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Manifiesto comunista libertario George Fontenis 1953

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Manifiesto comunistalibertario

George Fontenis

1953

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Índice general

El comunismo libertario, una doctrina social 4El problema del programa . . . . . . . . . . . 13Relación entre las masas y la vanguardia re-

volucionaria . . . . . . . . . . . . . . . 181. La necesidad de la vanguardia . . . . 182. La naturaleza del rol de la vanguar-

dia revolucionaria . . . . . . . . 203. En qué formas puede la vanguardia

revolucionaria jugar su rol . . . 24Principios internos de la organización o par-

tido revolucionario . . . . . . . . . . . 281. Unidad ideológica . . . . . . . . . . . 28

2. Unidad táctica, una forma colectiva de ac-tuar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

3. Acción colectiva y disciplina . . . . . . . . 334. Federación o democracia interna . . . . . . 34

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El programa comunista libertario . . . . . . . 361. Aspectos de la dominación burguesa

— Capitalismo y Estado . . . . 36Las cualidades del comunismo libertario . . . 47

Comunismo libertario . . . . . . . . . . 50Comunismo libertario y humanismo . . 53

La revolución: el problema del poder. El pro-blema del Estado . . . . . . . . . . . . . 54¿Qué es la revolución? . . . . . . . . . 54El período de transición . . . . . . . . . 56La dictadura del proletariado . . . . . . 57Poder directo de los obreros . . . . . . 60La defensa de la revolución . . . . . . . 62Poder revolucionario y libertad . . . . . 65

Roles respectivos de la organización anar-quista específica y de las masas . . . . . 68La moral comunista libertaria . . . . . 70Nuestra oposición a las morales . . . . 70¿Tenemos moral? . . . . . . . . . . . . 72Nuestra moral . . . . . . . . . . . . . . 74

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El comunismo libertario, una doctrinasocial

Fue en el siglo XIX, cuando el capitalismo se desarro-llaba y las primeras grandes luchas de la clase obreratenían lugar —y para ser más precisos, fue en el senode la Primera Internacional (1864-1871)— que una doc-trina social llamada «socialismo revolucionario» (enoposición al socialismo legalista, estatista o reformis-ta) apareció. También era conocida como «socialismoanti-autoritario» o «colectivismo», y más tarde como«anarquismo», «comunismo anárquico» o «comunis-mo libertario».

Esta doctrina, o teoría, aparece como reacción de lostrabajadores socialistas organizados. Está, en todo ca-so, ligada a una progresiva agudización de la lucha declases. Es un producto histórico que se origina de cier-tas condiciones en la historia, a raíz del desarrollo de lasociedad de clases— y no a través de la crítica idealistade unos cuantos pensadores específicos.

El rol de los fundadores de la doctrina, principal-mente de Bakunin, fue expresar la verdadera aspira-ción de las masas, sus reacciones y experiencias, y noel crear artificialmente una teoría, confiando en un

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análisis puramente ideal y abstracto o en teorías ante-riores. Bakunin —y con él James Guillaume, luego Kro-potkin, Reclus, J. Grave, Malatesta y otros— comenza-ron a mirar la situación de las asociaciones de obrerosy los cuerpos de campesinos, y cómo se organizaban yluchaban.

Ese anarquismo originado en la lucha de clases nopuede ser puesto en discusión.

¿Cómo es que entonces haya sido el anarquismoconsiderado con frecuencia como una filosofía, unamoral o ética independiente de la lucha de clases, yasí, como una forma de humanismo al margen de con-diciones históricas y sociales?

Vemos muchas razones para esto. Por una parte,los primeros teóricos del anarquismo, a veces, busca-ban confianza en la opinión de escritores, economis-tas e historiadores anteriores a ellos (especialmente enProudhon, muchos de cuyos escritos expresan, sin lu-gar a dudas, ideas anarquistas).

Los teóricos que les seguían habían, incluso, encon-trado en escritores como La Boëtie, Spencer, Godwin,Stirner, etc… ideas análogas al anarquismo , —en elsentido que demostraban una oposición a toda formade sociedades explotadoras y a los principios de domi-nación que encontraban en ellas. Pero las teorías de

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Godwin, Stirner, Tucker y el resto, son sólo simplesobservaciones sobre la sociedad — pero que no toma-ban en cuenta ni la historia ni las fuerzas que la de-terminan, o las condiciones objetivas que plantea elproblema de la Revolución.

Por otra parte, en todas las sociedades basadas enla explotación y la dominación siempre ha habido ac-tos individuales o colectivos de rebelión, a veces conun contenido comunista o federalista, o bien, auténti-camente democrático. Como resultado, a veces el anar-quismo ha sido pensado como expresión de la eternalucha del pueblo hacia la libertad y la justicia — unaidea vaga, insuficientemente arraigada en la sociologíao en la historia, y que torna al anarquismo en un huma-nismo vago, basado en nociones abstractas de «huma-nidad» y «libertad». Los historiadores burgueses delmovimiento obrero siempre se encuentran prestos amezclar el anarco-comunismo con teorías individua-listas e idealistas, y son, en gran medida, responsablesde esta confusión. Ellos son quienes han intentado en-lazar a Stirner con Bakunin.

Por el olvido de las condiciones de nacimiento delanarquismo, ha sido a veces reducido a una suerte deultraliberalismo y despojado de su carácter materialis-ta, histórico y revolucionario.

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De cualquier modo, incluso si las revueltas previasal siglo XIX y las ideas de ciertos pensadores sobrela relación entre los individuos y los grupos humanosprepararon el camino al anarquismo, no había ningúnanarquismo o doctrina tal, hasta Bakunin.

Los trabajos de Godwin, por ejemplo, expresan laexistencia de una sociedad de clases muy bien, aun-que sea de una forma un tanto confusa e idealista. Yla alienación del individuo por el grupo, la familia, lareligión, el Estado, la moral, etc… que es, ciertamente,de naturaleza social, es por cierto, expresión de unasociedad dividida en clases o castas.

Puede decirse que las actitudes, ideas y formas deactuar de la gente que podríamos llamar rebeldes, noconformistas o anarquistas en el vago sentido del tér-mino, siempre han existido.

Pero la formulación coherente de la teoría comunis-ta anárquica data hacia fines del siglo XIX y continuacada día, perfeccionándose y volviéndose más precisa.

Así es que el anarquismo no puede ser asimilado co-mo una filosofía o como una ética abstracta e indivi-dualista.

Nació dentro de lo social, y tendrá que esperar porun período histórico dado y por un estado de antago-nismo de clases dado, para que las aspiraciones del

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comunismo anárquico puedan mostrarse claramenteante el fenómeno o rebelión, para así resultar en unaconcepción revolucionaria completa y coherente.

Ya que el anarquismo no es una filosofía o ética abs-tracta, no puede estar arraigado en la persona abstrac-ta, en la persona en general. Para el anarquismo noexiste el ser humano así como así, en nuestras socie-dades: está la persona explotada de las clases desposeí-das y está la persona de los grupos privilegiados, dela clase dominante. Hablar de la persona es caer enel error o sofisma de los liberales cuando hablan del«ciudadano» sin considerar la condición social o eco-nómica de los ciudadanos. Y hablar de la persona engeneral, a la vez que negando el hecho de que exis-ten clases y de que existe la lucha de clases, mientrasnos autocomplacemos en vacías declaraciones retóri-cas sobre Libertad y Justicia —en un sentido generaly con mayúsculas— es aceptar que todos los filósofosburgueses que se muestran como liberales, pero queson de hecho conservadores o reaccionarios, infiltrenel anarquismo, para pervertirlo en un humanitarismovago, para castrar la doctrina, su origen y sus militan-tes. Hubo una época, y para ser honestos, éste es aúnel caso entre determinados grupos en ciertos países,que el anarquismo degeneró en un absoluto pacifismo

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de llorones o en una suerte de cristianismo sentimen-tal. Debe reaccionar en contra de esto, y es ahora queel anarquismo está atacando al viejo mundo con algomás que pensamientos etéreos.

Es a los expoliados, los explotados, el proletariado,los obreros y campesinos, que el anarquismo en tantodoctrina social y método revolucionario, habla — puessólo la clase explotada, como fuerza social, puede ha-cer la revolución.

¿Nos referimos con esto a que la clase trabajadoraconstituye una clase mesiánica, que los trabajadorestienen una providencial clarividencia, todo virtud yningún defecto? Esto sería caer en la idolatría al obre-ro, en una nueva forma de metafísica.

Pero la clase que es explotada, alienada, gobernaday defraudada, el proletariado —tomado en el ampliosentido y compuesto tanto por la clase obrera propia-mente tal (compuesta por trabajadores manuales quetienen cierta psicología común, una cierta forma de sery de pensar) y otros asalariados, tales como trabajado-res de escritorio; o expuesto de otro modo, la masa deindividuos cuya única función en la producción y en elorden político es recibir órdenes y verse despojados detodo control — sólo ésta clase puede derrocar al podery a la explotación, dada su posición económica y so-

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cial. Sólo los productores pueden implementar el con-trol obrero y ¿qué sería la revolución, sino el paso delcontrol a todos los productores?

La clase proletaria es, por consiguiente, la clase re-volucionaria por sobre todas, pues es quien puede im-plementar una revolución social y no sólo política —al liberarse a sí, libera a toda la Humanidad; al rom-per con el poder de la clase privilegiada, produce laabolición de las clases.

Ciertamente, hoy en día no existen barreras precisasentre las clases. Es durante varios episodios en la luchade clases que esta división ocurre. No hay divisionesprecisas, pero hay dos polos — proletariado y burgue-sía (capitalistas, burócratas, etc…); las clases medias sefraccionan en períodos de crisis y se mueven hacia unpolo u otro; son incapaces de proponer una soluciónpor sí mismas, pues carecen tanto de las característi-cas revolucionarias del proletariado, como del controlde la sociedad contemporánea, como la burguesía pro-piamente tal. En las huelgas, por ejemplo, puede ver-se una sección de los técnicos (especialmente aquellosque son especialistas, aquellos de los departamentosde investigaciones, por ejemplo) unirse a la clase obre-ra, mientras que otra sección (técnicos de altas posi-ciones en la planta y la mayoría de los supervisores)

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se aleja de la clase obrera, al menos, por un tiempo.La práctica de los gremios siempre ha confiado en laprueba y el error, en el pragmatismo, sindicalizandociertos sectores y no otros, de acuerdo al rol y ocupa-ción. De cualquier modo, es la ocupación y actitud loque distingue a una clase, más que el salario.

Así, está el proletariado. Aquí está su más determi-nada, su más activa parte, la clase obrera propiamentedefinida. Hay aún algo más amplio que el proletariadoy que incluye otros estratos sociales que deben ser in-corporados a la acción: esto es la masa del pueblo, quecomprende pequeños campesinos, artesanos pobres ya otros como el proletariado.

No es cuestión de caer en una mística proletaria,sino que la apreciación de este hecho específico: el pro-letariado, aunque lento para concientizarse y a pesarde sus retrocesos y derrotas, es, en última instancia, elúnico creador real de la revolución.

Bakunin: «Comprendan que desde que el proletaria-do, el trabajador manual, el trabajador común, es el re-presentante histórico del último sistema de esclavituden la Tierra, su emancipación es la emancipación detodos, su triunfo el triunfo final de la Humanidad…».

Ciertamente ocurre que gentes pertenecientes a losgrupos sociales privilegiados, quiebran con su clase, y

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con su ideología y con sus ventajas, y se adhieren alanarquismo. Su contribución es considerable, pero encierto sentido ésta gente se convierte en proletarios.

Para Bakunin nuevamente, los socialistas revolucio-narios, estos son los anarquistas, se dirigen a «las cla-ses laboriosas tanto en la ciudad como en el campo, in-cluyendo a todo aquel de buena voluntad de las clasessuperiores que, haciendo un claro quiebre con su pasa-do, se les una sin reservas y aceptando por completosu programa».

Pero a raíz de esto, no puede decirse que el anar-quismo hable a la persona en abstracto, a la personaen general, sin considerar su status social.

Privar al anarquismo de su carácter de clase, se-ría condenarlo al amorfismo, a un vacío de conteni-do, transformándolo en un pasatiempo filosófico in-consistente, una curiosidad para la burguesía intelec-tual, un objeto de simpatía para gente deseosa de tenerun ideal, un tema para discusión académica.

Concluimos: el Anarquismo no es una filosofía delindividuo o del ser humano en un sentido general.Anarquismo es, si se quiere, una filosofía o ética, pe-ro en un sentido muy específico, muy concreto. Es talpor los deseos que representa, por las metas que fija:

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como dice Bakunin — «su triunfo (del proletariado) esel triunfo final de la Humanidad…».

El proletariado, clase basada en origen, es sólo ensus fines que es universalmente humana, o si se prefie-re, humanista.

Es una doctrina socialista, o para sermás precisos, elúnico socialismo o comunismo auténticos, la única teo-ría y método capaz de lograr una sociedad sin castasni clases, de implementar la libertad y la igualdad. Elanarquismo socialista o comunismo anárquico, o tam-bién comunismo libertario, es una doctrina de revolu-ción social la cual se dirige al proletariado, cuyos de-seos representa, cuya verdadera ideología demuestra— una ideología de la cual el proletariado se concienti-za mediante sus propias experiencias.

El problema del programa

Como el anarquismo es una doctrina social, se haceconocido gracias a un conjunto de análisis y proposi-ciones que exponen propósitos y tareas, en otras pa-labras, a través de un programa. Y es éste programael cual constituye la plataforma común a todos los mi-litantes en la organización anarquista. Sin ésta plata-

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forma, la única cooperación que podría haber estaríabasada en deseos sentimentales, vagos y confusos, yno habría una real unidad de perspectivas. Habría, en-tonces, sólo un andar juntos bajo un mismo nombre,de ideas diferentes, e inclusive, opuestas.

Surge una pregunta: ¿Puede el programa no ser unasíntesis, tomando en cuenta los puntos comunes a gen-te que comparte una misma idea, o más específicamen-te, la misma o casi la misma consigna? Eso sería buscaruna unidad artificial donde evitar los conflictos, soste-niendo la mayor parte del tiempo algo que no es real-mente importante: se encontraría una plataforma co-mún, pero prácticamente vacía. Éste experimento hasido intentado varias veces, y en lugar de una «sínte-sis» —uniones, coaliciones, alianzas y entendimiento—se ha hallado inefectividad y una rápida vuelta al con-flicto: como la realidad entrega problemas para loscuales cada cual ofrecía soluciones diferentes y hastaopuestas, las viejas pugnas reaparecían y el vacío, lainutilidad del pseudo-programa compartido —que po-dría ser tan sólo un rechazo a la acción— quedaba enclara evidencia.

Y aparte, la mismísima idea de crear un programade parche, por fijación en pequeños puntos en común,supone que todos los puntos de vista propuestos son

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correctos, y que un programa puede sólo surgir de lamente de las personas, así en abstracto.

Ahora, un programa revolucionario, el programaanarquista, no puede ser creado por un grupúsculo pa-ra luego imponerse a las masas. Es lo opuesto lo quedebe ocurrir: el programa de la vanguardia revolucio-naria, de la minoría activa, puede tan sólo ser expre-sión —concisa y poderosa, clara tan consciente comosimple— de los deseos de las masas explotadas llama-das a hacer la Revolución. En otras palabras: la claseantes que el partido.

El programa debe ser determinado por el estudio,la prueba y la tradición de lo que constantemente esbuscado por las masas. Así, en el trabajo del programadebe prevalecer un cierto empirismo, uno que rehuyadel dogmatismo y que no sea un sustituto a un plantrazado por un pequeño grupo de revolucionarios, yque se demuestre en el pensamiento y accionar de lasmasas. En este sentido, cuando el programa haya sidotrabajado y conocido por las masas, puede sólo aumen-tar su conciencia. Finalmente, el programa definido deesta manera, puede ser modificado como análisis de lasituación y las tendencias en los progresos de las ma-sas, y puede ser reformulado en términos más claros yprecisos.

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Es en este sentido en que el programa no es un con-junto de aspectos secundarios que agrupan (o frecuen-temente, que no dividen) a gente que piensa semejante,sino que es un corpus de análisis y propuestas que essólo adoptado por quienes creen en él y deciden difun-dir éste trabajo y transformarlo en realidad.

Pero, pueden decir, ésta plataforma tendrá que sertrabajada, trazada por algún individuo o grupo. Por su-puesto, pero desde que ésta no es producto de ningúnprograma añejo, sino que del programa del anarquis-mo social, la única propuesta que será aceptada, seráaquella en concordancia con los intereses, aspiracio-nes, pensamientos y habilidad revolucionaria de lasclases expoliadas. Aquí se puede hablar con propiedadde una síntesis, pues no es en absoluto cuestión de des-cartar asuntos importantes por no causar división —es un asunto de combinar propuestas que puedan serunidas en puntos esenciales en un nuevo texto com-partido. Es rol de los centros de estudio, asambleas yconferencias revolucionarias el identificar un progra-ma„ luego volver luego a reunirse y fundar una orga-nización con base en éste programa.

El drama es que muchas organizaciones reclamanser verdaderas representantes de la clase trabajadora— organizaciones socialistas reformistas y comunistas

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autoritarias, tanto como organizaciones anarquistas.Sólo la experiencia puede asentar la materia, puede de-finir de forma concluyente cual es la correcta.

No hay revolución posible, a menos que la masa degente que la va a hacer, se reúna en la base de una cier-ta unidad ideológica, a menos que actúen con la mismalógica.. Esto significa para nosotros que, a través de supropia experiencia, las masas encontrarán el caminohacia el comunismo libertario. Esto también significaque la doctrina anarquista no se haya completa hastaque sus enfoques detallados y aplicaciones no se preo-cupen y se creen continuamente, y se completen a símismos a la luz de los eventos históricos.

De intentos parciales como la Comuna de París, laRevolución popular de Rusia en 1917, los Makhnovis-tas, los logros en España, huelgas, al hecho de que laclase obrera esté experimentando la dura realidad delsocialismo de Estado, total o parcial (de la URSS a lasnacionalizaciones y a la traición de los partidos políti-cos del Oeste) — de todo esto, parece posible establecerque el programa anarquista, con todas sus modificacio-nes, está abierto a representar la dirección en que serevelará la unidad ideológica de las masas.

Por el momento, contentémonos con resumir ésteprograma en: sociedad sin clases y sin Estado.

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Relación entre las masas y lavanguardia revolucionaria

Hemos visto, en relación al problema del programa,cual es nuestra idea general de la relación entre la cla-se oprimida y la organización revolucionaria definidapor programa (esto es el partido, en el auténtico sen-tido de la palabra). Pero no es tan simple como decir«clase antes que partido» y dejarlo ahí. Debemos ex-playarnos en esto, explicar cómo es la minoría activa,la vanguardia revolucionaria necesaria, sin convertir-se en un liderazgo de tipo militar, una dictadura porsobre las masas. En otras palabras, debemos mostrarque la idea anarquista de la minoría activa no es deningún modo elitista, oligárquica o jerárquica.

1. La necesidad de la vanguardia

Hay una idea que postula la iniciativa espontánea delas masas como suficiente posibilidad revolucionaria.

Es cierto que la historia nos enseña determinadoseventos que pueden ser mirados como avances espon-táneos de las masas, y estos eventos son valiosísimos,pues muestran las habilidades y recursos de las masas.Pero eso no nos lleva a un concepto generalizador de

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la espontaneidad — eso sería fatalista. Tal mito, lleva alpopulismo demagógico y a la justificación de la rebe-lión sin principios; puede ser reaccionario y terminaren un compromiso y políticas al estilo «espera y vequé pasa».

En oposición a esto, encontramos una idea pura-mente voluntarista que entrega la iniciativa revolucio-naria sólo a la organización de vanguardia. Tal idealleva a una evaluación pesimista del rol de las masas,a un resentimiento aristocrático por su habilidad polí-tica para velar por la dirección de la actividad revolu-cionaria, y por ende, a la derrota. Esta idea contiene,de hecho, el germen de la de la contrarrevolución es-tatista y burocrática.

Cercana a la idea de la espontaneidad, vemos unateoría acorde a la cual la organización de masas, sin-dicatos por ejemplo, no sólo son autosuficientes, sinoque suficientes para todo. Esta idea que se llama a sítotalmente anti-política, es de hecho una concepcióneconomicista que es frecuentemente expresado como«sindicalismo puro». Pero debemos apuntar que, si lateoría quiere sostenerse bien, entonces sus partidariosdeben abstenerse de la formulación de cualquier pro-grama, de cualquier afirmación definitiva. De otro mo-do, estarían constituyendo una organización que sería

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ideológica, por dónde se la mire, o formando un lide-razgo que sancione a una orientación dada. Así queesta teoría sólo es coherente si se limita a una com-prensión de la problemática social que sea neutral so-cialmente, al empirismo.

Igualmente alejado del espontaneísmo, del empiris-mo y voluntarismo, recalcamos la necesidad de unaorganización revolucionaria anarquista específica, en-tendida como la vanguardia consciente y activa delpueblo.

2. La naturaleza del rol de la vanguardiarevolucionaria

La vanguardia revolucionaria, ciertamente, ejerceun rol de guía y liderazgo en relación al movimientode masas. Argumentos para esto nos son sin sentido,pues ¿Qué otro uso podría tener una organización re-volucionaria? Su propia existencia atestigua su carác-ter guiador, orientador. La pregunta real es cómo secomprende este rol, qué significado le damos a la pa-labra «guía». La organización revolucionaria, tiende asu creación del hecho de que la mayoría de los trabaja-dores conscientes sienten su necesidad, cuando se con-frontan al proceso desigual y la cohesión inadecuada

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de las masas. Lo que se debe hacer claro, es que la orga-nización revolucionaria no constituye un poder sobrelas masas. Su rol como guía debe ser entendido comoel de un cuerpo para expresar y formular una orien-tación ideológica, tanto organizacional como táctica —una orientación especificada, elaborada y adaptada enla base de las experiencias y deseos de las masas. Eneste sentido, las directrices de la organización no sonórdenes externas, más bien son expresiones reflejas dede las aspiraciones generales del pueblo. La función di-rectiva de la organización revolucionaria no puede seren ningún modo, coercitiva, por tanto sólo puede reve-larse en su intento de que sus ideas sean compartidasexitosamente, por su entrega al conjunto del pueblo deun conocimiento cabal de sus principios teóricos y laslíneas centrales de sus tácticas. Es una lucha a travésde las ideas y del ejemplo. Y si no se ha olvidado queel programa de la organización revolucionaria, el ca-mino y medios que enseña, reflejan las experiencias ydeseos de las masas —que la vanguardia organizada es,básicamente, la imagen refleja de la clase explotada—entonces se hace claro que guiar no es dictar, sino queorientación coordinada, que en lo contrario se opone acualquier manipulación burocrática de las masas, dis-ciplina al estilo militar u obediencia sin pensar.

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La vanguardia debe ponerse a sí misma la tarea dedesarrollar la responsabilidad política directa de lasmasas, debe apuntar a incrementar la habilidad de lasmasas para organizarse a sí mismas. Por esto, el con-cepto de liderazgo es natural y aumenta la conscien-cia. Del mismo modo, los militantes mejor preparadosy más maduros al interior de la organización, tienen elrol de guiar y de educar a los otros miembros, para quetodos queden bien informados y alertas, tanto en el te-rreno teórico como práctico, para que todos puedanser protagonistas a su turno.

La minoría organizada es la vanguardia de un ejér-cito mayor y toma su razón de ser de ese ejército — lasmasas. Si la minoría activa, la vanguardia, se aparta delas masas, entonces no puede seguir cumpliendo consus funciones propias y se transforma en una pandillao en una tribu.

Como análisis final, la vanguardia revolucionaria só-lo puede ser sirviente de los oprimidos. Tiene enormesresponsabilidades, pero ningún privilegio.

Otro aspecto del carácter de la organización revo-lucionaria, es su permanencia: hay épocas en las queencarna y expresa a una mayoría, quienes se recono-cen a cambio en la minoría activa, pero hay tambiénperíodos de retroceso en los cuales la minoría revolu-

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cionaria no es más que una embarcación en la tormen-ta. Entonces, debe mantenerse, para rápidamente vol-ver a ganar su audiencia —las masas— tan luego comohallan circunstancias más favorables, de nuevo. Aúncuando esté aislada y apartada de sus bases populares,actúa de acuerdo a la constante de los deseos popula-res, manteniendo su programa pese a todas las dificul-tades. Puede ser, incluso, llevada a ciertos actos aisla-dos, con intención de despertar a las masas (actos deviolencia en contra de objetivos específicos, insurrec-ciones). La dificultad es, luego, el evitar ser apartadosde la realidad y convertirse en una secta o en un reduc-to autoritario de liderazgo a lo militar — evitar consu-mirse mientras se vive de sueños o tratando de actuarsin ser comprendido, llevado o seguido por la masa delpueblo.

Para prevenir tal degeneración, la minoría debemantenerse en contacto con eventos y con el mediode los explotados — debe observar las más pequeñasreacciones, las más pequeñas revueltas o logros, estu-diar la sociedad contemporánea en sus más mínimosdetalles, sus contradicciones, debilidades y posibilida-des de cambio. En este sentido, desde que la minoríatoma parte en todas las formas de resistencia y de ac-ción, (que pueden ir desde las demandas al sabotaje, de

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la resistencia secreta a la revuelta abierta) mantiene lachance de guiar y desarrollar aún las más pequeñasrevueltas.

Esforzándose en mantener, o en adquirir, una visióngeneral amplia de los eventos sociales y de su desen-volvimiento, adaptando sus tácticas a las condicionesdel día, estando en guardia — es en éste sentido que laminoría se mantiene fiel a su misión y evita los ries-gos de llegar después de los eventos, de convertirse enun mero espectáculo por fuera y ajeno al proletaria-do, de ser dejado de lado por éste. (La Minoría) evitael confundir cálculos abstractos y esquemas con losauténticos deseos del proletariado. Ésta se aferra a suprograma pero le adapta y le corrige de sus errores ala luz de los eventos.

Sean cuales sean las circunstancias, la minoría nun-ca debe olvidar que su objetivo final es desaparecer alvolverse idéntica a las masas al alcanzar su más altonivel de consciencia en lograr la Revolución.

3. En qué formas puede la vanguardiarevolucionaria jugar su rol

En la práctica, hay dos formas en las que la orga-nización revolucionaria puede influenciar a las masas:

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está el trabajo en organizaciones demasas establecidasy está el trabajo en la propaganda directa. Ésta segun-da clase de actividad toma lugar a través de periódi-cos y revistas, campañas reivindicativas y de agitación,debates culturales, acciones solidarias, protestas, con-ferencias y mitines públicos. Este trabajo directo, quepuede ser hecho a través de actividades organizadaspor otros, es esencial para ganar fuerzas y para con-quistar cierta sección de la opinión pública, que seríade otro modo inaccesible. Es de suma importancia, tan-to en la plaza laboral como en la comunidad. Pero éstetipo de trabajo no evidencia el problema de saber cual«dirección» puede evitar convertirse en «dictadura».Esto es diferente para la actividad al interior de orga-nizaciones de masas establecidas. Pero primero, ¿Quéson éstas organizaciones?

Son generalmente de carácter económico y basadasen la solidaridad social de sus miembros, pero pue-den tener múltiples funciones — defensa (resistencia,ayuda mutua) educación (entrenando para el autogo-bierno) agravios (demandas a un nivel táctico, expro-piación a uno estratégico) y administración. Estas or-ganizaciones —sindicatos, comités obreros de lucha yotros— aunque tengan sólo una de éstas funciones po-

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sibles, ofrecen una oportunidad directa de trabajo conlas masas.

Y también como las estructuras económicas, existenmuchas organizaciones populares a través de las cua-les la organización específica puede conectarse con lasmasas.

Estas son, por ejemplo, asociaciones de bienestar ycultura, en las cuales la organización específica puedeencontrar energía, consejo y experiencias. Aquí puedeexpandir su influencia llevando a cabo su orientacióny luchando contra los intentos del Estado y de los po-líticos de ganar la hegemonía y el control: luchandopor la defensa de estas organizaciones para que pue-dan mantener su carácter propio y convertirse en cen-tros de autogobierno y de movilización revolucionaria,semillas de la nueva sociedad (pues los elementos dela sociedad del mañana ya existen en la de hoy).

Al interior de todas éstas organizaciones de masas,sociales y económicas, la influencia debe ser ejercida yfortalecida no a través de un sistema de decisiones ex-ternas, sino que a través de la presencia activa y coordi-nada de los militantes anarquistas revolucionarios enellas — y en los cargos en los cuales se desempeñenacorde a sus habilidades y con su actitud. Debe remar-carse que los militantes no deben estancarse en debe-

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res absorbentes aunque puramente administrativos, siestos no les dejan ni el tiempo ni las oportunidadespara ejercer una influencia real. Los oponentes políti-cos a menudo tratan de hacer «prisioneros» en estesentido a los militantes revolucionarios.

Este trabajo de «infiltración» como cierta gente lellama, debe tender a transformar la organización espe-cífica de minoritaria a mayoritaria — al menos, desdeel punto de vista de la influencia.

Debe también evitarse cualquier monopolización,que podría concluir en tener todas las tareas —inclusolas de la organización específica— a cargo de la orga-nización de masas, o de lo contrario, podría asignarel liderazgo de la asociación de masas sólo a los miem-bros de la organización específica, barriendo con todaslas otras opiniones. Aquí debe esclarecerse que la orga-nización específica debe promover y defender, no sólouna estructura democrática y federativa e igual formade trabajo en las organizaciones de masas, sino ade-más una estructura abierta — esto es, una que haga elacceso fácil a elementos aún no organizados, a fin quela organización de masas pueda ganar nuevas fuerzassociales, ser más representativa y capaz de dar a la or-ganización específica el contacto más cercano posiblecon la gente.

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Principios internos de la organizacióno partido revolucionario

Lo que hemos dicho del programa y acerca del rolde la vanguardia y sus formas de actividad, muestraclaramente que esta vanguardia debe ser organizada.¿Cómo?

1. Unidad ideológica

Es obvio que para actuar se necesita un cuerpo cohe-rente de ideas. Las contradicciones y dudas impiden laconcreción de las ideas. Por otra parte, la «síntesis» omás bien el conglomerado de ideas dispares, que sóloconcuerden en aquello que no es de real importancia,sólo puede causar confusión y no puede evitar la auto-destrucción por las diferencias cruciales.

Tal cual las razones que encontramos en nuestroanálisis sobre el problema del programa, tal cual lasprofundas razones ideológicas concernientes a la na-turaleza de tal programa, hay razones prácticas quedemandan que una organización genuina se base en launidad ideológica.

La expresión de ésta ideología única y compartidapuede ser producto de una síntesis — pero sólo en el

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sentido de la búsqueda de una expresión única de ideasbásicamente similares con un significado esencial co-mún.

La unidad ideológica se establece por un programael cual vemos por lo pronto (y que definiremos luego)como: un programa comunista libertario que expreselos deseos generales de lasmasas explotadas. Debemosnuevamente clarificar que la organización específicano es una unión o contrato comprendido entre indi-viduos con sus propias convicciones ideológicas artifi-ciales. Nace y se desarrolla de un modo orgánico, natu-ral, porque corresponde a una necesidad real. Su desa-rrollo descansa en un cierto número de ideas las cualesno son creadas todas de un tiro, descuidando los pro-fundos deseos de los explotados. Así, la organizacióntiene una base de clase pese a que acepte a gente queoriginalmente sea de las clases privilegiadas y sean, decierto modo, rechazados por ellas.

2. Unidad táctica, una forma colectivade actuar

Teniendo al programa como base, la organizacióntrabaja una dirección táctica general. Esto le permite

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explotar todas las ventajas de la estructura: continui-dad y persistencia en el trabajo, las habilidades y for-talezas de unos llenando las debilidades de otros, con-centración de esfuerzos, ahorro de energías, la facultadde responder a las necesidades y circunstancias con lamáxima efectividad en cualquier momento. La unidadtáctica previene de que nadie se dispare en cualquierdirección, libera al movimiento de los desastrozos efec-tos de ciertas series de tácticas y de la pugna del unocontra el otro.

Es aquí cuando llegamos al problema del desarrollode las tácticas. Hasta donde corresponde a la ideología—el programa básico, los principios si se quiere— nohay problema: son reconocidos por todos en la orga-nización. Si hay alguna diferencia de opinión en mate-rias esenciales, hay una división, y un recién llegado ala organización acepta estos principios básicos, los cua-les sólo pueden ser modificados por acuerdo unánimeo pagando el costo de la división.

Es otro problema la cuestión de las tácticas. Debebuscarse la unanimidad, pero hasta el punto donde elreunirse no signifique el estar de acuerdo en no deci-dir nada, que deje a la organización como un cascarónvacío, drenada de substancia (que es de uso si es queel propósito exacto de la organización es el coordinar

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fuerzas hacia una nueva meta común.) Entonces, cuan-do todos los argumentos para las diferentes propuestashan sido hechos, cuando la discusión no puede conti-nuar siendo fructífera, cuando las opiniones similaresque concordaban en principio se han fusionado y aúnqueda una oposición irreductible entre las tácticas pro-puestas, entonces la organización debe encontrar unasalida. Y para esto, sólo hay cuatro posibilidades:

a. No decidir nada, rechazar la acción, perdiendola organización, así, toda razón para existir.

b. Aceptar las diferencias tácticas y dejar a cadacual con su propia postura. La organización pue-de aceptar esto en ciertos casos, en ciertos pun-tos que no sean de crucial importancia.

c. Consultar a la organización a través del voto, elcual permite a la mayoría imponerse; la minoríaacepta el dejar sus ideas en tanto esto conciernaa la actividad pública, peor manteniendo el dere-cho a desarrollar sus argumentos en el seno dela organización —juzgando que si sus opinionesestán más acorde con la realidad que la visión dela mayoría, entonces, eventualmente prevalece-rán por la fuerza de los eventos. En ocasiones, la

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carencia de objetividad de este proceso ha sidoevocada, que los números no necesariamente in-dican la verdad, pero es lo único posible. No es,en ningún modo, coercitivo, pues sólo se aplicasi los miembros de la organización lo aceptancomo regla y porque la minoría la acepta comonecesaria, lo cual permite que las propuestas tác-ticas aceptadas sean puestas a prueba.

d. Cuando ningún acuerdo entre la mayoría y laminoría se muestre posible en algún asunto cru-cial, el cual demande que la organización tomeposiciones, hay, natural e inevitablemente, unfraccionamiento.

En todos los casos, la meta es la unidad táctica, y sino se intenta alcanzar esto, entonces las discusionesno son efectivas y las confrontaciones, infructuosas.Es por esto que la primera solución posible a) no de-cidir nada —ha de ser rechazada en cualquier caso, yla segunda— b) el permitir muchas tácticas diferentes— puede sólo ser una opción excepcional.

De seguro, es sólo en los encuentros, en donde todala organización está representada (conferencias, con-gresos, etc…), en los cuales se puede decidir la líneatáctica a seguir.

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3. Acción colectiva y disciplina

Una vez que las tácticas generales (u orientación)han sido decididas, el problema de su aplicación irrum-pe. Es obvio que si la organización ha trazado una líneade acción colectiva, las actividades militantes de todomiembro y de todo grupo al interior de la organiza-ción deben ser conforme a esta línea. En los casos enque una mayoría y una minoría se hayan separado, pe-ro que ambos bandos hayan decidido seguir trabajan-do conjuntamente, nadie puede verse pasado a llevar,pues todos han acordado esta forma de actuar de ante-mano, y tuvieron un papel en el diseño de esta «línea».Esta disciplina libremente aceptada no tiene nada encomún con la disciplina militar y la obediencia pasivaa órdenes. No existe una maquinaria coercitiva paraimponer un punto de vista que no sea aceptado por laorganización como un todo: hay simplemente respetopor los compromisos hechos libremente, tanto por laminoría, como por la mayoría.

Por supuesto, los militantes y los diferentes acto-res de la organización pueden tomar iniciativas, perosiempre y cuando no contradigan los acuerdos y arre-glos hechos por los organismos apropiados: esto es, silas iniciativas son de hecho, las aplicaciones de las deci-

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siones colectivas. Pero cuando las actividades particu-lares envuelven a la organización completamente, ca-da miembro debe consultar a la organización a travésde la coordinación con sus órganos respectivos.

Entonces, la acción es colectiva y no es acción deci-dida personalmente por militantes por separado.

Cada miembro toma parte de las actividades de laorganización, en el mismo sentido en que la organiza-ción es responsable por la actividad revolucionaria ypolítica de cada uno de sus miembros, desde que es-tos no actúan en dominios políticos sin consultar a laorganización.

4. Federación o democracia interna

En oposición al centralismo, que es la sumisión cie-ga de las masas al centro, el federalismo permite tantola centralización necesaria, como permite la decisiónautónoma de cada miembro y su control sobre el to-do. Sólo involucra a los participantes en lo que les escomún.

Cuando el federalismo reúne a grupos basados enintereses materiales, descansa sobre el acuerdo, y lasbases para la unidad pueden ser a veces débiles. Este

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es el caso en ciertos sectores activistas. Pero en la orga-nización revolucionaria anarquista, donde la cuestiónes un programa que represente los deseos generalesde las masas, la base para el agrupamiento (los prin-cipios, el programa), es más importante que cualquierdiferencia y la unidad es muy fuerte: más que un pac-to o contrato, aquí debiésemos hablar de una unidadfuncional, orgánica, natural.

El federalismo no debe ser comprendido como el de-recho a figurar tus caprichos personales sin considerarlas obligaciones hacia la organización de que formasparte.

Significa el entendimiento alcanzado entre miem-bros y grupos con vista a un trabajo común hacia unobjetivo compartido —pero una unión de libre enten-dimiento, de consideración.

Tal entendimiento implica, por una parte, que quie-nes le comparten, cumplan cabalmente con los deberesque han aceptado, y que concuerden con las decisio-nes colectivas; implica, por otra parte, que los cuerposcoordinadores y ejecutivos sean designados y contro-lados por toda la organización, en sus asambleas y con-gresos, y que sus obligaciones y prerrogativas sean es-tablecidas de forma precisa. Así tenemos que sobre las

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siguientes bases, puede existir una organización anar-quista efectiva:

• Unidad Ideológica

• Unidad Táctica

• Acción Colectiva y Disciplina

• Federalismo

El programa comunista libertario

1. Aspectos de la dominación burguesa —Capitalismo y Estado

Antes de mostrar los fines y soluciones del comunis-mo libertario, debemos examinar a qué clase de enemi-go nos vemos enfrentados.

De lo que podemos saber de la historia humana, ve-mos que siempre, desde que las sociedades humanasse vieron divididas en clases (y especialmente, desdela división del trabajo social), han habido conflictos en-tre las clases sociales y, desde las primeras demandasy revueltas, cual si fuese una cadena de luchas por unavida mejor y una sociedad más justa.

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El análisis anarquista considera que la sociedad mo-derna, como todas aquellas anteriores, no es una uni-dad única, está dividida en dos polos muy diferentes,tan diferentes en su situación como en su función so-cial: el proletariado (en el amplio sentido de la palabra)y la burguesía.

Además de esto, se encuentra el hecho de la lucha declases cuyo carácter puede variar —a veces compleja oimperceptible, a veces abierta, rápida y fácil de ver.

Esta lucha es, con bastante frecuencia, enmascara-da por choques entre intereses secundarios, conflictosentre grupos de una misma clase, eventos históricoscomplejos que a primera vista no tienen ninguna cone-xión directa con la existencia de clases y su rivalidad.Básicamente, esta lucha está siempre dirigida hacia latransformación de la sociedad contemporánea en unasociedad que respondiera a las necesidades, deseos ysentido de justicia de los oprimidos y de ésta forma,en una sociedad sin clases, liberando a toda la Huma-nidad.

La estructura de cualquier sociedad siempre expresaen sus leyes, moral y cultura las respectivas posicionesde las clases sociales — algunas explotadas y esclaviza-das, otras ostentando la propiedad y la autoridad.

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En la sociedad moderna, la economía, la política, laley, la moral y la cultura descansan sobre la existenciade los privilegios y monopolios de una clase y en laviolencia organizada por ésta clase para mantener susupremacía.

Capitalismo

El sistema capitalista es frecuentemente considera-do como la única forma de sociedad de explotación.Pero el capitalismo es una forma económica y socialrelativamente reciente y las sociedades humanas cier-tamente han conocido otras formas de esclavitud y ex-plotación desde los clanes, los imperios bárbaros, lasciudades arcaicas, el feudalismo, las ciudades del Re-nacimiento y así otras.

El análisis del nacimiento, desarrollo y evolución delcapitalismo, fue el trabajo del movimiento de teóricossocialistas a comienzos del siglo XIX (Marx y Engelsno hicieron más que sistematizarlo), pero éste análisisentrega una pobre estimación del fenómeno generalde la opresión de una clase por otra, y de su origen.

No se ha puesto en debate si es la autoridad la queprecede a la propiedad, o viceversa. En el presente es-tado de la Sociología, no se nos es permitido el hacer

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afirmaciones absolutas al respecto, pero parece claroque los poderes económicos, políticos, religiosos y mo-rales han estado íntimamente ligados desde el mismí-simo comienzo. De cualquier modo, el rol del poderpolítico no puede limitarse a ser un mero instrumentode los poderes económicos. En este sentido, el análisisdel fenómeno del capitalismo no se acompañó de unadecuado análisis del fenómeno del Estado, porque lagente se concentraba en una muy limitada parte de lahistoria y sólo los teórico anarquistas, especialmenteBakunin y Kropotkin, acertaron en darle plena impor-tancia al fenómeno, el cual frecuentemente se veía li-mitado al Estado en el período de surgimiento del capi-talismo. Hoy, la evolución del capitalismo, pasando delcapitalismo clásico al capitalismo de monopolio, luegoal dirigido y al capitalismo de Estado, está haciendosurgir nuevas formas sociales de las cuales los análisissucintos del Estado no pueden rendir cuenta.

¿Qué es el capitalismo?

a. Es una sociedad de clases rivales, en donde laclase explotadora posee y controla los mediosde producción.

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b. En la sociedad capitalista, todos los bienes —incluido el poder del trabajo asalariado— son co-modidades.

c. El amor supremo del capitalismo, el motivo parasu producción de bienes, no son las necesidadesde la gente, sino que el incremento de la ganan-cia, esto es el excedente producido por los traba-jadores, el extra de lo que es en absoluto nece-sario para que ellos permanezcan con vida. Esteexcedente recibe, además, el nombre de plusva-lía.

d. El incremento de la productividad del trabajo noes seguido por la valorización del Capital, el cuales limitado (bajo-consumo). Esta contradicción,la cual se expresa en la «tendencia a caer bajola tasa de ganancia», crea crisis periódicas quellevan a los dueños del Capital a toda clase demedidas: recortes en la producción, destrucciónde productos, desempleo, guerras y así otras.

El capitalismo ha evolucionado:

1. Era Pre-capitalista: desde fines de la Edad Me-dia, los mercaderes y banqueros burgueses, sedesarrollan en el seno de la economía feudal.

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2. Capitalismo clásico, liberal o privado: individua-lismo de los dueños del capital, competencia yexpansión (luego de la temprana acumulaciónde capital, por la usura, el pillaje, ruina de la po-blación campesina, etc… el capitalismo que sehabía establecido en la Europa del Oeste, teníaun mundo que conquistar, enormes fuentes deriquezas y mercados que se abrían vastos).Las revoluciones burguesas, que se deshacían delas limitaciones feudales, ayudaron al desarrollodel nuevo sistema.Eran la industrialización y el progreso técnicolas bases para la existencia del modo de produc-ción capitalista y para la transición de la bur-guesía mercantil de los siglos XV, XVI y XVII ala burguesía capitalista industrial. Continuó sudesarrollo.A través de éste período las crisis no eran fre-cuentes ni eran muy serias. El Estado juega unrol de soporte, mientras la competencia eliminaal débil — es el juego libre del sistema. Es el tiem-po del gas y del carbón en la esfera técnica; de lapropiedad privada, el patrón individual, compe-tencia y el libre intercambio en la economía; par-lamentarismo en la política; total explotación y

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la más penosa pobreza de los asalariados en losocial.

3. Capitalismo de monopolio o imperialismo: Au-menta la productividad, pero los mercados seestrechan o no se incrementan al ritmo previo.Caída en la tasa de ganancia del Capital sobreacumulado.Acuerdos (trusts, carteles, etc…) reemplazan ala competencia, compañías de asociados reem-plazan al patrón individual, interviene el protec-cionismo, la exportación de Capital va conjuntaa las comodidades, los créditos financieros jue-gan un rol mayor, la fusión del Capital banquerocon el Capital industrial crean el capital finan-ciero, el cual avasalla al Estado y requiere de suintervención.Es el tiempo del petróleo y de la electricidad enla esfera técnica; de los acuerdos, proteccionis-mo, la sobreacumulación del Capital y la tenden-cia a caer bajo la tasa de ganancia, de las crisisen la economía; de las guerras, del imperialismoy del crecimiento del Estado en lo político. Lasguerras son esenciales si las crisis se aproximan— la destrucción libera mercados. En la esfera

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social: pobreza de la clase obrera, pero una le-gislación social que limita ciertos aspectos de laexplotación.

4. Capitalismo de Estado: Todo lo que caracteriza-ba la fase previa se acentúa. Las guerras ya noson suficiente para superar una crisis. Una per-manente guerra es necesaria para la economía,para investir de tremendas cantidades de Capitala las industrias de armamento, a la vez que nose aporta nada a un mercado ya congestionado,saturado de bienes; una ganancia considerablese logra en el orden Estatal.Este período se caracteriza por la apropiacióndel Estado de las más importantes áreas de laeconomía, del mercado laboral.El Estado se transforma en el capitalismo —cliente, proveedor e inspector del trabajo y de lafuerza laboral— y se asegura a sí de todo incre-mento en el control de la planificación, culturay demases. Se desarrolla la burocracia, se impo-nen al trabajo la disciplina y la regulación.La explotación y la clase asalariada se mantie-nen, así como los rasgos esenciales del capita-lismo, pero con la aparición de formas socializa-

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doras (regulaciones, seguridad social, pensionesde jubilación) semarca unamayor esclavitud delproletariado.El capitalismo de Estado tiene múltiples formas:El nacionalsocialismo alemán, Nacionalsocialis-mo Stalinista, un creciente control estatal en las«democracias», las cuales aparecen en una for-ma comparativamente restringida (debido a queaún hay una vasta reserva de plusvalía de las co-lonias). Tanto en lo político como en lo econó-mico, éste período tiende a adoptar una formatotalitaria.Así, el estatismo se revela simultáneamente enforma política, económica y cultural: Finanza es-tatal, guerra económica, grandes obras públicas,trabajo con conscriptos, campos de concentra-ción, movimientos forzados de población, ideo-logías que justifican el orden totalitario de las co-sas (por ejemplo, una versión falseada de la ideo-logía Marxista-Leninista en la URSS, de la razaen el Nacionalsocialismo de Hitler, de la RomaAntigua en el Fascismo de Mussolini, etc…).

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El Estado

Si el capitalismo, pese a sus transformaciones oadaptaciones, mantiene sus rasgos permanentes (plus-valía, crisis, competencia, etc…) entonces el Estado nopuede seguir siendo visto simplemente como la orga-nización pública de la represión en manos de la clasedominante, el agente de la burguesía, el policía del ca-pitalismo.

Un examen a las formas del Estado previo al surgi-miento del capitalismo, tanto como de las formas delEstado hoy en día, nos lleva a ver al Estado como algomás importante que sólo un instrumento. El Medieval,el Estado de las monarquías absolutas en Europa, el Es-tado de los faraones, etc… eran realidades en su propioderecho, constituían la clase estatal dominante.

Y el Estado de la fase imperialista del capitalismo,El Estado de hoy en día, tiende a dejar de ser «super-estructura» para convertirse en «estructura».

Para las ideologías burguesas, el Estado es el órganoregulador de la sociedad moderna. Esto es verdad, pe-ro para una forma social que esclaviza a la mayoríaen pos de una minoría. Luego, es la violencia organi-zada de la burguesía en contra de los trabajadores, esun instrumento de la clase dominante. Pero al mismo

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tiempo, éste aspecto instrumental está tendiendo a ad-quirir un carácter funcional, transformándose a sí enclase dominante organizada. Está tendiendo a superarlos conflictos entre los grupos dominantes en política yeconomía. Está tendiendo a fusionar las fuerzas que re-tienen los poderes políticos y económicos, los diferen-tes sectores de la burguesía, en un único bloque, tantopara incrementar su capacidad de represión interna,como para sumar su fuerza expansiva hacia fuera. Semueve hacia la unidad de lo político y lo económico,extendiendo su hegemonía sobre todas las actividades,integrando a los sindicatos, etc… transformando al tra-bajador asalariado, en su acepción que le es propia, enun siervo moderno, completamente esclavizado, perocon un mínimo de beneficios (permisos, seguridad so-cial, etc…) No es más un instrumento, sino que un po-der en sí.

En esta fase, en la cual se encuentran todos los paí-ses, aún los EE.UU., que fue intentada por el nazismoy casi perfectamente lograda por la URSS, uno debepreguntarse si es que es aún correcto el hablar de ca-pitalismo: quizás este nivel de desarrollo de la fase im-perialista del capitalismo debiera ser visto como unanueva forma de sociedad de explotación, ya algo dis-tinta al capitalismo. La diferencia, luego, no debiera

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ser más cuantitativa, sino que cualitativa: no debieraser más una cuestión de grado en la evolución del ca-pitalismo, sino que de algo más, algo realmente nuevoy diferente. Pero esto es, primordialmente, un asuntode apreciación, de terminología, lo cual podría parecerprematuro y sin una real importancia por lo pronto.

Es suficiente para nosotros el expresar como sigue,la forma de explotación y esclavitud hacia la cual lasociedad burguesa tiende: El Estado como aparato declase y como organización de clase, simultáneamenteinstrumental y funcional, superestructura y estructu-ra, está tendiendo a unificar todos los poderes, todaforma de dominación de la burguesía sobre el proleta-riado.

Las cualidades del comunismolibertario

Hemos tratado de resumir, tan claro como nos esposible, las características de la sociedad burguesa, dela cual la Revolución tiene el fin de deshacerse a la parque crear una nueva sociedad: la sociedad comunistaanárquica. Antes de examinar como vemos la Revolu-

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ción, debemos aclarar las cualidades esenciales de estasociedad Comunista Libertaria.

Comunismo: de la fase inferior a la fase superior oel completo comunismo.

No se podría definir la sociedad comunista mejorque repitiendo la vieja fórmula «De cada cual segúnsus capacidades, a cada cual según sus necesidades».

Primero, se afirma con esto la total subordinacióndel factor económico a las necesidades del desarrollohumano en la abundancia de bienes, al reducción deltrabajo social, y que cada persona tome parte en éstesegún sus propias fuerzas, sus reales habilidades. Asíes que la fórmula expresa la posibilidad del desarrollocabal d la gente.

Segundo, ésta fórmula implica la desaparición de lasclases y la propiedad y uso colectivo de los medios deproducción, pues sólo tal uso por la comunidad, puedepermitir la distribución de acuerdo a las necesidades.

Pero el comunismo completo de la fórmula «a cadacual acorde a sus necesidades» presupone no sólo unapropiedad colectiva (administrada por consejos obre-ros o «sindicatos», o «comunas») sino que igualmenteun extendido crecimiento en la producción, abundan-cia de hecho. Ahora, es cosa segura que cuando la Re-volución llegue, las condiciones no permitan esta fase

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superior del comunismo: la situación de escasez sig-nifica la persistencia de lo económico por sobre lo hu-mano, y de tal modo, un cierto límite. Entonces, la apli-cación del comunismo no podría ser aquella del prin-cipio «a cada cual acorde a sus necesidades», sino quesólo igualdad de ingresos o igualdad de condiciones,lo cual significa iguales raciones o incluso la distribu-ción a través de un signo monetario como medio(convalidez limitada y cuya sola función sería la distribu-ción de aquellos productos que no sean ni tan escasoscomo para ser racionados estrictamente ni tan abun-dantes como para «sacarlos del montón») —éste siste-ma permitiría a los consumidores el decidir por ellosmismos cómo gastar sus ingresos. Se ha previsto queel pueblo seguiría la fórmula «a cada cual de acuerdoa su trabajo», tomando en cuenta el retraso de pen-samiento de ciertas categorías vinculadas a la idea delas jerarquías— considerando como necesario el llevaradelante salarios diferenciales o la entrega de benefi-cios como recortes a las horas de trabajo en virtud demantener o incrementar la producción en ciertas ac-tividades «inferiores» o no muy atractivas, o para ob-tener el máximo esfuerzo productivo, o para recaptarmovimientos de fuerzas productivas. Pero la importan-cia de éstas diferencias sería mínima e incluso en su

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etapa inferior (que algunos llaman socialismo) la socie-dad comunista tiende hacia la mayor igualdad posibley a una equivalencia de condiciones.

Comunismo libertario

Una sociedad en la cual se hayan realizado la propie-dad colectiva y los principios de la igualdad, no puedeser una sociedad en la cual la explotación económicapersista o en la cual haya una nueva forma de domina-ción de clase. Es precisamente la negación de esto.

Y esto es cierto aún para la fase inferior del comu-nismo, la cual, incluso de mostrar un grado de restric-ción económica, no justifica de ninguna manera la per-sistencia de la explotación. De otro modo, como casisiempre se comienza de una situación de escasez, laRevolución sería automática y completamente negada.La Revolución Comunista Libertaria, no se figura des-de un comienzo una sociedad perfecta, o inclusive, unamejor desarrollada, pero destruye las bases de la explo-tación y de la dominación. Es en este sentido que Volínhablaba de «Revolución inmediata, pero progresiva».

Pero hay otro problema: el problema del Estado, elproblema de qué tipo de organización política, eco-nómica y social tendremos. Ciertamente, las escuelas

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Marxistas-Leninistas prevén la desaparición del Esta-do en la fase superior del comunismo, pero consideranal Estado una necesidad en la fase inferior.

Este así llamado Estado «obrero» o «proletario» espensado como la coerción organizada, necesaria porla inadecuación del desarrollo económico, falta de pro-greso en las facultades humanas y —al menos en unperíodo inicial— la lucha en contra de las reminiscen-cias de las prístinas clases dominantes derrotadas porla Revolución, o más exactamente, la extensión del te-rritorio revolucionario hacia adentro y hacia fuera.

¿Cuál es nuestra idea del tipo de administración eco-nómica que debe tener la sociedad comunista?

Administración obrera, por cierto, administraciónpor el cuerpo completo de los productores. Ahora, he-mos visto quemientras la sociedad de explotación esta-ba crecientemente realizando la unificación del poder,las condiciones de explotación eran decrecientementela propiedad privada, el mercado, la competencia, etc…y de esta forma la explotación económica, la coerciónpolítica y la mistificación ideológica se ligaban íntima-mente, las bases esenciales del poder y la línea diviso-ria de las clases entre explotadores y explotados era laadministración de la producción.

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En estas condiciones, el acto esencial de la Revolu-ción, la abolición de la explotación, se produce a travésdel control obrero, y éste control es el que representa alsistema, en reemplazo a toda autoridad. El cuerpo com-pleto de los productores ha de ser quien controla, elcual organice, el cual realice su propia administración,auténtica democracia, libertad en igualdad económica,la abolición de los privilegios y de las minorías que di-rijan y explotan, la cual dispone según sus necesidadeseconómicas y según las necesidades de la defensa de laRevolución. La administración de las cosas reemplazaal gobierno de los seres humanos.

Si la abolición de distinciones en el plano económi-co entre aquellos que dan órdenes y quienes las ejecu-tan, se acompaña de la mantención de ésta distinciónen el terreno político, en la forma de una dictadura deun partido o de una minoría, entonces ésta no duraráni cinco minutos o creará un conflicto entre los pro-ductores y los burócratas políticos. De este modo, elcontrol obrero debe ser la abolición de de todo poderejercido por una minoría, de toda manifestación delEstado. No puede seguir siendo una cuestión de unaclase dominando y guiando, sino que más bien de ma-nejo y administración, en la arena política, tanto comoen la económica, por las organizaciones de masas eco-

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nómicas, las comunas, el pueblo en armas. Es el poderdirecto del pueblo, no e el Estado. Si es esto lo que al-gunos llaman la dictadura del proletariado, el términoes de dudoso uso (volveremos sobre este punto), perociertamente no tiene nada en común con la dictaduradel partido o de cualquier burocracia. Es simplementeauténtica democracia revolucionaria.

Comunismo libertario y humanismo

Entonces el comunismo anárquico o comunismo li-bertario, realiza la sociedad del desarrollo completode la Humanidad, una sociedad de Hombres y Muje-res completamente humanos, abre una era de progresopermanente, de transformación gradual, de transicio-nes.

Crea, luego, un humanismo de propósito, cuya ideo-logía se origina en una sociedad de clases, en el cur-so del desarrollo de la lucha de clases, un humanismoque no tiene nada en común con los pronunciamien-tos fraudulentos sobre el ser humano en abstracto loscuales la burguesía liberal trata de imponernos en susociedad de clases.

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Y así la Revolución—basada en el poder de lasmasasdel proletariado— al liberar a la case explotada, liberaa toda la Humanidad.

La revolución: el problema del poder.El problema del Estado

Ahora que ya hemos visto a groso modo las formasen que el poder de la clase dominante se expresa, yasentamos las características esenciales del comunis-mo libertario, nos queda el detallar como vemos el pa-saje de la Revolución. Aquí tocamos con un aspectocrucial del Anarquismo el cual lo diferencia claramen-te de otras corrientes del socialismo.

¿Qué es la revolución?

¿Debe la Revolución, esto es la transición de la so-ciedad de clases a la sociedad sin clases del comunismolibertario, ser pensada como un proceso lento de trans-formación o como una insurrección? Los fundamentosde la sociedad comunista están echados sobre la so-ciedad basada en la explotación; nuevas condicionestécnicas y económicas, nuevas relaciones entre clases,

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nuevas ideas, todo entra en conflicto con las vejas ins-tituciones y trae una crisis la cual demanda una resolu-ción rápida y decisiva. Esto conlleva una transforma-ción la cual ha sido largamente preparada al interiorde la vieja sociedad. La Revolución e el momento en elcual la nueva sociedad nace, destruyendo la estructurade la vieja: Estado, Capitalismo e Ideologías burguesas.Es un pasaje real y concreto entre dos mundos. Así, laRevolución sólo puede ocurrir bajo condiciones obje-tivas: la crisis final del régimen de clases.

Esta concepción no tiene nada en común con la viejaidea romántica de la insurrección, del cambio ocurridode un día para otro sin preparación alguna. Ni tiene na-da que ver con la concepción evolucionista, puramen-te gradual de los reformistas o de los creyentes en larevolución como proceso.

Nuestra concepción de la Revolución, tan alejadadel insurreccionalismo como del gradualismo, puedeser descrita por la idea del acto revolucionario prepa-rado durante largo tiempo al interior de la sociedaddominada por la burguesía, y que ha de culminar conla toma y la administración de los medios de produc-ción y de intercambio por las organizaciones de ma-sas. Y es éste resultado del acto revolucionario el cualmarca una clara línea de demarcación entre la vieja

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sociedad y la nueva. Entonces, la Revolución destru-ye los poderes económicos y políticos de la burguesía.Esto significa que la Revolución no se limita tan só-lo a la supresión física de los viejos dominadores o ainmovilizar la maquinaria gubernamental, sino que esexitosa al destruir las instituciones legales del Estado:sus leyes y costumbres, métodos jerárquicos y privi-legios, tradición y culto al Estado como una realidadpsicológica colectiva.

El período de transición

¿Qué sentido podemos darle a la expresión tan co-múnmente usada «período de transición» que tan fre-cuentemente se asocia a la idea de transición? Si es elpasaje de la sociedad de clases a la sociedad sin clases,entonces se confundiría con el acto de la Revolución. Sies el pasaje de la fase inferior del comunismo a la máselevada, entonces la expresión es imprecisa, pues todala era post revolucionaria constituiría una continua ylenta progresión, una transformación sin cataclismossociales y la sociedad comunista es una continua evo-lución.

Todo lo que pueda ser dicho, ya lo hemos aclaradocon respecto al comunismo libertario: el acto de la Re-

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volución trae una inmediata transformación en el sen-tido en que los fundamentos de la sociedad son cambia-dos radicalmente, pero una transformación progresivaen el sentido en que el comunismo es un desarrolloconstante.

De hecho, para los partidos socialistas y los comu-nistas estatistas, el «período de transición» represen-ta una sociedad que rompe con el viejo orden de cosas,pero que mantiene ciertos elementos y supervivenciasdel sistema capitalista y estatista. Es entonces, la ne-gación de la auténtica Revolución, por mantener ele-mentos del sistema de explotación, cuya tendencia escrecer fuerte y expandirse.

La dictadura del proletariado

La fórmula «dictadura del proletariado» ha sido usa-da conmuy diferentes significados. Por esta sola razón,debiera ser condenada como causa de confusión. EnMarx, puede fácilmente significar la dictadura centra-lizada del Partido que se proclama representante delproletariado, así como la concepción federalista de laComuna.

¿Puede significar el ejercicio del poder político porla clase obrera victoriosa? No, pues el ejercicio del po-

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der político en el sentido reconocido del término, pue-de sólo tener lugar a través de la injerencia de un grupoexclusivo que practique el monopolio del poder, sepa-rándose de la clase y oprimiéndola. Y es así como elintento de usar el aparato de Estado puede reducir ala dictadura del proletariado a la dictadura del partidosobre las masas.

Pero si por dictadura del proletariado se entiende unejercicio directo y colectivo del «poder político», éstasignificaría la desaparición del «poder político» desdeque sus características distintivas son la supremacíaexclusiva y el monopolio. ¡No es cuestión de conquis-tar o ejercer el poder político, es cuestión de deshacer-se todos juntos de él!.

Si por dictadura se entiende la dominación de la ma-yoría por una minoría, entonces el asunto no es darleel poder al proletariado sino que a un partido, un grupopolítico distinto. Si por dictadura se entiende la domi-nación de una minoría por una mayoría,(dominacióndel proletariado victorioso sobre las reminiscencias deuna burguesía derrotada como clase) entonces la im-plementación de la dictadura, no significa nada másque la necesidad de la mayoría de arreglar eficiente-mente para su defensa, su propia organización social.

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Pero en tal caso la expresión es imprecisa, inadecua-da y causa de mal entendidos. Si «dictadura del pro-letariado» intenta significar la supremacía de la claseobrera sobre otros grupos explotados en la sociedad(pequeños propietarios pobres, artesanos, campesinos,etc…) entonces el término no se corresponde para na-da a una realidad que de hecho no tiene nada que vercon relaciones mecánicas entre líderes y guiados, asítal y como lo expresa el término dictadura.

Hablar de «dictadura del proletariado» es expresaruna reversiónmecánica de la situación entre la burgue-sía y el proletariado. Ahora bien, si la clase burguesatiendemediante el poder amantener su carácter de cla-se, a identificarse a sí misma con el Estado, y a sepa-rarse de la sociedad como un todo, no es del todo igualcon la clase subordinada, que tiende a desprenderse desu carácter de clase y a confluir a una sociedad sin cla-ses. Si el dominio de clase y el Estado representan elpoder organizado y codificado de un grupo que opri-me a grupos subordinados, ellos no cuentan en abso-luto para la fuerza violenta ejercida directamente porel proletariado.

Los términos «dominación», «dictadura» y «Esta-do» son tan poco apropiados como la expresión «toma

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del poder» para referirse al acto revolucionario de laconquista de las fábricas por los trabajadores.

Rechazamos, por tanto, por impreciso y como cau-sa de confusión las expresiones «dictadura del prole-tariado», «toma del poder político», «Estado Obrero»,«Estado Socialista» y «Estado Proletario».

Nos queda examinar cómo vemos la resolución delos problemas de luchas propuestos por la Revolucióny por su defensa.

Poder directo de los obreros

Por el rechazo a la idea del Estado, la cual implica laexistencia y control de una clase explotadora tendien-te a continuar como tal, y por el rechazo a la idea de ladictadura, lo cual implica una relación mecánica entrelíderes y guiados, admitimos la necesidad de coordi-nación en la acción directa revolucionaria (los mediosde producción e intercambio deben ser conquistadosa la par que los centros de administración, la Revolu-ción debe ser protegida de los grupos contrarrevolu-cionarios, de los indecisos, y, de hecho, de los grupossociales explotados atrasados — ciertas categorías decampesinos, por ejemplo).

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Ciertamente es, entonces, el ejercicio de poder, pe-ro es el dominio de la mayoría, del proletariado a sa-ber, del pueblo armado organizado efectivamente pa-ra el ataque y la defensa, estableciendo una vigilanciauniversal. La experiencia de la Revolución Rusa, de laMakhnovschina, de la España de 1936, están ahí comotestigos. Y no podemos hacer nada mejor que apoyarla opinión de Camilo Berneri, que escribió a favor dela Revolución Española, refutando la idea Bolcheviquedel Estado:

«Los anarquistas confirman el uso del po-der directo por parte del proletariado, pe-ro ellos ven el instrumento de éste poderconstituido por la suma total de modosde organización comunista —cuerpos cor-porativos e instituciones comunales, tan-to regionales como nacionales— consti-tuidos libremente por fuera y opuestosa cualquier monopolio político de algúnpartido, y esforzándose por reducir la cen-tralización de la organización al mínimo».

Y así en contra a la idea de Estado, donde el poderes ejercido por un grupo especializado aislado de las

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masas, nosotros oponemos la idea del poder directode los obreros, en donde delegados elegidos, responsa-bles y controlados (revocables en cualquier momentoy remunerados de igual forma que otros trabajadores)reemplazan la burocracia jerarquizada, especializada yprivilegiada; en donde las milicias, controladas por or-ganismos administrativos tales como los Soviets, Sin-dicatos o Comunas, sin privilegios especiales para lostécnicos militares, realizando la idea del pueblo arma-do, reemplazan a un ejército extraído del cuerpo so-cial y subordinado al poder arbitrario de un Estado oGobierno; donde Jurados del Pueblo se hagan respon-sables de apaciguar las disputas que surjan, con mi-ramiento a la satisfacción de acuerdos y obligaciones,reemplace al poder Judicial.

La defensa de la revolución

En tanto concierne a la defensa de la Revolución, de-bemos aclarar que nuestra concepción teórica de la Re-volución es la de un fenómeno internacional que des-truya toda base para un contraataque de la Burguesía.Es cuando la organización internacional del capitalis-mo ha agotado todas sus posibilidades de superviven-cia, cuando ha alcanzado su punto final de crisis, cuan-

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do encontramos las condiciones óptimas par una revo-lución internacional exitosa. En tal caso, el problemade la defensa sólo surge como el problema de la desapa-rición completa de la burguesía. Totalmente desarrai-gada de su poder económico y político, ya no existemás como clase. Una vez derrotada, sus elementos va-rios son mantenidos bajo control por los organismosarmados del proletariado, y luego absorbidos por unasociedad que se moverá hacia el más alto grado de lahomogeneidad. Y de este último trabajo, deben hacer-se cargo directamente, sin la ayuda de ningún cuerpoburocrático especial.

El problema de la delincuencia ha de estar ligado,durante el periodo revolucionario, al de la defensa dela Revolución. La desaparición de las leyes burguesasy del sistema judicial y carcelario de la sociedad declases no debe hacernos olvidar que quedarían gentesasociales (en todo caso pocas, comparado al númeroaterrador de prisioneros en la sociedad burguesa, pro-ducidos en sumayoría por las condiciones bajo las cua-les viven — injusticia social, pobreza y explotación) yel problema de algunos burgueses que no puedan serde ninguna manera asimilados. Las agencias del poderdirecto de los obreros, el cual hemos definido previa-mente, están obligadas a evitar que hagan daño.

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A un asesino, un maníaco peligroso o un sabotea-dor, no se le puede, bajo el pretexto de la libertad, de-jar irse y cometer el mismo crimen de nuevo. Pero laforma de ponerse fuera de peligro por los servicios deseguridad popular, no tiene nada en común con el de-gradante sistema carcelario de la sociedad de clases. Elindividuo que es privado de su libertad, debe ser trata-do más médica que judicialmente hasta que pueda sercon seguridad, vuelto a la sociedad.

De cualquier modo, la Revolución no se produciríainevitablemente en todos lados a la vez y podrían ha-ber, de hecho, sucesivas revoluciones que sólo conflui-rán para desembocar en la Revolución Universal si sedifunden más allá de sus fronteras, si la infección re-volucionaria es transmitida, si al final, el proletariadolucha internacionalmente por la defensa y extensiónrevolucionaria que sería, en un comienzo, limitada.

Luego, tanto como la defensa interna de la Revolu-ción, la defensa externa se vuelve necesaria, pero estosólo puede tener lugar con base en una población ar-mada organizada en milicias y, debemos enfatizar, conel apoyo del proletariado internacional y con posibili-dades de que la Revolución se expanda. La Revoluciónmuere si se le deja limitada, o si, so pretexto de su de-

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fensa, se cae en la restauración del Estado y, así, de lasociedad de clases.

Pero el mejor modo de defender la nueva sociedad,descansa en hacer valer su carácter revolucionario,porque esto rápidamente crea condiciones en las cua-les ningún intento de restauración de la burguesía en-contraría base sólida. La total afirmación del territoriorevolucionario en su carácter socialista es, de hecho, lamejor arma, pues produce energía y entusiasmo en ca-sa y la infección y solidaridad hacia fuera. Fue, quizás,uno de los errores más fatales de la Revolución Espa-ñola el hacer poco caso de sus logros y advocarse, porsobre todo, a las tareas militares de su defensa.

Poder revolucionario y libertad

La lucha revolucionaria en sí misma, y luego la con-solidación de las transformaciones creadas por la Re-volución, hacen surgir la pregunta sobre la libertad delas tendencias políticas que apunten a mantener o res-taurar la explotación. Es un aspecto del poder directode las masas y de la defensa de la Revolución.

No puede ser esta una cuestión de libertad, como espropiamente definida, la cual (hasta ahora existiendosólo como algo a lo que se aspira) es precisamente lo

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que traerá la Revolución: el deshacerse de la explota-ción y de la alienación, del gobierno de cualquiera, y detal manera, la participación de todos en la vida social yuna auténtica democracia para todos serán un hecho.Ni puede ser una cuestión del derecho de adeptos a al-guna corriente en una sociedad sin clases (y sin Estado)de postular sus soluciones particulares y expresar susdiferencias de opinión. Todo esto se sobreentiende.

Pero no es en absoluto lo mismo cuando es un pro-blema grupos y organizaciones que estánmás omenosabiertamente opuestos al control obrero y al ejerciciodel poder por las organizaciones de masas. Y este pro-blema puede provenir tanto, sino más, de los burócra-tas pseudo-socialistas, como de grupos de la burguesíaderrotada.

Debe hacerse una distinción. Primero, durante la fa-se violenta de la lucha, aquellas estructuras o tenden-cias que defiendan o busquen restaurar la sociedad deexplotación, deben ser forzosamente destruidas. Y alenemigo no debe permitírsele el organizarle insidiosa-mente, tanto como desmoralizar o espiar. Esto seríanegar la lucha, el rendirse de facto. Makhno, así co-mo los libertarios españoles se vieron enfrentados aeste problema y lo resolvieron suprimiendo la propa-ganda del enemigo. Pero en casos en que la expresión

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de ideologías reaccionarias no pudiese tener ningunaconsecuencia para el resultado de la Revolución, porejemplo si su logro ya ha sido consolidado, éstas ideo-logías pueden ser expresadas si aún puedan resultarinteresantes o si no retienen su poder. No son nadamás, entonces, que un tópico curioso y el compromi-so del pueblo hacia la Revolución, disipa todo venenoque pueda quedar en él. Si sólo se expresan a un nivelideológico, entonces sólo pueden ser combatidos poren éste nivel, y no por su prohibición. La total libertadde expresión en una sociedad consciente y atenta, sólopuede ser creadora de cultura.

Queda el clarificar que la responsabilidad de juzgary decidir en éstas cuestiones como en todas las otras,recae en las propias organizaciones sociales, como elproletariado en armas.

Y es en éste sentido que la libertad esencial, aque-lla por la cual la Revolución es hecha, se mantiene yprotege.

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Roles respectivos de la organizaciónanarquista específica y de las masas

La idea de la Revolución que hemos desarrollado,implica un cierto número de condiciones históricas:por una parte, una aguda crisis de la vieja sociedad,y por otra, la existencia de un movimiento de masasconscientes, como de una minoría activa bien organi-zada y bien orientada.

Es la misma evolución de la sociedad la que permiteel desarrollo de la consciencia y de las habilidades delproletariado, la organización de su estrato más avan-zado y el progreso de la organización revolucionaria.Pero ésta organización revolucionaria repercute en elpueblo como un todo y se encamina a desarrollar sucapacidad para el autogobierno.

Hemos visto, en virtud de las relaciones entre la or-ganización revolucionaria y las masas, que en el perío-do prerrevolucionario la organización revolucionariapuede sólo sugerir fines y medios, y puede sólo dar-les aceptación a través de la lucha ideológica y de lafuerza del ejemplo.

En el período revolucionario debe ser igual — deotro modo el peligro es degenerar en una burocracia,

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de la transformación de la organización anarquista enun cuerpo especializado, en una fuerza política separa-da del pueblo, en un Estado.

La vanguardia política, la minoría activa, puede, dehecho, durante el curso de la Revolución, cargarse a sícon tareas especiales —tales como liquidar las fuerzasdel enemigo— peor como regla general, puede ser só-lo la consciencia del proletariado. Y debe, finalmente,ser reabsorbida por la sociedad gradualmente, por unaparte, como su rol se completa por la consolidación dela sociedad sin clases y de su evolución del peldañoinferior al superior del comunismo, y por la otra, elpueblo adquiere como un todo el nivel necesario deconsciencia.

El desarrollo de las capacidades del pueblo para suautogobierno y vigilancia revolucionaria — tales hande ser las tareas de la organización específica, una vezque la Revolución sea completada. El destino de la Re-volución descansa, en gran medida, en la actitud dela organización específica, en la forma de ver su rol.Porque el éxito de la Revolución no es inevitable: lagente puede abandonar la lucha; la organización de laminoría revolucionaria puede caer en negligencia ensu vigilancia y permitir el establecer las bases para larestauración de la burguesía o de una dictadura buro-

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crática — puede incluso transformarse en un poder bu-rocrático. No sirve de nada el ocultar estos peligros orechazar encargarse de la acción organizada para pre-venirlos.

Debemos conducir la lucha con la cabeza muy claray será en proporción a nuestra claridad de cabeza ycuidado, que la organización anarquista será capaz decumplir con su tarea histórica.

La moral comunista libertaria

Cuando se plantean los objetivos a alcanzar, y cuan-do se especifica la naturaleza del rol que la organiza-ción de vanguardia debe tomar en relación con las ma-sas, la teoría revolucionaria anarquista refleja un cier-to número de reglas de conducta. Así que debemos cla-rificar lo que entendemos por «moralidad».

Nuestra oposición a las morales

Las morales de todas las sociedades reflejan hastacierto grado la forma de vida y el nivel de desarrollode esas sociedades, y como resultado se expresan enreglas muy estrictas que no permiten ninguna desvia-ción en ningún sentido (la transgresión, la voluntad

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por cambiar estas reglas, se considera un crimen) Eneste sentido, las morales (que expresan una cierta nece-sidad en el entramado de la vida social) apuntan haciala inercia.

Así, no expresan simplemente una necesidad prácti-ca de mediación en la medida en que aparecen contra-dicciones junto a las nuevas condiciones de existenciaque surjan. Más aún, están marcadas por un carácterreligioso, teológico o metafísico y puestas su reglas co-mo expresiones de un imperativo supranatural — lasacciones que están conforme o que rompen estas re-glas exaltan una naturaleza mística como virtud o pe-cado. La resignación, la cual realmente sólo puede serel reconocimiento de una persona de sus límites anteciertos hechos, se vuelve en virtud primordial y pue-de incluso impelir a una búsqueda del sufrimiento, elcual se transformaría en suprema virtud. Desde éstepunto de vista, la Cristiandad es una de las más odio-sas morales. La moral no es una simple codificaciónde sanciones externas, sino que se arraiga profunda-mente en los individuos en la forma de «conscienciamoral». Esta consciencia moral es adquirida y mante-nida en gran medida como resultado de su naturalezareligiosa de la cual la moral se imbuye y se marca a símisma con una naturaleza religiosa, supranatural. Así

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se vuelve bastante ajena, a ser un simple traslado a laconsciencia de las personas de las necesidades de lavida en sociedad.

Finalmente, y lo más importante, aún cuando lasmorales no expresan abiertamente la división de lassociedades en clases o castas, son usadas por los gru-pos privilegiados para justificar y garantizar su domi-nación. La moral de la legalidad y de la religión (reli-gión, ley y moral son simplemente expresiones en es-feras colindantes de una misma realidad social) san-cionan las condiciones existentes y las relaciones dedominación y explotación.

Desde que las morales son expresiones de la aliena-ción de la gente en sociedades de explotación, así comoson las ideologías, leyes, religiones, etc… siendo carac-terizadas por la inercia, mistificación, resignación y lajustificación y mantenimiento de los privilegios de cla-se — entenderás porqué los anarquistas han gastadotanto esfuerzo en denunciar su auténtica naturaleza.

¿Tenemos moral?

A menudo se acota que la moral puede evolucionaro ser modificada, que una moral puede reemplazar aotra, incluso en el seno de sociedades basadas en la ex-

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plotación. Ha habido tímidas diferencias, adaptacioneso variaciones ligadas a las condiciones de vida, pero to-das las morales protegían los mismos valores esencia-les — sumisión y respeto a la propiedad, por ejemplo.A la vez no es menos cierto que estas adaptaciones fue-ron combatidas, que sus promotores (Sócrates y Cristo,por ejemplo) fueron a menudo perseguidos, ya que lamoral tiende hacia la inercia.

En cualquier caso, no pareciera que el esclavo seacapaz de introducir sus propios valores en esas mora-les. Pero lo importante aquí es saber si el esclavo —ylos revolucionarios que expresan sus deseos— puedetener sus propios valores, su propia moral.

Si no deseamos aceptar la moral de la sociedad enla cual vivimos, si rechazamos tal moral, tanto por re-conocer como por mantener un sistema social basadoen la explotación y en la dominación, y por estar im-buidos de abstracciones e ideales metafísicos, enton-ces, ¿En qué podemos basar nuestra moral? Hay unasolución para esta contradicción aparente: es que elpensamiento y las ciencias sociales nos permiten divi-sar un proceso el cual constituiría la posibilidad parala raza humana de florecer, en todo sentido, y que és-te proceso no sería nada más que los deseos generalesde los oprimidos, así como se expresan en el auténtico

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socialismo, en el comunismo libertario. Así es nuestroobjetivo revolucionario, nuestro ideal, nuestro impe-rativo. Ciertamente, son n ideal y un imperativo so-bre los cuales puede asentarse una moral, pero es unideal que se sustenta en lo real y no en la revelaciónreligiosa o metafísica. Es un tipo de humanismo, peroun humanismo basado en la transformación revolucio-naria de la sociedad y no un humanismo sentimentalque no descansa sobre nada de nada, y que camufla lasrealidades de las luchas sociales.

Nuestra moral

¿Qué son los valores morales que demuestran ésteideal entre el proletariado?

¿Se expresa esta moral por reglas y preceptos?Está claro que no puede seguir siendo una cuestión

de actuar con o juzgar las morales a las que nos opo-nemos en términos de ideas sobre «bien» y «mal», asícomo tampoco podemos vernos arrastrados hacia fúti-les juegos de palabras sobre si el motivo-fuerza para laacción ha de ser llamado «egoísmo» o «altruismo». Pe-ro entre tales acciones, normalmente aseguradas por eljuego de la afectividad y de los sentimientos (maternal,amor, empatía, salvar a alguien que esté en peligro y

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así otras), y entre aquellas que dependen sobre contra-tos, en acuerdos escritos o no (por consiguiente, en laley), hay toda una gama de relaciones sociales que re-posan en concepciones morales y en una conscienciamoral.

¿Dónde está la garantía del sincero respeto a lascláusulas contractuales? ¿Cómo debe ser la actitud deuna persona hacia sus enemigos? ¿Qué armas se prohí-ben en esa lucha? Hay sólo una moral que puede ac-tuar como guía, que puede fijar límites, que puede pre-venir del recurso constante del litigio y de los jurados.

Es en la práctica revolucionaria y en la vida del pro-letariado consciente donde encontramos valores talescomo la solidaridad, arrojo, sentido de la responsabili-dad, claridad del pensamiento, tenacidad, federalismoo auténtica democracia en las organizaciones obrerasy anarquistas que concreten tanto la disciplina comoel espíritu de iniciativa, respeto por la democracia re-volucionaria — esto es decir la posibilidad de exponersus ideas a todas las corrientes que sinceramente bus-quen la creación de la sociedad comunista, el criticar yconsecuentemente el perfeccionar la práctica y teoríarevolucionaria.

El fundamento revolucionario que hemos estableci-do como imperativo, nos exime claramente de cual-

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quier moralidad a la hora de tratar con el enemigo, laburguesía, la cual en su propia defensa trataría de ha-cer aceptar a los revolucionarios las prohibiciones desu moral. Es muy claro que en éste terreno sólo los fi-nes pueden dictar nuestra conducta. Esto significa que,una vez que se hayan reconocido los fines y hayan sidoasentados científicamente, los medios son un simpleasunto de tácticas y, en consecuencia, pueden sólo servalorados como medios si se adaptan a los fines, a labúsqueda del objetivo. Esto no significa medios añejosy no es cuestión de justificar medios. Debemos recha-zar la fórmula equívoca «el fin justifica los medios»y decir más simplemente — «los medios sólo existen,sólo son elegidos con vista a los fines a los cuales se en-lazan y adaptan, y no tienen que ser justificados anteel enemigo ni en términos de la moral del enemigo».

En contraste, estos medios inevitablemente han degestarse en el seno de nuestra moral, desde que sonapropiados a nuestro ideal — un ideal, el comunismolibertario, el cual implica la Revolución, el cual ademásimplica que las masas adquieran consciencia guiadospor la organización anarquista. Por ejemplo, los me-dios implican la solidaridad, coraje y sentido de la res-ponsabilidad que hemos citado previamente como vir-tudes de nuestra moral.

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Hay un punto en el cual debemos hacer una pau-sa, un aspecto de nuestra moral el cual la gente pue-de vincular al significado de la solidaridad, pero quees realmente el epítome de nuestra moral: la verdad.Así como puede ser normal para nosotros el engañaral enemigo, la burguesía, quienes utilizan toda clasede engaños, también debemos decir la verdad no sóloentre compañeros, sino que a las masas.

¿Cómo podríamos hacerlo de otra manera cuandopor sobre todo debemos incrementar su consciencia y,por consiguiente, su comprensión y su juicio? Aque-llos que han intentado hacerlo de otromodo han conse-guido sólo humillar y desesperanzar al pueblo, hacien-do perder a todos el sentido de la verdad, del análisisy del criticismo.

No hay nada de proletario — o de revolucionario enel inmoral cinismo. Éste es el estilo de los elementosdecadentes de la burguesía que declaran el vacío de lamoralidad oficial pero son incapaces de encontrar unamoral saludable en el medio existente.

El inmoral es, en apariencia, libre en todos sus mo-vimientos. Pero no sabe hacia donde va, y al engañara los otros se engaña a sí mismo.

No basta con tener una meta — se necesita tambiénuna forma de llegar ahí.

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El resultante de una moral —al interior de las masasconscientes y más aún, al interior del movimiento co-munista libertario— viene a reforzar la estructura dela ideología revolucionaria y a aportar una importan-te contribución a la preparación de una nueva cultura,al tiempo que repudia totalmente la cultura de la bur-guesía.

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George FontenisManifiesto comunista libertario

1953

Recuperado el 29 de mayo 2014 desdeflag.blackened.net

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