LOUISE M ROSENBLATT El Modelo Transaccional La Teoria Transaccional de La Lectura y La Escritura

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    EL MODELO TRANSACCIONAL:La teora transaccional de la lectura y la

    escritura*

    LOUISE M. ROSENBLATTNew York University

    Trminos tales como el lector, no obstante ser convenientes, resul-tan ficciones engaosas. El lector corno trmino genrico, la obraliteraria como trmino tambin genrico no existen. En la realidad,

    existen solamente millones de posibles lectores individuales depiezas literarias individuales La lectura de cualquier obra literariaes, necesariamente, un hecho nico e individual que se percibe sloen la mente y en las emociones de un lector en particular(Rosenblatt, 1938/ 1983).

    Esta aseveracin, publicada por primera vez en Literature asExploration(La literatura como exploracin) en 1938, se me figura

    especialmente importante de reiterar al presentar un modeloterico del proceso de lectura. Un modelo terico por definicin es

    una abstraccin, o una pauta generalizada concebida con el fin deelaborar un determinado tema. Es por lo tanto crucial reconocer,corno ya dije, que si bien podemos generalizar acerca de lassimilitudes entre un proceso u otro, no podemos dejar de lado elhecho de que en la realidad slo existen innumerables

    transacciones independientes que cada lector entabla con el texto.

    Tratando de comprender cmo construimos los significados llama-dos novelas, poemas, piezas teatrales, descubr que haba concebidoun modelo terico que comprende todos los tipos de lectura. Diezaos al frente de cursos de literatura y composicin habanprecedido tal aseveracin, y ellos me haban permitido laobservacin de diferentes lectores expuestos a una amplia gama detextos literarios y no literarios, que analizaban., llevaban fichas

    de los textos durante la lectura misma, transcriban al papel sus

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    reacciones espontneas y redactaban ensayos de reflexin. Y aunms dcadas de tales observaciones precedieron la publicacin deThe reader, the text, the poem (El lector, el texto, el poema)

    (Rosenblatt, 1978), cuando se abri a la crtica la presentacin ms

    completa de la teora y sus implicancias.

    Es decir, la teora nace a partir de un proceso muy apropiado parala filosofa pragmtica que representa. El problema aflor en unasituacin prctica, en el aula. La repetida observacin de episodiosrelevantes condujo a la formulacin de hiptesis que constituyen lateora del proceso de lectura, y stas a su vez fueron aplicadas, pro-badas, confirmadas o revisadas a la luz de nuevas observaciones.

    Afortunadamente, mientras me especializaba en lengua inglesa yliteratura comparada, me mantuve en contacto con la vanguardiade varias disciplinas. La interpretacin de estas observaciones endistintos lectores se nutri de una cantidad de perspectivasdiversas historia literaria y social, filosofa, esttica, lingstica,psicologa, y sociologa. Los conocimientos de antropologa le

    infundieron un cariz especialmente importante. Se gestaron ideasque en algunos casos slo lograron aceptacin recientemente.Parece necesario, por tanto, comenzar estableciendo algunos de lospostulados y conceptos bsicos que sustentan la teoratransaccional del proceso de lectura. Ello a su vez implicar lapresentacin del punto de vista transaccional sobre el proceso deredaccin y la relacin entre el autor y el lector.

    El paradigma transaccional

    Transaccin

    Los trminos transaccin y transaccional son acordes con unapostura filosfica que tiene cada vez ms aceptacin en el siglo XX.

    Un nuevo paradigmaen la ciencia (Kuhn, 1970) hizo necesario uncambio de hbitos en cuanto a nuestro modo de concebir la relacincon el mundo que nos rodea. Durante trescientos aos, Descartes y

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    su visin dualista del ser como distinto de la naturaleza bastaron,por ejemplo, para dar cuenta del paradigma newtonianoen fsica. Elser, o sujeto, estaba separado del objeto percibido. Se buscaban

    hechos objetivos, libres por completo de subjetividad, y se crea

    posible captar de manera directa, inmediata, la realidad. La teorade Einstein y la evolucin de la fsica subatmica revelaron lanecesidad de reconocer que, como explicaba Neils Bohr (1959), elobservador es parte de la observacin, los seres humanos son partede la naturaleza. Aun los hechos de la fsica dependen en ciertamedida de los intereses, las hiptesis y tecnologas del observador.Se volvi evidente que el organismo humano es el mediador ltimode toda percepcin del mundo o de todo sentido de la realidad.

    John Dewey y su epistemologa pragmtica respondan al nuevoparadigma. Es as como Dewey, conjuntamente con Arthur F.Bentley, comenzaron a crear una nueva terminologa en Knowingand the Known (El conocimiento y lo conocido) (1949). Amboscrean que el trmino interaccin se asociaba demasiado con el

    viejo paradigma positivista en el cual cada unidad o elemento

    estaba predeterminado por separado, como cosa equilibradacontra cosa y se estudiaba su interaccin. Ellos, en cambio,eligieron transaccinpara decir observacin no fragmentada dela situacin en su totalidad. Se emplean sistemas de descripcin ydesignacin para ocuparse de los aspectos y fases de la accin, sin

    atribuirlos finalmente a elementos o a entidades, esencias o

    realidades presumiblemente separables o independientes (p.

    108). El conocedor, el conocimiento y lo conocido se distinguencomo aspectos de un nico proceso. Cada elemento condiciona yes condicionado por el otro en una situacin gestada de manerarecproca (Rosenblatt, 1985b).

    El nuevo paradigma exige abandonar hbitos del pensamiento yainstalados. Los viejos dualismos estmulo-respuesta, sujeto-objeto,individual-social ceden frente al reconocimiento de las relaciones

    transaccionales. Se considera al ser humano como una parte de lanaturaleza, continuamente en transaccin con el ambiente y cadauno determina al otro. Donde quizs con mayor claridad se haya

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    asimilado el modo transaccional de pensar es en la ecologa. Lasactividades y relaciones humanas se consideran transacciones enlas cuales el individuo y los elementos sociales se funden con loselementos culturales y naturales. Puede que muchos autores

    actuales difieran sobre sus implicancias metafsicas pero sconsideran menester aceptar el nuevo paradigma.[1]

    El lenguaje

    El concepto transaccional est ntimamente ligado a la comprensindel lenguaje. Tradicionalmente se consider al lenguaje, en primer

    lugar, como un sistema o cdigo autnomo, un conjunto de reglas yconvenciones arbitrarias a las cuales hablantes y autores echanmano; un instrumento, un cdigo que se imprime en la mente delectores y oyentes. A pesar de que el abordaje transaccional esaceptado, este modo de pensar -tan arraigado continafuncionando de manera tcita o explcita en muchos de los textosrelacionados con la enseanza, la investigacin y la teora.[2]

    Esa visin del lenguaje, esencial para el modelo transaccional delectura, tiene una deuda de gratitud con el filsofo John Dewey perole debe aun ms a su contemporneo Charles Sanders Peirce, quienes reconocido como el fundador norteamericano de la semitica osemiologa, el estudio de los signos verbales y no verbales. Peirceacu conceptos que diferencian la perspectiva transaccional dellenguaje y la lectura, de las teoras estructuralistas ypostestructuralistas (especialmente el deconstruccionismo). stasreflejan la influencia de ese otro grande de la semiologa, ellingista suizo Ferdinand de Saussure (Culler, 1982).

    Saussure (1972) diferenciaba el habla concreta (parole) de las abs-tracciones de los lingistas (langue), pero recalcaba la naturalezaarbitraria de los signos minimizando el aspecto referencial. Aun

    ms importante fue su formulacin de la dada significante-significado, es decir la relacin entre palabra y concepto. Este cariz

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    alent la visin del lenguaje como sistema independiente yautnomo (Rosenblatt, 1993).

    Contrariamente, Peirce (1933, 1935) elabor una formulacin en

    trada. Un signo, escriba Peirce, est en relacin conjunta con lacosa que denota y con la mente... El signo est relacionado con su

    objeto slo como consiguiente a una asociacin mental, y dependedel hbito (3.360). (Las referencias indican el volumen y nmero de

    prrafo). La trada constituye un smbolo. Peirce en repetidas oca-siones se refiere al contexto humano del significado. Es evidenteque su intencin no era destacar el concepto de mente como

    entidad ya que tpicamente hablaba de un nexo conjunto entresigno, objeto e interpretante, que debera entenderse comooperacin mental y no como la dicha entidad (6.347). La trada delmodelo de Peirce sustenta el lenguaje, sin lugar a dudas, en lastransacciones de cada ser humano con su mundo.

    Las descripciones ms recientes de neurlogos y otros cientficosacerca del funcionamiento del cerebro parecen seguir la opinin de

    Peirce y si bien se ocupan de un nivel que no es esencial a losefectos tericos de nuestro trabajo, resultan un aval interesante.Muchos cientficos destacados, incluyendo al Dr. Francis Crick,piensan que el cerebro crea circuitos unificados al hacer quecomponentes distantes oscilen en una frecuencia comn

    (Appenzeller, 1990:6-7). Los neurlogos hablan de una zona deconvergencia de terceras partes' -que parecera ser una versinneurolgica del interpretante de Peirce, que media entre laszonas de convergencia de la palabra y el concepto (Damasio,1989:123-132). Los estudios realizados con nios acerca de laadquisicin del lenguaje avalan la trada de Peirce, y concluyen queuna vocalizacin o signo se vuelve palabra, y smbolo verbal,cuando el signo y su objeto o referente estn vinculados con elmismo estado orgnico (Werner y Kaplan, 1962).

    A pesar de que el lenguaje a menudo se define como un sistema decomunicacin de origen social, los verdaderos vasos comunicantesde cualquier sociedad, el concepto de la trada nos recuerda que el

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    lenguaje siempre resulta de un ser humano que lo internaliza alentrar en transaccin con un medio ambiente en particular. Si bienVygotsky reconoce el contexto social, esto no le impide recalcar elrol del individuo: el sentido de una palabra es la suma de todos

    los acontecimientos psicolgicos que tal palabra despierta ennuestra conciencia. Es un todo complejo, fluido y dinmico quetiene varias zonas de equilibrio inestable. El significado es decir,la referencia es slo una de las zonas del sentido, la ms estable yprecisa. Una palabra adquiere su sentido a partir del contexto en elcual aparece; en contextos diferentes, cambia de sentido

    (1962:46).

    Vygotsky postulaba la existencia de un sistema dinmico designificado, en el cual lo afectivo y lo intelectual se unen. Las

    primeras verbalizaciones del nio evidentemente representan unafusin de procesos que ms tarde se ramificarn en procesos

    parciales referenciales, emotivos y asociativos (Rommetweit,

    1968:147, 167). El nio aprende a diferenciar los distintos aspectosdel sentido asociados con un signo, a descontextualizarlo y a

    reconocer el aspecto pblico del lenguaje, el sistema de lenguajecolectivo. Ello, sin embargo, no elimina las otras dimensiones delsentido. Un acto del lenguaje no puede concebirse comoabsolutamente afectivo o cognitivo, o como absolutamente pblicoo privado (Bates, 1979:65-66).

    Bates elabora la til metfora del iceberg como sentido total de

    una palabra para un sujeto: la punta visible representa lo que yollamo el aspecto pblico del significado, que descansa sobre la basesumergida del significado privado. Pblico designa usos osignificados que aparecen en los diccionarios. Los mltiplessignificados indicados para una misma palabra reflejan el hecho deque el mismo signo asume diferentes significados en ocasionesdiferentes y en contextos sociales, culturales o personalesdiferentes. En otras palabras, pblico se refiere a los usos

    adjudicados por ciertos grupos de personas y que otro individuocomparte.

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    Es de observar que pblico y privado no son sinnimos decognitivo y afectivo. Las palabras pueden tener connotaciones

    afectivas pblicamente compartidas. Las asociaciones privadas decada persona con una palabra pueden o no corresponder con las

    connotaciones que tiene para el grupo, si bien estas ltimastambin deben adquirirse de modo individual. Las palabrasineludiblemente implican para cada persona una mezcla deelementos tanto pblicos como privados, la base y tambin la punadel iceberg semntico.

    Para la persona, por ende, el lenguaje es esa parte, o conjunto decaractersticas, del sistema pblico que ha internalizado a travs de

    sus propias experiencias con las palabras en situaciones de la vidareal. Los conceptos lxicos deben ser compartidos por hablantes

    de un idioma comn... y sin embargo, queda margen para unaconsiderable diferencia de persona a persona en lo que hace a losdetalles de cualquier concepto (Miller y Johnson-Laird, 1976:700).El remanente de todas las transacciones pasadas de una persona, enparticular los contextos social y natural, constituye lo que bien

    puede llamarse un reservorio de experiencias lingsticas.William James sugiere en particular la presencia de un aura dellenguaje que acumula vivencias.

    Expresin de cantidad de postulados, actitudes y expectativas con-solidadas acerca del lenguaje y del mundo, este capital interior estodo lo que cada uno de nosotros tiene como referencia para hablar,escuchar, escribir o leer. Damos sentido a una nueva situacin otransaccin y otorgamos nuevos significados aplicando,reorganizando, revisando o extendiendo los elementos pblicos oprivados que hemos seleccionado de nuestro propio reservorio deexperiencias lingsticas.

    Transacciones lingsticas

    La comunicacin cara a cara tal como una conversacin en la cualun hablante explica algo a otra persona puede brindar un

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    ejemplo simplificado de la ndole transaccional de toda actividadlingstica. Una conversacin es una actividad temporal, un procesode ida y vuelta. Cada quien llega a la transaccin con una historiaindividual, que se manifiesta en lo que se ha dado en llamar un

    reservorio de experiencias lingsticas. Los signos verbales son lasvibraciones del aire originadas por un hablante. Tanto el hablantecomo la persona a quien ste se dirige, permanentemente aportan ala totalidad del texto hablado (aun si el oyente permanece ensilencio) y a la interpretacin que el texto exige a medida queavanza. Cada uno debe armar un cierto sentido de la otra persona.Cada uno lo hace a partir de un reservorio especfico deexperiencias lingsticas. La situacin en cuestin que puede ser

    social y personal, como as tambin el entorno y la ocasin de laconversacin en s mismos, sientan las pautas o establecen loslmites del marco o del tema general y, por lo tanto, tambin de lasreferencias e implicancias de los signos verbales. El hablante y suoyente generan nuevas pautas que los delimitan a travs deexpresiones faciales, tonos de voz y gestos. Adems de talesindicaciones no verbales de la constante interpretacin mutua del

    texto, el oyente puede formular preguntas o hacer comentarios. Elhablante, por ende, constantemente recibe ayuda para evaluar yconfirmar, revisar o ampliar el texto y, consiguientemente, hablantey oyente lo van conformando de modo transaccional.

    Las primeras palabras de una conversacin, lejos de ser estticas,podrn haber asumido un significado diferente al finalizar el inter-cambio. Y las actitudes, el estado de nimo, hasta los rasgosmanifiestos de la personalidad, pueden haber sufrido un cambio.Ms aun, el texto oral puede ser interpretado de manera diferentepor cada uno de los participantes en la conversacin.

    Pero cmo podemos aplicar el modelo transaccional de conver-sacin a la relacin entre escritores y lectores, cuando tantos de loselementos que contribuyen a la transaccin oral estn ausentes: la

    presencia fsica, la oportunidad, el entorno concreto, los comporta-mientos no verbales, los tonos de voz, etc.? Los signos volcadossobre la pgina son todo lo que el escritor y el lector tienen a su

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    alcance para compensar la ausencia de estos otros elementos. Ellector centra la atencin en un elemento del entorno con el cualefecta una transaccin, concretamente con los signos queaparecen en la pgina, con el texto.

    A pesar de todas esas importantes diferencias, elhabla, la lectura yla redaccin comparten un mismo proceso bsico: la transaccin atravs de un texto. En cualquier instancia lingstica, hablantes yoyentes como as tambin escritores y lectores tienen slo susreservorios de experiencias lingsticas como base para lainterpretacin. Toda interpretacin o todo significado nuevoimplican una restructuracin o extensin del acervo de vivencias

    del lenguaje tanto oral como escrito que se hagan presentes. Entrminos de Peirce, los nexos existentes entre signo, objeto einterpretante deben sentar las bases para establecer nuevos nexos,o lo que es igual, nuevas estructuras de significado. En lugar de unainteraccin semejante a la que se ocasiona cuando las bolas delbillar se empujan unas a otras, se ha producido una transaccin,concebida en cambio como reverberacin, oscilacin rpida, como

    combinaciones y condicionamientos mutuos.

    Atencin selectiva

    El concepto de William James de atencin selectiva ilustra muybien este proceso. Durante la primera mitad de este siglo (XX), unacombinacin de conductismo y positivismo llev a descuidar esteconcepto, pero desde la dcada del 70 los psiclogos han vuelto aconfirmar su importancia (Blumenthal, 1977; Myers, 1986). James(1890) nos dice que estamos constantemente dedicados a unaactividad de eleccin que denomina atencin selectiva (I.284).

    Estamos abocados a una seleccin permanente de ese flujo o campode la conciencia merced a la accin activadora e inhibidora de laatencin (Y.288). Esta funcin a veces se denomina el fenmeno

    del cctel: estamos en un saln lleno de gente donde muchasconversaciones suceden al mismo tiempo, centramos nuestraatencin slo en una de ellas a la vez y las dems conversaciones

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    son parte del ruido de fondo. Podemos dirigir nuestra atencinselectiva hacia un rea ms o menos amplia de ese campo. As, sibien la actividad lingstica implica una matriz kinestsica,cognitiva, afectiva y asociacional, aquello que se remite hacia el

    fondo o se suprime y aquello que se hace consciente y se organizaen un significado dependen de dnde se enfoque la atencinselectiva.

    El concepto de transaccin impedir caer en el error de considerarla atencin selectiva como una eleccin mecnica de entre unagama de entidades fijas, considerndola en cambio como unabordaje dinmico de ciertas reas o ciertos aspectos de los

    contenidos de la conciencia. No debera asumirse que el reservoriolingstico comprende signos verbales vinculados a significadosfijos sino reservas fluidas de posibles tradas de simbolizaciones.Tales vnculos residuales del signo, el significante y el estadoorgnico, como se ver, se vuelven simbolizaciones reales a medidaen que la atencin selectiva entra en funcionamiento bajo el influjoconformador de ciertos momentos y circunstancias especiales.

    En el hecho lingstico, cualquier proceso se ver tambin afectadopor el estado fsico y emocional de la persona fatiga o estrs,atencin centrada o errante, intensa o superficial. En el debateque se plantea a continuacin, se asume que tales factores entranen la transaccin y afectan la calidad del proceso que estamosanalizando.

    La situacin paradjica es que el lector tiene slo esas marcasinscriptas en blanco y negro sobre la hoja como nico medio parallegar al significado, y que el significado puede construirse slorecurriendo a las experiencias personales del lector, tantolingsticas como de su vida misma. Dado que un texto debeprimero redactarse para luego poder leerse, la lgica pareceradictar que se debe comenzar con un anlisis del proceso de

    redaccin. No puede negarse que el escritor busca expresar un algo,pero su meta es comunicarse con un lector (aun si se tratara delmismsimo escritor que pretende conservar sus ideas o

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    experiencias para referencia futura). Tpicamente, el texto estdirigido a otros y, por tanto, un cierto sentido del lector estimplcito en el proceso de escritura, o al menos un cierto sentido delhecho de que el texto siempre atravesar un proceso de lectura. Por

    ende, describir el proceso de lectura en primer trmino y luego elde redaccin. A posteriori, abordar los problemas decomunicacin y validez de la interpretacin antes de pasar aconsiderar su relacin con la enseanza y la investigacin.

    El proceso de lectura

    Transaccin con el texto

    Los conceptos de transaccin, la naturaleza transaccional dellenguaje y la atencin selectiva pueden ahora aplicarse al anlisisdel proceso de lectura. Todo acto de lectura es un acontecimiento, ouna transaccin que implica a un lector en particular y un patrn designos en particular, un texto, que ocurre en un momento particular

    y dentro de un contexto particular. En lugar de dos entidades fijasque actan una sobre la otra, el lector y el texto son dos aspectos deuna situacin dinmica total. El significado no existe de

    antemano en el texto o en el lector, sino que se despierta o

    adquiere entidad durante la transaccin entre el lector y el texto.

    El trmino texto en este anlisis denota, por lo tanto, un conjunto

    de signos capaces de ser interpretados como smbolos verbales.Lejos de poseer ya un significado que puede ser impuesto a todoslos lectores, el texto es simplemente marcas sobre papel, un objetoen el ambiente, hasta que algn lector efecta una transaccin conste. El trmino lector implica una transaccin con un texto; el

    trmino texto implica una transaccin con un lector. El

    significado es aquello que sucede durante la transaccin. De ah la

    falacia de creerlos entidades separadas y distintas en lugar de

    factores de una situacin global.

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    El concepto de que las marcas en s mismas poseen significado esdifcil de descartar. Sin embargo, sabemos que las marcas queaparecen sobre una pgina, por ejemplo la palabra pain, para unlector francs se conectar con el concepto de pan y para el ingls

    con el concepto de dolor fsico o sufrimiento mental. Una oracinque Noam Chomsky (1968:27) hizo famosa nos permitir darnoscuenta de que ni siquiera la sintaxis tiene una entidad dadapreviamente en los signos del texto sino que depende de losresultados de las transacciones en particular.

    Flying planes can be dangerous(Los aviones en vuelo pueden ser peligrosos)(Volar aviones puede ser peligroso)

    En realidad, slo despus de haber seleccionado un significadopodemos deducir la sintaxis a partir del mismo. Normalmente,factores que ingresan en la transaccin total, tales como el contextoy el propsito del lector, son los que determinarn la eleccin designificado del lector. Aun si ste reconoce las distintas

    posibilidades sintcticas, dichos factores igual prevalecen. Estoarroja dudas sobre el concepto de que el nivel sintctico, debido asu menor complejidad, necesariamente siempre precede a lasemntica en el proceso de lectura. La situacin transaccionalsugiere que el significado implica una sintaxis y que existe unproceso recproco en el cual estn involucrados los aspectos msamplios que orientan la eleccin.

    Aqu vemos la diferencia entre el texto fsico, definido como unpatrn de signos y lo que usualmente se llama el texto, un

    conjunto de smbolos verbales con un patrn sintctico que asumeentidad durante la transaccin con los signos dispuestos en lapgina.

    Cuando vemos un conjunto de tales marcas sobre una pgina,

    creemos que stas deberan dar lugar a un significado en mayor omenor grado coherente. Recurrimos a nuestro cmulo de experien-cias para comprobarlo. Mltiples alternativas internas vibran con

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    los signos. No slo las tradas de nexos con los signos, sino tambinciertos estados del organismo, o ciertas gamas de sentimientosentran en movimiento en el reservorio de las experienciaslingsticas. De estas reas activadas, la atencin selectiva

    condicionada, como hemos visto, por mltiples factores fsicos,personales, sociales y culturales que participan de la situacinelige los elementos a organizar y sintetizar en lo que constituir unsignificado. Las elecciones probablemente se habrn hecho demodo simultneo, a medida en que entran en transaccin, por as

    decirlo, los varios niveles que se condicionan unos a otros.

    La lectura citando la frase de James es una actividad deelecciones. Desde el comienzo mismo, y muchas veces aun antes,un posible sentimiento, una cierta expectativa, idea o meta, noimporta cun difusa sea al principio, inicia el proceso de lectura y lotransforma en ese impulso de constante revisin autocrtica quegua la seleccin, sntesis y organizacin. El reservorio de lasexperiencias lingsticas refleja la historia personal, social ycultural del lector. La experiencia pasada con el lenguaje y con

    distintos textos genera expectativas; otros factores son tambin lasituacin presente del lector y sus intereses. Durante el anlisisexhaustivo del texto en desarrollo, a la luz de la experienciasintctica y semntica pasada, el lector busca claves sobre las cualesbasar sus expectativas respecto de lo que vendr. El texto comopauta verbal, ya lo hemos dicho, es parte de lo que est enconstruccin. Se abren posibilidades en relacin con el tipo generalde significado que tal vez se est creando, y que afectan laselecciones de diccin, sintcticas y lingsticas como as tambin lasconvenciones literarias.

    A medida que los ojos del lector se deslizan por la pgina, lassimbolizaciones recin evocadas van comprobando si existe una co-rrespondencia con los posibles significados ya generados para laporcin precedente de texto. Cada nueva eleccin apunta a ciertas

    opciones y excluye otras, de modo que aun mientras el significadoevoluciona, la seleccin, el impulso de sntesis constantemente vasiendo conformado y comprobado. Si las marcas inscriptas sobre la

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    pgina evocan elementos que no pueden asimilarse dentro de lasntesis emergente, se revisa el principio orientador o marco; de sernecesario, se lo descarta y tiene lugar una relectura completa.Pueden aparecer nuevas pautas, nuevas bases para una estructura

    hipottica. Lector y texto estn inmersos en una transaccincompleja, no lineal, recurrente y autocrtica. El nacimiento y laconcrecin o bien la frustracin y revisin de expectativascontribuyen a la construccin de un significado acumulativo. Deese juego de idas y venidas entre lector, texto y contexto emergeuna sntesis u organizacin, ms o menos, coherente ycompleta. Y hay una sensacin de correspondencia entre el texto yeste significado, esta evocacin.

    Precisamente porque para los lectores experimentados gran partedel proceso de lectura es, o debera ser, automtico, los aspectos delproceso tienden a ser descriptos en trminos mecnicos eimpersonales. Los psiclogos, y con razn, estn preocupados porsaber cuanto ms sea posible acerca de lo que sucede entre elprimer contacto visual del lector con las marcas que aparecen en la

    pgina y la concrecin de lo que se considera una interpretacin delas mismas. Se han establecido de modo analtico distintosniveles, sistemas y estrategias y la investigacin se haorientado hacia aclarar su naturaleza. Esto puede resultar til, masdesde un punto de visto transaccional es importante reconocer susposibilidades y limitaciones. Una analoga o metfora mecnica sepresta especialmente a un anlisis de lectura literal de textossimples. Habremos de ser cautos en la interpretacin de losresultados. Al reconocer la naturaleza esencial tanto del lectorcomo del texto, la teora transaccional exige una metforasustentadora basada en la actividad orgnica y en la reciprocidad.

    En este aspecto, los estudios pticos de Adelbert Ames (1955) y lapsicologa transaccional de Ames-Cantril (Cantril y Livingston,1963), que tambin deriv su nombre de Knowing and the Known

    (El conocimiento y lo conocido) (1949) de Dewey y Bentley, merecenel mayor de los reconocimientos. Sus experimentos demostraronque la percepcin depende mucho de la seleccin y organizacin de

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    pautas visuales por parte del observador segn sus intereses,necesidades, expectativas y experiencia pasada. La percepcin deberevisarse mediante transacciones continuas entre el sujeto quepercibe y el objeto percibido.

    F. Bartlett y su teora sobre el proceso del recuerdo (Remembering[1932] que lamento haber descubierto aun ms tarde que susmismos coetneos) y su trmino esquema son siempre trados a

    colacin cuando se quiere explicar procesos psicolgicos aun msamplios que el campo especial a que se referan. No queda claro, sinembargo, que quienes tan prestamente invocan su concepto deesquema, realmente atiendan a sus temores con respecto a un uso

    esttico y restringido del trmino. Rechazando la imagen de undepsito de elementos no cambiantes como metfora para losesquemas, Bartlett resaltaba las pautas activas en evolucin,elementos constitutivos de la vida, entornos momentneos

    pertenecientes al organismo (Bartlett, 1932:201). Su descripcin

    de la naturaleza constructiva del recordar, su rechazo del simple

    proceso lineal y mecnico, y sus conceptos de la evolucin y

    revisin continua de los esquemas, todos tienen su paralelo en lateora transaccional del hecho lingstico. Su reconocimiento de lainfluencia que tienen tanto los intereses del individuo como elcontexto social en todos los niveles del proceso tambin parecedecididamente transaccional.

    La postura del lector

    El amplio esquema del proceso de lectura que se ha descripto hastaaqu exige mayor elaboracin. Debe hacerse una importantedistincin entre las operaciones que producen el significado,digamos a modo de ejemplo de un informe cientfico, y lasoperaciones que evocan una obra de arte literaria. Ni la teoracontempornea de la lectura ni la teora literaria hacen justicia a

    tales lecturas, como tampoco al hecho de que deben entendersecomo un fluir continuo ms bien que como una oposicin. Latendencia generalmente fue asumir que tal distincin depende en

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    su totalidad de los textos en cuestin. El carcter de la obra se

    considera por completo inherente al texto. Pero no podemossimplemente observar el texto y predecir la naturaleza de la obra.No podemos, por ejemplo, asumir que El Matadero de Esteban

    Echeverra describe una playa de faena en lugar de los aspectossociolgicos de una poca. Hay ciertos avisos e informes en peridi-cos que se leen como textos literarios. Cada alternativa representaun tipo distinto de actividad selectiva, una relacin diferente entreel lector y el texto.

    Esencial a cualquier lectura es la adopcin por parte del lector sea consciente o inconscientede lo que llamo una postura quegua la actividad selectora en el continuo fluir de la conciencia.Hay que tener presente que cualquier hecho lingstico conllevatanto aspectos pblicos como privados. A medida en que latransaccin con el texto impreso agita elementos del reservorio dela experiencia lingstica, el lector adopta una actitud selectiva opostura, trayendo hacia el centro de atencin ciertos aspectos yremitiendo otros hacia la periferia de la conciencia. La postura

    refleja el propsito del lector. La situacin, el propsito, el conjuntode experiencias lingsticas del lector, como as tambin los signosen la pgina ingresan en la transaccin y afectan el grado deatencin que reciben los significados pblicos y privados y lasasociaciones.

    El continuo eferente-esttico

    El acto de lectura debe ubicarse en algn punto de una lneacontinua, definido por el lector al adoptar lo que llamo una posturapredominantemente esttica o bien una postura

    predominantemente eferente. Una postura en particular

    determina la proporcin o combinacin de elementos pblicos yprivados de sentido que recaen dentro del alcance de la atencin

    selectiva del lector. O bien, para recordar la metfora de Bates, laposicin resulta del grado y alcance de la atencin prestada a lapunta o a la base del iceberg. Tales diferencias pueden

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    representarse slo mediante una lnea continua, que yo llamo elcontinuo eferente-esttico.

    La postura eferente

    El trmino eferente (del latn efferre, conducir fuera) se refiere altipo de lectura en la cual la atencin se centra predominantementeen lo que se extrae y retiene luego del acto de la lectura. Un ejemploextremo es el hombre que por accidente ha ingerido un lquidovenenoso y rpidamente lee la etiqueta de la botella para saber cules el antdoto. Vemos aqu ilustrado, sin lugar a dudas, lo que quiere

    decir James cuando se refiere a atencin selectiva y a nuestracapacidad de enviar hacia la periferia de la conciencia o de ignoraraquellos elementos que no sirven a nuestro inters presente. Laatencin del hombre est centrada en averiguar qu debe hacer alterminar la lectura. Se concentra en aquello a lo que apuntan laspalabras, dejando de lado todo lo que no implique sus referentespblicos desnudos, construyendo con toda la prisa de que es capaz

    las direcciones de su accin futura. Percibe que la evocacin quecorresponde al texto es esta estructuracin de ideas.

    La lectura de un peridico, un libro de texto o un informe jurdico, amenudo suple un ejemplo similar, si bien menos extremo, de la pos-tura predominantemente eferente. En la lectura eferente, entonces,enfocamos la atencin de modo principal en la punta pblica deliceberg del sentido. El significado resulta de la abstraccin yestructuracin analtica de ideas, informacin, direcciones oconclusiones que se retienen, utilizan o llevan a la prctica alfinalizar la lectura.

    La postura esttica

    La postura predominantemente esttica da cuenta de la otra mitaddel continuo. En este tipo de lectura, el lector se dispone conpresteza a centrar la atencin en las vivencias que afloran durante

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    el acto de lectura. Se eligi el trmino esttico porque su raz griegasugiere percepcin a travs de los sentidos, los sentimientos y lasintuiciones. Ingresan ahora a la conciencia no slo los referentespblicos de los signos verbales sino tambin la parte privada del

    iceberg del significado: las sensaciones, las imgenes, lossentimientos y las ideas que constituyen el residuo de hechospsicolgicos pasados relacionados con dichas palabras y susreferentes. La atencin podr incluir los sonidos y ritmos de laspalabras mismas, escuchados en el odo interior a medida en que

    se perciben los signos.

    El lector esttico saborea, presta atencin a las cualidades de los

    sentimientos, de las ideas, las situaciones, las escenas, personalida-des y emociones que adquieren presencia, y participa de los conflic-tos, las tensiones y resoluciones de las imgenes, ideas y escenas amedida en que van presentndose. Siente que el significado vividoes el que corresponde al texto. Este significado, conformado yexperimentado durante la transaccin esttica, constituye la obra

    literaria, el poema, la historia o la obra de teatro. Esta evocacin

    y no el texto, es el objeto de la respuesta del lector y de suinterpretacin, tanto durante como despus de la lectura

    propiamente dicha.

    La confusin respecto del contenido de la postura resulta del bienasentado hbito de concebir el texto corno eferente o esttico,narrativo o potico, literario o no literario, etc. Quienes aplicanestos trminos a un texto deberan comprender que en realidad loque estn haciendo es dar su propia interpretacin de la intencindel escritor en relacin con el tipo de lectura que debera hacersede ese texto. Eferente y esttico se aplican entonces a la actitud

    selectiva del escritor y del lector respecto del propio continuo fluirde sus conciencias durante sus respectivos actos lingsticos.

    Reconocer la ndole esencial de la postura no minimiza la impor-

    tancia del texto en la transaccin. Se ha defendido el concepto deque son varios los elementos verbales la metfora, lasconvenciones estilsticas o la divergencia de las normas lingsticas

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    o semnticas, y aun ciertos tipos de contenido los queconstituyen la calidad de potico o la calidad de literario de un

    texto. Tales elementos verbales de hecho surgen corno pautas queguan al lector experimentado en la adopcin de una postura

    esttica. Sin embargo, es posible citar obras literarias de reconocidovalor en las que faltan uno o todos ellos. Ni los tericos de la lecturani los tericos literarios han otorgado el debido crdito al hecho deque ninguno de estos elementos ni cualquier otro arreglo depalabras podran efectuar su contribucin literaria o potica si

    el lector no dirigiera con anterioridad su atencin hacia loscontenidos predominantemente cualitativos o vivenciales de la con-ciencia, es decir, sin su postura esttica.

    El continuo

    La naturaleza metafrica de la expresin fluir de la conciencia

    viene a la mano para aclarar el concepto del continuo eferente-esttico. Podemos concebir la conciencia como un fluir continuo a

    travs de la oscuridad. La postura puede representarse, por lotanto, corno un mecanismo que al orientar la atencin iluminadiferentes partes del continuo, seleccionando objetos que afloranen la superficie de esas reas, dejando el resto en las sombras. Lapostura, en otras palabras, ofrece la orientacin directriz que activareas y elementos especiales de la conciencia, es decir,proporciones especficas de los aspectos pblicos y privados delsignificado, dejando el resto en la periferia borrosa de la atencin.Una porcin de tal juego de la atencin respecto de los contenidosque emergen a la conciencia deben participar en la multiplicidad deopciones que tiene el lector a partir de su reservorio deexperiencias lingsticas.

    Eferente y esttico son trminos que reflejan los dos modos

    fundamentales de percibir el mundo, con frecuencia descriptos

    como cientfico y artstico. El uso redundante que hago depredominantemente esttico o eferente resalta un rechazo de la

    tendencia tradicional, binaria, de opcin alternativa que los ve

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    como opuestos. La postura eferente presta mayor atencin a losaspectos cognitivos, referenciales, factuales, analticos, lgicos,cuantitativos del significado. Y la postura esttica presta mayoratencin a lo sensorial, lo afectivo, lo emotivo, lo cualitativo. Pero en

    ninguna parte podemos encontrar por un lado lo puramentepblico o lo puramente privado por otro. Ambos aspectos delsignificado reciben diferente proporcin de atencin en todo hecholingstico. Uno de los primeros y ms importantes pasos encualquier acto de lectura es, consiguientemente, la seleccin de unapostura predominantemente eferente o predominantementeesttica respecto de la transaccin con un texto. La Figura 1 indicadiferentes lecturas de un mismo lector para el mismo texto en

    distintos momentos del continuo eferente-esttico. Es probable quecon otros lectores apareceran lecturas ubicadas en otros puntosdel continuo.

    Si bien muchas lecturas pueden estar cerca de los extremos, mu-chas otras, tal vez la mayora, se ubicarn ms cerca del centro delcontinuo. La confusin respecto de la postura dominante es ms

    probable y ms contraproducente en los puntos en donde ambaspartes del iceberg del significado se encuentran ms equilibradas.Es posible leer eferentemente y asumir que uno ha evocado unpoema, o leer estticamente y asumir que uno est llegando aconclusiones lgicas en una discusin.

    Tambin es necesario recalcar que una postura predominante nodescarta las fluctuaciones. Dentro de una lectura esttica especfica,la atencin puede a veces pasar de la sntesis vivencial al anlisiseferente a medida en que el lector reconoce cierta estrategia tcnicao juzga crticamente. Del mismo modo, en una lectura eferente, unaidea general puede ilustrarse o acentuarse utilizando como ejemplouna vivencia percibida estticamente. A pesar de la combinacin delos aspectos privados y pblicos del significado en cada postura, lasdos posiciones dominantes se distinguen con claridad. Ninguna se-

    gunda lectura, aun cuando el lector sea el mismo, es idntica. Sinembargo, alguien ms puede leer un texto eferentemente yparafrasearlo de modo que satisfaga nuestro propsito eferente.

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    Pero nadie puede leer estticamente, es decir, sentir y vivir laevocacin de una obra literaria por nosotros.

    Dado que la lectura es un hecho que ocurre bajo circunstancias

    especiales, el mismo texto puede ser ledo de modo eferente oesttico. El lector experimentado con frecuencia aborda un textoatento a las pautas que dicho texto le ofrece, y a no ser que mediela intervencin de otro propsito automticamente adopta lapostura predominante adecuada. A veces, el mismo ttuloconstituye una pauta que basta y sobra. Probablemente una de laspautas ms obvias es el arreglo con amplios mrgenes y lneasirregulares que sealan que el lector debera adoptar una postura

    esttica y asumir que se trata de un poema. Las primeras lneas decualquier texto son especialmente importantes desde este punto devista, en cuanto que sealan un tono, una actitud e indican de modoconvencional la postura que deber tomarse.

    Por supuesto, el lector puede pasar de largo las pautas, omalinterpretarlas, o bien stas pueden ser confusas. Y el propio

    objetivo del lector, o la enseanza escolar que adoctrina a todos enun mismo enfoque indiferenciado para todos los textos, puedendictar que se asuma una postura diferente de la que el escritorpretenda.

    Por ejemplo, un alumno que lea Historia de dos ciudades conmiras a un examen en que se evalen los hechos, personajes y argu-mento podr adoptar una postura predominantemente eferente,dejando de lado todo, excepto los datos fcticos. Del mismo modo,las lecturas de un artculo sobre zoologa podran ir desde laabstraccin analtica del contenido factual hasta la evaluacinesttica de la estructura que ordena las ideas, el ritmo de lasoraciones, las imgenes de vida animal que afloran en la conciencia.

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    Evocacin, respuesta, interpretacin

    La tendencia a cosificar las palabras con frecuencia se hace evidenteen las discusiones que se centran en un ttulo, digamos, El hombre

    invisible o La Declaracin de derechos. Estos ttulos puedenreferirse al texto segn el significado que adjudicamos aqu altrmino es decir, al patrn de signos que se encuentran impresoso fsicamente escritos. Ms a menudo, sin embargo, la referenciapretendida es a la obra. Pero la obra, ideas y experiencias

    vinculadas con el texto, puede hallarse slo en las reflexiones de unlector en particular en cada acto de lectura, la evocacin y lasrespuestas al mismo durante y con posterioridad a dicho acto.

    Cualquier actividad lingstica tiene a la vez un componente pblico(lexical, analtico, abstracto) y uno privado (experiencial, afectivo,asociacional). La postura est determinada, entonces, por la propor-

    http://4.bp.blogspot.com/_WKBJrQlUSd4/TKFTBWNVKKI/AAAAAAAAAak/p2j6aftmTys/s1600/Louise+Rosenblatt.+Continuo+eferente-est%C3%A9tico.jpg
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    cin alcanzada por cada uno de esos componentes en la esfera deaccin de la atencin selectiva. La postura eferente se acerca en ma-yor medida al aspecto pblico del sentido; la postura estticaincluye un porcentaje mayor del aspecto privado, experiencial.

    Los eventos de lectura y escritura A y B caen dentro de la parteeferente del continuo; pero B admite ms elementos privados. Loseventos de lectura y escritura C y D representan ambos la posturaesttica; pero C contiene un porcentaje mayor de atencin hacia losaspectos pblicos del sentido.

    Evocacin

    Hasta aqu nos centramos en los aspectos del proceso de lecturaque giran alrededor de la organizacin de una estructura deelementos de la conciencia interpretados como el significado deltexto. Yo llamo a esto la evocacin, para comprender de estemodo tanto las transacciones estticas cuanto las eferentes. La

    evocacin, la obra, no es un objeto fsico, sino, habida cuenta delotro sentido de dicha palabra, un objeto del pensamiento.

    El segundo flujo continuo de la respuesta

    Debemos reconocer durante el acto de lectura un flujo dereacciones como as tambin de transacciones concomitantesque se gestan ante la evocacin naciente. Aun durante la gestacinde nuestra evocacin, reaccionamos a ella: esto puede a su vezafectar nuestras elecciones a medida en que procedemos con lalectura. Tales respuestas pueden ser momentneas, perifricas, obien interpretarse como un mero estado general, por ejemplo, unentorno de aceptacin o tal vez de conformacin de ideas yactitudes que llevamos a la lectura. A veces, algo inesperado o

    contrario a presunciones o conocimientos previos puede gatillar odisparar la reflexin consciente. Algo que no haba sido previsto porla organizacin de elementos precedentes y que puede causar la

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    relectura. La atencin puede desviarse de la evocacin a los rasgosformales o tcnicos del texto. El alcance de las reacciones posibles yla gama de grados de intensidad y de expresividad dependen deljuego entre el carcter de los signos vertidos sobre la pgina (el

    texto) aquello que trae el lector especfico y las circunstanciasde la transaccin.

    Las distintas venas de la respuesta, en especial en los rangos in-termedios del continuo eferente-esttico, a veces son simultneas,interactan y estn entrelazadas. En realidad, podrn aparecercomo la urdimbre misma de la evocacin. De ah que uno de losproblemas de la lectura crtica sea diferenciar la evocacin que

    corresponde al texto de las respuestas concomitantes, que puedenser proyecciones de cuanto el lector asume a priori. Es ms fciltrazar la lnea divisoria entre ellas en la teora que en la situacinprctica de la lectura. El lector debe aprender a manejar esoselementos en la experiencia de la lectura. El problema asumeciertas formas en la lectura eferente y otras diferentes en la lecturaesttica.

    Respuesta expresada

    La respuesta a la evocacin a menudo es definida como

    subsiguiente al acto de lectura. En realidad, se establece la basedurante la lectura misma, en el segundo flujo continuo dereacciones. El lector puede recapturar su efecto general luego delacto y tal vez intente expresarla y recordar aquello que en laevocacin llev a tal respuesta. La reflexin sobre el significado,aun de un texto sencillo, implica la asociacin, la reactivacin deciertos aspectos del proceso que ocurren durante la lectura. Lainterpretacin tiende a ser una continuacin de este esfuerzo poraclarar la evocacin.

    La descripcin del proceso de lectura hasta aqu indica una activi-dad organizativa y sintetizadora, la creacin de posiblessignificados, y su modificacin a medida que se acercan al foco de

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    atencin otros nuevos elementos. En algunos casos, el lector en uncierto momento simplemente registra la sensacin de haberfinalizado una actividad secuencial, y avanza hacia otrasinquietudes. A veces, hacia el final de la lectura, se cristaliza el

    sentido de la totalidad de la estructura.

    Interpretacin expresada

    De hecho, el proceso de interpretacin que incluye el alcanzar esecierto sentido de un todo no ha recibido suficiente atencin en lasteoras de la lectura, tal vez porque es tpico que la investigacin so-

    bre el tema trate slo con actos de lectura simples. En los dicciona-rios, el trmino interpretar aparece con varios significados

    relevantes. Uno de ellos es establecer el significado de..., elucidar,explicar. Otro, explicar o comprender de modo particular. Untercer significado es exponer el significado de algo mediante suejecucin (como en msica). Cuanto precede tiende a reflejar el

    concepto tradicional de que el significado es inherente al texto.

    La teora transaccional exige nutrirse de los tres usos expuestospara describir por completo la manera en la cual el trmino deberaaplicarse al proceso de lectura. La evocacin del significado en latransaccin con un texto es sin lugar a dudas interpretacin en elsentido de ejecucin, y la teora transaccional combina esto con laidea de interpretacin como elaboracin individual. La evocacinentonces se transforma en el objeto de interpretacin en el sentidode elucidar o explicar. La interpretacin expresada, por ende, tomaelementos de todos estos aspectos de la transaccin integral.

    La interpretacin puede entenderse como el esfuerzo de informar,analizar y explicar la evocacin. El lector asocia la evocacinsentida, percibida y pensada mientras a un mismo tiempo utiliza unmarco de referencia o mtodo de abstraccin a fin de caracterizarla,

    a fin de encontrar cuanto asume o de organizar ideas querelacionen las partes con el todo. Entonces, se trae a la memoria elsegundo flujo de reacciones buscndose las causas en la obra

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    evocada o bien en presunciones y conocimientos previos. Laevocacin y el fluir concomitante de la reaccin pueden serrelacionados, por ejemplo, acentuando la lgica de la estructura deideas en una evocacin eferente, o en la lectura esttica, acentuando

    las presunciones acerca de las personas o de la sociedad quesustentan la vivencia.

    Con frecuencia la interpretacin se expresa de modo eferente,resaltndose las ideas generales que la sustentan y que establecenlos vnculos con los signos del texto. Asimismo, la interpretacinpuede asumir forma esttica: tal es el caso de los poemas, laspinturas, la msica, las dramatizaciones o las danzas.

    De la mano de la interpretacin, llega la cuestin de si el lectorelabor un significado acorde con la probable intencin del autor. Yaqu estaramos entonces pasando de la transaccin texto-lector ala relacin autor-lector. Antes de abordar temas tales como lacomunicacin, la validez de la interpretacin y las implicancias de lateora transaccional para la enseanza y la investigacin debe

    considerarse el proceso que produce el texto.

    El proceso de redaccin

    La transaccin de la redaccin

    Al igual que el lector que aborda un texto, el escritor que se hallaante una hoja en blanco, tiene como nica fuente su propio capitallingstico. El material con el cual interpretar el texto nace delresiduo de sus experiencias lingsticas pasadas en situacionesespecficas. Como en el caso del lector, todo nuevo significado esuna reestructuracin o extensin del cmulo de experiencias, y astas se remite el lector cuando emprende la tarea. Hay un continuo

    ir y venir o proceso transaccional que ocurre cuando el escritorobserva la pgina y expande el texto a la luz de cuanto escribihasta ese momento.

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    Sin embargo, existe una importante diferencia entre lectores y es-critores que no debe pasarse por alto. En la trada signo-objeto-interpretante, el lector tiene el patrn fsico de los signos con los

    cuales relaciona las simbolizaciones. El escritor ante la hoja enblanco tal vez comience slo con un estado orgnico, ideas ysentimientos vagos que requieren mayor definicin de la tradaantes de que pueda conformarse la configuracin simblica que esel texto verbal.

    La escritura es siempre un hecho en el tiempo, que ocurre en unmomento en particular durante la biografa del escritor, bajo

    circunstancias particulares, y bajo presiones externas y tambininternas, particulares. Es decir, el escritor siempre est realizandotransacciones con un ambiente personal, social y cultural. Por tanto,el proceso de redaccin debe ser visto siempre expresando factorestanto personales corno sociales, individuales y ambientales.

    Dada esta concepcin del smbolo verbal como una trada, cuanto

    ms accesible sea ese capital de palabras y referentes vinculadoscon el organismo, ms fluido ser el escritor. Esto nos permiteponer en perspectiva una actividad tal como la libre escritura. En

    lugar de tratarla como una etapa prescriptiva del proceso de

    redaccin, como algunos parecen hacer, debera ser vista como unatcnica para extraer del reservorio lingstico sin ser molestado poransiedades respecto de la aceptabilidad del sujeto, la secuencia olos mecanismos. Especialmente para aquellos que se ven inhibidospor ciertas desafortunadas experiencias anteriores, este tipo deredaccin puede constituir un ejercicio de preparacin liberadorpara hacer fluir el nctar, por as decirlo, permitiendo asimismo quese eleven hasta la conciencia elementos del flujo vivencial,componentes verbales de la memoria e inquietudes presentes. Enesencia, se trata de activar el reservorio lingstico individual.

    Sin importar cun libre y desinhibida sea la redaccin, el flujo deimgenes, ideas, recuerdos y palabras no es absolutamentealeatorio; William James nos recuerda que la actividad selectora

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    de la atencin selectiva funciona en cierto grado. Como en el casodel lector, el escritor debe poner en juego el proceso selectivo conenerga, para transitar hacia un primer sentido de focalidad para laeleccin y la sntesis (Emig, 1983).

    Esta direccionalidad se ver alentada por la conciencia que tiene elescritor respecto de la situacin transaccional, el contexto que ini-cia la necesidad de escribir y el o los posibles lectores a quienes eltexto supuestamente estar dirigido. A menudo, de un modosemejante al ensayo y error, y mediando varios borradores que hanfluido libremente, la sensibilidad del escritor hacia tales factores setraduce en un claro impulso cada vez mayor que gua la atencin

    selectiva y la integracin. Para el escritor experimentado, el hbitode esa conciencia, el control de la multiplicidad de decisiones uopciones que componen el acto de redaccin, es ms importanteque cualquier definicin preliminar explcita de objetivos opropsitos.

    La postura del escritor

    El concepto de postura presentado anteriormente en relacin con lalectura tiene la misma importancia para la redaccin. Un aspectoprincipalsimo de la delimitacin de un propsito en sta es laadopcin de una postura que se halle en algn punto del continuoeferente-esttico. La actitud hacia cuanto se activa en el reservoriode las experiencias lingsticas se manifiesta en la gama e ndole delos smbolos verbales que vienen a la mente, y a los cuales elescritor aplica la atencin selectiva. La postura dominantedetermina la proporcin de aspectos pblicos y privados delsentido que se incluirn en el alcance de la atencin del escritor(vase Figura 1).

    En la vida real, la seleccin de una postura predominante no es

    arbitraria sino que se da en funcin de las circunstancias, de losmotivos del escritor, del tema y de la relacin entre escritor yposible lector o lectores. Por ejemplo, alguien que ha sufrido un

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    accidente automovilstico querra adoptar una posicin muydiferente al redactar el hecho para la empresa aseguradora y aldescribirlo en una carta a un amigo. En el primer caso se activaraun proceso eferente selectivo que traera al centro de la conciencia

    y a la pgina los aspectos pblicos tales como declaraciones quepodran verificarse mediante testigos o investigacin del lugar delsiniestro. En la carta al amigo, el propsito sera compartir laexperiencia. Una postura esttica hara llegar a la atencin delescritor los mismos hechos bsicos conjuntamente consentimientos, sensaciones, tensiones, imgenes y sonidos vividosdurante esta escaramuza con la muerte. El proceso selectivofavorecera palabras que armonizaran con el sentido interno que el

    escritor tiene respecto del hecho percibido y que tambinactivaran en el probable lector, nexos simblicos que evocaranuna experiencia similar. Dada la diversidad de propsitos, otrasdescripciones se encontraran en puntos distintos del continuoeferente-esttico.

    El propsito o la intencin deberan surgir de la experiencia

    lingstica y vivencia real del escritor, o bien ser capaces depermitirle imaginarlas. Las experiencias pasadas nonecesariamente son el lmite del alcance del escritor, si bien ante lapgina en blanco, el escritor necesita de vivas, es decir, de ideas

    que tienen un vnculo fuertemente energizante del reservorio de lasexperiencias lingsticas. Los propsitos o las ideas carentes de esacapacidad de vincularse con la experiencia anterior y lasinquietudes actuales del escritor no pueden activar ntegramente elreservorio ni dar impulso al pensamiento o a la escritura.

    Un propsito fundado en la experiencia personal gesta e impulsa elempuje. Las ideas vitales que nacen de situaciones, actividades,discusiones, problemas o necesidades brindan la base del procesoactivamente selectivo y sintetizador de la elaboracin delsignificado. La fuente energizada de imgenes, ideas, emociones,

    actitudes y tendencias a actuar ofrecen los medios para establecernuevos nexos, para descubrir nuevas facetas del mundo de objetosy acontecimientos, del pensamiento y la escritura creativa.

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    Escribir acerca de un texto

    Cuando un lector describe, responde o interpreta una obra, es decir,cuando habla o escribe sobre una transaccin con un texto, se est

    gestando un nuevo texto. Las implicancias de este hecho entrminos de proceso deberan comprenderse ms claramente.Cuando el lector se transforma en escritor respecto de una obra, elpunto de partida no es ya el texto fsico, las marcas dispuestassobre la pgina, sino el significado o el estado de nimo que seatribuye a ese texto. El lector tal vez vuelva al texto original paracapturar nuevamente el modo en que entr en la transaccin, perodebe encontrar palabras para explicar la evocacin y la

    interpretacin.

    El lector transformado en escritor otra vez debe enfrentar el pro-blema de la eleccin de una postura. En general, la eleccin pareceser la postura eferente. El propsito fundamental es explicar,analizar, resumir y categorizar la evocacin. Esto es en general asaun cuando la lectura ha sido predominantemente esttica y se

    trata de una obra de arte. Sin embargo, la posicin esttica puedeadoptarse a fin de comunicar una experiencia que exprese larespuesta o la interpretacin. Una lectura eferente, por ejemplo, laDeclaracin de la Independencia puede llevar a un poema o a una

    historia. Una lectura esttica del texto de un poema tambin puedellevarnos no a un ensayo crtico escrito eferentemente, sino a otropoema, una pintura o una composicin musical.

    El traductor de un poema es un claro ejemplo del lectortransformado en escritor, siendo primero lector que evoca unaexperiencia a travs de una transaccin en un lenguaje, y luegoescritor que trata de expresar la experiencia a travs de unatransaccin escrita en otro idioma. Las cualidades vivencialescreadas en una transaccin con un idioma deben ser comunicadas alectores evocadas por ellos que tienen un reservorio lingstico

    diferente, adquirido en una cultura diferente.

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    La lectura del autor

    Hasta aqu, elaboramos paralelos entre el modo en el cual lectores yescritores seleccionan y sintetizan elementos desde su reservorio

    lingstico personal, cmo adoptan posturas que guan su atencinselectiva y construyen un propsito selectivo cambiante. Pusimos elnfasis fundamental en las similitudes en las estructuras decomposicin del significado relacionado con el texto. Si los lectoresson tambin en ese sentido escritores es igualmente un hecho, ytal vez ms obvio que los escritores tambin deben ser lectores. Yes aqu donde comienzan a surgir diferencias en este paralelismo.

    El escritor, se admite en forma generalizada, es el primer lector deltexto. Y es de observar una diferencia obvia, aunque dejada de lado:el lector entabla una transaccin con el texto terminado delescritor, mas el escritor lee el texto a medida que ste sedesenvuelve. Dado que la lectura y la escritura son procesosrecursivos que suceden durante un cierto lapso, sus mismassemejanzas enmascaran una diferencia bsica. El escritor a menudo

    relee el texto terminado total, pero lo que tal vez es msimportante, el escritor lee primero, con esa relacin en espiral,transaccional, el texto que va apareciendo en esa pgina. Y ste esun tipo de lectura diferente. Es de su propia autora la lectura delredactor y por lo tanto debe considerarse como parte integral delproceso de composicin. De hecho, es necesario considerar que esaredaccin, o composicin de un texto, implica dos tipos de lectura,que en particular denomino orientada hacia la expresin y

    orientada hacia la recepcin.

    Lectura del autor orientada hacia la expresin

    A medida que sus ojos transitan por el texto impreso, el lectorelabora un marco o principio organizativo. Se comprueban las

    simbolizaciones recientemente evocadas a fin de verificar si secorresponden con los posibles significados ya creados para laporcin precedente del texto. Si los nuevos signos implican un

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    problema, ello conducir a una revisin del marco, o aun a unarelectura completa del texto para reestructurar el significadoatribuido.

    El escritor, como los lectores de otro texto, analiza conexhaustividad esa sucesin de signos verbales que cubren la pginapara ver si las nuevas palabras armonizan con el texto precedente.Pero se trata de una lectura orientada hacia la expresin diferente,que debiera considerarse parte integral del proceso decomposicin. A medida en que las nuevas palabras aparecen sobrela pgina, deben ser verificadas, no simplemente en cuanto a sucorrespondencia con el texto anterior, sino tambin respecto de un

    patrn de medida interior: la intencin, o el propsito. Elsignificado emergente, aun si tiene sentido, debe juzgarse enrelacin con el modo en que facilita u obstruye el propsito, noimporta cun oscuro y falto de expresin sea, porque steconstituye la energa que impulsa al escritor. La lectura orientadahacia la expresin conduce a la revisin aun durante las fasestempranas del proceso de composicin.

    La medida interior

    La mayor parte de los escritores recuerdan una situacin que puedeilustrar el funcionamiento de esta medida interior. Viene a la

    mente una palabra, o surge de la lapicera, y aun si tiene sentido,parece no ser la correcta. Palabra tras palabra llegan a la conciencia,y la insatisfaccin contina. A veces el escritor entiende por qu lapalabra no es la correcta, tal vez sea ambigua o no vaya con el tono.Pero a menudo el escritor no puede expresar con claridad la causade tal insatisfaccin. La tensin simplemente desaparece cuando lapalabra correcta se presenta. Y cuando esto sucede, hay armona

    entre la medida interior y el signo verbal.

    Un episodio de este tipo pone de manifiesto el proceso de evalua-cin respecto de una medida interna. El escritor francs GustaveFlaubert en su bsqueda de le mot juste, la palabra justa, propone

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    la analoga del violinista que trata que sus dedos reproduzcan con

    precisin esos sonidos que tiene dentro suyo, con un sentidointerior (1926:11,47). La medida interior puede ser un estadoorgnico, un estado de nimo, una idea, aun un conjunto de pautas

    conscientes.

    Para el escritor experimentado, este tipo de lectura orientada porcompleto hacia su interior, que es parte integral del proceso decomposicin, depende y se alimenta de un sentido del propsitocada vez ms claro aunque con frecuencia tcito, sea ste eferente oesttico. El escritor trata de satisfacer su concepcin personal a lavez de refinarla. Tal lectura transaccional, tal revisin, pueden

    ocurrir durante la totalidad del acto de composicin. De hecho hayveces que ste es el nico componente de lectura; tal el caso cuandose escribe para s mismo solamente, para expresar o registrar unaexperiencia en un diario o libro personal o bien tal vez para analizaruna situacin, o los pros y contras de una decisin.

    Lectura del autor orientada hacia la recepcin

    Normalmente, sin embargo, se considera que la escritura es partede una posible transaccin con otros lectores. En un momentodado, el escritor se disocia del texto y lo lee a travs de los ojos delos posibles lectores; el escritor trata de juzgar el significado queellos le daran en transaccin con ese patrn de signos. Pero elescritor hace ms que simplemente ponerse los ojos del posible

    lector y nuevamente se da una operacin doble. El texto enevolucin se lee para atrapar el sentido que otros pudieran darle.Sin embargo, esta interpretacin hipottica tambin debe evaluarseen funcin del propio sentido interior de propsito que alienta elescritor.

    La tendencia siempre estuvo centrada en la redaccin con un ojo

    puesto en el lector previsto. Mi preocupacin es mostrar el juegoentre los dos tipos de lectura que realiza el autor y la necesidad consciente o automtica de decidir el grado de nfasis de una u

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    otra. El problema es encontrar signos verbales capaces de activarconexiones en los reservorios lingsticos de los posibles lectoresque se correspondan con las del escritor. Un poeta puede verse antela situacin de elegir entre una metfora extica que es un deleite

    personal y una que tenga mayores probabilidades de encontrarsedentro de la experiencia de los posibles lectores. O el escritorcientfico tal vez deba decidir si un detalle amplio y preciso esdemasiado complejo para el lector general.

    Los escritores debern tener, por lo menos, un cierto dominio deesa conciencia interna orientada hacia la expresin si esperan obte-ner los beneficios de esta segunda lectura a travs de los ojos de los

    dems: aqulla constituye el criterio orientador de sta ltima. Esprobable que el lector experimentado haga una sntesis, o unarpida alternancia, entre los dos tipos de lectura a fin de orientar laatencin selectiva que se filtra desde los elementos verbales quenos vienen in mente. Cuando el objetivo es la comunicacin, larevisin debera basarse en un doble criterio para la relectura deltexto.

    La comunicacin entre autor y lectores

    El proceso de idas y vueltas que atraviesa el lector para elaboraruna interpretacin se convierte en una forma de transaccin con unautor-persona que respira a travs del texto, detrs del texto. Larelacin en cuestin es a veces llamada contrato con el autor.

    Cuanto ms cercanas sus experiencias lingsticas, ms probableser que la interpretacin del lector realice la intencin del escritor.El compartir al menos versiones de un mismo idioma es tan bsicoque a veces simplemente se lo da por sentado. Otros factorespositivos que afectan la comunicacin son la pertenencia a unmismo grupo sociocultural, a un mismo nivel educacional, y a unamisma comunidad, tal como acadmica, jurdica, literaria, cientfica

    o teolgica. Dadas tales semejanzas, es ms probable que el lectoracerque al texto su conocimiento previo, su informacin respectode convenciones lingsticas y literarias y cuanto asume respecto

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    de situaciones sociales que son necesarias para comprender lasimplicancias o alusiones y captar las esfumaciones de tono ypensamiento.

    Sin embargo, dado que la experiencia de cada persona es nica, lasdiferencias debidas a factores sociales, tnicos, educacionales y per-sonales existen, aun entre contemporneos. La lectura de obrasescritas en otra poca hablan de la inevitable diferencia delcontexto lingstico, social o cultural. Aqu, en especial, los lectorespodrn ponerse de acuerdo en las interpretaciones sin tener queasumir necesariamente que sus evocaciones a partir del textocorresponden con la intencin del autor (Rosenblatt, 1978).

    Las diferencias en cuanto a la intencin del autor con frecuenciallevan a consultas en fuentes extra textuales. En especial con obrasdel pasado, los estudiosos se remiten a mtodos sistemticos de in-vestigacin filolgica, biogrfica e histrica con la intencin de des-cubrir las fuerzas personales, sociales y literarias que conformaronla intencin del escritor. La recepcin contempornea del trabajo

    tambin nos ofrece claves. Tal evidencia, aun si incluye la intencindeclarada del autor, de todos modos da resultados hipotticos y nopuede dictaminar nuestra interpretacin. Debemos de todos modosleer el texto para decidir si ste avala la intencin hipottica. Ellector constantemente enfrenta la responsabilidad de decidir si unainterpretacin es aceptable o no. Debemos abocarnos a la cuestinde la validez de la interpretacin antes de pasar a considerar susimplicaciones para la enseanza y la investigacin.

    Validez de la interpretacin

    El problema de la validez de la interpretacin no ha recibidodemasiada atencin en la teora de la lectura ni en la metodologaeducacional. A pesar de la extraordinaria dependencia de nuestras

    escuelas con respecto a la evaluacin, parece haber poco inters enaclarar los criterios que participan de la evaluacin de lacomprensin. Es evidente que en la prctica, la enseanza de la

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    lectura y los instrumentos para evaluar la comprensin de lalectura se han basado tcitamente, o por lo menos as se lo hapreconizado, en asumir del modo tradicional que existe un nicosignificado determinado correcto atribuible a cada texto. El factor

    de la postura, el continuo eferente esttico, ha sido en especialdescuidado; operativamente, se resalta el eferente, aun cuando setrate de literatura.

    La naturaleza polismica del lenguaje invalida todo enfoque sim-plista del significado, creando el problema de la relacin entre lainterpretacin del lector y la intencin del autor. Los tericoscontemporneos comienzan a reconocer de modo generalizado que

    es imposible encontrar un significado nico absoluto para un texto,o esperar que cualquier interpretacin refleje por completo laintencin del escritor. Hasta para el autor, el trmino intencin es

    imposible de definir absolutamente o de delimitar. La palabraabsoluto, el concepto de un nico significado correcto inherente

    al texto, es el principal obstculo. El mismo texto asume

    diferentes significados en transacciones con diferentes lectores o

    aun con el mismo lector en diferentes contextos u ocasiones.

    Afirmabilidad garantizada

    El problema de la validez de una interpretacin es parte delproblema filosfico ms amplio que se citaba al comienzo de estetrabajo. La percepcin del mundo siempre ocurre a travs de sereshumanos individuales en transaccin con sus mundos. En lasltimas dcadas, algunos tericos literarios, con argumentoselaborados a partir de escritores europeos posestructuralistas yasumiendo una perspectiva saussureana del lenguaje como sistemaautnomo, llegaron a una posicin relativista extrema. Concibieronun mtodo de lectura que asume que todos los textos pueden serdeconstruidos para revelar sus contradicciones internas. Ms an,

    el sistema lingstico y las convenciones literarias se supone,dominan por completo al autor y al lector y el acuerdo en cuanto ala interpretacin, simplemente refleja la comunidad

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    interpretativa particular en la cual nos encontramos (Fish, 1980;

    Rosenblatt, 1991).

    Tal relativismo extremo no es, sin embargo, conclusin necesaria de

    la premisa que sostiene que el significado absolutamente determi-nado es imposible. Al estar de acuerdo en los criterios deevaluacin de las interpretaciones, podemos aceptar la posibilidadde interpretaciones alternativas, y de todos modos decidir quealgunas son ms aceptables que otras.

    John Dewey, aceptando premisas epistemolgicas nofundacionalistas y olvidando la bsqueda de los absolutos, resolvi

    el problema de la ciencia con su idea de la afirmabilidadgarantizada como el punto final de la investigacin controlada

    (1938:9, 345). Dados ciertos criterios compartidos respecto de losmtodos de investigacin y los tipos de evidencia, es posible elacuerdo en la decisin de cul sera una interpretacin bienfundada en la evidencia, es decir una afirmacin garantizada. Estono se establece como una verdad absoluta y permanente pero deja

    abierta la posibilidad de explicaciones alternativas para los mismoshechos, del descubrimiento de nuevas evidencias, o de laconcepcin de criterios o paradigmas diferentes.

    Si bien Dewey utiliz, primordialmente, la interpretacin cientficao el conocimiento del mundo basado en mtodos cientficos parailustrar la afirmabilidad garantizada, tambin consider que elconcepto era capaz de comprender a las artes y a toda inquietudhumana. Puede aplicrselo al problema de la interpretacinlingstica (Rosenblatt, 1978, captulo 7; 1983:151). Dado un ciertoambiente cultural compartido y dados ciertos criterios compartidosrespecto de la validez de la interpretacin, podemos sinnecesidad de declamar la obtencin del significado correcto de untexto alcanzar consenso para una interpretacin. En especial enla lectura esttica, podemos encontrar que otras interpretaciones

    alternativas cumplen con nuestros criterios mnimos, sintindonosde todos modos libres de considerar ciertas interpretacionessuperiores a otras.

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    Contrastando con el concepto de lectores encerrados en una co-munidad interpretativa estrecha, el poner nfasis en que los

    criterios tcitos o subyacentes se vuelvan explcitos, sienta la base

    no slo del acuerdo, sino tambin, para la comprensin de lasfuentes tcitas del desacuerdo. Esto genera la posibilidad de cambiode interpretacin, la aceptacin de conjuntos de criteriosalternativos o la revisin de los criterios. Tal concientizacin porparte de los lectores puede favorecer la comunicacin a travs dediferencias sociales, culturales e histricas entre autor y lectorescomo as tambin entre lectores (Rosenblatt, 1983).

    Para resumir, el concepto de afirmabilidad garantizada, o de crite-rios compartidos de validez de interpretacin en un contexto socialen particular, reconoce que ciertas lecturas pueden satisfacer loscriterios mejor que otras. Los criterios bsicos podrn ser: 1) que elcontexto y el propsito del acto de lectura, o de la transaccin total,se tome en cuenta; 2) que la interpretacin no entre encontradiccin o que no tome en cuente el texto en su totalidad,

    o los signos escritos en la pgina; y, 3) que la interpretacin noproyecte significados que no pueden relacionarse con los signosescritos en la pgina. Ms all de estos elementos surgen loscriterios de interpretacin y evaluacin que nacen de la estructuraentera de aquello que asumimos y compartimos social, cultural,lingstica o retricamente.

    Es as que podemos abrimos a lecturas alternativas del texto deHamlet, pero tambin podemos considerar ciertas lecturas comosuperiores a otras conforme con ciertos criterios explcitos, porejemplo, la complejidad de los elementos intelectuales y afectivos ytambin la naturaleza del sistema de valor implcito. Talesconsideraciones permiten comparar y negociar con distintoslectores de un mismo texto, como as tambin aclarar lasdiferencias en cuanto a qu constituye una interpretacin vlida de

    lo que asumimos (Rosenblatt, 1983, 1978). Del lado eferente delcontinuo, la actual discusin sobre los criterios alternativos de

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    interpretacin de la Constitucin, ofrecen otro ejemplo complejo

    de esto mismo.

    Criterios sobre el continuo eferente-esttico

    Precisamente porque, como la Figura 1 indica, en toda lecturaestn presentes elementos pblicos y privados, los criterios devalidez de la interpretacin difieren para las lecturas en distintospuntos del continuo eferente-esttico. Dado que la interpretacinpredominantemente eferente debe ser verificable o justificablepblicamente, los criterios de validez se asientan primordialmente

    en los aspectos pblicos referenciales del significado y exigen queno haya aspectos afectivos y asociacionales dominantes. Loscriterios para la lectura predominantemente esttica exigen laatencin de los aspectos cognitivos, referenciales pero slo encuanto estn entrelazados y coloreados por los aspectos privados,afectivos o vivenciales generados por los patrones de signos delautor. Especialmente en los rangos medios del continuo eferente-

    esttico, se vuelve importante para los escritores ofrecerindicaciones claras en cuanto a la postura, y para los lectores, sersensibles al propsito del escritor y a la necesidad de aplicarcriterios relevantes.

    Aspectos literarios de la lectura eferente

    En las ltimas dcadas, en una cantidad de campos cientficos, laoposicin entre redaccin cientfica y literaria ha demostrado ser

    una ilusin. Los escritores de ciencias sociales y naturales hantomado conciencia, en la medida en que se ocupan de prcticassemnticas y sintcticas que normalmente haban consideradoliterarias, de que ellos tambin utilizan la narrativa, la metfora y

    otras figuras retricas. Ejemplo de ello son la importancia de la

    metfora al escribir temas econmicos o la idea de que elhistoriador escribe narraciones y que nunca puede sercompletamente objetivo al seleccionar los hechos. Una visin ms

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    sensible respecto de los tropos sexistas y racistas ha aumentado laconciencia sobre la medida en la cual la metfora se cuela en todotipo de texto y por supuesto en todo tipo de lenguaje. A veces ladistincin eferente-esttico parece desaparecer por completo (por

    ejemplo, se dice que el historiador a veces escribe ficcin).

    Se hace necesario recordar que la postura que refleja el propsitoeferente o esttico, no las figuras sintcticas o semnticas por smismas, determinan los criterios adecuados. Por ejemplo, en untratado de economa o de historia de la frontera, los criterios devalidez de la interpretacin apropiados a sus respectivasdisciplinas, que primordialmente implican verosimilitud y lgica, se

    aplicaran de todos modos. Cuando un economista, observa que loscientficos deberan concebir buenas metforas y contar buenasancdotas (McCloskey, 1985), el concepto de postura dominante se

    vuelve an ms crucial. Los criterios de bueno deberan ser no

    slo cun vividas e interesantes son las ancdotas sino cmorebosan de lgica y hechos y qu sistemas de valor implican.

    La relevancia del continuo eferente-esttico (Figura 1) puedeilustrarse con el ejemplo de metfora: el cientfico habla de la teorade la onda de la luz y nosotros enfocamos el concepto tcnico en

    el extremo eferente del continuo. Y en las palabras de Shakespeare:As como la onda marina llega hasta la playa, as nuestros minutos

    se apuran hacia el final lo que rescatamos de esas imgenes es, en

    cambio, nuestra atencin esttica respecto del sentimiento deinevitabilidad del paso del tiempo en nuestras vidas. Y un anlisispoltico sugiri rendirse a la inevitabilidad del fascismo llamndolola onda social del futuro No hay modo de luchar contra ella. A

    pesar de lo vvido de las metforas, la atencin eferente deberahaber sido dominante, aplicando el criterio eferente. Entonces, lalgica y la evidencia factual apoyan ese llamamiento persuasivo?

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    Implicancias para la enseanza

    Lectura y escritura: paralelismos y diferencias

    Los paralelismos entre los procesos de lectura y redaccin siemprehan estimulado cuestionamientos acerca de sus conexiones,especialmente en el aula. Los procesos de lectura y escritura sesuperponen a la vez que difieren. Tanto el lector como el escritor sededican a constituir estructuras simblicas de significado en unatransaccin de idas y vueltas en espiral con el texto. Siguenpatrones de pensamiento similares y se remiten a hbitos

    lingsticos similares. Ambos procesos dependen de lasexperiencias pasadas del individuo con el lenguaje en particular,situaciones de vida. Tanto el lector como el escritor, porconsiguiente, infieren vnculos establecidos en el pasado con signos,significantes y estados orgnicos a fin de crear nuevassimbolizaciones, nuevos vnculos y nuevos estados orgnicos. Tantoel lector como el escritor elaboran un marco, un propsito o un

    principio, no importa cun nebuloso o explcito, que gua laatencin selectiva y las actividades sintetizadoras, organizativas,que constituyen el significado. Es ms, cada acto de lectura y deredaccin puede entenderse como dentro de la lnea del continuoeferente-esttico, en un punto de ella que lo ubique comopredominantemente eferente o esttico.

    Los paralelos no debieran enmascarar las diferencias bsicas, latransaccin que comienza con un texto producido por otro, no es lomismo que la transaccin que comienza con una persona frente auna pgina en blanco. Para el observador, dos personas queobservan atentamente una pgina escrita pareceran estar haciendolo mismo (es decir, leyendo). Pero si uno de ellos est en elproceso de escribir ese texto, las actividades que se sucedernnecesariamente sern distintas. El escritor se ocupar de efectuar la

    lectura del autor, ya sea orientada hacia la expresin como hacia larecepcin. Ms an, dado que tanto la lectura como la redaccinestn arraigadas en transacciones mutuamente condicionantes

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    entre personas y sus medios especficos, una persona puede tenerexperiencias muy diferentes con ambas actividades, puede teneractitudes distintas hacia stas y puede ser ms efectiva en una o enotra. La redaccin y la lectura son tan diferentes que pueden

    desarmar esa presuncin de que se trata de imgenes en espejo: loque hace el lector no es simplemente volver a actuar el proceso delescritor. Por tanto, no puede asumirse que la enseanza de unaactividad automticamente mejora la capacidad del alumno en laotra.

    Aun as, los paralelos entre los procesos de lectura y escritura quedescribimos en los prrafos anteriores y la ndole de la transaccin

    que tiene lugar entre el autor y el lector, permiten esperarrazonablemente que la enseanza de una pueda afectar elfuncionamiento del alumno con la otra. La lectura, esencial acualquiera en razn de un enriquecimiento intelectual y emocional,brinda al escritor un sentido de las potencialidades del lenguaje. Laredaccin profundiza la comprensin del lector sobre laimportancia de prestar atencin a la diccin, a las posiciones

    sintcticas, al nfasis, las imgenes y las convenciones del gnero. Elhecho de que la trada signo-interpretante-objeto dependa segndijo Peirce del hbito apunta a un nivel de influencia aun msimportante. La fertilizacin cruzada ha de surgir del refuerzo de loshbitos lingsticos y de los patrones del pensamiento provenientesde procesos transaccionales compartidos que se refieren a laatencin selectiva intencional y a la sntesis. La utilidad del juegoentre la redaccin y la lectura de cada alumno depender enor-memente de la naturaleza de la enseanza y del contexto educativo.

    El contexto total

    Aqu volvemos a nuestro concepto bsico de que los seres humanossiempre estn implicados en transaccin y en una relacin

    recproca con un ambiente, un contexto, una situacin total. Elambiente del aula, o la atmsfera creada por el maestro y losalumnos que entablan una transaccin mutua y el mbito escolar,

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    se ampla para incluir todo el contexto institucional, social ycultural. Estos aspectos de la transaccin son cruciales al pensarsobre la educacin y en especial el problema de la alfabetizacin.Dado que el reservorio de las experiencias lingsticas de cada

    persona es el residuo surgido de transacciones pasadas con elambiente, tales factores condicionan el sentido de las posibilidadeso los marcos organizativos potenciales o esquema como as tambinel conocimiento y cuanto asumimos acerca del mundo, la sociedad,la naturaleza humana, que cada uno trae a las transacciones. Losfactores socioeconmicos y tnicos, por ejemplo, influyen en lospatrones de comportamiento, en la manera de realizar tareas, y aunen la comprensin de conceptos tales como historia (Heath,

    1983). Tales elementos tambin afectan la actitud de la personahacia s misma, la actividad de lectura o redaccin, y el propsitopor el cual estas actividades estn siendo llevadas a cabo.[