López y Rivas Antropología Para El Poder o Antropología Para El Pueblo

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¿Antropología para el poder o antropología para el pueblo? Creado en Domingo, 01 Febrero 2015 06:43 Escrito por Gilberto López y Rivas Visto: 162 [1] [2] La generación de la década de los años 60 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia se forma en una perspectiva integral de las ciencias antropológicas, con cursos durante año y medio de un tronco común de materias de las distintas disciplinas: arqueología, antropología física, lingüística, historia, etnología, y la presencia entre el profesorado, de distinguidos exiliados republicanos como Juan Comas, Ángel Palerm, José Luis Lorenzo, o de los distintos exilios latinoamericanos, como Rodolfo Puiggrós (argentino), Enrique Valencia (colombiano), Carlos Navarrete (guatemalteco), Stefano Varese (peruano) e incluso estadounidense, como Mauricio Swadesh.

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posición política ante la ciencia

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Antropologa para el poder o antropologa para el pueblo? Creado en Domingo, 01 Febrero 2015 06:43Escrito por Gilberto Lpez y RivasVisto: 162[1] [2]La generacin de la dcada de los aos 60 en la Escuela Nacional de Antropologa e Historia se forma en una perspectiva integral de las ciencias antropolgicas, con cursos durante ao y medio de un tronco comn de materias de las distintas disciplinas: arqueologa, antropologa fsica, lingstica, historia, etnologa, y la presencia entre el profesorado, de distinguidos exiliados republicanos como Juan Comas, ngel Palerm, Jos Luis Lorenzo, o de los distintos exilios latinoamericanos, como Rodolfo Puiggrs (argentino), Enrique Valencia (colombiano), Carlos Navarrete (guatemalteco), Stefano Varese (peruano) e incluso estadounidense, como Mauricio Swadesh.

La ENAH era un espacio poltico en el que tena lugar una confrontacin directa con el Estado mexicano, no slo por la participacin de muchos de sus estudiantes en los movimientos sociales de la poca que desembocan en el movimiento estudiantil de 1968, hasta su culminacin represiva en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, hace 46 aos, y por la presencia del Partido Comunista Mexicano y otras organizaciones revolucionarias de variada naturaleza, sino tambin por la acalorada reaccin y debate del alumnado frente a lo que considerbamos como las corrientesoficialistasde la antropologa, representadas en muchos casos por algunos de nuestros profesores que trabajaban en las instituciones del Estado.

Foto de archivo El UniversalLa antropologa social y la etnologa mexicanas se desarrollan muy ligadas al estudio de la alteridad.Forjando Patria(1916),obra clave de Manuel Gamio, padre fundador de la antropologa mexicana, se refera al impacto negativo de las pequeas patrias en el proceso de construccin nacional del Mxico postrevolucionario. Se va conformando institucionalmente, sobre todo a partir de la reunin en Ptzcuaro en 1940, la corriente asimilacionista /integracionista del indigenismo. Frente a este indigenismo y la perspectiva de considerar a la antropologa como ciencia del buen gobierno (Gamio), reacciona un sector de estudiantes que proponen una antropologa comprometida o militante, y que paralelamente tambin se deslinda de la llamada antropologa crtica delgrupo de los siete magnficos(Guillermo Bonfil, Arturo Warman, Margarita Nolasco, Rodolfo Stavenhagen, Mercedes Olivera, Enrique Valencia y ngel Palerm)que publica el libroEso que llaman antropologa mexicana.

Rodolfo Stavenhagen. Foto de Benjamn FloresMetodolgicamente, la crtica cuestionaba el estudio de la comunidad como un todo descontextualizado, con una visin monogrfica, esttica, que constitua una tendencia a ser superada por la perspectiva marxista. Tambin se pona en duda la supuesta neutralidad de la ciencia, y se le contrapona con el compromiso social de los antroplogos.La relacin etnia / clase, explorada por Rodolfo Stavenhagen y el concepto de colonialismo interno, de Pablo Gonzlez Casanova, abran perspectivas en estos aos, junto al estudio crtico de la cuestin nacional, dentro del propio campo marxistaPara esta generacin, la antropologa social, en particular, era en buena parte, la ciencia de laotredad y la diferencia; dedicada al anlisis de la diversidad social, tnica, de gnero, grupos de edad; al examen de las relaciones conflictivas o armoniosas entre los heterogneos componentes que conforman las sociedades humanas, las cuales, no obstante esa pluralidad y diversidad, constituyen una sola especie que evoluciona a partir de su determinacin oparticularidad socialy la produccin de cultura, mismas que superan su condicin estrictamente biolgica.

Pablo Gonzlez CasanovaPrecisamente, el distinguido pero olvidado antroplogo estadounidense Leslie White (1900 1975), una singular y solitaria figura que tiene el valor de hacer un viaje a la Unin Sovitica en 1929, en el contexto del adverso medio anticomunista que predominaba en Estados Unidos, distingue al ser humano por su capacidad para crearculturay define este concepto comoel continuo temporal y extra somtico (esto es, no biolgico) de objetos y eventos que dependen de la capacidad humana de simbolizar[3].En el desarrollo evolutivo de los primates, el ser humano aparece cuando se desarrolla la habilidad de dar un significado abstracto a un objeto o suceso. El lenguaje articulado es la ms caracterstica y la ms importante de las formas de simbolizar, nica en esta especie.De esta manera, el ser humano es definido bsicamente en trminos de su expresin simblica y, por consiguiente, por su capacidad concomitante para producir cultura.White argumenta que la cultura, como instrumento extra somtico, no puede ser explicada a travs del factor biolgico, siendo ste irrelevante para los problemas de interpretacin de la diversidad y de la evolucin de la cultura. Propone que la ciencia que estudia el fenmeno cultural sea llamada propiamenteculturologay no antropologa, y que las interpretaciones sobre esta realidad sean culturolgicas y no sicolgicas o biolgicas.

Leslie WhiteEl estigma colonialPor otra parte, nuestra generacin haca hincapi en el hecho de que la antropologa, como disciplina, haba nacido con elpecado originalde una intensa relacin de los antroplogos con la expansin colonial, principalmente de las metrpolis europeas y Estados Unidos, y con los procesos de formacin de Estados nacionales que tienen lugar con el capitalismo, que son igualmente violentos y etnocidas. Recordemos la lapidaria frase de la antroploga Kathleen Gough: La antropologa moderna, como disciplina universitaria, es una hija del imperialismo capitalista occidental..[4]En 1972 se publicara un libro clsico sobre el tema escrito por Gerard Leclercq:Antropologie et colonialisme.[5],en el cual se escudria en torno a lasrelaciones peligrosasde los antroplogos con los afanes colonialistas de sus respectivos pases metropolitanos.Haca finales de la dcada, el 10 de octubre de 1969, el llamado grupo de los viernes, conformado por estudiantes de los aos avanzados de la Licenciatura, present sus comentarios al artculo En torno a la nueva tendencia ideolgica de antroplogos e indigenistas, de Alfonso Villa Rojas, Publicado porAmrica Indgena(XXIX-3, julio de 1969), en una mesa redonda organizada por el Seminario de Estudios Antropolgicos. Este documento, titulado Acerca de la antropologa militante inicia su argumentacin con una declaracin de identidad del propio grupo:Nosotros nos contamos entre los antroplogos de la nueva ola (como usted los califica), que afirman que el antroplogo debe estar comprometido. Y estamos enteramente de acuerdo con la posicin que usted cita, desaprobando, del peruano Stefano Varese, en el sentido de que la responsabilidad del antroplogo se define en relacin a la condicin de la sociedad en que vive y actaLa tarea antropolgica no puede limitarse exclusivamente a la denuncia ex ctedra, sino debe abordar tambin el campo de la accin. El documento del grupo de los viernes va respondiendo a los argumentos de Villa Rojas, quien sostena que la lealtad fundamental del cientfico social ha de estar, por sobre todo, en el sentido de ceirse a sus principios metodolgicos, as como de apegarse a su verdad a pesar de las presiones que encuentre en su caminoLo malo est continua Villa Rojas--, en entremezclar la arenga poltica con los postulados de la ciencia o de confundir los ideales con los medios para obtenerlos. Son dos cosas distintas, y cada quien es libre de escoger la lnea de accin que mejor se ajuste a su voluntad y temperamento. (Alfonso Villa Roras, Ibd.)

Soldados entrevistan a mujer afgana. Foto de Christian ValverdeAnte estos razonamientos, los partidarios de la antropologa militante responden:Esta posicin, presentada por usted como algo claro y evidente por s mismo, como punto de llegada, es apenas para nosotros uno de los puntos de partida. Nosotros nos preguntamos: cmo se producen esos principios metodolgicos y esa verdad? En qu condiciones histricas y sociales? Y luego: cmo se produce esa eleccin, que usted deja al libre albedro, a la vocacin o al temperamento de cada quin? Se produce al azar, son hechos puramente intelectuales, obtenidos por ciencia infusa? O por el contrario, se producen segn ciertas reglas y ciertas restricciones de orden histrico social. Puede separarse la antropologa de la poltica? -, o para ir ms lejos, puede separarse cualquier actividad humana de la poltica?, o por el contrario, Qu no todo obrar es siempre un obrar poltico, como lo ha afirmado Gramsci?La posicin de esa joven generacin de antroplogos se sintetiza en los siguientes prrafos:Para nosotros lo esencial ya no es acumular hechos y ancdotas, ni hacer catlogos de conductas exticas, como lo fue para el liberalismo condescendiente de la mayora de los antroplogos clsicos, para nosotros lo fundamental no es la trasformacin de la mentalidad de los oprimidos, como lo es en la prcticapara el indigenismo, sino la modificacin radical de la situacin que los oprime, lo que exigimos es una manera de pensar y de entender el mundo social en funcin de las necesidades, los intereses y las conductas especficas de los grupos marginados, explotados y colonizados del mundo al revelar nuevas posibilidades para la accin poltica, que ayuden a abolir la estructura clasista de la sociedad, el antroplogo revela nuevas posibilidades de desarrollo y aplicacin de su ciencia.Se podr afirmar que estos debates han sido superados y que la antropologa al servicio del poder es cosa del pasado y que actualmente nuestra disciplina esta liberada dela pesada carga colonial. Adems, se argumentar con cierta razn: Qu responsabilidad tenemos los antroplogos actuales con ese tipo de relaciones peligrosas y complicidades?: Como he estudiado en un libro sobre el uso de la antropologa en la contrainsurgencia, las brigadas de combate de las fuerzas de ocupacin de Estados Unidos en Irak y Afganistn han contado con el auxilio de equipos de antroplogos y cientficos sociales de otras disciplinas que hacen su trabajo de interpretacin de las culturas para los fines de la guerra de contrainsurgencia por el mdico salario de mil dlares diarios, sin el menor rubor o remordimiento. La intelectual orgnica de este esfuerzo mercenario, la doctora Montgomery McFate, incluso se queja amargamente de que mientras sus honorables detractores de la academia estadounidense integrados en la American Anthropologist Association (AAA) se encuentran encerrados en unatorre de marfil,y ms interesados en elaborar resoluciones en su contra, ella encuentra soluciones para que su pas salga triunfante en esas guerras, que evidentemente tienen un claro carcter neocolonial.

Montgomery McFate. Foto de Bruce GildenRecordemos que en 1946, Ruth Benedict (1887 1948), dilecta discpula de Franz Boas (1858 1942), gur de la antropologa estadounidense, public una obra tituladaEl crisantemo y la espada. Patrones de la cultura japonesa,[6]producto de una investigacin realizada durante la segunda guerra mundial, a peticin de la Oficina de Informacin de Guerra, antecedente de la CIA, y ms precisamente de su seccin deEstudios de la moral extranjera, encaminada a la comprensin de la cultura de poblaciones enemigas para un mejor control y sometimiento culturalmente dirigidos.

Despus de realizar investigaciones preliminares sobre Rumana, los Pases Bajos, Alemania y Finlandia, Benedict lleva a cabo su trabajo sobre Japn, con la intencin, segn Margaret Mead (1901 1978), bigrafa de Benedict, y una de las ms traducidas antroplogas estadounidenses, de contribuir al conocimiento de las potencialidades culturales que Japn podra ofrecer como parte de un mundo pacfico y cooperador.[7]Con todo, Benedict expona en su obra objetivos menos idealistas que los sealados por Mead. A partir de su perspectiva mentalista, propia de la escuela de Boas, Benedict sostiene que cada cultura privilegia lo que llama unaconfiguracin cultural o patrones culturales, esto es,la idea o ideas que permean a la cultura en su esencia.Sobre esta base, Benedict establece que el principal problema para Estados Unidos en la guerra contra Japn estaba en la propia naturaleza del enemigo; debamos ante todo,--afirma la antroploga--entender su comportamiento para enfrentarnos a l. Los japonesessegn Benedictexpresan una ambivalencia esencial que se simboliza en la espada y el crisantemo,ya queson a la vez, y en sumo grado, agresivos y apacibles, militaristas y estetas, insolentes y corteses, rgidos y adaptables, leales y traicioneros, valientes y tmidos.De aqu que en su investigacin plantee interrogantes de orden prctico relacionados con el desarrollo de la guerra, como: Qu harn los japoneses? Se debe bombardear el palacio del emperador?;o de naturaleza humanitaria, como: Ser el exterminio de los japoneses la nica alternativa?.[8]. Hiroshima y Nagasaki fue la respuesta del presidente Truman a la pregunta de la discpula preferida de Boas..[9]Colonialismo internoTambin, reiterbamos que Mxico mantiene su estigma colonial, o lo que Pablo Gonzlez Casanova defini con la categora de colonialismo interno, que ya el socilogo C. Wright Mills haba utilizado en 1963[10]. Este colonialismo se expresa en la relacin de dominacin y discriminacin que establecen los grupos de poder dominantes para con los pueblos indgenas.Segn Casanova, las formas del colonialismo interno eran las siguientes:1.- Monopolio de un centro rector sobre el comercio y el crdito indgena, con relaciones de intercambio desfavorables a las comunidades indgenas, que se traducen en una descapitalizacin permanente de stas a los ms bajos niveles, as como el monocultivo, la deformacin y dependencia de la economa indgena.2.- Explotacin conjunta y combinada de la poblacin indgena por las distintas clases sociales de la poblacin ladina, mezcla de feudalismo, capitalismo, esclavismo, trabajo asalariado y forzado, aparcera y peonaje, servicios gratuitos; salarios diferenciales, explotacin conjunta de los artesanos, discriminaciones sociales, lingsticas, por las prendas de vestir, jurdicas, sindicales, etctera.3.- Diferencias culturales y niveles de vida, economa de subsistencia predominante, tierras de acentuada pobreza agrcola o impropias para la agricultura, alta mortalidad general e infantil, analfabetismo, raquitismo, manipulacin poltica. Este marginalismo social y cultural tiene relaciones obvias con el marginalismo poltico, el cual es medido por dos indicadores: la informacin y la votacin.A partir de su propuesta de colonialismo interno, Gonzlez Casanova llega a una conclusin sobre la antropologa mexicana muy coincidente a la de los estudiantes de la ENAH de los aos sesenta:Desgraciadamente, hasta hoy, la antropologa mexicana, que por muchos conceptos nos ha permitido conocer la realidad de nuestro pas y que ha tenido un sentido humanista del problema indgena, nunca tuvo un sentido anticolonialista, ni en las pocas ms revolucionarias del pas. Influida por la metodologa de una ciencia que precisamente surgi de los pases metropolitanos para el estudio y el control de los habitantes de sus colonias, no pudo proponerse como tema central el estudio del problema indgena como un problema colonial y como un problema inminentemente poltico.En este sentido, ya desde los aos treinta del siglo pasado, numerosos antroplogos en Mxico trabajaron en la creacin y el fortalecimiento de los mecanismos constitutivos de una poltica de Estado, el indigenismo, para enfrentar la diversidad tnico-lingstico-cultural de nuestra nacin; esto es, laotredad. De hecho, como ya mencionamos, Manuel Gamio (1983 -1960), mantena una perspectiva del indigenismo basada precisamente en la accin del Estado, al cual calificaba como el rbitro juicioso de la sociedad y, en consecuencia, consideraba al antroplogo como un agente estatal[11]. A Gamio le siguieron Alfonso Caso (1896 1970), Alfonso Villa Rojas (1897 1998), Gonzalo Aguirre Beltrn (1908 1996), entre otros, en el desarrollo de lo que Caso consideraba como una aculturacin planificada y voluntaria de los indgenas, con la ayuda de un antroplogo social que se encargue de dirigirla.[12]-Como reaccin a esta corriente hegemnica de la antropologa mexicana, desde la dcada de los sesenta y como expresin de una ruptura generacional, se ha sostenido que el indigenismo, ya sea en sus vertientes integracionistas que pretendan asimilar a las distintas etnias a la nacionalidad dominante, o en sus variedades ms sofisticadas de participacin, o transferencia de funciones y recursos a los pueblos indgenas desde los aparatos de Estado, o en su reconversin nativista con indgenas por profesin o caciques ilustrados como directores de burocracias indigenistas, o comisiones presidenciales, siempre ser una poltica contrapuesta a los intereses de los pueblos y las comunidades indgenas.

EZLN y adherentes al CNI firman la Declaracin sobre el Despojo contra Nuestros Pueblo. Foto de SipazPrecisamente, una de las conquistas del movimiento indgena encabezado por el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indgena (CNI) ha sido identificar en el debate nacional la naturaleza paternalista, autoritaria y enajenante del indigenismo del Estado mexicano.Antagnico a los autogobiernos de pueblos y comunidades, el indigenismo se desarrolla a partir de contradictorias y complementarias perspectivas desde los aparatos estatales y mediado por grupos dominantes nacionales y regionales que de acuerdo a necesidades y coyunturas econmicas y polticas-- afirman un integracionismo asimilacionista de las entidades tnicas diferenciadas a la nacionalidad mayoritaria mexicana, o establecen un diferencialismo segregacionista que las mantiene en sus regiones de refugio, segn trmino de Aguirre Beltrn, siendo ambas polticas, en esencia, negadoras de las culturas indgenas y condicionantes del clientelismo y el corporativismo impuestos durante el rgimen prista y continuados por el panismo de los gobiernos de Fox y Caldern.Desde sus inicios, el indigenismo asumi un relativismo cultural restrictivo como uno de sus componentes, de tal manera que se consider que en las culturas indgenas haba aspectos que merecan ser conservados, y que merecan respeto y proteccin por parte de los Estados, y otros negativos, que deban ser eliminados por no ser compatibles, ya sea con la modernidad o con los sistemas jurdicos vigentes.De esta manera, la burocracia indigenista se converta en seleccionadora del destino que tendran los procesos de incorporacin del indgena a la sociedad nacional, sin tomar en cuenta los derechos de estos grupos a decidir su propio rumbo. El indigenismo se caracteriz desde entonces por el uso de una retrica de respeto a las lenguas y costumbres indgenas, con una prctica simultnea de destruccin de las estructuras tnicas de los pueblos indios. Baste mencionar que casi el 90% de las resoluciones de los Congresos Interamericanos supuestamente en favor de los pueblos no se han cumplido desde la fundacin del Instituto Indigenista Interamericano, para darnos cuenta del contraste entre la teora y la prctica del indigenismo.Uno de los argumentos ms caractersticos del indigenismo como poltica de Estado es precisamente conceptualizar lo tnico como parte del atraso, por lo que al eliminarlo, de hecho segn este punto de vista se logra la incorporacin del indio a la sociedad nacional y su arribo a la modernidad.El fundamento de esta posicin es una especie de evolucionismo unilineal, a partir del cual lo tnico es la contrapartida del desarrollo histrico, el fardo cultural que impide que los indios pasen de una situacin de casta con respecto a la sociedad mayor, o con respecto a las sociedades complejas o nacionales, a una situacin de clase. Esta ltima idea fue expresada por un antroplogo mexicano, Gonzalo Aguirre Beltrn, quien fue una personalidad fundamental en la elaboracin terica del indigenismo, y para quien la plena integracin de los indgenas al capitalismo constitua la completa realizacin socio-histrica de sus estructuras tnicas y, en consecuencia, toda accin indigenista se justificaba en aras de alcanzar esa meta.De esta manera, la poltica de los Estados para con las etnias o pueblos indios de Amrica Latina se ha fundamentado en el integracionismo. Sin embargo, sta no ha sido la nica corriente indigenista. El Etnopopulismo tomo su lugar a partir del desgaste del indigenismo integracionista y la necesidad de los Estados por contrarrestar la fuerza del movimiento indgena independiente en favor de sus derechos y reivindicaciones.Esta perspectiva expresa, en sus inicios, las posiciones de los intelectuales de la pequea burguesa indgena y mestiza de contraponerse al integracionismo a partir de una crtica que nunca pudo superar su confianza en el Estado como el eje de las transformaciones, y su incapacidad para recurrir al marco clasista en el anlisis de las relaciones entre los pueblos indios y las sociedades nacionales. Esta inconsistencia metodolgica y poltica en la crtica llev a muchos de sus principales idelogos a procesos de cooptacin por parte del Estado que, de esa manera, los incorpora a dirigir los aparatos indigenistas, o a servir como asesores para la elaboracin de las nuevas polticas de participacin o etnodesarrollo.El Etnopopulismo parte de una concepcin de apoyo radical a los grupos tnicos y se representa as mismo como el autntico vocero de sus intereses. Otorga un valor absoluto a lo tnico como una esencia supra histrica anterior a las clases y a las naciones y, por tanto, sobreviviente a las mismas en el futuro. El Etnopopulismo recurre con frecuencia a la idealizacin de la comunidad tnica, como viviendo en armona con la naturaleza y en el interior de sus propias estructuras, en las cuales la solidaridad y la ayuda mutua imperan. Esto ha sido muy impactante para algunos sectores intelectuales que a partir del etnicismo crearon hace unos aos movimientos nativistas, que se planteaban la restauracin de los preceptos y las creencias que se supone corresponden a la poca prehispnica, introduciendo cultos, rituales, indumentarias, cantos y formas de organizacin muy en boga entre una clase media en busca de soluciones individuales a problemticas existenciales.Curiosamente este tipo de movimiento promovi, en el terreno de lo poltico, las posiciones de no participar en organismos de oposicin al gobierno e, incluso, fue muy hbil para obtener ayuda estatal para muchos de sus proyectos.Partiendo de la independencia de las luchas indgenas con respecto a movimientos oposicionistas de los pueblos mestizos o ladinos, el Etnopopulismo plantea que la problemtica de los indios no se resolver a partir de proyectos nacionales contra hegemnicos, sino al margen de los mismos, con el evidente propsito de dividir a los explotados en su conjunto, aislar al movimiento indgena de las luchas populares e introducir la idea del exclusivismo tnico, el dualismo y la pasividad polticas.Paradjicamente, estas posiciones otorgan una gran importancia al papel que el Estado puede jugar en favor del proyecto etnicista, ya que nunca llega a plantearse la naturaleza anti indgena del mismo; por el contrario, se considera necesario actuar desde el Estado para lograr las modificaciones y los cambios pertinentes en favor de los pueblos indgenas, justificando de esa manera la presencia de connotados etnicistas en el gobierno como fue el caso paradigmtico del antroplogo Arturo Warman.Paralela a la accin indigenista en sus diferentes modalidades, los Estados latinoamericanos han hecho uso del genocidio contra los pueblos indgenas, cuando ha sido necesario para conservar su poder, no hay que olvidar que en Guatemala se sigui una poltica de tierra arrasada que incluy una represin permanente por ms de treinta aos, la creacin de grupos paramilitares entre los propios indgenas para controlar desde adentro a los pueblos, los polos de desarrollo o aldeas estratgicas, los bombardeos con napalm y otras bombas incendiarias y desfoliadoras. Estas polticas de exterminio se siguieron tambin en el Per, con el pretexto de la lucha contra Sendero Luminoso, y en algunos lugares de la selva amaznica del Brasil, en los que se pretende expulsar a las poblaciones indgenas con objeto de apoderarse de sus tierras y recursos naturales.Los complejos tnicosNo ha sido el indigenismo el nico tema de debate en la antropologa mexicana. Tambin se ha discutido sobre la naturaleza de los propios complejos tnicos, sosteniendo que stos constituyen entidades sometidas al proceso histrico y cuyas bases socioculturales, condiciones de reproduccin y formas de vinculacin poltica, continuamente se modifican; de aqu la posibilidad de los pueblos indios de transformarse sin renunciar a su identidad contrastante. Es ms, en la mayora de los casos, las etnias no son producto de una continuidad milenaria, si no de las mltiples adaptaciones y refuncionalizaciones a la cambiante realidad colonial y nacional.En esta direccin, el Etnomarxismo sostiene que por ser entidades histricas, los sistemas tnicos son al mismo tiempo fenmenos siempre contemporneos; an el pasado hay que verlo en funcin del presente y el futuro. Las etnias existen firmemente relacionadas con la estructura socioeconmica y poltica en que se insertan. De aqu que las entidades tnicas no sean armnicas o equilibradas, o esencias que transitan por los procesos histricos inclumes, sino que se encuentran incididas por su integracin en la matriz clasista, no son independientes de la misma. Por ello, la necesidad metodolgica de ver a las etnias en sus contextos histricos y en sus contradicciones.Fue en esta direccin que se da la confrontacin con las corrientes etnicistas oetnopopulistas, segn un trmino introducido por Javier Guerrero, y, en particular con Guillermo Bonfil (1935 1991) y su Mxico profundo, ya que para el Etnomarxismo, los indgenas no enfrentan un mundo genrico occidental o al imaginario de Anderson, sino a clases sociales especficas y sus representantes en el aparato de Estado. A partir de la matriz clasista, el problema indgena constituye un fenmeno sociopoltico que no puede reducirse a lo cultural. Por su carcter sociopoltico, las etnias subordinadas se vinculan con otros sectores explotados de la sociedad, aunque sus reivindicaciones polticas conserven su especificidad.As, la cuestin tnica deviene en parte constitutiva de lacuestin nacionaly, en consecuencia, las etnias o pueblos indgenas resisten a unsistema hegemnicoque debe ser confrontado con unproyecto contra hegemnico alternativo. La solucin de la problemtica tnica requiere de la accin de los indgenas como sujetos histricos. El EZLN, con su proyecto de autonomas que se consolida con las Juntas de Buen Gobierno, cierra el ciclo de la dependencia y el paternalismo y, con ello, cancela toda relacin de clientelismo y corporativismo que practic el Estado mexicano, con la debida asesora antropolgica.Es la rebelin zapatista la que empieza a desestructurar estas ideologas y perspectivas tericas, que sitan a los pueblos indios fuera del acontecer histrico, como rmoras del pasado que niegan su potencial poltico en procesos democratizadores y de transformacin social, todava ancladas en prcticas sociales discriminatorias y con formas discursivas estigmatizantes.Rodolfo Stavenhagen establece un paralelo entre las perspectivas neoliberales y las del marxismo ortodoxo sobre la cuestin indgena en Amrica Latina, que a pesar de originarse en distintas tradiciones intelectuales y en diferentes anlisis e interpretaciones de la dinmica social y econmica, en ambos casos, los pueblos indios son observados como obstculos para el desarrollo y destinados a desaparecer por la va de la aculturacin o la modernizacin, y aadiramos, tambin por el obrerismo intrnseco en la tesis de la revolucin vanguardizada por el proletariado.Liberales, conservadores, e incluso una buena parte de las izquierdas, consideraron a los pueblos indios fuera de sus proyectos nacionales, o de liberacin social; como obstculos o lastres para el desarrollo, o la revolucin; como expresin de un atraso a superar en la lnea evolutiva en cuya cspide se encontraban Estados Unidos, Europa, o los modelos de socialismo que unos y otros tenan en mente.[13]Esto ltimo represent, para quienes nos consideramos marxistas, hacer una profunda critica a su marco conceptual para colorear la matriz clasista con base en los factores referidos a la cuestin tnica y sealar la especificidad indgena.Los reduccionismos Aqu, cabe destacar sinttica y esquemticamente las crticas a los considerados reduccionismos o limitaciones en la investigacin y en la prctica de la antropologa: el monogrfico, el burocrtico-administrativo, el economicista, entre otros.Metodolgicamente, el reduccionismo monogrfico parte de una concepcin esttico-funcionalista que observa la realidad social como un agregado de elementos cuya suma constituye el todo social. Se trata de estudios meramente descriptivos de una comunidad o grupo determinado, observndolos como una sociedad en s misma y describiendo cada una de las partes a travs de monografas en las que se privilegia el dato etnogrfico. Se parte de la premisa terica de no tener premisas tericas, esto es, el empirismo meticuloso que registra toda informacin sin conexin alguna entre s. En la ENAH de los sesentas se hizo clebre esta concepcin con la frase de que al campo haba que salir con la mente en blanco.De este empirismo, que rechaza la engorrosa necesidad de explicar eventos y procesos sociales, se deriva el reduccionismo burocrtico-administrativo que sustenta los trabajos de antropologa aplicada, en los que la preocupacin central es alcanzar la meta de Manuel Gamio para la antropologa, en el sentido de facilitar un desarrollo evolutivo normal, sin preguntarse sobre la naturaleza del trabajo a realizar, su impacto en los sujetos sociales y el entorno ecolgico y, sobre todo, las caractersticas del Estado que lo propicia: por ejemplo, antroplogos trabajado en desalojos de comunidades indgenas para la construccin de presas, o en proyectos de castellanizacin, al servicio de corporaciones mineras, elicas y otras empresas extractivistas, as como en toda la gama de los programas indigenistas, asesoras a empresas, etctera, por no hablar de lo que podra ser considerado elextractivismo acadmico.Tambin se ubica elreduccionismo etnicista o culturalistaya mencionado: explicacin o nfasis en factores tnicos sin ninguna relacin con la matriz clasista; o como una realidad squica, subjetiva o imaginaria que se volatiza en el mbito simblico; este tambin puede llamarsereduccionismo esencialista.Eleconomicismo o clasismoes la contraparte del etnicismo: invoca al marxismo como su marco de referencia, pero a partir de un nfasis desmedido a fenmenos como la proletarizacin y la tendencia a los procesos de integracin capitalista. Se subestima la capacidad de los sujetos o actores para resistir los procesos considerados como inmanentes y determinantes. Los riegos metodolgicos de este reduccionismo en el anlisis de la cuestin tnico-nacional, por ejemplo, es observar a clases despojadas de sus atributos tnicos, de gnero, edad, grupos nacionales. Tambin, en la conceptualizacin de la nacin como un fenmeno de formacin de un mercado o un mero producto de la burguesa.En otras palabras, la abigarrada y multifactica realidad socio tnica y cultural de la nacin fue observada a travs del lente uniformador de las clases sociales, e, incluso, desde una perspectiva eurocntrica. Esto trajo como consecuencia el relego poltico y terico de grupos diferenciados en el interior de la nacin, comolas etnias o los pueblos, y la idea de un trnsito inevitable a la uniformidad, a la proletarizacin y al fin de los fenmenos tnicos y nacionales.Los etnomarxistas han criticado a los partidos de la izquierda tradicional por cargar con el pecado original de las perspectivas eurocntricas de sus creadores, quienes preocupados por la revolucin mundial consideraronpueblos sin historiaa todos aquellos que se alejaban del impetuoso desarrollo capitalista. Recordemos sus calificativos a los mexicanos de perezosos y los ltimos de los hombres, al justificar la guerra de agresin y conquista de Estados Unidos contra Mxico en 1846-1848; de acuerdo a esta interpretacin, los mexicanos seran redimidos de su atraso secular, y los territorios arrebatados pasaran, a juicio de Engels, de la penumbra de lo irracional a la luz del devenir histrico.[14]Ms tarde, durante el siglo XX, Leopoldo Mrmora seal la carga de esta herencia en los movimientos socialistas que consideraron a la burguesa liberal y al proletariado moderno como los nicos sujetos sociales posibles y necesarios de todo cambio real.[15]El Instituto Lingstico de VeranoImportante en el desarrollo de una corriente crtica en la antropologa mexicana fue la investigacin accin en torno al Instituto Lingstico de Verano (ILV), que llev a cabo El Colegio de Etnlogos y Antroplogos Sociales de Mxico a fines de los setenta. Constituy una investigacin colectiva sobre un problema sensible en la vida de muchos pueblos indgenas, que enfrent las complicidades del gobierno mexicano con el ILV y la velada posicin de sectores dentro del propio Colegio. El ILV fue estudiado tanto en sus postulados ideolgicos como en sus acciones concretas, publicndose un libro:El ILV en Mxico o la Declaracin Maritegui,y logrndose, a partir de una movilizacin de ms de dos aos, la cancelacin del convenio entre el ILV y el gobierno mexicano en 1978.Las cartillas de alfabetizacin de la Biblia del ILV introducan el individualismo, rompan todo sentimiento de lazos comunales o colectivos. El ILV trabajaba a partir de una organizacin dividida en tres secciones: una religiosa encargada de darle ese contenido a las campaas de penetracin entre las poblaciones indgenas, as como de conseguir los fondos necesarios entre compaas petroleras, iglesias fundamentalistas y otros organismos de carcter gubernamental; una de lingistas que tena en sus manos el aspecto tcnico de la conversin religiosa en la lengua nativa, quienes a su vez eran, en realidad, misioneros preparados para vivir dentro de las comunidades, aunque con una conveniente modernizacin de su hbitat; y una tercera seccin de aviadores y tcnicos de radio que constituan el aparato logstico de comunicacin y transporte para la labor religiosa, integrado en parte por ex militares.La verdadera labor del ILV se inscriba en una gran variedad de trabajos de espionaje, contraespionaje, contraguerrilla, control y manipulacin ideolgica de poblaciones, todo ello en favor de los intereses del gobierno y las transnacionales estadounidenses. Los sacrificados e inocentes misioneros documentaban las formas locales para sobrevivir en la selva, la etnobotnica, los cruces de ros en pocas de crecida, las ramificaciones o redes de comunicacin entre las comunidades, el liderazgo, los recursos naturales, particularmente de los estratgicos (tenemos, por ejemplo, el traslape casi exacto de los mapas de las zonas petroleras de Colombia y Ecuador, coincidiendo con los asentamientos ocupados por la accin misionera del ILV).Planteaban abiertamente su lucha contra el comunismo, o contra la oposicin al gobierno, apoyaban la accin de los gobiernos locales, aun cuando stos actuaran sobre la base de la represin, estimulaban una conciencia pragmtica, puritana, de arribismo individual, de ruptura de la familia extensa, proyectando la imagen de un modelo o ideal de sociedad que se concretaba en Estados Unidos.Se practicaba una poltica de asistencialismo para los conversos, con las sobras de la sociedad de consumo, y la conveniente promocin de los ms fanticos y representativos de los reclutas entre las etnias de Amrica Latina.Actualmente, el ILV es uno de los centenares de organismos religiosos, cientficos, asistencialistas o de ayuda humanitaria que actan en las etnorregiones de Amrica Latina en forma abierta o encubierta, algunos de los cuales expresan el carcter neocolonial de la poltica de Estados Unidos en Amrica Latina. Esta penetracin neocolonial es apoyada por los gobiernos de los pases respectivos ya que tambin aqu se expresan las alianzas estratgicas que las clases dominantes mantienen con su contraparte en Estados Unidos.CLALIEn los inicios de los ochenta, a partir de un seminario sobre la cuestin nacional que se organiz en la Escuela Nacional de Antropologa e Historia (ENAH), surge el Consejo Latinoamericano de Apoyo a las Luchas Indgenas (CLALI), que se funda con base en un documento suscrito por ms de un centenar de antroplogos y algunos dirigentes indgenas, como Rigoberta Mench. Este documento, publicado en varios pases de Amrica Latina, como La cuestin tnico -nacional en Amrica Latina, expresa la oficializacin de la ruptura que se vena dando en el seno de la disciplina antropolgica mexicana con el indigenismo como poltica de Estado. Asimismo, esta Declaracin asentaba un compromiso de acompaamiento de los antroplogos a las luchas de los pueblos indgenas en el marco de los procesos de democratizacin general de las naciones latinoamericanas. La importancia de este documento es que constituy una plataforma terica debatida y asumida por antroplogos de muy diversas procedencias polticas e institucionales, que decidieron tambin el acompaamiento de las luchas de los pueblos como posicionamiento de una antropologa comprometida.Nunca hubieran imaginado los creadores de la poltica indigenista que el problema indgena se transformara en un problema nacional a finales del siglo, a travs de una rebelin armada de los pueblos y comunidades de Chiapas. Desde los aos treinta, cuando se defini la poltica de la revolucin mexicana para con los indios y se establecieron las bases de lo que sera el indigenismo de Estado, la naturaleza pluritnica de la nacin y los derechos de los pueblos no haban sido preocupacin de pensadores y polticos. En el mejor de los casos, los indgenas aparecan recurrentemente como sujetos-vctimas, objetos de explotacin y de polticas paternalistas. An en el marco de los anlisis marxistas, los indgenas y los campesinos no fueron percibidos como sujetos de liberacin. Criticando la perspectiva de los pensadores socialistas, de los aos veinte sobre la revolucin mexicana, Leopoldo Mrmora identifica el etnocentrismo en su esquema de clases, en el que los nicos sujetos sociales posibles y necesarios de todo cambio real de la situacin interna, eran la burguesa liberal y el proletariado moderno, mientras los indgenas y campesinos, la sustancia misma de la nacin mexicana, quedaban fuera de sus utopas.Etnomarxismo en NicaraguaEn Nicaragua se prob la validez y pertinencia de las tesis del Etnomarxismo en un contexto de revolucin social, en el que destaca la accin creadora de los propios pueblos de esta pequea nacin centroamericana que a travs de la autonoma logran:a) el reconocimiento de la pluralidad de los orgenes tnicos, lingsticos, culturales y regionales en la composicin nacional del Estado, reconocida en la Constitucin de 1987.b) la solucin pacfica de un conflicto armado que la revolucin sandinista provoc, de cierta manera, por sus graves errores en el manejo de la problemtica tnica en la Costa Atlntica, mismos que ocasionaron un desencuentro inicial del gobierno revolucionario con sus habitantes;c) los primeros pasos de una reconciliacin nacional que fortalece las lealtades e identidades tnicas y las nacionales, que van complementndose mutuamente en el desarrollo del proceso autonmico[16];d) el establecimiento de una base territorial y un rgimen poltico definidos en la Constitucin y las leyes secundarias que constituyen los fundamentos mismos de la autonoma.La revolucin se enfrenta a tareas que no fueron cumplidas por la burguesa: un territorio fragmentado por economas de enclave, la inexistencia de un mercado nacional unificado, la soberana nacional constantemente pisoteada no slo por tropas estadounidenses sino tambin por compaas extranjeras. El Estado nicaragense prerrevolucionario prcticamente no exista en la Costa Atlntica. Profundas diferencias polticas y culturales, as como econmicas marcan las dos costas.En la base de estas limitaciones y errores encontramos un desconocimiento del proceso de formacin de los diferentes grupos socio tnicos; la ausencia de un programa sobre la cuestin tnico-nacional; resabios etnocntricos entre los cuadros revolucionarios; los condicionamientos de la estructura poltico-administrativa, etctera.La revolucin, no obstante, a pesar de sus limitaciones y deficiencias: facilit la formulacin de las reivindicaciones histricas de los grupos tnico-nacionales del pas asentados principalmente en la Costa Atlntica, as como un nuevo campo de contradicciones.Los grupos tnico-nacionales que la Revolucin encontr en 1979 profundizaron su conciencia tnico- nacional y desarrollaron reivindicaciones propias A la vez, que tiene lugar la exacerbacin de la lucha de clases en el pas -sintetizada en la contradiccin fundamental nacin/imperialismo- que promovi y aceler dicho proceso.Este importantsimo cambio es particularmente marcado entre los misquitos del litoral atlntico Norte, cuya vocacin nacionalitaria tuvo importantes avances. Similar proceso han observado los criollos en el litoral sur. En cambio, los sumos, ramas y garfunas constituyen esencialmente grupos tnicos. En el inicio de la revolucin, la no cabal comprensin de las particularidades de ese sujeto social diferenciado llev a la comisin de serios errores y abusos que contrapusieron a esos grupos al nuevo Estado en formacin.No se entendi la necesaria correspondencia entre las aspiraciones legtimas de los grupos tnicos y tnico-nacionales y la RPS, reduciendo la compleja estructura econmico-social al enfoque clasista y economicista. Tal situacin fue aprovechada por Estados Unidos para impulsar su propio proyecto contrarrevolucionario. La revolucin no entendi la enorme importancia de MISURASATA en tanto que fuerza social capaz de sustentar un proyecto poltico que abriera cauce a la vocacin nacionalitaria de los grupos representados, y en especial de los misquitos. MISURASATA responda a necesidades reales de organizacin de los grupos tnicos y tnico nacionales de la Costa Atlntica de Nicaragua, misquitos, sumos y ramas y efectivamente expresaba aspiraciones legtimas. Pero tambin expresaba concepciones y demandas etnicistas, sintetizadas en la reivindicacin de los llamados derechos aboriginales, las cuales fueron motivo de disensin frente al proyecto nacional de la RPS.Un factor fundamental para explicar esta realidad lo constituye la poltica de Estados Unidos tendente a exacerbar las contradicciones tnicas de la sociedad nicaragense. El objetivo estratgico de Estados Unidos lo constituye el debilitamiento de la revolucin en su conjunto, como parte de sus maniobras para recuperar la hegemona perdida con el derrocamiento del somocismo. Para ello, el imperialismo norteamericano fomenta y manipula las tendencias etnicistas del pueblo misquito a travs de la idea del cuarto mundo, una variedad del etnicismo. En 1984 tiene lugar el viraje tctico y estratgico del FSLN y el gobierno, dando lugar a un segundo proyecto de autonoma como pacificacin.ConclusinComo hemos observado a lo largo de este trabajo, la antropologa, como toda ciencia social, puede convertirse en un instrumento de dominacin al servicio del Estado y las corporaciones, siguiendola lgica del poder;o, desde la perspectiva opuesta dela lgica de la resistencia,como un instrumento liberador de las clases subalternas.[17]Partimos de la idea que el antroplogo, el cientfico social son --antes que nada-- intelectuales, definido este trmino en su sentido mnimo como unindividuo con capacidad crtica o de antagonismo en relacin a cualquier tipo de poder. Lo que distingue a los intelectualeses su comportamiento radical y anticonformista.[18].Marx tena como lema: duda de todo.Norberto Bobbio tambin considera que la crtica es uno de los atributos definitorios del intelectual[19]; mientras que Gramsci distingue, como es sabido, entre el intelectual del poder, el intelectual tradicional, y el intelectual orgnico que se desempea en funcin de los intereses de los grupos subalternos y el cambio social: el dilema o disyuntiva se expresa entre:ex partepopulioex parteprincipi[20].Samir Amin lo plantea de esta manera:Tenemos a las personas que sostienen que nuestra sociedad necesita imperiosamente un pensamiento crtico que proporcione la comprensin de los mecanismos de cambio, un pensamiento capaz a su vez de influir en ese cambio en una direccin que libere a la sociedad de la alienacin capitalista y de sus trgicas consecuencias. En la medida en que tal cosa compete a la inmensa mayora de la humanidad (los pueblos de Asa, frica y Amrica Latina), esta necesidad resulta vital, puesto que esos pueblos experimentan en el presente el capitalismo como una forma pura y simple de depredacin. Por consiguiente, propongo distinguir entre aquellos que denomino operadores mentales, que sirven al aparato ideolgico establecido, y los que pueden considerarse genuinamente parte de la intelectualidad[21]

Ay nanita!Tambin, Esteban Krotz llama a recuperar la dimensin tica desde y para la antropologa[22], criticando lafascinacin con que ciertos enfoques llamados postmodernos celebran la diferencia exactamente donde se incrementan da a da la desigualdad y la exclusin y se pregunta--Podemos simplemente registrar esta situacin y construir conocimientos cientficos, instituciones acadmicas y carreras profesionales sobre ella sin dejarnos interpelar por ella, sin intervenir en ella?[23]

Antonio Gramsci

[1]Ponencia para el Departamento de Antropologa de la Universidad de Sevilla, 4 de octubre de 2014.[2]Doctor en antropologa por la Universidad de Utah, USA, Profesor investigador del INAH en Morelos.[3]Ver: Leslie A, White.The Science of Culture. A Study of Man and Civilization. Toronto: Farrar, Straus and Giroux, 1971.[4]Kathleen Gough: World revolution and the science of man,The Dissenting Academy, ob. cit.,[5]Gerard Leclercq:Antropologie et colonialisme,Librairie Artheme Fayard, Pars, 1972.[6]Editorial: Alianza Editorial, S.A.,2003[7]Ver: Margaret Mead.Ruth Benedict.Columbia University Press. Tambin: An Anthropologist at Work, Writings ofRuth Benedict. editado porMargaret Mead, Houghton Mifflin Co., Boston 1955,[8]Ruth Benedict. Ob. cit., p. 15.[9]Ver: Gilberto Lpez y Rivas.Antropologa, minoras tnicas y cuestin nacional. Mxico: Aguirre y Beltrn-Cuicuilco-ENAH, 1988.[10]Pablo Gonzlez Casanova: Sociedad plural, colonialismo interno y desarrollo,Amrica Latina. Revista del Centro Latinoamericano de Investigaciones en Ciencias Sociales, (Mxico). Ao VI, no. 3, julio-septiembre, 1963. Del mismo autor:La Democracia en Mxico,Editorial ERA, Mxico, 1965; ySociologa de la explotacin,Siglo XXI, Mxico, 1987. Gonzlez Casanova es quien seala que el primero en usar esta expresin fue C. Wright Mills.[11]Ver: Gilberto Lpez y Rivas. Relaciones peligrosas: los antroplogos y el Estado, enConvenio.Centro de Investigacin y Documentacin de Ciencias Sociales para Amrica Latina y el Caribe, Zurich, s/f., pp. 45-49[12]Alfonso Caso.Indigenismo.Mxico: INI, 1958, p. 36.[13]Ver: Gilberto Lpez y Rivas.Antropologa, Etnomarxismo y compromiso social de los antroplogos(Ocean Sur, 2010).[14]Ver. Salomn Bloom.El mundo de las naciones.Buenos Aires: Siglo XXI, 1975. Tambin: Gilberto Lpez y Rivas.La Guerradel 47 y la resistencia popular a la ocupacin.Mxico: Editorial Nuestro Tiempo, 1979. La 4 edicin, de Ocean Sur, es de 2009.[15]Leopoldo Mrmora,El concepto Socialista de nacin. Mxico: Siglo XXI, Coleccin Pasado y Presente, No. 96, 1982, p. 255. Estas posiciones se manifiestan actualmente: el siguiente texto es parte de una declaracin emitida el 14 de julio de 2006En todas estas acciones la clase obrera recupera su espacio de fuerza fundamental del proceso revolucionario, el campesinado, los pueblos indgenas y negros y la juventud se destacan por su combatividad y participacin masiva en la lucha, negando en los hechos el discurso que pretendi prosternar (Sic) la accin de la clase obrera al surgimiento de "nuevos actores sociales". El proletariado, histrica y estratgicamente, nunca perdi su papel de fuerza fundamental del proceso revolucionario.Declaracin del X Seminario Internacional Problemas de la revolucin en Amrica Latina.Quito. 14 de julio de 2006 (negrillas nuestras). Igualmente, en laResolucinde solidaridad con los pueblos de Amrica Latina y del Caribe, elaborada en el10 Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, se menciona slo una vez a los indgenas, subsumidos en diversos sectores de trabajadores:Se ampla y fortalece la organizacin de diversos sectores de trabajadores, jvenes, estudiantes, campesinos, indgenas, mujeres, entre otrosDocumento citado, 2 de diciembre de 2008.[16] Ver Manuel Ortega Hegg. Informe politolgico sobre la Autonomia en Nicargua. Autonoma multicultural: condicin indispensable para el desarrollo sustentable., www.latautonomy.org.[17]Ver nuestros documentos y resultados en: http://www.latautonmy.org[18]Laura Baca Olamendi.Lxico de la Poltica. Mxico: FLACSO-Fondo de Cultura Econmica, 2000.[19]Norberto Bobbio y Nicola Mateucci.Diccionario de Poltica.Mxico: Siglo XXI, 1986.[20]Antonio Gramsci.Cuadernos de la crcel.Notas sobre Maquiavelo, sobre poltica y sobre el estado moderno.Mxico: Editorial Juan Pablos, 1986.[21]Samir Amin.El capitalismo en la era de la globalizacin. Barcelona, Buenos Aires, Mxico: Paidos, 1999.[22]Siguiendo el itinerario intelectual del historiador francs Marc Bloch, quien muere asesinado por los nazis en 1944 a causa de su activa y conciente militancia en la Resistencia Antifascista, Carlos Antonio Aguirre Rojas seala: Si el intelectual no asume su compromiso social con el propio presente y con la sociedad en los que vive, se hace igualmente responsable, por omisin, del destino y los rumbos que tome esa sociedad en el momento de ir al encuentro de su particular futuro. El itinerario intelectual de Marc Bloch y el compromiso con su propio presente, enContribuciones desde Coatepec, enero-junio, nmero 2, p. 92. Universidad Autnoma del Estado de Mxico.[23]Esteban Krotz. Cuatro cuestiones cruciales para el desarrollo de nuestras antropologas, en ngela Giglia et. al. (compiladores)Adonde va la antropologa?Mxico: UAM- Juan Pablos, 2007. P. 169.EZLN y adherentes al CNI firman la Declaracin sobre el Despojo contra Nuestros Pueblo. Foto de Sipaz