América del Norte muestran ejemplos numerososde aparatos muy parecidos. En California, hay un taladro deparahuso muy particular (275), sin volante, en el que la cuerda seenrolla sólo por el peso del eje.

Los indios utah han conservado un taladro que supone untestimonio muy valioso (276): se trata de una simple flecha conpunta de piedra labrada que se hace rodar entre la palma de lamano y el muslo. Ya hemos señalado el caso singular (134) delhuso aino, y unas líneas más abajo (286) hablaremos del pulidor

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japonés, que constituye el tercer caso de rotación mediante fric­ción horizontal en el norte del oceáno Pacífico. Este taladro utahtiene un doble valor: desde el punto de vista mecánico, es unposible prototipo de los aparatos con planchita del archipiélagojaponés; históricamente, hay que añadirlo a la larga lista de losrasgos comunes a las dos orillas septentrionales del Pacifico, yalgún día ayudará a definir las relaciones que han unido a losribereños de cada lado.

Debemos fijarnos bien en la parte activa del taladro. Nuestrosmodernos instrumentos de movimiento circular continuo tienenuna punta, cuya acanaladura helicoidal arrastra los desechos amedida que va profundizando el agujero. Los taladros de nues­tros pueblos disponen únicamente del movimiento circular alter­nativo, del que han surgido dos procedimientos que tienen unadistribución casi mundial. En el primero, aplicable a los materia­les menos densos, hay una auténtica punta de piedra (277), deconcha (278), de espina de erizo de mar o de diente de pez (Pací­fico sur) -a veces es de metal, si el pueblo en cuestión cuentacon este material-o Generalmente, esta punta es aplanada y, encualquier caso, de aristas vivas; perfora en los dos sentidos, noarroja los desechos y necesita de vez en cuando una limpieza delagujero en progresión. El segundo procedimiento, aplicable a laspiedras más duras, ofrece dos formas: extremo redondeado y ex­tremo tubular. La mayoría de los taladros con extremo redon­deado son de madera de dureza media (279); trabajan por abra­sión y en ellos se incrustan granos de arena dura, que se colocaentre el extremo y la pieza que se va a perforar. Los taladros conextremo tubular son de hueso o de metal blando (generalmentecobre); como en los casos anteriores, se interpone arena (280):este tipo de taladros puede hacer agujeros de gran diámetro paraenastar las hachas o los mazos. Su distribución geográfica pare­ce la misma de las industrias de tipo «neolítico»: Europa prehis­tórica, Mediterráneo de la época antigua y la América antigua yreciente. El trabajo de las piedras duras es extremadamente len­to, por lo que resulta curioso ver cómo pueblos que tienen tanpocos utensilios como los indios de América, los melanesios y lospolinesios labran, pulen, esculpen y horadan el jade mientras queEuropa, salvo en lo referente al tallado muy sencillo de las pie­dras preciosas, renunció desde finales del Neolítico a este trabajo.China y Japón son las únicas zonas donde podemos encontrarintentos de perfeccionamiento de estos procedimientos. Los chi­nos se han limitado a adaptar el torno horizontal de pedales.

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285

Han mantenido el movimiento alternativo que vuelca constante­mente los granos de arena abrasiva y los presenta en todas susaristas; en vez de una punta de madera utilizan como soporte delabrasivo moletas de hierro de dimensiones variadas. El trabajo eslento: la manufactura de un objeto ordinario lleva semanas, ymeses la de una pieza un poco complicada.

El Japón ha conservado un sorprendente ejemplo de la técni­ca antigua; merece un desarrollo detallado y que se le considerecomo uno de los rarísimos conjuntos de técnica «primitiva» delos sólidos estables de gran densidad aún vigentes. Incluso en elmismo Japón se trata de un vestigio único; sólo por azar di con elúltimo taller existente. La joya más célebre del Japón antiguo esuna perla con forma de garra y con un agujero, tallada en jade,jaspe o cornalina, que se halla en un gran número de tumbas deprincipios de nuestra era. Dicha perla ha estado ligada al sintoís­mo hasta nuestros días, su fabricación ha ido disminuyendo conrapidez desde el siglo IX; sin embargo, ha permitido que quedenalgunos artesanos. Los jaspes y cornalinas se recogen en los alre­dedores del taller; desde hace algunos decenios, queman los blo­ques en un horno de carbón de madera para conseguir que lapiedra sea más blanda y brillante. El bloque de jaspe se entallaprofundamente por medio de una lámina de hierro guarnecidade polvo de cuarzo (281); luego, se le golpea con una cuña dehierro introducida en la hendidura (282), e inmediatamente seesboza el fragmento con ayuda de una barra de hierro golpeandosuavemente en el extremo sobre los bordes de la pieza (283),trabajo comparable totalmente al retoque del sílex. Después, sehace el agujero haciendo girar en la pieza un taladro de hierrocon el extremo aplanado en forma de destornillador (284), unta­do de polvo de cuarzo y aceite. Para que al sacar el taladro no sequiebre la perla, se deja una parte de ésta más gruesa, 'que no seatraviesa y se suprime el espesor con retoques para completar laperforación. Se consigue dar regularidad al agujero mediante unhilo de hierro cubierto de arena (285). Para agujerear una perlase necesitan cerca de tres horas. Los orificios se fresan por mediodel pulidor de plancha (286), cuyo interés ya se ha señalado.Actualmente, este pulidor es un «limatón» embadurnado de pol­vo de cuarzo, El pulimento comienza en una placa de hierro,untada siempre de cuarzo (287); después, en barras o canalones(288). Se pasa la piedra sobre un pulidor de arcilla fina (289) y,después, sobre una plancha de madera muy blanda untada deocre rojo. Aun con los perfeccionamientos que suponen los so-

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portes de metal, se requiere una jornada de trabajo para fabricaruna sola perla.

Los sólidos estables de construcción y de escultura los traba­jan pueblos generalmente bien provistos de herramientas; su tra­tamiento no ofrece muchas curiosidades técnicas. Las herra­mientas normales de las percusiones aplicadas con percutor,martillo y cincel, han hecho desaparecer de las grandes civiliza­ciones el uso de materiales muy duros para trabajos de grandesdimensiones. El conseguir un desgaste interponiendo arena es unmétodo demasiado laborioso, por lo cual apenas se utiliza; sólode manera accidental se esculpe o se pule el cuarzo o el cristalartificial. En el apartado siguiente veremos mejor los empleosnormales de la piedra de construcción y de escultura.

S<5lidos estables de densidad media o débil

Son la transición entre las piedras duras y la madera. Paratrabajar este tipo de sólidos se utilizan casi todas las herramientaspropias a estos dos grupos de materias primas. Al contrario de loque sucede Con las materias duras (sílex o cuarzo), su uso no esmuy antiguo, y aún no se han interesado mucho por este temalos prehistoriadores. Desde los útiles más antiguos hasta los de laEdad del Reno (es decir, durante la vida del sinéntropo, de losgrupos chelenses y achelenses y del hombre de Neanderthal), losprehistoriadores no han constatado la existencia de huesos pro­piamente trabajados. Hay numerosos huesos de animales rotos oraspados para un consumo alimentario; pero si bien está muyclara la existencia de útiles de piedra, no ocurre lo mismo Conrespecto a los de hueso: no se conoce ningún tipo indiscutible deherramienta de hueso, ni siquiera poco trabajada. Además _yesto no se ha señalado-, prácticamente tampoco hay piedrasblandas ni conchas labradas. Es lógico pensar que si se hubiesenusado estos materiales de manera habitual, las excavaciones, apesar de la fragilidad de los vestigios, habrian sacado a la luzformas bien determinadas. Sólo a partir de la Edad del Reno lossólidos estables de densidad media o débil van apareciendo en lahistoria humana. Desde el principio de dicho periodo, podemosver gres grabado, arcillas talladas, marfiles esculpidos, punzonesde hueso, agujas Ypuntas de armas, y, desde entonces, todos lospueblos sin excepción poseen algunas herramientas propias paratrabajar la piedra blanda o el hueso.

156

11 r o pulir se pueden resumir enTodos los métodos para ta a diante golpes ligeros o pre-

los siguientes: estalhdo, retoque me . d arena' pero sobre'1 . abrasión mterpornen o , ,

sión y, por último, di t ercusiones aplicadas con o sin per­todo, se trabajan me iande ~ o marfil como de conchas ocutor. Tanto si se trata e ueso adornos construcciones o es­piedras blandas, para hacer armas, . u'e las empleadas para

. ntas son las mismas qculturas, las herramie hill esculpir (290 a 295), raspador,trabajar la madera: cuc 1 o para I y percutor así como todo. r puhdor cmce ,punzón, sierra y rrna, . . ' alternativo. Podemos constatartipo de taladros de mlov,mltnto todos los sólidos estables, sonque estas materias, a iguai qU~ da método tomado del tra­trabajados mediante p(ercu~;~~ a~~~oq~e), mientras que las he­bajo con piedra dura. estad I y dera el hacha y la azuela, de-rramientas caractensncas e a ma .

f '. muy poco relevante.sempeñan una u~cI~n piedra se hallan en regresión, y casi todo

Las industrias e a ande a la arqueología o alo que se puede decir sobre ello draen las técnicas de fabricaciónla prehistoria. El papel d: l~::'e~:les; los esquimales perdieroncesa desde el peno~~ d h mientas de piedra hace un siglo,prácticamente sus u tlma~ erra ente al unos grupos de la Amé­al igual que los fUegU1~O~ sOlamGuineagy los australianos ponenrica tropical, algunos e ue~:dras labradas. Sin embargo, h~cecomo puntas de sus armas p d l mundo todavía tenía este tipoapenas un siglo una gran parte la Siberia ártica, los ainos, Ocea­de herramientas: toda Amencat· a industria metalúrgica, comonía y Australia. En z.onasde an igu dos ue no tenían hierro oÁfrica, había todavía grupos atr~~s pO~ían los más altos nive­muy poco. Algunos de estos pue bia británica sabían hacer ob­les técnícos: los halda de la Colum id d media y los esquima­jetos voluminosos con piedras de dednsdl a

onpied;as blandas, así

de gran capaci a eles labraban vasos más de cincuenta centímetros de anchu­como lamparas (882) de '. 1 últimos maestros en estasra. Los polinesios fueron, qU1Z~~ o~edra dura de las hachas detécnicas: tanto SI se trataba ~e 1 s~igantescas cabezas de piedrajade y de los colgantes como e a draban ni ante la materia niblanda de la isla de Pascua, no se arre

ante las dificultades de transporte. ivid pero en todas partesI fil han sobrevivi o, .

El hueso y e mar 1 . on relación al metal y su uso prácti­ocupan un lugar secundan~ e de las hojas de hierro de los punzo­camente se limita al enasta o han tenido nunca un empleones y cuchillos. Las conchas nho adornos' los raspadores, lasmuy extendido, a no ser para acer ,

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cucharas, las pinzas y la vajilla ligera de conchas sólo han desapa­recído en los casos en que ha ocurrido lo propio con los usuariosmIsmos, mientras que los cuchillos, las hojas de azuela o de ha­cha cedieron el paso de manera inmediata al metal.

. En nuestros días, salvo en los usos menores que nosotrosmlSm~s conoce'."os, la piedra dura, el hueso, el marfil y las con­chas solo se utilizan en pocos grupos; la actividad técnica de lossólidos estables se limita a la escultura y la construcción en don­de se.usan las mismas herramientas: cincel, martillo, lima, sierray pulidor,

Los SÓLIDOS FIBROSOS

. A sus características físicas de sólidos estables (mantienen elrrusmo estado antes: durante y después del tratamiento) hay queañadir su constuucroj¡ mediante fibras dispuestas longitudinal_mente, de manera que, si bien se utilizan las mismas herramien­tas para trabajar estas materias que para los sólidos estables deden~idad media o débil, el manejo de las mismas implica algunaspartlculandades que aprovechan el sentido de las fibras o queprovienen los accidentes que naturalmente entraña la tendenciaque tienen dlch~s fibras a dividirse en sentido longitudinal. Asípues, las dos acciones fundamentales del tratamiento son: por unlado, dejar que la herramienta siga los planos de segmentaciónnatural y, por otro, detener dicha segmentación por medio decortes perpendiculares al hilo de la materia tratada. Por consi­guiente, las herramientas, en la mayor parte de los casos, seránPropIas tanto para las percusiones oblicuas Como para las percu­srones perpendiculares. Los materiales que pueden ser trabajadosde ese modo Son el cuerno y la ballena -sobre los que no hayneces~dad de extenderse mucho, pues no requieren herramientasespecIales-:-, así como la madera, cuyos múltiples usos bastanpara cubnr todas las posibilidades técnicas de los cuerpos fi­brosos.

Conviene que sigamos en este estudio el orden lógico de laspercusIOnes y que estudiemos primero las herramientas aplica­das, que son las más sencillas; después, las herramientas lanza­das, que aumentan la eficacia de las percusiones, y, finalmente,la~ herramientas aplicadas con percutor, que conjugan la preci­sron de las percusiones aplicadas con la mayor fuerza de las he.rramrema, lanzadas.

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Percusíones aplicadas

Sólo podemos distinguir lo perpendicular de lo oblicuo en elmomento mismo del tratamiento de la matena, puesto que casitodas las herramientas usadas para trabajar la madera se prestana las dos modalidades; pero conviene separar las herramientascon filo longitudinal (cuchillo) de las que tienen el filo transver­sal (buril), que responden a dos aspectos distintos de la técmca:

La herramienta con filo longitudinal más sencilla es el cuchi­llo de madera, que normalmente sirve para todos los usos, es unaherramienta corriente en la mayoría de los pueblos. General­mente no hay nada que marque un uso especial; su forma es lacorriente pero a medida que nos dirigimos desde Europa hac~ael norest~ constatamos una especialización progresiva, la apan­ción de auténticos cuchillos de madera que desde Siberia orientalhasta las costas de la América atlántica toman un aspecto cons­tante (290 a 294): mango alargado, que puede ser sujetado conambas manos si es grande, y hoja corta y frecuentemente encor­vada. Este «cuchillo-corvo» es una herramienta propia para ha­cer virutas así como para penetrar en la madera; su uso es anti­guo en el ~orte del Pacífico, pues hay numero~os ejemplares c~nhojas de piedra labrada. El hecho de que la hoja sea tan pequenase debe a la falta de metal en algunos pueblos que utilizan dichoscuchillos; sin embargo, aunque se pueda conseguir ~ierro confacilidad (291), las proporciones suelen ser de un tercio aproxi­madamente para la hoja y de dos tercios para el mango; en es~e

caso, la técnica impone la forma, pues una hoja larga resultanaincómoda.

El filo transversal es característico de las herramientas que seusan menos que el cuchillo de madera: se trata de los escoplos,que se caracterizan por tener una hoja con filo oblicuo o perpen­dicular al eje de la herramienta (298 y 299). Técmcamente, todoslos escoplos se agrupan en un mismo apartado, pero el mvelcultural de los pueblos que hacen uso de ellos obliga a estableceralgunas distinciones. Para hacer estas herramientas se han em­pleado muy frecuentemente incisivos de roedores (296 y 297),bien utilizando la mandíbula como mango de la herramienta(como la mandíbula del castor en Europa durante el Neolítico), obien enastando únicamente el incisivo. Con el escoplo se puederealizar un trabajo mucho más preciso y delicado, mucho máspenetrante que el que se consigue ca',' el c.uchillo. Podemos ob­servar que las formas de los filos son idénticas a las de las herra-

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mientas aplicadas con percutor: cincel, bedano y gubia. Sin nece­sidad de trazar una línea de filiación de uno a otro, resultaevidente que, en muchos casos, los escoplos y los cinceles se haninfluido mutuamente. Pero las formas con filo transversal soncomunes a los tres modos de aplicación de las percusiones: azue­la, escoplo y cincel; azuela-gubia, escoplo-gubia, gubia con per­cutor. Así pues. se trata de un problema de empleo y no defiliación: una hoja plana con filo rectilíneo (300) permite hacertallas anchas siguiendo el hilo de la madera; pero si se trabaja detravés, salvo en las aristas, la madera se astilla. Con una hojaplana de filo curvilíneo (30 1) se pueden hacer tallas de anchuraregulable si se sigue el hilo de la madera y ésta se astilla menos sise trabaja de través. Una hoja cóncava de filo rectilíneo o curvilí­neo (302 Y303), bien afilada, deja gran libertad en los trabajos detallas. permitiendo incluso, en algunos materiales, realizar cortescompletos de través. El uso ha tenido que adaptarse a esas parti­cularidades de la materia, y se pudo hacer una selección de for­mas independientemente entre pueblos que no poseian más queuna modalidad de aplicación: percusión aplicada o lanzada. Po­demos admitir con toda seguridad que resultó fácil extender eluso de una determinada forma de azuela al cincel o al escoplo,pero el suponer que del uso accidental de una concha de mejillóncortante salieron uno tras otro el escoplo hueco, que, enastado,dio origen a la azuela-gubia, que inmediatamente después fuedesprovista del mango para hacer una gubia con percutor; elpensar eso, como decimos, seria una hipótesis exagerada, a lacual se ha recurrido a veces en todos los terrenos de la etnología.Un razonamiento de ese tipo es bastante frágil si tenemos encuenta sobre todo que siempre se pueden encontrar hechos que,debidamente dispuestos, pueden servir de prueba.

Las percusiones aplicadas longitudinales o transversales pue­den ser perpendiculares u oblicuas, indistintamente, ya que elcuchillo y el escoplo (así como la azuela, el hacha y el cincel)sirven tanto para hacer virutas de madera como para seccionarlaperpendicularmente al plano de desprendimiento. Algunas he­rramientas se limitan a las percusiones oblicuas; nos referimos aaquellas que pueden hacer virutas tan ligeras que no hay necesi­dad de seccionarlas para que se desprendan, o aquellas que seintroducen en la materia sin causarle pérdida de sustancia. Lasherramientas que se utilizan para esto último son los cuchillos demadera con hoja recta (291), que sirven generalmente para hacerplanchitas entallándolas cada vez con más profundidad en el

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sentido del hilo Las he .. rramIentas para '.son los cepillos cuyo empleo d li ,:,onsegUlr VIrutas ligerasequipados de t~do el viejo mu~~~ aA;mIlado a los pueblos bienpIedra labrada se usaron ca "11 parecer los raspadores deriense (hace aproximadame~~ C;glo~~ d~sde finales del Muste­zandolos así algunos pueblos r r : anos) .. Contmúan utili­fueguinos ...). ecientes (australIanos, esquimales,

Las percusiones punti[ormes er e dites: punzón sin rotación: martilio p n iculares no son frecuen­de la madera, granete para hor para «enarenar» .Ia superficieEl clavo y la clavija que adar Con percutor (sin rotación).mientas, se clavan e~ la m:~~ piezas de ensamblaje y no herra­lar puntifor?1e. Las puntiform~~ ::;'~1;ante p~rcusión perpendicu­tres herramís-, tase sierra lima uas estan representadas porcen al mismo principio:' se traiae~~o~~a. Las tres formas obede­hojas muy pequeñas que arrancan . conjunto de numerosasestá trabajando. El trabajo de cada ~~~'culasde la materia que seble al de un cepillo minúsculo' si por ~cparado es compara_produce virutas finas y regulare~ se trabaja la madera al hilo,pendicular al hilo se va levanta 'l trabajandola de manera per­serrínj Cuando estos cepill n o ~n montan de partículas (elfila, la herramienta es una .os mmusculos están dispuestos ensílex ligeramente dentada ~erra, tanto SI se trata de una hoja de(304) o de colmillos de tibur~nU~~~~junto de piedras cortantescomo de una hoia de hi en un canalon de madera, ierro recortada di ,muyvariable (306 a 308). en lentes Con un perfil

SI los cepillos Son más pe uenos au .una Superficie ancha est q aun y estan colocados en

, amos en presen . d .escofina o, accesoriamente d . era e una lima, de unapor todos los pueblos que 'sabe u~ pulidor, La lima es utilizada

. en fOrjar' su us Iemparejado al empleo de la lima de' o en a madera Varosos ejemplos de escofinas t 1 metal. Encontramos nurne,

l na ura es' piel d tibum .pa adar de pez cubierto d di . e 1 uron (PolInesia)Pacífico), tallos de cola deeca~:~~~:nos (Ocea?ía y noroeste deldesde el Neolítico, pulidores de ar n xtrerno O~ente y Europa) y,to del papel de lija. Todos est eda que daran origen al inven­al invento de la lima pero os me lOS naturales pudieron llevar

, su ImportanCIa 1 .va no es superior a la del m di " en e proceso inventí,luz. El invento no urgía' con

e ;a tecOICO en el que salieron a lanaturales y los pulidores ~e p ;. CUChIllo,. el cincel, las escofinasrio de la madera. Al igual q o la consegUIr un trabajo satisfacto_técnicas adquiriesen una m:e

eta .nosotros nos fue preciso que las

s na completa del movimiento cir­162

cular continuo con volante para llegar a inventar la sierra circu­lar o de cinta, fue necesario que el herrero tuviera la suficientelibertad técnica en el uso de un metal muy duro para hacer unalima destinada a un metal menos duro que ella (lo cual suponeconseguir homogeneidad entre el metal y el temple) antes de quese extendiera la lima de madera, es decir, el invento de una for­ma particular de dientes.

Las percusiones oblicuas mediante movimiento circular serealizan con las barrenas y los tornos.

Barrenas. Ya se ha realizado una descripción de estas herra­mientas, y el trabajo de la madera ofrece todas las formas co­rrientes de barrenas: manual, rodado entre las palmas, de cuerda,de arco (309), de parahuso y de peonza (273). Así pues, sóloconviene insistir en este momento sobre dos modos de aplica­ción: la terraja y el berbiquí, aplicaciones ambas de la palanca demovimiento circular continuo. La terraja es una empuñaduratransversal adaptada al brazo de la barrena; se emplea en meta­lurgia en las herramientas que sirven para estirar o aterrajar, y enla madera se aplica en la barrena (310), usada en Europa desdehace mucho tiempo (probablemente desde la Edad del Bronce), ydiseminada desde el Mediterráneo hasta el océano Pacífico.Como el berbiquí y la barrena de arco, la barrena puede estarprovista de un gorrón (311) que permite apoyarla en el pecho.En Europa, la barrena dio origen durante la Edad Media a má­quinas más potentes, movidas por una rueda hidráulica, quemarcan los comienzos de la explotación industrial de la madera(312). China ofrece un ejemplo (135) en el que la barrena esinmóvil y es la pieza a taladrar la que está sobre un torno devaivén; se trata de una forma similar al torno para taladrar delsiglo XVII en Europa. El berbiquí es un instrumento raro (313)aunque antiguo. Desde el Egipto clásico quedó circunscrito entorno al Mediterráneo (de él sólo quedan escasos testimonios);sólo a partir del siglo XVII comienza a desarrollarse en Europaextendiéndose a los trabajos de la madera y del metal.

La parte más activa de la barrena es la punta (3 l4 a 319). Lasformas más corrientes para trabajar la madera son la punta sen­cilla de sección circular y la punta de piedra, más o menos com­parable a una punta de flecha (277); la lengua de áspid (314 y315), según la orientación del afilado, puede tallar en movimien­to continuo o en movimiento de vaivén. Lo mismo cabe decircon relación a la cuchara (3 ~6) y las puntas de guía, simple (317)

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Tornos. Salvo en la Europa moderna, el torno tiene un movi­miento circular de vaivén. El movimiento se consigue al tirar deuna cuerda con la mano (321 y 322), procedimiento que en Ex­tremo Oriente se lleva a cabo con una cuerda tirada por un pedal(135); por un arco (320 y 323), en Europa, Mediterráneo, Orien­te Próximo e India; y por un pedal con resorte (136 Y 324), enEuropa y el Mediterráneo.

Existen tres maneras de colocar la pieza que se va a tornear, ysiempre en sentido horizontal. En efecto, aunque no sea imposi­ble, desde el punto de vista mecánico, construir un torno vertical-e incluso esto pueda ser una ventaja en las piezas cortas ypesadas-, no se conocen formas así, a causa de la incomodidadpara presentar la herramienta.

En el torno árabe (320), que desde Argelia hasta la India seutiliza para tornear los montantes o las patas de los muebles, esla pieza de madera misma la que, sujeta entre las dos puntas,recibe la cuerda del arco. En el torno del Extremo Oriente (321 y322) la pieza está colocada en vilo en la punta del árbol, lo cualexige una sólida fijación y sólo permite tornear piezas cortas:efectivamente, este tipo de tomo se usa exclusivamente para ta­zones y cuencos, desde el mar Caspio hasta el Japón. El tornoeuropeo se compone de una parte fija parecida a la del tornoextremo-oriental y de una pieza móvil que sostiene y afirma lapieza que se está torneando.

o dentada (318). La punta dentada corresponde, en el caso de lamadera, a la barrena con extremo tubular de los sólidos estables(280), asi como la cuchara corresponde al extremo redondeadode la barrena ordinaria con arena interpuesta (279). El paso delmovimiento de vaivén al movimiento continuo modificó no laforma de las puntas sino su, afilado: a cada tipo corresponde unafilado en el que los biseles se orientan en los dos sentidos yun afilado en el que todos los biseles están en el mismo sentido.El movimiento continuo permite, además, utilizar la rosca deltornillo para mejorar el arrastre en los tipos barrena de guia (310,317 Y318) Yretirar los desechos en los tipos de hélice que encon­tramos entre nosotros desde la época romana (319).

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Percusiones lanzadas

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Las herramientas que se utilizan de esta manera, al igual queel cuchillo para la madera, pueden trabajar en percusión perpen-

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dicular o en percusión oblicua, pero podemos observar, no obs­tante, una selección bastante clara: el hacha, el machete y lapodadera son propios más bien para la percusión perpendicular,mientras que la azuela se adapta especialmente a la percusiónoblicua.

El hacha. La mayoría de los ejemplos suelen ser armas másque herramientas; en el tomo Il, en el apartado de la clasificaciónde las armas (676 a 692), hablaremos detalladamente de los dis­tintos tipos. En la madera, es la herramienta que se emplea paralos trabajos más bastos: cortar, desramar y hacer hendiduras conrapidez en las piezas de tamaño medio. Algunas formas son au­ténticas cuñas con mango (325), con las que únicamente se pue­den realizar percusiones perpendiculares violentas; otras, comola segur, pueden desempeñar, por el contrario, el mismo papelque la azuela en los trabajos de carpintería.

Los pueblos que habitan en los bosques, y en particular losque viven de la caza y la recolección, utilizan bastante el hacha y,sobre todo, herramientas más ligeras aptas para la tala rápida deramas y de lianas de poco diámetro; en Extremo Oriente y enIndonesia, estas herramientas adoptan formas muy variadas: elmango, formando un ángulo recto, hace que la hoja quede enposición longitudinal (326 y 327), lo cual da lugar a una herra­mienta propia para abrir rápidamente un sendero en una espesu­ra. Adaptada, esta forma da origen a la podadera: vemos en ellael desplazamiento del eje de la hoja con respecto al del mango, y,frecuentemente, un gancho que sirve para que la herramienta nose deslice en las ramas (328 y 329). El tipo que se usa en losbosques es escaso en metal y muy sencillo por falta de herra­mientas; en cambio, los agricultores adoptan la cómoda soluciónde un mango forjado, que es más robusto y carga la cabeza de laherramienta. Casi en todo el mundo, pero fundamentalmente enExtremo Oriente, encontramos el sable o cuchillo para desramar,que es tanto un arma empleada ocasionalmente en la tala de losbosques como una herramienta propia para este trabajo (330a 333).

La azuela. Es uno de los objetos fundamentales de la historiatécnica. No existe apenas ningún pueblo que no la haya tenido;nosotros mismos la conservamos en algunas especialidades comola fabricación de las traviesas del ferrocarril. En un determinadonivel general de la técnica, es la herramienta que sirve para traba­jar la madera; es decir, la primera de todas las herramientas: elEgipto clásico trabajaba con la azuela, y el África negra, la franja

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septentrional del viejo continente desde los lapones hasta loschukches, toda América y Oceanía se sirven de ella para elaborarlos objetos más usuales; así pues, al igual que todos los rasgosuniversales, merece un estudio minucioso de tooas sus variantes.Dicho estudio, que en el presente libro sólo podemos esbozar,pone de manifiesto algunos aspectos muy importantes de la tipo­logía. Las dos partes fundamentales de la azuela son la hoja y laforma de unirla al mango; la tercera, el mango, es mucho menosinteresante.

La materia de la hoja influye de alguna manera en el enasta­do: la piedra requiere más bien ligaduras, y el metal agujeros oespigas; pero esto no es más que una consecuencia lógica quepuede tener excepciones. Las hojas más abundantes son las depiedra (desde el Neolítico hasta nuestros días, yen todo el mun­do). Es fácil confundir estas hojas -pues casi todas están sinmango- con las del hacha; por esta razón se suele calificar casisistemáticamente de «hacha de piedra pulida» a todo objeto conuna forma que autorice a primera vista tal denominación. Cuan­do el filo tiene dos biseles simétricos (334), no hay nada quepermita distinguir las dos herramientas. Pero hay muchas hojasque tienen biseles desiguales, un bisel únicamente o una sesgadu­ra (335 a 337): se trata sin duda alguna de azuelas, si el talón nopresenta señales de percusiones prolongadas propias del cincelcon percutor. Las formas se agrupan en tres tipos principales:con doble bisel, con bisel sencillo y azuela-gubia.

A veces la materia utilizada para hacer azuelas es el sílex obien rocas duras con grandes granos, pero normalmente se utili­zan piedras de granos finos: jade, jadeíta, serpentina, cuarcitas yesquistos. En Oceanía son frecuentes las hojas de conchas. Final­mente, también hay hojas de bronce y de hierro desde los co­mienzos de la industria metalúrgica.

Existen cinco tipos principales de unión de la hoja con elmango:

l.' La hoja está atada a un mango acodado o en forma de T.A este grupo pertenecen las hojas actuales de piedra pulida y deconchas de Polinesia y Melanesia; las hojas actuales de hierro deIndonesia (338); las hojas prehistóricas de piedra labrada del Ja­pón, de piedra pulida de China, Corea y Japón; las hojas depiedra pulida y de hueso de ballena de las islas Kuriles y Aleutia­nas hasta el siglo XVIII; las hojas de piedra pulida de la Siberiaoriental hasta el XIX; las hojas de piedra pulida de Alaska y de lacosta noroeste americana hasta el XIX (345), y las hojas de hierro

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. M lanesia Polinesia, Siberia oriental ymárgenes.d: Indonesia, e ta~to desde la Edad del Bronce,América ártica estuvieron en.c~nn azu~las. Es verosímil que algu­con pueblos que siempre tuvie o masen la azuela de sus veci­nos de dichos pueblos I?argIn~~e~~~ vecindad prolongada entrenos; en todo caso, e~ clert~d;ferentes suele originar un préstamogrupos con estados tecmco

mutuo de los objetos. t de vista paradójico en aparien-Debemos aclarar este pun o t bien a ello. Cuando se

. l ei lo de la azuela se pres a . leCIa, y e ejemp . (345 a 348), el orden de clasificación ogicaexamina una sene . d Alaska (345) muy Imperfecta,impone que a la hoja de piedra l ~a bien equilibrada pero frágille siga la hoj~ de bronce acana:

ade hierro, burda pero eficaz

(346), despues, la hoja .slbena sa que realiza un trabajo eficaz(347) y finalmente la hoja Japone., mo base la herramienta

. '. 8) C tos prmcipios ca ,y limpio (34 . on es . .. arque es de piedra; la azuelade Alaska se considera pnrmtrva p d metal' y se califica a las. .. aquees e ,de bronce, menos pnmrtiva, y 1 iberiana es más primitiva queotras dos de modernas, au?que ~s~iferente: la herramienta dela otra. El orden cronológico e el siglo primero de nuestrabronce (346) es aproxlmada¡nente ~v la siberiana (347) es delera la japonesa (348) es de SIglO fi' ales del XIX Los cuatro

' . d Al ka pertenece a In .XVIII Y la pieza e as . d repetidas ocasiones a lo largopueblos que la.s han ma~eJa o, en UcIOS directamente o por me­de la histona, IntercambIa~onprod. s maneras de explicar unadio de intermediarios. EXlstden vanalaes afirmar que la azuela de

. tino: la más tra IClOn disene de este - rpo: . d Edad de Piedra más exten 1-piedra es una supervivencia e una

taun prototipo retomado por

da, que la pieza de bronce nosteriores para hacer hojas de hierro.los herreros de los tIemPfiols p. implícita entre los cuatro tipos.1 t hay una I iacion I h .Por o ta? o,. 1 útil a la filosofia, porque las ajasDicha filiación puede. ~r ~os estados piedra-bronce-hierro paradebieron pasar a traves e. d . ible en historia En una senellegar al siglo XX; pero es ma ml~1 as conocedo~as todas de lacomo ésta se debe ver cua~~od~~er'::tin~do de su historia. experi­azuela, que en ~n mom~~itarla de un vecino y que realizan .esamentan. la necesidad ge I e les proporciona su entorno; la lógi­imitación conlos me lOS qu tienen nada que ver en unaca clasificatona y.la cronología n~ s y los chukches tuvieron laadopción de ese tipo: los sde laEdad del Bronce, de tomar pres­oportunidad, al menos de . rtante En lugar de ver en sutada la. azuela, y esto es lo ~m:e~os v~r más bien una imita­herramienta un prototipo, e

actuales de los esquimales, así como las hojas de bronce preco­lombinas del Perú y Argentina (339).

2.' La hoja está introducida en un mango acodado o ensam­blado: hojas de piedra pulida de la Europa neolítica, hojas depiedra o de Conchas de Oceanía (340) y hojas de piedra o dehierro de los esquimales (341).

3.' La hoja está provista de una acanaladura, abierta (347) ocerrada (348), en la que se introduce el extremo de un mangogeneralmente acodado y a veces abultado para dar peso a la he­rramienta (347): Eurasia de la Edad del Bronce, sobre todo desdela Europa central hasta la China del norte (346); Europa de laEdad del Hierro; la Siberia actual (347), China y países limítrofesactuales (348).

4.' La hoja, terminada en una lengúeta o una espiga, atravie­sa un mango recto: África negra (342).

5.' La hoja tiene un orificio vertical en el que penetra unmango recto: forma casi exclusivamente metálica, atestiguadadesde el periodo sumerio (343) y común a todos los pueblosprovistos de útiles importantes: Europa, Oriente Próximo, India(344), China y Japón.

Estos enastados son, Con algunas adaptaciones, los mismosque los de las hachas, y sus variantes presentan un desarrollo másCompleto. ¿Qué conclusiones históricas POdemos sacar de la dis­tribución actual de estos tipos?: es cierto que África muestra pre­dilección por las hojas de hierro con lengúeta o con espigas; hayque remontarse al Egipto prehistórico para encontrar algunosejemplares de estos tipos. Oriente Próximo y Europa se repartenjunto con Asia central y China (desde la Edad del Bronce) lasformas Con orificio para el mango; Oriente, de Egipto a Mesopo­tamia (desde el principio de la época de los metales) es, si no elcentro del invento, al menos uno de los centros de difusión másantiguos. La forma acanalada, más septentrional, se instaló entoda la franja de las estepas durante la Edad del Bronce.

Así pues, a los pueblos de los que solemos tomar nuestrosejemplos se les ofrecieron dos formas: la hoja acanalada (346) yla hoja Con orificio (343). En efecto, podemos constatar, entre lospueblos de apariencia «medieval», que en el sur, desde Siria has­ta Indochina, las azuelas son de hoja Con orificio; y en el norte,desde el Caspio hasta el Japón, Son acanaladas. Esto parece de­mostrar la estabilidad de los dos tipos en el tiempo y el espacio.Pero en las márgenes no hallamos los mismos enastados. La his­toria muestra Con claridad, Por una vez, que esos pueblos de las

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ción quizá muy tardía de formas que ya habían sido muy perfec­cionadas por otros pueblos; así, una herramienta de piedralabrada, atada con tiras de cuero y que da las más completasgarantías de ser una supervivencia, puede ser un auténticoprés­tamo tomado de vecinos que poseen esta herramienta en acerotemplado. Los casos expuestos no son simples curiosidades orarezas técnicas: los cuchillos esquimales de marfil de morsa, queson una reproducción del cuchillo siberiano de la Edad del Bron­ce, la montura o los arneses de la Patagonia, que copian de lamanera más tosca los arneses españoles, y la alfareria de tiponeolítico del norte del Japón, que imita el adorno y la forma delas lacas chinas, todos estos casos, con una descendencia queparece más antigua que su modelo original, son testimonio de lafrecuencia de un fenómeno como el que hemos señalado, fenó­meno que es tan real como el progreso tal como se le ve corrien­temente y da al préstamo un aspecto que hasta ahora no se hasolido reconocer.

Percusiones aplicadas con percutor

Ya hemos hablado más arriba de los percutores (13 a 30); seaplican a los dos herramientas más corrientes: el escoplo y lagubia. No se conoce bien cómo se empleaba antes del período delos metales: es posible que muchas de las hojas mencionadas dehacha o de azuela fuesen utilizadas con un percutor; pero, salvoen poquísimos casos, el mazo de madera -que debió de servirpara dicha función- no ha dejado una huella sensible de aplas­tamiento en el talón de la herramienta. El escoplo y la gubia (349a 352) se usan por doquier desde el comienzo de la Edad delBronce. En todos los centros descubiertos por las excavacioneshan salido a la luz algunos ejemplares de estos útiles con formasdirectamente emparentadas con las actuales; un hecho interesan­te, como sucede con la azuela, es que hay dos zonas claramentediferenciadas: escoplos plenos alrededor del Mediterráneo yOriente, y gubias en la franja de las estepas y Europa. Y también,como en el caso de la azuela, quedan dos tipos actuales: el esco­plo pleno de Occidente y la gubia de Extremo Oriente (353). Seda una gran variedad de hojas: escoplos con hoja fina, escoplosgruesos con un chaflán, con dos chaflanes iguales o desiguales,con filo rectilíneo o curvilíneo, con una cara convexa y gubia.Existen varios para cada oficio relacionado con la madera.

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Madera alabeada

Aparte de las percusiones h tra: imprimiéndole una de' ayo ra manera de tratar la made,

. IOrmaclOn permane t Strabajo que Supone I . '. n e. e trata de Unsólidos semiplásticos ~~r~anslcl~~entre los sólidos estables y losmadera se modifica tempo:~n:e~ en que el estado fisico de laAlgunos sólidos fibrosos (el bambúte medIante calo~ o remojo.alabeados sin preparación ni a ar y el rot~n, por ejemplo) Sonrre con las ramas flexible patos. especIales; lo mismo ocu­palos de las viviendas o I:s i:e Se utilizan para hacer cercas, losciones se hallan en el límit dns~res de barcas, todas estas opera-

El trabajo de alabear :aem~d~~ trabajos de cestería.

que se extiende desde E a predomma en toda la zonaes todavía Un rasgo comú,;;opa septentnonal hasta Groenlandia;norte de la franja de las est: todo~ los pueblos que se hallan en elde la subida de la savia se c~~· t a made~a, cortada en la épocasomete a una flexión ¿rogresiv: ; en un

d.uego moderado y se la

les, aplicaciones en su totalidad delame 10 de aparatos especia­jan ramas gruesas para hacer p ti dPalanca. Cuando se traba-h . . a mes e tnneo o pie de e, se utiliza en toda 1 E zas e engan.

barras sujetas normalme:te uropa septentrional y Rusia largasmás ligeras se alabean ma~~.:n torno (152 y 356). Las piezas(1.052, l. 11) o con ayuda d me~te. raquetas para la nievemedio de ataduras se consig e una ave (354, 355 Y 360). Porhasta que la madera se seca. ue que guarden la nnsma posición

Se alabean, en toda el área . d .que se fabrican recipientes cilín~~~~~0(~~7a~t;~~l)ll~ finas con lasse alabean manualmente se su' . ' as piezas quemente atadas (358)' para aseg Jeta~ c~n pmzas o barras fuerte­bordes uno sobre otro e ti urar as junturas se cosen los dosmadera cosida Son Propi~~ d~r~s de c~~eza. Estos recipientes denal, aunque en muchos otro .~s pue os de la franja septentrio­que se redondean y cosen si:t lOS .encontramos cajas de cortezaactual, los más hábiles en la p a acclOn. del fuego. En el momentolos siberianos orientales repar~clOn de la madera cosida Son

, coreanos, japoneses y esquimales.

Los SÓLIDOS SEMIPLASTICOS

Bajo esta denominación fi ura 1deformados. Como a los sólid g tnb~s cuerpos que pueden ser

os es a es, se les puede segmentar.174

Para trabajar con ellos se utilizan algunas herramientas ya cono­cidas, como la sierra o el cincel; pero lo esencial en el trabajo deestas materias se funda en su relativa plasticidad. Dentro de estossólidos conviene distinguir dos grupos: el vidrio y los metales I • Elcarácter fundamental de ambos grupos es que adquieren su plas­ticidad en caliente; pero, mientras que el cristal al enfriarse ya noes apto para la deformación permanente y adquiere las carac­terísticas de un sólido estable, los metales conservan en frío unaplasticidad suficiente para permitir deformaciones permanentespor medio de flexión o de repujado. Por consiguiente, podemosanticipar dos maneras de trabajar todos estos cuerpos: en calien­te, se aprovecha su plasticidad; en frío, su posibilidad de segmen­tación, y, sólo en lo referente a los metales, podemos añadirciertas acciones limitadas por su plasticidad en frío.

Aunque la elasticidad sea una propiedad muy importante delos metales y el tratamiento de éstos consista precisamente enrebasar el margen de elasticidad para deformar o empezar a tra­bajar la materia, nuestros pueblos casi no se sirven de dicha elas­ticidad para fines técnicos conscientes. El arco de metal es unarareza de los herreros hábiles del Irán, y el resorte metálico sólose conoce en aplicaciones que pertenecen a la primera corrientede la industrialización de las técnicas.

En el estado en que se halla nuestra ciencia no podemos tra­tar del origen de la metalurgia. Cabe imaginar un estudio en elque el hombre debió de utilizar los metales nativos que guarda latierra: oro, plata, cobre y el hierro de los meteoros. Semejantehipótesis tendría como confirmación aparente algunos pueblosque sólo han usado los metales en esa forma. Pero de hecho nohay nada que autorice a generalizar tal suposición, salvo en loreferente al oro, que es el único metal normal y universalmentenativo.

Se pueden realizar dos tipos de constataciones sobre la histo­ria de la metalurgia. La primera se refiere a los esquimales, que,al encontrar cobre nativo y hierro meteórico, hicieron, con sólomartillear en frío, hojas de herramientas o de armas; podemosdecir lo mismo de los numerosos grupos suramericanos, de losaustralianos y de los sakai, quienes, con metal de origen extran­jero, obtienen mediante el mismo procedimiento de simplemartilleo algunas hojas de tamaño reducido, o de algunas tribus

1 A. LEROI-GOURHAN, El gesto y la palabra. vol.J: Técnica y lenguaje,pág. 245.

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antiguas de América que parecen h b . .mente, en metalurgia la f dici a er conocidn casi exclusiva­Todos estos pueblos s; hallaun

ne~clOn y el trabajo del oro nativo.

por un embrión de metalur ia una Edad de PIedra ennquecidaestado transitorio. En realid~d ~ue podría conSIderarse como unpulen la piedra y no de h ' e trata de personas que labran o

. erreros- por id . .comercIal, el metal se pone a su di un acci ente geológicr, oninguno de los rasgos técnicos q ISPosIclOn, pero no poseenHacer de dicho estado la fuente due caractenzan a la metalurgia.ca que se da como implicita la e~1 trabajo de los lUetales signifi­que debieron de trabajar los ~tencIa prehlstonca de gruposcorriente para ellos, es decir e~ta ~s nativos, al menos el másen absoluto. ' ro, o cual no se ha demostrado

La segunda constatación es m ditos neoliticos no Se ha e uy istmta: en las zonas de res-

. ncontrado oro o sol hreglOnesa las que ha llegad' o se alla en lastuvieron una industria metO 19racIas a centros que, durante siglos,milenio, desde Egipto hast aMurgIca completa. Entre el VI y el III

a esopotanua y el l drecer de manera simultánea b' n o, vemos apa-mar la existencia de un pu~tge~~s de hierro. Nada permite afir­metal nativo provocase el invento del que el descubnmlento delles,.nada permite suponer si uiera e trata~11lento de los minera­zacion de una pieza nativa dq b una sene loglca entre la utili­co complejo que de un guij e co fer o de oro y el conjunto técni.hierro. Desde la época en darrol errugmoso, haga un lingote depulía las piedras el Medite u~ e resto del mundo aún tallaba o

. , rraneo orienta¡ A' .seian las herramientas co li d Y SIa occIdental oo-la forja. Dichas herramien7:S ~~ae:: y:-otentes de la fundición yte, Extremo Occidente, el Norte et~ I~ron por Extremo Orien,ta suponer que un pueblo rei y ur, no hay nada que perrni.conjunto técnico. La existen~~~v::~ase por su cuenta el mismocobre y bronce, oro, platino l a América precolombina deproblema de una serie de inv y ~ ata trabajados plantea, quizá, elvarios siglos, si no varios e·7 os mdependlentes. América llevaViejo Mundo en lo que a e~1 ~mos, de retraso Con relación alperíodo, algunos rasgos pasa:one~a se refiere; durante ese largoPacifico: los metales son probable~ ASIa hacia la otra orilla del

Hasta estos últimos años ente uno de esos rasgos.h era un dogma y . l

muo os- que una edad del cobre '. - aun o es parahierro. En efecto resulta l' . precedío a las del bronce y del

. , OgICO suponer qu . t:didos minerales simples de e b e pnmero rueron fun-para aumentar la dureza y q~ re, que

ldespués se añadió estaño

e, por u timo, ya COn mejores he­176

rramientas, se pudo fundir el mineral de hierro. Pero las cosasson más complejas de lo que parece si se consideran los trabajosde los últimos veinte años. Los objetos de cobre puro pueden seranteriores a los objetos de bronce en una determinada región y,sin embargo, ser posteriores al bronce en otra zona; en un mismocentro, pueden ser posteriores al bronce -lo cual implica unapenuria momentánea de estaño- o pueden pertenecer sólo aseries de objetos determinados. Con el hierro sucede algo pareci­do: aparece en Egipto entre la IV y la VI dinastía (probablemen­te, se trataba de hierro meteórico sin ningún trabajo de fundi­ción), mucho antes de que su empleo sustituyese al del bronce;en Mesopotamia, desde el período sumerio arcaico, encontramosescasos ejemplos de objetos de hierro, siglos antes de su presencianormal. Finalmente, en toda Eurasia, el uso de estos metales sehalla mezclado hasta una época tardía con el de las piedras labra­das y pulimentadas, lo cual impide ver fronteras absolutas o re­voluciones técnicas entre los períodos.

Hay algo que sí resulta claro y válido para todos los tiemposanteriores a la fase industrial: los fundidores y los forjadores sonespecialistas socialmente poderosos, maestros de materias raras.No es cierto que existiese una superioridad técnica de las prime­ras herramientas de metal sobre las hojas de piedra, pero en elcaso de las armas, la causa fue ganada por los largos puñales y lasespadas. Casi en todas partes hay un período en el que sólo seforjan las armas, y las herramientas corrientes son de piedra o demadera. Esto explica la tenaz supervivencia de las herramientasde piedra hasta nuestros días. Algunos pueblos provistos parcial­mente de piedra y de hueso todavía recogen ávidamente todapartícula metálica que les venga de fuera, y la forma de sus útilesestá condicionada por dicha pobreza, la cual determina esas pro­porciones entre el mango y la hoja, tan diferentes de las de lospueblos forjadores (32, 110, 112, 114 y 115).

Mientras que los metales tienen una importancia mundial, ladel cristal es bastante limitada. Éste aparece muy pronto en Ba­bilonia, en la zona del Indo y en Egipto; se extiende por el Medi­terráneo y Oriente Próximo; posteriormente, se fija en dicho te­rritorio hasta el siglo XVII, y únicamente a través de losproductos comerciales alcanza el África negra, el Asia de las este­pas y el Extremo Oriente. En China y en Japón, hasta nuestrosdías, es escaso, es decir, técnicamente inexistente: los únicos ta­lleres (de inspiración occidental o iraní) de los siglos XVII al XIX

sólo ofrecen un interés de curiosidad. Las causas de dicha caren-

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cia no Son propiamente t' . ,necesidades del Extremo OeC?ICas. la alfareJía satisfizo gustos y

nente y las pi d 'cuarzo procuraban a su h bi le ras duras de Jade ytransparentes por lo QU

sa ,htanbtes goces estéticos en materias

L ' ' e no a la lugar dos procedImientos para tratarl ,para esear el cristal.alfareJía, técnicas dominada o se obtIenen de la orfebreJía y latrabajado el cristal Un h hS por muchos pueblos Que no hanO ' . ec o mas singuía ..,:ente conocía desde hacía siglos la e r aun ~s Que Extremo

clan de los minerales de l omposlclon y la dosifica-, if os Que se extrae p tvitn icables de la cera ' d ' ues o Que los barnices

las r» nuca an una fina pel' Id' ,en as piezas con algún fallo ' ICU a e vidrio Que,Así pues, sólo era necesario 'la~e::~ produ':lT copas muy gruesas'.m Japon lo dieron durante su ~~uen~ paso, pero ni Chinaobjetos de cristal Que al peno o c1aslco, a pesar de los

, , menos desde el iglocasIOnalmente de Occidente E t ' SI o vn, les llegabanobservar dan lugar a curi . s os ejemplos, cuando se puedenh " osas revelacio baber Inventado y no se in te nes so re <do Quese podíaQue la ilÍvención misma a

veno», aspecto mucho más frecuente

no es forzosamente un m'alSI

comlo sobre la inercia técnica Quesocral, '

Los metales

Se puede intentar un estudio de cadseparado (oro y plata cobre b ~ uno de los metales porcularidades de trata~l'e t Yd ronce, hIerro) y detallar las parti-

d n o e cada uno d 11mo o no se aprecia la profu da un¡ e e os, Pero de eserecer prácticamente en la n a umdad de la metalurgia: al apa­bloque técnico homogéneo,:sr,::a epoca, los metales forman unte, e.xceJ?tuando algunos detalles ¡U~" p~ra cada elernenn, se repi­fabncaclón: el mineral o el met I n IVI uales, el mIsmo ciclo defunde con carbón y un f d a nativo se extrae de la tierra' seseparar la fundición de ~n ente generalmente, para depurarl~ yen caliente y se labra en ~~~p~~za: terrosas; se cuela, se batecnsoles y yunques cambian . . P OporCIOnes de los hornos,pero el fondo es el mismo Poselgutn se trate de oro o de hierro

. . r o anta conv fii ,mas en el ciclo metalúr ' , lene IJarseprimeroLa ' . gico Que en los metales, extraccIOn del mineral el la '

tación minera pertenecen a las' té ~ado de las arenas y la explo-. ecmcas de ad '" .seran tratados más adelante El . . QUlSlCIOn por lo Que

, oro es el uruco metal importante2 A dto o esto hay que añad'

fueron conocidas o fabricadas po~ ,2uelas ~r1as de pasta de vidrio coloreada

mayoría de los grupos extremo-orientalesIn '

cuya preparación se limita a la explotación y al lavado, En Áfricay en el continente eurasiático así como en América se separa elpolvo o las pepitas de metal batiendo las arenas o tierras en unacalabaza, un tubo de bambú o una batea cónica, No obstante,podemos encontrar procedimientos más completos Que permi­ten la separación de las partículas más insignificantes. Por ejem­plo, en Eurasia se lavan las arenas auríferas o los residuos defabricación para separar las grandes impurezas, y después sevuelven a lavar añadiendo un poco de mercurio para unir laspartículas de oro. Inmediatamente se filtra el mercurio, el cualdeja un sedimento metálico que se trata con sal, se funde conbórax y después se refunde con el soplete para depurarlo com­pletamente.

El platino sólo se conoció en la América precolombina y con­cretamente desde la costa de Colombia hasta el Perú. Los orfe­bres locales no contaban con los medios para fundir los granosde platino nativo, así que los utilizaban en amalgama con el oro,Es una prueba más de que la sencillez técnica no es la marca delo «primitivo». La lógica podría sugerir que el uso aislado delplatino y del oro, del cobre y del estaño condujo a algún genio aldescubrimiento de las aleaciones. Parece normal -ya que lasmaterias impuras (platino mezclado con oro o mineral de cobremezclado con estaño) ofrecen posibilidades de las que carecen lasmaterias puras- Que la aleación pudo coexistir con el metalpuro e incluso precederlo muchas veces.

La fundición

Los otros metales se extraen normalmente de minerales deley elevada, por medio de la mezcla con carbón vegetal y calcina­do prolongado. La cantidad de metal obtenida es escasa (unoscuantos kilos por cada colada) y la preparación de una coladarequiere varias semanas de trabajos; más aún Que la alfarería, lafundición de minerales es una operación llena de riesgos y fra­casos.

A menudo, los hornos tienen dimensiones pequeñas. Los via­jeros del siglo XVII pudieron presenciar los trabajos de los últi­mos fundidores de bronce del Perú: se trituraba el mineral en unmortero de piedra, haciendo un polvo fino, y después se mezcla­ba con carbón vegetal y estiércol de llama:' Su «alto horno» eraun fogón de arcilla, portátil, Que colocaban en las laderas de las

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colinas, en la dirección del viento. Trabajaban juntos docenas defundidores y cada uno producía una cantidad irrisoria de metal,ni siquiera suficiente a veces para una soja pieza.

Los japoneses destacaron durante siglos en el arte de tratar elhierro. Su horno (361) estaba compuesto de una fosa poco pro­funda en la que desembocaba una tobera; la combustión delcarbón se hacía en parte al aire libre con una gran pérdida decalor. La masa pastosa, removida con una berlinga, se aglomera­ba en el fondo de la cubeta en un banco, donde el hierro semezclaba con escoria; se sacaba esta masa pastosa para batirlavarias veces y eliminar la escoria. Otro procedimiento (362) con­sistía en hacer la colada en barras o en lingotes. A partir de estemetal de excelente calidad pero muy impuro, mediante coccio­nes y forjados sucesivos, los forjadores obtenían esas hojas desable cuyas extraordinarias propiedades dieron fama a la meta­lurgia japonesa.

Este método de fundición con carbón vegetal a temperaturarelativamente baja se conoce entre nosotros como método cata­lán; fue perfeccionado en Europa gracias a las mejoras de losfuelles, que permitieron, de 1.500 a 1.700·, obtener fundicioneshomogéneas. El término de «método catalán» debe ser rechaza­do en el vocabulario etnográfico, cuando no se trate del viejohorno propiamente catalán; parece preferible el término de «fun­dición a baja temperatura», que se aplica a todos los procedi­mientos anteriores al estado industrial actual. Se caracteriza porun fenómeno químico muy particular: la combinación de lossilicatos de aluminio con el óxido férrico, que provoca la forma­ción de silicato de hierro fusible a baja temperatura y no por laconstrucción del horno en un plano uniforme, que sería el plano«catalán».

Los hornos que tratan el mineral de hierro a baja temperatu­ra han desaparecido actualmente, salvo en África, donde aúnencontramos un alto horno minúsculo de construcción más ra­cional que el de Extremo Oriente, y que es testimonio, probable­mente, de una importación mediterránea antigua. Con una altu­ra de dos a tres metros, la torre (363) se ajusta a las mismasdivisiones generales que las de nuestro alto horno: tragante, vien­tre y crisol; las toberas múltiples, como en Europa, están coloea­das en corona por encima del crisol, y un plano inclinado subehasta el tragante. Sobre el crisol se ponen algunos grandes blo­ques de mineral; después se llena de carbón vegetal, se enciendepor la parte alta y se va echando a intervalos una mezcla de

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361

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mineral y de carbón. El fuelle se acciona durante dos días, luegose extrae con la berlinga, por la base, la bola de fundición pastosaque es batida para depurarla y cortada en trozos propios para serforjados.

El moldeado

Los procedimientos para colar un objeto en un molde nor­malmente son distintos del trabajo de preparación de los minera­les, aunque es fácil encontrar la huella de los intercambios entreambas técnicas. Son raros los objetos de hierro fundido y colado;el Extremo Oriente chino y japonés junto con Europa son casilos únicos que ofrecen ejemplos de ellos. Esto se debe a la imper­fección de los fuelles, que no tienen la suficiente fuerza para queel fogón logre la fusión del hierro depurado. Por lo tanto, laindustria del moldeado se realiza prácticamente sólo con el oro,la plata, el bronce, el cobre y los metales blandos.

Para este trabajo se emplean dos métodos (ambos atestigua­dos desde la Edad del Bronce, y el más antiguo en Mesopota­mia): La fundición con molde y la fundición a cera perdida. Losdos métodos son de uso universal, ya que se practica en Eurasiadurante la Edad del Bro l1ce, en el Méjico y Perú precolombinos,en Asia meridional y Africa hasta nuestros días; únicamenteOceanía queda excluida, pues no ha conocido los metales.

Generalmente, los moldes son piedras blandas, esculpidascon la forma negativa del objeto que se va a moldear: es el casode las armas de la Edad del Bronce y de los moldes para hacerlingotes de la mayoría de los países. Estos moldes tienen la venta­ja de que son útiles casi indefinidamente, pero la dificultad estri­ba en tallar los modelos en ellos. Éste es el motivo por el que lasmás de las veces se buscan moldes de materias plásticas: haymoldes de bronce (364) o de arcilla cocida que permiten repro­ducir modelos sencillos en varios ejemplares; es indispensable,por lo que se refiere a estos moldes de una o dos valvas, que elmodelo sea fácilmente separarable del objeto moldeado, es decir,sin entrantes que impidan quitar el molde en el momento opor­tuno. Tanto en Extremo. Oriente como en Europa se practica,además, el moldeado con arena muy apelmazada que permiteuna manufactura rápida de modelos en un solo ejemplar. Asi­mismo se emplea el moldeado para esbozar piezas de calderería:se cuela y después se martillea en frío un disco más o menoscóncavo (como en el caso de los gongs de bronce de Java).

182

dida» consiste en modelar un obje­La fundición a<<la cera P~;n~ral de arcilla y luego revestir este

to de cera con o sin molde a de arcilla diluida. Una vez seca, semodelo de una masa espes derrama dejando un

f ndir la cera que se .calienta la masa para u al f ndido. Uno de los procedí-vacío en el que se cuela el ~~ lo~ negros de África occidentalmientas más lllgemoSoS es e e tde se suelda a un crisol de'365 a 370): una vez hecho el mo f ndir (368)· basta con, . 1 tal que se va a u . ,arcilla que contIene e me l. el metal Entonces, se vuel-

. . d aldea para icuar . .veinte mlllutos e e . 1 (369) Y el metal se exllende; porve boca abajo el mlOmld~¡~~~ouando se ha enfriado.últImo, se rompe e

EL TRABAJO DE LOS METALES

ueden hacer divisiones jerár-En el trabajo de la madera

lse P eblos que usan la azuela y

quicas bastante claras: entre os pu ladera hay una diferen­aquellos que poseen el escoplo pa~a ~r~ permitir, si es preciso,cia técnica conSIderable sufiClent. P . nto global de los grupospronósticos sobre el estado de eqUlpa~~emetales: existen diferen­estudiados. No sucede lo mismo c~n forma de las herramientas,cias cualitativas en la matena o atan en todos los pueblos

. f d ntales se encuen rpero los lIpOS un ame la o esculpir con cincel son dosmetalúrgicos. Esculp~r con la azue para el herrero sudanés yprocedimientos técmcos, mle~tras ~uee con una mayor o menorel japonéS o el irani el clllcelan~:~n~~ pero siempre por los mis­finura, en metales mas o ~e 1 tratamiento de los metalesmas medios elementales. or eso; e al que hemos hecho con ladebe ser considerado en bloque, a igustc respecto las ofrecen losfundición. Las únicas excepclOalnes a eero que trabajan los que la

roducen met es, PgrupOS que no p . ofrece ya tratados: es el caso, pornaturaleza o el comercIO les los motilones de América del Sur,ejemplo, de los andamanes, partido de los reSiduoslos habitantes de Oceama -qut:~~~to con los europeos- ometálicos que les pr0\trclOln~ :lgOnquinos, ejemplos clásicos delos esqUImales, los hai a Y o 1 resencia en su hábItat deeste trabajo elemental graciaS a a Ppero dichos pueblos tratan

. .. o de cobre nativo. .hierro meteonco . . d as de propiedades un tanto partl-los metales como SI fuesen pie r lanariaS Yutilizan un pulí­culares: los martillean en frío para ap demos hablar de auténticadar para formar el filo; ante esto no po

metalurgia.

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Laforja

Nonnalmente los metales no .herramienta -como suced 1 san trabajados Con una solamadera o la piedra- sl'no

eenda mayoría de los trabajos de la

d ' me tante un con¡ Ipo emos descomponer pa onJunto: la forja, queración, Este conjunto pon;~¿~~nos resulte más fácil la enume­elementales de acción sob I nClOnamlento todos los mediostillo, el yunque y el cortatr:'o; ~~:na: las percusiones en el mar­temple o en la acción de ' . ego en el fogon; el agua en ell '" enrnar y el ai I e:os pnnClplOS de la palanca d'l re en e fuelle, así Como

Y · o e os mOVImIento l'. accesonamente, los taladros. M . s en as tenazasgon y fuelle Son los compone t artIllo, yunque, cortafríos, fo­forja. Esta unión armoniosa ~ e~ um~ersalese mdisociables de laen los herreros de todos I e os e emenos ha estado presente

li '. os tIempos y ha l dre 19lOSO lIgado a su ob rea za o el carácter. ro.SI bien el conjunto es invariable .

go, una especialización no en lo l' t~e ha producIdo, sin embar­de las herramientas sino en I re a IVO al número o el nombreformas; podemos h~blar p o qduehafecta a las proporciones y las

fi '. d ' ues, e erreros e Idre inen anos prácticame t ' a ereros y orfebresEl h n e a todas las zonas

errero se dedica al traba' d '.metal; debe forjar con berramí ~o e las masas Importantes delas barras de metal en brut lendas pesadas (371 y 372). Depura

o me iante cingl d .modela en caliente. El hierro fundido . a o Yrecocido, y lasmlte apenas el temple si no h id a baja temperatura no ad-

. a SI o acerado trab . . .mente realIzan bien los mejores uebl . '. aJO que urnca,ra, que consiste en estirar en f os mdust~ales, La soldad u­barra de metal para aumenta ca ~ente Por ~edlo del batido unalos principios de la Edad d IrH

suomogeneldad, se conoce desde

. e rerro en ASIa . Irequenan dureza y elasticid d: I . onentaí. Las armasdi . a , os medIOS lim't d d .or mana podían oroduce- h' latí I a os e la forja

P aJas re alIvamentara resolver las dificultades tirab e cortas y finas,

rrote que se alargaba y afi 'ba, es Ira a con el martillo Un ba­volver a empezar la operacionn

aa, Se plegaba en dos partes para

. y aSI suceslvament too Ique se creia necesario Cuand I 1 e as as veceshoja plegada era inco~pleta o a so dadura de los bordes de lasellaban este trabajo, Así era' /e~uI,taban lineas, tornasolados queEn el momento actual h t a aja de la espada de los vikingos.

ay res centros (en A . ) dca este procedimiento' A . sra ande se practi-bi . SJa menor Indo . J .

tam ién se puedan encontrar ot ' . nesia y apon, aunqueTíbet, por ejemplo En A . ros testlmomos, en la India y el

, sra menor, se trata de las hojas de Da-184

masco tan buscadas desde Siria hasta Egipto, el Cáucaso y Persia.En Indonesia, son las hojas de kriss malayo (662) las que sehallan en la cima de la industria de la forja, El mejor trabajojavanés consiste en soldar al rojo barras de hierro de mineral y dehierro meteórico o cargado de níquel, lo cual realza el juego detornasolados por la oposición del color de las capas, El labrado serealiza con muchas precauciones con el fin de guiar la orienta­ción de las hojas y formar dibujos: espigas, olas, ondas concéntri­cas o nervaduras centrales que van a morir en los filos formandofranjas paralelas, En el Japón, los comienzos de la soldadura alrojo (hacia el siglo VlI) se parecen a los productos ordinariosactuales del Tíbet o de las islas de la Sonda; se trata de unaslíneas paralelas, marcadas por la soldadura incompleta de lashojillas estiradas, Progresivamente, se ha ido buscando, no laimbricación de hierros diferentes en hojillas finas, sino la solda­dura completa de hierros con propiedades precisas: flexibles,para la masa de la hoja, y duros, para el filo, El estirado y lasoldadura son mucho más difíciles de conseguir, en general, queen el caso del kriss javanés; pero, dado que la forja japonesaconsigue poner al rojo vivo largas barras de metal, se han podidoincorporar propiedades distintas en una sola operación, Mientrasque el hierro de Damasco está delicadamente tornasolado, ha­ciendo aguas muy juntas, y mientras que se marca el hierro java­nés con anchas y numerosas ondas, las hojas de sable japonesassólo presentan una línea (impropiamente denominada «tem­pie»), cuyas ondulaciones varían a gusto del herrero.

La calderería se realiza con el cobre y los metales blandos, yraras veces con el hierro. Aunque allí donde haya herreros en­contremos metales batidos, la importancia y el uso de los pro­ductos varían notablemente. Efectivamente, el África negra, apesar de conocer el procedimiento de batir y remachar el hierrono lo utiliza en la práctica cotidiana; sin embargo, todo el sur deAsia (373), al igual que el Islam, abunda en recipientes corrientesde cobre batido. Con los materiales actuales no se pueden distin­guir las relaciones de anterioridad de la fundición y la calderería;encontramos piezas de cobre batido desde el periodo sumerioarcaico y, por otro lado, hay profusión de calderos y ollas duran­te toda la Edad del Bronce en la zona eurasiática. Desde esteperíodo, los recipientes metálicos se multiplican en las dos clasesque han continuado su desarrollo hasta nuestros días: las piezasfundidas y las piezas batidas. En Occidente se fabrican en broncecalderos batidos, mientras que Siberia ofrece, con formas pareci-

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das, calderos moldeados. Pero aún no se podía llevar a cabo lamanufactura de las grandes piezas batidas, y, desde un principio,las plaquetas de metal se unían mediante remaches o soldadura.Esta última operación está atestiguada desde el sumerio arcaicohasta el Perú precolombino.

El orfebre posee, a escala reducida, todos los procedimientosdel fundidor, el herrero y el calderero; es el que ofrece la imagenmás completa del trabajo de los metales. Su fogón sirve tantopara la fundición con crisol y soplete como para la forja con elfuelle, y su yunque se presta al laminado y estirado con martillo,así como el cincelado. De este modo se completa la impresión deunidad técnica de los metales: unidad en el tiempo, ya que lostestimonios más antiguos no muestran demasiadas lagunas; uni­dad en el espacio, porque todos los pueblos herreros disponen delmismo material, y unidad en cuanto al tratamiento, dado que elherrero o el orfebre sólo se diferencian en el tamaño y la formade sus respectivas herramientas pero no en su acción mecánica.

Al ser el metal plástico y estable simultáneamente, estas he­rramientas son más numerosas y variadas que las de cualquierotra técnica (si no en los detalles de las formas, sí al menos en elnombre y la función general). A las dos divisiones esenciales delas percusiones perpendiculares y oblicuas corresponden, enlíneas generales, dos maneras de trabajar los metales: deforma­ción permanente y segmentación.

Las percusiones perpendiculares están representadas por lascizallas y la tajadera (49) (lineales aplicadas), las matrices corotantes y granetes de estampado (lineales y puntiformes aplicadascon percutores), el martillo (difusa lanzada), las matrices y grane­tes romos para estampar y los yunques (difusa aplicada con perocutor). Las percusiones oblicuas se realizan con los buriles y cin­celes (lineal aplicada con percutor), las puntas para trazar(puntiforme aplicada con o sin percutor), así como las limas ypulidores (puntiforme aplicada).

Las percusiones circulares no son muy numerosas, pues nohay muchas herramientas que sean lo suficientemente durascomo para morder con eficacia; además, resulta más sencilloestampar en caliente las perforaciones. No obstante, existengrandes barrenas (374 y 375) destinadas a calibrar los cañones delos fusiles.

Por último, podemos mencionar las hileras (376), aplicacio­nes especiales de la palanca, además de las tenazas y algunosdispositivos propios del fuelle.

372

374.

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373

371

375

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Los SÓLIDOS PLÁSTICOS

Estos sólidos tienen propiedades menos características quelos estables o los serniplásticos. Tienen la nota común de poderpasar de un estado casi fluido a un estado sólido o consolidado.No podemos dividirlos en categorías basadas en su composición(mineral, cuerno o metal): la arena silícea, el polvo de cuerno y lalimalla de cobre son verdaderos fluidos en sus manipulaciones,pero, si se les da una consistencia que permita modelarlos y lue­go un tratamiento que les fije una forma, serán plásticos. Porconsiguiente, hay que hacer una distinción entre el bronce fundi­do, la pasta arcillosa de los esmaltes de la cerámica, la laca, losgranos de trigo y el agua. En un determinado momento de sutratamiento, todos estos cuerpos son fluidos y todos requieren,para ser manipulados, objetos de propiedades comunes, es decir,recipientes. Pero la clasificación que resultaría de todo ello seríafalaz y vana, Estos cuerpos varían de su estado de tratamiento asu estado de empleo a través de cuatro medios: el bronce me­diante enfriamiento, la masa arcillosa por cocción y la laca pordesecación alcanzan su objetivo, que es endurecerse, El trigo yelagua pueden permanecer en estado fluido (su estado normal)mientras no se les aplique un tratamiento que los modifique, Sepodría alegar que si la harina se diluye se hace plástica y quemediante cocción se vuelve tan compacta como los cacharros debarro: se trata de un hecho que no es menos importante que elestado fluido del bronce fundido y que merece ser consideradocomo una etapa técnica, pero la naturaleza fIuida normal delgrano no se altera con ello y la observación sólo gana con ellouna ocasión más para desarrollar el tema de la relatividad de lascategorías.

Pero los sólidos plásticos se pueden tomar desde un punto devista más importante; proponemos en este estudio tres grupos:aquellos que son y permanecen polvorientos, como la tierra;aquellos que al diluirlos se hacen pastosos y al cocerlos pasan alestado estable, como las arcillas, y, por último, los que se vuelvensemifluidos y endurecen cuando se secan. Son respectivamentelos plásticos de poca cohesión, los plásticos propiamente dichos ylos aglutinantes. Entre estos tres grupos sólo se observa una rela­ción: la posibilidad de darles, durante el tratamiento, una formapermanente con mucho menor esfuerzo del que precisa la plasti­cidad de los metales, Esta deformación permanente es más omenos delicada o más o menos fácil: es evidente que con la tierra

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. mu embotados, que la arcillamojada se pueden hacer rel~~v~: lac:o el barniz sólo se puedense presta a casi todo Y que . '1 no son colados en un

'1 r eras ImpresIOnes s if . 1realizar débi es y ig puede considerar arti iciasoporte que los modele. Así pu~sb s~os cuerpos que no se endu­una división categon ca que eng o be, n de estado al ser cocidos y

1 Cuerpos que cam la .' ,recen apenas, os I e pero una claslficaclOn nodurecen a secars , .los cuerpoS que se en didad: se podría considerar comotiene más ventaja que la como I , iera el estudio del bronceuna mente singular aquella que prop~s del cincel' plástico al ser

, t ble bajo la acción '.en tres apartados, es a id 1 molde reumendo a su'11 ' y 11U1 o en e ,utilizado con el marti o, 1 s ob'etos de barro grabados; luego laantojo el Jade, el bronce Y o de mijo, y, finalmente, el agua, elarcilla el bronce Y la galleta E gundo plano se puede ver

, . d bada n un se . dbronce Y la hanna e ce, s muestra las relaCIOnes een todo esto un aspecto [ecun~o, fau~esta para enhornar el pan;forma entre la botell~, e cn~~cJo si basase en ello sus preocupa­pero un autor quedana en n I s tres grupos un poco dispares

" En suma entreoh' nciones tecnIcas.. ' u numerosOs y estrec os. tide los plásticos eXIsten contactlos m y y arrancar los pegotes de

, ede remover a tierra " cmismo pico pu , mo modeladoS las siguientes a -arcilla; se pueden considerar Ct~erra batida en una azotea o tor­ciones: constrUIr almenas de bri armazón de tela aprestadanear un puchero, e incluso recu nr uncon gruesas capas de laca,

Sólidos plásticos de cohesión débil

, hallan las tierras ordinarias,En la base de esta categona se todos sus empleos de cons­

más o menos arenosas o arctllosas, en t se les puede aplicar los. lt Umcamen e

trucción o de agncu ura. . . desmenuzamiento, traslado osiguientes tipos de tratamlCnt~o'nes corresponden sendas herra-

, . t A estas tres accr d Igu-aplsonarmen o. I " 'Independientemente e a. l' la pala y e pison, bmientas: e piCO, . . d de los aperos de la ranza.

nas herramientas de uso lirnrta ,o y. tres clases de percusionesPor lo tanto, podemos dlStlllg~trhas herramientas se pueden

(puntiforme, lineal y dlfusa)~~eroor '¡~ que no es lícito consideraremplear con una gran libert , P " obll'cua aplicada o como

, ta de percustüüla pala como herramlen, endicular difusa, según la maneraherramienta de percuslOn perp1 L identidad de la matenade utilizar el filo y la parte P a~a'co:strucción de tapial puedeempleada en la agncultura Yen a

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hacer suponer una cierta semejanza en las herramientas; en reali­dad, normalmente se da una especialización de formas, pero al­gunos agricultores así como ciertos negros, a los que el construiruna choza no les resulta un trabajo especial, emplean la mismaazada (115) para labrar y para sacar los terrones que sirven en laconstrucción de muros.

Entre los objetos usados para modelar o desmenuzar la tierra,la coa (377) es la herramienta básica, que podemos encontrarentre los pueblos considerados como primitivos de África delsur, de Australia y de América del Sur. Incluso perfeccionadocon una punta de cuerno y un peso, sigue siendo poco eficaz,propio para desenterrar raíces o escarbar la superficie, a fin desembrar en terrenos apenas desbrozados. En cambio, la azada yel pico (109 y 110) continúan en las sociedades mejor equipadas;satisfacen una necesidad para la que, hasta el invento reciente delos aparatos neumáticos para desfondar, no servía ninguna otraherramienta.

El pico y la azada sirven más bien para el terreno duro y lostrabajos de las minas y de derribo; para los campos blandos ex­plotados por la agricultura se adapta mejor una herramienta quesea capaz de remover más tierra: se trata de la batidera o azadade pala (113 a 115), idéntica en la forma a la azuela, pero deproporciones más grandes. Es una herramienta agrícola por exce­lencia, motivo por el cual hay muy pocos agricultores que nohagan uso de ella. Se ha llegado incluso a establecer un criteriocultural (el de la agricultura de la azada) que afecta a casi todoslos pueblos: desde los que no poseen agricultura hasta aquellosque utilizan el arado. Dicho criterio, que, a falta del valor históri­co que se le ha querido dar, posee un cierto valor técnico, agrupabastante bien a los pueblos que nosotros consideramos en el pre­sente estudio como artesanos aislados, es decir, los que disponensolamente de medios muy limitados. Pero el uso de la azada depala supera sin limitaciones a esos pueblos sobre los que la termi­nología arroja periódicamente un nombre nuevo. En efecto, laazada es la herramienta universal del pequeño cultivo. Los gran­des cultivos requieren otros útiles que no son de percusión lanza­da como el arado de dientes o la azada, sino de percusión aplica­da: el rastrillo y el arado.

La función del zapapico, la azada, el rastrillo y el arado esdesmenuzar el terreno; la pala está destinada a transportar latierra removida. Es una herramienta menos utilizada que las an­teriores y propia de los pueblos artesanos agrupados. Efectiva-

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mente, la pala se necesita únicamente cuando la azada no es laherramienta esencial: en Europa, el pico y la pala forman unapareja, mientras que, para realizar las mismas tareas, en África oen Oceanía utilizan la azada y una cesta o recipiente de corteza ocalabaza. Esto es tan claro que se da una curiosa combinación(378) de estos tres objetos en Extremo Oriente. La laya ocupauna posición particular: hay formas muy distintas repartidas en­tre Occidente y Extremo Oriente (379 y 380). Realizan el trabajode desmenuzar después de remover la tierra; sin embargo, laazada desmenuza sin traer completamente a la superficie las ca­pas profundas. El antagonismo de las dos herramientas se repiteen los arados, entre los cuales unos son semejantes a las azadasarrastradas y otros a las layas arrastradas; en el capítulo dedicadoa la agricultura se podrán encontrar los detalles sobre estas seme­janzas.

Normalmente, los campos son sometidos a una tercera tarea:la de apisonar, que en la agricultura se hace de manera ligera ycon la ayuda de la azada, una plancha o un rodillo. Por el contra­rio, para la construcción de viviendas se necesita mayor com­presión con el fin de dar la cohesión precisa a los muros detierra, tapiales, al suelo de las habitaciones y a las azoteas. Ésta esla razón por la que allí donde se da preferencia a las construccio­nes de barro o de mortero, encontramos la aplanadera, que pue­de ser un pisón (381) o un mazo pesado (382).

Todas estas consideraciones generales sobre el tratamiento dela tierra valen también para lo referente a la nieve, que es asimis­mo un sólido plástico de cohesión débil. Pero el empleo de éstaes escaso y limitado a la construcción. El ejemplo casi único lotenemos en el iglú, que, lejos de ser el tipo normal de vivienda delos esquimales, se limita a algunos grupos que únicamente 10utilizan durante una parte del año. Para construirlo se usan dosherramientas: un ancho cuchillo (383) para cortar las placas denieve compacta y una pala (384) para tapar las ranuras y afirmarla base de la cúpula.

Sólidos plásticos propios

Son todos aquellos cuerpos polvorientos, cuya preparaclOnen húmedo da una pasta modelable que puede ser fijada de ma­nera permanente por medio de cocción. Prácticamente sólo sonlas arcillas y el caolín. Las arcillas, de apariencia y composición

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. .' n Extremo Oriente y en Europa hanmuy vanable ulllcamente e bai fácil de realizar en los. . ión: este tra aJo,l¡sido anahzadas con prectsion. seos -de todos los tiempos Ylaboratorios sobre los miles de ca seguramente se lleve a cabolugares- que guardan los mu~~~~ obtener hechos interesantes.algún día, y gracias a el se po resente por un lado, que lasPor otra parte, es necesano tener p rmald,ente na son explota­propiedades de las arcillas p~;a~u:~tro estudio y, por otro, quebies por los pueblosobjeto una reparación cuya finalidad esson sometidas casr sIempre a '11 ~elativamente pura seca muydesgrasarlas. En efecto, unda arci a de secado considerable Y se

f na re UCClon .lentamente, su re u h regulado cuidadosamente.. rtea si el fuego no se a . dagneta o se cua ea SI. entre los alfareros recIentes e

excepto en Extremo onlen~e ~ nte suaves como para hacer enEuropa, no hay hornos o as aellos una cocción tan deltcada. espesos terrones Yse depura

La arcilla en bruto se extrae en rt nos dicha depuración1 los protoa esa ,

después. Entre. os pre y . urezas voluminosas manual-superficial conSIste en quitar las en E opa la masa en bruto semente. En Extremo Onente y en lur . a:ndola en seco y tami-

. ado (385) o pu venz .trabaja medIante rasp .ficar una arcilla demasía-zándcla después. Cuando hay que .pun se agita la tierra una vezdo arenosa, se recurre a la levlgac:~n~rena cae al fondo del reci­diluida y luego se la deja reposar.el a ua se decanta.piente, la arcilla queda enc~m~ Y ~ón consiste en añadir a la

El desgrase, postenor a a etu;adad' y la hacen menos deli­masa cuerpos que reducen la Pfi':: ~~ África, América YOceaníacada para la COCClOn. Con est~ , ánicas como por ejemplo,incorporan a la masa matenas ~~fzas de made:a, pelos y plu­paja, trozos de hIerbas, sernn, e ión dejan a menudo motasmas Al ser destruIdas por la colccl 'a y porosidad Los desen-

. 1 . primen igerez '.negras en la masa Y e irn '. de uso corriente: el más SImplegrasantes minerales iambién sonalmente de gruesos granos, quees una arena cualquiera. ~orm sos cacharros de barro. Lasencontramos en los cascos .e.numedro

lAmazonas que dan a la

I onjas sibceas e ' .espículas de as esp ejemplo de esas adaptaclO-masa bastante hOmOgeneidad,.~O~t~:ntodos los pueblos.nes técnicas que el medio pOSI I I composición tan similar

El desengrasante debe tener unase va a trabajar, con objetocomo sea posible a la de la arcilla que .' como la de la arcílla

. .. d I desengrdsante, as!de que la ddataclOn e. a ello se emplean cascas macha-tengan amphtudes pareCIdas. Par bai en crudo. Este usa delcados de la misma arcdla que se tra aja

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casco, normal en las fabricacio . .te en los pueblos protoartesano~~Á~~sevolucIOnadas, es corrien­podría considerarse como un t;ab nca negra, Perú y Brasil. Estocos, que están siempre al alcanc ~ol ml~nor (el empleo de cas­puesto que, al igual que en Euror a e a arero); pero no es así,como los calngangos del B '1 ~: un pueblo tan preartesanobolas y después la pulve' rasr ca c~na especialmente arcilla en

Una vez que la past~z:tara qunarle grasa a su pasta.amasa (386) se bate Con l canza la consistencia suficiente selas burbujas'y luego se leed~~~:~.el puño para trabarla y quitar

La elaboración. La clasificación darcdla es arbitraria Sup fi . I e las maneras de trabajar la

" . er ICJa mente podem h blgrupos tecmcos: el modelado el ' os a ar de tressiones de hecho naturales ' moldeado y el torneado. Divi-da t . , en numerosos casos

n es excepCIOnes: se pueden mod .. ' pero con abun-armazón, que es un verdadero molde elar vasijas tanto sobre. Untono, que es casi un torno' .' como sobre un fondo gira,en varios países. Proponem~~~~:~~I~andm?ldeados en la ruedacomo un mal menor: el mod. 1 d. .e as IVlslOnes se considerenlos que se juntan trozos d e a o Incluye todos los métodos ense refiere a los métodos e~ %~sa pa~a hacer un vaso; el moldeadouna armadura, v eí torneado es~~em:trcllla se aplica sobre o enforma a un pegote de arcilla en blo ueOdOen el que seva dandotono. En el presente estudio q sobre un dIspOSItIvo gira­habitual porque dichas di . : exponemos los hechos en el orden

' IVISlOnes se recubren ¡ .y para no perder ese aspecto d larid n Inextncablementetado hasta el momento' en lec an ad por el que se han adop­una enumeración lógic~ de le ~partado del torneado se hallaráyo no esté Convencido de la ~~. or~l1quetes y los tornos, aunque

Según este orden podemo I iacron real de ambos aparatos.t . . , s constatar que . t decmcos. el Primero consiste t bai exis en os procesos

segundo en ir juntando peda en de ajar un trozo compacto y elPuede esculpir o modelar con.el e arciíía. El trozo compacto sese puede tornear (tipo artesanal pulgar (tipo preartesanal), o bienpos preartesanos ya ofrecen .agrupado e Industnal). Los gru­diante la unión de pegotes ;~s~monlO de tra~ajar la arcilla me­los grupos de tipo artesanal aisla~sa, es un metodo corriente entipo artesanal agrupado En 1 o:fiY excepcIOnal entre los delgra h . esa crasr rcacrón pode

n omogeneidad Superficial' I t mos notar unaformada con pegotes que s . e rozo que Se modela, la vasijat d e van umendo y el t d .ornea o se van escalonando I rozo e arcüla

en os grados ascendentes de la

escala técnica. Pero al estudiar los detalles, todos estos rasgoscategóricos ya no son tan claros.

Podemos hacer otra clasificación, pseudohistórica: el barro,modelado en pegotes o en pedazos que se van uniendo, se colocasobre un soporte fijo, el suelo, y cuando alcanza un estado másacabado se pone en un soporte plano y móvil; después, en uncasco convexo que gira fácilmente en el suelo; luego, en un so­porte con pivote que gira libremente, y, por último, en un autén­tico torno de movimiento continuo y bastante rápido. Efectiva­mente, existe una progresión impresionante del casco giratorio altorno propiamente dicho; pero tendríamos en poca considera­ción a la historia si diésemos a la rueda de alfarero un origenexclusivo en el casco giratorio.

El modelado. La técnica de los andamanes -que consiste enir ahuecando con el cuchillo un trozo de arcilla más o menosesférico para darle la forma de un vaso, y después alisarlo y apla­narlo con la mano- es un buen ejemplo de modelado preartesa­nal.

Más delicado es el procedimiento utilizado en África negra(Congo, África oriental y Alto Nilo) y América del Sur, donde eltrozo de arcilla se modela en bloque; aunque parezca primitivo elamasar una bola para hacer un vaso, el método requiere unagran destreza, así como una masa muy bien trabada y plástica.Lo que más hay que lamentar en las clasificaciones corrientes,tanto si se refieren a la alfarería como a cualquier otra técnica, esque su inventor no las suele contrastar en la práctica; un deter­minado método, que, sobre el papel, le parecería bastante salva­je, probablemente le resultaría menos grosero si él mismo se pu­siera manos a la obra.

En el trabajo en bloque podemos distinguir dos aspectos: enAmérica del Sur y en África, el trabajo se hace manualmente,adelgazando progresivamente la cavidad hecha en el trozo dearcilla; en Oceanía, Malasia, India, y entre los haussa, forman lapanza aplanando mediante un mazo la parte que sujeta la manoizquierda. En ambos casos, el vaso va girando lentamente sobreun soporte. Resulta dificil conseguir ese adelgazamiento progre­sivo, por lo que los cacharros de barro fabricados de dicha mane­ra constituyen un buen ejemplo de la habilidad manual desarro­llada cuando faltan los medios mecánicos.

El modelado a base de pedazos separados no contrasta tantocomo podría suponerse a primera vista con los métodos anterio-

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res, pues, de una parte, arregla con bolitas las faltas que se produ­cen en la alfarería en bloque, y de otra, da una forma regular conel puño o un mazo a la alfarería de piezas separadas. Debemosseñalar tres modalidades propias de América, Oceanía y África.En la primera, se van añadiendo a la base bolitas que se amasanpara poder incorporarlas, técnica muy similar al trabajo de laarcilla en bloque. La segunda consiste en ir fijando placas demasa más o menos anchas pegadas unas a otras por los bordes.La tercera es el procedimiento del rodillo, que permite fabricarvasos muy regulares. Es el procedimiento más importante, utili­zado en África y Melanesia, y característico de América. Consisteen ir enrollando en espiral pegotes de masa, que se pegan alinstante mediante pulimento de la superficie; de este modo, sepuede regular con mucha exactitud el diámetro de la panza, lasestrecheces del cuello o de la base y contornear con la mismalibertad que en el torno J •

El moldeado. Existe un tópico tenaz sobre el «origen» de laalfarería: al revestir o enlucir una cesta con arcilla y poner ambascosas en el fuego, la cesta arde y se hace un cacharro de barro conmarcas de la cesta. De ahí el interés histórico de las incontablesvasijas de barro «primitivas», cuya panza está decorada con mar­cas propias de cestería. No ponemos en duda que, accidental­mente, se pueda encontrar un procedimiento de ese tipo, pero nohay nada que permita ver en los pueblos conocidos precedentesválidos; ese grave prejuicio es el resultado probablemente de unaserie de confusiones. En efecto, algunos pueblos poseen vasijasde barro y vasijas de corteza con idéntica forma y decoración;pero eso no implica que una sea moldeada en la otra: existenbotellas manchúes de porcelana que imitan fielmente a algunasbotellas de cuero; pero la causa es que una botella tiene necesa­riamente una forma determinada, familiar al pueblo que la fabri­ca. Lo mismo cabe decir respecto de las ollas de barro de Arnéri­ca del Norte que reproducen las ollas de corteza todavíafamiliares a ciertos grupos. Las «marcas de cestería» podrían darlugar a dudas o incluso ser convincentes, pero se han sacadoconclusiones demasiado apresuradas. Cuando se observa el mol­deado de dichas marcas se pueden ver a menudo restos de cuer-

3 Más adelante (págs. 250-251) se podrán encontrar consideraciones sobre lasrelaciones que unen a la alfarería hechacon rodilloy a la cestería llamada de «es­piral».

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.. con más frecuencia la señal deda, a veces trozos de teJidos, Yuna moleta o una mazorca, perohaber rodado en la ma~ fre~~~e nunca un revestimiento conti­nO se encuentra pr~clica:,habría que admitir que esas marcasnUO de cestena. ASI pue , oldeaban los cacharros

de l 'poca en que se mSon un recuerdo e aeh' .nacion parauna causatar rnuc a irnagi .. den cestos, pero esto es gas I do poseemos miles de vasIjas etan pequeña, pues, por unf: a , rototipo nunca se ha encon-

. cuyo amoso P . tbarro muy antiguas, na cesta trabaJosamen el h ho de estropear u . .

trado Ypor otro, e ec d h o de barro se J' uslificana, .' - d ca a cae arrtejida en la fabncaclOn e udiese trabajar de otra manera.tan sólo si la archilla no se P 1 os ejemplos atestiguados des-

No obstante, conocemos a gunl,

. s (es decir difícilmente.ezas arqueo ogica ' fi

graciadamente en pi o de fabricación), cuyas anchas super 1-

controlables en su proces " en'ales de cestos o de tela,, d con autenticas s

cies estan marca as h II n en toda la superficie de la panza,pero dichas marcas no se a a nos lleva a admitir, por un lado,sino en trozos enlazados. Esto d' servir para sostener la

< d d cestos pu leron l'que algunos Ion os e método que aún se ap icabase de la vasija hasta que se secase ]gunos trozos de cestos o deen nuestros días->, Ypor otro, :~o:tener bajo la palma de unatela pudieron ser utilizados pa d mientras que la otra manomano la cara externa de la pare , dilatarla. Pero todo esto

, ión sobre la cara mterna parahana pres .. n cesto . 'no es moldear una vaSija en u ede ser considerado, a pnon,

por lo tanto, el moldea~ol;~e~~ por lo que se puede observarcomo la técnIca arcaica de a a ." d madera arcilla o yeso),

. ( ,ado en matnces e ,en la actualidad vact . . dades que cuentan con bue-

, más bIen asocie lel vaciado pertenece o se trata nunca, salvo en a gu-nas herramientas, En todo ~as~~ ~orma característica de la alfare­nOS grupos suramenca~os, , e en Extremo Oriente, desde losría. En el mundo medlte,:ane~Jtturasclásicas, se aplica el mol­comienzos de sus respechvas I ares' por un lado, como tejas Ydeado a los productos mas v~:s est~tuillas Y objetos que no secañerías (390), y por otro'da , d strial se establece un compro­pueden tornear. En el esta o m ud' nuestro actual moldeado

. tre el moldeado Yel tornea o'mISO en

en el torno, d I s estatuillas moldeadas en dosEl molde es externo cuan o a rt de masa que adqUIere

. tando una ca ezapiezas se oblienen ~pre n el molde (388). .'sus contornOs extenores e 1aislado ofrecen vanos eJem-

Las sociedades de tipo arte~ana de una técnica de «armaduraos de moldes mternos o mas len

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perdida», que guarda cierta relación con la fundición «a la ceraperdida». Consiste en recubrir una armadura de paja elaboradatoscamente con una capa de arcilla para que tome sus contornos.En la fase de cocción, dicha armadura, muy ligera, se quema. Deeste modo, se pueden confeccionar incluso vasos de formas anor­males (389). Pero esto no es tampoco moldear en una cesta,puesto que la armadura es un simple tapón de paja o de hierba.Ya que tenemos testimonios en varios puntos del África negra,en el Perú y en Assam, podrían servir de auténtica ilustración dela teoría de los cestos revestidos de arcilla, pero en dichos casos setrata de armaduras de paja muy toscas que dejan su marca no enel exterior, sino el interior del vaso, lo cual no es.precisamente loque muestran los ejemplos clásicos de vasijas con marcas de ces­tos. Erland Nordenskiold' señala en Chaco una técnica, la alfare­ría a cera perdida, por desgracia mal estudiada: las vasijas seobtienen colocando una capa de arcilla en un molde de cera quese funde cuando se seca; en todo caso, se trata de un procedi­miento muy limitado técnicamente hablando porque la contrac­ción producida durante el secado, sobre una pieza un poco fuer­te, entrañaría inevitablemente la dislocación de la arcilla en esemolde rígido.

El torneado. Resulta evidente, por lo anterior, que el términotorneado se refiere a dos formas técnicamente muy distintas. Laalfareria modelada se realiza sobre una base que gira lentamente,de manera irregular, para que el alfarero pueda ver sucesivamen­te todas las caras de la vasija. El movimiento circular sólo desem­peña en este caso el papel de comodidad, pues si la pieza esdemasiado voluminosa y frágil, será el mismo alfarero quien girelentamente alrededor de su obra. Por el contrario, en la alfareríatorneada se trabaja sobre una base giratoria continua, bastanterápida, y el movimiento lleva la masa entre los dedos del obrero:estamos ante el torno propiamente dicho. Así pues, no hay lugarpara considerar una línea de progresión histórica que se desarro­lle en las etapas del casco giratorio, la bandeja móvil (391), larueda giratoria (392) y el tomo (393 y 394); pero una serie tanseductora choca a la vez con la historia y la lógica. Ambas formaspueden coexistir sin influencia recíproca, como sucede en Áfricadel norte, donde las mujeres cabileñas modelan sus cacharros

4 Modíflcations in Indian culture through ínventions and íoans, Góteborg,1930. 199

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con el casco o la bande'a iratorí .utilizar¡ el torno con vol~nt~ L n~, mIentras que los argelinosson distintas o bien en I . -d erramlentas de cada método, ,e caso e se . °1manera diferente en el model d r SImi ares, se emplean deSe trata, en realidad, de dos co~ o COn casco que en el torneado.los pueblos de tipo artesanal ais¿~ntos técnicos- uno es propio deazada, el huso y la fragua d d de Ypuede tener como útiles lael otro tiene relación con l;so ~:ble piel cerrrada manualmente;nales y se desarrolla junto e p I os que forman grupos artesa­válvula. Aun sin dar un Ion: rueca, el arado y el fuelle conresulta evidente que el to~a o~a ~~Iuto a estos vecinos técnicosen el área de las má . no e a arero se desarrolló solament~

. quinas con ruedas y v I t S .buido por todo el Occidente eur . o an. e.. e halla distri;oriental. Como en el caso de las o~~' ASIa mendíonat y extremoya mencionadas, debemos habl';;' des adqUISlclOnes mecánicasOCCIdente (394), y otro en Oriente 1~9dos tipos generales: uno entreo de los mismos obieto id 3). Este encuentro sistema.

, s Con I éntico EExtremo Oriente (por no citar m . uso, en uropa y enpensar en contactos antiguos int as qUeblos extremos), ¿no hacedad de origen? Sin antici ' d ercam lOS multlples e indenti­libro, podemos responder par emaslado la conclusión de estesien de una sola forma d

yaq~e habna sido suficiente la difu-

n e maquma c '.continuo para crear en los d on mOVImIento circulardencia técnica que para se ~sbe:'trdemos del continente una ten-

. , r ra rtca a debo teri Iisanamente en todo lo q . ' la ma ena Izarse nece-. ue requiere un m '. .tmuo. Planteado de este modo el oVlmlento cIrcular con-para cada caso dos Orígenes osibl problema se Iimita a preverlocal. Una solución cate óri P es. el prestamo y el inventoparecer fácil: el torno oc~id~~~a~P:~elhtor~o de alfarero) podríasentarse en él a la europea 1 a ec o pensando en poderextremo-oriental se halla ~ c~~et~~lernas colgando; y el tornomenudo para poder manejarlo sentad suelo, incluso hundIdo apodemos presumir que cada forma s o e? el suel.o. Por lo tanto,asegurar, además la independ . urgro de un Invento local, yPero no podríam~s ver con ta ~ncI~ p~mitiva de los dos objetos.a las condiciones locales es d n. a ~ an ad un préstamo adaptadoque supieron recortar el 'e'e e e~lf, a marca del genio de artesanosbrados a trabajar en el sU~lo n ~~ casos en que estaban acostum­bre Un asiento elevado Ést' y argarlos cuando trabajaban so­existen muchas variante's y pa. sten a una soíucío» sencilla, pero

. res amos El tor idtruido para trabajar sentado SI' no OCCI ental, cons-neo, en un medio en el que I~ e ~mp ea edn el Onente mediterrá_

s a esanos e otros OfiClOS trabajan200

agachados en el suelo. Por el contrario, todavía encontramos aveces entre nosotros el torno impulsado con un palo, al igual queen Extremo Oriente y en la India, ancho «giroscopio» que gira aras del suelo y que obliga al alfarero a trabajar sentado, con laspiernas separadas.

Cuando constatamos que existen tantas formas de tornos queno coinciden la mayoría de las veces con el tipo de alfareríafabricada ni en algunos casos siquiera con las grandes áreas cul­turales, podemos pensar que la etnología es una utopía y que unadisciplina que propone tantas soluciones antitéticas no es unaciencia. En efecto, hay grandes términos que no tienen más queun sentido muy estricto; hablar de un pueblo como lo hacían losviajeros de los siglos pasados «<estas gentes que poseen hachas,sables, telares y tornos de alfarero»), equivale prácticamente areducir a estos hombres a cuatro extremidades y dos orejas. Siincluimos «el torno de alfarero» entre las tendencias que no tie­nen origen, nos quedan ciertos «tornos de alfareros» que sí perte­necen a una época, un lugar y un pueblo. El invento del torno dealfarero es, en la sabiduría popular, el más antiguo torno de alfa­rero conocido, posible antepasado de todos los demás; la parteque tienen los inventos en un determinado torno de alfarero esprobablemente lo único que distingue a este torno de los res­tantes.

La alfarería es una rama favorecida de las técnicas, un terrenobien estudiado por dos grupos de investigadores: los arqueólogosy los etnólogos, de una parte, porque las excavaciones y los viajeshan proporcionado miles de vasijas; y los ceramistas, de otra,porque las grandes reglas de la cerámica antigua han permaneci­do en la cerámica industrial. Con pocas excepciones, el trabajode los primeros se ha centrado en las formas, los tipos y la deco­ración; y los segundos se ha dedicado a la técnica en Europa y, enla medida en que se han podido descubrir los «secretos», enExtremo Oriente. Los primeros apenas están comenzando a sen­tir la necesidad de adquirir una formación seria de ceramista; ypor lo que respecta a los segundos, están demasiado absorbidosen la reproducción de las técnicas nobles de la cerámica de tradi­ción china para buscar la composición de una pasta melanésica oel valor oxidante de un horno peruano.

El secado. Los cacharros de barro, después de ser modelados,moldeados o torneados, se ponen a secar. Generalmente, no ad­quieren su forma definitiva de golpe: la primera fase del secado

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tiene como finalidad endurecer la pasta. Alcanzado este momen­to, se pueden formar algunas partes en relieve o en hueco (comolas asas o un cuello estrechado) y raspar la materia sobrante. Unavez que se ha llegado a esta fase, se comienza a trabajar el esbozocolocado en el torno con un instrumento cortante o un pulidor(esturgado). Inmediatamente, la pieza de barro es sometida a unadesecación lenta hasta que quede lista para la cocción. La super­ficie de la pieza sufre diversos tratamientos que tienen el fin dedecorarla o impermeabilizarla. Estas operaciones, muy variadasy combinadas a menudo, a veces comienzan con el modelado dela pasta y, en otras ocasiones, son la última etapa antes de meterla pieza en el horno o incluso se realizan luego de sacar ésta delfuego. Entre dichas tareas podemos distinguir las impresiones ylas aplicaciones.

Existe gran variedad en la decoración, pero en líneas genera­les se puede afirmar que la alfarería de los pueblos que no tienenun artesanado agrupado está decorada mediante impresión y quelos artesanos agrupados, así como los que están más allá de dichoestado decoran su alfarería por aplicación. Las impresiones con­sisten en todos los medios de hacer marcas en la pasta aún plásti­ca con punzones, matrices, moletas o tejidos húmedos. Las apli­caciones incluyen todos los procedimientos de pintura y barni­ces. Comprendemos, pues, la distríbución tan categórica de losdos métodos: el primero solamente es mecánico; el segundo estáligado a la cocción del barniz, que sólo adquiere sus propiedadesde colores y vitríficación en un horno suficientemente dócil.

Los procedimientos de impresión no tienen un objetivo téc­nico muy preciso, sino más bien un fin decorativo; a lo sumo,podemos afirmar que ayudan a que la panza de la pieza de barrosea menos resbaladiza. Desde los primeros cacharros de barroconocidos en toda la tierra, aparecen esas marcas regulares quehan reafirmado la hipótesis de la alfarería moldeada en un cesto.Estas marcas que con frecuencia imitan conscientemente los ob­jetos de cestería, están hechas generalmente, sobre todo en Áfri­ca, con moletas de paja trenzada (395) -que son rodadas con lapalma de la mano-o Se obtienen así marcas regulares, tan simi­lares a veces a las que dejaría un cesto, que únicamente cono­ciendo el procedimiento inicial se puede captar su diferencia.Este tipo de decoración por impresión no se utiliza cuando serecubre la vasija con un barniz; en algunos productos chinos ojaponeses se sigue practicando la impresión, pero solamentecomo decoración suplementaria.

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El barniz se aplica por varias razones. A veces se utiliza unabarboüna de la mIsma.pasta que la pieza, sin fusibilidad, simple­mente para d~r un bano y suavizar la superficie. Si el fin que sepersigue e.s la impermeabilidad, se aplican sustancias vitrificablespor COCclOn: cuando es una capa muy fina, es un barniz: y si setrata de una capa espesa y opaca, será un esmalte. A dichas sus­tanoras se les conoce con el nombre más general de vidriadocuand? no representan los extremos del esmalte y el barniz y.además, SOn transparentes.

Las aplicaciones tienen un papel decorativo y práctico a lavez. Los cacharros frotados con liquen, cuando se sacan del hor­no (camgangos del Brasil), aspcriados con jugos vegetales (Áfricanegra) y los vasos con barbotina de color no fusibles son trabaja­dos con un UI~I~O objetivo estético y por pueblos que no poseenhorno de alba~Ilería. Por el contrario, la resina (África del norte)ttene una finahdad practica de Impermeabilización. Los barnicesvitrificables pertenecen a los grupos del tipo artesanal agrupado:en. todos los casos se trata de composiciones de óxidos metálicos,slhce.o aluminio, cuya naturaleza y dosis forman en la fase decocción una película de vidrio coloreada. Aplicados casi todos enestado de solución líquida mediante remojo, aspersión o con unpincel, son aglutinantes, sustancias que deberíamos estudiar enlos parrafos siguientes, pero que por comodidad lo hacemos en elapartado de la alfarería.

. Exc~Pto en la alfarería común, generalmente se realizan va­nas aplicaCIOnes de barnices de colores, cuyas propiedades dedilatación Son prácticamente iguales a las de la pasta. En la por­celana china, por ejemplo, cuya pasta está compuesta de caolini­ta, .mlca, cuarzo y feldespato, se aplica un barniz de caliza, micay slhce,.al que se agregan óxidos metálicos que adquirirán, sobreel ba~mz y la pasta, su estado definitivo entre los 1.200' y los1300 . Los colo~es. se aplican de diversas maneras: debajo delvidriado, en el vidriado ? sobre el vidriado. Incluso el juego defondo del vidriado permite combinar los tintes para obtener de­termmad~s efectos. El tipo de horno contribuye también en lascombmaclOnes: según la cantidad de aire que circule, la atmósfe­ra del horno e~ oxidante o reductora: de esta manera se consigueel.verde con dIbUJOS azulados de celadón mediante una decora­cron negra debajo de un vidriado de pegmatita y de óxido decobre y estaño, COCIdo en reducción.

La composición de los vidriados solamente se ha estudiadoen profundidad en Europa y Extremo Oriente. Los óxidos más

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corrientes son el óxido de hierro (gris en reducción), (crema ama­rillento, rojo, marrón o negro, según el grado de oxidación y lasmaterias a las que se agrega), el óxido de cobre (azulo verde enoxidación, sangre de buey, en reducción), los compuestos de cro­mo (cromo puro: amarillo, cromo cobalto: verde-azul, cromoestaño: rojo-violeta, y cromo-flúor: verde).

La cocción. Es la última fase del trabajo del alfarero, la quemejor muestra la separación entre el artesanado aislado y el arte­sanado agrupado. Existe cierta constancia entre el empleo, poruna parte, del modelado sin torno, la decoración incisiva (bienentendido que no se trata de la decoración fusible aplicada contampón, sino de las matrices), el horno que no es de albañileríay, por otra, del empleo del torno, los vidriados y el horno dealfarero. Dicha constancia no es más que un aspecto de esoshaces elementales que podemos formar con los rasgos más dispa­res. El horno más sencillo se construye al apilar trozos de maderasobre las piezas de barro y mantener una combustión duranteunas horas. Esto basta para alcanzar una temperatura entre400 'y 600' y cocer al rojo vivo vasos sin vidriado (396). El Africanegra emplea este procedimiento con algunas mejoras; en Sudan,por ejemplo, se hacen vasijas poco sonoras y gruesas debajo deun montón de maderas recubiertas por un caparazón de cascosviejos (397): se cuecen en cinco horas, sin necesidad de recargarel horno y se enfrían con gran rapidez. Durante la cocción, larotura supera el 30 por ciento.

En todo el ámbito eurasiático se utiliza el horno alargado dealbañilería: con una sola cámara (398 y 399) o con cámaras suce­sivas. Se establece una marcha progresiva, la lumbre se cargavarias veces y los orificios se tapan un poco para regular la at­mósfera. Un alfarero de la Europa central u oriental puede cocercon tres estéreos de leña un millar de tinajas; y se necesitan cercade dos días para deshornar con 25 por ciento de rotura en lacocción. En los hornos chinos, coreanos o japoneses, con peque­ñas cámaras escalonadas, se pueden hacer cocciones en variashornadas con una rotura muy débil, colocando las piezas en lacámara que tenga la temperatura idónea para el vidriado o la de­coración.

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Los aglutinantes

. En la última c~tegoría de sólidos plásticos se incluyen sustan­CI~S de composicion y usos muy diferentes, cuya posición siste­manca no está muy. bien definida. Parecen tener como rasgoscomunesuna plasticidad muy variable pero constante y la facul­tad de fijarse en el cuerpo que los recibe. La plasticidad y laaglutinación se aplIcan bien a todas las colas, resinas, lacas yenlucidos; los pigmentos suspendidos en el agua, que sirven debase a l~s colores y tintes no siempre son aglutinantes propia­mente dichos, pero la mezcla de colas y mordientes es tan fre­cuente que, una vez reconocido su carácter un tanto distintopueden ser incluidos en la categoría de aglutinantes. '

No existe todavía ningún formulario de los aglutinantes enuso entre los distintos pueblos. Son tan numerosos y mal conoci­dos que no hay lugar en este estudio para hablar de ellos condetalle. La clasificación más sencilla consiste en elaborar unalista de estos cuerpos según sus relaciones naturales en orden defluidez decreciente: colores y tintes, colas y gomas, enlucidosesmaltes y soldaduras. '

. Colores y tintes. Normalmente los colores se utilizan en solu­ción acuosa. En el primer puesto se encuentran el ocre rojo, elcarbon vegetal, las tierras blancas y los jugos de frutas. La gamarojo-negro-blanca es con mucho la más corriente entre los prear­tesanos. El ocre y el manganeso están atestiguados en Europadesde los comienzos de la Edad del Reno, y desde esta época losencontramos en todos los pueblos de la franja septentrional delglobo: Siberia, estrecho de Bering, en todos los grupos esquima­les (sobre todo en Alaska), entre muchos grupos americanos enOceanía y Australia. Machacados con la moleta o diluido; enagua o aceite, los P?lvos minerales y e! carbón se aplican en elcuerpo para hacer dIbUJOS, que muy a menudo tienen un sentídorelIgIOSO, para PIntar las armas y los objetos de uso cotidiano, asícomo para dar color al enlucido de las viviendas. La gama sehace mas nca, en los pueblos más diversos, cuando el arte de laalfarería se halla más evolucionado. Se da aquí una confirmaciónImportante de la ley de correlación de las técnicas, ilustrada pordos grupos de pueblos muy alejados entre sí: América central ymeridional, y ASI~ onental. Por lo que respecta al primer grupo,existe un paralelismo entre la gama de las aplicaciones de laalfarería, las pinturas corporales y las sustancias tintóreas. Algu-

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nos de estos colores son comunes a las tres técnicas, pero lo másfrecuente es que exista una doble gama de pigmentosmineralesdisueltos en los barnices de alfarería, y que se utilicen tmtes vege­tales para la ropa. En Asia oriental se da un mismo desarrollo delas gamas e idéntica dualidad mineral-vegetal en los barmces ylos tintes, pero hay una particulandad que merecena ser estudia­da por los americanistas: el aluminio y e! cromo, base de nume­rosos vidriados, son asimismo e! elemento esencial de los mor­dientes tintóreos. Sólo los grupos muy duchos en el arte de laalfarería pueden explotar provechosamente el hech~ de que lastierras coloreadas de la alfarería sean propias para fijar loscolo­rantes vegetales de los tejidos. No poseemos aún los suficientesconocimientos como para que la etnología tome un nuevo canz;sin embargo, podemos presentir un estado de la ciencia en el quelas relaciones de las técnicas ya no estén incluidas en una enume­ración fundada en la forma o el uso de los productos: metalurgia,alfarería, tejeduría, etc., sino en las convenciones técnicas (exten­sión de las propiedades de la palanca, el volante, las tierras, losjugos vegetales, etc.). Coordinando los dos Sistemas, se llegara aagrupamientos menos decepcionantes que aquellos que se basanen la morfología más superficial. Por lo que se refiere al tema quenos ocupa en este momento, constatamos que, excep~o en Euro­pa y entre los grandes grupos semiindustriales de ASia, las gran­des gamas de colores minerales (alfarería precolombma y actual,pinturas de los indios de América de! Norte, de los hopi y loszuni) o vegetales (pinturas corporales y tintes de los tejidos, enAmérica tropical) son americanas. La paleta de los tmtes de loskamakan y los botokudo del Brasil, que son c?nslderados comoauténticos salvajes y antropófagos, contiene, solo en lo referentea las materias vegetales, e! negro (Genipa americana L.), el raja(semillas de Bixa orellana L.), el a~arillo (madera de Brousso­nethia ünctoria K.), el violeta (hojas de Tinta capichaba) y elazul-verde (fruto del Genipapo). Algunas de estas sustancias colo­rantes de los americanos del sur han sido utilizadas por nosotr?s(madera de campeche, bija, cúrcuma.y madera de P~nama).Cuando añadimos a esa lista la separacion de la pulpa toxica dela mandioca, el caucho, el curare, e! peyotl, la ipecacuana, laquinina y la coca, es decir, todas las sustancias qu~ nosotrostomamos prestadas, y cuando vemos asimismo el maiz, la pata­ta, el tabaco, el cacahuete, el cacao y el mate entre los vegetales,cuyo uso ya lo habían perfeccionado ellos antes de darles noso­tros uno, entrevemos que la cultura material no se halla por

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completo en las adquisiciones mecánicas. Entre la opinión extre­ma, ya caduca, que consideraba primitivos a todos los hombresque no alcanzan un determinado nivel industrial, y el otro extre­mo, qu.e ve en todoslos hombres una cima cualquiera iniguala­da, esta esa otra segun la cual la evolución más materialmentetécnica ha llegado en varios casos hasta terrenos donde el maqui­msmo que persiguen los grandes pueblos de Eurasia no ha influi­do en los descubrimientos.

. Los grupos de tipo artesanal agrupado fijan las sustancias tin­toreas (de ongen normalmente vegetal), en los tejidos mediantemordiente, es decir, cuerpos que, al ser incorporados Con unbaño en las fibras textiles, forman junto Con el colorante unprecIPitad? insoluble, Entre estos mordientes encontramos to­dos los óxidos metálicos utilizados en la composición de los vi­dnados y, sobre todo, el aluminio. Algunos de estos mordien­tes tienen un papel importante en la composición del color de­fimtIvo, como el sulfato ferroso combinado can el tanino en losnegros.

Estos colores se aplican mediante inmersión o por impresión.Los tres procedimientos fundamentales san el tinte igual, la im­presten directa y el tinte mediante reservas *. El primero consisteendar un baño de tinte al hilo que se va a tejer o a las piezas yatejidas (400);..os el método más corriente. El segundo, la impre­sion de los tejidos por medio de planchas grabadas, se ha desarro­llado fundamentalmente en Asia meridional y oriental. y porultimo, el tercer procedimiento es el propio de los batiks javane­ses. Los batiks mediante reserva con cera, chapas de estarcir omediante reservas atadas son, en realidad, comunes a toda elASia del Pacífico e Indonesia; se hallan muy desarrollados enMalasia y no menos en el Japón, donde el método de las ligadu­ras se emplea abundamentemente (401 a 404). La difusión alre­dedor de Indonesia de la decoración por medio de la impresión yel batik esta ligada muy probablemente a otra técnica importan­te; nos referimos a la decoración de «tapas» de corteza de moralabundantes desde Indonesia hasta Oceanía, y que, además, de~bieron de Jugar un papel fundamental en el invento del papel.Pero todavía no se ha reahzado ningún estudio al respecto. Ladecoración de los tejidos tiene una gran importancia en el arte

... ~as re~ervas se refieren a las partes de la prenda que se recubrían de cerapara impedir que se tiñesen al sumergirla en el tinte, para pintarla después a ma­no.

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figurativo; resulta interesante compr~nder la repe~cu:sión quepuede tener la aptitud técnica para el unte. El procedimiento queutiliza el tinte igual no es un obstáculo para la decoración cuan­do se tiñen los hilos en diversos colores antes de tejerlos, pero enese caso se trata de una decoración de tejeduría -ya tuve laocasión de señalar' las limitaciones de la tejeduria, que reduce eldibujo a elementos rectilíneos-; mientras que los temas del ba­tik son tan ricos y flexibles como los de la escultura o el dibujo,los de la tejeduria (salvo los usados en tapicería) son rígidos ydegeneran rápidamente.

Colas y gomas. Si la variedad de los colorantes es grande, noes menor la de las colas y gomas, de las que aún no se ha hechoinventario. Esta denominación abarca todos los productos quesirven para pegar dos superficies en contacto, lo mismo que losaprestos, los enlucidos y las pastas. Salvo algunos productos,como los látex y las resinas, la mayoria de las colas se han toma­do de las sustancias alimentarias, y su preparación se hace amenudo con residuos culinarios. La sangre, especialmente enÁfrica, se utiliza para espesar soluciones (venenos de flechas) opegar objetos ligeros (plumas); en América (en el Chaco) se utili­za la cola de pez y sirve para pegar las plumas a las flechas. Lamayoria de las colas están hechas a base de harina y de Jugosvegetales; la industria del papel es la que mas las utiliza, en todassus formas; por ello, son las colas chinas y las Japonesas las queofrecen mayor interés a este respecto. Excepto el almidón dearroz, las colas incorporadas a la pasta de papel se extraen gene­ralmente del Abelmoschus manihot, del Sambucus jap. y, sobretodo de los tubérculos de Amorphophallus konjac, de la familiade las aráceas, que podemos tomar como ejemplo de los diversosempleos de una cola. Su harina, diluida en agua, se usa paraespesar las soluciones tintóreas, para aprestar las cotonada~, paraagregar y encolar el papel ordinario o para Impermeabilizar elpapel mediante mercerización. Su mucílago mezclado con han­na de Dioscorea jap. proporciona una materia comparable. al panácimo de la farmacopea occidental; en solución grasa, sirve debase para los maquillajes, y mezclándolo con polvo de arroz, sehace más adherente. Los residuos se utilizan como mezcla paralos polvos olorosos usados para hacer varitas de incienso; mcor-

5 «Documents actuels pour l'art comparé de l'Asie Septentrionale», Revuedes Arls Asíaüques. 1937·1942.

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parados a la tierra, sirven para el enlucido de las paredes interio­res de la vivienda.

Las gomas y los látex tienen un uso limitado pero general. EnÁfrica, se sirven de ellos para cierto tipo de enastados, esculturasy guarniciones de palillos de tambor. Son muy numerosos losenastados mediante estos procedimientos (405), sobre todo dehojas de piedra, en Oceanía y América; y es una de las caracterís­ticas casi constantes en Australia (406). También se pegaban congoma las sierras y hoces con hojas de piedra (304) del Neolíticomediterráneo. En este apartado se puede incluir el betún vegetal,obtenido por medio de la destilación de la madera, de uso co­rriente en Rusia; el betún mineral, que se utiliza desde los tiem­pos prehistóricos en Mesopotamia y Egipto para enlucir las cho­zas de cañas, así como para cimentar las construcciones,calafatear los barcos, impermeabilizar y modelar.

El caucho sólo tiene una larga historia en América. Se hacomprobado que su empleo es de origen precolombino; ha servi­do desde hace siglos para fabricar peras de jeringas, pelotas elásti­cas y para impermeabilizar los tejidos y vasijas. Resulta de parti­cular interés la fabricación de las pelotas huecas: en una esfera dearcilla cruda se extienden dos capas sucesivas de látex y luego sesecan al vapor; cuando el látex adquiere la suficiente firmeza, sehace un agujero para poder lavar la arcilla, la cual sale y deja unacavidad. Si se trata de una pera de lavativa, se une dicho orificioa un tubo y se le pone un tapón de látex fresco si es una pelota dejuego.

La laca, que se extrae de diversas terebintáceas de ExtremoOriente, ocupa un lugar muy importante en la fabricación deobjetos usuales, al menos desde hace dos mil años. Las lacas másantiguas que conocemos provienen de sepulturas coreanas deprincipios de nuestra era: se trata de los tazones, cajas y cestoslacados que se parecen en su uso (si no en los detalles de suforma) a la vajilla y muebles pequeños actuales de China y regio­nes vecinas. Para usar la laca, hace falta un soporte, al menos alprincipio de su tratamiento. El método ordinario consiste en pe­gar una seda fina en el objeto de madera ligera que se va a lacar ydar luego unas capas de laca coloreada después de unos cuantossecados. Una capa puede tardar en secar hasta varios meses. Si sequieren conseguir relieves destacados -al modelar una estatua,por ejemplo-e--, se aplican en una armadura unas cuantas capasde laca espesa y grosera; se esculpen en seco y se recubren luegocon una laca fina. Cada Capa seca se alisa con carbón vegetal

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antes de una nueva aplicación. La coloración se hace en la masacon pigmentos o polvos metálicos o mediante una aplicaciónsuperficial cuando los colorantes son sustancias valiosas.

Enlucidos. Ya han sido estudiados en los apartados de lossólidos plásticos de cohesión débil, pero los volvemos a citar porsimple sistema. Podemos distinguir, por un lado, las tierras pocoplásticas utilizadas en las paredes, y por otro, los morteros yadobes que implican la mezcla a discreción de un cuerpo agluti­nante animal (boñiga de vaca), vegetal (residuos de cereales) omineral (cal y yeso). El yeso y el cemento son dos aglutinantesque se incluyen en la presente categoría, mientras que las hierbaso trocitos de paja que se incorporan en la tierra de construcciónpara trabarla sólo se mencionan por su efecto mecánico.

Esmaltes y solduras. Tratados ya anteriormente dentro delcuadro de sustancias vitrificables de la cerámica. El esmaltado enmetal, muy antiguo en la zona mediterránea, se halla ligado alarte de la vidriería; el Extremo Oriente, en una época tardía, des­arrolló la técnica de los esmaltes de mosaicos, consistente en darpinceladas de pigmentos diversamente coloreados en las celdillasformadas por una fina armadura de cobre soldada. Después derealizada la vitrificacion en el horno, se alisan las superficies. Laaglutinación de los esmaltes y vidriados se lleva a cabo en dosfases: primero, los polvos vitrificables se diluyen mezclados concualquier aglutinante (arcilla o cola descomponible) para queaquéllos no se desprendan de la pieza, y luego, por el efecto de lacocción adquieren su carácter propio de aglutinación.

Las soldaduras metálicas, que se practican desde la Edad delBronce en el Próximo y Extremo Oriente y, desde los tiemposprecolombinos, en Méjico y Perú, son aglutinantes especiales, yamencionados anteriormente en el tema de la metalurgia.

Los SÓLIDOS FLEXIBLES

Los sólidos flexibles tienen la propiedad esencial de la flexibi­lidad permanente, que permite que se intrinquen mutuamente.Pueden ser utilizados en placas (corteza, cuero o tejidos unidospor nudos) o en elementos alargados (laminillas, hebras e hilos),que se cohesionan gracias a su entrecruzamiento. Todos se hantomado de los sólidos fibrosos de origen vegetal o animal, con

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. talicos La clasificación adoptada aquíexcepción de los nitos lefi .' .. nos se presentan en superficies

d stado de imttvo: u .se fun a en un e I fi ltro y cuero) y los otros tienen unacontinuas (corteza, pape, le I mentas más O menos juntossuperficie irregular, hech~ con e e es estos cuerpos se ordenan(telas Y material de cestena). AS~~~on~dos hasta el momento: lapor medios diferentes

bde l~~ ;:eclasificación, lo cual se debe, por

matena no esta en la ae~amientas no ejercen sobre los sólidosuna parte, a que las h b e los demás (dada su naturale-

. l mi influjo que so r . Iflexibles e mismo I id al rigor de las percuSiOnes, Y aza, na pueden. ser sometí o~s ellos es la mano sin más); y porherramienta pnnclpal de tod hacada torcida o tejida, sirve

1 .sma corteza mac, .otra, a que a mi a tela u objetos de cestería respectiva-para fabncar papel, cuerd deci se dé una relación estrechamente, lo cual no quiere e~~ ~~eherramientas. No afirmamosentre la matena YI~ forma s no ten n un instrumental pro­con esto que los solidos flexlbl~a1 (punz~n aguja Y telar) es ade­pio, sino que dicho mstrum~nque se busc'a Y no para la materiacuado parala forma de umon I s sólidos plásticos también acu­trabajada. Estos son r~sgos ~~a~ aglutinantes se trabajan sim­san en cierta medida. las a n he~amientas muy sencillas o tos­plemente con la mano o ca o o un montón de paja, Por lo quecaso cualqUier v.anlla,;n .~~~ la herramienta simple y general esrespecta a los solidos eXI I 'unzón de hueso. Sirve dicha herra­el punzón, especialmente e p es corrientes' agujerear una piel,mienta para todas las operaciOn

tcer las hebras de una cuerda,

pasar un hilo por I~s agUjero~;di%brede un telar o apretar losapretar un nudo: diVidir la d b mas añadir todos los serviciosobjetos de cestena; adedn.'as,. et~do lo cual hace de él una herra­que presta en la VIda or mana,mienta universal (407 a4l0).

La corteza. T entre la mayoría de los pueblos

La corteza flexible s~ ~~ ~~~a de alfarería Y tejeduria; pero supreartesanos, donde sup e e oseen buenas herramientas, enempleo se exuende a grupos qu p. Las prendas fundamenta-

• papeles accesonos. .los que desempena . . meas africanos Y de los mdone­les de la indumentana de los prg . ismo en Melanesia, son

. h b se de corteza' asim ,sios estan hec ~s a a d material; la zona de los Grandescorrientes los.cmturon~ oe e~adagascar tienen hojas de cortez~Lagos en Africa, el Ca g Y ..d de fibras En Ame-flexibilizada parecidas a los <<tapaS» Y tejí os .

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rica central y meridional a menud I -' .s~n los brazaletes y coro~as de co~e=s umca~ piezas del atuendoprentes de corteza plegada y cosida. a. Por último, existen reci-

Dos grupos han desa 11 d .de corteza de gran supe~~i:: I~:s:~~~~l~ente el uso de las hojaspara fabricar barcas (242) bi I . anos, quienes las cosenmás firmeza a sus cobijos: ~1 len dasJuntan en estacas para darcuya canoa ya hemos hablados m lOS de América del Norte, demá~ homogéneamente se util~z:nl~s (243)_ Per? la zona dondeextiende por toda la frania corteza cosida es la que seAmérica. Encontramos enJell~~:n~al desde Europa hastadía-Ios mejores ejemplos de esa téc e oruegahasta Groenlan­corteza de abedul' tambié e ruca. La mas frecuente es la. ,nse usan mucho 1

silvestre por toda la cost . _ . as cortezas del cerezooriental, así como en el te~SlatIca del Pacifico, y en la Siberiamuy finas de madera Plegadon~eSqUlmal,se sirven de las hojasutilizan para la fabricación da. orrnalmente, estas materias secuyas junturas suelen ser m e reciprentes cilíndricos o cúbicos,transporte de líquidos (162 U¡6~s)tancas, con lo cual facilitan el

E . y.s muy comente emplear la rt

cordelería, o bien para hacer te"i~os eza ~ortada en tiras, bien encortezas más flexibles la J o Yobjetos de cesteria. Son las

s que se suelen tili .anchas y tiras En Siberia.se si u I Izar en superficiespara hacer c~bos y caja~ ~o%rven de la corteza de abedul tantocorteza del cerezo silvestre en~ sandal.las de tiras tejidas; y laneamente en placas para f:'ab . re 10ls amos, se emplea simultá-

. ,ncar e cuerpo de . .en tiras, para coserlo. En el Japón l hoi un recipiente, yde bambú sirven para envolver al ' as ojas envainadas de tallosconfeccionar cuerdas y tejer sa l~.nos alimentos, asi como para(41 1), utilizan en Extremo O~e:tlasi pa; hacer Impermeablestronco de las palmeras, cosidas en e l as, ~bras que recubren elmechas, sirven para la ce _ p ~cas, SI se anudan forman

El hecho de que ha a ~tena, y, torcidas; para hacer cordeles.hablar de tres técnl'casY nasa'dmdetennmaclón de usos nos lleva a

, CI as en la mistapa», e! papel y el fieltro. Actua ma extensa zo~a: «elestos tres sólidos flexibles (t Im~nte, ante la distribución desios; papel, de los chinos ;<;.~~;¿ ~ I~S indonesios y melane­debe pensarse en estrech~s relacio~ese hf~¿~~~~-~?ngOlebs), noresulta interesante constatar . . . m em argo,mundial del papel chino _que, con antenondad a la difusión

, únicamente tres gro' .extremo-orientales poseían el di d pos intermediosjuntando mediante enfurtid bier 10 l e hacer paneles flexibleso, len pe os de animales, bien fibras

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vegetales. Existe demasiada distancia técnica entre e! fieltro y elpapel como para demostrar sin más que tengan relaciones mu­tuas, pero al parecer no hay duda de la filiación entre el «tapa» Ye! papel. La nota fundamental común a ambos es que su materiaprima es la corteza del moral; en los dos casos, la corteza de lasramas o de las raíces de un arbusto se arranca en tiras, se remoja,se le quita la película superficial cociéndola o raspándola Y se

utiliza la parte blanca.En cuanto al «tapa», las tiras se raspan una Y otra vez con

una concha de molusco (Polinesia) o un hueso de tortuga (Nue­vas Hébridas) y se fonnan madejas, que se van colocando unajunto a otra en una plancha. Así, se van superponiendo en diago­nales (412) varias capas (generalmente tres), que, después de ha­berlas humedecido abundamente, se deja reposar durante 24 ho­ras para que los aglutinantes de la savia de! moral den consisten­cia a la masa. Luego se las bate un largo rato y se las moja con unbatidor de madera (413) o de piedra; el batido se puede realizaren una superficie esculpida que imprima en hueco la decoración,o bien esta última se aplica manualmente una vez que el «tapa»se ha secado definitivamente. De estas diferentes operaciones re­sulta una sustancia que no eS exactamente un tejido, sino másbien un papel, cuyas fibras siguen, en tres capas superpuestas,

direcciones constantes.Los pigmeos africanos fabrican, martilleando cortezas moja-

das, una materia de fibras paralelas, más tosca que el «tapa»propiamente dicho. Su mazo de marfil con ranuras se parecemucho al mazo oceánico. Asimismo, se han encontrado en Méji­co mazos con ranuras que probablemente se emplearian paraaplastar fibras vegetales. Quizá se trate de instrumentos que ser­vían para fabricar, con la fibra de agave, una sustancia semejanteal papel, a la que se recubría con un enlucido calcáreo.

El «tapa». circunscrito actualmente a los tres grupOS de islasde la Melanesia, polinesia y Micronesia, se fabricaba también enel continente asiático, como muestra el descubrimiento de mazosde piedra prehistóricos en Indochina. Mientras otros testimoniosno demuestren lo contrario, los mazos de madera de uso normaldesaparecieron con la técnica misma, cuando se impuso el tejidopor su solidez y flexibilidad. Pero es evidente que si el «tapa» Yelpapel reinaron simultáneamente en los mismos lugares, no po­dían ser extraños el uno respecto del otro, Y es cierto que si el<,tapa» usado para confeccionar vestidos se eclipsó al aparecer eltejido, sobrevivió. sin embargo, en e! papel de moral de Asia

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oriental, que presenta algunas variedades con fibras tan gruesas yflojas que tienen aún la apariencia y el tacto tan particular del«tapa».

El papel, introducido tardíamente en Occidente, es tambiénuna adquisición relativamente reciente en Extremo Oriente, yaque China ya poseía la escritura siglos antes de utilizar el papelcomo soporte. El papel comenzó a utilizarse en este último paíspoco tiempo antes de nuestra era; no se sabe nada sobre su in­vento: es probable que sea el resultado del «tapa» perfeccionado,pero se ignora si los antiguos chinos conocían ya el «tapa» o si loimitaron de sus vecinos meridionales. Este detalle es importante,pues únicamente a partir del momento en que el moral les resul­tó familiar, los chinos pudieron observar las aptitudes de unaoruga parásita de dicho vegetal y desarrollar la industria de laseda. Una vez más podemos constatar que las técnicas no sonunidades intercambiables, sino conjuntos indisociables. Si nosbasamos en los más antiguos testimonios -que se remontan alos siglos VII y VIII-, podemos afirmar que la técnica del papelevolucionó poco hasta la industrialización actual; la fabricaciónrural china y japonesa pueden servir de modelos.

Una vez desprovistos de las hojas que han alimentado a losgusanos de seda, se hacen atados con los vástagos jóvenes delmoral y se meten en agua hirviendo. La corteza se va soltando enlargas tiras, que se ponen a secar en manojos hasta el momentode la fabricación del papel. Luego se les somete a un enfriamien­to de agua corriente durante algunos días, y después se raspan lasfibras internas para desprenderlas de la corteza (414). Todas estasoperaciones son comunes al «tapa» y al papel. Una vez realiza­das las tareas anteriores, se cuecen las fibras con lejía, con objetode despegarlas totalmente; esta operación distingue al «tapa» delpapel: las fibras de este último son cortas y de dirección constan­te. Se las aclara y golpea con un mazo (415), que en Japón,generalmente, es idéntico al batidor de «tapa» polinésico. La pas­ta, que en esta fase ya está fina, se diluye en agua mezclada concolas de cereales o de Amorphophallus. En la pasta clara se intro­duce un armazón de cestería (416) que retiene la cantidad defibras necesarias para una hoja. Una vez que han escurrido yendurecido, se extienden las hojas en planchas para satinadas, selas amontona, se las bate con el pisón (417) y se colocan en pa­quetes.

No se debe confundir el papel de moral, de uso común ymodelo del nuestro, con el supuesto «papel de arroz», que no es

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un auténtico papel, sino la médula de la Aralia panyrifera, quedesenrollada en finas hojas, los chinos utilizan en alguna ocasiónaislada como soporte del dibujo y la escritura.

El uso del fieltro se limita a los pueblos de la estepa asiáticade tronco turco-mongol. Su principal función es la de servir decubierta a la tienda de los pastores (véase: La vivienda). En unacubeta de paja o de tela se echan los pelos de rumiantes y seaplastan, comprimen y humedecen abundantemente para enma­rañarlos, De este modo se forma una placa que se bate y compri­me para obtener un fieltro espeso de dos o tres centímetros, im­permeable pero poco resistente a la tracción. Con pelos finos ysedosos, se confecciona el fieltro más delgado y sólido de lasbotas y abrigos.

La piel

La preparación de las pieles es muestra de la mayor uniformi­dad dentro del conjunto; en todas partes se hace mediante raspa­dos que alternan con las aplicaciones de sustancias curtientes ymanipulaciones para suavizar. Esta perfecta unidad técnica no essigno de un antiguo origen común a todos los curtidores; tiene suexplicación en las tres tendencias que inspira la necesidad deutilizar la piel de los animales: es preciso descarnar, y llegado elcaso, quitar los pelos, lo cual sólo puede hacerse raspando, asícomo conservar y comprimir, lo cual únicamente se puede hacercurtiendo, y suavizar, operación que se realiza frotando con ce­bolla, batiendo y arrugando. Estas tres series de operaciones sereflejan en un primer grado, universalmente: 1) en las herra­mientas con filo transversal, agudo o romo según se utilicen paradecentar o SImplemente raspar o suavizar, las denominaremosraspadores para pieles, sin perjuicio de que puedan servir paraotros usos; 2) en las soluciones curtientes, y 3) en las manipula­ciones para suavizar, que pueden o no precisar de los mismosfilos transversales ya mencionados.

Dentro de este conjunto universal, se puede establecer unaserie de distinciones. relacionadas, en primer lugar, con los mate­riales y el medio zoológico o social. Algunos grupos no utilizanapenas la piel: los habitantes de Oceanía, los australianos, indiosde América ecuatorial y pueblos de cultura china. Otros prepa­ran la piel sólo de manera muy elemental: la descarnan y sinmás, cubierta de pelos o apelambrada muy por encima, la ponen

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a secar sobre un armazón en forma de escudo, en una aljaba, oen una vaina de sable; ésta es la preparación de la pIel caractens­tica de algunos pueblos negros de Africa y de ciertos casos deIndonesia Y América del Norte. Otros pueblos apelambran Yadelgazan todas las pieles: Africa del sur Y zon~ Islamlca. Porúltimo un gran número de pueblos prepara las pieles de diversasformas: conservan todo su pelo, o bien hacen cueros apretados yapelambrados, o pieles finas y agamuzadas; hablamos de los pue­blos del norte (Europa, Rusia, Siberia y esquimales e indios delnorte), así como los indios del extremo sur (araucanos, patagones

y fueguinos). . idEn un segundo grado. los raspadores. de pieles se subdivi en

en tres tipos: los que tienen mango longitudmal (419 a 422), losde empuñadura corta (423 a 428) Ylos que poseen doble emp~­ñadura (429). No presentan una distribución homogénea: Ame­rica del Sur-esquimales-Africa, Europa-esqUImales, y Slbena..

En los curtidos se utilizan materias animales (Africa, Siberiay América del Norte), vegetales (África, Eurasia Y Extre~oOriente) y minerales (Europa); en reahdad na se puede decir masacerca de la distribución de los raspadores para pieles.

Los trabajos de flexibilización se realizan manualmente (Eu­ropa. África, Asía y América), con un aparato en forma de estn­bo (430) (Europa oriental), de rodillas, con un mazo o un palo(Europa Yel Islam), mediante ungüentos animales o vegetales, obien echando talco o yeso (Europa Yel Islam). . . .

En el tercer grado se pueden establecer algunas precisrones et­nicas importantes. Los raspadores de piel con mango longitudi­nal (419 a 422) son herramientas muy sencillas que muestran larepetición del invento en distintos puntos del globo. Los fue~UI­nos, zulús y esquimales poseen sendos tipos de raspadores. cadauno de los cuales es expresión material de la tendencia por me­dios pre o protoartesanales: una concha de mejillón atada a unguijarro, una hoja de hierro rodeada con una cuerda y una hojade piedra sujeta a un mango de madera. El raspador de piel conempuñadura corta (423 a 428) se conoce en Africa oriental ac­tual, en la Suiza neolítica, en Europa onental actual (426), ChI­na, Mongolia, Corea y Japón neolítIcos,.en IndoneSIa actual, en­tre los ainos, los camchadales, los aleutianos, esquimales (427 Y428), en el Perú precolombino, Y como es d~ suponer,enmu­chos otros sitios. Se trata de uno de los temas tecmcos mas difun­didos, y resulta bastante curioso constatar que no haya servidotodavía para formular una teoría de conjunto. Esta hoja trans-

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versal con empuñadura se encuentra por doquier: en África(827), Indonesia (826), China, y entre los ainos (837) es un cu­chillo que sirve para segar; los esquimales y europeos lo empleancomo raspador para las pieles. Así pues, el mismo objeto cumplefunciones muy variadas, sin nexo técnico aparente y sin relacío­nes históricas plausibles. Ante esta situación se nos presenta unaprimera duda: si las herramientas existentes de África, Asia yArnérica dan testimonio de su uso exacto, ¿qué podemos decir delas herramientas que conocemos sólo gracias a la arqueología?¿Podremos determinar «zonas de verosimilitud» teniendo encuenta la utilización actual entre los pueblos vecinos? El ejemplosuizo del Neolítico sería un raspador, porque las formas europeasactuales son apelambradores; el ejemplo neolítico chino, coreanoo japonés sería una herramienta para segar, porque los ainostienen aún una herramienta idéntica. Pero la realidad es máscomplicada: ante una hoja japonesa de piedra pulida, un partida­rio del origen oceánico pensará inmediatamente en un cuchillopara segar el arroz, corriente en Indonesia (826) (ésta es la opi­nión oficial); un partidario del origen septentrional verá en él unraspador para piel, comparable al neolítico de Kamchatka y al delos esquimales (es la opinión que sostienen varios arqueólogosjaponeses); y finalmente, como yo mismo he visto a los ainosdesgranar el mijo con una hoja parecida, y como el mijo es elcereal de siempre de todo el grupo sino-coreo-japonés, me inclinoa considerarlo como un cuchillo para el mijo. No es superfluoinsistir sobre un ejemplo de este tipo: casi se ha extinguido porcompleto el cultivo de mijo entre los ainos; los propios ainos vana perder todos los detalles de su cultivo antes de que termine lapresente generación: a partir del descubrimiento de una hoja enuna cabaña en ruinas, se podría hacer dentro de veinte años unmapa continuo del raspador desde los esquimales hasta Corea através de Kamchatka y las islas del Pacífico norte.

Las sustancias curtientes y las manipulaciones son temas queno corresponden a la arqueología, por lo que debemos limitarnosa los testimonios existentes. Resulta difícil aislar las sustanciasactivas en las materias que emplean algunos grupos, así comodistinguir las manipulaciones destinadas a flexibilizar o impreg­nar, pues se da una simultaneidad en estas diferentes acciones.En América del Norte, una vez que han descarnado la piel, launtan con sesos y diversos productos viscerales, luego la raspande nuevo, la pisotean y suavizan, vuelven a untarla y rasparlavarias veces hasta que adquiere flexibilidad. En Kamchatka utili-

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zan huevos de salmón en lugar de sesos. Los esquimales realizanel curtido mediante la maceración en orina. La corteza de grana­do, entre los chinos, desempeña el mismo papel que la corteza deencina en el curtido europeo; y en Rusia, basta con una macera­ción en sal y harina de centeno para preparar las pieles suaves delas pellizas que se utilizan durante el invierno.

En la mayor parte de los casos no se trata de curtido propia­mente dicho; se desconocen, además, los cueros muy apretadosde Europa y Oriente: estiran la piel y la llenan de untos parasuavizarla, la raspan para hacerla más fina y romperla cuandohaya que coserla, y por último, le devuelven su flexibilidad origi­nal humedeciéndola o machacándola.

Cuando ha terminado la preparación, se cortan y cosen laspieles con unas herramientas que estudiaremos en el apartado dela costura.

La hilatura

Bajo esta denominación, la clasificación corriente incluye lasoperaciones mediante las que se tuercen las fibras para hacerhilos que servirán para coser, bordar o tejer. Normalmente seestudian las cuerdas en un capítulo especial, y las fibras emplea­das sin ser torcidas previamente se distribuyen según su utiliza­ción. Parece que hay una cierta arbitrariedad en la separación delos hilos y las cuerdas: únicamente en algunas sociedades influyela distinción entre torno de hilar y torcedero; pero, como ocurreen la mayoría de los pueblos, no puede establecerse la separaciónm sobre el grosor (¿cuál es el grosor propio de un hilo o de unacuerda?), ni sobre la técnica (se puede torcer un hilo o una cuer­da con el mismo tipo de movimiento), ni sobre el empleo (sepueden utilizar cuerdas para coser e hilos finos para atar). Por lotanto, en el presente estudio serán englobados bajo un mismotítulo todos los elementos que sirven para hilar.

Los elementos textiles no se caracterizan por su origen, sinopor la posibilidad de agruparlos para hacer hilos, trenzas o teji­dos. Resulta conveniente, pues, reunir en una primera clasifica­ción todas las sustancias que se pueden utilizar para estos tresobjetivos: laminillas de madera, bambú, bejucos, correas, tendo­nes, alambres, corteza, fibras vegetales y animales de todo tipo.Unas, sin consolidación previa, sirven para atar o como elemen­tos textiles, y otras pasan por dos estados: se tuercen y después setrenzan o tejen, o se trenzan y luego se tejen.

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La preparación de dichos elementos textiles pone de mani­fiesto las técnicas más variadas: la madera y la ballena se trabajancon herramientas propias de los sólidos fibrosos; los alambres seestiran con las hileras de los sólidos semiplásticos. Otros, final­mente, son sólidos normalmente flexibles que justifican una pri­mera división de las técnicas de hilatura.

Preparación de las fibras. Las fibras finas se dividen en cua­tro clases: las que se utilizan sin preparación previa (hierbas se­cas, bejucos finos y nervaduras de hojas), aquellas ~ las qu~_ sefrota para dividirlas y suavizarlas (tallos de ortiga, lino y cana­100), las que ya están divididas y basta con cardarlas (algodón,lana y pelos) y, por último, la seda.

Las fibras que se machacan o baten se obtienen a veces de losanimales (por ejemplo, los tendones de reno, utilizados abun­dantemente por los esquimales y los pueblos de Siberia), pero lomás frecuente es que se preparen de esa manera los vegetalescontallos fibrosos. En Brasil, remojan las ramas de Cecropia y des­pués las raspan con una concha de mejillón para separar la esto­pa de la corteza. Los ainos y muchos grupos amencanos utilizanla ortiga brava: una vez que han enriado. los tallos, los gol~eanpara arrancar los hilos. Con ellos, los camgangos hacen ovillosque primero hierven, luego golpean de nuevo y, finalm~nte, car­dan manualmente. En China, el bambú se suele martillear: deesta manera las laminillas se transforman en madejas muy tos­cas, buenas para tejer ciertos tipos de cestos. El lino, culti~ado yaen Asia occidental tres o cuatro mil años antes de la era cnstiana,forma, junto con el cáñamo, lo esencial de las fibras q~e se traba­jan mediante batido. Se le somete al mismo t~atamlento (muysencillo) que a la ortiga textil: enriamiento, batido y cardado.

La lana, los pelos de camello, de cabra, de llama (Américadel Sur), de bisonte (América del Norte), del gran ~ufClélago«bermejizo» (Oceanía), así como los cabellos (A~straha) recibenun tratamiento sencillo: basta con cortarlos o depilarlos y peinar-los. .

El algodón, salvo en lo que respecta a Europa, ASia septen-trional y central, América septentrional Yalgunos grupos prear­tesanos es la fibra textil por excelencia. Hay dos grandes zonasclaram~nte diferenciadas con sus correspondientes métodos detratamiento. Asimismo, se plantean dos problemas técnicos entorno a esta materia: separar los granos de la borra donde seencuentran metidos, y colocar las fibras en el mismo sentido.

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África y la India resolvieron el problema del desmotado hacien­do rodar una varilla de madera o de hierro sobre una piedraplana (431). Para cardar las fibras, utilizan el arco cardador(432): se trata de un arco ordinario, cuya cuerda se hace vibraren la masa de algodón desgranado; esta vibración separa las he.bras y transforma el algodón en una masa ligera propia parahilar. Es menos. Importante alinear las fibras de algodón que lasdel lino o el can amo: pues aquéllas, como son cortas y finas, seunen con mas facilidad; por ello, la mayoría de los pueblos(como es el caso de muchos grupos americanos) que no tienen elarco cardador se limitan a desenredar con la mano y a cardarmuy por encima,

. Asia encontró la solución al desmotado, solución adoptadadirectamenre por la industria europea. La desmotadora de doblecilindro (145 y 151) es uno de los rasgos comunes a Indonesiau~a partede la India y las zonas de influjo chino. Desconocemo~donde se inventó dicha máquina; probablemente fue en el mismomedío de alta cultura material del pistón, el torno de hilar orien­tal y la preparación de la corteza del moral.

La seda es sometida a un tratamiento muy sencillo, en el quela preparacion de la fibra se confunde con la del hilo. Esencial­mente consiste en reunir varias hebras, después de haber escalda­do los capullos, y ponerlos en una bobina de devanadera: al re­blandecerse en el agua caliente, flotan y se devanan fácilmente.Las instalaciones rurales de China y Japón (433) Son poco com­plicadas: una cubeta sobre un horno y una devanadera de made­ra;.progresIvamente, multiplicando las cubetas y con una cubetamas compleja, pasamos a las instalaciones semiindustriales ca­ractenstIca~ de ambos países hasta la reciente industrialización.En este último período, se han limitado a intensificar el moví­mle~to susntuyendo los aparatos de madera por algunos órganosmetálicos Como las fibras son muy largas y están aglutinadas,no es necesano torcerlas para hacer el hilo; basta con una ligeraespiral y, de este modo, los elementos que salen de cada capullose unen mejor.

El torcido. Es el conjunto de operaciones mediante las que sepuede unir cualquier tipo de fibras con objeto de hacer hilos ocuerdas. La dimensión y la forma de los aparatos de torcidovarían, pero el movimiento fundamental siempre es circular. Lasfibras, suavizadas generalmente por medio de humidificación oaceitado, sufren una torsión que es tanto más apretada cuanto

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más cortas son; al secarse mantienen dicha torsión por efecto deldevanado en bobinas o el calentamiento.

El medio más sencillo consiste en enrollar las fibras entre losdedos, las palmas o, más corrientemente, entre la palma y elmuslo, procedimiento este último que deja una mano libre paraestirar las fibras antes de la torsión. Dichos métodos están toda­vía en uso casi en todas partes, y el torcido en el muslo se practi­ca bastante en Oceanía y en América (los indios de Brasil loemplean en particular para hilar las fibras textiles).

Algunos pueblos que cuentan con medios más evolucionadospara torcer el hilo utilizan aún el torcido manual para las cuerodas testimonio interesante de los condicionamientos técnicos.Un' grupo que no tenga otro medio que los dedos para torcer lasfibras lo aplicará tanto para los hilos finos como para las cuerdas.Una vez que se conoce el huso, se puede utilizar para torcer loshilos, pero generalmente no es adecuado para las cuerdas; se danalgunas excepciones a esto último (especialmente en Persia),pero sólo relativas a cordelillos finos. Por lo tanto, entre el mo­mento en que se posee el huso y el estado artesanal, en el que yase consiguen medios mecánicos lo bastante potentes como paraaplicar el torcido a las cuerdas, no existe más remedio que acudira un procedimiento que parece curiosamente retardatorio: losainos, por ejemplo, tuercen todavía las cuerdas entre las pal­mas.

El huso. Pero dicho estadio fue superado muy pronto graciasal invento del huso. En este instrumento se presentan ya, com­pletas y distintas, las tres operaciones de la hilatura. La primeraes el estiramiento: de la masa de fibras cardadas se entresacanalgunas hebras que arrastran consigo a otras; en la segunda, eltorcido. el huso, al girar, va torciendo esa masa todavia indiferen­ciada y se obtiene asi el hilo (el extremo de cada hebra, movién­dose en espiral, engancha otra hebra de la masa y tira de ella);por último, cuando la longitud del hilo es excesiva, se enrollaéste en el vientre del huso: ésta es la operación conocida por elnombre de enrollado.

Aún se desconoce la fecha de aparición del huso; al parecerno existió durante el Paleolitico, al menos con su forma corrien­te' pero desde los comienzos de la alfarería encontramos pormuchas zonas torteros de husos que demuestran que este objetose hallaba ya muy difundido alrededor del Mediterráneo al me­nos cinco milenios antes de nuestra era. Actualmente, se trata de

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sentado en una ObterasodleOa~epo~s~::n:I~U~:~al;~~~~eP;:~~~~~~~~momento presen -' . . ros1 . 1 XVII cuando vemos como ViajecqiUaes. s~h~b::~d~¡v~~o eens~~ina h~n evitado representar alias cph.i

a·. d ensar que una so a ca Inos y sus cosas en sus libros, ~~t~~~~t~ el punto de no guardarbasta para transformar un o ~ . 'b'lidad de préstamosmás que reminiscenCIas del original. La pOSI 1, .) ero éstos no

I arece pues verosrmu, Pen lo referente a esa epoca p.' , .d rar la probabili-

h d mostrado todavía; SI podemos consi e~ad : i:tercambio, debemos, buscar lo que separa a las dos rue­das de hilar, es decir, a la asiática de la OCCIdental.

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un rasgo universal, menos usual tan sólo entre los pueblos prear­tesanos. Existen dos maneras fundamentales de hacer girar elhuso: una, propia sobre todo de Eurasia y África (434), consisteen dejarle colgar libremente del cabo del hilo, es de rotaciónregular y relativamente lenta; en la otra, la americana (137), seda un impulso al huso, que está apoyado en el fondo de un tazóno en el suelo; empieza a moverse con gran velocidad, gira unosmomentos sobre la punta de su púa, disminuye la marcha y sedetiene para el enrollado.

El torcido se ha mecanizado por varios métodos paralelos: hadesembocado en el huso por medio de fricción de los ainos, en elhuso de arco de Colombia, el huso-rueca de los chinos, el tomode hilar de cordelero y el europeo.

Ya hemos descrito ampliamente el huso de fricción de losainos (134): se trata de una curiosidad mecánica sin transcenden­cia. Lo mismo cabe decir del huso colombiano.

El lomo de hilar. Entre el huso manual, esos tanteos ainos ycolombianos por aplicar el movimiento circular de vaivén, de unlado, y la rueca, de otro, hay un profundo corte técnico. Yahemos mencionado varias veces a lo largo de las páginas anterio­res que el tomo de hilar es la materialización del acceso de lassociedades humanas al movimiento circular continuo. Todavíaes oscuro el origen histórico de dicho instrumento. En Occiden­te, aparece tardíamente, hacia finales de la Edad Media o ya en elRenacimiento, en un momento en el que empiezan a cuestionar­se las técnicas más diferentes tomadas de China. Tampoco seconoce con exactitud la fecha en que surge el torno de hilar enExtremo Oriente; pero al parecer es más antigua que en Occiden­te: el hecho de haberse difundido desde la India hasta el Japón através de Indonesia y China, así como la desaparición del husomanual en todas las zonas mencionadas quizá puedan servir deprueba de su relativa antigüedad. A primera vista resulta verosí­mil que el tomo o rueda de hilar viajase de Extremo Orientehacia Europa entre los siglos XII y xv. En el transcurso de estosúltimos años, se ha formulado en varias ocasiones la hipótesis delos intercambios materiales entre el Extremo Oriente y Occiden­te como consecuencia de los grandes movimientos de la «ruta dela seda» durante la Edad Media. En particular se han intentadohacer algunas demostraciones interesantes en el terreno del arte.Evidentemente, el argumento irrefutable sería el descubrimientode un único objeto chino importado en la Edad Media o repre-

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El torno de hilar de Extremo Oriente (141, 154 Y 435) estácompuesto de un huso ordinario, fijado de manera horizontal aun bastidor y movido por una correa con volante. Sólo el dispo­sitivo de rotación lo distingue del huso manual. Así pues, pode­mos admitir, casi con toda seguridad, que la rueda de hilar chinaes el resultado de la evolución del huso, pero únicamente por darun ejemplo a favor de las teorias de la mutación. Resulta difícilimaginar un huso al que, a través de un perfeccionamiento pro­gresivo, se le haya ido añadiendo una correa, un volante y unamanivela. No se puede concebir ninguna etapa entre el husosimple y ese aparato tan complicado que es la rueda de hilar.Podemos imaginar algunas formas más rústicas como el huso defricción de los ainos, pero se trata de tentativas sobre un objetivosin salida práctica que no alcanzaron mucho desarrollo. Por lotanto, no queda otro remedio que ver, entre el estado huso y elestado rueda de hilar, un salto brutal, que en biología recibe elnombre de mutación y en tecnología se conoce como invención.Al final del libro hablaré sobre la invención, pero resulta necesa­no, desde este momento, quedarnos con algunos aspectos de estefenómeno humano del que casi todo está aún por decir. Se tratade la inteligencia, que coincide con el sentido de una tendencia.En el caso que ahora nos ocupa, dado que la propiedad nece­saria del huso es el movimiento continuo, podemos expresar entérminos de tendencia hacia un aparato de movimiento continuoel porvenir del huso; el invento consistiria en crear un objetoimprevisible que hiciera realidad dicho porvenir. Con esto seesclarece un aspecto importante de la tendencia: no se puedeafirmar que el torno de hilar preexista en el huso y posea ya unaforma potencial en la tendencia a torcer el hilo. Le prestamos ala tendencia la intención de crear un torno de hilar únicamenteporque resulta una ilusión cómoda. En efecto, ya que la tenden­cia permanente es torcer el hilo cada vez más deprisa y con ma­yor comodidad, existe una serie de hombres que inventaron su­cesivamente objetos que se van superando unos a otros parasatisfacer ese deseo que les impulsa a ello. Se llevan a cabo dichosinventos con la ayuda de elementos preexistentes, mediante unasucesión de asociaciones geniales, pero donde ningún objeto salede la nada. Es natural que, en un medio que ya posee numerosasaplicaciones mecánicas de la rueda, se fundan el huso y la ruedapara producir la rueda de hilar pero es el medio y no la tendenciael que proporciona los elementos preexistentes. Imaginemos unpueblo en el que cada hombre tuviese un arroyo doméstico o

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una brisa constante al alcance de la mano, o cualquier tipo defuerza motriz continua y rectilínea, en ese caso la tendencia sematerializará en un aparato muy distinto. Por diversas clrc~n.s-

, l ed de hilar no pudo tomar esas direcciones; smtanelas a ru a . Ii -embar~o, el molino harinero sí tuvo ese desarrollo _matena Izan-dose en las siguientes formas: molino de brazo, acena, molino deviento Y molino de tracción animal (tahona). ,

Como vemos, entre el torno de hilar del Extremo Oriente y elhuso se dan unas relaciones reales, pero no en el plano de laevolución pura Y simple, por la amplificación Imperceptible deun rasgo técnico; entre ambos objetos existe un, espac~o para elinvento, es decir, un acto voluntario de ereacion. ¿Como co~­templar entonces la posibilidad de una demostraclOn com~ara~­va? Si se estudian las variaciones de la curva de las hojas ecu~hillo en Asia, se puede afirmar quelossiberianos de hoy endía han heredado su cuchillo de los slbena~os de la Edad delBronce. Por medio de sucesivas copias, las rmmmas aíteracionesterminan por dar la sensación de un tIPO nuev~, pero entre estetipo y su antiguo modelo existe, mediante transiciones, la.marcade una evolución lineal. Suponiendo que nosotros poseyeram~sun huso chino fechado en un año determmado Yun torno ehilar también chino del año siguiente, no habría ~mgun medl?de análisis comparativo que permitiera trazar una línea de transi­ción entre ambos, En este aspecto, la etnología probablementetenga cosas que enseñar a la biología; .evldentemente, existe elriesgo de identificar la vida de los objetos con la de lo~ s.eresvivos pero las grandes líneas de evolución se repiten. Quizá re­sulte 'provechoso notar que ante las técnicas Yante los.ammalesse plantean los dos grandes problemas del transformismo Y elmutacionismo, Y probablemente sea importante encontrar ejem­plos igualmente claros de cada una de ~stas mamfestaclOnes. m

A la luz de estas consideracIOnes, ¿como plantear el proble ade las relaciones entre el torno de hilar chino (435) Y el europeo(436)? Ya hemos visto que en el terreno d.e la hlstona políticason posibles los préstamos. El torno de hilar europeo y elddeExtremo Oriente poseen en común el hecho d~ tener un ":tl ~ren el que un huso se une a una rueda con mamvela por m 10 euna correa de transmisión: en su aspecto mas general, en estecaso se establecen relaciones de Identidad. Pero el torno de hIl~reuropeo consta de una biela y un pedal; aunque.esto se pue aconsiderar como un invento, es decir, una mutacion- en reahdadse trata tan sólo de un rasgo secundario provocado por el medio

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material: en Extremo Orient h '1que los pies no pueden servir e I an sentados en el suelo, por lodemostrada asimismo por la para m~ver un pedal. Constatación

existencía en 1 ' Chitro aparatos con pedales' el t lId apon y ma de cua-(145), el tomo (135) y la'd e a;¡ a esmontadora con volantedad de dejar las dos manosevll~bna edra (448), en los que la necesi-El' res io ongen al pedal

huso mismo ofrece difcrencí , .Oriente se trata tan sólo de un h las esenciales. En Extremocorrea; el hilo se fabrica en tres ' uso .manual adaptado a unaen el eje del huso y d . lIempos. estiramiento y retorcidosentido perpendicula;al :~~~~~'hel enrollado, que se realiza enautomálIco, aunque toda~ía u uso, El enrollado, en Europa, eshuso simple como el del t q edh~n algunos tornos de hilar Cond ' omo e mo: el hit '

el huso para ser retorcido e " I o que atraviesa el ejes enviado a las a ' de la can¡para entrar perpendicularment al ' d I gujas e a canilla

aguja le proporciona la torsión e I~~f¡ e a bobl~a; el brazo de laa la bobina Un excedente de ; y e , u erencíaí (vease pág. 100) daEn lo que se refiere a la co <ota~lOn que asegura el enrollado.

. nreccion del hilesencial, no existe ninguna posibilid d d o, que es.el aspectotomo de hilar chino y el nuestr Q a . e comp~raclOn entre elcualquier caso inmediatamente se d uiza hubo pr~stamo, pero enlos dos aparatos. 10 una total divergencia entre

¿Cómo debemos considerar l conihilar chino-torno europeo e ,pue~, e conjunto huso-tomo detenemos un objeto sencillo e~hun p ano general? Por un lado,hilar, aparato ya muy com' le'o~so, y por otro, nuestro tomo deaparato que participa de lo~¿'. y entre ambos se encuentra unretorcido' y del torno de hil os. del huso, por su dispositivo de

l' . 1 ar, por su rueda A .una autenlIca serie evolutiva La difi I . SI pues, se trata denorancia de la fecha de invención d I~tad radica en nuestra ig­lar, y de los posibles intercambios :ntre I~n~ de los tomosde hi­historia no saca ningún pr h e os, por este motivo, lahay nada en común entre ef~~~o aparente d.e esta serie. Si noson dos hallazgos inde ndi o de hilar chino y el nuestro, sireal; a lo sumo puede:r u~~~~:d la sene res~lta falsa en el planotres etapas de la evolución P 10 por el filosofo, que ve en ellatenido lugar dos inventos' 'el ~~I a tecnologIa, en dicha serie hanautomático, Uno Yotro ;e ex li: transmlSlon y el del enrolladotentes: máquinas con correas p tan en parte por rasgos preexis,solamente un ejemplo desde ~ ~nos de cordelero. Por tomarsimultáneamente los t¿mos co

eSI o XVI se conocen en Europa

ro que consta de lo esencial de7 corre~ y un aparato de cordele-mecamsmo del torno de hilar.

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Las cuerdas se fabricaban en tornos de hilar muy sencillos(437). Un ayudante mueve una manivela que hace girar un ejeterminado en un gancho, mientras el cordelero echándose haciaatrás estira la estopa, la cual se va torciendo por la rotación delgancho; de esta forma se consigue una cuerda de unas cuantasdocenas de metros como mucho. Jost Hamman nos dejó el dibu­jo de un aparato más perfeccionado (438) en suvaliosa recopila­ción del siglo XVI. El cordelero, mediante un amplio movimien­to, hace girar una púa terminada en un brazo con forma demanivela, que va unido a una gran bobina. Este brazo va retor­ciendo la cuerda que pasa por una de las varillas de la bobina.Cuando ya se ha torcido un trozo, se suelta la cuerda sujeta en lamanivela y ella sola se arrolla en la bobina, que sigue girando porefecto de la velocidad adquirida. Este interesante aparato consta,pues, de dos o tres características esenciales del torno de hilar:torsión mediante un brazo excéntrico y arrollado por rotación dela bobina; carece solamente del diferencial que serviría paracoordinar los dos movimientos, En el torno de cordelero pode­mos ver, si no el origen de nuestro torno de hilar, al menos lascondiciones que equivalen a las que hicieron posible el invento.

Bobinas y devanaderas, Las repetidas manipulaciones a lasque se somete el hilo para servir en tejeduría y costura provoca­ron la creación de varios dispositivos que desempeñaron un pa­pel en los inventos relacionados con el movimiento continuo.

Los dispositivos a los que nos referimos responden a dos ne­cesidades: desenrollar el hilo para hacer madejas que resultanfáciles de teñir, extenderlo para hacer la urdimbre del telar o, porel contrario, apretar las madejas para hacer bobinas, ovillos ocanillas. La primera necesidad dio lugar a las devanaderas y lasegunda a las canilleras o encarretadoras. Técnicamente, es pri­mordial la distinción entre estas dos categorías: las devanaderas(443) tienen un gran diámetro y las encarretadoras un diámetroreducido; pero desde el punto de vista mecánico la distinciónresulta secundaria, y los aparatos se dividen en dos clases: dispo­sitivos fijos y dispositivos giratorios.

Generalmente los dispositivos fijos se improvisan: la urdim­bre se prepara entre dos árboles, en una estacada o alrededor dela casa, o bien se devana el ovillo en el respaldo de una silla o encualquier otro objeto. La investigación etnológica debe hacerfrente también a este tipo de casos; resulta inútil intentar su clasi­ficación sistemática, pero evidentemente se salva pronto la dis-

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tancia entre dos estacas de una empalizada que sirven eventual­mente para sujetar los hilos de un tejedor y las dos estacasclavadas a propósito para poner en ella los hilos. La mayoría delos dispositivos para preparar la urdidura oscilan entre esas dosmodalidades. Por lo que se refiere a las devanaderas, el tamañomás reducido de las madejas favoreció la aparición de objetosespecializados, como las estacas de distancia regulable (440). Losdispositivos no giratorios no han ido mucho más lejos.

Los dispositivos giratorios son móviles (ovillos y bobinas) ofijos (torniquetes y devanaderas). La mayoría de las veces, lasbobinas son ramitas o trozos de cañas; en el estado artesanalagrupado, las bobinas son de tal forma que pueden ser adaptadasa un dispositivo con una rueda para devanarlas o enrollarlasrápidamente. Unas líneas más abajo hablaremos del devanado;el enrollado se utiliza normalmente para hacer canillas de tejedu­ría, y lo más usual es adaptar la bobina en un torno de hilar (441)o una devanadera. Las auténticas canilleras mecánicas no apare­cen hasta que no se alcanza el estado industrial.

Existen algunos dispositivos intermedios entre las bobinas ylos torniquetes, como el que aún se utilizaba en Francia hasta elsiglo pasado (439), o la devanadera horizontal (442), que en Extre­mo Oriente puede ser manual o ir unida a una devanadera.

Los torniquetes, en general, tienen el eje vertical y estánformados por dos cruces unidas por dos hilos o travesaños (443).Están fabricadas de manera que puedan recibir una madeja di­rectamente y no llevan manivela para el arrollado; su única fina­lidad es devanar el hilo'. Podemos encontrar estos aparatos casien todas partes, particularmente en Europa (en Francia, se con­servó un torniquete extensible hasta principios de este siglo)(445), África oriental (444), Extremo Oriente y América del Sur(araucanos). En Extremo Oriente y en Indonesia hay un torni­quete con eje horizontal (446).

Las devanaderas se rigen por el mismo principio: el hilo searrolla en una bobina cuyo eje tiene una manivela. Existen apa­ratos de este tipo en las dos zonas de difusión del torno de hilar,del que suelen ser complemento (Europa y Extremo Orientedesde el Japón hasta Malasia). La forma más sencilla (446) es

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6 Resulta singular el hechode que se nombren indiferentemente el aparato conel que se devana el hilo (devanadera) y el que sirve, generalmente, para enrollar­10. El uso está bastante establecido, por lo Que me atrevo a proponer el nombrede devanadera para el torniquete y el de plegadorpara la devanadera, términosmás acordes con su uso principal.

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una bobina en la que se usa una de sus ramas como manivela.En Europa encontramos una bobina de gran diámetro (447). Ladevanadera resulta esencial para las múltiples operaciones deembobinado de la seda; en China y Japón se han fabricado convarias formas (147 y 153) según el tipo o rapidez del trabajo. Ladevanadera con pedal es una de las más interesantes: en dosocasiones hemos visto (págs. 96 Y239) que el pedal no completa ala manivela más que cuando el ejecutante puede trabajar sobreun asiento; esto explica la ausencia de pedal en el torno de hi­lar chino.

La devanadera para los capullos (448), gracias a la presenciadel fogón, hace que resulte indispensable el empleo de un asien­to, con lo que los pies del ejecutante quedan libres; enseguida seve cómo el pedal completa la manivela de la devanadera.

La progresión anterior: dispositivos fijos. bobinas. torniquetesy devanadera responde a un orden lógico (de lo más sencillo a lomás complejo). Aunque no podamos dar una serie de las opera­ciones válida para todo el mundo, en la mayoría de los casos lasucesión en el empleo de los diversos objetos es la siguiente:después de ser retorcido, se pone el hilo, en forma de ovillo oarrollado, en la púa del huso o la rueda de hilar, y se le pasa porla devanadera para formar una madeja y teñirla, Una vez realiza­da esta última operación, se pone la madeja en el torniquete y sehace una bobina para usos corrientes, o bien una canilIa quesirva para el telar. Por lo tanto, la progresión técnica suele ser:devanadera, torniquete, canillera o bobina.

El torcido. Es la operación a través de la cual se fabricancables o hilos acordonados, operación que se realiza de tal mane­ra que, si se dejan juntos dos o varios hilos con un exceso detorsión, dichos hilos se enrollan mutuamente en espiral y vuel­ven a su torsión normal. Es una operación sencilla si se lleva acabo con hilos no muy largos -basta con retorcer al máximo unhilo, doblarlo en dos y soltar uno de los cabos para realizar elcablaje-, pero si los hilos tienen mucha longitud, se hace nece­sario emplear aparatos especiales, muchos de los cuales utilizanel hilo ya retorcido. Por lo que respecta a los hilos finos, la opera­ción se limita generalmente a pasar dos o varios hilos muy retor­cidos por un torno de hilar que gira al revés; como es lógico, estemétodo se corresponde con el área de distribución del torno dehilar. Para hacer cables o sogas se utilizan unos aparatos conmanivela, con los que se consigue a la vez el máximo de torsión

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y la rotación del extremo que se está retorciendo. Dicho procedi­miento ofrece el máximo de sencillez en el dispositivo que seutiliza en Extremo Oriente (449): cuatro hombres, de los cualestres se encargan de dar el máximo de torsión y uno la rotación,maniobran las distintas empuñaduras.

Los nudos. Terminamos la enumeración de los medios utili­zados para unir hilos dedicando unas líneas a los nudos. Son tancorrientes que resulta imposible hacer un resumen de las princi­pales formas y sus correspondientes zonas; por otra parte, noexiste ninguna monografia de conjunto sobre este tema, que, sinembargo, puede ser fácilmente explotado si se examinan los dis­tintos objetos de museos y algunas fotografias.

En líneas generales podemos afirmar que no existe ningunamanera de anudar que no esté representada en la lista de losnudos marinos. Prácticamente se conocen en todos los lugares elnudo sencillo (453) y el nudo llano (454) en sus múltiples combi­naciones. Una vez establecida una lista general de los nudos, laclasificación más segura consistiría en seriarlos por especialida­des técnicas: nudos marínos, de tejedores, de guarnicioneros, decestereros y de costura. En esas series veríamos cómo se repitenlas formas más sencillas casi sistemáticamente.

Los nudos de correas forman un grupo especial: se abre unaranura en la correa para pasar por ella los cabos. Los tipos máscuríosos los hallamos entre los esquimales (458), aunque casi portodo el globo, especialmente en África negra (458) se suelen prac­ticar ataduras más sencillas, correspondientes al nudo llano co­rriente.

La cordeleria reforzada se puede emplear en los más diversosusos, ya para reunir dos lazos (459), ya para enastar una herra­mienta. Forma un rodillo apretado de hilo de poco calibre, yesto la distingue de las ligaduras, que se hacen con varias vueltasde un lazo grueso.

El trenzado. Es más corriente trenzar los hilos que retorcer­los. Esta operación supone la transición entre la hilatura y latejeduría. La trenza de tres ramales (450) es universal y empleadatanto para confeccionar hilos finos como para las cuerdas. Latrenza de múltiples ramales, plana (451) o hueca (452) es ya unverdadero tejido; se usa en todo el mundo para los galones o lascorreas. Se ha alcanzado el máximo de habilidad en esta técnicaen Extremo Oríente y probablemente también en Japón.

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También debemos mencionar los pasadores, destinados a ha­cer o aflojar los nudos (generalmente, se trata de punzones todouso); las barritas de torsión, conocidas casi exclusivamente porlos esquimales (460); y por último, las barritas de detención(461), los broches y las hebillas con tarabilla, objetos destinados aunir de manera temporal dos extremos de una atadura para losusos más diversos (en la marina, la caza o las prendas de vestir),

La fabricación de redes, de carácter universal es una aplica-ción de los nudos. '

La costura

Quizá resulte extraño encontrar el aparato de la costura de­lante del que hemos dedicado a la tejeduría, así como el hecho deque hablemos de las formas de unir tejidos antes que de su fabri­cación. Ya hemos advertido que la presente clasificación no es nimás ni menos arbitraria que cualquiera otra; lo esencial es hacerdivisiones según las articulaciones naturales. La costura, la hila­tura y la tejeduría son tres partes naturales del tratamiento de lossólidos flexibles..Su disposición sólo responde a una preocupa­cion arquitectónica. Podríamos justificar el orden adoptado en elpresente ~studio mediante la historia: la corteza, las pieles y loshilos slrvlero~ para coser prendas de vestir antes que los tejidos.SI esto sucedió así fue por una simple coincidencia; la únicajustificación que podemos presentar es que, una vez expuestoslos sólidos flexibles de superficie continua después del apartadode los hilos, lógicamente no se puede esperar otra cosa que lacostura. Sólo por simple comodidad al presente apartado le se­guirá el relacionado con los tejidos, para evitar que quede separa­do de la cestería, con la que se halla estrechamente ligado. Creoque debo insistir en que no he dado a este libro una progresiónfilosófica o histórica, lo cual, por lo que respecta a la tecnologíacomparada, ciencia que está dando sus primeros pasos, sería unahazaña.. Por el término costura entendemos la unión de dos superfi­

eres de cualquier materia mediante una serie de puntadas de hilo.Por consiguiente, quedan excluidos los vestidos o tiendas unidospor cintas anudadas, así como las planchas atadas simplementeuna a otra, pero se incluyen las tiendas o prendas de vestir ata­das, las planchas con agujeros por todo el borde para que puedanpasar ligaduras por ellos, las ollas remendadas con cintas que

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pasan por una serie de orificios, es decir, todos los objetos quepara ser unidos requieren unos agujeros por los que pase un hilo.Incluso, debemos dejar un espacio, aunque como subdivisióndistinta, a objetos como las azuelas (341) o las hachas, cuya hojase une al mango mediante unos orificios y unas ataduras.

Las materias utilizadas pertenecen, pues, a los más variadosgéneros: el hueso o el marfil entre los esquimales, las casas demadera de los indios de la costa noroeste americana, las embar­caciones del Pacífico asiático y oceánico, así como todos los sóli­dos flexibles de superficies continuas. Todos los productos de latejeduría y todas las superficies flexibles pueden ser cosidos: lacorteza de abedul de todo el contorno septentrional del globo, laspieles de salmón del Amur, los intestinos de foca o el pericardiode reno de los esquimales. Los casos particulares, como la made­ra cosida. no suscitan apenas cuestiones técnicas nuevas; el haceragujeros deriva del trabajo de los sólidos, fibrosos generalmente,sólo se necesita un punzón para pasar el hilo; las costuras sesujetan con nudos. El objetivo fundamental de coser los sólidosflexibles es la preparación de la prenda de vestir; se puede incluiren las tres divisiones siguientes: corte, costura y bordado. Resultainútil distinguir entre la confección de una bolsa y la de unaprenda de vestir.

El corte. Más adelante veremos que dos de las divisiones másimportantes de la indumentaria están constituidas por la prendaadaptable y la prenda con corte; es evidente que, aunque se im­ponga la necesidad de tomar medidas para hacer ciertas prendasadaptables cosidas, ello no implica la confección de «patrones»previos. A veces se preparan de antemano algunos modelos-como los «patrones» de corteza de abedul de los siberianos-e-,para confeccionar algunas prendas con corte (blusas con mangasy botas).

Se puede hacer el trazado de los contornos, como en ExtremoOriente, por medio de una hoja de hueso que lustre las líneas decorte. El corte mismo se hace con dos herramientas: el tranchete (lachaira) y las tijeras. Durante mucho tiempo sólo se empleó eltranchete; encontramos en Egipto, desde las primeras dinastías,hojas finas y afiladas (462) que, según todas las apariencias, sir­vieron para cortar el cuero y los tejidos. Pero desde hace vanossiglos prevaleció el uso de las tijeras para el corte de tejidos,aunque la mayoría de los grupos de tipo artesanal (463) todavíasigue utilizando el tranchete.

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El invento de las tijeras es relativamente reciente; a partir dela Edad del Hierro unas tijeras (464) del tipo de esquilador co­mienzan a extenderse por todo el imperio romano. Durante cier­to tiempo sobrevivieron entre nosotros en empleos especiales,como cortar telas, por ejemplo; incluso en nuestros días se utili­zan para esquilar ovejas. En Extremo Oriente hay testimonios deestas tijeras desde el siglo x (China), aunque probablemente suorigen es occidental. Apenas se usan ya en China, pero todavíalos encontramos actualmente en Japón (465).

Las tijeras con eje sucedieron a las anteriores tanto en Europacomo en Extremo Oriente. Aún no se ha precisado el origen y lafecha de difusión de este objeto tan corriente. Sin duda se hallanligadas a las pinzas y tenazas, útiles que las precedieron durantebastante tiempo, y parece bastante probable que, como en el casode las tijeras de esquilar, Extremo Oriente las imitase de lospueblos occidentales.

La costura. Estudiaremos en este apartado los objetos quemás propiamente sirven para unir dos piezas flexibles medianteuna costura: lezna, aguja, dedal y otros útiles accesorios.

La lezna se emplea universalmente. Es un objeto tan sencilloque resultaría vano intentar trazar su historia. Para realizar lafunción de la lezna, normalmente se han utilizado raspas de pe­ces, huesos puntiagudos (446) o espinas; las leznas propiamentedichas, enastadas de forma que sirvieran para coser el cuero,aparecen en el estado artesanal, con la especialización de losguarnicioneros, maleteros y zapateros de Europa, el Mediterrá­neo, Oriente Próximo, la India y Extremo Oriente.

La aguja es más importante. Sólo por satisfacer la lógica clasi­ficatoria, podemos agruparlas en agujas con entalladuras (467),con acanaladuras (468) y agujas con ojo (469), resaltando el he­cho de que esta última, la más perfecta de las tres, es la queofrece los testimonios de mayor antigüedad. En efecto, se hanhallado en nuestras extraordinarias cavernas de Lozére en losPirineos, agujas de huso de la Edad del Reno, largas y finas comolas fuertes agujas de zurcir actuales, con un ojo hecho con granhabilidad. Basándome precisamente en la abundancia y perfec­ción de dichas agujas, puse en duda' hace algunos años7 la arrai­gada leyenda del hombre de Cro-Magnon ligeramente arropadocon piel de algún oso recién despellejado. El hombre de la Edad

7 La civílisatíon du renne, París, Gallimard. 1936.

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del Reno Cosía mucho, a .uz ar .encontradas en sus cavenlas g por I~ gran ~an!Idad de agujasquiere decir a priori q , y~ ademas, cosia bien, lo cual no

, , ue con,ecclOnase d .No sabemos nada acerca de su indum pren as complIcadas.poner que el clima riguroso le obli . entana, pero podemos su­en cubrir cada uno de su . blgana a emplear todo su talento

, s rnlem ros.ASI pues, la distinción ent I d'fi

te práctica La mas rudo it: as I erentes agujas es puramen_. .' tmen ana ernple d . l

Amenca tropical se f: b . ' a a especia mente ende una hoia de ag'ave" a nca"darrancando una espina terminal

, ycoglenoaco("largas de su envoltura De t d n muacion algunas fibraste de aguja e hilo. La' es e mo o, se dIspone simultáneamen_mente en el Mediterr ~guja con entalladuras se empleó antigua-

anea; conocemos . .encontrados en la base de I di vanos ejemplos de ellasd . os Se Imentos de T L .e agujas se encuentran en roya. os tres tiposfico actual y antiguo: el la ~~m~~c::ospuntosdel norte del Pací­les actuales poseen la aguj pd ~ istoríco y todos los esquima.lladuras es utilizada por l~s:S ~:oIcon ojo; l.a aguja con enta­Kuriles como en Alaska h

qha es tamblen, y tanto en las

,un ueso ueco de . . hveces de aguja hueso que l un pajaro ace lascuyo canal pasa el hilo. ,genera mente, es el cúbito, a través de

En este estudio no tenemos entuyen un medio temporal cuenta los alfileres, que consti.además accesorios de l . dPara urur dos piezas flexibles y son

, a In umentana' - d 'nar los alfileres que sirven hil ,pero SI ebemos mencio-como los que se usaron d para I vanar: alfileres de espinas

urante mucho ti ,alfileres japoneses con la be lempo en Bretaña, o loscascabel para evit~r olvidar~~s e~al guam~cida de un minúsculo

El dedal no es un accesorio i ~ren a una vez acabada.sustituye por un trozo d . l n spensable; a menudo se lemano. Los esquimales e piel, que se coloca en los huecos de lael Extremo Oriente a~booseSedn ~nfldedal de piel (470), al igual que

E ' e in uencia china (471)ntre los accesorios de la costura .'

utilizado en Extremo Oriente l podemos citar el bastidor,los pueblos árticos desde L ' Y~ ehstuche (472), de uso común a

apoma asta los esquimales.

El bordado. Podemos dividirlo en b .do de piezas añadidas (ca . ro ordado de hilos y borda-

Y h descn rno SI ruese taracea).a se a escnto en nume b .

do de hilos' basta pues, e rosas o ras especIalizadas el borda-. ' , on orecisar que sus _ .

son el Oriente musulmán E zonas caractens!Icasinfluencia china. ' uropa central, RUSIa y el territorio de

242

Estrictamente hablando, el bordado de piezas añadidas esmenos artesanal. Se practica fundamentalmente en todo el nortede Europa, de Siberia y América. Podemos mencionar tambiénuna zona secundaria que se extiende desde China hasta las islasde la Sonda. Consiste en coser sobre un fondo algunos recortesde colores diversos y, más recientemente, de cuentecillas de vi­drio. Es un tipo de bordado que abunda mucho entre los esqui­males, los chukches y los camchadales: yuxtaponen trozos depieles o pellejos de pájaros para adornar sus vestidos; pero losejemplos más característicos están representados por el vestidode los ainos (473) y las blusas de piel de salmón de los goldes(474) del Amur cuyas piezas muy delicadas de piel teñida enazul son recortadas sobre patrones de corteza y cosidas muy fina­mente sobre el fondo azul del vestido.

Los tejidos

Entre un cesto y una pieza de tela hay una distinción prácti­ca, inmediata, de sentido común. Si se observa con atención,dicha distinción se funda en primer lugar en la forma, el uso y elaspecto exterior, después, y en menor grado, en la materia, peronunca en los rasgos elementales de la técnica. Efectivamente, larafia puede ser la materia prima de un cesto o de una pieza detela; sin embargo, el primero está clasificado como un objeto decestería, mientras que la segunda es un producto de tejeduría.Las fibras de un cesto pueden estar entrecruzadas de maneraidéntica a las de una tela, pero no se incluyen en una mismacategoría técnica. No obstante, examinada con atención estaidentidad resulta palmaria; las distinciones entre la cestería y latejeduría son fáciles de admitir, pues obedecen al sentido común,pero debemos preguntarnos si el especialista no se ha ceñido aellas con demasiada fidelidad y buscar las causas profundas de suadhesión a tal punto de vista.

La separación resulta clara a primera vista: la cestería es launión de fibras de gran calibre por medio de las manos, parafabricar un recipiente, mientras que la tejeduría es la unión defibras finas en un telar para confeccionar una superficie plana.Pero ¿qué actitud se debe tomar ante la unión de fibras realizadacon las manos para hacer una superficie plana? Son numerososlos casos que se ajustan a estas características: un tabique delistones de bambú será considerado como un trabajo de cestería,

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y como una labor de tejeduna la urdi 'bastidor, pero si se trata d h mbre de hilos tensos en unbü sobre una urdimbre de

ealac~runa estera con listones de barn­

denominaremos dicho trabag~ on puesta en un bastidor ¿cómo'S d JO,/, e pue e establecer una divi '.

de cestería a base de heb I ISlOn categórica entre un trabaiobi ras retorcIdas y te iid "

len retorcida practicados pI' un 11 o de trama tam-c~sto en el que las hebras salt~~ ~0~11lsmo pueblo? ¿Y entre untejido cuya trama salta dos hil d montantes sobre cuatro y elcados ambos en una misma os. e urdimbre sobre cuatro fabri-DI' , región geográfica?

e os distintos argumentos d ' '.aducirse, dejaremos a un lado I e ~ntIdo común que podríanel aspecto; y con respecto a la :::tpnnclpales: la forma, el uso ylo relacionado a los medios d enasolo nos quedaremos Conde bambú y un hilo de alg do e tratamIento especiales: un listónun tejido en las mismas coa °dn no pueden servir de montantes a, id n iciones pues 1

ngi o, necesita de un sostén y I 'd uno, a ser bastantedar, Estos dos rasgos dan I~ are otro ebe sujetarse en un basti­tejeduria, correspondientes agu a \as subdIVISIOnes de ces/erra yengloba a todas las formas d na edos general de los tejidos, quelelos, pues en el empleo d e u~r os piezas de elementos para­hilos es donde se hall I difen astidor para tensar o colgar los. ' a a I erencia entre I t ied .

na, Independientemente de la a eje una y la ceste-mas así al orden establecl'd malnera de entrelazarlos, Volve-d o por e sentido ca . ,

o por la percepción de una id ,mun, pero ampha-encuentra en la búsqueda de losmad superior. Esta última seque la naturaleza ofrece d fi edios para entrelazar fibras

e arma índepend¡ t ' 'cU,enta que la única salida es la de len e, t~11lendo enprimeros elementos de clasifí '. cruzarlas entre SI y que los

, I cacion vierten ds dciones que se manifiestan en la a os por las varia-

Desde el punto de vista de manera de cruzarlas,fibras que se han de I las condICIones de trabajo las

, ca ocar en dos 'tratar SImultánea o suc ' capas cruzadas se pueden

eSlvamente En I 'en la base, y ambas capas se ,e pnmer caso, se alinean, 1 cruzan en dia I I 'SI os elementos san fuertes go~a a eje de la pieza:

nal (485); si son finos un~ ~esulta un trab~o de cestería diago­caso, se coloca una primera renza

d(450 a 452), En el segundo

h b capa e forma pe diom ros del ejecutante' las p' d l rpen icular a losd ' rezas e a otra e . -

o una a una con estas iezas fii . apa se iran cruzan­elementos fuertes la prí p fijas. SI Se hace el trabajo Con

, nmera capa se d .segunda hebras y listones' estos . uencrmna montantes y lamente a la cestería. Y si el 'trab . termInas se aphcarán general-

ajo se reahza con elementos fino~ ~

la primera capa, extendida en un bastidor, recibe el nombre deurdimbre, y la segunda es la trama; encontraremos los mejoresejemplos en tejeduría,

A estos primeros elementos que dan la posición relativa de lasdos capas hay que añadir las características del entretejido,

La más sencilla consiste en lo siguiente: después de colocarlas dos capas cruzadas una sobre la otra, se van atando los ele­mentos dos a dos por medio de un tercero; se trata de la técnicade capas superpuestas, en la que no se trabaja mediante entrela­zado, sino por superposición, No se utiliza en tejeduría, y muypoco en la fabricación de objetos de cestería, 10 cual se explicapor la dificultad de mantener cruzadas las dos capas para unirlascon unas cuantas tiras; conocemos algunos objetos de cesteríamelanésicos (475) que ilustran dicha técnica, En cambio. la cons­trucción de paredes y suelos de las viviendas ofrece múltiplesejemplos (476). que, es lógico, no podemos apartar de los tejidos.

Los demás tejidos se hallan comprendidos en los tejidos decapas entrelazadas: los elementos de una de las capas pasan su­cesivamente por encima y por debajo de los elementos de la otra,Consideramos (es, además, el caso más corriente) la primeracapa (montantes o urdimbre) como pasiva, compuesta de ele­mentos fijos que serán prácticamente rectilíneos. Los elementosmóviles de la segunda capa (hebras o trama) se entrelazan de tresmaneras:

l.' Cada elemento móvil gira en espiral alrededor de los ele­mentos fijos, Estamos ante la cesteria con hebras espirales (477) oel tejido con trama espiral (478). es el tul de nuestra tejeduría eu­ropea.

2.' Los elementos móviles se van torciendo por pares alrede­dor de los elementos fijos, Se trata de la cesteria retorcida (479) oel tejido retorcido: en el caso de la gasa. la urdimbre (480) no estáretorcida completamente; en el tejido con cartones (481) lo estátotalmente, y la trama está retorcida en los restantes casos (515),

3.' Los elementos móviles pasan sin torsión por los elemen­tos fijos (es la forma usual): cestería tejida (482) o telas tejidas(482).

Disponemos de este modo de una serie de características que,por el momento, no implican ninguna separación entre la ceste­na y el trabajo de los tejidos. La primera serie se basa en laposición fundamental de las capas, la segunda en los rasgos fun­damentales del entrecruzado. Se puede precisar un poco másfijando una tercera serie según el número de elementos fijos que

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son cogidos o saltados por los elementos móviles. Así se preparala armadura del tejido. Aunque la mayoría de estas últimas ca­racterísticas sean comunes a la cestería y la tejeduría, producenefectos ópticos tan particulares que las estudiaremos por separa­do en los respectivos apartados de cada técnica. En todas lascombinaciones adoptaremos el término de armadura de I cogi­do, 1 suelto, l cogido, 2 sueltos, etc, que completaremos con lanomenclatura usual: armadura tela, cruzada, asargada, etcétera.

Lo esencial de lo que se puede decir sobre los tejidos (cesteríay telas) es común a todas las técnicas cuya finalidad es el entre­cruzado de dos capas y los detalles que las diferencian son secun­darios. La principal objeción que puede hacerse, fundada en elaspecto superficial de los productos, sólo resulta válida en lo quese refiere a la clasificación de dichos productos y no de su técni­ca: estableceremos diferencias formales entre un cesto y una tela,cuando el objetivo sea el estudio de los recipientes o las prendasde vestir; pero, desde el punto de vista exclusivamente técnico,no creemos que eso sea importante. La objeción que puede pre­sentar el especialista, fundada en la ausencia del telar en el casode la cestería y la utilización, por el contrario, de dicho objeto enla confección de tejidos, es digna de consideración pero secunda­ria. Lo principal es la labor de entrecruzar elementos textiles; lasherramientas usadas para ello no son más que medios: dada surigidez, las fibras gruesas no necesitan ni de bastidores ni, a causade su calibre, de dispositivos para moverlos; por el contrario, loshilos finos precisan de un bastidor donde poder tensarlos y dedispositivos que (de una vez) muevan los numerosos elementosde una urdimbre. Es tal la primacía del entrecruzado sobre elmedio de obtenerlo que, de un lado, no se puede afirmar deforma general, cuando se examina una tela, qué tipo de telarsirvió para fabricarla; y de otro, que, simplemente con una ur­dimbre puesta en un bastidor y una trama hecha hilo a hilo conlos dedos, no sólo se pueden reproducir todas las combinacionespermitidas por la mecánica del telar, sino también algunas for­mas impracticables en los telares, formas por las que la etnologíasí suele interesarse.

La cestería

Ya hemos hablado más arriba del trabajo de cestería a basede capas superpuestas; se trata de una técnica utilizada en parti-

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cular para construir paredes, pantallas, suelos o tejados de las vi­viendas.

Cuando los elementos se manejan simultáneamente, recibe elnombre de cesterta diagonal, que, en el vocabulario de los ceste­ros corresponde al trabajo de gancho, cruzado y trenzado.

Debemos mencionar en primer lugar, ya que se trata de latécnica especial de la cestería, el cruzado con tres elementos(483), intermedio entre la cestería de capas superpuestas y lacestería tejida. Las dos capas diagonales se recubren sin entrecru­zarse, y las hebras de una tercera capa sirven de cohesión cogien­do todos los elementos de una diagonal y dejando sueltos todoslos de la otra. Mediante este procedimiento se hacen cestos cala­dos, que podemos encontrar, sobre todo, en América tropical, elAmazonas, Indonesia y en toda la zona de influjo chino (China,Indochina, Corea y Japón).

La diagonal con dos capas entrecruzadas (trenzado de la ces­tería) presenta las principales variedades de armaduras:

1 cogido-I suelto (armadura-tela diagonal) ofrece testimoniosen Occidente, Asia menor, Asia oriental y extremo-oriental, Me­lanesia, América tropical y Columbia británica. En trabajo apre­tado (484), se hacen cestos, paneles de construcción (ExtremoOriente e Indonesia), sandalias (Japón) y esteras (Nuevas Hébri­das); en trabajo suelto (485), chozas (Extremo Oriente y Américatropical), tamices y piezas aislantes del vestido (Corea y Japón); yen trabajos finos, bolsos, esteras y rebenques.

2 cogidos-Z sueltos desprendídos de un elemento en cada fila(armadura cruzada diagonal) es el método característico de lacestería del Pacífico asiático, desde Corea hasta Melanesia. Seemplea, sobre todo, para los trabajos apretados (486) de cestos,chozas y paneles. Con esta última forma, dicha armadura se uti­liza para construir tabiques, cercados y techos de carros desde laIndia hasta Manchuria y Melanesia.

3 cogidos-3 sueltos desprendidos un elemento en cada fila esla armadura menos frecuente, derivada de la anterior y atestigua­da de manera esporádica en los mismos lugares. Asimismo, po­demos encontrar armaduras del tipo 4 cogidos-e sueltos o com­puestos aberrantes (487) que sólo tienen el interés de ser varian­tes. La armadura a base de 1 cogido-2 sueltos desprendidos de unelemento en cada fila (armadura asargada diagonal) no se sueleutilizar; no obstante, los objetos de cestería de las islas Salomónson' un buen ejemplo de este tipo.

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La cesteria espiral. En el presente apartado resulta necesariohacer una precisión importante. Los manuales suelen hablar dela «cestería espiral» como propia de los pueblos más primitivos;se trata ya de una verdad adquirida y transmitida con fidelidad apartir de una constatación correcta, pero que se ha ido exten­diendo progresivamente sin demasiada discriminación. Cuandoobservamos unos cuantos objetos de ese tipo, confeccionadospor los grupos preartesanos de Oceanía, África, Alaska o Améri­ca tropical, dan la sensación de ser fruto de una misma técnica(488): es el punto de partida de la generalización. Pero si se hacela disección de estos cestos, veremos que se pueden descomponeren cuatro series irreductibles:

La espiral de capas superpuestas, de Melanesia (475); la espi­ral auténtica. de Africa (Angola, por ejemplo), Oceanía (islas Sa­lomón), esquimales, Corea y Japón (490); la espiral de hebrasretorcidas, del Japón y Alaska (491), y la espiral de hebras teji­das, del antiguo Egipto, América del Norte, Amazonas, El Cha­co, Africa oriental, Rodesia, Corea, China y Japón (492).

La cestería «en espiral» se considera como un grupo distinto,poseedor él sólo de todas las divisiones conocidas: capas super­puestas y hebras espirales, retorcidas o tejidas. La nota común atodas estas formas es la armadura y los montantes sustituidosaquí por una larga espiral'. Este punto no ha sido claramentereflejado en las clasificaciones, pero lo que se les ha escapado porcompleto es que esta técnica corresponde geográficamente a laalfarería con rodillo en espiral (véase pág. 196), constatación másimportante, ciertamente, que cualquier otra, ya que pone de ma­nifiesto una vez más la estrecha dependencia de las técnicas lainfluencia del medio en la materialización de las tendencias. '

Es preciso constatar que en estos trabajos de cestería, losmontantes son horizontales (489) y las hebras verticales (a laInversa qu~ en las formas usuales), y en segundo lugar, dejar ensus respectivas series las espirales retorcidas y las tejidas, con elfin de examinar en dichos objetos de cestería, como unidad clasi­ficatoria, sólo los de tipo fabricados con hebras en espiral.

Debemos citar dos casos más en el presente apartado: la ces­teria en espiral cosida, con testimonios en África del norte (493)y en Extremo Oriente (una trenza enrollada en espiral y cosida

8 Después de la primera edición del presente trabajo, H. BALFET publicó unac1asi~cación de la cestería similar a ésta en sus líneas generales, pero mejoradaconsiderablemente al añadir la cestería en espiral. H. BALFET, «La vannerie. Essaide classification», L'Anthropologie, t. 56, n.o 3·4, 1952, págs. 259-280.

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con hilo también de forma espiral) y la cestería de forma e~piralcon una sola capa (494), esporádica en el Pacifico y utilizadafundamentalmente en Corea como una prenda mtenor para quela piel no esté en contacto con la ropa durante el verano.

La cesteria con hebras retorcidas. Éste es un tipo que :espon­de a dos necesidades: mantener siempre a la rmsma dlst~nClaunos montantes rígidos (495) o juntar unos montantes flexibles.Los ejemplos del segundo caso se hallan agrupados alrededor delPacífico y responden en gran parte a una forma de tejeduría quefue practicada en numerosos puntos de América. SIn embargo,hay muestras del primer caso por todas partes. Al fabncar obje­tos de cestería de esta clase, como las nasas, vallas y cestos cala­dos resulta necesario juntar los montantes mediante hebras muyespaciadas que no se muevan, lo cual parece haber determmadoque se retuerzan dichas hebras. Esta solución, casi inevitable,explica la presencia universal de objetos de cestena calados, cuyaarmadura se sujeta con hebras retorcidas de dos en dos o de tres

ffi~ fl'blPor la misma razón, se hacen los objetos de cestería eXI escon hebras espaciadas por todo lo largo del Pacífico, desde elJapón hasta Alaska (496); pero en América, donde abundan l~sobjetos de cestería con hebras apretadas (Alas~a: Columbia britá­nica los indios de las Grandes Llanuras, Amenca tropical y Ar­gentina), el influjo reciproco entre la tejeduría Yla cestería o másbien la unidad fundamental de ambas técnicas tienen la siguienteexplicación (497): la armadura de una capa y la de un cesto(hechos ambos a base de cuerdas) de los kwakiutl de la Columbiabritánica no se diferencian en nada.

Una excepción digna de mención es la cestería con montantesy hebras retorcidos, empleada en la fabricación de esteras por los

kwakiutl (498).

La cesteria con hebras tejidas. Es el procedimiento más.utili­zado en la confección de cestos; se pueden encontrar con facilidadnumerosos ejemplos en todas las partes del mundo, con mayorfrecuencia entre los grupos de tipo artesanal de Europa y ASIa.

Aunque en apariencia parezca la más sencilla, es una vaned~dpracticada por pueblos realmente hábiles en el arte de la .cestena,las combinaciones más ricas se hallan entre Malasia, China y Ja-

pón. b d 1La armadura más corriente es la que se hace a ase e

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cogido-I suelto (armadura-tela), que, tanto en los trabajos sueltoshebra en los apretados, es la más adecuada para el empleo de lasI ebras de bambú partidas, Exceptuando Asia y Europa, así comoos ejemplos afncanos -que pueden ser tardíos- la encontra­mos entre los pueblo,' pre o protoartesanos (andarnanes, Colum­bia bntamca y Amenca tropical) asociada generalmente a lasvanedades en forma de espiral o retorcida,d ia armadura a base de 2 cogidos-2 sueltos (cruzada) o] cogi­

0- sueltos (asargada) son poco frecuentes e inspiradas en lacestena diagonal (pantallas y esteras); los principales ejemplosson de Extremo Onente (499),

La c~stería tejida ofrece una particularidad que es tambiéncaractcrtstica de las telas tejidas, Cuando una de las capas es másflexible que la otra, se la puede apretar hasta el punto de recubrir~talmente el campo del tejido: se trata del elemento en exceso

or lo que respecta a las telas, puede haber trama o urdimbre e~~xceso, mientras que en la cestería la rigidez de los montanteslimita normalme~te esta particularidad a las hebras (500), Es unprocedimiento utilizado en los objetos de cestería corrientes deEuropa y Extremo ()riente, y sobre todo, en la cestería de tipoespiral con hebras tejlda~ (492), especialmente la de los africanostanto actuales como antiguos,

Por último, podemos considerar las sandalias de paja del Ex­tremo,Onente (50 1) como un intermedio entre la tejeduría y la~estena: Se trata en apariencia de un trabajo de cestería con he­

ras tejidas en exceso" pero, dado que en su fabricación se em­plea un telar muy rudimentario, debemos considerar dicha for­ma como cercana a la tejeduría de telas

Para t~rminar con la cest~ría, qued~n por estudiar dos mo­mentos cnncos de la fabricación: el principio y el final. La faseque requiere los mayores cuidados y habilidad manual es la decomenzar el fondo de un cesto: generalmente, en la cesteria dia­~onal o recta los montantes se cruzan; y la espiral, en la cestería

e este tipo, se engancha o bien se deja recta, Los bordes semeten, salvo en algunos procedimientos raros en los que se deiansueltos (502), volviendo las hebras hacia el fondo, Podemos ~is­tmguir, con las debidas vanantes, los siguientes tipos: borde vuel­to tejido (503), vuelto retorcido, combado (505) trenzado (506)atado (507), , Y

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La tejeduría

Mientras que en el trabajo de cestería sólo había que conside­rar el entrecruzado de las hebras, en el de tejeduría hay queañadir al estudio de las armaduras el de los telares, El hecho deque los hilos sean tenues Y flexibles no sólo hace posible, sinotambién necesario, el empleo de dispositivos que permitan ten­sarlos y manejarlos en capas; por consiguiente, la clasificación delos tipos de tejidos debe ir paralela a la clasificación de los telares,Pero ambas series no se pueden superponer: salvo en lo referentea los telares más modernos de la industria europea (y esto es muyrelativo, por otra parte), cada tipo de telar no corresponde a untipo de tela, y a la inversa, no podemos determinar, a priori, lanaturaleza del telar sólo con examinar una tela, Esto es tan ciertoque desde hace muchos años los especialistas vienen tratando eltema de los restos de tela de las ciudades lacustres o de las mues­tras egipcias sin haber proporcionado el plano de los telares utili­zados por aquel entonces, o mejor dicho, cualquier plano presen­tado por un especialista es rechazado inmediatamente por elgrupo de especialistas contrarios, Lo anterior se debe a que casise puede fabricar todo tipo de armaduras en un simple bastidor yúnicamente con el trabajo de los dedos o en cualquier telar aña­diendo a la mecánica el refuerzo manuaL Los tejedores, al menosaquellos que en todo tiempo y lugar han trabajado para la altasociedad, poseen una paciencia y habilidad asombrosa, y sus te­lares casi nunca tienen nada que ver con sus productos, Así pues,na se puede establecer ninguna progresión; el telar más compli­cado no corresponde necesariamente al producto mejor: aún sonlas cimas de nuestra tejeduría el método gobelin, completamentemanual, y el jacquard. totalmente mecánico,

En el caso de las telas hacemos la division ya propuesta parala cestería: telas diagonales y telas rectas. Y las mismas subdivi­siones: en espiral, retorcidas y tejidas.

Las telas diagonales. Están representadas por las trenzas ycordoncillos, de los que ya se ha hecho una ligera mención alfinal del capítulo dedicado a la hilatura (450 a 452). Los telarespara hacer trenzas son simples armazones que sostienen el extre­mo de los hilos. Los de África del norte y Oriente Próximo (508)tienen un peso para asegurar la tensión; en Extremo Oriente, latrenza plana se hace en un telar en el que el varal se acciona con elpie (509), y la trenza hueca, en un palo vertical (452),

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Las telas rectas. Normalmente se define el trabajo de tejedu­ría como el entrecruzado de hilos de una capa de urdimbre, colo­cada al principio en un armazón, y de los hilos de una capa detrama que se van introduciendo uno tras otro en la urdimbre.

La operación previa más importante consiste en preparar laurdimbre; varían mucho los medios de hacerlo, pero general­mente se reducen a hacer girar el hilo entre dos puntos fijos quedistan el uno del otro lo mismo o la mitad de la longitud de lafutura pieza. En África, los hilos se ponen a menudo entre dosestacas, sin colocarlos en capa; en Europa, generalmente se les dala longitud de la capa futura, metiéndolos en los dientes de unalarga pieza con forma de rastrillo; en Indonesia y Oceanía soncolocados en capa sobre tres o cuatro estacas; y en la mayoría delos lugares, se ponen directamente sobre el bastidor del telar,cuando éste es de poca longitud.

La urdimbre puede ser corta, si los hilos no tienen más longi­tud que el telar; continua, si vuelve por debajo; su longitud es,entonces, el doble que la del bastidor (es el caso de la mayoría delas telas americanas); y larga, si se enrolla en una de las puntasdel bastidor (es el caso de todas las telas que se enrollan en lostelares con bastidor), o bien se estiran por encima del suelo (enlos telares sin bastidor).

La terminología de la tejeduría, exceptuando los nombres delos elementos especiales, se ha tomado del telar que se ha venidousando hasta hace pocos años. Anticipándonos por necesidad,estableceremos desde abara los términos usuales (510).

En los dos extremos del bastidor hay dos piezas, generalmen­te cilíndricas, que pueden girar o bloquearse mediante un meca­nismo muy sencillo (trinquete, barra o freno): se trata del enjulio:(a), en el cual se va arrollando la urdimbre, y el antepecho (b), enel que se arrolla la tela tejida. Entre el enjulio y el antepecho seencuentra el aparejo (e) que comporta todos los órganos median­te los cuales se levantan los hilos; en los telares más sencillosestos órganos son dos filas de lizos sostenidos por cuatro listones(las viaderas). Los lizos, suspendidos de un balancín, se muevenascendente y descendentemente; dicho balancín puede ser unalerón o una polea (d) sujeta en la parte superior del bastidor.Dos pedales tiran de los lizos alternativamente: se trata de lascárcolas (e). Los hilos pasan por los eslabones de los que estánprovistos cada uno de los lizos, y el movimiento alternativo abreentre ellos un espacio, el paso, en el cual se introduce el hilo detrama. A estos órganos esenciales se añaden, entre el enjulio y los

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lizos, el rastrillo de distribución (1) que regulariza la separación ytensión de los hilos; enre los lizos y el antepecho se halla el canal(g), donde está fijado el peine, que amontona los hilos de laurdimbre en cada uno de sus movimientos los cuales reciben elnombre de pasadas. El hilo de la trama se arrolla en la canilla,que está colocada en la lanzadera (h).

Con esta escasa nomenclatura basta para hacer inteligible elfuncionamiento de cualquier telar. Por lo que se refiere a lastelas, la terminología se puede limitar a las armaduras funda­mentales. La armadura-tela (511) I cogido-I suelto, armaduracruzada (512), 2 cogidos-2 sueltos, y armadura asargada (513) Icogido-Z sueltos o más. Las telas son sencillas cuando las combi­naciones fundamentales de 1, 2, 3, 4 Ymás son suficientes paraproducir los adornos; y labradas, cuando con medios suplemen­tarios se levantan los hilos de manera irregular para producir avoluntad dibujos que no estaban previstos en el juego de loslizos. Las telas labradas (el brocado, por ejemplo) requieren ope­raciones manuales especiales para sacar los hilos suplementarios;de ahí, el nombre de telar de cintas que aplicamos en este estudioa todos los telares, por sencillos que sean, que sirven para produ­cir, además de las telas sencillas, las telas labradas.

La primera division de los tejidos engloba la cestería y laslelas en espiral. Éstas son casi inexistentes, aunque el ejemplocaracterístico de este tipo de telas lo tenemos en el tul, que sehalla limitado a la industria europea, y en algunos procedimien­tos accidentales de labrado de los adornos muy estrechos, en losque un hilo de trama de color va rodeando a unos cuantos hilosde urdimbre.

Las telas retorcidas, por el contrario, abundan en América;uno de sus productos más interesantes es la capa de los indios dela Columbia británica (515), en la que los dibujos al estilo de lostotems se hacían retorciendo los hilos de color en una urdimbrevertical. La armadura de estas telas americanas es muy sencilla:lo más frecuente es que se estiren el enjulio y el antepecho pormedio de cuerdas; incluso a veces, la urdimbre cuelga del bordeinferior. No siempre hay aparejo ni canal. Entonces, se tira delos hilos, uno a uno, con las manos, y la trama se va pasando dehilo en hilo a un ovillo o a uha varilla. Al ser extremadamentelento, es un procedimiento que permite realizar todas las combi­naciones posibles de adornos. Aplicado a las telas tejidas, se pue­de conseguir con él la combinación de las más variadas armadu­ras.

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En Eurasia, las telas retor .d .nica casi desaparecida de la ~I .a; es~an representadas por la téc-Gennep, en una excelente m eje una con cartones. Amold vanpleto este tema 9 El t I onograña, ha agotaáo casi por com­dimbre entre do~ pu:t~~ ~~omuy sencillo (516): se tiende la ur­cuatro agujeros de una seriede cada hilo pasa por uno de loslizos; los cartones hacen un gir~ ~a~05~es que sustituyen a lospaso, y cada hilo aparece en la rfi . ,con lo cual se abre elpasadas. Al princi io es Supe rete una vez por cada cuatroda (1 cogido-2 suJto~ o ~~s;elar q~e presenta armadura asarga,nos geométricos muy variad ,co~ 0

1cual se pueden hacer ador,

tón por separado adornos I~~' edIncuso, si se maneja cada car­posibles. Pero la rotación de I ra os de las formas más diversasdimbre cuatro por cuatro y en~s cartones tuerce los hilos de ur­dos elementos de espiral: de e ~nces cada pasada se coloca sobrecan ur.dimbre retorcida bastant, e modo, se confecciona una tela

e vistosa (481). No es u~a técnica que se pueda aplicar fácil .

veinte o treinta cartones (80 120 hil mente con mas depara las telas muy estrechas: ~a'a \OS), po~ lo que se utilizasensación de ser mu anti . J S, ga ~nes, CInturones... Da lamucho en el transc~rso J~~~:n.~ualqul~r caso, se ha extendidoEuropa (hasta el extremo nort u~mos siglos: el Mediterráneo,hasta la península malaya. Pr:~~bl~la menor y ASia meridionaltos actuales de la tejeduría con rt mente, los mejores produc­y Birmania. ca ones son los galones de Siam

Las telas tejidas. Al igual .mismo nombre, este tipo de te?::se en el trabajo de cestería delque, sin torsión, pasa altemativam:~ caractenzan por su trama,de los hilos de urdimbre Prer-i .te por encima y por debajoseparación de los hilos es d recrsan siempre de un dispositivo depecho o una barra horizont:~lden~~esitanpor lo menos un ante­más frecuente es que el otro extr C~all pende la urdimbre Lodo en el conjunto o atado a una emo e a urdimbre esté sostení­tensión de la urdimbre indo est~ca can objeto de asegurar lalevantados. En la maY~ría d:PI~nsa le cuando vuelven los hiloscomplicación creciente para levasn~::~s, s~'lutll~za Unaparejo de

Aún no se ha realiz d . os I os e urdimbre,según su armadura qu: r~s~~~ ~Iaslf~ación de las telas tejidas,maduras fundamentales se halla o su Idclentemente útil. Las ar­

n en to as las partes del mundo;

9 Le !issage aux carta . ~nJ, Neuchatel, Delachaux et Niestle, 1916.

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resultaría de poco interés tratar de ellas con relación a los telares.Éstos, en cambio, se conocen gracias a las numerosas piezas demuseos y las descripciones de los viajeros. Por desgracia, los hilosde las piezas de los museos a menudo están muy entrecruzados,las distintas piezas montadas un poco al azar, y casi siempre, lasdescripciones de los viajeros son, a todas luces, insuficientes. Porlo tanto, está lejos de ser completa la historia de los telares. Noso­tros hemos adoptado una clasificación provisional, basada en lostipos de telares; en ella damos una seríe de informaciones sobrelas armaduras más usuales de los telares estudiados. La progre­sión es puramente morfológica: telar sin lizos, telar de pesas,telar con un juego de lizos, con rejilla, con dos juegos de lizos,con más de dos juegos y telar de cintas.

Los telares sin lizos se extienden en un bastidor, por el que seva pasando el hilo con los dedos, según el procedimiento de losGobelinos, que ha valido a dicha técnica el apelativo general degobelin. Hay que pensar en las telas sobre bastidor con tramacontinua y separar el punto anudado de las alfombras orientales.Sin embargo, son numerosas las relaciones entre el método gohe­lin y el punto anudado; no hemos creído necesario crear unnombre especial para estos últimos procedimientos; basta condenominarlos telas con trama anudada. El punto anudado (517y 518) es propio de los grupos islámicos de Asia central; se ex­tiende por el oeste hasta los limites africanos del Islam, y por elsur hasta la India. En el este, ha sido adoptado en la China delNorte a través del contacto con los tapiceros de Asia central y, yamás tardíamente, ha llegado hasta Indochina. Se relaciona con elmétodo gobelin tanto por el bastidor de montaje como por losadornos, conseguidos mediante la proximidad de elementos detrama con colores variados, cada uno de los cuales sólo ocupa lasuperficie del dibujo. El punto anudado fue precedido por elglobelin en los mismos lugares de. su antigua difusión y, aunqueno poseemos pruebas materiales, podemos suponer que el puntoanudado es una variante del gobelin.

El método gobelin se extiende por dos zonas independientes:Eurasia, por un lado, y la América central y meridional, por otro.Por lo que respecta a Eurasia, alcanzó en Bizancio su períodomás brillante; tuvo su centro en él y siguió durante siglos alrede­dor del Mediterráneo; se imitaron sus adornos en las telas labra­das en telar de cintas del medievo italiano. En cuanto a ExtremoOriente, no se difundió con tanta facilidad a causa de la existen-

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cia muy antigua del telar de cintas chino; únicamente la técnicamixta del Ko-sseu puede considerarse como un testimonio de lasrelaciones probables entre los extremos geográficos.

América, por su parte, debe al método gobelin las obras maes­tras del arte textil del Méjico y Perú precolombinos. La sencillezdel telar, un simple bastidor en el que se coloca la urdimbre,contrasta sorprendentemente con la fineza y complicación de lastelas, labradas con personajes y motivos decorativos muy varia­dos. El gobelin sobrepasó con mucho a las civilizaciones preco­lombinas; se le puede considerar como la forma típica de la teje­duría americana. Las telas labradas en bastidor, tejidas oretorcidas, se hallan diseminadas por todo el continente, desde elsur del territorio esquimal hasta el norte de Tierra del Fuego,tanto aplicadas a superficies grandes (Columbia británica), comolimitadas a bandas ornamentales, bolsas y hamacas (Américatropical); son testimonio de la unidad técnica de los tejedoresamericanos. El trabajo a base del método gobelin iba ligado fre­cuentemente a la trama anudada que servía para fijar en la telaplumas de pájaros.

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El telar de pesas (519) se funda en principios muy diferentesde los que rigen a la mayoría de los telares. Se utiliza casi exclusi­vamente para fabricar esteras y persianas. Está compuesto deuna barra horizontal, levantada por encima del suelo. Cada ex­tremo de los hilos de la urdimbre, normalmente escasos, se arro­lla en forma de ovillo sobre un peso, que suele ser un guijarro. Latrama está formada por laminillas de bambú, filamentos de pa­ja o tallos de cañas, que se colocan una a una en la barra hori­zontal; sólo con hacer que todos los pesos del borde exteriorpasen al interior, y después realizar la operación inversa, se cierrael paso; la estera va bajando de manera progresiva hacia elsuelo.

Esta forma de tejer tan sencilla es conocida en diversos pun­tos del mundo occidental, pero es característica, en la actualidadde la zona comprendida entre China y el extremo norte del Ja­pón, donde la emplean los ainos para confeccionar esteras quesirven para guarnecer las paredes de las chozas de cañas.

El telar con un juego de lizos es muy interesante; su forma esla más sencilla que pueda tener el telar que ha dado origen a lostelares industriales. Hay tres tipos de dicho telar (en África, Ex­tremo Oriente y Oceanía): telar horizontal sin bastidor (Oceanía,

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ainos), telar oblicuo con bastidor (d .SIal y telar vertical (África del norte)~sde el Japon hasta Indone-

Se basa en el siguiente prin . . .' .pares en la pasada, la tensión c~P~. s~se nra de todos los hilosnuevo a su posición primiti Ppo UCI a basta para llevarlos de(520) sólo con mantener se~:~ad~rIconslgUlente, se abre el pasoy el enjulio, pasar cada hilo de 1: c

asdos capas entre el aparejo

tirar o soltar alternativam te el Ii a~a inferior a un eslabón ylizos. El telar oceánico (52eln) e e IIsdton al que están sujetos los

. consta e enjuliurdimbre es continua Del . li I 10 Yantepecho, y sutrillo separador para ~ntre:Z~a~o(:) antepecho (520) está el ra.s­de telar de una fila la ba d ' un .~rgano especial propiosolo listón (e) el ~uchill~r7d) e separacton (b), los lizos en untelares rústicos 'y la lanzadera S" ~ue sustituy : al peine en loste se puede confeccionar con m a ayuua de los dedos únicamen­ra-tela. Idéntico al descrito e 10~ :e:ares.de una fila la armadu­bia el rastrillo de entrec s. e e ar amo (522), sólo se cam­dimbre es larga y está s~~~:"ento por un peine; además, la ur­julio. por una estaca en lugar de un en-

. El telar japonés de una fila (523) h dei ..cientemente. Tuve la ocasión d .a ejado ~e utilizarse re-últimos ejemplares, que funcionaexammar yo mismo uno de losOceanía, con la única particUlari~a~x~ctamente Igual al telar detelar de dos filas el en' uli a . e haber aprovechado delinteresante constatar la ~o~~i co~ ~dIlIo y el bastidor. Resultahasta los ainos a través de las Filii .geográfica, desde Melanesiatelar, cuyo único inconvenien pmas, China y Japón, de estede la urdimbre para que los h.~e es q~~ ~eqUlere una gran tensióninicial. 1 os ma a os vuelvan a su posición

En el telar norteafricano (524) podción muy diferente al . ernos observar una solu-. mIsmo problema' constí .

testimonio de las formas' d di ' onsntuye un valIOSOtendencia en pueblos muyl~1 e:n lentes que adopta la mismapara tapices (punto anudado eJ os e~tre SI. Se. trata de un telarde madera en el cual la u di °bgobelm), es decir, de un bastidor.' r trn re se extiend d f .

Los hilos pares se mallan en lo li . e e orma vertical,al q~~ una cuerda (b) arrastraSd~t~~:I:rlt~stn uSn solo listón (a),tensión moderada y la urdimbre e e ar. e establece unavarilla (c), aunque bastante fuerte. mas bien blanda. Sólo unaencima de los lizos. Basta con subi~ ~oge I~s hños Impares por(pares debajo), y con bajarla em .~ idol a, para abnr el pasoinverso (pares arriba)' la tra pujan o a, para abnr el paso

, ma se pasa manualmente. Es un telar

262

-quizá el más sencillo de los telares con lizos y claramente rela­cionado con el telar para tapices- que se utiliza para confeccio­nar albornoces bastos y da la armadura-tela.

El telar con rejilla aporta otra solución, bastante original, alproblema de la abertura del paso. En realidad, debemos hablarde dos tipos: aquel en el que la rejilla se mueve verticalmente Yel

telar de rejilla basculante.

La rejilla de movimientos verticales es, al parecer, muy anti­gua; se extiende desde Laponia hasta el Mediterráneo. Se utilizóen Francia hasta el siglo XIX. Por lo que respecta a Oriente,quedan muy pocas huellas de este instrumento; yo mismo pudever en la península malaya una rejilla absolutamente igual a lasnuestras; resulta dificil afirmar si se trata de un préstamo antiguoa través del Islam o de una importación relativamente moderna

debida a los navegantes europeos.Únicamente se le puede aplicar en la fabricación de telas muy

estrechas -galones o cintas-. Se compone exclusivamente deuna rejilla de madera (la de los lapones es de asta de reno), enla que una serie de ranuras verticales alternan con unos agujeroscolocados a media altura (525). En Francia, eran las mujeresquienes practicaban este tipo de tejeduría; la tejedora, que traba­jaba sentada, sujetaba con el pie una punta de la urdimbre y laotra con la cintura; sólo con mover un poco el pie los hilos setendían o distendían. En la mano izquierda apoyaba la paleta dela rejilla y con la mano derecha manejaba la lanzadera, que des­cansaba en su regazo después de cada pasada. Bastaba con levan­tar o bajar la rejilla para que los hilos pasados por los agujeros secruzasen con los que habían pasado por las rendijas.

La rejilla basculante todavía se usa en Japón para la confec­ción de esteras. Se tensa la urdimbre en un bastidor vertical (526)y pasa por las aberturas de la rejilla. Difiere de la nuestra en quecada rendija se va estrechando progresivamente hasta terminaren un agujero en la superficie opuesta; además, estos agujerosalternan a una cara Y a otra, de manera que, a simple vista, sucolocación parece idéntica a la de la rejilla de movimientos verti­cales; pero si a aquélla se le da un movimiento basculante, loshilos de las dos esteras se cruzan Ypasa la trama, que está com­

puesta de delgados tallos vegetales.

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El telar con dos juegos de lizos es el telar por excelencia; aquelal que nos referimos siempre que hablamos de tejeduría manual,ya que no ha desaparecido totalmente entre nosotros. Según misconocimientos, nadie se ha dedicado a trazar una historia com­pleta de esta máquina, que ha proporcionado a toda la civiliza­ción europea sus vestidos y sudarios durante un incontable nú­mero de siglos. Por lo demás, resulta tan dificil hacer esta historiacomo la del cuchillo, el caballo o el arco. Al tratarse de un temade importancia primordial, el telar de dos filas tuvo que seradoptado necesariamente por todos los pueblos tejedores que loconocieron; lo que no impidió que algunos conservaran sus anti­guos telares para usos especiales. En este estudio no podemoshacer un ensayo histórico; ya dije al comenzar el libro que única­mente se tomarían como ilustración los ejemplos de los que dis­pongo por haberlos visto practicar, porque los he practicado yomismo o estudiado con la suficiente profundidad como para queno haya ninguna imprecisión en su sentido técnico. Ahora bien,un estudio exhaustivo del telar habría sido suficiente para absor­ber la mayor parte de la actividad técnica de un solo investiga­dor. Por otro lado, nuestras fuentes habituales, cuando se tratade hechos antiguos (viajes, crónicas o miniaturas), son precariasen sus descripciones de un objeto tan complejo, y todo lo queaportan -muy interesante, y acompañado, además, de unaabundante crítica- no puede figurar en un ensayo general. Noshemos limitado, pues, a hechos muy generales; desde que lasfuentes comienzan a ser abundantes, es decir, hace unos diezsiglos, aproximadamente, se conoce el telar de dos filas en Euro­pa, alrededor del Mediterráneo, la India y Extremo Oriente, osea, la zona de máxima frecuencia del estado artesanal agrupadode las técnicas. En la actualidad, casi no hay ningún pueblo,salvo Oceanía y algunos puntos de América, que, entregado acti­vamente a la tejeduría, no posea el telar de dos filas. Para todosestos telares, resulta válida por completo la descripción termino­lógica expuesta al comienzo de este capítulo; bastarán algunosejemplos para ilustrar las mínimas variaciones de detalle.

En los telares europeos y africanos, el aparejo suele colgar depoleas más que de alerones: Los telares de la India, Indonesia,Indochina, China, Corea y Japón tienen siempre alerones (527)para la suspensión del aparejo y, a menudo, una cremallera pararegular el peine. En África, desde la costa occidental hasta Abisi­nia, la urdimbre da la vuelta desde el enjulio, por encima delbastidor, y se fija detrás del tejedor (528); en otros casos,

264

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-l-J~H-H--H-t-I+D J>-H-I++-f+ttHttttttt11Tttr

simplemente se alarga la urdimbre y se sujeta en una estaca (529).Normalmente, las cárcolas son paralelas a la urdimbre (510).

En África, el tejedor suele estar sentado en el suelo; las piernas lecuelgan en una fosa y los pies descansan en las cárcolas. Por loque respecta a África occidental y Extremo Oriente, a menudolas cárcolas son perpendiculares a la urdimbre, y en Malasia con­cretamente, son sustituidas por unas barras que penden de lalámina inferior de los lizos (527).

Con el telar de dos filas generalmente se confecciona la arma­dura-tela, y sólo se pueden realizar dibujos más o menos compli­cados si se tira de algunos hilos con la mano. Así pues, se hace eladorno mediante los colores de los hilos (franjas longitudinalesde urdimbre y franjas transversales de trama), el calibre de loshilos de trama (efecto de reps, por ejemplo), la impresión dealguna decoración en la urdimbre antes de empezar a tejer (pro­cedimiento frecuente desde Indochina hasta Japón) o la tensiónde los hilos (elemento en exceso).

Los telares de tres juegos o más son simplemente el desarro­llo del telar de dos filas; no hay nada esencial que los diferencie ano ser el hecho de que las hileras de lizos, más numerosas, co­rresponden a poleas, alerones y cárcolas suplementarias. El tipomás corriente, tanto en el mundo occidental como en ExtremoOriente, es el telar de cuatro filas, con el que se pueden hacer lastres armaduras fundamentales sin necesidad de cambiar el malla­do de los hilos (530). Si se marcan los hilos con las cifras 1, 2, 3,4, 1, 2, 3, 4, etc, cada hilo I es puesto en movimiento por lacárcola A, cada hilo 2 por la cárcola B, etc. Si se quiere obtener laarmadura-tela debe manejarse a la vez AC y después BD; AB,luego BC y CD, etc., para la armadura cruzada; y para la arma­dura asargada: A, luego B, C, D o todas las combinaciones en lasque se levanta a la vez un hilo solamente: el tejedor va viendo elrevés de la pieza. Es bastante considerable la cantidad de combi­naciones geométricas que se pueden obtener con cuatro filas; secomienza en la diagonal dibujada por los hilos desprendidos encada pasada (531), e invirtiendo un asargado A, después B, des­pués C y después D; en el orden D, C, etc, Se obtiene una espiga

(532). Si se mallan los hilos I 234 Ydespués la serie siguiente1234 ABCD

--'---- se va abriendo un rombo en las pasadas A BCD, y seDCBAcierra (533) en las pasadas D C B A.

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+-~+++..-J+-H'+ c

-HH-I-+H-+t+H-:B"-:H-+++H--t-IH-+-~

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cl+4-++++-H-f#++I++++t+t+t:B-!+l~#l~~N+tttl+#

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Tejiendo una malla A B A B en una parte de la urdimbreI 2, 3 4 I 2 3 4 '

luego en otra parte y por último I 2 3 4 van, A, B , ABCD DCBA

saliendo una sene de rombos rodeados de una línea gruesa en elfondo de la tela mediante el funcionamiento de las cárcolas Adespués B, AC, BD, etc, (534). Todas éstas son las combinacio:nes elementales que se pueden realizar con el telar de cuatrofilas; no vamos a analizarlas, pues nuestro objetivo no es hacerun manual de tejeduría ni un estudio completo de las armaduras,Sin embargo, sólo con añadir a un esquema tan sencilJocomo el

anterior (534) (en una urdimbre de 24 hilos tendríamos A B A B12, 3 4 I 2 3 4 I 2 3 4 I 2, 3 4 I 2 3 4 ) I 2 3 4A, B A BCD D C B A A, B A B A B las combinaciones

conseguidas por los colores de urdimbre y de trama, tendremos lavisión general de la mayoría de los trabajos con decoracionesgeométricas,

Con los telares de cintas se pueden realizar otro tipo de traba­jos: toda clase de dibujos de flores, pájaros. objetos o figurashumanas, Por lo que se refiere a Europa. parece ser que se desa­rrollaron primeramente en Italia y se extendieron con rapidez aLyon y el resto del continente, No hay datos precisos sobre suorigen; es lógico pensar que se conociera antes en China que enEuropa. pero por el momento debe quedar abierta la cuestión delos préstamos,

Se basa en un principio relativamente sencillo: se parte deltelar común de dos, cuatro. seis, ocho filas o más de lizos. que sem~llan para confeccionar un fondo Igualo con decoración geo­metnca. Entre los lizos y el enjulio se mallan por separado unoshilos de urdimbre supernumerarios que aparecen en el fondoúnicamente cuando se tira de ellos. y si no corren por el revés dela tela sin ser tejidos (existen. además, algunas combinacionesque permiten incorporarlos constantemente), En un brocado de19 hilos. por ejemplo. donde se pueda tejer el dibujo en 20 pasa­das. basta COn mallar. pasada por pasada los hilos a levantar(535): por ejemplo. 1, 6. 7. 8, 12, 13. 14. 19'en la primera; 1.2. 3.6.8. 12. 14. 17. 18. 19 en la segunda, etc. Se juntan los hilosmallados en cada pasada en su punto alto y se sujetan con unacuerda; de este modo. se obtienen 20 cuerdas cada una de lascuales dirige una pasada. En ese momento un ayudante debepermanecer en un extremo del telar y. cada vez que el tejedor

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ponga en movimiento las cárcolas, tirar siguiendo el orden de lal.', 2.', 3.' cuerda hasta llegar a la vigésima; si se vuelve a comen­zar la misma operación se puede reproducir indefinidamente eldibujo del brocado.

En la práctica, el brocado se confecciona con hilos muy finos,la urdimbre se lleva varios millares de hilos, y el dibujo mássencillo, varias docenas de pasadas. Así pues. se ha ido perfeccio­nando progresivamente este telar para poder realizar el trabajo;eljacquard ha supuesto la culminación de estos esfuerzos 10, Estetelar representa también la evolución inevitable de la cinta, queen menos de un siglo se introduce por todas partes; tanto es así.que yo no pude ver. en los lugares mismos de los más célebresbrocados de Extremo Oriente. un solo telar de cintas todavía enuso, Al igual que en el caso de nuestro viejo telar de dos juegos,conseguí encontrar las huellas de la técnica extinguida en la den­sa polvareda de las naves en que se conservan.

Los FLUIDOS

En los fluidos encontramos un ejemplo propio para ilustrar elsentido de la clasificación presentada en este libro y de los me­dios que conducen a proponer cortes allí donde la tradición veconjuntos continuos, a constituir grupos con elementos que sue­len ser considerados como dispares. Lo que nos ha empujado aver en el hierro y el cuero cuerpos semiplásticos cuando se lesestampa. a ver en un puente de troncos de árboles unidos poruna red de bejucos un trabajo de cestería. o a ver en la edifica­ción de un dique y la confección de un cacharro de barro dosactos de tratamiento de los sólidos plásticos. no es. evidentemen­te. el afán de agrupar objetos por sus afinidades aparentes. Setrata de algo muy distinto. de la investigación de tendencias téc­nicas particulares; es decir. no pretendemos catalogar los objetoscomo si fuesen las ramas altas de un árbol -que sería el árbol delas actividades humanas-o sino llevar la investigación al menoshasta las ramas maestras.

Digamos de entrada. por paradójico que pueda parecer. queconsideraremos como fluidos no sólo el agua. sino también eltrigo y las manzanas, ya que los tres son masas móviles a las que

10 A. LEROl-GOURHAN, El gesto y la palabra. VoL 11; La memoria y los rit­mos, París, Albín Michel, 1965, pág. 54.

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es necesario sujetar para que no se muevan: la botella, el sacopara los granos y el silo no se consideran en si mismos, sino quecomo continentes dotados de idénticas propiedades. Es cierto quetarde o temprano aparecerán las diferencias entre los tres fluidosy sus respectivos continentes, pero, como mucho, serán diferen­cias secundarias; el hecho primordial se halla en la tendencia porla cual el hombre crea formas propias para contener.

Si la mente se resiste a admitir de buenas a primeras que lasmanzanas son un fluido, se debe poco más o menos a las mismasrazones por las que la ballena ha pasado durante mucho tiempocomo un pez; el papel de la investigación científica es precisa­mente el de franquear ese estado. Un grano de trigo o una man­zana son cuerpos sólidos que se pueden coger; pero diez granosde trigo y diez manzanas no son más que una masa fluida, conmayor o menor tendencia a extenderse horizontalmente, y a losque no se puede coger sin encerrarlos previamente. Todo el estu­dio técnico de los fluidos consistirá, pues, en el estudio de losobjetos por medio de los cuales se puede guardar, transportar ydejar sueltos dichos cuerpos. Es evidente que la constitución delas paredes del continente variará según la naturaleza del conte­nido; su estanqueidad se deberá a paredes cuya impermeabilidadbastará para impedir la salida del contenido: un barro que no seaporoso puede contener agua; una tela, trigo; un cesto calado pue­de guardar manzanas; y cuatro estacas, un montón de gavillas.

Una vez visto lo anterior son fáciles de realizar las subdivisio­nes principales: los medios para reunir (colección), transportar(transporte) y trasvasar (trasvase) los fluidos. Se trata de tres divi­siones bastante interesantes, pero teóricas, por lo que puedenresultar molestas ante los objetos. ¿Qué es una botella si no uncontinente propio para contener vino durante años, transportar­lo a largas distancias y trasvasarlo, finalmente, a un vaso? Lastres funciones se confunden en un mismo objeto; por comodi­dad, diremos que se superponen, con lo que estaremos obligadosa estudiar en primer lugar la panza de la botella con la cisterna;su gollete, como parte prensible, junto con la cuerda de lospozos y el asa del cesto, y, además, como parte trasvasante, juntocon el canalillo y el pico de la jarra. Podremos asignarle, comoobjeto, su lugar en el consumo alimentario.

El hecho mismo de que un sistema de regadío se compongade un estanque, canalillos y desagües. o de que una tetera tengauna panza, un asa y un gollete, y de que un silo tenga una cavi­dad y una puerta implica la percepción de un conjunto técnico.

270

Conjunto que es muy distinto de aquel en que el volante seaplica al torno para madera, a la rueda de alfarero, a la noria, a larueda de hilar o al taladro de parahusó, y muestra otro de loscaminos por los que la mente humana llega a la invención. Ladoble imagen de los fluidos y de la rueda nos lleva a ver ya dosrasgos: por un lado, la extensión de la tendencia técnica, quelleva a aplicar las mismas formas técnicas a cuerpos diferentes (eldesagüe y el gollete, por ejemplo), y por otro, la extensión delmedio técnico, por el que se pueden aprovechar técnicas diferen­tes de la misma adquisición material (la rueda). Es indudable queestos dos aspectos se suelen confundir; precisamente los caracte­res de dicha confusión serán objeto del desarrollo final del libro.

La colección de los .fluidos

Generalmente, un mismo continente puede realizar las tresfunciones de colección, transporte y trasvase; resulta difícil re­partir con exactitud los ejemplos en cada una de estas divisionescategóricas, por lo que serán necesarias algunas repeticiones. Enprimer lugar, podemos separar los continentes fijos de los conti­nentes móviles, y clasilicar después estos últimos de acuerdo conlas proporciones de su cavidad, en dos grupos: continentes concavidad poco profunda y continentes con cavidad profunda. Porlo que respecta a estos últimos, habrá que establecer una subdivi­sión: aquellos que tienen abertura estrecha y aquellos con aber­tura ancha.

Los continentes jijas. Son las cavidades naturales o artificia­les que permiten retener grandes masas fluidas. Las corrie~tes deagua, lagos y estanques sólo ofrecen interés en este estudio conrelación a los trabajos de acondicionamiento a que pueden darlugar. Una vez que alcanzan el estado artesanal, casi todos losgrandes pueblos agricultores construyen presas Y canales: a esterespecto, el Egipto y Mesopotamia de la antigüedad, Chilla y elPerú de los incas disponían de todo tipo de recursos. Son nu­merosos los pueblos que construyen presas pequeñas para for­mar reservas de agua. A menudo, dicha actividad se halla ligadaa la pesca: tenemos el ejemplo más elemental en los australianosde Arnhem, que, sumergiendo manojos de juncos -que clavancon su propia espalda- forman presas provisionales para forzaral pez a detenerse en una bolsa de agua. Pero la función de estas

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presas es transitoria; no se trata de una verdadera técnica de co­lección.

Probablemente sean los arroceros los más hábiles constructo­res de diques y presas. La necesidad de anegar los arrozales endeterminadas épocas les ha obligado a realizar una serie de obrascon objeto de retener el agua hasta el momento propicio. Desdelas islas de la Sonda al norte del Japón, a través de los archipiéla­gos, Indochina y China, encontramos por doquier el estanquejunto a los cultivos, estanque que recoge el agua de los arroyos enla época de lluvias, y del cual sale una vez que se han de anegarlos arrozales. Salvo raras excepciones, el arroz está ligado a larecogida de las aguas de superficie.

La recogida de aguas profundas se realiza en los pozos; estaoperación responde a otra modalidad agrícola, la de los oasis deÁfrica, de Asia Menor y central. Los arroceros y cultivadores delas zonas secas muestran el mismo ingenio en los medios dellevar el agua a los campos, pero divergen en la forma de recogi­da. Al igual que la presa, los pozos corresponden normalmente aun estado técnico bastante avanzado, y ofrecen idéntica distribu­ción que los grupos de tipo artesanal que no tienen agua en lasuperficie (como los de las regiones secas de África y Asia, porejemplo) y han desarrollado el arte de los poceros hasta el puntode poder construir la mayoría de las veces el pozo en las inme­diaciones de la casa o el campo. En las regiones semidesérticasque se extienden desde el Irán hasta el África sahariana, se hacela traida de aguas, que a menudo se hallan a una distancia devarios kilómetros, mediante un canal subterráneo, en cuyo tra­yecto se van escalonando pozos destinados tanto a la excavacióncomo a la evacuación de desechos y circulación del aire, cuyovapor de agua se añade por condensación al agua de la fuenteque se está aprovechando: son los denominadosfoggara.

Los grupos preartesanos no han aportado, en general, ningu­na solución a la recogida del agua, bien porque hayan podidoinstalarse en las proximidades de un río o un lago, o bien porque,forzados por las circunstancias, hayan utilizado las cisternas na­turales o ligeramente acondicionadas por un dique.

Los continentes fijos están destinados a la recogida de aguasy, al menos parcialmente, son naturales. Para almacenar los pro­ductos del suelo y la caza se necesitan continentes de gran capa­cidad. Algunos se edifican, como las enormes tinajas de arcillacruda que sirven en África del Norte (536) para almacenar losgranos, o los graneros sobre pilotes de madera, barro o paja (537)

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~~ ~:::::l:sn~:rt:~~a~~;ranero paraaislarlo de la humedad y deno ofrecen ningún lazo g:~g~~~~~~ {~~mpIOszas característicosnesia y Kamchatka). . ama, nca negra, Indo-

Los silos, que normalme tcavidad natural, asi como lo~ :s~~~~n~ruyen aprovechando unaprofundos, donde tod e eros, que son pozos pocoPacífico guardan la c:r~~o~ ~~eblos ~e las reglOne~ árticas delcuentes. Estos distin . pesca o, san también muy fre.sólo por motivos cla~f~c~~~~~~n:s, ~ue figuran en este apartadolo referido a la alimentación.' va veran a tratar en el capítu-

Los continentes móviles d d. d' .yen la gran mayoría Algunos e gdr~n es. imensiones. Constitu-t . . . se iterencran muy poco eno a movIlIdad se refiere de los teri . . ' cuan­

les, propios tanto del' m dan errores: por ejemplo, los tone-. un o europeo ca dIE

~n:~~~,a~~~~I~::::nd~:~~n~dasa la prepara~~n~: la ::;~:~recipientes de paja de dos metro~u~troltmetros d~ dlametro; losros en el Mediterráneo oriental e a ura que sirven de grane­griegos y latinos usaban como ~y/as trnajas empotradas, que losestos continentes no se distingu~~e~~~~so t~neles de Vl?O. Todossus dimensiones' f or manos mas que porel grupo de t' .' por su arma se les puede incluir fácilmente en

majas, cestos, toneles o cubas.

Los continentes móviles de di .limitarnos a una clasificación pr l~enslOn~s normales. Debemos

~~~~:~~i~~~:~i~:s~~s~J~~rn~~~II~Z~~~~ ~~:~:~~~ui:~~i¿::de la colección h II sgo, m erente a las propiedadescontenedora' pr~~u ~ a en las proporciones relativas de la partedel continen~e. n a o poco profunda Con relación al diámetro

Los continentes con cavidad r >ji d' .cualquier serie de recipientes con p ~ un a. SI nos fijamos enprendente lo que puede oscilar la ~v~d~d profunda, resulta Sor­se estrechan en la parte superi e 1 a de las aberturas: unasmuy anchas. Aunque ello se d~~' y otras, por el contrario, sontrasvase, su mayor importan' a en parte a la comodidad delción; en efecto es evidente uera reside en el hecho de la colee­olla a conserv~r indefinida~eentuna botella se presta más que una

e su contemdo.

274

Abertura estrecha. En este apartado cabe distinguir los tone­les de madera (538), abundantemente representados en Europadesde la alta Edad Media, y que subsisten en Islandia, Escandina­via y Europa central fundamentalmente; las tinajas (539), innu­merables, pues se extienden desde el ánfora mediterránea hastalas antiguas vasijas para lejía francesas, las anchas vasijas delExtremo Oriente y los vasos de barro de todos los pueblos alfare­ros (sus dimensiones varían entre unos cuantos centímetros yvarios decímetros); los cántaros (540), menos corrientes que losanteriores, pero que se hallan dispersos por toda Europa, el Me­diterráneo, la larga franja de Asia Menor al Japón y Américacentral: las botellas de cuello alargado (541), que, exceptuando lostipos industriales de Europa,' ofrecen todavía algunos originalesejemplos entre los pastores africanos, los nómadas de Asia cen­tral, Extremo Oriente y el centro y sur de América.

Abertura ancha. Las cubetas (542) de duelas juntas, limitadascasi a los países de influencia china y a Europa; las cubas depiedra, caracteristicas de las zonas donde se encuentra fácilmentela piedra blanda, especialmente entre los algonkinos, esquimales,coreanos, japoneses y micronesios; cubetas y calderos de metal,de los que encontramos ejemplares muy bonitos, fabricados porlos fundidores de bronce del Asia meridional e Insulindia; lasollas (544), todas de abertura muy ancha, sin cuello, de barro lamayoría y de difusión universal (en Asia central hubo algunas debronce; asimismo, se hallan repartidos por toda Eurasia modelosde cobre batido y de fundición); los cubos (162 y 543) de maderao de corteza, con forma cilíndrica, que tienen sus dos máximasexpresiones en el cubo con duelas europeo y extremo-oriental yen el cubo de corteza o de madera alabeada de todos los pueblosde la franja septentrional de Eurasia y América; así como losinnumerables cestos huecos (545).

Podemos incluir en esta categoría algunos de poca capacidad,como el tazón (546), sobre todo extremo-oriental; el cubilete(547), de Europa y Oriente Próximo; la taza (548 y 549), que seha extendido desde el Mediterráneo hasta Europa y Oriente Pró­ximo, y el acetre o el cazo, de muy amplia difusión, pero funda­mentalmente en la franja septentrional.

Los continentes con cavidad poco profunda. Como todos estoscontinentes tienen una abertura ancha, no hay más que una cate­goría en su clasificación. Se pueden admitir los cestos planos

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Entendemos por transporte el conjunto de medios por loscuales los fluidos pasan de su punto de colección a su punto detrasvase. En otras palabras, si examinamos un sistema de rega­dío, el transporte y sus medios se hallan comprendidos entre elestanque y el conducto de canalizaciones; más allá de este con­ducto (que materializa el trasvase) el agua se consume y entra enotro ciclo. Son muy pocos los medios de transportar el agua;podemos hablar de tres métodos: elevarla por encima de su nivelnatural, canalizarla y transportarla con las manos (o por cual­quier medio de transporte que necesite siempre de una parte demanipulación). El primer método se limita absolutamente alagua (salvo en el estado industrial); el segundo es raramente apli­cado a otros fluidos (por ejemplo, los granos en un molino), y eltercero abarca todas las categorías de fluidos.

La elevación. La forma más sencilla consiste en sacar aguacon un cubo o cualquier otro recipiente. Si el agua está muyalejada (en un pozo o en el fondo de un ribazo elevado, porejemplo) se puede utilizar una cuerda o un palo (556), que sesujetan en el cubo.

El medio más corriente para sacar agua de un pozo es elcigüeñal (128 y 557). Encontramos los pozos con cigüeñal a lavez en Europa y Extremo Oriente, con la regularidad singular demuchos de los ejemplos anteriores.

Siguiendo el orden mecánico expuesto en el capítulo de laFuerza, debemos citar ahora las aplicaciones de la polea y larueda. Los pozos con polea se hallan extendidos por toda Euro­pa, África blanca, Oriente Próximo y Medio, así como por laszonas de influjo chino. El cigüeñal (558 y 559), empleado enEgipto y Asia Menor, es una aplicación de la tracción animal alos pozos con polea. Los pozos con rueda son de dos tipos: elpozo con torno y la noria. El pozo con torno. provisto normal­mente de una manivela y, frecuentemente, de un volante, abun­da en Europa occidental y central; es una de las formas máscorrientes en Francia. La noria, basada en el principio de la cade-

El transporte de los fluidos

(550), las palanganas de madera (551), barro o metal, los cuencos(552), las fuentes (553), las copas (554) y las cucharas (555), obje­tos todos que se encuentran repartidos por el mundo entero.

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NSPORTE MANUAL. Se realiza en continentes de capaci-TRA . Sería inútil hablar de nuevo sobre la natu-

dad mediana o escasa. d d transporteraleza de dichos continentes (pág. 285) Ylos :ob os e b ciertos(pág 106) pero sí conviene decir algunas P a ras so reórg;nos a~tos para la prehensión de los cont;nentes, (~: :~a~~~breañaden a la panza y constItuyen la parte unciona

port~~1~i~:\al~~: 172 a 177, 182,541 Y562), que. es una correa. ibl en principio (sujeta a las bolsas tejidas, por ejem-o tira, amovi e

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556

na con cangilones o de la rueda con álabes y cangilones (131), escaracterística de Oriente Próximo y África del norte, pero suzona predominante se extiende desde la India hasta ExtremoOriente. En el oeste, un animal de tiro arrastra la cadena pormedio de engranajes (149), Yen el este, la corriente misma, si setrata de un río, o la fuerza humana (122), en el caso de un estan­que, aseguran la rotación de la máquina.

Otras máquinas, como el tornillo de Arquímedes (utilizadoen la zona mediterránea), la cadena con paletas (China) y ciertasformas poco corrientes, como el cubo balanceado entre dos cuer­das (560), completan la enumeración de los medios de elevacióndel agua.

LA CANALIZACION. Puede ser de dos clases: canalizaciónabierta o cerrada. La primera comprende todos los cursos deagua encauzados, los canales, conductos y regueras, cavados to­dos en el suelo y repartidos por el mundo entero. Su interésprincipal radica en la complicación del sistema y el ingenio deljuego de presas que lo regulan; a este respecto, son los agriculto­res de las regiones secas y arrozales quienes muestran mayorsuperioridad técnica. Los mejores planes de regadío correspon­den a los oasis de África y Asia, así como a los arrozales deIndonesia y Japón. Algunos sistemas poco frecuentes, como lassalinas o las ciudades sobre canales que podemos encontrar entodos los puntos del globo, son otra interesante expresión delempleo de las grandes canalizaciones abiertas en el suelo.

Las canalizaciones que no se hacen en el suelo, generalmenteson de madera; Extremo Oriente, por ejemplo, completa su siste­ma de regadío mediante canalizaciones abiertas o cerradas cons­truidas con troncos huecos o bambú. Cuando se aprovecha unafuente o un estanque retrasando la salida de sus aguas y dando ala canalización una pendiente menor que la del suelo natural, serealiza una economía de los medios de elevación (561). Resultanormal en Japón elevar conductos, a menudo muy importantes,sobre estacas que van aumentando progresivamente hasta llegara los arrozales; es frecuente, además, ver cómo estos acueductosatraviesan cursos de agua que, debido a su nivel, son inutiliza­bIes. En las zonas donde hay fuentes termales, también se consi­guen las derivaciones del agua caliente para los baños o el usodoméstico mediante conductos rústicos, que se van elevandoprogresivamente por encima de la pendiente para mantener unchorro moderado.

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Se trata de la tercera y última función de los continentes. Enmuchos casos, la abertura del continente no sufre ninguna trans­formación: tanto en una olla como en cualquier tipo de canaliza­ción, el contenido sale simplemente por el borde de la cavidad.En lo referente a las canalizaciones, se puede detener la salida del!luido o regularla por medio de un dispositivo: esclusa, tapón ogrifo.

Otro tipo de continentes varia de forma al añadirles órganossuplementarios de trasvase, o bien al deformar su abertura. Se­gún estos caracteres, dichos continentes se pueden clasificar entres series: continentes con abertura estrecha o con pico, continen­tes con gollete suplementario y los continentes con múltiples orifi­cios, cuyas formas usuales son: abertura estrecha (165, 168 a170, 182 Y 571), típica de numerosos vasos, y cuya finalidad eslimitar el contacto del aire con el contenido y facilitar el trasvase.El gollete axial (541), característico de las botellas y que normal­mente se obtiene de forma natural, conservando el cuello de lascalabazas vinateras.

El pico (555 y 573), colocado en el borde superior de algunoscontinentes de abertura muy ancha y que puede ser el equivalen­te del adelgazamiento de la cuchara.

El gollete lateral (164, 540,572 y 574) de las cafeteras, que

El trasvase de los fluidos

plo), de la que se puede colgar el continente para realizar eltransporte. Es un accesorio que no influye casi en la forma delobjeto.

El asa horizontal (162, 543 Y 563), recta o arqueada, quesuele ser fija y, a veces, amovible.

El asa vertical (548, 565 a 567), más o menos separada de lapanza, a veces se reduce a un tubérculo (564) o a un pequeñoabultamiento agujereado (565); en otros casos, está claramenteseparada de la masa (566) y forma el asa bastante separada de lamayoría de los cacharros de barro de los grupos semiindustriales(567).

El mango (260, 261, 568 a 570), se utiliza casi exclusivamenteen las cucharas y los acetres; sus formas varían mucho gracias alos materiales con que suelen hacerse y a la comodidad de deco­rarlos. Está colocado en el plano de la abertura por lo que respec­ta a la cuchara y perpendicularmente en el acetre.

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V

PRIMEROS ELEMENTOSDE EVOLUCIÓN TÉCNICA

LA TECNOLOGÍA COMPARADA

Al final de nuestro intento por dar un marco etnológico a losmedios elementales de acción sobre la materia y a las técnicas defabricación, quizá ya resulte posible trazar algunas líneas genera­les sin prejuzgar los resultados a los que se podrá llegar una vezrealizada la exposición de las técnicas de adquisición y consumoen el segundo volumen. Después de la primera edición de lapresente obra (1943), han transcurrido cerca de treinta años du­rante los cuales la etnología se ha desarrollado considerablemen­te. Gracias a la publicación de numerosos estudios monográficos,las actividades técnicas han recibido aportaciones de materiales,aportaciones que nutren y precisan los conocimientos sin modi­ficar demasiado los cuadros clasificatorios. La etnología ha conti­nuado dedicando más interés a las instituciones que a los obje­tos, y más interés a los objetos que a las técnicas que los hanoriginado. Por lo demás, la tecnología posee tres aspectos quecorresponden precisamente a las inclinaciones de los etnólogos yque han tenido un desarrollo desigual. El primero es el de lastécnicas mismas, el de los procedimientos, cuyo análisis requiereun tiempo y una formación, de los que carece el etnólogo gene­ralmente. A pesar de los trabajos relativamente numerosos perodispersos, los estudios comparativos de las propiedades mecáni­cas de las herramientas, de los métodos de domesticación yamaestramiento de los animales, los métodos y productos de lametalurgia preindustrial, de las técnicas de la escultura, y la coci­na, por no citar más que algunos ejemplos, quedan por realizaren el futuro, si es que hay un futuro para observar los hechos quese desvanecen día a día. La piedra labrada y la cerámica son los

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normalmente suele ser compaílero de un asa. Todas las formasantenores pueden llevar, además, un tapón para proteger el Con­tenido y para que no se derrame durante el transporte (541 562572 Y575). ' ,

El embudo (576) y el colador (577) representan la función detrasvase en estado puro.

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campos menos desafortunados de la tecnología pura, por razo­nes, fáciles de comprender, que se deben a que tanto la piedralabrada como la alfarería son los mejores recursos cronológicosde los arqueólogos. A este respecto, se podría señalar, por otraparte, que los trabajos versan más sobre la morfologia que sobrela técnica; pero esta última ha sacado provecho incontestable­mente del interés que muestra el estudio del pasado por sus in­dispensables testimonios.

El segundo aspecto de la tecnología apunta más a sus instru­mentos que a la técnica. Está orientado hacia la taxonomía y lamuseografía. A primera vista, no implica necesariamente un es­tudio de la técnica, sino solamente la recopilación de objetos; sies posible, no obstante, de objetos seleccionados en las diferentesetapas de su fabricación. Si éstos van acompañados de una docu­mentación suficiente, se convierten en testimonios infinitamentevaliosos, que permiten, en una importante medida, reconstruirlas técnicas propiamente dichas. Cuando falta una documenta­ción detallada, pasan a formar parte del innumerable ejército detestimonios arqueológicos que flotan en el reino de la tecnologíaconjetural. En el presente trabajo, me he dedicado a conciliar losdos primeros aspectos de la investigación tecnológica, puesto quelos objetos desempeñan en ella un papel muy importante, perosubordinado a la materia prima y a los medios elementales quese ponen en juego con el fin de domeñarla.

El tercer aspecto, por último, es el del lugar que ocupan lastécnicas en la sociedad. Es el terreno en e! que se han hecho losmayores progresos desde la primera edición de este libro. Si bienlos trabajos de tecnología pura no son muy abundantes, aquellosen los que las técnicas aparecen en su inserción económica soncada vez más numerosos e importantes. La mayoría de las mo­nografías clásicas sobre los grupos étnicos más variados sacrifica­ban ritualmente uno de sus primeros capítulos a una enumera­ción, incluso a veces detallada, de las técnicas del grupo, ydedicaban el resto del trabajo a los otros aspectos de la existencia,pero, sobre todo, a los aspectos sociales y religiosos. Si tomamosun ejemplo tan característico como el del herrero en las socieda­des africanas, podremos constatar que, aunque se describan losutensilios de la fragua, con todos sus accesorios, faltan, sin em­bargo, los aspectos propiamente metalúrgicos. Se reserva un am­plio espacio al papel de! herrero en la colectividad, pero las másde las veces se trata no de su papel como agente económico deprimera importancia, sino del que desempeña en el contexto ma-

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gico-religioso. Ha sido necesario esperar todos estos últimos ~ñospara que en Francia (en el extranjero ha sucedido algo parecido)las investigaciones den a la economía su lugar de articulaciónentre las técnicas y la sociedad. La antropología econormca (quemejor seria denominar etnología económica, ya que en el másalto grado interesa a las etnias) lleva en sí, en la sí~t~Sls SOCIO­económica, una parte importante de los datos tecnológicos Yres­tituye al grupo humano su totalidad funcional. Pero ya se abor­daron estas consideraciones en el primer volumen de El gesto y lapalabra, por lo que no hay motivo para señalar ahora más que elenriquecimiento de las perspectivas desde la primera apancionde la presente obra.

¿Qué limites podemos conceder a la tecnología? Un punto devista, que ya comienza a estar desfasado, VIene atnbuyendo a laetnología el estudio de los pueblos «arcaicos», de manera quetodo lo que se encuentra más acá de lo civilizado moderno ya nocorresponde al campo de los etnólogos, dedicados directamente ala explotación de las pequeñas etnias aún inadaptadas y, en ~asgrandes naciones, al folklore, las técnicas que. empiezan a enveJe:cer y al pintoresquismo de las supervI~encIas campeSl.nas. MIposición sobre este punto, en lo que atane a la tecnología y, porextensión, a la etnología, es categórica: no hay un corte, a no serverbal, a un lado y a otro de esta frontera misteriosa. d~ lo CIVIlI­zado, La tecnología, palabra precisa en el vocabulano industrialmoderno se extiende progresivamente del aparato de televisiónal sílex fr~gmentado. En este libro se respeta el límite convencio­nal porque se trata de un trabajo qu~ requiere ser tomado enprofundidad, sobre un bagaje técnico singularmente amplio; SIyo no he podido recorrer en algunos años lo esencial de los .me­dios técnicos hasta el siglo XIX europeo, creo que la continuidadsólo les resultará posible a los especialistas que tomen cad~ cam­po a partir de una formación completa del estado a~tual, indus­trial, de alfarero, fundidor o tejedor. En 1936, al InICIO de unapunte, por desgracia demasiado reducido, sobre la cultura euro­pea moderna 1, pude afirmar que «SI se presenta a los francesesun cuadro general de la cultura polinésica... puede parecer 10gIcOpresentar del mismo modo la cultura europea moderna, conside­rar la radio como un medio de transmisión comparable al tam­bor el traje como el atuendo típico de los hombres indígenas, yla ametralladora como un arma arrojadiza». Parece lógico que,

1 Encyclopédle francaise permanente, t. VII, fase. 24, pág. 18.

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incluso en el plano de las ideas generales, con los medios tradi­cionales de la etnología, un trabajo de conjunto realmente etno­lógico, sobre la América y Europa modernas, industriales, ten­dría importantes consecuencias en las nociones adquiridas enmateria de civilización, pues es absurdo pretender estudiar alHombre considerando al hombre civilizado como demasido bienconocido o como poseedor de una esencia en cierto modo extra­humana.

Pero se puede chocar con dificultades importantes: el hombrecivilizado goza del control de las ideas generales expresadas a surespecto, es vivido por los autores y, en gran medida, inconscien­te; resulta dificil admitir que estar sentados, con la barbilla apo­yada en la mano y las piernas cruzadas es un documento etnoló­gico del mismo grado que el ofrecido por un negro de Áfricaoriental cuando se tiene de pie sobre la pierna derecha, con el pieizquierdo posado en la rodilla derecha, en la misma actitud delas aves zancudas.

¿Cómo se puede, por otra parte, establecer la frontera entre elterreno de la etnología y aquello que no le atañe? Cuando escribíeste libro, la segur era todavía la herramienta principal de nues­tros leñadores; ahora, se trata casi de una curiosidad rnuseográfi­ca, y probablemente la sierra mecánica portátil, que actualmenteocupa su lugar, llegue a convertirse en un aparato en desuso enun plazo de diez años.

Las primeras generaciones de curiosos, desde el siglo XVII,reunieron relatos y objetos de pueblos lejanos. Retomados porlos primeros etnólogos, en el siglo XIX, estos elementos han idoformando de manera progresiva el fondo de las obras y coleccio­nes. Desde finales del XIX por lo que respecta a los libros, ymucho más recientemente en cuanto a los objetos, se han idoañadiendo preocupaciones claramente científicas; pero el ladopmtoresco no ha desaparecido: los últimos antropófagos tuvie­ron un éxito tan grande como sus antepasados. Más que cual­quier. otra ciencia, la etnología posee una parte novelesca, agra­vada incluso por su propio método: el viajero ve y habla sobre unpueblo con el que, la mayoría de las veces, no ha convividomucho, cuya lengua le resulta a menudo poco familiar (si nodesconocida), y cuyas reacciones profundas no siempre llega acaptar al menos durante el largo período de familiarización (debeproyectar retrospectivamente su último punto de vista sobre lasnotas de los primeros meses). Este tipo de consideraciones pue­den parecer injustas a los investigadores actuales; siempre ha ha-

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bido excepciones, y hoy día en todos los países de cultura euro­pea existen equipos formados en el conocimiento lingüístico, enla observación y descripción rigurosa de los hechos, pero seríamás injusto todavía no reconocer las enormes lagunas que mar­can todavía a la investigación, así como la desigualdad de valortecnológico de una literatura orientada en su mayor parte hacialos fenómenos sociales y la mitología.

Sin embargo, ha sido necesario organizar la enorme cantidadde documentos técnicos: descripciones de los autores y coleccio­nes de los museos. Obedeciendo a una tendencia natural, se hantomado como punto de partida los objetos, los únicos testimo­nios palpables del trabajo de investigación. La función técnica seha abordado como elemento de discriminación a menudo secun­dario y se han realizado grandes subdivisiones: los encendedoresdeterminaron el fuego, el fuego la metalurgia y los cestos la ceste­ría. Clasificación doblemente ventajosa, ya que asegura una or­denación museografica correcta de los objetos y un marco termi­nológico de los trabajos teóricos satisfactorio, con pueblos alfare­ros o no, con cerbatana o sin ella, con tejeduría o sin ella.Inquebrantable en este doble plano general, la clasificación tieneun fallo desde el punto de vista tecnológico.

El primero en percibirlo en Francia fue, al parecer, CharlesFrémont, quien publicó en 1913 una obra titulada Origine etévolution des outils. Si bien resulta aventurado en muchos aspec­tos (un tecnólogo industrial de hace cincuenta años no podíaestar al margen de las opiniones singulares de su época sobre los«orígenes»), este trabajo muestra, sin embargo, una serie de con­sideraciones acertadas sobre los taladros de movimiento circularde vaivén y las herramientas de percusión oblicua, así como unapreocupación real por los efectos' mecánicos de diversas herra­mientas cortantes. Sólo con aplicar la dinamometría a los tala­dros, los etnólogos podrían haberse dado cuenta de lo ambiguaque es la situación de la herramienta en la técnica.

La herramienta no es ni causa ni efecto, yen la cadena fuer­za-herramienta-materia no es más que el testimonio de la exte­riorización de un gesto eficaz. En El gesto y la palabra (1964) fueretomado este problema de la situación de la herramienta conrelación al hombre que la utiliza; cuando se redactó por primeravez el presente libro, aún no había recorrido yo el largo circuito acuya terminación he intentado la síntesis entre el hombre y losproductos de su inteligencia. Se trataba, primordialmente, de or­ganizar una sistemática de las técnicas sobre bases que dejaran

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transparentar con más claridad que las clasificaciones tradiciona­les los vínculos generales y la unidad de comportamiento opera­torio del hombre. Resultaba tentador renunciar al objeto, enconcreto a la herramienta, en una fórmula del tipo fuerza + ma­teria ~ herramienta, la cual presenta el objeto exteriorizadocomo resultado de una especie de diálogo y es más rica que laclasificación puramente morfológica de un conjunto de herra­mientas.

Habiendo abandonado el objeto, pensaba volver a encontrar­lo en la conjunción de sus dos causas. Descubri entonces que lafuerza sirve, en la inmensa mayoría de los casos, para obtener unefecto de percusión, y que la herramienta comporta tres marcasdistintivas: la de la percusión que afecta a una porción normal­mente estrecha (filo, punta y extremo), la de la fuerza que condi­ciona su forma general y la de la materia que hace aplicable oimposible la extensión de formas idénticas a cuerpos distintos.

Hemos abordado las percusiones mediante una red termino­lógica que da cuenta de todas las formas posibles de la partepercutiente. Sobre la aplicación de la fuerza a las percusiones,hemos establecido una serie de índices que afecta a la mayoríade las herramientas y que encontrará en el próximo volumen 2

una aplicación a la totalidad de las armas. Quedaban dos ámbi­tos a los que se aplicaba menos lógicamente la fórmula inicial:los elementos naturales (fuego, agua y aire) y los perfecciona­mientos mecánicos de la fuerza, así como su extensión a losmétodos de transporte. Por comodidad -para liberar de susaplicaciones la parte siguiente- los hemos insertado a continua­ción de las percusiones, ya que el conjunto forma lo que se lla­man los medios elementales de la actividad técnica.

Quedaba todavía por abordar directamente la herramienta,cosa que hemos realizado proyectando simplemente el marco delos medios elementales sobre el de las materias primas. Tambiénaquí ha sido preciso innovar. En el transcurso de los numerosísi­mas ensayos que han conducido a la delimitación de los medioselementales, hemos podido ver la posibilidad de ciertas extensio­nes técnicas: se puede labrar la piedra blanda, el cuerno, las con­chas, los huesos y la madera con las mismas herramientas; seaprecia una cierta proximidad entre la metalurgia y la alfarería,aunque, por otra parte, se puede labrar o modelar el cuerno,como también se puede agujerear, repujar o tejer el cuero, por lo

2 El medio y la técnica.

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que nos ha parecido necesario abandonar la materia misma yconservar sólo las propiedades que se presentan en el momentodel tratamiento. Esto ha tenido como resultado algunas parado­jas, como es el caso de las manzanas y el trigo quese conviertenen fluidos; sin embargo, en conjunto, la clasificación es l~ sufi­cientemente homogénea para que todas las piedras sean sohdosestables; todos los metales, semiplásticos; todas las tierras, plásti­cas, etc. En este marco, en la intersección r~gular entre l?s me­dios y la materia, hemos encontrado dos objetos (herramienta yproducto), lo que presta a la fórmula inicial un valor más correc­to; a saber:

medio elemental____~.-- = herramienta y producto.

matena

Puede parecer sorprendente abarcar con tan excesiva facili­dad los miles de objetos que utilizan todos los pueblos en suactividad creadora. La clasificación tradicional, en sus veinte otreinta grandes subdivisiones, da al menos la impresión de ri~ue­za técnica indefinida: en la metalurgia, la alfarena o la cestena sepueden insertar miles de formas. A nosotros nos da más bien lasensación de una pobreza relativa de las técnicas. Ciertos hechosgenerales parecen tan naturales que suelen pasar.desapercibidos;sin embargo, su trivialidad es digna de ser considerada: a pesarde todas las posibilidades de préstamos, intercambios e influen­cias resulta curioso -por citar solamente objetos de forma muyespecial-e- que la azuela sea (en todo el planeta y desde el Neolí­tico) la herramienta de la madera, que la fragua se componga pordoquiera de los mismos elementos, o que el torno de hilar sea,tanto en Europa como en Extremo Oriente o .la India, lo masperfeccionado de la hilatura. En el volumen siguiente veremoscon más detenimiento los fenómenos del préstamo y de la iner­cia técnica, que explican la difusión de determinados objetos 0.suconservación indefinida. Veremos asimismo cómo entre la m­vención autónoma y el préstamo puro y simple no existe grandiferencia (tanto la una como el otro conducen a la creación delmismo medio técnico), cómo, en otras palabras, umcamente seinventa el torno de hilar o se imita del pueblo vecino si se está enla situación de utilizarlo; constatación trivial, pero que debe serplanteada en la base de toda construcción de evolución técnica.

En dicha base se hallan algunos grupos que se encuentran enel estado de poseer la azuela, el torno de hilar o la fragua (situa-

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~ión de .Ia .que sacaremos algunas consideraciones útiles), pero(,P?r que solo existen muy escasos grupos que estén en la situa­ción de tener el equivalente de la azuela, de la fragua o la ruedade hilar, es decir, formas técnicas originales, soluciones imprevi­sibles o algunos problemas de la fuerza y la materia? ¿No se tienetendencia a responder con el ejercicio de un determinismo técni­co comparable al determinismo biológico, con los mismos sola­parmentns y excepciones, pero también con la misma nitidez ensu conjunto?

El problema no se ha planteado nunca porque no existe nin­guna clasIficación, distinta de la que seguimos aquí, que lo hagatan aparente como la que nosotros seguimos. Considerando queel objetivo final de todas las teorías consiste en saber si un deter­mmado rasgo cultural ha sido copiado o creado in si/u. y si hayque ver .en los pueblos actuales el resultado de una mezcla multi­mI1:nana de características materiales o, por el contrario, centrosautonomos de creacion espontánea, se concibe fácilmente la im­portaneia que tendría la demostración de un determinismo téc­OICO estncto. Mostrar que la azuela es la materialización inevi­table de una cierta tendencia a la carpintería en determinadomedio técnico equivaldría a Suponer la multiplicidad de los cen­tros creadores de la azuela.

Para nosotros el problema no puede en modo alguno presen­tarse de una manera tan simple. Acabamos de ver que una técni­ca determinada sólo puede fijarse (es decir, inventarse o adoptar­se) en un medio que se corresponda claramente Con su nivel: haylas mismas razones para asignar el fusil a los australianos que elpropulsor al mundo occidental; a lo sumo, se perciben estadosprovIsIOnales. de simbiosis, en los cuales un grupo superior sumi­mstra munrcions-, y armas usadas a un grupo inferior. Este esta­do 1.lustra ~na buena parte de los hechos: ciertos grupos deben ala SImbIOsIS productos que su nivel técnico no podría fabricarmientras que otros poseen un material homogéneo, todo él deproducclO~ locaL Es ésta una fuente importante de errores demteroretacíon: explotaremos esto más adelante, pero, por el mo­mento, . nos quedaremos en el caso de los grupos con materialhomogeneo. Su medio técnico no ofrece el mismo asidero a to­dos los elementos; el arco y la flecha pueden fijarse en una zonacultural muy amplia dado que todos los grupos que conocemospueden fabncar arcos (lo que no quiere decir que deban fabricararcos). Todos los rasgos técnicos poseen afinidades diferentes'unos, como el hierro, no se fijarán por falta de herramientas

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suficientes, por verdadera inferioridad, mientras que otros en­contrarán la inercia técnica, la falta de materiales o de mediosequivalentes. Si existe determinismo se produce, pues, a travésde numerosos obstáculos, teniendo en cuenta la simbiosis (sobretodo comercial) y el medio técnico o natural,

Si nos situamos en el plano ordinario (que es, en última ins­tancia el histórico, ya que se trata de demostrar que un determi­nado pueblo ha inventado o recibido un determinado objeto), nose puede proponer ninguna solución sin suscitar toda una seriede excepciones, tan numerosas por lo que acabamos de ver quecabría plantear la demostración inversa. Por consiguiente, es ne­cesario abandonar este punto de vista estéril, Si tomamos posi­ciones en lo absoluto cronológico y geográfico, constataremosque la aplastante mayoría de los pueblos que podian tener laazuela tienen la azuela; que los que podían hilar poseen el huso,etc. Por el momento, no tiene importancia saber si han inventa­do o recibido tales herramientas, sino si las han utilizado. Elhecho de que para estos dos ejemplos poseamos seis mil años dedocumentos repartidos por todas las partes del globo sin excep­ción, milita claramente en favor del determinismo.

Sin embargo, queda por hacer la prueba inversa. ¿Existenotras soluciones posibles a los problemas resueltos por la azuela,el huso y el fuelle? Resulta asombrosa la escasez de estas solucio­nes originales. Algunos pueblos, como es el caso de los aínas,tallan la madera con el cuchillo; otros, como los indios del Brasil,hilan arrollando las fibras en el muslo. Hay diversas razones queexplican su estado, que es tanto más singular cuanto que vivenrodeados de azuelas y de husos. Cuando se profundiza en estasrazones, constatamos que la inercia técnica aparente está regida amenudo por causas exteriores. Los ainos, que desconocían elmetal antes de la introducción por los japoneses de sables y decuchillos de trueque, han utilizado sólo estos dos objetos de ace­ro, que les llegaban a la vez como arma y como herramienta.

Resulta, pues, que el objeto que normalmente se destina paratrabajar la madera es la azuela; y para hilar, el huso. Busquemossucesivamente las razones que imponen la forma a estos dosobjetos. Si se tiene intención de trabajar una pieza de madera enbruto, tronco o rama, el medio más cómodo consistirá en hacervirutas o astillas en el hilo de la madera, desde la superficie haciael centro. El operador está colocado delante de su pieza y desco­noce la posibilidad de percusionesaplicadas con percutor, por loque debe, para trabajar con eficacia, golpear la madera antes de

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d~centarla .. Como tiene que levantar las astillas que siguen elhilo, la hoja que maneja es perpendicular a la hebra en sentidolongitudinal (de lo contrario, sólo haría hendiduras). y comodebe también producir las astillas mediante un corte brutal (per­pendicular), levantándolas por medio de golpes muy oblicuos ydeteniéndolas en caso preciso con nuevos cortes perpendicularesla hoja debe estar libre para que los dedos del operador no que:den pillados en la madera en los golpes perpendiculares y paraque el filo profundice en los golpes oblicuos. No pretendemosdescubrir el origen de la herramienta que responde a estas distin­tas necesidades; el ejemplo es, y debe serlo, artificial, si bien esevidente que las condiciones que acabamos de describir repre­sentan el mínimo necesario para que un hombre medio desde elNeolítico, talle la madera. Ahora bien, a cada una de estas condi­ciones responde una de las características diversas de la azuela:golpear la madera (con hoja enastada) perpendicularmente a lahebra (con el filo perpendicular al eje del mango), sin pillarse losdedos (con el mango relativamente alargado y la hoja relativa­mente larga) produciendo astillas o virutas (con la hoja sujeta enel extremo del mango). Aunque se pueda realizar el mismo tra­bajo con el cuchillo, el machete o el hacha, sólo la azuela respon­de plenamente ~ todas las exigencias: el cuchillo es débil, el ma­chete es demasiado largo y no puede introducirse en la pieza,mientras que, por su parte, el hacha exige juegos de muñeca ymovimientos anormales.

Respecto al huso, las condiciones no son menos claras. Sinprejuzgar sobre los orígenes, muchísimos hombres desde hacemilenios, saben bien que haciendo girar una piedra en el cabo deun hilo, éste se enrolla y desenrolla según el sentido del giro.Basta, pues, con considerar como adquirida la noción de que sepuede torcer el hilo haciendo girar un peso suspendido en suextremo. Se imponen dos condiciones: hacer girar el peso y enro­llar el hilo torcido para poder seguir la operación. Ambas condi­ciones contribuyen a dar al peso un eje alargado, a fijarlo a unvástago; aunque el huso europeo y el precolombino funcionan demaneras claramente distintas, sin embargo, a causa de la asocia­ción peso-rotación-bobina, los dos husos poseen formas idénti­cas.

Los ejemplos anteriores son bastante sencillos. Podríamos en­contrar aún varias docenas de objetos que tienen la misma uni­versalidad, como es el caso del arco, la lanza, el transporte enbalanza, la balsa o la sandalia. Hay muchos otros ejemplos que

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mostrarían un carácter más local, como es el caso del hacha, eltrineo, el fuelle, los puentes, la vela, etc., ya que su localizaciónse debe a condiciones particulares del medio. El número de lasherramientas u objetos de fabricación o de transporte es, pues,relativamente reducido; varias centenas de términos definen conclaridad los innumerables casos particulares: poder decir hacha,trineo o torno de alfarero y suscitar al punto miles de objetos delos más diversos orígenes y períodos constituye algo así como elgrado superior de un determinismo técnico.

Sin embargo, cada objeto así predeterminado guarda una per­sonalidad asombrosa. Para tallar la madera, se requiere un filoperpendicular a un mango, pero tanto el mango como la hoja sedescomponen en toda una serie de detalles según la madera tra­bajada en una determinada región, según la piedra que puedeservir de hoja, según la atracción ejercida por la azuela de ungrupo vecino, o según causas positivas o negativas indefinida­mente extensibles. Aplicar sistemáticamente el determinismo aestos detalles hace que el término pierda su valor: a partir delmomento en que admitimos que la forma «azuela» es natural yen que, mediante adopción o invención, la puede poseer cual­quier grupo carpintero, la explicación determinista llega a suslímites. Ésta ha servido sólo para un trabajo de preparación. Sóloa una explicación más flexible y precisa podremos pedir cuentassobre los detalles.

Esta explicación ha sido propuesta ya varias veces, cuando seformuló el doble aspecto de la tendencia y el hecho (pág. 24) y losgrados del hecho. Esta concepción ha permitido entender mejorlos testimonios materiales. Basándonos en el ejemplo del propul­sor, hemos dosificado el valor de los diferentes grados que vandel término técnico general (propulsor) a las expresiones cultura­les amplias (propulsor europeo, oceánico y americano), y luego adatos étnicos cada vez más particulares, como puede ser el casodel propulsor de una isla de Alaska. El determinismo técnicoconduce a considerar el propulsor como un rasgo natural e inevi­table originado de la combinación de algunas leyes fisicas y de lanecesidad de lanzar el arpón. Los grados del hecho permitenrecorrer el camino inverso y constatar que del propulsor de laAlaska meridional, último grado del hecho, se llega al propulsorimpersonal e inexistente, que es a la vez el primer grado delhecho y la tendencia misma.

La noción de tendencia cubre, de una manera distinta, aldeterminismo técnico. Este término me pareció necesario al ini-

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ciar una búsqueda de las líneas principales de la tecnicidad hu­mana, para expresar lo que se situaba más acá del acto técnicomaterializado en los textos y en los instrumentos término amodo ~e abr~viatura para caracterizar COn una palabra la sumade las virtualidades que sólo se tornan realidades en las condicio­~es de un medio favorable, simbolización de la pendiente quesiguen en todo el mundo vivo las necesidades de una superviven­era de modalidades cada vez más complejas. Este fenómeno lovamos a abordar y desarrollar en otros términos en los volúme-

'. 3nes sigurentes . En el presente volumen lo hemos consideradocomo..un medio para ordenar desde el principio la exploracióndel tejido de relaciones establecidas entre el hombre y la materiapor él domeñada.

3 El medio y la técnicas y El gesto y la palabra.

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ÍNDICE DE FIGURAS

ESTRUCTURA TECNICA DE LAS SOCIEDADES HUMANAS

l. Propulsor, varilla con apéndice de apoyo para la mano. Perú, incas.2. Propulsor, varilla con apéndice de apoyo para la lanza. Nueva Guinea.3. Propulsor, tablilla ancha con pomo. Australia occidental.3'. Propulsor, tablilla estrecha con pomo. Australia. territorio del norte.3". Propulsor, varilla ensanchada hacia el gancho. Australia, Victoria.4. Propulsor, tablilla. Méjico, aztecas.4'. Propulsor, tablilla con anillos. Arizona prehistórica.5. Propulsor, tablilla con huellas. Alaska, sitka.6. Propulsor, tablilla con huellas. Islas Aleutianas.7. Propulsor, tablilla con huellas. Alaska, islas Nunivak.8. Propulsor, tablilla con huellas. Tierra de Baffin, Cumberland Sound.9. Propulsor, tablilla con huellas. Groenlandia occidental (el tamaño de las

figuras del 1 al Sestá reducido cerca de una octava parte con relación a losoriginales; y las figuras del 6 al 9, cerca de una séptima parte).

LOS MEDIOS ELEMENTALES DE ACCIÓN SOBRE LA MATERIA

10. Cuchillo para la madera. Hokkaido, ainos.11. Azuela. Siberia oriental, chukches.12. Cincel y mazo. Japón.13. Piedra para batir el hierro en frío. América del Sur, indios motilones.14. Barrote de hierro utilizado como martillo. África occidental (1/7).15. Martillo para clavar las clavijas. Alaska, esquimales (1/8).16. Martillo de piedra con mango de marfil de morsa. Alaska, esquimales (1/

10).17. Martillo con cabeza de cobre. Perú, incas (l/lO).18. Mazo para ablandar telas. Japón (l/lO).19. Mazo para aplanar sandalias de paja. Japón (1/12).20. Mazo de cantero. Alemania, siglo XVI (1/ l O).21. Martillo con cabeza de piedra. Atizona prehistórica (1/10).22. Martillo con cabeza de piedra. Chukches (l/lO).23. Martillo con cabeza de cuerno. Gran Bretaña, Edad del Bronce (l1l0).

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24. Martillo con cabeza de piedra. Bajos Alpes, Neolítico (l/10).25. Martillo con cabeza de piedra sujeta por una correa. Egipto antiguo (sin

fecha) (1/12).26. Mazo de tallista. Japón (l/lO).27. Mazo para clavar estacas. Japón (1/20).28. Martillo de herrero. Japón (1/12).29. Martillo con cabeza de hierro checo, Edad del Hierro (1/18).30. Martillo de herrero. Sahara, tuareg.31. Cuchilla para cortar las plantas medicinales. Japón, siglo XVIII.

32. Hacha. Indochina, rnoi.33. Mazo y cuña. China.34. Cincel para ahuecar las piedras para tinteros. Japón.35. Azuela. Japón.36. Mazo y cincel para labrar la piedra. Alemania, siglo XVI.

37. Taladro manual de carpintero. Japón.38. Taladro con cuerda. Siberia oriental, chukches.39. Taladro con arco. Alaska, esquimales.40. Taladro de parahuso. China.41. Cuchillo de cobre para cortar la pasta de soja. Japón.42. Cuchillo para recortar el papel. Japón.43. Aguja para coser, hueso de pájaro. Islas Kuriles (1/4).44. Triturador de (laña de azúcar. Guayana inglesa.45. Hacha con hoja de cobre. Egipto, vigésima dinastía (1/10).46. Azuela para partir leños. Japón.47. Puñal. Kafiristan.48. Martillo de calderero. Japón (1/12).49. Martillo y cincel de orfebre. Norte de Nigeria, bida.50. Mazo y cincel de orfebre. China.51. Martillo y punzón para repujar. Japón.52. Martillo y punzón para acuñar moneda. Austria, siglo XVI.

53. Cuchillo para la madera. Ainos.54. Raspador con hoja de piedra y empuñadura de marfil de mamut. Alaska,

esquimales (1/5).55. Rallador para hortalizas, porcelana. Japón (1/6).56. Muela para granos. África occidental, lobi.57. Segur. Francia (1/20).58. Azuela con hoja de piedra y montura de hueso de ballena. Alaska, esquima­

les.59. Zapapico para desenterrar tubérculos, hoja de marfil de morsa, mango de

madera. Alaska, esquimales.60. La percusión difusa-oblicua lanzada no está ilustrada por herramientas es-

peciales.61. Martillo y pujavante de herrador. Francia.62. Mazo y formón. Japón (1/15).63. Martillo y cincel para labrar la piedra. Japón.64. La percusión difusa-oblicua-aplicada no está ilustrada por herramientas es­

peciales.65. Dispositivo para buscar el peso relativo de las herramientas. AB: distancia

desde la falangina del índice hasta la apófisis unciforme del hueso en formade gancho que sirve para fijar la posicion del pivote y del platillo de laromana, completada por la herramienta misma. L-A: gran astil. PA: peso

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del gran astil. Esta ilustración corresponde a un hacha de carpintero japo­nés.

66 a 80. Los gráficos que acompañan a los objetos están compuestos del pesorelativo (P%) del índice de peso-longitud, de la longitud relativa (L%) y delíndice de longitud-peso.

66. Cuchillo. Noruega, lapones (las figuras del 66 al 80 están alrededor de1/20).

67. Cuchillo. África del norte, cabila.68. Cuchillo. Japón.69. Espada corta. China.70. Espada de tipo romano. Cáucaso.71. Sable. Japón.72. Sable. India.73. Sable. Indonesia.74. Machete. Indochina.75. Rompecabezas. Nueva Caledonia.76. Hacha. India.77. Rompecabezas. India.78. Azuela. India.79. Mazo. Japón.80. Mazo. Japón.

EL FUEGO

81. Eslabón. Rusia (1/4).82. Manera de dar con la piedra en la estopa.83. Eslabón con bolsito para la piedra y la estopa. Siberia.84. Caja con tres casillas para el encendedor con hoja de hierro, la piedra y la

estopa. Japón, siglo XIX (1/5).85. Encendedor de pistón. Borneo, dayak (1/3).86. Obtención del fuego mediante percusión oblicua- aplicada: tablilla. Melane-

sia.87. Obtención del fuego serrando un escudo con un propulsor. Australia.88. Juguete de niño. Ucrania.89. Fuego de uso mágico, obtenido al serrar un leño. Noruega.90. Palo rodado entre las palmas. Sahara.91. Palo-berbiquf. Argentina.92. Palo con cuerda. Groenlandia oriental, esquimales.93. Palo con arco. Siberia. cariacos.

EL AIRE

94. Soplete de orfebre. Egipto antiguo (según la figura de un fresco).95. Soplete de orfebre. Méjico. aztecas (segun un manuscrito).96. Soplete de orfebre. India, Delhi.97. Soplete de bambú para usos domésticos. Japón.98. Fuelles de fragua. África del sur, zulú. .99. Fuelles de alto horno, construidos en base a unos cántaros. Africa occiden­, tal,lobi.

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100. Fuelles de fragua con cilindros y toberas de madera. Alto Nilo, bari (1/20).101. Fuelles de alto horno. Portugal, siglo XVI (l/50).102. Fuelles de uso doméstico. Roma antigua (1/6).103. Fuelles de órganos. Europa, siglo XVI.

104. Fuelle de alto horno. Japón, siglo XVIII.

105. Fuelles de fragua. Islas Filipinas, Luzón.106. Fuelle de alto horno. Borneo.107. Fuelles de fragua. Birmania, Rangún.lOS. Fuelle de fragua. Japón.

LA FUERZA

109. Pico de cantero. Japón (1/15).110. zapapico para desenterrar tubérculos. Alaska, esquimales (1/10).111. Azuela de tonelero. Francia, siglo XVII (l/1O).112. Azuela, mango de madera; el hierro es una hoja de escoplo para la madera.

Europa, lapones (l/lO).113. Azada. Europa (1/15).114. Azada, hoja de hierro acanalada. Japón (/15).115. Azada. África, Togo (1/12).116. Pulidor de marmolista; el impulso de la piedra abrasiva se consigue median­

te el balanceo del madero. Japón (l/30).117. Llave de cornamenta de reno para plegar y enderezar la madera en caliente.

Alaska, esquimales.liS. Bruselas de pintor de lacas. China (1/5).119. Muelas circulares con brazos. Japón.120. Cabrestante para halar las ballenas. Japón (l/SO).121. Torno de molino de aceite. Japón (1/60).122. .Rueda elevadora a pie para regar los arrozales. Japón.123. Desplazamiento de los puntos de apoyo en las herramientas de percusión

lanzada con mango largo.124. Laya. Japón.125. Arado. Malasia.126. Prensa con palanca para secar las pastas de soja. Japón, siglo XVIII.

127. Manera normal de sujetar la lanza; el centro de gravedad está entre elprimer y segundo tercio del arma.

12S. Pozo con cigüeñal. Japón (1/100).129. Pisón hidráulico. Japón (1/60).130. Rueda motriz con álabes (esquema).131. Rueda elevadora con álabes y cangilones. Extremo Oriente (esquema).132. Polea de pozo (detalle de la figura 558). Egipto (1/30).133. Pisón de movimiento alternativo.134. Huso arrastrado por un frotador. Hokkaido, ainos (l/lO).135. Torno para hacer los tubos de pipa; se inmoviliza el tubo en el cilindro de

arrastre y se perfora por medio de una larga barrena con empuñadura.China (1;30).

136. Torno para la madera. Francia, siglo XVII (/40).137. Huso girando en un objeto de barro. Méjico, tzeltalo.138. Torno de alfarero. Corea 0/30).

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139. Molino con muelas circulares; la muela móvil gira por medio de una mani­vela. China.

140. Molino grande, cuya manivela permite la acción de varios hombres. Japón,siglo XVIII.

141. Tomo de hilar. Península malaya (1/15).142. Cuerda de carpintero; el hilo, al desenrollarse, se oscurece con hUIDo.

Península malaya 0/6).143. Manivela de devanadera de seda. Japón.144. Bobina para enrollar el cordelillo a medida que va girando. Noroeste de

Australia (1/10).145. Desgranadora (desmotadora) de algodón con manivela y pedal. Japón, si­

glo XIX (1/30).146. Rueda hidráulica con álabes verticales que arrastran una correa de transi­

ción. Japón, siglo XVIII (l/50).147. Devanadera con desmultiplicación, arrastre con fricción. Japón (1/20).148. Machacador con tres muelas puestas en movimiento por medio de un en-

granaje. Japón.149. Engranaje de una máquina elevadora. Siria (l/50).150. Rueda hidráulica. Japón (l/50).151. Desmotadora de algodón. Península malaya (1/15).152. Aparejo para alabear los patines del trineo. Siberia occidental.153. Devanadera. Japón (1/20).154. Torno de hilar. China (1/20).155. Torno de hilar, detalle de las desmultiplicaciones. Francia (1/10).156. Molino de aceite, ajuste con cuñas. Japón (1/10).157. Trampa con peso para la captura del oso. Japón.158. Red para capturar pájaros. Malasia.159. Trampa con resorte. Melanesia (1/20).160. Trampa con arco. África occidental (1/20).161. Candado con resortes. De izquierda a derecha: candado cerrado, sección de

la llave, cortes del candado cerrado y abierto. Sahara, tuareg (1/1).

TRANSPORTES

162. Cubo de madera plegada y cosida, asa de cuero con guarnición de hueso.Esquimal (1/20).

163. Cubo de corteza plegada, asa de madera. Hokkaido, aino 0/12).164. Francia. Gascuña.165. África oriental.166. Melanesia, Nueva Guinea.167. Japón.168. Malasia, isla de Bali.169. Nuevo Méjico.170. África del norte, cabila.171. Siberia oriental, cariacos.172. Karafuto, aino.173. Península malaya.174. Cuévano para la recolección del moral. Japón.175. Islas Andamán.176. África del norte, cabila.

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177. Indochina, moi.178. Mozo de cuerda. Japón.179. Corea.180. Porteador de equipajes. Japón, siglo XVIII.181. Rusia oriental.182. Indochina, moi.183. Cocinero ambulante. Indochina.184. Campesino con gavillas. Japón.185. Islas Célebes, Ifugao.186. Hokkaido, aino.187. Península malaya, sakai.188. Ucrania.189. África central, batua.190. Japón.191. Albarda y arneses de un caballo de transporte. Japón.192. Cuévanos llevados en equilibrio sobre una albarda.193. Caballo con montura. Norte de China.194. Caballo con montura. Japón, siglo XVIII.

195. Caballo con montura. África oriental.196. Brida. Manchuria.197. Bocado. Japón, siglo XVIII.

198. Bocado. África del norte.199. Estribo de cobre. Afganistán.200. Estribo de hierro. Japón, primeros siglos de nuestra era.20 l. Estribo de hierro tipo zueco. Japón, primeros siglos de nuestra era.202. Estribo de hierro tipo zueco. Japón, Edad Media.203. Estribo de hierro tipo zueco. Japón, siglo XVIII.

204. Espuela de bronce. Europa central, Edad del Hierro.205. Albarda con ganchos. País Vasco.206. Litera con mulas. Persia.207. Arneses y albarda de un buey de transporte. Japón.208. Albarda de dromedario. Arabia.209. Montura de dromedario. Tuareg.210. Camello con montura. Manchuria.211. Cinturón para transportar de un reno. Lapón.212. Palanquín de elefante. Península malaya.213. Reno arrastrando estacas para una tienda. Sibera oriental, tungusos.214. Parihuelas arrastradas (travois). Finlandia, siglo XVIII.

215. Enganche de carro. Grecia, siglo VI a. de Cristo.216. Trineo y camino de leños. Japón.217. Tobogán de corteza. Canadá, indio (1/45).218. Trineo de renos, Lapón (1/45).219. Trineo de perros. Canadá, esquimal 0/45).220. Ca~a del ricksha de invierno sobre un trineo con varales. Japón (1/60).221. Tnneo de renos. Siberia, samoyedo 0/35).222. Carretilla. Corea (1/35).223. Carretilla. China (1/45).224. Carro con varales. Japón, Osaka.225. Enganche de caballo. Rusia.226. Enganche y carreta de campesino. Manchuria.227. Yugo de bueyes uncidos. Indochina.

300

228. Enganche de buey. Suiza.229. Enganche de buey. Japón.230. Enganche de dromedario. Egipto.231. Enganche de reno. Siberia oriental, chukches.232. Enganche de elefante. Península malaya.233. Enganche de perros. Bélgica.234. Enganche de perros de trineo. Groenlandia, esquimal.235. Enganche de perros de trineo. Siberia.236. Enganche de perros de trineo. Alaska, Europa.237. Balsa de troncos recubiertos con una capa de algas. Australia, Queensland

(1/50).238. Balsa de cañas. América del Sur, Perú (1/50).239. Piragua monóxila. América del Sur, Colombia (1/100).240. Piragua con balancin. Islas Carolinas (1/50).241. Piragua monóxila. Siberia oriental, orok (l/50).242. Barca de corteza cosida. Australia, costa oriental.243. Canoa de corteza cosida. Canadá, india (1/50).244. Kayak. Groenlandia, esquimal (l/50).245. Oumiak. Alaska, esquimal (1/80).246. Coracle de piel. Irlanda (l/50).247. Barca de tablas claveteadas. Japón (1/60).248. Barca con balancín. India, Ceilán (l/lOO).249. Barca América del Sur, fueguinos (1/100).250. Barca. Laos (1/80).251. Pagaya. África, bonjo (1/30).252. Tolete. Hokkaido, aino (1/20).253. Tolete lapón (1/20).254. Tira de cuero de un oumiak, esquimal (1/20).255. Remo sujeto en un montante. Indochina (1/40).256. Espadilla. Japón (1/540).257. Vela cuadrada. Japón (1/200).258. Vela triangular en entena. Arabia (1/250).259. Barcaza con balancín, vela de tapa, cobijo de corteza. Nuevas Hébridas,

Santa Cruz (11200).260. Achicador de la barca de la figura 247 (1/12).261. Achicador de barca con balancín. Nueva Zelanda, maorí (1/15).262. Ancla de madera. China.263. Teleférico con cesto. Japón, siglo XVIII.

264. Puente con dos lianas. Melanesia.265. Puente colgante. China oriental (1/300).266. Puente colgante con pretil. China occidental (1/600).267. Puente con pilares de madera. Indochina (l/50).

SÓLIDOS ESTABLES

268. Segmentación de un trozo de sílex por medio de golpes o presión en el bor­de.

269. Hoja de la figura anterior.270. La misma hoja desbastada mediante estallidos voluminosos por los bordes.

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271. Retoques finos por presión con ayuda de una paleta de marfil. Alaska, es-quimales.

272. Hoja de la figura 269 con forma de punta de flecha.273. Taladro de peonza. Nueva Guinea.274. Taladro con arco para perforar las perlas de piedra. China (1/12).275. Taladro de bomba, sin volante. California.276. Taladro formado por una flecha rodada entre la palma de la mano y el

muslo. Estados Unidos, Utah.277. Punta de sílex en un taladro. Alaska, esquimal (1/2).278. Concha de gasterópodo en un taladro. Polinesia (1/2).279. Perforación hecha por un taladro con eje de madera y arena interpuesta.280. Perforación hecha con un taladro tubular con extremo de hueso y arena in-

terpuesta.281. Aparejo para decantar los bloques de jaspe. Japón (1/20).282 a 289. Fabricación de una perla de jaspe con forma de zarpa. Japón.282. El bloque de jaspe se parte con ayuda de una cuña de acero.283. Se esboza la perla presionando en los bordes con una barra de hierro.284. Perforación del canal de suspensión.285. Pulimento del canal.286. Fresado del canal con ayuda del taladro de tablilla.287. Pulimento de las caras laterales.288. Pulimento de las partes curvadas.289. Pulimento en un bloque de pizarra.

SÓLIDOS FIBROSOS

290. Cuchillo para la madera. Hokkaido, aino (1/6).291. Cuchillo para la madera. Japón 0/5).292. Cuchillo para la madera. Alaska, yakutat 0/6).293. Cuchillo para la madera. Labrador, montañés (1/6).294. Cuchillo para la madera. Labrador, esquimal (l/8).295. Cuchillo para la madera, colmillo de tiburón. Tahiu (1/4).296. Escoplo, mandíbula de roedor. Nueva Guinea (1/4).297. Escoplo, diente de castor. Esquimal, Alaska (1/4).298. Escoplo, hoja de jade, mango de asta de reno. Alaska, esquimal (1/4).299. Escoplo de carpintero. Japón (1/4).300. Hoja de cincel con filo cuadrado.301. Hoja de cincel con filo corvo.302. Hoja de gubia con filo cuadrado.303. Hoja de gubia con filo corvo.304. Hoja de madera guarnecida de sílex labrados pegados con goma. Australia

(1/4).305. Hoja de madera guarnecida con colmillos de tiburón. Groenlandia oriental,

esquimal (1/4).306. Sierra de chiquichaque. Japón (1/25).307. Sierra de cobre. Indo, mohenjo-daro, 3er milenio (1/7).308. Sierra de chiquichaque. Rusia (1/35).309. Berbiquí con arco. Egipto antiguo.310. Barrena para horadar los cuerpos de bomba. Europa, siglo XVI (1/60).311. Terraja, Finlandia (1/8).

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312. Barrena con rueda hidráulica para horadar los conductos de madera. Fran-cia, siglo XVII (1/60).

313. Berbiquí. Francia, siglo XVIII (l/lO).314. Punta de taladro en forma de lengua de áspid.315. Punta de taladro en forma de lengua de áspid.316. Punta de taladro en forma de cuchara. Grecia, Edad del Bronce.317. Punta de taladro con punta de tetilla.318. Punta de taladro con tres puntas (barrena de guía).319. Punta de taladro helicoidal. Francia, época galo-romana.320. Torno para la madera. India.321. Torno para madera. Rusia meridional, calmuco.322. Tomo para la madera. Japón, siglo XVIII.

323. Taladro horizontal con arco. Francia, siglo XVII (l/lO).324. Tomo para la madera. África del norte, cabila.325. Hacha para partir leños. Japón (1/10).326. Podadera con mango largo. Indochina (l/lO).327. Podadera con mango largo. Indochina (1/10).328. Podadera con mango largo. Annam (l/lO).329. Podadera. Japón (1/8).330. Podadera. Laos (l/lO).331. Cuchillo con mango largo. Tonkin (1/10).332. Podadera. Japón (1/6).333. Machete. Laos (1/10).334. Hoja de piedra pulida; hacha con filo curvado.335. Hoja de piedra pulida; azuela con filo curvado.336. Hoja de piedra pulida; azuela con filo curvado.337. Hoja de piedra pulida; azuela-gubia con filo curvado.338. Azuela con hoja de hierro. Península malaya (l/lO).339. Azuela con hoja de bronce. Argentina, calchaquí, precolombina (1/6).340. Azuela con hoja de jade. Nueva Guinea (1/8).341. Azuela con hoja de piedra, mango y cabeza de asta de reno. Tierra Victoria,

esquimal (1/6).342. Azuela. África del sur, zulú (l/8).343. Azuela con ojo, hoja de bronce. Mesopotamia, sumeria (1/10).344. Azuela con filo cuadrado. India (1/10).345. Azuela de Alaska, aleutiana (1/8).346. Azuela acanalada, hoja de bronce. Siberia, Edad del Bronce (1/6).347. Azuela acanalada, hoja de hierro. Siberia, chukche (1/8).348. Azuela acanalada, hoja de hierro con filo cuadrado. Japón (l/lO).349. Escoplo de bronce. Egipto, primeras dinastías (1/5).350. Escoplo de bronce. Indo, mohenjo-daro, S'" milenio (1/5).351. Gubia de bronce, enastado acanalado. Siberia, Edad del Bronce (1/5).352. Gubia de bronce. Ur, sumeria (1/5).353. Escoplo de acero, enastado acanalado. Japón (l/6).354. Llave para enderezar ramas (enderezador de flechas). Alaska, esquimal (l/S).355. Llave para enderezar ramas (enderezador de flechas). California, hupa (1/7).356. Aparejo para alabear el arco de enganche (figura 225). Siberia occidental,

ruso.357. Caja de madera plegada y cosida. Islandia (1/8).358. Dos cuerpos de cajas cilíndricas de madera plegada, comprimidas en una

prensa para coserlas. Japón (1/5).

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SÓLIDOS SEMIPLÁSTICOS

359. Rama cortada en laminillas para confeccionar raquetas para la nieve. Ja­pón.

360. Manera de plegar las laminillas de la figura anterior.

361. Horno para trabajar el mineral de hierro en una fosa abierta; el sopladorestá protegido por un muro. Japón, siglo XVIII.

362. Horno cerrado y puesto en alto para poder colar el lingote en una tinaja yseparar la escoria. Japón, siglo XVIII.

363. Alto horno para trabajar el mineral de hierro. Alto Volta, lobi (1/60).364. Muela de bronce destinada a colar hachas. Gran Bretaña, Edad del Bronce

(1/5).365 a 370. Moldeado de un peso de cobre. Costa de Marfil (1/2). Modelo de cera.366. El modelo de cera cubierto de arcilla.367. Después del secado, se calienta el molde y la cera se derrite y sale.368. El molde se suelda a un crisol que contiene trozos de metal.369. El metal fundido cae en el molde cuando se da la vuelta a todo el conjunto.370. Estado definitivo de la pieza.371. Fragua japonesa: fuelle de pistón, fogón, yunque, martillo, tenazas y atiza­

dor (1/30).372. Fragua sudanesa: fuelles de bolsas, fogón, yunque, martillo, tenazas, buril y

lima (1/30).373. Yunque y martillo de calderero. Japón, siglo XVIII.

374. Perforado de un cañón de fusil. Japón, siglo XVIII.375. Perforado de un cañón de fusil. Java, siglo XIX.

376. Hilera de orfebre. Corea (1/20).

377.

378.

379.380.381.382.383.384.

385.386.

387.

388.389.390.

304

SÓLIDOS PLÁSTICOS

Coa o bastón para excavar armado de un cuerno de antílope y un peso depiedra. Africa del sur, bosquimano (1/20).Instrumento que sirve para transportar la tierra que se ha removido recien­temente; la parte de cestería tiene un ribete de hierro. Japón (l/3D).Laya con un espacio para el pie. Islandia, siglo XVII (l/3D).Laya de labriego. Japón (1/30).Pisón para aplanar el suelo de las viviendas. Ucrania (1/30).Apla~adora para el mismo uso que el objeto anterior. Ucrania (1/10).Cuchillo de hueso de ballena para Cortar la nieve. Alaska, esquimal (1/6).Pala de madera guarnecida de asta de reno; sirve para recubrir de nieve labase del iglú. Bahía de Hudson, esquimal (l/18).Raedera de hierro para limpiar la arcilla de alfarero. Ucrania (l/lO).Muela para amasar la arcilla para ladrillos, movida por un asno. La Ven­deé.

Elaboración de la panza de una vasija por medio de una varilla rodadaentre las palmas. Argentina, Chaco.Vaciado de una estatuilla en un molde bivalvo. Japón.Vaso moldeado en una corona de paja. Congo belga (l/lO).Moldeado de tejas planas y semicilíndricas. Japón.

391. Cacharro de barro modelado sobre una placa giratoria. Marruecos, kabila.392. Torno pequeño utilizado para pintar líneas. Japón.393. Torno extremo-oriental, mazo para ensanchar la panza de la vasija. Corea.394. Torno occidental, calibres para el interior de la vasija y raedera para la

panza. Ucrania.395. Impresión de decoración de alfarería por medio de hierbas trenzadas.396. Cocción mediante amontonamiento de combustible. Alto Volta, lobi.397. Horno de arcilla cubierto de cascos. Sudan.398. Horno-túnel, cuya bóveda está formada por tinajas. Austria.399. Corte del horno anterior.400. Tina para teñir paños. Siberia occidental, rusa.401 a 404. Tinte con reservas de cera o ligados. Japón. Anudamiento.402. Disposición de las reservas, primeras ataduras.403. Ataduras completas, pliegues y costura de las lineas de tiras.404. Estado definitivo del adorno después del tinte.

SÓLIDOS FLEXIBLES

405. Punzón de hueso enastado con goma. Susa (1/4).406. Cuchillo de piedra enastado con goma. Australia (l/S).407. Punzón de hueso. Siberia, Tobolsk, Edad del Bronce (l/4).408. Punzón de hueso (cúbito de rumiante). Japón, Neolítico (1/4).409. Punzón de cornamenta de reno. Alaska, esquimal (1/5).410. Punzón de hueso. Nueva Guinea, tumleo (1/4).411. Capa para la lluvia, fibra de palmera cosida. China (1/30).412. Disposición de las fibras de un tapa (aumentadas 15 veces).413. Batidor para el tapa, de madera. Nuevas Hébridas.414. Manera de raspar la corteza del moral para papel. Japón.415. La pasta de corteza se trabaja con el batidor.416. La horma se introduce en la cubeta de pasta diluida.417. Batido de las hojas de papel con la pisón. Japón, siglo XVIII.

418. Manera de descarnar una piel tendida sobre estacas. África del sur, zulú.419. Raspador para pieles. África del sur, zulú (1/4).420. Raspador para pieles. África del sur, zulú (1/4).421. Raspador para pieles, concha de mejillón atada a un guijarro. Tierra del

Fuego (1/4).422. Raspador para pieles, hoja de piedra, empuñadura de madera. Alaska, es­

quimal (1/4).423. Raspador para pieles, hoja de piedra, empuñadura de madera. Canadá occi-

dental, esquimal (1/4).424. Raspador para pieles, piedra. Bahía de Hudson. esquimal (1/5).425. Raspador para pieles, omóplato de reno. Bahía de Hudson, esquimal (1/4).426. Raspador para pieles, hoja de hierro. Ucrania 0/4).427. Raspador para pieles, hoja de pizarra, empuñadura de madera. Alaska. es­

quimal (1/4).428. Raspador para pieles, hoja de hierro, empuñadura de cornamenta de reno.

Labrador, esquimal (1/4).429. Raspador para pieles. hoja de obsidiana, empuñadura de madera. Kam­

chatka. coriaco (1/8).430. Manera de suavizar una piel de oveja. Ucrania.

305

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431. Forma de desgranar (desmotar) el algodón sobre una piedra plana. Abisinia.432. Arco para cardar. Abisinia.433. Devanado de capullos. Japón, siglo XVIII.434. Manera de hilar el algodón en la rueca. Abisinia.435. Torno de hilar, conjunto y órganos principales. Japón.436. Torno de hilar, conjunto y órganos principales. Francia.437. Torno de hilar de cordelero. Francia, siglo XVII.

438. Torno de cordelero. Alemania, siglo XVI.

439. Bobina para formar las madejas. Francia, siglo XVII.440. Pies regulables para las madejas. Japón (1/15).441. Torno de hilar preparado en canillera. Japón, siglo XVII (1/30).442. Bobina o torniquete manual. Japón. .443. Torniquete. Japón (1/18).444. Torniquete (argadillo). Abisinia (1/25).445. Torniquete extensible. Francia, siglo XIX (1/12).446. Torniquete y devanadera. Indochina, moi.447. Devanadera. Europa, siglo XVII (1/20).448. Devanadera de capullos, pedal. Japón, siglo XVI11 (l/50).449. Máquina para retorcer. Japón, siglo XVIII (1/50).450. Trenza de tres ramales.451. Trenza de seis ramales.452. Telar de trenzas huecas. Japón (1/15).453. Nudo sencillo.454. Nudos llanos. Nueva Guinea.455. Nudo doble o lasca.456. Nudo de guía.457. Nudo de guarnicionero.458. Nudo de correa, esquimales y África occidental.459. Reforzamiento de un sedal de arpón. Alaska, esquimal.460. Pasador y barritas de torsión. marfil. Alaska, esquimales (1/4).461. Vuelta de.boza sujeta por una barrita.462. Trinchetes (o chairas) de bronce. Egipto, de la duodécima a la decimonove-

na dinastía (1/4).463. Tela cortada con trinchete. Japón.464. Tijeras para esquilar de hierro. Época romana, Europa central (1/4).465. Tijeras para esquilar de hierro. Japón (1/4).466. Lezna de hueso y su funda. Tierra del Fuego (1/4).467. Aguja de hueso con entalladuras. Grecia prehistórica (1/2).468. Aguja hueca, hueso de pájaro. Islas Kuriles, aino (1/2).469. Aguja de hueso. Francia, Edad del Reno (1/2).470. Dedal para coser, esquimal.471. Dedal para coser. Japón.472. Estuche de costura; tubo para las agujas y portadedales, marfil. Alaska,

esquimales (1/4).473. Blusa bordada. Hokkaido, aino.474. Blusa de pieles de salmón bordada. Siberia oriental, golde.475. Capas superpuestas y espirales. Islas Salomón.476. Capas superpuestas y atadas, suelo de terraza. Indochina, moi.477. Cestería en espiral.478. Tela con trama espiral, tul. Europa actual.479. Cesteria retorcida.

306

480. Tela con urdimbre retorcida, gasa. Europa actual.481. Tela con urdimbre retorcida, tejido con cartón.482. Cestería tejida. Península malaya.483. Cestería diagonal, cuadrado. América, Amazonas.484. Diagonal apretada, cesto para transportar. Japón (1/15).485. Diagonal suelta; 1 cogido-J suelto. Península malaya.486. Diagonal 2 cogidos-Z sueltos. Japón. .487. Diagonal aberrante, pared de choza. Península malaya, sakai.488. Aspecto exterior de una cestería «en espiral».489. Dos maneras posibles de hebras en forma de espiral. . .490. Método espiral auténtico, con hebras y montantes haciendo espiral. Afnca,

Angola.491. Método espiral con hebras retorcidas. Alaska, esquimal.492. Espiral con hebras tejidas. Egipto protohistórico.493. Espiral cosida. África del norte.494. Espiral en una sola capa, chaleco de roten ..Co~a. . .495. Retorcido con montantes rígidos. Columbia británica, kwakiutl.496. Retorcido flexible, saco para la recolección. Alaska, esquimal (l/lO).497. Cestería o tela con urdimbre retorcida. Alaska, chilkat. .498. Cestería con montantes y hebras retorcidos. Columbia británica, kwakiutl.499. Cestería con hebras tejidas, 2 cogidos-Z sueltos. Japón.500. Cestería con hebras en exceso.501. Confección de una sandalia de paja. 1: telar, China del sur. Il, III y IV:

confección de una sandalia japonesa.502. Borde libre. Columbia británica.503. Borde vuelto, tejido. Corea.504. Borde retorcido. Columbia británica, haida.505. Borde redondeado. Europa.506. Borde trenzado. Japón.507. Borde atado. Japón.508. Telar para hacer trenzas. África del norte (1/30).509. Telar para trenzas. Japón, siglo XVIII.

510. Esquema de un telar de dos juegos de lizos.511. Armadura tela.512. Armadura cruzada.513. Armadura asargada.514. Elemento en exceso; la trama de esta armadura asargada disimula los hilos

de la urdimbre.515. Tela retorcida; fragmento de una capa. Columbia británica, chilkat.516. Arriba: decoración trabajada con cartones. Abajo: telar con cartones. Arme-

nia.517. Punto anudado turco.518. Punto anudado persa.519. Telar de pesas, trenzado de cañas. Hokkaido, aino.520. Esquema de un telar con una fila de lizos.521. Telar con una fila de lizos. Nuevas Hébridas.522. Telar con una fila de lizos. Hokkaido, aino.523. Telar con una fila de lizos. Japón.524. Esquema de un telar vertical con una fila de lizos. Marruecos.. .525. Telar con rejilla: J, conjunto; II y I1I, abertura del paso. Francia, siglo XIX.

526. Telar vertical de rejilla: 1, conjunto; Il y 1lI, abertura del paso. Japón.

307

Page 162: Leroi Gourhan Andre - El Hombre Y La Materia - Evolucion Y Tecnica 1

527. Telar con dos filas de lizos. Península malaya.528. Telar con dos filas de lizos. Abisinia.529. Telar con dos filas de lizos. Sudán.530. Mallado de los hilos en un telar con cuatro filas de lizos; 531 a 533: aplica-

ciones de este mallado.531. Diagonales.532. Espigas.533. Rombos.534. Mallados combinados en un telar con cuatro filas de lizos.535. A) Mallado de la cinta de un brocado con 20 pasadas; B) mallado del fondo

con dos filas; C) motivo tejido.

FLUIDOS

536. Granero de barro seco. África del norte (1/60).537. Granero sobre pilotes. África oriental (1/60).538. Tonelete. Austria (l/lO).539. Tinaja.540. Cántaro, cabila (1/16).541. Botella. Abisinia, galla (1/8).542. Cubeta. Estonia (1/40).543. Cubo. Japón (1/12).544. Olla de barro. Estados Unidos, Arkansas (l/lO).545. Cuévano de cestería. Indochina, moi (1/18).546. Tazón. Japón (1/8).547. Cubilete. Siria (1/5).548. Taza. Grecia antigua (1/6).549. Taza de madera plegada. Aíaska, esquimal (1/6).550. Cesto plano. Corea, siglo 11 (l/lO).551. Palangana. Japón (1/15).552. Cuenco. Cabilia (1/12).553. Fuente de madera. Nueva Guinea, tumleo (1/10).554. Copa de barro. Japón neolítico (1/6).555. Cuchara de madera, tuareg (1/4).556. Cubo de pozo con asa de pivote y mango de bambú. Japón; mango articula­

do fijado en el asa de un cubo corriente. Francia, La Yendée (l/30).557. Pozo con cigüeñal. Rumania (1/150).558 Y 559. Cigüeñal (conjunto); el camello va enganchado en la cuerda D, el

conductor agarra la cuerda E. El fondo del cubo de cuero B se prolongamediante un mango e que se mantiene en alto con la cuerda E durante lasubida. Egipto.

560. Trasvase de agua desde un estanque a un arrozal por medio de un cubosuspendido y unas cuerdas. Japón, siglo XVIII.

561. Acueducto. Japón (1/200).562. Cuerno de buey utilizado como botella. Abisinia, gana.563. Pala para granos. Japón (1/20).564. Olla, esteatita. Estados Unidos, Kentucky (1/12).565. Olla con asas, alfarería. Siberia, chukche (1/12).566. Estuche de corteza tejida. Japón (1/12).567. Tazón, cristal. Grecia antigua (1/6).

308

568. Cuchara de asta de reno, lapona 0/3).569. Cuchara de madera. Rusia 0/7)·570. Cuchara de bronce. Mongolia, ardas, Edad del Bronce (1/2).571. Tinaja. América, Florida, período precolombino (1/8).572. Botella de cuero. Abisinia, galla 0/8).573. Acetre con pico de madera. Japón (1/10).574. Aguamanil de cristal. Siria (1/3).575. Puchero con tapadera. Abisinia, galla (1/6).576. Embudo de madera, tuareg (1/10).577. Colador de roten. Tíbet (1/6).

309

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ÍNDICE ANALÍTICO

abanico, 65, 74acetre, 275achicador, 142afiladores, 150aglutinantes, 204, 206aguja, 160,213,240,242; figs. 43,

467 a 469albardas, 89,113,114,117,118,

120, 121, 123, 124; figs, 191,205, 207, 208

albornoz, 263alerón, 255, 264, 266alfileres, 242alfombras, 259algodón, 223, 224almadía, 134, 139,292alto horno, 179, 180ancla, 142; fig. 262anclote. 142antepecho, 255, 256, 258, 262aparejo, 255, 256, 258, 259, 262,

264aparejo de gata, 142apelambrado, 220apelambrador, 220aprestos, 209arado, 35, 81, 86, 190, 200arco, 99, 175, 264, 290, 292arco cardador, 224; fig. 432armadura (tejido), 247, 252; ligs.

511a513arnés, 113, 115, 132, 173arpón, 86, 102, 293arreos, 113, 115, 132, 173arroz, 69, 216, 272

azada, 35, 54, 81, 84, 190, 192,200; ligs. 124, 379, 380

azuela, 39, 45, 46, 81, 148, 151,157, 158, 160, 166, 168, 170,171, 173, 183, 190, 239, 289,290, 291, 292, 293

azuela-gubia, 160, 168

balancín, 86, 87, 89, 136, 142; fig.259

balancín hidráulico, 87, 277, 278balanza, 89, 129balsa, 134, 139,292; fig. 238ballesta, 99barcas, 137, 139, 140, 141, 174,

214barniz, 68, 202, 204, 207barra paratransporte, 89barrena, 84, 90, 91, 92, 148, 150,

151, 153, 154, 157, 163, 165,184, 187

barritas de torsión, 238batiks, 208, 209berbiquí, 63, 95, 163betún, 210blusas, 239, 243; ligs. 473, 474bobinas, 231, 233, 234, 292; figs.

144, 439, 442bocado, 113, 115, 117, 120bolsas, 108, 260, 279bordar, 222, 239, 242, 243botas, 264bote, 134, 136, 137, 139, 140, 142,

174,214

3II

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botellas, 189, 196,270,274,280;figs. 541, 562, 572

bozal, 113brasero, 65brida, 113; figs. 193 a 196broca, 84, 163, 165, 187brocado, 269broches, 238bruselas, 82buey, 111, 112, 117, 118, 121,

130; figs. 227 a 229búfalo, 111, 118, 130buril,45, 184, 187burro, 111, 117, 129

caballo, 111, 112, 113, 115, 116,117, 118, 120, 123, 124, 125,130, 132, 264

cablaje, 234cabrestante, 84cajas, 104, 174,214calderería, 182, 185camello, 111, 118, 120, 121, 124,

130canales, 271canalillo, 270canalización, 278candado, 99canillas, 231, 233canilleras, 98, 231, 234canoas, 134, 136, 140,214cántaros, 275capa, 251, 256cardado, 223carreta, 125, 129, 130carretilla, 86, 87, 129carro, 112, 124, 125, 126, 129carro de cuatro ruedas, 117, 118,

129carro de dos ruedas, 35, 126, 127,

128,248casas, 239caucho, 210cazo,275cebú, 111, 118, 130cepillo, 50, 148, 162cerbatana, 35, 76, 78, 101,287cesta, 106, 210, 243, 244, 247,

248, 250, 251, 252, 270, 274,275, 287

312

cestería, 68, 174, 202, 213, 214,238, 243, 244, 245, 247, 248,250,251,252,253,256,258

cigüeñal, 87, 277, 278cimientos, 68cincel, 45, 148, 156, 157, 158,

160,162,173,187cincel de madera, 46, 183cinturón, 110, 258cisternas, 272, 274cizallas, 187clavija, 162clavo, 162coa, 35, 190; fig. 377colas, 68, 206, 209, 210colador, 282colores, 206, 207, 208cometas, 72copas, 277coracle, 137cordoncillos, 253correa, 117, 118, 120correa de transmisión, 89, 96cortafríos, 45, 184, 187cortaplumas, 50corte, 239corteza, 134costura, 222, 231, 238, 239, 240,

242cremallera, 264crisoles, 178, 180, 183, 187, 189cristal, 175, 177, 178,204cubas, 274, 275cubetas, 275; fig. 542cubilete, 275cubo, 106,214,275cucharas, 158,277,280cuchilla, 48, 86cuchillo, 45, 48, 51, 57, 86, 157,

158, 162, 165, 173, 192, 229,291,292

cuchillo de madera, 159cuchillo para nieve, 192cuchillo para segar, 220cuencos, 174, 277cuerda, 213, 214, 222, 224, 277cuévano, 108, 248, 260cuna, 110cuñas, 46, 154curtido, 218, 219, 220, 222curtientes, 71, 218, 220

chimenea, 65, 74choza, 108, 248, 260

dedal, 240, 242desagües, 270, 277desgranadora, 96, 98, 224, 230desgrase, 193desmontado, 224desmontadora, 96, 98, 224desmultiplicación, 89, 98devanaderas,92,98,224,230,231diques, 272dromedario, 111, 118, 120, 121,

124, 130

elefante, 111, 121, 124, 125, 132embudo, 282encendedor, 61, 62, 63, 287encendedor de pistón, 35, 73, 76,

78enderezador, 82engranaje, 96, 98enjalbegado, 68, 206, 210, 212enjulio, 255, 256, 262, 268enlucido, 68, 209, 210, 212enriado, 223escofina, 162escondederos, 274escoplo, 159, 160, 162, 173, 187escoplo-gubia, 160esmalte, 204, 212espadilla, 140espuelas, 115, 116e~eras,248, 260, 263estribos, 115, 116, 120, 123, 124

fajas, 258fermentación, 71fieltro, 214, 215, 218flecha, 69, 73, 86, 150,290flechita, 73, 78, 86fogón, 184, 187forja, 176, 184, 185, 187,200,290fragua, 184, 187,200,290fuelle, 65, 74, 76, 78, 87, 99, 180,

182, 184, 187,200,291,292fuelle con pistón, 35, 76, 78fuentes, 277

fundición, 176, 179, 180, 182, 183fusil, 187

gobelin, 253, 259, 260, 262gomas, 206, 209, 210granete, 148, 162, 187gubia, 45, 148, 160, 173guillotina, 86guindaste, 40, 84, 174

hacha, 42, 48, 54, 57, 58, 81, 84,148, 151, 153, 157, 158, 160,166, 168, 170,239,292,293

hamaca, 260hilatura, 225, 238hileras, 187, 223hilo, 222, 223, 233hoces, 210horcate, 130horno, 69, 154, 178, 179, 193,

202, 204, 205huso, 90, 91, 92, 96, 101, 102,

200, 225, 226, 228, 229, 230,234, 291, 292

iglú, 192impermeables, 214indumentaria, 239, 242, 243, 244,

245, 247

jeringa, 35jacquard, 253, 268, 269

kayak, 134, 136, 137, 140kriss, 185

lacas, 173,206,210,212lámparas, 157lanza, 40, 86, 126, 130, 132, 150,

292lanzadera, 256, 262, 263látex, 209, 210laya, 81, 86,192lezna, 240; fig. 466lima, 157, 158, 162, 163, 187

313

Page 165: Leroi Gourhan Andre - El Hombre Y La Materia - Evolucion Y Tecnica 1

litera, 117lizos, 95, 255, 256, 259, 260, 262,

266, 268

llama, 111, 112

machete, 166, 292madera plegada, 214; figs. 117,

152, 354 a 360, 549mallo, 45, 48, 84, 173, 194,215,

216manivela, 63, 89, 90, 92, 94, 95,

96,98,228,229,231,233,234,236

marmita, 69, 275martillo, 45, 46, 48,148,156,158,

162, 184, 187matrices, 187,202,205maza, 48, 148, 195,215,216maza de guerra, 151mazo, 195,215,216mazo hidráulico, 99, 102mazo pisón, 87, 102mijo, 220modelado, 195molde, 182, 183, 194, 197, 198moldeado, 182, 183, 194, 196,

197, 198moletas, 197, 202molino, 73, 84, 89, 92, 94, 95, 98,

102,229montura, 113, 115, 116, 117, 118,

120, 123, 124, 130, 132, 173mordientes, 71, 206, 208mortero, 68, 179muela, 94mula, 111, 117muserola, 115

nasas, 251navegación, 132, 134, 136noria, 277nudo, 213, 236, 239

olla, 69, 275orfebre, 74, 184, 187oro, 74, 175, 176, 178, 179oumiak: 134, 137, 139

314

pagaya, 137, 139, 140pala, 81, 86, 189, 190, 192palanca, 80, 113, 129, 174, 184,

192palanganas, 277palanquín, 117, 121palo de excavar, 35, 190; fig. 337palo para el fuego, 90; figs. 90 a 93paneles, 248pantallas, 248papel, 208, 209, 213, 214, 215,

216,218parahuso, 50, 63, 91, 94, 96, 98,

102, 151,271paredes, 248pasadores, 238pasarela, 145pedal, 89, 90, 94, 95, 96, 165,234,

255peine, 256, 262percutor, 45, 46, 48, 50, 51, 148,

149, 150, 156, 158, 160, 162,173, 187

perro, 111, 112, 121, 123, 124,132

persianas, 260pértigas, 139pértigo, 126, 130, 132pico, 148, 190, 192pinturas, 68pinzas, 82, 158, 184, 187,240pinzas para depilar, 82, 84piragua, 134, 136, 139pisón, 189, 192pistón, 76, 78, 101,224podadera, 166polea, 40, 89, 95, 145, 255, 264,

266,277porcelana, 204portabu1tos, 106porteo, 103, 106, 108, 110, 111,

112,117,118,120,121,123,124,292

pozo, 272, 274, 277pozo con cigüeñal, 87, 89, 277pozo con polea, 89pozo con roldana, =: 7prenda de vestir, 239, 242, 243,

244, 245, 247prensas, 86, 99, le:'presas, 271, 272

propulsor, 27, 29, 30, 31, 293puentes, 145, 293pulidor, 148, 150, 151, 154, 157,

158, 162, 183, 187,202punta de barrena, 163puntilla, 48, 90, 156, 157, 162,

213, 238, 239punto anudado, 259, 262punzón, 48, 90, 148, 156, 157,

162, 187, 202, 213, 238, 239

raquetas de nieve, 174raspador, 157, 162,218,219,220rastrillo, 190redes, 238remo, 139, 140; fig. 255reno, 111, 120, 121, 123, 124,

125, 130resorte, 79, 90, 99rodillos, 129, 196,250rompecabezas, 151ronzal, 113, 115rueca, véase husorueda, 35, 70, 86, 87, 89, 94, 98,

99, 106, 112, 118, 124, 125,126, 127, 129, 195, 200, 228,229,230,271,277

rueda de alfarero, 35, 69, 92, 94,96,271

rueda giratoria, 194, 198, 200

sable, 166, 180saco, 106, 108, 270sandalias, 214, 248, 252, 292segur, 45, 50, 54, 84, 166sierra, 102, 148, 150, 157, 158,

162,210silo, 270, 274silla de montar, 113, 115, 116,

117,118,120,123,124,130,132, 173

silla de manos, 117soguilla (de mozo de cuerda), 108soldadura, 206, 212soplete, 65, 74, 187

tabiques, 248tajadera, 187

taladro, 90, 91, 92,148, 150, 151,153, 154, 157,163, 165, 184,187

taladro con arco, 50, 63, 90, 98,163

taladro de cuerda, 50, 63, 90, 98,151

taladro manual, 50, 102taladro de parahuso, 50, 63, 91,

96,98, 102, 151,271taladro con tablilla, 101, 153taladro de tomo cónico, 151tamices, 248tapa,208,213,214,215,216,218taza, 275tazones, 165, 226, 275; figs, 546,

567tejado, 248t~ido, 248, 253, 255, 256, 258tela, 245, 247, 248, 252, 253, 255,

256, 258, 259, 260telar de cintas, 256, 259, 260telar de pedales, 89, 95, 214, 230,

231, 234, 247, 253, 255, 256,258, 259, 260, 262, 263, 264,266, 268, 269

telar de trenzas, 253tenacillas, 240tenazas, 158, 184, 187, 240terraja, 163tijeras, 239, 240tijeras de esquilar, 82, 84, 240timón, 126, 130, 132, 140tinajas, 274, 275tintes, 68, 206, 207, 208, 209tiro, 74tobogán, 127tonel, 274, 275torcido, 222, 224, 225, 226, 234torneado, 194, 197, 198, 200,

201tornillo, 40, 95, 98torniquete, 194, 198, 200, 233,

234torno, 40, 84, 102, 153, 163, 165,

174, 194, 195, 196, 197, 198,200, 201, 202, 205, 229, 230,231

torno de alfarero, 35, 69, 92, 94,96,271

torno con arco, 90, 165

315

Page 166: Leroi Gourhan Andre - El Hombre Y La Materia - Evolucion Y Tecnica 1

torno de hilar, 35, 41, 91, 92, 94,95, 96, 98, 200, 224, 226, 228,229, 230, 231, 233, 234, 271,289, 290, 293

torno para madera, 35,63, 90, 95,99,271

tranchete, 239transporte, 103, 106, 108, 110,

111,112,117, !l8, 120, 121,123, 124,292

travesaño, 124travois, 124, 125, 126, 130trenza, 223, 236, 244, 253trineo, 112, 123, 124, 127, 129,

130, 132, 174,293trinquete, 98trituradoras, 86tul, 256

316

urdimbre, 252, 255, 256, 258

vajilla, 158vallas, 251vela, 72, 73, 129, 139, 140,293veneno, 70, 78vestimenta, 239, 242, 243, 244,

245, 247vidriado, 204, 207, 208vidrio, 175, 177, 178, 204volante, 90, 91, 92, 94, 96, 151,

200, 228, 230, 271

yak, 111, 118yugo, 129, 130yunque, 178, 184, 187

ÍNDICE

ELUNIVERSO TEÓRICO DEL GESTO .

PRÓLOGO A LA PRESENTE EDICIÓN .

INTRODUCCIÓN .

1. ESTRUCTURA TÉCNICADE LAS SOCIEDADES HUMANAS

LA TENDENCIA Y EL HECHO .

LosGRADOS DEL HECHO .

JERARQuiA DE LAS TÉCNICAS .

11. MEDIOS ELEMENTALESDE ACCIÓN SOBRE LA MATERIA

LAS PRENSIONES .

LAS PERCUSIONES .

Aplicación .Dirección " .Forma .

EL FUEGO _ .

Su adquisición .Su conservación y consumo .

ELAGUA .

Efectos fisicos .Efectos dinámicos .Efectos químicos .

7

9

24

26

31

39

42434346

596065

67686970

317

Page 167: Leroi Gourhan Andre - El Hombre Y La Materia - Evolucion Y Tecnica 1

ELAIRE 71El soplete . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74El fuelle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76

LA FUERZA MOTRIZ Y LA TRANSMISIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79Amplificación del peso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80La palanca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82El balancín y el contrapeso 86Movimientos circulares 89Conservación de la fuerza 94

III. LOS TRANSPORTES

EL PORTEO HUMANO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . • . . • . . • . . . • . . . 106Distintas formas de llevar a un niño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110

EL PORTEO ANIMAL. . . . . . . • . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111El caballo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112Los bóvidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I 17Los camélidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118El reno................... 120El elefante 121Elperro 121

EL ARRASTRE Y EL TRANSPORTE RODADO. . . . . . . . . . . . .• . • . . . • . . . . 124El trineo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127Vehículos con ruedas 127

LA TRACCIÓN Y LA DIRECCiÓN .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . 129

LA NAVEGACiÓN . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . • . . . • . 132Balsas..................... 134Piraguas monóxilas 136Barcas de corteza y de cuero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136

LAS VíAS DE COMUNICACIÓN .........•................•....... 142

IV. LAS TÉCNICAS DE FABRICACIÓN

Los SÓLIDOS ESTABLES ........................•..•........... 148Sólidos estables de gran densidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

. Sólidos estables de densidad media o débil 156

Los SÓLIDOS FIBROSOS .........................•.....•....... 158Percusiones aplicadas 159Percusiones lanzadas. . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . .. . . . . .. . . .. 165Percusiones aplicadas con percutor 173Madera alabeada 174

Los SOLIDOS SEMIPLÁSTICOS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174Los metales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178La fundición. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179El moldeado 182

EL TRABAJO DE LOS METALES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . 183La forja 184

Los SÓUOOS PLÁSTICOS 188Sólidos plásticos de cohesión débil. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189Sólidos plásticos propios 192Los aglutinantes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206

Los SÓLIDOS FLEXIBLES ............•......................... 212La corteza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213La piel................................................ 218La hilatura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222La costura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238Los tejidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243La cestería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 247La tejeduria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253

Los FLUIDOS . . . . • . . • . . . . • • • • • . • • . . . . . . . . . . . . . . • . . . • . . . . . . .. 269La colección de los fluidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271El transporte de los fluidos 277El trasvase de los fluidos 280

V. PRIMEROS ELEMENTOSDE EVOLUCIÓN TÉCNICA

LA HC'\JOLOGiA COMPARADA. . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283

ÍNDICI-' DI-' FIGURAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . 295

ÍNDICE A1'<ALiTICO . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311

318 319