Los hábitos son la clave del éxito

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CAPfTIJL06 ;,y;,.-~~"""""Y"""''''''''''''N; Los hibitos son la clave de todo exito A decir verdad, la unica diferencia que existe entre quienes fracasan y quienes tienen exito es la diferencia entre sus htibitos. Somos criaturas de habitos. En todos los afios que he escuchado esta vieja expresi6n, no he oido a nadie discutirla, probablemente porque es muy cierta. La mayona de las personas no se dan cuenta de que somos el resultado de los habitos. Algunos sic610gos creen que hasta el 95 por ciento de nuestro comportamiento se forma a traves de los habitos. Alguien puede discutir esta citra en particular, pero dudo que no este de acuerdo en que nuestros habitos tienen un efecto poderoso sobre nosotros. Casi todos cornienzan ino- centemente. Al inicio forman una especie de hebra invisible. Pero a traves de la repetici6n, esa hebra se transforrna en un cord6n y mas tarde en una cuerda. Cada vez que repetimos un acto, 10fortalecemos. La cuerda se convierte en cadena y luego en un cable. Finalrnente, reflejarnos nuestros hahitos. Como dijo el poeta inglesJohn Dryden hace trescientos afios: 57

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CAPfTIJL06;,y;,.-~~"""""Y"""''''''''''''N;

Los hibitos son laclave de todo exito

A decir verdad, la unica diferencia que existe entrequienes fracasan y quienes tienen exito es la diferenciaentre sus htibitos.

Somos criaturas de habitos. En todos los afios que heescuchado esta vieja expresi6n, no he oido a nadie discutirla,probablemente porque es muy cierta. La mayona de laspersonas no se dan cuenta de que somos el resultado de loshabitos. Algunos sic610gos creen que hasta el 95 por cientode nuestro comportamiento se forma a traves de los habitos.Alguien puede discutir esta citra en particular, pero dudoque no este de acuerdo en que nuestros habitos tienen unefecto poderoso sobre nosotros. Casi todos cornienzan ino-centemente. Al inicio forman una especie de hebra invisible.Pero a traves de la repetici6n, esa hebra se transforrna en uncord6n y mas tarde en una cuerda. Cada vez que repetimosun acto, 10fortalecemos. La cuerda se convierte en cadena yluego en un cable. Finalrnente, reflejarnos nuestros hahitos.Como dijo el poeta ingles John Dryden hace trescientos afios:

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20 cosas que des eo que mis hilos sepan

«Prirnero fonnamos nuestros habitos, y luego nuestros ha-bitos nos fonnan a nosotros».

EI significado original de la palabr~ habito fue «vesti~u-ra». Y tal como 10hacemos con la vestunenta, todos los dlasnos ponemos nuestros habitos. Nuestras p~rsonalidad~s sonen realidad una mezcla de nuestras actitudes, habltOS yapariencia. En otras palabras, nuestras ~:sonalidades sonlas caracteristicas par las cuales nos Identifican, la parte quereflejamos a los demas. Todos los habitos ~e adquieren aligual que las vestirnentas. No nacemos co~nmguno de ellos.Losaprendemos, al igual que nuestras actltudes. Sed~~arro-l1ancon el tiempo y se refuerzan a traves de la repetlc16n.

No esmi prop6sito ofrecer una explicaci6n cientlfi:a dec6mo y por que fonnamos 105hcibitos.5610deseo senalarque todos 10hacemos. La formaci6n de habitos e~parte delser humano; nadie se libra de elios. No aconseJo que laspersonas eviten su forrnaci6n; de todas maneras tampocopodrian hacerlo. Les recomiendo pensar acerca de la clasede costumbres que fomentan, porque nos guste 0 no, nosconvertimos en esclavos de los habitos y terminan obrandoa favor 0 en contra nuestro.

Pienso que un verdadero problema es qu.e nunca se hahecho suficiente enfasis acerca de la formac16n de buenosMbitos. Escuchamos las palabras buenos hdbitos unicamentecuando un maestro nos hab1a de la necesidad de formarbuenos habitos de estudio. Si nos conducen al exito en laescuela, tambien 10 hacen en otras areas de 1a vida. Perodesafortunadamente, 105ma10shabitos son 10sque llamanmas la atenci6n, y de esta manera se yen reforzados. Nece-sitamos cambiar nuestra atenci6n hacia e1lado positivo delos habitos y poner mas energia construyerido este aspectode 105mismos. Ver las recompensas nos ayudara a hacerlo.

la irnportancia de los buenos habitos. Sin embargo, no 10aprendf en un sa16nde clases; 10hice en el campo de balon-cesto. Tenia una pasi6n genuina por este juego y me encan-taba colocar la pelota en el aro. Pero un sobresalienteentrenador de la escuela secunda ria me ensefi6 que estejuego tenia otros aspectos: el trabajo de 105pies, la defensa,la posici6n y 105pases. Cuando me encontraba en el primerano de estudio me dijo que si deseaba ser un jugador 10suficientemente bueno como para jugar en la universidad,tenfa que ser completo, no s610goleador. Me dljo: "Podrasdesarroliar estas habilidades si aprendes a hacerlas correc-tamente y luego repitiendolas una y otra vez. Cuanto maslas repitas, mas facil te resultara hacerlas bien en los parti-dos. Si formas buenos habitos, se convertircin en cosas auto-maticas».

Esa fue la manera en la que me hizo saber que el balon-cesto no siempre es diversi6n. Durante las practicas reque-rirla trabajo duro, condicionamiento y dolor. Serfa repetir 105mismos movimientos una y otra vez. Un dia, cuando nosencontrabamos haciendo 1adisciplina que mas odiabamos,nos dijo: «Muchachos, deseo que hagan esto con tanta fre-cuencia que lleguen a realizarlo hasta en los-suefios,>.Yhastael dfa de hoy puedo recordar que as! fue. Me levarltabacansado par haber ejecutado ejercicios defensivos duranteteda la nache. E1resultado fue que forrnamos buenos habi-tos. Ytal como 10dijo e1entrenador, cuando lleg6 el campeo-nato, automaticamente hicimos 10 correcto. Aquellashabilidades no vinieron solas, sino como resultado de 10queel habfa dicho que determinarfa nuestro exito: la fonnaci6ndel habito ganador.

Cuando ingrese a la universidad, tuve e1 privi1egio dejugar con uno de 105entrenadores mas exitosos que hahabido. Phil Woo1pert habfa conducido el equipo de la uni-versidad de San Francisco a 10scarnpeonatos de la NCA amediados de 105afios cincuenta, y era muy respetado en suprofesi6n. Gracias a el, mi educad6n en el valor de !os

buenos habitos se elev6 aun mas. Aquellas rutinas de laescuela secundaria eran s610un precalentamiento allado de10que Phil ilia a ensenarme.

Uno de estos ejercicios se llamaba «manos ;lrriba». Deb(a-mos poner 105pies en posici6n, doblar las rodillas, levantaren alto una mana por encima de la cabeza y estirar el otrobraze hacia el costado. Luego nos moviamos rapidamentehacia adelante 0 hacia atr.is, hacia la izquierda 0 la derechasegiln sus 6rdenes. Llamabamos a este ejercicio «el tiempoen el infiemo». Era puro dolor y pareda durar por la eterni-dad. Pero siempre jugamos con una buena defensa porqueestabamos listos; nuestros pies, rodillas y manos, automati~camente se colocaban en la posici6n correcta. AI igual que elentrenador de la secundaria, Phil creia que la formaci6n debuenos Mbitos era la clave del exito.

Y esto no se aplicaba s610 al campo de juego. Cuando .cursaba el segundo ano, me enseM algo que jamas olvidare.Nos encontr.ibamos trabajando en un juego en el cual teniaque hacer un espacio debajo del aro, recibir un pase y rapi-damente saltar para hacer un tira facil. El linico problemafue que un muchacho que se encontraba en la defensa mebloque6. Phil detuvo la acci6n y senal6 que si no hubierahecho algunas pequefias cosas mal, habria obtenido los dospuntos. Cuando recib( la pelota, mire hacia el suelo, piqueuna vez, y luego intente hacer el tira. Me indic6 que Ie habiadado tiempo a la defensa para cubrirme. Dijo que me habi-tuara a mantener mis manos, mi cabeza y mis ojos haciaarriba, y luego buscar de inmediato el tira. Me explic6 queel desarrollo de pequenos Mbitos como este podria marcaruna gran diferencia en mi efectividad global. Luego afiadi6:«Los buenos Mbitos marcan la diferencia no solamente enla gimnasia sino en todo 10que hacemos».

Aqu{estaba un hombre al que admiraba mucrusimo, en-senandome acerca de un juego que amaba. Yen este proceso,me dio una valiosa lecci6n para la vida. A Phil no 10respe-taban unicamente porque sus equipos ganaban; sino tam-

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bien por los principios con los cuales regia su vida y susentrenamientos. Poco tiempo despues de que me hiciera elcomentario acerca de la diferencia que marcan 105Mbitos entodo 10que hacemos, me di cuenta que era 10 que tantoadmiraba en eI. Sus altos principios eran en realidad suspropios Mbitos, las cosas exitosas que hada cada dia. Philmuri6 algunos anos despues, y mis dias de juego han que-dado muy atras, pero la buena influencia de un maestropermanece para siempre. Me ensen6 que los buenas Mbitosde verdad rnarcan una diferencia en todo 10que hacemos.No 10gramos el exito por hacer algo bien una sola vez, sinoque 10alcanzamos por hacerlo regularmente. Los Mbitosson la clave del exito.

Cada vez que habl0 oenseno acerca de este tema, siempresenalo que, como las actitudes, los Mbitos se pueden cam-biar. Yni la edad de la persona, ni la cantidad de tiempo quelleva el habito, se puede usar como argumento para nomodificarl0. Lounico que cuenta es el deseo. Invariablemen-te alguien me pregunta: «ZNo ha escuchado usted que a unperro viejo no se Ie pueden ensefiar nuevas trucos?» Lerespondo que sl, que he escuchado esta antigua expresi6nmuchas veces, pero que algunos entrenadores de perros handemostrado que es incorrecta. Ademas, mi mensaje no vadirigido a perros viejos, ni hablo de trucos. Le estoy hablan-do a personas, y me refiero a Mbitos. .

Hace once aiios atras cambie un Mbito que habia tenidopor mas de treinta afi05.Fue el de jurar. Ahora me averguen-za decir que durante aquel tiempo jamas pense que teniaalgo de malo. Mi razonamiento era que todos 10hacfan y queen definitiva eran s610 palabras. Pero un amigo al cualadmiro profundamente, un dia me confront6 muy amablecon este error. Me pregunt6 si me daba cuenta que laspalabras utilizadas revelaban algo acerca de mi mismo. Me

ha estado dando vueitas desde hace cientos de anos, par 10menos desde Ios tiempos de Benjamin Franklin. En su fama-sa autobiograffa, Franklin explica una tecnica que utiliz6para elirninar sus malos habitos y reemplazarios por otrosbuenos. Hizo una lista de trece cualidades que deseabaposeer. Las coloc6 en orden de importancia y escribi6 cadauna en una pagina diferente de un cuademo. Se concentr6en cada cualidad durante una semana. Si fallaba en la prac-tica de aquella virtud en particular, anotaba una pequenamarca negra en la pagina correspondiente. Trabajando conconstancia pronto no tuvo mas necesidad de realizar lasmarquitas. Por fin habia adquirido la virtud.

Con el uso de esta tecnica, Franklin elimin6 ciertas con-ductas que operaban en su contra, a la vez que adquiri6 otrasque Ie eran mucho mas beneficiosas. Dijo que esto Ieayud6a darse cuenta que tenia mas faitas de las que pensaba, peroel experimento tambien Ie proporcion6 una gran satisfac-ci6n al ver las virtudes que comenzaban a reemplazar lasfaitas. Franklin, a traves de un esfuerzo consciente, adquiri6mejores habitos. Al hacerIo, se convirti6 en una personamejor.

pregunt6 si se me habfa ocurrido que podrian ofender a losdemas; y si no seria capaz de comunicarme mejor eligiendoterminos mas efectivos. No pude decir nada para justificaresta costumbre. Por 10tanto, luego de pensar por un instante,de;e de jurar; asf de sencillo. ,Por que? En primer lugar,porque vi la necesidad. Mi lenguaje ofendia a otros y no mehada bien a mi. En segundo lugar, porque tenia un fuertedeseo. Cuanto mas pensaba 10 dicho por mi amigo, masdeseaba cambiar.

No quiero decir que siempre se puedan modificar viejascostumbres tan facilIriente.En realidad, es Ia excepci6n y nola regia, en especial cuando son cosas Itales como beber,fumar,o utilizar drogas. Pero el punto de partida debe serel mismo: ver la necesidad y tener el deseo. Si no estanpresentes estos dos elementos, toda Iaayudadel mundo seravana.

Tratar de quebrar un mal Mbito por simple fuerza devoluntad, casi nunca funciona. Esmucho mas efeetivo reem-plazarlo por un comportamiento mas positivo. Esta tecnica

Como resultado de mis entrenamientos en el campo debaloncesto, me interese en el rol que 105 habitos juegan ennuestras vidas. En especial desde aquel dia hace mas detreinta afios, en que Phil Woolpert me dijo: «Los buenosMbitos marcan Ia diferencia ... en todo 10 que haeemos».Cuando al final de mi tercera decada comence a haeer algu-nos descubrimientos importantes acerca de la vida, tambienempece a comprender que existe una relaci6n entre 105Mbitos, el caracter y el verdadero exito. Como dijo GeorgeDana Boardman: «Siembra una acd6n y cosecharas un ha-bito; siembra un Mbito y cosecharas un caraeter; siembra uncaracter y cosecharas un destino».

En la medida en que mis habitos y mi car,kter mejoraron,mejor6 tambien mi calidad de vida. Como era profesor decomportamiento humano, naturalmente, quise comunicarestos hallazgos a mis estudiantes, tanto en la universidadcomo en la escuela secundaria. Pero un profesor no puedeestablecer una teana basada exclusivamente en sus expe-riencias. Debe existir una evidencia que 10 apoye, por 10tanto recom muchas bibliotecas y librerfas en busca de librosque hablaran de los habitos. Para mi sorpresa, descubrf queno habia muchos, a pesar de la importancia que tienen. Sinembargo, los dos que halle reforzaron mi creencia de quenuestros habitos reflejan nuestro caracter.

EI primero de ellos fue Habits of the Heatt [Habitos delcoraz6nl, escrito por el soci610go Robert Bellah y cuatroasociados. Expresaron que «la clase de vida deseada depen-de de la clase de personas que somas, es decir, de nuestrocaracter». La que nos hace exitosos no es 10que tenemos alas tecnicas que usamos, sino quienes somos. Los habitosmas importantes son aquellos relacionados can nuestra co-nexi6n con las personas y con el resto del mundo. Laqpersonas que tienen principios altos y buen caracter poseenhabitos tales como la integridad, la preocupaci6n par losdemas, el servicio y el compromiso. Saben que es imposiblevivir bien si s610 pensamos en nosotros mismos, tomandoconstantemente cosas de la vida sin contribuir con ella.

El otro libro es The Se'ven Habits of Highly Effective People[Los siete habitos de las personas muy efectivasl, escrito parStephen R. Covey. Ya habfa redactado la mitad del primerborrador de este libro cuando 10descubrf, pero su mensajees tan irnportante que decidf incluirlo. EI subtftulo de Coveyes el siguiente: «Restaurando la etica del carcktef». Dice quedemasiadas personas son seducidas por 10que llama exitoexterno. Cuando 10 obtienen, siguen sintiendose vados.Aprendieron metodos para lograr ciertas cosas, pero nodesarrollaron 105 principios y habitos que motivan senti-mientos de realizaci6n y de valor personal. Cuando nuestro

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pais recien habia nacido, nos concentrabamos en ensefiarlea los j6venes la etica del caracter. Pero nos alejamo:> de estecamino en la medida en que las personas buscaron otros masrapidos para adquirir riquezas materiales. Covey siente quenecesitamos volver a aquello que nos hizo grandes comopersonas y como pais. Su premisa es la siguiente: «La eticadel caracter nos ensefi6 que existen principios basicos paravivir efectivamente, y que las personas s610 pueden experi-mentar el verdadero exito y la felicidad perdurable en lamedida que aprendan e integren estos principios a su carac-tef».

Los buenos habitos marcan la diferencia en todo 10 quehacemos. Son la clave para el verdadero exito.

Somos 10 que hacemos repetidamente. Por 10 tanto, la .excelencia no es un acto, es un htibito.