Lunes, 19 De Octubre De 2009 es solo La paz es tan...

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Una selección semanal ofrecida por Copyright © 2009 The New York Times LUNES, 19 DE OCTUBRE DE 2009 VENTANA A medida que se les va encogien- do el hábitat de hielo marino, estas criaturas se ven obligadas a estar cada vez más apretadas, lo que eleva la adrenalina y la ansiedad a niveles peli- grosos. El mes pasado, The Times informó que en una co- lonia cerca de Icy Cape, Alas- ka, los ánimos se caldearon y 131 morsas fue- ron aplastadas en una estampida llena de pánico. Las morsas no son las únicas que reaccionan exageradamente al estrés. En las aguas primor- diales, en un ecosistema que se derrite o en un mercado de trabajo que colapsa, los animales están estructurados como para luchar o huir cuando las sustancias quí- micas del cerebro y las hormonas pierden eficiencia debido a amena- zas reales o imaginarias. Por desgracia, los humanos tenemos el talento de exagerar las imaginarias. Igual que las ratas de laboratorio apiladas en jaulas repletas, los humanos ansiosos co- rren el riesgo de desarrollar patro- nes de pensamiento compulsivos y dolencias físicas. Algunos de esos patrones compulsivos persisten durante el sueño. Con la desaceleración de la economía, los dentistas estadouni- denses están notando un aumento simultáneo del rechinamiento dentario, una actividad muscular subconsciente relacionada con el estrés. La mayoría de los afec- tados no son conscientes del pro- blema, hasta que se les rompe un diente, informó The Times. Una vez más, la culpa la tienen tanto nuestros ancestros primor- diales como nuestro sistema finan- ciero moderno. “El estrés, ya sea real o aparen- te, hace que se liberen en el cuerpo las hormonas que regulan la lucha o huida”, dijo al Times el Matthew Messina, dentista de Cleveland. “Esas hormonas del estrés libe- radas movilizan energía, causan actividad isométrica, que es movi- miento muscular, porque esa ener- gía acumulada tiene que liberarse de alguna manera”. Recesión o no, según la revista del Times, es posible que, entre los que rechinan los dientes, algunos estén “conectados a la inquietud” desde el nacimiento. Jerome Ka- gan, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, estudia los rasgos de personalidad de un grupo de individuos desde el año 1989, cuando todos eran bebés. Relájese, es solo estrés V cienciA Y tecnologíA A luz obra perdida de Da Vinci. inteligenciA: ¿Qu ién debería ser el presidente de la U e?. Página iii. WAsHINgToN D EsDE EL TECHo de una casa de adobe que dominaba la llanura somalí, las explosiones blancas a la distancia, el resplandor rojizo del fuego de artillería y el ocasional estruendo que resonaba en el valle anunciaron el comienzo de la guerra de Estados Unidos en Afganistán. En lo relativo a las municiones, sin embargo, esa fría noche de octubre fue muy oscura. se nos advirtió que no usáramos linternas ni prendiéramos ci- garrillos, que ni siquiera permitiéramos que se viera el brillo de nuestros teléfonos satelitales para no atraer el fuego talibán. La única otra luz a la vista procedía de los faros de una larga serie de vehículos que atravesaban el valle, alejando a los civiles del bombardeo. Eso fue hace ocho años, y esa noche, mientras observábamos la fuerza del país más poderoso del mundo abatirse sobre el primitivo ejército de soldados vestidos con harapos y sandalias, nunca se nos ocurrió que, tantos años después, Estados Unidos seguirían tratando de encontrar la forma de ganar, ni si podría hacerlo. El viaje de la aldea de Topdara hasta la Casa Blanca es un relato ejemplar sobre los límites del poder y la ima- ginación. Eso quedó planteado en el país en términos descarnados cuando el presiden- te obama ganó el Nobel de la Paz apenas horas antes de reunirse con sus asesores en la sala de situación para analizar la intensificación de una guerra que aún no se ganó. Las lecciones de los últimos ocho años sugieren que, no importa qué deci- sión tome obama ni lo que piense el comité del Nobel en oslo, obama muy bien puede Un periodista recuerda el momento en que la victoria estuvo al alcance de la mano en Afganistán. Parece haber pasado hace mucho tiempo. PETER BAKER enSAYo La paz es tan fugaz... TYLER HICKS/GETTY IMAGES El presidente Obama sigue esforzándose por resolver temas que bullían bajo la superficie cuando un soldado de la Alianza del Norte celebraba la derrota de los talibanes en Kabul, en 2001. Sigue en la página II VI ARte Y eStilo ¿Son auténticos los objetos de Kahlo? Sigue en la página III IV DineRo Y negocioS Unos lucran al hundirse otros.

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Una selección semanal ofrecida porCopyright © 2009 The New York TimesLunes, 19 De Octubre De 2009

VENTANA

A medida que se les va encogien-do el hábitat de hielo marino, estas criaturas se ven obligadas a estar cada vez más apretadas, lo que eleva la adrenalina y la ansiedad

a niveles peli-grosos. El mes pasado, The Times informó que en una co-lonia cerca de Icy Cape, Alas-ka, los ánimos se caldearon y 131 morsas fue-

ron aplastadas en una estampida llena de pánico.

Las morsas no son las únicas que reaccionan exageradamente al estrés. En las aguas primor-diales, en un ecosistema que se derrite o en un mercado de trabajo que colapsa, los animales están estructurados como para luchar o huir cuando las sustancias quí-micas del cerebro y las hormonas pierden eficiencia debido a amena-zas reales o imaginarias.

Por desgracia, los humanos tenemos el talento de exagerar las imaginarias. Igual que las ratas de laboratorio apiladas en jaulas repletas, los humanos ansiosos co-rren el riesgo de desarrollar patro-nes de pensamiento compulsivos y dolencias físicas.

Algunos de esos patrones compulsivos persisten durante el sueño. Con la desaceleración de la economía, los dentistas estadouni-denses están notando un aumento simultáneo del rechinamiento dentario, una actividad muscular subconsciente relacionada con el estrés. La mayoría de los afec-tados no son conscientes del pro-blema, hasta que se les rompe un diente, informó The Times.

Una vez más, la culpa la tienen tanto nuestros ancestros primor-diales como nuestro sistema finan-ciero moderno.

“El estrés, ya sea real o aparen-te, hace que se liberen en el cuerpo las hormonas que regulan la lucha o huida”, dijo al Times el Matthew Messina, dentista de Cleveland. “Esas hormonas del estrés libe-radas movilizan energía, causan actividad isométrica, que es movi-miento muscular, porque esa ener-gía acumulada tiene que liberarse de alguna manera”.

Recesión o no, según la revista del Times, es posible que, entre los que rechinan los dientes, algunos estén “conectados a la inquietud” desde el nacimiento. Jerome Ka-gan, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, estudia los rasgos de personalidad de un grupo de individuos desde el año 1989, cuando todos eran bebés.

relájese,es soloestrés

VcienciA Y tecnologíA

A luz obra perdida de Da Vinci.

inteligenciA: ¿Quién debería ser el presidente de la Ue?. Página iii.

WAsHINgToN

DEsDE EL TECHo de una casa de adobe que dominaba la llanura somalí, las explosiones blancas a

la distancia, el resplandor rojizo del fuego de artillería y el ocasional estruendo que resonaba en el valle anunciaron el comienzo de la guerra de Estados Unidos en Afganistán.

En lo relativo a las municiones, sin embargo, esa fría noche de octubre fue muy oscura. se nos advirtió que no usáramos linternas ni prendiéramos ci-garrillos, que ni siquiera permitiéramos que se viera el brillo de nuestros teléfonos satelitales para no atraer el fuego talibán. La única otra luz a la vista procedía de los faros de una larga serie de vehículos que atravesaban el valle, alejando a los civiles del bombardeo.

Eso fue hace ocho años, y esa noche, mientras observábamos la fuerza del país

más poderoso del mundo abatirse sobre el primitivo ejército de soldados vestidos con harapos y sandalias, nunca se nos ocurrió que, tantos años después, Estados Unidos seguirían tratando de encontrar la

forma de ganar, ni si podría hacerlo. El viaje de la aldea de Topdara hasta la Casa Blanca es un relato ejemplar sobre los límites del poder y la ima-ginación.

Eso quedó planteado en el país en términos descarnados cuando el presiden-te obama ganó el Nobel de la Paz apenas horas antes de reunirse con sus asesores en la sala de situación para analizar la intensificación de una guerra que aún no se ganó. Las lecciones de los últimos ocho años sugieren que, no importa qué deci-sión tome obama ni lo que piense el comité del Nobel en oslo, obama muy bien puede

Un periodista

recuerda el

momento en que

la victoria estuvo

al alcance de

la mano en

Afganistán.

Parece haber

pasado hace

mucho tiempo.

peter bakerenSAYo

La paz es tan fugaz...

Tyler Hicks/GeTTy imaGes

el presidente Obama sigue esforzándose por resolver temas que bullían bajo la superficie cuando un soldado de la alianza del Norte celebraba la derrota de los talibanes en kabul, en 2001.

Sigue en la página II

VIARte Y eStilo

¿Son auténticos los objetos de Kahlo?

Sigue en la página III

IVDineRo Y negocioS

Unos lucran al hundirse otros.

The New York Times se publica semaNalmeNTe eN los siguieNTes diarios: sÜddeuTsche zeiTuNg, alemaNia ● claríN, argeNTiNa ● der sTaNdard, ausTria ● la razóN, bolivia ● folha, brasil la seguNda, chile ● el especTador, colombia ● delo, esloveNia ● el país, españa The korea Times, esTados uNidos ● NovoYe russkoYe slovo, esTados uNidos ● maNila bulleTiN, filipiNas le moNde, fraNcia ● 24 saaTi, georgia ● elefTheroTYpia, grecia ● preNsa libre, guaTemala ● The asiaN age, iNdia ● la repubblica, iTalia ● asahi shimbuN, japóN ● el NorTe, mural Y reforma, méxico

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e l m u N d o

ii Lunes, 19 De Octubre De 2009

terminar su gestión pasados cua-tro u ocho años sin que haya paz en Afganistán.

Cubrir la guerra desde sus co-mienzos en Afganistán hasta esta coyuntura crítica en Washington supone tratar de reconciliar un caos de imágenes e impresiones, ninguna de las cuales proporciona las respuestas fáciles que Obama quiere encontrar. Después de todo, el presidente entró en funciones en busca de una estrategia, elaboró una y luego, seis meses después, decidió descartarla y buscar otra. Parece estar tomando ideas que se propusieron año tras año con un éxito limitado. Si fuera simple, por supuesto, ya alguien habría logra-do hacerlo.

Tal vez eso debería haber sido evidente desde el primer momen-to, y en ciertos sentidos lo fue. Para quienes estábamos en Moscú cuando se produjeron los atenta-dos del 11 de septiembre de 2001, el clishé sobre el ingobernable e inconquistable cementerio de los imperios no era una abstracción teórica sino la historia real de una

generación de rusos que enveje-cían. De todos modos, salimos de Moscú y otros puntos del globo rumbo al inclemente Afganistán para ver si las cosas podían hacer-se de otra manera.

Un viejo helicóptero soviético que piloteaban rebeldes afganos trasladó a un grupo de nosotros desde Dushanbe, Tayikistán, sobre la majestuosa Hindu Kush, hasta el corazón del Valle de Pan-jshir, el bastión de la Alianza del Norte que combatía al gobierno talibán de Kabul.

Ya había periodistas europeos en el lugar, pero pasarían unos días antes de que aparecieran otros estadounidenses y más hasta la llegada de la CIA, si bien nunca vimos a sus miembros. Para los no iniciados, se trataba de una escena bíblica, una meseta polvo-rienta con gente curtida que vivía sin electricidad, agua corriente ni muebles.

Los siguientes ocho meses en Afganistán y Pakistán propor-cionarían todo tipo de indicios respecto de la situación imposible en la que acababan de aterrizar los Estados Unidos. Si bien la gue-

rra estadounidense comenzó la noche del 7 de octubre de 2001 con el bombardeo al norte de Kabul, a esa altura los afganos ya se encon-traban en guerra de forma más o menos constante desde hacía más de veinte años. Uno de los primeros días en el Valle de Panjshir, algunos afganos nos llevaron a conocer a un comandante de la Alianza del Norte

en el frente. Su base era una serie de construcciones de adobe con un pozo y un par de morteros de 81 milímetros rodeados de proyectiles usados. “¿Quieren escuchar a los talibanes?”, nos preguntó.

Tomó un aparato de radio conec-tado mediante un cable a una ba-tería de auto japonesa y cambió de frecuencia apenas un día después de lanzar proyectiles contra el otro

bando.“¿Todos tus amigos están bien?”,

preguntó el comandante rebelde por radio.

“Sí, todos mis amigos están bien”, contestó el combatiente tali-bán del otro lado.

Hablaron unos minutos antes de cortar la comunicación. “Era mi amigo”, explicó el comandante re-belde. “Pero ahora es mi enemigo.”

La idea de líneas claras y defini-ciones precisas no sirve en Afga-nistán.

La rapidez con que se desalojó a los talibanes del poder en Kabul ocultó lo difícil que sería expulsar-los de Afganistán. Al Qaeda era una organización extranjera, pero los talibanes, por más crueles y despóticos que pudieran ser, for-maban parte de la cultura. Cuando nos veíamos acosados por las gra-nadas que lanzaban los militantes o por los bombardeos nocturnos, las presunciones geopolíticas de las capitales occidentales parecían algo muy lejano.

Estados Unidos trató de conse-guir algo en lo que habían fracasa-do los británicos y los soviéticos, y lo hicieron mediante un tipo de

guerra diferente, con pocas tropas estadounidenses en el lugar y brin-dando sobre todo apoyo aéreo a la Alianza del Norte. En Afganistán había tan pocos soldados estado-unidenses, que no vimos ninguno en los primeros seis meses que pasamos en el país. La atención se desplazó luego a Irak, pero mien-tras tanto aumentó la cantidad de tropas y bases.

Al Qaeda desapareció en su ma-yor parte, pero los talibanes y las distintas milicias que llamamos talibanas persisten. Las pregun-tas que escuchamos plantear ahora en la Sala de Situación no di-fieren mucho de las que hacíamos hace ocho años: ¿Cuáles son los in-tereses estadounidenses en Afga-nistán? ¿Cómo pueden conseguir-se? ¿Quiénes son nuestros amigos y quiénes nuestros enemigos, y cómo podemos diferenciarlos entre sí? ¿Y cuáles son las conse-cuencias de la derrota? Tal vez la más importante de las preguntas sea: Mientras la medalla del Nobel lo observa en la Casa Blanca en el transcurso de los próximos tres o tal vez siete años, ¿el hombre al que se proclamó pacificador ter-minará por entender qué significa la paz en una tierra que carece de ella? ¿Se ganará el premio que ya recibió?

Ahora que está reevaluando como luchar en Afganistán, el pre-sidente Obama debería tener en cuenta lo siguiente: en tiempos de guerra, el pueblo ha sostenido un

reloj de arena fren-te a cada uno de los últimos presidentes para que pudiera medir su paciencia. Existe una sola manera segura de

impedir que la arena se acabe: obtener la victoria, o por lo menos demostrar que se están haciendo progresos.

“La opinión pública ha sido siem-pre una preocupación en todas las guerras de Estados Unidos, más allá de que estas fueran conside-radas largas o cortas, o nobles o innobles”, dijo Peter D. Feaver, profesor de ciencia política en la Universidad Duke en Durham, Ca-rolina del Norte, que trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional en tiempos del presidente George W. Bush. “Siempre está en juego”.

Hay momentos en que la opinión pública puede iniciar guerras y dictar su evolución. En otros mo-mentos, las guerras son impuestas a un país. Pero una vez emprendi-das, el hambre de progreso en la batalla debe ser satisfecha.

En el primer año de participa-ción estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña y Estados Unidos no se ponían de acuerdo en cuanto a dónde atacar primero. Winston Churchill y sus asesores militares discutían con los oficiales estadounidenses que querían invadir Francia en 1943, diciendo que todavía era demasia-do arriesgado; preferían atacar en el Mediterráneo. El presidente Franklin D. Roosevelt cedió, pero

sintió que era necesaria una ofen-siva contra Alemania. De manera que juntos, él y los británicos pu-sieron en marcha los desembarcos en África del Norte en noviembre de 1942. Después de un año de pérdidas desalentadoras en el Pacífico, los desembarcos le dieron a Roosevelt la posibilidad de decir que se había emprendido la lucha contra el Eje. Los estadounidenses pudieron solidarizarse –y lo hicie-ron– con esa noticia y, asimismo, con la noticia de las victorias en otros lugares que pronto se produ-cirían.

A comienzos de esta década, la misma impaciencia por alguna acción y un deseo de ver a las tro-pas estadounidenses en el terreno fueron tangibles en las semanas posteriores a los ataques en Nueva York y Washington el 11 de sep-tiembre de 2001. Siguió luego la ve-loz y muy bien recibida participa-ción de los estadounidenses junto a los rebeldes de la Alianza del Norte contra los talibanes en Afganistán, y esas fuerzas expulsaron rápida-mente a los talibanes de Kabul.

Pero no hubo una victoria deci-siva contra Osama bin Laden o sus lugartenientes. De ahí que, a la lar-ga, la falta de blancos fáciles y de victorias llamativas en Afganistán se convirtiera en un problema que fermentó y ahora debe ser afron-tado por un nuevo presidente, del mismo modo que Vietnam estaba fermentando cuando Lyndon Jo-hnson se lo pasó a Richard Nixon.

Sin una victoria temprana, no to-do está perdido, por supuesto; pero a la opinión pública hay que saber tratarla. Churchill es un ejemplo de un líder que superó una profun-da impopularidad y tuvo que lu-char por su supervivencia política.

Eliot Elisofon/timE & lifE PicturEs — GEtty imaGEs; abajo, bErt Hardy/GEtty imaGEs

tras ocho años de guerra, la paz real es tan fugaz

Defenderse no basta en una guerra, sino ganar

Viene de la página I

En Afganistán no hay líneas claras.

Graham bowleyeNsaYo

En noviembre de 1942, franklin d. roosevelt puso norteamericanos en la ofensiva en el norte de África, izquierda. En 1950, arriba, Harry truman hizo lo mismo en inchon, corea del sur.

Lo que lo salvó una y otra vez fue su don para comunicarse con su pueblo. Los británicos se unieron a él, en un primer momento, después de Dunquerque y durante la Bata-lla de Inglaterra, pero luego debió enfrentar los desastres en Grecia, Singapur y otros lugares hasta que Estados Unidos entró en la guerra, así como las mociones “de censu-ra” de la Cámara de los Comunes.

“Al igual que el presidente Oba-ma, se apoyaba en su oratoria”, dijo Andrew Roberts, historiador británico, autor de Masters and

Commanders. “Todos escuchaban sus emisiones a las 21 en la BBC. Su discurso del 11/9/1941 fue una hazaña absoluta”.

Pero a la larga, lo que contó fue el avance en el campo de batalla. Desde el punto de vista británico, según Roberts, solo cuando los so-viéticos empezaron a repeler a los invasores alemanes, los británicos pudieron ver un camino razonable hacia la victoria –bombardeando ciudades alemanas, eludiendo a la Luftwaffe y cubriendo el avance de Rusia, dijo.

Esto coincide con los hallazgos de Feaver y Christopher Gelpi, que estudiaron los efectos de la guerra en la opinión pública. Su conclu-sión es que si bien el aumento de los costos financieros y de las víc-timas socava el ánimo, la ausencia de un avance claro es lo que en rea-lidad disminuye el apoyo –y una victoria clara lo levanta.

De todos modos, una guerra pro-longada puede, en algunos casos, continuar todavía después de que el ánimo popular se ensombrece, si se la considera inevitable.

e l m u n d o

Lunes, 19 De Octubre De 2009 III

Una integrante del grupo, co-nocida como Baby 19, atrajo su atención desde el comienzo. Era inquieta y temerosa y se mostra-ba confundida ante cambios de cualquier tipo, ya fueran sonidos, paisajes o personas nuevas. Co-mo muchos otros bebés excesiva-mente reactivos que Kagan estu-

dió, Baby 19 creció y se convirtió en una muchacha impresionable con un trastorno de ansiedad social y una idea constante de fatalidad inminente.

Las tomografías del cerebro de estas personas revelan una hiperactividad de la amígdala, el centro del cerebro relacionado, como era de sospechar, con las respuestas primitivas de lucha o huida.

La buena noticia es que pode-mos revertir esos patrones com-

pulsivos de manera persistente.A diferencia de las infortuna-

das morsas estresadas de Icy Cape, algunos de los sujetos ex-cesivamente reactivos del doctor Kagan recurrieron a una terapia cognitiva que reorientó sus patro-nes de pensamiento alejándolos de la opresión constante del miedo y la ansiedad. “Las luchas internas me tironearon durante años hasta que pude relajarme y calmarme”, escribió uno a la sa-bia edad de 13 años.

WASHINGTON — ¿El presiden-te Obama tiene problemas con los cómicos nocturnos?

Es probable que no se haya dado cuenta o que no le importe.

Después de todo, está inmerso en su tan mentado “plato lleno” de presuntos “momentos defini-torios” de su pre-sidencia: una deci-

sión definitoria sobre Afganistán, una batalla legislativa definitoria sobre el sistema de salud, y varias cosas definitorias más.

Sin embargo, tal vez haya un conjunto más sutil de episodios “definitorios” que se le presentan a Obama en las salas de las come-dias televisivas, que antes eran en su mayor parte relativamente amables con él. Los chistes sobre Obama se endurecen. Ya no se limitan a bromas gentiles sobre el perro Bo, las orejas grandes, sus malas condiciones para el boliche y las cumbres de cerveza.

Un episodio conspicuo (si no “de-finitorio”) ocurrió el 3 de octubre en el programa Saturday Night Live, en una sátira ambientada en el Despacho Oval. El presidente (que interpretaba Fred Armisen) defendía su gestión ante críticos que lo habían acusado de convertir Estados Unidos “en algo parecido a la Unión Soviética o la Alemania nazi.” No tanto, protestaba el man-datario.

“Si se analiza mi gestión, queda muy claro lo que hice hasta ahora”, dijo, “o sea, nada”.

El guión continuaba mostrando a Obama/Armisen chequeando la lista de cosas que había prometido hacer: cerrar la cárcel de Guantá-namo, reorganizar el sistema de salud. Todas estaban marcadas como no cumplidas.

Desde un comienzo se elogió a Obama por considerársele alguien que “tiene buena recepción noctur-na”, cuyo humor irónico y modesto se adapta bien a la sensibilidad del género.

Fue el primer presidente en ejer-cicio que apareció como invitado de Jay Leno y David Letterman, los conductores del programa te-levisivo nocturno más popular de Estados Unidos.

“No se puede ignorar su influen-cia”, dice Dan Pfeiffer, vicedirec-tor de comunicaciones de la Casa Blanca. “Suelen ser importantes indicadores de tendencias”.

Pero los indicadores recientes podrían resultar sombríos.

Hay una proliferación de chistes que alimentan “o se alimentan de” un viejo relato resucitado contra el presidente que se remonta a la

campaña del año pasado, cuando tanto John McCain como Hillary Clinton trataban de pintar a Oba-ma como un orador atractivo pero un mal ejecutor.

Hace poco, el cómico Jon Stewart anticipó el tema de Satur-day Night Live del “no hacer nada” en su noticiero satírico nocturno The Daily Show.

Comenzó como una habitual yuxtaposición de videoclip de Stewart en la que Obama (y sus-titutos) prometía poner fin a la política militar de expulsar a gais y lesbianas. Continuó con clips de los meses siguientes del secreta-rio de Defensa, Robert Gates, y el asesor nacional de seguridad, Jim Jones, diciendo que todavía no habían abordado la reversión de la política y citando el “plato lleno” de Obama.

Acto seguido, Stewart, exaspe-rado con un hombre al que había apoyado, levantó las manos y le imploró al presidente que hiciera algo. “¿Y todo eso que pusiste en tu plato?”, dijo Stewart. “Es hora de comer, hermano. Así es como se vacía el plato”.

Luego de una carcajada y del aplauso del público, Stewart le re-cordó a Obama: “Usted es el presi-dente de los Estados Unidos”. Sonó como algo entre un llamado a la acción liberal y un grito de ayuda.

Jeff Nussbaum, que escribe chistes y discursos demócratas, no coincide en que la comedia nocturna sea un importante indi-cador del espíritu cultural actual. “Para usar un término económico, es más bien un indicador retros-pectivo”, dice, y “para bien o para mal, los cómicos ahora tienen más material”.

La mayoría de los chistes que los programas nocturnos hacen sobre el presidente estadounidense, no son personales.

“Los chistes siguen siendo en su mayor parte sobre cosas como la forma en que los medios se concen-tran en Obama o lo que la oposición dice de él”, dice Bob Lichter, del Centro de Medios y Asuntos Pú-blicos de la Universidad George Mason en Virginia, que analiza los temas del humor de los programas nocturnos desde 1988.

Lichter opina que es prematuro decir si la sátira de Saturday Night Live es un “presagio o algo margi-nal” en la forma en que los cómicos tratarán al presidente Obama.

En todo caso, proporcionó una articulación cómica de un mensaje que tiene posibilidades devasta-doras: “El peligro es que se vaya a definir a Obama en términos de inacción y de no estar a la altura de las expectativas”, agrega.

Jason DeCrow/assoCiateD Press

Mark Leibovich

enSAYo

Ahora, el blanco de los chistes es Obama

Viene de la página I

relájese, es solo estrés

Para comentarios, escriba a [email protected].

Las bromas sobre el presidente obama se han ido endureciendo. obama visitó el noticiero satírico de Jon stewart en 2007.

Nueva York La Unión Europea ha caído en

un desánimo prolongado. Las potencias que la impulsaron, Francia y Alemania, en cuya re-conciliación se basaba la idea de Europa, han perdido interés por el proyecto al que dieron vida. El sueño inicial de crear un “Estados Unidos de Europa” ha dado paso a una extraña agrupación de 27 paí-ses con nociones diferentes de lo que debería ser la UE.

No digo esto para menospreciar los logros europeos. Desterrar la guerra del continente y crear una moneda común, el euro, no son hazañas baladíes. La Unión es un portento económico aunque siga siendo un pigmeo político. Sus tribulaciones son consecuencia del éxito: la unificación de Europa tras el fin de la Guerra Fría reunió a potencias difusas con priorida-des divergentes en un bloque difí-cil de manejar.

Aun así, ¡basta ya! “Una unión cada vez más estrecha” era el objetivo declarado de los padres fundadores de la UE; desde hace años, esa búsqueda se ha parali-zado. Ahora, con la aprobación irlandesa del Tratado de Lisboa, la Unión tiene a su alcance los me-dios para asumir un papel político más destacado mediante la elec-ción de un presidente fuerte.

Sugiero que, antes de tomar su decisión, la UE se fije en Estados Unidos. Por suerte, ni Millard Fill-more ni Warren Harding fueron el primer presidente estadouniden-se. Por el contrario, ese papel le correspondió a George Washing-ton, y el resto es historia.

Naturalmente, la UE no es una nación nueva que emerge de una guerra de independencia para sumarse a un mundo sumido en el caos. Está en paz y sus institucio-nes esenciales están a salvo. Pero el lugar que ocupe en la escena mundial se definirá en gran medi-da por el carácter y el peso de su primer dirigente.

Pues bien, siento gran respeto por Herman Van Rompuy y Jean-Claude Juncker, y en principio no tengo nada en contra de países pequeños como su Bélgica y su Luxemburgo natales. Pero si la UE, en nombre de un compromi-so mal encaminado, elige como primer presidente a un personaje poco conocido, estará tomando la senda de Fillmore-Harding hacia el ridículo.

He estado examinando a los po-sibles candidatos para el puesto —el presidente tendrá un manda-to de dos años y medio— y la única opción creíble parece la de Tony

Blair, un político que, a su manera, tiene el mismo talento (y defec-tos) que Bill Clinton. La elección de Blair sería una declaración de intenciones serias.

Y eso es algo necesario. En los próximos años hará falta un fuerte liderazgo estratégico para determinar el papel europeo en Afganistán; la relación de Europa con Rusia y una China en auge; la participación de Europa en la reforma de instituciones como Naciones Unidas, el naciente G-20 y la OTAN; la contribución de Eu-ropa a los esfuerzos de no prolife-ración nuclear; y la voz de Europa en el cambio climático y la recupe-ración económica. Europa no es sólo un bloque comercial, sino que es un ejemplo del poder de la de-mocracia liberal, que ha inspirado a vecinos y agrupaciones como el Mercosur latinoamericano. Un lí-der debe proyectar este mensaje.

En el plano interno, el liderazgo de Blair garantizaría que Reino Unido siga firmemente involucra-do en la UE, aunque el euroescép-tico David Cameron se convierta en primer ministro. También ayudaría a forjar acuerdos entre los países ex comunistas de Cen-

troeuropa, a los que les preocupa una Europa federal, y los miem-bros más antiguos, que no alber-gan esos escrúpulos.

La oposición a Blair se centra en su apoyo a la guerra de Irak. Fue una guerra mal gestionada e ilegítima; pero si Blair hubiera abandonado a Estados Unidos, po-co quedaría de la alianza transat-lántica que es la roca militar sobre la que se construyó la UE. Más im-portante que la retrospección aho-ra es garantizar una Europa con un liderazgo lo suficientemente fuerte como para darle un rumbo al continente.

Otro hombre que ha pensado profundamente en Europa es el ex ministro alemán de Asuntos Exteriores Joschka Fischer, que, al igual que el primer ministro francés François Fillon y el minis-tro de Exteriores sueco Carl Bil-dt, constituye una opción viable como nuevo ministro de Asuntos Exteriores para flanquear al pre-sidente.

Lo último que la Unión necesita es un “¿Quién?” como respuesta a sus opciones. Sólo hay una posibi-lidad de dar una primera impre-sión.

IntelIgencIA/roger cohen

una voz para europa

Pueden enviar sus comentarios a [email protected].

thierry roge/reuters

tony Blair goza del poder estelar necesario para liderar a la todavía fraccionada ue.

d i n e r o y n e g o c i o s

iV Lunes, 19 De Octubre De 2009

POR JULIE CRESWELL

Durante la mayor parte de los 133 años transcurridos desde su fundación en una pequeña ciudad de Wisconsin, Simmons Bedding Company disfrutó de una historia ilustre.

Presidentes han dormido sobre sus colchones a bordo de los avio-nes Air Force One, en sus anuncios han aparecido Henry Ford y H. G. Wells, y la misma Eleanor Roose-velt exaltó las virtudes del colchón Simmons Beautyrest.

Su historia reciente también ha sido digna de mención, pero por un motivo diferente.

Simmons dice que muy pronto se declarará en bancarrota, como par-te de un acuerdo al que llegaron sus propietarios actuales para vender la compañía (la séptima ocasión en que ha sido vendida en poco más de dos décadas) tras haber sido propie-dad, durante breves periodos, de un desfile de distintos grupos de inver-sión, conocidos como empresas de capital privado, que intentan com-prar compañías subvaluadas, prin-cipalmente con dinero prestado.

Para muchos de los inversionistas de la compañía, la venta será un de-sastre. Se anticipa que tan solo sus tenedores de bonos perderán más de US$575 millones. El desplome de la compañía también ha devastado a empleados como Noble Rogers, quien trabajó 22 años en Simmons, la mayoría en una fábrica en la afueras de Atlanta. Rogers es uno de los mil empleados, más de una cuarta parte de la fuerza laboral, que fueron des-pedidos el año pasado.

Sin embargo, la firma Thomas H. Lee Partners, de Boston, no solo ha salido bien, sino que ha obtenido ganancias. El grupo inversionista, que compró a Simmons en el 2003, recabó cientos de millones de dó-lares de Simmons en dividendos especiales. También se pagó a sí misma millones de dólares más por concepto de honorarios, pri-mero por comprar la compañía y después por ayudar a dirigirla.

Los bancos de inversión de Wall Street también han sacado prove-cho. Ganaron millones de dólares por ayudar a concertar las adqui-siciones y por vender los bonos que hicieron posible dichos tratos. En total, las diversas empresas de capital privado que han sido pro-pietarias de Simmons han obtenido alrededor de US$750 millones en ganancias de la empresa a través de los años.

P. Acaba de ser pasado por alto pa-ra un ascenso que cree que se me-recía. Se siente impactado, pero no quiere manejar equivocadamente la situación. ¿Qué debe hacer?r. Primero, cálmese. Es posible que sienta como si le hubieran sa-cado el aire, pero necesita tiempo para poner esta decisión en pers-pectiva y analizarla.

Si se siente dominado por la emo-ción, trate de decir muy poco al principio porque podría terminar haciendo algo contraproducente, indicó John Beeson, fundador de la empresa de consultoría Beeson Consulting, en Manhattan.

“Su jefe probablemente se siente culpable y no esté preparado para darle buenas razones por la deci-sión”, añadió Beeson. “Solo diga: ‘estoy decepcionado. No debato la decisión, pero me gustaría regre-

sar en unos cuantos días y que se me diera alguna retroalimentación que me ayude a manejar mi trayec-toria’. Eso le dice a su jefe que no se da por vencido y que quiere más información para mejorar”.

P. Después de haberse calmado, ¿cuál es la mejor manera de ave-riguar por qué no se consiguió el ascenso? r. Primero, responda algunas pre-guntas básicas. ¿Estaba conscien-te de la posibilidad de que alguien más obtendría el ascenso? ¿Qué tan importante era este ascen-so para usted? ¿Y cómo le va a la compañía en general? ¿Acaso fue la única persona que no obtuvo un ascenso este año?

“Las respuestas a estos interro-gantes le permitirán comprender la decisión de una manera muy

pragmática”, afirmó Ana Dutra, directora ejecutiva del grupo Korn/Ferry International’s Lea-dership and Talent Consulting, en Chicago.

P. Cuando se reúna con su jefe para hablar de la decisión, ¿debe tratar de convencerlo para que reconside-re?r. No. Necesita considerar la deci-sión como definitiva. Lo que ahora quiere es retroalimentación, apun-tó Jane S. Goldner, consultora de administración y autora de Driven to success: A 10-point checkup for achieving high performance in bu-siness (Dedicado al éxito: Una re-visión de 10 puntos para lograr un alto desempeño en los negocios).

P. ¿Cómo maneja su ira y frustra-ción mientras trabaja con miras a

la próxima oportunidad de ascen-so?r. Manejar esos sentimientos es vital, porque la negatividad en la oficina puede ser mortal para una trayectoria, comentó Shawn Achor, asistente de la cátedra de psicología en la Universidad de Harvard y director ejecutivo de Aspirant, empresa de consultoría administrativa, en Cambridge, Masachusets.

Achor estudia los efectos de las actitudes positivas y negativas en el desempeño laboral. Dice que las personas que tienen una actitud amargada comienzan a destruir sus sistemas de apoyo social en el trabajo y a perder sus lazos con sus compañeros. “Entonces, se convierten en la persona tóxica del equipo”, señaló.

eilene zimmermAn

¿Qué pasa cuando las compañías pasan “de mano en mano”?

david walter banks para the new York times; (iZQ.) reGistros de la CompaÑÍa simmons, Centro de arChivos, mUseo naCional de historia de eU, institUto smithsoniano

Chris reed

tolere la frustración de no haber ascendido

“Tantas personas resultaron perjudicadas porque pensaron que esta era una gran

compañía para la cual trabajar y planeaban pasar el resto de sus vidas aquí”.

noBLe rogersDespedido de simmons bedding, después de 22 años.

Cómo es que tanta gente pudo ganar tanto dinero con una compa-ñía llevada a la bancarrota, es una historia típica de estos tiempos fi-nancieros, así como ejemplo de un fenómeno creciente en el terreno corporativo estadounidense.

Con cada paso que daban, los compradores endeudaban más a Simmons. Los financistas pedían cada vez más dinero prestado para pagar precios cada vez más altos por la compañía, lo que le permitía a cada dueño anterior vender a can-tidades rentables.

Mas ese peso agobió a una com-pañía por lo demás sana. Hoy, Sim-mons tiene una deuda de US$1 mil 300 millones, en comparación con solo US$164 millones, en 1991.

Los inversionistas privados pudieron comprar compañías co-mo Simmons con dinero prestado y aportar relativamente escaso efectivo propio. Entonces, al poco

tiempo, a menudo solicitaban más préstamos y usaban los activos de la compañía como garantía. Para los financieros, las recompensas eran enormes.

No importaba que la compañía terminara con deudas muy supe-riores a su valor. Los inversionistas que compraron esa deuda práctica-mente no están recibiendo nada con el nuevo trato.

Durante los 22 años que Rogers trabajó en Simmons, la compañía pasó de una empresa de capital privado a otra, y cuando Rogers se convirtió en presidente del sindica-to local en la planta, vio poca dife-rencia en el piso de producción.

Entonces, en la primavera del 2008, cuando la economía había comenzado a afectar las ventas, Simmons despidió al turno de no-che en la planta en Mableton, en las afueras de Atlanta. Y el 18 de sep-tiembre de ese año, reunió a los em-

pleados para decirles que cerraría la planta.

“Después de que ocurrió eso, la gente realmente se las vio difíciles”, recordó Rogers.

Simmons es una de cientos de compañías que fueron adquiridas por empresas de capital privado a principios de esta década, duran-te el repunte más importante de adquisiciones corporativas que ha visto el mundo.

Una cantidad desproporcionada de las compañías adquiridas du-rante ese frenesí hoy batallan con deudas enormes. Más de la mitad de las aproximadamente 220 em-presas que se han declarado en mo-ratoria de algún tipo en los pagos de sus deudas este año son o fueron en algún momento propiedad de, o con-troladas por, empresas de capital privado, de acuerdo con analistas en Standard & Poor’s. Ejecutivos en THL responden que Simmons

fue víctima de tiempos económicos difíciles, no de una mala adminis-tración o exceso de deuda.

Los problemas de Simmons, dijo Scott A. Schoen, copresidente de la firma quien fue integrante del consejo de Simmons, son resultado enteramente de una desaceleración económica “sin precedentes e im-previsible” que ha sacudido a toda la industria de camas.

Simmons espera salir de la ban-carrota en manos de dos empresas nuevas de capital privado. Una es Ares Management, propietaria del gigante de los colchones Serta.

“Simmons ha sido una gallina de los huevos de oro. Ha generado mu-cho dinero para mucha gente”, dijo David Perry, editor ejecutivo de Furniture/Today. “Sin embargo, existe el creciente interrogante en la industria de cuántas veces más puede repetirse esto. ¿Cuánto jugo queda por exprimir?”.

c i e n c i a y t e c n o l o g í a

Lunes, 19 De Octubre De 2009 V

POR JOHN TIERNEY

FLORENCIA, Italia — Si cree, al igual que Maurizio Seracini, que la máxima pintura de Leonardo da Vinci está oculta dentro de un mu-ro del ayuntamiento de Florencia, existen dos técnicas esenciales pa-ra hallarla. Como siempre, Da Vinci anticipó ambas.

Primero, hay que concentrarse en la batería de dispositivos tec-nológicos. Tras detectar lo que parecía ser una pista para llegar a la pintura de Da Vinci dejada por otro artista del siglo XVI, Seracini encabezó un equipo internacional de científicos para elaborar un mapa de cada milímetro del muro y el cuarto que lo rodea, con lásers, radar, luz ultravioleta y cámaras infrarrojas.

“A Leonardo le encantaría ver cuántos medios científicos se em-plean para buscar su obra maestra más célebre”, expresó Seracini, mientras contempla el muro en el que espera hallar, de aquí a un año, la pintura intacta.“Creo que todo este equipo de alta tecnología que vamos a implementar lo fascina-ría”.

Seracini se encontraba en el grandioso recinto ceremonial del Palazzo Vecchio conocido como el Salón de los 500, centro de la políti-ca renacentista, cuando Da Vinci y Miguel Ángel recibieron el encargo de decorarlo con murales de victo-rias militares florentinas.

Ese día, en julio del 2009, aún era un punto neurálgico de la política, como lo demostró la repentina apa-rición de Matteo Renzi, nuevo alcal-de de Florencia, quien se trasladaba de prisa de su oficina a un auto que lo esperaba.

Seracini actuó rápidamente para interceptar al séquito del edil. Tam-

bién estaba deseoso por recurrir a la segunda estrategia esencial pa-ra recuperar una obra de Da Vinci en Florencia: hallar al mecenas correcto.

Profesor de ingeniería de la Uni-versidad de California, en San Die-go, Seracini había iniciado su bús-queda más de tres décadas antes. En 1975, tras estudiar ingeniería en Estados Unidos, volvió a su nativa Florencia y examinó el Salón de los 500 con un estudioso de Da Vinci, Carlo Pedretti.

Estaban en busca de La batalla de Anghiari, la pintura de mayor ta-maño jamás emprendida por Leo-

nardo. Aunque nunca la concluyó —el artista la abandonó en 1506— dejó una escena central de soldados y caballos en choque que fue enco-miada como un estudio inédito de anatomía y movimiento.

Luego desapareció. Durante la remodelación del salón, en 1563, el arquitecto y pintor Giorgio Vasa-ri cubrió los muros con frescos de victorias militares de los Médici, quienes habían retomado el poder. La pintura de Da Vinci quedó casi en el olvido.

Sin embargo, en 1975, cuando Se-racini estudiaba una de las escenas de batalla de Vasari, su vista cayó en un banderín con dos palabras, “Cerca Trova”, equivalentes a “busca y encontrarás”. ¿Acaso se trataba de un indicio de Vasari de que había algo oculto abajo?

Mediante la toma de fotos infra-

rrojas y de mapear el salón con lá-ser, el equipo de Seracini descubrió la ubicación de las puertas y las ventanas antes de la remodelación de Vasari. El plano reconstruido, aunado a documentos del siglo XVI, bastaron para ubicar el sitio pinta-do por Da Vinci.

El nuevo análisis arrojó que es-te sitio se hallaba justo en la pista “Cerca Trova”. Un escaneo con radar arrojó la aún mejor noticia de que Vasari no había colocado su obra directamente encima de la de Da Vinci, sino que había levantado nuevos muros de ladrillo para sos-tener sus murales y se había toma-do la molestia especial de dejar un pequeño colchón de aire tras una de dichas secciones de ladrillos, la sec-ción detrás del “Cerca Trova”.

En el 2005, Seracini solicitó ayu-da durante una conferencia cientí-fica y se le sugirió que proyectara neutrones a través del fresco, sin dañarlo. Con ayuda de físicos es-tadounidenses, la agencia italiana de energía nuclear y universidades holandesas y rusas, Seracini desa-rrolló dispositivos para detectar los químicos característicos utilizados por Da Vinci. Desarrollar esta tec-nología resultó difícil, pero no tan retador como los años que se re-quirió obtener la autorización para usarla.

Seracini se declaró optimista res-pecto de La batalla de Anghiari, en caso de que realmente se encuentre allí.

“La ventaja es que tiene 5 siglos de estar tapado”, explicó al respec-to. “Ha estado protegido del medio-ambiente, del vandalismo y de las malas restauraciones. No anticipo que esté muy deteriorado”.

Si acaso tiene razón, entonces tal vez Vasari le haya hecho un favor a Da Vinci al tapar el mural y cuidar de dejar aquel enigmático banderín encima del tesoro.

POR CARLA BARANAUCKAS

Abundan las anécdotas sobre los beneficios que la compañía de animales tiene en la salud humana, así sean animales de servicio, de terapia o mascotas familiares. Sin embargo, se han realizado pocos estudios a fondo al respecto.

Ahora, el Instituto Nacional Eunice Kennedy Shriver de Salud Infantil y Desarrollo Humano, parte de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, em-prende un esfuerzo para estudiar si estos animales pueden tener un efecto tangible sobre el bienestar de los niños.

En sociedad con el Centro Waltham para la Nutrición de Mascotas (parte de la compañía Mars, que fabrica dulces y ali-mento para mascotas), en Ingla-terra, el instituto de salud infantil

busca propuestas de estudios que “se enfoquen en la interacción en-tre humanos y animales”.

En particular, busca aquellos que aborden cómo estas interac-ciones afectan al desarrollo y la salud típicos, y si brindan bene-ficios terapéuticos y de salud pú-blica.

Cuando Chad, un perro labra-dor amarillo, empezó a vivir con la familia de Claire Vaccaro, en Manhattan, la primavera pasada, ya jugaba un papel importante. Como perro de servicio para au-tistas, llegó a la familia para ayu-dar a proteger a Milo, el hijo de 11 años de Vaccaro, especialmente en público, donde con frecuencia hacía berrinches o trataba de huir.

Igual que muchos animales de compañía, Chad tuvo un efecto inmediato, el tipo de efecto que es perceptible, pero que aún no ha si-do del todo comprendido a través de estudios científicos.

Melissa A. Nishawala, direc-

tora clínica del servicio de gama autista en el Centro de Estudios Infantiles, de la Universidad de Nueva York, dijo que observó “un cambio prominente y notorio” en Milo, aun cuando el perro simple-mente estaba sentado en el con-sultorio. “Me empezó a narrar cosas como nunca lo había hecho antes”, comentó, al agregar que la mayoría de ellas eran sobre el perro.

Los cambios han sido tan pro-fundos que Vaccaro y Nishawala empezaban a hablar sobre reti-rarle gradualmente a Milo algu-nos de sus medicamentos.

Valerie Maholmes, quien dirige investigaciones sobre desarrollo y conducta infantiles en el insti-tuto de salud infantil, señaló que en una reunión de amplio alcance para abordar los beneficios de las mascotas sobre la salud, en 1987, los Institutos Nacionales de Salud “concluyeron que necesitaban realizarse muchas más investiga-ciones”, particularmente sobre el desarrollo infantil.

Otras sesiones confirmaron la necesidad de hacer investigacio-nes, pero la mayoría de los estu-dios se enfocaba en interacciones negativas, como las formas en las que las mascotas propagan enfermedades, apuntó James A. Griffin, subdirector de desarrollo y comportamiento infantiles del instituto.

Mientras tanto, el Centro Waltham ha ampliado su propia investigación para llevar a cabo estudios sobre la interacción en-tre humanos y animales, declaró Catherine E. Woteki, directora global de asuntos científicos para Mars Inc.

La gente que trabaja con anima-les espera que las investigaciones respalden sus observaciones.

En el Hospital Infantil de Oran-ge County, en el sur de California, por ejemplo, docenas de volunta-rios habitualmente llevan a sus perros para visitar a los pacien-tes. Por lo general, los niños que son atendidos por enfermedades graves sienten tristeza, ansiedad o depresión. “Los perros los ale-gran”, dijo Emily Grankowski, supervisora del programa de terapia con mascotas, en ese hos-pital.

Da Vinci está oculto tras un muro

PROYECTO DEL GRUPO KALPA

Maurizio Seracini cree que La batalla de Anghiari, de Da Vinci, permanece detrás de un mural.

MiChAL CzERwOnKA PARA ThE nEw YORK TiMES

Los animales pueden ayudar a curar enfermedades. En la foto, Tommy Conforti, paciente de cáncer, y Lady, perro de terapia.

Jessica Donati contribuyó con información desde Roma.

Hay estudios que exploran cómo se da la interacción.

Dispositivos que habrían fascinado al mismo Leonardo.

¿Cuál es el beneficio de las mascotas en los enfermos?

POR DANIEL J. WAKIN

En estos últimos años, las cajas con recopilaciones de música clási-ca han estado llegando al mercado prácticamente sin solución de con-tinuidad.

Brilliant Classics, entre otros, lanzó voluminosas colecciones de Mozart (170 CD) y Bach (155 CD) completos. Naxos está lanzando este año una gran parte de la obra de Haydn para el segundo centena-rio de su muerte: los cuartetos para cuerdas completos, sinfonías, sona-tas para piano, conciertos y misas.

Este mes, el lanzamiento del es-tuche del violoncelista Yo Yo Ma incluye solamente 90 discos. Pero es asombroso por otras razones. Primero, Ma está vivo y no necesi-ta una conmemoración póstuma. Muchos de los discos, aunque la mayor parte de la colección fue re-masterizada, todavía se consiguen. El lujoso embalaje, con un librito en tapa dura de 312 páginas, forrado en terciopelo y con la foto realizada por Annie Leibovitz, no contradice el estilo prosaico de Ma. Más asom-broso todavía es el precio de lista: US$ 789.

En cambio, los lanzamientos re-cientes de las cajas de recopilacio-nes de los Beatles rondan los US$ 200. Claro que puede afirmarse que Ma es uno de los intérpretes clási-

cos más famosos del mundo. En su interpretación, combina un caris-ma extraordinario, oficio musical y virtuosismo técnico.

¿Pero US$ 789?“Para mí, es ganga”, dijo Alex

Miller, gerente y vicepresidente primero de Sony Masterworks, señalando que el costo por CD no supera los US$10. “El merca-do también parece considerarlo así”. Las empresas asociadas que distribuirán la caja en el exterior ya compraron tres mil 500 copias, dijo. La fecha de lanzamiento es el 27 de octubre, pero los compra-dores pueden ordenar la caja por anticipado a través del sitio de Ma en Internet, yo-yoma.com, y los primeros 200 recibirán una nota y una fotografía en papel brillante firmada por el violoncelista (“una oportunidad única en la vida”, di-ce el sitio). Las cajas también han resultado ser populares como com-pras de empresas para regalos em-

presariales. Miller explicó que el proyecto fue idea suya, no de Ma.

“Fue una forma no solo de honrar sus 30 años con Sony, sino de volver atrás y recobrar para el público contemporáneo esos discos que

están en el mercado y nunca fueron reexaminados”. ¿Sony espera ga-nar dinero con este lanzamiento? Según Miller, “la intención fue hon-rar una carrera singular”.

Por supuesto, las cajas con reco-pilaciones existen desde hace tiem-po. Sin embargo, el hecho de que su presencia se incremente tiene en la actualidad razones particulares.

Las empresas discográficas es-tán tratando de atraer a compra-dores de más edad, con más dinero para gastar y más capacidad de concentración.

Ahondando un poco más, la di-

gitalización hizo que la música grabada pasara de ser una “cosa” a ser una colección de datos. El en-vase es irrelevante, dijo Evan Ei-senberg, autor de “The Recording Angel”, un estudio sobre el impacto cultural de la música grabada. De todos modos, el impulso a adquirir y tener un objeto, y a coleccionarlo, persiste. Una caja “preserva algo”, dijo Eisenberg. “Preserva un tiem-po que queremos recordar, en el que queremos permanecer. Sugiere permanencia y solidez y un refugio contra el paso del tiempo, y la fuga-cidad y el deterioro”.

Por US$789, Yo Yo Ma remasterizado y en envase de lujo.

Relanzan estuches de CDs con colecciones consideradas de lujo

hiroyuki ito PArA the New york times

sony está lanzando un juego de 90 discos de yo

yo ma, como parte de la creciente presencia de

las colecciones de música destinadas a atraer a

compradores de más edad.

POR ELISABETH MALKIN

SAN MIGUEL DE ALLENDE, México — En un cuarto trasero refundido detrás de una galería de antigüedades en esta ciudad mon-tañesa, hay un santuario a la pinto-ra Frida Kahlo.

Una docena de pinturas compi-ten por espacio en la pared. Un baúl exhibe, dobladas, las tradicionales blusas oaxaqueñas conocidas como huipiles que Kahlo favorecía. Car-petas contienen copias de páginas de apuntes garabateados al amane-cer y cartas nunca enviadas, llenas de ira y pasión para su esposo, el muralista Diego Rivera.

La pregunta es si alguno de estos objetos perteneció a Kahlo.

Carlos Noyola, comerciante de arte y antigüedades que adquirió la colección, afirmó que ha demostra-do que sí lo son. Hay mil 200 artícu-los, que valen una fortuna si fueran de Kahlo.

Sin embargo, la publicación por Princeton Architectural Press de un lustroso libro de arte en Estados Unidos sobre la colección ha movili-zado a un diverso grupo de expertos en México, EE. UU. y Europa, que afirma que los objetos son falsos. A fines de septiembre, el fideicomiso del Gobierno mexicano que con-trola los derechos reservados de la obra de Kahlo interpuso una denun-cia contra Noyola. El fideicomiso también investiga recursos legales en EE. UU. para detener la venta de los libros.

Ninguno de los expertos ha ido a San Miguel de Allende y basan sus opiniones en reproducciones de esos artículos. Mary-Anne Martin, comerciante neoyorquina de arte latinoamericano, señaló en un men-

saje de correo electrónico que había “visto fotografías de muchas de las obras en esta colección” y había “leí-do sobre la procedencia y todo el ma-terial proporcionado”. Agregó, “con base en el estilo y la ejecución de las pinturas y los dibujos, el carácter y el contenido de las cartas, recetas y páginas de diarios, le puedo decir que son falsos”.

El libro, Finding Frida Kahlo, programado para publicarse el 1 de

noviembre, contiene ilustraciones suntuosas de muchos artículos en la colección. Incluye una larga entre-vista con Noyola y su esposa, Leticia Fernández. A partir del 2004, indicó la pareja, le compró los artículos a un abogado de la Ciudad de México, quien les dijo que los adquirió de un tallador de madera que había elabo-rado marcos para Kahlo.

Ella le tenía tanta confianza al tallador que le dio varias maletas y

cajas llenas de sus posesiones más íntimas. Los Noyola localizaron una fotografía del artesano, Abra-ham Jiménez López, que aparece en el libro.

Para autentificar la obra acudie-ron con Ruth Alvarado, nieta de Rivera, quien murió hace dos años. También consultaron a tres artis-tas que estudiaron y trabajaron con Kahlo y Rivera en los 40.

En la colección Noyola, casi todas

las piezas llevan la firma “Frida K.”, rara vez vista en la colección de documentos almacenados en el Museo Frida Kahlo.

La fotógrafa Lola Álvarez Bra-vo tomó fotografías de la obra de Kahlo y no hay una sola imagen de ninguna de las obras en la colección Noyola en ese archivo fotográfico, señaló Jay Oles, profesor de histo-ria del arte en la Universidad We-llesley, en Massachusetts, y quien ha escrito sobre Kahlo.

Jennifer Thompson, directora editorial de Princeton Architectural Press, dijo que no había consultado a expertos externos antes de firmar el libro porque tenía confianza en los pasos que había tomado Noyola pa-ra autentificar las obras.

PriNcetoN ArchitecturAl Press

museo FridA kAhlo, méxico

Discuten sobre la autencidad de objetos de Frida Kahlo

un dibujo atribuido a Frida kahlo, parte de la colección de un comerciante; arriba, página de un diario autentificado de kahlo.

a r t e y e s t i l o

Vi Lunes, 19 De Octubre De 2009