Libertad Nº 49
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8/2/2019 Libertad N 49
1/8
N49 SETIEMBRE~OCTUBRE 2
008 BuenosAire
sPUBLICACINDELGRUPO
ANARQUISTALIBERTAD
PRECIO$3
EL CAPITAL ES EL ROBO
OLVIDOSINTENCIONADOS
ENTRE LA PLATAFORMAY EL PARTIDO
(quinta y ltima parte)
LA PASIVIDADTERICA
DEL ATEISMO
INSANO
ENTRE LA CANTIDADY LA CALIDAD
MANIPULACINMEDITICA
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8/2/2019 Libertad N 49
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2 S ET IEMBRE ~ OCTUBRE 2008
OLVIDOS INTENCIONADOSEs increble constatar una vez ms como la vorgine informativa de los medios, y su afn des-
medido por la primicia, se ha deglutido, en cuestin de pocos das, lo que hace apenas semanas
atrs era el tema nacional por excelencia. Hace falta mencionar a cual hago referencia? De ser
as lo materializo en palabras para no crear confusiones en el ocasional lector de esta nota: Elcampo, sus terratenientes, las sociedades rurales, el gobierno, y por supuesto la ciudadanay sus partidos polticos.
En un abrir y cerrar de ojos el problema del campo y las retenciones mviles fue borrado de
la arena meditica, dejando en el tapete temas de relevancia social por sus consecuencias inme-
diatas. Por que es innegable que el problema no termina con la erogacin de la resolucin 125,
sino que se hace imperioso ir ms all de la histrica disputa campo/ciudad; terratenientes-so-ciedades rurales/gobierno, buscando relanzar a debate temas importantes olvidados mgicamen-
te. Y entre ellos, el eje central gira en torno a la innegable realidad de que nos estamos convir-
tiendo en un pas productor de alimentos forrajeros, poco aptos para el consumo humano,de baja calidad, transgnicos, orientados por la rentabilidad que da la soja. Todo ello pro-ducto de la denominada revolucin verde de la soja transgnica y de sus ventajas en cuanto a
simplificacin de tareas, ahorro de combustible y mrgenes favorables en la relacin venta/cos-
to de produccin.
Pero para proponer relanzar temas a debate no debemos quedarnos en la mera enumeracin
esquemtica, sino que tenemos que partir de supuestos comprobables, contrastables en la reali-
dad. Y uno de esos argumentos, es la conviccin de que la proliferacin e intensificacin de losagro negocios por parte de las corporaciones nacionales e internacionales, avalados y legi-timados por el accionar de las polticas econmicas del estado argentino; y que involucraintencionalmente a los dueos de la tierra y al sector cientfico-tcnico (lase por ejemploINTA, Universidades, etc.), es una consecuencia de las nuevas formas de colonizacin, omejor dicho de neo-colonizacin econmica que las corporaciones europeas, asiticas y nor-teamericanas han planificado para los territorios sudamericanos, ricos en extensiones de
tierras frtiles. Adems, y teniendo en cuenta este contexto, alguien puede dudar que el creci-miento econmico de los ltimos aos agudiz an ms el problema de la concentracin de la ri-queza; o que dicha proliferacin de los agro negocios agudiz la contaminacin, desertizacin,
infertilidad y abandono forzado de la tierra por los campesinos y pobladores rurales?
Siguiendo con la lnea argumental, y apelando a la historia econmica argentina vale resaltar
que este modelo neo-colonial de monocultivos transgnicos, donde la soja RR es el principal ca-
ballito de batalla, fue impuesto a principios de la dcada del 80 con el advenimiento de la de-
mocracia parlamentaria para producir divisas monetarias y hacer frente a las exigencias de la de-
nominada deuda externa. El nuevo modelo econmico, basado en el monocultivo de la soja RR
para uso exclusivo de exportacin, procura satisfacer las necesidades que los mercados mundia-
les tienen de forrajes y agro combustibles para saciar las ansias consumistas de europeos y asi-
ticos (sobre todo los nuevos ricos chinos).
Ante lo expuesto hasta el momento, ninguna persona con sentido crtico y lectura de la reali-
dad puede no imaginarse las consecuencias de este modelo devastador. Igualmente no estn
dems argumentar lo dicho con estadsticas avaladas por el Grupo de Reflexin Rural (GRR)1:
La aceptacin del monocultivo de soja como inevitable, como el nico camino, y por otro la-
do, acompaado de advertencias tales como: la plantita no es mala en s misma, o no debemos
demonizarla, hace que la sociedad haya aceptado sin conmocin que menos del 10% de la po-blacin viva en zonas rurales, que haya 24 nuevos asentamientos ( hacia julio de 2006) en la
Capital Federal, y que en tales asentamientos, 8 de cada 10 habitantes sean desplazados rura-
les.
O que en la dcada del 90 se produjera la mayor transferencia de predios agrcolas del si-
glo XX, o que 13 millones de hectreas quedaran embargadas por deudas con entidades del
sistema financiero (y sabiendo a qu manos fueron esas tierras), o que se redujeran ms del
44% de la superficie cultivada de arroz, ms del 26% de maz, 34% de girasol, ms de 3% de
trigo y 10 veces la superficie de algodn.
Que el modelo de la soja se incremente en 700000 hectreas anuales de cultivo, o que 20
millones de hectreas, de las 25 millones de hectreas con cultivos anuales estn en manos de
no ms de 2000 empresas.
De esta forma, y teniendo como horizonte la realidad actual, es innegable que Argentina, en
donde sus clases altas se vanagloriaban de ser el granero del mundo, se haya convertido en cues-
tin de pocos aos en un simple monoproductor de soja transgnica, con los problemas que ello
acarrea: contaminacin ambiental y merma en la produccin de alimentos para consumopropio.
La implantacin forzada de modelos de siembra acarrea inevitablemente consecuencias ne-
gativas sobre el suelo cultivable. Tambin produce alteraciones en los modos en que nos rela-cionamos con la naturaleza, ocasionando problemas en las poblaciones afectadas directamente a
nuevas tcnicas y tecnologas aplicadas a estos monocultivos ajenos a la geografa especfica,
forzado por el afn de lucro y acumulacin. Esta es una realidad que involucra a cualquier peda-
zo de tierra frtil, y por lo tanto cultivable, de Sudamrica, de la que por supuesto no est ajena
la regin argentina.
La extensin desmedida, impensada hasta no hace mucho, de la frontera agrcola es la res-
ponsable de la desaparicin del impenetrable en la provincia del Chaco2 y de la muerte de mu-
chos de sus pobladores por hambre. En provincias tan dismiles como Santiago del Estero, Salta
o Crdoba, la implantacin del monocultivo de soja transgnica a producido colapsos ambienta-
les como inundaciones, deforestacin de bosques, prdida de fertilidad de suelos, sequas pro-
longadas, contaminacin y aparicin de enfermedades como afecciones respiratorias y problemas
en la piel, como as tambin casos de cncer producto de la utilizacin de herbicidas (entre ellos
podemos destacar al glifosato , utilizado indiscriminadamente por ser el nico que resiste la plan-
ta de la soja, aunque no as el resto de la flora).
Este es el transfondo social, econmico y ambiental que medios de informacin, producto-
res y polticos han decidido borrar del debate meditico. Pero es tambin una realidad de la cul
no podemos evadirnos si pretendemos empezar a pensar, discutir y proponer nuevos lazos de re-lacin entre los hombres, y entre stos y la naturaleza. Mucho depender de cmo nos pensemos
como sujetos sociales, y que ideas y propuestas hagamos propias.
Gastn
1 Se pueden consultar noticias, documentos y estadsticas en www.grr.org.ar
2 Grupo de Reflexin Rural. Documento: Algunas propuestas frente a la crisis.
Distorsin de la realidad, distorsin de la gente
Creacin de la realidad, distorsin de la mente.
Maldita televisin, s lo que quieres de m
Televisin... televisin... maldita televisin me quiere dormido.
(La Polla Records)
Todo desarrollo terico debe ser, indefectiblemente, contrastado empricamente en
la realidad misma para tener una real dimensin de sus alcances, limitaciones y pos-
teriores consecuencias. Evadirse de esta premisa investigativa es negar el carcter so-
cial, y por lo tanto subjetivo, de cualquier manifestacin de vida en sociedad.
Nuestras vidas, y las formas en que nos relacionamos, son producto no slo del ba-
gaje socio-cultural, sino tambin del contexto histrico. De esta forma, si pretendemos
hacer un anlisis sobre la sociedad actual es imposible no tener en cuenta el papel pre-
ponderante que tienen los medios masivos de informacin en el da a da. Negar esta
realidad es no tener dimensin alguna del protagonismo alcanzado por los mass-me-
dia a lo largo del desarrollo moderno, iniciado tecnolgicamente all por el siglo XVI
cuando Gutemberg invent la imprenta de caracteres mviles, dando comienzo a la era
de la informacin.
Con el correr del tiempo los soportes tcnicos se han ido perfeccionando, y en
cuestin de pocos siglos hemos pasado de la obsoleta imprenta inicial, a la aldea glo-
bal1 altamente informatizada de fines del siglo XX. Y entre los medios de masas, los
audiovisuales son quienes llevan ventaja en relacin a los otros medios (oral, escrito)
en lo referente a las construcciones sociales que se ponen en juego. En cuanto a los so-
portes, es indudable que la televisin es la ms influyente y extendida en la relacin
sociedad de masas/ocio. De esta forma, es imperioso al analizar las relaciones socia-
les incluir el plano persuasivo que el sistema de explotacin capitalista desarrolla.No descubrimos nada si afirmamos que hoy da la televisin es en muchos hoga-
res un integrante ms de la familia, y un protagonista principal de las actividades dia-
rias que como individuos realizamos. Est presente en reuniones, almuerzos y cenas
familiares, e inclusive en los pocos ratos de ocio de que disponemos. Su embrujo con-
siste en la manipulacin de las emociones en detrimento de la racionalidad, ya que re-
quiere una atencin exclusiva, cuasi-dependiente, de la batera de imgenes que sis-
temticamente dispara. Su tirana audiovisual es aceptada en el momento mismo de
sentarnos frente a la caja boba, instante en que su magia nos cautiva y nos hace
partcipes directos de su realidad a travs de un sin fin de imgenes fragmentadas in-
conexas entre s.
Al incidir en el plano emocional y no en el racional, y al ser un medio que radica
su razn de ser en la informacin y no as en la comunicacin, la televisin acenta y
fomenta el aislamiento. Esto se debe principalmente porque no participamos directa-
mente del discurso propuesto como intermediacin, ya que la instancia de dilogo est
ausente. Lo que prima es la linealidad, la verticalidad entre los dos polos bien defini-
dos de la dialctica televisiva: el emisor y el/los receptor/res. De esta forma, la televi-
sin no es (ni puede ser nunca) una actividad social; por el contrario, nos convierte enmasa inerte, amorfa, imposibilitando la realizacin de lazos personales e inmediatos.
La peligrosidad de su aceptacin acrtica se debe tambin a otra caracterstica de
su naturaleza, la idea de que la televisin (como cualquier medio de informacin ma-
sivo) refleja lo que socialmente sucede. Cuando en verdad lo que hace es construir
realidad de acuerdo a los intereses econmicos y sociales que defiende. Parece ofre-
cernos un relato y un retrato veraz y coherente de lo que afuera sucede al proyectar
su visin particular del mundo, moldeado dentro de sus estereotipos y esquemas cul-
turales. Su pretendida objetividad, avalada por la fuerza de lo visual, no es ms que
una idea abstracta, ya que su visin particular del mundo est compuesta por infinidad
de imgenes donde lo que importa es lo instantneo, lo inmediato y fragmentario. Su
visin del mundo no es ms que un mosaico televisivo 2 compuesto por una catara-
ta interminable de imgenes audiovisuales que conforman y moldean la idea de rea-
lidad de la bendita televisin.
La influencia e importancia televisiva radica en la potencia de lo visual en la con-
formacin del da a da, en la idea de que si la televisin lo muestra es por que real-
mente sucedi. Esta idea de reflejo nos hace sentir protagonistas de los sucesos te-
levisivos y nos forma la falsa representacin del sentirnos parte de. Al incentivar la
adopcin de ideas predeterminadas como propias, va formando en el consumidor te-
levisivo un empobrecimiento mental y racional (supresin del razonamiento concep-
tual) producto de adoptar acciones puramente emocionales (por ejemplo el impulso
consumidor).
Este esquema es aceptado en el momento exacto de sentarse frente al televisor y
encenderlo, desde ese mismo momento nos sometemos a sus reglas sumisamente y
aunque creamos tener el poder de cambiar la programacin con solo ordenrselo al
control remoto, este no es ms que un artilugio programado. Evadirse del esquema te-
levisivo respetando y utilizando sus reglas slo retroalimenta el crculo visioso. Por
eso, si queremos empezar a reconocernos libres de su influjo debemos comenzar des-
de el principio del problema, y eso slo lo lograremos de una sola manera: apagando
la caja boba. Y a partir de ah s, pensar, reflexionar y buscar nuevas formas de so-
ciabilidad.
Gastn
1 Trmino utilizado por el comuniclogo Marshall Mac Luhan para definir a una de
las caractersticas de la sociedad del siglo XX.2 Entendiendo la idea de mosaico por referencia a construcciones heterogneas y
fragmentarias. Preponderancia de lo difuso y voltil.
MANIPULACIN MEDITICA
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Los anarquistas, en el momento actual, solemos caer en la dicotoma de la cantidad ver-
sus la calidad.
Juntar mucha gente oser poca gente pero con una conciencia y una formacin ideol-
gica contundente, parece ser el dilema.
Planteado as en un rengln, o decirlo as como generalmente lo expresamos, nos lleva
a caer en una falta clara de anlisis que no nos permite avanzar en nuestro objetivo revolu-
cionario.Primero: porque muchas veces y por el tipo de organizacin que tenemos o nos damos:
en pequeos grupos, solemos esperar o dar por hecho que todo aquel que se acerca a di-
chos grupos, tenga ya una fuerte formacin y una dura conviccin ideolgica. Esta sera, en
parte, la posicin cualitativa: ser pocos pero concientes.
Esto ltimo sabiendo y teniendo ms que claro que la existencia depequeos grupos , es-
ta tambin relacionado a ciertas condiciones actuales que nos superan, donde el accionar y
difusin de nuestra ideologa no hace eco en el resto de la sociedad.
Muchas veces cometemos el error de espantara personas que por cierto descreimiento
en la poltica y todo su andamiaje se acercan, o apenas llegan a asomar sus narices en el
anarquismo y en sus grupos, sus publicaciones, etc.
Vienen con ms dudas que certezas y conocimiento, y por una falencia o limitacin de
nosotros, en nuestra manera de llegar a esa gente como tambin por una falta concreta de
espacios para que dichas personas se acerquen, mucha de esa gente se pierde o vuelve nue-
vamente a caer en eso que ya la desencant, pero ahora en forma de apata y resignacin.
Nos gano de nuevo el sistema: una persona neutralizada.
Segundo: como anarquistas que somos, sabemos que nuestra ideologa debemos propa-garla de mil maneras posibles, siempre que esas mil maneras no contradigan los principios
por los que luchamos. Coherencia entre medios y fines como lo llamamos.
Esto significa que en todo mbito en el cual nos encontremos debemos intentar imponer
nuestra ideologa, anarquizando dichos mbitos. Pero cada uno de esos mbitos a la vez tie-
ne sus particularidades.
Por ejemplo, es sabido que un grupo editor de un peridico acta por su propia lgica
de funcionamiento, ms bien como un grupo cerrado.
Me atrevera a decir que funciona mas como gua ideolgica, que como lugarabierto de
debate. En todo caso cerrado de debate al momento de salir a la calle. Aunque no cerrado
a generar debate, conciencia y principalmente ideologa.
Es difcil, por lo tanto que un grupo editor, se convierta en lugar concreto de reunin de
gente nueva, de recin llegados. Auque como ya dije, y esa es su principal caracterstica, s
puede y debe ser formadora tanto de opinin como de fuerte conviccin ideolgica .
Otra sera la lgica, o debera ser, de funcionamiento de un local por ejemplo.
Por su propia existencia de puertas abiertas, no a todo el mundo pero si a gente que se
puede acercar atrada por el desencanto, o mas bien por una fe en esto que es el anarquis-mo, es mas propenso a ser un espacio que sirve como lugar de socializacin y de suma y
conformacin de grupos. Tambin puede ser un lugar propenso a que llegue gente que co-
mo ya dije este en cierta bsqueda y con mil dudas o contradicciones, a las cuales hay
que saber or y dar respuesta, siempre que esas dudas y contradicciones surjan de una in-
quietud sincera, y como inicio de rompimiento con las instituciones, los partidos y su legi-
timidad.
Entonces a la pregunta que nos solemos hacer, y a veces en tono acusador Por qu to-
da la gente que compra nuestro peridico no se suma?
La respuesta sera simple, en principio y en lo que respecta a nosotros, porque no exis-
te el mbito para que dicha gente se sume. O quizs, mas como interrogante que como cer-
teza hasta dnde dejamos que esa gente se sume? No llega solo, tal vez hasta donde no-
sotros, ms por nuestras limitaciones seguro que por nuestro deseo, a donde podemos ha-
cerlos llegar o acercarse?
Estas preguntas que hago es dando por hecho y sabiendo, que de nuestra parte llegamos
hasta donde podemos y un poco ms. Pero la idea de hacerlas es la de no poner la decisin
en los otros, sino en nosotros. Empezar a reconocer nuestras limitaciones, sin ponernos a
hacermeditacin trascendental, pero tampoco sin caer, en auto justificaciones absurdas.
Daniel
Entre la cantidad
y la calidad
S ET IEMBRE ~ OCTUBRE 2008 3
Glifosato, cosechando la muerte
* El glifosato, N-(fosfonometil) glicina, es un herbicida no selectivo,
utilizado para eliminar malezas es decir, pastos, hierbas de hoja an-
cha y especies leosas, en la produccin agrcola. Los herbicidas ms
comercializados en la Argentina contienen glifosato dentro de su fr-
mula, debido a que los cultivos transgnicos, principalmente la soja,
han sido modificados genticamente para ser resistentes a esa sustan-
cia y aumentar su productividad. As, la soja aunque solo la transg-
nica- crece en terrenos donde el resto de las hierbas no pueden hacerlo
debido a que el glifosato las ha exterminado.
* Los herbicidas en base a glifosato son altamente txicos para anima-
les y humanos. Estos herbicidas tambin contienen otros compuestos
que son an ms txicos y producen mayor toxicidad aguda que el gli-
fosato solo; Ej.:Round-Up, Pondmaster. As lo demuestran numerosos
estudios cientficos sistemticamente ignorados por el stablishment
agroqumico, comercial y poltico. Los investigadores de los laborato-
rios productores han alterado las estadsticas sobre los efectos adversos
de estas sustancias en sus informes, para que no sufran restricciones de
los departamentos de salud; actualmente han sido procesados legal-
mente por falsificacin. En EE.UU. ha sido prohibido, aunque all se
lo produce para el resto del mundo.
* Se han comprobado casos de toxicidad con lesiones en glndulas sa-
livales. Los sntomas de envenenamiento incluyen irritaciones drmi-
cas y oculares, nuseas y mareos, edema pulmonar, descenso de la pre-
sin sangunea, reacciones alrgicas, dolor abdominal, prdida masiva
de lquido gastrointestinal, vmito, prdida de conciencia, destruccin
de glbulos rojos, electrocardiogramas anormales y dao o falla renal.Tambin se han dado casos de toxicidad crnica (inflamacin gstrica,
disminucin del incremento de peso normal, diarrea y aumento de ni-
veles sanguneos de potasio y fsforo, muerte de clulas hepticas e in-
flamacin renal crnica en ratas), alergia, accin mutagnica (muta-
ciones genticas en tejidos de rata y en clulas sanguneas humanas,
oscurecimiento de la sangre en peces o metahemoglobina, que impide
la correcta captacin del oxgeno), trastornos neurolgicos, trastornos
reproductivos (recuento espermtico disminuido en ratas; aumento de
la frecuencia de anomalas espermticas en conejos, malformaciones
congnitas), y carcinognesis (aumento de linfoma no Hodgkin, au-
mento de la frecuencia de tumores hepticos en ratas macho y de cn-
cer tiroideo en hembras).
* Se generan peligros al ecosistema al surgir nuevas plagas resistentes.
Se produce un descenso de la biodiversidad eliminando insectos y ve-
getacin naturales, se destruye la capa de humus aumentando la deser-
tizacin del suelo. Se genera una agricultura dependiente de la qumi-
ca: herbicidas, plaguicidas, fertilizantes y semillas trasgnicas, que ha-ce de las multinacionales envenenadoras las mayores beneficiarias del
mercado agroalimentario.
* Los agricultores y peones de campo expuestos directamente a los
herbicidas y plaguicidas son los ms propensos a sufrir enfermedades
derivadas de su uso. El caso de los nios banderilleros que marcan el
campo con banderas para que fumiguen los aviones sobre ellos es el
ms fatal, porque son rociados directamente con altas dosis de estos
venenos legales. La soja transgnica contaminada con estos agentes
qumicos es componente de alimentos como milanesas, hamburguesas,
albndigas, fideos, ravioles, leche, yogur y tofu.
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Francia: un retorno turbulento
Si bien la propuesta del grupo Dielo Truda fue prctica-
mente rechazada de plano por la totalidad del movimiento
anarquista internacional, en Francia su semilla logr brotar
con fuerza. La Union Anarchiste haba sido fundada en 1919y editaba diariamenteLe Libertaire. En 1926 cambi su de-
nominacin porUnion Anarchiste Communiste (UAC) y en
1927 la influencia del grupo de exiliados rusos en el congre-
so de Orlens condujo a la adopcin programtica de la Pla-
taforma, ensanchndose las diferencias con la tendencia sin-
tetista de Volin, quienes finalmente se escindieron confor-
mando la Association des Fdralistes Anarchistes (AFA).
Para esta poca Mara Goldsmitt-Korn (Isidine) escribe su
artculo crtico al plataformismo, Organizacin y Partido, a
propsito del congreso de Orlens. En 1930 algunos mili-
tantes de la UAC se acercan a posiciones sintetistas y se ha-
cen empeos por la unin del movimiento lo cual se logra fi-
nalmente reintegrndose en la AFA en 1934, frente a la ame-
naza del ascendente fascismo. La nueva organizacin retoma
el nombre de la UA, pero poco despus se provoca una frac-
cin que se denominar Fdration Anarchiste de langue
Franaise (FAF) que editarn Terre libre con colaboracinde Volin y Prudhommeaux-, con una posicin crtica a la co-
operacin de la UA con el Frente Popular y la participacin
de la CNT espaola en el gobierno republicano. El movi-
miento pasara a la clandestinidad durante la Segunda Gue-
rra Mundial.
Finalizada la ocupacin alemana los anarquistas france-
ses se reorganizan en la Federacin Anarquista (FA) de
corte sintetista y composicin heterognea- a fines de 1945;
Georges Fontenis fue elegido su primer secretario general.
Este siniestro personaje crear alrededor de 1950 una frac-cin secreta denominada Organisation Pense Bataille(OPB), de tendencia plataformista, desarrollando una prcti-
ca autoritaria y jesutica con el objeto de excluir a las otras
tendencias de la FA y desarrollar finalmente una estructura
centralizada y homognea, que se denominar. Fdration
Communiste Libertaire (FCL) a partir del congreso de Pars
de 1953. Para esos aos Fontenis public su Manifiesto Co-
munista Libertario -una versin actualizada de la Plataformade Archinov- que resumira el programa de la FCL. Como
era de esperar, el Manifiesto celebraba las consabidas con-
signas: unidad tctica, unidad terica, principio de mayoras,
responsabilidad colectiva, disciplina partidaria, vanguardis-
mo proletario y lucha de clases. La similitud de este docu-
mento con la Plataforma de Archinov es tan grande que casi
podra considerarse un plagio.
La actuacin de la OPB en el seno de la FCL fue ca-
tastrfica segn la descripcin que hicieron de ella quienes
tuvieron que padecerla: ellos intentan el imposible marida-
je entre el marxismo y el anarquismo, estn obnubilados por
el orden y la disciplina, exigen la eficacia revolucionaria a
toda costa, aunque sea renegando de nuestros principios
actuando en el oscurantismo, impone a sus miembros un si-
lencio absoluto sobre su naturaleza y sus objetivos (sus esta-
tutos llegan a prever la eliminacin fsica de sus agentes si
faltan a la disciplina de hierro que pone en peligro su orga-nizacin). La finalidad? Miembros de la Federacin Anar-
quista, los agentes de la OPB tienen por consigna controlar
la estructura para mejor poder hacer el cambio marxista li-
bertario (publicado en Tierra y Libertad, N 196, noviem-
bre de 2004). La publicacin del Memorndum del grupo
Kronstadt, salido del propio FCL, denunci la orientacinbolchevique de la FCL y la existencia de su organismo se-creto OPB.
En 1956 la FCL present diez candidatos en las elec-ciones legislativas de enero, entre los cuales figuraba AndrMarty -expulsado del Partido Comunista y apodado el car-
nicero de Albacete por masacrar anarquistas durante la Re-
volucin Espaola- para atraer los votos de los comunistas
disidentes; los resultados fueron irrisorios. La represin gu-
bernamental intensificada por su apoyo crtico a la lucha an-
ticolonialista de Argelia, su fracasada aventura electoralista
y la indiferencia general del resto de los anarquistas llevaron
a la desaparicin de la FCL en 1958.Paralelamente, hacia 1953 los anarquistas que haban si-
do excluidos de la FCL reconstituyeron la FA de orientacin
sintetista y plural, editando Le Monde Libertaire. Durante
los aos sesenta, los intentos plataformistas por cambiar la
orientacin de la Federacin tendrn una nueva expresin en
la Unin de Grupos Anarquistas Comunistas, reproduciendo
las tcticas conspirativas de Fontenis y sus secuaces, aunque
sin obtener resultados. En 1966 la UGAC difunde una Carta
al movimiento anarquista internacional, donde afirma que el
anarquismo no puede asumir el liderazgo del movimiento re-volucionario mundial y debe resignarse a actuar como inte-
grante de un movimiento ms extenso, propiciando una pol-
tica frentista de alianzas con maostas y trotskistas.
En 1927 con la UAC (en vida de Makhno y Archinov) y
en 1953 con la FCL, fueron las nicas oportunidades hist-
ricas que dispusieron los plataformistas de liderar una orga-
nizacin slida de gran tamao. Ni el sintetismo de Volin ni
el plataformismo de Archinov resultaron viables o eficaces
para conformar un movimiento sobre bases comunes.
El neo-plataformismo desde 1968
A pesar de su fracaso germinal, el plataformismo o
quizs ms correctamente expresado, el neo-plataformismo-
consigui ganar terreno despus del verano libertario de
1968. No es casual que en un contexto de esplendor de la iz-
quierda revolucionaria cuya expresin caracterstica sern
las organizaciones guerrilleras- remisa al papel conciliador
de los Partidos Comunistas bajo la rbita sovitica, la Plata-
forma fuera recuperada con el fin de renovar al anarquis-mo. Pero esta actualizacin en realidad procuraba poner alanarquismo a tono con las propuestas izquierdistas de moda,
en vez de responder a un proceso de maduracin ideolgica
y un anlisis de la evolucin del capitalismo y el Estado. El
plataformismo iba a caer como anillo al dedo a quienes con-
sideraban al anarquismo atrasado y alejado de las masas,
en una torre de cristal. El plataformismo se mimetizaba per-
fectamente con la izquierda compartiendo sus consignas y
proporcionaba muchas de las respuestas a las cuestiones que
preocupaban a jvenes militantes libertarios que se sentan
avasalladospor un mundo que giraba a la izquierda: el po-
tencial revolucionario de una organizacin anarquista era en-
tendido como directamente proporcional a la semejanza con
los partidos de izquierda.
En Francia a partir de 1968, luego de los sucesos de ma-
yo, el anarquismo se encuentra totalmente fragmentado co-
mo movimiento: la Federacin Anarquista, el Mouvement
Communiste Libertaire (creado por partidarios de Fontenis,
la UGAC y otros grupos plataformistas), la Union fdrale
des anarchistes, la Alliance ouvrire anarchiste, la Union
des groupes anarchistes communistes, el grupo editor de
Noir et Rouge, la CNT, la Union anarcho-syndicaliste, laOrganizacin Revolucionaria Anarquista (ORA) y otros
grupos diversos, entre autonomistas, situacionistas, consejis-
tas e individualistas.
La ORA, el MCL y otros plataformistas se integran en
una Organizacin Comunista Libertaria en un congreso en
Marsella durante 1971. Luego de idas y vueltas, defecciones
y adhesiones reconstituyen una segunda OCL en 1975, pero
incorporando elementos autonomistas, y la ORA platafor-
mista se recompone aparte, aunque algunos de sus cuadros
se incorporan a la Unin de los Comunistas de Francia , ma-osta-estalinista. En esta catica macedonia de organizacio-
nes libertarias de la que solo ofrecemos una muestra- tam-
bin surge la plataformista Union des travailleurs commu-
nistes libertaires (UTCL), a la que adhieren Fontenis y Gue-
rin en 1979. Luego de un proceso de intenso debate devie-
nen en Alternative Libertaire en 1991, que conserva bastan-
te del espritu de sus predecesoras.
Una plyade de organizaciones pobl el espacio liberta-
rio francs de los ltimos cuarenta aos, siendo una buena
parte de ellas de tendencia plataformista, pero incorporando
idas de diverso origen, que abarcan desde el marxismo li-
bertario de Guerin y el izquierdismo revolucionario hasta el
consejismo y el autonomismo. Paradjicamente, desde 1953
ha sido la Federacin Anarquista -que interpreta el pensa-
miento sintetista de Volin y Faure, opositores a la Plataforma
desde su creacin- la nica organizacin que logr continui-
dad como colectivo, lo cual constituye un tcito fracaso del
platafomismo, en su pretensin de conformar la Unin Ge-
neral de Anarquistas propuesta por Archinov. Las alardeadas
nociones de disciplina partidaria, responsabilidad colectiva,
unidad tctica y unidad terica demostraron su ineficacia en
la prctica concreta de los grupos plataformistas franceses.
En Italia surge durante los aos 70 la Organizzazione Ri-
voluzionario Anarchica que luego de fusionarse con otros
grupos conformar la Federazione dei Comunisti Anarchici
en 1986. A pesar de sus escasos militantes, persiste hasta la
actualidad con secciones en Toscana, Lombardia, Friuli, Li-
guria, Puglia y Emilia.
En Irlanda el plataformismo se ha establecido como la
tendencia anarquista de mayor influencia. El Workers Soli-
darity Movementfue fundado en 1984 por ex-miembros del
trotskista Socialist Workers Party y anarquistas de Dublin y
Cork. A pesar de ser un grupo reducido en tamao han de-
mostrado un gran despliegue militante y han tomado partici-
pacin en campaas contra la aplicacin de impuestos, cam-paas pro-aborto y en conflictos sindicales. Adems han te-
nido participacin activa en los movimientos anti-globaliza-
cin, en campaas antiblicas contra la intervencin nortea-
mericana, as como una importante presencia en la Web. Ha
sido duramente criticado por su participacin en la campaa
electoral del candidato Des Derwin en el sindicato SIPTU,
por sus acercamientos al republicanismo irlands y por diri-
gir su discurso exclusivamente a los sectores catlicos de
obreros y omitiendo al sector protestante. El WSM se ha
convertido en el paradigma organizativo del plataformismo
internacional.
En Espaa los plataformistas actuaron al interior de CNT
en 1978, generando algunos escndalos de proporciones. Li-
derados por Mikel Orranta, socavaron las prcticas tradicio-
nales de CNT y lanzaron todo tipo de acusaciones contra
muchos de sus militantes ms notorios. Segn refiere Juan
Gmez Casas (Relanzamiento de la CNT, ediciones CNT,
1984. Pgs. 138-140), Orranta no desechaba el anarcosin-
dicalismo ni a la CNT. Esta le interesa como campo de ex-
perimentacin y como fuerza de maniobra. Anunciaba su de-
seo de permanecer en la CNT siempre que se permitiera li-
bertad de tendencia dentro de la misma y la mxima libertad
de expresin. Aqu haba an autonoma obrera y asambles-
mo, claro que todava se trataba de un nivel organizativo in-
ferior. Pero por encima y exteriormente a la CNT apareca la
plataforma archinoviana, es decir, un nivel organizativo ms
perfecto y el grupo de los revolucionarios seguros, homog-
neamente orientados a un fin, destinado a impulsar a las ma-
sas y a ordenar los repliegues tcticos en los momentos deli-
cados. Dentro de este grupo, nos deca Orranta, ya no caba
la libertad de expresin. Los discrepantes de la orientacin
general deberan entonces abandonar el grupo, porque no
poda haber disenso. Se trataba en este caso de la vanguardia
dirigente y monoltica. Luego de abandonar CNT estos uti-
litarios personajes apoyaron electoralmente primero alPSOE y luego al brazo poltico de ETA, el partido vascoHe-
rri Batasuna. Hoy en da el plataformismo sigue siendouna tendencia insignificante dentro del movimiento li-bertario espaol.
Existen grupos plataformistas en Grecia, Turqua, Brasil,
4 S ET IEMBRE ~ OCTUBRE 2008
ENTRE LA PLATAFORMA Y EL PARTIDO:las tendencias autoritarias y el anarquismo (quinta y ltima parte)
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Argentina, Portugal, Venezuela, Sudfrica, Per, Mxico,
etc. Su relevancia es mnima no solo dentro de sus pases sin
tambin como tendencia dentro de los movimientos anar-
quistas locales. En Amrica del Norte la NEFAC agrupa a
los plataformistas de EEUU y Canad desde 1999.
En Chile la OCL es el principal grupo plataformista; sus
posiciones y retrica no se diferencian del resto de la iz-
quierda, adems de designarse a s mismos como un partido.
Su principal referente organizativo es el WSM de Irlanda. Su
principal antecedente es el difunto Congreso de Unificacin
Anarco Comunista de noviembre de 1999, autores de un cu-
rioso documento que describa sin desparpajo su concepcinsectaria de la organizacin revolucionaria. Establecan 3 ca-
tegoras:simpatizante,pre-militante (aspirantes) y militantes
con participacin plena. Estos ltimos trabajaban en la es-
tructura de la organizacin, tenan que estar al da con sus
cotizaciones y deban participar regularmente de sus asam-
bleas generales. Como muestra del espritu vigilante de la or-
ganizacin, el documento declaraba que era deber del mili-
tante asistir regularmente a los talleres de formacin teri-
ca, avisando al encargado de la Comisin de Educacin sus
inasistencias, con antelacin, de modo que pueda repasar sus
lecciones en otra ocasin. Cada una de estas categoras
tena los derechos y obligaciones correspondientes, todo de-
bidamente estipulado en un escalafn del militante liberta-
rio. Para ser militante los aspirantes deban estar de acuer-do por completo con la poltica de la organizacin. Segnestos estatutos, solo los militantes podan participar activa-
mente en la generacin de polticas por parte de la organiza-
cin u ocupar espacios en los rganos de difusin de la Or-ganizacin. Es inimaginable una implementacin ms rigu-
rosa de los principios de unidad terica, unidad tctica y dis-
ciplina.
Una vez presentado y aceptado el nuevo militante a la
asamblea, se le prodigaba una ceremonia de recibimiento,
como un rito de pasaje hacia su nuevo estado . Para evitar
suspicacias, aqu est una trascripcin textual del evento:
La ceremonia consistir en la lectura que har el nuevo
compaero, al inicio de la asamblea, de un acta de compro-
miso que selle su fidelidad ante sus nuevos compaeros y la
causa revolucionaria, luego de lo cual se entonarn los him-
nos Hijo del Pueblo y A las Barricadas. Una vez efec-
tuado esto, se proceder a hacerle entrega de su cartilla de
militante y de su distintivo (pauelo y/o brazalete) Para la
ocasin, todos los compaeros debern asistir con su distin-
tivo puesto. Posteriormente, todos los compaeros proce-
dern a hacer un saludo personalizado cordialmente al com-paero. Est pensada para durar menos de diez minutos.
Todo esta bufonada podra generar hilaridad si no hubie-
ra sido acompaada de un cdigo de faltas y sanciones, es-
tablecidas de antemano que iban desde la amonestacin ver-
bal a la expulsin (si bien considerando el funcionamiento
de una organizacin por el estilo, el castigo equivaldra ms
bien a una recompensa). Para mitigar las sanciones los auto-
res del documento declaraban que no nos mueve el inters
puramente punitivo, sino que debemos velar por el correcto
funcionamiento, la seguridad y la cohesin interna de la or-
ganizacin. En ese sentido, la sancin tendr por objetivo
impedir un funcionamiento anmalo. Es decir, una exalta-
cin del control de los individuos, el conformismo y la anu-
lacin de la autonoma individual, eliminando toda discre-
pancia posible.
Los estatutos del CUAC no fueron precisamente trascen-
dentes en la historia del movimiento anarquista chileno, mu-
cho menos internacionalmente. Los hemos incluido en este
resumen porque constituyen una buena muestra del autorita-
rismo al que tienden las organizaciones plataformistas. El
CUAC fue una recreacin en parodia de la experiencia de la
OPB de Fontenis, no tan espectacular aunque no menos fu-
nesta.
Anarquismo partidario y especifismo
Paralelamente a la tendencia neo-plataformista, se desa-
rroll en Amrica del Sur una tendencia denominada especi-
fismo, que defiende postulados parecidos al plataformismo,
aunque desde una fundamentacin diferente y desde una ge-
nealoga diferente. Postula que los anarquistas deben agru-
parse en organizaciones de carcter ideolgico especfica-
mente anarquista y desde all trabajar en los movimientos
sociales. Tambin se hace hincapi en la unidad terica, la
unidad tctica y el desarrollo de polticas desde la organiza-cin especfica hacia los movimientos sociales en los que
participan sus militantes. A este accionar lo denominan in-
sercin socialy segn Felipe Correia, terico de la Fede-
racin Anarquista de Ro de Janeiro- est ligado, solamen-
te, a la idea de retorno organizado de los anarquistas a la lu-
cha de clases y a los movimientos sociales. Si bien sus im-
pulsores diferencian su prctica de insercin social del en-
trismo de los partidos de izquierda, su praxis termina sien-
do similar.
El especifismo o anarquismo organizado-como prefie-
ren denominarse con los plataformistas, lo cual es tambin
un ndice de desconsideracin hacia otras formas organizati-
vas anarquistas- es crtico al sintetismo de Volin-Faure, y
podra considerarse una especie de plataformismo sin Pla-taforma. No debe confundirse el especifismo -que consti-tuye una tendencia ideolgica- con las organizaciones es-pecficas anarquistas, que pueden pertenecer a las ms va-
riadas tendencias (insurreccionalismo, individualismo, co-munismo, primitivismo, colectivismo, etc.) El sintetismo
promueve organizaciones de carcter abiertamente anarquis-
ta, es decir, agrupaciones especficas, lo cual es muy dife-
rente al especifismo. Esta forma organizativa sintetista
acompa siempre a las organizaciones no especficas, o
sea, al movimiento anarcosindicalista, siendo la trabazn
CNT-FAI la ms clebre. Las organizaciones especficas
constituyen federaciones locales heterogneas que priorizan
la unidad estratgica es decir, los fines anarquistas- y la di-
versidad tctica, y se nuclean en la Internacional de Federa-
ciones Anarquistas (IFA). En cambio, las organizaciones detendencia especifista se agrupan internacionalmente juntocon las organizaciones plataformistas y el sindicalismo al-
ternativo pseudo-anarquista en la SIL, la internacional pa-
ralela reformista.
Hecha esta aclaracin, el especifismo solo se diferencia
del plataformismo por su origen histrico, alcanzando a las
mismas conclusiones. Para evitar confusiones utilizaremosun trmino ms adecuado a la prctica y la teora del especi-
fismo: anarquismo partidario. El paradigma organizativo de
esta tendencia anarco partidaria es laFederacin Anarquista
Uruguaya, fundada en 1956.
La revolucin cubana de 1959 signific un impacto in-
dito en el movimiento anarquista uruguayo, que luego de
una profunda discusin interna en el seno de la F.A.U. que
era un acabado ejemplo de sintetismo donde convivan di-
versas tendencias libertarias- se lleg finalmente a una esci-
sin en 1963. La F.A.U. como bien sostiene Daniel Barret
inaugura un proceso de bsquedas de final abierto que la
llevara a una prdida gradual de identidad anarquista en el
sentido fuerte e intransigente del trmino (1). Segn este
autor, la definicin anarquista ir siendo cada vez ms rela-
tivizada, incorporando contribuciones del marxismo, hasta
llegar a hablarse de Fau sin puntos, es decir, una denomi-
nacin que responda a un pasado anarquista pero no a unasigla anarquista. Las caractersticas de esta mutacin anar-
co-marxista de la FAU podran resumirse en: una redefini-cin de la concepcin de poder como un motor de cambiosocial, centralizacin organizativa, disciplina interna ypoltica de alianzas con la izquierda revolucionaria.
Segn relata Pablo Anzalone, ex-integrante de la FAU
(actual integrante del Partido por la Victoria del Pueblo o
PVP, que integra el Frente Amplio, hoy en el poder),
la organizacin ya no se defina como anarquista, se
pensaba en la necesidad de una sntesis entre marxismo y
anarquismo. Se manejaba el pensamiento de exponentes de
la corriente estructuralista del marxismo, como Poulantzas y
Althusser, y luego de Gramsci. La organizacin tena una
propuesta terica consistente en incorporar los elementos del
marxismo revolucionario, manteniendo los valores ideolgi-
cos libertarios que venan del anarquismo pero con una cla-
ra distancia del anarcosindicalismo. Hay Cartas de FAU
(una de las publicaciones de la organizacin en aquel tiem-
po) que hablan de la importancia del partido y discuten c-
mo sera el mismo. Era una organizacin que claramente je-
rarquizaba la poltica (publicado enBrecha, 17 de Noviem-
bre de 2006).
No profundizaremos sobre la historia de la FAU, ya que
escapa a nuestros objetivos, aunque sealaremos que tras su
reconstitucin luego del retorno de la democracia, la FAU
retom gran parte de su ideario anarquista, aunque despoja-
do de muchos de los aportes marxistas. No obstante, es el
arquetipo del anarquismo partidario o tendencia especifista
que hoy prosiguen organizaciones brasileas como la Fede-
racin Anarquista Gacha, la FARJ, la Federacin Anar-
quista Cabocla, junto a otras organizaciones uruguayas y ar-
gentinas.
Conclusiones: entre el extravo terico y el
fraude ideolgico
Es imposible hacer un anlisis objetivo de un pensa-
miento con el que se est en desacuerdo prcticamente en to-
do. Sin embargo, hasta ahora hemos tratado de mantenernos
dentro de los carriles de la objetividad, reservndonos hasta
este ltimo ttulo para dar rienda suelta a la parcialidad de
nuestras conclusiones y evaluaciones.
En primer lugar, todas las tendencias plataformistas y
anarco-partidarias especifistas declaman una renovacin
terica que, cuando no brilla por su ausencia, tan slo se re-
duce a la incorporacin acrtica de elementos ideolgicos del
marxismo-leninismo. La pobreza terica de la Plataforma de
Archinov es tal que sus anlisis del contexto poltico, econ-
mico y social de la Rusia de 1921 ni siquiera eran satisfac-
torios para los estndares de la poca. Ningn estudioso con
un conocimiento mnimo de la historia rusa o ucraniana to-mara en serio los anlisis de Archinov, ms deficientes an
que los bolcheviques.
Esto no sera un problema siquiera a considerar, si los au-
tores de la Plataforma no hubieran dado validez universal a
sus teoras. Arguyen que su anarquismo es el fruto de la ex-
periencia en la revolucin rusa, que suponen les ha abierto
de par en par las puertas del esclarecimiento terico-ideol-
gico. La Plataforma de Archinov est fundamentada en una
generalizacin de la interpretacin de un acontecimiento
histrico particular e irrepetible la participacin anarquista
durante la revolucin rusa-, residiendo all gran parte de su
anemia y caducidad. Adems de ser subjetiva, como toda ex-
periencia, y no dar prerrogativas de ninguna especie a quie-
nes la vivenciaron, los autores de la Plataforma (Archinov,
Makhno, Mett) fueron tan partcipes de la experiencia rusa
como sus detractores (Volin, Fleshin, Berkman). Y no debe
pensarse que los neo-plataformistas en la actualidad no repi-
ten semejante sandez; sino que ms bien se encargan de pre-gonarla a los cuatro vientos.
La exagerada valoracin de la experiencia propia no es
en lo nico en que los seguidores de la Plataforma van con-
tra el sentido comn. Existe una marcada contradiccinentre la necesidad de una teora definida y nica, como
gua de la accin, y un marcado anti-intelectualismo quesuele ser esgrimido para denostar a los crticos de su pro-
yecto. Las crticas a la Plataforma suelen ser calificadas co-
mo divagues tericos, catecismo de intelectuales, ausencia
de contacto con la realidad, aunque provengan de militantes
comprometidos y tericos brillantes como Malatesta, Volin o
Berneri. Como acierta Bob Black, el plataformismo es un
triunfo de la ideologa sobre la experiencia.
La pretensin de invulnerabilidad terica de la Platafor-
ma es por completo inconsistente con su supuesto carcter
provisorio. Este carcter transitorio que le dieron sus auto-
res, en verdad nunca fue superado, sino a lo sumo plagiadopor sus seguidores. Aqu se evidencia la incapacidad para
producir teora, la ineptitud para pensar anlisis novedosos,
la repeticin de clichs y frases vacas de contenido. Ni el
plataformismo ni el especifismo partidario han hecho un so-
lo aporte terico de valor en los ltimos 80 aos, aunque
nunca dejaron de reclamar al resto de los desorientados
anarquistas la necesidad de implementar la unidad terica.No menos importante es el rol que juegan las otras dos
divisas del neo-plataformismo: la unidad tctica y la aspira-
cin a la unidad organizativa. Si la unidad tctica era criti-
cable en sus primeras formulaciones de 1926, es completa-
mente ridculo perseverarla en un mundo mucho ms com-
plejo. No hay ninguna garanta de que la unidad tctica y la
unidad organizativa puedan llevar a la victoria de una causa
cualquiera. Y a esta verdad de Perogrullo los neo platafor-
mistas la han sustituido por la dudosa obviedadde que la
unidad tctica, terica y organizativa, son el nico y princi-
palcamino para lograr un cambio revolucionario. Si as fue-
ra, los partidos leninistas, trotskistas, maostas, estalinistas,
que responden fielmente al paradigma de la unidad tctica y
al unitarismo partidario, tendran grandes facilidades para
lograr sus objetivos, cuando la realidad indica lo contrario.
En cambio, la pluralidad tctica y la autonoma organizativa
siempre han sido el marco propicio para el desarrollo del ac-
cionar anarquista, frente a la rigidez organizativa de los par-
tidos polticos (y de los plataformistas).
La supuesta eficacia de los modelos plataformistas y es- pecifistas frente al caos organizativo que le atribuyen al
anarquismo nunca se tradujo en los hechos, en ningn con-
texto histrico ni regin geogrfica. Y cuando organizacio-
nes de estas corrientes obtuvieron cierta preponderancia den-
tro del movimiento o en la sociedad, los resultados fueron el
taln de Aquiles de sus apologistas. Cuanto mayor es el xi-
to de la organizacin plataformista o anarquista partidaria
especifista, ms lejos se ubican del anarquismo, parecieraser la funcin inversamente proporcional que describe su ac-
cionar, a tono con la obsesin aritmtica que les caracteri-
za, en palabras del compaero cubano Gustavo Rodrguez
(3). Basta recordar las experiencias exitosas de la OPB
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contina
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francesa, laFAUuruguaya yAuca en Argentina, teidas de
centralismo organizativo, electoralismo, leninismo, popu-
lismo, afinidad izquierdista y colaboracionismo con go-
biernos populares, en diversas proporciones y contenidos.
Y sin desdear la adopcin del obsoleto materialismo
dialcticodoctrina oficial del PCUS concebida por el an-
ti-anarquista Plekhanov, que refunde lo ms desechable del
pensamiento marxista- como componente superior de su
mtodo analtico.
Toda la jerga plataformista/especifista es un ndice de
su pobreza terico-analtica: insercin social(desde fuera),
disciplina, lucha de clases, responsabilidad colectiva, pro-grama de accin, unidad tctica y terica, anarquismo or-
ganizado, son conceptos que se contraponen a un par an-
tagnico que representa en su imaginario a las otras ten-
dencias anarquistas: desconexin social, falta de compro-
miso, indisciplina, anarco-liberalismo burgus, irresponsa-
bilidad individual, desorientacin tctica, desorganiza-
cin, ineficacia, dispersin terica y sectarismo. Esta vi-
sin maniquesta que nunca se ha correspondido con la re-
alidad, es el nico sostn de esta corriente de pensamiento,
si es que se la puede calificar de tal. Las mismas consignas
son repetidas desde la primera redaccin de Archinov has-
ta hoy en da, como verdades inmutables y ubicuas. Todacrtica a sus puntos de vista es condenada como expre-sin de una actitud no revolucionaria.
El plataformismo se convierte as en aquello que endo-
sa falazmente al resto de los anarquistas: una iglesiadogmtica de pretendida validez universal. Como bienseala Daniel Barret (4), el plataformismo se presenta co-mo renovador, pero se justifica sobre un marco doctrina-
rio basado en un escenario histrico que ya no existe:
el grueso de los elementos detonantes de su reflexin
no se sita a nivel de las demandas y exigencias reales de
un cierto contexto social concreto y de su correspondiente
historicidad sino que se articula bsicamente con polmicas
internas al movimiento anarquista; fundamentalmente co-
mo una impugnacin o puesta en tela de juicio de su muy
dudosa eficacia poltica en circunstancias histricas con-
cretas. Ese tema, por supuesto, no es un invento de media-
noche ni una circunstancia episdica y, como tal, debe
prestrsele la atencin que se merece. En cambio, lo que no
parece acertado es desligar las soluciones al dilema del
contexto histrico en el cual ste se inscribe actualmente y,
en su lugar, vincularlas a algunos principios abstractos ex-
trados de la evaluacin crtica de una derrota revoluciona-
ria ocurrida en Rusia y en 1921.Ninguna expresin plataformista o anarco-partidaria ha
tenido una destacada influencia en los movimientos socia-
les con excepcin de la FAUen el sindicalismo uruguayo.
Por qu esta contradiccin entre la supuesta raz social del
plataformismo/especifismo, su aparente contenido social,
la tan cacareada insercin social y una realidad social que
siempre se les presenta esquiva, evidenciada en su magra o
nula participacin en los movimientos sociales de cualquier
tipo, particularmente dentro del movimiento obrero? La
respuesta es que en la prctica los plataformistas no se di-
ferencian en absoluto del resto de los partidos polticos por
sus formas de accin, presentacin y representacin. Com-
piten en el mismo terreno. La insercin social plataformis-
ta no puede ser otra cosa que entrismo cuando quienes
actan dentro de los movimientos sociales autnomos res-
ponden a programas concebidos externamente.
En ese contexto, la unidad tctica no puede ni podr
resolver jams los variados y arrtmicos problemas que se
plantean en la base de los movimientos sociales y deviene
necesariamente, en lo que a la organizacin especfica
respecta, en una prctica regulada desde comits que pasan
a constituirse en la administracin cotidiana e instituciona-
lizada de los acuerdos generales de trabajo poltico en el
mismo momento en que sus militantes en el seno de esos
movimientos tienen o deberan tener una vida de relaciones
e intercambios abiertos y signada por una pluralidad, una
diversidad y una singularidad intransferibles e innegocia-
bles que slo pueden transcurrir libremente y expandirse en
el vrtigo catico y sublime de las asambleas (Daniel Ba-
rret).
Cmo conjugar la unidad tctica, la disciplina partida-
ria y la ejecucin de un programa ideado por la organiza-
cin poltico-revolucionaria, con los intereses de un colec-
tivo social autnomo y con la autogestin? Si la unidad tc-
tica y la disciplina colectiva no son aplicables fuera delmarco de la organizacin qu sentido tiene hablar enton-
ces en estos trminos?
Es aqu donde se evidencia el significado de la afirma-
cin que el comunismo anrquico es una expresin terica
ideada por las masas. Siendo as, la organizacin anarquis-
ta plataformista no los militantes anarquistas en particu-
lar- sera la legtima vanguardia de las masas, al igual que
el partido bolchevique, diferencindose de stos por la apli-
cacin de la democracia directa y por no propugnar la toma
del poder. Pero en ambos casos actan dentro de la clase
trabajadora o el movimiento social como miembros de una
organizacin y respondiendo a sus intereses (no a los del
movimiento obrero): tienen una praxis similar. Esta ficcin
solo puede ser sostenida si hacemos a un lado la contradic-
cin entre unas masas con supuestos instintos libertarios y
la necesidad de una organizacin que acte como dirigen-te, u orientadora en el mejor de los casos. As, se erigen en
el partido que expresa la voluntad de las masas, de la mis-
ma forma inconsulta en que los bolcheviques se refieren a
la clase obrera.
Por supuesto, desde la ptica plataformista/especifista
la insercin social estara en la vereda opuesta del entrismo
y el dirigismo hacia los movimientos sociales. Pero no se
apartan de una concepcin poltica, entendida como ges-
tin mediadora y orientadora de las masas. En este aspecto,
es donde el plataformismo evoluciona hacia una relacin
simbitica con los partidos de la izquierda revolucionaria y
con aparatos e instituciones del poder popular. Los apo-
yos crticos a polticas de izquierda y la tarea de construir
un poder popularse constituyen en los ejes de aproxima-
cin con la izquierda autoritaria, a la que consideran como
un aliado tctico.
A pesar de toda su retrica izquierdista, los plataformis-
tas y especifistas han sido siempre poco serios con sus ca-
tegorizaciones. As, las masas son tomadas como sujeto re-
volucionario, mientras se habla de lucha de clases y mate-
rialismo dialctico sin reparar en que una clase social es so-
lo una parte de las masas. Los campesinos, los obreros, la
clase media y los pequeo-burgueses segn su punto de
vista pareceran actuar siempre igual, defendiendo intereses
comunes, en cualquier contexto histrico y geogrfico. Y
ms sorprendente an tratndose de anarquistas, el Estado
como institucin histrica casi no ha merecido ninguna
consideracin especial en sus anlisis. En este sentido el
plataformismo es ms rudimentario an que las expresiones
ms burdas del bolchevismo.
Hacia el interior de la organizacin plataformista, se su-
pone que la democracia directa y el federalismo son los me-
canismos horizontales por los cuales todos los miembros de
la organizacin arriban al acuerdo poltico. Las decisiones
se obtienen por mayora, mientras la minora acepta disci-
plinadamente la posicin predominante o tiene la libertad
de escindirse si considera que la posicin mayoritaria le-
siona sus derechos. El resultado es siempre la unidad tcti-
ca e ideolgica en ambos casos, aunque se quebrante el
principio de unidad organizativa. Es decir, si la minora
acata la voluntad mayoritaria, la unidad tctico-terica se
sostiene mediante la disciplina partidaria; si se escinde,
existen dos organizaciones una conformada por la ma-
yora y otra por la minora- con unidad tctico-terica. Es
complicado imaginar cmo una posicin minoritaria pueda
ir ganando voluntades en una organizacin anarco-partida-
ria, si la minora se ve obligada a obedecer o a escindirse.
Esta imposibilidad de debate interno se vera agrava-da en caso de instituir un Comit Ejecutivo -como propona
Archinov en el texto original de la Plataforma- que acte
comogua terica de la organizacin. El comit gua a laorganizacin, la organizacin gua a los movimientossociales y sindicales, que a su vez guan a las masas. As
se construye elPoder Popular, bajo la orientacin de la Or-
ganizacin Poltica Revolucionaria. Por suerte las masas no
sienten esta urgencia de construirpoder popularque le atri-
buyen los plataformistas. La exigencia de acordarprogra-
mas de accin se debe ms a una fobia plataformista a la
espontaneidad y la incertidumbre, que a una verdadera ne-
cesidad de las masas.
Finalmente, argumentaremos un poco sobre el asunto
de la traduccin de Volin. Segn sostiene el plataformista
A. Skirda:
La primera traduccin realizada por Volin fue criticada
como mala y torpe, por no cuidar el traductor adaptar laterminologa y las frases al espritu del movimiento
francs. (Le Libertaire, N 106, 15-4-1927). Buscamos a
qu podan aplicarse dichos reproches y encontramos, en
efecto, varios trminos expresamente deformados: na-
pravlenie, que significa a la vez direccin y orienta-
cin, fue sistemticamente empleado en el primer sentido.
Pas igual con el nombre rukovodstvo, que es la con-
ducta, y el verbo correspondiente guiar, llevar, dirigir, ad-
ministrar, que se tradujeron siempre por dirigir. El caso
ms evidente est en la ltima frase de la Plataforma: zas-
trelshchik, el incitador, se tradujo como vanguardia.
Es as como con toques leves se pudo alterar el sentido pro-
fundo del texto. Resulta una molestia porque el traductor
Volin fue luego un acrrimo detractor de la Plataforma.
(A. Skirda; Autonomie individuelle et force collective (les
anarchistes et lorganisation de Proudhon nos jours ,
1987, p.246).
En primer lugar, debemos decir que Skirda es un ensa-yista rematadamente tendencioso y exagerado, todo esto di-
luido con una buena dosis de ineptitud profesional como
historiador. Y esta marcada ineptitud intelectual se mani-
fiesta en la cita anterior, ya que considera malintencionado
el hecho de que Volin hubiera traducido al francs ciertos
vocablos rusos que presentan ambigedad semntica, pero
se le escapa que precisamente en esa indeterminacin del
vocablo reside el problema, no en una indemostrable y su-
puesta mala fe de Volin. Adems, el propio Archinov pudo
haber utilizado deliberadamente trminos ambiguos, pero
cmo saberlo o probarlo? Skirda habla de sus conjeturas
como si fueran una evidencia irrefutable.
Resulta fantstico que Skirda olvide que Volin era un
eximio traductor, que fue precisamente Volin quien salv
los manuscritos originales de Archinov de la Historia del
Movimiento Machnovista -obra que luego tradujo al
francs- y que a pesar de su distanciamiento ideolgico, Ar-chinov nunca dud de la capacidad ni la honestidad de Vo-
lin en este sentido.
En realidad todo este cuento de la traduccin malinten-
cionada tiene como objetivo justificar el rechazo de Mala-
testa, que bas sus crticas en la versin de Volin. Ahora
bien, reducir el rechazo de la Plataforma por casi la totali-
dad del movimiento anarquista a un problema de traduc-
cin es indito en la historia de las ideas. Semejante pol-
mica recuerda los esfuerzos de los reformistas cristianos
por una correcta traduccin de la Biblia que reemplazara a
la Vulgata latina. No ocurri un caso similar en la historia
con textos infinitamente ms complejos como los de He-
gel o Marx- lo cual se muestra como una solucin infantil
frente a un rechazo tan argumentado como generalizado. A
nadie se le ocurrira asegurar que la hereja estalinista se
debe a la lectura de una errnea traduccin de las obras de
Marx y Engels. Pero tampoco una traduccin correcta ha
hecho de la Plataforma un documento inmune a las crticas,
la cual pareciera ser la pretensin de Skirda.
Todas las citas en que nos basamos quienes al presente
impugnamos los puntos de vista plataformistas se fundaron
en la traduccin correcta que hicieron los propios platafor-
mistas. La Plataforma naufraga en cualquiera de sus ver-
siones; eso es lo que se desprende de su lectura.
(1)El movimiento anarquista uruguayo en los tiempos de
clera; en http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/8156 .
Una excelente sntesis de la historia del anarquismo uruguayo
moderno.
(2) Wooden Shoes or Platform Shoes?; en http://www.in-
spiracy.com/black/wooden.html
(3)Algunas reflexiones sobre el extravo terico ideolgico
en el pensamiento crata contemporneo, Gustavo Rodrguez;
en http://www.nodo50.org/ellibertario/descargas/Algunasrefle-
xionessobreelextravio.doc , una crtica implacable e irreverente al
plataformismo y otros ismos.(4) Esta cita y la siguiente en: Los sediciosos despertares de
la anarqua, Daniel Barret, en http://www.nodo50.org/elliberta-
rio/descargas/Despertares-Barret[1].rtf
P. Rossineri
6 S ET IEMBRE ~ OCTUBRE 2008
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El anarquismo argentino ha sido largamente abordado desde una perspectiva que privilegia su rela-
cin con el surgimiento del movimiento obrero y la actividad sindical. El importante arraigo del anar-
quismo en los sectores obreros de la Argentina de fines del siglo XIX y comienzos del XX justifica
dicho recorte. Sin embargo, el peso del anarquismo no se limita a la lucha econmica, y el estudio de
sus formas de sociabilidad poltica y cultural se ha presentado como una necesidad para comprender
integralmente el fenmeno del anarquismo en Argentina. A llenar este vaco de la historiografa acad-
mica se ha dedicado Juan Suriano en su libroAnarquistas. Cultura y poltica libertaria en Buenos Ai-res 1890-1910.
En la lnea de los trabajos sobre sectores populares que encabezaran Luis Alberto Romero y Le-
andro Gutirrez en las dcadas de 1980-1990, Suriano se propone realizar una historia del anarquis-
mo argentino como movimiento cultural, poltico, ideolgico y social (Suriano, 16), centrndose
particularmente en la ciudad de Buenos Aires (entendiendo el anarquismo local como un fenmeno
esencialmente urbano) y en el perodo que va de 1890 (donde el autor ve los efectos del proceso de
modernizacin sobre la formacin de los primeros grupos libertarios) hasta 1910 (considerado el
punto de partida de la decadencia del movimiento). Dicho recorte del objeto de estudio encuentra otra
justificacin en la dispersin y carencia de fuentes que reconoce el autor y que dificultara la reali-
zacin de una historia del anarquismo a nivel nacional. Aun as, y aunque no siempre lo menciona
el autor, la interpretacin de las fuentes utilizadas para este estudio no deja de ser problemtica. Se pri-
vilegian las crnicas y notas de los peridicos, tanto anarquistas como ajenos al movimiento (el autor
errneamente atribuye mayor valor a las fuentes ajenas (17), olvidando que tanto unas como las
otras responden a determinados intereses y condicionamientos y son igualmente pasibles de ser crti-
camente abordadas; pinsese, por ejemplo, en peridicos como La Nacin oLa Prensa, o incluso en
los problemticos informes censales y expedientes policiales), pero se mantiene una perspectiva com-
parativa en relacin con informes policiales y del Ministerio del Interior, diarios de sesiones de la C-
mara de Diputados, crnicas personales, libros y folletos de la poca y algo ms tardos, y censos.
Pretendiendo as alejarse de la historiografa tradicional sobre el anarquismo argentino y de una se-
rie de preconceptos que, por un lado, ligan al anarquismo con la irracionalidad de los sectores ms
atrasados de la sociedad (autores marxistas) y, por otro, plantean la absorcin del anarquismo por el
movimiento obrero (Edgardo Bilsky, entre otros), Suriano sostiene que la adhesin mayoritaria de los
trabajadores al anarquismo respecto del socialismo en el perodo estudiado, responde al tipo de pro-
puestas formuladas por los anarquistas (aunque no deja de atribuir cierta irreflexividad al movi-
miento), y por otro lado sostiene que si bien el anarquismo interpelaba a los trabajadores, sus discur-
sos, estrategias e ideas irradiaban desde los crculos poltico-culturales y desde la prensa que se haban
constituido en un polo de poder poltico, ideolgico y cultural (26) controlado por lo que define co-
mo una vanguardia iluminada.
Siguiendo una lectura mecnica de corte evolucionista (muy comn, por cierto, en la tradicin his-
toriogrfica en la que se inscribe), Suriano busca insertar al anarquismo en la lnea del proceso de
modernizacin de la sociedad portea, y va a centrar su atencin en la capacidad de adaptacin del
movimiento a las condiciones sociopolticas cambiantes del perodo. As, su hiptesis central supone
que las caractersticas internas y las propuestas que hicieron que el movimiento libertario se adaptara
a las condiciones sociales de la dcada de 1890 y se arraigara entre los trabajadores, son las mismas
que en su estricta inalterabilidad impidieron la adaptacin del anarquismo a las condiciones socio-
polticas de 1910 en adelante y generaron su marginacin y decadencia. As, en la sociedad urbana
confrontacionista de fines del siglo XIX (Suriano usa los trminos de Luis Alberto Romero), carac-
terizada por una constante movilidad horizontal y vertical (ascendente y descendente) del cuerpo so-
cial y por una escasa presencia del Estado para resolver los problemas (...) de los trabajadores (18)
y una marginacin de los trabajadores de la actividad poltica, el anarquismo result atractivo y tuvo
importante arraigo; pero a partir de la estrategia integradora del Estado desde 1912 y de la confor-
macin de una sociedad menos confrontacionista, la inalterabilidad del discurso antiestatal del anar-
quismo habra significado un punto de ruptura entre el movimiento y los trabajadores.
Adhiriendo a un marco conceptual de dudosa profundidad terica (siguiendo las limitadas defini-
ciones de cultura e ideologa de Raymond Williams), Suriano se embarca, luego de una breve intro-
duccin, a estudiar la construccin de un discurso y una sociabilidad alternativos desde el anar-
quismo, a travs de ocho captulos didcticamente ordenados. (La idea de un discurso alternativo y
no autnomo o contracultural, la construye el autor a partir de cierta influencia de Dora Barrancos res-
pecto de la percepcin de espacios cruzados por mltiples influencias y en funcin de un determina-
do contexto sociocultural, lo cual lleva a distinguir entre un discurso cultural cruzado y un discurso
poltico contestatario que, de todos modos, construyen entre ambos el movimiento contra la idea ms
orientada al elemento puramente cultural que sostiene Diego Armus-. Llama la atencin, en este sen-
tido, la carencia de una discusin sobre el concepto ms abarcador y explicativo de ideologa de la
lnea de pensamiento althusseriana.)
En el primer captulo, el autor presenta una breve sntesis histrica de la difusin de las ideas y de
la organizacin de los grupos anarquistas en Buenos Aires a partir de las transformaciones sociocul-
turales generadas por el proceso de modernizacin con la inmigracin y la conformacin de una cla-
se obrera. Pensando (como piensa todo el proceso histrico) en trminos mecnicamente evolucionis-
tas, Suriano ve un anarquismo incipiente que va evolucionando del individualismo anti-organizador a
la lucha poltica abierta y llega a un punto de madurez con la hegemona lograda, en la primera d-
cada del siglo XX, por la tendencia organizadora (tras lo cual vendr, si no la muerte, s la decaden-
cia entendida en trminos definitivos luego de 1910).
Sostiene el autor que fueron la exaltacin de la libertad individual de los anti-organizadores y la ten-
dencia a la asociacin de los organizadores los factores que, si bien generaron enfrentamientos inter-
nos, habran impulsado, en funcin de su comn rechazo a la autoridad estatal, adhesiones extendidas
debido a su ampliada interpelacin (es lo que el autor caracteriza como el rostro bifronte del anar-
quismo local). En este sentido aborda el autor, en el captulo 2, la interpelacin anarquista, entendien-
do su mensaje como universalista o populista, y no clasista, lo cual sumado a la heterodoxia doctri-
nal (la divisin que hace el autor entre doctrinarios puros e intelectuales heterodoxos es arbitraria
aunque ilustrativa) habra extendido el atractivo del anarquismo tanto entre obreros como entre inte-
lectuales y sectores aspirantes a pertenecer a la clase media. Sin embargo, la caracterizacin que hace
el autor aqu sobre la existencia de una jerarqua conformada por una vanguardia iluminada forma-
da por intelectuales anarquistas que educara y concientizara a una minora del pueblo afn al pensa-miento libertario (minora consciente o vanguardia revolucionaria) y en cuya accin se exteriorizara
hacia las masas sin conciencia ni ideales (97), y que el autor atribuye al modelo de los doctrinarios
puros, no es ms que una lectura hecha desde la perspectiva de la construccin de partidos polticos
burgueses, marcando una ruptura ms abrupta de la que parece haber existido entre el modelo educa-
dor de los doctrinarios puros y la percepcin gremialista (pero, valga decir, tambin educadora y
concientizadora) del anarcosindicalismo, en tanto si bien ambas tendencias incentivaban la instruccinS ET IEMBRE ~ OCTUBRE 2008 7
y difusin (tanto por intelectuales como por los mismos activistas obreros), adjudicaban
a los trabajadores la materializacin efectiva del cambio social.
En el captulo 3, Suriano reconoce que los difusores (publicistas, periodistas, maes-
tros y los mismos trabajadores manuales), aunque participaban en la organizacin de los
crculos o peridicos libertarios y hacan las veces de mediadores doctrinarios, no con-
formaban una lite. Pero lo central del captulo es su anlisis de la profusa edicin de
folletos, libros y peridicos (facilitada, de acuerdo con el autor, por el contexto de liber-
tad de prensa del perodo, los bajos costos de impresin y la amplia alfabetizacin de los
trabajadores argentinos), y de la invencin de un pblico obrero a travs de la cons-
truccin de un espacio alternativo formado por lecturas pblicas y conferencias.
La aproximacin sociocultural lo lleva al autor a referirse en el captulo 4 al uso del
tiempo libre y a las actividades recreativas (veladas, teatro, etc.) impulsadas por los cr-
culos libertarios. El objetivo de los anarquistas, de acuerdo con Suriano, era construir unespacio cultural alternativo, que conjugara los valores libertarios con los gustos popula-
res, reemplazando el desenfreno y los vicios que desvan las energas del camino de la
emancipacin, por una cultura racional. El escaso arraigo de dichas actividades liberta-
rias lo atribuye el autor a tres causas: el carcter aluvional de la sociedad portea del
perodo (inestabilidad y movilidad social constantes), la preexistencia de tradiciones
fragmentadas, y el crecimiento de la industria cultural (172) orientada al mero pasatis-
mo (ftbol, cine). Como se percibe tambin en otros captulos, el autor tiende a minimi-
zar el impacto de las leyes y prcticas represivas del Estado sobre las actividades artsti-
cas y recreativas del movimiento libertario, reduciendo las causas de la decadencia a las
insuficiencias y contradicciones internas o a las aluvionales condiciones de evolu-
cin de la sociedad portea.
Esta minimizacin de la represin en la decadencia del movimiento anarquista se per-
cibe tambin en el siguiente captulo, dedicado exclusivamente a la prensa anarquista.
Aqu, Suriano postula una serie de problemas irresolubles que habran impedido a la
prensa anarquista adaptarse a los cambios de la aluvional sociedad portea: la falta de
una direccin centralizada ante multiplicidad de publicaciones (visto como problema
en la medida en que el autor ve en la centralizacin un factor de madurez en la evo-
lucin natural de los movimientos polticos); las dificultades financieras, tecnolgicas yde distribucin; la fugacidad e irregularidad de muchas publicaciones (aunque las ms
importantes eludieron este problema); y la rigidez doctrinaria que, en una sociedad ver-
tiginosa, alejara a los lectores trabajadores y los acercara a la prensa comercial burgue-
sa. Son entonces las limitaciones internas del anarquismo (tcnicas y, sobre todo, doctri-
narias) las que determinan la decadencia del movimiento, sin atribuir ningn papel rele-
vante a la represin (fundamentalmente en torno al Centenario) ni al avance del sindica-
lismo revolucionario entre las masas trabajadoras durante la primera dcada del siglo
XX.
Algo similar sucede cuando Suriano analiza, en el captulo 6, los proyectos de educa-
cin libertaria. Nuevamente el autor resalta los desencuentros habidos entre militantes y
sectores populares, y la desorganizacin e inorganicidad de la vanguardia (bakuni-
nistas contra educacionistas racionalistas, ms la falta de apoyo financiero de las socie-
dades de resistencia) como conductora del fracaso pedaggico libertario (conjuntamente
con la cooptacin ampliada de la educacin pblica oficial). Aunque estos factores tu-
vieron indudable incidencia, llama la atencin la minimizacin que hace el autor del im-
pacto de las medidas estatales como la Ley de Residencia y las represiones de 1905 y de
1909, momento este ltimo en el que, reconoce el autor, desaparecen definitivamente las
escuelas libertarias.En el captulo 7, el autor repasa las posturas y prcticas polticas del anarquismo ar-
gentino, planteando nuevamente la tesis de la rigidez doctrinaria como imposibilidad
del movimiento de adaptarse a la evolucin natural de la sociedad (263), es decir, la
imposibilidad del movimiento de flexibilizar su postura (de total rechazo) ante el Estado
(en la medida en que el Estado evolucionara naturalmente hacia una posicin de rbi-
tro y garante de las reivindicaciones laborales postura que acerca al autor ms a las
tesis gradualistas de los socialistas de principios del siglo XX que a una mirada crtica
del proceso histrico). En este sentido, tanto la accin directa como la huelga general re-
volucionaria las muestra Suriano como atractivas en el perodo de confrontacin pero
desusadas cuando crece la intervencin estatal en la sociedad y se ampla la base electo-
ral. As, sostiene que la crisis poltica del orden conservador coincidi con la crisis pol-
tica del movimiento libertario. Nuevamente, la represin en torno al Centenario no es
considerada central (e incluso ciertos elementos de continuidad del movimiento, visibles
sobre todo en 1919, son pasados por alto).
El ltimo captulo contiene una descripcin (basada en la recoleccin de relatos pe-
riodsticos de la poca sobre manifestaciones anarquistas) de los ritos y smbolos del mo-
vimiento libertario local en el marco de la invencin de una tradicin histrica alternati-
va (ligada al mundo de los trabajadores y como respuesta a los ritos y smbolos naciona-les). Banderas rojas y negras, las figuras del hroe y del mrtir, almanaques populares,
son considerados resignificaciones de los smbolos laicos y religiosos de la sociedad
burguesa. Incluso el 1. de Mayo es entendido como una resignificacin de la Pascua
cristiana (la influencia de los trabajos sobre anarquismo y mesianismo en la sociedad es-
paola de fines del siglo XIX, realizados por algunos historiadores espaoles contem-
porneos, es evidente).
La conclusin del autor refuerza las ideas hasta aqu resumidas, sosteniendo que la re-
presin solamente aceler un declive profundo ligado a las limitaciones inherentes al mo-
vimiento anarquista ante los cambios coyunturales (338-339). La desarticulacin habra
sido producto de la incapacidad del movimiento de sobreponerse a los cambios a falta de
un partido aglutinante y de una unidad orgnica. Esto demuestra que el autor se posicio-
na desde la percepcin de un partido poltico para comprender un movimiento que care-
ci de los principios de los partidos polticos que luchan por detentar el poder (el autor
considera al anarquismo como una vanguardia poltica entre tantas, y por momentos pier-
de nocin de su especificidad). La postura evolucionista del autor reduce la historia del
movimiento a su incapacidad de adaptarse a las transformaciones sociales, culturales y
polticas de la sociedad portea, incapacidad que comprometera su supervivencia (340-
341); y esta limitacin inherente a la tradicin historiogrfica en la cual se inscribe el au-tor, lleva a caricaturizar el peso de la violencia estatal en la vida social, poltica y cultu-
ral de los trabajadores y militantes porteos de fines del siglo XIX y comienzos del XX,
reduciendo la comprensin integral del movimiento anarquista argentino.
Augusto Podrido (recibido por correo electrnico)
Un libro -y su autor-
que versa sobre anarquismo
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8/2/2019 Libertad N 49
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SAN MARTNEst. Migueletes, FC Mi-tre: andn Retiro
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MALVINASARGENTINASRuta 197 y vas de Est.Pablo Nogus: kioscoEst. Gran Bourg: vereda
PILAREst. Pilar: andn a Retiro
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SAN FERNANDOEst. Victoria: andn 3 aCapilla del Seor
TIGREEst. Tigre: andn Retiro
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CHASCOMSPlaza Independencia (Mi-tre y San Martn): mirco-les desde 18 hs:puestode Organizacin Liber-taria.
MAR DEL PLATAAv. Edison y 12 de Oc-tubre: kioscoSan Luis 1745:Alejan-dra LibrosSan Martn 3140:
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Chesterton?Alberti 3101:LibrosHoracio
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RaicesBrown 426:LibreraKlasOhiggins 71, loc. 22:
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bre, 1: CEHumZelarrayan 584: kioscoVillarino y BeruttiDonado 373
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M.A. Lpez, martes yjueves.Coln y 9 de julioSalta y Garibaldi: kioscoSan CarlosEscaparate Popeye,Av. San Martn Sur 16,
La ConsultaGodoy CruzPaso de los Andes y Ar-mani
SAN JUNFacultad de CienciasSociales, Complejo IslasMalvinas, mircolesdesde 17hs:puesto depropaganda anarquista .
JUJUYPlaza Belgrano, sbadosde 16 a 19 hs:puesto depropaganda.
Un espacio con finalidad anarquista. Cual es tal finalidad sino
la libertad, la solidaridad y la igualdad econmica, todo esto
acompaado de una prctica antijerrquica y autogestiva. Pero lle-
varlo a cabo mediante medios idneos con los fines no es tarea f-
cil, como no es fcil la vida cotidiana. Y as se presentan diversi-
dad de conflictos y contradicciones que afrontar.
Un espacio social donde no se le baje una lnea pero donde sse transmitan otros valores, muy diferentes a los valores que im-
pone el capitalismo. Lugar donde las personas nos relacionemos
de una manera diferente y donde lo mantenemos mediante nues-
tros propios medios.
Un espacio donde el aprendizaje se basa en el inters de los in-
dividuos en aprender, y desarrollar su creatividad, como lo propo-
ne la pedagoga libertaria.
Por un lado la biblioteca y el archivo especfico anarquista. Bi-
blioteca y archivo que se encuentran a disposicin de todos los
compaeros para consultar y/o fotocopiar. Por otro lado la biblio-
teca social abierta al barrio y a todos aquellos que quieran acer-
carse. Entre esto, los talleres basados en pedagoga libertaria, ta-
lleres de libre participacin. Todo se mezcla, porque no pueden se-
pararse las ideas del cotidiano, y as nos relacionamos, como igua-
les, compaeros de ideologa y todos los que se acercan al espacio
social aunque no compartan nuestra ideologa pero s nuestros va-
lores. As se empieza.Un espacio de referencia en la zona muy diferente de las igle-
sias, las unidades bsicas, las sociedades de fomento impulsadas y
mantenidas por los peronchos y el municipio.
En el espacio se han hecho varias charlas-debates sobre varios
temas desde una perspectiva anarquista. As tambin, a lo largo
del ao se ha hecho tambin un taller sobre la ideologa anarquis-
ta y diversas charlas-video sobre pedagoga. En el momento en
que escribo esta nota, con los compaeros del UAZO estamos pre-
parando una serie de encuentros a modo de grupo de estudio so-
bre ciertos puntos de la pedag