Los Dos Lados- Bennett Trabajo Septuplo

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Los Dos Lados El trabajo incluye la ejecución de esfuerzos, y un esfuerzo existe cuando una energía superior está encima de una inferior . Hablamos de esfuerzos al levantarnos por las mañanas o de la lucha para sobreponernos a un fuerte disgusto; en este tipo de experiencias comunes existe una relación entre lo activo y lo pasivo; el ser inferior, el elemento pasivo caracterizado por la reacción y la resistencia; y el ser superior, el elemento relativamente activo caracterizado por la intención y por el movimiento-hacia-el- cambio. Un hombre empujando una carga pesada está haciendo esfuerzos porque está utilizando sus energías vitales para sobreponerse a la resistencia de la masa material. Existe una relación de organización y desorganización: el reino de la energía inferior tiene la tendencia de desorganizar el reino de la energía superior, esto es, de resistirse a una dirección más organizada. Esta es la experiencia de la lucha, y debe existir algún elemento de lucha y de esfuerzo para que esté presente el Trabajo. Puede que se preguntaran: ¿Pero qué es lo que hace que un esfuerzo pertenezca al Trabajo? Todos debemos hacer esfuerzos de algún tipo y una gran parte de ellos son inútiles o mecánicos. Tenemos que tomar en cuenta la relatividad de la auto-dirección al hacer los esfuerzos. Un hombre puede hacer esfuerzos a partir del miedo o por su obediencia habitual , igual que un animal. Puede hacer esfuerzos a partir de su personalidad para inflar su auto-imagen, o puede trabajar a partir de su esencia, a partir de su verdadera naturaleza. La forma más pura de esfuerzo es cuando un hombre trabaja debido a la obligación de trabajar. Existe un elemento afirmativo al hacer esfuerzos. Esto, primero que todo, significa trabajar a partir de la mente: la mente dice “sí” y el cuerpo o los sentimientos dicen “no”. Pero esto debe ir más profundo. Toda nuestra naturaleza automática dice “no” y es la naturaleza superior la que puede verdaderamente decir “sí”. Cuando trabajamos en contra del tirón de los gustos y disgustos, es a partir de la afirmación de nuestra naturaleza superior . La naturaleza superior es verdaderamente más “mí” que la inferior, pero la inferior es, hasta cierto punto, también “mí”. Por lo tanto, tenemos la experiencia de una dualidad en nosotros mismos, de ser tanto el “sí” y el “no” al mismo tiempo. Cuando los esfuerzos son disparados por estímulos externos esta dualidad interna es pérdida y no puede decirse que sea un Trabajo. Por

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Los Dos Lados

El trabajo incluye la ejecución de esfuerzos, y un esfuerzo existe cuando una energía superior está encima de una inferior. Hablamos de esfuerzos al levantarnos por las mañanas o de la lucha para sobreponernos a un fuerte disgusto; en este tipo de experiencias comunes existe una relación entre lo activo y lo pasivo; el ser inferior, el elemento pasivo caracterizado por la reacción y la resistencia; y el ser superior, el elemento relativamente activo caracterizado por la intención y por el movimiento-hacia-el-cambio.

Un hombre empujando una carga pesada está haciendo esfuerzos porque está utilizando sus energías vitales para sobreponerse a la resistencia de la masa material. Existe una relación de organización y desorganización: el reino de la energía inferior tiene la tendencia de desorganizar el reino de la energía superior, esto es, de resistirse a una dirección más organizada. Esta es la experiencia de la lucha, y debe existir algún elemento de lucha y de esfuerzo para que esté presente el Trabajo.

Puede que se preguntaran: ¿Pero qué es lo que hace que un esfuerzo pertenezca al Trabajo? Todos debemos hacer esfuerzos de algún tipo y una gran parte de ellos son inútiles o mecánicos. Tenemos que tomar en cuenta la relatividad de la auto-dirección al hacer los esfuerzos. Un hombre puede hacer esfuerzos a partir del miedo o por su obediencia habitual, igual que un animal. Puede hacer esfuerzos a partir de su personalidad para inflar su auto-imagen, o puede trabajar a partir de su esencia, a partir de su verdadera naturaleza. La forma más pura de esfuerzo es cuando un hombre trabaja debido a la obligación de trabajar.

Existe un elemento afirmativo al hacer esfuerzos. Esto, primero que todo, significa trabajar a partir de la mente: la mente dice “sí” y el cuerpo o los sentimientos dicen “no”. Pero esto debe ir más profundo. Toda nuestra naturaleza automática dice “no” y es la naturaleza superior la que puede verdaderamente decir “sí”. Cuando trabajamos en contra del tirón de los gustos y disgustos, es a partir de la afirmación de nuestra naturaleza superior. La naturaleza superior es verdaderamente más “mí” que la inferior, pero la inferior es, hasta cierto punto, también “mí”. Por lo tanto, tenemos la experiencia de una dualidad en nosotros mismos, de ser tanto el “sí” y el “no” al mismo tiempo. Cuando los esfuerzos son disparados por estímulos externos esta dualidad interna es pérdida y no puede decirse que sea un Trabajo. Por esta razón, debemos ser muy cuidadosos en las situaciones en las cuales la gente es estimulada por coerción o persuasión para hacer esfuerzos, porque estos no serían de su propiedad. No significa que no pueda ser útil alentarlos, o que los motivos que fluyan a partir de un sentido de competición o de una voluntad para emular un buen ejemplo, no tengan algún valor. Existe una relatividad en estas materias; no podemos apoyarnos todo el tiempo en esfuerzos que verdaderamente vengan a partir de nosotros mismos.

El Trabajo no sólo concierne a las acciones que vienen desde nosotros mismos. No estamos solos en el Trabajo: existe otras personas; existe una parte superior “dentro” de nosotros mismos, y existen poderes superiores sin los cuales estaríamos enteramente desamparados. Es una cosa bastante grande realizar que tenemos que aprender cómo permitir que las fuerzas superiores entren en nosotros: ellas no podrán entran en nosotros a menos que se lo permitamos. Para permitirles entrar debemos ser receptivos.

Es algo difícil que llegue al principio, pero debemos comprender la diferencia entre la pasividad y la receptividad. Cuando somos pasivos, estamos bajo el vaivén de las fuerzas inferiores; pero cuando

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somos receptivos estamos abiertos a lo que es superior. En esto reside la llave de la gran mayoría de los problemas prácticos del Trabajo.

En primer lugar, debemos ver que los esfuerzos son requeridos. Tenemos una fuerza de nuestra propiedad que es real en un determinado momento presente. Y estamos bajo la obligación de trabajar a partir de dicha fuerza. Parte de ella es natural, reside en nuestra propia esencia; parte de ella viene a partir de la comprensión que hemos desarrollado a través de las experiencias practicas y de los sufrimientos; y parte de ella nos ha sido dada desde una fuente oculta . Estas variadas partes de la fuerza son similares a los talentos de la parábola que se les dieron a los sirvientes, y podemos incrementarlos, perderlos, o solamente preservar lo que tenemos. Algunas veces, quizás sentimos que ninguna de las fuerzas que están presentes es verdaderamente de nuestra propiedad y que todo ha sido un regalo. Esto no significa que uno pueda escapar de la obligación de hacer esfuerzos de algún tipo, aunque debemos discriminar entre los esfuerzos por amor a los esfuerzos y los esfuerzos hechos por algún objetivo, este es un problema de consciencia.

En segundo lugar, debemos atrapar firmemente lo inadecuado que es el rango de nuestros propios esfuerzos. Para hacer un esfuerzo realmente útil deberíamos ser capaces de ver una oportunidad; lo cual significa que tenemos que estar suficientemente despiertos. ¿De dónde viene ese despertar? Ultimadamente, éste nos es dado de una manera que no podemos controlar o determinar –excepto que podemos hacer una cantidad de cosas para impedir que llegue a nosotros. Las influencias superiores pueden entrar en nosotros mientras estamos en un estado de distracción, y por lo tanto, momentáneamente abiertos pero quizás no-intencionalmente. Entonces podemos echar todo a perder por apegarnos a la experiencia, o por la propia voluntad, o por las expectativas. Para recibir de una manera genuina necesitamos estar vacíos de nosotros mismos, o al menos, estar listos para dar paso a alguna cosa de más allá de nosotros mismos.

Las fuerzas superiores pueden venir y tocar a nuestra puerta pero nosotros tenemos que abrir la puerta. Podemos incluso invitarlas a que nos visiten a pesar de que no exista garantía alguna de que dicha petición sea atendida, porque debe existir un espacio real o un vació en nosotros si es que van a entrar. La condición para que sea dada la ayuda es que estemos dispuestos y seamos capaces para recibirla. Esto no es tan claro como parece al principio, porque usualmente tenemos poca comprensión de qué ayuda necesitamos. Lo que verdaderamente es la ayuda es algo que no podemos producir por nuestros propios esfuerzos, y por lo tanto, es largamente desconocido.

Trabajar a través de los esfuerzos y trabajar a través de recibir no pueden substituirse uno al otro, pero quizás ambos estén presentes en nuestra acción total. La ayuda es necesaria para iniciar algo nuevo, y la ayuda es necesaria para llevarlo a su finalización, pero sin los esfuerzos no existiría la acción. La combinación de los dos lados en nosotros pertenece a la realidad de la sinergia o cooperación que es necesaria para la totalidad del Trabajo. El Trabajo no es algo que hacemos o que nos sea hecho a nosotros; pero podemos participar en el Trabajo hasta el grado en que seamos capaces. Esta participación es algunas veces una problema de esfuerzos y en otros momentos un problema de ser receptivos. Si nos concentramos en los esfuerzos llegaremos a ser insensibles; si es de la otra manera, llegaremos a ser débiles. Existen muchas razones prácticas para balancear los dos lados en nuestro propio Trabajo.

La gente que llega a ser lo bastante consciente de su propio vacío y ve qué poco puede hacer acerca de su propia condición, estarán expuestos a que crezca el desanimo y abandonarán cualquier intento de hacer esfuerzos, simplemente permiten que las cosas les sucedan. Llegarán a estar bajo la tentación del quietismo y del fatalismo, donde el peligro es que la receptividad se confunda con la

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pasividad. La ayuda no pude ser dada a la gente que es demasiada pasiva, ellos estarán totalmente llenos de fuerzas inferiores. Hacer esfuerzos hará posible para ellos entrar en un estado en el cual la ayuda puede ser pedida.

En la otra mano, aquellos que no pueden ver la necesidad de la ayuda, estarían en una condición precaria. Viven en el mundo de sus propios esfuerzos y sólo podrán incrementar el sostenimiento de su propia voluntad y egoísmo. Llegarán a estar llenos de sus propios personajes que la transformación llegará a interrumpirse, y la totalidad del edificio que haya sido levantado tendría que ser demolido por algún medio para poder construirlo de nuevo de la manera correcta.

Comprender cuándo uno tiene que ser activo y cuándo uno tiene que ser receptivo es una prueba.