Los buenos amigos son como estrellas

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Los buenos amigos son como estrellas… No siempre las ves, pero sabes que siempre están allí Amistad, esa extraña palabra… Últimamente estoy inspirada para escribir, o para contar cosas de mí, o las dos cosas… Y esta vez le ha tocado a la amistad. Amigos, esos curiosos seres que se pasean por tu vida y no siempre permanecen en ella. Hace ya tiempo que dejé de pensar en la amistad como algo fácil de conseguir. Es algo que cuesta un duro trabajo del cual no siempre se obtienen buenos resultados. Todavía recuerdo la época de mi vida en la que empecé a considerar a las personas como “amigos”. En el colegio me forjé mis amiguitas, con las que pasé también al Instituto. Qué bonita es la inocencia pero qué amarga cuando la pierdes… Estaban las palabras de “amigas para siempre”, “para lo bueno y para lo malo”, “siempre que me necesites y cuando no también” (suena casi igual que una relación, e igual de falso). Todo era de color de rosa (quizás por eso ahora asocie ese color con algo malo); hasta que llegó el día en el que abrí los ojos. A la temprana edad de mis 20 añitos, me habían dado muchas “patadas”, “puñaladas” (pongáse cualquier significativo que signifique intento de arruinarte la vida); pero nunca había sido por parte de “un/a amigo/a”. Hasta que ese día llegó, y las amigas “para

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Los buenos amigos son como estrellas… No siempre las ves, pero sabes que siempre están allí

Amistad, esa extraña palabra… Últimamente estoy inspirada para escribir, o para contar cosas

de mí, o las dos cosas… Y esta vez le ha tocado a la amistad. Amigos, esos curiosos seres que se

pasean por tu vida y no siempre permanecen en ella.

Hace ya tiempo que dejé de pensar en la amistad como algo fácil de conseguir. Es algo que

cuesta un duro trabajo del cual no siempre se obtienen buenos resultados.

Todavía recuerdo la época de mi vida en la que empecé a considerar a las personas como

“amigos”. En el colegio me forjé mis amiguitas, con las que pasé también al Instituto. Qué bonita

es la inocencia pero qué amarga cuando la pierdes… Estaban las palabras de “amigas para

siempre”, “para lo bueno y para lo malo”, “siempre que me necesites y cuando no también”

(suena casi igual que una relación, e igual de falso). Todo era de color de rosa (quizás por eso

ahora asocie ese color con algo malo); hasta que llegó el día en el que abrí los ojos. A la

temprana edad de mis 20 añitos, me habían dado muchas “patadas”, “puñaladas” (pongáse

cualquier significativo que signifique intento de arruinarte la vida); pero nunca había sido por

parte de “un/a amigo/a”. Hasta que ese día llegó, y las amigas “para siempre” decidieron un

buen día que yo era prescindible en sus vidas. Otra “amiga para siempre” les dio a escoger: “Ella

o yo” (por si lo pensáis, sí, esa chica y yo no nos hablábamos, jeje). Y la elección era sencilla; al

menos su excusa hacia mí fue: “no es nada personal, tú nos caes genial, pero ella tiene coche y

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sale por las noches, y tú no”. Eso duele, y mucho. Te rompe algo por dentro pero te ayuda a

madurar rápido, a ser fuerte y diría que a saber elegir mejor, pero no… el ser humano siempre

tropieza dos veces con la misma piedra, y no iba a ser yo menos…

Exacto, volví a caer. Pasé a la Universidad sin mucha esperanza de hacer amigos (es un pequeño

problema que tengo por decir siempre lo que pienso), pero una vez más me equivoqué e hice

amigos maravillosos (pobre ilusa). Pasé de “amigos para siempre” a “por ellos sí que pondría la

mano en el fuego”… Menos mal que las palabras son solo eso, palabras, si no ahora tendría dos

muñones o las manos de Freddy Krueger. Lo más gracioso es que te sueles dar cuenta de con

quién “compartes tu vida” en el peor momento de tu vida. El mío fue, de lleno en fecha de

exámenes, cuando mi padre tuvo un accidente de coche y cuando tuve que encargarme de más

cosas de las que podía hacer frente (extrañamente logré aprobarlo todo). Lo positivo es que

descubrí quienes eran amigos y quién no (la culpa mía por usar esa palabreja tan a la ligera).

Bueno, el resultado es que justo en ese momento en el que más necesitaba un amigo, me “la

metieron doblada” (perdón por la expresión). Y eso también duele y mucho.

No fueron los últimos. Años después compartí piso con una amiga (otra vez la falsa palabra) muy

maja. Y mientras confiaba en ella me estaba enemistando con gente y poniendo palabras en mi

boca que yo nunca había dicho. Eso también duele cuando te enteras de ello, y más aún si se lo

cuentas al que consideras tu mejor amigo y al cabo del tiempo te das cuenta de que estaban

saliendo juntos y que no te habían dicho nada…

A todos ellos les doy las gracias, sí, en serio ¡Gracias! Porque por vosotros, me he forjado como

persona, he aprendido a soportar mejor el dolor, a saber elegir (al menos eso creo), he aprendido

a vivir (de las cosas malas se aprende

muchísimo).

« La leyenda de DadicilefHOGFATHER – Terry

Pratchett »

Pero no todo fue así, también he conocido

buena gente (sí, en serio). Personas que

siempre han estado ahí, a mi lado, que siguen

estando y a las que va dirigida esta entrada. No

todo en el Instituto fue malo, de hecho dos de

mis mejores amigas provienen de allí. De vez

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en cuando encuentras rarezas, curiosos seres a los que no les importa escuchar la verdad, es

más agradecen tu sinceridad y te aprecian por ello. Y ahí siguen estando, al pie del cañon,

interesándose por mí cuando me ven felices, y dándome su apoyo inconcidional en los malos

momentos (así que gracias, chicas, aunque sé que no váis a leer esta entrada). Y también hallé

diamantes en bruto en la facultad ¿por qué no?. Gente muy distinta entre sí (cosa que me

encanta), pero que se conocen entre sí y se lleva bien (mejor todavía). Personitas a las que no

puedo ver con la frecuencia que me gustaría pero que sé que puedo contar con ellas (eh,

Tocayo?), o algun@s con los que quedo siempre que puedo, al menos para hacernos unas

“cervecitas” y contarnos nuestras penas y alegrías (no hace falta decir nombres) o cierta

cabecita loca a la que veo mínimo unas 40 horas diarias más las que añadimos cuando nos viene

en gana (jeje). Y luego están “los añadidos porque sí”, amig@s de tus amig@s que un buen día y

sin darte cuenta adviertes que se están convirtiendo en tus propios colegas (interesante).