Löwy prologo Bensaïd

11
1 El Marx intempestivo de Daniel Bensaïd Daniel Bensaïd (1946- 2009) fue uno de los pensadores marxistas más innovadores del último cambio de siglo, uno de los espíritus más creativos de la cultura revolucionaria de nuestra época. “Augusto Blanqui, comunista herético” fue el título de un artículo que Daniel Bensaïd y yo redactamos juntos para un libro sobre los socialistas del siglo XIX en Francia, organizado en 2002 por nuestros amigos Philippe Corcuff y Alain Maillard. Ese concepto se aplica perfectamente a su propio pensamiento, obstinadamente fiel a la causa de los oprimidos, pero alérgico a toda ortodoxia. Si los libros de Bensaïd se leen con tanto placer, es porque fueron escritos con la pluma acerada de un verdadero escritor, que tenía el don de la fórmula: una fórmula que puede ser asesina, irónica, rabiosa o poética, pero que va siempre derecho a su meta. Ese estilo literario, propio del autor e inimitable, no es gratuito, sino que está al servicio de una idea, de un mensaje, de un llamado:

description

prólogo a la 2da ed de Marx intempestivo.

Transcript of Löwy prologo Bensaïd

7

El Marx intempestivo de Daniel BensadDaniel Bensad (1946- 2009) fue uno de los pensadores marxistas ms innovadores del ltimo cambio de siglo, uno de los espritus ms creativos de la cultura revolucionaria de nuestra poca.

Augusto Blanqui, comunista hertico fue el ttulo de un artculo que Daniel Bensad y yo redactamos juntos para un libro sobre los socialistas del siglo XIX en Francia, organizado en 2002 por nuestros amigos Philippe Corcuff y Alain Maillard. Ese concepto se aplica perfectamente a su propio pensamiento, obstinadamente fiel a la causa de los oprimidos, pero alrgico a toda ortodoxia.

Si los libros de Bensad se leen con tanto placer, es porque fueron escritos con la pluma acerada de un verdadero escritor, que tena el don de la frmula: una frmula que puede ser asesina, irnica, rabiosa o potica, pero que va siempre derecho a su meta. Ese estilo literario, propio del autor e inimitable, no es gratuito, sino que est al servicio de una idea, de un mensaje, de un llamado: no entregarse, no resignarse, no reconciliarse con los vencedores. La fuerza de la indignacin atraviesa, como un soplo inspirado, todos esos escritos.El comunismo del siglo XXI era, para l, el heredero de las luchas del pasado, de la Comuna de Pars, de la Revolucin de Octubre, de las ideas de Marx y de Lenin, de los grandes vencidos que fueron Trotsky, Rosa Luxemburgo, Che Guevara. Pero tambin algo nuevo, a la altura de los desafos del presente: un eco-comunismo (trmino que invent), integrando centralmente el combate ecolgico contra el capital.

Para Daniel, el espritu del comunismo era irreductible a sus malversaciones burocrticas. Si rechazaba enrgicamente la tentativa de la Contra-Reforma liberal de disolver el comunismo en el estalinismo, no dejaba de reconocer que no se poda ahorrar un balance crtico de los errores que desarmaron a los revolucionarios de Octubre frente a las pruebas de la historia, favoreciendo la contra-revolucin termidoriana: confusin entre pueblo, Partido y Estado, ceguera en relacin con el peligro burocrtico. Se debe extraer de ello ciertas lecciones histricas, ya esbozadas por Rosa Luxemburgo en 1918: importancia de la democracia socialista, del pluralismo poltico, de la separacin de los poderes, de la autonoma de los movimientos sociales en relacin con el Estado.

Entre todas las contribuciones de Daniel Bensad a la renovacin del marxismo, la ms importante, en mi opinin, es su ruptura radical con el cientificismo, el positivismo y el determinismo que impregnaron tan profundamente al marxismo ortodoxo, especialmente en Francia. Augusto Blanqui es una referencia importante en esta perspectiva crtica. En el artculo mencionado ms arriba, recuerda la polmica de Blanqui contra el positivismo, ese pensamiento del progreso ordenado, del progreso sin revolucin, esa doctrina execrable del fatalismo histrico erigido en religin. Para Blanqui el engranaje de las cosas humanas no es en modo alguno fatal como el del universo, es modificable a cada minuto. Daniel Bensad comparaba esa frmula con aquella de Walter Benjamin: cada segundo es la puerta estrecha por la que puede surgir el Mesas, es decir, la revolucin, esa irrupcin efectiva de lo posible en lo real. * * *

Marx intempestivo (1995) es uno de los libros ms importantes de Daniel Bensad: nos lleva lejos, mucho ms all de los sistemas cerrados, de las ideologas petrificadas en forma de muro, hacia una aventura intelectual y poltica inacabada. Se trata de hacernos escuchar, en lugar del ruido ensordecedor de los marxismos instituidos, el trueno inaudible de la obra marxiana. El desafo no tiene nada de acadmico: restituir la fuerza subversiva de una teora crtica de la lucha social y del cambio del mundo, traducida por sus epgonos en la msica menor del positivismo.

Lo que hace la fuerza y el inters de este libro es que aporta no solamente una nueva lectura de los escritos de Marx, sino que abre, a partir de ellos, una nueva serie de filones de importancia esencial para el porvenir del pensamiento crtico. Esta obra se inspira en los estudios de dos grandes pasadores: Walter Benjamin y Antonio Gramsci, quienes nos ayudan a despertar el marxismo del culto somnoliento del progreso.

Este postura exige una actitud resueltamente heterodoxa y crtica hacia el propio Marx, cuya obra est atravesada por contradicciones irresolubles entre la ciencia positiva y la ciencia alemana, entre las sirenas del progreso y una visin dialctica de la historia que generan, a su vez, la pluralidad contradictoria de los marxismos.

A pesar de las apariencias, est lejos de ser una obra sistemtica: como ocurre con frecuencia en Daniel Bensad, es el desborde proliferante de ideas lo que hace la riqueza del todo

Uno de los temas principales del libro es la concepcin de la historia en Marx: gracias a nociones como la de contratiempos (zeitwidrig) y de la discordancia de los tiempos, Marx inaugur una representacin no lineal del desarrollo histrico. Mientras que los epgonos desde los ortodoxos de la Segunda Internacional hasta los marxistas analticos como Jon Elster o John Roemer no hacen sino desarmar y rearmar tristemente el tedioso Mecano de las fuerzas y de las relaciones, de las infraestructuras y de las superestructuras, la visin marxiana de una historia abierta ha inspirado a Trotsky, en la teora del desarrollo desigual y combinado (y en el anlisis de la estrategia de la revolucin permanente), y a Ernst Bloch en su anlisis de las no-contemporaneidades de las clases y de las culturas en la Alemania de Weimar.

Enceguecidas por la primaca unilateral de las fuerzas productivas, las lecturas lineales del progreso de las cuales los marxistas analticos no son sino el ltimo avatar no lo conciben ms que en trminos de avances o retrocesos sobre un eje cronolgico; no imaginan el desastre como el fascismo que bajo la forma de un retorno a un pasado ido o de sus supervivencias residuales, en lugar de dar la alerta contra las formas inditas, originales y perfectamente contemporneas de una barbarie que es siempre la de un presente particular, una barbarie de nuestro tiempo.

Lo que las lecturas positivistas de Marx no comprenden es que, a diferencia de la prediccin fsica, la anticipacin histrica se expresa en un proyecto estratgico. Para un pensamiento estratgico, la revolucin es en esencia intempestiva y prematura. Marx no juzga las revueltas de los oprimidos en trminos de correspondencia entre las fuerzas y relaciones de produccin: est sin vacilacin ni reservas del lado de los Mendigos en la guerra de los campesinos, de los niveladores en la Revolucin Inglesa, de los Iguales en la Revolucin Francesa, de los comuneros destinados al aplastamiento versalls.

Daniel Bensad avanza aqu una de sus ms bellas iluminaciones profanas: la distincin entre el orculo y el profeta. El marxismo no es la prediccin oracular de un destino implacable, sino la profeca condicional, un mesianismo activo que trabaja los dolores del presente. La profeca no es espera resignada, sino denuncia de lo que ocurrir de malo si, como en La catstrofe inminente y los medios de conjurarla de Lenin. Comprendida en esos trminos, la profeca es la figura emblemtica de todo discurso poltico y estratgico.

En el mundo de la mercanca, la abstraccin relojera y la abstraccin monetaria van de la mano: tiempo es dinero. Ese tiempo sin cualidades es un dios cronometrador, ese tiempo sin memoria ni msica, ese tiempo desesperadamente vaco, es tambin el de la acumulacin del capital: el progreso segn la burguesa. Marx es un pionero en la crtica de la razn burguesa de la historia, que ser desarrollada tambin, a su manera, por los romnticos. De all la importancia de algunos grandes pasadores entre la crtica romntica y la crtica revolucionaria: Blanqui, Peguy, Sorel. Pero es sobre todo a Benjamin a quien debemos un materialismo histrico que al fin habr abolido la idea de progreso, en beneficio de las interrupciones y de los pasajes.

En el corazn de esos debates se encuentra la cuestin del mtodo: Marx crtico de la positividad cientfica. En la ltima seccin del libro, Daniel Bensad nos muestra, en la obra de Marx, el dilema no superado, pero fecundo, entre la ciencia inglesa y la ciencia alemana, entre positivismo empirista y/o racionalista y concepcin dialctica del conocimiento. Fascinado por el xito de las ciencias naturales, Marx fue con frecuencia atrapado por su modelo, pero la tendencia principal que inspira su crtica de la economa poltica es claramente aquella de un otro saber que asocia teora y crtica, y que resuelve la antinomia de la necesidad y de la libertad en lo aleatorio de la lucha.

Marx es, pues, el heredero de la ciencia alemana de Hegel y de Goethe, rico en profundidad filosfica y en creatividad metafrica, que encuentra su origen en la desconfianza romntica frente a la emergencia de la razn instrumental, y de la creciente del agua tibia de un racionalismo gastado y sin vida (Hegel).

Pero no se trata slo de Alemania: se asiste en el curso del siglo XIX a una conmocin radical del zcalo epistemolgico. De Newton a Marx (pasando por Carnot y Darwin), escribe Daniel Bensad en una frmula sorprendente, asistimos al paso de los relojes a las nubes, es decir, del determinismo mecnico y lineal a una nueva lgica autnticamente multidimensional y dinmica, de tiempos quebrados y descompasados, de las asimetras y de las probabilidades, de las incertidumbres y de las decisiones. El tiempo histrico recupera sus ritmos y sus nudos, el clinamen atiborrado de novedades, y el kairos colmado de oportunidades estratgicas.

En un captulo curiosamente titulado Los tormentos de la materia, Daniel Bensad nos propone una apasionante discusin de la ecologa como ciencia y como poltica. Reconociendo que sera abusivo exonerar a Marx de las ilusiones prometeicas de su tiempo, que haca de ellas un canto a la industrializacin a ultranza, Daniel Bensad nos propone una perspectiva mucho ms fecunda: instalarse en las contradicciones de Marx y tomarlas en serio. Siendo la primera de las contradicciones, desde luego, aquella entre el credo productivista de ciertos textos y la intuicin de que el progreso puede ser una fuente de destruccin irreversible del ambiente natural, Daniel Bensad aporta una contribucin notable a una futura y necesaria convergencia entre marxismo y ecologa poltica, mostrando que los dos afrontan un enemigo comn: el fetichismo mercantil, el egosmo miope del capital y de la burocracia; los dos plantean la necesidad de reintrincar (para retomar el trmino de Karl Polanyi) la economa en una totalidad de determinaciones ecolgicas y sociales; en fin, los dos exigen la transformacin del modo de produccin mismo y la abolicin de la dictadura de los criterios mercantiles.

Esta convergencia implica que la ecologa renuncia a las tentaciones del naturalismo anti-humanista y abandona su pretensin de reemplazar o absorber la crtica de la economa poltica. Pero implica tambin que el marxismo se deshaga de su productivismo, reemplazando el esquema mecanicista de la oposicin entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de produccin que las traban por la idea, mucho ms fecunda, de una transformacin de las fuerzas potencialmente productivas en fuerzas efectivamente destructivas.

Moraleja de la historia: contrariamente a un rumor malicioso, Marx no fue aplastado por los escombros del muro de Berln. Gracias a espritus insumisos como Daniel Bensad, la aventura contina

Michael Lwy