Los nueve libros de la Historia (libro V) - tabiblion.com - Los Nueve Libros... · bido un Oráculo...

134
LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA TOMO 5 HERODOTO DE HALICARNASO Ediciones elaleph.com

Transcript of Los nueve libros de la Historia (libro V) - tabiblion.com - Los Nueve Libros... · bido un Oráculo...

  • L O S N U E V E L I B R O SD E L A H I S T O R I A

    T O M O 5

    H E R O D O T O D EH A L I C A R N A S O

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

    2000 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    3

    LIBRO QUINTO.

    TERPSCORE

    Los generales de Daro principian a conquistarvarias plazas en Europa. -Costumbres de los Tra-cios. -Traslacin de los Peones al Asia. VngaseAlejandro de los embajadores Persas enviados aMacedonia.- Poltica de Daro con Histieo, seor deMieto. Sublvanse los Jonios contra los Persas porinstigacin de Histieo y Aristagoras, y piden socorroa los Atenienses: situacin de estos, sus guerras y,revoluciones. Muerte de Hiparco, tirano de Atenas yexpulsin de su hermano Hipias: los Lacedemoniostratan de favorecer a ste para recobrar el dominiode Atenas, pero se opone el Corintio Sosicles refi-riendo el origen de la tirana en su patria y los malesque acarreaba en ella. Irritado Hipias incita a los

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    4

    Persas contra los Atenienses, y Aristagoras por suparte persuade a stos que se alen con los Jonioscontra los Persas. -Ataque e incendio de Sardes porlos Griegos coligados. -Jura Daro vengarse de ellos,y sus generales principian a sujetar varios pueblosde los insurgentes.

    Los primeros a quienes avasallaron a la fuerza lastropas persianas dejadas por Daro en Europa almando de su general Megabazo, fueron los Perin-tios, que rehusaban ser sbditos del Persa y que an-tes haban ya tenido mucho que sufrir de losPeones, habiendo sido por stos completamentevencidos con la siguiente ocasin. Como hubiesenlos Peones, situados ms all del ro Estrimon, reci-bido un Orculo de no s qu dios, en que se lesprovena que hicieran una expedicin contra los dePerinto1 y que en ella les acometieran en caso deque stos, acampados, les desafiaran a voz en grito,pero que no les embistieran mientras los enemigosno les insultasen gritando, ejecutaron puntualmente 1 Perinto, colonia griega fundada segn diversas opinionespor los Samios, por Orestes o por Hrcules, es la mismaciudad que Heraclea en el Quersoneso. Los Peones o Pela-gones eran un pueblo de la Macedonia, situada cerca de Te-salnica, en el distrito de la actual Etrachino.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    5

    lo prevenido; pues atrincherados los Perintios en losarrabales de su ciudad, teniendo enfrente el campode los Peones, hicironse entre ellos y sus enemigostres desafos retados de hombre con hombre, de ca-ballo con caballo, y de perro con perro. Salieronvencedores los Perintios en los dos primeros, y altiempo mismo que alegres y ufanos cantaban victo-ria con su himno Pean, ofreciseles a los Peones queaquella deba ser la voz de triunfo del orculo, y di-cindose unos a otros: el orculo se nos cumple,esta es ocasin, acometmosles, embistieron conlos enemigos en el acto mismo de cantar el Pean, ysalieron tan superiores de la refriega, que pocos Pe-rintios pudieron escaprseles con vida.

    II. Y aunque tal destrozo hubiesen experimen-tado ya de parte de los Peones, no por eso dejaronde mostrarse despus celosos y bravos defensoresde su independencia contra el Persa, quien al cabolos oprimi con la muchedumbre de su tropa. Unavez que Magabazo hubo ya domado a Perinto, iba alfrente de sus tropas corriendo la Tracia, domeandolas gentes y ciudades todas que en ella haba y ha-cindolas dciles al yugo del Persa en cumplimientode las rdenes de Daro, que le haba encargado suconquista.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    6

    III. Los Tracios de que voy a hablar son la na-cin ms grande y numerosa de cuantas hay en elorbe,2 excepto solamente la de los Indios, de suerteque si toda ella fuese gobernada por uno, o proce-diese unida en sus resoluciones, sobre ser invenci-ble, sera capaz de vencer por la superioridad de susfuerzas a todas las dems naciones; ahora porcuanto, esta unin de sus fuerzas les es, no difcil,sino del todo imposible, viene a ser un pueblo dbily desvalido. Por ms que cada uno de los pueblosde que la nacin se compone tenga sus propiosnombres en sus respectivos distritos, tienen sin em-bargo todos unas mismas leyes y costumbres, salvolos Getas, los Trausos y los que moran ms all delos Crestoneos.

    IV. Llevo dicho de antemano qu modo de vivirsiguen los Getas atanizontes (o defensores de la in-mortalidad). Los Trausos, si bien imitan en todo lascostumbres de los dems Tracios, practican noobstante sus usos particulares en el nacimiento y en

    2 Los lmites de la antigua Tracia, que confinaba al Occidentecon la Macedonia, al Oriente con el Ponto Euxino, el Heles-ponto y la Propontide, al Medioda con el Egeo, y al Nortecon el monte Hemo, no permiten la exageracin del autor.Tucidides hace a la Tracia en poblacin y fuerzas inferior a laEscitia.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    7

    la muerte de los suyos;3 porque al nacer alguno,puestos todos los parientes alrededor del recin na-cido, empiezan a dar grandes lamentos, contandolos muchos males que lo esperan en el discurso dela vida, y siguiendo una por una las desventuras ymiserias humanas; pero al morir uno de ellos, conmuchas muestras de contento y saltando de placer yalegra, le dan sepultura, ponderando las miserias deque acaba de librarse y los bienes de que empieza averse colmado en su bienaventuranza.

    V. Los pueblos situados ms arriba de los Cres-toneos practican lo siguiente: Cuando muere un ma-rido, sus mujeres, que son muchas para cada uno,entran en gran contienda, sostenidas con empeopor las personas que les son ms amigas y allegadas,sobre cul entre ellas fue la ms querida del difunto.La que sale victoriosa y honrada con una sentenciaen su favor, es la que, llena de elogios y aplausos dehombres y mujeres, va a ser degollada por mano delpariente ms cercano sobre el sepulcro de su mari-do, y es a su lado enterrada, mientras las dems, per- 3 Vivan los Trausos al pi del Hemo en la Mesia inferior:esta en filosfica, costumbre tan acomodada a imaginacionesmelanclicas y mustias como la de Young, puede verse pin-tada en Ciceron con los ms vivos colores (Tusc. 1, captulo48).

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    8

    dido el pleito, que es para ellas la mayor infamia,qudanse doliendo y lamentando mucho su des-ventura.

    VI. Otro uso tienen los dems Tracios: el devender sus hijos al que se los compra, para llevr-selos fuera del pas. Lejos de tener guardadas a susdoncellas, les permiten tratar familiarmente concualquiera a quien les d gana de usar licenciosa-mente, a pesar de ser ellos sumamente celosos consus esposas, de cuyos padres suelen comprarlas aprecio muy subido. Estar marcados es entre ellosseal de gente noble; no estarlo es de gente vil ybaja. La mayor honra la ponen en vivir sin fatiga nitrabajo alguno, siendo de la mayor infamia el oficiode labrador: lo que ms se estima es el vivir de lapresa, ya sea habida en guerra o bien, en latrocinio.Estas son sus costumbres ms notables.

    VII. No reconocen otros dioses4 que Marte,Dioniso y Diana, si bien es verdad que all los reyes,

    4 Los Traces, antes Tiraces o descendientes de Tiras, hijo deJafet, conservaban no s qu restos del primitivo culto de losNoquidas, teniendo un templo en una altura dedicado alDioe Sabathius, e invocando a Baco con las voces EvoheSabbai, muy parecidas a las de David Jehova Tsabaoth. El cultode los reyes Tracios a Mercurio confirma la opinin de queeste fue el sexto rey de los Ceitas.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    9

    a diferencia de, los otros ciudadanos, tienen a Mer-curio una devocin tan particular, que slo juranpor este dios, de quien pretenden ser descendientes.

    VIII. En los entierros la gente rica y principaltiene el cadver expuesto por espacio de tres das,durante los cuales, sacrificando todo gnero de vc-timas y plaendo antes de ir a comer, hacen conellas sus convites: despus de esto dan sepultura alcadver, o quemndolo o enterrndolo solamente.Despus de haber levantado sobre l un tmulo detierra, proponen toda suerte de certamen fnebre,destinando los mayores premios a los que salenvictoriosos en la monomaqua, o duelo singular.

    IX. Muy vasta y despoblada debe de ser, segnparece, aquella regin que est del otro lado del Da-nubio; por lo menos slo he podido tener noticia deciertos pueblos que ms all moran, llamados Sigi-nes, quienes visten con el ropaje de los Medos. Delos caballos de aquel pas dcese que son tan vello-sos, que por todo su cuerpo llevan cinco dedos depelo, que son chatos y tan pequeos que no puedenllevar un hombre a cuestas, aunque son muy ligerosuncidos al carro, por lo que los naturales se valenmucho de ellos para sus tiros. Los lmites de dichospueblos tocan con los Enetos, situados en las cos-

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    10

    tas del mar Adritico, y colonos de los bledos, segnellos se dicen, de quienes no alcanzo a fe ma cmopuedan serlo, si bien veo que con el largo andar deltiempo pasado, todo cabe que haya acaecido5. Loque no tiene duda es, que los Ligires situados sobreMarsella llaman Sigines a los revendedores, y los deChipre dan el mismo nombre a los dardos.

    X. Al decir los Tracios que del otro lado delDanubio no puede penetrarse tierra adentro porestar el pas hirviendo de abejas, parceme que nohablan con apariencia siquiera de verdad, no siendopara los climas fros aquella especie de animales6. Mijuicio es que el Norte, por exceso de fro, es inha-bitable. Esto es cuanto se dice de la regin de Tra-

    5 Habindose sabido muy poco entre Griegos y Latinos,hasta la poca de Julio Csar, de las naciones clticas de laantigua Germana, son casi desconocidos los Sigines, cuyasituacin se cree Poderse colocar en la Istria o Estiria o al-gn otro pas al pi de los Alpes, aunque la descripcin desus caballos conviene muy bien con la de los reunes o renos deSiberia. Si Herodoto no les atribuyera el traje medo, msbien que colonia de los Medos pudiera creerse de Macedo-nes, a quienes hacen algunos nicos verdaderos descendien-tes de Madal, hijo de Jafet. La ltima clusula de este prrafose cree aadidura de algn copista.6 No basta el fro del Norte a matar las abejas, como notEliano: uno de los ramos de comercio de la Rusia en elpuerto de Arcngel es la cera amarilla del pas.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    11

    cia, cuyas costas y comarca martima iba Megabazoagregando a la obediencia del Persa.

    XI. Luego que Daro pasado velozmente el Ho-lesponto lleg a Sardes, hizo memoria as del servi-cio que haba recibido de Histieo, seor de Mileto,como del aviso que Coes de Mitilene le haba dado.Llamados, pues, los dos a su presencia, djoles quepidiera cada uno la merced que ms quisiera. Nopidi Histieo el dominio de alguna ciudad, puestoque tena ya el de Mileto, pero si pretendi que se lediera un lugar de los Edonos llamado Mircirio7 parafundar all una colonia. Pero Coes, no siendo toda-va seor de ningn Estado, sino mero particular,pidi y obtuvo el dominio de Mitilene. As que losdos salieron contentos de la corte, lograda la graciaque haban pretendido.

    XII. Vnole a Daro en voluntad, por un espect-culo que se le present casualmente estando en Sar-des, el ordenar a Megabazo que apoderado de losPeones los trasplantase de Europa al Asia. Despusque Daro estuvo de vuelta en Asia, dos Peones,llamados el uno Pirges y el otro Manties, llevados dela ambicin de lograr el dominio sobre sus ciu-

    7 Estaba situado este pueblo entre el ro Estrimon y la ciudadde Filippi.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    12

    dadanos, pasaron a Sardes, llevando en su compaaa una hermana, mujer de buen talle y estatura biza-rra, y al mismo tiempo muy linda y vistosa. Comoobservasen en Sardes que Daro sola dejarse ver enpblico sentado en los arrabales de la ciudad, echa-ron mano de un artificio para su intento. Vestida lahermana del mejor modo que pudieron, environlapor agua con un cntaro en la cabeza, con el ronzaldel caballo en el brazo conducindolo a beber, ycon su rueca y copo de lino hilando al mismo tiem-po. La ve pasar Daro, y mucho le sorprende lonuevo del espectculo, mirando en lo que ella haca,que ni era mujer persiana8, ni tampoco lydia, ni me-nos hembra alguna asitica. Picado, pues, de la cu-riosidad, manda a algunos de sus alabarderos quevayan y observen lo que con su caballo iba a ejecu-tar aquella mujer. Ella, en llegando al ro, abrevaprimero su caballo, llena luego su cntaro y da lavuelta por el mismo camino con el cntaro encimade la cabeza, con el caballo tirado del brazo, y conlos dedos moviendo el huso sin parar.

    8 Ya entonces contaban las persianas por infamia ocuparseen trabajos de manos, orgullo y molicie que la voluptuosaAsia ha trasmitido harto frecuentemente a la laboriosa Eu-ropa.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    13

    XIII. Admirado Daro, as de lo que oa de susexploradores como de lo que l mismo estaba vien-do, da orden luego de que se la hagan presentar.Los hermanos de ella, como quienes all cerca ob-servaban lo que iba pasando, comparecen ante Da-ro luego que la ven conducida a su presencia.Pregunta el Rey de qu nacin era la mujer, y d-cenle los dos jvenes que eran Peones de nacin, yque aquella era su hermana. Trnales Daro a pre-guntar qu nacin era la de los Peones, y dnde es-taba situada, y con qu mira o motivo haban ellosvenido a Sardes: responden que haban ido all connimo de entregarse a su arbitrio soberano; que laPeonia, regin llena de ciudades, caja cerca del roEstrimon, el cual no estaba lejos del Helesponto, yque los Peones eran colonos de Troya. Esto puntopor punto respondieron a Daro, el cual les vuelve apreguntar si eran all todas las mujeres tan hacendo-sas y listas como aquella; y ellos, que le vieron picaren el cebo que adrede le haban prevenido, respon-dieron al instante que todas eran as.

    XIV. Escribe, pues, entonces Daro a Megabazo,general que haba dejado en Tracia, una orden enque le mandaba ir a sacar a los Peones de su nativopas y hacrselos conducir a Sardes a todos ellos con

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    14

    sus hijos y mujeres. Parte luego un posta a caballocorriendo hacia el Helesponto, pasa al otro lado delestrecho y entrega la carta a Megabazo, quien nobien acaba de leerla, cuando toma conductores na-turales de Tracia y marcha con sus tropas hacia laPeonia.

    XV. Habiendo sido avisados los Peones de quevenan marchando contra ellos las tropas persianas,juntan luego sus fuerzas, y persuadidos de que elenemigo los acometera por las costas del mar, acu-den hacia ellas armados. Estaban en efecto prontosy resueltos a no dejar entrar el ejrcito de Megaba-zo, el dao estuvo en que, informado el Persa deque juntos y apostados en las playas queran im-pedirle la entrada, sirvise de los guas que llevabapara mudar de marcha, y tom por la va de arribahacia la Peonia. Con esto los Persas, sin ser sentidosde los Peones, se dejaron caer de repente sobre susciudades, de las cuales, hallndolas vacas de hom-bres que las defendiesen, se apoderaron con facili-dad y sin la menor resistencia. Apenas lleg anoticia de los Peones salidos a esperar al enemigoque sus ciudades haban sido sorprendidas, cuandoluego separados fueron cada cual a la suya y se en-tregaron todos a discrecin y al dominio del Persa.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    15

    Tres pueblos de los Peones, a saber, el de los Siro-peones, el de los Peoplas y el de los vecinos de lalaguna Prasiada, sacados de sus antiguos asientos,fueron trasportados enteramente al Asia.

    XVI. Pero a los dems Peones, los que morancerca del monte Pangeo, los Doberes, los Agrianes,los Odomantos9 y los habitantes en la misma lagunaPrasiada, no los subyug de ningn modo Megaba-zo, por ms que a los ltimos procur rendirles sinllevarlo a cabo, lo cual pas del siguiente modo. Enmedio de dicha laguna vense levantados unos an-damios o tablados sostenidos sobre unos altos pila-res de madera bien trabados entre s, a los cuales seda paso bien angosto desde tierra por un solopuente. Antiguamente todos los vecinos ponan encomn tos pilares y travesaos sobre que carga eltablado; pero despus, para irlos reparando, hnseimpuesto la ley de que por cada una de las mujeresque tome un ciudadano (y cada ciudadano se casacon muchas mujeres) ponga all tres maderos, queacostumbran acarrear desde el monte llamado Or-belo. Viven, pues, en la laguna, teniendo cada cual

    9 El Pangeo se llama en el da Malaca o Castagua: Doberesera una ciudad penica de que habla Tucidides: de los Odor-nantos dice Suidas que usaban la circuncisin.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    16

    levantada su choza encima del tablado donde morade asiento, y habiendo en cada choza una puertapegada al tablado que da a la laguna: para impedirque los nios, resbalando, no caigan en el agua, lesatan al pi cuando son pequeos una soga de es-parto. Dan a sus caballos y a las bestias de cargapescado en vez de heno10; pues es tan grande laabundancia que tienen de peces, que slo con abrirsu trampa y echar al agua su espuerta pendiente deuna soga, pronto la sacan llena de pescado, del cualdos son las especies que hay; a los unos llaman pa-praces y, a los otros tilones.

    XVII. Eran entretanto conducidos al Asia losPeones de que se haba apoderado Megabazo. Tras-portados aquellos infelices prisioneros, escoge Me-gabazo los siete Persas ms, principales que en suejrcito tena, y que a l solo le eran inferiores engrado y reputacin, y los enva por embajadores aMacedonia, destinados al rey de ella, Amintas, conel encargo de pedirle la tierra y el agua para el rey Da-ro, pues tal es la forma del homenaje entre los per-sas. Muy breve es realmente el camino que hay que 10 Esto se ve confirmado por Eliano y Ateneo, quien diceque a los bueyes en Tracia se les llenaban de peces los pese-

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    17

    pasar yendo desde la laguna Prasiada a la Macedo-nia, pues dejando la laguna, lo primero que se hallaes la famosa mina que algn tiempo despus no re-dituaba menos de un talento de plata diario al reyAlejandro11, y pasada la mina, slo con atravesar elmonte llamado Disoro, nos hallamos ya en Mace-donia.

    XVIII. Luego que los embajadores persas en-viados a Amintas12 llegaron a presencia de ste,cumpliendo con su comisin, pidironle con sufrmula de homenaje que diese la tierra y el agua alrey Daro, a quien no slo convino Amintas enprestar obediencia, sino que hosped pblicamentea los enviados, preparndoles un magnfico, ban-quete con todas las demostraciones de amistad yconfianza. Al ltimo del convite, cuando se habansacado ya los vinos a la mesa, los Persas hablaron aAmintas en esta Conformidad: -Uso y moda es,amigo Macedon, entre nosotros los Persas, que al bres, y por lo que se refiere de Noruega, donde las bestias sealimentan de pescado.11 Sera la misma de donde sacaba tesoros Filipo, padre deAlejandro.12 Era Amintas I el noveno rey de Macedonia. por los aos,de 314 antes de Jesucristo, y mucha debi ser la debilidad de

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    18

    fin de un convite de formalidad vengan a la sala ytomen a nuestro lado asiento nuestras damas, noslo las concubinas, sino tambin las esposas prin-cipales con quienes siendo doncellas casamos enprimeras nupcias. Ahora, pues, ya que nos recibescon tanto agrado, nos tratas con tanta magnificen-cia, y lo que es ms, entregas al rey nuestro amo latierra y el agua, razn ser que quieras seguir nues-tro estilo tratndonos a la Persiana. -En verdad,seores mos, les responde Amintas, que nosotrosno lo acostumbramos as, no por cierto; antes el usoes tener en otra pieza bien lejos del convite a nues-tras mujeres13; pero pues que las hechis menos,vosotros, que sois ya nuestros dueos, quiero quetambin en esto seis luego servidos. As dijoAmintas, y enva al punto por las princesas, las cua-les llamadas, entran en la sala del convite, y tomanall asiento por su orden enfrente de los Persas. Alver presentes aquellas bellezas, dicen a Amintas losembajadores que no andaba a la verdad muy dis-

    su imperio, cuando no su poquedad de nimo, pues que nose atrevi la resistencia que hizo la Peonia.13 Este modesto recato era comn en toda la Grecia. Laseen Ciceron el trgico caso de la resistencia que en Lampsacose hizo a Verres en punto semejante, y del suplicio con quela castig el fiero proconsul

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    19

    creto en lo que con ellas haca, pues mucho msacertado fuera que no viniesen all las mujeres, queno dejan las sentarse al lado de ellos una vez venidasal convite, pues el verlas fronteras era quererles darcon ellas en los ojos, que es lo que ms irrita losafectos. Forzado, pues, Amintas, manda a las muje-res que se sienten al lado de los Persas, quienes ha-biendo ellas obedecido, no supieron contener susmanos con la licencia que les daba el vino, sino quelas llevaron a los pechos de las damas, y no faltentre ellos quien se desmandase en la lengua.

    XIX. Estbalo Amintas mirando quieto, porms que mirase de mal ojo, aturdido de miedo delgran poder, de los Persas. Hallbase all presente suhijo Alejandro, prncipe, joven, no hecho a disimu-lar para acomodarse al tiempo, quien siendo testigoocular de aqulla infamia de su real casa, de ningunamanera quiso ni pudo contenerse.

    Penetrado, pues, de dolor y vuelto a su padre:-Mejor ser, padre mo, le dice, que tengis ahoracuenta de vuestra avanzada de edad; idos por vidavuestra a dormir, sin tomaros la larga molestia deesperaros a que esos seores se levanten de la me-sa, pues aqu me quedo yo hasta lo ltimo para ser-vir en todo a nuestros huspedes. Amintas, que

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    20

    desde luego dio en que su hijo Alejandro, llevadodel ardor de su juventud, podra pensar en obrarcomo quien era y como peda su honor, replicleas: Mucho ser, hijo mo, que me engae, pues leoen tus ojos encendidos y estoy viendo en esas tuscortadas palabras, que con la mira de intentar algnfracaso me pides que me retire. No, hijo mo; porDios te pido que, s no quieres perdernos a todos,nada intentes contra esos hombres. Ahora importasufrir disimulando, presenciar lo que no puede mi-rarse y coser los labios. Por lo que me pides, meretiro sin embargo, y quiero en ello complacerte.

    XX. Despus que Amintas, dados estos avisos,sali de la pieza, vuelto Alejandro a los Persas:-Aqu tenis, amigos, les dice, esas mujeres a vues-tro talante, o bien queris estar con todas ellas, obien escoger las que mejor os parezcan; que estopende de vuestro arbitrio. Entretanto, seores, lomejor fuera, pues me parece hora de levantarnos dela mesa, mayormente vindoos ya hartos de esascopas, que esas mujeres con vuestra buena graciapasarn al bao, y luego de lavada y aseadas, volvie-ran otra vez para haceros buena compaa. Dichoesto, a lo cual accedieron los Persas con muchogusto y aplauso, haciendo Alejandro que salieran las

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    21

    mujeres, las envi a su departamento particular. lentretanto parte luego, y cuantas eran las mujeres,otros tantos donceles o mancebos escoge en pala-cio, todos sin pelo de barba; disfrzales con el mis-mo traje y gala de aqullas, les da a cada uno sudaga, y los conduce dentro de la sala de los Persas, aquienes al entrar con ellos habl en estos trminos:-Parceme, seores mos, que hemos hecho nuestrodeber en daros un cumplido convite, al menos concuanto tenamos a mano y con cuanto hemos podi-do hallar; con todo, digo, os hemos procurado re-galar y servir como era razn. Mas para coronar lafiesta, queremos echar el resto: aqu os entregamos,a discrecin y a todo vuestro placer, nuestras mis-mas madres y hermanas. Bien echareis de ver enesto que sabemos serviros y queremos respetaroscomo pide vuestro valor, y con toda verdad podrisdecir despus al soberano, que el rey de Macedonia,prncipe griego, su feudatario y subalterno, os aga-saj como corresponda en la mesa y en el lecho.Al hacer este cumplido, iba Alejandro con sus man-cebos Macedones y haca sentar uno disfrazado demujer al lado de cada Persa. Por abreviar, luego quelos Persas iban a abusar de dichos jvenes, los co-san ellos con su daga.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    22

    XXI. Por fin concluy la fiesta en que los Per-sas, y toda la comitiva de sus criados, quedaron allpara no volver jams, pues los carruajes que les ha-ban seguido, los servidores con su bagaje y aparatoentero, todo en un punto desapareci. No pas mu-cho tiempo despus de este atentado de Alejandro14,sin que los Persas del ejrcito hiciesen las ms vivasdiligencias en busca de sus embajadores; pero el jo-ven prncipe supo darse tan buena maa, que pormedio de grandes sumas logr sobornar al PersaBubares, caudillo de los que venan en busca de losenviados, dndole asimismo por esposa a una prin-cesa real hermana suya, por nombre Cigea. As mu-rieron los embajadores Persas, y as se ech una losaencima de su muerte para que no se hablase ms deella.

    XXII. Estos reyes Macedones, descendientes dePerdicas15, pretenden ser Griegos, y yo s muy bien

    14 No falta filsofo antiguo ni aun quiz moderno que alabeeste hecho de Alejandro: comparadas la insolencia de losunos con la alevosa del otro, no s a qu parte se inclinar lamayor gravedad de la injuria pblica.15 Perdicas I, cuarto rey de los Macedones, rein por los aos691 antes de J.C. Quien sepa las numerosas diligencias quese practicaban en los ejercicios olmpicos, en vista de la sen-tencia dada en favor de Alejandro, hijo de Amintas, no duda-ra que fuesen los Macedones de origen griego, por ms que

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    23

    que realmente lo son; pero lo que insino aqu, lohar despus evidente con lo que referir de prop-sito a su tiempo y lugar16. Adems, es este ya asuntodecidido por los presidentes de los juegos de Greciaque en Olimpia se celebran; porque, como deseosoAlejandro en cierta ocasin, de concurrir a aquelpblico certamen, hubiese bajado a la arena con estamira y pretensin, los aurigas sus competidores enla justa le quisieron excluir ponindole tacha y di-ciendo que no eran aquellas fiestas para unos anta-gonistas brbaros, sino nicamente paracompetidores Griegos. Pero como probase Alejan-dro ser de origen Argivo, fue declarado en juicioGriego, y habiendo entrado en concurso con losdems en la carrera del estadio, su nombre sali elprimero en el sorteo, juntamente con el de su anta-gonista.

    XXIII. Volviendo a Megabazo, lleg entretantoal Helesponto, llevando consigo a sus prisioneros dela Peonia, y pasando de all al Asia, se present enSardes. Por este mismo tiempo estaba Histieo elMilesio levantando una fortaleza en el sitio llamado

    los llamase brbaros Demstenes, movido de su odio a Fili-po.16 L. VIII. c 137.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    24

    Mircino, que est cerca del ro Estrimon, y que enpremio de haber conservado el puente de barcassobre el Danubio, como dijimos, haba obtenido deDaro. Haba visto por sus propios ojos Megabazolo que Histieo iba haciendo, y apenas lleg a Sardescon los Peones, habl as al mismo Daro: -PorDios, seor, qu es lo que habis querido hacerdando terreno en Tracia y licencia para fundar alluna ciudad a un Griego, a un bravo oficial, y a unhbil poltico? All hay, seor, mucha madera deconstruccin, all mucho marinero para el remo, allmucha mina de plata; mucho Griego vive en aque-llos contornos y mucho brbaro tambin, gente to-da, seor, que si logra ver a su frente a aquel jefegriego, obedecerle ha ciegamente noche y da encuanto les ordene. Me tomo la licencia de decirosque procuris que l no lleve a cabo lo que est yafabricando, si queris precaver que no os haga laguerra en casa: puede hacerse la cosa con disimulo ysin violencia alguna, como vos le enviis orden deque se presente, y una vez venido hagis de modoque nunca ms vuelva all, ni se junte con sus Grie-gos.

    XXIV. Viendo, pues, Daro que las razones deMegabazo eran providencias discretas de un poltico

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    25

    sagaz y prevenido en lo futuro, se persuadi fcil-mente con ellas, y por un mensajero que destin aMircino hizo decir de su parte a Histieo: -El reyDaro me dio para ti, Histieo, este recado formal17:Habindolo pensado mucho, no hallo persona al-guna que mire, mejor que t por mi corona, cosaque tengo ms experimentada con hechos positivosque crecida por buenas razones. Y pues estoy ahorameditando un gran proyecto, quiero que vengasluego sin falta a estar conmigo para poderte darcuenta cara a cara de lo que pienso hacer. Con estaorden Histieo se fue luego hacia Sardes, bien per-suadido por una parte de que eran sinceras dichasexpresiones, y por otra muy satisfecho y ufano deverse consejero de Estado elegido por el rey. Ha-bindose, pues, presentado a Daro, hablle ste entales trminos: -Voy a decir claramente, Histieo,por qu motivo te he llamado a mi corte. Quiero,pues, que sepas, amigo, que lo mismo fue volverme

    17 Todava despus de Homero daban los mensajeros enGrecia el recado con oracin, como si la persona que losenviaba fuese la que hablase cara a cara. Todo este razona-miento y el que sigue fuera digno de un monarca, si la disi-mulacin y mala fe no le degradara, haciendo que lasmximas mas slidas de la amistad sirvieran de pretexto a lams fina perfidia.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    26

    de la Escitia y retirarte t de mi presencia, que sentirluego en m un vivo deseo de tenerte cerca de mipersona, y poder libremente comunicar contigo to-das mis cosas, tanto, que empec al punto a echarde menos tu compaa, sabiendo que no hay bienalguno que pueda compararse con la dicha de lograrpor amigo y apasionado a un hombre sabio y dis-creto: estas dos prendas bien s que posees en miservicio, y nadie mejor testigo de ellas que yo mis-mo. De t he de merecer, amigo, que te dejes porahora de Mileto, ni pienses en nuevas ciudades deTracia. Vente en mi compaa a mi corte de Susa,disfruta conmigo a tu placer de todos mis bienes yregalos, siendo mi comensal y consejero.

    XXV. As le habl Dario, y dejando en Sardespor virrey a Artafernes, su hermano de parte de pa-dre, dirigise luego a Susa, llevando en su corte aHistieo. Al partir nombr asimismo por general delas tropas que dejaba en los fuertes de las costas aOtanes, hijo de Sisamnes, uno de los jueces regios aquien, por haberse dejado sobornar en una senten-cia inicua, haba mandado degollar Cambises, y nosatisfecho con tal castigo, cortando por su orden envarias correas el cuero adobado de Sisamnes, habahecho vestir con ellas el mismo trono en que fue

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    27

    dada aquella sentencia: adems, en lugar del ajusti-ciado, degollado y rasgado Sisamnes, haba Cambi-ses nombrado por juez a Otanes, su hijo, hacindolesubir sobre aquellas correas a tan fatal asiento, conel triste recuerdo quo al mismo tiempo le hizo, deque siempre tuviera presente el tribunal en que es-taba sentado cuando diera sus sentencias.

    XXVI. Este mismo Otanes, que antes haba sidocolocado en aquella funesta silla de juez regio, elegi-do entonces por sucesor de Megabazo en el mandode general, rindi al frente de sus tropas a los Bi-zantinos y Calcedonios, tom la plaza de Antandro,situada en el territorio de Trada, y conquist aLamponio18. Con la armada naval le dieron los Les-bios, apoderse de Lemnos y de Imbro, islas hastaentonces ocupadas de los Pelasgos.

    XXVII. Por que si bien es verdad que los Le-mios, haciendo al enemigo una resistencia muy vi-gorosa, se defendieron muy bien por algn tiempo,con todo vinieron al cabo a ser arruinados y deshe-chos. Los Persas victoriosos sealaron por gober-nador de los que en Lemnos haban sobrevivido a 18 Lamponio, vecina a la ciudad de Antandro, arruinada y sinnombre en el da: Antandro se llama hoy San Dimitri, antes

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    28

    su ruina, a Licareto, hermano de aquel clebre Me-nandrio que haba sido seor de Samos; y comogobernador de Lemnos, Licoreto acab all sus d-as19..... La causa que contra este (Otanes) se intenta-ba, era por que prenda indistintamente y asolabatodo el pas: a unos acusaba de haber sido deserto-res del ejrcito en sus marchas contra los Escitas; aotros de haber perseguido las tropas de Daro en suretirada y vuelta de la Escitia. Tales eran las tropelasque haba cometido Otanes siendo general.

    XXVIII. Hubo despus, aunque dur poco, al-gn descanso y sosiego, porque dos ciudades deJonia, la de Naxos y la de Mileto, como contardespus, dieron de nuevo principio a los males ycalamidades. Era Naxos por una parte la Isla quepor su riqueza y poder descollaba sobre las otrasasiticas y por otra vease Mileto en aquella pocaen el mayor auge de poder que jams hubiese logra-do, viniendo a ser como la reina y capital de toda laJonia, a cuya prosperidad lleg despus de haberse

    clebre ciudad de los Lelejes y despus de los Troyanos en laMisia.19 No parece sino que la narracin est truncada faltando al-gn perodo que sea transicin para lo dems del captulo.En cuanto a lo que sigue, se entiende claramente que hablade Otanes

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    29

    visto tiempos atrs, cerca de dos generaciones antes,en el estado ms deplorable a causa de sus partidosy sediciones, hasta tanto que los Parios, a quieneshaba elegido Mileto entre todos los Griegos porrbitros y conciliadores, lograron restituir en ella laconcordia y el buen orden.

    XXIX. Tomaron los Parios un expediente parasosegar aquellos disturbios, pues venidos a la ciudadde Mileto los sujetos ms acreditados de Paros, co-mo viesen que en ella andaba todo sin orden, as loshombres como las cosas dijeron desde luego quepor s mismos queran ir a visitar lo restante deaquel Estado y seoro. Al hacer su visita discu-rriendo por todo el territorio de Mileto, apenas da-ban con una posesin bien cultivada en aquellascampias, que por lo comn estaban muy descuida-das, tomaban por escrito el nombre de su dueo.Acabada ya la visita de aquel pas, donde pocos fue-ron los campos que hallaron bien conservados yflorecientes, y estando ya de vuelta en la ciudad, re-unieron un Congreso general del Estado, y en ldeclararon por gobernadores y magistrados de larepblica a los particulares cuyas heredades habanencontrado bien cultivadas, dando por razn de suarbitrio que aquellos sabran cuidar del bien pblico

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    30

    como haban sabido cuidar del propio: a los demsciudadanos de Mileto, a quienes antes se les pasabatodo en partidos y tumultos, precisseles a que es-tuvieran bajo la obediencia de aquellos buenos pa-dres de familia. Con esto los Parios pusieron en paza los Milesios, restituyendo a la ciudad el buen or-den y concierto.

    XXX. Estas dos ciudades de Naxos y Miletofueron, pues, como deca, las que dieron entoncesnuevo principio y ocasin a la desventura de la Jo-nia. Sucedi que, habiendo la baja plebe desterradoen Naxos20 a ciertos ricos y principales seores, re-fugironse los proscritos a Mileto. Era en aquellasazn gobernador de Mileto Aristagoras, hijo deMolpagoras, quien era yerno y primo juntamente delclebre Histieo el hijo de Lisagoras, a quien Darotena en Susa; pues por aquel mismo tiempo pun-

    20 Naxos, al presente Naxia, la ms rica y feraz de las Cicla-das tiene cien millas de circuito, aunque Plinio slo le dasetenta y cinco, y es clebre por su vino y su mrmol ofitesde color verde con vetas blancas. Ocupronla al principio losTracios, gobernados por Boutes, a quienes sucedieron losTsalos, que despus de doscientos aos de posesin laabandonaron a causa de una gran caresta; despus de la gue-rra de Troya se hicieron dueos de ella los Carios, de loscuales pas a unos colonos de Gnido y Rodas, y de stosltimamente los Jonios

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    31

    tualmente en que Histieo, seor de Mileto, se halla-ba detenido en la corte, sucedi el caso de que vi-nieran a Mileto dichos Naxios, amigos ya de antes yhuspedes de Histieo. Refugiados, pues, all aquellosilustres desterrados, suplicaron a Aristagoras queprocurase darles alguna tropa, si se hallaba en esta-do de poder hacerlo, a fin de que pudieran con ellarestituirse a su patria. Pens Aristagoras dentro des, que si por su medio volviesen a Naxos los deste-rrados, lograra l mismo la oportunidad de alzarsecon el seoro de aquel Estado: con este pensa-miento, disimulando por una parte sus verdaderasintenciones, y por otra pretextando la buena amis-tad y armona de ellos con Histieo, les hizo este dis-curso: -No me hallo yo, seores, en estado depoderos dar un nmero de tropas que suficientepara que a pesar de los que mandan en Naxos po-dis volver a la patria, teniendo los Naxios, como heodo, adems de 8.000 infantes, una armada de mu-chas galeras. Mas no quiero con esto deciros que nopiense con todas veras en auxiliaros para ello, antesbien se me ofrece ahora un medio muy oportunopara serviros con eficacia. S que Artafernes es mibuen amigo y favorecedor, y sin duda sabis quines Artafernes, hijo de Histaspes, hermano carnal de

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    32

    Daro, virrey de toda la marina general de los gran-des ejrcitos de mar y tierra: este personaje, pues,sino me engaa el amor propio, dgoos que har porm lo que pidamos. Al or esto los Naxios dejarontodo el negocio en manos de Aristagoras, para quelo manejara como mejor le pareciese, aadindoleque bien poda de su parte decir al virrey que nofavorecera a quien no lo supiera agradecer, y quelos gastos de la empresa correran de su propiacuenta, pues no podan dudar que lo mismo habade ser presentarse en Naxos que rendirse, no sola-mente los Naxios, sino aun los dems isleos, y ha-cer cuanto se les pidiese, no obstante que basta allninguna de las Ccladas reconociese por soberano aDaro.

    XXXI. Emprende Aristgoras su viaje a Sardes,donde da cuenta y razn a Artafernes de cmo laisla de Naxos, sin ser una de las de mayor extensin,era con todo de las mejores, muy bella, muy cercanaa la Jonia, muy rica de dinero, y muy abundante deesclavos. -No harais, continu, una expedicinhaca all para volver a Naxos unos ciudadanos quede ella han sido echados? Dos grandes ventajas veoen ello para vos: usa que adems de correr de nues-tra cuenta los gastos de la armada, como es razn

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    33

    que corran, ya que nosotros los ocasionamos,cuento aun con grandes sumas de dinero para pode-ros pagar el beneficio: la otra es que aprovechndo-os de esta ocasin, no, slo podris aadir a lacorona la misma Naros, sino tambin las islas quede ella penden, la de Paros, la de Andros, y las otrasque llaman Ccladas. Y dado este paso, bien fcil osser acometer desde all a Eubea, isla grande y rica,nada inferior a la de Chipre, y lo que ms es, fcil deser tomada. Soy de opinin de que con una armadade cien naves podris conseguir todas estas con-quistas amigo, le respondi Artafernes, muestrasbien en lo que me dices el celo del pblico servicio,y tu aficin a la casa real, proponindome, no sloproyectos tan interesantes a la corona, sino dndo-me al mismo tiempo medios tan oportunos para elintento. En una sola cosa veo que andas algo corto,en el nmero de naves: t no pides ms que ciento,pues yo te prometo aprestarte doscientas al abrir laprimavera; pero es menester ante todo informar alrey, y que nos d su aprobacin.

    XXXII. Aristagoras, que tan atento hall al vi-rrey en su respuesta, sobremanera alegre y satisfe-cho dio la vuelta, para Mileto: Artafernes, despusque obtuvo para la expedicin el beneplcito de Da-

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    34

    ro, a quien envi un mensajero dndole cuenta delproyecto de Aristagoras, tripuladas doscientas na-ves, previno mucha tropa, as persiana como aliada.Nombr despus para comandante de la armada alPersa Megabates, que siendo de la casa de losAquemnidas era primo de Daro. Era Megabatesaquel con cuya hija, si es que sea verdad lo que co-rre por muy vlido, contrajo esponsales algn tiem-po despus el Lacedemonio Pausanias, hijo deCleombroto, ms enamorado del seoro de la Gre-cia que prendado de la princesa persiana21. Luegoque estuvo Megabates nombrado por general, diOrden, Artafernes de que partiera el ejrcito a don-de Aristagoras estaba.

    XXXIII. Despus de tomar en Mileto las tropasde la Jonia los desterrados de Naxos y al mismoAristagoras, dise a la vela Megabates, haciendo co-rrer la voz de que su rumbo era hacia el Helesponto.Lleg a la isla de Chio y dio fondo en un lugar lla-mado Cacasa, con la mira de esperar que se levan-tase el viento Breas, para dejarse caer desde allsobre la isla de Naxos. Anclados en aquel puerto, 21 No parece que hubiera ledo Herodoto la carta de Pausa-nias que trae Tucidides escrita a Jerges, a quien en premio de

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    35

    como que los hados no permitan la ruina de Naxospor medio de aquella armada, sucedi un caso quela impidi. Rondaba Megabates para inspeccionar lavigilancia de los centinelas, y en una nave mindia-na22 hall que ninguno baha apostado. Llev muy amal aquella falta, y enojado dio orden a sus alabar-deros que le buscasen al capitn de la nave, que sellamaba Scilaces, y hallndolo, mandle poner atadoen la portaola del remo nfimo, en tal postura, queestando adentro el cuerpo sacase hacia fuera la ca-beza. As estaba puesto a la vergenza el Scilaces,cuando va uno a avisar a Aristagoras y decirle cmoaquel Mindio su amigo y husped le tena Megaba-tes cruelmente atado y puesto al oprobio. Al ins-tante se presenta Aristagoras al Persa, y se empeamuy de veras a favor del capitn; nada puede alcan-zar de lo que pide, pero va en persona a la nave ysaca a su amigo de aquel infame cepo. Sabida la li-bertad que Aristagoras se haba tomado, se dio Me-gabates por muy ofendido, y puso en l la lenguabaja y villanamente. -Y quin eres t, le replicAristagoras, y qu tienes que ver en eso? No te en- su alevosa pide por esposa una hija del mismo rey, y no deMegabates.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    36

    vi Artafernes a mis rdenes, para que vinierasdonde quisiere yo conducirte? para qu te metes enotra cosa? Qued Megabates tan altamente resen-tido de la osada con que Aristagoras le hablaba, quevenida la primera noche, despach un barco paraNaxos con unos mensajeros que descubrieran a losNaxios el secreto de cuanto contra ellos se dispona.

    XXXIV. Ni por sombra haba pasado a los Na-xios por la mente que pudiera dirigirse contra ellostal armada; pero lo mismo fue recibir el aviso queretirar a toda prisa lo que tenan en la campia, y,acarreando a la plaza23 todas las provisiones de bo-ca, prepararse para poder sufrir un sitio prolongado,no dudando que se halilban en vsperas de unagran guerra. Con esto cuando los enemigos salidosde Chio llegaron a Naxos con toda la armada, die-ron contra hombres tan bien fortificados Y preve-nidos, que en vano fue estarles sitiando por cuatromeses enteros. Al cabo de este tiempo, como a losPersas se les fuese acabando el dinero que consigohaban trado, y Aristagoras hubiese ya gastado mu- 22 Mindo, hoy Mentese, ciudad de consideracin en la Caria ycolonia de los Trecenios.23 Nota Ateneo que los Naxios ricos vivan comnmente enla misma ciudad, dejando en las aldeas a la gente pobre, loque as mismo suceda en el Atica.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    37

    cho de su bolsillo, viendo que para continuar el ase-dio se necesitaban todava mayores sumas, tomaronel partido de edificar unos castillos en que se hicie-sen fuertes aquellos desterrados, y resolvieron vol-verse al continente con toda la armada, malogradade todo punto la expedicin.

    XXXV. Entonces fue cuando Aristagoras, nopudiendo cumplir la promesa hecha a Artafernes,vindose agobiado con el gasto de las tropas que sele peda, temiendo adems las consecuencias deaquella su desgraciada expedicin, mayormente ha-bindose enemistado en ella con Megabates, sospe-chando, en suma, que por ella seria depuesto delgobierno y dominio de Mileto; amedrentado, digo,con todas estas reflexiones y motivos, empez amaquinar una sublevacin para ponerse en salvo.Quiso a ms de esto la casualidad que en aquellaagitacin le viniera desde Susa, de parte de Histieo,un enviado con la cabeza toda marcada con letras,que significaban a Aristagoras que se sublevasecontra el rey. Pues como Histieo hubiese queridoprevenir a su deudo que convena rebelarse, y nohallando medio seguro para posarle el aviso porcuanto estaban los caminos tomados de parte delrey, en tal apuro haba rasurado a navaja la cabeza

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    38

    del criado que tena de mayor satisfaccin, habalemarcado en ella con los puntos y letras que le pare-ci, esper despus que le volvieran a crecer el ca-bello, y crecido ya, habalo despachado a Mileto sinms recado que decirle de palabra que puesto enMileto pidiera de su parte a Aristagoras que, cortn-dole a navaja el pelo, le mirara la cabeza. Las notasgrabadas en ella significaban a Aristagoras, comodije, que se levantase contra el Persa. El motivo quepara tal intento tuvo Histieo, parte naca de la pesa-dumbre gravsima que su arresto en Susa le ocasio-naba, parte tambin de la esperanza con que selisonjeaba de que en caso de tal rebelin sera en-viado a las provincias martimas, estando al mismotiempo convencido de que a menos que se rebelaraMileto, nunca ms tendra la fortuna de volver averla. Con estas miras despach Histieo a dichomensajero.

    XXXVI. Tales eran las intrigas y acasos quejuntos se complicaban a un tiempo alrededor deAristagoras, quien convoca a sus partidarios, les dacuenta as de lo que l mismo pensaba como de loque Histieo le prevena, y empieza muy de prop-sito a deliberar con ellos sobre el asunto. Eran losms del parecer mismo de Arstagoras acerca de

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    39

    negar al Persa la obediencia; pero no as Hecateo elhistoriador, quien haciendo una descripcin de lasmuchas naciones que al Persa obedecan y de susgrandes fuerzas y poder, vot desde luego que noles cumpla declarar la guerra a Daro, el gran rey delos Persas; y como viese que no era seguido su pa-recer, vot en segundo lugar que convena hacerseseores del mar, pues absolutamente no vea cmopudieran, a menos de serlo, salir al cabo con susintentos; que no dejaba de conocer cun cortas eranlas fuerzas de los Milesios, pero sin embargo, contal que quisieran echar mano de los tesoros que enel templo de Brnchidas haba ofrecido el LydioCreso, tena fundamento de esperar que en fuerzasnavales podran ser superiores al enemigo; que en elmedio que les propona contemplaba doble ventajapara ellos, pues a ms de servirse de dicho dinero enfavor del pblico, estorbaran que no lo sacase elenemigo en dao de ellos. Ciertamente, como llevodicho en mi primer libro, eran copiosos los men-cionados tesoros. Por desgracia, tampoco fue segui-do este segundo parecer, sino que qued acordadala rebelin, aadiendo que uno de ellos se embarca-se luego para Miunte, donde aun se mantena la ar-mada vuelta de Naxos, y procurase poner presos a

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    40

    los capitanes que se hallaban a bordo de sus respec-tivas naves.

    XXXVII. Enviado, pues, all Yatragortas conesta comisin, apoderse con engao de la personade Oliato el Melaseo, hijo de Ibnolis, de la de His-tieo el Termerense24, hijo de Timnes, de la de Coes,hijo de Exandro, a quien Daro haba hecho graciadel seoro de Mitilene, de la de Aristagoras el Ci-meo, hijo Herclides, y otros muchos jefes. Levan-tado ya abiertamente, contra Daro y tomandocontra l todas sus medidas, lo primero que hizoAristagoras fue renunciar, bien que no ms de pala-bra y por apariencia, el dominio de Mileto, fingien-do restituir a los Milesios la libertad, para lograr deellos por este medio que de buena voluntad le si-guieran en su rebelin. Hecho esto en Mileto, otrotanto haca en lo restante de la Jonia, de cuyas ciu-dades iba arrojando algunos de sus tiranos: aun ms,a los caudillos que haba prendido sobre las navesde la armada que acababa de volver de Naxos, fueentregndolos a sus respectivas ciudades, cuyo do-

    24 Mileso, o, como ahora se llama, Melaso, era una rica ciu-dad de la Caria: Termera otra ciudad en los confines de laCaria y la Licia, cuyas ruinas no son acaso conocidas.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    41

    minio posean, y esto con la daada intencin deganrselas a todas para su partido.

    XXXVIII. Result de ah que los Mitileneos,apenas tuvieron a Coes en su poder, sacndole alcampo le mataron a pedradas, si bien los Cimeosdejaron que se fuese libre su tirano, sin usar con lde otra violencia. Otro tanto hicieron con sus res-pectivos seores las ms de las ciudades, y ces porentonces en todas ellas la tirana o el dominio de unseor. Quitados ya los tiranos, dio orden el MilesioAristagoras a todas aquellas ciudades, que cada cualnombrase un general de su propia milicia, y practi-cada esta diligencia, viendo que necesitaba absolu-tamente hallar algn aliado poderoso para suempresa, fuese l mismo para Lacedemonia en sugalera en calidad de enviado de la Jonia.

    XXXIX. No reinaba ya en Esparta Anaxandri-des, hijo de Leon, sino Cleomenes su hijo, el cual enatencin a sus prendas y valor, si no al derecho desu familia, muerto su padre, haba sido colocadosobre el trono. Para manifestar el origen y naci-miento de Cleomenes, se debe saber que se hallabaprimero casado Anaxandrides con una hija de suhermana, a quien por ms que no le diera sucesinamaba tierna y apasionadamente. Viendo los Eforos

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    42

    lo que a su rey aconteca, le reconvinieron habln-dole en esta forma: -Visto tenemos cun poco cui-das de tus verdaderos intereses: nosotros, pues, queni debemos despreciarlos, ni podemos mirar conindiferencia que la sangre y familia de Euristenesacaben en tu persona, hemos tomado sobre ellonuestras medidas. T misino ves por experienciaque no te da hijos esa mujer con quien ests casado;nosotros queremos que tomes otra esposa, asegu-rndote de que si as lo hicieres, dars mucho gustoa los Espartanos. A tal amonestacin de los Efo-pos respondi resuelto, Anaxandrides que ni uno niotro hara, pues ellos exhortndole a tomar otramujer dejando la presente, que no lo tena en verdadmerecido, le daban un consejo indiscreto, que jamspondra por obra, por ms que se cansasen en in-culcrselo.

    XL. Tomando los Eforos y los Gerontes (o se-nadores) de Esparta su acuerdo acerca de la res-puesta y negativa del rey, de nuevo as lerepresentan: -Ya que tan apegado ests a la mujercon quien te hallas ahora casado, toma por los me-nos estotro consejo que te vamos a proponer, ygurdate de porfiar en rechazarlo, ni quieras expo-nerte a que tomen los Espartanos alguna resolucin

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    43

    que no te traiga mucha cuenta. No pretendemos yaque te divorcies, ni que eches de tu a esa tu queridaesposa; vive con ella, en adelante, como has vividohasta aqu, no te lo prohibimos; mas absolutamentequeremos de t que a ms de esa estril tomes otramujer que sepa concebir. Cediendo por fin Ana-xandrides a esta representacin, y casado con dosmujeres, tuvo desde entonces dos habitaciones es-tablecidas, yendo en ello contra la costumbre deEsparta.

    XLI. No pas mucho tiempo, despus del se-gundo matrimonio, hasta que la nueva esposa dio aluz a Cleomenes, al mismo tiempo hizo la fortunaque la primera mujer, antes por largos aos infe-cunda, se sintiera preada: los parientes de la otraesposa a cuyos odos lleg el nuevo preado, albo-rotaban sin descanso, y gritaban que aquella se fin-ga en cinta con la mira de suponerse por hijo unparto ajeno; pero en realidad se hallaba la princesaembarazada. Quejndose, pues, altamente de aquellapreez simulada, movidos los Eforos de la sospechade algn engao, llegado el tiempo quisieron asistiren persona a la mujer en el acto mismo de parir. Enefecto, pari ella la primera vez a Dorleo, y de otroparto consecutivo a Leonidas, y de otro tercero a

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    44

    Cleombroto, aunque algunos quieren decir que es-tos dos ltimos fueron gemelos; y por colmo desingularidad, la quejosa madre de Cleomenes, la se-gunda esposa de Anaxandrides, hija de Prinetades ynieta de Demarmeno, nunca ms volvi a parir deall adelante.

    XLII. De su hijo Cleomenes corre por muy va-lido que, nacido con vena de loco, jams tuvo cum-plido el seso, al paso que Dorieo sali un joven elms cabal que se hallase entre los de su edad, lo quele haca vivir muy confiado de que la corona recae-ra en su cabeza. En medio de esta creencia, vio porfin que a la muerte de su padre Anaxandrides, ate-nidos los Lacedemonios a todo el rigor de la ley,nombraron por rey al primognito Cleomenes, de locual dndose Dorieo por muy resentido y desde-ndose de tener tal soberano, pidi y obtuvo elpermiso de llevar consigo una colonia de Esparta-nos. En la fuga de su resentimiento, ni se cuid Do-rieo de consultar en Delfos al orculo hacia qutierra debera conducir la nueva colonia, ni quisoobservar ceremonia alguna de las que en tales cir-cunstancias solan practicarse, sino que ligera yprontamente se hizo a la vela para Libia, condu-ciendo sus naves unos naturales de Tera. Lleg a

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    45

    Cinipe, y cerca de este ro, en el lugar ms bello dela Libia, plant luego su nueva ciudad, de dondearrojado tres aos despus por los Macas, naturalesde la Libia, auxiliado por los cartagineses, volviseal Peloponeso.

    XLIII. All un tal Anticares, de patria Eleorio,sugirile la idea de que, atenindose a los orculosde Layo, fundase a Heraclea en Sicilia, dicindoleque todo el territorio da Eris, por haberlo antes po-sedo Hrcules, era propiedad de los Heraclidas25.Oda esta relacin, hace Dorieo un viaje a Delfos afin de saber del orculo si lograra en efecto: apode-rarse del pas adonde se le sugera que fuese, y ha-bindole respondido la Pythia afirmativamente,toma de nuevo aquel convoy que haba primeroconducido a la Libia, y parte con l para Italia.

    XLIV. Estaban cabalmente los Sibaritas en aque-lla sazn, segn cuentan ellos mismos, para em-

    25 El derecho de Hrcules sobre la regin Ericina proviene,segn Diodoro Sculo, de haber aquel hroe vencido en lalucha a Eris, rey del pas, y haber quedado seor del territo-rio que dej en fideicomiso a los naturales, hasta tanto quealgn hijo suyo viniera a reclamarle. Acerca de los orculosde Layo ninguna noticia de ellos hallamos en otros autores.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    46

    prender, con su rey Telis26 al frente, una expedicincontra la ciudad de Crotona, cuyos vecinos con susruegos, nacidos del gran miedo en que se hallaban,alcanzaron de Dorieo que fuera socorrerles; y fue elsocorro tan poderoso, que llevando sus armas elEspartano contra la misma Sibaris, rindi con ellasla plaza, hazaa que los Sibaritas atribuyen a Dorieoy a los de su comitiva. No as los Crotoniatas, quie-nes aseguran y porfan que en dicha guerra contralos Sibaritas no vino a socorrerles ningn extranjeroms que uno solo, que fue Calias el Adivino, naturalde Elida y de la familia de los Yamidas; y de estedicen que se les agreg de un modo singular, puesestando antes con Telis, seor de los Sibaritas, yviendo que ninguno de los sacrificios que ste hacapara ir contra Cretona le sala con buen auspicio,pas fugitivo a los Crotoniatas, al menos como elloslo cuentan.

    26 A este rey llama Diodoro Sculo demagogo u orador p-blico, como llam tambin Aristteles a Cipselo tirano deCorinto: en la democracia reinan comnmente los demago-gos, y alguna vez de oradores pasan a ser tiranos. La famosaSibaris, arruinada por los Crotoniatas y reedificala con elnombre de Turio, su cree que sea hoy la aldea Torre Brodo-queto, en la Calabria.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    47

    XLV. Y es extrao que entrambas ciudades pre-tendan tener pruebas y monumentos de lo que di-cen, pues afirman los sibaritas, que, tomada ya laciudad, consagr Dorieo un recinto, y edific untemplo cerca del ro seco que llaman Crastis, y lodedic a Minerva, por sobrenombre Crastia. Pre-tenden adems ser la muerte de Dorieo manifiestaprueba de lo que dicen, queriendo que por haberobrado aqul contra el intento y prevencin del or-culo muriese de muerte desgraciada, pues si en nadase hubiera desviado Dorieo del aviso y promesa delorculo, marchando a poner por obra la empresapara l destinada, sin duda, segn arguyen, se hu-biera apoderado de la comarca Ericina y la hubieradisfrutado despus, sin que ni l ni su ejrcito hu-biera all perecido. Pero los Crotoniatas, por suparte, en el campo mismo de Crotona ensean mu-chas heredades que se dieron entonces privativa-mente a Calias el Eleo en premio de sus servicios,cuyos nietos las gozan aun al presente, cuando noconsta haberse hecho merced ni gracia alguna a Do-rieo ni a sus descendientes. Y quin no ve que si enla guerra sibartica les hubiera asistido Dorieo, eraconsecuencia que se desprenda del asunto haberdado muchos ms premios a aqul que al adivino

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    48

    Calias? Tales son las pruebas que una y otra ciudadalegan a su favor; en mi opinin, puede cada unoasentir la que ms fuerza le hiciere.

    XLVI. Vuelvo a Dorieo, en cuya comitiva seembarcaron otros Espartanos, como conductoresde dicha colonia, que eran Tsalo, Parebates, Celesy Eurileon. Habiendo, pues, arribado estos a Siciliacon toda su armada y convoy, acabaron all sus dasa manos de los Fenicios y de los Egestanos27, queles vencieron en campo de batalla, pudindose librarde la desgracia comn uno solo de los conductores,que fue Eurileon. Este jefe, recogidos los restos quedel ejrcito quedaban salvos, se apoder con ellosde Minoa, colonia de los Selinusios, y unido con s-tos, les libr del dominio que sobre ellos tena susoberano Pitgoras. Desgraciadamente, el mismoEurileon, despus de haber acabado con aquel mo-narca, se apoder de Selinunte, donde por algntiempo rein como soberano; motivo por el cual los

    27 Egesta o Segesta, clebre ciudad de Sicilia entre el pro-montorio Lilibeo y Panormo, corresponda al lugar que sellama Brbara. En cuanto a Minoa, que se llam despusHeraclea, y a Selinunte, clebre colonia de los Megarenses,ambas hoy arruinadas, se hallaba la primera cerca del caboBlanco, y la segunda en la Terra del pulici, en la provincia deMazara.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    49

    Selinusios amotinados le quitaron la vida, sin que levaliese haberse refugiado al ara de Jpiter Agoreo.

    XLVII. Iba en la comitiva de Dorieo un ciuda-dano de Cortona, por nombre Filipo, hijo de Buta-cides, y le acompa asimismo en la muerte.Despus de haber contrado esponsales con una hijade Telis, rey de los Sibaritas, como no hubiese lo-grado Filipo casarse con dama tan principal, fuesede Crotona fugitivo corrido de la repulsa, y se em-barc para Cirene, de donde en una nave propia ycon tripulacin mantenida a su costa sali siguiendoa Dorieo. Haba l llegado a ser Olimpionica (vence-dor en los juegos olmpicos), tanto que su gentilezay bizarra obtuvo de los Egestanos lo que ningnotro logr jams, pues le alzaron un templo en ellugar de su sepultura, y como a un hroe le hacansacrificios.

    XLVIII. Tan desgraciado fin tuvo Dorieo, quiensi quedndose en Esparta hubiera sabido obedecer aCleomenes, llegara a ser rey de Lacedemonia, dondeste no rein largo tiempo, muriendo sin sucesinvaronil, y dejando solamente una hija llamada Gor-go.

    XLIX. Pero volviendo ya al asunto, Aristagorasel tirano de Mileto lleg a Esparta, teniendo en ella

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    50

    el mando Cleomenes, a cuya presencia comparecisegn cuentan los Lacedemonios, llevando en lamano una tabla de bronce (a manera de mapa)28, enque se vea grabado el globo de la tierra, y descritosall todos los mares ros; y entrando a conferenciarcon Cleornenes, forma: -No tienes que extraarahora, oh Cleomenes, el empeo que me tomo enesta visita que en persona te hago, pues as lo pidesin duda la situacin pblica del Estado, siendo paranosotros los Jonios la mayor infamia y la pena mssensible, de libres vernos hechos esclavos, no sin-dolo menos, por no decir mucho ms, para voso-tros el permitirlo, puesto que tenis el imperio de laGrecia. Os pedimos, pues, ahora, oh Lacedemonios,as os valgan y amparen los Dioses tutelares de laGrecia, que nos saquis de esclavitud a nosotros losJonios, en quienes no podis menos de reconocervuestra misma sangre: porque en primer lugar osaseguro que para vosotros no puede ser ms fcil yhacedera la empresa, pues que no son aquellos br-baros hombres de valor, y vosotros sois en la guerrala tropa ms brava del mundo. Queris ver clara- 28 Esta especie de mapas o pinax, tablas de bronce grabadascon los nombres de ros, mares y naciones, no daran lugar

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    51

    mente lo que afirmo? En las batallas las armas conque pelean son un arco y un dardo corto, y aun ms,entran en combate con largas tnicas y turbantes enla cabeza. Mira cun fcil cosa ser vencerles. Quie-ro que sepas, en segundo lugar, cmo los que habi-tan aquel continente del Asia poseen ellos solos msriquezas y conveniencias que los dems de la tierrajuntos, empezando a contar del oro, plata, bronce,trajes y adornos varios, y siguiendo despus por susganados y esclavos, riquezas todas que como de ve-ras las queris, podis ya contarlas por vuestras.Quiero ya declararte la situacin y los confines delas naciones de que hablo. Con estos Jonios que ahves (esto iba diciendo mostrando los lugares enaquel globo de la tierra que en la mano tena, graba-do en una plancha de bronce), con estos Joniosconfinan los Lydios, pueblos que poseyendo unafertilsima regin no saben qu hacerse de la plataque tienen: con esos Lydios, continuaba el gegrafoAristagoras, confinan por el Levante los Frigios, dequienes puedo decirte que son los hombres msopulentos en ganados, en granos y en frutos decuantos sepa. Pasando adelante, confinan ah con

    a las pinturas de varios colores, usadas en los libros y cdicesantiguos?

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    52

    los Frigios los Capadocios a quienes llamamos Si-rios, cuyos vecinos son los Clices, pueblos que seextienden hasta las costas del mar, en que cae la islade Chipre que ah ves, los cuales quiero que sepasque contribuyen al rey con 500 talentos nuos: con-finan con los Clices esos Armenios, riqusimos ga-naderos con quienes alindan los Matienos, cuya esesa regin. Sgueles inmediatamente esa provinciade la Cisia, y en ella a las orillas del ro Coaspes estsituada la capital de Susa, que es donde el gran reytiene su corte, y donde estn los tesoros de su era-rio; y me atrevo a asegurarte que como tomis laciudad que ah ves, bien podis apostroslas en ri-quezas con el mismo Jpiter. No es bueno, Cleo-menes, que vosotros los Lacedemonios, a fin deconquistar dos palmos ms de tierra, y esa no msque mediana, os empeis as contra los Mesinos,que bien os resisten, como contra los Arcades y losArgivos, pueblos que no tienen en casa ni oro niplata, que son conveniencias y ventajas por cuyoalcance puede uno con razn y suele morir con lasarmas en la mano, al paso que pudiendo con facili-dad, sin esfuerzos ni trabajo, haceros dueos desdeluego del Asia entera, no queris correr tras esta

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    53

    presa sino ir en busca de no s qu bagatelas y rate-ras?

    L. As termin Aristagoras su discurso, a quienbrevemente respondi Cleomenes: -Amigo Mile-sio, pensar sobre ello: despus de tres das, volve-rs por la respuesta. En estos trminos qued porentonces el negocio. Llega el da aplazado; concurreAristagoras al lugar destinado para saber la res-puesta, y le pregunta desde luego Cleomenes cun-tas eran las jornadas que haba desde las costas deJonia hasta la corte misma del rey. Cosa extraa:Aristagoras, aquel hombre por otra parte tan hbil yque tambin saba deslumbrar a Cleomenes, trope-zando aqu en su respuesta, destruy completa-mente su pretensin; porque no debiendo decir deningn modo lo que realmente haba, si quera enefecto arrastrar al Asia a los Espartanos, respondicon todo francamente que la subida a la corte delrey era viaje de tres meses. Cuando iba a dar raznde lo que tocante al viaje acababa de decir, inte-rrmpele Cleomenes el discurso empezado, y le re-plica as: -Pues yo te mando, amigo Milesio, queantes de ponerse el sol ests ya fuera de Esparta. Noes proyecto el que me propones que deban fcil-mente emprender mis Lacedemonios, querindo-

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    54

    melos apartar de las costas a un viaje no menos quede tres meses. Dicho esto, le deja y se retira a sucasa.

    LI. Vindose Aristagoras tan mal despachado ydespedido, toma en las manos en traje de suplicanteun ramo de olivo, y refugindose con l al hogarmismo de Cleomenes, le ruega por Dios que tenga abien oirle a solas, haciendo, retirar de su vista aque-lla nia que consigo tena, pues se hallaba casual-mente con Cleomenes su hija Gorgo, de edad de 8 a9 aos, nica prole que tena. Respndele Cleome-nes que bien poda hablar sin detenerse por la niade cuanto quisiera decirle. Al primer embite ofrce-le, pues, Aristagoras hasta 10 talentos, si consentaen hacerle la gracia que le pidiera: rehsalos Cleo-menes, y l, subiendo siempre de punto la promesa,llega a ofrecerle hasta 50 talentos. Entonces fuecuando la misma nia que lo oa: -Padre, le dijo,ese forastero, si no le dejais presto, yndoos de supresencia, lograr al cabo sobornaros por dinero.Cayndole en gracia a Cleomenes la simple preven-cin de la nia, se retir de su presencia pasando aotro aposento. Precisado con esto Aristagoras a salirde Esparta, no tuvo lugar de hablarle otra vez para

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    55

    darle razn del largo camino que haba hasta lacorte del rey.

    LII. Voy a explicar lo que hay en realidad acercade dicho viaje. Por toda aquella carrera, caminandosiempre por lugares poblados y seguros, hay de or-den del rey distribuidas postas y bellos paradores;las postas para correr la Lydia y la Frigia son veinte,y con ellas se corren noventa y cuatro parasangas ymedia. Al salir de la Frigia se encuentra el ro Halis,que tiene all sus puertas, y en ellas hay una numero-sa guarnicin de soldados, siendo preciso que tran-site por all el que quiera pasar aquel ro. Entrado yaen Capadocia, el que la quisiere atravesar toda hastaponerse en los confines de la Cilicia, hallar veintio-cho postas y correr con ella ciento cuatro parasan-gas. En las fronteras de Cilicia se pasa por dosdiferentes puertas y por dos cuerpos de guardia enellas apostados. Saliendo de estos estrechos de Ca-padocia y caminando ya por la misma Cilicia, haytres postas que hacer y quince parasangas y mediaque pasar. El trmino entre Cilicia y Armenia es unro llamado Eufrates, que se pasa con barca. En-cuntranse en Armenia quince mesones con susquince postas, con las cuales se hacen de caminocincuenta y seis parasangas y media. Cuatro son los

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    56

    ros que por necesidad han de pasarse con barca,recorriendo la Armenia: el primero es el Tigris pro-piamente dicho; el segundo y tercero llevan tambinel nombre de Tigris, no siendo unos mismos con elprimero, ni saliendo de un mismo sitio, pues el pri-mer Tigris baja de la Armenia, al paso que los otrosdos que se hallan despus de l bajan de los Matie-nos; el cuarto ro, que lleva el nombre de Gindes, esel mismo que sangr Giro en 370 canales29. Dejan-do la Armenia, hay en la provincia Matiena, dondese entra inmediatamente, cuatro postas que correr.Pasando de esta a la regin Cisia, se encuentran enella once postas, y se corren cuarenta y dos parasan-gas y media, hasta que por fin se llega al ro Coas-pes, que se pasa con barca, y en cuyas orillas estedificada la ciudad de Susa. En suma, suben a cientoonce todas las postas, a las que corresponden otrostantos mesones y paradores al viajar de Sardes a Su-sa30.

    29 Ddase qu ros fuesen los dos Tigris menores, a no ser elLico y el Caper, llamados hoy da, aquel el Zab mayor, y steel pequeo Zab. Al Gindes no le dan nombre los modernos,pues quiz dividido por Ciro en 370 acequias perdi su cursoantiguo o del todo desapareci.30 En el imperio Romano, como en casi toda la Europa mo-derna, estaban tambin en uso tales postas pblicas con sus

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    57

    LIII. Ahora, pues, si se tomaron bien las medi-das de dicha carrera o camino real, contando porparasangas y dando a cada una treinta estadios, queson los que realmente contiene, se hallar que haycuatrocientos cincuenta parasangas, y en ellas trecemil quinientos estadios, yendo de Sardes has1n lospalacios Memnonios, que as llaman a Susa, de don-de haciendo uno por da el camino de ciento cin-cuenta estadios, se ve que deben contarse para aquelviaje noventa das acbales.

    LIV. As que muy bien dijo Aristagoras el Mile-sio en la respuesta dada al Lacedemonio Cleomenes,que era de tres meses el viaje para subir a la cortedel rey. Mas por si acaso desea alguno una cuentaaun ms precisa y exacta, voy a satisfacer luego a sucuriosidad: adame ste, como debe sin falta aa-dir a la cuenta de arriba, el viaje que hay que hacerdesde Efeso hasta Sardes; digo, pues, ahora que

    paradores, ya para pernoctar, ya para mudar de caballeras.Por lo comn, a cada posta correspondan cinco parasangas,a cada parasanga treinta estadios, y ocho estadios a cada mi-lla, aunque se halla alguna variacin en los autores. Los n-meros en el texto estn sin duda equivocados, pues el totalno se ajusta con las partidas, faltando a la suma treinta pos-tas, y no resultando de la partida ms que trescientas treinta yseis parasangas, en vez de las cuatrocientas cincuenta quededuce el autor.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    58

    desde el mar de la Grecia Asitica, o desde las cos-tas de Efeso, hay catorce mil cuarenta estadios hastala misma Susa, o llmese ciudad Memnonia, siendoquinientos cuarenta estadios los que realmente secuentan de Efeso a Sardes, y con estos alargaremostres das ms el citado viaje de tres meses.

    LV. Volvamos a Aristagoras, que saliendo deEsparta aquel mismo da, tom el camino para Ate-nas, ciudad libre ya entonces, habiendo sacudido elyugo de sus tiranos del modo siguiente: Aristogitony Harmodio, dos ciudadanos descendientes de unafamilia Gerifea, haban dado muerte a Hiparco, hijode Pisistrato y hermano del tirano Hipias, el cualentre sueos haba tenido una clarsima visin deldesastre que le esperaba. Despus de tal muerte su-frieron los Atenienses por espacio de cuatro aos elyugo de la tirana, no menos que antes, o por decirmejor, sufrieron mucho ms que nunca.

    LVI. He aqu cmo pas lo que empec a decirde la visin que tuvo Hiparco entre sueos. Pare-cale en la vspera misma de las fiestas Panateneas,que ponindosele cerca un hombre alto y bien pare-cido, le deca estas enigmticas palabras: -Sufre, leon,un azar insufrible; sfrelo mal que te pese; nadie haga tal, onadie deje de pagarlo. No bien amaneci al otro da,

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    59

    cuando Hiparco consult pblicamente con los in-trpretes de sueos su nocturno visin; pero sincuidarse de conjurarla desde luego, fuese a la proce-sin de aquella fiesta y en ella pereci.

    LVII. Acerca de los Gerifeos, de cuya ralea fue-ron los, asesinos de Hiparco, dicen ellos mismostener de Eritrea su origen y alcurnia, pero, segnaverig por mis informes, no son sino Fenicios deprosapia, descendientes de los que en compaa deCadmo vinieron al pas que llamamos al presenteBeocia, donde fijaron su asiento y habitacin, ha-bindoles cabido en suerte la comarca de Tanagra31.Echados los Cadmeos de dicho pas por los Argi-vos, fueron despus los Gerifeos arrojados del suyopor los Beocios, y con esto se refugiaron al territo-rio de los Atenienses, los cuales concedironles na-turalizacin entre sus ciudadanos, si bien conalgunos pactos y condiciones, intimndoles que seabstuviesen de ciertas cosas, que no eran pocas, pe-ro que no merecen la pena de ser referidas.

    LVIII. Ya que hice mencin de los Fenicios ve-nidos en compaa de Cadmo, de quienes descen-dan dichos Gerifeos, aado que entre otras muchasartes que ensearon a los Griegos establecidos ya en

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    60

    su pas, una fue la de leer y escribir, pues antes de suvenida, a mi juicio, ni aun las figuras de las letrascorran entre los Griegos32. Eran stas, en efecto, alprincipio las mismas que usan todos los Fenicios,aunque andando el tiempo, segn los Cadmeos fue-ron mudando de lenguaje, mudaron tambin laforma de sus caracteres. Los Jonios, pueblo griego,eran comarcanos por muchos puntos en aquellasazn con los Cadmeos, de cuyas letras, que habanaprendido de estos Fenicios, se servan, bien quemudando la formacin de algunas pocas, y segnpeda toda buena razn, al usar de tales letras las

    31 Ciudad de la Beocia, al presente Anatoria.32 Mucho se disput entre los eruditos acerca del primerhombre que invent las letras, y del primer pueblo que lasus y las comunic a los dems. Josefo concede a los ante-diluvianos el arte de escribir, conservado despus en losNoaquidas, especialmente en los que permanecieron en lasmetrpolis del Asia, opinin en que me afirmo viendo quelas naciones ms antiguas de Europa usaban de los caracte-res y letras fenicias y pelsgicas, las cuales aunque creo conalgunos eruditos que eran conocidas entre los Griegos antesde Cadmo, tambin parece que unas y otras no seran muydiferentes de las sirias y hebreas, pues en las inscripcionesms antiguas de Grecia se escriba de derecha a izquierda almodo de los orientales, y Plutarco dice que aquellos caracte-res eran muy semejantes a los egipcios. El alfabeto inroduci-do por Cadmo no se compona ms que de diecisis letras,pues las otras cinco se inventaron algo despus.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    61

    llamaban letras fenicias, como introducidas en laGrecia por los Fenicios. A los biblos (o libros depapel) los llamaba asimismo los Jonios anticuada-mente difteras (o pergaminos), porque all en tiem-pos antiguos, por ser raro el biblo o papel, se valande pergaminos de pieles de cabra y de oveja, y aunen el da son muchas las naciones brbaras que sesirven de difteras.

    LIX. Yo mismo vi por mis propios ojos en Te-bas de Beocia, en el templo de Apolo el Ismenio,unas letras, cadmeas grabadas en unas trpodes ymuy parecidas a las letras jonias: una de las trpodescontiene esta inscripcion: -Aqu me coloc Anfitrion,vencedor de los Teloboas. La dedicacin de ella serahacia los tiempos de Layo, hijo de Lbdaco, nietode Polidoro y biznieto de Cadmo.

    LX. Otra de las mencionadas trpodes dice as enverso exmetro: -A t, sagitario Febo, me consagr Sco,tuchador victorioso por lucidsima joya. Debi de ser di-cho Sco el hijo de Hipcrates33, a no ser que hicie-se tal ofrenda algn otro del mismo nombre deSco, hijo de Hipcrates, que viva en tiempo deEdipo, hijo de Layo.

    33 Esceo y su padre Hipocoonte fueron ambos muertos porHrcules.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    62

    LXI. He aqu lo que dice otra tercera tripode,tambin en verso exmetro: -Reinando solo Laoda-mante, regal al Dios Apolo, certero en sus tiros, esta trpo-de, linda presea. En tiempo de este Laodamante, hijode Eteocles, que mandaba solo entre los Cadmeos,fue cabalmente cuando stos, echados de su patriapor los Argivos, se refugiaron a los pueblos llama-dos Euqueleas34, si bien quedando por entonces losGerifeos en su pas, slo algn tiempo despus fue-ron obligados por los Beocios a retirarse a Atenas.Tienen los Gerifeos construidos en Atenas templosparticulares en que nada comunican con ellos losdems Atenienses, siendo santuarios de ritos sepa-rados, de los cuales es uno el templo de Cres Acai-ca con sus orgas o misterios propios.

    LXII. Hasta aqu llevo dicho cul fue la visinque tuvo Hiparco entre sueos, y de dnde los Ge-rifeos, de cuya raza fueron los matadores de Hipar-co, eran oriundos en lo antiguo. Ahora ser bienvolver a tomar ya el hilo de la narracin comenzada,y acabar de declarar lo que deca sobre el modo con 34 Eran los Buqueleas un pueblo de la Iliria o Esclavonia,donde haba mandado ya Cadmo, y en el cual hallaron refu-gio los Cadmeos arrojados por los Argivos, a cuyo frentehaban venido los Egigonos o hijos de los capitanes muertosantes en el sitio de Tebas.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    63

    que se libraron por fin los Atenienses del yugo desus tiranos. Sucedi, pues, que siendo Hipias tiranoen Atenas, y estando muy irritado contra aquel pue-blo a causa del asesinato cometido en Hiparco suhermano, procuraban en tanto con todas veras ypor todos los medios posibles volver a su patria losAlcmeonidas, familia de Atenas echada de all porlos hijos de Pisistrato, y lo mismo procuraban conellos otros desterrados. Viendo los Alcmeonidascun mal les haba salido la tentativa, a fin de volvera la patria y procurar la libertad de Atenas, fortifica-dos en un lugar llamado Lipsidrio, sobre el monteParnetes, no dejaban piedra por mover para daar alos Pisistrtidas. En tal estado, concertndose conlos Anfictiones, tomaron a su cargo levantar el tem-plo que al presente hay en Delfos y que entonces noexista: siendo, pues, hombres opulentos y de unafamilia de tiempo atrs muy ilustre, hicieron el tem-plo mucho ms bello y lucido de lo que requeraajustado al modelo, as en las partes de la fbrica,como en el frontispicio singularmente, pues estandoen la contrata que el templo debera ser de mrmolPorino, hicieron la fachada de mrmol Pario.

    LXIII. Estando, pues, de asiento en Delfos es-tos hombres, segn cuentan los mismos Atenienses,

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    64

    obtuvieron de la Pythia, sobornada a fuerza de dine-ro35, que siempre que vinieran los Espartanos a con-sultar el orculo, ya fuera privada, ya pblica laconsulta, les diera por respuesta que la voluntad delos dioses era que libertasen a Atenas. Viendo losLacedemonios cmo siempre se les inculcaba aquelrecuerdo de parte del orculo, enviaron por fin alfrente de un ejrcito a uno de los principales perso-najes de su ciudad, llamado Anquimolio, hijo deAstero, y le dieron orden de que echase de Atenas alos hijos de Pisistrato, aunque fueran stos sus ma-yores amigos y aliados, teniendo ms cuenta con lavoluntad de Dios que con la amistad de los hom-bres. Enviado por mar con su escuadra dicho gene-ral, y dando fondo en Falero, desembarc all sustropas. Informados a tiempo los Pisistrtidas de laexpedicin contra ellos prevenida, llamaron las tro-pas auxiliares de la Tesalia, con las cuales tenancontrada alianza. Implorados los Tsalos, enviaronall de comn acuerdo del Estado mil caballos con-

    35 No fue ste el solo ejemplo de soborno en la Pythia, cuyavenalidad haca decir a Demstenes que filipizaba, y ha dadoocasin a la opinin, por otra parte insostenible, de Fonte-nelle y algunos otros, de que los orculo todos eran obra deindustria y artificio humano, sin intervencin alguna del de-monio.

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    65

    ducidos por su rey Cineas, que era de patria C-nieo36. Recibido, pues, dicho socorro, tomaron losPisistrtidas el expediente de arrasar cuantos rboleshaba en las llanuras de los Falereos, con la mira dedejar aquel campo libre y expedito para que pudieseobrar en 1 la caballera, la cual, en efecto, habiendoembestido despus por aquel paraje y dejndosecaer sobre el campo del enemigo, entre otros estra-gos que hizo en los Lacedemonios fue muy conside-rable el dar muerte al general de stos, Anquimolio,obligando juntamente al resto de la armada a refu-giarse en sus naves; y con esto hubo de retirarse deAtenas la primera armada enviada all por los Lace-demonios. El sepulcro de Anquimolio se ve al pre-sente en Alopecas, uno de los pueblos del tica,cerca del Heraclio (o templo de Hrcules), situadoen Cinosartes.

    LXIV. De resultas de este destrozo enviaron losLacedemonios contra Atenas segunda armada, msnumerosa que la primera, conducida por su reyCleomenes, hijo de Anaxandrides, embistiendo a losenemigos no por mar como antes, sino por tierra.Fue entonces tambin la caballera tsala la primera

    36 Acaso deber decir Gonio, de Gono, ciudad de los Parre-bos.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    66

    en trabar el choque con los Lacedemonios, apenasentrados en el tica; pero sin hacerles mucha resis-tencia volvi luego las espaldas, y dejando cados enel campo a ms de cuarenta de los suyos, volvieronlos dems en derechura a Tesalia. Llevando consigoCleomenes a los Atenienses que se declaraban porla libertad de la repblica, y llegndose a la ciudadde Atenas, empez a sitiar a los tiranos, que se ha-ban retirado al fuerte Pelsgico.

    LXV. No era natural que fueran los Pisistrtidasen aquella sazn echados de la patria por los Lace-demonios, as porque stos no llevaban nimo porsu parte de emprender un largo sitio, como por ha-llarse aquellos por la suya bien apercibidos de vve-res para resistirlo; antes era sin duda lo msprobable, que despus de unos pocos das de asediopartieran otra vez hacia Esparta: entonces ciertocaso ocasion la ruina a los sitiados y dio justa-mente a los sitiadores la victoria, porque quiso lafortuna que los tiernos hijos de los Pisistrtidas, altiempo de ser llevados fuera del pas para su res-guardo y seguridad, diesen en manos de los enemi-gos. Este acaso de tal manera desconcert las mirasde los sitiados y abati sus bros, que vinieron enajustar el rescate y libertad de sus hijos con las con-

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    67

    diciones que quisieron imponerles los Atenienses,las cuales fueron que dentro del trmino de cincodas salieran del tica los sitiados. Habiendo, pues,reinado en Atenas por espacio de 36 aos, salieronde ella y se retiraron a Sigeo, ciudad situada sobre elro Escamandro. Eran los Pisistrtidas oriundos dePilo y descendientes de los Nlidas, de quienes vi-nieron asimismo Codro y Melanto, primeros reyesextranjeros que hubo en Atenas37: de suerte que elmotivo de que Hipcrates pensase en poner a suhijo el nombre de Pisistrato fue la memoria de quese llam Pisistrato el hijo de Nestor, queriendo quedel mismo modo se llamase tambin el suyo. Ensuma, del modo referido se vieron libres los Ate-nienses de la tirana; pero quiero aadir cuanto estepueblo, puesto ya en libertad, hizo o padeci dignode la historia, antes que la Jonia se sublevase contraDaro y viniera con esta ocasin a Atenas Aris-tagoras el Mileso para pedirles ayuda y socorro.

    37 La conquista del Peloponeso por los Herclidas hizo quepasaran a Atenas muchas familias distinguidas, entre ellasMelanto, natural de Messenia, que lleg a ser rey de Atenas,sucedindole en el trono su hijo Codro, que se inmol porsu patria contra los mismos Herclidas. De la misma familiade Nestor fueron Alcmeon y Peon, arrojados de Micenas,que trasplantaron a Atenas sus ms ilustres estirpes.

  • H E R D O T O D E H A L I C A R N A S O

    68

    LXVI. Despus que Atenas, ciudad ya de antesmuy grande, arroj de s a sus tiranos, vino a hacer-se mucho mayor. Dos eran en ella los jefes y parti-darios que ms poder y mando tenan: unoClisternes, de la familia de los Alcmonidas, de quiendice la fama que supo sobornar a la Pythia; el otroIsagoras, hijo de Tisandro, sujeto de una casa ver-daderamente ilustre, aunque ignoro de qu raza sa-liesen sus antepasados: s nicamente que suelen losde su parentela sacrificar a Jpiter el Cario, de quienson muy devotos38. Estos dos eran, pues, los caudi-llos de dos facciones en la repblica. Hallbase Clis-tenes abatido; mas habiendo sabido ganarse despusa la plebe, logr formar diez philas (o tribus) decuatro que slo haba primero en todo el Estado.Quit, pues, los nombres que tenan antes las cuatrophilas tomadas da los hijos de Yon, que eran anteslos de los Geleontas, de los Egconis, de los Ergadasy de los Opletes39, y en lugar de ellos introdujo los

    38 Ntese la malignidad de Herodoto insinuando astutamenteque Isagoras era de raza de Carios, es decir, de esclavos o degente vil, como eran reputados en Grecia los Carios.39 Que estos fuesen los nombres de las cuatro filas lo con-vence el que el conde de Cailus en sus antigedades hayadescubierto que las cuatro tribus tenan en Ccico los mis-mos que en Atenas; pero es dudoso que estos fuesen toma-

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

    69

    nombres de otros hroes patrios con que distinguirsus nuevas philas, a excepcin de Eant solo, cuyonombre aadi a los dems por haber sido vecino yaliado de los Atenienses.

    LXVII. Mucho habra de engaarme sino quisonuestro Clistenes imitar en esta parte a su abuelomaterno Clistenes, que haba sido seor de Sicion40.Despus de haber guerreado con los Argivos, elviejo Clistenes procur dos cosas en descrdito desus enemigos, una quitar de Sicion un certamen quehacan en ella los Rpsodas41 recitando los versos deHomero, a causa de ser en tales versos los Argivoslos que se llevaban entre todos la palma de los elo-gios del poeta; la otra ver cmo podra acabar al fincon el culto que daban los Sicionios a Adrasto, hijo

    dos de los hijos de Yon, y no ms bien de los oficios queejercan las tribus, pues Geleontas equivale a nobles, Egiconis acabreros, Ergadas a labradores y Opletes a soldados.40 Parece, segn Aristteles, que este Clistenes era de la fa-milia de Ortagoras que por cien aos obtuvo el dominio enSicion, cuyos tiranos fueron Pirro, Aristonimo y Clistenes.La ciudad de Sicion, con el nombre moderno de Baslica, enMorea; no es ms que un montn de nobles ruinas, dondeviven unas pocas familias.41 Recitadores y cantores de los versos de Home