Los trepadores

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1 Los trepadores Generalidades La mayor parte de la gente mejora su vida trabajando duramente y en forma constante, pero hay otros que planifican su accionar con el fin de llegar más lejos que los demás, buscando la forma que les permita subir posiciones hasta llegar a cargos importantes. Estamos hablando de los trepadores. Cada uno de ellos tiene un estilo diferente, pero las características son comunes a todos. El deseo de trepar la pirámide del poder, en algunos casos, es tan compulsivo que puede compararse a una adicción. Si así fuera, estas personas difícilmente podrían gozar de su propia vida. Todo quedaría, para ellos, en segundo lugar: la familia, los amigos, la tranquilidad y hasta los propios gustos personales. Debemos, sin embargo, diferenciar la época actual de las anteriores, ya que hoy la acción de “trepar la pirámide del poder” es muy distinta respecto a la que, tradicionalmente, era común hace muchas décadas. Antes, los que lograban ocupar altos cargos eran, en su mayoría, gente que pertenecía a la misma corporación o relacionada con ella; todos eran conocidos y apreciados por la fuente del poder y merecedores de cierta confianza. De acuerdo con esto, para trepar la pirámide era necesario lograr primero un mayor aprecio, cosa que los trepadores “profesionales” lograban utilizando cualquier método, hasta desarrollando planes muy bien estudiados para obtenerlo. En la actualidad, las grandes empresas suelen recurrir a otro sistema para llenar los huecos de ejecutivos en sus organigramas o crear nuevos puestos de acuerdo a las crecientes necesidades operativas del mercado, hoy mucho más complejo. Desde hace un tiempo, debido a las nuevas tecnologías y a los sistemas de gestión cada vez más sofisticados, las fuentes del poder prefieren recurrir a Estudios Especializados, compuestos por numerosos profesionales, con el objeto de hallar en el mercado los

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Los trepadores

Generalidades

La mayor parte de la gente mejora su vida trabajando duramente y en forma constante, pero hay otros que planifican su accionar con el fin de llegar más lejos que los demás, buscando la forma que les permita subir posiciones hasta llegar a cargos importantes. Estamos hablando de los trepadores. Cada uno de ellos tiene un estilo diferente, pero las características son comunes a todos. El deseo de trepar la pirámide del poder, en algunos casos, es tan compulsivo que puede compararse a una adicción. Si así fuera, estas personas difícilmente podrían gozar de su propia vida. Todo quedaría, para ellos, en segundo lugar: la familia, los amigos, la tranquilidad y hasta los propios gustos personales.

Debemos, sin embargo, diferenciar la época actual de las anteriores, ya que hoy la acción de “trepar la pirámide del poder” es muy distinta respecto a la que, tradicionalmente, era común hace muchas décadas. Antes, los que lograban ocupar altos cargos eran, en su mayoría, gente que pertenecía a la misma corporación o relacionada con ella; todos eran conocidos y apreciados por la fuente del poder y merecedores de cierta confianza. De acuerdo con esto, para trepar la pirámide era necesario lograr primero un mayor aprecio, cosa que los trepadores “profesionales” lograban utilizando cualquier método, hasta desarrollando planes muy bien estudiados para obtenerlo.

En la actualidad, las grandes empresas suelen recurrir a otro sistema para llenar los huecos de ejecutivos en sus organigramas o crear nuevos puestos de acuerdo a las crecientes necesidades operativas del mercado, hoy mucho más complejo. Desde hace un tiempo, debido a las nuevas tecnologías y a los sistemas de gestión cada vez más sofisticados, las fuentes del poder prefieren recurrir a Estudios Especializados, compuestos por numerosos profesionales, con el objeto de hallar en el mercado los

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mejores candidatos para ocupar los cargos que necesitan. (También pueden "robarlos" a otras Empresas).

Cuando se encarga una búsqueda a un Estudio, intervienen psicólogos y hasta psiquiatras con otros numerosos especialistas, los cuales buscan profesionales jóvenes que tengan el perfil requerido, los conocimientos necesarios y la actitud psicológica adecuada en cada caso. Los someten a estresantes entrevistas hasta ubicar a dos o más postulantes válidos, que someten luego al criterio de la empresa solicitante, para que elija entre ellos. Los verdaderos trepadores son, en este caso, los numerosos candidatos que frecuentan masivamente los despachos de los seleccionadores, entregando sus curriculum vitae como muestras de capacidad y experiencia, con la esperanza de conseguir una oportunidad que tal vez no llegue nunca.

De todas maneras, y aún con menores posibilidades de lograr altos puestos, los trepadores de antaño siguen existiendo, con el siguiente perfil tradicional:

Características

Supongamos que un “trepador” ocupe inicialmente una posición intermedia en una pirámide de mandos que pertenezca a una Corporación u Empresa y anhele escalar posiciones hasta la cúspide. Puede tener, o no, un título profesional, pero generalmente estas personas están bien preparadas y conocen perfectamente los temas relacionados con su propia formación. Nuestro “trepador” tiene una fuerte personalidad y, sobre todo, posee excelentes dotes de planificador. Su voluntad para triunfar es muy fuerte. Todas estas condiciones no son fuera de lo común, ya que pueden considerarse naturales

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en cualquier persona pero, lo que distingue especialmente a un trepador, es su actitud dentro de la Empresa, desde cuando comienza a trabajar en ella. En efecto, aparte de cumplir sus quehaceres con la mayor competencia, surge en él el deseo de estudiar la misma Empresa por dentro. Conoce la importancia de saber quién es quién y donde están las fuentes del poder. Luego, tendrá interés por conocer las relaciones internas y como se desarrollan las comunicaciones entre los Directores, Gerentes y Jefes. Buscará los puntos mejorables en la misma Empresa y, especialmente, los que competen al área que ocupa. Sentirá también curiosidad para averiguar que tipo de amistad tiene la fuente del poder con otros miembros de la organización, y también los contactos que tiene fuera de la empresa. De la misma manera, le interesará conocer las opiniones y preferencias de todos los altos jefes sobre cualquier tema: política, deporte, hobby, tiempo libre, etcétera.

Comportamiento

Para nuestro personaje es importantísimo, vital, darse a conocer y relacionarse con los altos jefes y la fuente del poder. Para lograrlo, usará el método “utilice los amigos de los amigos” Nunca intentará una relación directa, sino a través de ellos. Para conseguirlo (es una larga tarea), es posible que deba recurrir a cadenas de otros contactos. No es tarea fácil tampoco, porque nadie debe enterarse de estos intentos, de otra manera podría fracasar. Si los altos jefes suelen jugar al tenis, aprenderá a jugar, lo mismo sucederá con el golf o cualquier otro deporte o hobby. Podrá frecuentar los mismos clubes, pero tendrá cuidado de no hacerlo solo, sino junto a conocidos o amigos de ellos (deberá esperar hasta lograr los contactos, y esto requiere simpatía y diplomacia). También se cuidará de no hablar nunca de trabajo en cualquier encuentro fuera la oficina: sería muy contraproducente.

Estando en la Empresa, seguirá generalmente los siguientes principios: Nunca criticará a nadie ni dará opiniones personales sobre temas de trascendencia. Sus conversaciones estarán relacionadas principalmente con el propio trabajo y lo hará con profesionalidad y también con toda gentileza, dando la impresión a la otra parte que se la respeta en sumo grado, tapando, si es necesario, los propios valores sin pero desmerecerlos. En efecto, no deberá crear situaciones de envidia hacia él, tanto como persona ni en relación a su competencia. Nunca hará comentarios detallados sobre su propia familia, su situación personal, etcétera. Solamente expresará generalidades sobre temas que lo conciernen, tanto para no llamar la atención ajena. Nunca se introducirá en grupos de personas que compartan opiniones. Con esta actitud logrará que todos lo estimen por competente, buena persona, reservado y confiable.

Lostiempos

El tiempo es muy importante. Es difícil avanzar rápidamente, salvo en casos muy especiales. Deberá vencer la impaciencia para no cometer errores de apresuramiento; el mundo está lleno de trepadores fracasados, triunfan siempre unos pocos: los mejores. Solamente cuando el trepador esté convencido que todas las condiciones están cumplidas, entrará en acción, cambiando paulatinamente de actitud. Comenzará la caza a todos los errores importantes que encuentre, responsabilizando a quién corresponda o criticando los procedimientos que crea mejorables en las áreas que le competen, introduciendo también su interés en otras relacionadas. Emitirá algún informe inteligente a sus jefes con copias a Jefes superiores, siempre acompañados con propuestas adecuadas a cada situación. Naturalmente habrá conseguido previamente la autorización

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para presentarlos, de otra manera se habría expuesto a un fracaso rotundo. Nunca presentará un segundo proyecto antes que el primero haya sido "digerido". Tal vez el mismo pudo haber sido encajonado por cualquier motivo de política interna, pero el trepador habrá conseguido de todas maneras su objetivo: darse a conocer.

El poder nunca es generoso, pero concede crédito y confianza

Se debe considerar que el poder es siempre muy desconfiado y nunca es generoso: jamás premiará a nadie con ascensos, a menos que lo encuentre conveniente para él o para la Empresa. Sin embargo, la opinión que el Poder tiene del trepador tiene mucho valor y constituye un punto vital para conceder al mismo la confianza que necesita cuando piensa que sus opiniones están acertadas. Claro, el trepador habrá sabido cumplir adecuadamente su plan de acción. Con esta premisa, comenzarán sus ascensos.

Comentarios:

= Analizando el tema, se nota que las dos funciones principales del trepador son: la de obtener la confianza del Poder y la de promocionarse a costa de cualquier circunstancia. Esto encierra algunos peligros, ya que la misma acción del trepador pudo haberse iniciado por intereses espurios, que luego podrán ser denunciados. Existen también trepadores que nunca triunfaron por sus propios méritos, y llegaron empujados por intereses de poderes ajenos.

= Las características y el comportamiento del trepador, detallados anteriormente, constituyen una descripción perfeccionista de los mismos. Naturalmente cada uno de ellos tiene su estilo y podrá modificarlos, pero la finalidad será siempre la misma: escalar posiciones.

= Los trepadores encuentran generalmente mejor campo de acción en las Empresas del Estado, porque los vaivenes políticos favorecen su gestión, a pesar da los cambios en la Dirección y en la misma política. Ellos, pase lo que pase, estarán casi siempre en primera línea.

Compañeros de trabajo: El trepa

A lo largo de diferentes entradas dentro de la categoría de supervivencia social, voy a ir

describiendo a toda la fauna que os vais a poder encontrar como compañeros de trabajo

según os vayáis adentrando en el mercado laboral, y voy a compartir con vosotros unos

consejos que espero os ayuden a lidiar un poco con ellos, ya que tendréis que

aguantarlos sí o sí.

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Encabezando la lista por su nivel de peligrosidad dentro del mundo laboral, nos

encontramos con el más conocido y famoso, el trepa. Posiblemente muchos ya habréis

oído hablar de él y más o menos tendréis ya alguna idea del comportamiento de este

personaje. Pues bien, os voy a decir según mi experiencia, que la gente tiende a

subestimar la peligrosidad de este tipo de individuos por confundirlos con el típico pelota,

pero no es así, el trepa va más allá, y ahora voy a analizar un poco su “modus operandi”

para que seamos capaces de identificarlo y saber como comportarnos con él, porque

creedme, puede resultar más complicado de lo que parece identificar a un buen trepa, y

ahí reside su gran peligro.

Pero en primer lugar, voy a definir al trepa en unas pocas líneas que nos darán una idea

general de sus motivaciones que nos servirán para comprender los diferentes puntos que

trataré en la entrada de hoy.

El trepa es un empleado por lo general medianamente competente pero no lo suficiente

como para poder destacar en su puesto de forma genuina, por lo que recurre a las

falacias, rumores, desprestigios, peloteo, dobles máscaras y un sinfín más de artimañas

que va desarrollando de forma sutil a su alrededor con dos propósitos, el primero evitar

que cualquier otro compañero logre destacar de forma genuina, y el segundo, intentar a

toda costa ganarse a sus superiores para ascender en la jerarquía de la empresa. Esto

que estás leyendo puede parecer muy de depredadores ejecutivos y altos cargos de

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grandes multinacionales, pero la realidad es que te vas a encontrar trepas en cualquier

puesto, ya sea de dependiente en una tienda, de reponedor en un almacén o repartiendo

panfletos publicitarios por los buzones.

Bien, el primer concepto que debemos tener claro de la definición, es que el trepa no tiene

porque ser un mal empleado como mucha gente piensa. Al contrario, el trepa por regla

general suele ser un buen profesional dentro de su campo, pero como hemos dicho, se

queda ahí, simplemente un buen profesional. Posiblemente esto fuese más que suficiente

para que una persona normal y de buena ética se sintiese bien consigo misma, para poco

a poco ir mejorando con la experiencia para poder llegar a más, o sencillamente para ser

valorado en su puesto (no a todos nos gusta tener cargos importantes o mandar). Pero el

trepa no es así, el trepa en su interior está lleno de inseguridades, además de tener una

escala de valores personales muy superficial (del tipo tanto tienes, tanto eres) y todo esto

lleva al trepa a comportarse como lo hace.

En el fondo, el trepa es consciente de su incapacidad para destacar de forma natural y

genuina en su puesto, pero es una persona ambiciosa en el sentido más superficial de la

palabra, además de estar lleno de inseguridades y miedos personales que necesita aliviar

demostrándose así mismo que puede llegar a ser alguien importante. Esto le lleva a

actuar con la lógica siguiente: “Para destacar en mi grupo de trabajo y poder ascender,

debo conseguir que mis superiores me vean como al mejor de mi grupo, pero en el fondo

soy consciente de que no soy capaz de ello por mis propios medios, por lo que la única

manera que me queda de destacar y sobresalir, es mantener al resto de mis compañeros

por debajo mía cueste lo que cueste para que mis jefes perciban que estoy destacando y

así poder ascender”. Sé que si eres una persona con cierta ética esto puede parecer

descabellado, pero así es el trepa, y conociendo la raíz que provoca su comportamiento

seremos capaces de identificarlo y saber cómo actuar.

Bien, una vez conocidas las motivaciones que llevan al trepa a hacer lo que hace, voy a

tratar varios puntos que nos ayudarán a identificarlo:

El trepa puede parecer una persona amable y agradable contigo, pero su objetivo no es

más que evaluarte, ver si eres una amenaza, o sencillamente le sirves para utilizarte

sacándote información que pueda utilizar en su provecho, o desprestigiando a otro

compañero. Si un compañero comienza a hacerte muchas preguntas personales, o a

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llenarte la cabeza de comentarios y críticas hacia el resto de compañeros, es muy posible

que estés ante un trepa.

Otra pauta de comportamiento que nos ayudará a identificar al trepa, es que dedicará

gran cantidad de tiempo y esfuerzo a tareas que si bien, no son las más prioritarias, si

resultan las más llamativas visualmente, como por ejemplo ponerse a ordenar los

archivadores de cierres fiscales de años anteriores a pesar de que en la oficina todos

andan hasta arriba de trabajo por el cierre fiscal actual, o ponerse a limpiar el almacén de

una pequeña tienda un Sábado por la tarde a pesar de ser el día más fuerte de ventas y

con más afluencia de clientes. ¿Su objetivo?, sencillo, poder mostrar lo que ha hecho a su

superior y decir “Lo he hecho yo” para intentar ganar puntos.

Para terminar, el trepa jamás valorará el trabajo de otro compañero, más bien todo lo

contrario, intentará minimizar los logros ajenos e incluso hasta desprestigiarlos. Que un

compañero ha cerrado una gran venta, el trepa lo justificará diciendo que ha sido suerte,

que el cliente ya venía predispuesto, etc. Que en el restaurante, un compañero es capaz

de llevar un par de mesas más que el resto de compañeros, el trepa lo desprestigiará

diciendo que tal vez sea rápido, pero que su trato con los clientes es mediocre. En

resumen, siempre habrá una excusa para desprestigiar los logros y virtudes del resto de

compañeros.

La figura del “trepa” y su identificación grafológica

Comúnmente se conoce al “trepa” como una figura del ámbito laboral caracterizada por lo

que la misma denominación dice, trepar, escalar puestos, ansiar subir sin medida con la

muda ambición de conseguir su objetivo, pese a quien pese y caiga quien caiga.

El mencionado objetivo del “trepa” suele tener que ver con la satisfacción personal en el

área del reconocimiento laboral o en el campo de lo material. Necesitan esa

compensación como contrapeso a un sentimiento de inferioridad y a una conciencia de

deficiente potencial propio, que les genera frustración y, por tanto, necesidad de

reafirmación por parte de entes ajenos a la propia personalidad.

Del mismo modo que, en medio de una frondosa selva, la planta trepadora se sustenta en

otras más resistentes para poder crecer y alcanzar la luz, apenas visible entre la espesa y

alta vegetación, el “trepa” busca apoyos sobre los que avanzar y subir durante un tiempo

y que, a su vez, le sirvan de escalón para alcanzar otros, y otros, y otros más… La

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ambición del trepa es ciega, como la fronda espesa, y sólo ve el objetivo: la luz, el

prestigio, el reconocimiento, la recompensa económica.

Características básicas del “trepa”

No compartir información con el resto de compañeros.

En caso de compartir información, lo hace con extrema cautela, guardando un as o dos en

la manga, y siempre con la intención de obtener algo del otro en beneficio propio.

Se cree autosuficiente y nunca reconoce la labor y el mérito de la persona que le

transmitió conocimientos.

Suele atribuirse como propio los méritos de otros o del equipo.

Suele pegarse y tratar de ganarse la confianza y la amistad de las personas a las que

pretende igualar y después superar (“persona escalón”), mostrando actitudes de

desprecio y desvaloración hacia el resto.

Es individualista, amante del secretismo y la ocultación, actúa a hurtadillas y sólo se

manifiesta cuando necesita “apoyarse” en alguien y succionarle para su propio

aprovechamiento.

Visto lo anterior, los rasgos que en suma caracterizan la figura del trepa configuran la

fórmula:

Poco potencial + Ambición desmedida + Egoísmo + Individualismo

La escritura del “trepa”. Su interpretación grafológica:

.

1) Falta de correspondencia entre las aspiraciones manifestadas y el potencial real:

el cuerpo del escrito suele presentar diferencias notables con el trazado de la firma.

2) Reserva y ocultamiento: ondulación en las líneas, rasgos filiformes, óvalos

cerrados o cegados, firma ilegible o envuelta en capas por la rúbrica.

3) Ambición: mayúsculas grandes, firma ascendente y de tamaño mayor que el

texto.

4) Rasgos de egoísmo: presencia de ganchos en las jambas, trazado del

óvalo en sentido de las agujas del reloj, exceso de bucles, escritura regresiva.

5) Individualismo: escritura desligada, rúbrica envolvente.

6) Desconfianza: puntos o rayas innecesarios en el escrito, inclinación

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invertida, rasgos en punta o en actitud de defensa hacia la zona

derecha, rasgo del escorpión.

Los psicólogos, sociólogos y profesionales que han estudiado e indagado en el

comportamiento de esta figura, en el ámbito de la empresa y de los recursos humanos,

han incidido en que uno de los signos distintivos del “trepa” o trepador, sorprendente

como poco, es precisamente que no se distingue o detecta su actitud hasta una vez haber

trepado.

Su comportamiento es insidioso y sutil, enmascarado por la apariencia de un buen

profesional, con grandes habilidades sociales y una notable empatía.

Podría decirse, a favor de la grafología, que estudiando la escritura de una persona,

candidata a un puesto en la empresa o ya trabajador de la misma, se puede

desenmascarar al “trepa”, pues, aunque su comportamiento externo pueda pasar

desapercibido y oculto a los demás, no puede ocultarse ante sí mismo y, por tanto,

tampoco ante los rasgos propios de su escritura, su esencia innata, su imagen auténtica

reflejada sólo para sus ojos y para los ojos del grafólogo.

El ascenso del trepador

Muchas colectividades humanas se ven infectadas por parásitos sin escrúpulos, dispuestos a

saltar por encima de cualquiera con tal de conseguir su beneficio personal.

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¿De cuántas infamias se compone el éxito?, se preguntaba Balzac. Existe una ambición sana que

empuja a la superación, al esfuerzo y a la búsqueda de la excelencia, pero a su lado está la

ambición mezquina de quien sólo aspira a ascender en la escala social o la profesional sin reparar

en los medios empleados para ello. Desgraciadamente, la segunda tiende a imponerse sobre la

primera hasta el punto que el propio término «ambición» se ha alejado de su sentido originario. En

latín «ambitio» designaba simplemente las gestiones que debían hacer los candidatos para

conseguir el voto por vías legítimas (en oposición a «ambitus», que eran las intrigas y las

conspiraciones fraudulentas). Hoy carga con toda clase de connotaciones peyorativas.

La figura que mejor encarna el concepto negativo de la ambición es el trepador: la persona que

pone toda su atención e invierte todas sus energías en alcanzar puestos más altos dejando de lado

los principios morales y saltándose todas las reglas del juego. La literatura y el cine han recreado

con frecuencia el tipo del trepador, de innegable atractivo literario por cuanto representa una forma

especial de maldad bastante extendida en muchas colectividades humanas. Es la del parásito sin

escrúpulos, dispuesto a saltar por encima de cualquiera con tal de conseguir su propósito, con el

pensamiento focalizado en la única meta de su beneficio personal. En su película 'El apartamento'

muestra Billy Wilder el personaje de Bud Baxter, empleado de una importante empresa de seguros,

quien vive pendiente de que sus superiores le recomienden para un ascenso en la casa. Para ello

trata de complacerlos a toda costa, prestándoles las llaves de su apartamento para sus devaneos

amorosos. Odioso y a la vez entrañable, cegado por la ambición pero también víctima del abuso de

unos jefes a quienes es incapaz de enfrentarse, Baxter encarna una de las dimensiones más

características del trepador: la del adulador servil deseoso de agradar a aquellos de quienes

espera obtener la recompensa correspondiente.

Pero el trepador más aquilatado, el arribista perfecto, no se limita a hacer carrera por su cuenta

como el desdichado de Baxter. Compromete también a la gente que le rodea, y en especial a los

compañeros de trabajo en quienes ve en una doble condición: la de rivales y la de instrumentos.

Por una parte, teme que sean ellos quienes obtengan el puesto o rango al que están aspirando a

encaramarse. Por otra, los utiliza en su propio provecho. De ahí que el trepa tenga que mantenerse

en constante estado de vigilancia, atento a cortar las situaciones en donde los otros puedan

hacerle sombra pero al mismo tiempo preparado para adjudicarse méritos ajenos que sirvan a sus

fines.

El parasitismo del trepador es sigiloso. Pocas veces el 'trepa' muestra sus cartas, y a menudo no

es posible reconocerlo hasta que no ha acabado su labor, dejando unos cuantos 'cadáveres' en el

camino. Son especialmente difíciles de detectar en los grupos o empresas grandes, donde las

relaciones son más distantes. Pese a ello, hay una serie de rasgos más o menos comunes que los

delatan y permiten ponerse en guardia ante su presencia. Aparte de atribuirse los éxitos de los

demás ¯destreza de mucho y difícil mérito pero en la que se muestran como auténticos maestros¯,

los arribistas son poco colaboradores; tienden a aguardar el momento en que un trabajo entra en la

fase de resultados para involucrarse en él, en un alarde de economía de esfuerzos. Tampoco el

'trepa' es muy dado a compartir información, ya que la cicatería y el secreto son condiciones sine

qua non para poder medrar sin miedo a que los otros nos tomen la delantera. El buen trepador

sabe utilizar a los demás en beneficio propio, pero nunca reconociendo el valor o el esfuerzo

ajenos. Para sacar los máximos frutos de este comportamiento es preciso arrimarse a los mejores;

en este sentido, la táctica del arribista se ha de mover entre la simulación de la amistad y la

colaboración y el uso bien dosificado de la descalificación. Los trepadores adulan y desautorizan

según circunstancias, según personas y según los réditos que una u otra acción vaya a reportarles.

El trepador no conoce las relaciones desinteresadas, la lealtad, el compañerismo ni el respeto a la

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labor del otro: tan sólo ve en cuanto le rodea una oportunidad para el ascenso.

Pero el trepa también sabe hacerse simpático. Su estrategia necesita que los demás confíen en él

y bajen la guardia. Por eso suele poseer habilidades sociales, ser lo suficientemente camaleónico

para adoptar ante cada persona la apariencia que inspire mayor confianza. El trepa no tiene por

qué ser un vago o un mal profesional. Como las plantas trepadoras ¯de ahí su denominación¯ es

fuerte y a la vez flexible, con una enorme capacidad de adaptación al terreno.

¿Egoísmo, individualismo, narcisismo, afán inmoderado de dominio? De todo un poco. En el fondo,

como ya advertía Adler, la ambición esconde profundos sentimientos de inseguridad y de

inferioridad. Pero eso no significa que ante el trepador haya de actuar con lástima. Antes al

contrario, cuando se detecta la presencia de un 'parvenu' de pocos escrúpulos la medida más

inteligente es de plantarle cara de inmediato y hacerle respetar las reglas antes de que empiece a

saltárselas, tome velocidad y ya no haya forma de pararle los pies.

El trepa

Recuerdo que al poco de que el Sr. Martínez empezara a trabajar, su Dtor. Gral. tuvo a bien agotar los restos del presupuesto con un ágape de Navidad, no sea que en la revisión anual se lo bajaran. Al poco tiempo, los jefes a partir de un nivel se habían recluido en un corrillo, y los plebeyos sitiábamos los canapés. Observé que entró en la sala un mando intermedio del que me habían advertido que era un trepa. Pensé: “irá corriendo hacia los jefes”. Pero no, se encaminó hacia nosotros, a las vituallas. Pensé: “exageran”. Un minuto después, habiéndose pertrechado de una botella de vino y colocado abundantes copas en una bandeja sobrante, se acercó sonriendo a los jefes. Pensé: “un maestro”.

Ese fue el momento donde se me reveló la complejidad y dureza de los votos de trepa, de los que supe que nunca sería digno. Desvelar las artes de esa profesión y sus abundantes modalidades están fuera de mi alcance, ya me gustaría. Intuyo que no es lo mismo un “trepa” que un “pelota”, un “oportunista”, un “enchufado” o un “manipulador”,

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aunque las habilidades de todos estos personajes suele dominarlas. Tampoco tengo claro si son fruto del propio sistema jerárquico, si comparten genes con el cuco o las plantas trepadoras o si son la evolución lógica de los que en los exámenes copiaban a otros no ya para aprobar, sino para sacar nota. He escogido a Spiderman como símbolo, por trepador, enredador y enmascarado.

De momento me conformo con corregir algunos mitos que adornan esta peculiar figura, y que me parecen inexactos. Como la “trepología” es una ciencia joven no hay axiomas, y comentarios, testimonios y correcciones son bienvenidos:

I. En mi empresa a los trepas los calamos rápido. Eso es que no habéis lidiado con la élite. En caliente, sólo se identifica a los malos trepas.

II. Lo malo de los trepas que es que agotan las oportunidades de promoción. También. Pero lo auténticamente malo es que en el camino siembran la cizaña en los equipos de trabajo, se apropian de los resultados de algunos, salpican la reputación de otros, hacen penoso el trabajo de bastantes y como consecuencia bajan la moral, la confianza y los resultados.

III. El trepa es el culpable de la injusticia de su ascenso. Inexacto. Sin negarle responsabilidad, el principal responsable es el que decide la gratificación o ascenso. Si se deja estafar por el trepa, es que no hace bien su trabajo. Y si lo hace a sabiendas, atenta antes contra la empresa (que es la que paga y sale perjudicada de una decisión errónea) que contra quien se sienta legítimamente heredero del puesto. Los trepas se benefician de las imperfecciones y poca liquidez del mercado laboral intra y extraempresa. Quizá también de que algunos de sus superiores se ven reflejados en ellos.

IV. El trepa es incapaz de trabajar en equipo. Esa impresión da, de cierto distanciamiento y compromiso condicionado con el trabajo de la unidad. Pero lo cierto es que sí que trabaja en equipo, pero no en tu equipo, sino en el que ha creado o se ha adherido, y que le facilita contactos, oportunidades de lucimiento… Trabaja para su “network”.

V. El ascenso del trepa siempre es a costa de otros empleados. Cada vez más ocurre que los puestos son los que se adecuan a la persona y no la viceversa, y si no encaja nadie, se borra del organigrama el puesto. Lo que quiero decir es que no siempre hay que pensar que el trepa roba el puesto, es bastante probable que si no hubiera trepa, desaparecería o no se crearía. El trepa es una fuerza contra el aplanamiento de las estructuras. Ya sé que no es ningún consuelo…

VI. Frente al resto de la plantilla, el trepa es el que antepone su interés en lugar del proyecto o la empresa. Esta definición dejaría a pocos fuera…a ver ese examen de conciencia. Lo que ocurre es que el trepa es mucho más consciente, radical, consecuente y sistemático con ese sentir, y lo antepone no sólo a la empresa, sino a otras consideraciones de tipo ético.

VII. El jefe del trepa es el objetivo de sus esfuerzos y artimañas. Puede parecerlo, pero el foco real del trepa excelente está en el jefe de su jefe. VIII. El trepa es básicamente un mal profesional que promociona halagando a sus superiores. Eso es minusvalorar las amplias habilidades del trepa y la perspicacia de la clase directiva. El trepa suele ser un gran observador y estratega, tener habilidades sociales

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destacadas y profesionales razonables, aunque prefiere buscar otros caminos más rápidos que la abnegación y la deportividad. Los superiores encuentran en él valores añadidos más allá de lo superficial, que es el peloteo. El trepa siempre cubre una necesidad que el resto del equipo no sabemos cubrir.

IX. Todos podríamos ser trepas, pero el resto tenemos dignidad. No es tan fácil. Me remito a la contestación anterior y al hecho de que muchas veces los caminos de los trepas se cruzan y han de competir entre ellos.

X. Ser trepa es cosa de hombres. Bueno, quizá las mujeres tengan en promedio menor impulso genético por el cargo, pero la que lo tiene, también goza de un armamento genético superior al del varón para conseguirlo por vías alternativas, y hablo más de sus habilidades sociales y emocionales que del físico.

XI. El trepa es un advenedizo en los organigramas. Chequea con algún conocido las ramas altas del organigrama de sus empresas y comprueba el porcentaje que está ahí por su trayectoria o esfuerzo, más allá de hagiografías. Seguramente te percates de que en más de una ocasión el auténtico advenedizo es el que no es trepa ni enchufado, sino el que pretende llegar de esa forma tan poco elegante de currar y sacar temas adelante, sin hacer aspavientos, ofendiendo a los demás con un derroche de brillantez, esfuerzo y profesionalidad. Ese es el auténtico advenedizo, la mosca cojonera de las reuniones saturadas de trepas.

XII. El trepa hace mal y lo sabe Puede ser. Pero (y es una observación propia que quizá podría rebatírseme) en una alta proporción ignora conscientemente las consecuencias en los otros de sus acciones. Esto es habitual en las personalidades narcisistas/manipuladoras, donde sólo una fracción entiende lo que ocurre y de hecho lo disfruta. Incluso si lo entiende al principio, con el tiempo llega a creerse que es justa su posición porque es “superior”, o simplemente porque se mueve en una liga donde todos son parecidos y le parece lo natural.

XIII. Al trepa se le puede poner en vereda con un buen corte Es cierto que al trepa se le puede detectar y ser inmune en gran medida a su manipulación. Pero pensar que dejándole en evidencia con una contestación brillante (el pensamiento con que se consuelan muchos de los que lo sufren) no significa que no tenga recursos para salir del apuro y seguir en su línea. Pueden ser muy hábiles gestionando sentimientos y revirtiendo una situación de peligro.

XIV. El trepa siempre acaba encontrando su castigo

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La reglas del trepador

Todos dicen que la vida social es difícil y quienes menos se muestran son quienes gozan

de auténtico linaje o pedigree, así que acá le van algunas reglas básicas para subir y

escalar en la vida, o descubrir a quienes se les llama “trepadores o trepadoras”. Espero

no ofender a ninguna dama que en su juventud haya vivido en el arrabal y tras un buen

casorio, como en el cuento de la cenicienta, su historia cambie y hoy pretenda ocultar su

pasado con anemia cerebral.

UNO.- Los trepadores y las arribistas van a cuanto evento los invitan. Lo mismo a una

graduación, un bautizo en el salón “Quinto Patio” que a la presentación del libro escrito

por un socio rotario y presentado en un hotel de 5 estrellas, la cosa es estar presente; que

lo vea todo el pueblo para que se sepa que es una persona importante y conocida.

DOS.- Busque siempre estar al lado del protagonista o las personas más importantes del

evento. Trate de salir en la foto y si no puede, cuélese o de plano dele una lana al

fotógrafo, esto es esencial, ya que llevarse bien con el fotógrafo o hacerse amiga de él o

ella, le garantiza que siempre será tomado (a) en cuenta. Sí el presidente municipal en

turno NO es de buena cuna y NO posee alcurnia, ni lo dude, no se resbale con él, solo

entable amistad políticamente porque en breve él no será nadie y usted en cambio será o

ya tendrá un lugar ganado en sociedad.

TRES.- De preferencia hágase amiga de todos los reporteros sociales y llámelos por su

nombre. Envíeles regalos en Navidad, aunque sea una botella de vino o una camisa de

oferta y si es mujer, envíele un estuche de cosméticos de la marca más chafa o unas

zapatillas de plataforma (si las consigue de oferta o al costo), como las que usan las

chicas de tacón dorado.

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CUATRO.- Vístase siempre con marcas, aunque sean piratas y las compre en la frontera

de Talismán, en el tianguis del mercado o en Tepito, es importante tener la última bolsa

de L. Buitrón, los lentes de Cocó Chanel y los zapatos de Fendi, aunque sean clonaciones

perfectas hechas por excelentes químicos.

CINCO.- Invéntese un pasado interesante. Si es la tercera o cuarta esposa del hombre

que la sostiene, diga que usted estaba refugiada en un colegio de monjas para niñas bien

cuando él apareció; aclare que es de las mejores familias de algún pueblo perdido por el

norte del país y que su abuelo fundó esa ciudad donde tiene una hacienda con caballos

de sangre pura, o lo más simple, que en la guerra se perdieron los documentos del linaje

de sus abuelos quienes pertenecían a fina aristocracia española y que llegaron huyendo

por acosos y extorciones; todos la van a compadecer y hasta encontrará amigas del

mismísimo falso dolor.

SEIS.- Si puede y su tipo le ayuda invente un pasado noble. Es bueno pertenecer a la

nobleza, si su apellido es simple hágalo compuesto por ejemplo “Pérez y Rodríguez del

Colón o Briones de la Iglesia”, es básico que su apellido suene rimbombante para que no

sea una “Pérez” más del montón o una Pérez cualquiera.

SIETE.- Escriba un libro aunque sea de recetas de cocina y si no sabe escribir contrate a

una persona para que lo haga por usted; esto le dará fama y un gesto interesante y culto;

mucha gente querrá rozarse con usted y estará ganando puntos para estar en la cima de

la alta sociedad.

OCHO.- Diga que se lleva de piquete de ombligo con “La Nena Monterrosa”, “La Güera

Rivadeneira”, “La Nena Orantes, La Chapis González” y el Güero Peñafiel y Monterrosa.

Compre todos los periódicos y revistas de “gente bien” para que esté enterada qué hace y

deja de hacer la gente que “usted, supuestamente conoce”, o sea, de sus presumidas

cuatachas.

NUEVE.- Afirme que estudió en colegio de monjas y si es de fuera en el Oxford o con los

Legionarios de Cristo, si es niña no habrá duda de su honra pero sí es varón invéntese

otro colegio. Si estudió universidad se vale decir que fue a la Ibero, Anáhuac, el Tec y

claro, un año en el extranjero mientras se le despejaba la mente con el pretexto de

estudiar otra lengua. (No de muestras que sus padres la enviaron para que se le

ahuyentara lo ordinaria)

DIEZ.- Compre todas las revistas exclusivas, apréndase de memoria las caras de todos

los que salen, para que cuando los vea en un evento, los salude por su nombre y de beso,

por supuesto, en el cachete. Sea audaz y llevado.

ONCE.- Hágase novio, amante o amigo de alguna persona famosa en sociedad y rico o

hija de millonario, lo importante es que sea ambas cosas. Si puede cásese con él o ella,

ya que cuesta lo mismo enamorarse de un pobre que de un rico.

DOCE.- Participe en todos los eventos de beneficencia que pueda. No importa que sea

para los policías desamparados o la sociedad de mujeres golpeadas y usted sea una de

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ellas. De donativos y asegúrese que la gente lo sepa, si lo escriben en sociales y con foto,

mucho mejor; no haga caso de aquello que dice “que tu mano izquierda no sepa lo que

hace la derecha”. Procure estar siempre en las portadas de sociales, con doscientos

pesos puede lograrlo o haciéndose amiga de la reportera y que crea que usted y ella, son

amigas.

TRECE.- Procure hacer un escándalo, haga una fiesta e invite a pura gente importante

aunque al día siguiente no tenga para pagar la colegiatura de los niños, el sueldo de la

criada y menos para asistir al baby shower de la Heesslerg.

CATORCE.- Aprenda palabras básicas en francés como “croasan” “soufflé” (no diga

bolillo, sino pan francés o baguette) y dé la pronunciación bien marcada, no diga “guey”

que eso es de nacos y la puede delatar de arribista y todo el trabajo realizado se le vendrá

abajo.

QUINCE.- No vaya al fútbol que eso es deporte de nacos y albañiles, procure ir o jugar

tenis, los toros o al golf, haga lo mismo con sus hijos, indúzcalos a deportes de gente

bien. En el tenis usted tendrá la oportunidad de rosarse con gente que, aunque no sabe

de tenis ni hace juego con la raqueta, al menos domina la tribuna y viste trajecitos “ad

hoc” para mostrar las últimas pompas y bubis implantadas por cirujano de moda y que el

esposo paga para gusto de otros.

DIECISÉIS.- Invéntese algo cultural, puede decir que es amante de la pintura y que

maneja la técnica de óleo pero que ahora le gusta diseñar collares con piedritas imitación

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zwarovski y de paso las vende, solo para entretenerse porque en realidad no tiene

necesidad de trabajar. Y si se atreve, contrate un pintor para que le de clases, algo de

arte debe usted tener escondido que le dará un barniz de cultura.

DIECISIETE.- No diga que es evangélica o cristiana, eso la baja de categoría, la hace

verse naca, sobre todo porque ahí se congrega gente de cuna “canalla”, pobretonas,

mujeres sumisas y lloronas así como hombres tibios y de carácter sospechoso; le queda

mejor decir que es amiga o amigo del Obispo de la iglesia católica, quien por cierto la

casó y come en su casa de vez en cuando o le llega a dar la bendición cuando lo

requiere. No cualquiera se codea con el obispo, o sea, sé aparte de la grey católica,

protestante es sinónimo de pobreza, en todos los aspectos y peor si te toman para dirigir

una célula que estarán abusando de tu ignorancia, con el permiso de Cristo.

DIECIOCHO.- En sus ratos libres inscríbase a un grupo de mujeres que se dedican a

estudiar la Biblia y a orar por el mundo y la gente que está peor que usted. A esos sitios

llegan señoras ricas y de alto perraje que le convendrá para hacer amistad y agrandar su

lista, ya que ellas mismas la invitarán a sus fiestas y logrará su objetivo.

DIECINUEVE.- Si su padre fue taxista o chofer, procure no hablar de él, y si lo descubren,

diga mostrando humildad pero sonrojada que tiene una flotilla de autos y que de vez en

cuando maneja uno de estos para saber cómo va el negocio. Hágales creer que es un

hombre sencillo pero con clase, como usted.

VEINTE.- Sí es mujer, utilice minifaldas pequeñas y escotes peligrosos; coquetee con

todo el mundo, no importa el sexo, la edad o la orientación: lo importante es no vivir en el

anonimato, sino en la rica vida pública y social…

VEINTIUNO.- Diga que ya no va a Playita Linda ¡Y menos a la barra!, porque en Semana

Santa se llena de gente desconfiada y prefiere irse a Can Cún o Huatulco, en donde se

supone tiene una casa y llega la gente de su altura (Pero la verdad es que va a Juchitán a

ver a sus padres que sobreviven de la venta de camarón oreado en el mercado).

VEINTIDÓS.- Invéntese vacaciones y diga que se va de viaje al extranjero, cómprese una

despensa y quédese encerrada en su casa por una buena temporada, así estará a la

altura de sus nuevas amistades. Total, los souvenirs puede adquirirlos en cualquier plaza,

y casi toda la gente lo hace.

VEINTITRÉS.- Si se sintió identificado (a) con tres puntos o más, no lo comente. Es usted

un trepador o una arribista.

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Cómo lidiar con un trepa en el trabajo

Dentro de cualquier lugar de trabajo existen una serie de tipologías de compañeros con

los que tendremos que lidiar en nuestra vida profesional y uno que está prácticamente en

todas las empresas es el denominado “trepa”, aquel compañero que quiere, a toda costa,

llegar lo más alto posible en la empresa, sin importar como.

Por esta razón, su primer objetivo es desacreditar a aquel o aquellos compañeros que,

por ser más competentes, pueden sobresalir por encima de él. Para lograrlo, elegirá su

víctima (el trepado), e intentará manipularla y controlarla.

Esto lo logrará difundiendo rumores negativos sobre él o ella, predisponiendo a los

compañeros en su contra, descalificándola y desacreditándola en cuanto tiene ocasión,

pero de un modo sutil, de forma que a la víctima este comportamiento suele pasarle

desapercibido en un primer momento.

Si somos nosotros las víctimas de un trepa, debemos seguir unas pautas de actuación:

- Lo primero es determinar cómo nos está afectando este comportamiento, Deberemos,

en todo momento, intentar mantener el equilibrio emocional, no perder la calma y

mantener la distancia emocional. Debemos determinar una estrategia de actuación y

mantenernos firme en ella.

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- No te enfrentes a él o ella directamente, ya que él, al carecer de escrúpulos, siempre

te ganará en este terreno. Es importante que observes su comportamiento, consigas

pruebas del mismo y procures que haya compañeros que presencien cualquier

interactuación con él.

- Aunque no resulte fácil, debes seguir trabajando como siempre y, si no tienes más

remedio que relacionarte con él o ella, hazlo de forma profesional, sin dejar entrever tus

sentimientos. De ese modo, serás menos vulnerable a tus ataques.

- Ten cuidado con todo lo relativo a la información, como agendas, estrategias, informes,

etc. Sé muy prudente si tienes que compartir información con él, especialmente si eres su

jefe.

Trabajar con un trepa

El trepa: La forma de actuar del trepa gira en torno a un único objetivo: satisfacer sus

ansias de poder. Suele fingir que trabaja, pero en realidad, ni le interesa el trabajo, ni los

intereses de la empresa. Su única obsesión es escalar con el menor esfuerzo y tiempo

posible la pirámide de la organización. No confía en nadie. No puede respetar a sus

amigos porque no los tiene, aunque les hace creer que lo son. Intenta ganarse su

confianza y poder arrebatarle así alguna idea brillante. Ante todo, necesita convertirse en

imprescindible y refuerza esta dependencia atesorando y manipulando la información. El

trepa cree que el hombre ha de ser agresivo, competidor y dominante en todo lo que

hace. Por esta razón, adopta el papel de verdugo antes de que otro lo convierta en

víctima.

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Cómo tratar con él:

Hay que decirle claramente que su juego de humillar y aniquilar ha quedado

descubierto, y que no se está dispuesto a tolerarlo más.

Conviene mantenerse firme en la confrontación, pese a las reiteradas

justificaciones que el trepa esgrimirá al estilo de: "no es lo que tú crees".

Si el trepa reconoce su forma de actuar, se le debe hacer ver que la colaboración

con él será estrictamente profesional. Si el trepa reconoce su forma de actuar,

se le debe hacer ver que la colaboración con él será estrictamente profesional.

Si no reconoce su error, hay que tratar de distanciarse o mantener el menor

trato posible con él.

Ser proactivo no es ser un 'trepa'

En todas las organizaciones hay profesionales más conformistas y otros más

vivaces, miembros colaboradores y otros más individualistas, y también, otros que se

limitan a cumplir su cometido, mientras que existen otros que quieren ir más allá, con tal

de lograr un mejor resultado para su equipo, departamento o empresa.

Respecto a esta última cuestión, tengo que decir que casi siempre he notado que al

miembro del equipo que muestra una actitud más proactiva, siempre se le ha mirado con

cierto recelo, cuando en mi opinión goza de una magnífica actitud para hacer frente a los

desafíos del día a día, mostrando mucho ímpetu a la hora de resolverlos.

Un ejemplo claro es cuando estamos trabajando en un proyecto y surge un imprevisto,

que supone tratar con un tercero un asunto determinado, en este caso, si informamos de

la incidencia a nuestro supervisor, siendo este el que ha de tomar una decisión, podemos

conseguir dilatar en el tiempo su resolución, poniendo en peligro nuestros objetivos. He

aquí su importancia, porque si el empleado es capaz de tirar hacia adelante con

seguridad, identificar el problema y de mover los hilos de manera autónoma, puede lograr

que el proyecto se salve.

Por tanto, el ser proactivo no se parece en nada a ser lo que comúnmente se conoce

como un „trepa‟, ya que este segundo se caracteriza por enmascarar con la colaboración

un aprovechamiento individual que puede perjudicar a los compañeros más inmediatos,

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siendo una actitud que los jefes de equipo han de saber localizar y gestionar

adecuadamente para mantener la armonía del mismo.

Compañeros insoportables: Manual de uso “cómo tratar a los tipos que quieren hacerte la vida laboral imposible”

Es la pesadilla de todo trabajador: que te toque, en la mesa contigua, un compañero empeñado en amargarte la vida. Una de esas personas cuyo carácter puede sacar de quicio al más pintado ¡y con la que estamos obligados a pasar la mayor parte del día! Antes de salir a la calle a gritar socorro, dimitir o convertir la oficina en un campo de batalla, lee el siguiente reportaje. Los expertos te dan las mejores pistas para tratar a los diez compañeros laborales potencialmente más difíciles –entre los que no podía faltar 9EL TREPA - .

1 EL FANTASMA “Yo soy el que mando” Dominante, arrogante, autoritario y con un gran complejo de superioridad. Se ofende con facilidad y puede resultar desagradable y maleducado cuando no se le presta la atención que demanda. Suele ser autodisciplinado, metódico, inteligente y competitivo. - Como jefe es muy exigente. Cuando necesites hablarle, pedirle algo o quejarte, busca un planteamiento bien pensado y útil. No te dejes hundir por sus ofensas. Aprende a diferenciar las humillaciones sin tacto, su modus operandi, de las críticas constructivas.

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- Como compañero. No deja de colocarse medallas, pero sé consciente de que impresionar con laureles es más un síntoma de inseguridad personal que de confianza en uno mismo. Si trabajas con él en equipo: opina, colabora y comunícate con él; demostrarás tu buen talante. - Como subordinado. Resulta difícil de dirigir. Se rebelará si cree que no son reconocidas sus cualidades. Procura que trate a sus compañeros con respeto. - Cómo tratarle: Si obvias sus defectos de carácter, un gran fantasma puede convertirse en un buen aliado y consejero que te ayude a conquistar tus propias ambiciones.

2 EL CAZAOPORTUNIDADES “La idea es mía” Es poco honesto, orgulloso, egoísta y adicto a utilizar los recursos de la empresa en beneficio propio. Utiliza la manipulación y otras sofisticadas habilidades que, unidas a su astucia, le permiten triunfar en el trabajo. - Como jefe se basa en la intuición. Su formación es más bien limitada, así que mejor evitar los tecnicismos con él. Rehúsa con educación hacerle favores personales durante las horas de trabajo (o no rendirás en lo tuyo). - Como compañero siempre intentará manipularte para que hagas algo por él. Informa siempre a tu jefe y colegas sobre tu trabajo y avances, para que no pueda robarte ideas. - Como subordinado es un ladrón de méritos y reconocimientos. Enséñale a comprender que no debe utilizar los medios de la empresa para uso personal. - Cómo tratarle: No entres en su red de corrupción. No caigas en la trampa de sus falsas promesas.

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3 EL FRANCOTIRADOR “No te necesito” Inconformista y persuasivo, tiene gran seguridad en sí mismo. Suele tratar a los compañeros competentes con respeto, pero no tolera el término medio y desafía a la autoridad. Se vuelca en su trabajo y obtiene buenos resultados. - Como jefe congenia con las personas que requieren poca supervisión. Prefiere deshacerse de los mediocres antes de dedicarles tiempo. - Como compañero te dará problemas si tenéis que desarrollar un trabajo en equipo. Sólo podrás sacarlo adelante si cada uno asume su carga. - Como subordinado suele enfrentarse al jefe. Cárgale de responsabilidades: se enorgullece de poder asumir más trabajo del normal. - Cómo tratarle: Diciéndole expresamente que ya confiamos en él, y que no es necesario que demuestre su valía todo el tiempo.

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4 EL OBEDIENTE “Lo que tú digas” Dependiente, sumiso, con poca imaginación, reservado, vive sólo para agradar a los demás. El problema es que necesita constantemente que alguien le diga qué hacer y cómo hacerlo. - Como jefe le cuesta motivar a sus colaboradores, delegar responsabilidades o tomar decisiones. Si trabajas para él, ofrece soluciones, no problemas. - Como compañero hará todo lo posible para evitar un conflicto personal. Anímale a formar parte activa de las tareas colectivas. Procura ser amable y colabora con él. - Como subordinado necesita protección. Enséñale a confiar en sí mismo y gratifica su hacer en solitario. - Cómo tratarle: Hazle comprender que es imposible complacer a todos todo el tiempo.

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5 EL LABORADICTO “El trabajo es lo primero” Exigente, tenaz, poco sociable, muy competitivo y bastante dominante. Trabaja bien bajo presión y siempre cumple sus tareas dentro del plazo previsto. - Como jefe es bastante exigente. Hazle ver que todo tu tiempo no está a su disposición. Deja constar por escrito cuestiones como las decisiones adoptadas, planes, actividades y plazos. - Como compañero se centra más en sus propios intereses que en el trabajo en equipo. Dedica tu tiempo a tu labor y no lo pierdas en reuniones absurdas con él. - Como subordinado vigila los detalles sacrificando la productividad, así que marca las prioridades por escrito. Gratifica los resultados, no el tiempo dedicado. - Cómo tratarle: No dejes que su ambición y ansia de poder desgaste tu entusiasmo, enturbie tu vida personal o limite tu trabajo.

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6 EL VIVALAVIRGEN “Responsabilidad no, gracias” Apático, indiferente, holgazán, escurridizo, cuenta con las suficientes habilidades sociales (llámese caradura) para endosar a otro las actividades que a él no le interesan. - Como jefe se rodea de personas competentes y motivadas para poder delegar sus responsabilidades en ellas. Si tienes dudas sobre una tarea, pregunta, pero es mejor que tomes la iniciativa y trabajes sin mucha supervisión. - Como compañero siempre se encarga del trabajo que requiere menor esfuerzo. Sé franco y deja claro que su tendencia a escurrir el bulto es un obstáculo para tu trabajo. Céntrate en lo tuyo y deja que sean los jefes quienes se ocupen de mejorar su rendimiento. - Como subordinado carece de iniciativa y es poco productivo, así que procura motivarle para obtener resultados. Controla su trabajo y pide a sus compañeros que no trabajen por él. - Cómo tratarle: En realidad, el vivalavirgen suele ser una persona competente pero que se aburre de su trabajo, por lo que resulta necesario mantener su interés con responsabilidades que le atraigan.

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7 EL BUSCA-CULPABLES “Ha sido un error tuyo” Mojigato, inflexible, guardián de la moral, reservado, interesado, hipócrita, se ofende con facilidad, distorsiona el significado de aquello con lo que no está de acuerdo y reacciona de una forma exagerada ante los errores cometidos por otros sin mala intención. - Como jefe está pendiente de cualquier detalle fuera de lo normal. Sé tremendamente discreto y niégate a ser un espía de tus compañeros. - Como compañero suele delatar a sus colegas. Deja claro que conoces sus intenciones y que no las toleras. - Como subordinado se adjudica la responsabilidad de ser los ojos y oídos del jefe. No fomentes la propagación de habladurías, sé discreto y ataja el problema rápido. - Cómo tratarle: Procura que dedique su tiempo al trabajo; si está ocupado no podrá buscar los fallos de otros.

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8 LA QUEJUMBROSA “Esto está mal y eso otro también” Quisquilloso, amargado, nervioso, inestable emocionalmente, frustrado. Suele ser una persona disciplinada, detallista y organizada. - Como jefe provoca que odies tu trabajo. Protégete con un paraguas emocional cuando empiece a refunfuñar. - Como compañero es desagradable y difícil de soportar. Hazle ver que sus lamentaciones no te interesan. - Como subordinado resulta difícil de controlar. Redirige sus quejas y pregúntale qué es lo que para él va bien. - Cómo tratarle: Dale ejemplo de iniciativa, alegría y buen humor.

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9 EL TREPA “Te crítico, te ignoro y te piso” Egocéntrico, despiadado, metódicamente perverso, mentiroso, suele tener una personalidad muy débil. - Como jefe exige obediencia, perfección y lealtad. Procura mantener una prudente distancia, sé discreto y no reveles información que él pueda utilizar en contra de otros empleados. - Como compañero es un guerrero. Utilizará todas las habilidades que tiene para lograr sus propósitos, valiéndose, si puede, también de ti. Si descubres sus actividades malintencionadas, díselo o denúncialo a la persona que corresponda. - Como subordinado finge lealtad hacia sus jefes y en apariencia apoya a sus compañeros. Mantenle ocupado de forma productiva para evitar calumnias, rumores y sabotaje. - Cómo tratarle: Protégete para que no interfiera en tu trabajo o destruya tu reputación. Deja claro que provocar la caída de los demás causará su propia caída, ya que no puede escapar de la responsabilidad de sus actos.

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10 EL TIRANO-TEMPERAMENTAL “Ni te miro, ni te hablo” Inestable, infeliz, siempre está enfadado y lleno de rabia. Se ofende con facilidad y es muy vengativo. - Como jefe está obsesionado con la autoridad y el cumplimiento de objetivos. Demuestra valor y mantén la calma si él pierde la compostura y orienta siempre la discusión hacia los problemas. Si ve que no le tienes miedo, se comportará de forma civilizada. - Como compañero ve a sus colegas como competidores. Evita todo tipo de conflicto innecesario. - Como subordinado obedece al jefe si le aporta beneficios. Corrige los comportamientos inadecuados por su parte y deja claro que quieres trabajar en buen ambiente. - Cómo tratarle: Aunque no sepas cuándo y por qué libera su mal genio, sé benevolente con sus estallidos caprichosos. Conserva la calma y recuérdale que el comportamiento civilizado mejora el trabajo.

El “trepa”: El fenómeno del “trepismo” laboral Considero que Judas fue uno de los más célebres “trepas” por motivos históricos más que contrastados. Dentro de las organizaciones empresariales el fenómeno del “trepismo”

puede causar estragos más que beneficios, por tanto, consideramos que la política de promoción del “trepismo” es del todo errónea ya que se transforma en un “premio” para la falta de trabajo en equipo, un premio al individualismo frente a los beneficios empresariales, un premio a la envidia y a la codicia frente a la empatía, compañerismo y la proactividad. El “trepismo” es un ataque directo a la línea de flotación a las tendencias actuales de gestión organizacional de los recursos humanos. ¿De dónde proviene la acepción de “trepa”? Es un fenómeno botánico de algunas plantas que se “sirven” de otras para alcanzar la luz. Trasladándolo al fenómeno empresarial lo definiríamos como el miembro de la organización que hace uso de sus compañeros, jefes (o quien sea) para alcanzar las metas “personales” a toda costa, de cualquier modo, y vale todo. Todo. Pero claro, el trepa, el fenómeno del trepismo, tan sólo puede darse en organizaciones o entornos que lo fomentan, que lo arropan y que lo consideran como beneficioso. Un error imperdonable dado que puede dar lugar fenómenos de

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burnout(desgaste profesional), fuga de talentos, desmotivación por un lado, y por otro el acceso a puestos de responsabilidad de personal no preparado, inepto, incapaz, limitado, etc. Las empresas en las que los “trepas” (lame botas) triunfan se caracterizan por que en ellas no se asciende ni promociona por méritos objetivos o desempeños eficaces, sino por otras razones diversas. Esto explica que, a pesar de que no presente las capacidades, habilidades o destrezas requeridas para el puesto, el trepa termine siendo el más dotado para la promoción y el ascenso que finalmente consigue.

¿Cómo actúa un “trepa”? No nos engañemos: los trepas son, dentro de su faceta, unos fuera de serie: camaleónicos, flexibles, abiertos, extrovertidos, divertidos, afables, observadores, pero asimismo son calculadores, introvertidos, envidiosos, sin escrúpulos, individualistas, casi tiranos, faltos absolutamente de empatía, chaqueteros, cínicos, se adjudican los éxitos ajenos como propios, actúan como si fueran los que más trabajan de la organización, esconden información, descalifican y desacreditan constantemente por medio de rumores, etc. Sin más contemplaciones: un trepa. Asimismo, son extremadamente complicados de descubrir sobre todo por el “trepado” quien, con toda certeza, se cerciorará cuando la situación sea un tanto complicada ya.

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El “trepa” tiene un objetivo, sea el que sea (un puesto dentro de la organización, un compañero que cae mal, un jefe al que no soporta por obtener grandes logros, etc.) y debe alcanzarlo a toda costa, por todos los medios al alcance. Y, aunque su conducta es intachable (de cara a los jefes u otros compañeros), interiormente es un personaje insegura, que no soporta la idea de que “el trepado” obtenga mayores y mejores éxitos que él, que tenga mejor reputación, que tenga mayor capacidad de liderazgo.

¿Qué hacemos ante un “trepa”? Observar, anotar todo tipo de situaciones, intentar detectar síntomas de “trepismo” por parte del sospechoso, etc. Hemos de valorar hasta dónde podemos y queremos llegar. Eso sí: el papel de la organización es esencial. ¿A qué nos referimos? Si el espíritu de la organización, del superior jerárquico, es la promoción de conductas “trepiles”, estamos listos. Hagas lo que hagas no servirá de nada pues hablaremos de grados de confianza (entre comillas, pues no olvidemos que el trepa es un genio del “autobranding”), rumores que tendrán el valor de “hechos” y, ante los cuales, sólo quedará justificarse si se tiene algo que “esconder” o, en su caso, tomar las medidas que se consideren pertinentes. No olvidemos que las consecuencias del “trepismo” pueden afectar a las propias organizaciones dado que minan el ambiente laboral y provocan un descenso de la productividad. Puede llegar a ser una situación nada confortable. Así, es esencial mantener un equilibrio psicológico y evitar todo tipo de implicación emocional. Citando a Cicerón “…dejarse engañar una vez es malo, dos es necedad y tres es una vergüenza…”, por tanto, no hablamos de que ser mala o buena persona, hablamos de un individuo que ha pretendido (y ha hecho todo lo posible para ello)

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“ensuciar” la trayectoria profesional del trepado de modo intencionado y, consecuentemente, ha de actuarse fríamente y sin miramientos. La información es la herramienta esencial: si consideras que estás siendo trepado, limítala, es decir, cuanta menos información viertas mucho mejor.

La búsqueda de la armonía en los centros de trabajo, en las organizaciones, debería ser uno de los principales objetivos de toda organización pues, a través de ellos, se conseguirían altísimos grados de productividad. Conductas trepas, rumorología, dimes y diretes, tienen un costo altísimo para las organizaciones, tanto en lo económico como en lo organizacional que, en estos días, no deberían aceptarse.

Tengo 23 años y tengo poca experiencia laboral. Pero estos cortos años de brete me han enseñado una cosa: El progreso y ascenso laboral no se logra con esfuerzo y rendimiento. Se logra con habilidades en el arte de lamer zapatos (llámese también lame botas, lame culos, chupa culos, calienta oídos, hacer favores sexuales, adulación a la décima potencia, etc.). Estoy al tanto de que no todas las empresas y trabajadores son iguales, pero en los 3 lugares en los que he estado, así funciona el asunto. De nada valen métricas y números. Todo es modificable para beneficio del lamebotas. Tome nota:

Tiene que sonreír y adular a todos (la ropa, los zapatos, el pelo, etc.), en especial al jefe. No importa si es mentira.

Doble puntaje si chismea con las más fisgonas. De lo que sea. Entre más superficial el tema, mejor.

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Trate de hacerse el “incondicional”, la “tapadera” y “el micifuz” de su jefe inmediato. No importa si no le simpatiza. Alabe la hipocresía.

Estos 3 simples pasos le permitirán ascender en la pirámide laboral o al menos asegurar su puesto.

Recuerde: Estos son los pasos de cada día. Si su jefe es hombre y usted una dama, no olvide el escote pronunciado, la mini (el cruce de pierna) y la sonrisa a flor de piel.

Reconoce a un/a lame botas

Muchos son capaces de casi cualquier cosa por lograr un objetivo personal. Por ahí dicen

que el interés tiene pies y es muy cierto; en ningún ámbito de la vida podemos librarnos

de la competencia y de los personajes que, con hipocresías, quieren conseguir lo que

sea.

¿Quién no conoce a un lame botas? En la oficina, en el grupo de amigos o hasta en la

misma familia. Siempre estaremos rodeados por ellos, no hay manera de escapar, pero sí

hay forma de reconocerlos y para evitar malos ratos y repulsión innecesaria, se los

Cambian de opinión como de calzones:

Jamás sostienen su punto de vista. Prefieren seguir la corriente. Por lo general si habían

dicho que algo les encantaba y todos opinan que es “naco”, entonces el lame botas

cambia de opinión inmediatamente.

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Ejemplo: LB: “Amo la cumbia” (todos dicen “iuggg, es horrible") LB contesta: “Ay, sí es

cierto, es lo peor, dije eso para ver qué hacían”.

Ríen de cosas que nadie ríe:

Con tal de quedar bien con la persona a la que pretenden lamerle las botas son capaces

de reír hasta del comentario más tonto del mundo. Lo peor es que exageran la risa y

suena más falsa que una bolsa Channel en Tepito.

Ejemplo: Jefe oficinista maligno cuenta un chiste pésimo. LB contesta: “jaaaaa, jaaa,

jaaa, ¡ese chiste no me lo sabía es buenísimo” (mientras que tú por dentro piensas: “Este

chiste es más viejo que Matusalén, puf”)

Le dan la vuelta a cualquier pregunta:

Esto es lo más desesperante de los lame botas. Sea lo que sea que les preguntes, sus

respuestas siempre serán evasivas. Imaginar que reconozcan un error, ni en sueños.

Ejemplo: El jefe le pregunta: “¿Hiciste lo que te encargué?” LB: “Este, sí, ya te lo mandé

a tu mail, qué raro que no te llegó, le encargué a alguien más que te lo enviara, seguro fue

su culpa”.

Son chismosos:

Su deporte favorito es el chisme: hablarlo, oírlo y hasta esparcirlo por ahí. Cuando

conozcas a un lame botas ten mucho cuidado de desahogarte con ellos, podrían meterte

en graves problemas. Además, revisa atrás de la puerta, no vayan a estar ahí escondidos.

Ejemplo: Están dos personas platicando y el LB llega: “¿De qué están hablando?,

cuéntenme, cuéntenme”.

Tratan de hacerse los graciosos:

Tienen la gracia de un simio, pero igual hacen el intento de caerle bien a quien les

conviene. Sus comentarios, dizque chistosos, son como un taladro que entra por nuestros

oídos directo al cerebro: completamente insoportables.

Ejemplo: Comenta una compañera que está embarazada. LB contesta: “Ojalá se parezca

al papá porque si se parece a ti… (Ríe a carcajadas). Tú piensas: “¿Es en serio qué dijo

eso?”.

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Actúan emoción exagerada por cosas triviales:

Cualquier plan que el jefe proponga es festejado por el lame botas. Al igual que si

convocan a una junta de flojera, él finge estar preparadísimo y muy emocionado.

Ejemplo: “Amo estas juntas de tres horas, ¡qué bueno que la organizó jefe!” (Codea a un

compañero).

Dejan que los demás hablen primero:

Les gusta analizar el terreno, por lo que reservan sus comentarios para después de

escuchar todo lo que los demás dijeron. Si algún comentario es en contra del jefe, el lame

botas salta como chapulín para decir lo contrario. Así, de esa forma tan oportunista

operan.

Ejemplo: Un compañero dice: “Deberíamos de mejorar tal y tal cosa”. LB: “Claro que no,

mejor empieza tú por mejorar el tiempo que tardas en hacer las cosas, ¡verdad jefecito!”.

Tú piensas: “Ojalá y no existiera”.

Están al pendiente de todo lo que sucede:

No se les va una. Siempre saben todo sobre todos y primero que nadie. ¿Cómo le hacen?

Quién sabe, pero por las dudas ten cuidado con dejar tu computadora sin clave. Podrían

meterse hasta en tu Facebook.

Ejemplo: Podrías encontrarlo un día esculcando un cajón o viendo a través de una

ventana de la sala de juntas.

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Hasta lo que no comen les hace daño:

No podrás librarte de este espécimen, aunque no te metas con él en lo absoluto. Aun si

no los atacas, ellos saltan a la defensa de su jefe en cualquier situación. Obvio para

quedar bien porque en otras situaciones también echan pestes del jefe.

Ejemplo: El LB pregunta enfrente de toda la oficina: “¿Por qué faltaste ayer?, yo no te

veo muy enfermo, ¡eh!”.

Cuentan muy poco sobre su vida personal:

Una de sus armas es saber mucho de los demás, pero que los demás sepan poco de

ellos. En alguna fiesta de la empresa pueden ponerse borrachos y sacar el cobre. Ojalá y

eso pasara con todos para desenmascararlos.

Ejemplo: Le preguntas: “¿Qué hiciste el fin de semana?”. LB contesta: “Nada, nada,

tranquilo”.

Usan mucho las frases: “es broma” y “¡ah, verdad!”:

Todo lo que digan, aunque sea verdad y ofensivo, lo ocultarán atrás de una supuesta

broma. Es desquiciante esta situación porque al final del día, tú eres el loco por reaccionar

tan mal ante una “pequeña bromita”.

Ejemplo: LB dice: “Te ves más gordito... ¡ah, verdad! Te lo dije para ver qué hacías”.

No les importa ser ignorados:

Lo más penoso del caso. Un lame botas es capaz de soportar humillaciones sin parar.

Aguantan situaciones que cualquiera que tenga un poco de autoestima no aguantaría.

¡Qué oso!

Ejemplo: Van a un antro, están bailando en bolita cerrada, todo el mundo le da la espalda

y él, con tal de estar ahí, hace como que no ve nada.

Los lame botas

Lame botas, gente que la verdad me cae mal, muy mal. Esos tipos que lo único que buscan es quedar bien con el jefe, con el dueño, con el patrón, prácticamente a cualquier precio. No les importa el bien de la empresa, ni de los demás, sólo hacer la barba, para entonces así quedar bien, y lograr asensos inmerecidos laborales. Subir escalones por andar alabando todo lo que dice el jefe, aunque sean puras tonterías. Trepadores lamentables, que olvidan su personalidad para intentar tomar la de su patrón,

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dejar de ser, para convertirse en la sombra del otro. No tienen el valor de discernir, ni de cuestionar… todo es un sí, todo se trata de un “tiene la razón”. Intelecto adormilado, siempre para quedar bien. Y aunque sepan que el jefe se equivoca y comete errores, a ellos no les importa, no les interesa, como es el que manda, todo está bien. Poco a poco se van transformando en una copia de su jefe, se intentan vestir igual, usar el reloj más parecido posible al de él, comprar un coche que se acerque al del patrón. Empiezan a hablar como ellos, a hacer sus gestos, a tomar sus costumbres. Quedar bien con el jefe se les convierte en una obsesión, tanto que son capaces de dejarse pisotear, humillar, y ningunear. Todo sea por que el patrón los tenga ahí, cerca de él. Llegan al punto en el que empiezan a sentir celos de los compañeros de trabajo, de los que se acercan a él, incluso hacen lo posible para que ellos sean despedidos de la empresa: inventan chismes, sugieren auditorías personales… Bueno, los lame botas, incluso hacen grandes esfuerzos para que su familia se parezca a la de su jefe, un asunto que parece es exagerado, pero claro que existe. Intentan irse a comer con el jefe, lo invitan a cenar a la casa, obligan a que su esposa haga todo lo posible para convertirse en amiga de la de él, y sus hijos de sus hijos. ¡Todo gira en torno al jefe! Una vergüenza común, y definitivamente dañina para una empresa en la que la mayoría de los empleados intentan sobresalir por su trabajo.

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