Los nueve libros de la Historia (libro VI)€¦ · Batalla de Maraton. Dudas acerca de la lealtad...

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LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA TOMO 6 HERODOTO DE HALICARNASO Ediciones elaleph.com

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    H E R O D O T O D EH A L I C A R N A S O

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

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    LIBRO SEXTO.

    ERATO.

    Histieo continúa induciendo a los Jonios a batirsecontra los Persas, pero estos procuran dispersar suarmada por medio de las instigaciones de susantiguos señores: derrota de la armada jonia: tomade Mileto. Histieo hecho pirata cae en poder de losMedos, los cuales se apoderan de las ciudadesjónicas y del Quersoneso, abandonado porMilciades, que se había alzado con su dominio. Laarmada persa se dirige contra Atenas y naufraga alpié del Atos. Los de Egina se entregan a los Persas,por cuyo motivo trata el rey de Esparta decastigarlos. -Origen de los reyes de Esparta, ydeposición del rey Demarato: artificios deCleomenes contra éste, descubiertos los cuales huye

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    de Esparta. -Los Eginetas hacen nuevos insultos alos Atenienses, los cuales consiguen derrotarlos enuna batalla naval. -Atacan los Persas a Eretria, y seapoderan de ella por traición. Continúan los Persascontra Atenas Y avanzan hasta Maraton. LosAtenienses les salen al encuentro, al mando de diezgenerales. Batalla de Maraton. Dudas acerca de lalealtad de los Alcmeonidas y aventuras de estafamilia. Milciades, célebre desde la batalla deMaraton, es acusado por no haber tomado a Paros,y absuelto de la pena capital por la conquista deLemnos, que hiciera en otro tiempo.

    Tal fue el fin que tuvo Aristagoras, el que habíasublevado la Jonia. Durante estos sucesos había yavuelto a Sardes, conseguida licencia de Darío,Histieo, señor de Mileto, a quien apenas acabado dellegar de Susa preguntó Artafernes, virrey de Sardes,qué le parecía aquella rebelión y cuál habría sido elmotivo de ella. Fingiendo Histieo que nada sabía, ymaravillándose del estado presente de las cosas,respondióle que todo le cogía de nuevo. Pero bienenterado Artafernes del principio y trama dellevantamiento, y viendo la malicia y disimulo conque respondía aquel: -«Histieo, le replicó, esos

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    zapatos que se calzó Aristagoras, se los cortó ycosió Histieo,» -aludiendo en esto y zahiriendo alprimer móvil de aquella revolución.

    II. Histieo, pues, no asegurándose de Artafernescomo de quien estaba ya sabedor de la verdad,venida apenas la noche se fue huyendo hacia el mary dejó burlado al rey Darlo; porque bien lejos deconquistará la corona la isla de Cerdeña, la mayor decuantas hay en el mar, según lo tenía prometido,marchó a ponerse al frente de los Jonios, comogeneralísimo en la guerra contra el Persa. Con todo,los de Quio, a donde pasó luego, teniéndole por es-pía doble de Darío, enviado con la oculta mira deintentar contra ellos alguna novedad, lo pusieronpreso; aunque poco después, informados mejor dela verdad, y sabiendo cuán grande enemigo era delRey, le dejaron otra vez libre y suelto.

    III. Reconvenido entonces Histieo por los Joniospor qué con tantas veras había mandado decir aAristagoras que se levantase contra el Rey,sublevación que tanto estrago y desventura habíaacarreado a la Jonia, se guardó muy bien dedescubrirles el motivo verdadero que en aquellohabía tenido, sino que con un engaño procuróalarmarles de nuevo, diciéndoles que lo habla hecho

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    por haber sabido que el rey Darío estaba resuelto aque los Fenicios pasasen a ocupar la Jonia, y losJonios fuesen trasplantados a la Fenicia1, y que éstahabía sido la causa de habérselo así mandado. AlRey no le había pasado tal cosa por la cabeza; máscon aquel terror imaginario turbaba Histieo a laJonia.

    IV. Poco después de esto envió Histieo a Sardesun mensajero de nación Atarnaita, llamadoHermippo, con cartas dirigidas a ciertos Persas conquienes tenía de antemano tramada unasublevación2. Hermippo, en vez de entregar lascartas a aquellos a quienes iban destinadas, se pre-sentó en derechura a Artafenes y se las puso en lasmanos. Cerciorado éste de la oculta conjuración,manda a Hermippo que, tomando otra vez suscartas, las entregue a quien van de parte de Histieo,

    1 Sin duda los Persas solían con frecuencia, con un despotis-mo inhumano y contrario al derecho de gentes, obligar anaciones enteras a la trasmigración; pero en este caso no fuemás que una imputación con que Histieo, sólo para podervolver a su patria, la metió en tal confusión. Muchasperfidias pueden aprenderse en la historia de los Griegos allado de heroicas hazañas y virtuosos documentos.2 Mucha habilidad política es preciso atribuir a Histieo, paraque en su breve paso por Sardes pudiese tramar unaconjuración y seducir a los mismos Persas.

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    pero que recogidas las respuestas de los Persas aéste, las vuelva a poner en sus manos antes de partircon ellas. Descubierta de este modo la secretaconspiración, ajustició el virrey Artaferres a muchosPersas.

    V. Luego que sucedió en Sardes esta novedad,viendo Histieo desvanecidas sus esperanzas, logróde los de Quio con sus ruegos e instancias que lellevasen a Mileto. Los Milesios, que con particulargusto y satisfacción poco antes se habían visto libresde Aristagoras, estaban muy ajenos a la sazón derecibir en casa y de voluntad propia a ningún otroseñor, mayormente después de haber gustado lodulce y sabroso de la libertad. Habiendo, pues,Histieo intentado entrar de noche y a viva fuerza enMileto, salió herido en un muslo de mano de unMilesio, sin lograr el objeto de su tentativa. Echadode su ciudad este antiguo señor, da la vuelta a Quio,de donde no pudiendo inducir a aquellos naturales aque le confiasen sus fuerzas de mar, pasó a Mitilene,y allí pudo lograr de los Lesbios que le dieran suarmada. Llevando, pues, estos a bordo a Histieo,fuéronse hacia Bizancio con ocho galeras bientripuladas y armadas. Apostados con sus naves enaquel estrecho, íbanse apoderando de cuantas

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    embarcaciones venían del Ponto, si no sedeclaraban de su voluntad prontas a seguir elpartido de Histieo.

    VI. En tanto que guiados por Histieo seocupaban en esto los de Mitilene, hallábanse losMilesios amenazados de un poderoso ejército pormar y tierra que de día en día allí se esperaba,sabiéndose que los jefes principales de los Persas,unidas ya sus tropas en un solo cuerpo, sin curarsede las demás pequeñas ciudades enemigas, se diri-gían hacia Mileto. La mayor fuerza de la armadanaval del Persa consistía en los Fenicios, conquienes concurrían armados los de Chipre, pocoantes subyugados, como también los de Cilicia y losde Egipto, cuyas fuerzas de mar venían todas contraMileto y lo restante de la Jonia.

    VII. Informados los Jonios de la expediciónprevenida, enviaron al Panionio sus respectivosdiputados para tener en él su congreso. Después debien deliberado el asunto, acordaron allí reunidos,que no sería del caso juntar tropas de tierra pararesistir al Persa; que lo mejor era que defendiendolos Milesios por sí mismos aquella plaza, armasenlos Jonios sus escuadras todas, sin dejar una solanave ociosa, y que así armados lo mas pronto que

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    posible fuera se juntasen para cubrir y proteger aMileto en la pequeña isla de Lada3, que viene a estarfrontera a la misma ciudad.

    VIII. De resultas de dicha resolución, los Jonios,a quienes se habían unido los Eolios de Lesbos, sejuntaron allí con sus naves bien armadas. El ordencon que se formaron fue el siguiente: por la puntade Levante dejábanse ver los Milesios con 80 navespropias; seguíanles los de Priena con 12 naves, y losde Miunte con 3 solamente; a estos se hallabancontiguos con sus 17 naves los Tieos, y a estos losde Quio con 400 embarcaciones. Venían despuéspor su orden los Eritreos y los Focenses, estos consolas 3 galeras, aquellos con 80; a los de Foceaestaban los Lesbios inmediatos con 70 naves, y losLamios con 60 cerraban la extremidad de Poniente4.De suerte que la suma de naves recogidas en laarmada jonia subió a 353 galeras.

    IX. El número de las naves bárbaras era de 600,y luego que aparecieron en las costas de Mileto, aloír los generales persas, que tenían allí cerca reunidoel ejército de tierra, el gran número de galeras en la 3 Lada se cree ser al presente Jaca o quizá Fermaca.

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    armada jonia, se llenaron de pavor y espanto,desconfiando de poder salir victoriosos contra ellas,y sumamente temerosos de que no siendosuperiores en el mar no podían llegar a rendir aMileto, y de que no rindiendo la plaza se verían enpeligro de ser por ello castigados por orden deDarío. Llevados, pues, de estos temores,determinaron juntar los señores de la Jonia queechados de sus respectivos dominios por el MilesioAristagoras, y refugiados antes a los Medos, veníanentonces en la armada contra Mileto, y juntos todoslos que en ella se hallaron, les hablaron así losgenerales persas: -«Este el tiempo, señores Jonios,en que acredite cada uno de vosotros su fidelidad alsoberano, y su amor a la real casa: es menester quecada cual por su parte procure apartar a sus vasallosdel cuerpo y liga de los conjurados en esta guerra.Para esto debéis ante todo ganarles con buenasrazones, prometiéndoles que por su rebelión notienen que temer castigo ni disgusto alguno, yasegurándoles que ni entregaremos al ruego sustemplos, ni al saco sus cosas profanas y particulares,

    4 Parece que dejaron de concurrir con sus naves cuatrociudades jonias, según las enumeraba el autor (L. I. c.CXLII), a saber, Efeso, Colofon, Lébedo y Clazomene.

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    ni los gravaremos con nuevos pechos diferentes delos que ahora tienen. Pero si viereis que no quierensepararse de los rebeldes, empeñados de todo puntoen entrar a la parte en la batalla, en tal caso lesamenazareis en nuestro nombre, pintándoles lo quese les espera de nuestra ira y venganza; que cogidosprisioneros de guerra, serán vendidos por esclavosque sus hijos serán hechos eunucos, sus doncellastrasportadas a Bactra, y su país entregado a otroshabitantes.»

    X. Prevenidos por los Persas los tiranos de laJonia, luego que vino la noche envió cada uno deellos a sus antiguos vasallos quien de su parte con elreferido aviso les solicitase a separarse. Pero losJonios, a cuyos oídos llegó aquella prevención,persuadidos de que a ellos solos y no a los demáspueblos de la liga la dirigían los Persas, mirando lacosa con desprecio no se movían a consentir en latraición propuesta. Esto fue lo primero queintentaron los Persas llegados a Mileto.

    XI. Juntos ya en Lada los Jonios, empezarondesde luego sus asambleas, en las cuales uno de losmuchos oradores que hablaban en público, fue elgeneral de los Focenses llamado Dionisio, que asíles arengó: -«La balanza está ya al caer, Jonios míos;

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    anda en ella suspensa nuestra suerte, y de su caídadependerá el que nosotros quedemosindependientes y libres, o que nos veamos tratadoscomo esclavos, y como esclavos fugitivos. Siquereís, pues, al presente poneros en movimientopor un poco de tiempo, será necesaria de contadoalguna mayor molestia, pero el fruto de vuestrobreve trabajo será sin duda la victoria del enemigo, yel premio de la victoria vuestra libertad. Pero si enesta ocasión queréis economizaros demasiado,viviendo sin orden y a vuestras anchuras, en verdados digo que no espero hallar medio alguno, ni aunalcanzo cuál pudiera darse para librarnos después delas garras del rey y de la pena debida a unosrebeldes. Esto no, amigos, nunca; creedme mejor amí, teniendo por bien dejaros en mis manos; que yocon el favor del cielo os aseguro en tal caso una dedos, o que el enemigo no osará entrar en batalla convosotros, o que si entra saldrá muy descalabrado yroto.

    XII. Dóciles a estas razones los Jonios, sepusieron a las órdenes de Dionisio, quien con lamira de ejercitará los remeros, formando la escuadraen dos alas, la sacaba de continuo en alta mar, y afin de tener en armas a la tropa naval, hacia

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    asimismo que arremetiesen unas galeras con otras.Lo restante del día después de dichas escaramuzasobligaba a las tropas a pasarlo a bordo, ancladas lasnaves, de suerte que los días enteros tenía a losJonios en continuo ejercicio y fatiga. Como porespacio de siete días hubiesen ellos hecho a lasórdenes de Dionisio lo que les mandaba, viéndoseya molidos al octavo con tanto trabajo, y acosadosde los rayos del sol, como gente no hecha a la fatiga,empezaron unos a otros a decirse: -«¿Qué fatalidades esta, o qué crimen tan enorme hemos cometidopara darnos a tan desastrada vida? ¿Y no somosunos insensatos que perdido el juicio nosentregamos a merced de un Focense fanfarrón, quepor tres naves que conduce se nos levanta con elmando, entregándonos a intolerables afanes? Vistoestá que no ha de dejarnos aliento, pues ya muchosde la armada han enfermado de puro cansancio, ymuchos más, según toma el sesgo, vamos en breve ahacer lo mismo. Por vida de Plutón, antes que pasarpor esto vale más sufrirlo todo. Menor mal seráaguantar la servidumbre del Persa, venga lo queviniere, que estamos aquí luchando con esta miseriay muerte cotidiana. Vaya en hora mala el Focense, yruin sea quien a ese ruin de hoy más le obedeciere.»

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    Esto iban diciendo, y en efecto desde aquel puntoni uno solo se halló que quisiese darle oídos, sinoque todos, plantadas sus tiendas en dicha isla almodo de un ejército acampado, sin querer subir abordo ni volver al ejercicio, descansaban a lasombra.

    XIII. Entretanto, los generales Samios, viendolo que los Jonios hacían, se decidieron a aceptar elpartido que Eaces, hijo de Silosonte, de orden delos Persas les había hecho proponer, pidiéndolespor medio de un enviado que se apartasen de laalianza de los Jonios. Viendo, pues, los Samios elgran desorden que reinaba en la armada jonia, ypareciéndoles al mismo tiempo imposible que lasarmas del rey no saliesen al cabo victoriosas, porcuanto Darío, aun en caso de que su armadapresente fuese derrotada, tendría en breve a puntootra cinco veces mayor, resolviéronse a admitir lamencionada propuesta. Estando en este ánimo,apenas vieron que no querían los Jonios hacer sudeber en aquella fatiga, cuando valiéndose de laocasión echaron mano de aquel pretexto a fin depoder conservar, separándose de la liga, sus templosy bienes propios. Era este Eaces, cuya proposiciónaceptaron los de Samos, un príncipe hijo de

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    Silosonte5 y nieto de Eaces, señor de Samos, quehabía sido privado de sus Estados por manejo delMilesio Aristagoras, del mismo modo que los otrosseñores de la Jonia.

    XIV. Cuando los Fenicios presentaron la batalla,saliéronles a recibir los Jonios formados en dos alas.Llegadas a tiro las armadas y empezada la acción, nopuedo de fijo decir cuáles fueron los Jonios que seportaron bien, y cuáles los que obraron mal en larefriega, pues los unos culpan a los otros, y todos sedisculpaban a sí mismos. Es fama que entonces losSamios, según con Eaces lo tenían concertado,saliéndose de la línea a velas tendidas, se fueronnavegando hacia Samos, no quedando más queonce naves de su escuadra. Los capitanes de estasúltimas, no habiendo querido obedecer a susgenerales y manteniéndose en su puesto, entraronen batalla; y el común de los Samios, en atención aeste hecho, les honró después haciendo que segrabasen en una columna los nombres de losmismos capitanes y los de sus padres, queriendo daren aquel monumento un público testimonio de quefueron hombres de bien y de mucho valor. Viendolos Lesbios que los que tenían inmediatos huían de 5 Véase L. III. par. CXXXIX.

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    la batalla, hicieron lo mismo que los Samios,imitándoles la mayor parte de los Jonios.

    XV. Los que más padecieron de cuantosquedaron peleando fueron los de Quio, haciendoproezas de valor, sin perdonar esfuerzos contra elenemigo, ni desmayar un punto en el combate,siendo 100 sus galeras, y llevando cada una 40ciudadanos de tropa escogida para la pelea. Bienveían que muchos de los aliados les vendíanpérfidamente; pero no queriendo parecérseles en lacobardía y ruindad, por más que se viesendesamparados, con todo, con los pocos aliados queles quedaban continuaron en avanzar, embistiendocontra las naves enemigas, prendiendo muchas deellas, pero perdiendo el mayor número de las suyas,hasta que se hicieron a la vela con las que lesquedaban, huyendo hacia su patria.

    XVI. Perseguidas por el enemigo algunas navesde su escuadra, que por destrozadas no se hallabanen estado de huir, tomaron la derrota hacia Micala6;allí, varando en la playa y dejando en ella las galeras,salva ya la tripulación, íbase a pie por tierra firme.Caminaban los marineros de Quio por la señoría deEfeso, y llegados ya del noche cerca de la dicha 6 Promontorio enfrente de Samos.

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    ciudad, quiso su desgracia que las mujeres del paísestuviesen allí ocupadas en celebrar a Céreslegisladora un sacrificio llamado Tesmoforía. LosEfesios, que nada habían oído todavía de losucedido a los de Quio, y que viendo aquella tropaentrada por su tierra, la tenían por una cuadrilla desalteadores que venían a robarles las mujeres,saliendo luego todos levantados en masa a socor-rerlas, acabaron con los pobres marineros de Quio:¡tanta fue su desventura!

    XVII. Pero volviendo al bravo Dionisio elFocense, después que vio los asuntos de los Joniosde todo punto perdidos en la batalla, habiéndose enella apoderado de tres naves enemigas, se partió deallí con ánimo de no volver a Focea, su patria, puesbien visto tenía que ella con toda la Jonia sería alcabo hecha esclava de los Persas. Resolvió, pues,tomar desde allí el rumbo hacia la Fenicia, dondecomo se hubiese apoderado de muchas naves decarga, rico ya con tantos despojos, las echó a fondoy se hizo a la vela para Sicilia. Allí se dio a lapiratería, saliendo a mentido de aquellos puertos, sintocar empero a ningún barco griego, y apresando atodos los cartagineses y toscanos que podía coger.

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    XVIII. Vencedores los Persas de los Jonios en labatalla naval, bien presto sitiaron por mar y tierra aMileto, plaza que al sexto año de la sublevación deAristagoras tomaron a viva fuerza, combatiéndolacon todo género de máquinas y arruinando lasmurallas con sus minas. Una vez rendida la ciudad,hicieron esclavos a sus vecinos, viniendo con esto adescargar sobre Mileto la calamidad que el oráculoles había pronosticado.

    XIX. Es de saber que consultando en ciertaocasión los Argivos en Delfos acerca de laconservación de su propia ciudad, se les había dadoun oráculo, no peculiar a ellos únicamente, sinoperteneciente también a los de Mileto, pues dirigidoen parte a los de Argos, a lo último llevaba unaadición para los Milesios. Referiré la parte deloráculo que tocaba a los Argivos, cuando en supropio lugar diera razón de sus asuntos: la parte quemiraba a los Milesios, que no se hallaban allípresentes, estaba concebida en estos términos: -«Entonces, oh Mileto, máquina llena de maldad, serás cena yespléndida presa para no pocos, cuando tus damas laven lospies de cabelluda raza; ni faltarán otros que adornen enDídimos mi templo.»- Todos estos males vinieronentonces, en efecto, sobre los Milesios, cuando los

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    más de los hombres de la ciudad murieron a manosde los Persas, que solían criar su pelo largo; cuandolas mujeres e hijos de aquellos fueron reducidos a lacondición de esclavos; cuando, finalmente, eltemplo de Apolo en Dídimos, de cuya riqueza llevoya hecha mención en diferentes puntos de mihistoria, fue con su capilla y con su oráculo dado alsaco y a las llamas7.

    XX. Hechos, pues, prisioneros los Milesios,fueron desde su patria llevados a Susa. El rey Darío,sin ejecutar en ellos otro castigo diferente, loscolocó cerca del mar Eritreo en Ampa, ciudad porla cual pasa el río Tigris, que desagua en el mar. Lasheredades suburbanas de Mileto las tomaron para sílos Persas, dando las tierras altas del país a losCarios de Pedaso.

    XXI. No hallaron los Milesios en su desventurarecibida de manos de los Persas la debidacompasión y correspondencia en los Sibaritas quehabitan al presente las ciudades de Leo y de Seidro8,

    7 Ignoro cómo concertar a nuestro autor que da este temploel saco en tiempo de Darío, con los escritores que afirmanque el templo Didimeo, cerca de Mileto, fue entregado aJerjes con sus tesoros por los Branquidas, que cuidaban deél, los cuales eran sacerdotes de la familia de Branco.8 Dos colonias sibaritas en la Lucania.

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    después que fueron privados de su antigua patria, laciudad misma de Sibaris; pues habiendo sido éstatomada por los de Crotona tiempos atrás, mos-traron tanta pena los Milesios de aquella desventura,que los adultos todos se cortaron el pelo, siendodichas ciudades las más amigas y las más unidas enbuenos oficios de cuantas tenga yo noticia hastaaquí. Muy diferentemente obraron en este punto losde Atenas, quienes, además da otras muchaspruebas de dolor que les causaba la pérdida deMileto, dieron una muy particular en larepresentación de un drama compuesto por Frinico,cuyo asunto y título era la toma de Mileto; pues nosólo prorrumpió en un llanto general todo el teatro.sino que el público multó al poeta en mil dracmaspor haberle renovado la memoria de sus malespropios, prohibiendo al mismo tiempo que nadie enadelante reprodujera semejante drama.

    XXII. Así Mileto quedóse, en una palabra, sinMilesios. Por lo que mira a los Samios que tenían encasa algo que perder, estuvo tan lejos de parecerlesbien la resolución de sus generales a favor de losMedos, que luego después del combate navaltomaron entre ellos el acuerdo de salirse de su patriapara ir a fundar una nueva colonia, antes que

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    volviera Eaces a entrar en la isla, sin duda por noverse precisados en caso de quedarse en sus casas aservirá los Medos y obedecer a un tirano La ocasiónera la más oportuna, pues entonces los Zancleos9,pueblo de Sicilia, por medio de unos mensajerosenviados a la Jonia, instaban a los Jonios a quevinieran a apoderarse de Calacta, muy deseosos deque se fundase en esta ciudad jonia. Es la quellamaban Calacta una hermosa playa poseídaentonces por los Sicelios (o Sicilianos, originariosdel país), la cual mira hacia Tirsenia. Mientras losZancleos convidaban a los Jonios a formar dichacolonia, los Samios fueron entre éstos los únicosque, en compañía de los Milesios que habían podidoescaparse de la ruina universal, partieron para Sicilia,donde su empresa tuvo el éxito siguiente.

    XXIII. Quiso la suerte que al llegar los Samiosen su viaje a los Locros, por sobrenombreEpicefirios10, se hallasen actualmente los Zancleos, 9 Zancle era el nombre de Mesina, antes que la reedificasenlos Mesenios, como dice Pausanias, contrario en esto aHerodoto, que atribuye esta empresa a los Samios. De lapequeña ciudad de Calacta nada queda al presente; sus ruinasse creen no distantes del lugar San Marcos.10 Estos Locros, colonos de otros Locros da Acaya, morabanen la Calabria ulterior, y las ruinas de su ciudad llevan elnombre de Palepoli, cerca de Gieraci.

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    conducidos por su rey llamado Escites, sitiandocierta ciudad de los Sicilianos con ánimo deapoderarse de ella a viva fuerza. Anaxilao, señor deRegio y grande enemigo de los Zancleos, informadodel designio de los Samios, procuró insinuarse conellos, y supo persuadirles que a la sazón les conveníamás bien olvidarse de Calactas y de las hermosasplayas hacia donde llevaban el rumbo, y apoderarseen vez de ellas de la misma ciudad de Zancla, que sehallaba sin soldados que pudiesen defenderla. Caenlos Samios en la tentación, y hácense dueños deZancla. Apenas los Zancleos ausentes de su patriaoyeron que había sido sorprendida, cuando fueroncorriendo a socorrerla, llamando al mismo tiempoen su ayuda a Hipócrates, señor de la Gela11 y aliadosuyo. Viniendo éste para auxiliarles con su gente dearmas, obró tan al contrario, que privando a Escites,monarca de los Zancleos, de su ciudad, le mandóponer preso, y en su compañía a Pitógenes suhermano, enviándolos así atados a la ciudad deInico12. Entró después a capitular con los Samios dela plaza, e interpuesta la fe mutua del juramento,

    11 Colonia de los Rodios, al presente Terranova.12 Unos colocan esta pequeña ciudad a 20 millas de Mazaraotros un el presente lugar de Longobardo.

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    vendió alevosamente a los Zancleos; pues de la pagade su traición en que convino con los Samios fueque de los esclavos y muebles que se hallabandentro de la ciudad tomaría la mitad para sí, y quecargaría con cuanto mueble y esclavo se hallase enla campiña. Para más iniquidad, valiéndose de laocasión, mandó atar la mayor parte de los Zancleosy se quedó con ellos como si fueran esclavos; y nocontento con esto, entregó a los Samios los 300Zancleos principales para que les cortasen la cabeza,maldad que no quisieron ejecutar.

    XXIV. Escites, el señor de los Zancleos, huidode Inico, pasó a Himera13, de donde navegó al Asiay llegó a la corte de Darío, quien vino a tenerle porel Griego mejor y más justificado de cuantos de laGrecia habían subido a su corte; pues habidalicencia del soberano para ir a Sicilia, volvió otra veza su presencia, y entre los Persas, acabó su vidafelizmente en edad muy avanzada.

    XXV. De este modo los Samios que se habíanescapado del dominio de los Medos, lograron sinningún trabajo hacerse dueños de Zancla, una de las

    13 Al presente llamada Tramine.

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    más bellas ciudades14. Después de la batalla navalque se dio por causa da Mileto, los Fenicios, pororden de los Persas, restituyeron a Samos a Eaces elhijo de Silosonte, en atención a lo bien que conellos se había portado. Los Samios, en efecto, porhaber retirado sus naves del combate naval de losJonios, lograron ser los únicos entre los que sehabían sublevada contra Daría que librasen delincendio sus templos y ciudades. Tomada ya Mileto,nada tardaron los Persas en recobrar la Caria, cuyasciudades, parte entregadas a discreción, parterendidas por fuerza, iban de nuevo agregando alimperio.

    XXVI. Tiempo es ya de volver a Histieo, que sehallaba en las cercanías de Bizancio apresando lasnaves mercantiles de los Jonios que procedían delPonto, cuando le llegó la nueva de lo que acababade suceder en Malo. Apenas la recibió, hízose a lavela con sus Lesbios hacia Quio, dejando el cuidadode la piratería en el Helesponto a Bisaltes, natural deAbido e hijo de Apolofanes; y llegada ya a aquellaisla, tuvo una refriega con la guarnición de un fuerte

    14 ) Poco duró el fruto de la perfidia de los Samios, habiendoluego, según Tucídides, sido echados de Zancla porAnaxilao.

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    llamado Cela que no quería admitirle en aquel lugar,y mató en ella no pocos de aquellos defensores.Con esta logró hacerse dueño de una pequeñaciudad de la isla, de cuyo puerto salía con losLesbios de su comitiva y se iba apoderando de lasgaleras maltratadas de los de Quio, que escapadasde la batalla naval se volvían a su patria.

    XXVII. A estos vecinos de la isla de Quio habíanantes acontecido ya notables prodigios, segúnsuelen los dioses por ley ordinaria dar de antemanociertos pronósticos de las grandes desventuras queamenazan a alguna ciudad o nación. Uno había sidoque de cien mancebos enviados en un coro o danzadesde Quio a Delfos, sólo dos habían vuelto a lapatria, habiendo perecido los otros 98 de una pesteque les sobrevino: otro fue que cayéndose en Quioel techo de una casa sobre los niños de la escuelapoco antes que se diese la batalla naval, de 420 queellos eran, sólo uno se salvó. Estas fueron lasseñales previas que el cielo les enviaba: después vinola batalla naval que destruyó aquella república, ydespués de la rota fatal de las naves, el pirata Histieocon sus Lesbios se dejó caer sobre los Quiosdestrozados, y acabó de dar en tierra con todo elpoder de aquel Estado.

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    XXVIII. Teniendo ya Histieo en su escuadra nopocos combatientes, Jonios y Eolios, desde Quio sefue contra Taso. Estaba ya sitiando esta plaza,cuando por el aviso que le vino de que los Fenicios,dejando a Mileto, salían contra las otras ciudades dela Jonia, dióse mucha prisa en partir con toda sugente hacia Lesbos, sin llevar a cabo la expugnaciónde Taso. Entretanto, la falta de víveres que padecíasu ejército, le obligó a pasar al continente conánimo de segar las mieses, así del territorio Atarneocomo del campo Caico que pertenece a los Misios.Pero quiso entonces la fortuna que se hallase enaquellas cercanías con un numeroso ejércitoHárpago, general de los Persas, el cual, en unabatalla que allí se dio, muerta la mayor parte de lastropas enemigas, logró apoderarse de la persona deHistieo, que fue hecho prisionero del modosiguiente:

    XXIX. En Malena, lugar de la comarca Atarnea,trabóse el choque entre Persas y Griegos, en quepor largo tiempo quedó dudosa la victoria, hastaque al fin, arremetiendo la caballería persiana, hizosuya la acción con tal viveza, que puso en fuga a losGriegos. Al huir con los suyos Histieo, persuadidocomo estaba de que por aquella su culpa no le

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    condenaría el rey a perder la vida, se le avivó tantoel deseo de conservarla, que alcanzado ya por unsoldado Persa y viendo que iba con un golpe apasarle de parte a parte, le habló en lengua persianay se le descubrió diciendo ser el milesio Histieo.

    XXX. Si Histieo, puesto que fue cogido vivo,hubiera sido presentado asimismo a Darío, éste, ami modo de entender, le hubiera perdonado laofensa pasada, y aquél nada hubiera tenido quesufrir de parte del ofendido15. El daño estuvo enque el virrey de Sardes Artafernes y Hárpago, elgeneral de las tropas, a fin de impedir queperdonado Histieo volviera de nuevo a la gracia yprivanza del soberano, luego que llegó a Sardesprisionero, pusieron su cuerpo en un palo yenviaron a Susa su cabeza embalsamada para que laviera Darío. Sabedor, en efecto, el monarca de aquelhecho, desaprobando la resolución, reprendió a losministros autores de ella, porque no le habíanpresentado vivo el prisionero de guerra. Respecto ala cabeza de Histieo, ordenó que lavada ydecorosamente amortajada se le diese honrosa 15 No puede bastantemente alabarse la clemencia de Darío yla ley de los Persas de que por un solo crimen nadie debiese

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    sepultura, siendo de un varón singularmentebenemérito, así de su real persona como del imperiode los Persas. Así vino a terminar Histieo.

    XXXI. La armada de los Persas que habíainvernado en las cercanías de Mileto, saliendo almar al año siguiente, iba de paso apoderándose delas islas adyacentes al continente del Asia Menor, asaber: la de Quio, la de Lesbos, y la de Tenedos.Para mayor desgracia, posesionados los bárbaros dealguna isla, lo primero que hacían era barrer yacabar con todos los moradores que en ella había,en la forma que sigue: iban formando un cordón dePersas cogidos uno de la mano del otro, yempezando así de la playa del Norte seguían conaquella red barredera cazando los hombres por todala isla. En el continente, asimismo fueronapoderándose de las ciudades jonias, reduciéndolasa la esclavitud, dejando solo de tender allí su red porno permitirlo la situación del país.

    XXXII. Así que los generales persas no quisieronque se dijese de ellos que no cumplían las amenazasque antes habían hecho los Jonios, cuando todavíaestaban armados, pues como lo amenazaron, así lo

    ser castigado, ni por muchos, si son más y mayores losservicios precedentes.

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    iban ejecutando. Porque no bien se veían dueños dealguna de las plazas, cuando escogidos los niñosmás gallardos, hacían de ellos otros tantos eunucospara su servicio, entresacando del mismo modo alas doncellas mejor parecidas para enviarlas a lacorte; y no contentos con esto, entregaban a lasllamas todos los edificios de las ciudades, asíprofanos como consagrados a los dioses. Esta fue latercera vez que los Jonios se vieron hechosesclavos, pues una les subyugaron los Lydios, y dosconsecutivamente los Persas.

    XXXIII. Aquella misma armada, habiendodejado la Jonia, fue sujetando todas las plazas quecaen a la izquierda del que va navegando por elHelesponto, pues las que están a mano derecha enel continente habían ya sido rendidas por los Persas.En dicha costa del Helesponto, que pertenece a laEuropa, se halla el Quersoneso, en que se cuentanbastantes ciudades; se halla la ciudad de Perinto; sehallan los fuertes de la Tracia, como también lasciudades de Salibria y de Bizancio. Los Bizantinos,pues, y del mismo modo los Calcedonios, situadosen la ribera opuesta, dejando sus pueblos antes deque llegase la armada fenicia y retirados a lo interiordel Ponto Eusino, fundaron la ciudad de

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    Mesambria. Llegados después los Fenicios,incendiadas las dos citadas plazas, se dejaron caersobre Proconeso y Artace, y desde ellas, despuésque las hubieron abrasado, hiciéronse a la vela otravez hacia el Quersoneso cor ánimo de arruinar lasciudades que antes habían respetado, cuando porprimera vez se echaron sobre aquella península. ACízico no se acercaron absolutamente los Fenicios,a causa de que los naturales, ya antes de su llegada,capitulando con el virrey de Dascilio, Ebares, hijode Megabazo, se habían entregado al rey; pero en elQuersoneso rindieron las demás ciudades, exceptola de Cardia.

    XXXIV. Hasta este tiempo, Milcíades, hijo deCimon y nieto de Estesagoras, conservaba eldominio en dichas ciudades, sobre las cuales lohabía adquirido antes aquel otro Milciades que fuehijo de Cipselo, de la manera que referiré. LosDolongos, pueblos de origen Tracios, eran los queantiguamente habitaban en el Quersoneso, quienesviéndose agobiados en la guerra por los Apsintios16,enviaron a Delfos sus reyes para que consultasen 16 Nada más que el nombre se halla de estos Apsintios. Enun códice antiguo se lee algo variada la historia, diciendo que

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    acerca de ella. Dióles por respuesta la Pythia que sellevaran a su país por fundador de una colonia alprimero que salidos del templo les acogiera en sucasa como huéspedes y amigos. Los Dolongos,pues, tomaron su camino por la vía sacra17, pasaronpor la señoría de los Focenses y por la de losBeocios, y desde allí, sin que nadie les convidasecon su casa, se entraron por la de los Atenienses.

    XXXV. En aquella sazón, si bien era Pisistratoquien tenía en Atenas el poder absoluto, no dejabacon todo de tener algún mando cierto señorllamado Milcíades, hijo de Cipselo, sujeto de familiaprincipal que mantenía tiros de cuatro caballos paraconcurrir a los juegos olímpicos18. Era éstedescendiente remoto de Egina y de Eaco, y después,andando el tiempo, se hallaba naturalizado entre losAtenienses, siendo de la casa de Fileo, hijo de

    los Apsintios y no los Dolongos fueron quienes consultaronal oráculo.17 No puede ser esta la vía sacra que describe Pausaniasdesde Atenas a Elausina, sino aquella por donde, segúnEstrabon, se llevaban las víctimas sacras de Atenas hastaDelfos.18 Era esto entro los Griegos indicio de familias nobles y po-derosas, que en mayor aprecio tenían la victoria de suscuadrigas olímpicas que los Romanos la pompa de untriunfo.

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    Eante, que fue el primero de dicha familia que seinscribió por ciudadano de Atenas. Estábase, pues,Milcíades sentado a la puerta de su casa, cuandoviendo pasar a los Dolongos con un traje peregrinoy armados con sus picas, los saludó y llamó hacia sí.Acercáronsele luego y fueron de él convidados consu casa y posada, y admitido el agasajo, dánle cuentalos nuevos huéspedes del oráculo recibido, exhor-tándolo al mismo tiempo a que obedezca al diosApolo. Milcíades, como quien estaba mal con eldominio de Pisistrato, ansioso de salirse de sujurisdicción, dejóse persuadir muy fácilmente, yluego envió a Delfos unos diputados encargados deconsultar de su parte el oráculo sobre si haría o nolo que le pedían aquellos Dolongos.

    XXXVI. Con el nuevo mandato de la Pythiaacabóse de resolver a la empresa Milcíades, hijo deCipselo19, sujeto ya famoso por haber llevado elprimer premio en las justas de Olimpia entre losaurigas de cuatro caballos. Alistando, pues, para lanueva colonia a todos los Atenienses que quisieronseguirle en su viaje, con ellos y con los Dolongos se

    19 Cornelio Nepote da principio a sus Varones Ilustres con unanacronismo indigno de un estudiante, confundiendo esteMilcíades el Cipsélida con el otro Milcíades, hijo de Cimon.

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    hizo a la vela y logró después apoderarse de la re-gión que pretendía, de la cual le nombraron señorlos que le habían llamado. La primera providenciaque tomó Milcíades en su dominio fue la de cerrarel istmo del Quersoneso, tirando una muralla desdela ciudad de Cardia hasta la de Pactia, con cuyadefensa impedía las invasiones y correrías de losApsintios en toda la tierra. Dicho istmo tiene demar a mar 36 estadios, y el Quersoneso, contandodel istmo hacia lo interior del país, se extiende a lolargo 420 estadios.

    XXXVII. Fortalecida ya la garganta delQuersoneso con aquel nuevo pertrecho que impedíala entrada y tenía lejos de él a los Apsintios, losprimeros a quienes hizo la guerra Milcíades fueronlos Lampsacenos, quienes en ara emboscada lehicieron prisionero. Al saber Creso el Lydio aquellaprisión, por la grande estima que hacía de la personade Milcíades, intimó a los Lampsacenos por mediode un mensajero que pusiesen en libertad alprisionero, que de no hacerlo les aseguraba que losquebrantaría como quien quebranta un pino.Pónense luego los Lampsacenos a deliberar sobre elsentido de la enigmática amenaza, no alcanzando lafuerza de aquel quebrantar a manera de un pino, hasta

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    que al cabo de un buen rato de demandas yrespuestas, dio un viejo en el blanco de la amenazadiciendo ser el pino el único entre los árboles quedesmochado una vez no vuelve a retoñar, sino quetotalmente acaba y muere. Con el temor en que contal amenaza entraron los de Lampsaco dieronlibertad a Milcíades, debiendo éste a Creso el verselibre de sus prisiones.

    XXXVIII. Restituido Milcíades a sus Estados,viéndose sin hijos, hizo al morir heredero delmando y de sus bienes a su sobrino Steságoras, hijode Cimon su hermano uterino. En el día los pueblosdel Quersoneso, según suele practicarse con losfundadores de alguna ciudad, hacen sacrificios enhonor de Milcíades, en cuya memoria tienenestablecidos unos juegos así ecuestres comogímnicos, en los cuales no es permitida a ningúnLampsaceno la competencia. Duraba todavía laguerra con los de Lampsaco, cuando quiso la malasuerte que también Steságoras muriera sin sucesión,recibiendo un golpe de segur que descargó sobre sucabeza el mismo Pritaneo, uno que se vendía pordesertor, y era realmente un enemigo enconado yfurioso.

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    XXXIX. Los Pisistrátidas, sabida la muerte deSteságoras, enviaron al Quersoneso en una galera aMilcíades, hijo de Cimon y hermano del difunto,para que tomase el mando del Estado. Mucho sehabían ya esmerado antes los hijos de Pisistrato enfavorecer a este Milcíades estando aún en Atenas,como si no hubieran tenido parte alguna en lamuerte de Cimon su padre, la cual diré del modoque sucedió en otro lugar de mi historia. Llegado,pues, Milcíades al Quersoneso, se mantuvo algúntiempo sin salir de casa, queriendo, a lo que parecía,honrar con aquel luto y retiro la muerte deSteságoras. Corrió así la voz entre los vecinos delQuersoneso, y en fuerza de ella, juntos todos losseñores principales de aquellas ciudades en di-putación común, vinieron a dar el pésame aMilcíades, quien valiéndose de la ocasión los pusopresos a todos y se alzó con el dominio delQuersoneso entero, manteniendo en su servicio 500hombres de guardia y tornando después por esposaa la princesa Hegesipila, hija de Oloro, rey de losTracios.

    XL. No sólo tuvo que tomar estas medidasMilcíades, hijo de Cimon, recién llegado alQuersoneso, sino que hubo de sufrir en lo sucesivo

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    otros contratiempos mucho más crueles; porquetres años después20 túvose que ausentar delQuersoneso huyendo de los Escitas llamadosNómadas, quienes, irritados por el rey Darío yunidos en cuerpo de ejército, avanzaron con suscorrerías hasta el Quersoneso. Milcíades, noteniendo ánimos ni fuerzas para hacerles frente,huyóse por esta causa de sus dominios, dondedespués que los Escitas se volvieron otra vez a supaís, le restituyeron de nuevo los Dolongos. Estaadversidad le había acontecido tres años antes quele sucediera otra desventura que a la sazón de quevoy hablando la sobrevino, y fue la siguiente:

    XLI. Informado Milcíades de que los Fenicios sehallaban ya en Tenedos, cargando luego cincogaleras de cuantas riquezas y preciosidades tenía a 20 Sin auxilio de nuevos códices es imposible corregir en estepasaje el embrollo de cronología. Porque desde el principiode la dominación de Milcíades hasta que los Escitasinvadieron el Quersoneso, pasaron por lo menos diez años,mientras aquí sólo pone tres, y su restitución a sus dominioshubiera debido hacerse en el tiempo que el general Otanessubyugaba la Tracia, lo que no parece verosímil. Entre lainvasión de los Escitas y la de los Fenicios, entre los que sólocoloca el autor el intervalo de tres años, trascurrieron lomenos once, y prueba de ello es el haber llegado ya a sercapitán de galera Metíoco, hijo de Milcíades, que según elcómputo de Herodoto sólo contaba entonces seis años.

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    mano, hízose con ellas la vela para Atenas21. Salido,pues, de la ciudad de Cardia, iba navegando por elgolfo Melas, costeando el Quersoneso, cuando consus galeras se dejaron caer sobre él los Fenicios. Pormás caza que le daban, pudo Milcíades escaparsecon cuatro de sus naves y acogerse a Imbro; perofue apresada la quinta, en la que iba por capitán Me-tíoco, su hijo mayor, habido, no en la hija del rey deTracia Oloro, sino en otra esposa. Sabedores losFenicios de que el capitán de la nave apresada erahijo de Milcíades, le presentaron al rey creídos deque iban a hacerle en ello el más grato obsequio,por cuanto Milcíades había sido el que dio a losseñores de la Jonia el voto de que lo mejor eracondescender con los Escitas, cuando éstos lospedían que disuelto el puente de barcas diesen lavuelta a su patria. Darío, después que tuvo en supoder a Metíoco, hijo de Milcíades, presentado porlos Fenicios, no sólo no le trató como enemigo,sino que la colmó de tantas mercedes que le diocasa y bienes, casándolo con una señora persiana, y 21 Este hecho me persuade de que sublevada la Jonia se habíaaprovechado Milcíades de la ocasión para recuperar susdominios, que sin duda había prudentemente abandonado alvolver Darío de la Escitia, y que entonces por la invasión delos Fenicios desamparó segunda vez.

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    los hijos que en ella tuvo son reputados comoPersas.

    XLII. Partido Milcíades de Imbro, llegó salvohasta Atenas. Los Persas no hicieron en aquel añootra hostilidad ni violencia en castigo de los Jonios,antes tomaron acerca de ellos, unas providenciasmuy útiles y humanas, pues aquel año fue cuandoArtafernes, virrey de Sardes, convocando a losdiputados de las ciudades de la Jonia, les obligó aque hiciesen entre ellos sus estatutos y tratados a finde ajustar en juicio las diferencias mutuas y novalerse en adelante del derecho de las armas unoscontra otros pasándolo todo a sangre y fuego22.Obligado que los hubo a convenir en estos pactos,mandó Artafernes medir sus tierras por parasangas,medida persa así llamada que contiene 30 estadios.Medido así todo el país, señaló en particular lostributos, que se han mantenido hasta mis días en

    22 Soy de la opinión de los políticos que piensan ser menoreslos males públicos en un imperio grande, y si pudiera seruniversal, que los de los pequeños dominios, por libres eindependientes que sean; lo cual puede observarse en laJonia, armada antes a menudo con guerras intestinas entresus ciudades y víctimas de la turbulencia de los republicanoso de la prepotencia de los pequeños señores, reducidaentonces por el Persa a componer pacíficamente susdiferencias.

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    aquella regulación de Artafernes, la misma casi queya de antes estaba impuesta.

    XLIII. Todo estaba, pues, en Jonia tranquilo ysosegado. Al principio de la siguiente primavera23,retirados; por orden del rey los demás generales,bajó Mardonio, hacia las provincias marítimasconduciendo un gran ejército de mar y tierra. Eraeste joven general hijo de Gobrias, y estaba reciéncasado con una princesa hija da Darío, llamadaArtozostra. En Cilicia, adonde había llegado alfrente de su ejército, entró a bordo de una nave ynavegó con toda la escuadra, señalando otroscaudillos que condujesen las tropas de tierra alHelesponto. Después que costeada el Asia Menor sehalló Mardonio en la Jonia, siguió en ella unaconducta tal, que bien sé que, referida aquí, ha deparecer una cosa sorprendente a aquellos Griegosque no quieren persuadirse que Ojanes, uno de lossetenviros confederados contra el Mago, fuese deparecer que entre los Persas debiese instituirse unestado republicano; porque lo que hizo allíMardonio desde luego fue deponer a todos losseñores de la Jonia y sustituir en todas las ciudades

    23 El año 497 antes de J.C.

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    la democracia o gobierno popular24. Tomadas estasprovidencias, se dio mucha prisa en llegar al He-lesponto. Después que en él se hubo juntado unaprodigiosa armada y asimismo un ejércitonumeroso, pasaron las tropas embarcadas al otrolado del Helesponto, y de allí continuaronmarchando camino de Eretria y de Atenas.

    XLIV. Era, en efecto, el pretexto de aquellaexpedición el hacer la guerra a las dos ciudadesmencionadas; pero el intento principal no eramenos que el de conquistar para la corona todas lasciudades de la Grecia que pudiesen. Desde luegocon la armada sujetaron a los de Taso, los cuales niaun osaron levantar un dedo contra los Persas: conel ejército de tierra agregaron a los Macedones25 alos vasallos que allí cerca tenían; pues ya antes lesreconocía por señores todas aquellas nacionesvecinas que moran más acá de la Macedonia.Dejando vencida a Taso, iba la armada naval 24 Política astuta de Mardonio, que quería someter a losvasallos ganándolos con apariencia de libertad, que en unarepública dulcemente engaña.25 Después de la expedición de Bubares, sobornado porAlejandro (1. V. c. XXI), debió la Macedonia mantenersetodavía independiente del Persa. Los vecinos ya subyugadosde los Macedones serían sin duda las naciones que lindabancon ellos hasta la Prepóntide.

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    costeando el continente que está frontero, hasta queaportó en Acanto26. Salida después de allí, yprocurando vencer el cabo del monte Atos, se le-vantó contra las naves el viento Bóreas con talímpetu y vehemencia, que arrojó un gran númerode ellas contra dicho promontorio, donde es famaque trescientas fueron a estrellarse, pereciendo enellas más de veinte mil personas; pues comoaquellos mares abundan de monstruos marinos,muchos de los náufragos cerca de Atos fueron deellos arrebatados y comidos; muchos perecieronarrojados contra las peñas; algunos por no sabernadar se ahogaban, y otros morían de puro frío. Taldesventura cargó sobre aquella armada.

    XLV. El ejército de tierra se hallaba a la sazónatrincherado en Macedonia, cuando los Brigos27,pueblos de la Tracia, embistieron en la oscuridad dela noche contra las tropas de Mardonio, lograndomatar mucho número de ellas, y aun herir al mismogeneral, bien que esta sorpresa nocturna no pudolibrarlos del yugo y servidumbre de los Persas, no 26 Es la moderna Eriso: el célebre Atos se llama en el díaMonte Santo.27 Los Brigos son los mismos que los Frigios, mudada la F enB al estilo de los Macedones, y procedían de los Frigios delAsia.

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    habiéndose retirado Mardonio de aquellos con-tornos hasta tanto que hubo rendido y domado alos Brigos.Vencidos éstos, pensó luego, con todo envolver atrás con su ejército entero, obligado a elloasí por la pérdida que sus tropas terrestres habíansufrido en la pasada refriega con los Brigos, comopor el gran naufragio que la armada había padecidoen el promontorio Atos. Malograda con esto Lía lajornada, se retiró al Asia todo el ejército conmengua y pérdida de su reputación.

    XLVI. Lo primero que Darío hizo al otro añofue enviar un mensajero a Taso mandando a losnaturales de la isla, quienes habían sido delatadospor los pueblos vecinos de que intentabanlevantarse contra los Persas, que demoliesen por símismos sus murallas y pasasen sus naves a Abdera.Los Tasios, en efecto, así por haberse visto sitiadosantes por Histieo, como por hallarse con grandesentradas de dinero, procuraban aprovecharlas bienen su, defensa, parte construyendo naves largas parala guerra, parte levantando muros más fuertes parasu resguardo. Percibían los Tasios esos réditospúblicos que decía, así del continente28 como

    28 El continente Tracio situado entre los ríos Estrimon yNeso.

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    también de las minas, pues las de oro que poseíanen Scaptesila, lugar de tierra firme, les redituabanpor lo común 80 talentos, y las de la misma isla deTaso, dado que no llegaran a rendirles tanto, lesproducían con todo una suma tal, que el total de lasrentas públicas de los Tastos percibidas, ya de tierrafirme, ya de las minas, cada uno subíaordinariamente a 200 talentos, y esto sin tenerninguna contribución impuesta sobre los frutos dela tierra; y el año que los negocios les iban muy bien,llegaba la suma de sus entradas a componer 300talentos.

    XLVII. Yo mismo quise ir a ver por mis ojosdichas minas, entre las cuales las que más mesorprendieron y mayor maravilla me causaronfueron aquellas que habían sido descubiertas por losantiguos Fenicios, cuando poblaron dicha islavenidos a ella en compañía del Fenicio Taso29, decuyo nombre tomó el suyo la isla. Estas minasFenicias se ven en Taso situadas entre el territoriollamado Enira y el que llaman Cenira, donde se hallaun gran monte abierto, arruinado y minado con

    29 Era este hermano de Cadmo, que le dejó con una coloniaFenicios en la isla a que dio nombre.

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    varias excavaciones que viene a corresponderenfrente de Samotracia.

    XLVIII. Los Tasios, pues, en fuerza de aquellareal orden, demolidas sus mismas fortificaciones,pasaron todas sus naves a Abdera30. Tomada dichaprovidencia, como Darío quisiese tomar el pulso alos Griegos y ver si se hallaban en ánimo deguerrear contra él o de entregarse más bien a sudominio, despachó hacia las ciudades de Grecia susrespectivos heraldos encargados de exigirles la obe-diencia para el rey con pedirles la tierra y el agua. Almismo tiempo envió orden a las ciudades marítimasde sus dominios que construyesen naves largas parala guerra, y, otras asimismo de carga para eltrasporte de la caballería.

    XLIX. Mientras que los vasallos de la marinapreparaban estas naves, muchos pueblos de laGrecia situados en el continente se mostrabanprontos para dará los embajadores destinados a susciudades lo que se les pedía de parte de Darío; ytodos los isleños donde aquellos aportaron, y conmucha particularidad los de Egina, prestaron al Reyla obediencia ofreciéndole la tierra y el agua. Sabidaesta entrega de los Eginetas, sospechando los 30 Abdera, ahora Asperosa.

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    Atenienses, que ellos se habían entregado al Persapor la enemistad que les tenían y con la mira dehacerles la guerra unidos con el bárbaro, diéronsedesde luego por muy resentidos o injuriados; yalegres por tener un motivo tan especioso de quejacontra los mismos, pasaron a Esparta y dieron allícuenta de aquella novedad, acusando a los Eginetasde traidores y enemigos de la Grecia.

    L. En efecto, de resultas de esta acusación, el reyde los Espartaros Cleomenes, hijo de Anaxandrides,pasó a Egina queriendo prender a los particularesque hubiesen sido los principales promotores de latraición. Entre otros muchos Eginetas que lehicieron frente al ir a ejecutar tales prisiones, el quemás se señaló en la resistencia fue Crio31, hijo dePolicrito, diciéndole claramente que mirase bien loque hacía, si no quería que le costase bien caro, puesbien se echaba de ver que no venía a ejecutaraquella comisión de orden del común de losEspartanos, sino que obraba sobornado con lasdádivas de los atenienses, pues a no ser así, hubiera 31 Quizá este Crio sería un luchador a quien alabó Simónidesen una de sus poesías: en tal caso la pregunta de Cleomenesal Egineta de cómo se llamaba, naciera más bien de ánimo deinsultador que de verdadera ignorancia de su nombre, quetan célebre debiera ser.

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    venido acompañado del otro rey su colega parahacer aquella captura. Esta representación yresistencia la hacía Crio de concierto o inteligenciacon Demarato. Cleomenes, pues, que se veía echarde Egina por la oposición de Crio, preguntóle cómose llamaba: dióle Crio su nombre, y al despedirse lereplicó Cleomenes: -«Ahora bien, ya puede ese Crio(o carnero)32 forrar bien sus astas con puntas debronce y de acero para topetar contra un grandesastre que le va a suceder.»

    LI. Por aquel mismo tiempo en Esparta armaba aCleomenes grandes intrigas un hijo de Ariston,llamado Demarato, rey asimismo de los Espartanos,pero de una familia inferior a la de Cleomenes, noen la calidad de la sangre, siendo los dos de unamisma cepa, sino en el derecho de primogenitura;pues sabido es que en atención a ella se da enEsparta la preferencia a la descendencia y casa deEurístenes.

    32 Estas alusiones al nombra o satíricas o laudatorias, si sehacen parca y oportunamente, cuales alguna vez las usóCiceron, no las rechaza el gusto más delicado: pero si sebuscan afectada y frecuentemente, como en Italia y Españaen el último siglo, son indicios de un gusto depravado ycorrompido.

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    LII. Sobre este particular es preciso decir aquíque los Lacedemonios, a pesar de todos lospoetas,33 pretenden que no fueron los hijos deAristodemo los que le condujeron al país que alpresente poseen, sino que su conductor fue elmismo Aristodemo, siendo su rey al propio tiempo.Aristodemo, hijo de Aristomaco, nieto de Cleodeo ybiznieto de Hillo, tenía por mujer a una señorallamada Argia, hija, según dicen, de Autesion, nietade Tisamenes, biznieta de Tersandro y tataranieta dePolinices; y esta mujer, no mucho después dellegados al país, parió a Aristodemo dos gemelos.Aristodemo apenas los vio nacidos cuando murióde una enfermedad. En aquella época losLacedemonios, conformándose con sus leyes ocostumbres, decretaron que fuera rey el mayor dedichos gemelos; pero como les veían a entrambostan parecidos o iguales en todo, no pudiendo por símismos averiguar cuál de los dos fuese elprimogénito, para salir de la duda lo preguntaronentonces a la madre que los había parido, o quizáantes ya se lo habían preguntado. Ella, aunque bien

    33 Ignórase a qué poetas alude el autor; lo cierto es que losescritores griegos, menos Jenofonte y Plutarco, soncontrarios a esta opinión de los Lacedemonios.

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    lo sabía, sin embargo, con la mira de hacer quefueran reyes los dos gemelos, afirmábase enasegurarles que ni ella misma podía absolutamentedecir cuál de los dos niños fuese el mayor. LosLacedemonios, metidos en aquella confusión,enviaron su consulta a Delfos para salir de duda eincertidumbre. La Pythia les dio por respuesta que aentrambos los tuvieran por reyes, dando empero lapreferencia al mayor de los gemelos. Con esteoráculo de la Pythia quedaron los Lacedemonios tanconfusos corno antes, no hallando la manera deaveriguar cuál de los niños fuese el que primerohabía nacido. Mas un tal Panites, que este era sunombre, natural de Messena, sugirió entonces a losLacedemonios un buen medio para salir de duda, asaber: avisarles que fuesen observando cuál de losgemelos fuese siempre el primero a quien limpiara ydiera la teta la madre que los había parido; y sinotaban que ella constante en esto nunca variase, noles quedaba ya más que hacer ni averiguar a fin desaber lo que pretendían; pero que si la madre fueseen ello alternando, se cercioraran de que ni la mismamadre que parió a los mellizos les distinguía niacababa de conocerles, y en tal caso les sería precisotomar otro rumbo para salir de duda. Gobernados

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    los Espartanos por el aviso del Mesenio, pusiéronsemuy de propósito a observar lo que hacía la madrecon los hijos de Aristodemo, y sin que ellaentendiera a qué fin la iban observando, vieroncómo siempre, así en alimento como en el aseo,daba el primer lugar a uno de los niños, que era elmayor de sus hijos. Con estas luces toman losLacedemonios al gemelo a quien la madre prefería,del todo persuadidos que era el primogénito, ymandándole criar y educar por cuenta del Estado, lepusieron por nombre Eurístenes, llamando Proclesal otro menor. De estos dos niños cuentan que pormás que fuesen gemelos, llegados a la mayor edad,nunca fueron buenos hermanos, sino émulos entresí y contrarios sempiternos, en lo que les imitaronsiempre sus descendientes.34

    LIII. Los que así nos cuentan esta historia sonúnicamente los Lacedemonios entre los Griegos,como antes decía; lo que voy a referir es conformecon lo que dicen los demás Griegos. Hasta subir aPerseo, hijo de Danae, está bien seguida y 34 Esta división del reino había reducido el Estado a una ver-dadera anarquía antes de Licurgo, aunque bajo la legislaciónde éste, que mudó la monarquía en república, quizá laemulación entre dos príncipes subordinados al Estado pudoser incentivo pan la virtud.

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    deslindada la ascendencia de los reyes que tuvieronlos Dorios35, y añadiré que si no se incluye en talgenealogía al dios que fue padre de Perseo, todosaquellos ascendientes fueron Griegos de nación,puesto que por tales eran ya reputados en aquellaépoca estos progenitores. La razón de que noqueriendo subir más en esta genealogía dijera queno incluía en ella al dios padre de Perseo, es porqueeste héroe no lleva apellido de familia tomado de unpadre que fuese hombre mortal, como vemos quelo lleva Hércules tomado de Anfitrion; de suerte,que con mucha razón me detuve en Perseo sin subirmás arriba. Mas si dejando los padres de Perseoquisiera uno desde Danae, hija de Acrisio, ircontando los progenitores de aquella real familia, se

    35 Para buscar la genealogía de los reyes Dorios o Heraclidases preciso inquirir la de Hércules y la de los reyes de Argos,de quienes éste descendía. El reino de Argos, fundado porImaco el año 2148 del mundo, duró 550 hasta Perseo sudecimoquinto rey, que fundó a Micenas, dividiéndole en dosreinos y continuando a reinar en el de Argos losdescendientes de Perseo. Ahora bien, Perseo, bisabuelo deHércules, era oriundo de Egipto por su abuelo maternoAcrisio, descendiente de Hipermestra, hija del EgipcioDanao, que había traído a Grecia una colonia. Así se ve quela narración de Herodoto, tanto en sí, como por ser laexpresión de la opinión común de los Griegos, de que nosale fiador, no mereció la reprensión de Plutarco.

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    verá que son oriundos de Egipto los primerospríncipes ascendientes de los reyes Dorios.

    LIV. Esta es su genealogía, según la deslindan losGriegos; pero si queremos escuchar en este punto alos Persas, Perseo, siendo Asirio, fue quien pasó aser Griego, pues cierto que no habían sido Griegossus progenitores. respecto a los padres de Acrisio,que nada tienen que vercon la ascendencia de Perseo, convienen los Persasen que fueron Egipcios, como pretenden losGriegos.

    LV. Mas baste lo dicho sobre este punto, que noquiero expresar aquí cómo siendo Egipcios aquellosprogenitores, ni por qué medios y proezas, llegarona ser reyes de los Dorios, pues otros lo han referidoprimero, y yo quiero solamente decir lo que otrosno dijeron.

    LVI. Tienen, pues, los Espartanos ciertosderechos y prerrogativas reservadas para sus reyes,corno son: dos sacerdocios principales, uno el deJúpiter Lacedemonio, otro el de Júpiter Uranio,como también el arbitrio de hacer la guerra y llevarlas armas al país que quisieren, con tan ampliasfacultades que ningún Espartano, so pena deincurrir en el más horrendo anatema, se lo pueda

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    estorbar, igualmente el ser los primeros en salir acampada y los últimos en retirarse, y, en fin, teneren la milicia cien soldados escogidos36 para suguardia, tomar en tiempo de sus expediciones todaslas reses que para víctimas quisieren, y apropiarselas pieles y también los lomos de las víctimasofrecidas.

    LVII. Estos son sus privilegios y gajes militares:los honores que les fueron concedidos en tiempo depaz son los siguientes: Cuando alguno hace unsacrificio público se guarda para los reyes el primerasiento en la mesa y convite; las viandas no solodeben presentárseles primero, sino que de todasdebe darse a cada uno de los reyes doble racióncomparada con la que se da a los denlas convidados,debiendo ser ellos los que den principio a las liba-ciones religiosas; a ellos pertenecen también laspieles de las víctimas sacrificadas. En todas lasNeomenias y Hebdomas de cada mes (en los días 1ºy 7º) debe darse a cada uno de los reyes en eltemplo de Apolo una víctima mayor, un medimno37

    de harina y un cuartillo lacedemonio de vino. En losjuegos y fiestas públicas los primeros asientos están

    36 Otros quieren que estas guardias reales subiesen a 300.37 El medimno venía a tener 6 celemines.

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    reservados a sus personas. A ellos pertenece elnombramiento de sus ciudadanos para Proxenos38

    (agentes o procuradores públicos de las ciudades); ycada uno de ellos tiene la elección de dos Pythios oconsultores religiosos diputados para Delfos,personas alimentadas en público en compañía de losmismos reyes. El día que estos no asisten a la mesay comida pública39, se debe pasarles en sus casas doschenices de harina y una cotila de vino para cada unoen particular: el día en que asisten a la mesa común,debe doblárseles toda la ración. En los convites quehacen los particulares deben los reyes ser tratados yprivilegiados del mismo modo que en las comidaspúblicas. La custodia de los oráculos relativos alEstado corre a cuenta de los reyes; bien que de ellosdeben ser sabedores los Pythios o consultoressacros. El conocimiento de ciertas causas está

    38 Eran los Proxenos unos comisarios o cónsules encargadosde los negocios de las otras ciudades, en cada una de lascuales, había otro Proxeno nombrado por los Espartanospara agente de sus intereses. Los Pythios y el agorero asesorde los reyes venían a ser, si se me permite la expresión, losteólogos del Estado.39 Las leyes de Licurgo obligaban a que los Espartanoscomiesen en comunidad repartidos en sus respectivosrefectorios o Sysitia, como se llamaban, en los que los reyescon sus Éforos y Gerontes formarían mesa aparte.

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    reservado a los reyes; si bien estas son únicamente:1º. Con quién debe casar la pupila heredera que nohubiere sido desposada con nadie por su padre: 2º.Todo lo que mira al cuidado de los caminospúblicos: 3º. Toda adopción siempre que uno quieratomar por hijo a otra persona, debe celebrarse enpresencia de ellos: 4º. El poder asistir y tomarasiento entre los Gerontes o senadores reunidos deoficio, que son 28 consejeros del Estado; y cuandolos reyes no quieren concurrir a la junta, hacen enella sus veces los senadores más allegados a los mis-mos, de suerte que añaden a su propio voto dosmas, a cuenta de los dos reyes.

    LVIII. Ni son las únicas demostraciones dehonor hechas en vida a los reyes, sino que enmuerte hacen con ellos estás y otras los Espartanos.Lo primero, unos mensajeros a caballo van dando lanoticia de la muerte por toda la Laconia, y por laciudad van unas mujeres tocando por todas lascalles su atabal. Al tiempo que esto pasa, es forzosoque de cada familia dos personas libres, un hombrey una mujer, se desaliñen y descompongan en señalde luto, so graves penas si dejan de hacerlo; desuerte que la moda de este luto entre losLacedemonios en la muerte de sus reyes, es muy

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    parecida o idéntica a la que usan los pueblosbárbaros en el Asia, donde estilan hacer otro tantocuando mueren sus reyes. Porque cuando muere elrey de los Lacedemonios, no solo los Espartanosmismos, sino los naturales o vecinos de todaLacedemonia, es necesario que concurran en ciertonúmero al entierro. Juntos, pues, en un mismo lugary en determinado número, ya los dichos vecinos, yalos Ilotas, ya las mismos Espartanos, todos encompañía de las mujeres, se dan golpes muy deveras en la frente, moviendo un gran llanto ydiciendo siempre que el rey que acaban de perderera el mejor de los reyes. Si acontece que muera elrey en alguna campaña, acostumbran formar suimagen y llevarla en un féretro ricamente aseado.Por los diez días primeros consecutivos al entierroreal, como en días de luto público, se cierran lostribunales y cesan asimismo los comicios.

    LIX. En otra cosa se asemejan los Espartanos alos Persas: en que el nuevo rey y sucesor deldifunto, al tomar posesión de la corona, perdona lasdeudas que todo Espartano tuviese con supredecesor o con el Estado mismo, cosa parecida alo que pasa entre los Persas, donde el rey

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    nuevamente subido al trono hace gracia a todos susvasallos de los tributos ya vencidos y no pagados.

    LX. En otra costumbre se parecen a los Egipcioslos Lacedemonios, que consiste en que lospregoneros de oficio, los trompeteros y loscocineros sucedan siempre en las artes a suspadres40; de suerte que allí siempre es trompetero elhijo de trompetero, cocinero el hijo de cocinero ypregonero el hijo de pregonero, reteniendo siemprela herencia de las artes paternas, sin que otra demejor calidad les saque de su oficio. Esto es, ensuma, lo que pasa en Espárta.

    LXI. Hallábase, pues, en Egina Cleomenes,como antes iba diciendo, empleado en procurar elbien común de la Grecia, y Demarato en tanto leestaba malamente calumniando en Esparta, no tantopor favorecer a los Eginetas, como por el odio yenvidia que le tenía. Pero vuelto de EginaCleomenes, llevado de espíritu de venganza, maqui-nó el medio cómo privar del reino a Demarato,contra quien intentó la acción que voy a referir. 40 Este uso, establecido en Egipto por una ley de Sesostris,puede ser útil al buen orden de las clases y al progreso de lasartes; pero sobre parecer contrario a la libertad civil,esclaviza los ingenios, impidiendo lanzarse a los oficios paralos que cada cual se sienta naturalmente inclinado.

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    Siendo Ariston rey de Esparta y viendo que deninguna de dos mujeres que tenía le nacían hijos, secasó con una tercera de un modo muy singular. Ungran amigo de Ariston, de quien él se servía más quede ningún otro Espartano, tenía a dicha por esposauna mujer la más hermosa de cuantas en Esparta seconocían, y era lo más notable que había venido aser la más hermosa después de haber sido la más feadel mundo, mudanza que sucedió en estos términos:Viendo el ama de la niña cuán deforme era su cara,y compadecida por una parte de que siendo hija deuna casa tan rica y principal fuese desgraciada, y porotra de la pena que en ello recibían sus padres,empezó a cargar mucho la consideración sobre cadacosa de las referidas, y para remediarlas tomó laresolución de ir todos los días con la niña fea altemplo de Helena en Esparta, situado en un lugarque llaman Terapua, más arriba de Febeo. Lomismo era llegar el ama con su niña, quepresentarse delante de aquella estatua y suplicar a ladiosa Helena que tuviese a bien librar a la pobreniña de aquella fealdad. Es fama que al volverse undía del templo se apareció al ama cierta mujer y lepreguntó qué era lo que en brazos tenía; dícele elama que tenía en ellos una niña, y la mujer le pide

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    que se la deje ver. Resistíase el ama, dando porrazón que de orden de los padres de la niña a nadiepodía enseñarla; pero como la mujer porfiasesiempre en verla, vencida por fin el ama de lainstancia que le hacía, se la enseñó. Ve la mujer a laniña, y pasándole la mano por la cara y cabeza, ibadiciendo que sería la más bella de las mujeres de Es-parta. ¡Cosa extraña! Desde aquel punto fueponiéndosele otro el semblante. A esta niña, pues,cuando hubo llegado a la flor de su edad, tomólapor mujer Aleto, hijo de Alcides, aquel amigo deAriston a quien antes aludía.

    LXII. Ariston, herido fuertemente y aun vencidode la pasión por aquella mujer, maquinó el siguienteartificio y engaño para salir con su antojo. Entra enun convenio con aquel amigo cuya era la hermosamujer, de darle una prenda, la que más le gustase decuanto poseía; pero con pacto y condición de que elamigo por su parte prometiera darle otra del mismomodo. Ageto, que veía casado a Ariston con otramujer, no recelando remotamente que pudierapedirle la suya, convino en el pacto y trueque de lasprendas, que ambos confirmaron con juramento.Apresuróse luego Ariston a cumplir la palabraempeñada dando la presea que escogió Ageto de

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    entre las de su tesoro, con la mira impaciente derecibir otra tal de parte de su amigo, declarándole alpunto su pretensión y queriendo quitarlo la esposa.Protestábale Ageto que a todo menos a su mujer seextendía el pacto de la promesa; pero obligado alcabo con la fe del juramento y cogido en unescrupuloso lazo permitió que Ariston se fuese consu esposa.

    LXIII. De esta manera Ariston, divorciándosecon su segunda esposa, se casó con esta terceramujer, la cual dentro de breve tiempo, aun antes deldécimo mes, le parió aquel Demarato de queíbamos hablando. Puntualmente se hallaba Aristonen una junta con los Éforos, cuando uno de suscriados vino a darle la nueva de que acababa denacerle un hijo. Al oir el aviso, pónese Ariston arecordar el tiempo que había desde que estabacasado con su tercera mujer, contando los mesespor los dedos; y luego: -«¡Por Júpiter! exclama, queno puede ser mío el hijo de mi mujer;» juramento deque todos los Éforos fueron testigos, si bien nadacontaron con él en aquella sazón. Fue despuéscreciendo el niño, y persuadido Ariston de que, sinfalta era hijo suyo, arrepentíase mucho de que antesse le hubiera deslizado la lengua en aquel dicho

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    precipitado. Respecto al niño, la causa de ponerlepor nombre Demarato (el deseado del pueblo)había sido los votos y rogativas públicas a Dios queantes habían hecho de común acuerdo losEspartanos, pidiendo que naciera un hijo a Ariston,rey el más cumplido y estimado de cuantos jamáshubiese habido en Esparta, y por esta razón se dioal recién nacido el nombre de Demarato.

    LXIV. Andando el tiempo, sucedió Demarato enel reino a su difunto padre Ariston, si bien pareceser disposición de los hados que aquel dicho deAriston, sabido de todos, hubiese al cabo de serocasión para que se depusiese del trono a su hijo.De esta mala estrella, según creo, provendría queDemarato se declarase tan contrario a Cleomenes,así antes cuando se retiró desde Eleusina con sustropas, como entonces cuando Cleomenes se dirigíacontra los Eginetas declarados partidarios del Medo.

    LXV. Formado, pues, por Cleomenes elproyecto de vengarse de Demarato, lo primero quehizo para lograrlo fue concertar con Leotiquides,hijo de Menares y nieto de Agis,41 príncipe de la

    41 Conjeturan algunos que el abuelo de Leotiquides seríaAgesilao y no Agis, y que Leotiquides y Demarato seríanprimos.

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    misma familia que Demarato, que en casó de sernombrado por rey en lugar de éste, le seguiría sinfalta en el viaje que meditaba contra Egina. Quisoademás la suerte cabalmente, que fuese Leotiquidespor un motivo particular el enemigo mayor quetenía Demarato, porque habiendo aquél contraídoesponsales con una señora principal llamadaPércalo, hija de Quilon y nieta de Demarmeno,robóle Demarato maliciosamente dicha esposa, ade-lantándosele en contraer con ella matrimonio ycontinuando en tenerla por su mujer, motivo queocasionó grande odio y enemistad entre Leotiquidesy Demarato. Por manejo, pues, de Cleomenes,depone Leotiquides en juicio, con juramento, queno siendo Demarato hijo de Ariston, como no loera en efecto, no tenía derecho legítimo para reinaren Esparta. Jurada una vez la delación, llevabaadelante la causa, reproduciendo las mismaspalabras que Ariston había proferido cuando,avisado por su criado de que le había nacido unhijo, sacada allí mismo la cuenta de los meses dematrimonio, juró que tal hijo no era suyo; de cuyaspalabras asiéndose Leotiquides, porfiaba en que noera Demarato hijo de Ariston, y que no siéndolo, noreinaba en Esparta legítimamente; en prueba de

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    todo lo cual citaba por testigos a los mismosEforos, que hallándose entonces en una junta conAriston, de boca de éste lo habían oído.

    LXVI. Divididos, pues, los ánimos y pareceresen tan grave contienda, pareció a los Espartanosque se consultase sobre el punto al oráculo enDelfos si era o no Demarato hijo de Ariston. Bieninformada quedó la Pythia del asunto por la mañaque se dio Cleomenes en prevenirla, pues en aquellasazón supo ganarse a un cierto Cobon, hijo deAristofanto, el sujeto que más podía en Delfos, porcuyo medio logró sobornar a la Promantida, que sellamaba Periala, para hacer decir al oráculo lo queCleomenes quería que dijese. En una palabra: laPythia respondió a la consulta de los diputadosreligiosos que Demarato no era hijo de Ariston; sibien algún tiempo después, descubierta la trama ypublicada la calumnia, ausentóse Cobon de Delfos,y la Promantida Periala fue privada de su empleo.

    LXVII. He aquí lo sucedido en la causa dedeposición del trono contra Demarato, quiendespués, por motivo de una nueva afrenta que se lehizo, huyendo de Esparta se refugió a la corte de losMedos, porque depuesto ya de su dignidad, fuedespués nombrado para un empleo, que era la

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    presidencia de una danza de niños. Sucedió queestando Demarato viendo y presidiendo aquellafunción en tiempo de las Gimnopedias (juegospúblicos de niños desnudos)42, Leotiquides, queocupaba ya su silla de rey, hizo que un criado lepreguntase de su parte, por mofa y escarnio, qué talle parecía presidir de corifeo después de haber man-dado como rey. A cuya injuriosa preguntarespondió lleno de resentimiento Demarato, quebien sabía por experiencia lo que uno y otro venía aser, al paso que Leotiquides aun lo ignoraba; peroque entendiese bien que aquella su insolentepregunta sería para los Lacedemonios origen degran dicha o de miseria suma. Dijo, y embozado,salióse luego del teatro para su casa, y sin dilaciónalguna prepara un sacrificio y ofrece al dios Júpiterun buey, concluido lo cual hace llamar a su madre.

    LXVIII. Apenas llega ésta, cuando toma el hijolas asaduras de la víctima, póneselas en las manos yle habla en estos términos: -«Por los dioses todosdel cielo, y en especial por este nuestro Júpiter

    42 Mucho contrastan con la severidad de Licurgo esasindecorosas danzas introducidas por él en su patria.

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    Herceo,43 cuyas aras toco con mis propias manos,os suplico, madre mía, y os conjuro que,confesando ingenuamente la verdad, me digáisprecisamente quién fue mi padre. Sabéis comoLeotiquides depuso en juicio contra mi corona que,estando vos embarazada del primer marido, vinisteisa casa de Ariston. No faltan aún otros que hacencorrer otra fábula más desatinada, diciendo de vosque, solíais tratar mucho con uno da vuestroscriados, y por más señas dicen que con el arriero decasa, de manera que me hacen pasar por hijo devuestro arriero. Por Dios, señora, que me digáisahora la verdad sin empacho ni embozo, que alcabo, si algo hubo de esto, no habéis sido laprimera, ni seréis la última en ello: ejemplos ycompañeras se encuentran para todo. Por fin, lo quecorre en Esparta por más válido es que Ariston erade su naturaleza infecundo, pues de otro modohubiera tenido sucesión de sus primeras mujeres.»Así se explicó el hijo con la madre; la madre lereplicó así:

    43 Solían en el patio de las casas o delante de él levantar losgentiles un altar y una estatua a Júpiter Herceo o presidente dela luna.

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    LXIX. «Ya que con tus palabras me obligas, hijomío, a que te hable claro, voy a decírtelo todo sinencubrirte cosa alguna. Has de saber que la terceranoche a punto después que me llevó a su casaAriston, acercóseme un fantasma, en figura de élmismo, durmió conmigo y púsome, después en lacabeza una guirnalda que llevaba: hecho esto, medejó y vino luego a mi lecho Ariston. Al verme conaquella, corona, pregúntame quién me la habíadado, y respondiéndole yo que él mismo, dícemeque no hay tal. Yo no hacía más que jurar una y milveces que él había sido en efecto, y que muy malhacía en querérmelo negar, sabiendo que muy pocoantes había venido, estado conmigo y puéstomeaquella misma corona. Como vio Ariston cuánto meafirmaba en ello y cuán de veras se lo juraba, cayóen la cuenta y persuadióse de que sería aquella cosamisteriosa y de orden sobrenatural, a lo cual hubodos motivos que mucho le inclinaron: uno, porquese veía haber sido tomada la corona de aquel heroo44

    que cerca de la puerta del patio de nuestra casa estálevantado en honor de Astrabaco; otro, queconsultados sobre el caso los adivinos,

    44 Heroo es una capilla o templo dedicado a algún héroe osemidios pagano.

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    respondieron no haber sido otro el que vino averme que el mismo héroe Astrabaco. He aquí, hijo,cuanto deseas saber; no hay medio: o eres hijo deun héroe, y entonces tu padre es Astrabaco, ocuando no lo seas, eres hijo do Ariston, pues de unode los dos aquella noche te concebí. Y por lo quemira a la razón con que mayor guerra te hacen tusenemigos, alegando contra tu legitimidad que elmismo Ariston al recibir el aviso de tu nacimientodijo delante de muchos que tú no podías ser suyopor no haber pagado diez meses, entiende, hijo, quese le deslizaron, aquellos palabras por no saber loque suele pasar en tales asuntos, pues las mujeresparen unas a los nueve, otras a los siete meses, noesperando siempre a que se cumplan los diez, y yocabalmente parí sietemesino; de suerte que nomucho después de su dicho conoció el mismoAriston haber sido muy simple en lo que habíahablado. Créeme a mí y déjales decir esas otrasnecedades acerca de tu generación, pues lo que hasoído es la pura verdad. Esotro de arrieros, guárdelopara sí Leotiquides y para los que hacen correr talpatraña, y quiera Dios que sus mujeres no paransino de sus arrieros.» Hasta aquí habló la madre.

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    LXX. Demarato, oído lo que quería saber,preparó lo necesario para el viaje que meditaba.Esparce la voz que va a Delfos para consultar aloráculo y encaminase en derechura hacia Hélida.Los Lacedemonios, recelándose de que pretendíahuírseles, le siguieron los alcances; pero llegados aHélida, hallaron que se les había adelantado haciaZacinto45. Pasan luego allá y pretenden echarsesobre Demarato, y en efecto, le quitan todos suscriados; pero como los Zacintios se opusiesen aaquella prisión no queriendo entregar al fugitivo,pasó éste al Asia y se refugió a la corte del reyDarío, quien acogiéndole con real magnificencia, leseñaló Estados, dándole algunas ciudades para sudominio. Tal fue el motivo y la forma de la retiradaque hizo al Asia Demarato y tal la buena acogidaque la suerte le procuró: varón ilustre entre losLacedemonios, así por sus muchos hechos y dichosmemorables, como en especial por haber alcanzadola palma en la carrera de las carrozas de Olimpia;gloria que entre todos los reyes de Esparta él solohabía logrado.

    LXXI. Volviendo a Leotiquides, hijo deMenares, que ocupó el trono de que había sido 45 La moderna Zante.

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    depuesto Demarato, tuvo un hijo por nombreZeuxidemos, a quien algunos Espartanos suelenllamar Cinisco, el cual por haber muerto primeroque su padre no llegó a reinar en Esparta, dejando almorir un hijo llamado Aquidemo. MuertoZeuxidemo, casó Leotiquides, su padre, ensegundas nupcias con Euridama, hija de Diactoridesy hermana de Menio. En ella no tuvo hijo algunovarón, pero sí una hija con el nombre de Lampito,la que el mismo Leotiquides dio por esposa a sunieto Arquidemo, el hijo de Zeuxidemo.

    LXXII. Leotiquides, en castigo sin duda de lainjuria cometida contra Demarato, no logró lafortuna de tener en Esparto una dichosa vejez. Sudesventura procedió de que, capitaneando las tropaslacedemonias contra Tesalia, aunque tuvo en sumano subyugar todo el país, se dejó corromper conuna gran suma de plata. Cogido, pues, en susmismos reales con el hurto en las manos, pues lohabían hallado sentado encima de una gran valijallena de dinero, fue por ello acusado en Esparto, ycitado a comparecer allí en juicio, huyóse a Tegea46,donde acabó sus días, habiendo sido arruinada sucasa en Esparta por sentencia del tribunal: sucesos 46 Al presente es un fuerte llamado Muchli.

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    que, por más que los note aquí, acaecieron algúntiempo después.

    LXXIII. Pasemos a Cleomenes, quien al ver quele había salido bien su intriga contra Demarato,tomando consigo a Leotiquides, su nuevo colega ypartidario, encaminóse luego contra Egina, poseídodel enojo y del ardiente deseo de vengar el desacatoque allí se le había hecho. No osaron los de Egina,viendo venir contra ellos a los dos reyes, hacerlesresistencia, con lo cual los reyes entresacaron a susalvo diez sujetos de Egina, los de mayorconsideración, ya por lo rico, ya por lo noble de susfamilias, e incluidos en este número Crio, el hijo dePolícrito, y Casambo, hijo de Aristócrates, los dossujetos de mayor crédito y poder en la isla, sellevaren presos a los diez, y pasando con ellos alÁtica, los confiaron en depósito y custodia a losAtenienses, los mayores enemigos que tuviesen losEginetas.

    LXXIV. Pero Cleomenes, después de lo quellevo referido, temiendo mucho el resenti