Maquiavelo - Reseña "Discursos..."

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    El interés y la apuesta decidida por 

    una alternativa «republicana» a los ma-les de la democracia contemporánea deteóricos políticos como H. C. Jr. Mans-field, P. Pettit, J. G. A. Pocock, Q. Skin-ner, o, en los últimos años y de manerapudiéramos decir que hasta militante, M.Viroli 1, está sustentado básicamente enuna relectura o, por mejor decir, en undiálogo bajo los focos con la obra de

    Maquiavelo. La interpretación convencio-nal de los escritos políticos del autor flo-rentino viene siendo puesta en cuestióndesde hace al menos tres décadas 2, y alpaso de esta revisión los  Discursos  handesplazado a  El Príncipe  en el punto demira de la teoría política.

    En la «Introducción» a esta nuevaedición 3  de los  Discursos, la profesora

    MAQUIAVELO:  Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Alianza Edi-torial, Madrid, 2000. 457 páginas.

    Ana Martínez Arancón, que es también

    la traductora del texto de Maquiavelo, nosdice que el contenido de los mismos esuna apuesta decidida del autor por larepública  como forma ideal de gobiernopara el futuro de Italia, un «renacimien-to» político inspirado en el «espíritu» dela antigua «república romana»: porque enella «se mira más por el bien común (...)el pueblo es libre (...) existe mucha igual-

    dad (...) se puede formar un ejército conlos propios ciudadanos (...) es una formapolítica mucho más equilibrada (...) tam-bién (...) más dúctil (...) elimina el pro-blema de la sucesión (...) no hay sitio paraque crezca una nobleza muy poderosa yociosa (...) [y] Por último, se respeta laley (...) [siendo así] el artificio perfecto»(pp. 7-8, 14-18).

    ¿Por qué, entonces, esta obra ha tenidohasta nuestros días menos popularidadque  El Príncipe, obra-fetiche con la quese identificó sin más a Maquiavelo?

    Asimilar indistintamente una y otraobra como los pilares con que Maquia-velo construyó la teoría política moder-na, y afirmar como hace George H. Sa-bine 4, que «ambas obras presentan por 

    igual las cualidades por las que se conoceespecialmente a Maquiavelo, tales comola indiferencia por el uso de medios in-morales para fines políticos y la creen-cia en que el gobierno se basa en granparte en la fuerza y la astucia», es olvi-dar lo que textual y repetidamente el flo-rentino nos dice: que la república, segúnsu criterio, y desde cualquier punto de

    vista, es superior al gobierno del prínci-

    1 H. C. Jr. Mansfield,  Machiavelli’s New Modes and Orders. A Study of the Discour-

    ses on Livy, Ithaca and London, 1979. P.Pettit,  Republicanism. A Theory of Freedomand Government, Oxford, 1997. J. G. A. Po-cock, The Machiavellian Moment. Florenti-ne Political Thougt and the Atlantic Politi-

    cal Tradition, Princeton, 1975. Q. Skinner,The Foundations of Modern Political Thoug-

    ht , I y II. Cambridge, 1978. Q. Skinner,  Li-berty before Liberalism, Cambridge, 1998.M. Viroli, For Love of Country. An Essayof Patriotism and Nationalism, New York,1995; M. Viroli, The Founders. Machiave-lli, Oxford, 1998; y también M. Viroli,  Re-

     pubblicanesimo, una nuova utopia della li-

    bertá, Roma-Bari, 1999. Para una recepcióndel debate abierto por estos autores, ver: R.R. Aramayo y J. L. Villacañas (comps.),  Laherencia de Maquiavelo. Modernidad y vo-

    luntad de poder , México D.F. y Madrid,1999.

    2  Con C. Cattaneo como precursor, con La città considerata come principio ideale

    delle istorie etaliane, en Opere scelte, Euna-di, Turín, 1972, vol. IV.

    3  Desde la publicación en 1965 de lasObras  de Maquiavelo (Ed. Vergara, Barce-

    lona), no hubo nueva traducción y ediciónde los  Discursos  hasta 1987 (Alianza Bolsi-llo). Esta última edición tuvo una reediciónen 1996.

    4  G. H. Sabine,  Historia de la teoría política, FCE, México, 4ª ed. en español,1968, p. 254.

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    pe, como apuntábamos más arriba; y quepor ello le interesa comunicar su expe-riencia y su conocimiento acerca de cuán-do y cómo se crean las repúblicas, de lo

    grande y ejemplar que fue la repúblicaromana, y de por qué toda república quequiera durar deberá conocer la historia deaquélla e imitarla; de qué errores se de-berán evitar y qué acciones habrá quellevar a cabo para salvaguardar el prin-cipio básico de toda república, la liber-tad, y, por tanto, para que la república nose corrompa, y, por último, acerca de

    cómo, si llegara a corromperse, volver ainstaurarla de nuevo en su ser.

    Esta aparente contradicción hace quenos planteemos las siguientes preguntas:¿Nos dice Maquiavelo algo distinto en los Discursos  que en  El Príncipe? ¿Es sureflexión sobre la república de un cala-do más hondo de lo que usualmente seha querido mostrar? ¿Qué enseñanzas, qué

    claves o interpretaciones podemos sacar hoy en un diálogo sin prejuicios con elMaquiavelo de los  Discursos? ¿Son lapolítica y Maquiavelo tan inmorales comose da por sentado usualmente?

    Sabemos que mientras que El Príncipeestá dirigido a los príncipes actuales, los Discursos lo están a los  potenciales 5, loque hace que Maquiavelo cambie el tono,

    abandone la furia y se explaye en cam-bio en los Discursos, a través de innume-rables ejemplos históricos, con la inten-ción de enseñar y guiar a quien le lea.Este cambio de tono creemos que es sig-nificativo porque Maquiavelo, como«maestro en el arte de la retórica» 6, lo haelegido fundamentalmente para conven-cer a futuras generaciones de líderes

    políticos.Por otra parte, Maquiavelo pretende enlos  Discursos  una ruptura con la vieja

    tradición política basada en principioscristianos y corrompida, lo que según élrequería un renacimiento que sólo podíaencontrar bases sólidas volviendo «a los

    orígenes», es decir a la «república roma-na». Ya había intentado antes, siendoSecretario de la república florentina, queésta no se hundiese bajo el peso de suspropios defectos y emulase por el contra-rio a la antigua Roma, pero sus consejosno fueron escuchados. Florencia volvió ala tiranía de los Médicis, y Maquiavelofue a parar primero a la cárcel y luego

    al destierro.Convencido de que el fundamento de

    cualquier forma de dominio residía en la justicia y en las armas, es decir, en po-der disponer de una fuerza armada nomercenaria, financiada y reclutada entreuna población a la que se le reconoceny respetan sus derechos como ciudadanos,había comprobado que la República de

    Florencia no había sido capaz de ejercer tal tipo de dominio. Por ello, cuando laociosidad forzosa y el alejamiento de lapráctica política se lo permitieron, Ma-quiavelo se tomó el trabajo de mostrar-nos cómo creía él que se conseguiríaprimero, y se mantendría después estaafortunada forma de dominio.

    Había que, primero, «reducirla a sus

    principios. Porque todos los principios delas sectas, de las repúblicas y de los rei-nos tienen forzosamente alguna bondad»(p. 305). Después, instaurar la justicia yla libertad, protegidas por la fuerza, y,finalmente, había que mantenerlas fren-te a propios y extraños con virtud   y sa-biduría, pero también sabiendo lidiar conla fortuna, para no cometer el mismo error 

    que su amigo Pietro Soderini, el últimogonfaloniero  de la Señoría florentina, alque su «inocencia» le impidió «hace[r] eldaño que es necesario hacer para salvar la República» 7.

    ¿Aceptamos entonces la visión canó-nica de Maquiavelo como el vocero más

    5 Ver la interpretación de Leo Strauss en Meditación sobre Maquiavelo , Madrid, IEP,1964.

    6  Maurizio Viroli,  La Sonrisa de Ma-quiavelo. Tusquets, Madrid, 2000, p. 90. 7  Ibid., p. 162.

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    genial de «el fin justifica los medios»? Anuestro autor no le interesó nunca el«deber ser», es decir, los principios mo-rales acerca de cómo debía ser una co-

    munidad política, sino cómo conseguir vivir en comunidad sin renunciar a lalibertad, de ahí que atacara a la Iglesiay a la teoría política clásica tanto por labondad ideal de los principios que pro-pugnaban como por la inevitable prácti-ca corrupta que resultaba.

    Por otro lado, «il Machia», como lellamaban los amigos, fue sobre todo un

    observador agudísimo y privilegiado dela vida política y de la condición huma-na de su época, pero no de una maneradistanciada e intelectual sino comprome-tida y protagonista. Sus reflexiones sobrela política lo son también, a la vez, so-bre los hombres y mujeres que andabanen ella y, por extensión y dada la cali-dad y profundidad de sus juicios, de la

    condición humana. Maquiavelo llegó acomprender cómo funcionaba la política

    a través de su trato con los hombres ymujeres que la hacían, y cuando escribióposteriormente sobre aquélla lo hizo te-niendo en cuenta la naturaleza de éstos.

    Que sobre la base de los magníficos Discursos de Maquiavelo se pueda cons-truir o no una tradición política republi-cana capaz de renovar la pálida y por doquier corrompida democracia de nues-tros días, como nos propone MaurizioViroli con tanta pasión y fuerza de argu-mentos 8  es reto que nos toca pensar yvivir a los que, afortunados, nos caigan

    en las manos para abrirnos el corazón ydespertarnos el ánimo estos  Discursossobre la primera década de Tito Livio, deNiccolò Machiavelli, «il Machia» para losamigos.

    GLORIA MARTÍNEZ DORADO

    8  N. Bobbio y M. Viroli,  Diálogo en

    torno a la república. Tusquets, Barcelona,2002.