Lowith, Karl - Max Weber y Karl Marx (Ensayo Comparativo

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~1 estudio de Karl Lowith sobre Weber Marx fue publicado en 1932, ! 2 \ intelectualmente a la teoria de la historia, a1 legado del idealism* 2 hegeliano y a1 marxismo, y afectado politicamente por el impact0 del $ nacionalsocialismo sobre 10s judios alemanes, sup0 mostrar, en este ensay0 clgsico, que a pesar de las diferencias importantes existentes entre Marx y Weber sus perspectivas socioldgicas estaban sostenidas por una antropologia filosdfica convergente. Texto clave en las interpretaciones modernas del tema de la alienacidn en la teoria marxista y de la racionalizacidn en la sociologia de Weber, el andisis de Lowith de la antropologia filosdfica de la teoria y la sociologia marxistas demuestra tambiCn que la disputa ideoldgica entre las dos ramas de pensamiento socioldgico es el resultado en buena .parte de un malentendido mutuo. La de Lowith sigue siendo la mejor introduccidn a las diferencias y similitudes entre el pensamiento de Max Weber y de Karl iMarx. ISBN 978-84-9784-092-7 9 788497 840927 kJ f 'a . Max Weber y Karl Marx I TEOR~A SOCIAL

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~1 estudio de Karl Lowith sobre Weber Marx fue publicado en 1932, ! 2 \

intelectualmente a la teoria de la historia, a1 legado del idealism* 2 hegeliano y a1 marxismo, y afectado politicamente por el impact0 del $ nacionalsocialismo sobre 10s judios alemanes, sup0 mostrar, en este

ensay0 clgsico, que a pesar de las diferencias importantes existentes

entre Marx y Weber sus perspectivas socioldgicas estaban sostenidas

por una antropologia filosdfica convergente.

Texto clave en las interpretaciones modernas del tema de la alienacidn

en la teoria marxista y de la racionalizacidn en la sociologia de Weber,

el andisis de Lowith de la antropologia filosdfica de la teoria y la

sociologia marxistas demuestra tambiCn que la disputa ideoldgica entre

las dos ramas de pensamiento socioldgico es el resultado en buena

.parte de un malentendido mutuo.

La de Lowith sigue siendo la mejor introduccidn a las diferencias y

similitudes entre el pensamiento de Max Weber y de Karl iMarx.

I S B N 9 7 8 - 8 4 - 9 7 8 4 - 0 9 2 - 7

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kJ f ' a . Max Weber y Karl Marx

I T E O R ~ A SOCIAL

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dici6n de un hacer plena de valor, en el mundo actual-, es p una renuncia que instala, a la vez, una demanda alin mbs 1, , elevada: esto es, permanecer -por fuerza de la pai6n- en el hacer -en si- singularizado, en medio de esa aparcelizaci6n F. del alms.. ~Porque nada tiene para el hombre, como hombre, a1- &

9% glin valor, si no lo puede hacer con pasi6nx (D.C., p. 531, las cursivas son nuestras). Con ese <<demonio>, de su pasidn, co- mo el fundamento infundamentado de su postulaci6n de fi- nes -podria llambrselo tambiCn el Dios falso de una humani- dad vaciada de divinidades-, ha combatido Weber en me&o

de sus esfuerzos por la objetividad cientifica y politics, la cre- encia en fines valorados objetivamente, en administraciones

y conceptos, como si fuera esta creencia un servicio a 10s fal- sos dioses y pura superstici6n -todo ello para salvar a1 h6roe humano-. Para edo le sirvi6 en dltima instancia, sefiala Honigs- heirn, el m6todo socioldgico de la destrucci6n de todas las aspi- raciones incon&cionadas de valor de 10s representantes de las instituciones. TambiCn la <<sociologia,, y precisamente ella, sirvi6 a esa libertad de movimiento. Weber cre6 con ese mC- todo unaplataformn 2e la negativi2a2, sobre la cual debia reali- z a r ~ e ~ ~ ahora el hCroe humano, <<en un sentido muy modera-

do de la palabran. La expresi6n intelectual, no obstante, de esa humanidad es lo que C1 ha caracterizado como una <<modera- da honradez intelectual,,, consistente en que se da un <<infor- me,, xsobre el sentido liltimo delpropw h a ~ e r , , . ~ ~

La idea de esa libertad humana no estb s610 en oposici6n a1

individualism0 pronze2w que Hegel y Marx combaten como la libertad filistea de la preferencia privada, sino tambiCn en contraposici6n externa con aquella <<libertad,, hacia la cual

Marx quiso emancipar (chumanamente, a1 hombre, y que era para 61 la libertad de la comun2n2 mrid nltn. Esa idea de Marx era para Weber una utopia, y su hCroe humano le habria pa- recido a Marx una <<invocaci6n a 10s muertos* de 10s tiempos heroicos de la burguesia, cuya <<realidad austera~ es hoy, no

obstante, claramente <<no heroics,, y s61o el <<espectro, de sus . - % grandes C p o c a ~ . ~ ~ Lo que para Weber fue un {Cdestino ineludi- e

blen significaba para Marx nada mbs que la <<prehistoria, de ." la humanidad, y donde para el liltirno acababa de ponerse en

. marcha la verdadera historia, ahi empezaba para el primero la

. Ctica de una <<conviccibn*, plena de re~~onsabilidad. Esa dife- a

rencia de sus cosmovisiones e ideas del hombre se interpreta en la variedad de sus puntos de vista patrones para la inter- pretaci6n del mundo modern0 capitalists-burgu6s: en Weber la <<racionalidad,,; en Marx la <<alienaci6n de si,.

B. La interpretacibn marxista del mundo capitalists burgu6s segrin el hilo conductor de la enajenaci6n de si hurnana

I. Su desarrollo hist6rico desde Hegel a Marx, pasando por Feuerbach

El hilo conductor especifico <<marxista, para el anblisis del mundo capitalists-burgu6s no es su ccenajenaci6n de si,,, sino su cranatomia*, su <<esqueleto, y, Cste, su <<economia politics* -una expresidn que dialbcticamente comprende, en un movi- miento, a1 ser econ6mico y a la conciencia de si. Ese discurso de la anatom& de la sociedad burguesa expresa, primero, nada mbs que un de~~lazamiento del peso desde la asociedad bur- guesa*, en el sentido hegeliano, hacia el <csistema de necesida- des, corn tal, y caracteriza a las relaciones de producci6n ma- teriales como la estructura 6sea de esa sociedad. Pero simultbneamente, esa concepci6n se reljne con la tesis, mucho mbs extensiva y discutible, del significado arraqa20, radical, de las relaciones de vida materiales como tales para todo otro significado y se solihfica, por ljltimo, en la tesis del marxismo vulgar de la asi llamada (<base real*, como la estructura sobre

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la cual debe erigirse, como sobre una plataforma aut6noma, u una rsuperestructuran interpretable de mod0 puramente ideo- 8:

3" ' lbgico. En esa forma no solamente tosca sin0 desviada, el mar-

xismo se ha vuelto mayoritariamente objeto de criticay de de-

fensa. Asi tambien lo observ6 Weber, y lo combati6 como si 2

fuera un materialism0 de la historia dogm6ticamente econ6mi- a b:

co. Si se deja de lado la pregunta de cuAnto el mismo Marx y en especial Engels han promovido esta concepci6n marxista

vulgar, resta todavia el hecho de que, t r u la propia reconci-

liaci6n de Marx con la filosofia, la critica de la economia poktica

se ha colocado en el primer lugar. ccSe puede resumir el desa-

rrollo de Marx, desde esa perspectiva, con la siguiente breve

f6rmula: critic6 a la religi6n fdos6ficamente, despuds a la reli-

gi6n y la fdosofia, politicamente, y, por filtimo, a la religi6n, la

fdosofia y la politica y a todas las otras ideologias, econ6mica-

m e n t e ~ . ~ ~ La interpretaci6n especificamente econ6mica de to-

dos 10s modos de aparici6n de la vida humana es, seglin las

propias palabras de Marx, s610 el resultado u'ltimo en el cual

<<culmina>> su revisi6n critica de la filosofia del derecho de He-

gel, y un <<resultado>, es, segdn Hegel, el <<cadAver que la ten-

dencia viviente ha dejado tras de si,. Esa tendencia viviente del

resultado, cuyo titulo es acritica de la enajenaci6n de sip, ser6,

en lo que sigue, extraida y visibilizada desde 10s escritos del jo-

ven Marx. Deben considerarse a1 respecto PI-efrentemente 10s

escritos de 1841 a 1845,los cuales s e r h tambidn interpretados

de nuevo, con especial consideraci6n hacia el punto de vista

rector de Weber de la racionalizaci6n. Esta delimitaci6n tem6-

tica no significa, sin embargo, que pueda separarse a1 joven

Marx del posterior, para dejar a Cste a la filosofia <<marxista>> y a aquel a la <<burguesa~. MAS aiin don y permntzecen fundamen-

tales 10s escritos del joven Marx tambiCn para Elcnpitnl; y si el

primer capitulo de Elc~z~ital de 1867 es un resultado, entonces

la tendencia viviente de la cual resulta se encuentra ya en un

debate de la Gnceta Renalzn de 1842.

s El tema fundamental de Marx es, como para Weber, la rea- . d

B lidad que nos rodea, en la cual estamos posicionados, y la fi- 0

gura originaria cle su an6lisis critico del proceso de produc- .- ci6n capitalists es una critica del mundo b u r g ~ & , en el hilo

conductor de la autoenajenacibn humana. Ese mundo bur-

guks-capitalists se le representa a 61, corno hegeliano que es, B como una realidad especificamente <<i-rracional,,, y como

mundo bunzntzo, una inhumnniJa2, un mundo humanamente

invertido. Y como Weber crey6 necesario comprender a1

<<diablo,> de la racionalizaci6n y tener un panorama de sus

<<caminos hasta el fin,, <<para ver su podery sus limitaciones>>,

asi tambiCn expresa Marx que seria beneficioso estudiar <<a

ese amo del mundo,. En el prefacio de su disertaci6ny en una

carta a Ruge (1843), Marx se describe como un <<idealists>> que tiene la <<desvergiienza~ de <<querer hacer hombre a1 hom-

bre>,.60 Lo que debe mostrarse primero es que lo que concier-

ne a Marx, en primera y 6ltima linea, es el hombre coma tal,

incluso despu6s de creer haber descubierto la posibilidad del

hombre c<nuevo,, en elproletnrinJo. Lo deseado en liltima linea

fue y perdur-6 una ccemancipaci6n lautnnna del hombre,>, un

<<humanism0 real,,. La relaci6n hist6rica de esas tendencias

fundamentales con Rousseau6' es evidente.

Dentro de la filosofia alemana contemporAnea, esa ten-

dencia hacia el hombre cotno tai fue el movirniento fundamen-

tal de la transformaci6n de la filosofia especulativa de Feuer-

bach en nntropologh fdos6fica. La fdosofia que 61 tuvo frente a

10s ojos, como la filtima figura de una filosofia absoluta, fue la

filosofia de Hegel del espiritu absoluto. En el distanciamiento

respecto a ella se desarrolla, tanto en Feuerbach como en

Marx, la tendencia critica hacia el hombre como hombre. Ei hombre como tal no desempeiia en la fdosofia de Hegel del ed-

piritu absoluto, objetivo y subjetivo, ninglin papel fundarnen-

tal. Segfin su <<esencia,, universal, Hegel lo determina como

<<espiritu,, (Enciclape2ia, 5 377). Como hombre, apenas apare-

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ce en la FiIodofh aelaerecho de Hegel, bajo el titulo de que seria 0 F el sujeto de las necesidades terrenales, y como el sistema de g.' '

esas necesidades concibe Hegel a la docieaaa krguda. Lo que 61 llama c< hombre >, es ya, tambiCn y solamente, el << burgu6s ,, F. como sujeto de las necesidades terrenas. Pero ese hombre asi &

'3 determinado no materializa, ni para Hegel ni para Marx, lo g verdaderamente universal del hombre. ~ s t e es una mera de-

"

terminaci6n o particularidad: en Hegel en relaci6n con lo en verdad universal del Estado (que es, por su parte, una fig-ura concreta de la raz6n); en Marx en relaci6n con lo en verdad universal de la docieaaa puramente humana, sin clases. Hegel diferencia, en la Filodofh 2elJerecho:

En el derecho, el objeto es laperdona; en la posicidn moral, el ~ L L -

$0; en la familia, el miembro 2e familia; en la sociedad burguesa,

el ci~l2a2ano (corno burguCs). Aqui, sobre la perspectiva de las necesidades, el hecho concreto 2e la repredenfacwn es lo que se Ha-

ma hombre. S610 desde aqui y en verdad s610 aqui, se habla de hombre en ese sentido ( 5 190).

Hegel no neg6 en abdolrrto el concept0 de hombre como tal, pe- ro s610 lo reconoci6 en consideraci6n con el hombre de aerecho burgrrej, y es precisamente aqui que se muestra su mirada emi- nentemente realista sobre la *realidad, que le rodea. Hegel dice (3 209 y nota de 3 270) que es cierto que cada hombre es, en primer lugar, <<hombre)), m8s all8 de quC raza, nacionali- dad, creencia, posici6n u oficio diferente posea y eso, su mero ser humano, no es de ningtin mod0 una cualidad ((plans, abs- tracts,,. Pero explica el verdadero contenido plena de esa cua- lidad universal diciendo que es <<a trav6s de 10s derechos bur- gueses [. . .] reconocidos~ cuando aparece <(el sentimiento de si, de valer como personas ae 2erecho en la docb&zaburgueda),. Y Csta -o sea, la humanidad con derechos burgueded-, aclara He- gel, seria la ccraiz infinita de todas las otras raices libres,, des- de la cual emerge tambi6n la c<demandada compensaci6n en-

tre mod0 de pensar y convicci6n,,. Hegel se preserva expresa- . - % mente frente a una absolutizaci6n 2e eda determinaci6n, esto 0

es, del puro hombre como hombre; porque aun cuando cada . - 3 g uno sea igual a1 otro en tanto que vale s610 como .hombre,

no como italiano o alemiin, cat6lico o protestante), se volverii esa conciencia de si -esto es, la conciencia de no ser mds que un hombre- <<defectuosa,, cuando -<(tal vez como cosmopoli-

tismo,,- sefiye ahi, y se oponga como algo en si ~i~nificativo, au- t6nomo y fundamental a la vida ptiblica, estatal. La determi- naci6n general de la ederzcin del hombre es y prevalece en la filosofia de Hegel no en que 61 sea, en algdn sentido, <<hom- bre,, sino en que seria (<espiritu>>, de acuerdo con su esencia

universal. En correspondencia con ello, la doctrina de la ((enajenaci6n de s i ~ significa en 61 algo fundamentalmente di- ferente a lo que significa en Feuerbach y en Marx, aun cuan-

do su estructura formal sea la misma -como (<categoria>>-. A esta determinaci6n onto-lagica especifica del hombre (corno (cespiritu~), Hegel subordina el que, como ((hombre >, de dere- cho burguds, es sujeto de necesidades terrenas, y s610 a1 hom- bre asi caracterizado (del cual se puede tener s6l0 una ((repre- sentacidn,, pero no un verdadero aconcepto, fil0~6fico) lo nombra hombre. Evidentemente, Hegel crey6 m8s en la espi- ritualidad del hombre que en su humanidad.

El complete esfuerzo de Feuerbach fue transformar esa fi- losofia aut6noma del espiritu en una fdosofia del hombre.62 La tarea de su <(nueva>> fdosofia del .future>> 61 la describi6 como sigue: <En el presente (1843) no se trata a6n de predentar a1

hombre, sino de redcatarb del pantano ("idealista") en el que fue hundidox. La tarea era <(derivar desde la filosofia del ab- soluto, esto es, desde la teologia (fdosdfica), la necesidad de la filosofia del hombre, esto es, la antropologia, y a trav6s de

la critica de la filosofia divina fundar la critica del hombre,, (prefacio a 10s Futzaatnentod ae hfilodofh ael futuro). Esa ten-

dencia, el volver a1 hombre cosa de la filosofia, se motiv6 des-

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de la tendencia de volver a la filosofia cosa de la <<humani-

dad,,.63 De acuerdo con su principio antropol6gic0, Feuer- bach discuti6 la 2eterminacwn particular 2el hombre de Hegel. Retoma la citada definici6n de la I7ilodofiiz 2el 2erecbo y en el

lugar donde Hegel dice que seria aquiy s610 aqui (dentro de

la sociedad burguesa) que se habla de hombre en ese sentido, Feuerbach polemiza que tambi6n se trataria de 61 cuando se habla de la <<persona, de derecho y del <<sujeto~ moral y de otras formas similares. En verdad, se trataria siempre de uno y 2eltnldmo hombre completo, s61o que en aotro sentido,,. Por- que seria constantemente una propiedad caracteristica del hom- bre el que pueda ser determinado como h e y como aq~ui'l, siem- pre de acuerdo con el rol y la disciplina, como hombre privado, empleado, ciudadano estatal, etc6tera. Feuerbach se preserva entonces frente a1 concept0 particular de hombre de

Hegel, sin -como Marx- tomar en serio esa yartLularJa2 con- cretay sin mostrar un camino por el cual esa humanidad, fcic- ticntmnte 2ivJ2a, del hombre de la sociedad moderna, burg-ue- sa-capitalista -su humanidad de especialistas- pudiera ser reunificada de nuevo. Y esto no a trav6s del comunismo del amor del <<yo y td. de Feuerbach, sin0 por la superaci6n so- cial de la divisi6n del trabajo en general (en su forma hasta

hoy existente), y de su carbcter de clase en particular. La critica del hombre de la sociedad burguesa de Marx, y

con ella la del mundo modern0 en general, comenz6 en la po- sici6n antropol6gica de Feuerbach. Incluso en La dagra2a fa- milin se identifica con el <<humanism0 real, de Feuerbach. ES-

ta comienza con la siguiente frase: <<El humanism0 real no tiene, en Alemania, un enemigo mbs peligroso que el espiri- tualismo o el idealism0 especulativo, que pone en el lugar del

hombre realmente individual la "conciencia de si" o el "espiri- tu", y que enseiia, junto con 10s evangelistas, que el espiritu es lo que vuelve viviente~. Del mismo modo, su Critics 2e In f h - dofh 2el2erecho 2e Hegel comienza con el llamamiento a1 retor-

no, desde la teologia hacia la antropologia de Feuerbach, por- que esa critica seria la precondici6n de toda otra critica de las relaciones de 10s hombres terrenm, m ~ n d a n a s . ~ ~ El retorno a F e ~ e r b a c h ~ ~ corresponde a una polCmica dirigida en el mismo sentido, pero meramente subordinada, contra la determina- ci6n particular del hombre de Hegel. Marx compara a1 hom-

bre de la sociedad burguesa con la mrcancih como product0 del trabajo simple. Porque como ella, 61 posee un discutible <'doble carricter, -habland0 econ6micamente, una <<forma va- lor, y una <<forma natural,,-. Como mercancia o como trabajo corporeizado es tan valiosa como otra mercancia indetermi- nada; lo que ella sea de acuerdo con su constituci6n natural es, en relacwn con eda otra, mbs o menos indiferente. Mercan- cias deseadas pueden tener, como <<mercancias ,, un valor com- pletemente diferente y, sin embargo, la misma constituci6n natural. Asi tambien, el hombre de ese mundo de mercancias, puesto en su forma de valor burguesa -<<corn0 general o ban- quero,,, un especialista fijado y dividido a trav6s de su activi- dad objetiva- cumple un gran rol, tanto frente a otros como frente a si mismo; en cambio, el hombre cotno tal <simple-

mente*, por asi Ilamarlo, en forma natural, cumple uno <<muy modestop. Marx se refiere lac6nicamente a ello en su nota a1 3 190 de la Fifodofih 2el2erecho de Hegel. Esa referencia debe in- terpretarse del siguiente modo: cuando Hegel hace a1 hombre como tal una cosa tan especial, parcialmente cosa, como es el

sujeto de derecho burgu6s de las necesidades -entre otras de- terminaciones, asimismo parciales-, en esa divisi6n en apa- riencia puramente teor6tica del hombre no se refleja otra co- sa que una objetiva falta de <<espiritu, o in-humanidad en las relaciones de existencia en verdad vigentes de la humanidad

moderna. Porque a esa singularizaci6n, fijaci6n y autonomi- zaci6n teore'ticn, a esa <<racionalizaci6n,, del hombre en cadn modo de existencia peculiar, corresponde una separaci6n, fi- jaci6n y autonomizaci6n objetiva17zetzte dominante de las s61o

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parciales impresiones del ser humano, que se vuelven las con- crecwntv, de hecho abdtractad, que no conciernen a1 hombre en su totalidad como tal (~<simplernente~), sino ~610, en cada ca- so, a un especialista. Esas concreciones abstractas, en tanto con- creciones del ser humano, abstraidas del hombre <<simplemen- te, son, por ejemplo, el hombre de c h e burgubs y proletario, el hombre de trabajo intelectual o corporal, el hombre del ofi- cio y la especialidad moderna, y sobre todo la divisibn, en ge- neral abarcadora, de la sociedad burguesa en dos modos de existencia separados y contradictorios: el hombre priva2o con su moral privada, por un lado, y el ciu2a2ano 2e Edta20 pdllico con su moral pdblica, por el otro. En todas esas impresiones parciales del ser humano se visibiliza tamb2n el hombre com- pleto como tal, pero no como hombre sin contradicciones y puro, en tanto estd determinado esencialmente a trav6s de Csa o aquella particularidad, pues una particularidad ed s61o con consideraci6n, en cada caso, a otra particularidad, por ejem- plo, hombre de oficio en diferencia a su vida de farnilia, hom- bre privado en diferencia a su vida p.iblica. ~l es <<hombre,,, en todas esas impresiones del ser humano, especiales y auto- nomizadas en su especificaci6n -como el tal cosa y el tal otra-, siempre solamente de una forma totalmente condicio- nada y delimitada. ~1 es hombre, en la sociedad burguesa, de mod0 primario y mayoritariamente, en tanto asi llamado horn- breprivaao. El hombre asimplemente,, por el contrario, no tie- ne en una sociedad tan diferenciada y separada (racionaliza- da) ningdn rol fundamental; pero si en tanto es ese Algo fijo, seglin su posici6n y rendimiento. Y porque esas posiciones y rendimientos sociales son condicionados, en esencia, por la existencial pregunta econdmica, por las <<necesidades, terre- nas, asi tampoco es la definici6n de Hegel del hombre, segdn la cual el hombre c o r n tal s61o es una particularidad, una me- ra construcci6n de pensamiento, sino la expresi6n teorCtica- mente adecuada para una <<inhumanidad, objetiva de las rela-

ciones de existencia vigentes del mundo moderno, burgu~s- capitalista -un signo de que el hombre como hombre, en 61, estd enajenado.

La convicci6n de que la filosofia del espiritu de Hegel con- tiene a1 hombre s6l0 como una particularidad, pero no como la totalidad humana y filos6fica fundamental, es comdn, por tanto, a Feuerbach y a Marx. Porque es el hombre, como tal y en su totalidad, desde el cual parte Marx, ya en el inicio, y es a 61 a1 que se dirige. Asi es que a Cl le concierne desvelar aquella particularidad total, interna a lod hornbred, del hombre de la so- ciedad burguesa, que en la filosofia 2el edpiritu de Hegel estd tan oculta todavia, como ya descubierta. Esto es, le concierne desvelar, en su problematizaci6n humana, la aparente obvie- dad que -para el hombre de la sociedad burguesa- afirma que es el burguCs el que, en sentido verdadero, es .hombre>>; y no s6l0 a las particularidades dingulnrtv dentro de aquella parti- cularidad total que presenta a1 hombre burgu6s como tal. En orden a liberar a1 hombre de su particularidad total intrahu- manay superar [aufheben] la enajenaci6n del hombre simple- mente en una especialidad humana, Marx exige una c~emanci- paci6n del hombre, no s6l0 politica y econ6mica, sino c<humana*. ~ s t a no se relaciona con el hombre como cego y al- terego, (Feuerbach), sino con el <<mundo,, del hombre, porque 61 mismo ed su mundo social. ~l es edencialmente zoon politihon, y por eso se completa la critica del hombre del mundo burguCs de Marx como critica de su docieaa2 y de su economh, sin per- der" con ello su fundamental sentido antropol6gico. Marx persigue esa enajenacibn de si fundamental y general del hom- bre del orden estatal, del orden social y del orden econ6mico modernos -esto es, del mismo <<orden,, que viene a nuestro encuentro, en Weber, como el destino ineludible de la racio- nalizaci6n-, en todos 10s campos: en su forma economics, po- litica e inmediatamente social. La expresi6n econhka de su problemAtica es el mun2o 2e h mrcnnch; su expresi6n politi-

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ca, la contradicci6n entre el Edta2o burgu6s y la docie2a2 bur- a 5'

guesa; su expresi6n inmediatamente humana-docial, la existen- g , 5.'

cia del prohtaria2o. O_

E: P

0 11. La expresi6n econ6mica de la 1 g

enajenaci6n de si en la ccmercanciam p.

Conw en to& c iench hlbt&-dock4 de 2ebe d&trZpre

i twlbt ir en e l 2e~arrof fo 2e fm categoriad econhzicm,

en que [. . .] la docie2a2 burgrredn mo2erna edtk 2a2a

y que fm categorh i eq redan [. . .] f o r m m 2e der-ah4

~eterminncioned 2e la exlbtencia, n menu20 ddfo ad-

pectod dingrrlared 2e eda docieaa2 2etermina2a, y, por

edo, en qsLe f a economia, tamdieiz cientficnmente, 2e

n i n g d n ma20 comienza j r ~ d t o ah4 Jon& de hnbfn

2e eelln como taf.

La expresi6n econ6mica de la enajenaci6n de si humana es la

<cmercancia~, como el cardcter verdadero de to204 10s objetos

del mundo moderno. La mercancia, en el sentido de Marx,

significa no una forma de objeto entre otrm, sin0 que en ella es-

td contenido, en su opinibn, el cardcter ontol6gico fundamen-

tal de nuestros objetos en su totalidad: su objetualidad, su

c~orma mercancia~. Esa forma mercancia o estructura de la

mercancia caracteriza tanto la enajenaci6n de la individuali-

dad del honzbre, como la de las codad.'j7 De ah; que Elcapital co-

mience con el andlisis de la mercancia. El sentido humano y social-critico bdsico de esos andisis econ6micos tiene expre-

si6n directa en El capital solamente en explicaciones transito-

rias y en notas. En cambio, es fdcil de reconocer en el debate

sobre la ley del robo de leiia de 1842 (W.1, 1, pp. 266 y ss.).

gste contiene la primera y ejemplar revelaci6n de aquella in-

versi6n fundamental de <<media>, y <<fin,, o respectivamente,

de Ncosa, y <<hombre,,, en la cual la enajenaci6n de si del horn- . - % bre como autorrenuncia -precisamente, en la Ncpsav- estb-con- 8

cluida. Marx describe en la disertaci6n como *materialismo~~ .- a1 comportarse hacia si mismo como hacia algo otro y ajeno, a

esa <cexterioridad>> cumbre, y se define a si mismo, como que . quiere cancelar esa enajenacibn, como un <<idealists>>. Una a

enajenaci6n 2e dies la renuncia en una cosa, por medio de la

presuposici6n de que esa cosa, de acuerdo con su mds propio

sentido, sea para el hombre, y el hombre, fin liltimo. Lo que

Marx quiere decir en el debate es, en principio, lo siguiente: la

leiia que pertenece a alguien y que puede ser robada no ed leiia

solamente, sin0 una cosa de significado econ6mico y social,

por lo tanto de significado humano. Como leiia, en esa forma

significativa, no es lo mismo para el poseedor como propieta-

rio privado que para un no poseedor, que la roba. Una pena

correcta, humana y no s610 juridicamente, no puede por lo

tanto erigirse, mientras que uno se sepa iinicay solamente, o

preferentemente, como poseedor 2e his, como hombre que

tiene esta conciencia de si particular glimitada, y a1 que, res-

pectivamente, el otro hombre no le viene en consideraci6n

tampoco como hombre, sino, de nuevo, s61o como ladr6n 2e h- iia. En ambas perspectivas la cosa muerta es, por consiguien-

te, una ccpotestad objetiva., algo inhuman0 -mera leiia- que

determina a1 hombre y lo c<subsumeD, nzietztrm que 61 no es ca-

paz de detenninar humana y socialmente sus relaciones cosifi-

cadas y dominarlas. El hombre puede ser de.terminado por la

mera <cleiia>,, porque ella misma -igual que la mercancia- es ya

una expresi6n objetiva de las relaciones c<politicas, -en el sen-

tido de la palabra-, porque, como la mercancia, tiene un ca-

r6cter de fetibe. Pol- edo pueden ecvencer 10s falsos dioses de

madera sacrificarse las victimas humanas ,,:

Cuando la leiia y el poseedor de leiia como tales decretan leyes,

no se diferenciardn esas leyes en nada, mbs que en el punto geo-

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grkfico en el cual, y el lenguaje en el que son dadas. Ese materia- u lidmo infame (ese pecado contra el espiritu santo de 10s pueblos y E'

& #

de la humanidad) es una consecuencia inmediata de aauella doc- 3

trina que predici el legislador, el peri6dico estatal prusiano, y P que dicta que en una ley sobre leiia s610 hay que pensar en leiia

v

y en bosque, y no resolver politicnmente la tarea singular material, % esto es, no resolverla en relaci6n con la completa razdn de Esta- do y la moralidad estatal (W.1, 1, p. 304).

Pero en tanto algo como la lefia, esa aparente e<cosa-en-si,, se vuelve medida del ser y del comportamiento del hombre se- g6n relaciones sociales determinadas, tambiCn las cosas mis- mas se vuelven ahora, a la vez, junto con la <ccosificaci6n,, de la conciencia de si humana, una medida del hombre. Se cod&- can IUd relacwtzei, hut7znnm a travkd 2e que IUd relacwned codifica2m Je humaninan en potedtaaed cund.@erdotzaled do6re el hombre. Esa in- versi6n es un ccmaterialismo infame,,. Este sentido radical hu- mano de 10s andlisis econ6micos se mantiene despuCs, en Marx, de mod0 a6n mds expresamente critico. En La dagra2a familin Cste subraya, contra Proudhon, que la interpretaci6n meramente nacional-econhica de una situaci6n de ese tipo, como estA contenida en la demanda de igual podediaiz, presenta una expresi6n to2avriz enajetza2a de la general enajenaci6n de si humana:

Que Proudhon quiera cancelar el no-tenery la vieja forma de te-

ner se identifica por completo con su querer cancelar la relaci6n prgcticamente enajenada del hombre frente a su esencia objeti- va, o el querer cancelar la expresi6n national-econ6mica de la humana enajenaci6n de si. Ya que su critica de la economia na-

cional todavia esti atrapada en las presuposiciones de la econo-

mia nacional, se concibe aiin la reapropiaci6n misma del mundo

objetivo bajo la forma nacional-econ6mica de la posesi6n.

Proudhon contrapone [. . . j a la vieja forma del tener, a la

propiedad privada, la posesi6n. A la posesidn 61 le atribuye una

<<funci6n social,. En una funci6n no es, empero, lo qinteresante,,

el aexcluir, a1 otro, sin0 afirmar mis propias fuerzas esencialesy rnaterializarlas.

0 Proudhon no logx-6 dar una explicaci6n que est6 a la altura . - a de ese pensamiento. La representaci6n de la eigual posesi6n, es 5 4 la expresidn nacional-econ6mica, esto es, enajenada de que el . -

objeto, como ser para el hombre, como ser objetual del hombre, 6 es a la vez el ser-ahi del hombre para otro hombre, su relaci6n

humana hacia otro hombre, el comp01-tamiento social del hom-

bre hacia otro hombre. Proudhon cancela la enajenaci6n na-

cional-econ6mica (~610) dentro de la enajenaci6n nacional-eco-

n6mica (Obrad pbdtrlrna, 11, pp. 139- 140) .68

Esto es, de esta manera 61 no la cancela realmente, en su raiz. La misma pregunta postula tambiCn La Jeologrir. alemana, aun cuando no sea tratada de la misma manera. TambiCn aqui

Marx pregunta de d6nde surge la c<extrafieza, con la que 10s hombres se comportan respecto a sus propios productos, de tal mod0 que Cstos no tienen ya bajo su poder ala forma de su c~m~or tamien to mutuo,,, de mod0 que (esus relaciones se au- tonomizan contra si mismos,, y <<el poder de su propia vida se

vuelve sobrepoderoso contra ellos,,. iC6m0 se llega a que, dentro de la involuntaria <<autonomizaci6n de 10s intereses

personales hacia intereses de clase, el comportamiento perso- nal del individuo se deba cosificar, enajenar a la vez prevale-

cer como un poder independiente [. . .] de 61, sin C1,,?69 La res- puesta de Marx es: a travCs de la divisi6n del trabajo, ese fundamento de la racionalizaci6n. La completa forma de tra- bajar, vigente hasta hoy, debe ser cancelada y transformada en una total cactividad propia,,. Esa transformaci6n significa no s610 una cancelaci6n de la divisi6n del trabajo en intelectualy

corporal, sino tambiCn una cancelaci6n de la contraposici6n entre cir~aai? y cnmpo, que por si misma s610 es <<la mds crasa

expresi6n de la subsunci6n del individuo bajo la divisi6n del t rabajo~ (La Jeohgh alemuna, pp. 248y ss. y 271 y SS.).~' Pero la divisi6n del trabajo s610 puede ser en verdad cancelada so-

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