Lucha campesina, comunicación popular y memoria
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Lucha campesina, comunicación popular y memoria
Jenny Maria Solis Roa
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Educación
Maestría en Comunicación-Educación
Línea de Cultura Política
Bogotá, D.C
Enero de 2019
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Memorias del movimiento campesino sumapaceño en su lucha por el
reconocimiento de la región como Zona de Reserva Campesina: Una mirada
desde la comunicación popular
Jenny Maria Solis Roa
Borys Bustamante
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Educación
Maestría en Comunicación-Educación
Línea de Cultura Política
Bogotá, D.C
Enero 2019
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Director de tesis: Borys Bustamante
Firma:
__________________________
Evaluador 1:
Firma:
__________________________
Evaluador 2:
Firma:
__________________________
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Acuerdo 19 del Consejo Superior Universitario que dice: “Artículo 177: La Universidad
Distrital “Francisco José de Caldas no se hará responsable por las ideas propuestas en esta
tesis”.
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DEDICATORIA
La concreción parcial de este trabajo (pues deseo continuar) quiero agradecerlo de forma
entusiasta y con infinito amor, a las y los sumapaceños que de forma directa o indirecta, me
permitieron transitar por la memoria, por la digna lucha y por la utopía, aquella que como
bien refiere Eduardo Galeano, es la que nos permite caminar.
A todas aquellas personas que al pasar por mi vida, las que están, las que llegaron, las que
se fueron, han aportado a mi construcción como mujer, aún, y con todas las contradicciones
y la incompletud que supone la vida humana. Transitar este difícil camino de la injustica, la
desigualdad y la avaricia, requiere la compañía sincera de personas que llenen de esperanza
y sueños la existencia.
A Samuel y a Dariana, que me han dado la alegría de verlos ser y sentir, de conocerles
desde dentro y de ser mi más grande y eterno amor. A mi madre cuyo amor y apoyo son
vitalidad y a él, Nandito, quién ya partió, pero fue el único que estuvo cuando el mundo me
daba la espalda.
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Reconocimientos/agradecimientos
Un reconocimiento sincero a cada uno de los y las docentes que a lo largo del desarrollo de
esta maestría entregaron buena parte de sus saberes, experiencias y sentires y de los que se
ha hecho una valiosa selección para continuar la propia construcción a ver si de alguna
forma se aporta a transformar esta sociedad en crisis, en especial, a la doctora Ana Brizet
Ramírez Cabanzo, por su acompañamiento incondicional, su calidad humana y profesional
y su cariño.
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CONTENIDO
CONTENIDO ................................................................................................................................ 7
RESUMEN .................................................................................................................................... 9
ABSTRACT ................................................................................................................................ 10
1. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................... 12
2. JUSTIFICACIÓN ................................................................................................................ 17
3. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA .............................................................................. 20
3.1 Pregunta de Investigación ............................................................................................. 22
3.2 Objetivos ...................................................................................................................... 23
4. ANTECEDENTES ............................................................................................................... 24
5. MARCO TEÓRICO ............................................................................................................. 31
5.1.1 ¿Y DESDE DÓNDE HACEMOS LA COMPRENSIÓN DE LOS MOVIMIENTOS
SOCIALES? ............................................................................................................................ 36
5.1.2 ECLOSIÓN DEL MOVIMIENTO CAMPESINO EN AMÉRICA LATINA ............. 50
5.1.3 PROBLEMAS DE TIERRA EN COLOMBIA, ORIGEN DEL MOVIMIENTO
CAMPESINO EN EL PAÍS ..................................................................................................... 57
5.1.4 EL SUMAPAZ Y SU DECISIÓN DE LIBERTAD Y DESARROLLO SOCIAL ...... 70
5.4.1 LA INMENSA E INVALUABLE REGIÓN DEL SUMAPAZ ................................ 70
5.5.1 PERO ENTONCES, ¿QUÉ ES UNA ZONA DE RESERVA CAMPESINA? ......... 83
5.6.1 LA COMUNICACIÓN POPULAR APUESTA DE LUCHA POLÍTICA .................. 88
5.6.2 LO POPULAR, UNA CAMPO POLÍTICO EN DISPUTA ....................................... 91
5.6.3 LA MEMORIA COMO POSIBILIDAD DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL .......... 97
6. DISEÑO METODOLÓGICO ..............................................................................................102
6.1 Enfoque de investigación .............................................................................................102
6.2 Tipo de estudio ............................................................................................................103
6.3 Universo poblacional ...................................................................................................105
6.4 Método: Sistematización de Experiencias ....................................................................106
6.5 Recolección de información .........................................................................................107
6.5.1 Entrevistas semiestructurada: ..................................................................................108
6.5.2 Sistematización: ........................................................................................................109
7. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN ..................................................................................110
8
7.2 Producir conocimientos desde la experiencia................................................................119
7.3 Construir propuestas trasformadoras desde la experiencia ............................................124
7.4 Socializar los resultados de la Sistematización de experiencias .....................................129
9. CONCLUSIONES ..............................................................................................................173
11. BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................180
12. ANEXOS ............................................................................................................................187
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RESUMEN
La región del Sumapaz es un territorio vital para comprender la historia de los conflictos
sociales en el país, sus intrigas, sus causas y consecuencias, sus protagonistas, las víctimas
y también los victimarios. En esta región no sólo está ubicado el páramo más grande del
mundo, existe una biodiversidad inigualable y una variación térmica que la hace una región
estratégica para el voraz modelo extractivista y depredador del medio ambiente.
La región del Sumapaz es, además, un territorio de luchas por la tierra, de resistencias
históricas, de organización campesina, de defensa del territorio. Esta defensa del territorio,
en uno de sus más recientes escenarios de lucha, la constitución y reconocimiento de la
Zona de Reserva Campesina - ZRC, figura que garantiza la gestión del territorio por parte
del campesinado sumapaceño, la protección del páramo y en general, la conservación de los
recursos naturales, es referente para la presente investigación.
La constitución y reconocimiento del ZRC en la región, ha generado las condiciones
necesarias para la lucha con el fin de visibilizar y disputar el sentido, el significado, la
interpretación y la exigencia del movimiento campesino. Otro escenario lucha del
campesinado sumapaceño es la comunicación popular, aquella cuyo acto creativo precede
de sus saberes, experiencias, de su memoria, aquella que resulta ser la antítesis a una
comunicación de masas que los invisibiliza, los criminaliza, los silencia. Este trabajo de
investigación pretendió comprender el papel de la comunicación popular en los procesos de
lucha de los agrarios de la región del Sumapaz.
Palabras clave: Memoria, comunicación popular, movimiento campesino, luchas agrarias.
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ABSTRACT
The Sumapaz district is a territory of vital importance to understand the history of social
conflicts in Colombia, their intrigues, their causes and effects, their main figures, their
victims and their killers. This area is not just the largest and coveted moor, it is a place of
an inparallel biodiversity and a tropical climate as well, which makes it vunerable to the
voracious and enviromental predator extractive economic model.
Furthermore, the Sumapaz district is a región known by a struggle for lands, historical
resistance and peasant organizations. In Sumapaz, this protection of the territory, within the
most recent struggle escene framework, pursue for the Peasant Reservation District
reconnaissance and constitution (ZRC spanish acronym) This association figure, underwrite
the manage of the district by the origin Sumapaz people and offer protection to Sumapaz
Moor, is an importart topic about this investigation.
The current reconnaissance and constitution of the ZRC (Zona de Reserva Campesina) has
promoted scenes for of struggle that aim to make visible the point, meaning, interpretation
and demands of peasant movement. Another struggle scene is the popular communication,
the act of which came their ancestral knowledgement, their experience, their memories.
These acts are the antithesis of massive communication by which they are invisible,
criminalized and silenced.
The current research aims to achieve the understanding of the roll of popular
communication whitin the agrarian struggle process by the peasants belonging to Sumapaz
district.
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Keywords: Memory, Popular communication, Peasant movement, Agrarian struggle.
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1. INTRODUCCIÓN
La presente tesis de maestría se circunscribe en la región del Sumapaz, ubicada al sur
occidente de la ciudad de Bogotá. Sumapaz limita con los departamentos de Cundinamarca,
Meta y Tolima, departamentos cruciales a la hora de analizar la historia de la lucha
campesina en Colombia, además, en esta región, se encuentra ubicado el páramo más
grande del mundo. Vale la pena dejar claro, que este trabajo va a centrar su mirada en la
Vereda San Juan, epicentro del fortalecimiento y organización del movimiento campesino
en la región.
De otra parte, el Sumapaz será entendido como región y no como la localidad 20 de la
capital del país, pues en un primer intercambio de saberes en la vereda San Juan, una de sus
lideresas “Estrellita” advirtió que “Bogotá hace parte de la región del Sumapaz, no
Sumapaz parte de Bogotá”, lo que de entrada permitió ir comprendiendo la mirada política
y social que sobre el territorio se tiene en la región.
Esta tesis parte de considerar que el impacto de la aplicación de las políticas agrarias de
corte neoliberal aplicadas y promovidas por el Estado colombiano y que responden a los
intereses económicos de las trasnacionales, materializados con fuerza de ley con las firmas
de múltiples TLC y que, sumados al conflicto social, político y armado que vive el país,
impacta de forma negativa, sobre todo, a los sectores rurales y campesinos, destruye su
economía y trasgrede sus prácticas sociales.
Dichas condiciones de marginalidad y abandono estatal, de minimización de las
condiciones para el desarrollo rural y la conservación de los recursos naturales y el
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territorio, son el contexto favorable para el surgimiento de movimientos sociales, juveniles,
artísticos, étnicos, movimientos campesinos, qué, a partir de acciones políticas organizadas
y con la convicción frente a sus luchas y movilizaciones, son el entramado social sujeto-
objeto de análisis del presente trabajo.
El movimiento campesino sumapaceño, a través de una de sus organizaciones históricas y
centrales en la lucha y organización del movimiento agrario, el Sindicato de Trabajadores
Agrarios del Sumapaz (SINTRAPAZ), ha recogido de forma histórica las demandas y
luchas agrarias alrededor de la defensa de la tierra y territorio.
Estas luchas tienen que ver a su vez con la defensa del páramo de Sumapaz, la soberanía
alimentaria, la autodeterminación y la consolidación del territorio como Zona de Reserva
Campesina, reserva que de facto ya está constituida, pero requiere de su constitución
jurídica y por tanto, del reconocimiento estatal.
Partiendo de lo anterior resulta imprescindible entonces, echar un vistazo rápido a la
conceptualización de la acción colectiva de los movimientos sociales, sus formas de
organización y participación y las condiciones del contexto que facilitan su configuración
como respuesta a un modelo de sociedad del que no se sienten parte.
Por tanto, para el caso particular del movimiento campesino del Sumapaz y su más vigente
lucha por el territorio, la constitución y reconocimiento como Zona de Reserva Campesina,
es una figura que de forma novedosa integra tanto lo rural como lo ambiental en el país y
que conlleva en sí misma variados propósitos, ayudar a estabilizar la economía campesina,
la conservación de los recursos naturales, los ecosistemas locales y regionales, así como la
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lucha política por su autodeterminación, y la recuperación de su historia como bandera su
identidad.
Esta lucha campesina se analizó a partir de la definición y las implicaciones de la
comunicación popular, esta, entendida, como práctica social y proceso de interacción que
se da dentro de un grupo de seres humanos que generan los referentes, dinámicas y vínculos
necesarios para construir el cambio comunitario y social. Esa transformación política,
social, comunicacional, también es posible comprenderla como memoria, que como acción
política potencia las capacidades de gestión de la comunidad sumapaceña.
La comunicación popular como acción política, debe entenderse entonces, a partir de las
realidades políticas, económicas, políticas, sociales y culturales de cada comunidad que la
emplea, pues es a partir de las contradicciones con su contrario, la clase dominante, que es
posible su existencia. Por tanto, la comunicación, como problematizadora, como un espacio
en disputa, es la respuesta a unas condiciones materiales de existencia que les son
desfavorables, que les oprime, les silencia, que nos les reconoce.
Es así que la presente tesis tiene como objetivo inicialmente hacer un recorrido histórico y
crítico del papel de la comunicación popular en los procesos sociales de consolidación,
fortalecimiento y afianzamiento del movimiento campesino sumapaceñopor la lucha por el
reconocimiento como Zona de Reserva Campesina – ZRC sigla con la que se identificará
en adelante en el documento - para finalmente, dejar insumos de tipo escrito para que la
comunidad visibilice sus propios procesos en este sentido y analicen los retos del
movimiento social venideros de la consolidación de los Acuerdos entre el gobierno
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nacional en cabeza del presidente Juan Manuel Santos y la insurgencia de las FARC-EP en
lo que se ha denominado etapa del posconflicto.
El estudio y la lectura del movimiento campesino sumapaceño, desde el campo de la
comunicación popular y en su relación con el movimiento social campesino y su lucha por
el reconocimiento como ZRC, resulta un aporte interesante al campo comunicación-
educación, en la medida en que sitúa futuros procesos de investigación en la correlación de
fuerzas desde lo comunicativo, lo social, desde lo agrario y desde la memoria.
Así mismo, el desarrollo de este trabajo investigativo, consideró que como acción política,
la memoria es una posibilidad de reconstrucción de las historias de campesinos y
campesinas que han vivido de forma directa los efectos del conflicto social y armado
interno, que han sido invisibles por la historia oficial e institucionalizada, y reproducida por
los medios hegemónicos de (in)comunicación del país. Así la memoria será otro de los
elementos de análisis y aportes de la lucha campesina en el Sumapaz.
Por consiguiente, el presente trabajo de investigación pretende no solo extenderse en el
análisis, la exploración y la descripción, sino en la visibilización y reconfiguración de los
problemas que vive el campesinado colombiano, sus luchas, demandas y acciones
colectivas que desde la comunicación popular ponen en marcha para la visibilización y
apertura del debate nacional alrededor del reconocimiento como Zona de Reserva
Campesina.
Se pretende por tanto la compilación y sistematización de algunas prácticas y expresiones
comunicativas que como movimiento social campesino han promovido para el
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reconocimiento y auto reconocimiento de sus luchas aún vigentes y adeudadas por el
Estado colombiano.
La presente tesis espera ser un aporte al campo de la Comunicación-Educación, en la
medida en que situada desde la mirada de una comunicación no hegemónica, no
institucionalizada, no como instrumento de dominación, procura la comprensión de la
reconfiguración y reconstrucción de una de los territorios más golpeados por la violencia,
más abandonados por el Estado colombiano y más invisibilizados y en el que sus
habitantes, campesinas y campesinos luchadores, han sido objeto por años de acusaciones,
señalamientos y persecución por parte de los medios hegemónicos de (des) información.
Ellas y ellos, las campesinas y los campesinos sumapaceños son los protagonistas de este
trabajo, de su desarrollo y culminación, a ellas y ellos volverá este trabajo, para su estudio,
divulgación y mejoramiento, pues solo se sirve para contribución teórica, académica y ético
política de la realidad de esta región tan efervescente, tan activa y consciente de sus
realidades, necesidades y decisiones frente a su cultura política, su identidad y su memoria.
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2. JUSTIFICACIÓN
El conjunto de la sociedad colombiana hoy por hoy está recibiendo de forma permanente y
sin ningún tipo de posibilidad de comprobación información acerca de la realidad nacional
e internacional. A diario, por diferentes canales de comunicación masiva (Caracol, RCN, El
Espectador, El Tiempo) y en cualquiera de los formatos periodísticos existentes, se
transmite un cúmulo de mensajes que en alta proporción, responden a los intereses
económicos de los grandes emporios económicos del país y las trasnacionales a las que se
someten.
Esta información que circula de forma permanente lleva altos niveles de manipulación y
parcialidad, que claramente bajo una intencionalidad ideológica crean quimeras, sentidos de
mundo, interpretaciones homogéneas frente al mimo, que terminan consolidando una
historia oficial, institucionalizada y al servicio de las clases dominantes y hegemónicas
nacionales y donde el valor de la diversidad cultural, política e ideológica características
propias de Colombia y los países Latinoamericanos no se reconoce y se criminaliza.
Sin embargo, en los territorios de la espesa geografía nacional existen un sinfín de
realidades que poco a interesado a los medios masivos de comunicación mostrar al
conjunto de la sociedad colombiana y digo conjunto de la sociedad colombiana, porque es
evidente que buena parte de los colombianos y colombianas se informan y conocen la
realidad nacional a partir de estos medios hegemónicos de masas.
Una de estas realidades diversas de Colombia se ubica en la extensa región de Sumapaz,
una región que históricamente ha sido protagonista y testigo directo de los conflictos por la
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tierra y el territorio, causa indudable de los conflictos sociales, políticos, económicos y
armados del país. Las campesinas y los campesinos han vivenciado de cerca el conflicto
interno colombiano, aquello que surgen por el control y posesión de la tierra, pero también,
por las posiciones de tipo ideológico y político, que aún, hoy, se sostienen a pesar de la
firmas de acuerdos de paz de las últimas décadas.
El campesinado sumapaceño se ha constituido como sujeto de trasformación social y de
lucha como movimiento organizado y participativo que exige del Estado no solo el
reconocimiento de buena parte de región, como Zona de Reserva Campesina, sino que ha
encontrado históricamente en la comunicación, una herramienta idónea para reconfigurar su
propia historia, esa historia que se permite y confronta la oficial, la historia
institucionalizada.
A partir del agenciamiento de la comunicación popular como herramienta, propósito, fin y
medio de visibilización, de aprehensión y de lucha política y en esta coyuntura de
transición política y social, dichos procesos representan una posibilidad para la
comprensión de la las luchas campesinas sumapaceñas. Adicionalmente, el situar la
comunicación popular como eje de lucha agraria en Sumapaz, permitió sumar otro
elemento analítico, la memoria como parte de la reconciliación nacional que transita
inexorablemente por dar voz a quienes nunca la han tenido en los relatos nacionales.
Es así que este trabajo de investigación en la apuesta por de alguna forma, a fortalecer los
procesos nacionales de reconciliación y de apertura democrática, aportar además a hacer
una mirada histórico crítica de los mecanismos que la comunidad sumapeceña
específicamente, de la vereda San Juan de Sumapaz, ha implementado en su lucha por el
19
reconocimiento como Zona de Reserva Campesina (ZRC), que lleva implícita la defensa
del territorio, la protección y conservación del Páramo, la soberanía alimentaria, la
agroecología.
Adicionalmente, el presente trabajo puede beneficiar el rescate de la construcción de
memoria qué, como espacio en disputa, resulta necesaria para la actual que atraviesa el
país, etapa de trascendencia nacional e histórica, de reconciliación y verdadera democracia
que se presenta solo capaz de avivarse de las huellas del pasado y de reconfigurarse en el
presente y futuro próximo.
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3. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Colombia está atravesando por una transición política y social de enorme envergadura, no
sólo se está dando paso al fin del conflicto armado interno que por tantos años azotó sobre
todo las regiones más apartadas del país, sino que se está en la etapa de la implementación
del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y
duradera que hizo posible el fin de las hostilidades entre la ex insurgencia de las FARC-EP
y el estado colombiano en cabeza del presidente de la república Juan Manuel Santos
Calderón. Estos acuerdos contemplan 5 puntos, entre los que se encuentran dos que es
posible situar en el contexto de la presente tesis, a saber, el punto de Reforma Rural
Integral y el punto 5 de Víctimas que crea el Sistema Integral de Verdad, Justicia,
Reparación y No Repetición.
Este contexto nacional histórico y profundamente esperanzador, es el que enmarca el
desarrollo del presente trabajo de investigación, por lo que recobra una enorme importancia
el Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y
duradera, sobre todo en los dos puntos antes mencionados, pues la región del Sumapaz, ha
vivido por largos años, por un lado el abandono del Estado pero a su vez, la
implementación de reformas agrarias por parte de ese mismo Estado que en nada
corresponden a las necesidades del campo, que no es consecuente con los usos de la tierra
y ha promovido el aumento de los latifundios, los monocultivos y la extracción minera y a
gran escala, siendo los mayores beneficiarios los terratenientes y hacendados y
multinacionales, estos designios por supuesto, corresponden al cumplimiento de los más
recientes TLC, sobre todo el firmado con Estados Unidos y por tanto a la lógica capitalista
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de invasión de territorios para su apropiación y el detrimento de los patrimonios naturales
de los países llamados periféricos o subdesarrollados o tercermundistas, y en antaño a los
intereses de los terratenientes y hacendados que fueron quitando la tierra y los derechos a
los pequeños y medianos productores.
Por otro lado, la región del Sumapaz, se ha visto golpeada por el conflicto interno armado,
pues los conflictos por la tierra gestaron las condiciones necesarias para la organización y
fortalecimiento del movimiento campesino sumapaceño, que tiene sus incidencias
históricas desde la década de los 20s y los 30s y que han venido siendo objeto de
acusaciones, señalamientos e invisibilizaciones por parte de los medios masivos de
comunicación, vinculándolos con el movimiento insurgente armado, de tal suerte que su
trabajo comunitario, su proceso organizativo, sus luchas por el territorio, sus procesos
pedagógicos y los comunicativos no son reconocidos a nivel nacional y más bien, han sido
objeto de múltiples señalamientos, tergiversaciones y reducciones que en nada se
compadecen con lucha política, que desde el año 2008 se ha centrado aunque no
exclusivamente en el reconocimiento de la región como Zona de Reserva Campesina.
Por tanto, son los medios hegemónicos y de carácter privado son quienes en menor o mayor
medida hacen circular contenidos o informaciones en relación a la lucha política de las
campesinas y campesinos sumapaceños desde una mirada que poco o nada hace partícipe a
la comunidad y que más bien trastoca la realidad de sus vida campesina, su comprensión
del mundo y su lucha. Los discursos, las narrativas, las creaciones de las y los campesinos
sumapaceños no encuentran difusión en los medios masivos de comunicación,
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En Sumapaz, el movimiento campesino sumapaceño no solo ha sido víctima histórica de
las políticas agrarias contrarias y en detrimento de los pequeños y medianos productores
que habitan la región, la aplicación de medidas militarizantes de su territorio, como el
asentamiento de batallones militares en la región por el que aún hoy están vigentes y que ha
llevado a denuncias de violación de derechos humanos por parte de la fuerza pública contra
la comunidad, el señalamiento, acusación y juicio por parte de los medios masivos de
comunicación sino por si fuera poco del silencio, la invisibilización, el desinterés y la
malinterpretación de su vida.
En este contexto mediático, es que surge el interés por conocer y sistematizar todas las
experiencias de comunicación popular que se han desarrollado por parte del movimiento
campesino sumapaceño alrededor de su lucha por el territorio, por su autodeterminación,
por la soberanía alimentaria, la defensa del páramo más grande del mundo, en resumidas
cuentas en su lucha por el reconocimiento como Zona de Reserva Campesina.
3.1 Pregunta de Investigación
¿Qué incidencia ha tenido la comunicación popular en la lucha campesina
sumapaceña por el reconocimiento de la región como Zona de Reserva Campesina?
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3.2 Objetivos
Sistematizar las experiencias, estrategias y productos de la comunicación popular
adelantadas por el movimiento campesino de la vereda San Juan de la región de
Sumapaz, en torno a la lucha por su reconocimiento como Zona de Reserva
Campesina.
Caracterizar el contexto socio-político y económico en el que se ha
desarrollado el movimiento campesino de la vereda San Juan en la región
del Sumapaz.
Establecer un estado del arte de las experiencias, estrategias y productos
comunicativos elaborados por el movimiento campesino en la vereda San
Juan de Sumapaz, en la perspectiva de su reconocimiento como reserva
campesina.
Analizar los distintos productos comunicativos elaborados por el
movimiento campesino en la Vereda San Juan de Sumapaz con el fin de
trazar las relaciones entre la comunicación popular y la lucha por el
reconocimiento de la región como Zona de Reserva Campesina.
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4. ANTECEDENTES
Colombia es un país que a lo largo de su historia ha estado sumergido en cruentos
conflictos, conflictos de orden cultural, de orden social, de orden político, de orden
económico que no han permitido el desarrollo social necesario para garantizar la dignidad
de la vida en el país. En las últimas décadas, los conflictos por la tierra y el territorio han
sido una constante en el país, pequeños y medianos campesinos disputan su derecho a la
tierra y el territorio, frente a un grupo de latifundistas y terratenientes que con la venia del
gobierno nacional, han promovido toda suerte de políticas que en nada beneficia a los
agrarios.
Una de las comunidades rurales que ha vivido este conflicto, es la región del Sumapaz, esta
región posee una riqueza mineral, ambiental, acuífera y cultural de una amplia envergadura,
en esta región, está ubicado el Páramo de Sumapaz, el más grande del mundo y por su
riqueza y ubicación estratégica ha sido protagonista de las luchas agrarias en el país.
Hace ya varios años, la comunidad del Sumapaz ha luchado porque se les reconozca como
Zona de Reserva Campesina, esta es una figura legal que Las Zonas de Reserva Campesina
son una figura de ordenamiento agrario contemplada, junto con las Zonas de Desarrollo
Empresarial, en el título XIII de la Ley 160 de 1994 por la cual se crea el Sistema Nacional
de Reforma Agraria y Desarrollo Rural. Esta disposición recogió las demandas originadas
en las movilizaciones campesinas de finales de la década de 1980, en particular las marchas
sobre San José del Guaviare de 1987. En ella, los colonos del Parque Natural de la Serranía
de la Macarena reclamaron la titulación de las tierras que venían explotando, reclamos que
fueron acogidos con la zonificación del área en una zona de Parque, otra de protección y
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otra de producción. De manera similar, los campesinos de la región de la cuenca del Río
Duda propusieron al INCORA la titulación de sus tierras en extensiones medianas con el
compromiso de la preservación de los bosques y los recursos naturales.
Esta lucha organizada y decidida se ha visto altamente reprimida primero por el Estado,
segundo, por los medios hegemónicos de comunicación de masas. De tal suerte que además
de experimentar el impacto de las políticas neoliberales de las últimas décadas tendientes a
la desaparición de los pequeños y medianos productores del campo para imponer los agro-
negocios a gran escala, con monocultivos como el de la papa, que impide la diversidad de
alimentos para el sustento y la comercialización, además, experimentan y luchan por la
visibilización de sus justas luchas por la defensa del territorio, del agua, la
autodeterminación de los pueblos, la soberanía alimentaria, condiciones necesarias para la
consolidación de su reconocimiento como ZRC.
En ese sentido, resulta muy valioso poder comprender de fondo y forma cómo el
movimiento campesino consolidado y fortalecido por años, incluso sobreviviendo a la
represión vivida a lo largo de varios gobiernos, agencia escenarios desde y a partir de la
comunicación popular, con el fin de fortalecer la lucha por el reconocimiento como Zona
de Reserva Campesina - ZRC.
Es así, que resulta de gran valor hacer un estado del arte, en cuanto a los mecanismos de
comunicación y cómo estos fortalecen sus costumbres y formas de ver, sentir y comprender
el mundo y amplían la participación social en relación a sus objetivos comunes y además
con relación a los movimientos sociales por la tierra a nivel regional latinoamericano.
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De acuerdo a la búsqueda realizada acerca de la producción académica en relación a el
papel desempeñado por la comunicación popular en la lucha campesina sumapaceña por el
reconocimiento de la región como Zona de Reserva Campesina, debe anotarse que la
producción académica o estudios de investigación son nulos en este sentido, la relación
entre la comunicación, la lucha campesina y la memoria no se han tornado centro de
análisis para los investigadores.
Los estudios que han enfocado su mirada en la región del Sumapaz han estado abocados al
interés de comprender al sujeto político que emerge de las contradicciones históricas
existentes en el territorio, sobre todo antagonismos concernientes a la tierra, a la propiedad
y uso de la tierra y al sujeto que emerge en ese contexto.
Otro de los temas que se han tratado en relación a la amplia región del Sumapaz, tiene que
ver con la implementación de las políticas de seguridad democrática y de la seguridad
ciudadana, figuras que demarcan el inicio de la basta militarización de la región bajo el
sustento de la guerra contrainsurgente y que ha por un lado, elevado el caso de violaciones
de derechos humano por parte de la fuerza pública y por otro, el fortalecimiento de la
organización comunitaria, la participación cada vez más activa de los pobladores de la
región.
Si bien en los estudios analizados pudiera decirse, como parte del conflicto aparecen los
medios de comunicación, sobre todo en lo concerniente a la desinformación del contexto
histórico, político, económico y social, sin embargo, no se encuentra mayor análisis y
profundización, en relación a cómo la comunicación y en especial, la comunicación
popular, ha sido una herramienta clave y partícipe en la lucha campesina sumapaceña.
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Ahora bien, en el trabajo titulado “Acerca de la relación entre territorio, memoria y
resistencia. Una reflexión conceptual derivada de la experiencia campesina en el Sumapaz
– IEPRI”, en el año 2013, se analizó la vinculación entre el territorio, la memoria y la
resistencia en la lucha campesina en la región del Sumapaz. De lo que se trata entonces es
de advertir que a partir de la comprensión de la tierra como territorio implica toda una carga
cultural que atraviesa la vida colectiva, organizativa, productiva y por tanto política de
quienes lo habitan.
Esta mirada sobre el territorio anida no solo la carga simbólica y de significado sino
además el ejercicio por la defensa de ese territorio, que contrasta fuertemente con la mirada
institucional del uso de la tierra para la explotación indiscriminada que no reconoce las
construcciones culturales alrededor del territorio. Por tal razón, el territorio es un escenario
de lucha de quienes lo habitan, en este caso campesinas y campesinos del Sumapaz que han
resistido al modelo capitalista contemporáneo de extracción y explotación de la tierra y han
construido alternativas del desarrollo que por supuesto aúnan las contradicciones con el
modelo hegemónico de desarrollo.
Una de las formas en que la resistencia y más exactamente la lucha campesina en el
Sumapaz, tiene que ver con la rememoración, significación y reconstrucción del pasado, es
así que la memoria colectiva hace que se amplíe y fortalezca el escenario socio-político de
disputa por el territorio, por la significación desde el pasado del mismo. Resulta por tanto
importante una figura como la Zona de Reserva Campesina que es en síntesis la lucha del
campesinado del Sumapaz, pues esta implica la diferenciación territorial.
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Por su parte, Maria Johana Cadavid en el año 2014, con el trabajo titulado “La organización
campesina y su lucha por la democratización del territorio: un modelo socio territorial de
redistribución de la vida y el poder. Estudio de caso del Corregimiento San Juan de
Sumapaz, de la Pontifica Universidad Javeriana, expone de forma sucinta las condiciones
en las que la lucha agraria se impuso en América Latina sobre todo en la década de las 80´s,
que además, se caracterizó por la criminalización de la misma y por tanto, la disminución
de la intensidad de la lucha.
Sin embargo, la autora afirma que tras los diálogos de paz en la Habana – Cuba, hubo una
revitalización de la lucha campesina, es decir, en este contexto se abren nuevamente las
posibilidades de situar el debate de las tierras y el territorio en la agenda nacional.
Esta mirada al interior de la academia, nos abocó al trabajo desarrollado en el año 2012, por
David Moreno denominado “Educación en el movimiento campesino colombiano” como
tesis para optar al título de Magíster en Educación, de la Universidad Pedagógica Nacional.
Este trabajo aborda la vitalidad de la educación en la formación política del campesinado en
Sumapaz, este con el propósito de elevar el nivel del consciencia de los sectores populares,
la identificación de la lucha de clases desde una praxis cotidiana y las formas de
enfrentarla.
Por lo tanto el autor, demuestra cómo la educación marxista-leninista ha fortalecido la
estructura social, ideológica y organizativa del movimiento campesino en su acción y
organización política y conscientemente comunista.
29
Adicionalmente, el autor, devela cómo la educación es la posibilidad de afianzar a
identidad del campesinado, de fortalecerlos procesos participativos y organizativos, además
es la posibilidad de comprender el mundo y sus contextos, formas de interpretación que
consolidan de cierta forma su accionar político.
Otra de las temáticas en las que se ha profundizado al interior de la academia en relación a
la región del Sumapaz, tiene que ver con lo relacionado a las acciones de paz que surgen
desde los movimientos sociales. Como se puede observar, existe un interés en relación a la
acción delos movimientos sociales en comunidades que como la sumpaceña, han
vivenciado un sin número de violencias.
En este sentido, una investigación desarrollada por Yiseth Paola Circa Yarce en el año
2015, denominada “Los movimientos sociales y sus acciones de paz: estado actual de la
participación de los movimientos sociales juveniles y culturales en procesos de paz de la
región de Sumapaz (Bogotá D.C.)”. Esta investigación desarrollada en el marco de la
Especialización en Paz Territorial, de la Universidad Nacional, tiene el propósito de
mostrar cómo las acciones de paz que desarrollan las y los sujetos en los territorios son
invisibilizados por la política pública y por los gobiernos nacionales, a pesar de ser
desarrolladas alrededor de la reconciliación, el perdón, la defensa de los territorios y la
reconstrucción de los tejidos sociales.
Según la autora, los movimientos sociales están estrechamente relacionados con el actor
(comunidad) y el espacio (territorio), ambos elementos con necesarios para la comprensión
de las transformaciones que se gestan al interior de las comunidades como la del Sumapaz,
30
pues estas abordan las problemáticas sociales y políticas y se busca claramente incidir sobre
estas en busca de paz territorial.
Una de las coincidencias temáticas de esta investigación y el presente trabajo tiene que ver
con que, para dilucidar el tipo de acciones de paz al interior de la región del Sumapaz y
desde el movimiento social juvenil de la región se hizo necesario entrever la comunicación
y articulación del mismo, con otras organizaciones sociales a nivel nacional y universidades
con el fin de establecer alianzas que garanticen la continuidad de la gestión del territorio en
materia de paz.
Como puede evidenciarse, hay un cúmulo de interés desde la academia, alrededor de los
procesos políticos, educativos y sociales al interior de la comunidad sumapaceña, la historia
de sus conflictos agrarios y la forma de respuesta que se han tejido desde dentro, sin
embargo, de forma concreta, no se encuentra mayor profundidad alrededor de los proceso
comunicativos desde el interior del movimiento campesino. Por tanto, resulta valioso,
ampliar la mirada a la región desde un campo que resulta de la mayor importancia en el
contexto actual de hiperinformación y redes, como lo es la comunicación popular.
31
5. MARCO TEÓRICO
Estudiar al movimiento campesino sumapaceño en sus dinámicas de resistencia y lucha
alrededor del reconocimiento de la región como Zona de Reserva Campesina desde la
perspectiva de la comunicación popular, implica el abordaje de categorías de análisis que
permitan profundizar en la comprensión de las realidades vividas por las campesinas y
campesinos de la región.
La teoría crítica, será el lente a través del cual, se encauzará el estudio de las realidades
sociales, políticas, económicas y culturales, al interior de la vereda San Juan de Sumapaz,
en sus contradicciones, antagonismos y luchas de clase en relación al componente
comunicativo, a las formas comunicativas que se implementan al interior del movimiento
campesino para la construcción de sentidos, significaciones, identidades y memorias de la
región.
En primer lugar, se abordará la categoría de movimiento social entendiendo que su
existencia en América Latina, en sí mismo evidencia la puesta en marcha de luchas
reivindicativas en términos de derechos sociales, económicos, políticos y/o ambientales de
sectores, subalternos, populares y excluidos, en relación al modelo hegemónico, dominante,
extractivista y excluyente, que supone el capitalismo en la región latinoamericana, que los
vulnera y desconoce.
Sin embargo, para el interés de este trabajo investigativo, el movimiento social resulta una
categoría muy amplia, por lo que se analizarán de forma específica, las características e
intereses del movimiento campesino. Un movimiento fortalecido paradójicamente por la
32
entrada en vigencia del neoliberalismo en América Latina en la década del setenta que se
sumó a la desidia institucional de los gobiernos del continente propensos a la protección de
los grandes latifundistas y terratenientes, del capital extranjero y el interés de no promover
reformas agrarias que mejoraran las condiciones del campo, en este caso el campo
colombiano y de los miles de campesinos y campesinas que lo habitan.
El caso del movimiento campesino en Colombia, además de las condiciones que denigraron
las precarias reformas agrarias decretadas, tiene otra característica que profundiza aún más
este devenir del sector rural, de las campesinas y campesinos del amplio campo
colombiano: las violencias, estas violencias institucionales y para - institucionales también
tendrán un espacio de análisis en el marco del desarrollo campesino en Colombia,
particularmente en Sumapaz.
Seguido a esto, resulta de vital importancia, lograr una caracterización del movimiento
campesino sumapaceño, en sus dinámicas históricas, políticas, económicas y sociales, en
sus formas de organización y acción política, materializadas finalmente, en la consolidación
de SINTRAPAZ (Sindicato de trabajadores agrarios del Sumapaz) que tienen su centro de
operaciones en la vereda San Juan de Sumapaz.
La segunda categoría de análisis tiene que ver con la comunicación popular, esta
comprensible solo a partir de la existencia misma de los movimientos sociales, de sus
puestas en marcha por el fortalecimiento de los procesos sociales al interior de las
comunidades, de la organización y direccionamiento de sus luchas políticas, económicas y
culturales que los definen.
33
La presencia de la comunicación popular, que podría además entenderse en la dirección de
las culturas subalternas, de los sectores excluidos, de la mirada de la realidad desde abajo,
es decir, de aquellos procesos de trasformación que se gestan desde una proyección
emancipatoria, son hoy materia no sólo de análisis académico, sino además de trabajo
político anti hegemónico, anti capitalista y profundamente revolucionario.
Este trabajo de investigación, pretende además analizar estas prácticas sociales desde lo
comunicativo que emanan desde el interior del campesinado sumapaceño, aquellas
construcciones, creaciones que subvierten la mirada hegemónica del capital trasnacional, la
dominación de los procesos sociales alrededor de la vida en términos de mercancía y la
exclusión de los modelos globalizadores de las culturas autóctonas y originarias, sabedoras
y constructoras de vida, de dignidad, territorialidad y lucha, todas las anteriores acciones
políticas subversoras.
Dentro de esta misma categoría de análisis, resulta necesario además analizar las
construcciones alrededor de la existencia particular del movimiento campesino. Para esta
parte de la investigación se hará referencia a la compresión que desde América Latina se
tiene de los movimientos campesinos, situados en luchas y resistencias a los procesos
latifundistas y de hacendados que fueron desplazando la mano de obra del colono, del
indígena, del campesino y paulatinamente lo fueron despojando del control de la
producción, pero sobre todo, de la propiedad de la tierra.
Así mismo, de lo que se trata entonces es que a partir de la compresión crítico-analítica de
los movimientos sociales y del movimiento campesino en su particularidad, se elabore una
34
caracterización del movimiento campesino de la Región del Sumapaz y su impacto, trabajo
u organización en la Vereda San Juan particularmente.
Posteriormente, la categoría analítica de comunicación popular aparece como
trasversalizadora del análisis acerca del movimiento campesino sumapaceño ya que, a partir
de esta, se explorarán las experiencias, las estrategias y los productos elaborados desde el
movimiento que han o no aportado al fortalecimiento de su lucha agraria. La comunicación
vista como posibilidad de participación y decisión del destino de las comunidades, regiones
y/o movimientos sociales que han sido excluidos de la información y comunicación
hegemónica y que, por tanto, no tienen reconocimiento legítimo de sus necesidades,
exigencias y demandas sociales para el conjunto de las sociedades mediatizadas.
Lo que interesa entonces es comprender cómo la comunicación popular se constituye como
una herramienta no solo comunicativa sino además política, en torno a la configuración y la
reconfiguración permanente del movimiento campesino en San Juan de Sumapaz. Esta
comunicación potenciada que emana del interior del movimiento campesino sumapaceño,
debe no solo analizarse como fin sino como medio, como medio y fin de formación política
de campesinas y campesinos pertenecientes al movimiento; como fin y medio para romper
con el cerco mediático que imponen los mass media en Colombia; como fin y medio, para
acabar con la invisibilización de su justa lucha por ser reconocida como Zona de Reserva
Campesina; como fin y medio para la construcción y fortalecimiento de la memoria
histórica, que los sitúa y nos sitúa, en el pasado, el presente y el futuro de nuestra historia.
Para finalizar, la última categoría analítica que se trabajará en este proyecto investigativo,
tiene que ver con la memoria, está será entendida entonces como la posibilidad de retornar
35
al pasado para comprender y rechazar el “presente autárquico lleno de olvidos cosificados”
en palabras de Adorno, pero además para reconocer los errores y encaminar el futuro de y
desde los movimientos sociales, en un movimiento acucioso desprovisto de miedos y con la
firme convicción de un futuro mejor, de una región de Sumapaz reconocida como Zona de
Reserva Campesina. Esta memoria, como posibilidad de transitar los caminos andados por
los antepasados, para conocerlos y comprenderlos, para hacerlos parte de su presente, y de
su futuro, para hacerles justicia, para hacerlas verdad.
36
5.1.1 ¿Y DESDE DÓNDE HACEMOS LA COMPRENSIÓN DE LOS
MOVIMIENTOS SOCIALES?
Resulta bastante complejo lograr situar el estudio de los movimientos sociales en algún
proyecto teórico particular, por lo que la conceptualización, o más bien aproximación
conceptual del mismo, no corresponderá a un hibrido de teorías, pero sí, a un trabajo de
correlación entre ciertos enfoques que lo desarrollan y son de interés para el presente
análisis.
Sin embargo, se hará énfasis en las argumentaciones de teóricos muy cercanos o
provenientes del pensamiento crítico, no sólo desde América Latina y Colombia, sino desde
otras latitudes, que aportarán de forma clara a la comprensión de la existencia de los
movimientos sociales y los contextos de sus prácticas y relaciones sociales.
No es prudente, por tanto, soslayar el análisis de los movimientos sociales, desde la mirada
norteamericana, que los entiende como “acción colectiva” ubicándolos espacio-
temporalmente. Según Anthony Giddens (1998) desde una perspectiva sociológica de los
movimientos sociales, estos deben entenderse como el “intento colectivo de luchar por un
interés común o de garantizar que se alcanza un objetivo compartido, mediante una acción
colectiva que tiene lugar al margen de la esfera de las instituciones establecidas”.
La anterior definición, si bien permite ubicar la acción del movimiento social hacia el
alcance de objetivos comunes de sujetos organizados, no especifica ni caracteriza la
diversidad existente en términos de demandas, reivindicaciones, exigencias; tampoco tiene
en cuenta las formas orgánicas y los repertorios de acción colectiva, los contextos y
37
diversidades que condicionan su accionar. Esto quizá, podría entenderse por la visión
eurocéntrica de Giddens (1998), sin embargo, lo que se pretende es poder comprender el
movimiento campesino en Sumapaz, para lo cual resulta insoslayable identificar y
reconocer esas particularidades, sus formas de organización, su trabajo en relación a la
formación endógena y sus luchas, entre otros aspectos.
Otras definiciones sitúan a los movimientos sociales como procesos de construcción social
en la que emergen nuevos sujetos de la acción, sujetos en búsqueda de consolidación de
identidades tanto individuales como colectivas lo que reconstituye los sentidos,
significaciones y representaciones de los sujetos, las resistencias y luchas. Tal y como lo
expresa Mauricio Archila al afirma que “Por movimientos sociales entendemos aquellas
acciones sociales colectivas más o menos permanentes, orientadas a enfrentar injusticias,
desigualdades o exclusiones, y que tienden a ser propositivas en contextos históricos
específicos (Archila, S, F: 17)
El movimiento social podría entonces ser comprendido como un proceso o un conjunto de
procesos de construcción social de y a partir de realidades sociales diversas, de
particularidades de lucha, de trabajo conjunto y organización de un acumulado de sujetos
que se unen, que significan, y se identifican dentro del sistema-mundo, concepto acuñado
por Wallerstein (2002) para referirse a la sociedad contemporánea, y por tanto, situarse, ser
y existir en este.
En efecto, se puede considerar que estas particularidades del movimiento social, el trabajo
organizativo, el trabajo colectivo, el alcance de objetivos comunes, incluso de su ubicación
espacio-temporal, lleva implícita unas situaciones de exclusión respecto de otras
38
identidades colectivas y voluntades políticas dentro de ese mismo sistema-mundo que
actúan en una sociedad en un momento dado. (Jiménez & Ramírez, 2009: Pág. 705) Es
decir, que son el resultado de contradicciones cada vez más agudas entre un modelo de
sociedad que aboga por el llamado “progreso” a costa de la vida de la humanidad y la
naturaleza y quienes entienden el mundo a partir de las bondades de la madre tierra.
Según Jiménez y Ramírez, las características de la acción colectiva no tienen que ver
"...simplemente [con la] coordinación entre un grupo de individuos lo cual puede aparecer
también en otras actividades de grupo; tiene un objetivo social establecido y compartido
por las personas que la ejecutan, que autorregulan al grupo, la defensa de sus intereses
(económicos, políticos, territoriales), la consecución de un bien público, o el planteamiento
de un cambio social” (Jiménez & Ramírez, 2009: Pág. 704).
De esta forma, según la teoría de la acción colectiva, los movimientos sociales tienen
objetivos claros a alcanzar que se comparten socialmente por los sujetos de esa acción que
se ejecuta, acciones autorreguladas en defensa de sus intereses (económicos, políticos,
territoriales), la consecución de un bien público, o el planteamiento de un cambio social.
Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que las acciones colectivas se pueden analizar en
dos dimensiones: la dimensión manifiesta de las movilizaciones a gran escala (huelgas,
concentraciones, manifestaciones, protestas etc.) y el nivel menos visible, latente de las
formas de asociación, organización y comunicación entre grupos que dan cuenta de la vida
cotidiana y la continuidad de la participación social más localizada, regional. Sin embargo,
más allá de las dimensiones de los movimientos sociales antes expuestos, para el caso de
América Latina, la existencia de estos supone la existencia de conflictos y tensiones de
39
carácter histórico que bien podrían situarse a partir del mal llamado “descubrimiento de
América” por parte de los europeos, específicamente la Corona Española y posteriormente,
finalizada la Guerra Fría, al dominio que ha representado Occidente en cabeza de los
Estados Unidos de América.
Desde esta perspectiva histórica, bien se puede afirmar que nuestra historia y si se quiere,
nuestra memoria, han estado marcadas y determinadas por condiciones de dominación,
explotación, subordinación, marginalidad y exterminio, ejercidas por un sector dominante,
hegemónico, capitalista, que ha establecido las realidades de conflictos sociales del
continente, condición sine qua non para comprender las resistencias, luchas y nuevas
visiones de mundo que han emergido y emergen desde el interior de los movimientos
sociales latinoamericanos con las tonalidades propias de nuestra diversidad.
Los capitalismos como describe Renán Vega Cantor (2015), se dieron a la tarea de someter
a los pueblos principalmente de América Latina, África y la India, garantizando el control
inicialmente de la producción a partir de condiciones indignas y vergonzosas de
explotación; primero, controlando la producción y distribución de los productos de su
interés, a saber las materias primas, segundo, controlada ya la producción, el capitalismo
de transforma y pasa a establecerse en grandes monopolios, a partir del desarrollo industrial
y finalmente, ese monopolio ya no quiere controlar la producción sino producir,
expropiando los saberes y adueñándose de la producción en sí misma para imponer un
sistema financiero colonial y una mirada hegemónica sobre la comprensión y vivencia del
sistema-mundo.
40
Los años setenta representaron para América Latina la entrada en vigencia del Consenso de
Washington, una forma de esos capitalismos en su permanente necesidad patológica de
expansión y poderío, que, como resultado de una de sus crisis económicas y sociales, creó,
implantó y materializó violentamente (dictaduras, golpes de estado, desapariciones y
represión) el neoliberalismo y con este, el protagonista omnipresente y rector del mercado y
los destinos del mal llamado “mundo subdesarrollado”. No obstante, también fue el
momento de germinación movimientos, ondulaciones, transformaciones, corrientes,
pensamientos que brotaron desde el sur, desde sus gentes y culturas, como la teoría de la
dependencia, el fortalecimiento de las izquierdas sobre todo las heredadas del marxismo-
leninismo, las insurgencias y demás proyectos políticos alternos al statu quo.
Este neoliberalismo ya conocido y vivenciado por el conjunto de las sociedades
latinoamericanas en su influjo, ha traído consigo, contrario a lo prometido, la debilidad en
la consolidación de las democracias en la región y por tanto, la anulación en los procesos de
la autodeterminación de los pueblos la soberanía y la libertad. Por el contario, ha generado
las condiciones para la existencia y exacerbación de la violencia estatal y para-estatal
coadyuvados históricamente por el gobierno norteamericano, en todas sus versiones
presidenciales; además de un daño ambiental sin precedentes, el empobrecimiento de los
sectores campesinos y populares de las regiones más excluidas y olvidadas, la
criminalización de las luchas sociales y represión a gran escala a quienes se organizan para
defender territorios y significaciones de mundo distintas a la hegemónica.
Estas condiciones de subyugación a los pueblos latinoamericanos, de mercantilización de la
vida social en detrimento de la vida colectiva pueden entenderse como determinados en
41
primer lugar, por una visión euro y androcéntrica y discriminatoria y por otro, del interés
del capital por el dominio absoluto de las economías de los países menos fortalecidos
industrial y financieramente, pero con las riquezas naturales y de mano de obra necesarios
para el mercado que imponen.
Sin embargo, si bien este modelo capitalista - neoliberal ha buscado la eliminación total de
pueblos originarios, ancestrales, campesinos y afros, por el interés de la riqueza de sus
territorios, este modelo también ha generado las condiciones necesarias para que estas
mismas comunidades desplieguen un sin número de resistencias y luchas frente a la
dominación capitalista. Estás luchas han sido dadas no sólo desde el escenario de vida
material de los pueblos mayoritariamente afectados, sino también desde el escenario de lo
simbólico y lo comunicativo.
Por tanto, las comunidades, sociedades y ciudadanos de este lado del mundo “…comienzan
a construir un mundo nuevo en las brechas que han abierto en el modelo de dominación.
Son las respuestas al terremoto social que provocó la oleada neoliberal de los ochenta, que
trastocó las formas de vida de los sectores populares al disolver y descomponer las formas
de producción y reproducción, territoriales y simbólicas, que configuraban su entorno y su
vida cotidiana”. (Zibechi, 2003, 158).
Estas iniciativas de “acción política subversora” como las denomina el maestro Orlando
Fals Borda, son resultado directo de las relaciones de dominación injustas y represoras
impuestas por el modelo capitalista con el aval de la mayoría de los gobiernos de la región,
que además sitúa como protagonistas a las y los sujetos que directamente se ven afectados
por estos desmanes del modelo y que se organizan alrededor de la exigencia de sus
42
derechos, del respeto a la diversidad y la ampliación de la democracia, como respuesta a la
exclusión, la injusticia y la explotación que se sitúa y materializa de forma distinta en cada
uno de los contextos del continente suramericano.
Estas iniciativas subversoras que constituyen los movimientos sociales particularmente en
América Latina, las han llevado a cabo las y los sujetos decididos a no permitir más la
materialización de las situaciones que los oprimen, que los desplazan y los señalan, y que
como afirma Sergio Tischler (2015) este “…sujeto rebelde crea un lenguaje, el cual nos
dice que el cambio deseado no será más otra trampa del poder verticalmente construido
sino la auto-organización y autodeterminación de los explotados y dominados; algo que no
se puede construir en la subordinación a una totalidad represiva que subsume la
multiplicidad en un universal homogéneo y hegemónico (Subcomandante Insurgente
Marcos, 2003)”. 84
Las y los sujetos de estas fuerzas transformadoras, son los protagonistas de los cambios que
viven las sociedades a lo largo de la historia, son en sí mismo la fuerza alteradora que
impulsa las grandes transformaciones sociales pues son las y los encargados de pernoctar la
barbarie, de combatir la ignominia y de abrir paso a alternativas de lucha y resistencia.
Son pues lo movimientos sociales, aquellos que permiten, que provocan los giros en la
política y en lo político, que facilitan el retorno a las construcciones de vida ancestral,
campesina, autóctona, en torno al territorio a las realidades y particularidades en
Latinoamérica, y por tanto, los movimientos sociales en un ejercicio dialéctico se
reencuentran con aquello olvidado, con aquello que les fue hurtado, que les has sido
invisibilizado, maltratado, excluido, dominado. Estos sujetos “han hecho evidente que el
43
orden capitalista liberal es la negación de un mundo incluyente y justo. En mayor o menor
grado, dichos movimientos han creado un ambiente de actualización de la cuestión de la
clase y la lucha de clases.” (Tischler: 2004, 78)
Vale la pena, aquí mencionar que el análisis de y desde los movimientos sociales, han
visibilizado las contradicciones inherentes e insuperables del modelo capitalista, han hecho
posible el fortalecimiento de condiciones de injusticia y desigualdad que por demás, bajo
este modelo explotador de seres humanos, animales y recursos naturales, es imposible
superarlas.
Estas realidades de dominación, explotación y desigualdad, que han resultado ser las
condiciones necesarias para la existencia de los mismos, como el estudioso
centroamericano, también han permitido una actualización de la lucha de clases desatado
cada vez con mayor fuerza. “En ese sentido, lo colectivo es una acción que traspasa y hace
estallar la forma aparencial de la objetividad social, plasmada como un mundo separado y
autónomo que somete a los seres humanos a su lógica” (pág. 80)
Este argumento de la lucha de clases, ha experimentado un salto enorme a lo largo de la
avanzada del capitalismo ahora mundializado. En primera medida porque ya reconocemos
que el sometimiento, la represión y la dominación al conjunto de la sociedad, pero para el
caso particular al sector rural, población mayoritaria en los países latinoamericanos, no
tienen que ver puramente con la esfera de la producción y del acceso y tenencia de la tierra,
que fueron las primeras luchas configuradas socialmente, sino que el ejercicio de dominio
del capital trasnacional, traspasó lo productivo, para situarse en la reproducción de sentidos,
de significados, de la creación y recreación de las formas de vida, del mundo, de la cultura
44
y, además, en tiempos de la información y la inmediatez que supone el mercado como
articulador del mundo social, el control ahora se instala en las formas de comunicar las
diversas construcciones de mundo, en las formas de trasmitirlo, en las condiciones de
reproducirlo.
Sin embargo, la complejidad de la lucha de clases contemporánea, histórica y reguladora
del devenir de los pueblos en el mundo, es y será “El motor de la historia” como acuñaba
Carlos Marx (1848), en tiempos de la publicación del Manifiesto Comunista.
Pero continuemos como este intento de conceptualización de los movimientos sociales.
Los planteamientos hechos por el uruguayo, son nuestro punto de encuentro, pues la
comprensión y explicación de la construcción histórica de los movimientos sociales pueden
sintetizarse en siete (7) puntos transverzalizadores de acción.
La primera característica expuesta por
Zibechi (2013), y que es una de las más relevantes sin duda, tiene que ver con que los
movimientos sociales a partir de luchas han recuperado espacios territoriales que les habían
arrebatado que les permiten por tanto, por un lado el asentarse y por el otro, construir
proyectos de largo aliento, que no sólo los involucra a sí mismos, sino además, permite el
relacionamiento con los sectores populares y clases medias cercanos a su territorio.
Una segunda característica de los movimientos sociales contemporáneos en América Latina
es su búsqueda y concreción de autonomía, tanto de los Estados como de los partidos
políticos pues han desarrollado capacidades y habilidades pasa sostenerse como
colectividad en tiempo y espacio.
45
La tercera característica va dirigida a la dimensión cultural entrañables de los movimientos
sociales que les permite revalorizar su mundo simbólico y reafirmar las identidades de sus
pueblos y de los sectores que sociales que les complementan. Esta reafirmación identitaria
tiene como consecuencia, además, el cuestionamiento al concepto de ciudadanía, que
supone en sí mismo la existencia de un NO ciudadano, es decir, una práctica social de
exclusión.
En ese mismo camino, la cuarta característica expuesta por Zibechi (2013) contempla los
ejercicios de formación al interior de los movimientos sociales, intelectuales formados que
aportarán a la auto-organización y la autoformación. Vale la pena aquí mencionar, que ha
sido mayoritariamente la educación popular y su mirada político pedagógica de
transformación la que ha sido puesta en práctica desde el interior de los movimientos
sociales.
La quinta característica, tiene que ver con el nuevo reconocimiento al papel desempeñado
por las mujeres, su determinante participación en los escenarios deliberativos, de cargos de
dirección y formación, así mismo, los niños y niñas han incursionado en estos espacios
antes limitados al espacio del hogar y los quehaceres domésticos. Pero que ahora
representan importantes labores de continuidad y unidad.
La sexta característica, que complementa a todas las anteriores tiene que ver con la forma
en que los movimientos sociales están organizando el trabajo y las actividades propias del
movimiento y la nueva relación que se establece con la naturaleza. Se fortalecen las
practicas auto organizativas y no dominantes o alienantes del trabajo en la tierra, la
industria con la claridad de no producir depredando el medio ambiente.
46
Finalmente, dice Zibechi (2013), que los movimientos sociales en parte superaron
estrategias de acción como la huelga, para pasar a acciones auto afirmativas como la toma
de tierras, de ciudades que además reafirman su identidad, se tornan en reapropiaciones de
tipo material y simbólico que les permite visibilizarse y entrar en diálogo con lo ajeno para
dotar de nuevos sentidos y significaciones su propia identidad.
Aquí aparece un concepto que resulta relevante para el desarrollo del presente trabajo de
investigación. Este tiene que ver con la territorialidad que además resulta una característica
en Latinoamérica como resultado de los detrimentos traídos con el modelo neoliberal
depredador de animales, vegetación y seres humanos.
En el territorio las y los sujetos construyen sus propias prácticas sociales, dotando de
sentido la vida individual y colectiva, de significados e identidades su propio devenir, la
autoafirmación se su ser social y político, agente cambios. “El territorio es el espacio en el
que construye colectivamente una organización social, donde los nuevos sujetos se
instituyen, instituyendo su espacio, apropiándoselo material y simbólicamente.” (Zibechi,
2013: pág. 187).
La territorialidad es por tanto, el escenario de las luchas sociales desde abajo, de las
conquistas sociales, materiales y simbólicas de los movimientos sociales, de los
antagonismos y contradicciones dentro del sistema-mundo ahora globalizado, que a su vez
han globalizado las contradicciones, razón por la cual resulta posible hablar de rasgos
comunes de los mismos, esa territorialidad lograda tiene como protagonistas a las y los
sujetos que luchan, los que lo han dotado de significaciones y poder local.
47
Estas transformadas manifestaciones de los movimientos sociales, de aquellos sectores
subalternos, excluidos y subordinados, han permitido según Francois Houtart (2006), la
configuración de un nuevo sujeto histórico, este nuevo sujeto es popular y plural. “Este
sujeto será democrático, no solamente por su meta, sino por el proceso mismo de su
construcción. Será también multipolar ya que se desarrollará en los diferentes continentes y
en las diversas regiones del mundo.” (pág. 438)
Según el autor, este nuevo sujeto histórico será capaz de analizar y transformar el mundo
como diría Carlos Marx, desde una mirada de totalidad, podrá actuar de forma múltiple y
clara desde escenarios globales y locales, con la urgencia que exige el genocidio y el
ecocidio reinantes en estas épocas.
Para que los movimientos sociales estén en posición de construir el nuevo sujeto social, hay
dos condiciones preliminares. En primer lugar, tener la capacidad de una crítica interna con
el fin de institucionalizar los cambios y asegurar una referencia permanente a los objetivos.
En segundo lugar, captar los desafíos de la globalización, que a la vez son generales y
específicos del campo de cada movimiento: obrero, campesino, de mujeres, popular, de
pueblos autóctonos, de juventud, etc. –la lista, en definitiva, deberemos ampliarla para
integrar al creciente y multifacético espectro compuesto por las víctimas del neoliberalismo
globalizado.
Dentro de ese papel histórico que desempeña este nuevo sujeto, se encuentra de un lado dar
movilidad a la renovación del campo político, que está precedida por la pérdida de
credibilidad de los partidos políticos y el descontento de la ciudadanía, esta renovación
implicaría la activación decidida y clara de unificar criterios comunes que aglutinen
48
diferentes iniciativas desde abajo de todos los sectores desde donde se resista y se luche
contra hegemónicamente.
Francois Houtart (2006), afirma que este nuevo sujeto histórico, ya no cosificado ni
instrumentalizado, sino luchando contra esa condición de objeto, ha alcanzado un nivel de
consciencia colectiva suficiente que, a partir de una interpretación desde la teoría crítica de
las realidades, globales y locales pueda responder a lo que el autor llama “el grito de los de
abajo” (pág. 427).
Otro elemento que resulta insoslayable para la concreción de la consciencia colectiva de
este nuevo sujeto histórico, tiene que ver con la ética, no como conjunto vacío de normas o
valores a cumplir socialmente sino la ética como una construcción social alrededor de la
dignidad humana y bien de todos y todas. Esta nueva consciencia colectiva alrededor de lo
ético, debe propender por reunir a los actores sociales diversos, plurales, democráticos
multipolares, los desterrados y excluidos, los señalados y violentados, víctimas de este
sistema.
Estos sujetos por demás luchadores, aguerridos, valientes, cada vez más conscientes de las
causas materiales, políticas, económicas, culturales, simbólicas y comunicativas alrededor
de sus condiciones de existencia, de la destrucción de sus vidas en el campo, de la
aculturación violenta, de las acciones militares y paramilitares, que los han obligado a dejar
sus tierras, sus territorios, sus vidas, pero jamás sus formas de ver concebir el mundo esas
que hoy fortalecidas son insumo para luchar por una trasformación social, por equidad en el
campo, por distribución justa, por un modelo de desarrollo humano y democrático.
49
Los movimientos sociales entendidos entonces como resultado de las profundas
contradicciones sociales ahora globales y cada vez más marcadas, son el punto desde el
cual comprendemos el papel de los mismos en la configuración de las luchas que libran, de
sus constantes trasformaciones, rupturas y reafirmaciones, de su construcción dialéctica
cada vez más política, cada vez más cultural, cada vez más comunicativa.
Este último campo estratégico de resistencia de los movimientos sociales es un escenario
clave en la lucha por la visibilización, la continuidad, el fortalecimiento y re-afirmamiento
de las identidades, de la consciencia colectiva, las autonomías, las memorias y el poder
local y una verdadera democracia desde abajo.
50
5.1.2 ECLOSIÓN DEL MOVIMIENTO CAMPESINO EN AMÉRICA
LATINA
Con el anterior acercamiento a la comprensión de y desde los movimientos sociales y para
sumar a la apuesta crítica interpretativa que pretende la presente investigación, a
continuación se presenta el desarrollo de una de las temáticas trasversales de esta tesis y
tiene que ver con la existencia cada vez más marcada de los movimientos campesinos en
América Latina y particularmente en Colombia, con historias de luchas y resistencias,
creatividad y aplomo, pero también de violencias y represiones estatales.
Las luchas obreras de finales de siglo XIX y todo el siglo XX, han tomado tonalidades y
diversificaciones tales que podría afirmarse que las demandas, las exigencias y los actores
sociales se han multiplicado y, por tanto, se han cualificado sus luchas. Valdría la pena
entonces para este análisis tener en cuenta que la opacidad y “aislamiento” político sufrido
por el movimiento obrero, más no su desaparición u extermino, después de la caída de
URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), propició el surgimiento de nuevos
sujetos sociales no anclados en la lucha proletaria, sino con nuevas demandas y nuevas
prácticas de movilización social y lucha.
Es así, que los movimientos sociales y el análisis de los mismos, a lo largo de las últimas
décadas ha venido reconfigurándose y/o ampliándose de tal forma que los movimientos
emergentes, como el campesino, surgen no con la intencionalidad de la búsqueda del poder
estatal como fin último, sino con la convicción de fortalecer el poder local y regional, ahora
con connotaciones de tipo cultural y comunicativo.
51
Ponte afirma que “los movimientos sociales se nutren con innumerables energías que
incluyen, en su constitución, desde formas orgánicas de acción social por el control del
sistema político y cultural hasta modos de transformación y participación cotidiana de auto-
reproducción societaria” (Ponte, 1990: 281).
Esta reconstrucción societaria, proyecto político, emancipatorio, decolonial y altamente
revolucionario que ha emprendido el movimiento campesino requiere entenderse desde la
perspectiva de la reconfiguración del territorio en sus órdenes político, económico y social,
por tanto, de lo que se trata no es de reducir los espacios de participación sino de ampliar el
campo político y participativo de las comunidades campesinas, populares y comunitarias,
que se oponen radicalmente al modelo neoliberal.
Y cómo afirma Carlos Vacaflores (s.f) para los primeros momentos de la existencia del
movimiento campesino “la reivindicación fundamental de los movimientos campesinos en
Latinoamérica fue usualmente caracterizada como la conquista de la tierra, entendida esta
como la parcela agrícola familiar [sin embargo] los movimientos campesinos
contemporáneos manejan ahora un discurso que hace evidente su concepción de lucha por
un territorio”. No obstante, más allá de lo que el autor menciona como “discurso” realmente
son un conjunto de acciones y concepciones de mundo que trastocan la visión de desarrollo
de los sectores históricamente dominantes.
En este sentido el movimiento campesino posiciona demandas en relación a la tenencia y
usos de la tierra, la configuración y consolidación de sus territorios, reformas agrarias que
le sirven verdaderamente a los sectores rurales y a los trabajadores de la tierra, la
alimentación, la cuestión alimentaria y la agricultura familiar y campesina.
52
Las contrarreformas impuestas por los gobiernos del continente latinoamericano, a partir de
la entrada en vigencia del modelo neoliberal, reconfiguran las ,luchas y a las y los
protagonistas de las mismas, en ese sentido “en la sociedad globalizada, informática y
(post)moderna, el campesino se ha tenido que reinventar y redefinir, ya no como remanente
de la sociedad agraria pre-moderna ni como sobrante de la sociedad industrial, sino como
un actor indispensable, en el continuo proceso del desarrollo de la sociedad (en su
conjunto)”. (Sánchez, 2008, pág., 237).
La sustitución de importaciones y la aplicación del libre mercado en el campo determinó la
existencia de condiciones de indignidad para campesinos y campesinas del continente que
fueron viendo cómo, progresivamente, iban perdiendo el control sobre la producción, la
distribución y el intercambio libre, lo que constituyó un cambio abrupto en sus vidas
cotidianas y en el desarrollo rural y social de los países , que por orden de dirigentes afines
a los Estados Unidos y bajo el concepto de “progreso” implementaron políticas que facilitó
el abandonando del campo y en especial a los pequeños y medianos del campo.
El arribo cada vez más decido de las trasnacionales y la minimización de los Estados de la
región generó el atraso de los sectores agrícolas y se les asignó como en antaño, (primera
globalización) el papel único de proveedor de recursos naturales y minerales, negando así la
posibilidad de a la vez de aumentar la producción, tecnificarla para potenciar el desarrollo
no solo del campo sino de los sectores urbanos abastecidos.
Las crisis económicas y alimentarias del mundo en las últimas décadas, que volcó a cientos
de intelectuales y académicos de todos los continentes a repensarse el campo y sus
complejidades, pero que sobre todo, puso de protagonistas al campesinado mundial por la
53
defensa de la tierra, la alimentación y la no explotación de los recursos, la exigencia de un
nuevo modelo de desarrollo, ha encontrado como respuesta el fortalecimiento, no como
habría de hacerse, el fortalecimiento y mejoramiento de las condiciones del pequeño y
mediano campesino para el desarrollo del campo sino con la expansión cada vez más
localizado y fortalecido el modelo rural agro-empresarial.
“Así en el arranque del tercer milenio presenciamos un acrecentado proceso global de
acaparamiento, concentración, financiarización y extranjerización del suelo que está
asociado con la expansión de la minería, las urbanizaciones, las represas, las carreteras, el
gran turismo y otros negocios, pero donde el hambre de tierras para siembra es el apetito
más voraz.” (Bartra; 19: 2014)
El actual modelo de desarrollo al servicio de multinacionales de explotación minera,
petrolera y de semillas en el mundo, devino consigo un sin número de violencias que en
América Latina de tradujeron en la consolidación de gobiernos afines a estas políticas de
biocombustibles y semillas transgénicas para los casos más recientes que trajo consigo el
arribo y la instalación perene de las multinacionales en la región y sobre todo en los
territorios ricos en agua y semillas, lo que a su vez devino en la compra irregular y en el
despojo siempre violento y silencioso y posterior privatización de las tierras ocupadas
ancestralmente por cientos de campesinas y campesinos o recolonizadas en luchas locales,
insurgentes, subversivas y/o guerrilleras, lo que viene a ser la implementación de la fórmula
“acumulación por desposesión”
Por tanto, para el caso latinoamericano, la implementación de las políticas neoliberales que
llegaron de la mano de hondas dictaduras en la región, generó un agravamiento de las
54
condiciones estructurales del campo y de los y las trabajadoras agrarios que propició el
fortalecimiento de su organización, participación y la exigencia del cumplimiento a sus
demandas, no solo en torno a la propiedad de la tierra, sino el reclamo por el territorio con
otro tipo de demandas como la identidad, la autodeterminación, la justicia social, la
libertad, la soberanía alimentaria y el dominio del ciclo productivo, entre otros, es decir, la
consolidación cada vez más visible, simbólica y políticamente clara de los movimientos
campesinos en la región.
Como afirma Armando Bartra (2014), en la realidad contemporánea viviente y fehaciente
“la cuestión de fondo en la debacle época que nos agobia es la insuficiencia de los bienes y
recursos disponibles respecto de necesidades y demandas crecientes” pues muchos de los
recursos explotados a gran escala no son renovables, la aridez de la tierra y la ganadería
extensiva están agravando las condiciones mismas de la existencia humana, por lo que el
movimiento campesino tiene cada vez más legitimidad y mayor solidez en sus argumentos.
Teniendo en cuenta que el interés actual del capital es el control de la producción y la
distribución de los agro alimentos y Multinacionales como Monsanto, Cargil, Singenta,
Nestlé, entre otras muchas, se han instalado en vastas regiones de América Latina, la India,
África, para llevar a cabo todos sus intereses de aumento de ganancias y control casi
absoluto de las economías campesinas, populares y comunitarias, lo que a su vez ha
permitido la consolidación y el fortalecimiento de este movimiento social no sólo a nivel
latinoamericano sino mundial, poniendo de manifiesto que en términos de Gramsci “las
crisis orgánicas” demuestran la poca capacidad de los sectores dominantes por abrir los
consensos a los “otros” grupos sociales y por tanto la proliferación y marcado
55
protagonismo de los movimientos sociales y en especial el del movimiento campesino y la
mirada cada vez más internacionalista de sus luchas.
Para empezar a concluir el presente acápite, el movimiento campesino, podría afirmarse, ha
transitado en su devenir histórico por una suerte de movimientos que empezaron por la
demanda de la tierra, su tenencia y la exigencia de condiciones de producción, sin embargo,
pasadas las décadas, las dificultades de la lucha, las condiciones de la misma, la mutación,
el recrudecimiento de las acciones represivas del aparato estatal y las decisiones nefastas
del sector financiero contra el sector rural en esta nueva etapa tecnológica y de información
de la globalización, ha generado las condiciones necesarias para la transformación de la
lucha campesina.
Estas luchas ampliadas y fortalecidas al calor de la organización de los diferentes sectores
agrarios, potenció las identidades, clarificó los ideales, las demandas y consolidó
políticamente a campesinas y campesinos de todas regiones en el país. La tierra ya no es en
sentido estricto el eje central de la lucha, es el territorio.
Así lo expresa un estudioso mexicano al afirmar que, “la nueva ruralidad es entendida
como el “surgimiento de nuevos actores, nuevas actividades y oportunidades económica,
pero también en términos de resistencia y conformación de nuevas identidades que han
reposicionado a las comunidades campesinas como actores, indispensables del desarrollo lo
que debe entenderse como “una consecuencia (no perversa) de la modernidad, en la medida
en que los campesinos participan activamente en la reformulación de los principios y
procesos de desarrollo alternativo al paradigma de crecimiento”. (Sánchez, 2009: pág. 237).
56
Y continúa, “políticamente, el retiro del estado de la economía ha significado la pérdida de
importancia de los campesinos en el nuevo proyecto de nación, así como de la desaparición
de un proyecto de desarrollo agropecuario consistente” (pág. 237). Lo que no sólo ha
consolidado al Estado neoliberal, sino también a todas las fuerzas sociales demandantes,
exigentes y luchadoras alrededor de la defensa del territorio, lo que ha hecho emerger una
conciencia política poderosa, transformadora y vivaz y con ello la consolidación de sectores
de un posicionamiento anticapitalista, trasgresor del orden social dominante y
revolucionario.
En cada uno de los territorios de América Latina, las luchas por la tierra y el territorio se
han dado de forma particular según las condiciones históricas, políticas, económicas y
culturales de cada de una de las regiones, sin embargo, con condicionantes totalizadores
que permiten comprender a escala mundial lo que está sucediendo con el campo y los
sectores rurales.
57
5.1.3 PROBLEMAS DE TIERRA EN COLOMBIA, ORIGEN DEL
MOVIMIENTO CAMPESINO EN EL PAÍS
En el más reciente informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) Colombia es el
tercer país más desigual del mundo antecedidos por Haití y Angola, y el más desigual en
tenencia de la tierra en el continente, lo anterior, nos sitúa casi con exacta precisión, en la
razón fundamental a partir de la cual se puede comprender y explicar lo que hemos
conocido históricamente como “la violencia” que comprende un periodo amplio entre la
colonización española, la consolidación de la república y el aún incipiente y fallido
afianzamiento del Estado Social de Derecho.
Sin embargo, en el más reciente Informe de la Comisión Histórica del conflicto y sus
víctimas (CMHV), resultante de los diálogos establecidos entre la ex-insurgencia de las
FARC-EP y el gobierno nacional en cabeza del expresidente Juan Manuel Santos, aporta
varios elementos de análisis para comprender lo que podría llamase las raíces del conflicto
en el país, en los que, sin duda, la tenencia y uso de la tierra, desempeña un papel
preponderante en la violencia.
El profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia, Víctor Manuel Moncayo, en
su informe denominado “Hacia la verdad del conflicto. Insurgencia guerrillera y orden
social vigente” expone de forma sucinta y rigurosa la relación dialéctica entre el
capitalismo y la implementación en el país y el surgimiento y accionar de las insurgencias
en el país.
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Moncayo (2015) recorre lo que aunque no de forma lineal y positiva y más bien a partir de
dicotomías, antagonismos y contradicciones la historia de Colombia para acercarse de
forma concisa a lo que puede entender como raíces del conflicto contemporáneo en el país;
menciona así las confrontaciones liberal-conservadoras, lo que se llamó el gaitanismo, la
dictadura militar, el duradero y casi vigente en nuestros días Frente Nacional, la
organización/trasformación de las insurgencia armadas, la injerencia de los Estados Unidos
de América, el desarrollo del capitalismo de las posguerra y su nueva fase neoliberal, la
economía de los narcóticos, el paramilitarismo, la confrontación armada, etc.
Los anteriores eventos de carácter histórico y determinantes para comprender las realidades
políticas, económicas, sociales y culturales colombianas contemporáneas, resultan ser los
antecedentes y las consecuencias, que inevitablemente nos sitúan en el aún vigente
conflicto interno armado, un conflicto que tiene sus raíces en la tierra, su expropiación, su
uso y su tenencia, en estrecha relación con la implementación violenta y despojadora del
modelo de producción capitalista instaurado en el país. En ese, sentido, es insoslayable
comprender el por qué el movimiento social campesino de la región del Sumapaz tiene
como una de sus demandas que se les reconozca como Zona de Reserva Campesina tiene
que ver con unos elementos de orden histórico que es necesario analizar, sobre todo cuando
una de las causas del conflicto interno colombiano en su orden social, político y económico
inciden en el desarrollo regional, local y nacional.
“El orden capitalista en sus fases de transición, instauración, consolidación y desarrollo
genera necesariamente conflictividad que, en el caso colombiano, históricamente ha
significado expresiones de insurgencia o subversión que han transitado por las vías de la
59
normalidad institucional, o han asumido modalidades que han supuesto el ejercicio de la
violencia, por oposición a la violencia que se afirma como legítima monopolizada por el
Estado del mismo orden.” (Moncayo, 2015. Pág. 79).
Y continúa “Por esa razón las FARC, surgidas de la transformación de esos grupos de
autodefensa campesina, hunden sus raíces históricas en la conflictividad rural, asociada a la
violencia bipartidista liberal-conservadora, en zonas muy específicas de nuestra geografía,
que forjó dirigentes como Pedro Antonio Marín, conocido luego como Manuel Marulanda
Vélez”. (Moncayo, 2015. Pág. 44)
La década del 30 supone para las comunidades indígenas y campesinas del país, un
momento de álgidos conflictos por la tierra, con los hacendados que, con la anuencia de la
iglesia y Estado nacional, emprenden una carrera violenta para expropiar y despojar a miles
de comunidades indígenas y campesinas de sus territorios ancestralmente construidos
favoreciendo el fortalecimiento de los latifundios y con ello, el aumento del poder local de
las élites regionales y la privatización de los baldíos.
Estas eran en parte las consecuencias de la retrógrada, clerical y pusilánime Constitución de
1886. Este conflicto puede comprenderse desde la óptica de uno de los libros más
importantes del presente siglo, en relación a las luchas sociales en Colombia “Gente muy
rebelde”, así lo expresa su autor:
Durante la segunda mitad del siglo XIX, luego de la independencia, los diversos grupos indígenas
que habitaban el actual territorio colombiano tuvieron que soportar sucesivas oleadas de destrucción
y aculturación violenta por parte de hacendados, comerciantes, empresarios y colonos. Los dos
partidos políticos compartían una visión similar sobre los indígenas colombianos- y esta visión era la
60
misma de las élites dominantes de América Latina- a los que veían como la expresión de la barbarie,
el salvajismo, el atraso y la ignorancia. Se consideraba que la sola existencia de los indios era un
obstáculo en el camino de alcanzar el progreso y la civilización. Los gobiernos radicales (1850-1885)
en Colombia impulsaron, a partir de esta lógica, la conversión de los indígenas hacia la modernidad,
mediante la supresión de los resguardos que habían existido desde la época colonial, con la
pretensión de convertirlos en ciudadanos, concediéndoles las mismas prerrogativas y derechos del
resto de los colombianos. Esto produjo la apropiación de importantes tierras indígenas en el centro
del país, la repartición de muchos de los resguardos que habían existido durante varios siglos y la
desaparición de culturas milenarias. (Vega, 2014, pág.17)
El resultado de esta aculturación violenta y campesinización pero ya no por parte de los
españoles colonos, sino de las élites clericales y latifundistas del país herederas de la
Corona Española, obligó a las comunidades indígenas inicialmente a abandonar sus
territorios, sus tierras y hasta su cultura. Sin embargo, una parte de estas gentes, resolvieron
oponerse al despojo y se conocieron en el país las luchas indígenas lideradas por Quintín
Lame, entre otros.
Esta defensa por la tierra, en un país mayoritariamente agrario, se profundizó en relación a
la imposibilidad de lograr acuerdos entre las élites regionales y la iglesia, y se dio una
apertura hasta ahora vigente, aunque en otra etapa del modelo de producción capitalista,
que además propició la consolidación de la mano de obra en el país. Esta apertura conocida
en el mundo académico como “la modernización conservadora” fue uno de los primeros
momentos de la agudización de este conflicto nacional aún sin resolver.
La Ley 200 de 1936 que prometía en parte resolver el conflicto por la tierra, lo agudizó,
favoreciendo a los latifundistas e impulsando la modernización de los hacendados y
61
gamonales en las regiones sobre todo del sur del país, se vivieron las alzas de los precios
del café y la conquista violenta por el control de la cosecha, la regresión de los cultivos de
pan coger, etc.
Las campesinas y campesinos y los indígenas de diversas regiones del país empezaron una
lucha con el fin de recuperar sus tierras, exigir una reforma rural acorde a sus necesidades,
que impulsara el desarrollo agrícola y con ello impulsara el mejoramiento de la economía
en el país, aprovechando la riqueza de las tierras productivas que podrían sacar de la
pobreza no sólo al sector campesino sino a buena parte de los empobrecidos en el país.
Luego del revés que trajo consigo la expedición y puesta en marcha de la Ley 200 de 1936,
los sectores rurales del país enfrentarían un nuevo y contundente golpe, las élites nacionales
lideradas en un primer momento por los liberales y su revolución en marcha, haría realidad
lo que se conoce como “la sustitución de importaciones”. “Durante este periodo se
evidencia una combinación de medidas políticas y económicas con implicaciones sociales
que actuaran como estrategia para la contención de los procesos de insurrección civil del
periodo de “violencia política” (Tobasura, 2007, Pág. 43).
La violencia liberal-conservadora se desata sin control, gestando en su interior el primer
momento de las llamadas “guerrillas liberales”. Sólo hasta 1957 se instaura el Frente
Nacional, que consistió en la rotación del poder entre liberales y conservadores para acabar
la cruenta guerra que liberaban sus bases en todo el territorio.
Este periodo también tiene como eje de las luchas sociales y particularmente agrarias en el
país, la entrada de la denominada “Alianza para el progreso” qué más allá de sus “buenos
62
intereses” para América Latina y que trajo consigo algunos vestigios del Estado de
Bienestar ya en decadencia en los países del norte y occidente de Europa impulsó lo que
parecía el inicio del desarrollo rural e industrial en el país. La creación de entidades como
la Caja Agraria, el INCORA, el ICA, así lo permitía creer.
Sin embargo, un nuevo golpe estaba en vísperas de ser ejecutado, la tan anhelada por la
élite nacional “apertura económica” comenzó su travesía nacional con determinación entre
las décadas de los 70s y los 80s. La desregulación de los mercados y el énfasis en la
producción para exportación caracterizaron el nuevo golpe al campo colombiano, una
situación que por una parte potenció las movilizaciones sociales desde todos los sectores de
la economía nacional y del conjunto de movimientos sociales que sintieron con agudeza los
impactos de las nefastas decisiones estatales, por otra parte, la insurgencia armada en su
tránsito de “guerrillas liberales” a “guerrillas comunistas”, se consolidaron en una
multiplicidad de organizaciones político-militares entre las que se encuentran las FARC,
luego FARC-EP, el ELN, el M-19, el EPL, entre otras.
La década del 90 entre la consolidación de la Constitución Política de Colombia, con el
desarme del M-19 y el posterior asesinato de Carlos Pizarro siendo candidato presidencial y
la entrada en vigencia las políticas neoliberales en el gobierno de Carlos Gaviria.
Las anteriores premisas hace parte del epítome necesario para comprender cómo el campo
colombiano se ha venido afectando paulatina y progresivamente con las decisiones
históricas de la élite nacional que ya como gobierno han implementado en las últimas
décadas con mayor énfasis en los gobiernos de Andrés Pastrana, Álvaro Uribe Vélez, Juan
Manuel Santos y lo que se avizora con el ahora presidente Iván Duque, alfil político del
63
senador Uribe, políticas de corte neoliberal voraces, que privilegian ya no únicamente a las
élites nacionales y los grandes terratenientes, sino a las trasnacionales ahora productoras de
semillas, de herbicidas y transgénicos, privatizando, expropiando, acumulando y
reprimiendo a las comunidades que se resisten y luchan la embestida capitalista en su fase
neoliberal a la colombiana.
El accionar político-militar de las insurgencias, tuvieron como respuesta desde el principio
del siglo XX una agresiva política contrainsurgente, que como afirma Renán Vega Cantor
(2015), el estado colombiano lo ha implementado incluso antes de la existencia de la misma
insurgencia, lo que llevó a las conformación de ejércitos para-estatales, para militares que
hasta el momento, se han encargado de materializar la política contrainsurgente,
anticomunista, antisubversiva, antidemocrática y profundamente fascista. Asesinatos,
desapariciones, masacres, amenazas, exilios, miedos, dolor y sangre son el resultado
nefasto del “terrorismo de estado”, pues en varios fallos judiciales, denuncias y relatos de
las víctimas a lo largo de las últimos años y que en últimas ha beneficiado y beneficia al
poderío trasnacional.
Así lo enuncia el profesor Jairo Estrada, “…La Violencia desempeñó una función
ordenadora de la relación social capitalista en proceso de despliegue y expansión, activó
mecanismos de disciplinamiento y control social, desestructuró luchas y formas de
resistencia, aunque se constituyó en desencadenador de otras, dentro de las cuales se
encuentra la resistencia y la lucha armada.” (Estrada, 2015, pág. 95)
Lo anterior, no fue ni ha sido posible de vigorizar sin que, por un lado, los gobiernos
nacionales más vehementemente en las últimas décadas, han dado un respaldo casi absoluto
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a las multinacionales, otorgándoles tierras fértiles, baldíos y todo un conjunto de medidas
fiscales (reducción de impuestos) y legales (firma de TLC) para producir, explotar y
contratar mano de obra a su medida y bajos sus condiciones. De otro lado, la entrega de los
recursos naturales, su explotación y uso por parte de las multinacionales en el país, ha ido
consolidándose paralelamente con el aumento de la violencia estatal y paramilitar,
defensores del statu quo contra la insurgencia armada y los movimientos sociales, sus
líderes y lideresas.
Movilizaciones indígenas y campesinas alrededor de la reivindicación del derecho a la
propiedad de las tierras y la no explotación de los trabajadores rurales, en una clara postura
contraria al latifundismo y sus formas de explotación, ejemplo de lo anterior es
penosamente la llamada “Masacre de las bananeras” que en 1928 cobró la vida de miles de
trabajadores que se opusieron a la explotación y expropiación de la que fueron víctimas del
ejército nacional de Colombia, que masacró a las y los trabajadores en una clara defensa de
los intereses de la multinacional Banana Fruit Company hoy Chiquita Brands.
Las décadas entre los años 20s y los años 50s y en varias regiones del país se consolidaron
organizaciones indígenas, sociales, campesinas, como el Movimiento Agrario del Sumapaz
y Oriente del Tolima consolidado en el año de 1924 y que logró la expedición del decreto
1110 de 1928 en relación al destino y uso de los terrenos baldíos para la creación de las
llamadas colonias agrícolas. Este sería el mayor antecedente para la consolidación de los
procesos organizativos en defensas del territorio en el Sumapaz.
También en este periodo atiborrado de trabajo organizativo y de acción de sectores
excluidos y violentados, se expide la Ley 200 se 1936, en el gobierno del entonces
65
presidente Alfonso Pumarejo, con lo que en parte se reconoce la función social de la
propiedad, no obstante, este reconocimiento “tuvo incidencia directa sobre la ausencia de
regulación jurídica respecto a la propiedad rural en el país, y sobre las posibilidades de
equilibrar la distribución inequitativa de la tierra no usufructuada”. (Cadavid, 2004: pág.
25)
Las décadas siguientes hasta antes de los años 80s, están marcadas por la agudización del
conflicto interno armado por causa, de una parte, de la violencia bipartidista de estos años,
a la vez que se fortalecieron y consolidaron los procesos de orden popular, social y político
en el país, pero marcadamente las organizaciones campesinas que con influencia del
liberalismo y el partido comunista salieron fueron protagonistas de innumerables
movilizaciones, protestas y colonizaciones en diversas regiones, fueron reprimidas por el
Estado, con la puesta en marcha y más bien, exacerbación de la puesta en marcha de la
política contrainsurgente, lo que llevó a una fuerte represión a comunidades indígenas,
campesinas y campesinos organizados y fortaleció en varias regiones el tránsito de casi
total, de organizaciones de carácter civil a autodefensas campesinas armadas.
En este periodo de tiempo en el que se consolidaba la existencia y el respaldo fiscal y
jurídico del latifundio, a la vez que se perseguía al pequeño y mediano campesino y
campesina organizados en defensa de la tierra, su uso y su tenencia, y se fortalecían las
insurgencias armadas de corte campesino, fue también el momento de la intolerancia del
sistema político a las nuevas expresiones políticas, de la que sólo logró con una fuerte
represión y declarado exterminio sobrevivir a esta violencia.
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Así trascurren los años del Frente Nacional, entre la represión de las expresiones sociales
de todo tipo y la criminalización las luchas de corte campesino, por supuesto sin olvidar las
presiones de tipo internacional, sobre todo las ejercidas por el gobierno norteamericano. El
ataque a Villa Rica, en el Cauca y Marquetalia en el Tolima, hizo que las autodefensas se
desplegaran por el Páramo del Sumapaz y empieza una larga travesía por varios
departamentos, lo que constituye el fortalecimiento ya no de las autodefensas campesinas,
sino de las guerrillas colombianas y en el año 1966 surgen las Fuerzas Revolucionarias de
Colombia – FARC.
“En este sentido los desplazamientos forzados de Marquetalia y Río Chiquito, expresan un
nuevo elemento de en la lucha guerrillera en Colombia: las marchas conjuntas de población
civil y guerrilla quedarán sólo en la distancia del recuerdo de quienes lo vivieron y en la
bruma de la memoria histórica, de dramáticas gestas que sucedieron con poblaciones
enteras en los años cincuenta, en el sur del Tolima, en Villarica, Oriente del Tolima,
Sumapaz y en los llanos Orientales.”. (Alape, S.f, Pág. 44)
Este periodo de marcada conflictos sociales ahora de carácter político, generó las
condiciones suficientes para la consolidación de las guerrillas armadas y el fortalecimiento
de los organismos para estatales de represión, como los antiguos “chulavitas”, “pájaros” en
la época frentenacionalista.
Para las décadas entre los 80s y los 90s, por las fuerzas contrainsurgentes, ahora
consolidadas en Convivir, fuerzas armadas privadas, que avanzaron hasta las hoy conocidas
AUC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia) que dieron paso al recrudecimiento de la
violencia en el país ya la represión ya no sólo contra la insurgencia armada sino de las los
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movimientos y partidos políticos que cómo resultado de diálogos entre el establecimiento y
los alzados en armas, como el ocurrido durante el gobierno de Belisario Betancur y las
FARC en 1983, y después de los diálogos de la Uribe, se consolida como fuerza política la
Unión Patriótica, que en palabras de Imelda Daza (2014) “todos nos vinculamos al gran
diálogo nacional, el 16 de junio de 1985, en Pueblo Bello, César, allí había gente de las
FARC eso es cierto, porque era con ellos la Unión Patriótica, y lo que se había dicho era
que la Unión Patriótica iba a ser el mecanismo, la organización a través de la cual la gente
de las FARC se iría a vincular a la actividad política concreta, ellos estaban allí, y su
presencia tenía una explicación”.
Lo que marca estos años, es el genocidio a más de 5000 militantes de la Unión Patriótica, a
lo largo y ancho del país, después de haber conseguido escaños en las elecciones regionales
y parlamentarias del año 1986, en la que quedaron electos concejales, gobernadores y
parlamentarios para el Congreso de la República por la UP, entre ellos dos exguerrilleros de
las FARC.
Este es sin lugar a dudas uno de los episodios más lamentables del siglo XX en materia de
violencia política y de tierras en el país, un genocidio impune, pero que es radiografía de las
luchas de diversos sectores del país por transformar esta país desigual e injusto. Las
violencias de los 80s y los 90s, marcó sin duda la historia de Colombia, el devenir y las
agendas de las luchas de los sectores indígenas, campesinos, trabajadores, estudiantiles que
se movilizaron a lo largo y ancho del territorio nacional, máxime, cuando entra con fuerza
la denominada “apertura económica”, en el gobierno de César Gaviria, es decir, todo el
modelo neoliberal hoy sustento de la economía del país.
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El siglo XXI, para Colombia significó el llamado “Plan Colombia” en el gobierno de
Andrés Pastrana, que permitió el ingreso de inteligencia militar estadounidense en el país y
la instalación de base militares norteamericanas y grandes multinacionales extractivistas en
territorios ricos de recursos naturales y estratégicos para el control del territorio, que bajo la
promesa de acabar con las guerrillas y atacar el narcotráfico práctica que se hizo cotidiana e
instalada en la cultura nacional en todos los niveles, desde la época de los carteles de
Medellín y Cali en los 80s. Durante este mandato, se dieron los fracasados “Diálogos del
Caguán” que dejó la incertidumbre y las condiciones necesarias para la agudización del
conflicto y lo política de seguridad desplegada por el gobierno entrante.
El Plan Colombia encontró en los dos periodos del expresidente Álvaro Uribe Vélez, y su
propuesta de gobierno denominada “seguridad democrática” una versión agudizada y de
efectos muy negativos para la soberanía del país y sector rural (pequeño y medianos
campesino). Por una parte, la política contrainsurgente representó, durante estos dos
periodos, no sólo el enfrentamiento militar con las insurgencias armadas, sobre todo las
FARC por parte de las Fuerzas Armadas de Colombia con el apoyo irrestricto de los
Estados Unidos, sino, además, se desplegó todo una provocación mediática, informativa y
legislativa en contra de las insurgencias.
De otra parte, este cruento periodo de la vida nacional, se caracterizó fervientemente por la
criminalización y represión de las luchas y las protestas sociales, con la descalificación del
trabajo en territorio de los líderes y lideresas sociales con el firme propósito de vincularlos
con el movimiento insurgente armado, lo que se sintetizó en la oleada de violencia
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paramilitar con anuencia de las Fuerzas Militares de Colombia, siendo el periodo más
sangriento de la historia reciente del país.
Este gobierno se caracterizó, además, por la negación del conflicto interno armado, que
configuró para el país el afianzamiento del concepto “terrorista”, por tanto, la configuración
fortalecida de la noción de “enemigo interno” usado durante la Guerra Fría, en otras
palabras, se sitúa un discurso que evoca el no reconocimiento del carácter político de los
actores del conflicto, lo que inevitablemente terminó
La política económica durante los dos periodos presidenciales de Vélez, encontró en la
denominada “confianza inversionista” el recrudecimiento de las políticas neoliberales y la
proliferación de firmas de Tratados de Libre Comercio (TLC) que ha puesto en un riesgo
mayor la economía nacional, a través de la afectación y detrimento de la economía
campesina, de pequeños y medianos campesinos y a favor de los grandes terratenientes, los
latifundios, el extractivismo y la agroindustria.
Los diálogos de la Habana entre la ex – insurgencia de la FARC y el gobierno de Juan
Manuel Santos, llenó de expectativas a la región del Sumapaz, pues uno de los acuerdos
que más supuso controversia y tiempo de negociación, fue el de la Reforma Rural Integral,
que entre otras contemplaba la consolidación de las Zonas de Reserva Campesina, tema que
toca directamente el corazón de la lucha campesina en la región.
70
5.1.4 EL SUMAPAZ Y SU DECISIÓN DE LIBERTAD Y DESARROLLO
SOCIAL
Las décadas de los 30 y los 40, sitúan a la región del Sumapaz como protagonista de las
luchas agrarias en el país, así como de la lucha insurgente armada que como un puente
estratégico para la lucha militar, logró, además, gestar lo que podría llamarse la plataforma
política para las luchas y transformaciones sociales en Colombia, que hoy recobran una
significación valiosa en la medida en que si los conflictos por la tierra se resuelven por vía
política y democrática, muy probablemente el país alcance la paz tan esquiva desde siempre
y tan deseada por aquellos a quienes más duro ha golpeado el conflicto.
En el Sumapaz, a diferencia de otras regiones del país, los conflictos se dieron a partir de la
lucha por la tierra y con unas temporalidades e intensidades variadas según se iba moviendo
la legislación y se iba aumentando y agudizando la relación entre los arrendatarios y los
terratenientes inicialmente por el las condiciones de trabajo ofrecidas a los jornaleros en los
grandes latifundios, posteriormente por la tenencia de la tierra de colonos y arrendatarios y
como parte de la lucha aún vigente la defensa del territorio y la consolidación de la Zona de
Reserva Campesina.
5.4.1 LA INMENSA E INVALUABLE REGIÓN DEL SUMAPAZ
La región del Sumapaz forma parte sobre la cordillera oriental, entre los departamentos del
Tolima y Cundinamarca, tiene una extensión de tierra cultivable aproximada de 5.600
kilómetros. En su territorio de encuentra ubicado el páramo más grande del mundo y por
71
sus condiciones de variedad climática, es uno de los territorios en dónde mayor cantidad de
baldíos se encuentran.
Sumapaz es la mayor extensión de ecosistema de páramo del planeta. Los páramos se
constituyen en la tabla de salvación ante la crisis ambiental que atravesamos. Cada vez más
son las personas y organizaciones conscientes de lo anterior y en consecuencia con el
transcurrir del tiempo, los planes de explotación de las riquezas naturales como el agua son
perfeccionados con el copamiento militar de los territorios, la penetración ideológica y la
aplicación del terrorismo contra sus habitantes históricos para de esta manera,
infamemente, poder usar y abusar del territorio (F. Baquero. Comunicación personal, julio
de 2012).
La región del Sumapaz es una región social, política y económicamente configurada con
una amplia influencia territorial, ya que está conformada por diversas zonas bastante
diferentes entre sí. Por un lado, por la Provincia del Sumapaz (ubicada al sur y al occidente
de Bogotá), cuya jurisdicción pertenece exclusivamente al departamento de Cundinamarca
y que está compuesta por diez municipios: su capital y centro económico (Fusagasugá), y
los municipios de Silvania, Tibacuy, Pasca, Arbeláez, Pandi, San Bernardo, Venecia,
Cabrera y Granada.
Por el nororiente del departamento del Tolima, se vinculan geográfica y económicamente
los municipios de Icononzo y Villa Rica, y los corregimientos de El Palmar, Nuevo Mundo,
Alpes, El Roble, Mercadilla, Nuñez, La Colonia, La Pradera y El Duda, entre otros. La
influencia económica y geográfica, y los vínculos sociales y políticos se extienden, además,
72
hasta el departamento del Meta, específicamente con el municipio de Cabrera y La Uribe, y
la zona conocida como El Pato.
Finalmente, en la región del Sumapaz podemos encontrar la zona ubicada al Sur del
Distrito Capital de Bogotá, específicamente la Localidad 20 o Localidad de Sumapaz
(creada mediante el Acuerdo 9 de 1986 del Concejo Distrital de Bogotá), y la cual está
divida administrativamente en tres corregimientos (San Juan, Nazareth y Betania), los
cuales están divididos, a su vez, en 28 veredas.
Los conflictos por la tierra se agudizan cuando las demandas y exigencias trasladan la lucha
ya no sólo a las condiciones de trabajo sino a la condición de propiedad de las tierras, la
creación de La Colonia, organización creada por arrendatarios, con el principal objetivo de
buscar ser los dueños de las tierras después de 20 años de posesión, que como expone Luis
Eduardo González dirigente campesino “… orientaba que las parcelas tomadas debían tener
casa, cercados de alambre o de piedra, cultivo, ojalá permanentes y nos guiaba de la mejor
forma para hacerlo”. (González, 2017: 26).
Las décadas de los 20´s y los 30´s representaron para la región una época cargada de
contradicciones y conflictos por la tierra, pues se ponía en discusión el tema de la propiedad
de la tierra, pues los campesinos, campesinas e indígenas exigían la posibilidad libre de
producir y comercializar sus productos. Esta ley agudizó los conflictos entre los
campesinos y los hacendados que básicamente se centraron en litigios de tipo judicial y en
invasión de tierras.
Muchos propietarios de haciendas, con el fin de impedir que los colonos establecidos en sus
tierras con dos años de anterioridad a la vigencia de la Ley reivindicaran sus parcelas
73
basados en el derecho de compra consagrado en el artículo 4o., buscaron la intervención de las
autoridades de policía, para desalojar a los colonos de los terrenos que ocupaban. Varios
obtuvieron, por medio de documentos o declaraciones fraudulentas, que el colono modificara su
situación jurídica. Por su parte, gran cantidad de campesinos que estaban establecidos como
arrendatarios en las haciendas se valieron de los beneficios otorgados por la Ley en el artículo 4o.,
para desconocer sus obligaciones con los propietarios y proclamarse colonos, invadiendo
masivamente predios particulares. Estas invasiones ocasionaron múltiples pleitos y dieron lugar
a la expulsión legal y violenta de arrendatarios, y a la posterior extinción de esa forma de
explotación de las haciendas” (Marulanda; 1989, P, 187).
Según explica Elsa Marulanda, (1989) la aplicación de la Ley 200 de 1936, generó las
condiciones materiales y legislativas para emprender un proceso intenso en defensa de la
tierra y el territorio en el Sumapaz, pues esta ley acentuó las garantías a los grandes
hacendados y latifundistas, pues otorgaba legalidad a los grandes monopolios de la tierra y
acentuaba la propiedad privada de las mismas, lo cual desbordó las expectativas
esperanzadoras que las reformas liberales habían generado en el sector rural en el país.
Los efectos de la ley 200 de 1936, superaron prontamente el ámbito jurídico, para situarse
políticamente en lo que Marulanda denomina “enfrentamiento de clase” (pág. 200), pues el
campesinado del país casi que protagónicamente se configuran como actor político que
exigen cambios en el sistema político colombiano a la vez que impugnada las reformas
presentadas e implementadas y lo que se presentó como una salida al conflicto por la tierra
en el país, termino por ser convertirse en el epicentro de transformación de la lucha
campesina en Colombia.
74
Erasmo Valencia, se convierte en un referente de la época. Como fundador del periódico
“Claridad” y a través de este, categóricamente denunciaba la explotación latifundista y las
denigrantes condiciones de trabajo a las que estaban sometidos los campesinos,
arrendatarios y colonos. Fue además protagonista en la consolidación del PAN – Partido
Agrario Nacional, desde el cuál de debatían las condiciones y las formas de lucha a
emprender.
Las luchas por la tierra y las condiciones de trabajo, adquirido el carácter político y de
clase, contó con la presencia organizativa e ideológica del Partido Comunista Colombiano
– PCC, que consolidó escenarios de discusión y estudio sobre temas fundamentales de la
lucha agraria en el país, a la vez que ofreció los conceptos básicos al movimiento
campesino de la interpretación materialista-histórica de la historia.
Ya con la consolidación de las primeras autodefensas campesinas en varios sectores del
país, se consolida una nueva fase de la lucha por la tierra y el territorio, que dio respuesta
no sólo a la legislación sobre la tierra que puso de presenta la protección de parte del
Estado a los grandes poseedores de tierras y hacendados, sino además respondió a la
represión militar institucionalizada.
Los años 40, representó para la laucha campesina en Sumapaz, en el Tolima, en
Cundinamarca y otros departamentos, un fuerte desarrollo de colonización, que quiso ser
disminuido por el Estado con la figura de las parcelas, que pretendió restar fuerza a la
organización y decisión de defender el derecho a la tierra, y que si bien surtió ese efecto
pues algunos campesinos lograron comprar y titular terrenos, lo cierto es que el
inconformismo por parte de una buena parte del campesinado solidificó sus estrategias y
75
continuó fortaleciendo sus exigencias y afianzando sus alianzas con sectores estratégicos.
Para el caso de la lucha sumapaceña, la consolidación de la Colonia Agrícola de Sumapaz
(CAS), fue según la historiadora Catherine Le Grand, “fue la más importante de las
organizaciones de ocupantes y dio expresión a las aspiraciones de los colonos en una escala
hasta entonces sin precedentes” (Aguirre, 2015, P. 16).
Jorge Eliécer Gaitán, representó el apoyo decidido de parte del liberalismo más
consecuente de la época, a las demandas de los campesinos en el país. Le dio el apoyo a
Juan de la Cruz Varela, liberal en su momento, para ser el presidente de la Corporación, en
dónde demostró su liderazgo y compromiso con las luchas agrarias en Colombia.
El contexto internacional de la Guerra Fría, que fortalece una posición anticomunista y anti-
insurgente y la victoria en el escenario nacional de conservadurismo en su segunda versión
más retrógrada, alcanza la presidencia de la República, configuran un contexto de
exacerbación de la violencia en el país y sobre todo en el campo colombiano. El asesinato
de Jorge Eliécer Gaitán, desató una oleada de rechazo y de violencias que se conoce con el
nombre de “El Bogotazo” que realmente se situó en muchas regiones del país, pero que por
sobre todo desencadenó una guerra a muerte entre liberales y conservadores, en la que la
persecución a los líderes campesinos se desencadenó con enorme represión.
Es el momento en el que Varela fortalece su liderazgo en la región, ya con la ausencia de
Erasmo Valencia, varias eras las circunstancias y los factores que influían en la región
como lo expone Laura Varela (2011).
76
Por un lado, la región rica en recursos naturales, despertaba el apetito voraz de los
latifundistas y terratenientes, por lo que “recuperar esta zona, permitiría imponer la
legitimidad del Frente Nacional y respaldar los intereses de los poderes locales” (Varela,
2011, P. 176). A la vez, se fortalecían las reivindicaciones por la tierra, aumentaba
paralelamente, la visión oficialista según la cual, dichas reivindicaciones representaban una
amenaza comunista y bajo el contexto de la Alianza para las Américas y la noción de
“enemigo interno” instaurada para promover el anticomunismo, representó dura represión
al movimiento cada vez más fortalecido y vigoroso.
De otra parte, expone Varela (2011), la historia de luchas agrarias de las regiones de
Sumapaz y el oriente de Tolima, eran vistas con desaprobación por los terratenientes y
gobernantes, por lo que se promovió el fortalecimiento institucional a través del cual el
Estado pasó a ser un fuerte interlocutor y un “mecanismo privado de dominio de clase” (p.
177). Otra de las circunstancias, tenía que ver con la Alianza para el Progreso, promovió
una visión de desarrollo que no se correspondía con las demandas de una Reforma Rural
que beneficiara a los y las campesinas.
Este es el contexto de lucha en el que Varela irrumpe con tesón sobre la realidad de la
región, con la renovación de su vinculación con el Partido Comunista Colombiano – PCC,
lo que generó enormes perspectivas para la lucha agraria en el país. El concepto
“autodefensa de masas”, resultado de la interpretación de la realidad como lucha de clases y
aceptación de la combinación de todas las formas de lucha, se propuso como forma de
lucha y defensa para sortear la represión vivida, sin embargo, el movimiento agrario
77
sumapaceño optó por la vía de la resistencia civil, por la vía de alcanzar el poder local para
desde allí fortalecer los procesos de organización, resistencia y lucha.
En el contexto del denominado Frente Nacional, las autodefensas campesinas que se habían
fortalecido gracias al apoyo inicialmente decidido del partido Liberal y luego los
conservadores, se empezaron a diferenciar de las autodefensas que empezaban a acercarse
al apoyo claro del Partido Comunista Colombiano. “En ese sentido, el tránsito de algunos
combatientes de la guerrilla liberal a las filas comunistas más allá de que haya sido una
decisión individual revela elementos culturales de afinidad electiva entre la matriz
comunista, y las experiencias y expectativas de un grupo de hombres y mujeres
provenientes de las comunidades rurales perseguidas por la violencia oficial” (Beltrán,
2015. Pág.95)
Parte de las luchas agrarias y en parte, a partir del uso de las múltiples violencias en el
campo militar, en el campo ideológico, en el campo comunicativo que se configuraron con
gran fortaleza en las décadas de los 70s a los 90s, el movimiento campesino de la región del
Sumapaz se fortaleció ideológica y políticamente. El Estatuto de seguridad de Barco, trajo
consigo profundas consecuencias, por una parte la criminalización de las autodefensas
campesinas, guerrillas y del movimiento campesino que continuaba su trabajo organizativo
y político, a la vez que la insurgencia armada se fortalecía militarmente en varios
departamentos del país.
La década de los 80s, supuso para el país, para el movimiento campesino la posibilidad de
una nueva etapa de paz y reconciliación, pues en el gobierno de Belisario Betancur se
firman los “Acuerdos de la Uribe” con la guerrilla de las FARC. En adelante, de lo que se
78
definió fue la creación de un movimiento político amplio que permitiera el tránsito de los
insurgentes a la vida política, la UP (Unión Patriótica), la UP, acogió personalidades tanto
de las FARC, como de los movimientos sociales, campesinos, populares, comunales y
urbanos y para las elecciones de 1986, sacaron varios escaños a nivel central y regional, sin
embargo, la utopía de un nuevo país se desvaneció con la arremetida paramilitar contra la
Unión Patriótica, que dejó alrededor de 5000 militantes muertos y centenares de
desaparecidos. Esta nueva ola de violencia, sólo produjo el retorno de la insurgencia a la
vía militar y con ello, se potenció la criminalización a la lucha política y civil de los
movimientos sociales y campesinos del país, entre ellos, el movimiento sumapaceño.
Las décadas de los 80s y los 90s, representaron para el país un aumento generalizado de los
conflictos armados, sociales, políticos; el genocidio de la UP por parte del paramilitarismo
y el Estado, marcaron la ruta para enfrentamientos de mayor intensidad, el fortalecimiento
militar de la guerrilla de las FARC, en el campo ideológico y militar, fueron dos variantes
que jugaron un importante papel en estas décadas, pero que indistintamente recibieron la
respuesta militar del Estado.
La llegada de las FARC a la región del Sumapaz, por ser corredor geoestratégico, provocó,
por una parte, una fuerte militarización de la zona, la instalación por tanto de un Batallón
Militar y con esto, el aumento de la criminalización al movimiento campesino, movimiento
que se dividió en quienes sostuvieron la luchas política y quienes decidieron irse a la lucha
armada.
Otro de los episodios que caracterizaron estas décadas fue el intento de diálogo entre el
gobierno de Andrés Pastrana y la guerrilla de las FARC, con la llamada Zona de Distención
79
del Caguán, que terminó en un recrudecimiento de las violencias y dio paso al Plan
Colombia, que abrió las puertas a la injerencia cada vez más decidida de capital
estadounidense en la lucha contra el narcotráfico y el comunismo en el país, sin embargo,
fueron años de intensificación de la política contra insurgente, ya arraigada en el Estado
colombiano, incluso antes de la existencia misma de la insurgencia.
Al respecto afirma Renán Vega (2015):
A la hora de analizar las causas del conflicto social y armado, así como las variables que lo han
prolongado y el impacto sobre la población civil, Estados Unidos no es una mera influencia externa,
sino un actor directo del conflicto, debido a su prolongado involucramiento durante gran parte del
siglo XX. La participación de los Estados Unidos ha sido deliberadamente minimizada por su
carácter encubierto, puesto que sus actuaciones «son planificadas y ejecutadas de tal manera que se
pueda ocultar, o al menos, permitir una negación plausible de quien patrocina estas acciones». Esas
acciones se inscriben en el marco de una relación de subordinación, entendida como un vínculo de
dependencia en el cual el interés particular de Colombia se considera representado en los servicios a
un tercero (Estados Unidos), que se concibe como dotado de una superioridad política, económica,
cultural y moral. (pág. 98)
Los años venideros no fueron diferente para la región del Sumapaz, ya fortalecida
nuevamente la política contrainsurgente y con ello, el concepto del “enemigo interno”, la
represión y criminalización a los movimientos sociales, populares, indígenas y campesinos,
fue la contante del gobierno precedido por Álvaro Uribe Vélez, incluso, para este periodo la
figura de Zona de Reserva Campesina, salió del discurso oficial y cualquier consideración a
este respecto, rápidamente era asociado a la guerrilla de las FARC, por lo que la lucha
campesina a la vez que reprimida, fue dando mayores visos de madures y fortaleza.
80
Finalmente, los diálogos de la Habana entre el gobierno del expresidente Juan Manuel
Santos y las FARC y la consecuente firma de los acuerdos, representaron para el
movimiento campesino en el país y particularmente, al movimiento campesino
sumapaceño, una fuerte expectativa, en relación a la consolidación de la ZRC, contemplada
en el Acuerdo de Tierras o mejor, de la Reforma Rural Integral.
En general, los acuerdos firmados, tierras, participación, cultivos de uso ilícito representan,
de ser implementados, la posibilidad de empezar a contrarrestar y atacar de forma directa,
aunque no del todo transformadora, la causa principal del conflicto interno colombiano.
81
5.5 LA ZONA DE RESERVA CAMPESINA, MATERIALIZACIÓN DE UNA
LUCHA HISTÓRICA
Podría afirmarse entonces que las más actual transformación de la lucha campesina en el
Sumapaz, se dio a partir de la consolidación de las Zonas de Reserva Campesina en
Colombia en el año de 1994, como resultado de las luchas históricas de campesinos y
campesinas a lo largo del territorio nacional en busca de autodeterminación, soberanía y
fortalecimiento de la economía popular.
A partir de este año, se han establecido en el país siete (7) ZRC, ubicadas en la “Perla
Amazónica, en Puerto Asís (Putumayo); Morales Arenal, en el sur de Bolívar; Cabrera en
Cundinamarca; Guaviare, en San José del Guaviare; el Pato Balsillas en San Vicente del
Caguán (Caquetá); el Valle del Río Cimitarra, que cubre los municipios de Yondó, en
Antioquia y Cantagallo y San Pablo, en Bolívar, y Montes de María II, en Bolívar.” (El
Espectador 23-08-18)
La tierra y el territorio pues resulta ser el eje articulador del movimiento campesino de la
región del Sumapaz, que ubica entre otras luchas, el reconocimiento político y jurídico de la
región como Zona de Reserva Campesina. Este nuevo frente de batalla, puede entenderse
desde lo que el profesor Oviedo (2014) refiere en relación a “el vínculo que tienen los
campesinos, indígenas y afrocolombianos por su tierra es lo que abre paso a la resistencia,
lucha y entrega por preservar y conservar un territorio libre del extractivismo, en paz y sin
violencia. (Oviedo, S.F: Pág. 14). Por lo tanto, su vinculación está dirigida hacia la
modificación social, política y territorial de su cotidianidad.
82
Para poder situar territorial y políticamente la lucha en el Sumapaz por el reconocimiento
como Zona de Reserva Campesina, articulada desde la Vereda San Juan de Sumapaz,
necesariamente se debe hacer referencia a SINTRAPAZ (Sindicato de Trabajadores
Agrícolas del Sumapaz), que desde 1998 viene liderando el proceso para de reconocidos
como ZRC.
SINTRAPAZ, es el resultado del cúmulo y las formas de las luchas campesinas que se
dieron en el territorio del Sumapaz, lideradas por Erasmo Valencia y Juan de la Cruz Varela
entre otros, se configura pues como el organismo articulador, junto con las juntas de
acciona comunal ASOCOMUNAL, de la lucha política, ideológica, comunicativa y cultural
de esta región del país.
Surge en el año 1958 “como resultado del proceso de la Violencia entre liberales y
conservadores, vivido desde los años cuarenta. Ubicados en la región sur de la capital, de
Bogotá, el Sumapaz se fue configurando como un lugar de encuentro de campesinos
desplazados por la violencia que fueron reconociéndose como víctimas desde el apoyo dado
por el Partido Comunista Colombiano (PCC) y el ala radical del Partido Liberal. Es uno de
los sindicatos rurales más antiguos en el país, superado solo por la Federación Agraria
Nacional (Fanal), de 1946.” (Silva, 2016, Pág. 644).
El objetivo primordial para el que fue creado el sindicato fue la defensa del territorio rural
de las campesinas y campesinos que habitan la región del Sumapaz, esto por supuesto,
relacionado además, con la exigencia por el respeto a los derechos humanos fundamentales,
que por demás, ha pretendido la solución política al conflicto interno del país. Los tres ejes
83
de trabajo comprenden 1. Solución pacífica de conflictos. 2. Lucha social y agraria. 3.
Formación política.
-Solución pacífica de conflictos: Derechos Humanos y Mecanismos de resolución de
conflictos.- Lucha social agraria: Reforma Agraria, defensa del territorio, gestión de
proyectos sociales (obras en las áreas de salud, Infraestructura, educación y desarrollo
rural).- Formación política: asesoría y procesos de capacitación y fortalecimiento de las
capacidades políticas de los líderes campesinos del territorio.
Otro de los organismos dentro del proceso para la comprensión de la lucha campesina en la
región como ZRC en clave de comunicación, es la JUVENTUD SUMAPACEÑA, esta
surge en el año 2013 y tiene en propósito de sostener la formación y el cúmulo histórico de
las luchas en la región con el fin de no sostener generación tras generación el legado
ancestral alrededor del cuidado del territorio, sus implicaciones políticas, sociales,
económicas, culturales y comunicativas. Es la Juventud Sumapaceña, la encargada bajo la
dirección del sindicato de desarrollar los procesos de comunicación interna y externa del
movimiento.
5.5.1 PERO ENTONCES, ¿QUÉ ES UNA ZONA DE RESERVA CAMPESINA?
La Zona de Reserva Campesina (ZRC) se constituyen como una figura novedosa en el
ámbito rural y ambiental colombiano: ayudan a estabilizar la economía campesina, además
de conservar los recursos naturales, los ecosistemas locales y regionales. La consolidación
de la ZRC en la región del Sumpaz, responde necesariamente a la construcción social e
histórica de sus habitantes, a la constancia, entrega, organización y participación, pero
84
sobre todo a su auto - reconocimiento como sujetos políticos de cambio, actores activos en
su devenir histórico, su presente y su futuro.
Estos procesos sociales llevados a cabo por décadas en la región, le han permitido al
movimiento campesino sumapaceño, la construcción de un Plan de Desarrollo Propio, que
busca poner en la agenda pública sus intereses, necesidades y propuestas para la
conservación del territorio, la protección de las fuentes hídricas y de desarrollo social y
ambiental. En ese documento exponen con total claridad, lo que facilitaría el
reconocimiento de la región como ZRC. Por un lado afirmas qué:
La figura facilita la negociación con las comunidades y posterior implementación de las políticas
ambientales distritales y nacionales… (Además) la figura de acuerdo al modelo propuesto de
implementación empodera a las comunidades a través de sus organizaciones, en la medida en que
impulsa los procesos de definición de las políticas e inversión pública participativos y consultados,
de manera que facilita la interlocución efectiva comunitaria con la institucionalidad.
(ASOSUMAPAZ, 2013, Pág. 13)
En el marco de los alcances de la ZRC en la región del Sumpaz, tiene que ver con los
acuerdos de la Habana, sobre todo en lo concerniente con la reforma agraria integral y la
reforma urbana, y por tanto de la soberanía alimentaria y territorial, explicando a partir de
allí que implicaciones y alcances tiene el modelo de economía popular, campesina y agraria
en relación a las devastadores consecuencias de los Tratados de Libre Comercio TLC y la
criminalización de sus formas de vida y sus luchas territoriales.
La puesta en marcha de la RRI contrarresta el modelo de desarrollo de la clase hegemónica,
esta plantea una contrarreforma agraria para la concentración y extranjerización de la tierra
85
dentro de un modelo agro empresarial, agroexportador y extractivista de despojo,
planteamos una política agraria integral que posibilite una reforma agraria integral y una
reforma urbana que garantice que garantice el desarrollo económico, político, social y
cultural del campo colombiano, la redistribución del ingreso, el ejercicio pleno de derechos,
la paz y la vida digna.
Dentro de la consolidación de la ZRC, la soberanía territorial juega un papel
preponderantemente vital, pues esta supone una visión contraria a la propuesta de
desarrollo hegemónico, es decir, monocultivos, extractivista, agro empresarial “el país
necesita una Soberanía Territorial que posibilite a las comunidades de manera libre y
autónoma redefinir la organización de la producción, la distribución y el uso del suelo,
como se gobierna el subsuelo y se protege el aire, el agua, los ecosistemas estratégicos y los
medios de vida de las comunidades agrarias, rurales y urbanas” (Asocampo, 2016).
El campesino es desconocido como sujeto político de derechos por parte del Estado; no se
le garantizan sus derechos políticos y sociales, son altas violaciones a los derechos
humanos, la falta de garantías para las organizaciones sociales y populares, la constante
estigmatización y criminalización de quienes se movilizan para buscar la paz con justicia
social; en consecuencia, es legítima la exigencia de respeto a nuestros derechos y las
garantías para vivir en una sociedad democrática.
Otra variante de ZRC, tiene que ver con la relación campo-ciudad, que se supone distante,
pero que en realidad, es una relación dialéctica, casi de dependencia. De lo que se trata
entonces tiene que ver con el fortalecimiento de las dinámicas locales, comunitarias,
populares, por ejemplo, a través de la puesta en marcha cada vez más consolidada y
86
diversa, espacialmente, de los mercados campesinos. De lo que se trata es de reconfigurar
la relación desigual y casi de subordinación entre la ciudad y el campo. “Es oportuno
analizar las falsas barreras entre ciudad y campo, para avanzar en el afianzamiento de la
alianza popular a través de nuevos modelos alternativos de construcción territorial.”
(Asocampo, 2016).
Más allá de las consideraciones de jurídicas para que se lleve a cabo el reconocimiento de
la Zona de Reserva Campesina en Sumapaz, que comprende las veredas del Corregimiento
de San Juan y las veredas Animas y Sopas correspondientes al corregimiento de Nazareth,
sobre la cordillera oriental y en lo que tiene que ver con la delimitación geográfica de la
localidad, la ZRC, se configura y transforma permanentemente de acuerdo a las
condiciones históricas que le preceden y le definen.
Alrededor de esta exigencia, de esta demanda por el reconocimiento institucional, que
además, es una propuesta de defensa de lo público, de participación en la formulación de
política pública, de apertura democrática, también subyace una problemática adicional y
tiene que ver con la poca información veraz desde los medios masivos de comunicación
sobre esta figura de ZRC, la malversación de sus intencionalidades y contextos históricos
de lucha del campesinado colombiano ante la barbarie del modelo capitalista impuesto a la
fuerza en un economía casi feudal como la colombiana.
De otra parte, las luchas campesinas por una reforma agraria justa en relación a sus
necesidades territoriales y las exigencias del país en materia agrícola, quedan sin
legitimidad, para el conjunto mayoritario de las ciudadanías que se informan a través de los
medios tradicionales y de masa, pues históricamente las luchas campesinas han sido
87
asociadas a la lucha armada (bandoleros, terroristas), relación que ya ha sido esbozado en
acápite anterior, por lo tanto, sus acciones, exigencias, luchas y necesidades y forma de
interpretación del mundo y de su cotidianidad, terminan reducidas a un pataleo
malintencionado, bandoleril o terrorista de alguna de las insurgencias del país para
adueñarse de las tierras y expropiar a los terratenientes.
Además, la puesta en marcha del Plan Colombia, la Seguridad Democrática y la
Prosperidad Mejor para Todos, es decir, los últimos tres gobiernos neoliberales y con claros
intereses, han permitido que se atenúe el conflicto social. Rural y ambiental de los sectores
campesinos volviéndose estos, objetivo militar, milicianos de las FARC o ELN o cualquier
guerrilla existente; invisibilizándolos, criminalizándolos y se deslegitimando sus luchas,
todo esto, en con anuencia de los medios de comunicación hegemónicos.
El tipo de violencias que se han ejercido hacia el movimiento sumapaceño y que puede ser
el mismo libreto para el resto de movimientos a nivel nacional, pasa por la violencia física
(exterminio, desaparición), la violencia judicial (falsos positivos judiciales,
criminalización), violencia militar (militarización del territorio), violencia simbólica y
comunicacional (acusaciones, señalamientos, silenciamiento, invisibilización,
tergiversación).
Es decir, que a las luchas históricas por el territorio, aquel que han ido constituyendo como
Zona de Reserva Campesina, se le suma una lucha por la construcción de sentidos, de
significaciones, de formas de vida rural, por espacios desde lo comunicativo, los mensajes,
las historias, las memorias.
88
5.6.1 LA COMUNICACIÓN POPULAR APUESTA DE LUCHA POLÍTICA
Los movimientos sociales y campesinos, o los nuevos movimientos sociales en palabras de
Soussa Santos (2001), han encontrado en las épocas más recientes la necesidad de explorar
y constituir la comunicación como eje estratégico para las luchas presentes y venideras.
Poner en común, lo que significa la comunicación, es desplegar todas aquellas experiencias,
exigencias, demandas e historias para entregarlas, ofrecerlas y dialogarlas con el otro, con
su consciencia y su cultura.
Lo anterior, fue posible a partir de la compresión que tuvieron las organizaciones y
movimientos sociales y campesinos de la dominación ya no sólo en la esfera productiva,
económica y jurídica, sino además en la construcción de significados y compresiones de
mundo, que instala discursos, ideas, “verdades” que lo nominan mundo y otorgan valores y
juicios a las realidades sociales.
La dominación por tanto, es decir, aquellos procesos políticos y relaciones de poder que lo
sustentan, tienen relación directa con lo cultural, lo comunicativo, para lo cual como afirma
Huergo (S,f), resultó importante el concepto de hegemonía, más allá de cómo se produce y
se reproduce la dominación a través de discursos, ideologías, valores y cómo casi de forma
conformista se instauran socialmente, sino además, la hegemonía que implique la
comprensión de la forma en que los dominados, los sectores populares, se resisten, luchan y
cuestionan esos discursos, esas ideologías, esos valores.
“La hegemonía, en definitiva, es la dimensión de la comunicación en la cual se juega el conformismo
o la resistencia; donde se juega la posibilidad de ser más libres, más autónomos y más humanos;
89
donde se juega la posibilidad de luchar por una sociedad y por unas condiciones de vida más justas,
que superen los mandatos, las prescripciones y las interpelaciones dominantes.” (Huergo, s,f. pág. 9)
Es así que en el seno del movimiento campesino y en general de los movimientos sociales y
además a partir de toda esa experiencia latinoamericana de lucha sobre todo a partir de las
duras dictaduras vividas en el continente y los aportes del pensador brasileño Paulo Freire y
la educación popular, emancipadora y colectiva, se aporta a la construcción del significado
de la comunicación popular, de la comunicación entendida como praxis para la
emancipación.
La toma de consciencia de los sujetos de la opresión, la injusticia y la violencia desatada
por la clase dominante, constituye la materia prima para el nacer y renacer, la construcción
y la reconstrucción de nuevos sujetos, de nuevos saberes, de nuevas formas de
comunicación que se configuran al interior de las comunidades, las organizaciones y los
movimientos sociales que osan por la transformación social.
Las sociedades latinoamericanas que como resultados de los procesos de invasión y
colonización han desarrollado procesos comunitarios, regionales, y profundamente políticos
en busca del reencuentro cultural y la soberanía, la comunicación alternativas se presenta
como una posibilidad de disputar los espacios significados, sentidos de la existencia,
interpretaciones de mundo, defensa de la vida rural y campesina, una disputas frente a la
comunicación hegemónica por la reconstrucción de su historia, de la interpretación de la
misma, el espacio para la memoria, la histórica y la colectiva.
90
Para Mario Kaplún (1987), existen elementos históricos relevantes de la génesis,
consolidación y los objetivos de la comunicación popular en su directa relación con la
Educación Popular.
Para mayor comprensión del concepto de comunicación popular es necesario retomar
algunos postulados de la educación popular, o definiciones en relación a sus objetivos La
primera es una definición ideológica y política que insiste sobre los sujetos de la Educación
Popular desde un punto de vista de clase. “La educación popular se define como una
práctica social que trabaja, principalmente, en el ámbito del conocimiento, con
intencionalidad, con objetivos políticos, cuales son los de contribuir a la construcción de
una sociedad nueva que responda a los intereses y aspiraciones de los sectores populares”.
(Osorio, 1990).
Para Lola Cendales (2011), “[la] educación popular [es] un proceso colectivo mediante el
cual los sectores populares llegan a convertirse en el sujeto histórico, gestor y protagonista
de un proyecto liberador que encarne sus propios intereses de clase.” (Cendales, 2011, pág.
8). Esto ya sitúa de manera clara una lucha social por transformaciones históricas desde los
sectores populares, es decir, aquellos que no hacen parte de los sectores hegemónicos.
Para esto Kaplún (1987) insiste en que la comunicación popular también emerge de lo él
llama “saber y la sabiduría popular” que pone el acento sobre una forma de autoeducación
de los sectores populares. Autoformación y reconstrucción del tejido social son otras
características de la Educación Popular que según el autor se deben tener en cuenta para la
comprensión de la comunicación popular y su relación con los movimiento sociales.
91
Finalmente, resulta importante comprender que construir un país con justicia social y en ese
sentido las garantías de derechos, las víctimas y la justicia, el desmonte del fuero penal
militar, el derecho internacional humanitario, la prohibición del servicio militar obligatorio,
la igualdad de derechos, los derechos campesinos, participación y decisión política, la
soberanía y democratización el espectro electromagnético y los derechos sociales son temas
ineludibles para la construcción de la política agraria paz y vida, además porque minimiza
la brecha y distancia entre el campo y la ciudad.
Esta relación comunicación popular/educación popular no sólo es impostergable, sino
inevitable pues ambas desarrollan en sí mismos procesos de acción política subversora,
transformadora de escenarios de opresión, marginalización y explotación, ambas,
independientemente de su contexto histórico emergen en Latinoamérica como posibilidad
de cambio, de trasgresión, de un mundo nuevo visto desde el sur.
5.6.2 LO POPULAR, UNA CAMPO POLÍTICO EN DISPUTA
Las realidades de las diferentes regiones y comunidades en América Latina y
particularmente en Colombia, las desigualdades sociales, las ausencias o escasez de
libertades y por tanto, la búsqueda de la ampliación de los espacios comunicativos
históricamente dirigidas y coordinadas por las grandes cadenas matrices de comunicación
masiva, que controlan los contenidos, han invisibilizado y estigmatizado las acciones
colectivas de los movimientos sociales campesinos, como el que tiene como asiento en la
región de Sumapaz.
92
Es aquí donde recobra importancia la comprensión que de la comunicación popular hace
Martín-Barbero (S.f), en la que afirma que esta no puede ser comprendida sin la existencia
de una cultura popular en relación a una cultura, que podría decirse, hegemónica”. “Porque
admitir la existencia de una comunicación popular entraña admitir la existencia en nuestra
sociedad, hoy, aquí, en América Latina, en nuestras ciudades, de otra cultura, de otras
matrices culturales” (Martín-Barbero, s.f, pág. 4). Es decir, que lo que Barbero muestra es
la existencia de unas tensiones, de unas problemáticas, de clase, si se quiere, que incluso,
son la que generan las condiciones necesarias para la existencia misma de los movimientos
sociales en la región como espacios altamente políticos y culturales.
Si la existencia de los movimientos sociales en América Latina supone el reconocimiento
de los mismos como escenarios políticos y culturales, la comunicación popular es pues la
materialización otro espacio que se disputa sentidos, significados, en relación a esa otra
sociedad que no la componen “los de abajo” en palabras de Houtart (2006). Por ello
Barbero insiste:
“hablar de comunicación popular, es hablar de comunicación en dos sentidos: de las clases populares
entre sí (y cuando digo clases, estoy entendiendo los grupos, las comunidades, en incluso los
individuos que viven en una determinada situación de clase) pero estoy hablando también de la
comunicación de las clases populares con la otra clase [hegemónica, élite]. Con aquella contra la cual
se definen como subalternas, como dominadas. En este sentido, decir comunicación popular es decir
básicamente el conflicto. Un conflicto a través del cual se identifica la cultura y la vida de las clases
populares, pero un conflicto en el que no se agota la identidad cultural de esas clases.” (Martín-
Barbero, s.f, pág. 5)
93
Esos conflictos a los que hace referencia Barbero, tiene que ver con la realidad
latinoamericana, aquella de la región del sur y centro de América que ha sido colonizada,
que ha sentido sobre sus territorios, sus huellas, sus historias, la fuerza inmaculada de la
dominación, el despojo, la colonización y la supremacía, esas contradicciones a partir de las
cuales se puede comprender y referir la existencia de la comunicación popular, esta también
como zona de tensión, de contrastes, en la que el reconocimiento de ese “otro” dominante,
hegemónico hace posible el propio reconocimiento .
“…la comunicación popular nos exige plantearnos los procesos y los problemas de las culturas
populares, de los conflictos que articulan esas culturas y, por tanto, de la imposibilidad de soñar una
comunicación popular definida en términos positivos, ya que planteado en términos de culturas y en
términos de dominación y de conflicto, lo que vamos a encontrar en la comunicación popular no es
ninguna receta, no es ningún esquema nuevo; es, indiscutiblemente, un espacio de contradicciones,
de ambigüedades, donde la resistencia y la impugnación conviven con la complicidad; conviven con
la manera en la que lo popular, vive, paradójicamente, de su propio contrario” (Martín-Barbero, S,f,
Pág. 5).
Ahora, si bien la comunicación popular se comprende sólo a partir de existencia de los
conflictos, de las contradicciones, las ambigüedades y las tensiones entre las clases, una
popular, contrahegemónica, dominada y otra, hegemónica y dominante, es esta la razón
fundamental para establecer la conexión existente e incuestionable con los movimientos
sociales y esa réplica en permanente discusión y relación dialéctica al orden establecido, a
saber, una lucha de carácter político por la resignificación, reconstrucción, retorno y
renovación de y a otro mundo posible.
94
Por tanto, como la comunicación popular no se define en tanto modelo comunicativo, sino
como resultado de las múltiples contradicciones la interior de las comunidades y en
relación, a su contrario en ejercicio de dominación, debe tenerse en cuenta que el acto
creativo de la comunicación popular depende del territorio en el que este cobra sentido, a
sus necesidades y problemas particulares.
Lo anterior lleva implícita la necesidad de otras formas de comunicación, que no sólo se
definen en lo netamente comunicativo, sólo a través del medio, o sólo a través del emisor o
sólo a través del receptor, no, la comunicación popular tiene que ver con las disputas por las
formas de interpretar el mundo y la existencia, el ser y el hacer de los sujetos que la
interpretan, que la construyen, que la recrean.
La comunicación popular es por tanto, la respuesta contundente a esa construcción de
sentidos hegemónica, homogénea, trasnacional que incluso, en términos de Martín Barbero
folclorizan la comunicación popular, es la posibilidad de reconfiguración, de dotar de voz y
de sentido aquello y aquellos que no aparecen casi que ni súbitamente reconocidos por la
hegemonía comunicacional, sino más bien marginalmente, empobrecidamente, de forma
lastimera.
“En ese sentido, mientras continúan existiendo prácticas comunicativas populares grupales,
locales, sectoriales, centradas en la necesidad de poder dotar de expresividad las
desigualdades, diferencias y particularidades cuyo silenciamiento promueve y refuerza
exclusiones sociales y políticas, existe un espacio expandido en el cual se busca intervenir
produciendo cambios estratégicos” (Mata, 2011, pág. 16).
95
La disputa entonces por las trasformaciones se enraizan en cada una de las particularidades
de los movimientos sociales, sus demandas, sus luchas, sus disputas por la identidad, por el
poder de “reconquistar la palabra”, de trasmitir sus formas de vida, de colectivizar el
sentido que tienen de a existencia y la riqueza cultural y política que les alberga, es un alzar
la voz, es una reconstrucción de la memoria histórica, de la memoria colectiva que les ha
costado la vida a lo largo de las épocas de la colonización y la llamada república, del
capitalismo y la modernidad inexplorada, del neoliberalismo y la transnacionalización, allí
está el insumo para la consecución de la comunicación popular.
“Si algo confirmaron históricamente las prácticas de comunicación popular es que no se puede
pensar la realidad y nombrarla con autonomía cuando a uno se le despoja de la palabra propia como
ocurrió con los pueblos originarios, o cuando alguien es acallado es la esfera pública, como durante
tanto tiempo nos ocurrió a las mujeres reducidas al habla hogareña siempre y cuando el amo de la
casa lo permitiera. No se pueden colectivizar, poner en común necesidades y deseos para producir
ideas acerca del modo en que se quiere vivir, cuando los espacios necesarios para esa puesta en
común –las escuelas, las organizaciones políticas, los parlamentos, los medios de comunicación -
están férreamente controlados por unos pocos que fijan temas, modos de actuar, de decir, de
argumentar, de llegar a acuerdos. Por eso la comunicación popular comprendió y permitió
profundizar la articulación de la constitución del poder/de los poderes, con la capacidad de establecer
las reglas del comunicar. Porque las luchas por el poder siempre han sido luchas por conquistar o
reconquistar la palabra” (Mata, 2011, pág. 17).
Aquí subyace pues el heroísmo con que los pueblos de América Latina, disputan los
espacios por el sentido, la significación, la transmisión desde sus saberes y experiencias de
nuevas formas de poder local, territorial, popular, de nuevas de comunicación diferente a la
hegemónica, este espacio para la memoria, para nuevas agendas políticas, ambientales,
96
sociales, económicas; para la visibilización de problemáticas que la comunicación
hegemónica silencia, oculta o soslaya, tergiversa o parcializa, criminaliza y hace olvidar.
97
5.6.3 LA MEMORIA COMO POSIBILIDAD DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL
Como hemos visto, las historias de Colombia y en general de América Latina han estado
marcadas por múltiples conflictos, de tipo social, político, económico, cultural y
comunicativo, en la que se ha disputado entre otras, la identidad suplantada, la
autodeterminación de los pueblos que se han resistido a la homogenización, al discurso
oficial, al desarrollo capitalista, a la comunicación hegemónica.
Sin duda, en este continente y por supuesto en el país, las condiciones de violencia,
desigualdad, explotación y dominación política, económica y social pero además, cultural y
comunicativa, los movimientos sociales han desempeñado un protagonismo crucial que
pone en jaque a la institucionalidad y que hace contrapeso a las injusticias y atropellos del
sistema.
Por ello, parte del trabajo organizativo, participativo, protagónico y contra hegemónico que
desde los movimientos sociales en América Latina, está anclado con absoluta
intencionalidad a la construcción de memoria.
Esta nueva concepción, ya no de la tierra en relación a la tenencia o titularidad, sino en
relación al territorio, es decir a las formas de vida campesina para el caso particular del
Sumapaz, sus intereses, sus ideales y convicciones, es decir, de la construcción social de su
territorio, se relaciona permanentemente con la memoria, esa posibilidad de transitar hacia
el pasado para reconstruir, para sanar las consecuencias de un pasado violento.
Desde la teoría crítica, la memoria, o más bien la filosofía de la memoria, implica mirar
hacia atrás, retrospectiva que permite a las comunidades ser capaces de reorientar el futuro,
98
ese futuro que para el caso del movimiento campesino, resulta incierto en términos de la
institucionalidad estatal y jurídica que supone hasta el momento, el no reconocimiento de la
región como Zona de Reserva Campesina.
Según Theodor Adorno (1920), la memoria se presenta como alternativa que en sí misma
representa el rechazo al presente que se muestra como “autárquico”, inamovible y
despojado de cualquier significado en el tiempo y el espacio, por tanto, cosificado y lleno
de olvido, que para el caso colombiano, podría denominarse memoria institucional,
memoria oficial, memoria de clase. Lo anterior, podría explicarse, en términos de una
memoria alternativa contra el dominio representado por el capitalismo dirigido élites
políticas y económicas mundiales y nacionales que se muestra como posibilidad de sueños
y esperanzas inexistentes, como edificadores de la historia, de la línea y la continuidad
histórica que termina por regular la propia comprensión de la existencia.
Es por ello que la región del Sumapaz, de forma consciente ha desarrollado sus procesos de
organización, participación y protagonismo social bajo lo que podría llamarse una
“racionalidad histórica” que implica el reconocimiento de los hechos de violencia y
barbarie vividos desde las épocas de la colonia, para, a partir de esa mirada al pasado se
construya una compresión colectiva de los contextos alrededor de la defensa del territorio y
la proyección de la lucha hacia el futuro, la consolidación de la Zona de Reserva
Campesina como antítesis al modelo extractivistas, minero y depredador de los recursos
naturales que supone la implementación de las políticas de corte neoliberal (capitalista) en
el campo colombiano.
99
La mirada crítica sobre la memoria, es atenuante en la lucha por el olvido del pasado, por
tanto la memoria es la memoria de las cosas pendientes, de los derechos pendientes, de la
justicia faltante, de las voces faltantes en la memoria construida por el statu quo, por el
establecimiento, por el capitalismo como única posibilidad de comprensión del mundo y
que deben ser saldadas. La memoria entonces dictamina y dirige el despertar de la
consciencia del presente, en el que se reconoce la imposibilidad del progreso capitalista de
ofrecer un futuro esperanzador y un tiempo nuevo y justo, por tanto, la relación movimiento
campesino, territorio y memoria tiene que ver categóricamente accionar político contra el
establecimiento y es desde su interior que se combate.
Según Silva (2014), la memoria debe posibilitarse de forma positiva, no solo desde la
negatividad que supone el horror de la violencia que por ejemplo se ha vivido en Colombia
“la potencia política intrínseca en ella (la memoria) en cuanto relato fundamentador y
constructor de proyectos identitarios colectivos y legitimador de alternativas de futuro a
partir de la idea de un pasado compartido y resignificado a la luz de las necesidades
comunitarias, que en un país como Colombia están compuestas por toda clase de víctimas”
(Silva, 2014, pág. 38).
En ese sentido, otra de las formas de comprender la memoria tiene que ver con entenderla
como imperativo ético, pues esta permite la toma de consciencia crítica frente al pasado y
además como principal factor conceder justicia a las víctimas. Este nuevo sujeto “víctima”
implica una lucha clara contra el sujeto cosificado y la sociedad cosificada desprovista
ontológicamente de saberes, sentimientos, recuerdos y olvidos, miedos y deseos, por eso la
memoria como imperativo ético devuelve a la vida la justicia perdida, reconoce los
100
derechos de las víctimas, es una memoria transformadora, acción y teoría crítica al
capitalismo y su sistema político fascista.
La región del Sumapaz, los campesinos y campesinas organizadas alrededor del sindicato,
de la juventud, han sido estigmatizados, violentados y criminalizados por sus claridades
ideológicas y políticas han sido víctimas directas de políticas contrainsurgentes del Estado
colombiano intensificadas bajo el Estatuto de Seguridad de Turbay y la Seguridad
Democrática de Uribe, la militarización de su territorio implicó el aumento de la violación a
los derechos humanos de sus habitantes, violaciones que han sido documentadas desde
diversas fuentes, en ese sentido, el pasado, la reconstrucción del mismo, implica una
identificación con su propia historia, su trasegar social y político, luchas que no se agotan
en el tiempo, pues son una respuesta a la cosificación de los sujetos, a la
instrumentalización, tecnificación, unificación y mercantilización de los mismos, de sus
procesos históricos , sus formas de vida, sus lenguajes, su formas de comunicación para
ponerlos al servicio de funcionalidad en el mercado.
En la sociedad actual, es mucha la cantidad de información que se produce y se transmite,
la comunicación y los procesos identitarios en ella, son vistos bajo la lupa de la
homogeneidad y unilateralidad variables subyacentes al modelo excluyente, violento y
hegemónico, excluyente, injusto y desigual. Los medios masivos de comunicación, por
tanto limitan las posibilidades del sujeto diverso, de las sociedades pluriétnicas, por ella la
memoria abre la posibilidad de disputar alternativas o campos de lucha por nuevos sentidos,
o más bien, la resignificación de sentidos ancestrales resignificados, reconstruidos bajo las
premisas de hombres y mujeres nuevos.
101
Incuso desde lo estético, la memoria se disputa la inmediatez, frente al poder de la imagen,
aumentada esta por la existencia cada vez más proclive el consumo de redes sociales, al
mundo virtual, por tanto, el tiempo presente pareciera inmaculado, favoreciendo según
Marcuse, la repetición de los errores del pasado y así haciendo de la razón de los
dominantes la vencedora y por tanto, la justificación del presente bárbaro moderno.
La memoria posibilita por tanto, reconstruir lo sucedido, desde sus protagonistas, desde los
legados históricos de aquello que quiere borrarse, aquello que quiere dejar de narrarse,
aquello que no quiere denunciarse, es una disputa desde lo comunicativo, lo simbólico, lo
cultural y profundamente antagónico a los intereses homogeneizadores, totalizantes,
nacionalistas del modelo hegemónico de dominación. La memoria por tanto, supone el
alcance de escenarios de libertad y de conquistas de identidad individual y colectiva, de
amplitud de relatos desde quienes han vivido la violencia, desde las víctimas directas o
indirectas, de conquistas sociales, políticas, culturales, ambientales.
102
6. DISEÑO METODOLÓGICO
El presente trabajo investigativo surge del interés personal por entregar un tipo de
reconocimiento a un proceso histórico de décadas, en una de las regiones más importantes
para el país como lo es la región del Sumapaz, particularmente en su centro de actividades,
el corregimiento San Juan de Sumapaz. De lo que se trata entonces es de hacer vivo,
vigente y visible todo el proceso que ha desarrollado el movimiento campesino sumapaceño
por el reconocimiento como Zona de Reserva Campesina (ZRC) desde el espectro de la
comunicación popular.
6.1 Enfoque de investigación
Desde el punto de vista de su abordaje general, esta investigación se enmarca más en el
enfoque denominado cualitativo, pues de lo que se trata es de hacer un acercamiento
detallado, focalizado, sobre una de las luchas históricas más vigentes de la región de
Sumapaz de los últimos años. Se hizo entonces un acercamiento a las voces de los
protagonistas de los procesos sociales al interior del movimiento, un acercamiento histórico
a sus realidades.
Por esta vía de lo que se trató fue de identificar, conocer , aproximarse a cuál ha sido el
papel de la comunicación popular en el fortalecimiento de la lucha en la región desde el
corregimiento de San Juan, particularmente, por el reconocimiento institucional de la
región como Zona de Reserva Campesina.
Según Elsy Bonilla (1985) las investigaciones de carácter cualitativo “consisten en
descripciones detalladas de situaciones, eventos, personas, interacciones y
103
comportamientos observados; citas textuales de la gente sobre sus experiencias, actitudes,
creencias y pensamientos; extractos o pasajes enteros de documentos, cartas, registros,
entrevistas e historias de vida” (Bonilla, 1985, pág. 15).
Esta investigación tuvo en cuenta además de la técnica de investigación propias de un
estudio cualitativo como la entrevista semiestructura o la revisión documental, sino que
además se adentró en los rasgos de carácter histórico que no sólo los procesos sinos sus
protagonistas establecen para construir, reconstruir y proyectar sus escenarios de lucha, sus
formas de vida, sus memorias.
6.2 Tipo de estudio
Desde el punto de vista de sus alcances, el presente trabajo de investigación es de carácter
exploratorio y descriptivo. Lo que se busca en este sentido, es ofrecer una visión general
aproximativa y un primer acercamiento teórico y empírico al desarrollo del problema, es
decir, de cómo la comunicación popular se instala o no en un lugar vital en los procesos de
lucha campesina en la región del Sumapaz,
En este sentido, esta investigación exploratoria se constituye como una primera fase para la
continuidad de futuros procesos de investigación, pues como pudo constarse a los largo de
este proceso, no hay mucho registro analítico en el país, que se haya interesado por ampliar
el conocimiento de la relación directa entre los movimientos sociales y la comunicación
popular. Lo anterior implica que la presente investigación de desarrolló sin mayores
antecedentes que pudieran de cierta forma orientar su desarrollo, lo que constituye un
aporte al campo Comunicación-Educación al que hace parte quien desarrolló este trabajo.
104
Esta investigación de tipo exploratoria, es una aproximación, si se quiere, una primera
aproximación, al sujeto-objeto de estudio que es el movimiento campesino, quienes lo
vivifican en lo histórico y lo presente y quienes además, encuentran y aquí se haya la
novedad, una relación intrínseca con la comunicación, pero aquella que emerge de sus
saberes y experiencias, sus necesidades y luchas, sus utopías y formas de vida, es decir, ese
movimiento campesino en constante disyuntiva con otros mundos que nos invisibiliza, los
cercena, los criminaliza.
El presente trabajo de investigación es además descriptivo, pues sirve para explicar las
características más importantes de la proceso social, político, cultural y comunicativo que
se estudió en lo que respecta a su desarrollo, estilos y apuestas. Este estudio buscó “…
especificar las propiedades importantes de personas, grupos, comunidades o cualquier otro
fenómeno que esté sometido al análisis” (Danhke, G. L. en Hernández, Fernández y
Baptista.1991; 60).
Estos estudios buscan especificar las propiedades importantes de personas, grupos,
comunidades o cualquier otro fenómeno. El énfasis está en el estudio independiente de cada
característica, es posible que de alguna manera se integren las mediciones de dos o más
características con el fin de determinar cómo es o cómo se manifiesta el fenómeno. Pero en
ningún momento se pretende establecer la forma de relación entre estas características.
Su propósito es la delimitación de los hechos que conforman el problema de investigación,
como establecer las características demográficas de las unidades investigadas (número de
población, distribución por edades, nivel de educación, etc.); identificar formas de
conducta, actitudes de las personas que se encuentran en el universo de investigación
105
(comportamientos sociales, preferencias, etc.); establecer comportamientos concretos;
descubrir y comprobar la posible asociación de las variables de investigación; identifica
características del universo de investigación, señala formas de conducta y actitudes del
universo investigado, establece comportamientos concretos y descubre y comprueba la
asociación entre variables de investigación.
6.3 Universo poblacional
La población sujeto y objeto del presente proyecto de investigación lo constituyeron
campesinas y campesinos de la localidad de Sumapaz, agremiados en el movimiento
campesino sumapaceño que han experimentado, vivenciado y poseen el conocimiento
necesario de poder indagar las diversas experiencias, estrategias y productos comunicativos
desarrollados alrededor de la constitución y reconocimiento de la Zona de Reserva
Campesina en la región.
Las lideresa y los líderes de cada una de las veredas que hacen parte del Sumapaz y están
inscritas en el ordenamiento de la ciudad de Bogotá y que por tanto constituyen los
referentes más visibles de organización y consolidación del movimiento social y
campesino. Las y los campesinos agremiados y organizados en los diferentes niveles de
acción social y organizativa, como el Sindicato de Trabajadores Agrarios del Sumapaz
SINTRAPAZ, la JUVENTUD SUMAPECEÑA, las organizaciones campesinas como
FENSUAGRO y la Asociación de Juntas de Acción Comunal como ASOJUNTAS, entre
otras. Sin embargo, para el caso específico de presente trabajo, el trabajo se desarrolló
particularmente con SINTRAPAZ y LA JUVETUD SUMAPACEÑA.
106
6.4 Método: Sistematización de Experiencias
Para el caso de la presente investigación, se ha decidido desarrollar una Sistematización de
Experiencias, entendiendo esta como una posibilidad material de emancipación para las
comunidades históricamente excluidas, marginadas, o invisibilizadas que en busca de
fortalecer los procesos populares que se gestan en su interior para el cambio y la
transformación social desde una perspectiva crítica.
Para el CEPEP -Centro de Estudios para la Educación Popular (2010) “La Sistematización
de Experiencias es un proceso político, dinámico, creador, interactivo, sistémico, reflexivo,
flexible y participativo, orientado a la construcción de aprendizajes, conocimientos y
propuestas transformadoras, por parte de los actores sociales o protagonistas de una
experiencia en particular, mediante el análisis e interpretación crítica de esa experiencia a
través de un proceso de problematización” (CEPEP, 2010, pág. 8)
Este enfoque supone la participación activa de los actores sociales que participan de los
procesos en cada una de sus comunidades y en cada de sus diversos escenarios de locha
política, social, económica, cultural o comunicativa. Así pues, la sistematización de
experiencias de toda aquella producción desde la comunicación popular adelantada por el
movimiento sumapaceño en San Juan de Sumapaz, pasa por la reconstrucción ordenada de
su experiencia y la visibilización misma de los procesos al interior de la comunidad, pero
además, de forma exógena, con ello, se posibilitan escenarios concretos de apropiación,
reconocimiento y visibilización de la comprensión que de la comunicación tienen al interior
del movimiento campesino sumapaceño, del lugar que ocupa dentro de los procesos de
107
emancipación y de las visualización de su papel como eje estratégico de la lucha por el
reconocimiento de la región como Zona de Reserva Campesina.
No se trata entonces de reconstruir u organizar hechos de forma sistemática, de narrar
actividades o hechos desarrollados al interior del movimiento, tampoco de organizar de
forma ordenada o cronológica los trabajos desarrollados desde lo comunicativo, se trata
más bien de hacer una reflexión crítica, analítica de los procesos comunicativos mismos, de
los conocimientos socialmente construidos, de las oportunidades de mejoramiento de la
calidad de los procesos no sólo desde la comunicación popular, sino además desde lo
formativo y hacia la transformación social.
La sistematización de experiencias, como acto político transformador, concibe cuatro
momentos para su desarrollo y concreción 1.) Aprender desde la experiencia, 2.) Producir
conocimientos desde la experiencia, 3.) Construir propuestas transformadoras desde la
experiencia y 4.) Socializar los resultados de la Sistematización de Experiencias.
6.5 Recolección de información
La recolección de información tiene que ver con el uso de diferentes técnicas y
herramientas que se van a utilizar para el desarrollo de la investigación y para el manejo de
la información. Vale la pena mencionar que le presente proyecto de investigación tendrá
una etapa de formulación, otra de ejecución y por último de evaluación, análisis de
resultados y sistematización. La recolección de datos va a contener las aproximaciones
teóricas y acercamiento bibliográfico y documental alrededor de otras investigaciones
alrededor de la temática a trabajar.
108
Una que pudiera denominarse segunda fase tiene que ver con el trabajo de campo con la
comunidad sumapaceña, este trabajo de campo girará en torno a la identificación de fuentes
primarias, aquellas que se derivan directamente de la población, como afirman Denzin &
Lincoln (2012), la entrevistas es sin más una conversación, es el arte de realizar preguntas y
escuchar respuestas”. Por ello esta técnica hace parte de las técnicas para indagar cómo la
comunicación ha fortalecido o no, la lucha campesina sumapaceña por el reconocimiento
de la región como Zona de Reserva Campesina – ZRC.
6.5.1 Entrevistas semiestructurada: En este tipo de técnica el investigador aunque
estructura o elabora una parte de los ejes temáticos a través de los cuales quiere que gire la
entrevista, están son de carácter abierto, con el fin de que el discurso del entrevistado fluya,
se expresen opiniones, saberes, sentires. Según Sampieri (2014) “el propósito de las
entrevistas es obtener respuestas en el lenguaje y perspectiva del entrevistado (“en sus
propias palabras”). El entrevistador debe escucharlo con atención e interesarse por el
contenido y la narrativa de cada respuesta” (pág. 85).
Para el desarrollo de esta investigación se hizo posible la materialización de dos valiosas
entrevistas con protagonistas de los procesos sociales el interior de la Región del Sumapaz,
ambos se destacan como líderes de la región. Carlos Morales Acosta, hace parte de la
dirigencia del sindicato SINTRAPAZ, militante del Partido Comunista Colombiano y
miembro de la JUVENTUD SUMAPACEÑA.
Néstor Alfredo Díaz Benítez, campesino educador de toda la vida. Por tanto con asignación
académica hoy en el área de Sumapazología y el la dirección sindical agraria y la
organización comunal de Sumapaz y Bogotá.
109
6.5.2 Sistematización: Una actividad de producción de conocimiento a partir de la
reflexión y comprensión de la práctica; cuyo objetivo fundamental es el mejoramiento de
la acción. Con ella se articula teoría y práctica, se posibilita el “diálogo de saberes” y
se favorece la interacción entre quienes participan en los procesos educativos. Además, es
una forma de ordenar y organizar el conocimiento a partir de la práctica; para reflexionar y
re direccionar la acción. Adicionalmente, es una forma de recuperación de la memoria
de la experiencia a partir de la reflexión teórica.
Finalmente, los hallazgos, las reflexiones derivadas del desarrollo del proyecto de
investigación y los productos, serán entregados, reproducidos y sustentados al conjunto de
la comunidad sumapaceña.
110
7. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN
Existen múltiples estudios acerca de la comunicación, muchos de estos espacios de análisis
se han encargado de decantar los usos de la comunicación, los tipos de comunicación y con
ello casi que formatear las experiencias humanas relacionadas con lo comunicativo, con el
lenguaje y sus múltiples expresiones.
Para el presente caso, de lo que se trata es de situar un tipo de comunicación que no es
posible definir, ni encasillar, ni determinar de forma per se, pues esta se ubica en el lugar de
los sectores populares, de las comunidades ancestrales, de los movimientos sociales, de los
movimientos campesinos, expresiones políticas, sociales, culturales que deben su existencia
a su propio contradictor, a los sectores hegemónicos, dominantes. Es decir, su
configuración es resultado de una relación dialéctica.
Por tanto, la experiencia por adentrar la mirada al movimiento campesino sumapaceño en
una de sus más vigentes luchas por el reconocimiento de la región como zona de Reserva
Campesina ZRC, y cómo este, ha desplegado un ingente comunicativo para situar sus
procesos sociales, sus luchas, y sus necesidades en la agenda pública, en la consciencia
social del país proponiendo una relectura de su pasado para comprender el arraigo y
defensa del territorio, en el caso particular la Zona de Reserva Campesina.
La investigación de tipo cualitativo y de tipo exploratorio favoreció el alcance de hallazgos
acerca de una realidad social particular, que para el caso que nos convoca, tiene que ver con
la región del Sumapaz, y cómo ésta, a través de la comunicación popular ha materializado
otro campo de disputa por el reconocimiento de la ZRC que está ubicado en la zona, con
111
mayor influencia en la vereda San Juan, epicentro social, político, económico, cultural y
comunicativo en la región.
A través del análisis de información, la revisión cuidadosa de material historiográfico y de
las piezas comunicativas obtenidas en el proceso investigativo, con sus protagonistas, se
logró profundizar de manera profunda en las dinámicas de tipo histórico en relación a los
conflictos de todo orden en los que ha sido protagonista la región, pero sobre, todos los
campesinos y campesinas que la habitan.
Además, ha sido posible a través de esta investigación comprender la importancia de la
región como escenario vital de las lucha agrarias en el país, no sólo por ser un corredor
estratégico para vastos sectores sociales, pues conecta con varios departamentos en el país,
sino también, porque sus habitantes ha sido, son y serán, protagonistas de las luchas
sociales en Colombia, de los conflictos que con mayor o menor intensidad, según la
coyuntura nacional y el gobierno de turno.
Sin embargo, vale la pena mencionar, que aunque hay variaciones de intensidad en los
conflictos, sobre todo de tipo político, militar y ambiental, las políticas agrarias promovidas
por el Estado colombiano histórica y vigentemente, pese a algunas pocas e incipientes
excepciones, ha ido en contra de los pequeños y medianos campesinos, de sus necesidades
e intereses, de su misma existencia, del proyecto campesino regional, nacional e incluso
latinoamericano.
Otra de las técnicas de investigación usadas en el desarrollo y consecución de la presente
investigación cualitativa, fueron las entrevistas semiestructuradas adelantadas con parte de
112
los protagonistas de la región del Sumapaz, de sus liderazgos y dirigencia, las que
permitieron continuar el viaje dentro de las realidades de tipo comunicativo, directa e
inevitablemente ligadas los procesos históricos de carácter social, político, económico,
cultural y comunicativo.
La idea fue facilitar que los entrevistados lograran permitirse la posibilidad de trasegar
sobres sus experiencias y saberes, proyectos y tareas, aciertos y desaciertos en relación al
proceso de comunicación popular que se lleva a cabo en la región del Sumapaz por el
reconocimiento de la misma como Zona de Reserva Campesina.
Además, surgieron preguntas al margen de las entrevistas que no estaban estructuradas, que
surgieron a través de sus discursos y disertaciones que sin duda ampliaron y complejizaron
el análisis y comprensión de los procesos sociales que en la región se desarrollan.
Las entrevistas por su parte, permitieron una interlocución directa con los protagonistas de
la consolidación de escenarios de creación en lo relacionado a la comunicación popular,
que a lo largo de los años ha venido cualificándose en relación directa a las condiciones
políticas y sociales por la que ha atravesado la región en relación a las políticas agrarias y o
guerreristas de los gobiernos de turno.
El método de sistematización de experiencias, otorgó a esta investigación la posibilidad de
hacer una compresión autorreflexiva desde el interior mismo del movimiento sumapaceño y
de la organización política a la que pertenecen que para el caso particular es el Partido
Comunista Colombiano, y de la necesidad entonces de hacer, del campo de la
comunicación popular, un campo estratégico en y para las luchas que libra la comunidad,
113
entre estas, el reconocimiento de la Zona de Reserva Campesina, que mayoritariamente se
ubica en el corregimiento San Juan de Sumapaz.
La sistematización de experiencias se comprende más allá de la selección y organización de
información obtenida de una práctica social particular, la posibilidad de comprender la
razón del proceso y la posibilidad de mejoramiento de dicha práctica. Es decir, que la
sistematización, es un proceso analítico, crítico y político que sitúa en el centro de la
reflexión la práctica y todo el contexto, o, buena parte del contexto que circunda el proceso.
Es además, la posibilidad de escenarios de apropiación social de los aprendizajes y saberes
de la propia práctica, la interpretación crítica de la misma, de la participación y
protagonismo de quienes están inmersos en esta y le llenan de sentido, le otorgan valor y lo
revitalizan para su mejoramiento, su socialización, su continuidad histórica y de
permanencia en el tiempo, en el futuro práctico y teórico de las prácticas desarrolladas al
interior del movimiento en campesino en Sumapaz.
Por tanto, la sistematización de experiencias le apuesta políticamente a la transformación
social, pues viabilizó la reflexión crítica de los procesos desde la comunicación popular que
ha adelantado el movimiento sumapaceño para el reconocimiento de la región como ZRC,
reflexiones con propósitos claramente transformadores y que posibilitan la construcción
colectiva de conocimiento en este aspecto de la comunicación popular, no sólo como
movimiento campesino sino además, como miembros del PCC.
En este sentido la investigación da cuenta del proceso investigativo y de la sistematización
de experiencias de que fue objeto los procesos de comunicación popular adelantados por la
114
el movimiento campesino sumapaceño por la visibilización de sus luchas, entre estas, el
reconocimiento de las ZRC. El siguiente esquema ilustra los cuatro momentos de esta
sistematización:
7.1 Aprender desde la experiencia
De lo que se trató entonces, fue de hacer un recuento de aquellas experiencias
comunicativas que se han desarrollado al interior del movimiento campesino en relación a
su lucha por el reconocimiento de la región como Zona de Reserva Campesina.
Debe anotarse que el entramado de las luchas en la región, hace prácticamente inviable la
separación o segmentación de sus procesos sociales, es decir, la lucha por el
reconocimiento de la región como ZRC, está imbricada al resto de luchas que por décadas
han librado los campesinos y campesinas en la región.
2. Producir conocimientos
desde la experiencia
3. Construir propuestas alternativas
4. Socialización de la
Sistematización de Experiencias
1. Aprender desde la
experiencia
115
Por tanto, todas las referencias al proceso de reflexión de la práctica social comunicativa
llevada a cabo en la región, da cuenta de las múltiples aristas para la interpretación,
comprensión y análisis de la realidad en Sumapaz, que pasa por los procesos de
colonización, de la lucha por el derecho a la tierra y posteriormente, su lucha se avoca en la
defensa del territorio, como respuesta al modelo de desarrollo extractivista, latifundista del
medio ambiente.
Pues como afirma Zibechi (2013), los movimientos sociales, en este caso el movimiento
campesino “comienza a construir un mundo nuevo en las brechas que han abierto en el
modelo de dominación. Son las respuestas al terremoto social que provocó la oleada
neoliberal de los ochenta, que trastocó las formas de vida de los sectores populares al
disolver y es componer las formas de producción y reproducción, territoriales y simbólicas,
que configuraban su entorno y su vida cotidiana” (pág. 185)
En los discursos de los protagonistas de estas luchas históricas presentes, se evidencia por
una parte, cómo cada campesino y campesina de la región se siente plenamente identificado
con su territorio, y además, evidencia un análisis de las realidades sociales de la región y en
general, del devenir social. Los relatos de los jóvenes dan cuenta de su rol protagónico
como sujetos políticos y sus voces así lo manifiestan con su historia “nacer y trabajar en
Sumapaz, es una inherente la vinculación a la lucha, agraria. Acá cuando se deja de luchar
se comienza a morir. Hoy, nuevamente en resistencia hemos elevado la propuesta de ZRCS,
para defender el territorio de la voracidad de economía extractiva, bogamos por la paz con
la implementación de acuerdos”. (Alfredo, 2019. COLECTIVO JUVENTUD
SUMAPACEÑA).
116
De otra parte, los discursos permiten visibilizar la comprensión que se tiene de los procesos
adelantados por las organizaciones campesinas, por parte de quienes hoy empiezan a liderar
procesos al interior de la región en una lógica por sostener las luchas generacionalmente, es
decir, por reivindicar su identidad frente a ese modelo que ha buscado permanentemente el
control de sus territorios, de los recursos naturales que existen en este y de sus formas de
vida campesina, que son la antítesis al modelo neoliberal capitalista vigente. Las voces
campesinas así lo relatan:
“La transformación de cómo se asume la lucha, reivindicaciones a la propiedad de la tierra, casi un
siglo por el derecho a la titulación, el contexto actual nos ha llevado a plantearnos nuevos elementos.
La defensa del territorio, se viene desarrollando en diferentes escenarios, cruzados por temas
ambientales, culturales, propuesta propias de los campesinos para gestionar el territorio, como la
Zona de Reserva Campesina ZRC, por ejemplo como la de Cabrera ya constituida, También es un
tema social , llegan megaproyectos a un ecosistema estratégico rodeado por bloques petroleros de
extracción tradicional y bloques para extracción por fracking, proyectos de represamiento
promovidos por la Alcaldía de Peñalosa, embalses de agua para generación de energía eléctrica, que
está mediado por la visión de cómo deben ser preservados estos ecosistemas, hay dos discursos uno
retrógrado, discurso conservacionista donde se cree que el ser humano no puede estar en estos
espacios de conservación y desconoce la dinámica que el campesinado ha construido y protegido el
páramo, esto busca sacar al campesino y desconocer la cultura, las formas de vida, la conservación y
protección del páramo. La Zona de Reserva Campesina entonces busca redoblar la lucha para la
protección del páramo y que se reconozca el papel del campesino” (Carlos, 2019, Miembro de
SINTRAPAZ).
En este sentido, y referente a lo expresado por Carlos, miembro del sindicato, en relación a
esas dos visiones frente a la preservación del ecosistema y la defensa de la tierra y el
117
territorio, que tiene que ver con que “la lucha por la tierra es una característica central de
las sociedades de clases, en las que la cuestión agraria se caracteriza por una tendencia a la
concentración de la tierra y su consiguiente dinámica de desigualdad y/o inequidad en su
acceso: algunos tienen mucha tierra, y muchos no la tienen o la tienen de forma insuficiente
como para satisfacer sus necesidades de reproducción socioeconómica” (Vacaflores, s.f,
pág. 3).
Como parte entonces de la acción reflexiva para la construcción de las memorias de la
región en cuanto a la comunicación popular y su lucha por la ZRC, se advierte la necesidad
de explorar las realidades históricas experimentadas por el campesinado de la región en
relación primero al uso, tenencia y titulación de las tierras, que como se sabe, fue uno de los
primero escenarios de lucha del campesinado sumapaceño los procesos de colonización y
segundo, a la defensa del territorio, aquel cargado de valor social, político, simbólico y
cultural para sus habitantes, desde lo más viejos hasta su niñez.
Es decir, que la comprensión de la vigente lucha por el reconocimiento de la ZRC en la
región, implica necesariamente el estudio de los conflictos acaecidos por los agrarios a
mediados del siglo XX y lo que va del siglo XXI, lo que implica que:
“el movimiento agrario colombiano, visto como fenómeno social en proceso de configuración, debe
ser analizado al futuro con relación a las circunstancias que incidan en la dinámica de sus
actores y de su capacidad de movilización, pues serán éstos, específicamente, los retos que tendrán
que asumir para lograr consolidarse como la organización referente de las demandas y exigencias del
sector agrario en el país; ya que no se puede olvidar que la acción colectiva de los actores de la
protesta social agraria en general y del movimiento campesino en particular, debe entenderse como
118
una construcción social y, por tanto, su unidad ideológica y política, si existe, debe ser interpretada
como un resultado antes que como un punto de partida” (Tobasura, 2007, pág. 48).
Este reconocimiento histórico implica explorar y reconocer los diferentes escenarios de
lucha vivenciados por los agrarios en la región. Pero entonces, ¿cómo ampliar el margen de
acción frente a los procesos comunicativos populares necesarios para situar la discusión y
la necesidad de constituir y reconocer la ZRC de la región de Sumapaz?
Agenciar los procesos comunicativos populares implica ahondar en las reflexiones
alrededor de la comunicación y las implicaciones del uso de la misma a nivel social, al
respecto un miembro dela JUVENTUD SUMAPACEÑA afirma, luego de nuestra
entrevista:
“La comunicación, constituye el elemento fundamental de la vida en el campo, por lo general es
presencial y con testigos. Comenzando por las alertas de atropellos en contra de la población que fue
a través del poderoso anuncio del cuerno, los chinogramas, las cartas a vuelta del mismo emisario;
siempre se privilegia el sistema asambleario para dar la noticia, hacer la reflexión y decidir de
conjunto sobre el asunto que sea. Es decir la comunicación en el campo y particularmente en
Sumapaz, toma punto opuesto a la de los Medios Nocivos de la Corrupción que hacen ver una
mentira como verdad, dedicados a desinformar, perpetúan en el poder lo más podrido de la sociedad”
(Alfredo, 2019, JUVENTUD SUMAPACEÑA).
Si la comunicación popular es antagónica a la comunicación de masas, que depende casi
que exclusivamente de los medios de comunicación masiva y las plataformas “culturales”
como Hollywood o más recientemente Netflix, esta requiere de un protagonismo vital,
permanente y riguroso pues implica, disputar el espacio de la construcción de sentido, de
comprensión de lo histórico y de la memoria.
119
7.2 Producir conocimientos desde la experiencia
A través de la investigación cuantitativa adelantada y la posibilidad de la identificación de
los procesos de comunicación popular adelantados en la región del Sumapaz alrededor del
reconocimiento de la ZRC, abrió la reflexión en torno al lugar que dentro de la
organización campesina se le da a la comunicación como escenario estratégico para las
luchas vigentes.
Si bien el movimiento a través de sus organizaciones SINTRAPAZ y la JUVENTUD
SUMAPACEÑA, entre otros, han estado vinculados a los procesos de comunicación en
torno a la visibilización de sus prácticas sociales, demandas, exigencias, luchas y conflictos.
También es cierto que como afirma Carlos Moreno, dirigente del sindicato y además,
miembro de la JUVENTUD SUMAPACEÑA, la comunicación continua siendo un espacio
marginal en la organización campesina, por lo que se requiere de voluntad política para
asumir la comunicación popular, aquella resultante de sus saberes y de sus prácticas
empíricas emerge para apoyar las luchas de la región. “Hace falta un compromiso desde lo
político, pues el tema de la comunicación resulta siendo marginal, lo que nos interesa en
transmitir ideas y las organizaciones no nos pensamos la importancia de la comunicación”
(Carlos, 2019, Miembro SINTRAPAZ).
La necesidad de dejar de marginalizar los espacios de la comunicación popular, es decir, la
urgencia de hacer de la misma un permanente proceso de disputa, vale la pena entonces
tener en cuenta esa relación dialéctica entre la comunicación popular que emerge del seno
de los movimientos sociales, de las culturales populares y las otras culturas, o lo que
120
identificamos como cultura de masas. Esta relación es analizada por Martín - Barbero de la
siguiente manera:
“Si hoy nos plantemos esta doble relación entre lo popular y lo masivo, entre la cultura popular y la
cultura de masas, vamos a empezar a comprender, desde el punto de vista sociológico, que popular
no es solo aquello que produce aislada, en pureza la masa popular, que popular es también aquello de
lo que se alimentan las clases populares. Que popular no es sólo aquello que producen, sino aquello
que consumen y viene a incorporarse a su vida al ser asumido como modo de ver y de obrar” (Martín
– Barbero, s.f, pág. 8).
Entonces la superación de la marginalidad en términos de la comunicación popular, pasa
por la comprensión de que esta depende casi que de forma dependiente de la comunicación
de masas pues esta, a través del lenguaje, la intencionalidad que le otorga al mismo,
construye imaginarios, sentidos, modos de interpretación del mundo que como parte de la
lucha de clases, busca eliminar su contrario, es decir, la clase popular.
Por tanto, la existencia de la comunicación popular, aquella que produce y consume el
movimiento campesino es una respuesta categórica a esos significados, sentidos y formas
de interpretar el mundo que desconocen los procesos sociales vividos por las comunidades,
sus historias, sus protagonistas y es este, pues el sentido que nos avoca. Así como dice
Carlos Morales, miembro del sindicato SINTRAPAZ, la necesidad es la de transmitir
mensajes, mostrar el papel de los campesinos y campesinas en la defensa del territorio, de
la preservación del páramo, de la necesidad de la constitución de la ZRC.
121
El lenguaje significa, el lenguaje construye realidades, posiciona o no, ciertos valores a
nivel social que terminan por configurar a los sujetos sociales, que terminan por establecer
cierto tipo de consensos a nivel cultural y por tanto, político, es decir, se instala una
hegemonía que decide qué se dice y qué no, quien lo dice y quién no. Para mayor
ilustración los aportes en este sentido de Huergo (s.f)
“Lo clave para comprender cómo trabaja la hegemonía en el nivel del lenguaje, está en que este tipo
de representaciones y de significaciones están generalizadas, es decir, son adoptadas y asumidas
como propias por vastos sectores sociales, incluso (a veces) por los mismos sujetos que están al
borde de experimentar este tipo de situaciones (de desempleo, no estudio, vagancia, etc.) debido al
ajuste estructural y al empobrecimiento generalizado, rayano con la miseria. Además, el lenguaje
configura de tal modo la experiencia que muchas veces la imposibilita” (pág. 7).
Es aquí, en donde emergen las tensiones que configuran la necesidad de abrir los
consensos, la posibilidad instalar y poder en disputas más significados y sentidos de
mundo, por tanto, el estudio de la comunicación hegemónica implica el reconocimiento no
sólo de aquellos significados que configura la hegemonía, son al respuesta que la
contrahegemonía construye.
Por ello, la importancia de la comunicación popular y el lugar que el movimiento
campesino le a la misma es la forma en que ese escenario de disputa se nutra de lenguaje
popular, de la memoria histórica que acompaña los procesos de lucha y resistencia en la
región del Sumapaz, y en general, en toda Latinoamérica. Por lo que
“comprender la hegemonía no se reduce a pensar cómo actúa la dominación, distribuyendo y
reproduciendo discursos, significados, ideologías y prácticas favorables a los sectores dominantes; es
decir: cómo se configura el conformismo política, social y culturalmente. También comprender la
122
hegemonía implica percibir los modos en que los sectores populares se resisten a los significados
dominantes y los impugnan. Pero esa impugnación y esa resistencia no es sólo una oposición a los
significados dominantes. También es una práctica bien concreta que consiste en saltar las fronteras
imaginarias y luchar por los espacios sociales donde los sujetos puedan lograr mayor autonomía y
encarnación de otros significados posibles para la vida y para las relaciones sociales. La hegemonía,
en definitiva, es la dimensión de la comunicación en la cual se juega el conformismo o la resistencia;
donde se juega la posibilidad de ser más libres, más autónomos y más humanos; donde se juega la
posibilidad de luchar por una sociedad y por unas condiciones de vida más justas, que superen los
mandatos, las prescripciones y las interpelaciones dominantes” (Huergo, s.f. pág.8).
Lo anterior implica, la puesta en marcha de un conjunto de procesos desde lo comunicativo
popular que garantice la consecución de espacios de agencia en relación a la visibilización
de las luchas sumapaceñas, los discursos de quienes las protagonizan y las formas de vida
campesina que le subyacen. Por supuesto, y tal como afirma, Martín-Barbero, no hay
recetas a la hora de comprender la comunicación popular, no hay esquemas posibles,
incluso su estudio no puede darse de forma esquemática, con horarios o espacios definidos,
no esta comunicación se mueve al vaivén de los movimientos sociales, de las coyunturas
que le obligan a moverse, a no permanecer estáticos, pues es la lucha misma la que
evidencia los antagonismos, las tensiones, las contradicciones, porque además se está
disputando el ámbito la cultura, un proyecto de vida.
Según afirma Archila (s.f), “ya la lucha social no se explica meramente por las
contradicciones en la esfera productiva o, cuando más, en la de distribución y consumo.
Dimensiones culturales y simbólicas entran en la agenda de los actores sociales y en la
mente de los investigadores. La construcción de identidades en los actores colectivos cobra
123
importancia y hay más sensibilidad intelectual a las diferencias de género y étnicas” (pág.
31).
Por lo tanto, la urgente necesidad de reconocer esta relación estrecha entre la existencia
misma de los movimientos sociales y la comunicación popular, en relación a la cultura
hegemónica y la comunicación de masas. De lo que se trata es de ampliar el nivel de
consciencia, frente a la urgencia de yuxtaponer a cada una de las reivindicaciones que hace
el movimiento campesino sumapaceño y las luchas que ha sostenido y sostiene
históricamente, la comunicación como un campo estratégico y del que depende en buena
medida el posicionamiento en la consciencia colectiva nacional, sus imaginarios, sus
necesidades, sus propios relatos, sus prácticas cotidiana, de sus formas de vida campesina,
de sus luchas y de la legitimidad de la constitución de la Zona de Reserva Campesina.
Pues no basta sólo con reflexionar frente a la importancia de ubicar en lo estratégico de la
acción política de la región del Sumapaz el campo de la comunicación popular sino de
ponerlo en disputa, de forma permanente con las otras comunicaciones, en cualquiera que
sea el formato, la radio, la prensa, el muralismo, el arte, el documental, la escuela de
formación, pues el interés es en palabras de Mata (2011) “ pronunciar la palabra acallada
[es] hacer audible, reconocible como legítima, en la convicción de que ese hablar [es]
fuente de reconocimiento, posibilidad de interacción y de construcción de acuerdos y
proyectos comunes” (pág. 3)
La constitución de la Zona de Reserva Campesina en la región del Sumapaz, pasa
ineluctablemente por el fortalecimiento de los procesos de comunicación popular que se
desarrollen al interior del movimiento campesino, pues es directamente la voz de los
124
protagonistas de los procesos, la que se pone a circular en relación a las causas y
consecuencias no solo para la región sino para el país en general y Latinoamérica, de la
constitución y reconocimiento de la misma.
7.3 Construir propuestas trasformadoras desde la experiencia
Identificar y situar el papel que ha desempeñado la comunicación popular en el
fortalecimiento de la lucha campesina sumapaceña por la constitución y reconocimiento de
la Zona de Reserva Campesina, ha vivificado los procesos adelantados, ha permitido
encontrar los aciertos y así mismo, decantar las debilidades y las exigencias que el
momento histórico impone al movimiento campesino en Sumpaz y en general, a los
movimientos sociales en América Latina y el mundo.
Al respecto, es necesario tener en cuenta uno de los planteamientos más concretos para
entender estos procesos populares de comunicación “hablar de comunicación popular es
hablar de comunicación en dos sentidos: de las clases populares entre sí (y cuando digo
clases estoy entendiendo los grupos, las comunidades, incluso los individuos que viven una
determinada situación de clase) pero estoy hablando también de la comunicación de las
clases populares con la otra clase. Con aquella otra contra la cual se definen como
subalternas, como dominadas” (Martín Barbero, 1983, pág. 5).
En una coyuntura global en la que el medio ambiente reacciona de forma natural aunque
potente al desequilibrio impuesto por prácticas humanas depredadoras, no protectoras de
los recursos, sino todo lo contrario, explotadora de los mismos, situar la discusión de las
Zonas de Reserva Campesina en la agenda pública es una tarea urgente, romper el cerco
mediático frente a la invisibilización, la criminalización de las luchas campesinas históricas
125
y la violencia simbólica ejercida desde las altas esferas del poder político y comunicacional,
es un deber inaplazable pues la conservación del planeta es tarea urgente de la humanidad.
Porque lo que se busca es sacar del contexto interno la circulación, discusión y ruptura de
toda aquella producción comunicativa que emerja desde el movimiento sumapaceño, con el
interés de adentrase en los asuntos públicos, la opinión pública, la agenda pública, en
palabras de Mata (2011) y a partir de la experiencia en Argentina, en la que se logró una
política pública sobre la comunicación popular:
Así, la comunicación popular fue saliendo de las zonas marginales y artesanales; la voz popular
fortalecida en los ámbitos comunitarios y organizativos pugnó por alcanzar el escenario mayor donde
se producía y regulaba incesantemente el discurso público. Las experiencias de medios masivos
gestionados por organizaciones populares o instituciones aliadas a sus causas –las radios educativas y
populares, las televisiones obreras, el cine documental alternativo– constituyeron en la década del 80
y de allí en más, acabadas muestras de ese proceso. Al mismo tiempo crecía la convicción de que
incluso careciendo de medios propios, la voz acallada debía hacerse un lugar en el mercado
mediático funcional al poder. Se habló entonces de las brechas existentes. Se reconoció que esa voz
debía dotarse de estrategias para interactuar en el espacio marcado por la voz de los dominadores
interrumpiendo su monólogo, interfiriendo, confrontando: era necesario el aprendizaje de ciertos
códigos, el empleo de recursos ajenos –la conferencia o el comunicado de prensa, por ejemplo-, el
establecimiento de relaciones fluidas con algunos profesionales que desde esos medios podían
compartir un horizonte común con quienes impugnaban el orden social existente (pág. 4).
Otra de las disyuntivas que evidenció este proceso reflexivo, tiene que ver con la necesidad
de hacer evidente, visible, protagónico, el de vida campesina, pues no sólo se trata de la
preservación de los ecosistemas, sino de la vida humana y cultural de la sociedad. Tal y
como lo evidenció Silva (2014) en relación a los procesos de memoria y el movimiento
126
campesino en Sumapaz. “La apuesta intrínseca en las acciones del campesinado del
Sumapaz muestra que es necesaria la creación, hoy más que nunca, de territorios
diferenciales, como las Zonas de Reserva Campesina, que resisten desde ejercicios de
memoria colectiva particulares y que han entendido y asumido su papel histórico en la
trama de los problemas más cruciales del país. Resistir desde una territorialidad otra, desde
una memoria otra” (pág. 29).
Este tránsito por la memoria, tan arraigado en la organización agraria en la región del
Sumapaz, es pues no sólo un enorme proceso autoformativo, sino que requiere de mayor
visibilización hacia afuera, de tal forma que irrumpa en los discursos hegemónicos sobre
nuestra historia pues como bien conocemos “la historia oficial de la Nación invisibiliza
narrativas emancipatorias de actores subalternados por el Estado y las elites del país. La
memoria colectiva ha tenido la tarea de romper con la hegemonía de la memoria histórica”
(pág.30). Los espacios de la memoria también requieren ser debatidos con mayor
contundencia en los espacios comunitarios, los académicos, los políticos, la escuela, la
ciudad, el país.
El modelo de producción capitalista, en su fase neoliberal ha buscado amplia las fronteras
entre las clases, una clase cada vez más minoritaria pero dueña de la mayoría de los
recursos a nivel mundial y la otra, cada vez más amplia y mayoritaria, pero más pobre, esta
brecha está ha sido mediada por el mercado y las formas de vida que promueve alrededor
del consumo y el narcicismo, prácticas contrarias al equilibrio necesario para la
preservación de la vida, la agricultura, las reservas acuíferas, los bosques y la diversidad
cultural humana.
127
Las luchas agrarias en el país con diferentes intensidades y particularidades según la región
del país donde se haya desarrollado, tiene como característica común que a lo largo delas
décadas ha sufrido de parte del Estado y más delante, de los medios de comunicación
masiva, que vale la pena recordar pertenecen a los hombres más ricos del país, todo tipo de
adjetivos para deslegitimar sus luchas “bandoleros” “criminales” “aliados de las FARC”
“terroristas” y posicionar en la opinión pública la necesidad de ampliar los latifundios, de
permitir la llegada a los territorios de las multinacionales, el control de las semillas y por
tanto la pérdida irreparable de identidad y soberanía.
En ese sentido, las reflexiones que se suscitaron en este proceso frente a los procesos de la
comunicación popular requieren, como lo advierte Carlos Morales en la entrevista, de
voluntad política, “hace falta un compromiso desde lo político para el tema de la
comunicación pues resulta siendo marginal, porque lo que nos interesa en transmitir ideas y
las organizaciones no nos pensamos la importancia de la comunicación” (Entrevista, 2019).
Como parte de las tareas urgentes a desarrollar por el movimiento campesino sumapaceño,
en especial por la Juventud Sumapaceña quien es la encargada de dirigir y materializar los
procesos comunicativos en la región, tiene que ver la consolidación de una escuela
permanente de comunicaciones, no sólo en lo referente a temas técnicos, sino der una
mirada relacional entre los movimientos sociales y la comunicación popular, la diferencia
entre esta comunicación y otros tipos de comunicación; al análisis del discurso, la oratoria,
entre otros. “Con los temas de la escuela, garantizar mayores niveles de calidad en cuanto a
la selección de los contenidos y cómo estos vincularlos a la defensa del territorio, no solo
hacer comunicados que nadie lee, sino entrar en sintonía con esas nuevas formas de
128
comunicar a través de lo estético, lo gráfico, cosa que lleguen a la gente y circule para
visibilizarnos” (Carlos, 2019, Miembro SINTRAPAZ).
Potenciar los escenarios radiales, de prensa y video, son esenciales para contrarrestar la
desinformación de los procesos que se adelantan en el seno del movimiento, la urgencia de
la constitución de la Zona de Reserva Campesina en la región y la continuidad de la
preservación por parte los habitantes del páramo y su ecosistema. Pero entonces, vale la
pena recordar, la importancia de los sujetos que asumen estas labores desde los liderazgos
pero también desde los escenarios cotidianos, la comunidad sumapaceña ha sido víctima de
violencia militar, paramilitar, estatal, mediática y esto implica ubicar estos procesos en la
urgencia de someter a discusión esos otros discursos frente a la historia, la memoria y las
forma de vida campesina, pues “la memoria de las víctimas sin escritura plantea problemas
dramáticos en un caso como el colombiano: porque allí donde hay fuertes identidades
étnicas, como ocurre en el caso de los judíos, sus intelectuales son en gran medida
portavoces….de la etnia… En cambio en Colombia se trata de una sociedad
extremadamente fragmentada, en donde las identidades políticas, los partidos, solo
atraviesan la dimensión pública de la sociedad. La dimensión subjetiva se queda sin
expresión” (Sánchez, 2008, pág. 21).
Es muy claro que gracias a la formación política que se adelanta en la región ha sido
sostenido a lo largo de las décadas, sobre todo desde que el Partido Comunista
Colombiano, comprometido con las luchas agrarias en Colombia, sin embargo, el proceso
de comunicación debe ir de la mano necesariamente de más formación política, sobre todo
en campo Comunicación- Educación, pues redoblaría los esfuerzos ya construidos para
129
consolidar un escenario tanto desde la educación popular como desde la comunicación
popular.
7.4 Socializar los resultados de la Sistematización de experiencias
Resulta de la mayor importancia para la región, para el país y en general para América Latina
que las apuestas comunicativas populares que surge en el seno del movimiento campesino
sumapaceño, sean visibilizadas no sólo hacia dentro del Sumapaz, sino hacia fuera, pues la
materialización de dichos procesos, es una de las manifestaciones de sus acciones políticas
explícita que como resultado de las hondas injusticias del modelo social hegemónico ha
generado las condiciones necesarias para la existencia de los movimientos sociales,
populares, campesinos y por tanto de sus acciones subversoras.
En palabras de Sergio Tischler (2004), la existencia misma de los movimientos sociales en
América Latina, “han hecho evidente que el orden capitalista liberal es la negación de un
mundo incluyente y justo. En mayor o menor grado, dichos movimientos han creado un
ambiente de actualización de la cuestión de la clase y la lucha de clases” (pág. 78).
Por ello, el valor de la discusión, análisis y socialización del presente proceso reflexivo que
en el marco del potencial autoformador del movimiento campesino sumapaceño, es la
posibilidad de fortalecer el agenciamiento de la comunicación popular como eje vital no sólo
de la formación política de la comunidad agraria de la región sino, así mismo, vigorizar la
comunicación, elevar sus niveles de calidad y constancia con el fin de continuar la disputas
por le sentido, la interpretación histórica y las formas de vida campesina, que por demás,
garantizan el equilibrio social, político, económico, ambiental y comunicativo frente a un
130
modelo injusto, anquilosado en prácticas retardatarias, explotadoras de seres humanos y
recursos naturales.
Las características de los movimientos sociales expuesta por Zibechi (2008), se ajusta de
manera concreta en lo que respecta a las acciones políticas que llevan a cabo en diferentes
ámbitos, como entre ellos la comunicación popular. En este sentido, los sujetos del
movimiento campesino “trabajan por la revalorización de la cultura y la afirmación de la
identidad de sus pueblos y sectores sociales” (pág. 186).
Revalorizar la cultura y la identidad de las comunidades rurales y todos aquellos sectores que
se ubican “desde abajo” implican permanentemente hacer críticas y autocriticas de las
propias acciones, con el fin de ampliar el margen de maniobra, romper el cerco mediático y
disputar cada vez con mayor contundencia, los espacios que han sido negados.
Estos espacios de reflexión y acción política y subversora, además, propician la
consolidación de la identidad de clase, de la creación de lenguajes capaces de irrumpir la
zona de confort creada por la visión de las relaciones y el poder horizontal, dando espacio a
nuevas relaciones recíprocas de intercambio, de consolidación de los poderes locales y de
potenciar a las y los sujetos que los protagonizan para continuar las disputas
contrahegemónicas, sobre todo aquella que tiene que ver con lo comunicativo que es tema
que nos convocó. Tischler (2004) afirma que “lo radical del concepto de lucha de clases no
es la sustitución de un poder por otro, sino el resaltar la potencialidad del sujeto social de
poner en crisis toda forma de poder, toda forma de dominación” (pág.84), toda hegemonía
que pretende el silencio del recuerdo y el olvido de la barbarie.
131
La lucha por el reconocimiento de la región de como Zona de Reserva Campesina, requiere
de todo un contingente de acciones que pasan por las reivindicaciones en términos de
Reforma Agraria, de legislación y jurisdicción; acciones que disputen la configuración de la
historia nacional que sólo reconoce a un sector de las partes en disputa; acciones que
construyan la memoria desde las víctimas; acciones tendientes a disputar el espectro
informativo que distorsiona y distrae la atención sobre las verdades de territorios altamente
vitales y comunidades dignas, luchadores y dadoras de paz. Además, otro “elemento que
contribuye a la construcción de una conciencia colectiva es la ética. No se trata de una serie
de normas elaboradas en abstracto, sino de una construcción constante por el conjunto de los
actores sociales en referencia a la dignidad humana y al bien de todos” (Houtart, s.f, pág.441).
La apuesta entonces es abrir el campo de acción política desde la comunicación popular que
germina en el seno del movimiento campesino sumapaceño, con el fin de ponerlo a dialogar
con otras acciones insurrectas que desde el ámbito de la comunicación, potencien la
construcción de una sociedad diversa, plural, verdaderamente democrática y soberana,
compuesta por sujetos políticos, históricos y conscientes del momento histórico y las
necesidades que este demanda, como la defensa del medio ambiente y sus recursos naturales,
que transita por la constitución y reconocimiento de la Zona de Reserva Campesina del
Sumapaz, pero además, por el derecho a hablar, a levantar la voz de los silenciados, el
derecho a vivenciar los recuerdos y los olvidos de las víctimas, el derecho a la construcción
de la memoria, el derecho a la libertad.
Estos nuevos sujetos en palabras de Houtart (2004): “El sujeto histórico nuevo debe ser capaz
de actuar sobre la realidad a la vez múltiple y global, con el sentido de emergencia exigido
132
por el genocidio y el ecocidio contemporáneos” (pág. 438). Por lo que la reflexión para
fortalecer la batalla, “en otras palabras, en las actuales circunstancias el asunto de la
revolución no es algo que se pueda plantear nada más en términos empíricos o pragmáticos;
por el contrario, es una actualización de la reflexión teórica como momento de la práctica.
No una reflexión que se “separa” de la práctica inmediata para producir conceptos sobre lo
que debe ser la revolución, sino una reflexión que es parte de la lucha como crítica real, en
movimiento” (Tischler, 2004, pág. 84).
Este nuevo sujeto, creador de nuevos escenarios de disputa, se refleja en los diálogos con los
protagonistas que hacen posible la materialización de la comunicación popular, se hizo
visible, pues la comprensión de la realidad nacional no sólo emana de sus propios intereses,
sino de la necesidad de construir una país en paz, tal y como ha sido su interés desde varias
décadas atrás, cuando decidieron asumir la bandera política, organizada, participativa y desde
los principios del Partido Comunista, como mecanismo de lucha frente el Estado colombiano.
La socialización del presente trabajo está programada para el cuarto mes del presente año, y
la propuesta de una escuela de comunicación que se pondrá en discusión con el conjunto del
movimiento, los líderes y lideresas del sindicato SINTRAPAZ y de la Juventud Sumapaceña.
De lo que se trata es poner a consideración de la dirección del sindicato y de la juventud, la
importancia de la formación permanente en comunicación al equipo de comunicaciones, no
sólo para el aprendizaje de técnicas, estilos narrativos y periodísticos de vital importancia,
sino del análisis crítico a la comunicación, a los usos de la comunicación, al análisis de los
discursos y de esta comprensión, la puesta en marcha de estrategias comunicativas para
visibilizar las apuestas territoriales como la constitución de ZRC en la región.
133
8. CREACIÓN COMUNICATIVA POPULAR SUMAPACEÑA
REVISTA EL FOGÓN - Revista Cultural Sumapaceña
La materialización de la revista el Fogón fue posible gracias a la gestión liderada por
miembros del Sindicato SINTRAPAZ y la Juventud Sumapaceña, en cabeza de algunos de
sus liderazgos, con el gobierno distrital de entonces, La Bogotá Humana, a la cabeza del
entonces alcalde Gustavo Petro Urrego. Durante este periodo comprendido entre 2010 –
2015, se hicieron cuatro (4) publicaciones de la revista a través de Convenio de Asociación
194 de 2014 entre la Secretaria de Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, el Fondo de
Desarrollo Local de Sumapaz y la Fundación Parcela Cultural Campesina, está en proceso
una quinta publicación gestionada con la presente alcaldía Bogotá Mejor para Todos,
precedida por el Sr. Enrique Peñalosa.
Vale la pena mencionar que de las tres ediciones alcanzadas en este acercamiento
exploratorio, dos de estas están en formato impreso y sólo una en formato digital. No fue
posible acceder para el presente trabajo investigativo tener acceso al primero de los números
de esta revista, sin embargo el análisis del mismo, se adelantó de la tres ediciones restantes
que se han desarrollado.
EL FOGÓN – Revista Cultural Sumapaceña#2
Esta edición de la Revista el Fogón, tiene la particularidad de recoger las memorias de lo que
ha representado para los campesinos y campesinas la construcción de su territorio, de la
apropiación del mismo y las experiencias particulares de hombres y mujeres que han sido
protagonistas de esta configuración territorial, social, política y cultural.
134
Cómo se puede apreciar en la foto de la presente edición, el nombre de la Revista Cultural
Sumapaceña, tiene una absoluta relación con la forma de vida campesina en la región, con
formas culturales y sus tradiciones culinarias, que seguramente están ligados a la economía
familiar.
De otra parte, el nombre del El Fogón, es también una alusión al poder que representa el
fuego, de la llama encendida con fuerza que no apaga, que es vida, que es historia. A
continuación se presenta la imagen de portada.
Tomado de: Fuente propia
135
Cómo se puede observar toda la publicación de este número es una exaltación a la vida
campesina, a las historias de fondo de todo lo que han construido colectivamente, de sus
tradiciones, de su cultura, de su forma de alimentación e incluso un recetario para aprender
su culinaria.
Esta es sin duda, la materialización del reconocimiento a la vida campesina, a su lucha por
la existencia y reconocimiento, su historia y la forma en cómo han decidido construir la
memoria, que pasa de forma vehementemente por la voz de las y los campesinos
sumapaceños quienes que con la fuerza de sus convicciones y de su andar han construido la
región.
Tomado de: Fuente propia
136
Editorial El Fogón #2.
En su editorial es claramente identificable el lugar que le otorgan a los procesos de la
memoria, como la posibilidad, a partir de una mirada al pasado, de construir su presente y
su futuro. “Hoy todo es memoria y revivir, porque el ayer reafirma el presente. Se vive en
el paraíso bien llamado por todos Sumapaz. El ser campesino acá, implica honestidad,
nobleza, humildad y adaptabilidad para disfrutar el frío, para superar el desamparo y para
aceptar el desafío. Dueños absolutos de del silencio y del saber enaltecido que con
elocuencia se hace valorar para enfrentar todos los obstáculos y ser reconocido”
La presente editorial es una muestra de la apuesta discusiva, pero además profundamente
política que libra de forma clara y auténtica el movimiento campesino sumpaceño a la hora
de disputar el espacio comunicativo con las grandes matrices mediáticas. Es además una
evidencia de la claridad política de campesina, de su forma de interpretación del mundo y
desde el lugar desde donde le interpretan.
Con claridad puede advertirse, por un lado, el componente histórico que destaca la
identidad del campesinado sumapaceño, la presencia de la memoria como herramienta a
través de la cual reafirman dicha identidad y la interpretación crítica para interpretación que
se le hace al modelo capitalista, al estado capitalista, además con referentes históricos que
marcaron las revoluciones sociales en Latinoamérica como Ernesto Che Guevara.
Lo anterior, es además, una evidencia, en relación al tipo de filiación política del
campesinado sumapaceño, que en su mayoría hace parte del Partido Comunista
Colombiana, con una clara visión marxista – leninista de la historia y del devenir social.
137
Tomado de: Fuente propia
138
En la presente edición los relatos de las y los campesinos son buena parte del
contenido de la revista. Los relatos circundan alrededor del proceso de la
construcción de vías en la región, la experiencia de campesinos en esta labor.
Además, se evidencia la importancia de la familia como primer formador y
transmisor de las costumbres, las tradiciones y en general, de la vida campesina y su
estrecha relación con la tierra.
Por ello, en otro de los apartados de la revista se visibiliza cómo han sido los
procesos de construcción de las huertas caseras y su relación con los sembríos, las
semillas y la agricultura orgánica, y estas cómo a su vez, están ligadas a los
remedios caseros y la tradición culinaria, incluye recetarios de las comidas más
típicas de la región.
Tomado de: Fuente propia
139
Una de las sesiones de este número
tiene que ver con la partería, práctica
ancestral históricamente ligada a la
mujer y su sabiduría sobre el cuerpo y
el nacimiento de los hijos e hijas de la
comunidad.
Tomado de: Fuente propia
Tomado de: Fuente propia
140
Esta publicación dedicada en estricto a visibilizar el modo se de vida campesino, tiene un
apartado en el que se exhiben las fiestas y celebraciones de tipo cultural que se desarrollan
en la región, las celebración, los festejos, el jolgorio como lo llaman. Además hay un
apartado dedicado a las coplas y la poesía creada por campesinas y campesinos de la
región.
A todos los sumapaceños yo les quiero aconsejar
Cuidemos nuestras costumbres
Para mañana recordar
Lo más bello del mundo el páramo de Sumapaz.
Levantándose temprano
Todos lo sumapaceños Reuniendo las vaquitas
Pa llevarlas al ordeño
Levantándose temprano
Todos los sumapaceños
Reuniendo las vaquitas Pa levarlas al ordeño.
Eily morales.
Vereda Peñas Blancas, Cabrera
Aunque en esta publicación referencia explícita a la Zona de Reserva Campesina, toda la
revista gira totalmente en torno a la relación intrínseca de la campesina y el campesino, con
la tierra y el territorio, su orgullosa identidad y su decidida convicción de conservación del
mismo.
Finalmente, los relatos de vida, se constituyen en una intencionalidad viva de dar VOZ a
los protagonistas sumapaceños, que han enfrentado toda suerte de difíciles situaciones
relacionadas con su lucha por la defensa del territorio y la violencia política.
141
Tomado de: Fuente propia
142
Esta es la caricatura con la que se cierra de edición de la
Revista Cultural Sumapaceña.
Tomado de: Fuente propia
143
EL FOGÓN – Revista cultural Sumapaceña #3
144
Esta edición escrita de la Revista EL Fogón, se caracteriza por amplio contenido en
términos históricos de la lucha agraria sumapaceña y las organizaciones que hacen parte del
movimiento, como SINTRAPAZ. Se hace en sus páginas un recorrido en el tiempo de la
configuración de la lucha por la tierra, bajo la consigna de “la tierra pal que la trabaja” en
los diferentes momentos de la historia nacional y se destacan liderazgos como el de Erasmo
Valencia y Juan de la Cruz Varela.
En el marco de la lucha sumapaceña y el recorrido histórico de la misma que se hizo en esta
edición, hay dos elementos desde la comunicación interna del movimiento que resultan de
la mayor importancia. Por una parte, se hace referencia a “El Cacho” que era desde tiempos
inmemoriales un medio de comunicación propio, que de acuerdo al número de veces que se
tocaba, tenía un significado diferente, por ejemplo, un tono, significaba la cercanía de un
guardia. De otra parte, se hace alusión adicionalmente, a la uso de la comunicación por
parte del campesinado históricamente, al hacer referencia al periódico CLARIDAD,
dirigido por Valencia desde 1930.
Tomado de: Fuente propia
145
Un segundo momento está dedicado a hacer un análisis de tipo histórico en relación a la
existencia del sindicato SINTRAPAZ, su configuración y sus líneas de trabajo. Como en la
anterior edición, esta también contiene referencia a Relatos de Vida.
Tomado de: Fuente propia
146
Esta presente edición, cuenta con referencia clara con respecto a la Zona de Reserva
Campesina ZRC- en el marco de perspectiva de defensa del territorio y el tipo de amenazas
que esta propuesta, ya desarrollada de facto, ha presentado para la región y su comunidad.
El contenido final, hace una referencia a lo que representa para la región, su cultura y su
lucha, y sin duda, para el resto del país y Latinoamérica, la existencia de la Colonia Juvenil
Sumpaceña, esta, como un hálito de esperanza y en la que se relata los resultados del
Segundo Encuentro de esta, en la Vereda Taquecitos, corregimiento de Nazareth, en el año
2015
Tomado de: Fuente propia
147
Vale la pena manifestar que esta edición escrita, hizo una apuesta estética que pasa por la
fotografía de diversos espacios de la región y los rostros de campesinas y campesinos muy
protagonista de cada uno de los contenidos, así mismo, los rostros de niños y niñas, cómo
un hálito de esperanza. El diseño de la presente edición, es bien particular pues además
cuenta con una historiografía que campaña cada uno de los artículos.
Tomado de: Fuente propia
148
REVISTA Cultural Sumapaceña #3
A diferencia del resto de las revistas anteriores, este número está en digital. Esta tal vez de
las tres ediciones identificadas, que mayor contenido tiene en relación a las Zonas de
Reserva Campesina – ZRC y como es una actividad recurrente, la memoria también es
protagonista.
Tomado de: Fuente propia
149
En esta edición, en términos de lo estético, hay una apuesta muy interesante en relación a
mostrar los rostros de campesinos y campesinas, habitantes de la región. Imágenes que
hacen recordar la escasez, en los medios de comunicación de masas, de estos rostros
genuinos de los territorios de nuestro país.
Todas las generaciones están presentes en esta apuesta por la memoria desde las mirada de
cada protagonista en la región, sin duda, estas representan una posibilidad para visibilizar a
quienes son invisibilizados en los medios de comuncación masiva, en los relatos acerca de
nuestra historia, en el discurso de quienes dirigen los destinos del país, en la memoria
colectiva.
Tomado de: Fuente propia Tomado de: Fuente propia
150
La editorial de la presente edición digital de la Revista Cultural Sumapaceña, hace una
llamado a la recuperación de la cultura cono posibilidad de transformación social en el país.
Es decir, la forma en que un país transitye de la guerra a lo que denominan una “cultura de
paz”, máxime cuando el país está intentando construir una paz estable y duradera gracias la
firma de los Acuerdos en la Habana.
La cultura de paz, “aquellas acciones y procesos encaminados a trasnformas valores
(inmersos en el sentido común) y acciones negativas que genereno permitan algún tipo de
violencia, desigualdad o injusticia al interior de nuestra sociedad” (Revista El Fogón N° 3).
Tomado de: Fuente propia
151
El primer trabajo escrito de esta edición, tiene que ver con el eje central de la presente
investigación y es la Zona de Reserva Campesina, esta como un aporte a laconstrucción de
una culura de paz. La imagen que acompaña el artículo, contiene una de las últimas
apuestas gráficas de moviización frente a la lucha por la constitución y reconocimiento de
la ZRC y tiene que ver con el #SomosZRCSumapaz, que además es un apuesta que
trasciende lo escrito, para situarse en las redes sociales.
Adicionalmente, se cuenta parte de los resultados de la Audiencia Pública que se llevó a
caboen el 2018, con el fin de abrir los escenarios de discusión acerca de la necesidad de ña
constitución de la Zona de Reserva Campesina de la región del Sumapaz.
Tomado de: Fuente propia
152
Sumado a la discusión de la ZRC, se exponen los ejes centrales del Plan de Desarrollo de
Reserva Campesina que fue elaborado por las comunidades agrarias y en las que se
plantean los objetivos estratégicos, las estrategias generales y los componentes planteados
en dicha propuesta.
Tomado de: Fuente propia
153
Otro de los espacios de esta edición está dedicado a la Economía Solidaria, que pretende dar
un valor mayor a la condición humana y no en el fortalecimiento del capitalismo.
Tomado de: Fuente propia
154
Otra de las apuestas en esta edición tiene que ver con la visbilización de la JUVENTUD
SUMPACEÑA, que desde el 2013 desarrollan “espacios de incidencia y organización, para
los jóvenes, reivindicando nuestra culura e historia y luchando por la defensa del territorio,
siempre de la mano de las demás organizaciones sociales y comunitarias” (Revista El
Fogón N° 4).
Como se hace evidente, la imagen que acompaña el artículo muestra un grupo de
sumapceños entre niños, niñas y jóvenes con una cámara, lo que evidencia el trabajo
alrededor de la comunicación que se h convertido en parte del trabajo organizativo de la
juventud.
Parte de lo que se recoge del trabajo organizativo de la JUVENTUD SUMAPACEÑA,
como las Escuelas Juveniles Campesinas, la Escuala Juvenil Agrarista del Alto Sumapaz,
los Encuentros Intergeneracionales del Alto Sumapaz, los Encuentros de la Colonia Juvenil
Sumpaceña, el trabajo con los Consejos Estudiantiles del Juan de la Cruz Varela, bien vale
destacar, por el interés del presente trabajo, la Escuela de Comunicación Alternativa y
Popular.
Esta escuela de comunicación se consolidó con el fin de “compartir conocimientos y
herramientas de comunicación, expresiones artísticas y la adquisición de habilidades cómo:
realización de video, de radio, construcción de diferentes piezas periodísticas, expresión
oral, realización de stencil y murales” (Revista El Fogón N° 4)), que va en su tercera
edición.
155
Tomado de: Fuente propia
156
Sumapazlogía, es otro de los contenidos que se trabajan en la región y tiene que ver con una
apuesta de soberanía educativa, como otra acción hacia la construcción de “Cultura de
Paz”. Este apartado, corresponde a la publicación de un artículo de Alfredo Díaz, profesor
que le apuesta a una educación emancipadora para el territorio con Sumapazlogía.
“Definidas las dimensiones de estudio e investigación como primero historiografía de
Sumapaz. Segundo, elementos de identidad cultural de la población sumpaceña, tercera
dimensión del componente geográfico y biofísico del territorio invisible Sumapaz, cuarta
causas, hechos y resoluciones del conflicto por la tierra y el territorio que han marcado la
historia y proyecta el futuro de la población campesina en Sumapaz” (Revista El Fogón N°
4).
Tomado de: Fuente propia
157
Cómo es costumbre la memoria hace presencia en la presente edición de la revista, esta vez
se trata de visibilizar a la comunidad de la vereda Concepción, que por años ha sido
escenario de los procesos sociales de la región. En este apartado se relata el encuentro
llevado a cabo el evento que conmemoró los 114 años del natalicio de Juan de la Cruz
Varela, líder agrario de la región.
Al artículo concluye con la siguiente frase, que en buena medida recoge la intencionalidad
de esta tesis en el sentido de visibilizar a la región del Sumapaz, sus gentes, su cultura, sus
estrategias de lucha agraria. “Algo también quedó claro [en el evento conmemorativo] y es
Tomado de: Fuente propia
158
que si hablamos de una Cultura de Paz, es necesaria la presencia de nuestra historia, el dar
la palabra a quienes la han vivido y recuperar la memoria” (Revista El Fogón N° 4).
El útimo de los contenidos de la revista digital, tiene que ver con la visibilización de la
región del Sumapaz como un “Corredor estratégico de PAZ”. Pues por este han pasado
múltiples conflictos, pero es el espacio de o convergencia de cuatro (4) departamentos y
que además, ha sido, la posibilidad para muchos campesinas y campesinas de continuar sus
labores agrarias pues producto de la guerra salieron de su tierras rumbo a Sumapaz.
Tomado de: Fuente propia
159
Tomado de: Fuente propia
160
LOS MURALES
Otra de las expresiones que el movimiento campesino sumapaceño ha implementado para
la visibilización de sus procesos sociales histórico, su lucha vigente y su cultura, tiene que
ver con la intervención de paredes, los murales o el grafiti.
En este caso, la intervenciones usualmente, ha contado con la participación de invitados
externos o con instituciones del gobierno distrital como la Secretaría Distrital de Cultura y
Turismo.
Esta apuesta además busca transitar por los espacios de la memoria de las expresiones que
dan vida a sus sentires, a sus formas de vida, el arte ha representado a lo largo de los
últimos años, una forma más para comunicar aquello que ratifica su identidad, su apuesta
por la paz y la constitución y reconocimiento de la Zona de Reserva Campesina.
Fuente: FanPage SINTRAPAZ. Mural ubicado en la Vereda San Juan.
161
Este mural corresponde a un trabajo desarrollado por la JUVENTUD SUMPACEÑA, en el
año 2016, y visibiliza la aprehensión que tiene el campesinado sumpaceño por la
preservación del medio ambiente, su fauna y su flora.
Fuente: FanPage JUVENTUD SUMAPACEÑA
162
Otros de los murales que elaboró la JUVENTUD SUMAPACEÑA, hace alusión a las
luchas libradas por hombres y mujeres a lo largo de la historia de la región.
Fuente: FanPage JUVEFuente:
Fuente: FanPage JUVENTUD SUMAPACEÑA
163
REDES SOCIALES
Otro de los espacios que se ha disputado el campesinado sumapaceño, tiene que con la
incursión en las redes sociales como Facebook, medios a través de los cuales circula
información de forma constante, máxime cuando estamos en la época de la inmediatez, la
rapidez y el posicionamiento de la imagen por encima del contenido, resultado del proceso
“cultural” que el neoliberalismo ha configurado en la vida cotidiana de las personas a lo
largo de la orbe.
Las dos organizaciones campesinas de mayor trabajo en el marco de la constitución y
reconocimiento de la región como Zona de Reserva Campesina, SINTRAPAZ y la
JUVENTUD SUMAPACEÑA, ya están dentro del mundo de las redes sociales haciendo
apuestas de tipo participativo, de denuncia y de visibilización de los eventos que
desarrollan e lo largo y ancho de la región. Además, también es la posibilidad de visibilizar
las alianzas y apoyos de tipo nacional e internacional que ha recibido el campesinado
sumapaceño.
Fuente propia.
164
Por ejemplo, una de las campañas más fuerte en redes sociales, en relación a la constitución
y reconocimiento de la Zona de Reserva Campesina en la región, se desarrolló a escala
nacional e internacional con el mensaje ZRC de Sumapaz YA. Se divulgaron mensajes
desde el Valle de Río Cimitarra, desde Londres y Asturias.
Fuente propia.
165
Fuente propia.
166
La importancia de situar parte de sus escenarios de disputa por la identificación y
construcción de otras significaciones con respecto a la identidad nacional, los protagonistas
de la historia pasada y reciente del país, las luchas agrarias en Colombia y la elaboración de
otras memorias diferentes a la oficial, requería de abrir los escenarios de lucha.
En este sentido, el uso que de parte de SINTRAPAZ se le ha dado a las redes, tiene que
entre otras, con la difusión de los eventos que se desarrollan en la región que transitan entre
espacios de tipo cultural e intercambio, o de tipo político o formativo.
Por ejemplo, en la imagen que a continuación se presenta tiene que ver con la invitación
que a través del FanPage1 de SINTRAPAZ, se hacía a la ciudadanía del país para que
participara de la audiencia pública relacionada con la constitución y reconocimiento de la
región como Zona de Reserva Campesina.
Esta audiencia pública fue acompañada por representantes del Partido Comunista Colombia
desde su dirigencia como Jaime Caycedo Turriago, la senadora por la Unión Patriótica,
Aída Avella, y representantes de organizaciones sociales y campesinas que apoyan la
constitución de la ZRC en Sumapaz.
1 Página en Facebook
167
Tomado de: FanPage SINTRAPAZ
168
Otra de las utilidades que se hacen evidentes en el manejo de las redes sociales por parte de
DINTRAPAZ; tiene que ver con sumir este espacio virtual como una plataforma de
denuncia, a través de la cuál de tocan temas de referente nacional o denuncias en relaciones
prácticas de parte del Estado colombiano, como por ejemplo esta que se muestra
continuación, que relata de forma precisa el tipo de hostigamientos que está siendo víctima
la población sumapaceña por parte de miembros del Ejército colombiano.
Tomado de: FanPage SINTRAPAZ
169
Así mismo, el FanPAge del Sindicato de Trabajadores Agrarios de Sumapaz, también se ha
configurado como un espacio para compartir noticias en relación a disposiciones que les
representa afectación. Como por ejemplo, esta noticia publicada el día 18 de enero de 2019.
Tomado de: FanPage SINTRAPAZ
Por su parte, el FanPAge de la JUVENTUD SUMAPACEÑA, se corresponde de forma
muy similiar al manejo del anterior FanPage mostrado, aquí hay un uso más cotidiano de lo
que se conoce como memes, que finalmente también posicionan posturas de tipo político en
relación a la realidad nacional.
170
Tomado de: FanPage
JUVENTUD
SUMAPACEÑA
171
Una de las actividades registrada por la Comisión de Comunicaciones de la Juventud
Sumapaceña, tuvo que ver con la movilización pacífica que se desarrolló en la región como
vías de hecho frente a lo que denominan “decidia y abandono estatal”.
Una de las demandas más urgentes tiene que ver con dar solución al mantenimiento de las
vías; el tema de la salud de los sumpaceños, pues ya no hay ni siquiera ambulancias al
servicio de la comunidad; finalmente, exigen la presencia de la alcaldía del Sumapaz, que
no se encuentra en la región si no en la Bogotá urbana, por lo que no es posible una
interacción directa para la solución de las problemáticas del campesinado.
Tomado de: FanPage JUVENTUD SUMAPACEÑA
172
Tomado de: FanPage JUVENTUD SUMAPACEÑA
173
9. CONCLUSIONES
El movimiento campesino es un actor protagonista en la sociedad contemporánea
que se robustece en sus reivindicaciones a medida que el modelo hegemónico
endurece sus acciones contra la vida digna, la diversidad, la pluralidad y la
democracia, es decir, contra su propia existencia y la de su territorio. Es decir, que
la existencia de los movimientos sociales, campesinos, populares se configuran en
relación a la existencia del modelo que les oprime, les desconoce, les violenta, les
elimina.
La reconfiguración de la lucha agraria por la defensa del territorio y no
exclusivamente por la tenencia o titulación de las tierras, transitó mediado por
procesos de colonización y pugnas entre latifundista y pequeños y medianos
campesinos, terratenientes, multinacionales y el Estado colombiano y los agrarios,
sin duda ha fortalecido y ampliado los escenarios de acción del movimiento, lo que
visibiliza la condición política del campesinado, su papel protagónico en la defensa
de los recursos y la conservación de los mismos, a la vez que se evidencia el escaso
interés de parte de la institucionalidad de resolver por vía de una Reforma Agraria
Integral la raíz del conflicto armado interno: la tierra y el territorio.
La constitución y reconocimiento de la región del Sumapaz la delimitada en el plan
de desarrollo de Zona de Reserva amplía la gestión territorial del campesinado
sumpaceño garantizando con ello la continuidad de la conservación del páramo y
los recursos naturales de la región, que han pervivido a lo largo de los últimos siglos
174
gracias su gestión sobre el territorio, a su arraigo territorial, a su formación política
y militancia en el PCC, la construcción de memoria y del estudio juicioso de su
pasado, su presente y sus acciones futuras.
La defensa por las tierra y el territorio liderado por el campesinado sumapaceño, su
afiliación política al Partido Comunista Colombiano, desde mediados del siglo XX
y su decidida resolución por el derecho a la soberanía y la autodeterminación, le han
costado un sin número de criminalizaciones, ataques, violencias paramilitar y
estatal, que incluso han costado la vida de varios de sus miembros, lo que demuestra
que la política contrainsurgente que empleó Colombia con mayor determinación
después de la Guerra Fría, no ha dejado de materializarse en asesinatos, torturas,
amenazas, militarización de territorios, calumnias, sobre todo por parte de los
medios masivos de comunicación e invisibilización social a partir de imaginarios
construidos para deslegitimar sus acciones, demandas, reivindicaciones y su forma
de vida campesina.
Uno de los escenarios de disputa política que ha emprendido la región del Sumapaz,
tiene que ver con establecer espacios de comunicación que data de tiempos
inmemoriales y que se ha venido cualificando según las necesidades históricas que
se vivan. Cada uno de los procesos comunicativos desarrollados en la región del
Sumapaz, surgen de su agenciamiento en estrecha relación con la realidad política,
social y económica del país y también con su capacidad de relacionamiento y
gestión con la institucionalidad.
175
La comunicación popular, aunque requiere ser analizada con mayor detalle desde el
interior de la organización campesina, como ya se propuso en el marco de la escuela
de comunicaciones a desarrollar, es fin y medio, es agencia e intención, es acción
política y subversora del orden establecido, es pugna frente a la construcción de
sentidos de lo histórico, de lo simbólico, de lo estético, es una zona en permanente
conflicto y tensión, por la visibilización de la forma de vida campesina, del sentido
de sus luchas agrarias, de su arraigo por el territorio, se su decidida convicción por
la vida digna, la soberanía y la autodeterminación.
El trabajo sobre la memoria no responde únicamente al aspecto de lo comunicativo,
sino que está presente en cada uno de los escenarios en los que el movimiento
campesino sumapaceño desarrolla su vida cotidiana. Es claramente perceptible en
los discursos de sus protagonistas, en el análisis de sus productos, de sus apuestas
de sociedad, es la historia reconstruida, el fortalecimiento de los procesos
identitarios, las luchas por otro modelo de desarrollo y otros sentidos.
Todos los procesos sociales y acciones políticas que surgen del movimiento
campesino sumapaceño tiene un eje transversal que se evidencia en los discursos, en
los productos, en los murales, en la Revista Cultural el Fogón, en las redes sociales,
y tiene que ver con la memoria, de una elección concienzuda por la apropiación,
reconfiguración y compresión de su pasado, para la redefinición de acciones
presentes y futuras, para la reafirmación de su identidad cultural y política.
176
La apuesta comunicativa popular del movimiento campesino sumapaceño es una
apuesta desde el discurso en el que la autenticidad de los lenguajes ancestrales, las
tradiciones, la agricultura orgánica, la cocina de la región, los relatos de vida de los
y las protagonistas del movimiento son protagonistas del acto comunicativo, lo que
en parte, evidencia la disputa contrahegemónica a los discursos oficiales, a la
cultura de masas, a la interpretación homogenizada, occidental y oficial que los
desconoce o que los maltrata, a la memoria que los quiere condenar al olvido.
El desarrollo de esta investigación exploratoria, transcurrió en medio de lo que se
dio en llamar “pos-acuerdo” una etapa ulterior que pondría a prueba la capacidad
estatal por cumplir los acuerdos de la Habana, firmados en noviembre de 2016 en
Bogotá, y además, la voluntad de la ex - insurgencia de las FARC de dar valor a su
palabra y cumplir la parte de los acuerdos que les atañen netamente. Contraria a la
versión de quienes desde hace años se oponen al fin del conflicto interno de forma
dialogada, ha sido el Estado colombiano quien no ha cumplido los acuerdos, ni el
que salió de Juan Manuel Santos ni el entrante del presidente Iván Duque. El
presente gobierno, de forma evidente y clara, ha buscado deslegitimar los acuerdos
para no verse obligado a incumplirlos, los asesinatos a líderes sociales de ha
incrementado de forma acelerada, han atacado a la JEP, en fin, comunidades como
la sumapaceña conocen con absoluta claridad lo que ello implica, es necesario
rodear al movimiento agrario del Sumapaz y del resto del país ante el inminente
aumento de las violencias a la oposición en el país.
177
10. APORTES AL CAMPO COMUNICACIÓN-EDUCACIÓN EN LA LÍNEA
DE CULTURA POLÍTICA
La presente investigación de tipo exploratorio - descriptivo, se constituye como
aporte al campo Comunicación-Educación en la medida en que pone de forma
manifiesta la necesidad de politización del mismo, de la urgencia ética, investigativa
y transformadora, de acompañar los procesos sociales que se gestan al interior de las
comunidades campesinas y en general de cada uno de los movimientos sociales en
el país y el resto de la América Latina.
Así mimo, es una terquedad mundana continuar favoreciendo casi que
exclusivamente, una mirada netamente académica a las realidades sociales del país,
el continente y el mundo, pues esa, positiva posición, no ofrece ningún aporte
concreto a la transformación de las realidades de injusticia social, de desigualdad
social, de ecocidio y de deshumanización.
No se trata de continuar con la categorización académica, estática por demás, de
toda realidad a la que nos acercamos con una mirada científica, se trata de un
involucramiento consciente con toda acción política que busque la transformación
social con justicia social. Se trata de poner en cuestión de la relación dialéctica entre
teoría y praxis.
El campo Comunicación-Educación es un escenario de confluencias, de tensiones y
apuestas por otros sentidos, si bien ha puesto en cuestionamiento la relación entre lo
178
educativo, lo pedagógico, lo informativo, lo comunicativo y lo comunitario, es
necesario ampliar la mirada crítica sacando del aula la construcción de sujetos
políticos para ampliar el margen de acción política de las comunidades, la
visibilización de los procesos sociales desde los movimientos que se disputan los
horizontes de lo local, lo popular y lo comunicativo.
Esta disputa, que como resultado de la crisis de los medios de comunicación de
masas, su pérdida de legitimidad, veracidad y cuestionada rigurosidad investigativa,
son la configuración de espacios para la consolidación de la comunicación popular,
que como resultado de las exigencias de un cambio de modelo que supere al actual
modelo neoliberal capitalista, responda a las necesidades, los derechos y las
demandas y reivindicaciones de las comunidades.
Es por ello que resulta insoslayable que el campo Comunicación-Educación se
decida a apoyar los procesos comunicativos populares desde su creación como idea,
su diseño, hasta su difusión, con ello aportar a la ruptura de la mirada
instrumentalizadora de la información y la comunicación al servicio de interés
económicos trasnacionales, que desconocen en amplia medida, la pluralidad, la
diversidad y la identidad de las comunidades latinoamericanas.
En este mismo sentido, el campo requiere a través de las academias, la vinculación
con los procesos sociales del movimiento campesino, los procesos de educación
primaria y secundaria, los colectivos emergentes de jóvenes, mujeres, comunidad
179
LGBTI, de trabajadores, estudiantes, ecologistas, animalistas, en fin, que a través
del intercambio de saberes, experiencias y apuestas políticas, se gesten acciones de
tipo colectivo, pues de lo que se trata es de agenciar la trasformación social a través
de eso nuevos horizontes de sentido que se trazan las comunidades.
Esta investigación también es una excusa para abrir los intereses investigativos
desde el campo, por conocer los procesos comunicativos que se gestan al interior
del movimiento campesino sumpaceño, por tanto populares, para ampliar el
espectro interpretativo y crítico y con ello, aportar al fortalecimiento de los procesos
políticos desde lo comunicativo y lo educativo hacia dentro y hacia fuera de la
comunidad y con ello, además, ampliar las posibilidades de consciencia social, ética
y política de la sociedad colombiana.
Para concluir, para la región del Sumapaz, el movimiento campesino, como para el
campo académico, este trabajo es un primer intento por decantar desde el interior de
una comunidad latinoamericana, los procesos comunicativos que se derivan de sus
luchas por la visibilización, por la identidad, por el derecho a ser y existir por fuera
del modelo hegemónico, que bajo la fase neoliberal, busca imponer unas formas de
vida y de interpretación del mundo que no se corresponde con las realidades de las
comunidades en Latinoamérica.
180
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12. ANEXOS
Estos deben ir numerados y corresponder al llamado que se hace en el cuerpo del
trabajo.