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SEPTIEMBRE / OCTUBRE 2011 O ccidente desconoce en gran parte las tribus de Oriente Próximo así como su papel histórico y político. Tiende a ignorar este aspecto en cualquier análisis debido a su mentalidad alejada del concepto tribu. Por el contrario, la visión occidental del mundo está profundamente arraigada en Westfalia, donde se formula el Estado-nación. En múltiples “naciones” de Oriente Próximo, las configuraciones esta- tales difieren de las occidentales en un punto central: son estructuras sociales en las que la cosmovisión moral y religiosa no se ha separado de la política. A su vez, el Estado debe competir con formas pre-estatales de control político como la comunidad tribal. En síntesis, allí se clasifica la geografía por facciones religiosas; Occidente en cambio lo hace por naciones. Esta diferencia plantea un problema a la hora de tomar deci- siones, pues la mentalidad del mundo occidental antepone el individuo, mientras que en el mundo árabe es determinante la tribu o el clan. Las comunidades tribales pueden formar una especie de conglomerado político dentro del sistema social junto con la organización estatal y sus instituciones políticas y urbanas, pero sin renunciar a su esencia tribal, Libia y Yemen: comunidad tribal y guerra civil Jesús Gil, Alejandro Lorca y Ariel José James Jesús Gil es profesor en el seminario de Estudios Orientales Adolfo de Rivadeneyra de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Alejandro Lorca es profesor emérito y cátedra Jean Monnet en la UAM. Ariel José James es profesor en el departamento de Antropología de la UAM. 122 POLÍTICA EXTERIOR

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Occidente desconoce en gran parte las tribus de Oriente Próximo asícomo su papel histórico y político. Tiende a ignorar este aspectoen cualquier análisis debido a su mentalidad alejada del conceptotribu. Por el contrario, la visión occidental del mundo está

profundamente arraigada en Westfalia, donde se formula el Estado-nación.En múltiples “naciones” de Oriente Próximo, las configuraciones esta-

tales difieren de las occidentales en un punto central: son estructurassociales en las que la cosmovisión moral y religiosa no se ha separado de lapolítica. A su vez, el Estado debe competir con formas pre-estatales decontrol político como la comunidad tribal. En síntesis, allí se clasifica lageografía por facciones religiosas; Occidente en cambio lo hace pornaciones. Esta diferencia plantea un problema a la hora de tomar deci-siones, pues la mentalidad del mundo occidental antepone el individuo,mientras que en el mundo árabe es determinante la tribu o el clan.

Las comunidades tribales pueden formar una especie de conglomeradopolítico dentro del sistema social junto con la organización estatal y susinstituciones políticas y urbanas, pero sin renunciar a su esencia tribal,

Libia y Yemen:comunidad tribaly guerra civilJesús Gil, Alejandro Lorca y Ariel José James

Jesús Gil es profesor en el seminario de Estudios Orientales Adolfo de Rivadeneyra de la Universidad Autónoma deMadrid (UAM). Alejandro Lorca es profesor emérito y cátedra Jean Monnet en la UAM. Ariel José James esprofesor en el departamento de Antropología de la UAM.

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E S T U D I O S

La política en Oriente Próximo está vinculada a las

comunidades tribales extendidas por el territorio, al

margen de las fronteras de los Estados. Las guerras en

Libia y Yemen confirman que cualquier estrategia falla si

no se tienen en cuenta factores como etnia, clase y tribu.

como señala Jeffrey Szuchman en Nomads, Tribes, and the State in theAncient Near East. Aunque entre las diversas teorías no hay consenso, paralos investigadores queda claro que las arcaicas tribus se asemejan a la tributal como la conocemos en el mundo actual. Historiadores y antropólogos seacogen hoy al término definido en 1990 por Khoury-Kostiner: “La tribupuede ser utilizada vagamente sobre un grupo localizado en el cual el paren-tesco es el idioma dominante de organización, y cuyos miembros se consi-deran a sí mismos culturalmente distintos en términos de costumbres,dialecto o idioma y orígenes”.

En este estudio se entiende por tribu una organización social étnica deforma pre-estatal (aunque no necesariamente opuesta al Estado, comodemuestran los actuales casos libio o yemení) basada en fuertes vínculos deparentesco, bajo la estructura de una filiación ancestral compartida, dentro deun territorio delimitado. En el caso de Libia y Yemen, es preferible hacer refe-rencia al concepto de comunidades tribales, que implica la existencia decomunidades complejas con pautas nómadas y sedentarias, y con ramifica-ciones tanto rurales como urbanas, insertas al mismo tiempo en lógicas cultu-rales premodernas y modernas, y con fuertes relaciones con el aparato estatal.

En Libia, la concepción contemporánea de las relaciones tribales fue unaadaptación exitosa a los cambios producidos por las diversas intervencionescoloniales y neocoloniales, bastante móvil y flexible en cuanto a las formas

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políticas de gobierno –tanto si se trataba de defender una monarquía, comode asegurar las bases de apoyo popular para una dictadura populista neo -socialista–. Asimismo, contaba con sólidos vínculos transnacionales, tantoen su prolongación de parentesco con la gran familia amazigh (bereberes),como en su relación con los vecinos libios de Túnez y Argelia, así como conlos nuevos migrantes “ásiaticos”.

Por esta razón, al referirse a la comunidad tribal en Libia y Yemen, sedeben tener en cuenta cinco aspectos cruciales. En primer lugar, una

comunidad tribal es una organi-zación étnica estable de dife-rentes alianzas familiares, unidapor lazos de parentesco y filia-ción comunes, un pacto deconsanguinidad, y unas tradi-ciones compartidas. Segundo, lacomunidad tribal puede ser obien una sola tribu o un conjuntoque comparte un ecosistema yunas estrategias similares de

bioadaptación, de producción económica y reproducción socio-cultural.Tercero, una comunidad tribal no se puede delimitar de acuerdo a marcosde referencia fronterizos: en el caso de Libia se reconoce la presencia decomunidades bereberes desde allí hasta Marruecos. Yemen, por su parte,tiene un pequeño componente afro-árabe en alguna tribu. Cuarto, unacomunidad tribal tampoco se puede delimitar de acuerdo a parámetrospuramente Estado-nacionales: múltiples tribus libias se mueven encircuitos de producción y comercio transnacionales (en el caso de Libia,entre Túnez, Argelia, Níger, Chad, Sudán o Egipto; en el de Yemen, entreArabia Saudí, Omán y los Estados del Golfo, principalmente). Y quinto, losfactores que articulan las diferencias tribales son la tradición moral y reli-giosa, los vínculos afectivos y emocionales, los contenidos simbólicos yaxiológicos compartidos. Por esta razón, la mejor manera de explicar laconducta tribal es recurrir a la experiencia de los significados y los valorescompartidos por siglos de tradición.

Dentro de la gran comunidad tribal, se pueden formalizar relacionesintertribales, en términos de parentesco a través de una serie de matrimo-nios. Un ejemplo en Libia es la mujer de Muammar el Gaddafi, provenientede la tribu Barasa, y que le sirvió para afirmar su liderazgo. Un caso seme-

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Desde tiempos

pretéritos ha existido

una interacción entre el

Estado y la tribu, aunque

los límites territoriales

de ambos no coincidían

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jante es la cimentación de lazos entre Al Qaeda y tribus del sur y el esteyemení, debido a matrimonios y nacimientos desde mediados de 2000.

Las tribus contribuyeron a cambios importantes en la historia y la políticaen Oriente Próximo. Pocas realizaciones estatales podían llevarse a cabo sincontar con un determinado consenso tribal. La situación actual no havariado demasiado. Desde tiempos pretéritos existió una interacción entreel Estado y la tribu, aunque los límites de esta última no se correspondancon los de un Estado. Sin embargo, las tribus pueden llegar a constituir unaentidad semejante a un Estado, incluso mostrando caracteres propios deeste, pero sin renunciar a su esencia como tribu.

Interacción y estructura de las tribus

Existen amplias interacciones entre Egipto y Libia a lo largo de la historia,en el territorio donde están enclavadas las tribus orientales del país del Nilo:estas han incidido en la “frontera” y el oriente de Libia (Cirenaica).Idénticas interacciones se han producido entre Yemen, la histórica “ArabiaFelix”, y otros puntos de la península Arábiga.

Desde la época de los grandes faraones de Egipto, los sucesos de “lapequeña” Libia influyeron en sus vecinos. Su tradición tribal (se remonta ahace más de 4.000 años) y problemas de tipo territorial, económico ymedioambiental llevaron a enfrentamientos contra las superpotencias decada época, incluso contra el Imperio Romano. De una de esas tribusprocedía el intelectual y viajero medieval Ibn Battuta.

En la actualidad, hay varias tribus en la franja del desierto occidentalegipcio cuya influencia política se extiende desde la zona del delta hasta eleste de Libia. Dos de estas tribus son los Bani Rashid y los Aulad-Ali. Laprimera es una tribu del mundo árabe, con base en Medina, que se extiendepor Arabia Saudí, Egipto, Sudán, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y partedel Magreb occidental. La segunda es la mayor tribu del desierto occidentalegipcio y de la zona costera mediterránea que linda con Libia. Tras el recru-decimiento de las revueltas en este país, a finales de febrero, los AwladBusayf se opusieron a la presencia de miembros del régimen libio en Egiptopara gestionar actividades militares.

En Yemen existe una población de casi 19 millones de habitantes,dispersa en diversos ámbitos urbanos y rurales que cubren una veintena deáreas tribales. Con raíces que se remontan a la Edad Media, desde el sigloXIX las principales confederaciones tribales eran cuatro, pero solo se

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mantenían tres en la primavera de 2011: Hashid, Bakil (norteñas y con uncomún origen tribal en los Hamdan medievales) y Madhhay (ofuscada por elrégimen en las últimas decádas). Las dos principales dominan el entorno delnorte y este de Yemen, con un total de medio millón de miembros. Al igualque en Libia, destacados sheijs de varias tribus, Dhu Mohammed y DhuHussein, o confederaciones, como la Hashid, formaban parte del aparatoestatal del presidente Alí Abdulá Saleh. Ciertas familias de alto estatus, lasllamadas Sayyid y Qadi, legalmente no tribales, pero que actuán de modopolítico-social similar, apoyaban el régimen del general: la familia AbuLuhum ha estado cerca del poder desde la llamada “revolución de 1962”. Adiferencia de Libia, con el equilibrio continuo de Gaddafi sobre la totalidadde las tribus, el régimen de Saleh solo se cimentaba sobre las dos tribus delnorte. Pero al igual que en el país magrebí, cualquier movimiento políticosea o no “reformista” (su intento de cambiar la Constitución, uno de losepicentros del inicio de la revuelta yemení) desde el “invierno árabe” incre-mentó progresivamente el descontento popular y tribal en diversas regiones(con independencia de que parte de los manifestantes fuesen miembros delas modestas familias Muzayyin y Ajdam).

Al contrario que Libia, antes de las revueltas era patente el rechazo y larivalidad del sistema tribal yemení respecto al Estado. Dentro de los Hashidhay tribus con influencia en Arabia Saudí. Pero el influjo saudí no siemprefue beneficioso para las tribus suníes de Yemen, pues los trabajadoresmigrantes que han regresado del país wahabí en los últimos años noapoyaban ya a los sheijs propios. Riad ejerce una influencia creciente enYemen, que de algún modo puede acabar siendo un satélite económico ypolítico; empresas saudíes optan cada vez más por la construcción deinfraestructuras, quizá la más notoria sea “el puente sobre el cuerno” queuniría África con Asia, a manos de la constructora de la familia Bin Laden,contemplado por Occidente como una futura amenaza.

Por otra parte, el chiísmo de los Bakil, que ocupan en su mayoría enclavesde montaña, les ha llevado a tener un nexo más que cultural con Persia a lolargo de su historia. Así, en 2007, hubo disturbios entre tribus de esta confe-deración y Saleh acusaba a Irán de estar entre bastidores. En sectorestribales suníes del sur ya se percibían elementos salafistas desde finales de losaños noventa, y los secuestros de occidentales eran moneda común antes del11-S (recuérdese el asesinato de un grupo de turistas españoles en 2007).

Tanto en Libia como en Yemen, los pactos no escritos entre el Estado y loslíderes tribales son complejos y cambiantes. La superestructura del Estado-

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nación impuesta por la colonización está presente en numerosos conflictosproducidos tras la Segunda Guerra mundial. Dentro del Estado, las minoríasestán constituidas por diferentes tribus y etnias, que se rebelan confrecuencia contra la autoridad estatal, sustentada por tribus distintas.Oriente Próximo y África están llenos de estos casos. Cuando esta distribu-ción tribal coincide con territorios con recursos naturales importantescomo agua, petróleo y minerales, el enfrentamiento por las rentas de dichosrecursos recrudece la confrontación.

La estructura organizativa de latribu se basa en la familia y elclan. Una familia extensa, el jams,es la base de la pirámide tribal, yla familia está integrada por losvarones con el mismo antepasado(habitualmente un tatarabuelo).Existe otro tipo de familia extensa,el beit, la “casa”, y ambas estánsupeditadas al clan. Un conjuntode clanes forman la tribu, laashira. En algunos casos, lastribus tienen tendencia a formar confederaciones, la qabila, que puedeactuar al estilo de un Estado.

La estructura social se basa en el parentesco por vía patrilineal, y losmiembros están unidos por un sistema de códigos y obligaciones. Existe unfuerte sentido de grupo y lealtad a la misma, con el “concepto de honor”como base. De hecho el cuadro organizativo de la tribu responde a una éticade responsabilidad colectiva y de ahí proviene un sistema tan tradicional deadministración de justicia, que choca con la mentalidad individualista occi-dental. Entre las atribuciones jurídico-administrativas de una tribu figuranlas que un Estado o autoridad centralista debería cubrir, como la distribu-ción de tierras y agua, seguridad o protección, y cuestiones matrimoniales.

Es preciso diferenciar los términos tribu y nómada. Nómada se refiere auna entidad, individuo o grupo itinerante que en muchos casos tiene unaeconomía pastoril. Sin embargo, muchos nómadas comparten parámetroscon la tribu. Uno de los puntales del régimen de Gaddafi ha sido precisa-mente la comunicación del mundo nómada con el sedentario, a partir decategorías que engloban la comunidad tribal en todas sus facetas. Sucedeincluso que poblaciones sedentarias dedicadas a la agricultura tienen en

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Entre las atribuciones

de una tribu están las

propias de un Estado,

como la distribución

de tierras y agua,

seguridad o protección

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ocasiones lazos de parentesco con grupos nómadas. Por otra parte está elbeduino, que es una etnia tribal de origen árabe que habita en un tipo espe-cífico de desierto; el bâdiyah o desierto semiárido. En Libia, los beduinossuponen menos de una sexta parte de la población.

Para la comprensión de la organización tribal es fundamental entender laconfiguración de sus marcos de referencia valorativos, éticos y morales. Eneste sentido, el concepto de individuo “a la occidental” es muy débil, si noinexistente en la comunidad tribal. De ahí que sea impensable que miem-bros de una tribu disientan de los líderes; el voto individual no existe, esparte de un todo colectivo. Aunque el desarrollo de las ciudades ha debili-tado el vínculo tribal, la tribu, con sus condicionamientos, persiste en deci-siones sobre los matrimonios o las votaciones (y apoyan a candidatosdeterminados).

El líder tribal es la cabeza de una tribu, el único que desempeña el papeldeterminante dentro de su organización y estructura, y detenta un granpoder de carácter económico, político y militar. Sin embargo, a lo largo de lahistoria el líder tribal no siempre ha tenido el poder absoluto, ya que existendiversas estructuras de contrapeso y una serie de tradiciones que limitan elejercicio de la autoridad. Así, existen órganos colectivos, de tipo consultivo,dedicados a la toma de decisiones importantes junto al líder tribal, o jequepropiamente dicho.

Tribus y petróleo en Libia

En Libia el factor coercitivo del “nosotros” se contrarresta con diversasestrategias de dominación política. Desde 1997 existe el llamado “código dehonor”, a imitación del qabaliyah árabe (código ético tribal), por el cual seaplica el castigo colectivo para la tribu si uno de sus miembros actúa contrael régimen o le traiciona. Gaddafi instituyó en 1994 el comité nacional delos líderes tribales, que garantiza la participación de las tribus en las deci-siones importantes del país. A pesar de estos antecedentes, y los ejemplos deejecuciones sumarias tras los intentos golpistas de mediados de los añosnoventa, muchas tribus se han rebelado.

Hoy existen en Libia un total de 140 tribus, pero muchas solo cuentan conunos millares de miembros y tienen un escaso papel político. Los “motorestribales” son apenas un par de decenas. Las principales tribus en el Este sonlos Awagir, Awayila (bereberes del desierto), Faryan, Kargala, Masamir,Misurata, Obeidat, Ramla, Tawayir y Zuwayya. En el occidente, se encuentran

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los Darabisa, Yarsha, Kawafi, Magarha (una de las más importantes del suro-este), Mahyub, Maraariha, Masrata (la predominante en el área metropolitanade Trípoli), Muyarba, Warfalla, Zamura y Zintan. Los Gaddadfa (tribu delcoronel Gaddafi) están en la costa central de Sirte. De origen bereber peroarabizada, es una tribu pequeña que tenía un peso político nimio en elmomento anterior al golpe de Estado de 1969. En el desierto meridional seconcentran los Awayilah, Kawar y Tuareg. En definitiva, las dos principalestribus Libia son los Warfalla y los Magarha, ambas descendientes de dos

grandes tribus originarias de lapenínsula Arábiga, respectiva-mente los Beni Salim y los BeniHilal, lo que les da gran poder einfluencia político-social. Desde elgolpe de 1969, las posiciones clavede los órganos de seguridad (ejer-cito, policía y servicio de inteli-gencia) del régimen provienen demiembros de estas tribus. Entre

las tribus fieles e incondicionales al régimen destacan los Magariha, la segundatribu mayor en número en todo el país, con base en la ciudad de Fezzan, dedonde procede Al Senussi, cuñado del coronel.

Entre las tribus que abandonaron a Gaddafi desde el comienzo del conflictoen febrero figuran los Awagir, Tuareg, Hasawna, Masamir, Misurata, Obeidat,Kawar y Zintan. Algunas son más relevantes que otras. Así, el prestigio histó-rico de los Awagir procede de su lucha de parte del gobernador otomano aprincipios del siglo XIX, durante la primera guerra civil libia, y su posteriorlucha contra la colonización italiana. Gaddafi siempre ha incluido a sus miem-bros como ministros del régimen. Sin embargo, desde que estallaron lasrevueltas este invierno, una parte de los Awagir le traicionó.

Quienes abandonaron en bloque al coronel desde el principio fueron lastribus de la Cirenaica. Se trata de una zona urbana tradicionalmente influidapor Egipto, con quien mantiene históricas y estrechas relaciones culturales ycomerciales, especialmente con el delta occidental y sus oasis. Los Obeidatprovienen de la zona de Tobruk, de donde también procede el antiguo númerodos del coronel, Abdul Fatah Yunis al Obeidi. Hay que tener en cuenta que latribu Zintan, originaria de la misma zona que los Zuwayya, estuvo detrás delfallido golpe del 1993. Muchas tribus acusan viejas rencillas más que unproblema reciente con el dictador. Misurata tiene una gran influencia en un

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Gaddafi ha destinado

grandes sumas de los

ingresos del petróleo

a elementos de la élite,

de la cúspide de las tribus

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sector del centro-este del país, con un distrito al cual nombra, y con miembrosen las ciudades clave de Derna y Bengasi.

Existe además una tercera categoría, con algunas tribus dentro de lascuales se producen problemas y divisiones internas. Entre ellas están losWarfalla, los Muyarba y los Zuwayya. El caso de Warfalla, de la zona deTripolí y con un millón de miembros, la división es notoria ya que muchosde sus miembros nutrían el aparato de seguridad militar del régimen. Sulíder tribal abandonó a Gaddafi a comienzos de la revuelta, tal vez porquesheijs y miembros de la élite de la tribu fueron purgados por el coronel trasel fallido golpe de 1996. Cabe destacar que a finales de abril el régimen aban-donó el asedio de Misrata, dejándola en manos de los Warfalla. En estáciudad se encuentra un importante puerto franco y su mantenimiento enmanos rebeldes podría condicionar el futuro económico del oeste, ademásde dividir la costa tripolitana.

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A la tribu Muyarba pertenece el general Abu Bakar al Yunis, importantepersonaje del ejército leal que hace funciones de ministro de Defensa. LosZuwayya se encuentra en el desierto suroeste del país, zona estratégica porlos pozos de petróleo. Más novedoso que la pretendida irrupción futura de la“democracia libia” es que varias de las tribus decisivas muestren disen-siones internas, ya que implica ir en contra del pensamiento colectivotribal, del sheij y del consejo.

Entre las principales tribus que han abandonado a Gaddafi estaba la ecua-ción militar-petróleo-religión-monarquía, que muestra quienes están detrásdel supuesto principio del fin del régimen. Gaddafi ha destinado grandessumas de los ingresos del petróleo a elementos de la élite, de la cúspide delas tribus. Estos recursos se han utilizado además como elemento de compe-tencia entre ellas. Las tribus orientales sobre todo se han sentido menospre-ciadas en el pasado, como señalan Muriel Asseburg e Isabelle Werenfels enun estudio publicado el pasado febrero. Además la población joven, unabuena parte bien formada en cuanto a estudios, se encontraba fuera delsistema de reparto.

Yemen y el proyecto democrático fallido

Yemen tiene una concentración de habitantes tribales en el noroeste y sur -oeste. Las altas tierras al norte de la capital, Saná, están ocupadas porárabes chiíes, principalmente de la confederación tribal Hashid; de estaproviene una parte importante del levantamiento tribal del norte contra elpresidente Saleh. En la zona norte predomina además la confederación detribus Bakil, rival histórica de los Hashid, pero que se sumó al enfrenta-miento contra el gobierno desde el primer momento. Entre las tribus princi-pales del sur de Yemen están los Elayah (zona de Yafáa). La provincia deAbiyán ocupa dos áreas tribales contiguas, la Fadhii y la Aulaq. Los BanuYam y los Al Murra, procedentes de la antigua Hamdan, se extienden en eldesértico este y cruzan hasta Arabia Saudí.

Tras la desaparición de Saleh del escenario político yemení, se ha disueltoel Parlamento y se ha instaurado una nueva Constitución “vigilada” por elejército. Sin embargo, no se han aprobado reformas democráticas ni se haproducido un masivo activismo por parte de los jóvenes yemeníes (con sumovimiento de la Coalición Civil de la Juventud Revolucionaria, con unoscuantos miles de miembros y cuyas demandas no fueron escuchadas). Enestos momentos, fuera de Saná y sus alrededores, una parte del norte está

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en manos de los Hashid, en pugna armada no solo con un sector de los Bakil–tribu Huthi liderada por Al Shabab al-muminim, con supuestas conexionescon Hezbolá y que propugna un régimen al estilo del iraní– sino también conel ejército del anterior régimen. En julio había rumores sobre la presenciaen esta zona de elementos salafistas suníes ligados a Al Qaeda, y sobresupuestas escaramuzas fronterizas con Arabia Saudí (donde permanece “entratamiento médico” Saleh). La lucha con las facciones desestabilizadorases continua.

En el sur, grupos salafistas ligados a Al Qaeda que aplican la shariacontrolan progresivamente provincias costeras cercanas al golfo de Adén yse extienden en provincias poco pobladas hacia el este y oeste. Se desco-noce el grado real de sus contactos con los piratas somalíes, pero se prevéuna amenaza a todo el tráfico maritímo procedente del sureste ásiaticohacia el canal de Suez.

En Yemen, la “oposición” no esta unida y ha creado una especie deParlamento, consejo alternativo al gobierno, pero también está en lucha conlos sectores que querían reformas democráticas desde el inicio de lasrevueltas hasta la huida de Saleh. En Yemen no puede hablarse de una prima-

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vera democrátrica tras el derrocamiento de Saleh; lo que se está produciendoes la creación de una de las zonas de mayor riesgo para la seguridad delplaneta. El único elemento a favor de la estabilidad tras la salida de Saleh esel continuismo de su ejército en manos de generales de su confianza. La faltade apoyo occidental puede significar su caída en pocos meses de producirseun incremento simultáneo en los diversos frentes en guerra civil.

Curiosamente en medios árabes, la República de Yemen tenía la reputaciónde ser el único país de la península Arábiga con un gobierno electo, además dela existencia de un (caro) programa occidental de democracia en el queestaban envueltos los sheijs de las confederaciones descritas. Hoy, sinembargo, el gobierno es una dictadura militar encubierta, con el anterior vice-presidente, Abd al Rab Mansur al Hadi, actuando como presidente enfunciones y jefe de las fuerzas armadas. El general Ali Mohsen al Ahmar(llamado Mohsen Saleh por sus acólitos) se perfilaba desde la primavera comouno de los hombres fuertes, sobre todo si se alía con otras facciones tribales yrecibe ayuda externa. Personajes como el opositor reformista Mohammed alSabry, el clérigo radical Abdul Mayid al Zindani –salafista y considerado terro-rista por Occidente o diversas facciones tribales o políticas (Islah, un partidoque controlaba a parte de los rebeldes y del Parlamento, y en el que hay miem-bros de la familia Al Ahmar), también están en las apuestas, pero no cuentande momento con suficientes apoyos. El país está muy balcanizado en tribuscon intereses y apoyos (casi) incompatibles entre ellas.

El desolador panorama post-Saleh abre varias posibilidades, todas pesi-mistas: un país fraccionado en norte y sur, como lo fue hasta 1990; un paíscon divisiones regionales religiosas extremistas y sin control gubernamentala toda la provincia (es decir, un agravamiento de la situación actual); perpe-tuación de la guerra civil con inestabilidad de alcance global; y en el mejorde los casos, según la lógica actual de los acontecimientos, una dictaduramilitar laica en manos del ejército que devuelva el país a la débil situacionanterior a enero de 2011.

Variables en dos escenarios en guerra

Ante esta situación, si Occidente quiere hacer un cambio de régimen enLibia lo tendrá mucho más difícil que en Irak, puesto que en el país magrebíexisten más tribus. Sin embargo, el peor escenario lo presenta Yemen,debido a las disensiones religiosas entre suníes y chiíes. En Libia, elproblema étnico se circunscribe a bereberes y árabes.

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La rebelión libia ha significado de entrada la pérdida de la imagen de Gaddaficomo “gran líder tribal”. Así parece demostrarlo el hecho de que los jóveneslibios hayan comenzado a perder su mentalidad tribal, a lo que han contribuidolos medios de comunicación. Tal vez sean esos jóvenes, tribales o no, quienesde forma inconsciente propugnan un cambio de estructura social contrario auna tradición de siglos. Pero los jóvenes no controlan a las tribus, y no pareceque quienes lo hacen vayan a dejar que así sea. Tal como afirma Asseburg-Werenfels, del alemán Stiffung Wissenchaft und Politik, “la juventud informa-tizada”es un factor entre tantos delas guerras civiles libia y yemení; noes más que una herramienta tecno-lógica que sustituye a otros medioscontrolados o cerrados desde unprincipio por esos regímenes totali-tarios.

Por otra parte, los bombardeosde la zona de exclusión aéreaestán causando muertes en lasciudades libias donde viven miem-bros de diferentes tribus, y losaliados corren el riesgo de enemistarse con todas las tribus que sufranmuertes. La Liga Árabe ha pedido “que no se bombardee”, aunque el exse-cretario general, el egipcio Amr Mussa, declaró en una entrevista en USAToday el 25 de marzo, que “no tenemos conflicto con la resolución, especial-mente tras confirmarse que no existe ocupación o invasión del territorio deLibia”. Es preciso tener en cuenta que se trata de las palabras de un políticoque aspira a la presidencia de Egipto y que pactó en primavera con tribusegipcias, con las que no quiere entrar en conflicto, sobre todo con las de losoasis occidentales del país del Nilo, con intereses entre los rebeldes libios.

No parece que la zona de exclusión aérea vaya a ser suficiente para queGaddafi se marche. La confrontación en Libia se ha transformado en unalucha de tribus y algunas de ellas (Gaddadfa y Magarha) defienden acérrima-mente el régimen. Desde el principio parece que las principales tribus –almenos los sheijs– de la zona urbana tripolitana costera, desde Sirte aOccidente, están del lado del coronel, que logró pactos con algunas de lasque incluso se rebelaron parcialmente al inicio de la contienda.

Analistas como Peter Dale Scott, exdiplomático canadiense y profesor enla Universidad de California-Berkeley, ve en el conflicto libio un extremismo

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Las alianzas, redes

y pactos entre las

comunidades tribales

definen la configuración

pasada, presente y

futura de Yemen y Libia

Page 14: Libia y Yemen: comunidad tribal y guerra civil€¦ · este de Libia. Dos de estas tribus son los Bani Rashid y los Aulad-Ali. La primera es una tribu del mundo árabe, con base en

islámico parcial y una menor identidad tribal. Lo cierto es que los Masamir,una de las principales tribus rebeldes, son conocidos por su celo religioso.Los islamistas pueden ser elementos instigadores en toda la revuelta y/obeneficiarse de la misma, como hicieron con diversos grados y matices losmovimientos islamistas en Túnez y Egipto, o en el caso de Yemen, donde lossalafistas ya controlan algunas zonas del país (Abiyán). A esto se une elincremento del extremismo chií del noreste, fronterizo con el wahabismo deArabia Saudí, su rival natural.

El mismo Gaddafi, caracterizado por los occidentales como un maestro enmantener equilibrios de poder, se equivocó en su trato a las tribus y habi-tantes del este del país. Fue quizá un error de cálculo, matizado por elmenosprecio personal a una zona que nunca lo estimó, pero donde seconcentra una parte importante de las refinerías de crudo. Se dan pues lascondiciones para una posible secesión de Libia, entre una Tripolitana y unaCirenaica.

Una de las tribus libias en mejores condiciones de hacerse con el poder enTripolí es Magarha, que debe gratitud al coronel por muchos favores, inclusoen mo mentos difíciles para los miembros de su tribu, ya que a esta perteneceun implicado en el “caso Lockerbie”, Abdelbaset Ali al-Megrahi, quien estuvopreso en una cárcel británica después de su condena por el atentado, pero fueliberado por “oscuras razones humanitarias”. La élite de los Magariha ocupauna posición clave en el gobierno y en el servicio de inteligencia, por lo queestá en mejor situación para atacar al coronel en un momento decisivo.

Al mismo tiempo que se libra la guerra en Libia, se producen secesionesde facto en otros territorios del Mashreq, como es el caso de parte del sur deYemen, en la zona costera, actualmente en manos salafistas, lo que podríacondicionar el tráfico marítimo entre Suez y el cuerno de África.

A grandes rasgos, para la opinión pública de los países árabes, la respuestaoccidental a la revuelta libia no parece responder a una estrategia militar clara.Las tribus locales reconocen además que sus intereses se han debilitado. Porotra parte, la prolongación de la zona de exclusión aérea parece demostrar a losmusulmanes (Gaddafi incluido) que Occidente no es muy poderoso, tal vezhubiese ganado más apoyo actuando como un mediador de mayor contun-dencia desde que estallaron las revueltas árabes (Yemen, incluido).

Democracia no es un concepto adaptable o asimilable al de comunidadtribal. Si Occidente realmente quiere lograr “efectos democratizadores”dentro de las tribus, estos deberían ser negociados por verdaderos conoce-dores del sistema tribal en el mundo musulmán. Los elementos a negociar

E S T U D I O S / LIBIA Y YEMEN: COMUNIDAD TRIBAL Y GUERRA CIVIL

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Page 15: Libia y Yemen: comunidad tribal y guerra civil€¦ · este de Libia. Dos de estas tribus son los Bani Rashid y los Aulad-Ali. La primera es una tribu del mundo árabe, con base en

deben ser interpretados como mejoras para la tribu, no como amenazas a susistema, –como percibe hoy parte de la población musulmana, sea tribal ono, árabe o no–.

Varios factores determinan el nacimiento de las revueltas y posteriorguerra civil tanto en Libia como Yemen: corrupción hasta límites extremos,fuerte descontento entre los jóvenes, contagio de las revueltas (triunfantes)en el mundo árabe, transmisión de la información global a través de las redessociales y la televisión por satélite, desigualdades socioeconómicas y la uniónde varias tribus contra el régimen. La resolución de los conflictos libio yyemení depende en gran medida de variables que no están siendo conside-radas por los principales actores políticos y militares, como son las de etnia,clase, identidad grupal, identidad tribal y autorrepresentación colectiva.

La actual crisis libia tiene tres niveles: la dimensión social (lucha entresegmentos sociales diferenciados étnica y regionalmente); la dimensiónpolítica (fractura y crisis quizá definitiva de un modelo de gobierno autori-tario y sangriento); y la dimensión económica (ausencia de una redistribu-ción de la riqueza generada por los recursos energéticos). Probablemente elhilo que deshace toda la madeja sea el complejo social de alianzas, redes ypactos entre las comunidades tribales, que a su vez define la configuraciónpasada, presente y futura de una nación en plena transformación histórica,política y social.

En Libia se confirma de nuevo que la mejor proyección geoestratégicafalla allí donde no se han tenido en cuenta detalles sobre la complejidadsocial y cultural de los pueblos. En el caso de Yemen este fallo podría tenerpeores consecuencias, pues ante el actual vacío de poder, en la “ArabiaFelix” la amenaza global es mayor y a más corto plazo.

JESÚS GIL, ALEJANDRO LORCA Y ARIEL JOSÉ JAMES / E S T U D I O S

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