Maiz, Claudio - Ensayo, Viaje y Memoria en El Destino de Un Continente de Manuel Ugarte

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DOSSIER 144 Claudio Maíz. Ensayo, viaje y memoria... Ensayo, viaje y memoria. Lectura de El destino de un continente (1923) de Manuel Ugarte Claudio Maíz CONICET-Universidad Nacional de Cuyo [email protected] Argentina Resumen: Dentro del corpus ensayístico de Manuel Ugarte figura una obra titulada El destino de un continente (1923) que da cuenta de su gira por el continente americano. El propósito de este largo viaje que emprende Ugarte es de carácter propagandístico, pues sostiene públicamente a través de conferencias, mítinesla tesis de la unidad continental como estrategia defensiva contra la política intervencionista norteamericana. Pareciera, inicialmente, que el texto en cuestión merecería un abordaje desde los estudios de la literatura de viaje, lo que es en sí mismo correcto aunque, a nuestro entender, insuficiente. De manera que tenemos un problema de orden genérico que bien vale la pena plantear a fin de ajustar nuestra lectura. Es cierto que se trata de un viaje, pero no de un viaje cualquiera, en términos de un sujeto que se traslada de un sitio a otro con propósitos meramente turísticos, sino que la motivación central del desplazamiento ugarteano se sitúa en una acción catequística, si se quiere, de prédica que pretende mover a la acción. Palabras claves: Ugarte, ensayo, relato de viaje, unidad latinoamericana, intervencionismo. Title and subtitle: Essay, travel and memory. Reading of El destino de un continente (1923) by Manuel Ugarte. Abstract: Within the corpus of essays by Manuel Ugarte figures a work titled El destino de un continente (1923) that recounts his tour of the American continent. The purpose of this long trip by Ugarte is of a propagandistic nature, being as he sustains publicly, by way of meetings and conferences, the thesis of continental unity as a defensive strategy against the North American interventionalist policies. It would appear, initially, that the text in question would merit an approach based on the study of travel literature, which in itself is correct although, in our opinion, insufficient. Therefore, we have a problem on the generic level that merits an effort to adjust our reading. It is true that it is about a journey, but not just any journey, in the sense that a subject moves from one point to another for mere tourist purposes, but rather that the ugartean displacement is an educative action of predication that means to inspire action. Key words: Ugarte, essay, travel narrative, Latin American unity, interventionalism. Recibido: II-XI-2006 Aceptado: 15-II-2007 Cuadernos del CILHA - a. 8 n. 7 (144-161) Discurso fronterizo El viaje ha sido una acción de extrema importancia en la historia intelectual de América Latina, ya que ha facilitado la formulación de narraciones de autoafirmación, la construcción de metáforas culturales y la indagación identitaria. Hay épocas en que parece alcanzar

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    144 Claudio Maz. Ensayo, viaje y memoria...

    Ensayo, viaje y memoria.Lectura de El destino de un continente (1923) de Manuel Ugarte

    Claudio MazCONICET-Universidad Nacional de Cuyo

    [email protected]

    Resumen: Dentro del corpus ensaystico de Manuel Ugarte figura una obra titulada Eldestino de un continente (1923) que da cuenta de su gira por el continente americano.El propsito de este largo viaje que emprende Ugarte es de carcter propagandstico,pues sostiene pblicamente a travs de conferencias, mtines la tesis de la unidadcontinental como estrategia defensiva contra la poltica intervencionista norteamericana.Pareciera, inicialmente, que el texto en cuestin merecera un abordaje desde losestudios de la literatura de viaje, lo que es en s mismo correcto aunque, a nuestroentender, insuficiente. De manera que tenemos un problema de orden genrico quebien vale la pena plantear a fin de ajustar nuestra lectura. Es cierto que se trata de unviaje, pero no de un viaje cualquiera, en trminos de un sujeto que se traslada de unsitio a otro con propsitos meramente tursticos, sino que la motivacin central deldesplazamiento ugarteano se sita en una accin catequstica, si se quiere, de prdicaque pretende mover a la accin.

    Palabras claves: Ugarte, ensayo, relato de viaje, unidad latinoamericana,intervencionismo.

    Title and subtitle: Essay, travel and memory. Reading of El destino de un continente(1923) by Manuel Ugarte.

    Abstract: Within the corpus of essays by Manuel Ugarte figures a work titled Eldestino de un continente (1923) that recounts his tour of the American continent. Thepurpose of this long trip by Ugarte is of a propagandistic nature, being as he sustainspublicly, by way of meetings and conferences, the thesis of continental unity as adefensive strategy against the North American interventionalist policies. It would appear,initially, that the text in question would merit an approach based on the study of travelliterature, which in itself is correct although, in our opinion, insufficient. Therefore, wehave a problem on the generic level that merits an effort to adjust our reading. It is truethat it is about a journey, but not just any journey, in the sense that a subject movesfrom one point to another for mere tourist purposes, but rather that the ugarteandisplacement is an educative action of predication that means to inspire action.

    Key words: Ugarte, essay, travel narrative, Latin American unity, interventionalism.

    Recibido: II-XI-2006 Aceptado: 15-II-2007 Cuadernos del CILHA - a. 8 n. 7 (144-161)

    Discurso fronterizo

    El viaje ha sido una accin de extrema importancia en la historia intelectual de AmricaLatina, ya que ha facilitado la formulacin de narraciones de autoafirmacin, la construccinde metforas culturales y la indagacin identitaria. Hay pocas en que parece alcanzar

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    mayor trascendencia, como durante el descubrimiento y colonizacin a lo largo de los siglosXVI a XVIII, pero tambin durante el siglo XIX y parte del XX. Su relieve adems puedemedirse por el hecho de que parte de la literatura latinoamericana se estructura a travsdel viaje, en tanto bsqueda de la identidad, pero tambin y fundamentalmente deautoconocimiento. Estamos, entonces, frente a un universo discursivo al que se puedenombrar como una cultura del viaje (Colombi, 2004). La poca de mximo prestigio ydivulgacin del viaje se desarrolla entre los aos 1880 y 1920, aproximadamente. Durantedicho lapso los viajes tanto hacia como desde Europa son muy frecuentes. Estos viajestrasatlnticos mueven no slo a las clases pudientes especialmente de Amrica aEuropa, a los migrantes de Europa a Amrica, sino tambin a los intelectuales,cientficos, educadores de un lado como del otro (Pascuar, 2000). Sin embargo, lafrecuencia y nmero de los viajes decae cuando se trata de recorridos por el continentelatinoamericano mismo. Si bien pueden anotarse los viajes de Miguel Can, en 1882, cuyotrayecto abarca Coln, Panam, Nueva York, el Nigara, del que nace En viaje (1884); o elde Paul Groussac entre 1893-1894, Santiago de Chile, la costa del Pacfico, Lima, Coln,Belice, Panam, Mxico, California, Utah, Chicago y visita al Nigara, cuyo resultado textualfue Del Plata al Nigara (1897), se trata de viajes que estn inspirados en un ciertopanamericanismo y por tanto, en el itinerario, Amrica del Norte es un destino deseado.En cambio, los viajes de Manuel Ugarte y tambin los de Rubn Daro, por otros motivos,tienen como recorrido, especialmente, el continente sudamericano. Si Manuel Ugarte(1875-1951)1 va a Nueva York lo hace en un sentido estratgico, de modo similar a JosMart, ya veremos con ms detalle este aspecto. Daro tambin llegar a la ciudad de laestatua de la libertad, en viaje a Brasil, como delegado de Nicaragua a la Conferenciapanamericana de Ro de Janeiro. En ambos casos no hay un inters particular por visitar elresto de Estados Unidos. En cuanto al valor del viaje de Daro a travs de Amrica, Sinz deMedrano ha llegado a calificarlo como el ms grande desde el tiempo de las grandesnavegaciones (Sinz de Medrano, 1994: 84). Es probable que por las distancias recorridasla afirmacin sea cierta, pero la diferencia que inmediatamente salta a la vista en relacincon el viaje de Ugarte es la planificacin que ste le imprimi al suyo y la misin especficaque se haba impuesto, como tambin veremos.

    Manuel Ugarte fue autor de una importante obra literaria, que incluye novelas, cuentos,poesas. Pero especialmente se ha destacado por su prosa argumentativa que abarcadesde textos periodsticos a extensos ensayos. Hemos tenido la oportunidad de abordarsu obra en otra parte2. Intentamos en su momento vincular la estructura de sus textosensaysticos mayores a la problemtica que tanto lo preocup: la trama existente entre lacultura y el imperialismo3. Asimismo por medio de los estudios retricos, en tanto teora dela comunicacin pblica, nos ha sido factible ligar las virtudes del orador, previstas ya enAristteles, con la figura del intelectual y las actuaciones ciudadanas en el perodo que va

    1 Para una biografa de Manuel Ugarte vase (Galasso, 1973).2 Vase (Maz, 2001, 2003, 2004, 2005).3 Remitimos a los trabajos citados precedentemente para la bibliografa correspondiente sobre el tema.No obstante indicamos alguna ms reciente (Salvatore, 2005).

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    4 Vase Mario Hernndez Snchez Barba (1960); E. Inman Fox (1979, 1989); Gregory Bauman (1997);Laura Baca Olamendi(1998).5 Lo de meramente puede leerse como una acotacin de la poca de Ugarte y no como una apreciacincontempornea, luego de que la antropologa ha revisado algunos prejuicios que manifestaba el turista.

    del 1898 a la dcada de 1920. No debe olvidarse que Ugarte pertenece a un tramohistrico en que emerge el sujeto letrado que participa en los debates de la polis. Vivi, enPars, de muy cerca los episodios del caso Dreyfus4.

    Ahora bien, dentro del corpus ensaystico ugarteano figura una obra titulada El destino deun continente (1923) que da cuenta de su gira por el continente americano. El propsitode este largo viaje que emprende Ugarte es de carcter propagandstico, pues sostienepblicamente a travs de conferencias, mtines la tesis de la unidad continental comoestrategia defensiva contra la poltica intervencionista norteamericana. Pareciera,inicialmente, que el texto en cuestin merecera un abordaje desde los estudios de laliteratura de viaje, lo que es en s mismo correcto aunque, a nuestro entender, insuficiente.De manera que tenemos un problema de orden genrico que bien vale pena plantear a finde ajustar nuestra lectura. Es cierto que se trata de un viaje, pero no de un viaje cualquiera,en trminos de un sujeto que se traslada de un sitio a otro con propsitos meramente5

    tursticos, sino que la motivacin central del desplazamiento ugarteano se sita en unaaccin catequstica, si se quiere, de prdica que pretende mover a la accin.

    Es as como el recuento posterior del viaje, eje constitutivo del discurso en El destino deun continente, deja de ser un relato de viaje y se torna un ensayo de viaje. Como primerpunto, entonces, habremos de ocuparnos de esta notoria diferencia genrica. O mejor,de qu manera y bajo el imperio de qu motivaciones se produce ese deslizamiento genrico.Lagmanovich ha indicado la diferencia, diciendo que ve en los ensayos de viaje de Sarmientouna mayor densidad ideolgica que en las crnicas de viaje de Gmez Carrillo, por caso(Lagmanovich, 1984). Desde luego que es notoria la diferencia en el sentido expresado,pero ese dato sobre el espesor ideolgico no basta para explicar los cambios en Ugarte.Admitimos la clasificacin de ensayo de viaje para el texto ugarteano, porque advertimosuna vinculacin entre la accin y el discurso que transforman al viaje mismo en tema,laboratorio y demostracin de la tesis. Dicho de otro modo, sin el viaje no habra posibilidadde probar la tesis que Ugarte sostiene y es justamente lo que sita al texto dentro delcampo de los discursos argumentativos.

    Quince das despus parta yo escribe Ugarte con el fin de realizar la gira continental, de lacual hablar en los captulos siguientes cuya causa haba defendido en bloque; conocerlasdirectamente, observar de cerca su verdadera situacin y completar mi visin general de latierra americana, recorrindola en toda su extensin, desde las Antillas y Mxico, hasta el cabode Hornos (Ugarte, 1962: 43).

    De suyo que ello conlleva una mayor densidad ideolgica, ya que a diferencia de otrostextos de viajes, la actitud contemplativa, la observacin, la sorpresa por la novedad caractersticas propias del viajero modlico, en Ugarte prcticamente desaparecen y ensu lugar se desmenuzan y analizan los componentes de la tesis. Con todo, no puede

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    decirse que Ugarte no cumple con algunos requisitos poiticos del relato de viaje (CarrizoRueda, 1994). En efecto, la figura de un narrador-protagonista, las dificultades ante lasque se encuentra el viajero, el itinerario como lnea de tiempo, son algunas de los elementospresentes en el relato y que pertenecen por cierto al gnero. Ya volveremos sobre losobstculos que enfrenta el viajero, pues le agregan dramatismo al relato y suspense a lademostracin de la tesis dentro de una cuidada composicin del argumento a partir delviaje. Evidentemente esta porosidad genrica no es menor como tampoco correspondedespejarla completamente aqu. De modo que a los efectos de nuestro estudiomantendremos la tensin entre los tres ejes: memoria, viaje y ensayo, echando mano a lacategora de discurso fronterizo.

    Pero ah, desde luego, no se agotan nuestras preocupaciones, porque si bien el textougarteano transita esos discursos fronterizos, como los del relato de viaje, la ensaystica yla reconstruccin memorstica, lo hace motivado en algo que no resulta sencillo de exponero explicitar. Su viaje no es turstico pero se deja atrapar por la belleza de algunos parajeslatinoamericanos (como en el Caribe o en el altiplano), ni exploratorio pero es un atentoobservador de las realidades socio-polticas y culturales de los lugares que visita; tampoco elviaje es representativo de ninguna institucin poltica o acadmica, sin embargo Ugarte sesiente representante de un ideal continentalista. Estas ambigedades en lugar de debilitarla fuerza persuasiva del texto la intensifican y nos obliga a una consideracin ms detalladadel origen de la fluctuacin. Es probable que las categoras de discurso emancipatorio(Colombi, 2004) que analiza la zona de contacto (Pratt, 1997) entre el pas del Norte ylos pases latinoamericanos ayude a una mejor comprensin de su complejidad. An as,apenas si nos aproximamos a la mirada que mercera un texto como el de Ugarte. Puestoque inmediatamente surgen otros interrogantes. Es el texto de Ugarte apenas una versinms de un conjunto de imgenes codificadas por los escritores hispanoamericanos, talescomo Jos Mart, Jos Enrique Rod, que comparten el mismo periodo con Ugarte, ocomo Pablo Neruda, Miguel ngel Asturias, Carlos Fuentes y Gabriel Garca Mrquez,posteriores a ese momento? Una codificacin armada como un relato maestro del desarrollohistrico de Amrica Latina, que se vali de la categora del imperialismo, a la manera de undeus ex machina, es decir, como un recurso omniexplicativo e inapelable. El paso delposestructuralismo por las ciencias sociales no dej indemne ciertas nociones epistemolgicasde la historia. Sin llegar desde luego a que aceptemos una licuacin del anlisis histrico delimperialismo, se debe reconocer que aquellos relatos maestros, ms bien de tipo maniqueo,dejaban sin indagar ni muchos menos resolver otras zonas del conocimiento sobre losfenmenos de dominacin. Se puede admitir, entonces, que la zona de contacto no esestable ni menos unvoca, por lo que concepciones como gama de redes, intercambios,prstamos, comportamientos, discursos y significados mediante los cuales se interioriz elpoder de influencia externo merezcan atenderse (Salvatore, 2005: 94). En tal sentido, eltexto de Ugarte es capaz de ofrecer algunas interesantes perspectivas que permitan darrespuestas a ciertos interrogantes y, sobre todo, a formulaciones ms complejas de lafuncin cumplida por las fuerzas exgenas, materiales e inmateriales, que han intervenidoen Amrica Latina.

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    El viaje cvico: entre ensayo y relato

    Ahora bien, a qu llamamos viaje cvico. Dentro de una rpida tipologa, se podra decirque, en general, el viaje se organiza en torno a: el conocimiento, el goce esttico, laautoformacin y el autorreconocimiento, el inters patritico y otras variantes. El viajecvico se trata de una categora que pretende reunir dos perspectivas discursivas, por unlado, aquella que desciende de la actividad misma de viajar, con las elementos genricosindicados, por otro, la que proviene del deslizamiento del inters principal del viajero hacialo poltico-propagandstico, al tiempo que abandona otros llamados, sean stos estticos,formativos, de observacin. Lo que no significa que no emerjan por momentos en el cursodel relato. Estamos ante un dispositivo que pone en juego el desplazamiento de un sujetoa travs de un espacio que est compuesto, casi de modo excluyente, de ciudadanos y deconflictos. El recorrido, por tanto, se produce no surcando la geografa solamente sinoponiendo como estaciones primordiales a las ciudades. En el centro de todo inters est lapolis. El paisaje urbano resulta, entonces, el escenario en el que protagonista del viaje sedesenvuelve. Pasan a un primer plano las tensiones polticas y quedan como incidentaleslas percepciones del paisaje natural. El campo de enunciados narrativos, merced a estegiro, se alterna con otro argumentativo. Una de las partes constitutivas de la retricareservaba la presentacin de los hechos a la narratio, estancia previa a la argumentatio.Una mirada macroestructural del texto ugarteano muestra una articulada vinculacin entreestas dos partes del discurso retrico, como intentaremos verificar. Dicho sintticamente:no hay demostracin de tesis sin narracin de los hechos del viaje en el texto de Ugarte.

    La primaca dada a los conflictos de la ciudad, en tanto escenario del universo poltico seaprecia en este pasaje sobre Mxico. Escribe Ugarte: En el ambiente todo era poltica,situacin que encontr repetida despus en la mayor parte de las repblicaslatinoamericanas (Ugarte, 1962: 85). En este sentido no compartimos la categora deviaje intelectual con el que Colombi designa al de Ugarte (Colombi, 2004: 16). Aunquepueda ajustarse a otros escritores, en el caso del argentino, sin embargo, resulta cuantomenos restrictivo. Si Ugarte inaugura un nuevo sentido del viaje finisecular (Colombi, 2004:181) no puede ser nada ms que intelectual, ya que su empresa de resistencia comoautor de un relato de emancipacin lo sita por fuera de los mrgenes del intelectual deentonces.

    Los antecedentes de este tipo de desplazamiento, como el de Ugarte, habra que buscarlosen el romanticismo, que es cuando se instituyen las peregrinaciones patriticas, como enlos casos de Juan B. Alberdi, Domingo F. Sarmiento (Sarlo y Altamirano, 1991) o JuanMontalvo (Rodrguez, 2000) o viaje utilitario como lo denomina David Vias (Vias, 1982).En todos los casos se trata de un viaje hacia el modelo para su conocimiento y posteriorcorreccin o adecuacin de la periferia brbara. La admiracin podra ser el significado y laobservacin el significante. Vale la pena repasar estos antecedentes y su incidencia en eltexto de Ugarte, ya que tenemos la sospecha de que, aunque comparten la forma, nopertenecen a un mismo registro. Kovadloff dice que Sarmiento compone sus cartas (sobresus viajes) no apenas para comunicarnos lo que sabe, sino, adems, para llegar a saber, lmismo, qu quiere decir, antes que composiciones literarias que reflejan mecnicamentesu pensamiento, son actos de produccin del mismo (Kovadloff, 1993: 765). En cambio,

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    Ugarte en el texto que analizamos escribe: El autor se limita a contar lo que ha pensadoy lo que ha visto, a exteriorizar su inquietud, a exponer una certidumbre que ha hecho suspruebas en la conciencia, puesto que la defiende desde hace ms de veinte aos (Ugarte,1962: 9, cursivas nuestras). La divergencia con Sarmiento descansa en el hecho de queUgarte no produce sino que refleja sus pensamientos. En el origo del texto ugarteano seencuentra una razn legitimante generada a partir de una certidumbre: la necesidad deunir a los pueblos de Amrica Latina. En cambio, en el texto de Sarmiento la razn legitimantees otra: una dicotoma entre la civilizacin y la barbarie.

    La visin de David Vias no es correcta cuando equipara a Ugarte con Sarmiento en puntoal anlisis de la tensin Norte-Sur. Dice Vias: Por eso es que Ugarte sigue, inexorable, conel tpico del siglo XIX sobre la slida unidad norteamericana frente a la desdichadafragmentacin de la Amrica de origen espaol. A la que le agrega, de manera insinuada,la balcanizacin () (Vias, 1998: 191). Aunque el tpico existe nada autoriza a considerara Sarmiento y Ugarte como integrantes de una misma formacin discursiva. Sarmientoestaba lejos de avizorar que la tensin Norte-Sur se daba en trminos de dominacin;tambin en su visin de este aspecto la dialctica civilizacin-barbarie sigue funcionando.Basta recordar la recomendacin al escritor cubano al comentar una de sus crnicas:Quisiera que Mart nos diera menos Mart, menos latino, menos espaol de raza y menosamericano del Sur, por un ms de yankee, el nuevo tipo de hombre moderno ()(Sarmiento, 1913 XLVI: 167). En resumen, el de Ugarte es un texto plenamente asertivoque va reflejando a partir de los diversos episodios polticos, econmicos y culturales delviaje la certidumbre de la que parte en sus argumentaciones. Para mayor abundamiento,no se trata tan slo de un convencimiento propio sino de un ideal que, a la manerajungiana, se aloja en una memoria popular.

    Esta ligera exploracin escribe en los hechos del pasado, las realidades presentes y lasposibilidades futuras, se inspira en un ideal que, aunque detenido, contrariado, anulado, en surealizacin y florecimientos por divisiones, errores y apetitos, perdura en el corazn de nuestrospueblos y deriva paralelamente de la imposicin de las realidades y de la lgica de la historia(Ugarte, 1962: 10).

    O en otro pasaje, en ocasin de hablar en Santo Domingo, vuelve sobre ese carctercolectivo del ideal: El conferencista no haba hecho ms que decir que la Amrica latinase ahogaba y que en nuestra propia indisciplina encontraba apoyo el invasor. Pero estasverdades elementales rimaban con la secreta preocupacin de todos () (77, cursivasnuestras).

    Despus de la certidumbre, la afirmacin de la identidad es el segundo principio en el quese asiente la argumentacin ugarteana, por cuanto se la considera como un valor positivo.Al encontrarse en Nueva York y observar los avances de esta gran urbe ve no slo ladistancia con Hispanoamrica sino la necesidad de no sumarse a ese festn de la razntecnolgica, si para ello se debe renunciar a la autenticidad de lo propio: La patria antesque nada; todo el bienestar, todo el progreso, toda la riqueza, toda la civilizacin, no valenlo que vale el rincn modesto y tibio en que nacimos. Si los grandes ferrocarriles, las casasde treinta pisos y la vida vertiginosa, la hemos de pagar al precio de nuestras autonomas,prefiero que perdure el atraso patriarcal de nuestros lejas villorrios (20).

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    La afirmacin fuerte de la identidad torna a la modernizacin, en su faz tecnolgica, en unapreocupacin permanente y Ugarte vuelve sobre ella a propsito de su recorrido porCuba, vindola casi con matiz ecolgico como un riesgo para la naturaleza americana.El telgrafo y el mismo ferrocarril en que vamos parecen profanaciones en medio de lanaturaleza indomable (70). En su concepcin se aprecia la combinacin de una tendenciaesttica, como el naturalismo, con un pensamiento no contaminado fuera de los centrosurbanos: La verdadera dicha ingenua est acaso en estos campos frtiles y olorosos ()(70). Sin embargo esta revisin de las bondades naturales de Amrica no se queda en elnivel de la celebracin exclusivamente, sino que el esplendor natural debe insertarse enuna secuencia poltica: el imperialismo se anexaba en las primeras pocas a sus habitantesen forma de esclavos. Ahora se aclimata el procedimiento de anexar la riqueza sola, sin latierra y sin los habitantes () (71). La naturaleza en tanto un bien codiciado es el objetode las nuevas formas de dominacin imperialista. Ugarte sospecha que la modernidad nodebe confundirse con la sociedad que lo promueve, puesto que pueden existir tantomodernizaciones como sociedades que procuran alcanzarla siguiendo los antecedentes desus propios campos sociales y culturales. Esta es la leccin que extrae ante las voces quealientan la continuidad de los modelos occidentales, sin tomar en cuenta las especificidadesnacionales o regionales. Vuelve sobre una nocin federal en el sentido de que advierteen los puertos o en las ciudades mayor inclinacin a las novedades. As lo dice al referirsea Santiago de Cuba:

    Me ha parecido advertir mayor fiereza en el nacionalismo de esta ciudad. Las capitales deprovincia, resguardadas del cosmopolitismo que se reconcentra en las capitales, conservancasi siempre con mayor vigor sus distintivas. La Habana est en contacto diario con el mundo() Santiago de Cuba se han engrandecido, cultivando casi exclusivamente las caractersticasde su vida colonial, y as se explica su fuerte cubanismo (72).

    Admite un protocolo de valoraciones positivas sobre cierta centralidad europea,especialmente en lo que concierne al pensamiento francs: Francia era acaso la accin deEuropa que con ms libertad censuraba la accin imperialista en Amrica, y la compaa fuerecibida con singular beneplcito. Mi asidua colaboracin en diarios y revistas de Pars, ladocena de volmenes que haba publicado y, sobre todo, la coincidencia de intereses queenlazaba nuestras reivindicaciones (43). No obstante ello, Ugarte nunca le concede elestatus de modelo comparativo a seguir. Por cuanto los programas que emanan de loscentros ms desarrollados se deslegitiman al mostrar un doble perfil en las acciones quedespliegan en las periferias. Es decir: los grandes relatos de la modernidad, fundados en elprogreso, la democracia, la igualdad, terminan justificando emprendimientos imperialistas.Los imperialismos han invocado siempre el fin superior de preparar a los pueblos para lacivilizacin, sin abrigar jams las intencin de cumplir ese propsito, sino en la parte que lespuede ser til () (l65).

    El relato de viaje: memoria y escenificacin

    El viaje continental de Manuel Ugarte comienza despus de dar una conferencia en LaSorbona, hacia octubre de 1911. El xito de la misma le sirve como impulso para comenzarsu recorrido por Amrica. En ese ao visita Cuba y Santo Domingo dando conferencias en

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    teatros y ateneos. Crea algunos centros latinoamericanos. En 1912 llega a Mxico con ungran recibimiento. Se entrevista con el presidente Madero, quien obstaculiza susconferencias. Sin embargo, logra hablar en el Teatro de Mxico con una concurrenciamasiva. En febrero parte hacia Guatemala, all Estrada Cabrera prohbe sus conferenciaspuesto que es inminente la llegada del representante norteamericano Knox, quien asimismoest realizando una gira continental. En El Salvador se encontrar con el mismo obstculola presencia de Knox de manera que decide desplazarse a Honduras, hablando despusen un acto organizado por la juventud. En marzo, finalmente, puede visitar El Salvador yes recibido por una multitud en la estacin. Pese a que el presidente Araujo veta laconferencia, logra llevarse a cabo en la Federacin Obrera el 3 de abril. Al llegar a Nicaraguala polica no lo deja desembarcar. A fines de abril llega a Costa Rica donde dicta variasconferencias. De aqu viaja a los Estados Unidos para pronunciar una conferencia en laUniversidad de Columbia, el 9 de julio. En agosto, desembarca en Coln, Panam. Entrevistaal presidente Porras, da sus conferencias y parte para Venezuela. Habla el 13 de octubreen la Asociacin de Estudiantes de Caracas. El 2 de diciembre habla en Bogot ante10.000 personas. En 1913 llega a Ecuador y habla ante 3.000 personas en el Teatro Edn(Guayaquil), luego lo har en Quito, tambin con un importante xito. En febrero de eseao llega a Per y en abril est en La Paz, despus de ser recibido por el presidenteVillazn. Durante ese mismo mes, arriba a Chile y habla en Santiago. En mayo est enBuenos Aires despus de 8 aos de ausencia. Habla en julio despus de varias negativas.Contina su gira latinoamericana rumbo al Uruguay, dando una conferencia en agosto enMontevideo. En setiembre habla en Ro de Janeiro, de all va a Asuncin del Paraguay.Finalmente regresa a Buenos Aires.

    De este largo recorrido Ugarte produce un texto hbrido, ambiguo, fronterizo, como hasido dicho. Sin definirse ni por uno ni otro gnero discursivo, mantiene la diferencia entrerelato y ensayo de viaje. Aunque uno enfatiza el testimonio, esto es, lo visto, el otro, lorecordado y ya interpretado. Ambos confluyen, eso s, en el valor fijado a la ancdota. Sialgunos captulos escribe Ugarte tienen carcter de memoria es porque la ancdotasirve para juzgar el estado colectivo (9). As la ancdota se convierte en materia primapara el anlisis de la situacin general. Es como la extraccin de una muestra de laboratorioa partir de la cual cabe realizar conjeturas sobre un cuerpo social mayor. Ugarte dicelimitarse a contar, casi como una especie de declaracin de objetividad. Aunque laobjetividad del relato no sea sino una estrategia discursiva para dar crdito a lo narrado. Laobjetividad no impide, sin embargo, que el autor ponga en juego su punto de vista yrealice un orden selectivo de los hechos que refiere. El viajero-ensayista construye conrigor cientfico su relato, revelando el mtodo que ha seguido: Continuemos ahora elitinerario que nos permitir dominar el panorama general, para poder deducir de laobservacin del conjunto las verdades que sintetizan nuestra situacin (111). Asimismopone en conocimiento del lector la estructura general del viaje, un punto de vista aplicablea todos los pases recorridos, es decir el viaje era estrictamente individual, la visita de unescritor a las juventudes y a los pueblos que podran propagar sus ideas. La palabra delviajero no estaba comprometida con ningn gobierno ni tampoco solicitaba favores oficiales(131).

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    A diferencia del viajero que contempla los lugares visitados y se rinde ante la belleza natural(verdadera laudatoria), Ugarte comenta los pormenores de la vida poltica local o losantecedentes histricos que contribuyan a interpretar mejor los hechos que atestigua. Elhilo discursivo es casi monocorde, puesto que el panorama generalmente resulta negativoy merece las crticas y enjuiciamientos, en especial, de los presidentes y los polticos. Hayuna invariante, sin embargo, y est referida a los pueblos, a los que se excepta de lasvaloraciones negativas y se los exime de las responsabilidades por los desaciertos polticos.Cmo est compuesta la estructura que a la larga permite la accin imperialista?

    Desarticulando los resortes, vena a encontrar en Venezuela lo que ya haba vista en los pasesvisitados anteriormente. En primer lugar: una clase gobernante y pequeos caudillosprofesionales de la poltica, adictos todos al rgimen, a los cuales rodea una corte de aspirantesa prebendas y situaciones menores; en segundo lugar, una clase intelectual, de ilustracin ymentalidad europea, distanciada del ambiente por su propia superioridad y utilizadaocasionalmente por el primer grupo como auxilio transitorio, en tercer lugar, una clasecomerciante, compuesta en una inmensa mayora de extranjeros, cuyos intereses independientesde los del pas, y a veces antagnicos, () determinando el auge de un comercio alemn, de uncomercio ingls, de un comercio norteamericano, sin que surja la realidad de una comercionacional () y en cuarto lugar, una plebe desorientada y descontenta que entrega por nfimaretribucin sus msculos al empresario extranjero () A travs de esta disyuncin de grupos,es difcil ver, como cuerpo slido y orgnico, la imagen de la Patria () (198-9).

    Los fluctuaciones discursivas son frecuentes, pero sin perder el sentido generalargumentativo. La escenificacin sera un procedimiento del relato de viaje, pero aqu sefusiona con el ensayo, en razn de que el escenario natural representa la tesis. Escribenuestro autor:

    Rumbo a La Habana, en las horas muertas de navegacin, sobre el ocano inmvil, que parecaun trasunto de la poltica imperialista inocente en la apariencia, y ayer se haba tragado untrasatlntico!, vea surgir yo, con la imaginacin, todo el Continente, toda su historia, todo suporvenir, desde que las carabelas de Coln la descubrieron, hasta que se intensific enexpansin, pasando por la colonia, los separatismos, y lo que fue en algunos puntos inseguray fugaz independencia (47).

    Asimismo hay revelaciones que se producen gracias a la observacin detenida del viajeroque se le escapan al turista: Al regresar al hotel, a las diez de la maana, cuando la ciudadempezaba a tomar su verdadera fisonoma multiforme, comprend que haba grandes fuerzasen lucha y que el problema de Cuba era tan complejo que escapaba a la primera visin delturista (50). La luz del da ilumina otras facetas de lo real que no se perciban, pero elviajero debe estar alerta ante el autoengao, es decir, la posibilidad de dejarse llevar porlas apariencias, de rendir tributos a prejuicios o de ver las cosas exclusivamente desde elpunto de vista de una tesis, forzando los hechos, como hacen algunos, para que concurrana una demostracin determinada (51). Es interesante considerar una apreciacin de Ugarteen relacin con los hechos que refiere. Ante las dificultades aparecidas durante el viaje,que tergiversan sus propsitos y falsifican el significado de los actos del viajero, Ugarteapela a la memoria, pero en lugar de aludir a algunos de los discursos del yo, habla de sersu propio historigrafo. Esta diferencia descubre una jerarqua que se pretende asignar alos hechos en los que el yo se involucra. Son hechos histricos, no meramente individuales,

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    aunque en la prctica el fuerte matiz individualista es indisimulable. Omnipotencia oingenuidad, el viajero proyecta su figura a un plano de mayor jerarqua. Si Ugarte toma lapluma y recurre la escritura de su propia historia, lo es para que no quede en la ignoranciasobre lo que hizo, o pretendi hacer, un hombre solo, en lucha con influencias formidables,privado de todo apoyo, sin ms fuerza que el ideal (123). El camino hacia la heroicidad delprotagonista est abierto.

    La heroicidad del viajero-ensayista

    Las conocidas alegoras que se relacionan con la prosa de viajes, tales como el ro, el mar, elcamino, como imgenes de cambio, del tiempo, de progreso; o la isla, la casa, la posada,como las de reposo, de llegada, de descubrimiento; o las de inters por la naturaleza, elpaisaje, las costumbres sufren una fuerte alteracin en el viaje ugarteano. En los relatos deviaje, por norma, el viajero que llegaba no era el mismo que sala. El desplazamiento en elespacio y en el tiempo provocaba una transformacin, ya sea respecto de s mismo, sobrela sociedad, o bien experimentaba un desengao o una revelacin. El proceso de conversindel protagonista del viaje en el texto de Ugarte parece cumplirse desde el descubrimientodel imperialismo, tempranamente, hasta la asuncin del papel de publicista. Pero quizsesta sea la faceta ms dbil, desde el punto de vista del gnero de relatos de viaje. No esel protagonista el que sufre los grandes cambios, sino que el viaje sirve para poner aprueba la tesis de la integracin continental y, por aadidura, la elucidacin de una ciudadanalatinoamericana. Si bien es cierto que la transformacin se cuenta entre los resultados delviaje y que resulta una lnea primordial de la literatura de viajes, ello no se cumple en eltexto ugarteano por lo menos en los trminos estrictamente genricos, porque cuandodice haber descubierto el imperialismo en su primer viaje a Nueva York, en 1900, ello secorrobora con un artculo escrito, al ao siguiente, titulado El peligro yanqui. Es decir, latransformacin no se sera producto del viaje continental, sino que su conocimientosobre el imperialismo tiene otras fuentes. Sin embargo, este simulacro de revelacin estpuesto al servicio de la mitologizacin del papel del protagonista del viaje, as como tambinen el establecimiento de un linaje.

    En efecto, la revelacin sobreviene en la metrpoli ms poderosa de aquel tiempo. Nopor mera coincidencia Ugarte resalta este episodio de su vida al comienzo mismo del libro.No desconoce el episodio biogrfico de Jos Mart en Nueva York, desde donde el cubanoescribi algunas de sus mejores crnicas, como aqulla que daba cuenta de la PrimeraConferencia Panamericana, a la que tanto critic. El origen de la conviccin de Ugarte,entonces, sobre el peligro del imperialismo norteamericano para los pueblos de hablaespaola y portuguesa en el Nuevo Mundo, se remonta al ao 1900, apenas cumplidoslos veinte aos y a una ciudad del imperio, pero de esa manera tambin queda constituidoel vnculo con el cubano. En rigor, la referencia no sera, sin embargo, un anacronismo yaque Ugarte descubri el imperialismo no en el viaje sino en las lecturas. Tiempo despus,al recoger la experiencia mediante la escritura altera el orden, es decir, sita al comienzo loque por entonces pude ser tan solo un viaje turstico a Nueva York, no ms all de losintereses de un joven burgus con recursos suficientes para hacerlo. En este sentido noestara tan lejos de algunos comportamientos de los gentleman del 80, como el dandismo,la oratoria o el cultivo de ciertas mitologas (Vias, 1998: 185).

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    La construccin deliberada de un protagonista-viga est de acuerdo con la heroicidad queir tramando a lo largo del recuento del viaje. Si hay anacronismos, lo es en el sentido deuna copresencia de tiempos heterogneos: el presente de escritura demanda una lgicanarrativa en la que ciertos hechos del pasado deben adecuarse a la figura del protagonistadel relato de viaje. El temprano descubrimiento del imperialismo, a los veinte aos, realza lasuspicacia del protagonista frente a los que persisten en la ignorancia. Tiempo despus,las circunstancias polticas llevarn al pacfico escritor a desertar de su mesa de trabajopara subir a las tribunas y tomar contacto directo con el pblico (Ugarte, 1962: 39). Laeleccin se vive como un deber, casi como un imperativo que el intelectual no puedeeludir.

    Lo que empez siendo pensamiento se transform en accin. Confieso que vacil un instante.El terico iba a tener que trocarse en orador y en poltico. A la mansa aprobacin que lerodeaba, sucedera la controversia estridente tendra yo fuerzas para llevar hasta el fin lacampaa? Pero las consideraciones personales desaparecieron ante la urgencia de realizar unaobra, que todos los dictados del deber, que todas las intimaciones del instinto de conservacinhaca impostergable. Y fue a sabiendas de lo que expona y de lo que me aguarda, que aceptesta nueva faz del viaje (84, cursivas nuestras).

    Este comportamiento se afirma en la nocin del arte social, una corriente defendidafervorosamente en Francia y tomada por nuestro escritor. Dicha tendencia est compuestapor diversas lneas: la poesa social de Almafuerte, el anarquismo de Alberto Ghiraldo; enEuropa, por los contactos con Anatole France, Jean Jaurs, Emile Zol, Henri Barbusse. Ensuma, naturalismo, humanitarismo y arte social son las premisas que sostiene. La polmicase entabla con la otra corriente del arte por el arte, a la que Ugarte y otros estigmatizande decadente y falta de ideales superiores. Asimismo la decisin es tomada en soledad, esdecir, no obedeca a ningn mandato (44). Sin embargo, un viaje de este cariz no podamenos que presentar dificultades. Adivinaba las hostilidades acerbas y las rudas luchas queme aguardaban, as como presenta los entusiasmos () Fue deliberadamente, con plenoconocimiento de causa, que emprend el viaje difcil (45). Las sospechas iniciales de Ugartese demostrarn acertadas hacia el final del viaje.

    Con todo, existe en el texto de Ugarte un proceso en el que el protagonista crece en lasvaloraciones hasta alcanzar la altura de un verdadero hroe, que enfrenta a poderesextraordinarios o por lo menos que exceden las fuerzas comunes de hombres corrientes.El contraste resulta ms notorio cuanto menor fue el inters del protagonista de hacer delviaje un campo de batalla. Dentro del trayecto que va de protagonista a hroe se accionaasimismo una mitologizacin de los obstculos que impiden los propsitos del viaje. Du-rante perodos de grandes tensiones o transformaciones polticas funciona un mecanismollamado amalgama, principio aglutinador que realiza una fusin indiscriminada del conjuntode adversarios en un todo, que conducen a un demonizacin del contradictor (GarcaPelayo, 1981). La mitologizacin poltica oculta siempre la intencin de restituir un valorausente o perdido. Cul es en el caso que estudiamos? Para Garca Pelayo los mitos notienden a satisfacer una necesidad de conocimiento y el rgimen de conductas razonables,sino una necesidad existencial de instalacin y de orientacin ante las cosas, en el quejuegan un papel primordial la emocin, el sentimiento y las intuiciones (Garca Pelayo,

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    1981: 23). Es as como, desde el pathos se intenta rescatar lo que las capas dirigentes hanolvidado pero recuerdan los pueblos: el ideal continentalista.

    Antes de embarcarme para Mxico tuve la revelacin de las proporciones y el alcance queadquira la gira, sin que yo mismo lo quisiera () En Mxico no esperaban ya al literato, y si lorecordaban algunos, slo era como antecedente ilustrativo. El pueblo y la juventud se preparabanpara recibir al obrero de una doctrina de resistencia. La idea encontraba terreno maravillosamentepropicio en aquella patria mutilada (Ugarte, 1962: 83).

    A travs de la dramatizacin del cambio, el protagonista pasa del conocimiento a la accin.La confesin de la duda le agrega una cuota emotiva a la decisin de aceptar finalmente elgiro que ha experimentando el viaje. Imprescindible, por lo dems, para la persuasin quepersigue. El campo poltico en el que se desenvuelve durante el viaje es el motivo ltimode su preocupacin, ya que resulta menester franquear la frontera que divide el campo dela especulacin abstracta del campo del inters poltico, siempre polmico, controvertido.El protagonista no slo enfrenta el complot de los funcionarios que le niegan un lugar parasus conferencias, sino en ocasiones el poder presidencial se pone al frente de la negativa,como le sucede en Centroamrica. En otro momento, el mal que lo acecha estrepresentado por el delegado norteamericano Knox, quien realiza tambin un viaje conti-nental y a dnde l llega, Ugarte no puede desembarcar. El poltico norteamericano eradueo de toda Amrica Central mar y tierra, y el viajero latinoamericano () parecadestinado a no poder poner el pie en ninguna costa y a ser rechazado de todos los puertos() (122). Finalmente, los agentes del imperialismo lo siguen de cerca, entorpeciendosu trabajo o sustrayndole notas o apuntes para sus conferencias.

    La visita a Mxico puede ser ilustrativa de un conjunto de episodios similares. Ugarte llegaa ese pas dispuesto a transmitir su mensaje. El Presidente Madero le concede una entrevista.Es conocido el panamericanismo del jefe revolucionario y las deudas que su revolucintiene con Estados Unidos. Con todo, Ugarte se entrevista con l, pero comprende que eldescrdito y la impopularidad de Madero pueden llegarle tambin a l, si persiste en lacercana con el nuevo poder constituido. A fin de liberarse de esa intriga, Ugarte llama aconferencia de prensa para aclarar los motivos de su visita: La sinceridad es siempre msfuerte que las intrigas (94). La aclaracin va dirigida al lector, desde luego, pero con unpropsito deliberado. Ugarte presenta a los bandos opuestos y a l como objeto de lacontroversia. De un lado estn los que quieren impedirle que hable (el gobierno) y de otrolos que esperan su palabra (estudiantes, periodistas y pblico en general). El episodiotiene su climax cuando espontneamente estudiantes y obreros van hasta el hotel deUgarte y lo aclaman. Es as como las fuerzas del bien se imponen, la esperanza renace yel hroe es premiado con la aclamacin (96-7). La clave del entendimiento entre lamuchedumbre y el orador sern los nombres de San Martn y Bolvar. Las energas positivasse liberan: Rotas las vallas, todos los elementos del pas exteriorizaron su protesta, desdela Sociedad de Abogados, hasta el ltimo centro obrero (97). Las fuerzas del bien,expresadas en las razonabilidad del mensaje de Ugarte, son transversales ya que cruzan lasociedad prescindiendo de clases sociales, gneros, profesiones, etc. Esa unanimidad legitimaen un todo al hroe frente al panamericanismo oficial de Madero. La emocin, sin em-bargo, no hace olvidar al protagonista que todo se trata de un estudio, que es necesarioasir el detalle para no perder el panorama. Invariablemente, el autor quiere ampliar la

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    visin del cuadro para ayudar a la mejor comprensin del medio que estamos estudiando(100). El pathos se retira y retorna el logos mediante el cual el protagonista vuelve al papelde observador-cientfico, brindando miradas amplias de los acontecimientos. Pero elobjetivismo resulta una tctica para incrementar el peso de la actuacin del protagonistadentro de los episodios que se han desencadenado en su entorno.

    Recuerdo estos hechos escribe al margen de toda vanidad, para mostrar el estado delespritu pblico Cmo poda envanecerse un hombre de haber creado sentimientos o entusiasmosque, rozando apenas la corteza, encontramos en el fondo de todos nuestros pueblos? No fui enMxico como en los dems pases que recorr despus, ms que una voz humilde del conjunto.El nico mrito que podra reclamar sera el de haber tenido la entereza de decir lo que pensaba(101).

    Pero para que la autorreferencialidad quede al margen de cualquier vanidad, Ugarte apelaa la incorporacin, al pie de pgina, de extractos periodsticos de la poca. Esta cesin dela voz busca romper el monologismo y apoyarse en voces diversas que refrenden los dichosdel protagonista. Aunque no puede eludir dar una versin de los hechos que lo involucran.La pluma se detiene por pudor, confiesa, ya que las ovaciones recibidas en Colombia otro sitio donde tuvo un extraordinario xito no iban dirigidas al hombre, sino a la ideay es por eso que puedo decir, haciendo abstencin de mi mismo, que nunca he presenciadoentusiasmo mayor (208). En punto a la visita a Mxico es interesante la apreciacin sobreel xito de Ugarte: una mixtura de unidad continental con antinorteamericanismo6. Pero elviajero atribuye asimismo su xito a la obra de los gobiernos, que al combatirlo revelabanal pueblo su subordinacin y despertaban el orgullo nacional (143).

    No es la vanidad, siempre un sentimiento execrable, el recurso memorialista que estructurala globalidad del texto de Ugarte. La omnipotencia que impregna algunos pasajes del textopodra reenviarse al tono aristocratizante del modernismo, que concibi al poeta como unsujeto incomprendido, situado por fuera de la mesocracia reinante. Sin embargo, es msplausible la hiptesis de que el saber adquirido eleva la propia estimacin del protagonistadel viaje, y por aadidura al autor, a quien el contexto cultural y poltico del presente de laescritura lo ha privado de un reconocimiento como intelectual-faro. La enunciacin deltexto se da en su retiro y pertenece a un hombre que no desea volver a tener actuacinen la poltica interna de su pas (273). Es probable que aqu se ubique una de las clavesintegrales de la escritura autobiogrfica ugarteana. Otra, que pertenece del gneroautobiogrfico, es la autojustificacin del protagonista, quien busca dar sentido al sentimientode frustracin del presente. Vias dice que Ugarte nunca lleg a comprender que unautoexilio (los largos aos vividos en Europa) es como la muerte pero sin campanas, veloriosni rquiem (193). La observacin no por injusta deja de tener algo de verdad. El escritorargentino, como el resto de la generacin a la que perteneci, esper un reconocimientoque nunca lleg, por lo menos en vida de sus miembros. Nervo, Daro, Blanco Fombona,

    6 Qu ha visto el pueblo detrs de los ideales del escritor argentino? Qu ha adivinado el infalibleinstinto popular a travs de las gallardas teoras de Ugarte? El pueblo ha deducido, con esa lgica de lasmultitudes, que es inflexible y certersima que el ideal de la unin latinoamericana envuelve la ideagrandemente popular del antiyanquismo, idea que podramos decir llevan en sus tradiciones todos lospases de habla espaola en el Continente americano y que en Mxico ha venido a formar parte denuestro patriotismo ms rudimentario (Ugarte, 1962: nota 30, 101).

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    Arguedas, Ugarte, no tuvieron, con matices, su aclamacin por la obra emprendida. Elpresente de Ugarte es de privaciones, desencantos, olvidos, por lo tanto, la reconstruccindel camino transitado hasta llegar al lugar en donde se encuentra est hecha deespeculaciones paliativas, benignas. Verse a s mismo como un idealismo viajero (102)recuerda a la figura descarnada de Don Quijote, que es la imagen ms difundida paraexpresar la incomprensin, la soledad, el fracaso. Se sigue representando al protagonistaviajero como al poeta romntico, que interpreta los deseos y sueos ms recnditos delpueblo. Es la voz de la multitud pero que una vez cumplido el papel vuelve al anonimato y,a veces, al olvido. An dentro de la crecida figura que de s mismo Ugarte arma a travs delrelato, no escapa en ocasiones al escepticismo: llegu a preguntarme si no era yo tambinun iluso (123).

    Cierto quijotismo7 como el descrito puede apreciarse en el episodio con un ministro deEstrada Cabrera, el dictador de Guatemala, que Ugarte recuerda. Frente a la prohibicinde hablar pblicamente comunicada por el funcionario, Ugarte le advierte: En ese caso,seor ministro, tendr la pena de partir maana, pero como algn da he de hacer lacrnica de este viaje, me ver obligado a recordar sus palabras (117). Como se ve hayuna extremada confianza en el poder de la letra escrita.

    Los sentidos del viaje-tesis. Cambios en las lecturas cartogrficas

    Y cun fcil es hacer viajes a los Estados Unidos desde las costas del Caribe y el golfo deMxico! Parece que todos los caminos materiales y morales conducen a la nueva Roma. Unacarretera resbalosa, un declive suave, atrae hacia la metrpoli a los que buscan la ciencia, a losque anhelan el placer, a los que persiguen la fortuna y, lo que es ms grave, a los queambicionan el Gobierno (158).

    Si haba alguna duda sobre los planos entre los que flucta el protagonista del viaje bastasopesar esta idea de la facilidad con que es posible viajar a los Estados Unidos y ladificultad para llevarlo a cabo por Amrica Latina. Esos planos son figurativos del allanamientoque la metrpoli produce para la cooptacin de voluntades y conciencias. Uno es de tipomaterial, desde luego y tiene que ver con las vas de comunicacin, pero en l se superponeotro andarivel simblico-ideolgico que naturaliza las ventajas del viaje a la metrpoli. Aquellasconocidas alegoras que se relacionan con la prosa de viajes, tales como el ro, el mar, elcamino, como imgenes de cambio, del tiempo, de progreso, etc., adquieren aqu otrosignificado. Tal el caso, particularmente, del Caribe como centro neurlgico, de enormevalor geopoltico para los intereses norteamericanos. Atravesarlo en un viaje, en lascondiciones propias de aquel momento, no generaba ninguna imagen cercana al cambio oel progreso, por ejemplo. Muy por el contrario, la mirada resultante es la trgica discordanciaentre la enorme diversidad y riqueza natural que posee y el destino poltico que le hatocado en suerte: La naturaleza ha colmado a nuestras tierras con cuanto cabe imaginar

    7 Lo que Ugarte realmente quiere es exaltar de manera retrospectiva su teora antiimperialista ysobreimprimir su propia imagen de Quijote hispanoamericano. Pero ya eran coleccin las tristes figurasque iran viajando por Estados Unidos. Una equvoca profesin multiplicada entre Versalles y WallStreet: Vargas Vila, Santos Chocano y hasta el Blasco Ibez de Los cuatro jinetes del Apocalipsis(Vias, 1998: 190).

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    para la felicidad del hombre; pero ha reservado a la Amrica Central lo ms fastuoso y loms inverosmil () sin embargo, ninguna regin en el mundo ha presenciado una orgamayor de actos de violencia y exterminio () (113-4). Esa orga de violencia ha dado alasa la tragedia en el seno mismo del paraso (114).

    El mapa es capaz de dar cuenta de la poltica desacertada en el siglo XIX: contemplandoel mapa se adverta que no se haban respetado ni las antiguas divisiones del virreinato(17); tambin pone en evidencia las posiciones estratgicas, al mostrar que Cuba es el ejeentre el Canal de Panam y la Florida (51); sirve como respuesta a preguntas polticas,respecto de los acontecimientos como la anexin de territorios: El mapa daba a las preguntasuna significacin especial. A un siglo de distancia, las trece colonias inglesas () se habantransformado en una enorme nacin () (15); o en la superposicin de las lneas coloreadasde la carta geogrfica se revelaba el doloroso drama del Continente (16); en fin, elmapa tambin puede dejar al descubierto las diferencias culturales entre el Norte y el Sur:Desde la frontera surge viva y patente la oposicin inconciliable entre los dos conjuntos(27).

    La cartografa, sin embargo, no se agota como instrumento que auxilia al viajero-ensayistaen el recorrido de su itinerario-tesis, sino que adems est en la base de la explicacin dealgunas intrigas. En efecto, en Panam llaman al protagonista agente secreto de Colom-bia (173); en Cuba que pretenda un retorno de Cuba al dominio de Espaa; en Mxicovean su visita como maniobra poltica para derribar al gobierno; en Guatemala como intrigade San Salvador y viceversa. La misma lgica opera en el Per al presentarlo como adictoa Ecuador y en Chile como ferviente del Per (173). Dichas atribuciones intrigantes sonderivaciones de los viejos conflictos existentes entre los pases limtrofes. En trminosgenerales, a lo largo del viaje a Ugarte le sucede, desde el punto de vista oficial, lo querelata sobre Venezuela: Las reflexiones que podra hacer el viajero sobre el pasado y sobreel presente al desembarcar en La Guayra, no coincidan, dems est decirlo, con laspreocupaciones del lugar (195).

    La intriga crece proporcionalmente a la repercusin del viaje que lo va conduciendo haciael interior de Amrica Latina y alejndolo en todo sentido, obviamente, de Amrica delNorte. Pero la direccin del itinerario no es slo hacia un interior geogrfico sino tambinuna especie de viaje al fondo de los conflictos. Para ello se precisa una alteracin de laperspectiva en la lectura del mapa poltico latinoamericano, a fin de dilucidar los orgenesy significados de los obstculos que va encontrando el viajero. Ugarte propone un corrimientodel eje de observacin: Las faltas del imperialismo las conocemos todos, y nada ganaremoscon repetirlas en tono airado. Lo que conviene poner en evidencia son nuestros propioserrores (185, cursivas nuestras). Pero el deslizamiento no se da, desde luego, nicamentea niveles de repartir las responsabilidades sobre los problemas de Amrica Latina, sinotambin es resultado de un movimiento a lo largo del espacio. Es el viaje el que confirma lanecesidad de variar la perspectiva. As como la Nacin no es la misma observada desde susmrgenes, es decir, el viaje a las fronteras en el siglo XIX afectaba la consideracin sobre elpaisaje, la regin, la imagen de la Nacin e incluso la perspectiva de enunciacin (FernndezBravo, 1999: 18), del mismo modo el viaje continental produce otros importantes efectos.Entre ellos, los que corresponden al orden de la organizacin econmica, cuyas

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    comprobaciones no podan ser ms dolorosas, ya que desnudan la dependencia econmicade los pases latinoamericanos. La otra consecuencia destacable del viaje se aprecia en lacomprobacin una vez ms del artificio de nuestras divisiones, como lo comprueba alcruzar el Ro de la Plata en direccin a Uruguay (Ugarte, 1962: 279).

    Los eptetos de los que el viajero es objeto (anarquista, enviado secreto, aventurerode las letras) no pretenden nada ms que su descalificacin. A travs de este rechazo adhominem se evidencia una lectura diferente del mapa. La tctica disolvente utiliz todopretexto o coyuntura para disminuir al hombre y desprestigiar, por encima de l, su aspiraciny prdica (123). Sobre la base de la prejuiciosa lectura cartogrfica realizada por el poderpoltico, que enfatiza la divisin territorial y la diferencia con el Otro apoyada en la frontera,se logra despertar las susceptibilidades regionales, dice Ugarte, haciendo circularapreciaciones falsas segn las cuales se pospona a unas repblicas en beneficio de otras(123). La perspectiva que Ugarte censura a los gobiernos del Sudamrica es la de ver lapoltica internacional desde el punto de vista de los patriotismos locales, a modo de unaparodia infecunda de una petite Europa (231). Se carece por lo tanto de vasta concepcincontinental, gnesis de los yerros que lastiman a nuestras repblicas (235).

    Esa limitacin de perspectiva que hace que la poltica internacional se reduzca a tener en jaquea los hermanos vecinos, en un campo diminuto, colocado, al parecer, fuera del planeta, laencontramos en casi todas las repblicas del Sur, donde la brega local, el pleito de fronteras yla cotizacin de los frutos del pas acaran las inquietudes. Se dira que nuestras regiones seconsideran extras a las contingencias generales y aisladas por un muro que las pone al margende todas las corrientes, buenas o malas, que agitan a la humanidad (230).

    La ciudadana latinoamericana de la que habla Ugarte no le compete exclusivamente a supersona, sino que se encuentra integrada a un sector de la sociedad latinoamericana,representado por los pueblos. Yo haba renunciado a las ambiciones polticas y a lasoportunidades que se me presentaban, para no tener intereses pequeos, para seguirsiendo ciudadano de toda la Amrica Latina (243).

    Palabras finales

    Las visiones totalizadoras, a veces unidireccionales y rotundamente asertivas de El destinode un continente pueden dejar sin vigencia a algunos de sus fragmentos. Sin embargo, sitomamos en cuenta las condiciones histrico-culturales en las que se produjo la enunciacin,esto es, el surgimiento de un fenmeno a todos luces evidente: la conversin de losEstados Unidos en un imperio territorial, despus de la Guerra de 1898 con el control delCaribe y luego como imperialismo, de acuerdo con su poltica de intervencin en otraspartes de Amrica Latina, especialmente en los pases centroamericanos, el texto resultanteno poda ir ms lejos ni dar otras respuestas. An dentro de sus limitaciones, el texto seplantea interrogantes en torno a las formas de gobernabilidad global, a los instrumentos deintervencin cultural y los dominios ejercidos en las narrativas sobre el origen, la nacionalidady el desarrollo de las naciones. Por estas aportaciones, el texto de Ugarte contribuye avisualizar la estructura de sentimientos sobre la manera como se percibieron las accionesimperialistas en Amrica latina.

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    El libro de Ugarte mantiene una indefinicin genrica que ha merecido nuestra especialatencin. La vinculacin entre tesis y viaje, por un lado, memoria e interpretacin de loshechos, por otro, pone en evidencia las dificultades textuales para dar cuenta de unaproblemtica, la de las relaciones entre cultura e imperialismo, que no integraba ningunaagenda de la reflexin poltica o cultural de entonces. No porque no se escribieran textossobre la temtica, sino porque se trataba de esfuerzos individuales y desconectados, queintentaban con mayor o menor suerte crear un estatuto de un saber epistmico acorde alnuevo fenmeno emergente. La experiencia descolonizadora de las generacionesprecedentes no resultaba un background provechoso, en razn del dicotmico ordenasignado a Occidente, a travs de las categoras de civilizacin y barbarie. La afirmacinintensa de la identidad en el texto de Ugarte es un esfuerzo de superacin de la oposiciny al mismo tiempo de revelacin de los intereses que oculta o simula. De manera que lahibridez genrica lejos de representar una desventaja puede verse como un acierto. Losesfuerzos individuales por comprender el orden de la vida latinoamericana, hinc et nunc,no podan abrigar demasiadas esperanzas en el desarrollo que las ciencias del espritupodran haber alcanzado. Fue necesario el riesgo, cierta aventura, para obtener algunosresultados cercanamente satisfactorios sobre asuntos que no estaban en el inters demuchos. La mitologizacin del papel del protagonista del viaje continental se hace confines persuasivos, a su vez la especulacin, proveniente del conocimiento del conocimientodirecto de los pases, le da carcter demostrativo a la tesis de la unidad continental comoestrategia defensiva, motivo principal de la obra y la praxis de Manuel Ugarte.

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