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Denes Martos Los Deicidas (I Parte) LOS DEICIDAS PRIMERA PARTE La historia de Jesús de Nazareth. Un relato acerca de como los hombres asesinaron a Dios La Editorial Virtual Primera Edición - Abril 2005 Segunda Edición - Mayo 2014 — 1 —

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  • Denes Martos Los Deicidas (I Parte)

    LOS DEICIDAS

    PRIMERA PARTE

    La historia de Jess de Nazareth.Un relato acerca de como los hombres asesinaron a Dios

    La Editorial Virtual

    Primera Edicin - Abril 2005Segunda Edicin - Mayo 2014

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    NDICE DE LA PRIMERA PARTEIr a la Segunda Parte

    PrefacioEl NazarenoLa natividadEl Imperio

    RomaAugustoTiberio

    InfanciaAdolescenciaPrimer matrimonioEl SoldadoCasamiento con JuliaMuerte de DrusoEl retiro a RodasRegreso de Tiberio y muerte de AugustoEl emperadorRelaciones con el SenadoLas intrigasUn hombre llamado SejanoLa expulsin de los judos de RomaTiberio se queda soloAdis a Roma

    PalestinaEl Imperio y sus provinciasEl pas y su paisajeLa era de los PatriarcasEl xodoEl Primer TemploEl Segundo TemploEl perodo helnicoLos macabeos

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    Llegan los romanosHerodes el GrandeLos herodianos

    Los personajes y el escenarioPoncio PilatoLa cuestin de las efigiesEl acueductoLa sociedadFariseos y SaduceosZelotas y sicariosEl mesianismoLos esenios

    El predicadorEl nioEl adolescenteEl pescador de hombres

    Los apstolesPedroAndrsJuanSantiago el MayorSantiago el MenorJudas TadeoFelipeBartolomTomsSimn el ZelotaMateoJudas IscarioteLos pescadores de almas

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    PrefacioRelatar cosas dignas de ser escritasy escribir cosas dignas de ser ledas!

    Plinio El Joven (61-113 DC)

    Este libro no pretende ser una obra de Historia. No tiene la intencin de ser ni una biografa, ni un tratado y sera otro ms sobre la Vida de Jess. Lo que pretende ser es apenas un relato. Una historia, as con minsculas. Una historia de la Historia, aunque parezca redundante.

    No me he propuesto historiar la vida de ese ser de quien dan testimonio los Evangelios. No me he propuesto hacer otro anlisis, sumado a los muchos que ya se han hecho, sobre la historicidad de su figura ni, mucho menos, sobre el significado metafsico y el contenido teolgico de sus enseanzas.

    Todo eso est fuera de mi mbito. Simplemente quisiera relatarles la historia de Jess de Nazareth; al menos tal como yo la entend y la percib; con todo lo que se me fue ocurriendo mientras la iba desarrollando.

    Esto es un relato. Un cuento si ustedes quieren; siempre y cuando podamos convenir en que me acepten que yo crea en la historicidad esencial del relato como algo opuesto a la mera ficcin siendo que me he documentado con la mayor prolijidad que me ha sido posible, aunque nunca con la ambicin de lograr la precisin puntillosa de los eruditos.

    Relato esta historia porque cre que, despus de Los Espartanos y de Los Atenienses, faltaba an otra gesta que, de algn modo, cerrara el gran tema de los seres excepcionales destruidos por el peso inanimado de una masa de mediocres. Despus de Lenidas el guerrero y despus de Scrates el sabio faltaba un tercer paradigma. Despus de muchas idas y vueltas tratando de esquivarle el bulto al tema, tuve que aceptar la rendicin ante lo obvio: la historia tena que ser sta y slo sta poda ser la historia final.

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    Me cost mucho decidirme a relatarla. Como que tambin me cost mucho escribirla. A decir verdad, ste ha sido el ms difcil de todos los libros que he tenido la osada de cometer. Pero, an as, espero haber seguido el sabio consejo del buen Plinio. Estoy absolutamente seguro de haber relatado algo digno de ser escrito. Deseara tan slo haber conseguido escribir algo digno de ser ledo. Pero, en definitiva, eso es lo que les tocar a ustedes juzgar.

    Por ltimo, tambin debo decir que ste es casi un "libro por encargo", escrito en memoria de una buena persona que en su bsqueda encontr a Dios pero no lleg a tener la oportunidad de comunicrselo a los dems tal como l lo hubiera querido.

    Es un intento de seguro muy imperfecto de hablar por l y de tratar de decir lo que quizs, y slo quizs, l hubiera querido decir. S que el estilo, el contexto y los argumentos no hubieran sido los mismos. Tenamos estilos y enfoques bastante diferentes. Pero quisiera creer que he logrado transmitir el mismo mensaje en lo esencial.

    Y, si no lo he logrado, seguramente tendr que seguir intentndolo.

    Dnes Martos

    Febrero, 2005

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    El NazarenoLa luz se dispersaba por la nave de la iglesia con la timidez que crea esa semipenumbra propia de todas las iglesias, mezcla de misterio, recogimiento, solemnidad, soledad e intimidad. Filtrndose a travs de los cristales, adquiriendo un color diferente aqu y all, concentrndose en un haz en alguna parte para dejar ver las partculas de polvo flotando en el aire, la claridad impregnaba el ambiente de un modo discreto, dejando ver slo lo esencial y ocultando con piedad lo innecesario.

    En medio del silencio interrumpido tan slo en forma espordica por algn ruido indeterminable y elevndose por sobre unos pocos cirios encendidos, el Nazareno lo miraba todo desde su cruz de madera. La frente sangrando por su corona de espinas, la cabeza inclinada en un gesto casi anatmicamente imposible, los brazos extendidos y anclados a la madera por espantosos clavos, soportado casi por milagro sobre unas piernas increblemente delgadas y tambin clavadas en su sitio, pareca comprenderlo todo desde las alturas de su sufrimiento.

    A escasos metros de distancia el hombre, de rodillas, como aplastado por el inmenso peso de su desgracia, doblado sobre s mismo en su dolor, en su angustia y en su tristeza, con las manos unidas en plegaria como apretndose el corazn para detener su sangrado, hurgaba en su memoria para encontrar las palabras que alguna vez alguien le enseara de nio: ...Padre nuestro que ests en los cielos...

    El hombre saba que estaba a punto de pasar algo atroz. Algo inexplicable. Algo que ni l, que ya haba casi olvidado las palabras de la oracin, poda llegar a entender. Una de esas cosas tan irracionales, monstruosas y hasta perfectamente intiles que an vindolas cuesta trabajo creerlas porque, incluso para un aguerrido combatiente no precisamente inclinado a sentimentalismos y sensibleras, resulta difcil admitir que el ser humano pueda llegar a caer en profundidades tan insondables. Una de esas cosas que nos hacen dudar de nuestra inveterada tendencia al optimismo y nos fuerzan a admitir que el Mal existe.

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    O que, por lo menos, existe una especial clase de estupidez que se le aproxima bastante.

    Afuera de la iglesia ruga una guerra. Una de esas guerras que siempre es la peor, la ms sanguinaria y la ms inmisericorde de todas las guerras: una guerra entre hermanos. Una guerra que, por esas ironas casi increbles del lenguaje, los historiadores y los polticos insisten en llamar guerra civil a pesar de que diez mil aos de Historia demuestran que es justamente la clase de guerra que carece por completo de hasta el menor asomo de civilidad y muchas veces hasta del civismo ms bsico.

    Cuando Can y Abel se enfrentan, el mundo siempre retrocede milenios y regresa hasta el origen mismo del drama bblico, que bien podra ser una de las grandes tragedias ancestrales de la especie humana. Somos, probablemente, los nicos animales sobre el planeta capaces de transmutar la lucha elemental por el territorio en una pelea mezquina alimentada por venganzas, codicias, avaricias, revanchismos, orgullos, soberbias, ambiciones y a veces hasta simples caprichos.

    Y decididamente, desde hace algunos siglos a esta parte, somos los nicos capaces de matar en nombre de eso que llamamos ideales. Tomamos alguna construccin mental abstracta, que en muchos casos no es sino una nebulosa fantstica nacida en la imaginacin desbocada de algn resentido, la convertimos en un dogma de fe, la simplificamos en una ideologa apta para el consumo de las masas y despus le ponemos un nombre histrico rimbombante al incendio que produce la mediocridad de la muchedumbre cuando resulta endiosada y glorificada por la enfermiza utopa de los profetas de lo inviable.

    Mientras a lo lejos se escuchaban algunos disparos aislados, el hombre abandon su intento de rezar y su vista se detuvo en la imagen del Crucificado.

    Haca mucho que no la miraba.

    Nunca haba sido alguien de una gran fe. Mucho menos de ir asiduamente a misa y comulgar y confesarse. Incluso durante mucho tiempo se haba preguntado cmo, durante algo as como veinte siglos, millones de personas

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    pudieron venerar esa imagen de dolor y sufrimiento. Es que en su infancia y en su adolescencia lo haban educado para ser un guerrero; para pelear, para apretar los dientes, no hacer muchas preguntas, poner todo el empeo en vencer obstculos y soportar lo que viniese en silencio y sin quejarse.

    Haba aprendido eso bastante bien. Pero en algn rincn de su mente, de alguna forma, tambin haban quedado implantadas aquellas palabras que, siendo l muy pequeo, el cura del pueblo, el anciano Padre Juan, le haba dicho en alguna oportunidad.

    l haba dicho el sacerdote sealando al Crucificado sobre el altar l nos ense a ser buenos.

    Ms adelante, durante bastantes aos y con el sarcasmo que da la soberbia de la juventud lleg a pensar en que, a juzgar por la imagen y considerando que haba enseado algo tan noble, evidentemente sus contemporneos lo trataron bastante mal. Pero despus, al ir madurando y juntando callos en el alma; y sobre todo al ir conociendo y padeciendo en carne propia el comportamiento de los seres humanos en general, poco a poco fue cambiando el enfoque y termin llegando a la conclusin que muy probablemente, a pesar de esa enseanza, los alumnos haban terminado por ser tan obtusos que al final no haban aprendido gran cosa.O, lo que era todava peor: algunos ni siquiera haban querido aprender gran cosa.

    An as: qu haba querido decir exactamente el Padre Juan con eso de ser buenos? Qu haba enseado exactamente ese Cristo que estaba all, clavado en su cruz? Y, en absoluto por qu haba terminado clavado en esa cruz?

    El hombre comenz a hurgar en su memoria buscando los jirones sueltos de una tradicin que haba recibido en la infancia y que luego la vida, las lecturas, los combates, las preocupaciones, las desgracias y los imprevistos del duro oficio de sobrevivir haban esparcido y desordenado en su cerebro.

    Si mal no recordaba, todo haba empezado en Roma. En esa Roma de las guilas, las legiones, los Hombres del Lacio, los grandes emperadores... Aunque no. Haba sido en el Imperio, s; pero en realidad haba empezado en una provincia bastante lejos de Roma.

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    En un lugar llamado Beln.

    En un pesebre.

    Mejor dicho, ni siquiera tanto en un pesebre sino ms bien en un establo.

    En un establo y con una estrella.

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    La natividadLa pintura es una poesa silenciosa

    y una obra escrita es una pintura que habla.Plutarco

    Los milagros no se producen en contradiccin con la naturaleza,sino slo en contradiccin con lo que conocemos de la naturaleza.

    San Agustn

    A lo largo del devenir de nuestra especie, lo mgico presenta un problema bastante serio. Quizs este problema se hace tan espinoso por la frecuencia con la que muchas veces se confunde lo mgico con lo religioso. En realidad, como debera ser obvio, magia y religin son cosas muy distintas.

    La magia es, probablemente, el intento de manipular lo natural con el auxilio de lo desconocido. Es una operacin tendiente a lograr un resultado apelando a algo que, an estando por su esencia dentro del mbito de la Naturaleza es decir: dentro de la esfera de lo existente y al menos en principio cognoscible se encuentra, al menos por el momento, fuera de la esfera de nuestro saber. Es, por ejemplo, la situacin del primitivo hechicero honesto que conoce la propiedad curativa de determinada hierba, que sabe que sirve para calmar la fiebre de un enfermo, pero que no tiene la menor idea de su composicin qumica, no tiene la ms plida nocin de lo que es un cido acetilsaliclico, y adscribe los efectos teraputicos de dicha hierba a un misterioso poder sobrenatural.

    Ponindolo en trminos simples y bastante superficiales, uno estara tentado a decir que la magia no es sino ciencia ms ignorancia en donde la parte de ignorancia se expresa a veces mediante una explicacin mstica. Sin embargo, es muy posible que esta pseudo definicin adolezca del insanable defecto de un exceso de arrogancia y de soberbia.

    Es muy cierto que lo mgico viene muchas veces y muy fcilmente de la mano de la charlatanera. El taumaturgo es, con harta frecuencia, un simple farsante sin ms habilidades reales que el prestidigitador que saca

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    conejos de una galera; con la importante diferencia que el prestidigitador no pretende poseer poderes sobrenaturales. Pero ya el caso de, por ejemplo, un Houdini quien en su bsqueda incursion mucho ms all de los trucos de su oficio y lleg hasta el espiritismo nos indica que la frontera entre el mago de saln y el taumaturgo no es siempre tan fcil de trazar como algunas veces se supone. Un pcaro siciliano como Giuseppe Balsamo, que hacia 1785 se hizo admirar por toda la alta sociedad de Pars como Conde de Cagliostro produciendo elixires de la eterna juventud, prometiendo curas milagrosas e invocando a los espritus, seguramente no fue ms que un hbil farsante. Pero hay una enorme diferencia entre un Houdini y un Cagliostro: Houdini era absolutamente sincero en su bsqueda y nunca pretendi realmente engaar a sus espectadores con sus trucos de prestidigitador, ms all, por supuesto, del engao necesario para el entretenimiento y el espectculo.

    Con todo, no es necesariamente cierto que todo taumaturgo resulta ser siempre un estafador. Sabemos de grandes magos y tenemos leyendas de grandes magos a los que no sera lcito tachar de embaucadores. El gran Merln es un ejemplo. Ms all de lo fantasioso e impreciso de su leyenda, su figura es, en cierto modo, casi el arquetipo del viejo mago sabio y esa figura la del viejo mago sabio es todo un personaje recurrente a lo largo de nuestra Historia.

    Y vayamos al caso: Jess al nacer fue adorado por tres magos.

    Si uno se pone a investigar un poco, muy pronto resulta que hay cosas bastante interesantes en relacin con estos Reyes Magos. En primer lugar, en el Nuevo Testamento cannico, el nico que los menciona es Mateo y no solamente no indica sus nombres, no solamente no dice que eran reyes, sino que ni siquiera afirma que eran tres: Cuando Jess naci en Beln de Judea en das del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalem unos magos diciendo: Dnde est el rey de los judos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. (Mateo 2: 1-2) De dnde hemos sacado lo de los tres Reyes Magos llamados Melchor, Gaspar y Baltasar?

    Pues, para empezar, la palabra mago es una palabra persa. Viene de magu en latn magus, plural magi, o bien magoi en griego que significa algo as como vidente, profeta, brujo o hechicero sin el sabor

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    despectivo que hoy tienen estas palabras. Entre los antiguos Medos y Persas estos magi eran miembros de una casta sacerdotal, depositaria muy probablemente como en el antiguo Egipto de los conocimientos cientficos ms avanzados disponibles en su poca; entre ellos, la astrologa que, en esencia, no es sino ciencia astronmica interpretada segn criterios msticos, y la onirologa, que es la interpretacin de los sueos mediante criterios con los cuales hasta un Freud no hubiera estado demasiado en desacuerdo.

    Es bastante obvio pero acaso sea necesario aclararlo: de lo que estoy hablando aqu es de la astrologa sumeria, caldea y babilnica; no de esos esperpentos periodsticos que en el suplemento dominical le vaticinan dificultades en el amor y algunos xitos econmicos (o viceversa) a toda esa parte de la humanidad que casualmente naci en Virgo. Y estoy hablando, tambin, de la onirologa en el sentido en el que la entendan los muy antiguos, hallndose sta muy extendida entre quienes le dieron a los sueos una interpretacin directamente divina o teologal como lo demuestra toda una multitud de pasajes de la Biblia.

    En el Antiguo Testamento encontramos algn rastro de estos magos. Por ejemplo, en Jeremas 39:3 y 39:13 se menciona a un tal Nergal-sarezer o Nergal Sharezar como el Rab-Mag entre los prncipes del Rey de Babilonia un ttulo cuyo significado se interpreta como Rab Mago, Jefe de los Magos o, si se quiere, Sumo Pontfice de los Magos.

    Despus de la cada de los imperios asirio y babilnico, el poder de los magi declin en Persia. Ciro y Cambises reprimieron la casta sacerdotal. Pero la reaccin no se hizo esperar; los magi se sublevaron y consiguieron imponer como rey de Persia, bajo el nombre de Smerdis, a su lder Gaumata un nombre que no deja de tener un curioso parecido con el de Gautama. Pero Smerdis muri asesinado hacia el 521 AC aunque, otra vez curiosamente, bastante cerca de la poca en que naca Siddharta Gautama a quien conocemos como Buddha, o Buda, y cuyo nacimiento se sita alrededor del 566 AC. Sea como fuere, aunque segn Herdoto la cada de los magi fue festejada como un feriado nacional por los persas, hay testimonios bastante slidos que indican que la orden no solamente sobrevivi a las dinastas aquemnidas sino que, por la poca del nacimiento de Cristo, haba reconquistado buena parte de su antigua influencia. Al menos, Estrabn nos cuenta que los sacerdotes magos constituan uno de los dos Consejos en el

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    Imperio de los Partos.

    De modo y manera que los magos no son en absoluto personajes legendarios ni fantasiosos. Fueron sacerdotes fundamentalmente zoroastristas y, siendo que Zoroastro haba prohibido expresamente las prcticas de hechicera, resultara por lo menos forzado interpretar su astrologa y su onirologa como actividades esencial o aun primariamente mgicas en el sentido vulgar de la palabra.

    Ahora bien, de dnde sacamos que los Reyes Magos fueron tres? Quizs el nmero tres se induce de alguna forma de los regalos que presentaron oro, incienso y mirra segn Mateo 2:11 pero la cantidad vara mucho hasta en el primitivo arte cristiano, desde dos en una pintura del cementerio de San Pedro y San Marcelino hasta ocho en un jarrn del Museo Kircher.

    Algo muy similar sucede con sus nombres. La tradicin latina, bien que recin a partir de los Siglos VI o VII DC, es bastante consistente en los de Gaspar, Melchor y Baltasar. Es posible que el origen de esto se encuentre en el llamado Evangelio Armenio de la Infancia, un apcrifo tardo, aproximadamente del Siglo V DC, dnde puede leerse: El primero era Melkon, rey de los persas; el segundo, Gaspar, rey de los indios; y el tercero, Baltasar, rey de los rabes. []Pero los sirios, por ejemplo, mencionan a Larvandad, Hormisdas y a Gushnasaf mientras que los propios armenios nos hablan tambin de Kagba, Badadilma y Badadakharida.

    Sobre su procedencia, slo sabemos con cierta certeza que vinieron del oriente. San Mximo los hace venir de Babilonia, Clemente de Alejandra dice que vinieron de Persia, San Justino y Tertuliano afirman que procedan de Arabia.

    Y en cuanto a que eran reyes, hay bastante consenso en esto pero, as y todo, deberamos tener en cuenta varias cosas. La primera de ellas es que el concepto de rey de aquella poca no posea exactamente el mismo significado que el que le adjudicamos hoy, siendo que se lo empleaba con frecuencia ms en un sentido de status social que en su actual significado estrictamente poltico. Por otra parte, incluso en el apcrifo armenio mencionado, si se lee con atencin, se ver que se habla de reyes de los magos es decir: de unos primus inter pares, o Sumos Sacerdotes, entre los magi y no necesariamente de Jefes de Estado propiamente dichos. Y esto

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    explicara bastante bien una cita, de otro modo algo extraa, de Marcin que nos dice que eran casi reyes (fere reges). En realidad, podra ser que buena parte de la realeza convencional que tradicionalmente se le adjudica a los magos est basada en un pasaje del Antiguo Testamento [] en donde se menciona que los reyes de Tarsis, Saba y Seba traern presentes al hijo del rey.

    Lo ms curioso, sin embargo, es que lo ms mgico en toda la historia de los Reyes Magos no tiene mucho que ver directamente con los personajes mismos. El hecho claramente mgico de la historia est en otro lado: en la Estrella de Beln.

    Segn Mateo (2:9) los Reyes Magos despus de hablar con Herodes, ... se fueron; y he aqu la estrella que haban visto en oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el nio. Nuevamente es intil que busquemos ms detalles del fenmeno en los otros evangelios cannicos porque no los encontraremos. Pero en un evangelio apcrifo el llamado Protoevangelio de Santiago se repite la historia con casi exactamente las mismas palabras: Y los magos salieron. Y he aqu que la estrella que haban visto en Oriente los precedi hasta que llegaron a la gruta, y se detuvo por encima de la entrada de sta. Y los magos vieron al nio con su madre Mara, y sacaron de sus bagajes presentes de oro, de incienso y de mirra. [].

    Sobre la Estrella de Beln se ha escrito, se ha investigado y hasta se ha inventado bastante. Hay versiones para todos los gustos imaginables: desde un cometa, pasando por una supernova, hasta una nave espacial extraterrestre; pueden ustedes elegir. El men de opciones es amplio. Sin embargo, quitando las especulaciones puras, es posible clasificar las teoras existentes en tres categoras diferentes: la de quienes afirman que nunca existi, la de quienes aceptan el fenmeno como un milagro de origen divino y la de quienes lo consideran un fenmeno natural.

    Negar el hecho de plano es bastante arriesgado. Con gran probabilidad, el texto de Mateo fue escrito entre los aos 60 y 80 despus de Cristo, con lo que es harto probable que el recuerdo del fenmeno estuviese an bastante vivo entre algunos de sus contemporneos. La circunstancia que los otros tres evangelistas cannicos no lo mencionen llama, por cierto, la atencin. Pero una prueba negativa no deja de ser una prueba muy endeble porque,

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    como varias veces se ha sealado, la ausencia de prueba no es prueba de ausencia.

    Adems, hay unos cuantos evangelios apcrifos que confirman el testimonio de Mateo y, por ltimo, que yo sepa, ni siquiera en la literatura juda apareci jams alguien que lo desmintiese sobre este punto. Con todo, en honor a la verdad tampoco podemos dejar de mencionar que en aquellos tiempos era bastante frecuente relacionar en una forma ms o menos potica o libre - el nacimiento o la muerte de una persona importante con extraos fenmenos naturales. Por ejemplo, segn la leyenda, cuando Julio Csar naci apareci una estrella y cuando muri, se vio un cometa.

    La tesis del milagro no es opinable. Los milagros son algo en lo que uno cree o no cree. Frente a un milagro la nica alternativa posible es la de guardar silencio. Si Dios puso una estrella para guiar a los Reyes Magos, no hay nada que decir al respecto, ms all de lo que cualquiera de nosotros opine o deje de opinar. Si la puso, pues la habr puesto an cuando nosotros cometamos la arrogancia de no creer en ello. Y si no la puso, pues no existi aunque hagamos de ello un dogma de fe y hagamos arder en la hoguera al que afirme lo contrario.

    Sin embargo, an as, creo que deberamos reflexionar un poco ms sobre eso que llamamos milagro. En principio, el milagro no tiene por qu violentar las leyes de la naturaleza. Dios puede manifestarse tanto a favor como a contramano de dichas leyes y una piedra dejada caer por la mano de Dios no dejar de ser un milagro en el sentido estricto del trmino por el hecho de que la piedra caiga exactamente con la aceleracin prevista por la ley de gravedad. La presuncin de que el milagro debe, forzosamente, ser algo sobre- o incluso anti-natural es una presuncin estrictamente humana y no necesariamente lcita. De lo que nos estamos olvidando con esa presuncin es de un pequeo pero no precisamente intrascendente detalle: si el Universo tiene un Dios Creador, las que llamamos leyes naturales tambin son obra del Creador de este mundo. Y, si Dios tiene la potestad de superarlas o ignorarlas produciendo hechos sobre-naturales, yo me pregunto por qu no habra de tener igualmente la potestad de producir hechos dentro de la normatividad que l mismo ha creado desde el principio. De modo que si tan slo convenimos en llamar milagros a las cosas que Dios hace, no veo muy bien por qu desde la pattica ridiculez de nuestra increble soberbia nos arrogamos el derecho de exigirle que,

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    para hacerlas, se tenga que tomar siempre la molestia de maravillarnos violentando las leyes naturales que l mismo ha impuesto en el Universo.

    Creo que ya lo he dicho en otra parte (y varias veces) pero no me avergenza repetirlo otra vez aqu: honestamente pienso que no es cierto que Dios ha dejado de hacer milagros; lo ms probable es que nos hayamos vuelto tan ciegos que ya no los vemos. Tenemos la peregrina idea de que el milagro tiene que ser necesariamente algo apto para merecer grandes titulares y nos olvidamos que los grandes titulares estn generalmente reservados al escndalo. Yo no creo que el milagro tenga que ser forzosamente algo sensacional y sobrenatural. No lo creo en absoluto. Quizs Dios ha dejado de hacer determinada clase de milagros precisamente porque hemos cado tan bajo que, seguramente, los convertiramos en escndalos sensacionalistas para ganar lectores, espectadores o puntos de rating.

    Con lo cual, creo que la Estrella de Beln bien pudo haber sido un fenmeno natural an cuando convengamos que lo suficientemente excepcional como para merecer algn buen titular hasta hoy da. Pero no por ello tiene que dejar de ser, ineludiblemente, un acto de Dios; es decir: un verdadero milagro. Y hay bases bastante slidas para interpretar el fenmeno de esta manera.

    Lo nico que tenemos que hacer para intentar formarnos un cuadro plausiblemente claro de lo que pudo haber sucedido es poner las cosas dentro de su contexto. No es sencillo; pero creo que es posible.

    Por de pronto no perdamos de vista algo bsico: los magi eran astrlogos. De la interpretacin astrolgica de los fenmenos astronmicos podemos tener la opinin que nos plazca. Podemos creer que los astros determinan nuestro destino, que slo indican tendencias que impulsan pero que no obligan, que representan simblicamente determinadas fuerzas csmicas que ejercen cierta influencia sobre nosotros, que son nicamente un pretexto para poner en juego poderes parapsicolgicos o extrasensoriales, que no son ms que supercheras de charlatanes sin ms asidero que una fantasa desbocada tratando de tapar los enormes huecos de su propia ignorancia, o que constituyen una estafa mediante la cual algunos atorrantes consiguen sacarle plata a un montn de ingenuos enfermos de credulidad. Elijan ustedes la opinin que ms les guste y, si quieren, por m hasta pueden cambiar de opinin cuando les d la gana. El punto aqu no es la

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    astrologa en s, ni tampoco la evaluacin que nosotros podamos hacer de ella. El punto es: en qu crean los magi? No es nuestra opinin ni nuestro criterio lo que importa. Lo relevante aqu es la opinin de ellos y la visin que ellos tenan, o podan tener, del cosmos.

    Aclarado eso, la segunda cuestin previa a esclarecer es la fecha probable del nacimiento de Jess. Y lo primero que cabra decir al respecto es que Jess, con total certeza, no naci el 25 de Diciembre del ao 0 como vulgarmente se cree. El 25 de Diciembre lo comenzaron a celebrar algunos cristianos algo as como 350 aos despus del hecho, muy probablemente con la idea de superponerle una efemrides cristiana a la celebracin pagana del solsticio de invierno en el hemisferio Norte, siendo que la costumbre de suplantar fiestas paganas por cristianas fue siempre una prctica muy habitual en la Iglesia.

    El ao del nacimiento de Jess que hoy admitimos en forma convencional fue estimado, all por el ao 723 DC, por el monje romano Dionisio el Exiguo. Pero repasando los clculos de Dionisio es relativamente fcil detectar que el buen hombre cometi toda una serie de errores. Por un lado, se olvid de contemplar justamente el ao cero y, por el otro, tampoco consider en la cuenta que hizo de los aos de gobierno de los emperadores romanos aquellos cuatro aos durante los cuales Octavio gobern a Roma sin haber recibido todava el ttulo de Augusto. Rectificando los clculos llegaramos a una fecha por lo menos cinco aos anterior a la establecida por Dionisio.

    Pero tenemos, adems, otras pistas. Sabemos de un censo que las autoridades romanas impusieron a los habitantes de la regin. Aconteci en aquellos das, que se promulg un edicto de parte de Augusto Csar, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cireneo gobernador de Siria. [] Para ms detalle, Lucas precisa que en ese momento Mara an no haba dado a luz por cuanto afirma que Jos hizo el viaje, desde Nazareth en Galilea, hasta Beln en Judea: ...para ser empadronado con Mara su mujer, desposada con l, la cual estaba encinta.[] La cuestin es que, los censos romanos fuertemente resistidos por la poblacin juda ya que establecan la base para el pago de los impuestos estn relativamente bien documentados y gracias a ello sabemos que hubo censos hacia los aos 8 o 6 AC.

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    Pero hay ms. Sabemos que, cuando Cristo naci, gobernaba Herodes el Grande. Segn Flavio Josefo, la muerte de este rey se produjo poco despus de un eclipse lunar visible desde Jeric en la noche del 12 al 13 de marzo del 4 AC. Ahora bien, desde el momento en que, poco antes de su muerte, Herodes orden matar a todos los nios menores de dos aos que haba en Beln y en sus alrededores [] en un intento de eliminar al rey de los judos que los magi le haban anunciado, la fecha probable del nacimiento de Jess podra situarse hacia el 6 o el 5 AC. La pregunta, pues, es: qu acontecimientos celestes, relevantes tanto desde una ptica astronmica como astrolgica, podramos ubicar aproximadamente entre los tres aos que van del 8 al 5 AC?

    Por sorprendente que parezca, resulta ser que hay unos cuantos.

    Probablemente el primero que en Occidente comenz a considerar en serio la posibilidad de un acontecimiento astronmico real en relacin con la Estrella de Beln fue el gran astrnomo, matemtico (y tambin astrlogo) alemn Johannes Kepler. Al quedarse maravillado despus de observar en 1604 la aparicin de una supernova se le ocurri que un hecho similar podra explicar lo sucedido en Beln, por lo menos en parte. [] El problema resida tan slo en que una supernova, por ms espectacular que sea a la vista, no posee ningn significado relevante en la tradicin astrolgica, por lo que se puso a investigar la posibilidad de conjunciones planetarias.

    Y, efectivamente, los clculos indican que en el ao 7 AC se produjo una serie rarsima y espectacular de tres conjunciones sucesivas de Jpiter y Saturno en la constelacin de Piscis. [] A estas conjunciones se sum el planeta Marte un ao despus y, por si esto fuera poco, todava habra que agregar algo que Kepler no poda saber. Segn registros chinos y coreanos, en el 5 AC no slo se observaron dos cometas [] sino que y esto hubiera hecho brincar de alegra a Kepler tambin se produjo la explosin de una supernova.

    Va de suyo, por supuesto, que todos estos hechos se resisten a una conclusin matemticamente precisa, definitiva e irrefutable. Hay teoras que tienen en cuenta el 15 de Septiembre del ao 6 AC, hay quien propone el 17 de Abril del ao 6 AC y los partidarios de la supernova calculan la fecha del nacimiento de Jess aproximadamente para el comienzo de abril del ao 5 AC. []

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    De cualquier forma que sea, basta un poco de sensibilidad e imaginacin para reconstruir con bastante verosimilitud los hechos. Las alineaciones planetarias que hemos visto son, sin discusin posible, astrolgicamente relevantes. Los cometas y la supernova deben haber sido visualmente llamativas. No hace falta forzar la fantasa para imaginar la posibilidad de que los magi, al analizar las constelaciones y al observar los fenmenos que se fueron produciendo en el lapso de los tres aos que van del 8 al 5 AC llegaran a la conclusin de que algo extraordinario haba sucedido o estaba por suceder.

    En realidad, desde el punto de vista de la cosmovisin de los hombres sabios de aquella poca, lo extraordinario sera que los magi hubiesen llegado a una conclusin opuesta.

    Claro que nos queda un problema: el de la aparente movilidad de la Estrella de Beln: ...y he aqu la estrella que haban visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre dnde estaba el nio. []. Dems est decir que este pasaje ha dado lugar a las ms salvajes especulaciones; desde una nave espacial extraterrestre guiando a los magi, hasta quienes niegan de plano el hecho por declararlo fsicamente imposible.

    El tema aparece tambin en varios apcrifos, bien que con algunas variantes. Al menos dos de ellos, el Evangelio rabe de la Infancia de Jess y el Protoevangelio de Santiago, repiten casi exactamente el relato de Mateo.[] Pero en otros aparecen algunas sutiles diferencias. En el Evangelio Armenio de la Infancia de Jess [] se dice: Y, al mismo tiempo, un ngel se apresur a ir al pas de los persas, para prevenir a los reyes magos, y para ordenarles que fuesen a adorar al nio recin nacido. Y ellos, despus de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el punto y hora en que la Virgen acababa de ser madre. Por su parte, en el Evangelio del Pseudo-Santiago [] encontramos: Y, al dirigirse los magos a Bethlehem, la estrella les apareci en el camino, como para servirles de gua, hasta que llegaron adonde estaba el nio. Y los magos, al divisar la estrella, se llenaron de alegra, y, entrando en su casa, vieron al nio Jess, que reposaba en el seno de su madre.

    Los apcrifos estn repletos de cuentos quimricos, sin duda alguna, pero no deja de ser curioso como algunos recurren a ciertos pasajes de los apcrifos

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    cuando se trata de producir versiones fantasiosas del relato bblico y se olvidan de estos documentos cuando otros pasajes de esos mismos apcrifos ofrecen una versin algo menos fantstica.

    Por supuesto, no estoy en condiciones de negar ni tampoco me interesa hacerlo en lo ms mnimo que en el momento del nacimiento de Jess haya habido una estrella que se mova y que se detuvo justo sobre el lugar en el que Jess naci. Pero tengo que admitir que me cuesta creerlo. S, ya s y acabo de decirlo ms arriba: si Dios hizo ese milagro, lo que yo opine al respecto no tiene la ms mnima importancia en absoluto.

    Pero una de las razones por las cuales me cuesta creerlo es que no me puedo hacer a la idea de que Dios haya hecho ese milagro tan slo para guiar a unos magi hasta el sitio en que Jess naci; sobre todo siendo que, como veremos en seguida, estos magos sabios no tenan realmente ninguna necesidad de una estrella fantstica que los guiara hacia el sitio exacto. Por otra parte, si gui a los magi cmo es que no gui tambin a los esbirros de Herodes que queran matar al nio? No quiero pecar de exceso de escepticismo pero me imagino que una estrella de gran magnitud navegando por el cielo y detenindose sobre un sitio determinado debera haber llamado la atencin de alguien ms aparte de los tres Reyes Magos.

    Excepto, por supuesto, que fuese inteligible solamente para esos Reyes Magos. Y aqu, de nuevo, podemos aceptar el milagro sin ninguna dificultad y guardar silencio como corresponde. Pero tambin, con tan slo tomarnos el mnimo de trabajo de investigar un poco la ciencia de los magi, nos encontraramos con algunas cosas no precisamente carentes de inters.

    Cualquiera que se haya tomado la molestia de averiguar cmo trabajan los astrlogos sabr que, antes de proceder a cualquier interpretacin, un astrlogo levanta algo que se llama carta natal y que es una representacin grfica del estado astronmico del cielo al momento del nacimiento. Esta carta natal no tiene, en realidad, nada de astrolgico ms all de que contiene solamente aquellos elementos astronmicos que la interpretacin astrolgica estima relevantes.

    Una carta natal es un grfico estrictamente astronmico y para trazarlo se realizan exactamente los mismos clculos que realizara cualquier astrnomo cientfico para determinar la posicin de la tierra y de ciertos

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    cuerpos celestes en un momento dado, tal como seran vistos desde un lugar determinado del planeta tierra. No tiene absolutamente nada de mgico ni de esotrico. Es un dibujo que resulta de una serie de clculos matemticos y astronmicos para los cuales hoy en da hasta existe software de computacin que brinda una precisin asombrosa.

    Es sobre este grfico que los astrlogos realizan luego sus inferencias y, como ya lo indiqu antes, en cuanto a estas interpretaciones dejo a todos ustedes en libertad de opinar lo que les venga en gana. A condicin de que haya quedado claro que la carta natal, en s misma, es el resultado de un clculo que, por supuesto, puede estar bien hecho o mal hecho, puede contener errores o puede carecer de ellos, pero que no tiene interpretaciones ni inferencias deductivas.

    Ahora bien, para trazar eso que los astrlogos llaman carta natal hace falta una serie bastante precisa de datos sin los cuales el clculo es casi completamente imposible.

    En primer lugar es necesario conocer la fecha de nacimiento (da, mes, ao). En segundo lugar es necesario saber la hora de nacimiento con la mayor precisin posible (hora y minutos por lo menos). Y en tercer lugar y he aqu un dato que me parece muy relevante los astrlogos tambin necesitan saber el lugar exacto del nacimiento con las coordenadas de latitud y longitud respectivas. El hecho es que sin esos datos es imposible levantar una autntica carta natal.

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    Una de las tantas cartas natales posibles, calculada con un software de computacin al 15 de Septiembre 6 AC a las 18 hs para una ubicacin de 3514' longitud Este y 3146'

    latitud Norte

    Conociendo, pues, los mencionados datos de nacimiento de una persona se puede levantar para ella su carta natal. Pero, obviamente, tambin se puede proceder a la inversa, es decir: sabiendo lo que se busca (y aqu ya s intervienen elementos de interpretacin) es por lo menos en teora posible observar la posicin de los astros y determinar en qu lugar del planeta, en qu fecha y a qu hora se podra producir un nacimiento de determinadas caractersticas astrolgicas.

    En otras palabras: el astrlogo puede levantar una carta natal con precisin si sabe en qu fecha, a qu hora y dnde naci una persona. Pero, en un momento dado, tambin puede ver una configuracin astronmica muy sugestiva y calcular en qu fecha, a qu hora y en qu lugar debera nacer una persona para que esa configuracin constituya su carta natal.

    Lo que quiero decir con todo esto es que, si los magi eran astrlogos, en realidad no necesitaron ninguna estrella mvil y mucho menos una nave espacial extraterrestre que, flotando en el aire, los guiase fsicamente al lugar de nacimiento de Jess. Con una buena carta natal en la mano y con la configuracin estelar a la vista, pudieron perfectamente calcular las

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    coordenadas de latitud y longitud del lugar de nacimiento, con una precisin solamente limitada por sus conocimientos matemticos, astronmicos y geogrficos. Y ser mejor que no sonriamos despectivamente frente a estos conocimientos. El astrolabio ya era conocido por los griegos en el Siglo II AC [] y sabemos que los astrnomos caldeos, asirios y babilonios, bastante anteriores a nuestros Reyes Magos, ya trabajaban con una precisin envidiable.

    Cmo? Qu acabo de destruir la leyenda? Qu he terminado por derrumbar el milagro? Si eso es lo que piensan les pedira, por favor, que esta noche levanten la vista y observen el cielo.

    Imagnenlo. All arriba, resaltando de la negrura de las profundidades del espacio, hay una enorme estrella resplandeciendo en el difano firmamento de Palestina. Es uno de esos cielos y una de esas noches como las que, desde hace miles de aos, ha seducido a sumerios, caldeos, babilonios y asirios a observar el camino de los astros. Uno de esos cielos que, en el hemisferio Sur, pueden verse, por ejemplo, slo en la Patagonia. Un cielo que no se ve nunca desde el estrecho y hormigonado horizonte disminuido de cualquiera de nuestras ciudades. Un cielo en dnde la Va Lctea es va y, adems, es realmente lctea. Una va que se ve como un enorme y misterioso camino trazado en el Cosmos, pavimentado por miradas de pequeas luces que demarcan su recorrido y que forman un mar casi lechoso derramndose desde eso que lo que los antiguos solan imaginar como la morada de los dioses ms altos y ms lejanos.

    Un cielo como se no es simplemente un cielo nocturno con estrellas, dispuesto como teln de fondo para arrancar el suspiro de algn romntico. Un cielo as es el Universo mismo que se hace presente aprovechando la ausencia de un sol que se ha ido a dormir; porque en la tierra el sol reina solamente durante la mitad del tiempo. En un cielo as la Va Lctea se convierte en la Ruta de los Inmortales que cabalgan hacia la eternidad y las estrellas de esa Va Lctea se transmutan hasta convertirse en las chispas arrancadas por las herraduras de los corceles galopando por el empedrado del infinito. Y en ese cielo, observado desde hace miles de aos por los hombres sabios con mstica curiosidad, de repente ha aparecido esa enorme estrella.

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    All abajo, por un camino polvoriento y nada transitado a esas horas, se desplaza una extraa caravana. Desde las pocas en que los seres humanos vivan en cavernas hasta aquellas en que se construyeron los zigurats de Ur o los jardines colgantes de Babilonia, de los miles y miles de hombres sabios que durante miles y miles de aos han estudiado el cielo, tres de ellos se han puesto en camino y ahora van hacia el lugar de nacimiento de alguien de quien ellos saben que no es un comn mortal como los dems. Porque esos magos sabios saben que algo realmente extraordinario ha sucedido.

    Y all, en un entorno por dems humilde, bajo ese extrao cielo y en el regazo de su madre, est el milagro. El verdadero milagro. Es ese nio recin nacido. Es apenas una criatura. Pero es el Hijo de Dios hecho Hombre. Y los hombres sabios lo saben. Por eso son sabios.

    Imagnense la escena por un momento. Traten de reconstruir la totalidad del cuadro. Traten de rehacer en su imaginacin y en su espritu todo lo que implica, ms todo lo que signific para los siguientes dos mil aos.

    Porque si lo miran bien, si lo piensan hasta el final, detrs de ese establo y ms all de esa estrella yo creo que se puede ver bastante bien la mano de Dios.

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    El ImperioRecuerda, romano:

    es a ti a quien correspondeconquistar a los pueblos.

    Virgilio

    Roma

    En qu mundo vino a nacer este nio?

    A veces uno est tentado de hacer comparaciones odiosas y se pone a especular sobre si ese mundo era ms, o menos, complicado que el que hoy conocemos. Sin embargo, estas especulaciones an siendo interesantes desde cierto punto de vista y como ejercicio intelectual al final resultan ser completamente ociosas. Al menos por mi parte, confieso que no he sacado mucho en limpio de ellas. Pero s. Aun sin hacer comparaciones, tenemos que admitir que el mundo en aquellos tiempos era complicado. Muy complicado. Considerando los elementos a disposicin de las personas de aqul entonces, quizs no sea exagerado decir que era por lo menos tan complejo como el actual y, si vamos a ciertos fenmenos de corrupcin y de decadencia especialmente en las altas esferas polticas las similitudes hasta pueden resultar harto sorprendentes.

    Est bien: concedido. No es cuestin de exagerar estas similitudes. Pero en algunos casos resultan tan notables que es casi imposible ignorarlas.Cuando uno repasa la literatura creada alrededor de la vida de Jess a veces resulta asombroso ver como algunos se enfocan de un modo unilateral en Medio Oriente y convierten a todo el mundo romano en una especie de teln de fondo que tan slo adorna la escena y se vuelve apenas relevante nicamente en el momento de la Crucifixin.

    Creo que no es bueno ese enfoque. Nunca es bueno sacar a alguien de contexto y el Imperio Romano es tan parte de la historia de Jess de Nazareth como lo es toda la tradicin hebrea. Adems, Roma nos explica muchas cosas. Roma es el marco general que encuadra a Galilea y a Judea en marcos particulares. Sin el Imperio, muchos de los acontecimientos de

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    este relato, o bien no hubieran tenido lugar jams, o bien resultaran por completo incoherentes.

    Y si uno tiene en cuenta ese contexto, de pronto descubre cosas interesantes. Como, por ejemplo, que, exceptuando el momento de la Crucifixin que en realidad no dur sino algunas horas durante toda la vida de Jess, jams, en ningn momento, ningn romano lo molest para nada. Jess no tiene un solo enfrentamiento o conflicto con autoridad romana alguna durante todo el tiempo de su trayectoria.

    Y no es slo que los romanos no reprimieron su actividad. l tampoco busc de modo alguno el enfrentamiento con ellos. En un momento dado, los fariseos le tienden una trampa preguntndole si es lcito, o no, pagar impuestos al Csar. La intencin es por dems transparente: si dice que s, se malquistar con la poblacin local que, por supuesto, no est para nada feliz con los impuestos que exige el Imperio. En ningn lugar del mundo ha existido jams un Club de Amigos de la Autoridad Impositiva. Pero si dice que no, automticamente se hace pasible del delito de insubordinacin frente a la autoridad romana, con lo cual los fariseos conseguirn una acusacin penal servida en bandeja.

    Pero Cristo no se deja engaar. Con un aplomo y una serenidad admirables, pide que le muestren una moneda romana y pregunta de quin es la imagen que figura en ella. Obviamente, le contestan que es la del Csar. Los evangelios no lo dicen, pero creo que ante esa respuesta Jess debe haber sonredo. Porque la respuesta con la que resuelve la situacin es absolutamente genial. Tan genial que ha perdurado veinte siglos y seguramente todos ustedes la conocen: Dad, pues, a Csar lo que es de Csar, y a Dios lo que es de Dios. []

    Pero esto, con ser significativo, no es todo. Cuando en Capernaum un centurin es decir: un soldado romano viene y le pide que cure a su criado, Jess no solamente accede sino que, ante la demostracin de fe que manifiesta el centurin, le comenta a sus discpulos: Les aseguro que ni aun en Israel he encontrado tanta fe. []

    Es, pues, bastante evidente que no hay un enfrentamiento poltico, terco, ciego y frontal con Roma y los romanos. Lo cual, por supuesto, no quiere decir que Cristo haya manifestado aquiescencia frente a la decadencia y

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    la corrupcin de la poca. En esto, quizs nosotros tambin deberamos aprender a ser un poco ms equilibrados y dar al Csar lo que es del Csar y a Dios lo que le corresponde.

    Porque, qu era, exactamente, esta decadencia y corrupcin?

    Veamos un poco. Estamos en el Siglo I DC. Cuando uno repasa rpidamente la Historia de los primeros siglos de nuestra era, es casi inevitable que vengan a la mente figuras muy poco edificantes. Es casi imposible evitar que uno se acuerde de Calgula, de Claudio, de Nern. Y por esa va se cae muy fcilmente en conclusiones apresuradas: Claro! Es la poca de la decadencia del Imperio Romano!

    Cuidado con eso.

    Decadencia haba; eso es indudable y algo de ella veremos enseguida. Pero el Imperio estaba bien lejos de caer. Calgula gobern apenas 4 aos; Claudio 13; Nern 14. Entre todos ellos no llegan a sumar ni siquiera medio siglo. De hecho, apenas si duraron 31 aos en conjunto. El Imperio, a su vez, durara en Occidente por lo menos hasta el 476 DC es decir: hasta el momento en que se forman los primeros reinados germnicos. Y an as, en el 800, cuando Carlomagno es coronado, su primer ttulo oficial es el bastante aparatoso y hasta un poco ridculo de: Carlos, Augusto serensimo, coronado por Dios, grande y pacfico emperador, gobernador del Imperio Romano...

    El Imperio cay, es cierto, pero eso pas casi cinco siglos despus de los tiempos de Jess siendo que, a continuacin de un interregno de poco ms de tres siglos, los europeos todava se pasaron mil aos adicionales tratando de reconstruirlo. []

    La poca de Jess no es la poca de los psicpatas como Calgula o Nern. Es la de Tiberio, que est mencionado claramente en Lucas 3:1. Sucede sin embargo que, por desgracia, la figura de este emperador es muy compleja. Ha suscitado, y suscita an, toda clase de controversias porque a la complejidad de su personalidad se le suma la de todo un momento histrico muy difcil. Tiberio es recin el segundo emperador de todos los que Roma tendr y, si queremos entender a la Roma de los tiempos de Cristo, no tenemos ms remedio que hacernos un cuadro medianamente claro de

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    los primeros aos de ese complicadsimo Imperio que, en realidad, recin estaba naciendo desde el punto de vista institucional.

    Al dibujar ese cuadro, de paso, podremos ver un poco los problemas polticos y sociales de la potencia imperial que dominaba la regin en la que Cristo vivi.

    As que vengan; djenme que los lleve un poco de paseo por la Roma de los Csares.

    Augusto

    Vayamos, pues, hacia los comienzos del primer milenio. Estamos bajo el gobierno de Augusto y Jess tiene apenas unos pocos aos. El Imperio goza de un perodo de paz y tranquilidad notables.

    Desgraciadamente, como todas las cosas buenas de la vida, la tranquilidad durar poco.

    Por de pronto, en su familia, Augusto tiene problemas domsticos bastante complicados. Y cuando digo complicados cranme que lo estoy diciendo en serio. La vida sexual y marital de los romanos de la alta sociedad de esta poca ya no se caracteriza precisamente por la ortodoxia y la firme moral de los Hombres del Lacio. Recordemos que estamos a ms o menos 44 aos despus del asesinato de Julio Csar y la descarnada lucha por el poder entre las principales familias romanas ya se ha hecho sentir. Veamos, pues, si podemos desenredar el lo de la familia imperial para entender un poco el ambiente de dicha alta sociedad. Eso nos va a dar una buena idea del medio en el que Tiberio tuvo que moverse tratando de sobrevivir en el intento.

    La historia que tratar de contar tiene al principio dos personajes principales. Por un lado, Gaio Octavio, quien ms tarde entrar en la Historia como el emperador Augusto. En realidad, Augusto no es un nombre sino un ttulo pero disclpenme si no entro en eso ahora porque nos obligara a un largo excurso acerca de la denominacin de los emperadores romanos que, segn Ortega, al final ni siquiera supieron demasiado bien qu nombres y ttulos ponerse. Pues bien, ser Augusto a secas para nosotros as que, otra vez, por un lado lo tenemos a Augusto. Por el otro lado, tenemos a

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    una hermosa mujer llamada Livia Druscilla.

    Por parte materna, Augusto es pariente de Julio Csar. Su madre, Apia, es hija de Julia, la hermana de Csar. Segn la historia, en su testamento Csar lo habra adoptado como hijo y este hecho es el que le impulsa a los 18 aos a tomar el nombre de Gaio Julio Csar omitiendo el de Octavio (aunque hoy la Historia lo siga conociendo tambin como Octavio u Octaviano hasta que asumi el ttulo de Augusto). Cuando llega a la edad correspondiente y al momento oportuno, Augusto se casa con una seora llamada Scribonia de quien tiene una hija a la que tambin llama Julia, igual que su abuela.

    Por su lado, la bella Livia Druscilla est casada con un seor llamado Tiberio Claudio Nern, un alto magistrado que supo oficiar de capitn en la flota de Julio Csar (y que no tiene nada que ver con el emperador Nern que aparecer mucho ms tarde). En realidad, Tiberio Claudio es primo de Livia y el matrimonio tuvo lugar cuando ella era apenas una chiquilla de unos 12 aos. Como que tiene apenas alrededor de 13 cuando nace el primer hijo de este matrimonio al cual llamarn tambin Tiberio y retnganlo en la memoria porque ste es el Tiberio de quien terminaremos hablando.

    As las cosas, sucede poco ms o menos lo obvio y normal de cualquier pera italiana: Augusto se enamora perdidamente de Livia. Se divorcia de Scribonia y como tiene bastante ms poder que el marido de su amada, lo obliga a divorciarse a l tambin. Despejado as el terreno a fuerza de divorcios mutuos, Augusto y Livia contraen matrimonio. Pero la cosa no es tan fcil dentro de lo complicado que es ya de por s el trmite porque resulta ser que, al momento de contraer segundas nupcias, ella todava est embarazada de su primer marido. La cuestin es que Livia y Augusto ya estn casados cuando ella da a luz a su segundo hijo, Druso, concebido no con su actual marido sino con el primero de quien acaba de divorciarse.

    Augusto recibe de este modo dos hijastros de regalo y, naturalmente, la cosa no le agrada en absoluto por lo que Tiberio se queda ya de entrada con su padre y cuando nace Druso, Augusto se lo enva con sus ms cordiales saludos quedndose l, por supuesto, con la madre del muchacho. Pero, para colmo de males y para hacer el drama ms completo, el padre de los nios fallece cuando Tiberio tiene alrededor de nueve aos y tanto l como su hermano Druso terminan siendo reenviados a vivir con su madre y con

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    Augusto. Les parece complicado? Esperen, todava falta mucho.

    Por de pronto nos estamos olvidando de Julia, la hija que Augusto trae de su primer matrimonio. En edad, Julia est entre Tiberio y Druso. Es menor que Tiberio y mayor que Druso. Al final los tres terminan jugando juntos, estudiando juntos y participando juntos de las ceremonias de la corte imperial. Y, tanto como para hacer bien completo todo este enredo, se les suma todava el primo Marcelo, que es el hijo de Octavia, la hermana de Augusto.

    Tiberio

    Infancia

    Segn las descripciones que nos han quedado de l, Tiberio fue un muchacho serio, ms bien hosco, no demasiado agraciado fsicamente, pero muy responsable y, sobre todo, muy aplicado.

    Con los mejores maestros a su disposicin aprendi mucho y rpido, sin que por ello la pompa y el ceremonial de la corte imperial se le subiese demasiado a la cabeza. A los catorce aos ya estaba acostumbrado a tratar con altos dignatarios, a dirigir las ceremonias religiosas y hasta a ver su propia figura en el mrmol de algunas estatuas. Tena quince cuando Augusto se lo llev, junto con Marcelo, a inspeccionar las fortificaciones militares de la Galia.

    Adolescencia

    Cuando volvieron de la expedicin, Augusto hizo que su hija Julia se casara con su primo Marcelo. Obviamente, el emperador estaba buscando la forma de conseguir un digno heredero que lo sucediera. Pero, lamentablemente, Marcelo falleci hacia el 23 AC sin dejar descendencia y el problema volvi a plantearse. En consecuencia, a los dos aos de enviudar, Julia fue casada de nuevo, esta vez con Marco Vespasiano Agripa, el fiel lugarteniente y hombre de confianza de Augusto, quien, para casarse con la hija del emperador, tuvo que divorciarse previamente de su (segunda) esposa, Marcela, la cual, casualmente, era sobrina de Augusto.

    Primer matrimonio

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    El que Augusto decidiera casar a su hija, primero con el hijo de su hermana y despus con su hombre de mayor confianza y ex-marido de su sobrina, fue una suerte para Tiberio. Al menos en lo personal y por lo menos por un tiempo. Solucionada la cuestin poltica de la sucesin aunque ms no fuese en forma aparente, esos casamientos le dejaron la va libre para decidir su propio matrimonio y debemos consignar aqu que lo hizo bien. Se cas con la mujer que realmente amaba, Vipsania Agripina quien y ustedes me odiarn por esto pero cranme, no es mi culpa era la hija que Marco Vespasiano Agripa haba tenido con una de sus esposas anteriores. No me lo pregunten; honestamente, no recuerdo con cual de ellas.

    El Soldado

    La cuestin es que, a los 22 aos, Tiberio comienza su carrera militar recuperando unos estandartes que haban cado tiempo atrs en manos de los partos cuyo imperio se extenda por todo lo que hoy es Armenia, Irak, Irn hasta prcticamente la India. Como premio por la hazaa, le encomendaron la tarea de poner rden en la provincia de Panonia, es decir, en lo que hoy vendra a ser Hungra aproximadamente. Lo hizo bien. Tan bien que hasta se gan el respeto y el cario de su propia tropa. A su regreso, toda Roma lo aclam en triunfo.Pero la fatalidad se cruz en su destino. En su vida haba dos personas a las que amaba sincera y profundamente: su mujer Vipsania y su hermano Druso. La primera fue la elegida de su corazn; el segundo, su muy querido hermano menor. El destino quiso que perdiese a ambos en poco tiempo.

    Casamiento con Julia

    En el 12 AC muri su suegro, Marco Vespasiano Agripa dejando viuda a Julia con cinco hijos. Tres varones Gaio, Lucio Cesar y Agripa Pstumo que nace despus del fallecimiento de su padre y dos mujeres: Julia y Agripina. De ellas, Agripina ser ms tarde la madre de Calgula y la abuela de Nern.

    La cuestin es que a la muerte de su yerno, Augusto decidi que Julia deba volver a casarse inmediatamente y no tuvo mejor idea que designar a Tiberio para tal fin obligndolo a divorciarse de Vipsania. Uno estara tentado a decir que hay aqu demasiada crueldad en Augusto: no contento con destruir el anterior matrimonio de su mujer, ahora destruye el de su hijastro. Con todo, an sin negar los rasgos de dureza en el carcter del emperador, no es

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    imposible que sus motivos reales aunque inconfesados estuviesen por lo menos influenciados por ciertas razones que quizs ni l mismo quera pronunciar en voz alta.

    Porque la verdad es que a su hija Julia no se la poda dejar sola.

    Tiberio y Julia contrajeron matrimonio en el 11 AC. Hay que tener presente que los relatos que tenemos de la sociedad romana de esta poca estn llenos de chusmeros, chismes, comadreos y hasta vulgares patraas. Los amigos de un personaje lo ensalzan hasta endiosarlo; sus enemigos le encuentran defectos hasta debajo de la cama. Pero an as, difcilmente lo que sabemos del comportamiento de Julia est demasiado exagerado. No entraremos en detalles aqu porque, realmente, no hacen al caso y hasta seran de psimo gusto. Baste decir que con 27 aos, despus de enviudar dos veces, llevndose bastante mal con su ex-madrastra y ahora encima suegra, siendo la hija mimada del emperador que insisti durante mucho tiempo en pretender que no estaba enterado de nada, dotada de una belleza considerable y de una mente vivaz pero no demasiado brillante, Julia era de aquellas que consideraban al sexo y a la infidelidad como un deporte fascinante y resolvi practicarlos con verdadero entusiasmo.

    En esas condiciones y en una sociedad en la que los hombres podan cambiar de mujer como quien cambia de camisa pero las mujeres no, Tiberio hizo lo nico inteligente que poda hacer: se dedic a hacer la guerra lejos de Roma. Hay quien dice que trat de reanudar una relacin con Vipsania, vuelta a casar con un senador por orden de Augusto, y que el emperador mismo le prohibi volver a verla. Pero lo ms probable es que Suetonio en este caso nos haya dicho la verdad cuando nos cuenta que sufri mucho por esa separacin y que en una oportunidad, cuando la vio, la sigui con una mirada tan triste que luego todo el mundo tuvo el mayor de los cuidados para que no se volviesen a encontrar. []

    Muerte de Druso

    Pero lo peor estaba todava por venir. Hacia el 9 AC, estando al sur de la actual ciudad de Miln, a Tiberio le lleg la noticia de que Druso haba tenido un serio accidente en Germania. Cabalgando frenticamente da y noche slo consigui llegar a tiempo para verlo morir. Dicen que escolt de a pi el cadver de su hermano, caminando delante del fretro desde

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    Germania hasta Roma, para traerlo de regreso y darle una sepultura decente

    Cmo puede sentirse un hombre, caminando su tristeza kilmetro tras kilmetro por las rutas del Imperio, entre soldados silenciosos, trayendo a un hermano muerto para enterrarlo al final del trayecto? Un hermano con quien se ha compartido el quiebre de la familia original, la muerte de un padre, una infancia no demasiado feliz y todas esas mezquindades, vilezas, ruindades y miserables pequeas rencillas personales que siempre han infectado a todos los grandes centros del Poder. De qu sirve toda la pompa y ceremonial de un imperio en un momento as? Sobre todo cuando uno prcticamente ha nacido y se ha criado acostumbrndose a esa pompa y ceremonial de modo que ya la da por sobreentendida; con lo que, al final, ni siquiera en situaciones normales le concede demasiada importancia. Cmo se puede sentir un hombre que trae un cadver entre sus brazos y se da cuenta que, a partir de ese momento, ya prcticamente se ha quedado sin familia?

    El retiro a Rodas

    Tres aos despus, en el 6 AC, tras serle otorgado el cargo de tribuno, Tiberio hizo de pronto algo muy extrao: abandon Roma y se retir a la isla de Rodas. Aproximadamente por la poca en que Cristo naca, el hombre dej todo detrs de s y se refugi en la soledad de un exilio autoimpuesto. Llev consigo solamente a algunos pocos amigos personales, entre ellos a su astrlogo Thrasyllos. Habr Thrasyllos visto tambin la Estrella de Beln en sus clculos? Y si la vio, habr interpretado su significado del mismo modo que los magi? Y si lo hizo, se lo habr comentado a Tiberio?

    Ya s: son demasiadas preguntas y, en todo caso, cualquier cosa que diga al respecto no ser ms que especulacin pura. Pero qu quieren que le haga! Me llama la atencin esta extraa coincidencia de fechas. Reconozco que es absolutamente indemostrable, pero de algn modo pienso que el destino de Tiberio tiene varias cosas extraas. Aunque debo admitir que muy probablemente mi imaginacin se est saliendo un poco fuera de carril con estas divagaciones.

    Sea como fuere, lo cierto es que se ha especulado bastante con este retiro tambin desde otros puntos de vista. Es probable que Augusto no le tuviese una simpata demasiado exagerada a su hijastro. Tiberio no debe haber

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    sido lo que hoy llamaramos un tipo simptico. Adems, las preferencias del emperador se inclinaban claramente hacia los dos hijos mayores de su hija Julia Gaio y Lucio a quienes haba adoptado convirtindolos oficialmente en los ms firmes candidatos de herederos al cargo. Con ello, Tiberio haba quedado tercero en la lnea sucesoria a pesar de ser el mayor (e hijo directo de la emperatriz adems). Es bastante posible que lo que en un principio comenz siendo un exilio voluntario y un poco por despecho, se convirti despus en un destierro ordenado por Augusto. No es muy difcil imaginar de parte del emperador una actitud al estilo de Te fuiste y me abandonaste? Bien. Pues pdrete en Rodas hasta que a m se me d la gana darte permiso para volver!

    Volvi a Roma recin ocho aos ms tarde, en el 2 DC.

    Era otra persona? La leyenda dice que s. Lo que pasa es que es un poco difcil creer del todo en esa historia construida en buena medida sobre la base de chismografas, comadreos y habladuras. El Tiberio que volvi a Roma seguramente debe haber sido un hombre sin demasiadas ilusiones, una persona encerrada en si misma, solitaria, quizs algo amargada y desencantada en buena medida. Un hombre que, en esas condiciones, posiblemente incluso se permiti ciertos excesos porque, al fin y al cabo, ninguno de ellos le cambiara la vida en lo esencial. Pero, es harto difcil que se volviese un esclavo de vicios inenarrables. El retrato de un Tiberio pervertido, depravado y disoluto simplemente no cuadra con la personalidad que le conocemos de antes del exilio en Rodas. Como que tampoco encaja en el carcter que emerge de los hechos posteriores.

    Honestamente creo que lo ms probable es que, a lo largo de esos ocho aos, Tiberio se hizo indiferente y quizs hasta bastante cnico. Se volvi un hombre desilusionado de sus contemporneos; en alguien que ya no cree en ellos y que, en ltima instancia, est harto hasta la coronilla de todas sus pequeas y grandes mezquindades. Harto de todas esas pequeeces miserables que los enanos siempre inflan hasta darles una importancia colosal y a las cuales los gigantes les pasan por encima, acaso sin verlas siquiera, porque, medidas en su verdadera dimensin, no slo carecen de importancia sino hasta de entidad en absoluto. Y lo ms probable, en mi humilde opinin, es que buena parte de la leyenda surgi porque los pequeos enanos no pudieron soportar el desprecio fundamental que Tiberio termin sintiendo por todos ellos.

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    Regreso de Tiberio y muerte de Augusto

    El regreso a Roma de su exilio en Rodas no obedeci a ningn capricho; ni de parte de l, ni tampoco de parte de Augusto. Sucedi que en el 2 DC Lucio muri de una enfermedad en Marsella. La lnea de sucesin se acortaba y Tiberio quedaba colocado como nmero dos. Y dieciocho meses despus, muri inesperadamente Gaio de heridas sufridas durante una batalla en Armenia. Con lo que todos los cuidadosos planes de Augusto para garantizar su sucesin se desmoronaron en menos de dos aos y su hijastro le qued como la nica opcin razonable, tanto para asegurar la continuidad de la familia en el poder como para mantener la estabilidad poltica del imperio.

    Al final, Tiberio termin heredando el trono cuando Augusto muri en Nola, cerca de Npoles, en el 14 DC a los 77 aos de edad, luego de haber gobernado durante 43 aos. Dicen que sus ltimas palabras fueron: "Creis que he representado bien mi papel en la vida? Si es as, aplaudid."

    Por supuesto, no puedo jurar que esos fueron exactamente sus ltimos dichos. De hecho, me suenan sospechosamente adecuados y dignos de un emperador. Pero en este relato no nos hemos detenido en l con mayor detalle; slo hemos rozado algunas de sus cuestiones domsticas y no quiero ser injusto con el hombre. Como poltico y como estadista fue slido y hasta me animara a decir que admirable en ms de un sentido. Es cierto que fue cruel a veces en ocasiones incluso muy cruel pero su poca tambin lo era y, en todo caso, no cualquiera maneja un imperio tan complicado como el que le toc gobernar y menos an con la firmeza y el buen criterio que demostr tener en muchas de sus ms importantes decisiones.

    No seamos mezquinos. Creo que merece ese aplauso.

    El emperador

    Pero sigamos con Tiberio. Por todo lo que sabemos, la idea de convertirse en emperador no lo entusiasmaba en absoluto.

    Augusto muri el 19 de Agosto del ao 14 DC. Era el 18 de Septiembre y Tiberio todava no haba aceptado hacerse cargo de la sucesin. El Senado Romano, reunido ese da con el expreso propsito de confirmarlo como emperador, no saba muy bien como proceder. La verdad es que nadie, Tiberio incluido, lo saba. Roma no tena tradiciones imperiales sino

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    republicanas. Augusto haba sido el primer prncipe imperial propiamente dicho y hasta ese momento nunca antes se haba dado el caso de que un emperador sucediera al anterior. En las oficinas de Protocolo y Ceremonial del Estado ms de uno se debe haber rascado la cabeza preguntndose qu cuernos se supona que deba hacerse en un caso as.

    Segn el testimonio de Tcito, cuando el Senado le vot varios poderes y ttulos, Tiberio se mostr por dems reticente y casi les arruina la ceremonia. Les dijo a los senadores que ya estaba demasiado viejo para asumir las responsabilidades del principado (tena 56 aos), que era demasiado trabajo para un solo hombre y que, en realidad, no quera el puesto en absoluto. Termin cediendo solamente cuando uno de los senadores le pregunt, no sin cierta intencin: Seor, por cunto tiempo ms permitiris que el Estado quede sin cabeza?.

    Y an as, rechaz el ttulo de Augusto.

    Relaciones con el Senado

    Las relaciones de Tiberio con el Senado tampoco mejoraron demasiado con el tiempo. El hombre simplemente no consigui amigarse nunca con esa caterva de pequeos pudientes aristocratosos, constantemente envueltos en intrigas, corrupciones, camndulas, traiciones mutuas y componendas polticas. No le infunda ningn respeto ese Senado que, ya muy alejado de la integridad y la dignidad de pocas pasadas, se haba convertido en una asamblea de politicastros ambiciosos fundamentalmente cobardes; tan cobardes que ya ni se atrevan a ejercer el poder en nombre propio. En su opinin harto lapidaria, no eran ms que un montn de hombres dignos de ser esclavos [].

    Y seguramente esa opinin no fue un exabrupto, producto de un enojo momentneo. Nadie en aquella poca poda dejar de recordar como esos mismos adulones pusilnimes haban escapado de su responsabilidad en el ao 22 AC ofrecindole casi de rodillas los plenos poderes a Augusto. Porque, acaso convenga recordarlo, en un principio Augusto tampoco haba querido ser emperador. Cuando el Senado se propuso designarlo, huy a Sicilia. Literalmente huy de la dictadura que le estaban ofreciendo. Y ante ello, una parte del Senado sali corriendo detrs de l para obligarlo a convertirse en dictator princeps imperator, con lo cual, como dice Ortega

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    citando a Ferrero, se daba el curioso caso de que la dictadura persegua al dictador [].

    Tiberio tambin acept el cargo bastante a regaadientes pero sin la habilidad diplomtica de su antecesor y padrastro. Simplemente result refractario a las aduloneras y a los servilismos de los politiqueros profesionales. En Roma, desde haca relativamente poco, se haba instituido la costumbre de darle a un mes el nombre del jefe de Estado. De este modo, el mes de Julio recibi su nombre de Julio Csar y el mes de Agosto se instituy en honor a Augusto. Cuando los senadores le fueron con la brillante idea de bautizar a otro mes con su nombre, Tiberio no pudo reprimir su vena sarcstica. Recordndoles que el ao tena solamente doce meses les pregunt: Y qu haris el da en que tengis trece Csares?. La mocin no prosper y los senadores tuvieron que embolsarse un papeln.

    Pueden ustedes imaginarse que no se fueron contentos precisamente.

    Cuando llegue la prxima primavera o el prximo otoo, depende de dnde vivan acurdense de Tiberio.

    Gracias a l todava tenemos un Septiembre.

    Las intrigas

    Los primeros aos del gobierno de Tiberio tuvieron sus problemas pero, en trminos generales, puede decirse que las cosas se mantuvieron en un cauce relativamente normal. Hubo rebeliones en las legiones de Panonia y Germania pero consiguieron ser controladas. Las relaciones con el Senado no mejoraron mucho, especialmente porque los seores senadores no quisieron aceptar el papel de mayor responsabilidad en el gobierno que Tiberio constantemente les ofreca. Sin embargo, an a pesar de estos avatares las cosas estaban bastante bien bajo control.

    Hasta que comenzaron las intrigas. O quizs deberamos decir que se reavivaron.

    La cuestin, otra vez, fue la sucesin. Y, en este sentido, observen ustedes lo complicadas que eran las relaciones familiares:

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    Con tantos matrimonios cruzados para colmo con algunos de ellos sin descendencia la situacin sigui siendo realmente muy delicada. Hasta hoy en da resulta un verdadero dolor de cabeza seguir la genealoga y las relaciones de estas personas que se divorcian, se casan varias veces, adoptan hijos de otros, designan sucesores, reacomodan todo cuando alguno muere y al final terminan enredando las cosas de tal manera que uno apenas si sabe quin es hijo de quin, quin est relacionado con quin y quin compite con quin para hacerse del trono imperial. Para colmo de males, la alta sociedad romana no era muy creativa que digamos en eso de inventar nombres para sus hijos, de modo que los nombres se repiten en forma constante. Por ejemplo, tenemos por lo menos tres Drusos: el hermano de Tiberio, el hijo de este hermano y el hijo que el propio Tiberio tuvo con su primera mujer Vipsania Agripina. Y los Agripa, por otro lado, son tambin todo un captulo aparte.

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    Veamos, pues, si podemos lograr algo de claridad en este enredo. Poco antes de la muerte de Augusto la situacin es aproximadamente la siguiente:

    Julia, la hija de Augusto y Scribonia, ha terminado desterrada por su propio padre debido a lo intolerable de su comportamiento. Tiberio, por lo tanto, est fcticamente divorciado. De los tres hijos que tuvo Julia con Marco Vespasiano Agripa y que Augusto adopt, dos estn muertos (Gaio y Lucio Csar). El tercero, Agripa Pstumo llamado as porque naci despus de la muerte de su padre es un problema maysculo. No slo es un perfecto intil que, al igual que su seora madre, preferira pasarse la vida de jolgorio en jolgorio sino que, encima, parece ser que sus facultades mentales estn considerablemente disminuidas o, por lo menos, se encuentran muy lejos del nivel que se requiere para ser un emperador romano. Por lo tanto, a Augusto no le queda ms remedio que decidirse por Tiberio, el nico hijo vivo de Livia Druscilla, su mujer actual, ya que Druso, el otro hijo de ella y hermano de Tiberio, tambin est muerto.

    Ahora bien, para consolidar el problema de la sucesin, Augusto concibe una combinacin mediante la cual Tiberio adopta a su sobrino, el hijo que su fallecido hermano Druso tuvo con Antonia. A ste, para diferenciarlo de su padre, lo conoceremos como Druso Germnico. Pero hete aqu que Tiberio tiene un hijo propio, proveniente de su primer matrimonio con Vipsania Agripina, que tambin se llama Druso. Para poder identificarlo, lo denominaremos Druso Julio Csar.

    A la muerte de Augusto tenemos, pues, a Tiberio; a su sobrino Druso Germnico y a su hijo propio Druso Julio Csar. Qu pas con Agripa Pstumo?

    Pas algo bastante desagradable: lo asesinaron. Unos siete aos antes de su muerte Augusto ya lo haba desterrado al igual que a su madre. No le serva en absoluto como hijo adoptivo y, como heredero, era impresentable. La investigacin actual tiende a creer que, antes de morir, Augusto haba dado rdenes secretas de eliminarlo, tanto como para asegurarle el puesto a Tiberio, y que, cuando muri, la rden fue ejecutada de inmediato. La otra suposicin, obviamente, es que Tiberio se lo quit de encima por la va expeditiva. Sea como fuere, por aquella poca las sospechas recayeron sobre Tiberio y su madre, generndose toda una serie de habladuras al respecto.

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    La cosa slo se puso peor a la muerte de Druso Germnico. Luego de una serie de campaas exitosas en Germania y tras ser aclamado en triunfo en el 17 DC, Druso Germnico fue enviado al Este donde falleci dos aos despus. Segn se dice, en su lecho de muerte acus a Plancina, la mujer de Cnaeo Calpurnio Piso, el gobernador de Siria, de haberlo envenenado. El problema fue doble: por un lado Piso era un viejo amigo de Tiberio (haban sido cnsules juntos en el 7 AC) y as la acusacin terminaba rebotando en el emperador. Por el otro lado, Germnico estaba casado con Agripina (la mayor), una de las hijas de Julia, y sta se encarg de sembrar toda clase de dudas acerca de la muerte de su marido.

    La verdad es que, si Piso esper encontrar apoyo en su viejo amigo, se equivoc y por mucho. Tiberio no movi un dedo para salvarlo en el juicio al que luego fue sometido en el Senado. Ni siquiera reaccion cuando Piso amenaz con revelar ciertos documentos comprometedores. Los documentos nunca aparecieron y al final Piso, muy convenientemente, tuvo la delicadeza de suicidarse. El supuesto involucramiento de Tiberio en la muerte de su sobrino nunca pudo ser comprobada. Pero la relacin con Agripina y su familia slo fue de mal en peor a partir de all. Y ms an, cuanto que Agripina, tanto antes como despus de la muerte de su esposo, tena sus propias ideas acerca de quin deba ser emperador en Roma. No lo olvidemos: esta Agripina es la madre de Calgula. Y madre tambin de la otra Agripina (la menor) cuyo hijo ser Nern.

    De hecho, todo el escndalo se aplac con una medida salomnica: Tiberio mand a Agripina al exilio y adopt a Calgula. Pero fue una solucin a medias.

    Y al final, result ser una muy mala solucin.

    Pero eso lo sabemos nosotros. Tiberio, en ese momento, no tena como saberlo. Cuando lo adopt, Calgula era tan slo un pequeo mequetrefe simptico y el nio mimado de medio mundo. Tengamos cuidado con nuestros juicios de valor histricos: con el diario del Lunes en la mano siempre es muy fcil pronosticar el resultado de los partidos del Domingo.

    Un hombre llamado Sejano

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    De cualquier manera, la situacin no termin de estabilizarse porque, para colmo de complicaciones, en el firmamento poltico-palaciego de la Roma del 19 DC comenzaba a perfilarse cada vez ms claramente la figura de un personaje que tendr enorme importancia en los acontecimientos futuros. Su nombre es Lucio Aelio Sejano. Desde el 15 o el 16 DC es el hombre fuerte de la Guardia Pretoriana, ese cuerpo militar permanente de nueve cohortes creado en su momento por Augusto para defender a los emperadores y que, con el correr de los siglos, se transformara en uno de los factores de poder ms importantes del Imperio.

    Augusto haba desparramado a las nueve cohortes alrededor de Roma pero Tiberio probablemente por sugerencia de Sejano mismo las estacion dentro de la ciudad, con lo que el jefe de la guardia qued al mando directo de unos 9.000 hombres de quienes poda disponer en cualquier momento. Pueden ustedes imaginarse el poder que eso significaba.

    Pero, aparte de ello, Sejano consigui de alguna manera y forma meterse bajo el ala de un Tiberio que se estaba quedando cada vez ms slo y que se mostraba cada vez ms hurao e insociable. Al final, Sejano termin siendo para Tiberio lo mismo que Marco Vespasiano Agripa haba sido para Augusto: su real segundo de a bordo, su hombre de mxima confianza. Pero con importantes diferencias. Mientras Agripa era yerno de Augusto y, por todo lo que sabemos, le fue leal, Sejano no tena lazos familiares estrechos con Tiberio y en materia de lealtades el hombre proceda segn un criterio muy elstico, aunque ms no fuese porque en sus proyectos personales entraba, decididamente, la posibilidad de convertirse en emperador.

    La expulsin de los judos de Roma

    En ese ao 19 DC sucedi adems otro hecho que es importante para nuestra historia. Tengamos presente que estamos apenas a unos catorce aos antes de la crucifixin de Jess, aunque sobre esta ltima fecha todava tenemos que hablar.

    Pues bien, en el 19 DC cuatro miembros de la comunidad juda de Roma parece ser que estafaron a una tal Fulvia, esposa de un importante funcionario. El resultado de la investigacin fue que el emperador o ms bien Sejano orden la expulsin de todos los judos de Roma y de sus alrededores.

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    El hecho produjo, sin duda, su impacto en el mundo administrativo romano. Especialmente los funcionarios enviados a Palestina recibieron con esto una clarsima indicacin de cual era el criterio prevaleciente en Roma. Y que no se trat de una actitud pasajera y coyuntural lo demuestra el testimonio de Gaio Suetonio segn el cual en el 49 DC es decir: 30 aos ms tarde el emperador Claudio volvi a expulsar a los judos otra vez.

    Tiberio se queda solo

    As las cosas, durante los aos 20 y 21 DC Tiberio le devuelve una parte nada despreciable del poder de decisin al Senado. Hasta en el testimonio de Tcito es obvio y manifiesto que no le entusiasma en absoluto el ejercicio del poder. [] Se va encerrando ms y ms en s mismo, tratando de alejarse de un mundo que visiblemente le desagrada.

    Y paralelamente, va descargando responsabilidades en Sejano cuya influencia crece en forma proporcional.

    Para Sejano, los obstculos naturales que le impedan convertirse en emperador eran, obviamente, Agripina con sus hijos por un lado, y Druso Julio Csar, el hijo de Tiberio por el otro.

    Druso Julio Csar estaba casado con una tal Livilla. Ni corto ni perezoso, Sejano consigui meterse en la cama de doa Livilla y no slo eso, tambin parece ser que la convenci de deshacerse de su marido. El hecho es que el pobre Druso Julio Csar termina muriendo envenenado en el 23 DC con lo que Tiberio pierde a su nico hijo.

    Cranme: he repasado con bastante minuciosidad buena parte de todo lo que se ha escrito sobre este hombre. Y sigo sin poder entender a algunos historiadores con aureola de grandes acadmicos. Es tan difcil captar lo esencial del carcter de Tiberio? Es un hombre al que el destino conden a la soledad. Buen soldado. Buen funcionario. Buen hermano. Si lo hubieran dejado vivir en paz con Vipsania hasta hubiese sido un buen esposo y posiblemente incluso un buen padre. Pero no. La vida se cans de darle bofetada tras bofetada. A su alrededor, todo el mundo muere. Cada vez que levanta la vista, alguien es envenenado, alguien es traicionado, alguien es

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    engaado, o estafado, o asesinado, o abandonado. Y el da en que, harto y cansado de toda la homicida mediocridad de su entorno, decide tener fe en alguien, hasta se equivoca y deposita su confianza en un ambicioso como Sejano. Podra construirse un drama griego con esta historia.

    En vez de ello, sus contemporneos y sucesores armaron una farsa folletinesca con ribetes pornogrficos. Juntaron toda la lascivia que andaba suelta por Roma y la pusieron en la cuenta de Tiberio. Y saben ustedes por qu? Pues, porque los seres despreciables siempre acusan a quien los desprecia de justamente esas vilezas que hacen despreciables a los seres despreciables.

    Las legendarias orgas de Tiberio podrn servir para despertar el lascivo inters del montn de turistas que ao tras ao visitan la ltima de sus residencias en la isla de Capri. El sexo ha sido siempre un buen atractivo turstico entre otras cosas. Pero lo ms probable es que Tiberio, sin haber vivido por supuesto con la estricta moralidad de un monje franciscano, jams tuvo siquiera inters en organizarse esas francachelas morbosas que las malas lenguas de los mediocres en pocas posteriores le adjudicaron y los miopes gusanos de biblioteca se dedicaron a repetir con un celo acadmico que transparenta bastante bien la proverbial hipocresa de los que relatan con lujo de detalles las perversiones sexuales ms aberrantes en un tono admonitorio y escandalizado que disimula bastante mal el secreto placer que les produce el regodearse en ellas. []

    Es tan viejo como el mundo y siempre ha sido as. Cuando los enanos quieren defenestrar al gigante que se niega a adularlos lo acusan de ser enano. Y la historia prende, se multiplica y hasta engorda porque todos los pequeos infelices sienten un placer inenarrable en crucificar a alguien que los desdea.

    Y, por favor, no me digan que estoy exagerando. Hasta crucificaron a alguien que los am.

    Adis a Roma

    En cuanto a Roma, hasta aqu llegamos en este relato. Tenemos que volver a nuestra historia principal cuyos captulos ms importantes estn por comenzar a varios miles de kilmetros de distancia, en Galilea.

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    Pero antes de bajar el teln sobre la Ciudad Eterna, permtanme unas breves lneas de desenlace que tienen bastante que ver con lo que sigue.

    En el ao 26 DC Tiberio lleg al lmite de lo que poda soportar y abandon Roma para siempre. Nunca ms volvi a esa ciudad. Sigui siendo emperador hasta su muerte pero nunca ms volvi a pisar el Capitolio. En el 27 DC, a los 67 aos de edad, se instal en la isla de Capri y vivi all prcticamente todo el resto de su vida. []

    Es, quizs, una de esas grandes ironas de la Historia que, mientras en una punta del mundo un emperador desesperaba de los hombres, en la punta opuesta un humilde nazareno emprenda un camino que lo llevara a dejarse crucificar por ellos.

    Porque exactamente en ese mismo ao 26 DC, mientras Tiberio se alejaba del cenagal poltico y Sejano se quedaba con la mayor parte del poder en Roma, en Judea asuma como gobernador una persona a la cual todos ustedes seguramente conocen.

    Su nombre es Poncio Pilato.

    Palestina

    El Imperio y sus provincias

    A pesar de las cosas bastante poco edificantes que hemos encontrado en las esferas superiores de la alta sociedad romana, sera cometer un error tremendo suponer que el Imperio era en aquellos tiempos una construccin sujetada con alfileres, a punto de caer en la descomposicin y la disolucin. Si bien es cierto que las normas morales no se hallaban precisamente en su apogeo y que es posible detectar varios focos de corrupcin y de arbitrariedades ms o menos manifiestas, no menos cierto es que la pax romana del Imperio y sus provincias estaba construida sobre fundamentos muy consistentes.

    Gracias a una serie de leyendas de seleccin bastante arbitraria, estamos demasiado acostumbrados a considerar a los romanos como unos opresores dictatoriales que esclavizaban con crueldad a los pueblos que gobernaron.

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    Como en varios otros casos, hay en esto mucho de maniquesmo abusivo. Es el cuento de los tiranos romanos frente a los democrticos griegos. Como que antes, fue el cuento de los despticos espartanos frente a los archidemocrticos atenienses. Son esquemas de interpretacin, fuertemente arbitrarios, que ni siquiera tienen la virtud de la originalidad puesto que se repiten con una monotona que fastidia.

    La realidad es que los romanos, con la enorme expansin de su rea de poder, se enfrentaron con el problema poltico tpico de todos los Imperios: el de gobernar a la diversidad.

    Cranme: no es nada fcil. Y si un organismo poltico consigue hacerlo durante cerca de 800 aos, como lo hicieron los romanos, es ridculo sustentar la hiptesis de que todo se explica por coercin, opresin, avasallamiento y dominacin feroz.

    Basta con observar aquellos pases actuales que se desarrollaron a partir de sucesivas oleadas inmigratorias. Si es complicado gobernar a un pas como la Argentina, con su poblacin formada por descendientes de indgenas, espaoles, italianos, polacos, judos, sirio libaneses, alemanes, croatas, serbios, rusos y hasta algunos franceses e ingleses; imagnense lo que debe haber sido gobernar la vastedad del Imperio Romano con sus celtas, beros, egipcios, sirios, judos, griegos, germanos, armenios, rabes, partos, macedonios, tracios y slo Dios sabe cuantos pueblos ms. Cada uno con sus costumbres, su religin, su aristocracia local, sus intereses econmicos, sus leyes propias, sus tradiciones, sus filias y sus fobias, sus rencillas particulares con sus vecinos y sus tensiones sociales internas. No. Decididamente. No pudo haber sido tarea fcil.

    Y, sin embargo, los romanos lo lograron.

    Lo lograron porque comprendieron que la diversidad no se domina; se gobierna. Con nuestros actuales criterios de maganement diramos que se lidera y se administra. En una palabra: se conduce.

    Aparte de ello, no perdamos de vista que, al menos en Occidente, los despotismos no construyen imperios. Y si lo intentan, no duran; y menos an tanto como el Imperio Romano. Los rusos soviticos lo intentaron. Vayan hoy y pregunten en Polonia, Ucrania, Hungra, Georgia, la Repblica

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    Checa, Eslovaquia, Serbia y ni hablemos de Chechenia a ver qu opina toda esa gente de los rusos. Ni bien cay el muro de Berln todo el imperio se quebr a lo largo de las lneas etnoculturales que lo constituan. Fue un desbande. En contraposicin, cuando