LV LLL [A II No V] - 19 NOVIEMBRE 2009 - Conversación en La Catedral

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    Francisco Arriaga Ao 2, No. V. Libres libros de a libra. 19 Nov. 2009

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    Conversacin en La Catedral

    Desde la puerta de La Crnica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automviles,

    edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina,

    el medioda gris. En qu momento se haba jodido el Per?

    Las preguntas

    El examen de conciencia con que inicia la novela es engaosamente mstico. Esta

    novela, empresa ambiciosa que vio la luz cuando Mario Vargas Llosa contaba apenas 33

    aos, es su aproximacin personal al Per que est a punto de caer abatido ante la

    corrupcin poltica, moral y social del pas, y que se resiste entre los ltimos estertores a

    todo intento de redencin. Con todo, la novela no es formalmente hablando una novela

    histrica.

    La Catedral es slo un bar de pobres, una cantinucha de mala muerte, donde el

    heredero de una familia colaboracionista conversa largamente con Ambrosio, armando y

    recuperando cada uno de los momentos que ha vivido siendo primero Santiago Zavala y

    finalmente Zavalita.

    La historia entreteje varias historias a la vez, cada una con su propio ritmo y su propio

    tiempo, bajo una mirada diferente que enriquece la visin de los dos interlocutores: lo que

    para Zavalita es un retroceso, un hundimiento continuo al que no puede escapar -como si

    se tratara del guin ya previsto de una novela de bolsillo de los aos cincuenta o unaeditorial amarillista de las que l escribe para La Crnica-, para Ambrosio es la liberacin

    constante y definitiva de alguien que se sabe indefenso ante la muerte, remedio, solucin

    y salida a todo lo que ha vivido.

    La oposicin de Zavalita a los manejos polticos de su padre cristaliza en su ingreso a la

    Universidad de San Marcos, donde l ver y vivir la represin ejercida por la dictadura de

    Odra, siendo esta poca la etapa que ha de marcar decisivamente el resto de su vida,

    arrancndole irremediablemente del seno familiar.

    Aunque plagada de preguntas, la novela de Llosa no es tan slo un anlisis de lasituacin vigente en el Per de entonces, es tambin la reflexin y expresin atenta de

    quien asiste al trmino de una poca histrica, y al principio de otra.

    Odra, la oligarqua y el pueblo

    El caso de Odra merece un apartado exclusivo.

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    La historia de su llegada al poder se remite hasta el ao 1945, cuando Jos Luis

    Bustamante y Rivero asume el cargo de Presidente del Per, apoyado por la Alianza

    Popular Revolucionaria Americana o APRA. Al poco tiempo se dieron grandes

    desacuerdos entre Vctor Ral Haya de la Torre, fundador del APRA, y el presidente

    electo, desacuerdos que terminaron en la resolucin del presidente de disolver su

    gabinete aprista, reemplazndolo por uno de ndole marcadamente militar. Entre los

    militares, Odra fue llamado a ejercer el cargo de Ministro de Gobierno y Polica, desde el

    12 de enero de 1947.

    Para entonces, Odra mismo y algunos otros elementos del gabinete pedan al presidente

    la proscripcin del APRA, a lo que el presidente respondi con una negacin absoluta.

    Esto caus inconformidad en Odra, quien orquesta el golpe de estado llevado a cabo el

    29 de octubre de 1948, medida que tambin le permitiera realizar su deseo de proscribir al

    APRA y encarcelar a sus principales lderes, declarando adems la supresin de las

    garantas individuales y emitiendo una Ley de Seguridad Interna, para afianzarse

    definitivamente en su puesto con la complacencia de la oligarqua del pas.

    Esta empata dur poco; Odra abandona su actitud complaciente y enfila en direccin

    contraria, hacia un populismo que le franque la simpata de la clase baja y los ms

    pobres aunque dicha simpata en los ltimos aos de su mandato conocido tambin

    como ochenio- fue reemplazada por el temor de que su gobierno dictatorial se eternizara.

    La suerte le sonri en su periodo gubernamental, marcado por una sobresaliente

    prosperidad econmica.Se dice que la decisin de llamar a elecciones generales en 1956 y el anuncio de su

    decisin de no asistir a las mismas en papel de candidato tom al Per por sorpresa. Sea

    cual fuere la causa para que decidiera esto, su gobierno fue un vaivn continuo entre el

    crecimiento econmico, la simpata popular misma que se granje con medidas como la

    tomada el 7 de septiembre de 1955 cuando concedi el derecho al voto a las mujeres- y la

    corrupcin generalizada en todos los mbitos gubernamentales, as como la sistemtica

    supresin de los derechos civiles de sus perseguidos y adversarios.

    Esta es la poca y los acontecimientos polticos que Mario Vargas Llosa retrata fielmenteen su novela, publicada en 1969.

    El color del corazn

    -No te das cuenta que te puedes quedar toda la vida de empleadito? -dijo el to

    Clodomiro, consternado-. Un muchacho como t, Flaco, tan brillante, tan estudioso.

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    -No soy brillante, no soy estudioso, no repitas a mi pap, to -dijo Santiago-. La verdad es

    que estoy desorientado. S lo que no quiero ser, pero no lo que me gustara ser. Y no

    quiero ser abogado, ni rico, ni importante, to. No quiero ser a los cincuenta aos lo que es

    mi pap, lo que son los amigos de mi pap. Ves, to?

    Zavalita es el heredero de una generacin que no pensaba en funcin de moralidad vs.

    inmoralidad o tica vs. no tica, sino del beneficio contra inversin o el inters contra

    capital.

    Ante los ojos de su padre y de su familia, los cuestionamientos sobre el sentido de la vida

    inmersa en la opulencia basada sobre todo en la injusticia constante y atropellos contra el

    pueblo, empleados y subalternos, no tienen razn de ser. La apariencia, la imagen que se

    impone a los dems es lo nico vlido, y lo que ocurre tras las cortinas, en la soledad de

    la alcoba, es secreto a voces pero secreto a fin de cuentas, celosamente guardado, como

    una confesin firmada sin fecha que tarde o temprano habr de ver la luz.

    -No es tu culpa, no es tu culpa -gimi don Fermn-. Tampoco es mi culpa. Un hombre no

    puede excitarse con un hombre, yo s. La homosexualidad de Fermn, el padre de

    Santiago, es el nico punto dbil que puede encontrarse en ese hombre que juega a los

    negocios con el rgimen caprichoso del dictador en turno.

    El nico que puede testificar es Ambrosio, el empleado ms cercano a Fermn, y tambin

    el ms lejano de todos: es el chofer de la familia, y el amante del prspero hombre de

    negocios.

    -Se pone de rodillas ve? -gimi Ambrosio-. Quejndose, a veces medio llorando.Djame ser lo que soy, dice, djame ser una puta, Ambrosio. Ve, ve? Se humilla, sufre.

    Que te toque, que te lo bese, de rodillas, l a m ve? Peor que una puta ve?

    Queta se ri, despacito, volvi a tumbarse de espaldas, y suspir.

    -A ti te da pena l por eso -murmur con una furia sorda-. A m me da pena por ti ms

    bien.

    La maestra de ese temprano Vargas Llosa es evidente: remata sus historias con el

    acierto y el olfato que todo buen escritor afina slo en la batalla implacable y constante

    que es toda escritura continua y de grandes proporciones. Quiz uno de los retos msdifciles a que se enfrenta Vargas Llosa en esta novela es al trazo delineado de

    personajes que ostentan una carga sentimental y emocional tremenda, mientras en el

    entramado principal de la novela son como piezas impasibles de un ajedrez

    impecablemente labrado en roca.

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    El futuro

    Los das de Ambrosio estn marcados por la tragedia de la sangre, el dolor y los gritos de

    los animales a quienes sacrifica inhumanamente con el pretexto de la rabia: metindolos

    en un saco y dndoles de garrotazos hasta que mueren. Los hombres tienen ya los

    garrotes en las manos, ya comienzan uno-dos a golpear y a rugir, y el costal danza; bota,

    alla enloquecido, uno-dos rugen los hombres y golpean. Santiago cierra los ojos,

    aturdido. -En el Per estamos en la edad de piedra, mi amigo -una sonrisa agridulcedespierta la cara del calvo-. Mire en qu condiciones se trabaja, dgame si hay derecho.

    Mario Vargas Llosa ha escrito una novela redonda, que responde inesperadamente cada

    uno de los cuestionamientos que pueden leerse en las pginas iniciales, con un personaje

    que es tambin el Per pobre y desesperanzado de hace cincuenta aos: Ambrosio. El

    futuro para l, para Zavalita, para todo el pas, es incierto:

    Y cuando se acabara la rabia se acabara tu trabajo en la perrera, Ambrosio? S, nio.

    Y qu hara?

    Lo que haba estado haciendo antes de que el administrador lo hiciera llamar con el

    Pancras y le dijera okey, chanos una mano por unos das aunque sea sin papeles.

    Trabajara aqu, all, a lo mejor dentro de un tiempo haba otra epidemia de rabia y lo

    llamaran de nuevo, y despus aqu, all, y despus, bueno, despus ya se morira no

    nio?

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    Ad notanda

    El enemigo de Vargas Llosa

    Mario Vargas Llosa ha dicho, en varias entrevistas, que la escritura de sus novelas ms

    ambiciosas, como La casa verde, Conversacin en La Catedral y La guerra del fin del

    mundo, ha sido dolorosa y febril, por partes iguales. Especficamente, Conversacin en La

    Catedral y La guerra del fin del mundo debieron terminar por circunstancias ajenas al

    escritor, principalmente debido al cansancio.

    Si es verdaderamente asombrosa la capacidad de trabajo que ha demostrado al publicar

    en espacios brevsimos de tiempo algunas de sus obras mayores como La ciudad y los

    perros en 1963, La casa verde en 1965 y Conversacin en La Catedral en 1969, ms

    asombroso resulta constatar la serie de recursos e imaginacin empleados por Vargas

    Llosa en sus distintas novelas y la galera exuberante de personajes que son ya parte

    fundamental de la narrativa latinoamericana de la segunda mitad del siglo pasado, y del

    siglo presente.

    Veneno y antdoto, en una entrevista concedida a Alonso Cueto y publicada en El

    Comercio de Per el 14 de mayo del 2000, Vargas Llosa se permite una confidencia.

    Cueto recuerda: Me dice que la nica manera de combatir el cansancio del final de una

    novela es embarcndose en otra. Y transcribe las palabras de Vargas Llosa,

    inesperadas, clidas y humanas:

    Adems tengo muchas historias en la cabeza y por primera vez siento que me va a faltar

    tiempo para terminarlas. Es algo que no senta antes. A lo mejor es el primer sntoma de

    la vejez.

    Vargas Llosa ha peleado y contina peleando en buena lid contra sus enemigos, y sobre

    todo en contra del cansancio. Qu duda cabe.