Libertad violada

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LIBERTAD VIOLADA Los mitos son creaciones humanas compartidas en un ámbito cultural determinado y que han cumplido la función de cubrir vacíos frente a lo que no alcanzaba explicar la razón humana común. Así, fueron sustentando los fundamentos de las religiones y promoviendo, a partir de ese marco de entendimiento, interpretaciones de la realidad y parámetros de conducta. Si bien la libertad de culto es un derecho de las personas, ello implica el derecho de creer o no creer y por extensión el respeto a dicha decisión. En las democracias modernas el Estado deja de ser confesional y se convierte en un Estado laico sin compromiso religioso asumido. En este contexto de modernidad, el Estado no debe supeditar sus políticas ni leyes a los dogmas o a la moral de una determinada religión. Sin embargo, en la práctica se aprecia que las personas que alcanzan poder de decisión intervienen desde sus convicciones confesionales individuales sesgando leyes o políticas públicas. Un ejemplo claro lo hemos visto en el actual Congreso de la República cuando se ha obstaculizado el debate sobre el proyecto de ley de despenalización del aborto en casos de violación; primero, en la comisión de Justicia y derechos humanos que en el mes de mayo lo archivó; posteriormente, en la comisión de Constitución que en este mes evadió y postergó su debate. Libertades en juego Las libertades de las que gozamos actualmente las mujeres han sido históricamente una conquista, una lucha contra la sociedad patriarcal y la misoginia. Los movimientos feministas han contribuido a alcanzar condiciones de mayor equidad entre varones y mujeres, desde los derechos civiles y políticos hasta los derechos económicos, sociales y culturales. Sin embargo, en nuestro país existe una flagrante y vergonzante vulneración a la libertad sexual de las mujeres. Que Perú ocupe el tercer lugar en el mundo en casos de violación sexual evidencia la incapacidad del Estado de garantizar a las personas un entorno seguro. La cifra brindada en un estudio de la Organización Mundial de la Salud de 2013 nos pone por debajo solo de Etiopía y

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LIBERTAD VIOLADA

Los mitos son creaciones humanas compartidas en un ámbito cultural determinado y que han cumplido la función de cubrir vacíos frente a lo que no alcanzaba explicar la razón humana común. Así, fueron sustentando los fundamentos de las religiones y promoviendo, a partir de ese marco de entendimiento, interpretaciones de la realidad y parámetros de conducta.

Si bien la libertad de culto es un derecho de las personas, ello implica el derecho de creer o no creer y por extensión el respeto a dicha decisión. En las democracias modernas el Estado deja de ser confesional y se convierte en un Estado laico sin compromiso religioso asumido. En este contexto de modernidad, el Estado no debe supeditar sus políticas ni leyes a los dogmas o a la moral de una determinada religión. Sin embargo, en la práctica se aprecia que las personas que alcanzan poder de decisión intervienen desde sus convicciones confesionales individuales sesgando leyes o políticas públicas.

Un ejemplo claro lo hemos visto en el actual Congreso de la República cuando se ha obstaculizado el debate sobre el proyecto de ley de despenalización del aborto en casos de violación; primero, en la comisión de Justicia y derechos humanos que en el mes de mayo lo archivó; posteriormente, en la comisión de Constitución que en este mes evadió y postergó su debate.

Libertades en juego

Las libertades de las que gozamos actualmente las mujeres han sido históricamente una conquista, una lucha contra la sociedad patriarcal y la misoginia. Los movimientos feministas han contribuido a alcanzar condiciones de mayor equidad entre varones y mujeres, desde los derechos civiles y políticos hasta los derechos económicos, sociales y culturales.

Sin embargo, en nuestro país existe una flagrante y vergonzante vulneración a la libertad sexual de las mujeres. Que Perú ocupe el tercer lugar en el mundo en casos de violación sexual evidencia la incapacidad del Estado de garantizar a las personas un entorno seguro. La cifra brindada en un estudio de la Organización Mundial de la Salud de 2013 nos pone por debajo solo de Etiopía y Bangladesh, donde las violaciones crecen porque las mujeres son obligadas a casarse antes de los 15 años.

Si esta cifra no es suficiente para indignarse, conozcamos el número de violaciones denunciadas anualmente que nos ponen en tan despreciable lugar. Según datos del Ministerio Público son 15 mil peruanas las abusadas sexualmente y el 90% de estos casos quedan impunes. Las estadísticas reportan 48 casos de violación sexual cada día, dos mujeres atacadas cada hora, de las cuales el 78% corresponde a niñas y adolescentes. El Perú mantiene el primer lugar de Sudamérica en violación sexual.

Si el Estado, las familias, las instituciones educativas y la sociedad peruana en general hacen muy poco para impedir que esta realidad oscura cambie; al menos, deberían garantizar que ante la vulneración de la libertad sexual de las mujeres, ellas puedan tener la libertad de decidir abortar. Según la OMS el porcentaje de mujeres violadas que resultan embarazadas oscila entre el 10% y 30%.

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Pero lamentablemente vivimos en una sociedad que no solo demuestra estar enferma con estos indicadores sino también enferma de indiferencia. Tenemos un Congreso de la República que no representa los intereses de la ciudadanía, que sucumbe ante intereses personales y de grupos de poder, que legisla en función de dogmas e impide hasta la posibilidad de debatir el tema.

Siendo las cifras de violación sexual en el Perú a toda luz escandalosas, siendo el 90% de las víctimas niñas y adolescentes, siendo que el 71% de la muerte de mujeres entre 15 y 29 años es por suicidio y que el riesgo de cometerlo aumenta en casos de violación sexual, no podemos permitir que los mitos se impongan a la razón.

Demandar respeto a la libertad

Es necesario un debate alturado sobre el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y sobre la libertad de concepción. Si el Estado no garantiza una vida segura para las niñas, adolescentes y adultas no puede imponerles un castigo mayor al obligarlas a dar luz al hijo de su violador. Si la sociedad sigue indiferente a este problema o peor aún se guía de dogmas, mitos o prejuicios como el pensar que las mujeres son violadas porque provocan a los hombres con su vestimenta o que no hay necesidad de despenalizar el aborto en casos de violación porque las mujeres violadas no pueden embarazarse; entonces tendremos que asumir la corresponsabilidad por complicidad de ser el tercer país en el mundo que violenta la libertad sexual de las mujeres y su libertad de procrear por decisión propia.

Si usted se indignó con esta información y considera que no puede mantenerse inmune a esta realidad que se nos oculta, entonces súmese a la corriente de opinión que pide al Congreso de la República que despenalice el aborto en casos de violación. Demostremos que hemos evolucionado, que la libertad y la dignidad humana es el principal referente de nuestra vida en sociedad. El medioevo no debe retornar.

Mg. Eliana Pérez BarrenecheaComunicadora social