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AKAL UNIVERSITARIA  Serie: Historia Medieval

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    AKAL UNIVERSITARIASerie: Historia Medieval

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    Maqueta: RAGTtulo Origina!: La socit foda le

    Reservados indos los derechos. De acuerdo alo dispuesto enel art. 270 del Cdigo Penal, podrn ser castigados con penas

    de multa y privucin de libertad quienes reproduzcan o plagien,en todo o en parte, una ohra literaria, artstica o cientfica fijad

    en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorizacin.

    ditions Albin Michel. 1968Para todos los pases de lengua hispana Rdiciones Altai. S. A 1986. 2002

    Sector Foresta, l28760 Tres CantosMadrid - Espaa

    Tel.: 91 806 19 96Fax: 91 804 40 28

    ISBN: 84-7600-262-9Depsito Legal: M. 32.641-2002

    Impreso en CofasMstoles (Madrid)

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    Marc Bloch

    LA SOCIEDAD FEUDALTraduccin

    E d u a r d o R i p o l l P e r e l l

    Director del Museo Arqueolgico Nacional de Madrid

    aksl-^vt l i t t f

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    Homenaje de respetuosay reconocida afeccin

    a Ferdinand Lol

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    PROLOGO

    GENESIS DE LA INSTITUCION FEUDAL

    En un volumen precedente,1 en el que justif icam oscon algunasreservas la expresin Edad Media, precisamos las divisiones de laSeccin a la que tambin pertenece el presente. Una primera serie estconsagrada a los orgenes del cristianismo, a su desarrollo y a la crisismoral del mundo antiguo. La segunda, que empieza po r el magnfico

    y vigoroso volumen de Ferdinand Lot, debe mostrar cmo mientrasB izan ci sobrevive con su civilizacin cosmopolita, y despus que elImperio de Carlomagno ve producirse pasajeramente una reaccin p oltica y un renacimiento literario el Occidente se hunde y, a continuacin, se reconstruye segn nuevas modalidades. De este proceso,va a ocuparse Marc Bloch a continuacin.

    La Europa occidental y central o sim plemente Europa, pues all,"entre los hombres que vivan entre el Tirreno, el Adritico, el Elba v el Ocano, en este mundo romano-germnico, limitado por tres "bloques human os, mahometano, bizantino y eslavo, es donde nace, antes de la poca propiamente feudal, a civilizacin europea>en el perodo que abarca desde la mitad del siglo VIII a las primeras dcadas del XIII. He aqu, en el espacio y en el tiempo, los lmites de este volumen y de otro que lo completar. Dentro de estos lmites, el tema de

    Marc Bloch es la llamada sociedad feudal.Poco im porta si la etiqueta al considerar el sentido exacto de la

    palabra es criticable: existe una realidad a la que se aplica este nom

    bre y una estructura social que caracteriza esta realidad. En su trabajo , que se enlaza con otros volmenes consagrados a las institucionespolticas,2 nuestro colaborador se propone analizar y explicar esta estructura. Su anlisis es el ms com pleto que se ha hecho hasta el m omento; su explicacin, la ms profunda, porque capta la vida de esa

    1 T. XLVII, Et f in del m undo antiguo y el comienzo de la Edad Media.2 T. VI, De los clanes a los im pe riosi t, XV, La ciu dad griega; t. XIX, Las in sti tu

    ciones polticas romanas, de la ciudad al Estado; t. LXI, La monarqua feudal.

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    poca en sus diversos aspectos y en sus mas n tim os resortes. Marx:Bloch dice, con razn, que no se podra, sino p or una "ficcin de trabajo", aislar completamente de los dems un elemento de la vida colectiva. La institucin feuda l es el eje propio de su estudio; pero,lo que es esencial objeto de otros volmenes, centrados en otras cues

    tiones, le proporciona el pu nto de partida y le permite comprender msa fondo .

    A bunda as en nuestro criterio; si el plan y el f in de La Evolucinde la H um anidad se encaminan a valorar los factores generales en volmenes especializados, s i en ellos deben resaltar las articulaciones dela Historia, es necesario que ello ocurra en medio de la carne y la san

    gre de la realidad histrica.E l verdadero y comple to historiador que es Marc Bloch tiende a

    situar la institucin feudal en su medio. Hechos contingentes de importancia considerable: las invasiones, circunstancias econmicas, estado menta!, son el tema de un triple estudio preliminar en el que se

    ju stifica el t tu lo adoptado.

    *

    Se leern con el ms vivo inters, to slo por su relacin con eltema, sino po r ellas mismas, las densas pginas que Marc Bloch con

    sagra a los invasores musulmanes, hngaros y normandos, que asaltan Europa por el Medioda, el Este y el Norte. Traza un cuadro, amenudo pintoresco, des s incursiones y correras. Sus rasgos psico l

    gicos estn sealados de manera impresionante:3 piratas sarracenos,nmadas de la estepa, hombres del mar, para los que las llanuras olas aguas son "caminos hacia la presa", pero que llevan consigo elinstinto del espacio, el gusto po r la aventura, y no s lo el afn de

    ganancia. Sobre su gnero de vida, su modo de penetracin, sobre loque aportan y lo que reciben en sus establecimientos en el suelo que los atrajo, nos dan preciosas indicaciones unas pginas densas y, noobstante, claras. Y como Marc Bloch no toca ningn pun to sin enriquecerlo, realza con observaciones generales el estud io de esta penetracin. Las invasiones de que se ocupa, continan a tantas emigraciones como se han hecho conocer en los volmenes precedentes;4 ellas

    son las ltimas para Europa, tal como l la ha definido. Hasta estemomento, estos saqueos por las hordas venidas de fuera y estos grandes movimientos de pueblos, haban dado su trama a la historia de

    Occidente, como a la del resto del mundo. De ahora en adelante, elOccidente quedar libre. A diferencia, casi, del resto del mundo... Noes arriesgado pensar que esta extraordinaria inmunidad... fuera uno de los factores fundamentales de la civilizacin europea, en el sentido

    profundo y ju sto de la palabra (pg. 79)Sin embargo, la inseguridad, la perpetua inquietud, los saqueos ma-

    3 Vanse, en particular, pp. 36-7, 45, 76-7. 78.4 Vanse, en particula r. En marge de FHistoire universelte, pp. 11,87-91 v t. XLVII,

    p. VIII

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    feriales, el choque m ental deban acrecentar la debilidad y el desordenque abrieron el Occidente a las ltimas invasiones. Aqu, Marc Blochestudia la economa de estos tiempos, pro fundamente confusos, en un

    poderoso compendio -que anuncia y prepara los volmenes que lmismo debe consagrar al desarrollo econmico de la Edad Media.

    Es necesario distinguir dos edades feudales. Para la primera, considerando lo que los socilogos llaman morfologa social, se comprueba, despus del hundimiento del Imperio carolingio, un universal y

    profundo descenso de la curva demogrfica, una dbil densidad y unareparticin muy desigual de la poblacin. "La Naturaleza tenda sincesar a imponerse (pg. 83). Las comunicaciones son difciles; tos desplazamientos aventurados, peligrosos, y, no obstante, como consecuencia de necesidades diversas, son continuos, en una especie de movimiento de Brown. E l comercio de intercambio es anmico; la balanza,deficitaria para Occidente: de donde, una lenta sangra" de oro. Debido a la penuria de moneda, el intercambio tena menos sitio que la

    prestacin y la manutencin que anudaban lazos humanos m uy diferentes al del salario (pg. 90).

    La situacin se transforma afines del siglo XI. Una revolucin conmltiples causas permite a nuestros pases llevar a cabo la conquista econm ica del mundo. Sin duda, no todo cambi; pero todo tendaa mejorar: fin de las invasiones, progreso del poblamiento, facilidad

    creciente de las relaciones, ritmo acelerado de la circulacin, mejorescondiciones monetarias de donde, el resurgimiento del salariojmltiples circunstancias que obraron sobre toda la contextura de lasrelaciones humanas" y, por consiguiente, sobre los caracteres del fe udalismo (pg. 93).

    Se incluyen en esta obra pginas notables, interesantes porque nos

    introducen en la intimidad del pasado y porque hacen reflexionar sobre la actitud del hombre de esta poca ante la Naturaleza y la duracin " y, de una manera general, sobre esos datos psicolgicos que sonla esencia misma de la Historia. En el plan prim itivo de La Evolucinde la Humanidad, yo conceb un volumenque deba ser el tomo

    X LV I titulado La educacin en la Edad Media y la mentalidad popular; he tenido que renunciar a esta obra especial y confiarme, paradar algunos elementos de este delicado tema, elaborado de manera in

    suficiente puesto que la historia no es hasta aqu completa y, comodice Marc Bloch, verdaderamente digna de este nombre, a volmenes y colaboradores diversos. A estas cuestiones, nadie habr aportado en tan pocas pginas lo que Marc Bloch.

    Seala y explica al mismo tiempo que la rudeza y, si se quiere,la insensibilidad fsica la emotividad de la primera edad feudal. El

    ser humano estaba ms cerca de la Naturaleza y, en ciertos aspectos,era duro; pero las epidemias, la caresta de alimentos, las violenciascotidianas, la higiene mediocre, la preocupacin por lo sobrenatural,

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    todo contribua a dar al sistema nervioso una extraordinaria inestabilidad. 5

    As, no se debe "reconstruir el pasado segn las lneas de la inteligencia. Im precisin, la posibilidad de precisin incluso para la m edida del tiempo, era profundamente extraa a las gentes de esta poca, lo que obedeca en gran parte a la naturaleza del instrumento de expresin. Dos grupos humanos se oponan, "la inmensa mayora deanalfabetos encerrados, cada uno, en su dialecto regional" y "el pequeo puado de gente instruida, propiam ente bilinges, que se servan tanto de! habla corriente y local como del lenguaje culto: ste,"radicalmente separado de la fo rm a de expresin interna, trasponams o m enos felizm ente el pensamiento, pero siempre deformndoloun poco. Esto contribua a pon er una gran incertidumbre en tas rela

    ciones sociales. "La nica lengua que pareci digna de fijar, ju n to alos conocim ientos mas tiles para el hombre y su salvacin, los resultados de toda la prctica social, no era comprendida po r gran nmero de personas que por su posicin gobernaban los asuntos hu manos.

    N o es que la cultura fu ese despreciada; pero era cosa excepcional entre tos grandes: de donde el papel considerable de los clrigos y, en los hombres de accin, la fa lta frecuente de concordancia entre su conducta y los escritos que otros haban redactado en su nombre.6

    La concepcin que tenan del mundo los hombres de este tiempo,los haca extraos a Ia realidad terrestre y desinteresados de las cosas.

    Marc Bioch tiene pginas muy ricas en agudas observaciones sobrela mentalidad religiosa. La Naturaleza "no pareca merecer mucho quenadie se ocupase de ella (pg. 105); el mundo sensible no era ms que un teln tendido delante de a verdadera realidad. Esta, para los sencillos y para gran parte de los doctos, estaba animada por voluntadesdistintas a veces opuestasi de las que muchas perpetuaban el pa

    ganismo; por debajo deI Dios nico, se agitaban una m ultitud de se

    res buenos o malos: santos, ngeles y, sobre todo, d iablos. Sin duda,los terrores del ao mil fue ron exagerados por los romnticos: la f echa fatdica, po r razones que se indican aqu, escapaba a una previ

    sin exacta; y adems la irresistible vida, a pesar de todo, fermentabaentre los hombres. Pero casi incesantemente corran olas de terror"

    y el miedo al infierno pesaba sobre la vida terrena.7Junto a esta obsesin del terrible y prxim o futuro exista una cierta

    curiosidad por el pasado. El cristianismo se apoyaba en una historiaque conm emoraba las fies tas y que enriqueca a leyenda. Obras, que

    no fueron olvidadas, haban intentado la sntesis de dos tradiciones,la de la Biblia y a de Grecia y Roma. "La preocupacin para hacer

    sensible, detrs de cada m inuto presente, el empuje del gran ro de lostiem pos continuaba m uy viva. Para responder a esta curiosidad, eranmuchos los creadores de crnicas o de anales. Pero la dificultad de

    J Cf. XLVII, pp. 13, 4, 18-9.* Vanse las pp. 95-6, 97, 99, 100, 103-4.

    7 Pp, 106, 107-8.

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    informacin se aada a la imprecisin de los espritus. Un defecto de sentido histricoque, de otra parte, tambin se encuentra en tiempos ms cultivados "lanzaba el presente hacia el pasado" con fundiendo sus caracteres.8 Lo ms a menudo inconsciente, la alteracinera alguna vez deseada. Las producciones mentirosas abundaron: a

    fuerza de respetar el pasado, se llegaba a reconstruirlo tal como debahaber s ido1.

    Los libros de Historia de los iletrados eran los poemas picos enlengua vulgar. Este tema de la epopeya francesa que en otro vo lum en 10 es tratado desde el pu nto de vista literario y psicolgico,

    Marc Bloch lo toma desde el punto de vista de! historiador, extendindolo a las dems regiones de Occidente,pues "la aficin por los poemas histricos y legendarios no fue, en la poca feudal, exclusiva deFrancia.11 En esta historia novelada, en a que a ficci n refleja,como "cristal de aum ento, la sensibilidad y la imaginacin de la Edad

    Media, el autor se pregunta si hay un residuo de realidad histrica,y busca lo que en la mem oria colectiva, tan poco segura, tan poco sostenida por medios externos, pudo subsistir del pasado.12 "Parte deautntico; parte de imaginario (pg. 116), problema delicado que resuelve

    segn la lgica. Los defensores de lo "espontneo oponen la poesa popular a la literatura latina de los clrigos; otros, han insistido sobrela influencia monstica, que se advierte de manera evidente en ciertas

    obras. Marc Bloch cree que hubo unos temas transmitidos por sucesivas generaciones y que, segn las apariencias, se fija ro n en el siglo X: Cm o sorprenderse de que una tradicin narrativa se transmitiesea lo largo del tiempo, cuando se piensa en el inters que los hombres de la poca feu dal tenan por el pasado y el placer que sentan a! orlocontar?13

    Pero, en la segunda edad feudal, que empieza en las dos o tres d cadas anteriores al ao 1100, se perfilan unos nuevos rasgos intelectuales. El autor recoge aqu el gran nmero de hechos que, en el arte

    y en Ia literatura, marcan los progresos de la educacin, tanto en calidad como en extensin, a travs de las diversas capas sociales". Lahistoria verdadera, la descripcin de lo real se separan poco a poco de la "pura evasin literaria; y la literatura tiende, no sin torpeza todava, al anlisis de los sentimientos. Parecido por muchos detalles a sus predecesores, el hombre de los aos cercanos al 1200 difiere deellos... en dos puntos. Es ms instruido y ms consciente".14

    Esta adquisicin de conciencia se extiende a la sociedad misma.

    8 Vase en la p. 87, sobre las represen taciones rudim entarias y la imagen discomi-nua que se tena del mundo contemporneo.

    9 Pp. 110, 111 112, 113.10 T. LX. Vase p. xiv." Vanse las pp. 120, 121, 122, 123 acerca de Alemania. Castilla e Italia.12 Sobre la mem oria h um ana y su papel, sealaremos en especial las pp. 52, 64, 65,

    114, 115. La memoria de los hombres es corta, y su capacidad de ilusiones, insonda-'ble" fp. 51).

    P. 115. Cf. t. LX, p. XIV.14 Vanse pp. 125-128.

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    Se plantean problem as espirituales y de Derecho, que acostumbran alos espritus a razonar en fo rm a . E l instrum ento de anlisis mental

    se perfecciona.,5 Y aqu, Marc Bloch insiste, como conviene a su intencin que es la estructura social, en la renovacin de la influen

    cia del Derecho romano, ligado a otros movimientos intelectuales de fines del siglo XI. El Derecho culto t u v o como efecto sobre el Derecho popular, el ensearle a tomar una conciencia ms clara de s mismo. Algunas obras "relativamente tardas, pero en las que se reflejala claridad organizada propia de la edad de las catedrales y de las sum as, tendieron a hacer mas estables las relaciones humanas, despusde un perodo, "m uy movido, en el que el Derecho romano se habaido borrando poco a poco, conforme iba disminuyendo la educacin,16

    y en el que la costumbre tom una creciente im portancia .17 Sin duda,

    el progreso de este Derecho consuetudinario haba provocado la diversidad. Sin embargo, por mltiples razones in fidelidad de la memoria, extrema plasticidad, tendencia de todo acto consumado y, sobre todo, repetido, a convertirse en precedente, algunas ideascolectivas, fuertes y simples dominaron y acabaron por organizar el

    Derecho de la poca feudal.

    *

    Explicado el medio yprecisada la mentalidad, Marc Bloch llegaal estudio de estos vnculos de hombre a hombre que de manera tanvigorosa actuaron sobre la propiedad, en la especie de "participacinque crearon como dice, ingeniosamente, inspirndose en una f rmula muy conocida en Psicologa, y que tambin puede usarse enSociologai

    En la base de la estructura social, estn los lazos de sangre, losamigos carnales, la solidaridad dei linaje era m uy fuerte y se ma

    nifestaba, en particular, en lavendetta o venganza. Casi de un extremo a otro, la Edad Media y, en particular, la era feudal, vivieron bajo el signo de la venganza privada (pg. 143). A sta, se la llamaba faida.

    E l acto individual se propagaba en el linaje en olas colectivas. MarcBloch cita sorprendentes ejemplos de estos odiosperdurables cuyosefectos se pudieron atenuar, pero cuya existencia fu e imposible prohibir. Muestra tambin la solidaridad del linaje, prolongndose a menudo en sociedad de bienes, creando una comunidad econmica, que

    se perpeta a travs del tiempo, tomando form as a la vez m enos flu ctan tes y ms atenuadas.

    E l linaje es algo m uy distinto de la pequea familia conyugal detipo moderno y la vivacidad del "sentido colectivo no rena nada de com n con la ternura para con las personas. Quiz por una super-

    15 Ct". i. LXVI, La Philosophie du Mayen Age, en par ticu la r pp. 121 v sigs: (SanAnselmo) y 148 y sigs. (Abelardo).

    16 Vanse pp. 130-132.17 Vanse pp. 133, 135, 136. 137, 139, 40.

    ,s Pp. 148, 149, 151,

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    vivencia del matriarcado, los lazos de alianzas a travs de las mujeres contaban casi tanto com o los de la consanguinidad pa terna: as,resultaba que, en la sucesin de las generaciones, el grupo era inestable; la extensin de los deberes para con los "amigos carnales", variable e indecisa. Muchas causas deban conducir "la mengua y desmenuzamiento del linaje. Los poderes pblicos, en el inters de la paz,trabajaron contra la solidaridad familiar, y el estado civil, m uy posterior a la sociedad feud al, coron una evolucin que el apellido habaempezado. Pero en la misma poca en que el linaje tuvo ms fuerza,no bastaba para asegurar la proteccin del individuo: o que explicaque los hombres debieron buscar o sufrir otros vnculos".19

    *

    E l estudio de la sociedad feudal presenta el vivo inters de ver cmoen ella nacen en forma espontnea, bajo la presin de las circunstancias, unas instituciones muy caractersticas. "Ninguna teora, dice HenriPirenne en su notable obra postuma Historia de Europa, ninguna concepcin consciente. La propia prctica se pone de acuerdo con la realidad, >!de la prctica, nace la institucin. "El Estado se disgrega,

    se fragmenta, para reconstruirse bajo otra forma, sobre sus propiasruinas".20

    Es imposible, con los medios de conocimiento actuales, seguir msde cerca e interpretar mejor de lo que lo ha hecho Marc Bloch, este lento y sordo trabajo de disgregacin y reconstruccin que va desde

    Ia poca merovingia al siglo XLI.El fundam ento de la institucin feudal es, a la vez, el vnculo y

    la subordinacin de hom bre a hombre. Todo un com plejo de relaciones personales, de dependencia y de proteccin, dio lugar al vasallaje,"forma de dependencia propia de las clases superiores.21

    En otro tiempo, ciertas teoras atribuyeron a la organizacin fe u

    dal una filiacin tnica: o Roma, o Germania, o los celtas. El autor,en el vocabulario feudal, encuentra huellas de diversas influencias: conuna erudita ingeniosidad busca los varios elem entos que fueron utili

    zados y fundidos por las circunstancias. La causa eficiente, son precisamente las circunstancias, es "elp oder creador de la evolucin. Enla poca merovingia, "ni el Estado ni el linaje ofrecan ya garanta su

    ficiente... Haba, de una parte, huida hacia el jefe; por otra, tomas demando, con frecuencia brutales... Se vea en muchos casos a un mismo hombre hacerse simultneamente dependiente de otro ms fue rte

    y protector de otros ms humildes... A l someterse de esta form a a lasnecesidades del momento, estas generaciones no tenan en absoluto el deseo ni el sentimiento de crear unas formas sociales nuevas (pg. 164). Tenemos que insistir en ello con nuestro autor. El derecho

    19 Vanse pp. 152-156, 158, 159, 160.!B P i r enne , pp . 102, 105.11 P. 163-164; cf. p. 87.

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    abstracto y las leyes escritas se olvidan: son las relaciones entre seresde carne y hueso, son las vivas representaciones colectivas las que creanla costum bre y las que deben deshacerla.Nunca, dice Marc Bloch,una sociedad es una figura geomtrica", y, con ms razn, cuando busca el orden en el desorden.22

    Subrayemos con vigor el papelde la guerra entonces, trama cotidiana de todo el curso de la vida de un j e f e, eldei caballo, en con

    secuencia, y tambin eldel estribo y la herradura, invenciones llegadas de las estepas de Oriente.23 (Con frecuencia hemos sealado lasmltiples incidencias de las iniciativas del homo faberj Los podero

    sos tenan necesidad de squitos armados, de guerreros profesionales en particular j inetes, que fuesen sus "compaeros de guerra.

    E l vocablo gasindus, que designaba al compaero germano, fue suplantado por el nombre vassus, vassallus, de origen celta, que denotabaun esclavo domstico, o sea, un criado. Salido de los bajos fondos de la servidumbre para llenarse poco a poco de honor", la palabra re

    fle ja la curva" de una institucin muy plstica. En la descomposicindel Estado, en la decadencia de las costumbres militares, servir conla espada, la lanza y el caballo a un seor del cual uno se haba declarado solemnemente fie l, deba aparecer com o la fo rm a ms elevadade subordinacin de individuo a individuo.24

    La monarqua carolingia, en el deseo y la d ificultad de reconstruir

    el po der publico, tuvo la idea de utilizar el sistema de subordinacionesconstituido. Una poltica consciente consagr y aument el nmerode estos lazos. Existieron, desde entonces, los vasallos del rey, prxim os y lejanos, que formab an, a travs de las provincias, com o lasmallas de una extensa red de lealtad. Entre los grandes, el ejemplo de los reyes y la analoga de las necesidades favorecieron el establecimiento de contratos de vasallaje estables.2'

    Sin embargo, el Estado carolingio se hunde a su vez: nuevo perodo de disturbios, de guerras y de invasiones. Ms que nunca, el hombre busca un je fe y los je fes buscan hombres. C om o consecuencia,las relaciones de hom ena je y de proteccin se multiplican, no slo en

    provecho de los poderosos, sino de toda la gradacin social. Dos fo rmas de estar ligado a un jefe se distinguen cada vez ms netamente:servidumbrey vasallaje. Este, es la form a elevada de la antigua enco-mendacin". El vnculo del vasallo que, por lo general, esic a b a lle r o s e contrae po r el homenaje de las manos juntas y, des

    pus de! siglo X, por el beso en la boca; de derecho, si no de hecho,

    se deshace con una u otra de las dos vidas atadas.26*

    Vanse pp. 260. 263, 264, 266, 268, 269, 275, 276, 282, 28423 Pp. 169-170.24 Pp, 170-172.25 Pp. 173, 174, 175.

    Pp. 176. 177.

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    El captulo dedicado aI feudo es de una importancia capital y haceresaltar un aspecto del rgimen que no es el menos interesante. Elnico y verdadero dueo era el qup haba dado, un beneficio formaba la contrapartida dei acto de donacin personal.17 El trmino beneficio" fu e eclipsado por la palabra fe u d o "23 nocin de orden eco

    nmico: bien concedido como cambio, no "de obligaciones de pagar"sino de obligaciones de hacer; y esta nocin, primero general, pero que se transform en institucin de clase, vino a designar "los feudos al propio tiempo ms frecuentes, y, socialmente, los ms importantes,alrededor de los cuates se haba desarrollado un derecho propiamente

    feuda l (pg. 183}.La remuneracin del vasallo poda ser manutencin afeudo, esta

    blecimiento sobre un fun do , chasement,29 cuyos beneficiarios fueron creciendo. Sucedi que el protegido, para comprar la proteccin, ofreci sus tierras al jefe, quien se las devolva en feu do: Este gran movimiento de donacin de la tierra se prosigui durante la poca franca

    y la primera poca feudal, de arriba a abajo de la sociedad". El nmero de alodios" tierras sin seor por encima de poseedor fue decreciendo con rapidez a partir del siglo X. La tierra se som eta a su

    jecin con los hombres" y de esa manera el feudo tendi a hacersehereditario, incluso sin la repeticin del homenaje e investidura.30

    A pesar de lo semejantes que fueron las instituciones en toda la

    Europa feudal, se imponen algunas distinciones que precisa MarcBloch en una ojeada de conjunto, es decir, en un valioso estudio dehistoria comparada.As, aparece que elMidi aquitano y la Norman-da en Francia, que Italia deI Nor te y Alemania, que la Inglaterra an

    glosajona y a Espaa de las monarquas astur leonesas, a pesar delas condiciones de vida comunes a todo el Occidente, diferenciaron el rgimen del feudo como consecuencia de circunstancias particulares que se exponen de manera magistral.31 Es Francia la que presentaa red de dependencias de vasallajes feudales ms poderosa y mejor

    ordenada, y es "un notable fenmeno de emigracin jurdica, que lasinstituciones feudales francesas fueran llevadas a Inglaterra por los normandos, a Italia del Sur por aventureros llegados tambin de Norman-da, a Siria por los cruzados.32 Solamente en Siria, a decir verdad, setrabaj sobre un campo virgen.

    Una tendencia general de la institucin feudal, fu e el deslizamiento

    11 Vase pp. 179, 180, la distincin entreprecario y beneficio.Vase, pp. 180, 182, la historia de esta palabra que, pa rtiendo de una significacin

    opuesta. Vieh, bienes muebles, sobre todo gaado, designa toda remuneracin primero. y. finalmente, la tierra.

    Chasement, goce de una tierra acordado a ttulo vitalicio, a cambio de renta oservidumbre. (N. del R ).

    10 Aunque el feudo en general era un seoro grande o pequeo , pod a ser, en Francia al menos, tambin una rema: hecho importante desde el punto de vista econmico(1S8-190). '

    31 Sobre las huellas del Derecho romano en Italia, vase pp. 242, 243. CF. p. 284,sobre la unidad en la diversidad.

    31 Pp. 202-203; cf, pp. 240-241.

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    hacia la h ere da b ilid a d E l vinculo de la sangre triunf sobre el Derecho, y el privilegio se desliz de arriba a abajo. La relacin con el suelo, f i j la tierra en la fam ilia, sin que el seor se resistiera mucho. Ylas fun cio nes u "honores" tendieron, po r una evolucin parecida a lade los "beneficios", a convertirse tambin en hereditarios. En Francia

    y en Inglaterra, de tos servicios prestados por el padre, la opinin p blica y la costumbre sacaron un Derecho para su descendencia. '13 Eneste punto aun, el autor matiza, segn los pases, la accin de "fuerzas ms profundas que los intereses polticos. Con la evolucin delderecho de sucesin, sigue la transformacin del antiguo beneficio"en patrimonio/*

    Habiendo sido la heredabilidad un favor antes de ser un derecho,el nuevo vasallo deba al seor un regalo: ste era elrescate. Im importancia del rescate vari, segn las regiones; pero de una manera general, estos derechos casuales modificaron el espritu del problema sucesorio. Para el seor, hicieron del feudo, "en otro tiempo salario dela fidel idad arm ada, una tenureJJ ante todo rentab le" y para el va

    sallo, que cada vez mas lo tuvo por su cosa", un recurso utilizable,mediante compra de la autorizacin del seor. "En efecto, desde el si

    glo X II por lo menos, los feudos se vendan o se cedan casi libremente. La fidelidad enlr en el comercio '5'5

    Por otra parte, nada tan curioso como comprobar que los lazos

    nacidos de la institucin feudal obraron de maneras diversas contra la propia institucin. En principio, no se tena que ser ms que el hombre de un slo seor; pero se tuvo inters en ser hombre de varios. La abundancia de homenajes de uuo slo a varios cre situacionesmuy embarazosas y fue un disolvente del rgimen. Para remediar lainsuficiencia del homenaje simple, se extendi la costumbre de hablardehomenajes ligios, es decir, absolutos f l hombre ligio era prim itivamente el siervo). Segunda oleada de l vasallaje destinado a renovar la

    primitiva relacin humana (pg. 230). Pero como que las mismas causasproducen los mismos efectos, la calidad de ligiose hizo hereditaria y lo que es peor, objeto de comercio. Vulgarizado, el nombre se vacide todo contenido especfico31

    Cuando un trabajo de fijac in tardamente, en el siglo X Ifu e emprendido por turistas profesionales, se ve el contrato "prudentementedetallado" reemplazar la sumisin del hombre en la integridad de su

    persona; y el esfuerzo tendr tendencia a aligerar las obligaciones delvasallo y las del seor.3S

    J Pp. 210-211. Sobre el problema del heredero menor, sobre el estab lecimiento dela primogeniiura, vanse las pginas sustanciales, 215-220.

    Pp. 213-217. La herencia de a mujer inaugura la poltica matrimonial. Tenure, en e! Derecho feudal francs, tierra concedida a cambio de servicios y

    de la que el concedente retiene la propiedad para no otorgar sino el goce, revocable porcausas determinadas. fN. de! R.)

    " Pp. 222, 223, 224.

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    hacia la heredabilidad. El vinculo de la sangre triunf sobre el Derecho, y el privilegio se desliz de arriba a abajo. La relacin con el suelo, f i j a tierra en la familia, sin q ue el seor se resistiera mucho. Ylas funcione s u honores tendieron, por una evolucin parecida a lade los "benefic ios, a convertirse tambin en hereditarios. En Francia

    y en Inglaterra, de los servicios prestados por el padre, la opinin pblica y la costumbre sacaron un Derecho para su descendencia:33 Eneste punto aun, el autor matiza, segn los paites, la accin de "fuerzas ms profu ndas que los intereses polticos". Con la evolucin delderecho de sucesin, sigue la transformacin del antiguo beneficioen 'patrimonio.34

    Habiendo sido la heredabilidad un favor antes de ser un derecho,el nuevo vasallo deba al seor un regalo: ste era elrescate. La impor

    tancia de! rescate vari, segn las regiones; pero de una manera general, estos "derechos casuales " modificaron el espritu del prob lema sucesorio. Para el seor, hicieron del feudo , "en otro tiem po salario dela fidel idad armada, una tenureJ ante todo rentable" y para el va

    sallo, que cada vez ms lo tu vo por su cosa, un recurso utilizable,mediante compra de la autorizacin del seor. "En efecto, desde el si

    glo X I I por lo menos, los feudos se vendan o se cedan casi libremen te. La fidelidad entr en el comercio36

    Por otra parte, nada tan curioso como comprobar que los lazos

    nacidos de la institucin feudal obraron de maneras diversas contrala propia institucin. En principio, no se tena que ser ms que el hombre de un slo seor; pero se tuvo inters en ser hombre de varios. La abundancia de homenajes de uno slo a varios cre situacionesmuy embarazosas y fue un disolvente del rgimen. Para remediar lainsuficiencia del hom enaje simple, se extendi la costumbre de hablardehomenajes ligios, es decir, absolutos (el hom bre ligio era primitivamente el siervo). Segunda oleada de l vasallaje destinado a renovar la

    prim itiva relacin humana (pg. 230). Pero como que las mismas causasproducen los mismos efectos, la calidad de ligio se hizo hereditaria y lo que es peor; objeto de comercio" Vulgarizado, el nombre se vacide todo contenido especfico.37

    Cuando un trabajo de fijac in tardamente, en el siglo X I fu e emprendido por turistas profesionales, se ve el contrato "prudentementedetallado" reemplazar la sumisin del hombre en a integridad de su

    persona; y el esfuerzo tendr tendencia a aligerar las obligaciones delvasallo y las deI seor.38

    JJ Pp. 2(0 211. Sobre el problema del heredero menor, sobre el establecimiento dela primogenitura, vanse las pginas sustanciales, 215-220,

    ' Pp. 213-217, La herencia de la m uje r inaugura la poltica matrimoniar*.Tenure, en el Derecho feudal francs, tierra concedida a cambio de servicios y

    de la que el concedenle retiene la prop iedad para no otorgar sino el goce, revocable porcausas determinadas. (N. del R.)

    Pp. 222, 223, 224.P[>- 230-232. Vanse algunas excepciones en el mismo lugar.En estas obligaciones ayuda de guerra, presencia en la "corte, venganza, ayu

    da pecuniaria o talla, la talla de la hueste" reemplazando a veces el servicio de guerra,el elemento dinero tueca un papel creciente. Sobre este punto, como sobre otros mu-

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    Es necesario reconocer, sin embargo, que alguna cosa subsisti apesar de todo, de esta especie de parentesco suplementario que crea relacin feudal, de esta reciprocidad, en deberes, por otra parte desiguales, que es la caracterstica y la originalidad del sistema.39 Haba bajo la convencinMarc Bloch lo demuestra con evidencia una

    realidad, la unin de los corazones. Tan poderoso era el ntim o vnculo, que "cuando la poesa provenzal invent el am or cortesano, concibi la fe del perfecto amante segn el modelo de la devocin del vasallo y el ademn de vasallaje de las manos juntas se convierte, en toda la catolicidad, en el ademn de la plegaria por excelencia fpg.246).

    "En esencia ligado a la tradicin", el hombre de las edades feudales estaba dispuesto a venerar las reglas que l cre; pero "de costumbres violentas y carcter inestable lo estaba menos a plegarse a ellas

    con constancia (pg. 248). Y, en la medida en que la dependencia delhombre frente al hombre se vio reemplazada por la dependencia de una tierra frente a otra, a pesar del juramento, el inters o la pasin

    se hicieron cada vez ms fuertes. Y fu e en los lugares donde el contactohumano persista, en los medios ms humildes, entre los modestos valvasores", donde la fe se mantuvo viva durante largo tiempo (pg. 251).

    *

    En qu fo rm a el seoro rural, muy anterior al feudalismo y quetena que sobrevivirle, su fri el contragolpe de la institucin pasajera

    y cul fu e la suerte de las clases inferiores, es lo que muestra la ltimaparte de! libro.

    El seor, desde a primera edad feudal, acrecienta su poder sobreel hombre y sobre su tenure". Las cargas que soportaba el cultivador

    se hicieron ms pesadas desde el siglo VIII al X II en lo que concierne,no a las obligaciones de trabajo, sino a las de dinerodiezmo, talla,derechos de las "banalits.40 Como la historia de l feudo, la histo

    ria de la tenure rural fue, a fi n de cuentas, la del paso de una estructura social fundada en el servicio de un sistema de rentas territoriales" (pg. 265).

    Adems, se establecieron distinciones: en el caos de las relacionesde hombre a hombre se va precisando la oposicin entre el Ubre o franco " y el siervo. Tener un seor no pareca contrario a Ja libertad":la servidumbre em pezaba a ll donde la dependencia era hereditaria y,

    por tanto, no permita ni una vez en la vida la facul tad de elec-cia del esclavo antiguo, el siervo poda form arse un patrimonio. No

    estaba sujeto al suelo, sino a su seor: en el principio, siempre la relacin humana.41 Si la masa se desliz lentamente hacia la servidumbre,

    chos, Marc Bloch establece distinciones regionales. Vanse pp. 236, 237, 240, 241, 242,243, 249. 250, 253, 255, 257, 260, 262, 263. 264. 277. 278. 280. 281, 284, 286, 287.

    3' Sobre el esquema de un lito de ruptura, vanse pp. 241, 243.Barialil, en e! Derecho feudal francs, uso comn y obligatorio de un objeto per

    teneciente al seor. (N. del R.)41 l*p. 271, 272, 273, 274, 275.

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    subsistieron cultivadores libres, los villanos", los "pecheros". MarcBloch subraya la persistente mezcolanza de las condiciones, asi comola diversidad regional;42 insiste en el peligro de los sistemas, y en elerror de los historiadores que olvidan que "una clasificacin social,

    en ltimo trmino, existe slo por las ideas que los hombres se hacende ella, y de la que no toda contradiccin est forzosam ente excluida"(pg. 279).

    A partir del siglo XII, hubo tendencia a fija r las costumbres propias de tal o cual regin y a redactar pequeas constituciones locales."Un gusto nuevo de claridad jurd ica aseguraba la victoria de lo escrito (pg. 286). Se vieron nacer y multiplicarse las cartas de costumbres o de "franquicias". Los rsticos eran "menos pobres, p or tanto menos impotentes y menos resignados

    Hacia el fina l de la segunda edad feudal, las relaciones entre seores y sbditos se estabilizan. Pero, al mism o tiempo, el sbd ito tendaa transformarse en "contribuyente. La servidumbre, all donde sub

    sista, estaba vinculada a la tierra, a la "tenure servil, no al hombre.E l seoro tom caracteres ms territoriales, ms puramente econmicos.

    Por todas partes, el movim iento feudal estrech, en principio, lasrelaciones humanas. Por todas partes; la economa, poco a poco, deshizo y transform estas relaciones. El gran mrito del autor es haberexpuesto, de manera luminosa, esta doble evolucin inversa.

    *

    Marc Bloch es el historiador modelo que estudia el pasado, a lavez bajo todos sus aspectos y por todos los medios que pueden servira la Historia. Su extensa documentacin sorprende. No se contentacon las fuen tes propiamente dichas, de las que hace un prudente em

    pleo como se ve cuando "entreabre, un instante, la puerta del laboratorio,43 ni con las obras llamadas de segunda mano, que ha aprovechado ampliamente. Recurre a la lingstica; la etimologa de las

    palabras, sus cambios de fo rm a y de sentido, la toponim ia y la onomstica te proporcionan preciosos datos. "Nada ms revelador, nosdice, que las vicisitudes de la term inologa.44 Utiliza los cantares de

    gesta: "Literatura, exclamarn quiz los historiadores que no tienenodos ms que para la seca voz de los documentos (pg. 244): no acepta estos datos sin retoque, pero no tiene esta fuente por desdeable.

    Arqueologa, geografa social, costumbres agrarias: no hay nada delo que no saque provecho.

    No tiene razn cuando declara que "en una historia ms dignade este nombre que los tmidos ensayos a los que nos reducen ahora nuestros medios, sin duda concedera un lugar a las aventuras del cuer

    42 Pp. 277-278, 280-281 (el caso alemn), 284-287 (el caso ingls).43 P. Si: cf, p. 52.

    44 Pp. 197-198; cf. pp. 66-67 y sigs.; 272, 273, 282, 283, 284.

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    p o ? "Es una gran ingenuidad, aade, pretender comprender a los hombres sin saber cmo se comportaban (pg. 94). Tiene razn cien veces;

    pero, quiz dentro del ideal que se form a de la ciencia histrica, desdea exageradamente los "ensayos como el suyo.

    Insistir, para terminar, sobre ciertos caracteres de este libro, queya seal anteriormente y por los cuales entra, por doble ttulo, en el

    marco de La Evolucin de la Humanidad.Marc Bloch no se limita a tratar p lenamente el tema previsto por

    el plan general; apasionado p or su obra de historiador, investiga lascausas: en la pgina 58 se pu ede ver un titulo significativo. Desde los

    fe nm enos particulares y localizadosporque la verdadera historiano se limita a lo particularse eleva, hasta el mximo, a la explicacin general que es siempre, en definitiva, de orden psicolgico.

    Y po r otra parte, po r rico y pro fundo que sea su estudio, no slono disimula las lagunas, sino que se esfuerza en sealarlas:4S Da a loshistoriadores ideas para ir ms lejos, en lo que tambin responde alos fin es que se propone ha Evolucin de la Hum anidad. A l comienzode nuestra empresa, dijimos que tena que ser, a la vez, un punto dellegada y, al mism o tiempo, de partida, que resumiendo el trabajo hecho, mostrase lo que faltaba p or hacer. No sabram os terminar mejoreste prlogo que asocindonos a un "pensamiento muy caro a MarcBloch: "la voluntad de no dejar que el lector olvide que la Historiatiene an el acento de una excavacin inacabada (pg. 76).

    H E N R I BERR

    41 Vanse pp. 24, 69, 70, 71, 74, 75, 94, 95, 191, 201.

    \9

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    INTRODUCCION

    ORIENTACION GENERAL DE LA INVESTIGACION

    Un libro titulado La sociedad feudal, slo desde hace apenas dossiglos poda dar por adelantado la idea de su contenido. No es que

    por s solo el adjetivo no sea muy antiguo. Bajo su form a latina fe odalis remonta a la Edad Media. Ms reciente, el sustantivofe u

    dalismo no alcanza ms all del siglo xvii; pero una y otra palabraconservaron mucho tiempo un valor estrictamente jurdico. Siendo elfeudo, como se ver, un modo de posesin de bienes reales, se entenda por feudal lo que concierne al feudo as lo defina la

    Academia, y por feudalismo, unas veces la calidad de feudo, y otras,las cargas propias de esta posesin. En 1630, el lexicgrafo Richeietlos califica de vocablos de Palacio, no de historia. Cundo se pens en ampliar su sentido hasta llegar a emplearlos para designar unestado de civilizacin? Gobierno feudal y feudalismo figuran con

    esta acepcin en las Lettres Hisioriques sur les Parlemens, aparecidasen 1727, cinco aos despus de la muerte de su autor, el conde de Bou-ainvilliers/

    Este ejemplo es el ms antiguo que una bsqueda bastante intensame ha permitido descubrir; quizs otro investigador sea algn da msafortunado. Sin embargo, de este curioso Boulainvilliers, a la vez amigo de Feneln y traductor de Spinoza, virulento apologista de la nobleza, que imaginaba surgida de los jefes germanos, y que con menosverbo y ms ciencia sera una especie de Gobineau, nos dejamos ten

    tar con gusto por la idea de hacer, hasta que poseamos ms ampliainform acin, el inventor de una nueva clasificacin histrica. Pues deesto es de lo que se trata precisamente, y nuestros estudios han cono-

    1 Histoire de 'ancien gouvernement de la France avec X IV Lettres Historiques surles Parlemens ou Etats-Gnraux, La Haya, 1727. La cuarta carta tiene por ttuo Dtail du gouvernemeni fodal et de rtablissement des Fiefs (t. I, p. 286) y en eila selee (p. 300) esta frase: Me he extendido en et extracto de esta ordenanza, creyndola

    pro pia para dar una idea exacta del antiguo feudalismo.

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    cido pocas etapas tan decisivas como este momento en que Imperios, dinastas, grandes etapas colocadas bajo ia invocacin de un hroeepnimo, en una palabra, todas esas viejas divisiones nacidas de unatradicin monrquica y oratoria, empezaron a ceder su puesto a otrotipo de divisiones, fundadas en la observacin de los fenmenos so

    ciales.Hstaba, no obstante, reservado a un escritor ms ilustre el popularizar la nocin y su etiqueta. Montesquieu haba leido a Boulainvi-liiers; el vocabulario de los juristas, de otra parte, no contena nadaque pudiera asustarle, y despus de pasar por sus manos, la lengualiteraria qued enriquecida con los despojos de la curia. Aunque parece evitarfeudalismo,sin duda demasiado abstracto para e! gnsto, fueel, indiscutiblemente, quien impuso al pblico culto de su siglo, la conviccin de que las leyes feudales caracterizan un momento de la his

    toria. Desde Francia, las voces y la idea pasaron a las otras lenguaseuropeas, una.s veces por simple calco y otras, como en alemn, traducidas (Lehnswesen). Por ltimo, la Revolucin, levantndose contra loque an subsista de las instituciones poco antes bautizadas por Bou-lainvilliers, acab de popularizar el nombre que, con sentimientos muyopuestos, ste les diera. La Asamblea Nacional, dice el famoso decreto de !1 de agosto de 1789, destruye por completo el rgimen feudal! Cmo dudar, desde ese momento, de la realidad de un sistemasocial cuya ruina cost tantos sacrificios?2

    Hay que confesar que esta expresin, destinada a tener un xitotan grande, estaba muy mal escogida. Sin duda, las razones que, enel origen, aconsejaron su adopcin parecen bastante claras. Contemporneos de la monarqua absoluta, Baulainvilliers y Montesquieu, tenan la fragmentacin de la soberana entre una multitud de prncipeso incluso de seores de aldea, como la ms patente singularidad dela Edad Media, Al pronunciar la palabra feudalismo, crean expresareste carcter; pues cuando hablaban de feudos, pensaban tanto en principados territoriales como en seoros. Pero, de hecho, ni todos losseoros eran feudos, ni todos los feudos principados o seoros. Hayque dudar, sobre todo, que un tipo de organizacin social muy complejo pueda ser justamente definido, sea por su aspecto exclusivamente politico, sea, si se toma feudo en todo el rigor de su acepcin ju rd ica, por una forma de derecho real, entre muchas otras. Pero, laspalabras son como monedas muy usadas: a fuerza de circular de manoen mano, pierden su relieve etimolgico. En el uso corriente actual,

    feudalismoysociedad feudalrecubren un conjunto intrincado de im

    genes en las que ei feudo, propiamente dicho, ha dejado de figuraren primer piano. A condicin de tratar estas expresiones slo comola etiqueta, ya consagrada, de un contenido que queda por definir, elhistoriador puede adoptarlas sin ms remordimientos que los que siente

    2 Entre los franceses condecorados con a Legin de Honor, cuntos saben que unode los deberes impuestos a su orden por la reglamentacin fundacional de 19 de mayode 1802 era combatir toda empresa que se propusiera restablecer el rgimen feudal?

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    el fsico, cuando con menosprecio de la lengua griega, contina denominando tomo a una realidad que subdivide una y otra vez.

    F.s una grave cuestiu el saber si otras sociedades, en otros tiempos o bajo otros cielos, han presentado una estructura parecida, ensus rasgos fundamentales, a la de nuestro feudalismo occidental, paramerecer, a su vez ser llamadasfeudales. Volveremos a encontrarnoscon este interrogante al final de este libro, que no le est propiamenteconsagrado. El feudalismo que intentaremos analizar fue el primeroen recibir este nombre. Como marco cronolgico, la investigacin, aparte algunos problemas de origen o de supervivencia, se limitar a este

    perodo de nuestra historia, que se extendi, de manera aproximada,desde mediados de! siglo IX a las primeras dcadas del Xill. Tendrcomo marco la Europa occidental y la Europa central.

    Esto supuesto, si bien las fechas encontrarn su justificacin enel propio estudio, los lmites en el espado , contrariam ente, parecen exigir un breve comentario.

    *

    La civilizacin antigua estaba centrada alrededor del Mediterrneo. De la Tierra, escriba P la t n / no habitam os ms que la parteque se extiende desde el Faso hasta las Columnas de Hrcules, esparcidos alrededor del mar como hormigas o ranas alrededor de un es

    tanque! A pesar de las conquistas, esas mismas aguas continuabansiendo, despus de tantos siglos transcurridos, el eje de la Romana.Un senador aquitano poda hacer su carrera oficial a orillas de! Bosforo y poseer vastos dominios en Macedonia. Las grandes oscilaciones de los precios afectaban la econom a desde el Eufrates a la Galia.La existencia de la Roma imperial no poda concebirse sin los trigosde Africa, de la misma forma que no podia concebirse la teologacatlica sin el africano Agustn. Por el contrario, apenas franqueadoel Rin empezaba, extrao y hostil, el inmenso pas de los brbaros.

    Pues bien, en el umbral del perodo que llamamos Edad Media,dos profundos movimientos en las masas humanas vinieron a destruireste equilibrio del que aqu 110 podemos investigar en qu medidaestaba ya minado por su parte interna, para sustituirlo por una constelacin de dibujo bien diferente. En primer lugar, las invasiones delos germanos; despus, las conquistas musulmanas. En la mayor parte de las comarcas comprendidas poco antes en la fraccin occidentaldel Imperio, una misma dominacin a veces, y, en todo caso, una co

    munidad de hbitos mentales y sociales, unen en lo sucesivo las tierras de ocupacin germnica. Poco a poco se les sumarn, ms o menosasimilados, los pequeos grupos celtas de las islas. Contrariamente,el norte de Africa se prepara para otros destinos. La resaca ofensivade los bereberes prepar la ruptura que el Islam consuma. Adems,en los territorios de Levante, las victorias rabes acantonaron en losBalcanes y Anatolia e! antiguo Imperio de Oriente y lo convirtieron

    3 Fdon, 109 b.

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    en el Imperio griego. Unas comunicaciones difciles, una estructurasocial y poltica muy particular, una mentalidad religiosa y un armazn eclesistico muy diferentes de las de la latinidad lo aislaron en elfuturo, cada vez ms, de las cristianos occidentales. Por ltimo, haciael este del continente, aunque el Occidente influye ampliamente sobre

    los pueblos eslavos y propaga, en algunos, con su forma religiosa propia que es el catolicismo, sus modos de pensar e incluso algunas desus instituciones, las colectividades pertenecientes a esta rama lingstica no dejan de tener, en su mayor parte, una evolucin propia original.

    Limitado por estos tres bloques mahometano, bizantino yeslavo, ocupado sin cesar, desde el siglo X, en llevar adelante susmovedizas fronteras, el haz de pueblos romanogermnicos estaba le

    jos de presentar en s mismo una perfecta homogeneidad. Sobre loselementos que lo componan, pesaban los contrastes de un pasado, de

    masiado vivos para no prolongar sus efectos hasta ei presente. Inclusodonde el punto de partida fue semejante, ciertas evoluciones, a continuacin, se bifurcaron. No obstante, por acentuadas que fuesen estasdiversidades, cmo no reconocer por encima de ellas una tonalidadde civilizacin comn: la de Occidente? No es, simplemente, con elfin de ahorrar al lector el fastidio de adjetivos pesados que en las pginas que siguen, alli donde hubiramos podido decir Europa occidental y central, diremos slo Europa. Qu importan, en efecto,la acepcin del trmino y sus lmites, en la vieja y artificial geografa

    de las cinco partes del mundo? Lo que cuenta es su valor humano,y esta civilizacin germin y se desarroll, para extenderse por todoel globo, entre los hombres que vivan entre el Tirreno, el Adritico,el Elba y el Ocano. De manera ms o menos oscura, as lo senta yaaquel cronista espaol que, en el siglo VIH, se complaca en calificarde europeos a los francos de Carlos Martel, victoriosos del Islam, o,casi doscientos aos ms tarde, el monje sajn Widukind, solcito enalabar, en Otn el Grande, que haba rechazado a los hngaros, a! li

    bertador de Europa * En este sentido, que es el ms rico de conteui-do histrico, Europa fue una creacin de la alta Edad Media y ya exista cuando empezaron los tiempos propiamente feudales.

    *

    Aplicado a una fase de la historia europea, en los limites as fijados, no importa que el nombre de feudalismo haya sido objeto de interpretaciones a veces casi contradictorias; su misma existencia atestigua la originalidad reconocida de manera instintiva a! perodo que

    califica. Hasta tal punto que un libro sobre la sociedad feudal puededefinirse como un esfuerzo para responder a una pregunta planteadapor su propio ttulo. Por qu singularidades este fragmento del pasado ha merecido ser puesto aparte de los dems? En otras palabras,lo que se intenta aqu es el anlisis y la explicacin de una estructurasocial y de sus relaciones. Un mtodo parecido, si la experiencia se

    4 Auciores Aniiquissmi (Mon. Oerm./, t, XI, p. 362; W i d u k i n d , I, 19.

    T\

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    muestra fecunda, podr emplearse en otros campos de estudio, limitados por fronteras distintas y espero que lo que la empresa tiene de nuevo, har perdonar los errores de ejecucin.

    La misma amplitud del proyecto, as concebido, hace necesario di

    vidir las presentacin de los resultados. Un primer volumen describirlas condiciones generales del medio social, y, seguidamente, la constitucin de estas relaciones de dependencia de hombre a hombre, quehan sido las que han dado a la estructura feudal su matiz caracterstico. El segundo, estar dedicado al desarrollo de las clases y a la organizacin de los gobiernos. Siempre es difcil cortar en lo vivo. Al menos, como ese momento que ve, a la vez, precisar sus contornos a lasclases antiguas, afirmar su originalidad a la nueva clase burguesa ysalir a los poderes pblicos de un largo marasmo, es el mismo en que

    empezaron a borrarse, en la civilizacin occidental, los rasgos ms especficamente feudales, de los dos estudios ofrecidos sucesivamenteai lector sin que entre ellos una separacin estrictamente cronolgica haya parecido posible, el primero ser sobre todo el de la formacin, y el segundo, el del desarrollo final y las supervivencias.

    Pero el historiador no tiene nada de hombre libre. Sabe del pasado, slo lo que el mismo pasado quiere confiarle. Adems, cuando lamateria que se esfuerza en abarcar es demasiado vasta para permitirleel examen crtico personal de todo s los testimonios, se siente limitadosin cesar por el estado de las investigaciones. Ciertamente no se encontrar aqu ninguna de esas guerras imaginarias de las que la erudicin dio a menudo el espectculo. Porque, cmo sufrir que la historia pueda borrarse ante los historiadores? Contrariamente, yo heprocurado no disimular jams, cualquiera que fuese su origen, las lagunas o las incertidumbres de nuestros conocimientos. Por este camino, he credo no correr el peligro de disgustar al lector. Seria, inversamente, pintando bajo un aspecto falsamente anquilosado una ciencia

    llena de movimiento, como se correra el peligro de extender sobre ellael enojo y la frialdad. Uno de los hombres que ms adelante ha llegado en el conocimiento de las sociedades medievales, el gran jurista ingls Maitland, decia que un libro de Historia debe despertar el apetito. Entindase: hambre de aprender y sobre todo de buscar. Este librono tiene ms caro deseo que el de despertar el apetito en algunos tra

    bajadores/

    1 Toda obra de Historia, por p oco que se dirija a un pblico relativamente extendido. plantea a su autor un problema prctico difcil Je resolver: el de las referencias. Sera de justicia que en la parte interior de las pginas figuraran las citas de los sabiostrabajos sin los cuales este libro no existira. Corriendo el peligro de ser reprochadode ingrato, he credo poder dejar a la bibliografa que va al final del volumen, el cuidado de guiar al lector por los caminos de ta literatura erudita. Por el contrario, me heobligado a no citar nunca un documento sin dar !a posibilidad a todo trabajador unpoco experimen tado de encontrar el pasa je exam inado y verificar su interpretacin. Sifalta la cita, es que en los datos proporcionados por el propio escrito y, en la publicacin de donde el testimonio est sacado, a presencia de ndices bien concebidos bastanpara hacer c moda la bsqueda. En el caso contrario, una no ta sirve de flecha indicadora. Despus de todo, en un tribunal, el estado civil de los testigos importa muchoms que el de los abogados.

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    TOMO PRIMERO

    LA FORMACION

    DE LOS

    VINCULOS DE DEPENDENCIA

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    PARTE PRIMERA

    EL MEDIO

    LIBRO PRIMERO

    LAS ULTIMAS INVASIONES

    CAPITULO I

    MUSULMANES Y HUNGAROS

    I . E u r o p a i n v a d i d a y s i t i a d a

    Ved cmo estalla ante vosotros la clera del Seor... Todo son ciudades despobladas, monasterios destruidos o incendiados, campos desolados... Por todas partes, el poderoso oprime al dbil y los hombresson iguales que los peces del mar que confusamente se devoran entres". Asi hablaban, en el 909, los obispos de la provincia de Reims, reuni

    dos en Trosly. La literatura de los siglos IX y X, los documentos, lasdeliberaciones de los concilios estn Ueuos de estas lamentaciones. Dejemos toda la parte que se quiera al nfasis y al natura! pesimismode los oradores sagrados. En este tema conjugado sin cesar y que, porotra parte, confirman tantos hechos, es forzoso reconocer algo msque un simple lugar comu. Es cierto que en ese tiempo, las personasque sabian ver y comparar, en particular los eclesisticos, tuvieron elsentimiento de vivir en una odiosa atmsfera de desrdenes y violencias. Ll feudalismo medieval naci en una poca en extremo tu rbulen

    ta. Hasta cierto punto, naci de esas mismas turbulencias. Pero, entrelas causas que contribuyeron a crear un ambiente tan tormentoso, lashaba extraas a !a evolucin interua de las sociedades pollicas euro

    peas. Form ada algunos siglos antes, en el ardiente crisol de las invasiones germnicas, la nueva civilizacin occidental, a su vez, representaba la ciudadela sitiada, o si se quiere medio invadida por tres ladosal mismo tiempo: al Medioda, por los fieles de Islam, rabes o arabi-zados; al Este, por los hngaros; y al Norte, por los escandinavos.

    II. LOS MUSULMANES

    De los enemigos que acaban de ser enumerados, sin duda el Islamera el menos peligroso. No es que a propsito de l se pueda pronnn-ciar a la ligera la palabra decadencia. Durante mucho tiempo, ni laGalia ni Italia pudieron ofrecer nada entre sus propias ciudades quese aproximase al esplendor de Bagdad o de Crdoba. Sobre el Occi

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    dente, el mundo musulmn, con el mundo bizantino, ejerci hasta elsiglo xn una verdadera hegemona econmica: las nicas piezas de oroque circulaban an por nuestros pases salan de los talleres griegoso rabes, o bien como tambin ms de una m oneda de plata imitaban sus acuaciones. Y si los siglos vni y IX vieron romperse parasiempre la unidad del gran Califato, los diversos Estados que se levantaron sobre sus ruinas continuaban siendo potencias temibles. Pero,en adelante, se trata menos de invasiones propiamente dichas que deguerras de fronteras. Dejemos el Oriente, donde los reyes de las dinastas amoriana y macedonia (828-1056), de manera penosa y con granarrojo, procedieron a la reconquista dei Asia Menor. Las sociedadesoccidentales slo chocaron con los Estados islmicos en dos frentes.

    En primer tugar, la Italia meridional. Era como el terreno de caza

    de los soberanos que reinaban en la antigua provincia romana de A frica: los emires aglabitas de Kairun y, despus, a partir de principiosdel siglo X , los califas fatimitas. Sicilia fue poco a poco arrebatadapor los aglabitas a los griegos, que la tenan desde la poca de Justi-niano, y cuya ltima plaza fuerte, Taormina, cay en el 902. Al mismotiempo, los rabes pusieron pie en la pennsula; a travs de las provincias bizantinas del Medioda, amenazaban las ciudades semiindepen-dientes del litoral tirreno y los pequeos principados lombardos de laCampania y de! Benevento, ms o menos sometidos al protectorado

    de Constantinopla. An a principios del siglo XI, llevaron sus incursiones hasta las montaas de la Sabina. Una banda , que tena su guarida en las alturas selvticas del Monte Argento, muy cerca de Gaeta,no pudo ser destruida hasta el 915, despus de una veintena de aosde saqueos y destrucciones. En el 982, el joven emperador de Rom anos, Otn U, que aunque era de nacin sajona, no por ello se consideraba menos heredero de los Csares, parti a la conquista del Sur. Cometi la sorprendente locura, tantas veces repetida en a Edad Media,de escoger el verano, para conducir hasta estas tierras calurosas a unejrcito habituado a climas muy diferentes, y habiendo chocado, el 25de julio, en la costa oriental de Calabria, con las tropas mahometanas, stas le infligieron una humillante derrota. El peligro musulmncontinu pesando sobre estas comarcas, hasta el momento en que, enel curso del siglo XI, un puado de aventureros llegados de la Nor-manda francesa, arrollaron indistintamente a bizantinos y rabes.Uniendo Sicilia con la parte meridional de la pennsula, el Estado vigoroso que finalmente crearon deba, a la vez, cerrar para siempre el

    camino a los invasores y representar, entre las civilizaciones latina ymusulmana, e! papel de un brillante punto de mutuas influencias.Como se ve, en e! suelo italiano la lucha contra tos musulmanes, queempez en el siglo ix, se prolong durante mucho tiempo. Pero conoscilaciones de muy dbil amplitud en las ganancias territoriales deuna y otra parte. Y sobre todo en el mbito de la catolicidad, ello noafectaba ms que a una tierra extrema.

    La otra lnea de choque estaba en Espaa. En ella, no se tratabapara el Islam de simples expediciones o anexiones efmeras; all vivan

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    poblaciones de fe mahometana en gran nmero y los Estados fundados por los rabes tenan sus centros dentro del misino pas. A princi

    pios del siglo X, las bandas sarracenas no haban olvidado todava porcompleto el camino de los Pirineos. Pero estas incursiones lejanas sehacan cada vez ms raras. Salida del extremo norte, la Reconquista

    cristiana, a pesar de tos reveses y humillaciones, progres lentamente.En Galicia y en as mesetas del Noroeste, que los emires o califas deCrdoba, establecidos demasiado lejos, en el Sur, no poseyeron nuncade manera segura, los pequeos reinos cristianos, a veces fraccionados, otras unidos bajo un slo prncipe, llegaban desde la mitad delsiglo xi. hasta la regin del Duero; llegaron al Tajo en 1085. Por elcontrario, en una regin prxima, no obstante, en el valle del Ebro,al pie de los Pirineos, continu bastante tiempo el dominio musulmn;Zaragoza no cay hasta 1118. Los combates, que por otra parte no ex

    cluan relaciones ms pacficas, no conocieron en su conjunto ms quecortas treguas, y dieron su carcter original a las sociedades hispnicas. En cuanto a la Europa de ms all de los pasos fronterizos, nola afectaban ms que en la medida en que sobre todo a partir dela segunda mitad del siglo xi dieron a su caballera' la ocasin debrillantes, provechosas y piadosas aventuras, al mismo tiempo que asus campesinos la posibilidad de establecerse en las tierras vacas dehombres, a las que les atraan los reyes o los seores espaoles. Pero,al lado de las guerras propiamente dichas, conviene situar las pirate

    ras y bandidajes. Con ellas, sobre todo, los sarracenos contribuyeronal desorden general del Occidente.

    Desde muy antiguo, los rabes fueron marinos. Desde sus guaridas de Africa, Espaa y, sobre todo, Baleares, sus corsarios asolabanel Mediterrneo occidental. Sin embargo, sobre estas aguas, que en raras ocasiones surcaban los navios, el oficio de pirata propiamente dicho era de muy poco provecho. En el dominio del mar, los sarracenos,como, al mismo tiempo, los escandinavos, vieron sobre todo el medio

    de alcanzar las costas y practicas expediciones fructferas. Desde el ao842, remontaban el Rdano hasta los alrededores de Arls, saqueando las dos orillas a su paso.'La Camargue les sirvi entonces de baseordinaria; pero, pronto el azar deba proporcionarles, con un establecimiento ms seguro, la posibilidad de extender mucho sus correras.

    En una fecha difcil de precisar, quizs hacia el ao 890, una pequea nave sarracena procedente de Espaa fue arrojada por el viento a ia costa provenzal, en los alrededores de la acta! poblacin deSaint-Tropez. Sus ocupantes se ocultaron durante el da, y llegada la

    noche pasaron a cuchillo a los habitantes de un pueblo vecino. Montaoso v selvtico se le llamaba entonces el pas de los fresnos o Frei-nel, este rincn era favorable para la defensa. Hacia el mismo tiem-

    ' Es el nombre del que la poblac in actua l de La Garde-Freine t conserva el recuerdo. Puto, situada a orillas del mar, la ciudadea musulmana no se encontraba en LaCarde, que est en el interior.

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    poblaciones de fe mahometana en gran nmero y los Estados fundados por los rabes tenan sus centros dentro del mismo pas. A princi

    pios del siglo X, las bandas sarracenas no haban olvidado todava porcompleto el camino de los Pirineos. Pero estas incursiones lejanas sehacan cada vez ms raras. Salida del extremo norte, la Reconquista

    cristiana, a pesar de tos reveses y humillaciones, progres lentamente.En Galicia y en las mesetas del Noroeste, que los emires o califas deCrdoba, establecidos dem asiado lejos, en el Sur, no poseyeron nuncade manera segura, los pequeos reinos cristianos, a veces fraccionados, otras unidos bajo un slo prncipe, llegaban desde la mitad delsiglo X, hasta la regin del Duero; llegaron al Tajo en 1085. Por elcontrario, en una regin prxima, no obstante, en el valle del Ebro,al pe de los Pirineos, continu bastante tiempo el dominio musulmn;Zaragoza no cay hasta 1118. Los combates, que por otra parte no ex

    cluan relaciones ms pacficas, no conocieron en su conjunto ms quecortas treguas, y dieron su carcter original a las sociedades hispnicas. En cuanto a la Europa de m s all de los pasos fronterizos, nola afectaban ms que en la medida en que sobre todo a partir dela segunda mitad del siglo xr dieron a su caballera* la ocasin debrillantes, provechosas y piadosas aventuras, al mismo tiempo qne asus campesinos la posibilidad de establecerse en las tierras vacias dehombres, a las que les atraan los reyes o los seores espaoles. Pero,al lado de las guerras propiamente dichas, conviene situar las pirateras y bandidajes. Con ellas, sobre todo, los sarraceuos contribuyeronal desorden general del Occidente.

    Desde muy antiguo, los rabes fueron marinos. Desde sus guaridas de Africa, Espaa y, sobre todo, Baleares, sus corsarios asolabanel Mediterrneo occidental. Siu embargo, sobre estas aguas, que en raras ocasiones surcaban los navios, el oficio de pirata propiamente dicho era de muy poco provecho. En el dom inio del mar, los sarracenos,como, al mismo tiempo, los escandinavos, vieron sobre todo el medio

    de alcanzar las costas y practicas expediciones fructferas. Desde el ao842, remontaban el Rdano hasta los alrededores de Arles, saqueando las dos orillas a su paso.'La Camargue les sirvi entonces de baseordinaria; pero, pronto el azar deba proporciouarles. con un establecimiento ms seguro, la posibilidad de extender mucho sns correras.

    En una fecha dificil de precisar, quizs hacia el ao 890, una pequea nave sarracena procedente de Espaa fue arrojada por el viento a la costa provenzal, en los alrededores de la actual poblacin deSaint-Tropez. Sus ocupantes se ocultaron durante el da, y llegada la

    noche pasaron a cuchillo a los habitantes de un pueblo vecino. Montaoso v selvtico se le llamaba entonces el pas de los fresnos o Freinet, este rincn era favorable para la defensa. Hacia el mismo tiem-

    1 Es el nombre de que la poblacin actual de La Garde-Freinet conserva el recuerdo. Pero, situada a orillas del mar, la ciudadela musulmana no se encontraba en LaGarde, que est en el interior.

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    po que sus compatr io tas del Monte Argento en la Campania, estasgentes se fortificaron sobre una altura, en medio de malezas de espinos, y llamaron en su auxilio a sus camaradas. As, se cre el ms peligroso de los nidos de piratas. A excepcin de Frejus, que fue saquea

    da, no parece que las ciudades, al abrigo dentro de sus murallas,tuvieran que sufrir de manera directa sus ataques. Pero en toda la vecindad del litoral, los campos fueron abominablemente devastados. Lossaqueadores del Freinet hicieron adems muchos cautivos, que vendan en los mercados espaoles.

    No tardaron mucho tiempo en llevar sus incursiones ms all dela cosa. Seguramente, escasos en nmero, parece que rehuan el arriesgarse en el valle del Rdano, relativamente poblado y guardado porciudades fortificadas y castillos. El macizo alpino, por el contrario,

    permita a pequeas bandas deslizarse muy adentro, de montaa enmontaa y de zarzal en zarzal, a condicin, bien entendido, de estaracostumbrados a la montaa. Pues bien, llegados de la Espaa de lassierras o del montaoso Mogreb, estos sarracenos, com o dice un monjede Saint-Gall, eran verdaderas cabras. Por otra parte, los Alpes, apesar de las apariencias, no ofrecan presas menospreciables; valles frtiles se anidaban en ellos, sobre los cuales era fcil caer de improviso,desde lo alto de los montes circundantes; por ejemplo, el Graisivau-dan. Aqu y all se levantaban m onasterios, presas de las ms atrayentes. Encima de Suse, el monasterio deNovalaise, de donde haban huidola mayor parte de los religiosos, fue saqueado e incendiado en el 906.Por los collados, circulaban pequeos grupos de pasajeros, comerciantes operegrinosque iban a orar sobre las tumbas de los apstoles. Qums tentador que asaltarlos a su paso? En 920 921, algunos peregrinos anglosajones fueron exterminados a pedradas en un desfiladero;en adelante, estos atentados tenan que repetirse. L.os djichsrabes noteman aventurarse asombrosamente hacia el Norte. En el 940, se les

    seala en las cercanas del alto valle del Rin y en el Valais, donde incendiaron el clebre monasterio de San Mauricio de Agaune. Haciala misma fecha, uno de sus destacamentos acribill de flechas a losmonjes de Saint-Gall, mientras hacan una procesin pacficamentealrededor de su iglesia. Este ataque fue repelido y dispersados los atacantes por ei pequeo grupo de auxilio que precipitadamente reuniel abad; algunos prisioneros llevados al monasterio, se dejaron heroicamente morir de hambre.

    Ejercer una vigilancia en los Alpes o en las campias provenzales

    sobrepasaba las fuerzas de los Estados de la poca. No haba otro remedio que destruir la guarida de la regin de Freinet; pero exista unnuevo obstculo. Era casi imposible cercar esta ciudadela sin cortarleei camino del mar, por donde le llegaban los refuerzos. Pues bien, nilos reyes del pas -al Oeste, los reyes de Provenza y de Borgoa, alEste, el de Italia, ni sus condes disponan de flotas. Los nicos marinos expertos, entre los cristianos, eran los griegos, que a veces se aprovechaban de ello para hacerse corsarios como los sarracenos. No saquearon Marsella en el 848? De hecho, en dos ocasiones, en el 931 y

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    en el 942, la flota bizantina apareci delante de la costa de! Freinet,llamada en el 942 y, probablemente tambin once aos antes, por elrey de Italia Hugo de Arls, que tena muchos intereses en Provenza.Las dos tentativas quedaron sin resultado. Es que en el mismo ao942, el propio Hugo, desertando de la lucha, no imagin el tomar alos sarracenos por aliados para cerrar con su ayuda los pasos de los

    Alpes a los refuerzos que esperaba uno de sus competidores a la corona lombarda? Despus, el rey de Francia Oriental ahora diramosAlemania, Otn el Grande, en 951, se hizo rey de los lombardos,trabajando as para edificar en la Europa central y en Italia un poderque imaginaba cristiano y creador de paz como el de los carolingios.

    Considerndose heredero de Carlomagno, del que tena que ceir,en 962, la corona imperial, crey que le corresponda hacer cesar elescndalo de los bandidajes sarracenos. Intentando primero la va diplomtica, procur obtener del califa de Crdoba la orden de evacuarel Freinet. Ms tarde, pens emprender una expedicin que no se realiz jams.

    Mientras tanto, en el 972, los salteadores hicieron una importantecaptura. En la via del Gran San Bernardo, en el valle del Dranse, elabad de Cluny, Maieul, que regresaba de Italia, cay en una emboscada y fue llevado a uno de esos refugios de la montaa usados por lossarracenos en la dificultad de alcanzar cada vez la base de operaciones. No fue devuelto ms que mediante el pago de un fuerte rescate

    entregado por sus monjes. Pero, Maieul, que reform tantos monasterios, era el amigo venerado, el director de conciencia, y si se osara decir, e! santo familiar de muchos reyes y barones.

    En especial, lo era del conde de Provenza, Guillermo. Este, alcanz en el camino de regreso a la banda que cometi el sacrilego ate ntado y le infligi una ruda derrota; despus, agrupando bajo su mandoa muchos seores del valle del Rdano, a ios que tenian que ser distribuidas a continuacin las tierras reconquistadas, prepar el ataque contra la fortaleza del Freinet. Esta vez, la eiudadela sucumbi.

    Este fue el fin de los bandidajes de gran alcance por parte de lossarracenos, pero el litoral de Provenza, como el de Italia, continuaronexpuestos a sus desembarcos. Todava en el siglo XI se ve a los monjesde Lrins preocuparse activamente de rescatar los cristianos que lospiratas rabes arrebataban y llevaban a Espaa. En 1178, un rpidodesembarco les vali gran nmero de prisioneros cerca de Marsella.Pero el cultivo en las tierras de la Provenza costera y subalpina pudoreemprenderse, y las rutas alpinas volvieron a ser ni ms ni menos seguras que las del resto de las montaas europeas. Tambin en e! Mediterrneo, las ciudades comerciales de Italia, Pisa, Gnova y Amalfi,desde principios del siglo XI pasaron a la ofensiva. Arrojando a losmusulmanes de Cerdea, yendo incluso a buscarlos a los puertos delMogreb (desde 1015) y de Espaa (en 1092), empezaron entonces lalimpieza de esas aguas, cuya seguridad al menos relativa el Mediterrneo no conocera otra hasta el siglo xix tanto importaba a sucomercio.

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    III . E l a s a l t o h n g a r o

    Como antao los hunos, los hngaros o magiares surgieron enEuropa casi de improviso, y ya los escritores de la Edad Media, queaprendieron tnuy bien a conocerlos, se sorprendan ingenuamente de

    que los autores romanos no los hubiesen mencionado. Su primitivahistoria es para nosotros ms oscura que la de los hunos, pues las fuentes chinas que, mucho antes que la tradicin occidental, nos permiteseguir la pista de los Hioung-Nou, son mudas a este respecto. Seguramente estos nuevos invasores pertenecan, tambin, al mundo biencaracterizado de los nmadas de la estepa asitica: pueblos a menudode muy distinto lenguaje, pero de sorprendente parecido en el gnerode vida, impuesto por un hbitat comn; pastores de caballos, guerreros, alimentados por la leche de sus yeguas o con el producto de la

    caza y de la pesca; enemigos natos, sobre todo, de los agricultores vecinos. Por sus rasgos fundamentales, el magiar se relaciona con el tipolingstico llamado fino-ugrio; los idiomas a los que se acerca ms sonlos de algunas poblaciones de Siberia. Pero, a lo largo de sus peregrinaciones, el substrato tnico primitivo se mezcl con muchos elementos de lengua turca y sufri un fuerte influjo de las civilizaciones deeste grupo/

    A partir del 833, se ve a los hngaros, cuyo nombre aparece entonces por primera vez, inquietar los pueblos sedentarios kanato cza-ro y colonias bizantinas, en los alrededores del mar de Azof. Pronto amenazan a cada instante con cortar la ruta del Dnieper, en estapoca va comercial extremadamente activa por la que, de mercadoen mercado, las pieles del Norte, la miel y la cera de los bosques rusos,los esclavos comprados por todas partes, iban a cambiarse por mercancas o por el oro proporcionado por Constantinopla o por Asia.Pero nuevas hordas salidas, despus de ellos, de ms all de los Urales, los pechenegos, los hostigaban sin cesar. El camino les estaba ce

    rrado victoriosamente por el Imperio blgaro. As, rechazados, y mientras que una de sus fracciones prefera penetrar en la estepa, ms lejoshacia el Este, la mayor parte franquearon los Crpatos, hacia el ao8%, para repartirse por las llanuras del Tisza y del Danubio medio.Estas vastas extensiones, tantas veces asoladas, desde el siglo iv, porlas invasiones, formaban en el mapa humano de Europa como unaenorme mancha blanca. Soledades, escribe el cronista Reginon dePrum. No sera conveniente tomar el nombre al pie de la letra. Losdiferentes pueblos que en otros tiempos tuvieron all importantes es

    tablecimientos o que solamente pasaron, dejaron detrs de s pequeos grupos retrasados. Sobre todo, muchas tribus eslavas se fueron infiltrando poco a poco. Pero el hbitat, indiscutiblemente, era de unnivel muy bajo: lo atestigua la casi total remocin de la nomenclatura

    FU mismo nombre de hnga ro es probablemente turco. Lo mismo Que, en unode sus elementos a lo menos, quizs el de magiar, que parece, por otra parte, originariamente aplicado a una tribu.

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    geogrfica, comprendida la de los ros, despus de !a llegada de losmagiares. De otra parte, desde que Carlomagno derribara la sobera-ua avara, ningn Estado organizado de manera slida fue capaz deofrecer una firme resistencia a los invasores. Slo jefes pertenecientesal pueblo de los moravos haban, poco antes, logrado constituir en elngulo Noroeste un principado bastante poderoso y ya oficialmentecristiano: en suma, el primer ensayo de un verdadero Estado eslavo

    puro. Los ataques hngaros lo destruyeron, de manera definitiva, enel 906.

    A partir de este momento, la historia de los hngaros toma un nuevogiro. Ya no es posible llamarlos nmadas en el sentido estricto de lapalabra, puesto que tienen, en las liauuras que llevan ahora su nombre, establecimientos fijos. Pero desde all, se arrojan en bandas sobretos pases circundantes. No buscan conquistar tierras; su nico deseo

    es el pillaje, para volver con rapidez, cargados de botn, hacia su emplazamiento permanente. La decadencia dei Imperio blgaro, despusde la muerte del zar Simen (927), les abri el camino de la Traciabizantina, que saquearon repetidamente. Les seduca sobre todo el Occidente, mucho peor defendido.

    Muy pronto entraron en contacto con l. A partir del ao 862, incluso antes de! paso de los Crpatos, una de sus expediciones les llevhasta las fronteras de Germania. Ms tarde, algunos de ellos fueron

    enrolados como auxiliares por el rey de este pas, Arnulfo, en una desus guerras contra los moravos. En el 899, sus hordas caen sobre lallanura del Po; al ao siguiente, sobre Baviera. En adelante, casi nopasa ao sin que en los monasterios de Italia, de Germ ania, y prontode Galia, los anales no anoten, ya de uua provincia, ya de otra: devastaciones de los hngaros. La Italia del Norte, Baviera y Suabia sufrieron muy particularmente; todo el pas de la orilla derecha del Enns,en el que los carolingios tenan establecidos puestos fronterizos y ha

    ban distribuido tierras a las fundaciones monsticas, tuvo que ser abandonado. Pero las incursiones se extendieron mucho ms all de estosconfines. La amplitud del espacio recorrido confundira la imaginacin, si uno no se diera cuenta de que las largas expediciones pastoriles a las que los hngaros se dedicaron en otros tiempos sobre espacios inmensos y que continuaban practicando en el espacio msrestringido de lapuzta danubiana, fueron para ellos una maravillosaescuela; el nomadismo del pastor, ya, al mismo tiempo, pirata de laestepa, prepar el nomadismo del bandido. Hacia el Noroeste, la Sa

    jorna, es decir, el vasto territorio que se extenda del Elba al Rin medio,fue alcanzada desde el 906 y, desde entonces, devastada en diversasocasiones. En Italia, se les vio llegar hasta Otranto. En el 917, se filtraron por el bosque de los Vosgos y el collado de Saales, hasta losricos monasterios que se agrupaban alrededor del to Meurthe. A partir de esta fecha, la Lorena y el no rte de la Galia les fueron familiares,y desde ah, se atrevieron a llegar hasta la Borgoa, e incluso al surdel Loira. Hombres de las llanuras, no teman en absoluto atravesar

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    los Alpes cuando era necesario. Fue por los atajos de estos montesque, regresando de Italia, cayeron sobre la regin de Nimes en el 924.

    No siempre rehuan los combates contra fuerzas organizadas; libra ron cierto nmero con xito variable. Sin embargo, de ordinariopreferan deslizarse de manera rpida a travs de los pases; verdaderos salvajes, que sus jefes llevaban a la batalla a golpes de ltigo, perosoldados temibles, hbiles, cuando se tena que combatir mediante ataques por el flanco, encarnizados en la persecucin e ingeniosos, parasalirse de las situaciones ms difciles. Era necesario atravesar algnro o la laguna veneciana? Fabricaban a toda prisa barcas de piel ode madera. Cuando haba que detenerse, plantaban sus tiendas de gentede la estepa; o bien, se atrincheraban en los edificios de una abadaabandonada por los monjes y, desde all, batan los alrededores. As

    tutos como primitivos, informados, si era necesario por los embajadores que enviaban por adelantado, menos para tratar que para espiar, pronto penetraron en las finezas, poco sutiles, de la polticaoccidental. Estaban al corriente de los interregnos, muy favorables asus incursiones, y saban aprovechar las desavenencias entre los prncipes cristianos para ponerse al servicio de uno u otro de los rivales.

    Alguna vez, segn el uso comn de los bandidos de todos los tiempos, se hacan pagar una cantidad de dinero por las poblaciones queprometan no atacar; o, tambin, exigan un trib uto regular: Baviera

    y Sajonia, debieron someterse a esta humillacin durante algunos aos.Pero estos procedimientos de explotacin eran slo practicables en lasprovincias limtrofes de la propia Hungra. En los dems lagares, secontentaban con matar y robar de manera abominable. Al igual quelos sarracenos, apenas atacaban las ciudades fortificadas; puesto quesi se arriesgaban a ello, por lo general fracasaban, como les pas, ensus primeras correras alrededor del Dniepei, bajo los muros de Kiev,I ,a nica ciudad importante que tomaron fue Pava. Eran sobre todotemibles para los pueblos y monasterios, con frecuencia aislados en

    los campos o situados en los arrabales de las ciudades, fuera del recinto amurallado. Por encima de todo, parece que buscaban hacer cautivos, escogiendo con cuidado los mejores, reservndose a veces, de unpueblo pasado a cuchillo, las mujeres jvenes y los muchachos: sinduda para sus necesidades y placeres y, en especial, para venderlos.Si se presentaba la ocasin no desdeaban lanzar este ganado hum ano a los mercados de! mismo Occidente, donde no todos los compradores eran gente exigente; en el 954, una muchacha noble, capturadaen los alrededores de Worms, fue puesta en venta en la misma ciu dad /'Con ms frecuencia, llevaban a los desgraciados cautivos hasta los pa ses danubianos, para ofrecerlos a los traficantes griegos.

    J Lantbertus, Vita Heribeni, c. 1. en SS. t. IV, p. 7*1!

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    IV. F i n d e l a s i n v a s i o n e s h n g a r a s

    Sin embargo, el 10 de agosto del 955, el rey de la Francia Oriental,Otn el Grande, teniendo noticia de una expedicin sobre la Alemania del Sur, encontr a orillas del Lech la banda hngara que regresa

    ba. Despus de un sangriento combate, venci y supo sacar partidode la persecucin. La expedicin de pillaje as castigada deba ser laltima. Iodo se limit, desde entonces, en los lmites de Baviera, a unaguerra de cercos. Pronto, conforme a la tradicin carolingia, Otnreorganiz los puestos de mando de las fronteras. Se crearon dos marcas, una en los Alpes, a orillas del Mur, la otra ms al norte, en elEnns; esta ltima, rpidamente conocida bajo el nombre de mandodel Este Ostarrichi,de donde procede la voz Austria -, alcanz, desdefines del siglo, el bosque de Viena, y hacia mediados del onceno, el

    Leitha y el Morava.Por brillante que fuese y a pesar de toda su resonancia moral, unhecho de armas aislado, como la batalla del Lech, no habra bastado

    para parar en seco las correras. Los hngaros, cuyo propio territoriono fue alcanzado, estaban lejos de haber sufrido el mismo revs queinfligi Carlomagno a los avaros. La derrota de una de sus bandas,de las que algunas ya haban sido as vencidas, no hubiera sido bastante para cambiar su modo de vida. La verdad es que. aproximadamente a partir de 926, sus correras, ms feroces que nunca, se fueron

    espaciando. En Italia, sin haberse librado ninguna batalla, finalizaronigualmente despus del ao 954. Hacia ei Sndeste, a partir del 960,las incursiones en la Tracia se reducen a mediocres empresas de pilla

    je. En realidad, un conjunto de causas profundas hizo sentir lentamentesu accin.

    Prolongacin de las costumbres antiguas, las largas expedicionesa travs del Occidente eran siempre fructferas y felices? Hasta cierto

    punto, podernos ponerlo en duda. Las hordas cometan a su paso espantosos estragos; pero apenas si les era posible cargar con las enormescantidades de botn. Los esclavos, que en general seguan a pie, disminuan la rapidez de los movimientos y, adems, eran de guardia difcil. Las fuentes nos hablan con frecuencia de fugitivos: por ejemplo,aquel eclesistico de la regin de Reims que, llevado hasta el Berry,se escap una noche, se escondi durante muchos das en una marisma y, al fin, volvi a su aldea contando !a historia de sus aventuras.1'Para los objetos preciosos, los carros, por los deplorables caminos dela poca y en medio de comarcas hostiles, ofrecen un medio de trans

    porte mucho ms em barazoso y menos seguro que las barcas de losnormandos por los excelentes ros de Europa. Los caballos, en las tierras devastadas, no siempre encontraban con qu alimentarse; los generales bizantinos saban bien que el gran obstculo ante el que chocaban los hngaros en sus guerras era la falta de pastos.5 De camino,

    4 F l o d o a r d o . Armales. 937.3 Len. Tctica. XVIfl, 62.

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    tenan que librar ms de un combate; incluso victoriosas, las bandasregresaban diezmadas por esta guerrilla.

    Por la enfermedad tambin: al terminar en sus anales, redactadosda por da, el relato del ao 924, el sacerdote Flodoardo, de Reims,

    inscriba con satisfaccin la noticia, recibida haca poco, de unapeste disentrica por efecto de la cual, segn decan, sucumbieron la mayorparte de los saqueadores de la regin de Nimes. Conforme los aospasaban, por todas partes las ciudades fortificadas y los castillos semultiplicaban, restringiendo los espacios abiertos, nicos propicios alas correras. En fin, despus del ao 930, ms o menos, el continentese haba, poco a poco, visto libre de la pesadilla normanda; reyes ybarones tenan, en lo sucesivo, las manos libres para volverse contralos hngaros y organizar con ms mtodo la resistencia. Desde este

    punto de vista, la obra decisiva de Otn fue mucho menos la proezade Lechfeld que la constitucin de las marcas. Muchos motivos deban actuar, pues, para apartar al pueblo magiar de esta clase de empresas, que, sin duda, reportaban cada vez menos riquezas y les costaban ms hombres. Pero su influencia no se ejerci de manera tan fuertesino porque la propia sociedad magiar sufri, en el mismo momento,graves transformaciones.

    Aqu, por desgracia, las fuentes nos faltan casi totalmente. Comotantas otras naciones, os hngaros no em pezaron a tener anales hastadespus de su conversin al cristianismo y a la latinidad. Se entrev,no obstante, que la agricultura, poco a poco, tomaba lugar junto ala ganadera: m etamorfosis muy lenta y que dio lugar durante muchotiempo a formas de vida intermedias entre el nomadismo verdaderode los pueblos pastores y la fijeza absoluta de las comunidades de puros cultivadores. En 1147, el obispo bvaro Otn de Freising, que ba

    jaba por el Danubio, como cruzado, pudo observar a los hngaros desu tiempo. Sus cabaas de caas, ms raramente de madera, no ser

    van de abrigo ms que durante la estacin fra: en verano y en otoo vivan bajo la tienda. Es la misma alternancia que, un poco antes,un gegrafo rabe adverta entre los blgaros del Bajo-Volga. Las aglomeraciones, muy pequeas, era