Libro Juana

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JUANA AZURDUY “25 de mayo 1862-1825” Mariscala de la emancipación “Homenaje alos 150 años de su muerte”

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JUANA AZURDUY“25 de mayo 1862-1825”

Mariscala de la emancipación“Homenaje alos 150 años de su muerte”

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Directora Ejecutiva:Martha Noya Laguna

Adaptación y Dirección Creativa:Ana Lilian Ortega R.

Ilustración:Joel Gallardo C.

Diagramación:Alejandro Andrade

Imprenta:Tupac Katari.

Con el Apoyo del Gobierno Municipal de Sucre

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Sucre, la ciudad Blanca, se alza sobre siete patas o colinas. Reposa, como una hija brillante, entre el abrazo eterno de los cerros Churuquella (hembra) y el Sica Sica (macho), cerros que le dan una imagen singular.

Sucre con dos mil quinientos habitantes, era una ciudad orgullosa y magnífica, formada por los mineros acaudalados y por las familias de los altos funcionarios coloniales. A ello debe sumarse una población indígena oprimida, excluida, explotada y descontenta.

Soy la ciudad de los cuatro nombres pues mientras para los indios soy “Chuquisaca”, los españoles me bautizaron como “La Plata”, por las riquezas de plata que poseía mi tercer nombre es “Charcas”, por haber sido el núcleo de esta región. Finalmente, en honor al Mariscal Sucre me dieron mi cuarto nombre cuando ya la República de Bolivia

estaba constituida.

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Fue fundada el 16 de abril de 1540 por Pedro Anzúrez de Campo Redondo, quien fuera comisionado para ello por Francisco Pizarro.La importancia de Chuquisaca se advertía, como anticipamos, en el hecho de ser sede del Arzobispado, de la famosa Audiencia (Tribunal Judicial máximo) y de la Universidad de San Francisco Xavier.

Dicha Casa de Estudios fue el indudable centro cultural desde el Cuzco hasta Buenos Aires y, fundamentalmente, una casa que recibía a todo tipo de alumnos, lo que en su momento permitió la difusión permanente de los ideales revolucionarios. Pues, en efecto, en su círculo de intelectuales, en su claustro de doctores, nació la libertad americana.

En mis claustros nació la libertad

americana

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Juana Azurduy nació en el hogar de Matías Azurduy y Eulalia Bermúdez, aquel helado 12 de Julio de 1780.

Brota una flor

Juana era altiva y serena como los Incas y tenía también la pasión de los aventureros españoles. Su madre fue una chola chuquisaqueña.

Es una niña, a la que le enseñare todo lo que sé

Es nuestra pequeña, será una hermosa mujer…

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Su padre le enseñó a montar muy bien, Juana lo acompañaba en sus recorridos por las muchas fincas que poseían. Juana aprendió de su padre los tratos cariñosos y su amor por los humildes. Matías Azurduy plantó, la buena semilla que con el tiempo daría frutos inclaudicables.

De su madre, Eulalia Bermúdez, adquirió la dulzura de su irrenunciable femeneidad. Por eso en su vida mostraría una increíble facilidad para pasar de la fiereza de la guerra a la ternura de la madre o la esposa.

Todos somos iguales hijita, todos los seres humanos merecemos

respeto.

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La infancia de Juana transcurrió en la finca Toroca y el primer cambio fundamental de su vida representó el traslado definitivo a la ciudad, en 1790.

Su segundo cambio importante fue el nacimiento de su hermana ,Rosalía, pero Matías Azurduy con su inteligencia supo mantener la preferencia por Juana, invirtiendo sus celos y convirtiéndola en defensora de la hermanita.na le tenía un cariño profundo, fue la dulce y típica y dulce hermana mayor.

Yo cuidare siempre a mi hermanita papá,

la quiero mucho

Tu hermana siempre necesitará de ti, tú

eres la mayor.

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En la ciudad Juana recibió la enseñanza del catecismo y la cartilla con las primeras letras. Además de darle cierto nivel de instrucción, este cambio la llenó de tristeza por el alejamiento de su padre y de la vida del campo.

Juana, es importante que sepas leer para

que puedas aprender el catecismo.

El catecismo no me gusta, quisiera estar en el campo

con mi papá.

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No salía de esa tristeza, otra vez la vida se ensañó con ella: su adorado padre dejaría este mundo.

Las hermanas Azurduy, muy niñas aún, debieron quedarse bajo la tutela de su tía Petrona, hermana del fallecido quien se hallaba casada con Francisco Días Vayo.

¿Qué haremos hermanita?

Estamos solas.Pero no tengas

miedo, yo te cuidaré.

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Petrona Azurduy tenía un carácter duro en continua oposición a Juana, ella pretendió enseñarle a callar y obedecer ante la familia, las leyes coloniales y la sociedad.

Doña Petrona estaba desesperada frente a una jovencita criada como jovencita revelde, emancipada y poco afecta a las tareas femeninas. La relación entre ellas era terrible, continuos enfrentamientos al extremo de lograr las furiosas lágrimas de Juana. Perdió el control sobre ella al privarla de criar a su hermana Rosalía. Su trato hacia ella, siempre fue duro.

Las mujeres no debemos bajar la mirada.Por qué debemos

dedicarnos solo a las tareas del hogar.

Juana no debes ser tan rebelde, así no se comportan las

señoritas.

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La sensación de asfixia y opresión que vivió en casa de su tía desarrolló en ella un tremendo amor por los oprimidos.Estos sentimientos llevaron a Juana Azurduy a ser una adolescente retraída. Tanto es así que entre su tía y su confesor, el “tata” San Alberto, la convencieron de entrar en el Convento Carmelita.

Los meses que estuvo allí no fue feliz ¿Cómo serlo, al calor de las envidias, las intrigas y otras emociones negativas? ¿Cómo poder amar estas paredes que le habían prometido la paz absoluta, si adentro pululaba también lo que de más humano tiene el hombre?

NO quiero, el encierro no es

para mí.Es lo mejor…

debes aprender un poco de humildad. Aquí tendrás paz.

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Finalmente, sus familiares la retiraron del convento, eso mejoró sus relaciones. Tras los silenciosos muros Juana no había encontrado lo que esperaba, ella no podía mirar siempre hacia abajo, como las monjas desearon inculcárselo.No entendía esa falsa humildad. Ella sentía fogosamente en sus venas que la esencia del espíritu es la libertad.

A la salida del convento, sus tíos la autorizaron a regresar a Toroca, llevando consigo a Rosalía. Estuvieron al cuidado de la fiel Mercedes y de su esposo José, quien fue de invalorable ayuda para Juana. Entre ambos pusieron en marcha la finca.

A fin la tierra, mi gente, esta soy yo. Aquí encuentro la paz y la fuerza que

necesito para vivir, una liberación espiritual.

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Después de un tiempo comenzó a frecuentar las tierras de su vecino, don Melchor Padilla. Se le volvió costumbre concurrir a Chiripina donde construyó una hermosa amistad con la esposa de aquél, Eufemia o Eugenia Gallardo

Mientras tanto, Juana fue madurando y lo hizo hasta el punto de confirmarse a sí misma que no quería ser como las demás mujeres.Allá conoció a Manuel Ascencio Padilla, hijo de don Melchor, Juana sentía temor por lo que Manuel llegara a pensar de ella, cuando le diga que ella estaba segura de que quería estar en el mundo, dar su cara a la sociedad: pensar así no la amedrentaba ni avergonzaba.

Me gusta conversar con usted, es para mí

una gran amiga.

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Ser mujer le resultaba estrecho y ello la convertía en una hermosa planta exótica. Su nobleza y sensibilidad, unidas a sus propias experiencias y al sentido de la justicia que siempre la acompañó, la llevaron por entonces a plantearse temas como el por qué de la existencia de ricos y pobres, de opresores y oprimidos.

Por entonces, Juana, se dedicaba a mirar a su alrededor y a tratar de entender ¿por qué el hombre de pueblo debía arrastrase ante los señores?, ¿por qué el indio era tratado como un animal?, ¿por qué la lujuria permitía que las mancebas de los señores de linaje gozaran de respeto social…?

Quiero ser libre. Las mujeres tenemos nuestra vida estrecha y piensan que sólo debemos tener amigas para hablar de los demás. Esa vida no es para mí. Cuando miro a mí alrededor veo tanta

injusticia ¿Por qué?

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Cuando Juana conoció a Manuel Ascencio Padilla se enamoró de él, reunía desde el atractivo físico hasta sentimientos similares a los de Juana. Ambos se sentían impotentes ante las injusticias cometidas con los indios y también con los criollos. Los impuestos eran mayores para los indígenas y criollos. Los poderosos tenían una serie de privilegios y cada vez ellos eran más duros con los desposeídos. Manuel había visto desde pequeño ese tipo de injusticias.

Manuel relataba a Juana sus recuerdos inborrables que tocan profundo en su corazón y un ansia de justicia incontenible le llena el cuerpo y el alma. La joven lo presiente: es como ella, es su alma gemela y se enamora perdidamente.

Recuerdo cuando era niño vi llevar a empellones a los Catari a la plaza principal

y cómo lo torturaron antes de su muerte.

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Manuel Ascencio comienza a frecuentarse con los doctores de la Universidad de Chuquisaca. Bebe en esas veladas las ideas que ya se encuentran fermentando entre ellos. Y desde que se casan, en 1805, su hogar es muy concurrido por los intelectuales.

Ya no podemos soportar tanto

abuso, debemos organizarnos.

La libertad de nuestros

pueblos es lo fundamental

Qué bueno haber

encontrado un hombre

que me respete y comparta

las mismas ideas

conmigo

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Los días de Juana pasaban entre el laboreo de la tierra y las conversaciones con su esposo. Todo, sus historias, sus personalidades, el fogoso amor que los unió, parece indicar que la suya fue una pareja como pocas. Juana no admitía medias tintas, ella era sensible ante las injusticias y apasionada para el amor y las caricias de su amado.. Manuel representó para Juana una segunda edición de su vida en libertad. ¡Hermosa libertad al lado del amante!Juana se convirtió en prolífica madre de cuatro niños, a razón de uno por año comenzando en 1806: Manuel, Mariano, Juliana y Mercedes. Juana fue para sus hijos dulce como había sido para Rosalía.

Si, espero a nuestros hijos con tantas ansias, tengo mucho amor para ellos

Quiero tener muchos hijos, hombres y mujeres libres.

Por eso las cosas deben cambiar, para que nuestros

hijos e hijas vivan mejor.

Los amores de Juana:Manuel y la Libertad

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En los primeros años de casados, Manuel Ascencio buscó un cargo civil y sólo consiguió ser nombrado alcalde de asuntos de poca cuantía en la doctrina de Moromoro. Este hecho indudablemente agregó un nuevo elemento al fermento libertario que los esposos compartían. Una más de tantas injusticias e impotencias que habitualmente percibían a su alrededor.

Ya estoy harto de este trabajo.Nunca conseguiré algo mejor. Todo está en manos de estos españoles,

que roban y asaltan a nuestra gente.Hay que derrotar al enemigo.

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Fuera de ello, Juana se dedicaba al hogar y sus hijos. Su veta de ternura se desbordaba a diario en esas criaturas que le habían faltado. Tenía una gran vocación de Madre.

Ustedes son mis tesoros, me hacen

sentir tan feliz.

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Mientras tanto continuaban el orgullo y la altanería de los españoles, acaparaban todos los cargos, eran despectivos con los criollos y oprimían a los indios.El 25 de mayo de 1809 ocurre la revolución en Chuquisaca que dá inicio al primer grito de libertad en hispanoamérica

Sus cultores fueron los intelectuales de Charcas, los doctores del claustro de la Universidad, destacándose como el iniciador del movimiento el Dr. Jaime de Zudáñez.

Todo respira ansias de independencia. Nada estará tranquilo en Chuquisaca

y los deseos de libertad seguirán creciendo.

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La revolución no se consolidó y cuando en diciembre de 1809 llegó Vicente Nieto presidente de la Real Audiencia de Charcaspara hacerse cargo del gobierno, decidió no ejecutar a los revoltosos por ser juristas. Pero al conocer la actuación de Manuel Padilla, dictó una orden de captura contra su persona y confiscó todos sus bienes.

De esa manera comenzó una fuga interminable para Manuel. Juana, joven esposa y madre, partida entre el deseo de seguir a su amado y compartir suerte y la necesidad de quedarse con sus hijos.

Mi gran pecado fue obedecer a don Antonio Alvares de Arenales que me

pidió impidiera que los refuerzos que venían desde Potosí, a la cabeza a

Francisco de Paula Sanz, pudieran aprovisionarse. Para ello movilicé a los indios de Chayanta, tierra de los Katari, y evité que éstos entregaran

vituallas a los enemigos.

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Los ideales de Padilla se confirmaron y se comprometió definitivamente con ellos al saber de la revolución de La Paz (julio de 1809), donde él tenía amigos que fueron masacrados en el feroz combate.

El 14 de septiembre de 1810, Cochabamba proclamó la Junta de Buenos Aires y Manuel Asencio Padilla se puso bajo las órdenes de Arce, quién lo designó comandante de las doctrinas de Pocpo, Pitantora, Moromoro, Guicoma, Quilaquila y sus contornos. En posesión del cargo, sublevó a todos los indios de estas comarcas.Él a su manera y Juana a la suya, lucharon denodadamente para mantener fresco el ideario de mayo; era indispensable consolidar la revolución.

Yo Murillo, les digo: La tea que dejo encendida

nadie la apagara.

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A partir de ese instante, Juana fue perseguida y desde su casa en el campo regresó a Chuquisaca, a pie, con los niños a cuestas.

Los realistas buscaban atraer a Padilla también para apresarlo. Pero ellos no, conocían su forma de pensar y actuar. Manuel Ascencio se presentó una noche con tres caballos, burló a los guardias y los cautivos huyeron. Condujo a los suyos hasta una choza colgante entre unos riscos, en donde él mismo se había refugiado anteriormente. O sea que los siguientes tiempos los Padilla vivirían en un nido de cóndores, Se cree que estuvo situado en las proximidades de Tarabuco.

De qué sirvió caminar tanto con mis hijos para llegar a la ciudad, llegar hasta

está casa, que es de la única amiga que se atrevió a

ocultarme, poniendose en peligro.

Si no hubiera sido por ese vecino que nos delató, no estaríamos prisioneros.

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Manuel está diez días con ellos y vuelve a dejarlos, Juana tiene el corazón dividido entre sus hijos y su amado.Un día regresa Padilla finalmente y le relata sobre Güemes y su personalidad y también como Cochabamba había sido traicionada luego de la batalla de Queñihual. Al quedar la ciudad sin hombres, las bravas mujeres habían salido a defenderla, siendo fusiladas en masa, sin piedad, en la colina de San Sebastián (27 de mayo de 1812).

Si los hombres no están, estamos las

mujeres para defender nuestro territorio,

libertad y dignidad.

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Después de un tiempo Padilla regresa ascendido a Teniente Coronel por Belgrano. En esta segunda campaña al Alto Perú, el general argentino ha obtenido dos resonantes victorias: la batalla de Tucumán (24 de septiembre de 1812) y la de Salta (20 de febrero de 1813). Como consecuencia de dichos encuentros, los revolucionarios recuperan Chuquisaca.

La batalla de Salta había dejado a Padilla, además de su nombramiento, heridas y una fractura en el brazo izquierdo. Pero en este punto llegó un momento crucial para la pareja Juana, quería estar en combate. Pese a la insistencia de su esposa, Padilla se opuso y partió rumbo a Tarabuco con la finalidad de reclutar guerreros.

Juana mi amor, sabes que cada vez que los dejo, mi corazón se rompe en mil pedazos, pero ya asumí el compromiso y

debo cumplir además cómo irás a pelear con nuestros hijos.

Manuel, tus hijas, hijos y yo, ya no queremos que

te vayas de nuevo.Y si de todas maneras

tienes que ir, entonces iré contigo.

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Juana, voluntariosa y de naturaleza muy firme, al día siguiente dejó a sus hijos con su pariente Martín Azurduy y su esposa Gregoria Cuba, quienes los condujeron a vivir con ellos en la población de La Laguna. Juana se presentó entonces ante Manuel Ascencio en Tarabuco, lo convenció de que no la disuadiría y ése fue el comienzo de su vida de guerrillera.

Juana qué haces aquí y nuestros hijos, dónde los

dejaste.

Manuel, ellos estarán bien los mandé con un pariente

de mi padre.Y nada de lo que me digas

me hará cambiar de opinión.

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Ya no hay discusión posible: ella se queda en el frente de batalla. Y comienza por lo básico: reclutar hombres. En los alrededores de Tarabuco consigue unos diez mil indios. Sienten por ella respeto supersticioso y fanático. Es dueña de un carisma que difícilmente pueda imaginarse y allí empieza a definirse la leyenda que hasta el día de hoy la tiene como la encarnación de la Pachamana.

Esta es nuestra tierra, debemos pelear por ella no podemos permitir que nuestros

hijos sigan bajo el yugo de los españoles.Debemos dar una dura batalla.

Tú eres, la pachamama

nuestra madre que viene a defendernos,

claro que iremos contigo.

La gesta de la Heroína: Primera Parte

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En estos tiempos Padilla había recibido órdenes del Gral. Belgrano de encaminarse a su encuentro, Ya que él se dirigía hacia Vilcapugio, Juana marchó frente a sus reclutados.

La heroína con su animosa presencia levantó tanto la moral, que siguieron sumándose hombres y algunas mujeres a sus filas. Tuvo la sabiduría de inyectarles coraje; intuyó y desarrolló para ellos una mística revolucionaria y guerrera que fue decisiva para propagar el ideario de mayo. Precisamente en ese año de 1813 se multiplicaron los guerrilleros en Alto Perú.

En esta mañana clara y radiante, debemos iniciar

el camino a la libertad basta de humillaciones.Debemos entregarnos y

hasta morir por su causa, buscando la victoria

definitiva.

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En el triste revés que el ejército porteño sufrió en Vilcapugio el 1º de octubre de 1813, los hombres de Juana y Padilla cubrieron la retirada de las columnas de Díaz Vélez. Pero propiamente no fueron llamados al encuentro. Se les dijo que no tenían disciplina y que por eso no combatirían.

Entonces Juana comenzó a disciplinar a su escuadrón, al que impuso el nombre de “Leales”. Con esos Leales los guerrilleros participaron en el encuentro de Ayohúma, el cual resultó en otro desastre (14 de noviembre de 1813). Después de él, se cerró la segunda etapa de las campañas al Alto Perú. En Ayohúma, la valentía y el arrojo demostrados por los hombres de Juana y por ella misma le valieron que Belgrano le obsequiase su espada.

Adelante mis “Leales”, hombres valientes, la revolución nos llama,

debemos oír su voz.

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La división territorial favoreció la formación de las republiquetas, vale decir zonas sublevadas por un caudillo o partidario. Muchos de ellos por su humildad quizás y por lo lejano del territorio de los hechos, son ignorados por la historia de Bolivia. Se decía que los partidarios y sus tropas indias aparecían y desaparecían como el humo.

El impulso revolucionario se expande como corriente eléctrica en todos los territorios, en el oriente y el oxídente sus líderes son

hombres valientes a carta cabal. Actúan por instinto, por intuición muchos ya cayeron y

no estaán entre nosotros.

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En Alto Perú las guerrillas se caracterizaron por tener comandos locales sin unificarse en ninguno, a diferencia de la guerrilla salteña, que siempre respondió a Güemes, quien a su vez representaba al comando de vanguardia del Ejército del Norte. La de las republiquetas fue una guerra de redención social, y más cruenta que la guerra salteña.

La mayor parte de las guerrillas estaba formada por tropas colectivas indígenas: éstas se iba sumando a las huestes a medida que la revolución se extendía.

Ya no somos los antiguos indios feroces e intrépidos somos menos que la sombra

de aquéllos, luego de pasar por la mita, la encomienda y el yanaconazgo. Y nuestras

armas son las piedras, los palos y las huarakas (hondas). Sólo cuando cobramos un botín de los

chapetones, podemos contar con armas de fuego.

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La desmoralización en la dominación española había colocado a los pueblos indígenas, exigía que sus caudillos les inyecten de cierto misticismo guerrillero, exacerbado amor por la causa y por el ideal libertario. Esta función era excelentemente cumplida por Juana, quien arengaba a diario a su gente en quechua. Juana era ejemplo viviente; con su casaca roja y envuelta en un poncho celeste y blanco, iba al frente del malón en los encuentros y Dios la protegió sobremanera, pues sólo en el revés del Villar fue seriamente herida y esto ocurrió casi al final de su actuación en Charcas.

Nosotros peleamos desde el Norte de Chuquisaca hasta las selvas de Santa Cruz y desde el Río Grande hasta el Pilcomayo.Por eso debemos unirnos a otros grupos de guerrilleros vecinos

para potenciar el efecto bélico.

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La tercera campaña del ejército del Norte al Alto Perú se inició en 1815 con la llegada de nuevas tropas al mando del porteño Rondeau. Pero las huestes estaban relajadas, nunca pudieron adaptarse a la rigidez militar, acostumbrados como estaban, a una lucha episódica y casuística; fundamentalmente, los argentinos jamás comprendieron la idiosincrasia altoperuana.Fue tan malo el papel desempeñado por el ejército argentino en esa oportunidad que su situación culminó con la derrota de Sipe-Sipe o Viluma el 29 de noviembre de 1815.

Rondeau para retirarse pidió ayuda a Padilla y éste se la brindó generosamente pero antes le envío la “reservada”, una carta, donde los esposos volcaron sus sentimientos para con los porteños, documento que ha sido considerada la declaración de la revolución altoperuana y la esencia de la independencia boliviana.Argentina perdió los terrenos altoperuanos luego de 1815 y aquí fueron puramente las guerrillas locales las que mantuvieron viva la causa y la lucha en el Alto Perú.

“Señor G

eneral”

En ofici

o de 7 del presente m

es, ordena

U.S: hostilice al enemigo de quien ha sufrido una derrot

a

vergonzosa; lo h

aré como he acostu

mbrado hacerlo por

más

de 5 años, por amor a la indepen

cia, que es la que defien

de

el Perú, donde los

peruanos privados de sus pro

pios recursos

no han descansado por más de 6 años de desgracias,

sembrando de cadáveres sus campos,

sus pueblos de huérfanos

y viudas. M

ientrastanto, el ejérc

ito de B

uenos Aires

tiene conducta infames deshizo,

ofendió el virtu

oso

RegimientoC

huquisaqueño...

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La importancia de las guerrillas locales crece pese a que no fueron ellas las que obtuvieron la victoria final contra los realistas en Bolivia, su labor de hostilización y desgaste ininterrumpido de los enemigos, lograron evitar que las fuerzas españolas lleguen hasta Salta; los planes españoles eran llegar a Córdova y luego a Buenos Aires, mas nunca pudieron hacerlo.

Los partidarios tenían un sistema de comunicaciones muy efectivo: en cada cumbre tenían vigías para transmitir las noticias por medio de señales de humo.

Ahí están los chapetones, debo informar para que

como fantasmas en la noche podamos emboscarlos y causarles muchas bajas.

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Cierta tarde se le presentó Juan Huallparrimachi, que conquistó el afecto de Juana. Era hijo de una india descendiente del Inca Huáscar e hijo no legítimo de Francisco de Paula Sanz, a la sazón quien también del rey de España.Su padre no lo había reconocido y su madre murió cuando era joven: fue natural que Juana le diese trato de hijo mayor.De inmediato los esposos lo aceptaron en sus filas y el joven organizó un batallón de honderos, a quienes entrenó y tenía siempre listos para la batalla.

Por aquel entonces tendría veinte años. La historia lo considera lugarteniente de Padilla, juntamente con otro intrépido y feróz caudillo, Ignacio Zárate.

Les enseñaré a manejar la honda y seránparte de nuestro batallón.

Debemos estar siempre listos para la batalla.

Episodios aislados; Segunda Parte

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Encontramos a los Padilla en Tarkafukus, donde son esperados por el famoso cacique Chiriguano Cumbay, acompañado de sus no menos famosos flecheros.

Mientras tanto, Juana fue madurando y lo hizo hasta el punto de confirmarse a sí misma que no quería ser como las demás mujeres.Allá conoció a Manuel Ascencio Padilla, hijo de don Melchor, Juana sentía temor por lo que Manuel llegará a pensar de ella, cuando le diga que ella estaba segura de que quería estar en el mundo, dar su cara a la sociedad: pensar así no la amedrentaba ni avergonzaba.

Señora, mis 500 flecheros apoyaran su causa, quiero que aquí, sellemos nuestro

pactos de amistad para acabar con los chapetones.

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Los Padilla regresan luego a La Laguna, recogen a sus hijos y se dirigen a Pomabamba, este sitio, cuyo nombre significa “la pampa del puma”. Desde 1917 lleva el de “Azurduy” en merecido homenaje.

Debemos proteger a nuestros hijos, temo por ellos.

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La siguiente recorrida que los esposos hacen en busca de reclutas revela una moral baja luego de la derrota, a lo que se suma que Juliana está con fiebre, de modo que Juana por cuidarla, no puede salir de reclutamiento. La fiebre pasa pero el enemigo acosa: un vaquero los denuncia y el alcalde de Turuchipa, Agustín Téllez, envía a sus soldados. Al verlos, los arrieros de Manuel Ascencio huyen y él cae prisionero. Juana escapa junto con sus cuatro niños, Juliana otra vez con fiebre. Penetran en la atemorizante selva.

Hijitos no tengan miedo, estamos bien

escondidos, nadie nos encontrará.

Mamá tengo hambre y me da

mucho miedo.

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Después de haber sido entrenados por Juana los 500 flecheros, en compañía de los esposos se dirigen hacia Chuquisaca, se encuentran con José Ignacio Zárate, de la republiqueta de Porco, quien aparece rodeado de numerosos indios amigos. Unidas las fuerzas, tienen como objetivo recuperar Chuquisaca a partir de entonces Zárate se convierte en lugarteniente de Padilla

Debemos recuperar a Chuquisaca de las manos de

los tablacasacas, estamos fortalecidos, lo lograremos.

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Ocurrió que Juana Azurduy había acampado en un claro cercano y los habitantes del lugar se acercaron a pedirle que hiciera justicia.

Manuel, los vecinos me contaron que hay un español corrupto

igual que las autoridades de la región, un tal Carvallo, cobra diezmos aterradores y flagela

mujeres y niños. Debemos hacer algo, eso no podemos permitirlo.

Episodio de Pomabamba

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Zárate, los esposos Padilla y Huallparrimachi se aprestaron a pedir cuentas, para lo cual ingresaron en la vivienda de Carvallo. En una habitación, en pleno sueño, encontraron al subdelegado Sánchez de Velasco y lo tomaron prisionero, mientras Zárate salía gritando por las calles que se encontraba allí anunciando que mataría a todos los tablacasacas.

Mataremos a todos los chapetones, por maltratar

a nuestra gente.

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Mientras Manuel Ascencio cuidaba al subdelegado, Juana y Huallparrimachi salieron por otras calles gritando lo mismo, de tal modo que Carvallo y sus gendarmes huyeron comentando lo numeroso de las tropas enemigas. Finalmente, los amigos dejaron libre a Sánchez de Velasco pero conservaron todo el armamento de los realistas. No obstante, al llegar de regreso de Pomabamba, se encontraron con la novedad de que otro corrupto, Loayza, se había adueñado del lugar.

Nos libramos de uno y

aparece otro corrupto que se adueño de Pomabamba. Dicen que es

un tal Loayza.¡!Estamos

listos, debemos atacar!!

Ese subdelegado temblaba como

un papel, es un cobarde. Lo

bueno es que nos quedamos

con todo su armamento. Ya nos hacía falta.

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Los guerrilleros cayeron atacaron a los invasores, pero Padilla, inexplicablemente, dejó libre a Loayza, quien aprovechó para darse a la fuga y juntarse con Carvallo, Sánchez de Velasco, Carré y veinticinco soldados, los cuales en grupo atacaron a los patriotas a medianoche, mientras dormían. Padilla se apartó de su mujer y sus hijos y salió a buscar a sus hombres: allí supo que habían escapado. Zárate y él fueron capturados, pues eran dos contra veintiocho. Dos soldados intentaron encargarse de Juana pero ella se defendió con su sable hasta que Huallparrimachi llegó y juntos hicieron huir a los soldados.

No sé que me pasó, porqué deje libre a este Loayza. El no lo pensó

dos veces y se unió con Carvallo y otros

soldados y nos atacaron mientras dormíamos.

Más bien que me aleje de Juana mientras pude, que será de mi amigo

Zárate.

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La heroína y Huallparimachi llevaron a los cuatro niños y niñas a un cercano rancho amigo y se dedicaron a estudiar el modo de salvar a los dos héroes cautivos. Entretanto, Zárate y Padilla se encontraban a merced de los enemigos, luego de haber sido flagelados. Se decidió matarlos y Sánchez de Velasco fue en busca de un cura para la abolución final. En el interin, Loayza tomó un puñal y se tiró sobre Zárate, mas el arma quedó enganchada en las ligaduras que, ante el forcejeo del prisionero, se cortaron. Zárate propinó algunas heridas a su atacante y huyó en busca de ayuda.

Quieren matarme pero no lo lograrán, al menor descuido

escaparé e iré en busca de ayuda para rescatar a Manuel.

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El veredicto contra Padilla había sido la muerte y, mientras los malvivientes elegían la forma de hacerlo, Juana y Huallparrimachi, después de poner a salvo a los chicos en el rancho, agarraron dos fusiles y se internaron entre los “tólares” y los “aunchus”, arbustos que alcanzan la altura de un hombre a caballo.La naturaleza se puso de su lado y eñl viento empezó a agitar las plnatas, produciendo su típico rumor de crecida de río.

Los realistas escapan y sueltan a Padilla que sorprendido descubre que todo el ejercito que venía a su encuentro consistía en dos intrépidos guerrilleros.

¿Escuchas? el viento agita las plantas y parece el rumor del río que crece. Eso nos

favorece, ahora cabalguemos muy rápido y disparemos con nuestros fusiles, gritando con todas nuestras fuerzas que Zárate está de regreso con sus hombres y que matará a

todos los tablacasacas.

La idea de atar cueros secos de vaca a nuestros caballos fue muy buena, con la

velocidad del Galope, ayuda para que esos realistas crean que somos una multitud.

Mira, ya están huyendo, lo logramos.

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El episodio tuvo final feliz pues, despuntando la madrugada, Zárate apareció con sus guerreros, invadió Pomabamba y los realistas se retiraron precipitadamente tras entregar sus armas. Juana insistió para que se les perdonara la vida.Esa actitud de Juana de perdonar la vida de los realistas capturados cambiaría años después, la muerte de sus hijos produjo un cambio en su manera de actuar frente a los tablacasacas.

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Benito López, realista a quien Juana habría destruido y obligado a huir en un combate del 14 de marzo de 1814, fue enviado al pueblo de Tarvita para esperar a Padilla y atacarlo. Sin embargo, tras dos horas de lucha, el caudillo resultó vencedor.

A pesar de todas las dificultades,

vencimos.Fuerza valientes.

Episodio de Tarvita

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Los realistas se refugiaron en la casa del cura de Tarvita, guarecida en su parte trasera por una loma. Los indios rodearon la casa pero los tiros que salían del interior causaron algunas bajas y Padilla suspendió el ataque, dio algunas instrucciones a su mujer y trepó hasta el techo, que había sido cubierto de barro. Los patriotas iniciaron un nuevo tiroteo ensordecedor mientras Padilla abría a culatazos una brecha en el techo e introducía luego una chipa de ají encendido.

El humo que se produjo fue tal que estos prefirieron salvarse de la asfixia y salir rindiéndose. Todos fueron en esa oportunidad aprisionados por Zárate, inclusive el cura.

Ahora verán estos chapetones si con esta chipa de ají no salen huyendo, veremos cuanto aguantan

este humo picante. Dejaré colgando la chipa para que el humo llegue a toda la habitación y tapare

el hueco nuevamente con barro.

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Sin embargo, la heroína salió a pie a buscar a su marido; un vecino la alcanzó a poco de andar y le transmitió que el realista Ponferrada estaba al llegar al valle de Segura.

En abril de 1814 Padilla se enteró de que Joaquín de la Pezuela, autoridad recientemente llegada de España, había dividido sus tropas. Padilla ordenó a la esposa quedarse con sus hijos en Segura, finca ubicada en el cantón de El Villar, provincia de Tomina. El héroe partió al encuentro de otro famoso partidario: el feroz Vicente Umaña.

Hay pocos guerrilleros

conmigo. Sí pasa algo escaparé al

monte.Dicen que Manuel

está perdiendo muchas batallas,

debo ayudarlo, pero: ¿qué hago con esta

angustia?, y mis hijos, con la fiebre

tan alta a causa del paludismo que se

complica día a día.

La Madre

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Juana volvió sus pasos y al entrar a su casa encontró a los niños temblando de frío debido al paludismo que se agravaba día a día mientras un tablacasacas los cuidaba. Juana se acercó y aseguró a los hijos e hijas que pronto estaría allí su padre, Huallparrimachi y Zárate. El soldado abandonó su puesto para transmitir la noticia y la guerrera aprovechó para escapar con sus hijos. Esa noche de persecución fue una pesadilla y al día siguiente se metió desesperada en el monte, con la sola compañía de dos guerrilleros. Cuando les envió a buscar comida, no regresaron.Fueron varios días que la golpeada familia pasó en la selva. La muerte le arrebató casi al mismo tiempo, primero a Mariano y luego a Manuel. Y ni siquiera pudo la madre gritar para liberar su dolor, pues no debía asustar a sus hijas mujeres. ¡Ni siquiera tuvo pan para calmar la última hambre!

Los dedos le han quedado despellejados y sangrantes de cavar las tumbas y no ha tenido más óleo para ungir los cuerpecitos que sus besos y sus lágrimas.

Mis pobres hijos han sido las víctimas de esta cruel lucha. Y ni

siquiera puedo llorar, no debo asustar a mis hijas, lloraré con mi

alma, en silencio…

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Pero más patente que la angustia de leona herida es la pregunta que parecía un martillo en sus sienes: ¿qué explicacación daría ahora a Manuel Ascencio? ¿Cómo le contaría que ya no existían los varones, para quienes había querido construir una patria digna?

Cuando al día siguiente las sobrevivientes escucharon las voces de Padilla y Huallparrimachi, creyeron primero que eran producto del delirio.La reacción del héroe frente a la noticia fue terrible y llenó de palabras duras a su esposa. Las mismas críticas, que cualquier mujer de hoy hubiera hecho a Juana, siempre dispuesta a dejar a los hijos para ir a la guerra o seguir al marido.

Debo tragar mis lágrimas, aunque este

dolor es un nudo que me oprime la garganta ¿qué le diré a Manuel?.

Este será un golpe muy duro?

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Aquí se produce un corte en el sentimiento y el pensamiento de Juana Azurduy: en adelante no habrá piedad para nadie. Esta guerra ya venía siendo cruel. Pero ahora se tornará satánica. Por cada guerrillero caído, los esposos cobrarán dos vidas. No más prisioneros: ahora matan a todos de las formas más dolorosas. Los esposos destruyen, aniquilan, destrozan a los enemigos sin que un músculo se mueva en su cara.

Y la vida, la dura vida de Juana, le causa otro dolor días más tarde: la muerte de Mercedes.No les queda nadie ahora. Han luchado tanto para tener una patria, que de pronto parece una broma del destino que no tengan a quien dejarle esa valiosa herencia.

Desde que el vecino de la hacienda Segura me dijo que mis hijas estaban enfermas, salí a galope, pero llegué tarde ya, muy tarde.

Juliana estaba con una diarrea muy fuerte y la fiebre no le bajaba, y en cuanto la tuve en mis brazos cerró sus ojos para siempre.

El dolor ya no me cabe en el pecho, primero mis hijos y ahora ella….

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La rabia y el martirio los harán aún más despiadados en su guerra. No obstante, en medio de tanto dolor y ceguera, todavía la vida les hace un regalo: Juana se embaraza otra vez. Y coincide con una época en que los esfuerzos denodados de los partidarios allegan muchas victorias a su río, las cuales les permiten rehacerse y reorganizarse.

Todo el Alto Perú está en armas, los caudillos han comenzado a formar alianzas que dan resultados. Finalmente, lo único que los enemigos pueden hacer es refugiarse en Chuquisaca y a su encuentro irá Padilla.Para los realistas, fracasados todos los intentos de soborno a los Padilla, la única salida posible es su exterminio. Y para obtenerlo se preparan.

Ahora mi nombre inspira terror, se comenta que tengo tratos con el “Supay”.

Hasta los realistas me laman “Angel Exterminador”. No sé si eso es bueno o malo,

pero sirve para la causa, eso es lo fundamental.

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Sabedores los esposos que desde Chuquisaca Joaquín de la Pezuela había enviado a su encuentro al Coronel Sebastián Benavente, decidieron tomar posesión del cerro de Carretas, ubicado en tierras de Tarabuco. Muy pocos indios y vaqueros conocían por entonces las intricadas sendas que bajaban desde él.

El 2 de agosto de 1814 los realistas estuvieron firmes al pie del cerro y a un grito comenzaron a escalar con la bravura que los caracterizaba, lucharon durante el 3, 4 y 5 de agosto: sólo el 6 de agosto hubo algo de expectativa en los dos bandos. Benavente, en tanto, había comprado al indio Pedro Altamachi, que los condujo hasta el comando de Juana.

Les daremos a los chapetones un espectáculo infernal, caerán sobre ellos las piedras mortíferas de nuestros 1900 honderos. Nuestros 500 infantes pelearán como titanes. Yo estoy con la artillería cuidando el camino secreto. Las piedras que haremos a rodar desde la cumbre se

llevarán a cualquier chapetón que intente subir.

Otros encuentros memorables:Tercera Parte

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Sorprendida en su descanso, ella se defendió como pudo y Huallparrimachi acudió en su auxilio, justo a tiempo para interponerse entre la Pachamama y una descarga de fusilería que lo dejó muerto.

El combate se perdió el 7 de agosto por la traición que, como un vívora, se infiltra en toda la historia humana. No obstante que Juana peleó como una fiera, sin cuidarse ni más ni menos por su estado de gravidez.

¡No, a la Madre no!, ella no puede morir.

¡Juan! Nooooooooooooo.Mi leal Juan dio la vida por mi.

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Aproximándose la fecha del parto, Juana y Padilla encontraron a orillas de un camino la cabeza de Gregorio Núñez clavada en una pica. La recuperaron y mientras el “tata” Suárez Polanco, que siempre los acompañaba, decía las honras fúnebres en Pitantora, ella sintió los primeros dolores y salió en busca de ayuda.

Sólo una anciana india encontró y, ayudada por ella, parió dolorosamente a orillas del río.

Tranquila, ya todo pasó, es una niña y está bien

sanita,mírala.

Su nueva maternidad

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No nos atraparan mi hijita, estos malditos

españoles no te arrancarán de mi

lado.

Como siempre, los esposos tenían a los realistas pisándoles los talones y Padilla, ya advertido del nacimiento de su hija, se trabó en lucha con ellos para darle aire a Juana. La parturienta se dio a la fuga con la recién nacida, a caballo y llevándolo en el brazo izquierdo, provista de sólo una escolta.

Otra ves la siniestra traición andaba rodando como una pantera y ella lo persiguió con el fino olfato materno.

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Cuando el sargento Loayza y los guerrilleros que la acompañaban quisieron echarle las manos encima, blandió fieramente el sable con la diestra y los puso en fuga.

Dos días después del parto, Juana obtubo un resonante éxito en presto.

Alguien nos traicionó, lo puedo sentir. Casi me atrapan, ese Loayza y su gente. Más bien que pude defenderme con mi espada, tenía miedo porque en el otro

brazo llevo a mi hija.Debo llegar hasta el final y comunicar a

Manuel que vienen a atacarnos.

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Juana fue recibida por la ciudad como una heroína y a su esposo se lo designó comandante civil y militar. Pero Rondeau, que como sabemos llegó en Abril de 1815 al mando de la tercera campaña al Alto Perú. Les Ordenó sin miramiento desocuparla. El matrimonio de caudillos, en medio de gran indignación, se retiró de la Laguna. El desempeño de Rondeau y su tropas fue una época negra.

El cerro Carretas se había mantenido en poder de los Padilla y allí se desarrolló un segundo combate el 4 de abril de 1815. Otra vez los españoles lucharon contra hombres y piedras que venían rodando atronadoramente. Ninguno ganó, no obstante.Los realistas se dedicaron a arrasar e incendiar pueblos y aprisionar a gente que luego era enviada al Perú. Por eso Chuquisaca había quedado desocupada de españoles, prácticamente, y por eso Juana sugirió ocuparla.

Mira Manuel, la gente nos brinda su apoyo, recuperamos

Chuquisaca.

Otra vez Carretas.Sitios de Chuquisaca

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A fines de 1815 Juana Azurduy tenía altamente entrenado su cuerpo de amazonas y con ellas precisamente tomó la parte alta de la ciudad de Chuquisaca el 9 de febrero de 1816, reiterando el combate al día siguiente. El encuentro se suspendió cuando ella cayó herida de su caballo. Suscitó la simpatía de todas las chuquisaqueñas, que el 11 de febrero salieron a luchar por las calles olientes a pólvora y sangre. Este primer sitio fue concebido y llevado a cabo en un movimiento de pinza, con Juana entrando por las alturas de Aullagas y Padilla por las bajadas de la Recoleta y el Churuquella.

La estrategia que estamos utilizando es muy buena. Yo, entrando por las alturas de

Aullagas y Manuel por las bajadas de la Recoleta y el Churuquella.

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La actitud de Juana nos sorprende una vez más: ha presidido las batallas envuelta en un chal celeste y blanco, luciendo un clavel sobre su solapa de amazona, y cuando el caballo herido cae y la aplasta, ella se sacude sin dar importancia a su brazo herido.

Después de algunos días de lucha, el poderío español los obliga a retirarse hasta Yamparáez. Han demostrado nuevamente, su valentia, y ése es el valor que tiene este primer intento de sitio.

Creo que tengo el brazo roto, pero no importa debo continuar.

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La segunda vez se inició el 10 de julio de 1816 y finalizó en agosto. Durante ese tiempo, Padilla mantuvo a la ciudad cortada y sin recibir víveres; de nuevo debió retirarse, sin embargo. Quizás la mejor explicación sea que las guerrillas no estaban acostumbradas a luchar estacionadas en localidades.Días después tuvo lugar el combate de El Villar donde, según se dice, Juana arrebató el estandarte a un soldado español. No obstante, no hacía falta este hecho para poner de relieve su inédito valor. Sí es cierto que la victoria en este combate se debió íntegramente a ella.

Ganamos esta batalla, me llevaré el estandarte como nuestro trofeo de guerra.

Mis “leales” son muy valientes.

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La leyenda había agigantado el nombre y la fama de los esposos y es por ello que tres jefes godos –Tacón, Aguilera y Ramírez- decidieron aniquilarlos. Para esa época, los Padilla sólo contaban con el apoyo de los caudillos Zárate, Carrillo y Miranda y con pocas tropas de Tarabuco y Yamparáez. El largo conflicto había desalentado a muchos, que se habían pasado al bando realista o habían desertado definitivamente.Estamos en septiembre de 1816. Manuel Ascencio, que ya hace algunos años ha dejado de ser el joven alegre que Juana conociera y está bastante amargado de carácter, se halla desasosegado. Es incontable lo que siente y no logra transmitírselo a Juana.

En aquellos días se produjo un encuentro en La Laguna, el caudillo dio batalla sin sentirse seguro y la perdió.

¡Ya no podemos más!¡Perdimos la batalla!

La vida en sombras

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Días antes de la batalla de La Laguna, un indio arriero de su tropa, Mariano Obando, había cometido una falta que mereció una reacción despiadada de Padilla, quien lo amenazó con emascularlo y ante sus súplicas y la de los que lo rodeaban, conmutó la pena por la de azotes, que fueron propinados en presencia de las tropas.

Estos azotes para que no vuelvas a cometer el

mismo error.

¡Piedad señor, piedad!

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El odio que Obando nunca disimuló respecto de Padilla, le condujo a vender a su jefe al realista Aguilera. Era el 14 de septiembre de 1816.El arriero traidor guió a este hasta la laguna por el sendero secreto.

¿Cuánto me pagan por la información?.

Yo conozco el sendero secreto que los llevará

hasta La Laguna. Ahí se atrinchera Padilla con

pocos guerrilleros.

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Ante el ataque sorpresivo Juana luchó en primera línea. La ofensiva hizo huir a los patriotas destrozados hacia El Villar.Los esposos se quedaron sin soldados y Padilla se adelantó acompañado del “tata” Suárez Polanco aunque a poco advirtió que Juana no lo seguía y se volvió a buscarla. La divisó a punto de ser alcanzada por Aguilera.Padilla dio voces a Juana para que huyera y ella obedeció. Fue el último favor que hizo a su esposa: mató a los cuatro acompañantes de Aguilera, lo desarmó y huyó, sin advertir a Obando oculto.

Sea cual sea la verdad, lo real es que esta muerte propinó el golpe definitivo a Juana. Padilla fue, con mucho, la razón de su vida y de su lucha. Ausente él, media Juana enmudecía para siempre.

Hay dos versiones de su muerte: una dice que Padilla cabalgó en su huida por el abra de Yotala, cuando cayó bañado en sangre, le

destroncó la cabeza y, envuelta ésta en el poncho color aurora que Juana le regalara, la llevó a la ciudad. Allí había ya otra cabeza

deshecha, de la que se rumoreaba que pertenecía a la “marimacho, bruja, malcriada india Padilla”. Ambas cabezas fueron empicadas

y colocadas en la plaza de La Laguna hoy Padilla. Otra historia relata que quien lo baleó y decapitó fue Aguilera.

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Al día siguiente llegaron los caudillos al valle de Segura, donde Juana se había refugiado y donde también se hallaba su hija. La heroína, de riguroso luto, presidió el Consejo que se reunió para designar sucesor, pero ningún candidato fue aceptado. Razón tuvieron los realistas en celebrar la muerte de Padilla: después de ella sobrevinieron disensiones e intrigas, la desunión. Fue 1816 un año fatal para los guerrilleros. Warnes, el caudillo de Santa Cruz de la Sierra, murió también, combatiendo en la batalla de Pari. Desalentada, cansada física y moralmente y herida, Juana Azurduy de Padilla se refugió en Takopaya, donde se encontraban los caudillos Esteban Fernández y Ravelo.

Cumplido el fúnebre rito, era como si todo se hubiese consumado para Juana. Nada le quedaba. Era una paria sin posibilidad de volver a Chuquisaca, donde vivía su hermana Rosalía, casada con Párraga.

Seis meses me ha tomado recuperar tus restos mi amor.Seis meses que les pido unión, sin conseguirlo, sin encontrar respuesta. Más bien Fernández y Ravelo con los pocos guerrilleros que tenemos se

animó a combatir para recuperar los restos de tu cabeza.

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Juana dejó a Luisa –su hija- con Anastasia Mamani, la misma india vieja que la cuidaba desde su nacimiento y viajó a Tarija, donde vivió un tiempo entre los guerrilleros que luchaban en esos parajes. La recibieron con afecto y respeto y allí también alcanzó su fama de Pachamama.Hasta fines de 1818 Juana comprueba desolada la triste suerte de su guerra. Recuerda entonces a Güemes, de quien siempre su esposo le había hablado bien, tan simplemente como lo decide, va a su encuentro. Hace el camino a pie y lo más seguro sin su hija Luisa, que habría quedado en el norte, en Segura.

Mi amada tierra está diezmada y miserable. En el norte casi todos los caudillos han muerto; en el sur se lucha ya sin

entusiasmo. La anarquía entre los patriotas ayuda a los realistas para recuperar su dominio, tomar las ciudades, etc. Y ya no pude tolerar el pillaje y las intrigas entre patriotas. Entonces recordé

que mi esposo me hablaba muy bien de ti y decidí venir.

Hiciste bien Juana. Aquí

necesitamos de tu valor, los gauchos

la admiramos tu destreza de

amazona.

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A principios de 1825, Juana se enteró de que el mariscal Antonio José de Sucre había vencido a Joaquín de la Pezuela en el famoso combate de Ayacucho. De la Pezuela había jurado la constitución liberal española de 1812 y el general Olañeta, por el contrario, seguía siendo tenáz y absolutista. Entonces, cuando De la Pezuela capituló en Ayacucho, Olañeta se le insubordinó y no quiso aceptar la capitulación. Esto lo conoció Juana y resurgió en ella una llamita que le impulsó a pedir ayuda económica al gobierno de Salta para poder regresar a Chuquisaca.Es lastimoso ver a una tan gran mujer reducida al estado mendicante. Si hasta parece absurdo. Pero si el gobierno salteño no le hubiera obsequiado cincuenta pesos insignificantes y cuatro mulas para el retorno, ella probablemente hubiera muerto en Salta.

Juana vivió en Salta hasta la muerte de

Güemes, acaecida el 17 de junio de 1821,

protegida y cuidada por él. Muerto Güemes,

en 1821 ella quedó en Salta pobre y olvidada, se cuenta que Güemes

quiso a Juana Azurduy como a una hermana.

Salta, el nuevo hogar

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En compañía de sus cuatro mulitas llegó Juana Azurduy de Padilla a Chuquisaca, donde seguramente sintió que la vida corría de nuevo por sus venas. Pese a ello, fue recibida por la indiferencia de sus conciudadanos.

Qué indiferencia. Seguro que mis amistades y mi familia creen que había

actuado como una perfecta loca al dedicarme a la

guerra, permitiendo que me arrebataran mi riqueza

y hasta perdiendo a mis hijos, por eso hasta siento que me desprecian. Para

la población las figuras del momento son el libertador

Bolívar y el heroico Mariscal de Sucre, quienes

habían conseguido que surgiera la nueva patria.

Vasos de hiel

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Lo curioso es que los dos héroes, Bolivar y Sucre, la visitaron el 5 de noviembre de ese año de 1825 y le brindaron todo su reconocimiento, además de concederle una pensión vitalicia que, en definitiva, le fue suspendida dos años más tarde debido a las propias luchas internasde Bolivia.

Señora su valentia es tan grande que este país no

debería llamarse Bolivar. En su honor debería llamarse la

república de Azurduy

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Para sobrevivir, se vio obligada a pedir la devolución de su tierra de Cullcu, que definitivamente le fue entregada en posesión nuevamente en agosto de 1825. Sus otras propiedades ya contaban con destino propio; sabemos que las recibidas de Matías Azurduy habían sido heredadas por su hermana Rosalía.

Se conoce que nuestra heroína se encontró con Juana Párraga, hija de Rosalía su hermana, quien se convirtió en amiga de Luisa, hija de Juana.Queda la incógnita del por qué Juana Párraga, su sobrina hija de su hermana Rosalia, no ayudó económicamente a su tía, no con limosma sino restituyéndole los bienes que legítimamente le pertenecían.Lo real es que pasada la guerra, Juana no interesaba a los mandones del gobierno.

No sabemos nada de sus propiedades, mejor vuelva

otro día.

¿Sabe usted quién soy?

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En 1839 Luisa tiene veinticuatro años y se casa con Pedro Poveda Zuleta. Juana se queda viviendo sola. Ya cuenta con cincuenta y nueve años de edad.

Y esto fue así hasta 1847, en que se aquietaron las aguas bolivianas.

La patria boliviana sigue desangrándose, con las convulsiones

y vaivenes que la agitan. Los

acontecimientos políticos me llenan de mucha preocupación que no me abandona,

la tengo pegada a mi corazón como

una ventosa. ¿Hasta cuándo?

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Otro serio motivo de desilusión fue su nieta Cesárea. Puede entendérsela, dado que su familia fue casi exclusivamente de mujeres, perdió a sus hijos varones y quedó viuda. Su única época de plenitud fue la épica.

Con esa criatura la heroína se convirtió recién en madre como antes nunca había podido serlo. Y como suele ocurrir arribo a un raro puerto de reconciliación con la vida ¡Quién negará que un árbol viejo pueda dar aún retoños?.

Mi querida Cesaréa, la vida da muchas

vueltas. A medida que empezaste a crecer me fui enamorando de ti. Eso me reconcilió con

la vida.

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Para entonces Luisa y su familia abandonaron Chuquisaca por razones laborales y la heroína quedó definitivamente sola.

En 1848 el general Manuel Isidoro Belzu se apropió del gobierno boliviano y aunque fue autoritario, gozó del apoyo incondicional de las masas populares. Y porque sabía del amor de Juana por los indios y de éstos por ella, le otorgó una pensión vitalicia que duró hasta 1855, año en que el poder pasó a manos del general Jorge Córdova, quien volvió a retirársela. Juana tornó entonces a trabajar en su hacienda de Cullcu, mas finalmente debió venderla para subsistir.

Ahora que Luisa y su familia se fueron por razones laborales, me quedé definitivamente sola. Pero la soledad

me ha acercado más a Dios y he

comprendido tanto la vanidad de mundo

como la inutilidad de los heroísmos. He entendido que la guerra parece a veces noble y justa pero en realidad es horrenda porque

se muere y se mata interminablemente.

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En esa vejez, transcurrida los últimos años en la calle España 218, del barrio de Curipata de la ciudad, Juana es acompañada por un niño desamparado, Indalecio Sandi, nieto natural de las segundas nupcias de Juana Párraga de Sandi. Por la condición de su nacimiento, es evidente que nadie quiso encargarse de él y aquí estuvo Juana, que le prodigó su renacido y solitario afecto, ahora que no tenía en quien volcarlo.

Indalecio, tú eres mi compañero, ahora eres tú quien se ocupa de mi, si no

estarías tu, que sería de mi...

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Fue precisamente Indalecio quien llamó al sacerdote cuando ella sintió la proximidad del fin: murió tras recibir la extremaunción. Era el 25 de mayo de 1862, cincuenta y tres años después de la revolución libertadora de Chuquisaca. Un día apropiado para la muerte de la heroína Juana Azurduy de Padilla

Ya no llores muchacho. Juana

ya descansa en Paz

No mamitaaaaaaaaa, no te mueras, con quién me

quedaré.

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Chuquisaca es la ciudad de los jazmines y claveles y sin embargo, ninguna flor perfumó su despedida.

La partida de defunción declara que su entierro costó un peso y que recibió la extremaunción. Fue acompañada por los pocos indios necesarios para cargar el ataúd y depositada en una fosa común.

Mira, mamita, cómo te vas, sin que nadie diga nada o haga nada, después de haber hecho tanto por este país.

Cuando fui a comunicar de tu muerte a las autoridades de la ciudad para que en tu despedida te rindiera algún homenaje, me contestaron que no había a quién enviar…porque estaban todos

celebrando el cumpleaños de la patria…

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Años más tarde, ya anciano, Indalecio Sandi fue requerido para ubicar la tumba: de donde él señaló fueron desenterrados unos huesos, los cuales hoy descansan en una urna en la antigua Aula Magna de la Universidad de San Francisco Xavier, actualmente Casa de la Libertad,recordando la muerte de Juana Azurduy el 25 de mayo de 1862.

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