Ley y Pecado - Mauricio García Villegas

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1 Ley y pecado Mauricio García Villegas ¿Realmente creemos tener una justicia laica? En España y sus antiguas colonias no han acabado de romperse las íntimas relaciones entre las leyes humanas y las divinas, la moral y los agüeros, la ley y el pecado. EL MALPENSANTE N° 113 Octubre de 2010 Jorge Luis Borges dijo alguna vez que se convenció de que los latinoamericanos estamos profundamente ligados a España el día en que leyó un pasaje del Quijote en donde el Ingenioso Hidalgo dice lo siguiente: “Señores guardas, estos pobres no han cometido nada contra vosotros; allá se la haya cada cual con su pasado. Dios hay en el cielo que no se descuida de castigar al malo ni de premiar al bueno y no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres”. Así como don Quijote le pide a la autoridad que perdone a esos condenados y deje el asunto en manos de Dios, que sí es un juez justo, Martín Fierro deja de perseguir a los ladrones y se une a los malos porque ellos sí son valientes. En estos pasajes, dice Borges, hay toda una concepción de la autoridad y del Estado que nos es tan común a los latinoamericanos como es ajena a los demás países europeos y sus ex colonias. En el pasaje del Quijote se evidencia el poco aprecio que los españoles tenían por la autoridad civil y por la ley, sobre todo cuando ellas entraban en conflicto con sus intereses o con sus creencias. Los individuos no siempre respetaban a la autoridad porque, al fin y al cabo, “ella no es nadie frente a Dios” y la autoridad era complaciente con los criminales porque, después de todo, “ya tendrán quien los juzgue”. Lo que quisiera mostrar a continuación es que ambas actitudes parecen venir de la misma fuente religiosa, que no es otra que una visión católica del mundo en donde todo está irremediablemente dominado por el pecado y por la imperfección humana. Esa manera de ver el mundo ha determinado, y de alguna manera lo sigue haciendo, nuestra concepción de la ley, la autoridad, el perdón y la justicia.

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Ensayo acerca de la asimilación de la ley como pecado en la cultura iberoamericana

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1 Ley y pecadoMauricio Garca VillegasRealmente creemos tener una justicia laica? En Espaa y sus antiguas colonias no hanacabadoderomperselasntimasrelacionesentrelasleyeshumanasylas divinas, la moral y los ageros, la ley y el pecado. EL MALPENSANTE N 113 Octubre de 2010 JorgeLuisBorgesdijoalgunavezqueseconvencidequeloslatinoamericanos estamosprofundamenteligadosaEspaaeldaenqueleyunpasajedelQuijoteen dondeelIngeniosoHidalgodicelosiguiente:Seoresguardas,estospobresnohan cometido nada contra vosotros; all se la haya cada cual con su pasado. Dios hay en el cielo que no se descuida de castigar al malo ni de premiar al bueno y no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres. As como don Quijote le pide a la autoridad que perdone a esos condenados y deje el asunto en manos de Dios, que s es un juez justo, Martn Fierro deja de perseguir a los ladrones y se une a los malos porque ellosssonvalientes.Enestospasajes,diceBorges,haytodaunaconcepcindela autoridad y del Estado que nos es tan comn a los latinoamericanos como es ajena a los dems pases europeos y sus ex colonias. EnelpasajedelQuijoteseevidenciaelpocoaprecioquelosespaolestenanporla autoridadcivilyporlaley,sobretodocuandoellasentrabanenconflictoconsus interesesoconsuscreencias.Losindividuosnosiemprerespetabanalaautoridad porque, al fin y al cabo, ella no es nadie frente a Dios y la autoridad era complaciente con los criminales porque, despus de todo, ya tendrn quien los juzgue. Loquequisieramostraracontinuacinesqueambasactitudesparecenvenirdela misma fuente religiosa, que no es otra que una visin catlica del mundo en donde todo estirremediablementedominadoporelpecadoyporlaimperfeccinhumana.Esa manera de ver el mundo ha determinado, y de alguna manera lo sigue haciendo, nuestra concepcin de la ley, la autoridad, el perdn y la justicia. 2 1 EnlaColoniaespaolalaIglesiaeracomplacienteconlospecadosqueseoriginanen las pasiones: matar por furia, robar por codicia, fornicar por lujuria, todo eso haca parte delanaturalezahumana,frgilypecaminosa.Poresohabaqueperdonar.Msan, esaspasionesinconteniblesylosdeslicesqueseoriginabanenellaseranlafuentedel arrepentimiento,delafeydelasumisinaDiosyalaIglesia.Enestevallede lgrimas en el que Dios puso a los hombres, pecar y arrepentirse hacan parte del curso naturaldelavida.PoresolaIglesiacatlicanomenospreciabaalospecadores;al contrario,losacogaylosasistayapenaslesexigaquesearrepintieran.Ah,enla sumisin de los arrepentidos, estaba la fuente del respeto por la Iglesia y, por supuesto, la fuente de su poder y de su autoridad. No en vano al creyente se le llama, incluso hoy en da, fiel. LabenevolenciadelaIglesiaconlospecadoresibadelamanoconlaidea,tambin muy extendida en el catolicismo, de que Dios era infinitamente misericordioso y de que esa misericordia implicaba una extraordinaria capacidad para comprender a cada cual y para ser indulgente con sus pasiones. En su infinita clemencia Dios no solo perdona sino queentiendeporqusepeca.Dios,quehizoalhombreysabemejorquenadiecmo sienteypiensa,sabetambinqueelpecadornotienemsremedioqueseguirenese caminodelaimperfeccin.DeahlasclebrespalabrasdedonJuanTenorio,el personaje de Jos Zorrilla: Llam al cielo y no me oyy, pues sus puertas me cierra,de mis pasos en la tierra responda el cielo, no yo. PerosilacleradeDioscontraelpecadorpersistenteeramayorquesumisericordia paraentenderloyperdonarlo,ahestabalaVirgenMara,queeracomounamadre buena,siempredispuestaaintercederyaplacarlairadeesecreadorjusticiero.La enorme popularidad de la Virgen Mara en Espaa y en Amrica Latina, en especial de laVirgendelCarmen1,seexplicaquizsporesepoderquetieneenelimaginario popular para mediar entre la ley divina y las pasiones humanas. En una sociedaden la que abundan los hijos abandonados por el padre, no eraextrao encontrar esa veneracin a la Virgen-Madre-de-Dios. Ella, que todo lo entiendey todo loperdona,intercedeanteelDiostodopoderosoyaplacasurigorhacialospecadores. En La Virgen de los sicarios, Vallejo cuenta cmo Alexis, el protagonista de su novela, dejadematarauntaxistaquenolequierebajarelvolumenalradiosimplemente porque se es el da de Mara Auxiliadora. Pero la Virgen Mara no era la nica tabla de salvacin de los pecadores. El imaginario religiosodeloshabitantesdelascoloniasestaballenodepersonajesmgicosque podan ayudar a los mortales. El Cielo era pensado como un reino, con un monarca a la cabeza y una serie de sbditos que lo adoraban, cada uno dotado de poderes especficos y de capacidades relativas, segn su mayor o menor cercana con el monarca supremo.

1PatronadeJosdeSanMartn,quelogrlaindependenciadeArgentina,ChileyPer.Considerada reina y patrona de Chile y de Bolivia. En Per es la patrona del criollismo y en Colombia es la protectora de todos los conductores de medios de transporte, especialmente de servicio pblico. 3 Entre elrey de los Cielosy los mortales estabanlas vrgenes, losngeles, los santosmuchossantos,desdelosmsmilagrososhastalosmsordinariosyfinalmentelas almasdelPurgatorio.ElReinodelosCieloserapuesunaproyeccindelreinodela tierra; si los telogos suponan que el hombre haba sido creado a imageny semejanza deDios,loshabitantesdelascoloniashabanhecholascosasalainversa:sureino celestialhabasidoconstruidoaimagenysemejanzadelasociedadcomplejay jerarquizada en la que vivan. El orden y las reglas de la sociedad celestial estaban determinados por los jerarcas de la Iglesia, pero cada fiel les daba su toque singular, segn el vuelo de su imaginacin y las necesidades de su propia salvacin. La salvacin para los habitantes de las colonias era unaempresacomplejaenlaquesenecesitabaempearunabuenadosisdehabilidad, capacidaddenegociacinybuenoscontactos.Cadaquienescogalossantosdesu preferencia, de manera similar a como en la sociedad terrenal escoga a sus padrinosy con ellos se entenda para tramitar requerimientos y recibir favores. Como en el mundo terrenal,enelcelestialseconseguanavancesocrditosparaelpagodelasalvacin eternaytambinbienesterrenalesysocorrospuntuales,todoelloacambiode fidelidadesyderezos.Cadaaspectodelavidatenaunsantoespecializadoque intervena segn las necesidades y de acuerdo con la fidelidad que reciba del acudiente. EnAntioquia,porejemplo,sanRoqueeraelsantoquecurabalasenfermedades;san Higinio intervena paraque se acabaran los temblores; a sanAntonio sele rezaba para casaralashijas;santaBrbaraprevenalastempestades;sanIsidroeraelguardinde los campesinos. Tan evidente era la lgica comercial en todo esto que algunos fieles en lascolonias(tambinenEspaa)castigabanalossantoscuandostosdesoansus peticiones, y lo hacan ponindoles la cara contra la pared o colgndolos de los pies. PeroentreDiosylosmortalesdeapienosoloestabanlossantosylasnimasdel Purgatorio;tambinestabalaIglesia,queeraunaespeciededivinidadpresenteen cuerpoyalma.Elpoderquedetentabanlasautoridadeseclesisticaserasagrado:los obisposyloscuraspodanexcomulgar,prohibirlibros,promulgarmandamientos, expulsaralosdemoniosybendeciralaspersonasylosobjetos.Anteesospoderes delegadosporelmismsimoDiosseimponalasumisindelosfieles.Enlospueblos coloniales y tambin en las ciudades, los obispos eran venerados y sus visitas pastorales eran acontecimientos ms importantes que los concernientes a los funcionarios pblicos del nivel central. Convencido de que Dios lo entiende y por eso lo absuelve, si es necesario con la ayuda de la Virgen Mara, el pecador catlico se arrodilla ante el Cielo y sigue pecando; de ah ese dicho popular segnel cual quien pecayreza empata, o aquel otro que dice no hayputaniladrnquenotengasudevocin.PoresonoesextraoqueToms CarrasquillacuentequeenYolomb(Antioquia),afinalesdelsigloXVIII,los espaoles se acogan a la Santa Cruz para poder vivir a sus anchas. Si pecamos dice donJosMara,unpersonajedesunovela,ahestisvosotrosparaabsolvernosy... santas pascuas. Por eso te queremos, curita. Lospeorescrmenesquedabanasexpiadosenelinstanteenqueelpecadorse arrepenta y se confesaba. Por eso tambin la expresin espaola el pecado se lava con unpoquitodeagua.Delamismamaneracomounsantopuedeirapararaloms profundo del infierno cuando la muerte lo captura sin haberse confesado, el ms abyecto delincuente puede llegar al paraso celestial si se arrepiente en el momento justo. En el 4 JuicioFinal,lavidadelpecadornoserapreciadaensuconjunto,lacontabilidad general de vicios y virtudes no ser tenida en cuenta; lo nico que valdr, en ese tribunal de ltima instancia, ser el hecho de haber tomado la decisin de ser un cristiano fiel al momentodefinitivodelamuerte.Nohayinjusticiaoazarentalregladejuego,dicen losquedefiendenestadoctrina;loquehayesmisericordiadivina.Mientrasenlos juicios humanos se castiga al que confiesa su culpa, en el divino se le perdona, escribi Jos Mara Escriv de Balaguer, el fundador del Opus Dei. Es por esto que al catlico espaol lo atormenta la posibilidad de que la muerte lo atrape sinhaberledadolaoportunidaddearrepentirse.Paramuchosesunriesgoremoto, insignificante, comparado con el disfrute de una vida larga dedicada al placer. Por eso el pecadorapuestaconlamuerteaquesuarrepentimientollegarprimeroqueella.Para don Juan Tenorio la vida es un juego de azar en el que espera tener la suerte de su lado y por eso exclama: Estrellas que me alumbris dadme en este engao suerte,si el galardn de la muerte tan largo me lo guardis! En la visin del mundo catlico, pecar y rezar no son dos verbos en tensin; ni siquiera sepuededecirqueunoeselantdotodelotro;sonmsbiendosactosquese complementanyseexplicanporlafuerzadelaspasionesqueDiospusoenlos hombres. Est bien entonces que ese pecado exista, pues en l se encuentra la fuente del arrepentimientoydelaadoracinaDios.Enelpecadoseconstruyelafe,ydeella depende, claro, la sumisin de los fieles y el poder de la Iglesia. El temor de Dios, que eslafuentedelasabidura,noesincompatibleconunavidadisipadaeindecente;al contrario,enlaunindeestosdoselementossegarantizanlaobedienciaalDios todopoderoso y la humildad del rebao de la Iglesia. Pero as como la Iglesia era tolerante con los pecados que se originaban en las pasiones, era implacable con lospecados del alma,y sobre todo con la hereja. El hereje, con su impiedad, pone en tela de juicio la autoridad de la Iglesia. De la misma forma en que el adltero o el violador eran vistos como arrepentidos potenciales, el incrdulo que haca pblicas sus dudas, y sobre todo el que lo haca sin ningn rasgo aparente de maldad, en pleno uso de sus facultades, era un peligroso enemigo de la Iglesia y del cuerpo social. Por eso iba directo a la Inquisicin; all se le aplicaba la ley, esta vez s, con todo rigor. Lafornicacinera,porsupuesto,unpecado;perolaInquisicinsoloprocesabaalos fornicadores que expresaban alguna opinin para justificar sus actos, de tal manera que pudierancuestionarlasenseanzasdelaIglesia.LosenemigosdelaIglesiaeranlos enemigos del pecado, no los pecadores. El ateo era un enemigo; el pecador, un posible hijo prdigo. LosprotestantesdelsigloXVIII,encambio,veanlascosasalainversadela Inquisicin.Lospecadosdelaspasioneseranmsgravesquelosdelintelectoyla voluntad.Elcrculoviciosocatlicoentrepecado,arrepentimiento,perdnydenuevo pecado deja de existir en el protestantismo y es reemplazado por una poderosa tica del autocontroldelaspasionesascetismo,sobriedadyrecatoenlavidacotidianaydel trabajo. Como lo explica Max Weber en su clebre estudio sobre la tica protestante y elespritucapitalista,estanuevaticaseoriginaenladoctrinadelapredestinacin 5 segnlacualsoloalgunaspersonashansidoescogidasporDiosparasalvarse,pero nadie sabe muy bien quines son. Delaterriblesoledadquesedesprendedeesepostuladoenigmtico,explicaWeber, nacendosactitudeshacialavida:enprimerlugar,cadacualdebeverseasmismo comoelegidoparasalvarsedelocontrario,habraallunindiciodepocafey,en segundo lugar, una consagracin total al trabajo, lo cual era tambin interpretado como unaposiblemuestradehabersidoseleccionadoparalasalvacin.Laacumulacinde riquezaeraentoncesbienvista,siempreycuandoestuvieraacompaadadeunavida sobria y sin excesos; una vida contenida, sin pasiones. Es por eso que en el norte de Europay en las colonias inglesas los pecados originados enlasdebilidadeshumanas,yentreelloseladulterio,eranvistoscomofaltassociales graves.Ascomoelproblemadeladulterioenlascoloniasfueenfrentadodesdelos plpitos,enInglaterrafueenfrentadodesdelosjuzgados.Perolaprdicadeloscuras era ms bien inocua frente al adulterio y no solo porque la sancin de la que disponan, el arrepentimiento, sola ser algo pasajero y repetitivo, sino porque en la Iglesia catlica loscurasnuncahandejadodetenercondescendenciaconlospecadores,deloscuales, como ya dije, obtienen su capital social, es decir su prestigio y sobre todo el aprecio de las vctimas, muchas de ellas esposas traicionadas por maridos infieles. Loscuras,arropadosensussotanas,tambintenanelprivilegiodepoderhablar abiertamente de sexo, tanto con el marido adltero como con la mujer engaada. Por los confesionariosyporlosprostbulostranscurratodaesalasciviacreativadelgnero humano que la sociedad espaola se negaba en familia o en sociedad. La confesin, ese invento medieval tardo,dice Roberto PalacioenPecar comoDios manda, no era ms queunmediodesesperadoparasaberloquesehacadepuertasparaadentroenuna pocaenlaquenohabacmarasqueocultarnimicrfonosqueplantar.Nadade extraotieneentoncessimuchoscurasdelaColoniaquedaronatrapadosenesta prctica general de tener amantes, concubinas e hijos por fuera del matrimonio. En la sociedad colonial el contraste entre las formas pblicas y las prcticas privadas era muygrande.Enlosasuntosamorososysexuales,enloscualeselrecatopblico convivaahurtadillasconlaslicenciasdelavidaprivada,estaincongruenciaeraan msevidente.Porfueradelyugomatrimonial,enelescenariodelavidapblica,los hombres y las mujeres hacan todo por separado. En la calle, en las reuniones, e incluso en las fiestas populares, cada sexo tena su propio espacio y cumpla su propio rol. Pero laiglesiaeralaexcepcin.Eltemplodelpuebloeraunrefugiodelalibertad,dice HumbertoRestrepocuandoexplicacmoeralavidaenlospueblosdeAntioquiaa finalesdelsigloXIX.Allseencontrabanlosenamoradosyseurdanlosnoviazgosy loscompromisosamorosos.Poreso,diceRestrepo,unosepreguntasielintersque mostrabanlosjvenesantioqueosporelMesdeMaraoporlasCuarentaHorasera religioso o simplemente amoroso. Aspues,enaquellospasesdondeeladulterioeraconcebidocomounafaltasocial grave, la tolerancia con los pecadores siempre fue menor y las mujeres podan imponer lmitesalcomportamientodeloshombres.Enloslugaresdondeeladulterioeravisto comounpecadoremediablemedianteelarrepentimiento,lanormasocialquelo condenabaeraendebleylasmujeresnopodanhacernadaparaimpedirlaconducta 6 lasciva de los hombres. Mientras el primero es un caso de captura de la moral por parte de la sociedad, el segundo es el producto de la captura social por parte de la moral. 2 En Espaasiemprehubociertaconfusinentreeldelitoyelpecado.Losdelitosenla Espaa clsica eran, ante todo, pecados por la misma razn que la ley humana depende de la ley divina, y por eso la sancin que les corresponda era la culpa y su remedio el arrepentimiento y la penitencia. Perolareduccindelcrimenalpecadoentraa,sobretodo,unadesvalorizacino incluso una banalizacin del crimen. Si Dios perdona siempre y en un instante, por qu no habran de hacer lo mismo los jueces? Qu autoridad sobre la tierra puede pretender sermsseveraqueDios?Sitodossomospecadores,qumsdaqueunosloseanen mayor medida que otros?, y sobre todo, por qu empearse tanto en castigar, cuando el juicio definitivo no les corresponde a los jueces de este mundo? El acusado era un pecador, como todos, no un enemigo dela sociedad; si no fuera as, todosseramosenemigosdelasociedad,porquetodossomospecadores.Poreso,el indultoestprofundamentearraigadoenestamaneracatlicadeconcebireldelito.Si pecar es algo que le puede pasar a cualquiera, cmo no habra de ser condescendiente eljuezconeldelincuente?Labienconocidahipocresacatlica,quepredicamucho pero practica poco, no es otra cosa que el resultado de esa benevolencia que tiene el juez hispnicoconelacusado,alcualmiracomoaunpecador.Deahvienetambinla tradicional falta de sintona ibrica entre la letra de la ley y su aplicacin. Una cosa es el castigo en la letra de la ley, que debe ser implacable y severo, y otra muy distinta es la aplicacindeesecastigoenlaprctica,cuandoelindultoylaamnistapasanaserla regla.EstolodicemuybienngelGanivet:Castigamosconsolemnidadyconrigor parasatisfacernuestrodeseodejusticia,yluego,sinruidonivoces,indultamosalos condenados para satisfacer nuestro deseo de perdn. Octavio Paz, por su parte, explica nuestra devocin por las formas en los siguientes trminos: la doble influencia indgena y espaola se conjug en nuestra predileccin por la ceremonia, la frmula y el orden; la religin,elderechoyelartenossirvenparasoarconunmundoidealquenossaque, aunque sea por un momento, de la dura realidad. Nosobraagregarque,enestavisincatlicadedelito,lasimpataporelacusadoes igualmenteproporcionalalmenosprecioporlavctima.Elpecadoestaninevitable comolascatstrofesnaturalesyporesolasvctimassonsiempreelproductodela fatalidad.Losresponsablessonagentesinvoluntariosdeunarealidadsocialquede manera trgica se impone a todos sin que podamos hacer nada. Comoconsecuenciadeloanterior,sereivindicabaunindividualismoindmito, libertario, que no se debe a ninguna ley o autoridad terrenal. El espaol no obedeca ni siquiera al rey, como lo expresan estos clebres versos de Caldern de la Barca, dichos por Crespo, en El alcalde de Zalamea: Al rey la hacienda y la vida Se ha de dar; pero el honor 7 Es patrimonio del alma Y el alma solo es de Dios. Deahlaincomodidaddelespaolconunaleyquenuncapodasersuperiorala justicia, que es la mismsima ley divina. Las autoridades que hacen y aplican esa ley se encuentran as sometidas al juicio personal de quien est llamado a obedecer; es l quien decide,comounjuez,siacataonolanorma,segnleparezcaqueaquellashicieron bien o mal su oficio. Siendo la justicia un valor superior a la ley, no puede haber leyes injustasyporesotodosubordinadotienederechoarevelarsecontralaautoridad abusiva. Se crea as toda una cultura de la desconfianza frente a la leyy sus creadores. NohaypueblodicengelGanivetcuyaliteraturaofrezcatancopiosaproduccin satricaencaminadaadesacreditaralosadministradoresdelaley,enquesemirecon msprevencinauntribunal,enqueseayudemenoslaaccindelajusticia.Esose debeaquelosespaolesysusdescendienteslatinoamericanosestimamosmsla justicia que el ordeny la legalidad. No solo tenemos esa preferencia; tambin creemos que nosotros, cada uno de nosotros, en nuestro fuero interno, es quien mejor conoce lo que es justo y lo que no lo es. Por eso somos tribunales de ltima instancia. Bolvar se referaaesocuandodecaquecadacolombianoeraunpasextranjeroy,adems,un pas enemigo. 3 Alguien me dir que todo esto esasunto del pasadoyque por fortuna hoytenemos un Estadolaico,separadodelaIglesia,yunasociedadsecularizada.Noestoytanseguro. En el derecho como en las religiones hay que desconfiar delas apariencias: las normas escritas y los ritos explcitos no siempre significan lo que dicen. As como las cosas no necesariamente cambian cuando se promulgan en los cdigos o en los mandamientos, el desvanecimientodeesosmandamientosodeesoscdigosnonecesariamentesignifica que la sociedad ha dejado de creer en lo que est escrito en ellos. La fuerza del derecho ydelareliginvapordentrodelaspersonas,enlavisindelmundodequienes interpretansusnormasyconvivenconellas.Poreso,comodecaelprncipede Lampedusa, es necesario que todo cambie para que todo siga igual (y viceversa). Lasociedadcolombianaviviporlomenosdurantecuatrosiglosymediosumidaen unareligiosidadprofunda.AmediadosdelsigloXX,comoconsecuenciadela urbanizacin y de otros fenmenos, la gran masa de la poblacin dej de seguir los ritos catlicosydecreerenbuenapartedeloquedecanloscuras.Perolaactualvisin catlica del mundo, y en particular la concepcin de la ley, de la autoridad, del perdn, delaobedienciaydelajusticiasiguen,amijuicio,estrechamenteligadasaesa tradicionalvisincatlicadelmundo.Enestosasuntos,todavanonoshallegadoel bicentenario de la independencia.