Lo que no crece muere

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LO QUE NO CRECE MUERE”. Por: Norberto Mejia / Magister en Gerencia Empresarial. C.I. 7.612.490. Telf. 0412.6592053 Correo: [email protected] Existen varios autores que han llamado al 2014, el año del servicio excelente, hablamos de Ficher, Drucker, Betancourt, Den Berghe, entre otros, muchos han coincididos aseverando, que en el mercado salvaje en el cual conviven, las que resulten victoriosas serán aquellas organizaciones que se comprometan con brindar un verdadero y excelente servicio, el cual deberá satisfacer las necesidades que quienes lo requieran. Ahora bien, esto no será una tarea fácil, ni gratuita, ni tampoco casuística, ya que el éxito no cae del cielo, como la lluvia, hay que saber preparar la tierra, sembrar la mejor semilla, regarla constantemente, atenderlo, que crezca sano y fuerte, y así aflorará los mejores frutos, para poder afrontar la ferra competencia que se avecina. Si no somos capaces, de entender las necesidades del mercado y no logramos satisfacerlas con las posibilidades de la empresa, condenamos a la empresa al fracaso. Los estudios del mercado marcan tendencia y nos dan pautas sobre la relación de fuerzas de nuestra empresa con la competencia. Nunca debemos desconocer estas indicaciones, y jamás debemos aventurarnos en una batalla comercial sin realizar un estudio previo del clima operativo, el producto, el cliente posible y el espacio de venta. Muchos empresarios creen erróneamente, que con brindarle una hermosa sonrisa, un fuerte abrazo, y un saludo fraternal, ya se tiene al cliente ganado, a menos que tu empresa ofrezca cariños y fraternidad, eso sería una pequeña arista, del inmenso mundo del servicio. Una empresa puede crecer si posee una doctrina de crecimiento, es decir, si plantea su existencia hacia arriba y hacia delante. Las empresas que se cimientan en una política de supervivencia son las que más posibilidades tienen de desaparecer. “Lo que no crece muere”. El capital más importante de una empresa, es el capital humano o intelectual, gerenciar correctamente no es solo manejar los recursos materiales y lograr el cumplimiento de las metas en un determinado periodo, la calidad de los trabajadores se va a traducir en buenos productos a la medida de que ellos, estén verdaderamente convencidos, de que el servicio que están ofreciendo sea el mejor, y eso se logrará, a la medida de que se asocien los intereses de la organización con los intereses de los empleados.

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“LO QUE NO CRECE MUERE”.

Por: Norberto Mejia / Magister en Gerencia Empresarial. C.I. 7.612.490. Telf. 0412.6592053 Correo: [email protected]

Existen varios autores que han llamado al 2014, el año del

servicio excelente, hablamos de Ficher, Drucker, Betancourt,

Den Berghe, entre otros, muchos han coincididos aseverando, que en el mercado

salvaje en el cual conviven, las que resulten victoriosas serán aquellas

organizaciones que se comprometan con brindar un verdadero y excelente

servicio, el cual deberá satisfacer las necesidades que quienes lo requieran.

Ahora bien, esto no será una tarea fácil, ni gratuita, ni tampoco casuística, ya

que el éxito no cae del cielo, como la lluvia, hay que saber preparar la tierra,

sembrar la mejor semilla, regarla constantemente, atenderlo, que crezca sano y

fuerte, y así aflorará los mejores frutos, para poder afrontar la ferra competencia

que se avecina.

Si no somos capaces, de entender las necesidades del mercado y no logramos

satisfacerlas con las posibilidades de la empresa, condenamos a la empresa al

fracaso. Los estudios del mercado marcan tendencia y nos dan pautas sobre la

relación de fuerzas de nuestra empresa con la competencia. Nunca debemos

desconocer estas indicaciones, y jamás debemos aventurarnos en una batalla

comercial sin realizar un estudio previo del clima operativo, el producto, el cliente

posible y el espacio de venta.

Muchos empresarios creen erróneamente, que con brindarle una hermosa

sonrisa, un fuerte abrazo, y un saludo fraternal, ya se tiene al cliente ganado, a

menos que tu empresa ofrezca cariños y fraternidad, eso sería una pequeña

arista, del inmenso mundo del servicio. Una empresa puede crecer si posee una

doctrina de crecimiento, es decir, si plantea su existencia hacia arriba y hacia

delante. Las empresas que se cimientan en una política de supervivencia son las

que más posibilidades tienen de desaparecer. “Lo que no crece muere”.

El capital más importante de una empresa, es el capital humano o intelectual,

gerenciar correctamente no es solo manejar los recursos materiales y lograr el

cumplimiento de las metas en un determinado periodo, la calidad de los

trabajadores se va a traducir en buenos productos a la medida de que ellos, estén

verdaderamente convencidos, de que el servicio que están ofreciendo sea el

mejor, y eso se logrará, a la medida de que se asocien los intereses de la

organización con los intereses de los empleados.

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Si el trabajador se convierte en un cliente interno satisfecho, el cliente externo

se convertirá en el socio más fiel de la empresa, la sabiduría de un gerente no

está en la capacidad para dar órdenes sino en su capacidad para escuchar

sugerencias, la sinceridad en la empresa no se manifiesta diciendo siempre lo que

se piensa, sino pensando siempre lo que se dice, los hombres de empresas

manifiestan su coraje aceptando sus errores.

Según Peter F. Drucker, el padre de la gestión empresarial moderna, plantea en

su libro “La Empresa en la Sociedad que Viene”, que las empresas de servicios,

poseen tres posibles caminos, el primero, llamado el más fácil y usualmente el

más utilizado, es seguir haciendo lo que funciono en el pasado, sin embargo,

seguir ese camino equivale a iniciar un declive constante, puede que el sector

sobreviva; después de todo, sigue habiendo muchas fabricas de tejidos, pero por

mucho que se esfuerce, seguirá yendo cuesta abajo.

El segundo camino, es que la empresa se vea sustituida por recién llegados y

organizaciones innovadoras, inclusive de diferentes sectores; lo que Schumpeter

denomino “destrucción creativa”. Y el tercer y definitivo camino; es convertirse

ellas mismas en innovadores y en sus propias “destructoras creativas”. En otras

palabras, las organizaciones, posee tres alternativas; intentar la sobrevivencia;

tratar su adaptación a los diferentes cambios y exigencias del mercado; o

convertiré ellas mismas, en las que propicien o dirijan dichos cambios.