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La Carta puede ser leída siguiendo el hi- lo de esta demanda hecha por Cullen, que le permitió a Bolívar articular su recuento histórico y su meditación política en tor- no a cinco inquisiciones resaltantes, que sirven de pie al desarrollo de un texto cu- ya intención iba mucho más allá de la co- rrespondencia a un particular. El texto dictado por Bolívar, y escrito del puño de Pedro Briceño Méndez, fue traducido de inmediato por el fiel general anglocanadiense John Robertson, quien había servido a la causa de la independen- cia desde la Primera República, bajo el mando del propio Miranda. Es suyo el tex- to inglés que se conserva en el Archivo de Bogotá, única copia manuscrita de la épo- ca conocida hasta el año pasado, cuando se dio a la luz pública el manuscrito espa- ñol original, descubierto en Quito por el historiador ecuatoriano Amílcar Varela, hoy a nuestra disposición en la fecha de su bicentenario. El texto jamaiquino, a través de su fór- mula de epístola personal, encierra un CONTRAPORTADA Los fantasmas de Rulfo Un texto de Augusto Monterroso AÑO 5 / NÚMERO 239/ DOMINGO 17 DE MAYO DE 2015 Simón Bolívar a Henry Cullen La articulación dialógica de la Carta de Jamaica J. A. CALZADILLA ARREAZA Poco habrá dejado para la historia el ca- ballero Henry Cullen, de quien apenas sa- bemos que era un comerciante inglés resi- denciado en Jamaica para el año de 1815. El mérito que nos incumbe fue descubier- to más que tardíamente, en 1954: fue el de haber dirigido, con gran cortesía, una mi- siva solicitando información al joven ge- neral exiliado Simón Bolívar, prestigioso –y peligroso– por haber liderado una revo- lución republicana en Tierra Firme, que por las noticias hacía pensar en la temida rebelión de los esclavos en el Santo Do- mingo francés, más tarde Haití. Tal epístola sirvió de pretexto para la re- dacción de uno de los grandes textos del pensamiento bolivariano: la Carta de Ja- maica, fechada el 6 de septiembre de aquel año, en cuya distancia de dos siglos guar- da para nosotros una reserva entrañable de pensamiento revolucionario latinoa- mericanista. bien estructurado manifiesto político, his- tórico, geográfico, antropológico y filosó- fico, dirigido a la conciencia europea libe- ral e ilustrada, buscando sacudir su indife- rencia y su recelo ante la revolución gene- ralizada de toda la América española. En Jamaica, Bolívar perderá la última ingenuidad de esperar el apoyo y la pro- tección de la potencia inglesa –esperanza albergada desde los días de 1810– al noble y comercialmente interesante propósito de la independencia del Nuevo Mundo. Al cabo de su estancia en Kingston, en diciembre de 1815, Bolívar se dirigirá al Haití de Alexandre Pétion, de quien recibi- rá finalmente la ayuda necesitada. Una re- pública negra del Caribe será quien auxi- lie el proyecto de liberación suramerica- na, y no otro imperio, por más que pare- ciera menos decadente y sanguinario que el imperio español. Primera inquisición: Al interés filantrópico de Cullen, expre- sado en la frase «Tres siglos ha –cita Bolí- var– que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande he- misferio de Colón», el Libertador respon- derá con una reiterada denuncia del geno- cidio indígena y un homenaje a Bartolo- mé de Las Casas como su acusador históri- co. La desmedida violencia de los conquis- tadores se verá renovada, trescientos años más tarde, por la «guerra de exterminio» con que ha respondido España a la volun- tad de independencia de los americanos. Todos los imparciales han hecho justi- cia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su gobier- no y contemporáneos los actos más horro- rosos de un frenesí sanguinario. [Párrafo 5] Segunda inquisición: A los buenos deseos de Cullen, quien manifiesta su esperanza de que «los suce- sos [léase: «éxitos»] que siguieron Sigue»

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La Carta puede ser leída siguiendo el hi-lo de esta demanda hecha por Cullen, que le permitió a Bolívar articular su recuento histórico y su meditación política en tor-no a cinco inquisiciones resaltantes, que sirven de pie al desarrollo de un texto cu-ya intención iba mucho más allá de la co-rrespondencia a un particular.

El texto dictado por Bolívar, y escrito del puño de Pedro Briceño Méndez, fue traducido de inmediato por el fiel general anglocanadiense John Robertson, quien había servido a la causa de la independen-cia desde la Primera República, bajo el mando del propio Miranda. Es suyo el tex-to inglés que se conserva en el Archivo de Bogotá, única copia manuscrita de la épo-ca conocida hasta el año pasado, cuando se dio a la luz pública el manuscrito espa-ñol original, descubierto en Quito por el historiador ecuatoriano Amílcar Varela, hoy a nuestra disposición en la fecha de su bicentenario.

El texto jamaiquino, a través de su fór-mula de epístola personal, encierra un

CONTRAPORTADA

Los fantasmas de RulfoUn texto de Augusto Monterroso

AÑO 5 / NÚMERO 239/ DOMINGO 17 DE MAYO DE 2015

Simón Bolívar a Henry CullenLa articulación dialógica de la Carta de Jamaica

J. A. CALZADILLA ARREAZA

Poco habrá dejado para la historia el ca-ballero Henry Cullen, de quien apenas sa-bemos que era un comerciante inglés resi-denciado en Jamaica para el año de 1815. El mérito que nos incumbe fue descubier-to más que tardíamente, en 1954: fue el de haber dirigido, con gran cortesía, una mi-siva solicitando información al joven ge-neral exiliado Simón Bolívar, prestigioso –y peligroso– por haber liderado una revo-lución republicana en Tierra Firme, que por las noticias hacía pensar en la temida rebelión de los esclavos en el Santo Do-mingo francés, más tarde Haití.

Tal epístola sirvió de pretexto para la re-dacción de uno de los grandes textos del pensamiento bolivariano: la Carta de Ja-maica, fechada el 6 de septiembre de aquel año, en cuya distancia de dos siglos guar-da para nosotros una reserva entrañable de pensamiento revolucionario latinoa-mericanista.

bien estructurado manifiesto político, his-tórico, geográfico, antropológico y filosó-fico, dirigido a la conciencia europea libe-ral e ilustrada, buscando sacudir su indife-rencia y su recelo ante la revolución gene-ralizada de toda la América española.

En Jamaica, Bolívar perderá la última ingenuidad de esperar el apoyo y la pro-tección de la potencia inglesa –esperanza albergada desde los días de 1810– al noble y comercialmente interesante propósito de la independencia del Nuevo Mundo.

Al cabo de su estancia en Kingston, en diciembre de 1815, Bolívar se dirigirá al Haití de Alexandre Pétion, de quien recibi-rá finalmente la ayuda necesitada. Una re-pública negra del Caribe será quien auxi-lie el proyecto de liberación suramerica-na, y no otro imperio, por más que pare-ciera menos decadente y sanguinario que el imperio español.

Primera inquisición:Al interés filantrópico de Cullen, expre-

sado en la frase «Tres siglos ha –cita Bolí-

var– que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande he-misferio de Colón», el Libertador respon-derá con una reiterada denuncia del geno-cidio indígena y un homenaje a Bartolo-mé de Las Casas como su acusador históri-co. La desmedida violencia de los conquis-tadores se verá renovada, trescientos años más tarde, por la «guerra de exterminio» con que ha respondido España a la volun-tad de independencia de los americanos.

Todos los imparciales han hecho justi-cia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su gobier-no y contemporáneos los actos más horro-rosos de un frenesí sanguinario. [Párrafo 5]

Segunda inquisición:A los buenos deseos de Cullen, quien

manifiesta su esperanza de que «los suce-sos [léase: «éxitos»] que siguieron

Sigue»

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DOMINGO 17 DE MAYO DE 2015 / CIUDAD CCS / LETRAS CCS 3

A Teresa Forcades, autora de libros tan valiosos co-mo Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas o La Teología Feminista en la Historia, la conozco hace años. He asistido a sus charlas, hemos conversado y la he entrevistado para La Librería Mediática muchas veces en Cataluña y en Venezuela. Siento afecto y admira-ción por ella. Para mí es todo un misterio que en una misma persona coincida el rigor científico de los estu-dios de medicina, la claridad de analizar al mundo y una entrega mística a sus creencias religiosas. Teresa es una científica, médico con doctorado en Salud Pú-blica y también monja benedictina, Teóloga y políti-ca. Es auténtica en cada una de sus facetas. No es pró-diga en halagos y nunca hace una crítica sin argumen-tos. Es quizás el conjunto de todo eso lo que la hace gozar de altísima credibilidad y lo que haya hecho que se haya querido llevar a libros las conversaciones con ella, como lo hizo Eulalia Tort, en Diálogos con Teresa Forcades, publicado en 2013 por Editorial DAU en Espa-ña.

Luego de visitar Venezuela, de Chávez dijo que esta-ba haciendo «un bien inmenso a su país y al mundo». Es fascinante conocer de primera mano sus pareceres sobre los temas más diversos, ser testigo de su valen-tía al afrontar temas difíciles y afectar intereses de las trasnacionales farmacéuticas, y también leer qué di-vulgan o interpretan su pensamiento en escritos que le hacen justicia. La envidia y la maledicencia también surgen cuando se trata de hablar de una personalidad tan frontal como la de Teresa. Como ser humano le duele ser objeto de difamaciones y ataques. Pero no la amilana, su actividad intensa la hace seguir adelante con su proyecto de vida y nada la ha hecho cambiar su forma de ser.

***

Sé de Jorge Bergoglio o el Papa Francisco por las no-ticias y por el libro Francisco, Vida y Revolución, que hace poco publicó la periodista argentina y corresponsal de La Nación en El Vaticano, Elisabetta Piqué, en edición de Ateneo de Argentina. El libro está en las librerías en Venezuela y expone de forma muy clara la vida y el pensamiento de avanzada de Francisco. Es muy inte-resante porque se relatan sin escándalos las interiori-dades del Vaticano, sus influyentes, los lobbies y eta-pas, el Cónclave de la Capilla Sixtina para la elección del Papa que sustituiría al renunciante Benedicto XVI, y el torbellino espiritual de Jorge Bergoglio. Ya conver-tido en Papa Francisco I, posee una inesperada y ava-sallante personalidad en el mundo terrenal sin aban-donar la espiritual. Romper esquemas desde el papa-do no es fácil. Francisco es incómodo para quienes es-tán en la comodidad de los altos cargos eclesiásticos con sus declaraciones acerca de las injusticias y acon-teceres del mundo. En los contenidos y formas nos re-cuerda el ideario de Hugo Chávez. Por lo que vemos y escuchamos en los medios, y nos cuenta este libro de Piqué, ha llegado al Vaticano un hombre que no ha de hacerle la vida fácil a quienes lo rodean, que quiere sa-cudir los cimientos de una estructura que por genera-ciones no ha estado al servicio del hombre, con el pre-texto de que su objetivo es el espiritual, para no ver la miseria a la que vastas poblaciones son condenadas por el capitalismo. Francisco ha alzado la voz, y sin eu-femismos ha condenado este sistema. Si la jerarquía de la Iglesia Católica venezolana tiene oídos, que escu-che. Si sabe leer, que lea. Como Teresa, Francisco tran-sitó primero el camino de la ciencia —es Técnico Quí-mico— para luego dedicarse al sacerdocio como jesui-ta. Es también Teólogo. Ha publicado libros como Men-te Abierta, Corazón Creyente, y sus pensamientos están recogidos en libros como el de Piqué.

La Librería Mediática

Marialcira Matute

2 LETRAS CCS / CIUDAD CCS / DOMINGO 17 DE MAYO DE 2015

Teresa Forcades y Jorge Bergoglio, el ser como se es

Balada de Hans y Jenny Por Aquiles Nazoa

Verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.

Hans y Jenny eran soñadores y hermosos, y su amor compartían como dos colegiales comparten sus almendras.

Amar a Jenny era como ir comiéndose una manzana bajo la lluvia. Era estar en el campo y descubrir que hoy amanecieron maduras las cerezas.

Hans solía cantarle fantásticas historias del tiempo en que los témpanos eran los grandes osos del mar. Y cuando venía la primavera, él la cubría con silvestres tusilagos las trenzas.

La mirada de Jenny poblaba de dominicales colores el paisaje. Bien pudo Jenny Lind haber nacido en una caja de acuarelas.

Hans tenía una caja de música en el corazón, y una pipa de espuma de mar, que Jenny le diera.

A veces los dos salían de viaje por rumbos distintos. Pero seguían amándose en el encuentro de las cosas menudas de la tierra.

Por ejemplo, Hans reconocía y amaba a Jenny en la transparencia de las fuentes y en la mirada de los niños y en las hojas secas.

Jenny reconocía y amaba a Hans en las barbas de los mendigos, y en el perfume de pan tierno y en las más humildes monedas.

Porque el amor de Hans y Jenny era íntimo y dulce como el primer día de invierno en la escuela.

Jenny cantaba las antiguas baladas nórdicas con infinita tristeza.

Una vez la escucharon unos estudiantes americanos, y por la noche todos lloraron de ternura sobre un mapa de Suecia.

Y es que cuando Jenny cantaba, era el amor de Hans lo que cantaba ella.

Una vez hizo Hans un largo viaje y a los cinco años estuvo de vuelta.

Y fue a ver a su Jenny y la encontró sentada, juntas las manos, en la actitud tranquila de una mucha-cha ciega.

Jenny estaba casada y tenía dos niños sencillamente hermosos como ella.

Pero Hans siguió amándola hasta la muerte, en su pipa de espuma y en la llegada del otoño y en el co-lor de las frambuesas.

Y siguió Jenny amando a Hans en los ojos de los mendigos y en las más humildes monedas.

Porque verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.

Feliz cumpleaños, Aquiles[17.05.1920- 26.04.1976]»Viene de Portada

entonces a las armas españolas acompa-ñen ahora a las de sus contrarios, el Liber-tador responderá con la afirmación de un destino libertario suramericano (que se an-ticipa al muy posterior destino manifiesto con que el imperio estadounidense se de-clarará dueño del hemisferio) y una doc-trina de la opinión determinante.

El suceso coronará nuestros esfuerzos porque el destino de la América se ha fija-do irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado; la opinión era to-da su fuerza; por ella se estrechaban mu-tuamente las partes de aquella inmensa monarquía; lo que antes las enlazaba, ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la Península, que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes que reconciliar los es-píritus de ambos países. [Párrafo 6]

Tercera inquisición:Al paralelismo planteado por Cullen en-

tre los reyes europeos y los reyes indíge-nas, que lo revela como conocedor atento de la historia y de las circunstancias polí-ticas que dieron pie a la independencia, para postular la acción de una providen-cia justiciera (cita Bolívar: «La felonía con que Bonaparte prendió a Carlos IV y a Fer-nando VII, reyes de esa nación, que tres si-glos aprisionó con traición a dos monar-cas de la América meridional, es un acto muy manifiesto de retribución divina, y al mismo tiempo una prueba de que Dios sostiene la justa causa de los americanos y les concederá su independencia.» [Párrafo 18], el Libertador responderá con una re-memoración de la historia política de la Conquista y sus injusticias, y, más allá, con una reflexión teológico-política que calibra la relación entre la religión como política de las pasiones y el poder como ejercicio de la voluntad.

Es esta inquisición de Cullen la que da pie al interesante desarrollo sobre el mito ancestral de Quetzalcoatl y la devoción popular por la Virgen de Guadalupe en México [Párrafos 50, 51 y 52], que culmina con el párrafo recobrado en el manuscrito de Quito, ausente en las transcripciones del documento conocidas hasta ahora. Es-ta es la filigrana que llevará a uno de los desenlaces de la Carta de Jamaica, afirman-do la acción humana por sobre una acción divina:

Yo diré a Vd. lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión,

ciertamente; mas esta unión no nos ven-drá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos. [Pá-rrafo 54, sin contar el párrafo redes-cubierto]

Cuarta inquisición:Al interés informativo de Cullen sobre

«la situación de los americanos y sus espe-ranzas futuras», así como su deseo de «sa-ber sobre la política de cada provincia co-mo también su población, si desean repú-blicas o monarquías, si formarán una gran república o una gran monarquía» [Párrafo 20], Bolívar responderá con un magistral boceto de historia y geografía política que revela la profundidad de su conciencia sobre la situación y el devenir global hemisférico, la cual le da una capa-cidad descriptiva y predictiva sobre cada una de las naciones indoamericanas en lucha por su libertad, así como un impul-so para el análisis crítico de las formas de gobierno que se ha intentado implemen-tar hasta el momento.

Es una idea grandiosa pretender for-mar de todo el Mundo Nuevo una sola na-ción con un solo vínculo que ligue sus par-tes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo Gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de for-marse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, divi-den a la América. […] Esta especie de cor-poración podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración […] [Párrafo 49]

Quinta inquisición:A la expectativa de Cullen ante las «mu-

taciones importantes y felices» que pudie-ran ser «producidas por efectos individua-les» [Párrafo 51], la cual Bolívar enlaza al tema del efecto providencial antes sugeri-do por el mismo caballero inglés, dando pie a la reflexión teológico-política sobre los antiguos y los nuevos profetas, el Li-bertador responderá con una posición historicista y colectivista, conviniendo «que causas individuales pueden producir resultados generales; sobre todo en las re-voluciones. Pero no es el héroe, gran pro-feta, o Dios del Anahuac, Quetzalcoatl, el que es capaz de operar los prodigiosos be-neficios que Vd. propone». [Párrafo 51]

Seguramente la unión es la que nos fal-ta para completar la obra de nuestra re-generación. Sin embargo nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas general-mente entre dos partidos: conservado-res y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades estable-cidas; los últimos son siempre menos nu-merosos aunque más vehementes e ilus-trados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la con-tienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre noso-tros, la masa ha seguido a la inteligencia. [Párrafo 53, sin contar el párrafo re-descubierto]

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4 LETRAS CCS / CIUDAD CCS / DOMINGO 17 DE MAYO DE 2015

Juan Rulfo nace, al parecer, en Sayula, estado de Jalisco, al parecer en 1918, y entra en la literatura fantástica por un camino propio y singular. En México no hay hom-bres-lobo, ni seres reconstruidos en una mesa de operaciones, ni vampiros. Pero abun-dan los fantasmas que se pasean en los cementerios y en las calles de los pueblos per-didos por la miseria, o por la violencia de la Revolución de 1910. Y hay un fantasma que recorre la obra entera de Rulfo en forma de viento, polvo, desolación y tristeza. Si la atmósfera de la que hablan los retóricos es un elemento fundamental en las narra-ciones fantásticas, las atmósferas creadas por Rulfo son tales que en ocasiones bastan para producir más de un estremecimiento, querámoslo o no.

Curiosamente, cuando hice en México una especie de encuesta entre conocedores del género fantástico, varios de ellos opusieron fuerte resistencia a considerar fantás-tica esta literatura de Rulfo, sustentada en seres no venidos del más allá, sino en po-bres almas no desprendidas aún del todo de su condición terrena, tumbas a medio ce-rrar e insinuaciones de muerte en cada página. Tal vez su argumento en contra se ba-sara, una vez más, en que en México las cosas “son así”. Y bueno, cada quien tiene los fantasmas que puede. En cuanto a los de Rulfo, difieren ciertamente de los norteame-ricanos o los europeos en que, en su humildad, no tratan de asustarnos sino tan sólo de que les ayudemos con alguna oración a encontrar el descanso eterno. Sobra decir que son fantasmas muy pobres, como el campo en que se mueven; muy católicos y, so-bre todo, resignados de antemano a que no les demos ni siquiera eso. En pocas pala-bras, lo que ocurre con los fantasmas de Rulfo es que son fantasmas de verdad. ¿Signi-fica eso que les neguemos también ese último derecho, el derecho de pertenecer al glorioso mundo de la literatura fantástica? Sucede asimismo que hace años se creyó equivocadamente que Rulfo era realista cuando en realidad era fantástico, y nuestra buena crítica estaba convencida de que lo fantástico sólo se hallaba en las vueltas de tuerca de Henry James o en los corazones reveladores de Edgar Allan Poe. Entonces se planteaba también la dicotomía campo-ciudad como el ámbito o los ámbitos posibles de la narrativa mexicana, y en algunos sectores había como la necesidad de escoger ta-jantemente la ciudad en oposición a los problemas del campo, demasiado usados ya: la ciudad o nada. Rulfo resistió heroicamente esa demanda absurda y, para bien, se de-dicó a escribir lo suyo.

Tomado de La ficción de la memoria. Juan Rulfo ante la crítica. (2003)Selección y prólogo de Federico Campbell

Los fantasmas de Rulfopor Augusto Monterroso