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malaidea: cuadernos de reflexiónNúmero 3, abril 2012Revista cuatrimestral de Ciencias SocialesQuito-EcuadorISSN 1390-6453

Consejo EditorialCarlos CeliKintia MorenoPaola Sánchez

Consejo AsesorDavid ChávezSoledad Chalco

EdiciónJeanneth CervantesMaría Fernanda Auz

PortadaGonzalo Sánchez/Viviana Quishpe

DiseñoFabrizio Moreno Salas

TraducciónMarcelo Kohn

Los artículos presentados en esta publicación norepresentan necesariamente la visión del ConsejoEditorial, sin embargo corresponden a la líneaeditorial de malaidea. El contenido de los artículoses responsabilidad de los autores.

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Impresión: Artes Gráficas SilvaMallorca N24-257 y Güipúzcoa, Quito.

Se autoriza la reproducción total o parcial de loscontenidos de esta publicación siempre que se citeexpresamente la fuente.

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dobles yúnicos:joaquín gallegos lara y pablo palacio.dos maneras de abordar la literatura

Pablo Yépez Maldonado*

complementary; why are they so current forour times, what are the basis for distortingthem and even denigrating one? A politicalrereading of the assessments made of the twowriters to avoid looking at ourselves in ourancestors as givers of a virtue we may noteven possess. Keywords: Pablo Palacio; Joaquín GallegosLara; 30´s generation, myths.

Introducción

“El hombre es temible aún después demuerto.”

Joaquín Gallegos LaraEl Guaraguao

“Mi espalda, mi atrás, es; si nadie se opone,mi pecho de ella. Mi vientre está

contrapuesto a mi vientre de ella. Tengo doscabezas, cuatro brazos, cuatro senos, cuatropiernas, y me han dicho que mis columnas

vertebrales, dos, hasta la altura de losomóplatos, se unen allí para seguir –

robustecida– hasta la región coxígea.”Pablo Palacio

La doble y única mujer

ResumenExiste una tendenciosa manera de abordar laobra de dos escritores que pusieron las basesde la moderna literatura ecuatoriana. Desdequé momento se redescubre a Pablo Palacioy a qué se debe el olvido de Joaquín GallegosLara. Mitos creados de manera interesadadesvirtúan el carácter de los dos protagonis-tas que han contribuido a definir las dos ver-tientes de la narrativa del país. ¿Antagónicoso complementarios; en qué reside su actuali-dad? ¿Cuáles son los fundamentos para ter-giversarlos e incluso denigrarlos? Unarelectura política de las valoraciones sobre losdos escritores para evitar mirarnos en nues-tros antepasados como dadores de virtudesque acaso no poseemos.Palabras clave: Pablo Palacio, Joaquín Galle-gos Lara, generación del 30, mitos.

AbstractThere is a biased way of approaching thework of two writers that are the basis of mo-dern Ecuadorian Literature. At what momentis Pablo Palacio rediscovered and why is Joa-quin Gallegos Lara forgotten. Myths have be-en created for this purpose in order to distortthe nature of the leading writers of two sidesof literature in the country. Antagonists or

* Poeta, novelista, en la década de los 80 conformó el taller de literatura Matapiojo.

producción ecuatoriana

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medida y de la más insultante miseria(medida por supuesto con el baremo delos tecnócratas, de los estadísticos, de loscientistas sociales). El cisne2 hace ratoque perdió su batalla, muchos nacimosen el siglo de la defunción de la rosa3 y lamayoría en la época petrolera. El debatese centra en este momento en las inter-pretaciones, en la construcción del senti-do y la definición de sus múltiplesvertientes; ninguno de los pronuncia-mientos de los intelectuales responde ya,a la inocencia o la candidez.

En todos los razonamientos, cumplidos,omisiones, olvidos, desprecios, subvalora-ciones se encubre una motivación, un pro-pósito pacientemente calculado poraquellos que determinan el sentido, el ca-non, establecen los límites de la comuni-dad y dan el visto bueno a los aspirantes aser parte de la cofradía. Amparados poresta sospecha inicial se puede comprenderque tras los esfuerzos denodados por bus-car íconos, figuras representativas y ejer-citar validaciones pos-históricas seesconde una extraña manera de autoelo-giarse, de autoredimirse, de autorepresen-tarse y de proyectarse desde el pedestalegregiamente levantado con la finalidadde suplantar, con su figura de enanos, lade los excelsos vates, filósofos, pensadoresque de esta tierra han sido...

La verdad puede ser producida desdeun discurso y, aún más, se puede es-tablecer un horizonte de sentido den-

tro del corpus académico o de lanarratología social de acuerdo a las he-rramientas, la metodología, el escalpelocon los cuales se trabaje sobre la realidado sobre otros discursos. “Es pues agrada-ble –dice Deleuze– que resuene hoy labuena nueva: el sentido no es nuncaprincipio ni origen, sino producto. Nohay que descubrirlo, restaurarlo ni reem-plearlo, sino que hay que producirlo, me-diante una nueva maquinaria”, yconcluye: “[...] producir el sentido es hoyla tarea” (Deleuze, 1970:14). Ya no es eltiempo de la inocencia, de los mismos ymanidos argumentos, de los primerosbalbuceos inconscientes; de los ensayosescritos por el puro placer de aparecer enel índice de los “intelectuales” del Ecua-dor. Ya no. Vivimos una época de defini-ciones, de radicales posicionamientos, degrandes reagrupamientos, de apuestassobre el futuro con una carga hipercríticaacerca del pasado y, lo que es más impor-tante, con los suficientes elementos pararedireccionarlo, modificar el presente y,consecuentemente, definir el futuro.

Es el momento de la reconstitución1 deeste país, de un violento reacomodo delas fuerzas a nivel nacional y mundial, deuna paradójica época de producción des-

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discurso del orden para escaparse, poste-rior y definitivamente a través del umbralde la locura, hacia su muerte temprana.Este proceso de “reencuentro” con Palaciosignifica una puesta en valor de su inimi-table manera de desacreditar la realidad;5 suiniciática labor de hurgar en las peque-ñas cosas las causas del desacomodo delos personajes al interior de la realidad(tanto la ficcional como la real); sus jue-gos de transposiciones y sus laberínticasmaneras de perderse en la inmensidaddel día para amanecer el mismo, y a lavez distinto, personaje que constituyeun engranaje, nada más, de todo el me-canismo de relojería que nos lleva haciala esquizofrenia, el conformismo y laservidumbre.

Cuáles son las razones para tanta fasci-nación (si de la historia no hay nada querecuperar pues lo único que nos resta esinterpretarla desde la contemporanei-dad, por supuesto);6 cuáles son los mo-tivos para que, de manera paulatina, apartir de la década de los 70 del siglo pa-sado, se vuelva sobre los pasos de PabloPalacio denostando, como contraparti-da, al llamado “realismo social” de la dé-cada del 30 y, fundamentalmente,

¿Antagonistas o complementarios?

En el Ecuador se ha fortalecido una co-rriente que revaloriza a Pablo Palacio endetrimento de Joaquín Gallegos Lara;dos notables escritores y actores políticosde los inicios de la ecuatorianidad en laliteratura (a pesar de que se recurra a lamuletilla de que uno no habita una na-ción sino una lengua). Dos antagonistasen su tiempo pero complementarios enel devenir de la historia; dos figuras in-completas en sí mismas que no hacenuna unidad sino una gran estela de pro-posiciones y vacíos. Dos personajes queen su peculiar manera de existir consti-tuyen las bases de lo que se denomina laliteratura moderna de este país (inacabadoen sí mismo y, a la vez, desbordado porsus contenidos).

A inicios de la década de los 70; escindidoel movimiento Tzántzico, desaparecida surevista Pucuna y definida una nueva ten-dencia que antepuso el “oficio” a la “acti-tud”; con la edición del Nº 8, en julio de1974, de la revista “La bufanda del sol”4 seinicia el proceso de revalorización de laobra de Pablo Palacio; quien, luego deabandonar la literatura, se refugió en el

4 “Al parecer (en La bufanda del sol) se trataba de recuperar para sí un predecesor con el cual engancharla producción literaria propia. Los ex tzántzicos que habían renegado del realismo social y sus epígonos,encontraron en Palacio la cabeza visible de una vertiente de la que se sentirían herederos.” Raúl Vallejo;La Bufanda del Sol, segunda etapa: aproximación inicial. Revista Kipus Nº 20; 2006.

5 Las obras de Pablo Palacio, según María del Carmen Fernández “no pretendían traspasar la realidada la literatura según las normas de la estética realista, sino criticarla y desprestigiarla a través de unacreación netamente artística, declaradamente de ficción” (subrayados míos), (Fernández, 1991).

6 “[…] la historia es un sistema conformador del pasado en la medida en que es el historiador el que,consciente o inconscientemente, incorpora o elimina acontecimientos y los acomoda de acuerdo con susubjetividad y a estos acontecimientos seleccionados y modificados los organiza en un todo que pretendeser completo y coherente pero que, fatalmente, es incompleto y dotado no de una coherencia externa alhistoriador sino aportada por él”. Claudio Malo González, Estudio introductorio, Pensamiento indigenistadel Ecuador. Banco Central del Ecuador, Corporación Editora Nacional. 1988. Pgs 26, 27.

1 No en vano se han emitido dos cartas constitucionales en el lapso de diez años.2 “Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje /que da su nota blanca al azul de la fuente; / él pasea

su gracia no más, pero no siente / el alma de las cosas y la voz del paisaje.” Enrique González Martínez;Córtale el cuello al cisne; Los senderos ocultos, 1911. Debicki, Andrew, Antoloogía de la poesía mexicana mod-erna, Madrid, Tamesis book limited, 1977, pp. 63.

3 “Nací en el siglo de la defunción de la rosa / cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles. //Han emigrado todos los ángeles terrestres, / hasta el ángel moreno del cacao.” Jorge Carrera Andrade,Biografía para uso de los pájaros, 1937, pp. 251.

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Realidad, personajes y mitos

La aparición en 1930 de Los que se van,obra de Joaquín Gallegos Lara, DemetrioAguilera Malta y Enrique Gil Gilbert diopaso a la consolidación de una tendenciade hacer literatura; conformándose, conAlfredo Pareja Diezcanseco y José de laCuadra, el grupo “Cinco como un puño”;a los que se añadirían, como escritoresdentro de la misma orilla, Ángel Felicísi-mo Rojas, Enrique Terán e incluso Leo-poldo Benítez para completar lo que seconoce como el Grupo de Guayaquil.

Forjados al calor (y horror) de la masacredel 15 de noviembre de 1922 y bajo lossignos de la modernización impuestapor la Misión Kemmerer; traída al paíspara subsanar la inutilidad de la oligar-quía en ordenar las cuentas y el aparatoestatal, pero fundamentalmente por elinterés de los terratenientes de recuperarla hegemonía perdida a medias en 1895con la Revolución Liberal; el Grupo deGuayaquil (al que se suma la corriente dela Sierra con Jorge Icaza y Fernando Chá-vez, principalmente), irrumpe en el am-biente literario8 con una escritura querecoge el habla popular, esa parte delidioma que hizo añicos la forma tradicio-nal de relatar; pero que, sobre todo, deja

renegando de Joaquín Gallegos Lara; unser deforme de una lucidez extraordina-ria7 y una cordura a prueba del acomodoy el arribismo.

¿Qué se esconde, qué está detrás de to-dos estos juegos de homenajes y recupe-raciones, de olvidos y agravios? ¿Quéestá en juego en estas tendenciosas ma-neras de abordar dos concepciones dis-tintas de hacer la literatura, dos manerasde entender el mundo, pero fundamen-talmente dos actitudes vitales y formasdiferentes de cuestionar la realidad en laque se desenvolvieron?

Pablo Palacio no necesita de los rescata-dores de oficio, no le hacen falta los epí-gonos ni los conmilitones de capilla; perohan crecido en número y en representa-tividad, en fama y trascendencia. JoaquínGallegos Lara, en cambio, perdido entrelas más ácidas críticas no ha logrado su-perar ese cerco impuesto por la intelec-tualidad –imbuida ahora por su nuevorol protagónico en la construcción posi-tiva de la realidad–, de sugerentes y am-plios caminos por donde transcurre laobservación más sosa, la cavilación másinocua, la pedantería más inoficiosa, elrastacuerismo en suma, pero desarrolla-do bajo novedosas presentaciones.

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el inventario de vencedores sino única-mente como clases subalternas, comopeones de oficio al mando de los “ilus-trados”9 y hasta “aristócratas” héroescriollos10 de las primeras guerras, bajola dirección de generalotes latifundistas

o de curas y hacenda-dos de la RevoluciónLiberal.

Son quienes definieronde manera radical (deuna radicalidad queaún nos lleva a debatirel tema) el papel del es-critor al interior de lasociedad –pacata, moji-

gata, mohína–; oficio asumido como ex-presión de la conciencia colectiva y, a lavez, como constructor y deconstructortanto de la lengua como del imaginariocelosamente construido bajo los olores delincienso y la lengua servil de los nobles ycortesanos en mutación.

A su forma de escribir, porque estableceuna ruptura con el lenguaje artificioso, seha llegado al extremo de caracterizarla co-mo “terrorista”11; es decir, el ejercicio de laviolencia extrema a la que no logramoscomprender pero que sin embargo, segesta y genera en el interior de las socie-

de lado las pretensiones de los escritoresde ser aceptados por la Real Academiade la Lengua pues, en este país, como lodemostrarían ante los ojos irritados delos críticos de oficio, existían únicamenteluengas y anfractuosas formas de exclu-sión y explotación.

Estos escritores eleva-ron a la categoría deprotagonistas funda-mentales a aquellos in-dividuos que habíanconstruido la historiapero que no formabanparte ni del proyecto,ni de los beneficios delos sucesivos intentos de modernizaciónde la sociedad (modernización comopropuesta para alcanzar el desarrollo, laigualdad, la fraternidad y la equidad;proyecto fallido por lo demás).

Aparecen en escena el cholo, el montu-bio, el indio, el negro (con Adalberto Or-tiz y posteriormente con NelsonEstupiñán Bass, para hablar de los inicia-dores de la visibilización de los negros enel mosaico nacional); protagonistas tantode las Guerras de la Independencia comode las luchas a favor y en contra de la Re-volución Liberal pero nunca incluidos en

7 “Era naturalmente, y no es necesario decirlo, un comunista [...] en su línea de vida espiritual no hay va-cilación ni desfallecimiento, ni aún siquiera cuando el pobre cuerpo inhábil se enflaqueció y la escasavida, derrochada en ese andar del espíritu, ya se iba agotando. Era el hombre del camino firme, era unfanático, no podía vacilar ni desfallecer.” Alejandro Carrión; “A Joaquín Gallegos Lara cuya muerte en-luta la cultura nacional.” Páginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara, Alejandro Guerra Cáceres, Editorialde la Universidad de Guayaquil, 1987.

8 “Era la primera tentativa briosa de objetividad. Ignorábamos muchas cosas de los que éramos ‘nosotros’entonces, aún ignoran. Pero rectificamos 400 años de rastacuerismo y de colonialismo literario.” JoaquínGallegos Lara en una carta según Jorge Enrique Adoum en Páginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara,Alejandro Guerra Cáceres, Editorial de la Universidad de Guayaquil, 1987.

9 “[...] en mi juicio (habría que) obligar a los indios a que vistiesen a la moda española, y que hablasennuestro idioma, sería bastante para que ellos fuesen absolutamente conquistados y se formasen basallos(sic) fieles y hombres de conocida religión.” Eugenio Espejo; Voto de un Ministro togado; citado porGalo Ramón Valarezo; “Ese secreto poder de la escritura.” Indios. Quito, Abya-yala. 1991, pp. 358.

10 “Los héroes de la independencia, los que pasaron a ocupar monumentos o puestos en las estrofas delos himnos y las epopeyas, fueron blancos o mestizos y mulatos culturalmente blancos”. Claudio MaloGonzález, “Estudio introductorio.” Pensamiento indigenista del Ecuador. Quito, Banco Central del Ecuador,Corporación Editora Nacional. 1988, pp. 37.

11 “[...] el libro (Los que se van) tiene una unidad de ambiente y de lenguaje. Y es ese lenguaje nuevo, des-carado, insolente, incluso terrorista [...]” Jorge Enrique Adoum, “Estudio introductorio.” Los que se van.Quito, CCE, 2004.

Son quienesdefinieron de

manera radical elpapel del escritor

al interior de lasociedad ...

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desposeídos12 de la tierra; en esta republiquetade ficción13 se eleva al escenario literario alos que siempre empujaron todos los cam-bios, todas las revoluciones sin haber capi-talizado a su favor ningún beneficio.14

El indio, contradictor permanente de esailusión de Patria, de nación irrumpe en elescenario –indio recreado castiza y malin-tencionadamente por Gonzalo Zaldumbi-de15 y todos sus epígonos–, desbaratandotoda la estantería armada por los discur-sos oficiales, por la primorosa candidez delos poetas y la cobarde actitud de los inte-lectuales que soslayaron el tema; el indio

dades y se explica por lasmismas condiciones enlas que se debate la co-munidad humana. Últi-mo recurso frente a laimpermeabilidad del sis-tema, de las estructuras,de las clases dominantes, de los institutos,de la academia. Aquella “bomba” lanzadaen medio del desfile de la paquidérmicacongregación de los proxenetas del len-guaje y de la realidad fue la única manerade irrumpir y demoler, de nombrar, de es-tablecer, de hacer evidente aquello queesa realidad “municipal y espesa” escapa-ba a los ojos de los “intelectuales” de laépoca.

De aquella herencia literaria maltrechaproveniente de los Mera y Montalvo pa-sando por la Generación decapitada, se arribade manera violenta a la exposición de los

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últimas décadas– se lo descubrió en su ca-lidad erótico-estética-exótica llegando in-clusive a constituirse como la encarnaciónde la ecuatorianidad puesta en juego enun rectángulo deportivo.

El cholo, el montubio, los que “se vanpa´bajo del barranco” se apropian del esce-nario. Si, con tanta fuerza resuenan losescritores que los recrean es simplementeporque el auditorio no está preparadopara captar la realidad y mirarse en el es-pejo18, para observar la bárbara realidadque habían construido a fin de garantizarsu comodidad o, en algunos casos, parareunir los fondos necesarios con la fina-lidad de viajar a aprehender la cultura enParís o Londres; son los tiempos de esaépoca cuyos habitantes inclusive no lo-graron comprender a quienes regresabancon la idea de ampliar el horizonte cultu-ral del país con nuevas propuestas.19

los interpelaba no sólo a nivel de su dis-curso sociológico sino fundamentalmentecomo ingrediente rechazado de la consti-tución del ser y de la nación16. Sujeto his-tórico reprimido y masacrado por losmismos iluministas que crearon esta re-pública de bambalinas; despreciado yconminado (en el mejor de los casos) a in-tegrarse en la república mestiza con la con-dición de que renuncie a sus costumbres,a su cultura, a su forma de concebir la vi-da para incorporarse al proyecto “nacio-nal blanco-mestizo”.17

El negro, invisibilizado y ocultado, segre-gado en remotas regiones donde pudomantener su idolatría, su peculiar manerade relacionarse con el cuerpo, con la vida,con la historia; ni siquiera formó parte deningún proyecto, simplemente se lo igno-ró salvo como protagonista de la barbarie,del salvajismo más puro hasta que –en las

Alrededor de aquellos dospersonajes se construyen dos mitos:“los cinco como un puño” y “lasoledad de Pablo Palacio”.

12 Que ya no “los condenados de la tierra” de Frantz Fanon, sino de aquellas sociedades y seres humanosproductos del desarrollo del capitalismo por el despojo artero y la violencia desembozada.

13 “El Ecuador no es una nación o un pueblo. No es un Estado nacional. Es solo un país. Un Estado-país.”Alejandro Moreano, “El movimiento indio y el estado multinacional.” Los indios y el estado-país. Quito,Abya-yala, 1993, pp. 234.

14 “Las rebeliones de las postrimerías de la Colonia y de la primera época republicana, fueron la defensadesesperada de esa territorialidad y se fundaron en la comunidad y en sus formas culturales. [...] Losindios recuperaron formas de unificación nacional –los señoríos étnicos y alianzas regionales– y tendie-ron a convertirse en movimientos de afirmación nacional. Los criollos liquidaron esos movimientos,condición necesaria no sólo para la independencia de España, sino para la conformación de la nuevaeconomía.” Alejandro Moreano, “El movimiento indio y el estado multinacional.” Los indios y el estado-país. Quito, Abya-yala, 1993, pp. 219-220.

15 Para refrescar la mente de los desmemoriados, así escribía Don Gonzalo Zaldumbide, ejemplo de cos-mopolitismo y casticismo, por supuesto: “Desfilaron a saludarme las demás sirvientas, cada cual consu rústica ofrenda, ligeramente conturbadas todas en su simplicidad. Luego las más tímidas y humildes,las indias, mujeres de los gañanes, de los mansos siervos de la gleba [...] Dónde más encontrar el candorcon que esta sencilla gente me daba la bienvenida y me reconocía amo y señor del lugar, como antes ala ama grande, a mi madre y a cuantas paternalmente poseyeron la hacienda con sus pobladores”. Amoy señor de toda una época idílica, según él, que sería puesta en evidencia por ese “terrorista” de Icazapues teme que al leer Huasipungo, ¿qué dirán?: “Los extranjeros que la han leído y los que atraídos porsu fama, han de leerla, exclamarán sin duda: Si así es el indio de bruto y el chagra así de malvado, y elpatrón así de avariento y ávido [...] qué turbios componentes de una nacionalidad aún en formación”.Cf. Pucuna, Edición Facsimilar, 2010. Revista Nº 2, pp, 9.

16 “Raza vencida y secularmente humillada”. (El Día, 10/02/1928); “Malos instintos de sus indios”. (Ibíd.);“Instinto salvaje en toda su fiereza”. (El Día, 12/01/1929); “Raza lindante más con la escala inferior zo-ológica que con la de patronos y amos.” (El Comercio, 07/02/1929); “Absoluta incultura que le domina(al indio)”. (El Día, 11/02/1929); “Una grande vergüenza nacional.” (El Comercio, 16/04/1929); “Lapobre raza sufrida.” (El Comercio, 16/09/1929). Una muestra del conjunto de opiniones entresacadasde la prensa nacional a fines de los años 20. Citado por Hernán Ibarra, “La identidad devaluada de los´modern indians´”. Indios, Quito, Abya-yala, 1991, pp. 345-346.

17 Intentos que se prolongaron hasta la década del 70 del siglo XX y que renacen al interior de esta Revo-lución ciudadana que pretende empujar al país hacia la modernización (tercer momento) aún a costade la ‘cultura’ y del ‘sumak kawsay’.

18 No de otra manera se puede entender ese acto racista y violento protagonizado hace pocos años por unpresentador de noticias al confrontar a una indígena, nombrada Canciller de la República (Nina Pacari),a mirarse al espejo. Es decir a que constate que su imagen no correspondía al imaginario de lo que “de-ben ser” los diplomáticos, los representantes de este país ante “el concierto de las naciones” como lesgusta denominar al mundo diplomático. Acto cobarde y vil que no tuvo ningún tipo de rechazo porparte de la “intelligentzia”.

19 Para muestra un ejemplo: la revista Hélice hizo su aparición en 1926, contaba con la dirección de CamiloEgas, recién llegado de París; Raúl Andrade, que fungía de secretario, se refiere en estos términos a quie-nes criticaron de manera negativa a la revista: “los eternos farsantes, propietarios del buen decir y delbuen gusto, aquellos que nunca supieron realizar la más mínima obra de creación, pero supieron simu-larla, se levantaron como un colmenar. Contaban para ello con la aquiescencia del diarismo ventrudo ycon la indiferencia del medio”. Citado por María del Carmen Fernández, El realismo abierto de PabloPalacio. Ya se puede imaginar el lector el avispero que se levantaría con la aparición de Los que se van.

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que mantienen una postura crítica, iróni-ca, introspectiva, contemplativa pequeñoburguesa en suma (sin que esto denoteninguna valoración peyorativa) frente auna realidad ya desenmascarada pero ca-si imposible (desde su punto de vista) decambiarla.

Alrededor de aquellos dos personajes seconstruyen dos mitos: “los cinco como unpuño”20 y “la soledad de Pablo Palacio.”21

Mitos interesados en fortalecer, el prime-ro, la unidad del grupo como propuestaideológica hegemónica que logra perme-arse, a través de sus obras, hacia la insti-tucionalidad estatal; y, el segundo, laimagen del individuo encerrado en suconcepción, impertérrito ante la crítica,terco hasta la tozudez que raya en el ge-nio. Los dos empero, construidos comoantagonistas irreconciliables de dos ten-dencias disímiles de hacer literatura.

El mito de “los cinco como un puño”, cons-truido por los que quedaron con vida deaquel movimiento rupturista de los años3022; enmascara una realidad que debe serdesentrañada por los prolijos investigado-res de biblioteca: Joaquín Gallegos Lara se

La violenta represión del 15 de Noviem-bre de 1922 daría paso a la Revolución Ju-liana de 1925; crecería la ilusión de lapequeña burguesía intelectual de cons-truir la historia sobre la base de la demo-cracia heredada de una civilizaciónesclavista que –al igual que la nuestra–,negó su condición de protagonistas amujeres, artesanos, esclavos; en definiti-va a todos aquellos que no tenían abolen-go, a los que no descendían de los“patricios” nacidos bajo el sol ecuatorial.Ilusión cuyo límite constituyó el mismoproyecto reformador de carácter institu-cionalista que se llevó adelante a partirde ese año.

La definición radical de su posición co-mo intelectuales frente a esa realidad sebifurca: la que asume Joaquín GallegosLara, la del escritor como agitador, comorevolucionario, como activo militante queconspira permanentemente en contra dela realidad y de los cánones establecidos;y, la de Pablo Palacio, para ponerlo comocontradictor –por el momento, pues supapel más es de coadyuvante– que repre-senta aquella postura de los intelectuales

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Aquellos que sobre-vivieron de “los cincocomo un puño” opta-ron por la colabora-ción con regímenesde diversa índole,remarcando aúnmás esa distancia en

las posiciones políticas entre Joaquín Ga-llegos y “sus hermanos” de vertiente li-teraria. A Gallegos se le negó hasta uncargo de profesor en un colegio a pesarde que los futuros diplomáticos recono-cieran a Joaco como el dirigente de la co-rriente. Aislado el individuo, es muchomás fácil proceder a su esterilización conla finalidad de evitar su peligroso conta-gio. Aislamiento no solamente efectuadoen el campo de la literatura sino tambiénal interior de ese partido “revoluciona-rio” del cual formó parte. Corrían losaños en los cuales se debatían cuestionescruciales: la claudicación del acuerdo conBrowder25 o la consolidación de una lí-nea revolucionaria independiente queapuntara a transformar la realidad de los

quedó solo, en una soledad absoluta23

compartida de manera escindida con Fal-cón de Alaqués y, a su manera, irradiandoesa imagen del conductor centauro sobrelos hombros de los que deberían alcanzarla liberación a través de la revolución.

La biografía de Gallegos Lara, trasladadaa la literatura24 y luego a la pantalla, nosólo expresa esa voluntad de ser sino quesirve de pretexto para que “el intelec-tual” (en su papel de narrador y novelis-ta) exponga sus reflexiones sobre ladificultad de escribir una novela. Para-doja que confirma la realidad de amboscomo parte de un todo en ese momentohistórico, es desarrollada por Pablo Pala-cio en su novela Débora.

20 “Se ha dicho que los cinco escritores de Guayaquil eran ‘como un puño’. Yo no creo, pienso que eranmuy diferentes [...]” Los Guandos en dos tiempos; entrevista a Nela Martínez, en Páginas olvidadas de Jo-aquín Gallegos Lara, Alejandro Guerra Cáceres, Editorial de la Universidad de Guayaquil, 1987, pp. 376.

21 “Pablo Palacio no constituye un caso aislado y descontextualizado en la producción del Ecuador de sutiempo”. María del Carmen Fernández, El Realismo Abierto de Pablo Palacio, Ediciones Libri Mundi, 1991,pp. 417.

22 “Sorpresivamente vino un instante de silencio. Silencio debido a que algunos escritores valiosos habíanmuerto, en buena hora tal vez; pero sobre todo a que los demás habían dejado de producir. ¿Qué hacíanahora estos rebeldes? [...] No escribían libros, pero se hablaba mucho de ellos: y en bien para sorpresanuestra. De repente, a alguno lo condecoraron, a otro le dieron una embajada, a un tercero ‘su’ ministerio.De un cuarto nos dijeron: ¿No sabes? Pero claro que sigue escribiendo y como... periodista. Leímos susartículos y nos enteramos de que estos ‘socialistas’ continuaban produciendo una vigorosa literatura de‘denuncia’, pero esta vez denunciando... ‘comunistas’. Ocioso es decir que como buena parte de los‘marxistas’ se habían vendido al imperialismo, quedaban en ese momento pocos a quienes denunciar”.Agustín Cueva, Entre la ira y la esperanza. Quito, CCE, 2008, pp. 185.

23 “Hubo un momento en que nos hicimos hombres, y en que quisimos liberarnos de su yugo. Fue un mo-mento crucial para mí, para ti, para muchos de nosotros. Para encontrar nuestra personalidad de artistas,de hombres civiles, de combatientes, teníamos que echar lejos su yugo. Teníamos que librarnos de él,de su jefatura, de su dedo señalando el camino, de su voz recitando, poderosa y ardiente, la norma. [...]a veces, me asaltaba dolorosamente la vieja amistad y la conciencia de lo terriblemente desolada quedebía ser su vida [...] Su vida que era solamente su desnuda soledad. Y su fe, la única habitante de susoledad. [...] Pero eso no le quita el que haya sido una vida terriblemente desolada. Llena de una soledadtan atroz que la muerte, acaso, oscuramente, haya sido para él bienvenida.” Alejandro Carrión, en Pá-ginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara, Alejandro Guerra Cáceres, Editorial de la Universidad de Gua-yaquil, 1987, pp. 364-365.

24 Me refiero, obviamente a Entre Marx y una mujer desnuda intento fallido de Jorge Enrique Adoum de entrartardíamente en el boom consiguiendo únicamente que se inscribiera a Marcelo Chiriboga, el más grande es-critor del boom, autor ecuatoriano de la insuperable novela La caja sin secreto, como caricatura en algunasnovelas de Carlos Fuentes y José Donoso. Nótese la ironía entre el título de la ‘obra’ de Marcelo Chiriboga yla elaborada manera de poner en evidencia la estructura de la novela en Entre Marx y una mujer desnuda,lo que la convierte en una novela que se vacía de sentido pues expone sus secretos ante el lector.

25 Earl Browder, secretario general del Partido Comunista estadounidense, entre 1930 y 1940.

… es preciso recordarles a lospreciosistas (tan castos ellos) que es la

realidad la que configura a losescritores, a los lectores, a los críticos ...

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Temprana partida de los dos: hacia lamuerte en el caso de Gallegos Lara y ha-cia la locura, en el de Pablo Palacio. Finalprosaico en el primero, literario en el se-gundo. Gallegos Lara, para oprobio desus coidearios tiene, como gran reconoci-miento, ensalzado por el Partido Comu-nista, un acuerdo de condolenciapublicado por el gobierno de ese enton-ces; Pablo Palacio el reconocimiento tar-dío de su pléyade de seguidores27; que,mucho más vivenciales, desean el reco-nocimiento a sus méritos literarios “envida” y que la locura ronde únicamentesus textos literarios como final soñado.

Los años azarosos

Los ideales de la Revolución Rusa y la di-fusión del anarquismo y del marxismo co-mo propuestas revolucionarias ylibertarias tomaron cuerpo en aquellossectores sociales que nunca fueron consi-derados en el proceso de consolidacióndel proyecto republicano. Son los intelec-tuales de la primera hornada del socialis-mo (de ese socialismo pequeño burgués einocentón) los que reconceptualizan el pa-pel de la literatura y del arte en generalpara lanzarse a la producción de aquellasobras que constituirían la piedra angularde nuestra forma de narrar, de mirar alotro, de constituir la “identidad nacional"

países26 y no solamente a colaborar en ladetención del fascismo a nivel mundial.

Todo lo anterior nada tiene que ver conla literatura dirán los puristas, los queabogan por la inviolabilidad del mundode la ficción por las bacterias de la reali-dad, pero, es preciso recordarles a lospreciosistas (tan castos ellos) que es la re-alidad la que configura a los escritores, alos lectores, a los críticos; es decir, demar-ca el mundo real donde se desenvuelve“la literatura”; pues, sin esos actores noes posible su realización (en términosmarxistas, claro).

Por el otro lado, el mito de la soledad dePablo Palacio, coadyuvó a generar unacorriente de reapreciación del genio in-comprendido. Aquel que, pese a todaslas circunstancias en contra, logra des-arrollar su propuesta a contracorrientepara, admonición del tiempo y los ar-queólogos de la palabra, relucir con bri-llo propio al cabo de los años. Corrienteque además, deja de lado su historia per-sonal como abogado exitoso, pues llegóa ser Secretario del Congreso y reconoci-do por su prosa pulida en favor de... ladisciplina. Es decir, preocupado poraquellas pequeñas realidades que tam-bién configuran la vida de los escritores,lectores, prestamistas, deudores, de la li-teratura en suma.

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der aquella división están dadas por elrol asignado a la pequeña burguesía; elPC afirmaba que constituía una claseque desaparecería al calor de la revolu-ción, mientras que el PS sostenía que lapequeña burguesía tenía un papel pro-tagónico como dirigente de los obrerosy del campesinado debido a su condi-ción intelectual.

El PS se fortaleció en la sierra y el PC enla costa. Los escritores agrupados enaquella denominación ideológica de rea-lismo socialista pusieron énfasis en hacerevidente la explotación de las clases opri-midas mientras que Pablo Palacio (juntoa Humberto Salvador: Ajedrez, 1929 y Enla ciudad he perdido una novela, 1930) “re-duce al ridículo a la cultura de élite quedominaba en el Ecuador de los últimosaños 20” (Fernández, 1991).

Por otro lado, la influencia de las van-guardias, ampliamente demostrada en elestudio sobre Pablo Palacio realizado porMaría del Carmen Fernández, define laotra vertiente. Aquella asumida por lospoetas posmodernos: Jorge Carrera An-drade, Gonzalo Escudero, Alfredo Gan-

gotena además de losMiguel Ángel: León yZambrano a quienesse debe sumar de ma-nera ineludible a Hu-go Mayo; renuevan lapoesía, desestructuranel verso tradicional, in-corporan la poética dela tierra y de sus acto-res fundamentales sinrenunciar (y más bienensanchando la estre-

(por lo menos desde fuera, desde la enun-ciación y la denuncia).

De manera inédita hasta ese momentolos escritores ponen en evidencia la rea-lidad que está por fuera de la centrali-dad, exponen las duras y violentascondiciones en las que se hallan aquellosque hacen posible la situación más o me-nos confortable a latifundistas, hacenda-dos, banqueros y pequeño burgueses.Esa realidad nunca fue enunciada por losintelectuales ni por los grupos hegemó-nicos que se turnaron en el poder. Ade-más develaron la compleja tramoya quese entreteje para que esa realidad sea po-sible. Las relaciones incestuosas entre ellatifundista o terrateniente (que para elcaso no eran lo mismo ni estaban encla-vados en la misma región), las leyes, lareligión y sus acuciosos ejecutores. Seña-lan, de manera irrefutable ese maridazgoque llega hasta la complicidad de los quecallan, de aquellos que no la hacen evi-dente y de manera estructural se benefi-cian de la condición descrita. Por lo que,de manera implícita plantean una posi-bilidad de subvertir y revertir la situa-ción dada.

La definición de su ac-titud y de su quehacerliterario vino, por aña-didura, por el lado dela escisión del PartidoSocialista –PS– y lacreación del PartidoComunista –PC–. Ga-llegos Lara formó par-te del segundo yPalacio del primero.Las claves para enten-

26 “[...] no lucha contra la ingenuidad de suspender la lucha de clases sino contra esa otra ingenuidad dela coexistencia pacífica entre el agresor y las víctimas.” Jorge Enrique Adoum, entre Marx y una mujerdesnuda, Siglo XXI editores; 1980, pp. 235.

27 El que la “llamada <<subjetividad>> de Palacio no está cifrada en escribir sobre sí mismo o con tonossentimentales, sino en el hecho de darle a su literatura un acabamiento formal que supera las presionesdel contexto, sin condicionar su creación (...) hace de Palacio la mayor inteligencia narrativa que hayatenido la literatura ecuatoriana”. Leonardo Valencia, El síndrome de Falcón, Paradiso Editores, 2008,pp. 174-175.

Temprana partidade los dos: hacia lamuerte en el casode Gallegos Lara yhacia la locura, en

el de Pablo Palacio.Final prosaico en el

primero, literarioen el segundo.

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Es decir, desde su perspectiva coexis-ten y se necesitan esas dos vertientes;aquello que para los críticos del realis-mo social28 es exclusión, para Palacioes coexistencia, es posibilidad de com-partir; pues, el mundo, en especial enesa década comenzó a fraccionarse enmuchos mundos, a descubrirse en todasu explosiva composición como un en-tramado complejo y contradictorio deactores, clases sociales, personajes,condiciones y relaciones sociales deproducción; en definitiva eclosionó an-te la asombrada mirada de los intelec-tuales y de la academia todo unmundo al que lo mencionaban peroque nunca se atrevieron a hurgar, peora explorarlo.29

Orillas, tendencias, ideologías

Joaquín Gallegos Lara –JGL– represen-ta, en este esquema simplificado, a losque están fuera de la academia y de lanorma; Pablo Palacio –PP–, en cambio,a la pequeña burguesía y su conciencia

cha línea de lo local) a su cosmopolitismoy su visión de otras realidades, otras tie-rras y otras formas de poetizar la reali-dad inabarcable. En la narrativa, laexperimentación formal por la genera-ción latinoamericana de los años 20, tienesu expresión en la obra de Palacio; quienasume que:

[H]ay dos literaturas que siguen el crite-rio materialístico: una de lucha, de com-bate, y otra que puede ser simplementeexpositiva. [...] vivimos en momentos decrisis, en momento decadentista, que de-be ser expuesto a secas, sin comentario.[...] Dos actitudes, pues, existen para míen el escritor: la del encauzador, la delconductor y reformador –no en el sentidoacomodaticio y oportunista– y la del ex-positor simplemente, y este último puntode vista es el que me corresponde: el des-crédito de las realidades presentes, des-crédito que Gallegos mismo encuentra amedias admirativo, a medias repelente,porque esto es justamente lo que quería:invitar al asco de nuestra verdad actual.(Palacio, 1964:77-78)

235

de los migrantes, de los indios, de losnegros, de los mishos se las oculta, selas invisibiliza para que resuene másalto aún el discurso oficial como elportador de la nación y de los intere-ses patrios.

Pablo Palacio está enla academia (colofóndemencial a su iro-nía); Gallegos Lara si-gue en las calles, enlos sindicatos, en lasplantaciones de bana-no, en las minas decascajo. Pablo Palacioconcita el interés delos estudiosos, de laseditoriales, de los lite-ratos; Gallegos Laraatrae a los que preten-

den subvertir el orden, conspirar contrala adocenada literatura. Destinos con-tradictorios pero coherentes con su for-ma de vivir y escribir. Palacio es la ley yel orden; Gallegos la subversión y elasedio de las hordas salvajes al templo,a la literatura.

Comportamiento verbal que hemos tratadode develar para desmontar los mitos, losprejuicios, las afirmaciones tendencio-sas, los juicios de valor que han rodeadoa estas dos figuras protagónicas de la li-teratura del Ecuador. Sólo así, es posibleentender (y resolver) esa aparente dico-tomía entre Joaquín Gallegos Lara yPablo Palacio. Únicos, distintos, com-plementarios, contradictorios, fronta-les. Así fueron Pablo Palacio y JoaquínGallegos Lara; fallecidos los dos el mis-mo año de 1947.

desgarrada; Joaco a los que están porfuera del proyecto renovador e institu-cional, Palacio a los intelectuales y a lospuristas que sienten asco de la realidadactual; Gallegos a los comunistas y re-volucionarios, Pablo a los reformistas yforajidos; Joaquín alos que se van pa´bajodel barranco; Palacio alos que ascienden, alos que lo logran...

Destino paradójicopara dos escritores,solitarios los dos a sumanera: JGL sólo ensu eticidad e intransi-gencia, PP en la pro-fundidad de sutendencia literaria. Aligual que en los añostreinta, pero esta vez intercambiandolas orillas, los epígonos de Palacio sehan multiplicado, la marginalidad (pa-labreja que fascina a la pequeña bur-guesía) se expresa en la literaturacontemporánea; la realidad social, encambio, es eludida.

Los monólogos se suceden sin fin enlas novelas actuales; la acción rápida,fulgurante y asesina sólo está presenteen la crónica roja. La muerte es unapercepción, la pobreza un dato, los ín-dices de desarrollo humano simple-mente una estadística; la vida fluyesin narradores en El Guasmo, LasMalvinas, la Jaime Roldós, la Isla Pie-dad. El discurso del intelectual peque-ño burgués está presente en las esferasoficiales, en los ministerios y en loscónclaves internacionales. A las voces

Destinoscontradictorios

pero coherentescon su forma devivir y escribir.

Palacio es la ley y elorden; Gallegos la

subversión ...

28 Artilugio para designar a la literatura que tiene como eje referencial “lo social”, entendido ya no comoobjeto de estudio sino como sujeto enunciador; es decir, como conjunto humano que expone desde supropia condición su visión del mundo, sus concepciones éticas y estéticas.

29 “No, señores servidores del feudalismo: Las novelas de Icaza no son falsas. Son la auténtica expresión denuestra realidad humana. ¿Os espanta el cuadro? Debierais avergonzaros de ser los domésticos letradosde la clase social que es capaz de cometer los crímenes cotidianos que Icaza narra y que por más polvoque queráis levantar no podréis ocultar. La explotación bestial a que se somete al indio desde la conquista,después de haberle robado todas sus tierras, es innegable [...] No puede haber ocurrencia más idiota queaquello de que debemos ocultar que esto existe, como sostiene un periodista de alma morlaca, para quela burguesía extranjera no se asuste y venga a viajecitos de turismo, creyendo que todo en el Ecuadorson lagunitas de Otavalo y prostitutas pintadas en la calle Machala de Guayaquil. No, majaderos y laca-yos: Ecuador no es un país de turismo sino de tragedia. Esta tragedia hay que proclamarla a los cuatrovientos del mundo para despertar la conciencia internacional a favor de las víctimas cotidianas que unpuñado de momias, de hombres muertos, los feudales supervivientes, encadenan, azotan, explotan yasesinan en este país. El haber sabido revelar esto por primera vez es lo que constituye el valor funda-mental de Icaza como novelista.” Joaquín Gallegos Lara, “En las calles” (1936). Escritos literarios y políticosde Joaquín Gallegos Lara, Alejandro Guerra Cáceres, compilador. Guayaquil, CCE, 1995, pp. 129-130.

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