Los Hijos Del Ayer

4
LOS HIJOS DEL AYER El siguiente artículo es un resumen de la extraordinaria historia de una mujer que falleció y reencarnó en una misma época. Luchó por buscar a los hijos que había dejado huérfanos, y no descansó hasta conseguirlos. Este caso es considerado por muchos como una prueba concluyente de la existencia de la reencarnación. En 1932 Mary Sutton se estaba muriendo, aterrada y sola, en un hospital de Dublín. Sólo tenía 35 años, pero las complicaciones que le siguieron al parto debilitaron gradualmente su cuerpo. Los recuerdos de su hogar evocaron imágenes de sus hijos, y a pesar de que la elevada fiebre distorsionaba el tiempo y la realidad, un miedo dominaba cada pensamiento: “¿Qué será de mis hijos cuando yo muera?” El 24 de octubre, la muerte la liberó de una vida difícil, pero dejaba a ocho hijos que debían seguir su camino sin su protección. Veintiún años después, Jenny Cockell nació en una familia de clase media de Inglaterra. Era una niña solitaria, retirada en su propio mundo apacible. Sus días estaban llenos de imágenes de otro tiempo y espacio, sus noches colmadas de un sueño horrible, el sueño de “saber la angustia de una mujer destinada a morir antes de que sus hijos crecieran. Yo lloraba como ella lloraba; reconocía su dolor como el mío, Tenía miedo por los niños y preocupación sobre cómo saldrían adelante. La ira y la injusticia pesaban más que cualquier dolor que la muerte causara. Porque la muerte llegaba, inevitable y repetidamente, a través de esos sueños”. A través del Tiempo y la Muerte es la historia de estas dos vidas, la primera finalizada antes de tiempo, la segunda con un solo objetivo – encontrar de nuevo a esos niños que se dejaron atrás y saber de sus vidas, viajar a un tiempo pasado y curar los sentimientos de culpabilidad y separación. En el transcurso de ese viaje, Jenny Cockell descubriría la profundidad de su propia vida interior. Ella uniría a una familia por mucho tiempo dividida, para luego tejer para el mundo una historia tan cautivadora como una novela de ciencia-ficción. Cuando era muy joven, Jenny Cockell pensaba que todo el mundo sabía acerca de vidas pasadas. Sus emociones estaban dominadas por las alegrías y los temores de la que ella siempre conoció como Mary. Sus días y noches estaban llenos de escenas –de la casa de Mary, pequeña y de color marrón claro, protegida del camino por un muro de piedra, con acres de terrenos pantanosos por detrás, mi riachuelo, y un huerto de hortalizas. Mary pasaba la mayor parte del tiempo cocinando; las patatas y la harina de avena constituían la dieta diaria ya que no había dinero para carne. Muy cerca había un pueblo más grande con una estación de ferrocarril, una carnicería y una iglesia. Había a cada lado de una calle paradas de mercado que vendían cosas que ella nunca podía comprar. Jenny siempre supo que “el período de tiempo transcurría desde aproximadamente 1898 hasta los años treinta – esos fueron los años en que vivió Mary. También sabía que su vida transcurrió en Irlanda. Un día, de niña, sentí con toda seguridad que si pudiera mirar un mapa de Irlanda sabría, con certeza, dónde estaría situado el pueblo y podría compararlo con los mapas que había estado dibujando desde que fui lo suficientemente mayor para sostener un lápiz. Hice varios intentos, y cada vez volvía al mismo sitio en el mapa. El lugar se llamaba Malahide, y estaba justo al norte de Dublín”. Los más vivos recuerdos hacían referencia a los niños – el hijo mayor de 13 años, seguro de sí mismo pero sin dejar de ser amable; una niña que era lista en la escuela, paciente y servicial en casa. Ella vio a tres muchachos más pequeños, una niña pequeña de cinco años que era rubia y muy bonita, y a un recién nacido. Existían recuerdos de la misma Mary, con jerséis de media manga y faldas negras de lana, cabello largo estirado recogido en un moño. En una escena, se vio a sí misma esperando sola en un embarcadero de madera, arropada con un manto por el frío y mirando hacia el mar. Parecía como si fuera allí a menudo, pero Jenny nunca pudo recordar por qué o a quién estaba esperando. Cuando tenía cuatro años, Jenny le preguntó a su madre por qué su profesor de catequesis nunca mencionaba las vidas pasadas cuando hablaba de la vida y la muerte. A pesar de que la actitud de la madre fue comprensiva, Jenny aprendió que la reencarnación se consideraba una creencia, no un hecho, y no era generalmente

Transcript of Los Hijos Del Ayer

Page 1: Los Hijos Del Ayer

LOS HIJOS DEL AYER

El siguiente artículo es un resumen de la extraordinaria historia de una mujer quefalleció y reencarnó en una misma época. Luchó por buscar a los hijos que había dejadohuérfanos, y no descansó hasta conseguirlos. Este caso es considerado por muchoscomo una prueba concluyente de la existencia de la reencarnación.

En 1932 Mary Sutton se estaba muriendo, aterrada y sola, en unhospital de Dublín. Sólo tenía 35 años, pero las complicaciones quele siguieron al parto debilitaron gradualmente su cuerpo. Losrecuerdos de su hogar evocaron imágenes de sus hijos, y a pesarde que la elevada fiebre distorsionaba el tiempo y la realidad, unmiedo dominaba cada pensamiento: “¿Qué será de mis hijoscuando yo muera?” El 24 de octubre, la muerte la liberó de unavida difícil, pero dejaba a ocho hijos que debían seguir su caminosin su protección.

Veintiún años después, Jenny Cockell nació en una familia de clasemedia de Inglaterra. Era una niña solitaria, retirada en su propiomundo apacible. Sus días estaban llenos de imágenes de otrotiempo y espacio, sus noches colmadas de un sueño horrible, el

sueño de “saber la angustia de una mujer destinada a morir antes de que sus hijoscrecieran. Yo lloraba como ella lloraba; reconocía su dolor como el mío, Tenía miedo porlos niños y preocupación sobre cómo saldrían adelante. La ira y la injusticia pesaban másque cualquier dolor que la muerte causara. Porque la muerte llegaba, inevitable yrepetidamente, a través de esos sueños”.

A través del Tiempo y la Muerte es la historia de estas dos vidas, la primera finalizadaantes de tiempo, la segunda con un solo objetivo – encontrar de nuevo a esos niños quese dejaron atrás y saber de sus vidas, viajar a un tiempo pasado y curar los sentimientosde culpabilidad y separación. En el transcurso de ese viaje, Jenny Cockell descubriría laprofundidad de su propia vida interior. Ella uniría a una familia por mucho tiempodividida, para luego tejer para el mundo una historia tan cautivadora como una novelade ciencia-ficción.

Cuando era muy joven, Jenny Cockell pensaba que todo el mundo sabía acerca de vidaspasadas. Sus emociones estaban dominadas por las alegrías y los temores de la que ellasiempre conoció como Mary. Sus días y noches estaban llenos de escenas –de la casa deMary, pequeña y de color marrón claro, protegida del camino por un muro de piedra, conacres de terrenos pantanosos por detrás, mi riachuelo, y un huerto de hortalizas. Marypasaba la mayor parte del tiempo cocinando; las patatas y la harina de avena constituíanla dieta diaria ya que no había dinero para carne. Muy cerca había un pueblo más grandecon una estación de ferrocarril, una carnicería y una iglesia. Había a cada lado de unacalle paradas de mercado que vendían cosas que ella nunca podía comprar.

Jenny siempre supo que “el período de tiempo transcurría desde aproximadamente 1898hasta los años treinta – esos fueron los años en que vivió Mary. También sabía que suvida transcurrió en Irlanda. Un día, de niña, sentí con toda seguridad que si pudieramirar un mapa de Irlanda sabría, con certeza, dónde estaría situado el pueblo y podríacompararlo con los mapas que había estado dibujando desde que fui lo suficientementemayor para sostener un lápiz. Hice varios intentos, y cada vez volvía al mismo sitio en elmapa. El lugar se llamaba Malahide, y estaba justo al norte de Dublín”.

Los más vivos recuerdos hacían referencia a los niños – el hijo mayor de 13 años, segurode sí mismo pero sin dejar de ser amable; una niña que era lista en la escuela, pacientey servicial en casa. Ella vio a tres muchachos más pequeños, una niña pequeña de cincoaños que era rubia y muy bonita, y a un recién nacido.

Existían recuerdos de la misma Mary, con jerséis de media manga y faldas negras delana, cabello largo estirado recogido en un moño. En una escena, se vio a sí mismaesperando sola en un embarcadero de madera, arropada con un manto por el frío ymirando hacia el mar. Parecía como si fuera allí a menudo, pero Jenny nunca pudorecordar por qué o a quién estaba esperando.

Cuando tenía cuatro años, Jenny le preguntó a su madre por qué su profesor decatequesis nunca mencionaba las vidas pasadas cuando hablaba de la vida y la muerte.A pesar de que la actitud de la madre fue comprensiva, Jenny aprendió que lareencarnación se consideraba una creencia, no un hecho, y no era generalmente

Page 2: Los Hijos Del Ayer

aceptada en Inglaterra. “Esta revelación – que mi verdad no era una verdad a los ojosde otros, y que yo era distinta – fue un gran golpe para mí, y hacía que me preocupara yme cuestionara constantemente a mí misma”.

La búsqueda

A la edad de ocho años, las premoniciones reveladas en sueños renovaron su confianzaen sí misma porque podía ver físicamente como sus sueños se cumplían. Empezó adesarrollar su propio sentido de la normalidad, y compartía su vida secreta con sólo unospocos. En su mayor parte, ella vivía en el mundo de Mary. En la adolescencia, Jennyempezó a formarse una existencia en su vida presente. Acabó sus estudios y se convirtióen podóloga diplomada. Se casó con su marido actual, Steve, y se asentaron en lasafueras de un pueblo. Tuvieron dos hijos y su vida era feliz. Las incursiones en el pasadose hicieron menos frecuentes, pero surgían fragmentos del pasado.

Estos recuerdos, sus dibujos de la infancia de iglesias y mapas, y sus muchos sueños,estaban cuidadosamente guardados en libros de notas. Ella sabía que algún día eltiempo y el dinero le permitirían seguir completamente el recuerdo de Mary. El estímuloque necesitaba llegó en 1980 cuando encontró un mapa detallado de Malahide. Porprimera vez vio la evidencia física que verificaba sus dibujos. Las carreteras y lugaresdestacados estaban situados correctamente, la distancia a escala. La estación deferrocarril y la carretera a Dublín correspondían exactamente.

Ella se dirigió a escritores sobre reencarnación pidiendo consejo sobre el hecho deacercarse a los miembros de la familia. Ella estudió el tema y le hablaba a todos aquellosque escuchasen su historia.En 1988 un hipnoterapeuta le pidió que participara en un estudio de investigación sobrevidas pasadas. Esto implicaba una exposición a un nivel aún más profundo. La hipnosisiniciaba una época de participación que casi duplicaba su obsesión de la infancia.

Surgieron nuevas escenas. Una imagen de una mañana temprano y niños excitados quela llamaban fuera. Colgado de las patas había un conejo que ellos habían atrapado conuna trampa. Parecía demasiado largo, estirado y asustado. Ella gritó con sorpresa:“¡Todavía está vivo!”

Otra vez revivió la muerte de Mary. En una ocasión ella se sintió por encima del cuerpo,mirando fijamente hacia abajo a su cascarón vacío. Ella vio a su marido al lado de lacama, inclinado en desesperación. Para ella la hipnosis abrió una caja de Pandora, tantopositiva como dolorosa. “Hasta entonces había guardado bajo llave en una parte menosvisible de mi consciencia mi frustración de no ser capaz de hacer algo para encontrar alos niños y mi furia abrumadora por la situación. Yo había tenido que hacer esto parafuncionar en la vida normal La hipnosis, sin embrago, estaba derrumbando todas esasbarreras que yo me había erigido para protegerme a mí misma de parte del dolor.Aunque siempre podía recordar y sentir el dolor, había racionalizado todo para podercontinuar como yo misma. La intensidad de recordar bajo hipnosis me dejaba abierta,sensible, vulnerable y confundida. Había un tremendo conflicto entre la auto-conservación y las necesidades del pasado. Desde el punto de vista psicológico es amenudo mejor afrontar las cosas que reprimirlas, pero el trauma de hacer eso no debeser infravalorado”.

En junio de 1989 finalmente pudo ir a visitar Malahide. Sus noches antes de partirestaban llenas de sueños. La pequeña casa había sido derruida y sólo permanecían loscimientos, cubiertos de flores silvestres y matas de hierba. Siempre había grupos depersonas con ella, observando los restos.

Cuando vio Malahide, sus visiones fueron verificadas, porque conocía los alrededores. Sedirigió a la iglesia y vio el edificio que había dibujado cuando era niña. La carnicería aúnestaba. No pudo encontrar la casa, sólo restos de un muro de piedra cubiertos de setos.Los terrenos pantanosos habían sido secados para una nueva urbanización.

Contactos

A partir de ese punto la búsqueda tomó vida propia. Un equipo de investigación de laBBC que preparaba un documental sobre lo paranormal escuchó la historia y contribuyócon algunos detalles. Un granjero de Malahide que vivía cerca de la casa recordaba lafamilia y por fin proporcionó el apellido que ella nunca pudo recordar: Sutton. Él le contóque los niños habían sido llevados a orfanatos. Un sacerdote en Dublín encontró laspartidas de bautismo de seis niños Sutton: Jeffrey (1923), Philomena (1925),Christopher (1926), Francis (1928), Bridget (1929) y Elizabeth (1932). Nunca se

Page 3: Los Hijos Del Ayer

localizaron los informes de los dos hijos mayores, Sonny y Mary. En marzo de 1990 uncontacto en Dublín encontró el certificado de defunción de Mary Sutton. Había muerto enel hospital Rotunda de Dublín el 24 de octubre de 1932, a causa de gangrena, pulmoníay toxemia. Por lo menos, Jenny tenía la prueba en papel que necesitaba.

Los anuncios en el periódico finalmente dieron con la pista del tercer hijo, Jeffrey, enIrlanda. Jenny sólo habló con él una vez y sintió que no había manejado bien lasituación. Sin embargo, él le dio las direcciones de sus tres hermanos – Sonny, Frank(Francis), y Christy (Christopher). Después de la llamada, algo cambió. “Fui por fin capazde aceptar emocionalmente que los niños habían crecido. Sabía que ellos tendrían ahorade cincuenta a sesenta años, pero se necesitó el contacto real para liberarme de esaparte de mi memoria que me hacía creer que eran los niños que una vez fueron. Missentimientos continuaron siendo fuertemente maternales, pero pude comprender que los‘niños’ eran ahora autosuficientes. Me sentí curiosamente libre.” Su próximo contacto fueSonny, el hijo mayor, que vivía en Inglaterra.

Explicándole que ella recordaba la familia a través de sueños, ella describió la pequeñacasa en Malahide. Sonny rápidamente confirmó su descripción y parecía no tener ningúnproblema en aceptar lo esencial de su historia. Él le contó que habían existido ocho hijosque vivieron y dos que murieron durante la infancia. Los hermanos se habían reunido en1985, pero el paradero de las hermanas era desconocido. Él expresó el deseo deencontrarse y contarse recuerdos.

Al empezar a contarse los sucesos, Sonny recibía cada revelación sobre su infancia conentusiasmo y asombro. Cuando ella le contó sobre el conejo atrapado y suspendido en elaire, él la miró sin comprender y preguntó: “¿Cómo sabía esto?” Hablaron de Maryesperando en el embarcadero, sola al anochecer. “ ‘Le diré por qué usted recuerda eseembarcadero,’ dijo Sonny. ‘De niño solía hacer de cadi en la isla para los jugadores degolf, y al anochecer mi madre esperaba en el embarcadero para que pudiéramos irjuntos a casa’.” El manto que llevaba la protegería e las frías brisas marinas.

Sonny habló de su padre y Jenny entendió porqué había borrado el recuerdo. JohnSutton era un trabajador con un buen empleo, pero gastaba su dinero en el pub local.Maltrataba a Mary y pegaba a los niños con un gran cinturón de hebilla de metal. Laprudencia reservada de Mary y su eterna falta de dinero empezaron a cobrar sentido. Lamayor parte del miedo que tenía por los niños debía estar motivado por elcomportamiento de él y su duda sobre la habilidad de él para cuidar de ellos.

Respuestas

Lo mejor de todo es que llegaron respuestas a las preguntas que ella había estadopersiguiendo durante 35 años: “¿Qué será de los niños cuando yo muera?” La hija máspequeña se quedó con un tío paterno. El resto a excepción de Sonny fueron llevados porlas autoridades locales, ya que se juzgó que el padre no estaba en condiciones de cuidarde ellos. Los chicos fueron internados en un orfanato de Hermanos Cristianos, las chicasen una escuela de monjas en Dublín. Sonny permaneció en casa con su padre y vivióuna vida desdichada durante cuatro años, trabajando largas horas fuera de casa ysoportando palizas constantemente. A los 17 años se unió al ejército, y Mary, la hijamayor, volvió a casa. Después se casó, pero murió a los 24 años al dar a luz.

La primera hija que encontró fue Elizabeth, o Betty, la más joven. Un anuncio en elperiódico llamó su atención. Parecía caído del cielo porque lo primero que supo fue quehabía sido adoptada a la edad de 17 años, y siempre había querido seguir el paradero desu familia. La segunda fue Philomena, o Phyllis. Ella leyó un artículo en el periódico quedescribía una reunión de miembros de una familia en Irlanda y el papel inusual queJenny había desempeñado. Cuando Phyllis se encontró con Jenny por primera vez trajoun precioso obsequio, la única foto conocida de su madre Mary, sosteniendocariñosamente a Phyllis cuando tenía dos años. El marido de Bridget, la tercera hija quequedaba por encontrar, fue finalmente hallado en Australia. La familia supo que ellahabía fallecido hacía veinte años.

Al final Jenny llegó a conocer a cinco de los hijos. Jeffrey murió en 1993 antes de que sepudieran encontrar. Cada hijo ha entendido el papel de Jenny a su manera. Algunoscreen en la reencarnación y otros creen que Mary habla a través de Jenny para reunir ala familia. Todos han encontrado un lugar para la aceptación.

Posteriores visitas a Malahide han permitido localizar restos de la casa de campo queJenny no había visto en su primera visita. Los trozos de la pared de piedra que daban ala carretera, las columnas de la entrada, los cimientos y paredes que llegaban al nivel de

Page 4: Los Hijos Del Ayer

la cintura todavía siguen intactos.

En la primavera de 1994, un equipo periodístico americano invitó a Jenny, Sonny yPhyllis al programa de televisión Phil Donahue. Sonny, ahora de 75 años, y Phyllis, de68, reconocieron de forma conmovedora a Jenny como su madre. La hija de Sonny,Kathleen, estaba entre el público. Nacida en el mismo año que Jenny, ella tambiénadmitió la posibilidad de que Jenny hubiera sido su abuela.

20-20, una revista de noticias de televisión americana, reunió a la familia en Malahidepara celebrar el 75 cumpleaños de Sonny. Cuando visitaron la casita, Christy seconmovió visiblemente al volver a la casa que él había visto por última vez durante suinfancia. De pie en el mismo lugar en donde él había visto a su madre por última vez,describió los sentimientos de un niño de seis años: “Recuerdo ese día como si fueraahora. Puedo recordar aquellos dos hombres llevándose a mi madre en una camilla,subiéndola en una ambulancia y llevándosela. Nunca regresó.” Luego, señalando aJenny, dijo: “Pero ha vuelto ahora – ella está ahí.” Ambos estaban a punto de llorar.

Ahora la familia está en paz. Las reuniones son animadas, llenas de risas y deconversación. Se intercambian fotos de nietos y bisnietos. Ellos comparten una herenciacon Jenny que pocos actualmente pueden reclamar. La misma Jenny está en paz.“Parece como si hubiera pasado por una puerta. Después de años de seguir un caminotortuoso, donde mis propios miedos y sentimientos de incapacidad me retenían tantocomo los impedimentos reales, he llegado a un punto en el que se me permite hablar demis pensamientos y experiencias mucho más abiertamente como nunca antes. Y ha sidoextraño descubrir cuántas personas han tenido experiencias ‘extrañas’ que no han sidocapaces de contar a otros por miedo al ridículo. Ahora se sienten capaces deexplicármelas Todo esto me hace preguntar si las experiencias ‘paranormales’ ocurren enrealidad a más personas de las que sabemos, pero no se discuten abiertamente”.

Nota: Esta historia real se encuentra en un libro titulado "A través del tiempo y de lamuerte" (llamado en algunos países "Los hijos del ayer"), escrito por Jenny Cockell.Existe también una película titulada "Yesterday's Children" (que fue el título original dellibro cuando fue publicado en el Reino Unido), y protagonizada por Jane Seymour en elpapel de Jenny.

Fuente: Bette Stockbauer