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Identificados/as con Cristo Redentor y María de la Merced 4 COMISIÓN INTERMERCEDARIA DE LOS COLEGIOS DE ESPAÑA

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Identificados/as con Cristo Redentor y María de la Merced

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COMISIÓN INTERMERCEDARIA DE LOS COLEGIOS DE ESPAÑA

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JESÚS MAESTRO, HOMBRE LIBRE Y LIBERADOR.Por Alejandro

Fernández Barrajón (O de M).

Que Jesús ha sido un hombre libre y

liberador no necesita muchos argumentos.

Se sitúo con libertad ante la ley, ante la

autoridad política y religiosa, ante las

cosas, ante su pueblo, ante su historia,

ante los prejuicios, ante la religión, para

liberar al hombre/mujer de sus propias

ataduras y ofrecerle un horizonte lleno de

alas. Es un maestro de la vida, del hombre/

mujer, de su libertad y de su futuro.

Si tuviera que resaltar algunas de sus cualidades pedagógicas, perfectamente documentadas, en sus palabras y en su coherencia de vida, os diría, aunque sea sólo en titulares, éstas:

A modo de decálogo

1º.- No enseña solamente contenidos; enseña sobre todo, VALORES.

El éxito de toda tarea educativa reside en el acompañamiento amoroso. Educar con amor es el método pedagógico y psicológico más eficaz. De Jesucristo brotan los valores más universales que ha hecho dar pasos de gigante a la civilización: TOLERANCIA, RESPETO, JUSTICIA, LIBERTAD, ATENCIÓN A LOS MÁS PEQUEÑOS Y DÉBILES, AMOR, SOBRE TODO AMOR. Es la antítesis Nietzcheana, que nos vacuna contra los superhombres y los totalitarismos de los campos de concentración, para regalarnos una tierra para todos donde habita la JUSTICIA.

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“En el proyecto educativo de la escuela católica CRISTO es el fundamento: Él revela y promueve el sentido nuevo de la existencia y la transforma, capacitando al hombre a vivir de manera divina, es decir, a pensar, querer y actuar según el Evangelio, haciendo de las bienaventuranzas la norma de su vida”.

(La escuela católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI, nº 2)

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2º.- Vive lo que enseña y enseña lo que vive.

Su actitud siempre coherente le lleva a la entrega material de la vida. “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por los que ama”.

3º.- Propone una asignatura troncal, que es el amor.

Toda la ley y los profetas, todas las normas y códigos éticos, todo el derecho se resume en un solo mandamiento desdoblado:

El amor a Dios, fuente y origen de la vida, y el amor a los hombres y a las mujeres como actitud vital que nos hace con Dios creadores de cuanto ha sido creado. No somos siervos, criaturas huérfanas abandonadas en la estacada o en las trincheras de este universo hostil; somos hijos e hijas amados de Dios, hermanos en el sentido más hondo de la palabra. Herederos de un mismo destino pascual desbordado de salvación.

4º.- Sus alumnos son sus amigos.

No sólo comparte con ellos sus enseñanzas como maestro – Raboni le llaman-, comparte su vida, sus afectos, sus dudas y sus éxitos. Se siente familia con ellos y para ellos.

“Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído de mi Padre os lo de dado a conocer”.

5º.- Su dedicación es a tiempo completo.

Todo su tiempo son horas lectivas, porque ha hecho de su vida su mejor oferta educativa. Se mira hacia dentro y se descubre lleno de misericordia –o de merced-, que es lo mismo. En uno de sus días libres, cansado de tanto ir y venir, de tantas gentes que le agobian buscando consuelo, tomó la barca con sus discípulos y se marchó a otro lugar a descansar; pero al llegar a la otra orilla vio a la multitud que le aguardaba y sintió compasión de ella porque estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles.

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6º.- Su atención preferencial se dirige a los fracasados.

Sabe que cada uno tiene un ritmo distinto de aprendizaje y que muchos se han quedado fracasados a la orilla de la sociedad, al margen de los pudientes, al descampado de la vida y de las oportunidades. A ellos dedica sus sesiones más brillantes. ¡Qué profundos contenidos ofrece a los pecadores, a las prostitutas, a las mujeres marginadas, a los publicanos, a la escoria de la sociedad de entonces!. Unidades didácticas llenas de ternura y de derechos humanos; una asignatura que aún no hemos conseguido aprobar del todo.

7º.- Convierte su profesión en vocación, sin nómina.

Se siente convocado a crear espacios nuevos para el encuentro y pone su vida en juego para que otros tengan vida y vida abundante. Hace de su vida un gesto de donación y todos sus pasos se dirigen al encuentro profundo con los hombres y mujeres de su pueblo. Descubre el valor de los otros, de la persona, por encima de todas las programaciones y leyes. Porque el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado.

8º.- No es un francotirador, forma equipo, cree en el equipo, actúa en equipo y confía en el equipo.

Desde el principio su vida se hace comunitaria. Sólo en la relación interpersonal es posible la vivencia profunda de la fe y el crecimiento personal. Nuestra vida está entretejida de relaciones y afectos y todo pierde su sentido auténtico al margen o en contra de los otros. Por eso para él no existen enemigos, existen errores, y descubre que sólo una unidad consumada puede ser origen de auténtica credibilidad. “Padre, que todos sean uno para que el mundo crea”.

9º.- No juzga, acoge; no condena, perdona; no etiqueta, apoya; no margina, anima; no sólo habla, escucha.

Hace de su vida un espacio de acogida y de cercanía. Por eso sus discípulos lo sienten auténtico maestro y acaban viviendo, más que asimilando, los valores que Él ha vivido y amado.

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Todos tienen cabida en este proyecto curricular que se llama Reino.

10º.- No educa para la felicidad o sólo para el éxito.

Sabe que la vida es un conjunto de situaciones en permanente contraste. Ofrece valiosos instrumentos para hacer frente a la vida con una cimentación firme.

Para saber afrontar el éxito y el fracaso, el amor y el desamor, la cruz y la gloria. Educar sólo para la felicidad, como hoy se hace mayoritariamente en el colegio y en la familia, es la puerta abierta de muchos fracasos humanos ante la realidad del desamor, de la enfermedad y de la muerte, que siempre llegan. Por eso se hace solidario de los hombres y mujeres hasta el fondo, hasta la vergüenza de la cruz, hasta ser contado entre los malhechores. No quiere ser un cuentacuentos para adormecer la realidad y ocultar el abismo que conduce a la falta de Libertad.

•Jesucristo sigue siendo indiscutiblemente, a poco que arañemos la razón, un maestro indiscutible de la coherencia, de humanidad y de progreso civilizado: el MAESTRO con mayúscula.

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Identificados/as conMaría de la Merced

¡ María, la mujer/madre, la educadora responsable de la formación inicial de Jesús, nos inspira, y nos mueve, a comprometernos en la tarea educativa con entusiasmo y nos acompaña en esta misión.

§ María de la Merced, mujer

libre y liberadora, que secundó las energías liberadoras del hombre y de la mujer, peregrina y mujer nueva, nos acompaña cada día en esta tarea que dignifica a quien la realiza y eleva la dignidad y calidad humano/cristiana de quien la recibe.

§ María de la Merced es clave

para el/la educador/a mercedario/a, enseña a escuchar con atención, a estar disponible y confiar en los hombres y mujeres, animándolos en sus problemas desde la cercanía y el acompañamiento.

§ María, como camino seguro

hacia Cristo y modelo de nuestro vivir, será una nota distintiva de la espiritualidad que, como mercedarios y mercedarias, inculcaremos a los alumnos y alumnas en nuestra acción educativa liberadora.

§ María de la Merced, madre del no “no tienen vino”, atenta a las necesidades de los

hombres y mujeres; nos concede la capacidad de descubrir las necesidades educativas de nuestros alumnos y alumnas y nos capacita para darles una respuesta adecuada, para que nunca nos puedan decir: “nos ha faltado el vino”.

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§ María de la Merced, madre del diálogo, maestra de la oración, nos ayuda a hacer de nuestros centros espacios de comunicación personal, espacios de confianza, para que nuestros alumnos y alumnas se sientan acogidos y comprendidos, en un mundo donde triunfa el aislamiento y la separación.

§ María de la Merced, camino, razón de ser y vida de la escuela mercedaria, nos

da fuerzas y ánimos, ilumina nuestra inteligencia y mueve nuestra voluntad, para que en nuestros centros se derrame el vino generoso del espíritu de merced, del espíritu liberador, del espíritu redentor, de modo que, codo con codo, transformemos entre todos y todas la sociedad de nuestro tiempo, para que sea más justa, más libre y más comprometida con la dignidad de la persona.

§ Porque María de la Merced nos inspira la acción educativa liberadora,

fomentamos el amor a Ella como modelo de los creyentes, transmitiendo su sencillez y alegría; viviendo, como Ella, al servicio de la Palabra.

1.- MARÍA DE LA MERCED, MADRE DE LOS QUE “NO TIENEN VINO”

De aquellos alumnos y alumnas con pocas capacidades, motivaciones e intereses en una escuela que acoge a todos y a todas, por ello cada vez más diversa. Ø Introducción.

La madre de Jesús, María, ocupa un lugar fundamental en el comienzo de su

misión. Aparece como aquella que impulsa a Jesús a iniciarla, venciendo incluso la resistencia que Él parece ofrecer: “todavía no ha llegado mi hora” (Jn 2,4). María, en virtud de la necesidad de los hombres y mujeres, empuja a Jesús a enfrentarse con su hora. Anima a Jesús a iniciar su misión –cumplir con el proyecto curricular que había elaborado el Padre- y, con ello, a introducirse en un proceso de marginación creciente.

En Caná de Galilea, a instancias de su madre, Jesús inicia su hora, inicia su

misión, dando comienzo a sus señales que son siempre dadoras de vida a favor de los hombres y mujeres, en concreto, de los hombres y mujeres que sufren algún tipo de descalificación social. La actitud de Jesús manifiesta que el Padre ha hecho una opción preferencial por el oprimido, por todo aquel o aquella que necesita de vida, que necesita de amor, y esta actitud lo conduce a una persecución creciente por parte de los jefes religiosos y culmina con su muerte de cruz.

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María es solidaria con las necesidades de los hombres y de las mujeres, sus hermanos y hermanas. Por eso es capaz de compartir la alegría de un banquete de bodas y la preocupación del bochorno de los anfitriones ante la falta de vino, saliendo en su ayuda (Cf. Jn 2, 1-11).

Que manera más hermosa de dar salida a la carrera de la misión de Jesús; una madre humilde y sencilla, pero sabia en aprendizajes significativos de la vida diaria y que le dice, simplemente, a su hijo: “no tienen vino”, y desde aquel momento se empieza a derramar, sobre la gran tinaja del mundo, el vino con la mejor marca de origen de calidad, el vino del amor generoso, de la paz, de la comprensión, de la ayuda y de la solidaridad.

Pasado mucho tiempo de lo acontecido en Caná de Galilea algunos hombres y mujeres, los fundadores y fundadoras de la Gran Familia Mercedaria, se dan cuenta de que muchos hermanos y hermanas no tienen, en sus vidas, el vino de la libertad y comienzan, junto con pequeños grupos de seguidores y seguidoras, el camino de convertir las tinajas llenas de cadenas y opresiones en tinajas de vida y liberación.

Junto a todos ellos y ellas aparece, igual que en Caná de Galilea, la figura de

María, que ilumina sus inteligencias y mueve sus voluntades para que se den cuenta de que muchas personas que los rodean “no tienen vino”, no tienen el vino de la libertad, el vino de su dignidad como personas.

María de la Merced, “mi sin igual Madre y protectora”, como la llamaba el P. Zegrí, sigue asumiendo el proyecto curricular de Dios, sigue enviando a su pueblo liberadores y liberadoras de las nuevas formas de cautividad que se van haciendo presentes en las distintas épocas de la historia.

María de la Merced, experta en valores, nos educa, a todos sus seguidores y seguidoras, en los grandes valores de la vida: la ternura, la paciencia, la afabilidad, la misericordia entrañable, el silencio ante la adversidad (guardaba las cosas en lo profundo de su corazón), la dulzura, la esperanza, la humildad, la obediencia, la justicia, el amor y la solidaridad.

Esa María de la Merced se hace de nuevo presente en el banquete de bodas del día a día de nuestra tarea educativa en los colegios mercedarios, se nos aparece y nos acompaña, como a Jesús en Caná de Galilea, y mirando nuestro quehacer diario nos susurra, con ternura y amabilidad, que en el banquete educativo de nuestros proyectos, planes y actividades hay algunos y algunas que “no tienen vino”.Ø “… y la madre de Jesús se dirigió a él: NO TIENEN VINO”.

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En nuestros colegios, desde que se amplió la escolaridad obligatoria hasta

los 16 años, va aumentando la DIVERSIDAD de nuestros alumnos y alumnas. En una escuela que es banquete para todos y todas, pero no todos y todas iguales, la diversidad de capacidades, ritmos, intereses, motivaciones, historias personales, ambientes socioeconómicos y culturales diversos se hace cada vez más presente. María nos está diciendo que en una escuela comprensiva (para todos y todas) pero diversa (no todos y todas iguales) hay muchos alumnos y alumnas que “no tienen vino”.

No tienen el vino de la “igualdad de oportunidades de ambos sexos”. Porque seguimos viviendo en una sociedad que asigna roles y transmite valores jerarquizados y desiguales a mujeres y hombres, provocando situaciones de injusticia y discriminaciones reales, y la escuela no debe ni puede reproducir esa situación social, debe proporcionar una educación libre de sesgos sexistas, en la que lo masculino y lo femenino sea considerado como categorías no hegemónicas. Pensemos que “educar para la igualdad entre los sexos” es un tema transversal, una exigencia de la Ley Orgánica de Educación, un derecho humano, y por tanto debe estar presente en el día a día de nuestras comunidades educativas.

No tienen el vino de “una competencia instrumental básica”. Nos

encontramos con que los alumnos y alumnas presentan diversos niveles de competencias instrumentales que, en muchos, van a condicionar su desarrollo en el aprendizaje de ciertas áreas y materias. Alumnos y alumnas que no saben leer comprensivamente, que poseen poca agilidad mental en la resolución de situaciones, etc.

No tienen el vino de haber alcanzado en etapas anteriores “unos mínimos

conocimientos previos”. El grado de aprendizaje alcanzado, anteriormente, en las distintas áreas y materias va a condicionar, de modo significativo, una progresión adecuada en el proceso de aprendizaje. Todos y todas sabemos que los aprendizajes adquiridos o no en edades tempranas condicionan la futura historia escolar de nuestros alumnos y alumnas.

No tienen el vino de “poseer unas estrategias de aprendizaje”. Hay muchos

alumnos y alumnas que no dominan las más elementales técnicas de trabajo intelectual (lectura comprensiva, subrayado, resumen, esquemas, mapas conceptuales, …) por lo que no son capaces de conseguir un mayor logro de aprendizaje con el mínimo esfuerzo, es decir, las horas que dedican al estudio no les son rentables.

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No tienen el vino de “un concepto positivo de si mismos/as”. La idea que una persona tiene de si misma, la autoestima, si es positiva predispone a aprender, si es negativa predispone a abandonar el estudio. Es importante ayudar a las personas a tener una imagen positiva de si mismas, la autoestima también se educa.

No tienen el vino de “un grupo-clase que acoge”. El ambiente del grupo-aula

puede estar condicionando el rendimiento académico de algunos alumnos y alumnas. Alumnos y alumnas que se sienten marginados por los propios compañeros, acosados , maltratados, incomprendidos, no acogidos, en definitiva, que se sienten desprotegidos frente al grupo.

No tienen el vino de un “contexto escolar liberador”. Las relaciones

profesor-alumnos, alumnos entre sí, planes, proyectos, organización del centro, régimen interno, etc no tienen en cuenta su propia diversidad y se sienten incómodos, de alguna manera oprimidos, la escuela no es para ellos y ellas un espacio que los ayuda a crecer como personas. Ese hermoso lugar que debe ser el aula se convierte para ellos en la más siniestra de las mazmorras.

No tienen el vino de “un entorno familiar adecuado”. La relación y convivencia en el seno familiar no favorece un rendimiento académico adecuado. La misma familia no le da importancia al tema del estudio, no se preocupan, ni hacen un seguimiento, junto con el colegio, del proceso de enseñanza-aprendizaje de su hijo o hija.

No tienen el vino de un “contexto social cercano adecuado”. El grupo o pandilla, los grupos cercanos de pertenencia, tienen una gran influencia en la vida de los adolescentes, ya que pueden determinar sus gustos, valores, motivaciones, grado de integración y motivación

social, y por supuesto, su rendimiento. No tienen vino, en definitiva, porque nadie se desarrolla por sí mismo/a, a

base, simplemente, de almacenar experiencias. La humanización, la autorrealización libre y consciente como persona, sólo se consigue si hay alguien que nos enseñe, si hay alguien, que partiendo de las tinajas de agua de nuestra vida, nos enseña a transformarlas en tinajas de vino de calidad, de denominación de origen, es decir, nos enseñan a integrar en nosotros lo que nos pasa, el caudal de estímulos que nos rodean y que el entorno nos proporciona.

María de la Merced, María la madre de Jesús, nos muestra, a veces sin percibirlo, que en el banquete educativo hay muchos invitados/as que “no tienen vino”.

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Es posible, casi seguro, que a nivel teórico asumamos esa realidad de nuestros alumnos y alumnas, lo que ya no es tan seguro es que estemos dando una respuesta adecuada en la cotidianeidad de nuestra labor educativa. Ø ¿Qué nos importa a mí y a ti, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.

Cuando en nuestra conciencia de educadores/as mercedarios/as resuenan las

palabras de María “no tienen vino”, es posible que nos pase como a Jesús en Caná de Galilea, que nos resistamos, en un primer momento, y nos digamos a nosotros mismos ¿qué nos importa a nosotros/as?, y, quizás, hasta nos autojustifiquemos diciendo: hay muchos alumnos y alumnas problemáticos que no tienen capacidad para el estudio, que no debían estar en las escuelas normales, que no tienen ni ganas ni interés por las labores escolares, que, en definitiva, deben ser atendidos por especialistas externos (gabinetes de reeducación, psicopedagógicos, etc).

Todavía no ha llegado nuestra hora. No estamos capacitados para atender a alumnos y

alumnas tan diversos, esto es una responsabilidad que nos supera, los deben atender los equipos de orientación, nosotros y nosotras estamos para enseñar que los eduquen sus padres. Damos demasiados rodeos, como el sacerdote y levita de la parábola del buen samaritano; nos falta cargar con la realidad educativa que nos rodea, ser samaritanos y samaritanas, ser ternura de Dios y merced de María.

Otras veces, ese “no ha llegado mi hora”, aparece disfrazado bajo otras expresiones: son muchos alumnos/as por aula, en los centros no tenemos materiales y medios adecuados, tenemos muchas horas de clase, vienen muy mal preparados de etapas anteriores, no están motivados, y por tanto, están forzados en la escuela,… Ø … le dijo a los sirvientes: “Cualquier cosa que os diga, hacedla”.

¿Qué nos está diciendo Jesús que hagamos como educadores/as mercedarios/

as? En primer lugar que reflexionemos sobre dos grandes problemas de nuestros centros escolares: la diversidad de los/as alumnos/as y el aprendizaje repetitivo y memorístico (no significativo) que realizan la mayoría de nuestros/as alumnos/as.

En segundo lugar, que formulemos, en nuestros proyectos curriculares y

programaciones didácticas, unos criterios evaluadores adaptados a las posibilidades y diferencias (no sólo educativas, sino también sociales) de los/as alumnos/as, que nos

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deberían llevar a poder reconocer (al final de la E.S.O., de la educación obligatoria) el mínimo título de Graduado Escolar en Secundaria a alumnos y alumnas con niveles educativos desiguales, en función de sus respectivos contextos sociales y educativos.

En tercer lugar, pensar, con seriedad y profundidad, que nuestras propias prácticas

educativas (metodologías, etc) y los currículos (programas) establecidos desarrollan modos y contenidos que excluyen, de entrada, a grupos e individuos y favorecen a otros; tenemos, ante esta situación por exigencia legal y de justicia, que reorganizarlos de modo que incluyan voces, contenidos y culturas que grupos sociales que históricamente han estado excluidos de los saberes y prácticas escolares, y mucho más ante la diversidad multicultural, multiétnica y multiconfesional que nos presenta la incorporación de inmigrantes a nuestras aulas.

En cuarto lugar, afirmar con rotundidad que en una

escuela para todos y todas es inmoral incrementar las desigualdades sociales de las personas, en unas edades en las que aún no han tenido tiempo de remontar el vuelo. Por eso los/as educadores/as mercedarios/as debemos ser maestros/as, expertos/as, en la aplicación de apoyos, medidas de refuerzo y adaptaciones del currículo, para que esos instrumentos, que la propia ley pone en nuestras manos, contribuyan a liberar a los alumnos y alumnas, en la medida de lo posible, de las condiciones sociales en que viven. Bernard, el maestro de Albert Camus en la escuela republicana francesa de un barrio de Argel, según nos cuenta éste en su autobiografía “El primer hombre”, supo ofrecerle en la escuela un mundo del que carecía en su familia y grupo de iguales, sin limitarse a lo que ya vivía en su guetto; justo por ello ejerció su papel emancipador en el niño Albert.

En quinto lugar, tener en cuenta que una “escuela para todos y para todas” comprende, por un lado, una escuela que integra la diversidad sociocultural y las diferencias individuales de los alumnos y alumnas, sin limitarse a reproducir las posiciones sociales o una segregación implícita; pero también, por otro, que contribuye a una socialización integradora: aprender a vivir juntos desde el respeto, independientemente de diferencias sociales, culturales, étnicas o religiosas, en definitiva, ejercer la ciudadanía activa, responsable y participativa. Esto exige, por una parte, una discriminación positiva hacia aquellos alumnos y alumnas que tienen una posición inicial de desventaja social o discapacidad; por otra, configurar unos centros y unas aulas que sean comunidades de aprendizaje y vida, en clave liberadora. Que bello ese espacio relacional llamado aula que requiere también de una reflexión profunda, en clave mercedaria.

Ø …tú, el vino de calidad lo has tenido guardado hasta ahora.

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Nuestros centros mercedarios serán tinajas que guardan vino de calidad que nuestros/as alumnos/as sabrán saborear al abandonar nuestras aulas, si la atención a la diversidad deja de ser un problema pedagógico para convertirse en estrella de nuestras practicas escolares y aceptamos que se encuentra integrada en la experiencia cotidiana de las personas. Somos diferentes porque Dios nos creó así.

Si queremos calidad educativa y calidad liberadora, eduquemos “en y para

la diversidad”, intentando desarrollar en nuestros/as alumnos/as comportamientos cooperativos, plurales y solidarios, propiciando pautas de aprendizaje que den juegos a todos/as los implicados en el proceso educativo, independientemente de su sexo, raza, cultura, deficiencia, capacidad, etc.

Una escuela comprensiva y diversa (para todos y todas, pero no todos y todas

iguales, es un bien social importante y caro, caro por lo que cuesta lograrlo como los buenos vinos y caro por lo querido sociológicamente por muchos sectores. Se trata de integrar a los que no soportaba el sistema educativo anterior BUP-FP, y es que todos y todos estén dentro y tengan idénticas oportunidades, es decir, que la igualdad de oportunidades, que nace de la equidad, sea real.

Hace unos años, y todavía ahora, teníamos algunos cientos de miles de adolescentes que no sabíamos donde estaban y abonaban terrenos de marginalidad social; hoy están en nuestros centros escolares y al beneficiarse de ellos, al decir de algunos y algunas, diluyen los beneficios, empobrecen las medias, bajan los niveles y crean conflictividad escolar, ¡claro!. Pero el bien que se logra a cambio, que es síntoma de un estado de bienestar social, tiene un precio aceptable a juicio de muchos y muchas. El maestro con mayúscula, Jesús de Nazaret, nos dijo: “los sanos no necesitan médico, sino los enfermos”. Ø A modo de conclusión.

Que como en Caná de Galilea seamos capaces de transformar nuestras escuelas

mercedarias en escuelas donde todos y todas tienen su sitio desde el respeto profundo a la diferencia, que seamos acogedores/as al estilo de Jesús de Nazaret.

Que asumamos la diversidad como un bien importante, como una riqueza

educativa, como una característica intrínseca de la realidad humana, como algo que nos ayuda a crecer como personas, en ciudadanía y convivencia.

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Que hagamos todo lo posible por desarrollar y promocionar a todos los alumnos

y alumnas, que son todos y todas diferentes, desarrollando al máximo sus capacidades, potencialidades y singularidades. En frase de Senador Pallero: “Hagamos de Paulita la mejor Paulita posible, de acuerdo con sus capacidades·. Hagamos, en definitiva, que pongan en producción los muchos talentos recibidos del Creador.

Que pongamos en práctica los medios y estrategias didácticas que buscan

que todos los alumnos y alumnas aprendan más y mejor, de forma auténticamente significativa. Que lo aprendido tenga funcionalidad, que les sirva para la vida, porque educamos con la vida y desde la vida.

Que María de la Merced, madre de la encarnación y de la acogida, nos

ayude para que nuestros centros sean espacios de acogida, capaces de fomentar la autoestima de nuestros/as alumnos/as en un clima fraterno, para que así logren tener una imagen positiva de si mismos/as.

Que María de la Merced, madre de la libertad y de la confianza, nos enseñe

a educar “en y para” la libertad, para que nuestros alumnos y alumnas sean capaces de recorrer su propio camino vital con autonomía, con responsabilidad, con entrega generosa a los demás, que descubran que la vida vale la pena si la vivimos como donación.

Que María de la Merced, madre de la ternura, madre de los ejes transversales

nos ayude a educar para la paz, la solidaridad y la justicia, para el “ser” frente al “tener”, de forma que nuestros alumnos y alumnas, al abandonar nuestros centros, sean más personas, más humanos, más creyentes, más felices.

Que María de la Merced, estrella radiante de liberación, arco iris de

esperanza, nos dé fuerzas y ánimo, ilumine nuestra inteligencia y mueva nuestra voluntad para que en nuestros colegios se derrame el vino generoso del espíritu de merced, del espíritu liberador, de modo que, todos y todas de modo corresponsable, transformemos la sociedad de nuestro tiempo, para que sea más justa, libre, fraterna y solidaria.

En definitiva, que nuestros centros sean lugares que transforman las tinajas de

agua en tinajas de vino de calidad, al igual que ocurrió en Caná de Galilea cuando Jesús comenzó su misión.

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2.- María de la Merced camino, razón de ser y vida de la escuela mercedaria.

Ø Introducción

De María, a secas, los evangelios nos dicen muy poco, aunque a mi entender lo

suficiente; un rastreo más o menos detenido para descubrir las huellas de María a través de los cuatro evangelios nos permite afirmar: “María es, sencillamente, mujer de pueblo; María es madre; María es madre de Jesús; María es madre nuestra y, por

ello, madre de los marginados·.

Está fuera de toda duda que la Orden de la Merced, y por extensión toda la Familia Mercedaria, nació, creció y actuó en un clima saturado de amor y culto a Santa María de la Merced, Evangelio de la Libertad. Sin la intervención, presencia y apoyo solícito de María no se podría dar una explicación convincente: ni al origen de la Orden; ni al atractivo que sobre Pedro Nolasco y sus inmediatos seguidores y seguidoras ejercieron las iglesias dedicadas a Santa María; ni la ocurrencia de consagrar y dedicar a Santa María la iglesia de la casa de Barcelona, cabeza y fundamento de la Orden, cuando ésta era conocida por Casa, Hospital y Orden de Santa Eulalia; ni el empeño tenaz de introducir el nombre de María en el título de la Orden; ni por qué el hábito blanco de la Orden se llamó hábito de Santa María; ni cómo una Orden con pocos miembros y de carácter militar, fundada por un simple laico para la redención de cautivos, fue capaz de introducir en la iglesia una advocación mariana nueva, la de

Santa María de la Merced” (Cf. La Orden de Santa María de la Merced). La Gran Familia Mercedaria sin la maternal inspiración y protección de Santa

María sería un imposible. Pero, ¿qué es Santa María de la Merced para la Gran Familia Mercedaria?, y de un modo más concreto, ¿QUÉ ES SANTA MARÍA DE LA

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MERCED PARA LA ESCUELA MERCEDARIA? Recorriendo las páginas de los “idearios” o “carácter propio” de nuestros colegios podemos saborear los siguientes textos:

Como Mercedarias destacamos la espiritualidad mariana, presentando a

María como modelo de mujer libre, creyente y comprometida con la liberación de los hombres y de las mujeres.

María, como camino seguro hacia Cristo y modelo de nuestro existir, será una

nota distintiva de la espiritualidad, que como mercedarias, inculcaremos a nuestros/as alumnos/as.

María de la Merced, mujer libre y liberadora, que secundó las energías

liberadoras del hombre/mujer y de la sociedad, peregrina y mujer nueva, acompañará cada día esta tarea que dignifica a quien la realiza y eleva la dignidad y calidad humano/cristiana de quien la recibe.

Esta educación será: a) fomentando el amor a nuestra Madre de la Merced

como modelo de los creyentes; b) transmitiendo la sencillez y alegría de la Virgen; viviendo como María al servicio de la Palabra.

María que, a través de la participación escondida y, al mismo tiempo, incomparable en la misión mesiánica de su Hijo, ha sido llamada singularmente a acercar a los hombres/mujeres al amor, que halla su expresión más concreta en aquellos que sufren, en los pobres, en los prisioneros, los que no ven, los oprimidos y los pecadores. Ella ha de ser para nosotros/as la mujer que asumiendo el plan de Dios, colabora a la liberación de su pueblo. Con su compromiso vivido con gozo y exigencia, está presente en cada uno de nuestros actos de amor, en nuestro empeño humanizante y en nuestra opción por los más pobres, esclavos y débiles de este mundo.

Tras este recorrido hemos encontrado la respuesta: María de la Merced es

camino, razón de ser y vida de la escuela mercedaria. Ø SANTA MARÍA DE LA MERCED, CAMINO.

Santa María de la Merced es camino, modelo de acción liberadora, como afirma

Xavier Pikaza: “Si a María se le llama “de la Merced” y si es ella la que da título a

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la Orden es porque ella misma es redentora, porque inspira y fundamenta la acción liberadora... María se desvela aquí como ideal de libertad: ella era pequeña y Dios la ha visitado y transformado; pues bien, lo que en ella se realiza es tipo y ejemplo de aquello que realiza Dios con las personas y los pueblos de este mundo” (Carisma y espiritualidad de la Orden, pág. 54). María de la Merced es camino, modelo de unión con Cristo Redentor. Imitando los gestos, actitudes y valores de María vamos conformando mejor nuestra vida con los valores evangélicos; vamos configurando nuestras acciones hacia el seguimiento de Jesús, que asimismo se proclamó: CAMINO, VERDAD Y VIDA. María de la Merced, experta en valores, nos educa a todos sus seguidores y seguidoras en los grandes valores de la vida: el amor, la ternura, la paciencia, la afabilidad, la misericordia, el silencio, la dulzura, la esperanza, la humildad, la obediencia, la justicia, la solidaridad y la libertad.

María de la Merced es camino, modelo de nuestro amor. Ella, como madre de misericordia, es modelo de compasión hacia los demás; es modelo de vida en clave de solidaridad, que brota necesariamente del amor; Ella es fundamental en la edificación de nuestras comunidades educativas como lugares de vivencia en libertad, en justicia y en solidaridad; valores que han de brotar de la preocupación por el prójimo, porque como mercedarios y mercedarias, al igual que María, nada humano nos es ajeno.

María de la Merced es camino, modelo de nuestra oración liberadora-redentora. Ella impulsa nuestra plegaría como fuente de libertad interior; Ella es modelo de oración liberadora-redentora cuando canta, en el Magníficat, las proezas de Dios liberador de los oprimidos, que levanta a los humildes y derriba a los poderosos de este mundo. Oración liberadora-redentora que nos debe acompañar a lo largo de nuestras tareas educativas, entre otras cosas, para dar cumplimiento al mandato de Jesús: “Orad sin descanso”.

María de la Merced es camino, modelo de respuesta fiel y perseverante al plan de Dios.”Hágase en mi…” significa la aceptación plena de la voluntad de Dios en su vida, un hágase que no fue expresión de un momento de euforia, sino que la acompañó durante todo su camino vital. Pero en Caná de Galilea nos hace a todos y a todas la invitación cariñosa a seguir en nuestras vidas el plan de Dios: “Haced lo que Él os diga”. Plan de Dios que se resume en una llamada al amor y libertad como felicidad plena.

María de la Merced es camino, modelo de pobreza evangélica. Poner nuestros bienes y vidas al servicio de los cautivos, al servicio de los más pobres, de los más

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desfavorecidos de nuestras escuelas. Optar por los pobres, por los desfavorecidos del mundo escolar, según María, implica una disponibilidad completa a ellos y ellas y al plan de Dios para con nosotros/as educadores/as mercedarios/as. Es poner nuestras capacidades, nuestros talentos, nuestras fuerzas, nuestro tiempo y nuestras vidas al servicio del bien más grande de este mundo, ayudar a crecer a las personas, pues eso es educar.

María de la Merced es camino, modelo de redentora-liberadora. Ella con fe y confianza se hizo cooperadora de la obra redentora de Cristo. Ella ha sido y es modelo

de perfecta oblación, de entrega incondicional. Ser redentores/as, liberadores/as, en el mundo de la escuela, supone fe y confianza en las capacidades de nuestros/as alumnos/as para descubrir el sentido de su propia vida y cambiarla; es entrega incondicional a la tarea educativa en nuestro papel de mediadores/as del proceso de enseñanza-aprendizaje. “Dependiendo plenamente de Dios y plenamente orientada hacia Él por el empuje de su fe, María, al lado de su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del

cosmos. La escuela mercedaria debe mirar hacia ella, como Madre y Maestra, para comprender en su integridad el sentido de su misión en el campo educativo” (Cf. LIBERTAD CRISTIANA Y LIBERACION 97). Ø SANTA MARÍA DE LA MERCED, RAZÓN DE SER.

Se nos conoce y reconoce como “mercedarias” y “mercedarios” y no

como “nolasquinos”, “cervellonas”, “lutgardas”, “zegrinas”, “refugios”, “maturanas”, etc, cosa frecuente en las congregaciones e institutos religiosos que son identificados, en muchos casos, con su padre o madre fundadora. Aquel o aquella – religioso/a o laico/a- que quiere vivir el carisma mercedario en plenitud se identifica fuertemente por su relación con Santa María de la Merced, con la Madre de Mercedes. Se puede dar una especie de ley: “No hay presencia de Santa María de la Merced sin que al mismo tiempo haya, o haya habido, un miembro de la Familia Mercedaria que la viva, o haya vivido, y la comunique a los otros y a las otras”.

Nos recuerda el Capítulo General de la Orden celebrado en México en

1992: “Quizás pudiéramos decir que la Virgen de la Merced ha sido un don excelso que Nolasco y los mercedarios/as han ofrecido a la Iglesia: María ha recibido un nuevo título de gracia, revelando con más fuerza su presencia salvadora dentro de la historia. Ella aparece como signo privilegiado de la libertad de Dios para con los

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hombres y mujeres” (Mercedarios y nueva evangelización, 39).

El aspecto mariano de la Gran Familia Mercedaria configura su identidad, su misión y su espiritualidad. El marianismo es una dimensión fundamental para los/as seguidores/as de Cristo Redentor que sirven a los cautivos, a los pobres, a los desheredados de este mundo, dentro de esta gran familia. Por ello, ser hombre/mujer de María de la Merced es una de las características que deben conformar la identidad del educador/a mercedario/a.

La dimensión mariana se manifiesta en todo cuanto hacemos y sentimos. Pensemos que la gran mayoría de nuestros colegios mercedarios llevan por título o denominación Colegio de Ntra. Sra. de la Merced o Colegio de Ntra. Sra. de las Mercedes, y que, en los momentos de oración en nuestros centros, resuena con frecuencia Madre de la Merced o de Mercedes ruega por nosotros/as.

El aspecto mariano de la Gran Familia Mercedaria no necesita fundamentarse en una intervención especial de la Virgen. Nuestro marianismo se funda en lo que constituye la razón de ser de esta gran familia: su carisma liberador-redentor. Ø SANTA MARÍA DE LA MERCED, VIDA.

Decía Pablo VI en la Encíclica Evangelii Nuntiandi:”nos faltan maestro y no tenemos

testigos·. Una escuela sin maestros/as y testigos es una escuela sin vida, más bien, una escuela muerta, en definitiva, no hay escuela. Pero en la escuela mercedaria

tenemos garantizada, al menos, la presencia de María de la Merced, maestra y testigo de la acción liberadora de Jesús. Por tanto, la escuela mercedaria con la presencia de María, con su acción co-redentora, está llamada a tener y dar vida, y a hacerlo en plenitud.

María de la Merced, maestra, experta educadora “en y para” los valores que emanan del Evangelio; por tanto dadora de vida, de

crecimiento personal, de amor y de esperanza. Primera educadora de Jesús y de nosotros/as porque ha sabido orientar su vida en línea de liberación evangélica.

María de la Merced, dadora de vida en libertad, mujer auténticamente libre,

ejemplo de libertad personal responsable; desde su decisión libre de ser madre, con aquel famoso “Hágase en mí…”, supo ser responsable y consecuente desde el pesebre de Belén hasta el pie de la Cruz. No sólo Ella fue libre, sino que dio libertad plena a Jesús para que cumpliese la voluntad del Padre, para que pudiera realizar aquello para

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lo cual había venido al mundo: ser salvación para todos los hombres y mujeres. María de la Merced, dadora de vida desde la escucha, mujer observadora,

silenciosa, humilde, reflexiva, prototipo de “Dichoso/a quien escucha la palabra de Dios y la cumple”; escuchó la palabra de Dios, la aceptó y la llevó a la práctica. Escuchaba, guardaba en lo profundo de su corazón de modo que se transformase lo escuchado en acciones de amor y liberación.

María de la Merced, dadora de vida desde la comprensión, cuando el hijo se va de casa lo encuentra en el templo y comprende y acepta sus razones. Pero comprende, del mismo modo, el apuro de unos novios que no tienen vino en su banquete de bodas; comprende, en definitiva, la problemática de la vida diaria y, desde esta comprensión, fue capaz de elaborar una programación de aula, como madre y maestra, para ayudar a “crecer a Jesús en sabiduría y en gracia ante Dios y los hombres”.

María de la Merced, dadora de vida desde la humildad y sencillez, mujer humilde, sencillamente mujer de pueblo, tan humilde y sencilla que se autoproclama “esclava del Señor”, pero lo hace con plena libertad, de un modo conscientemente consentido y responsable. Ejemplo y modelo

de una vida responsable en libertad. Como reza el canto, “Madre de Mercedes, vida de mi amor, Tú eres el

camino que nos lleva a Dios”; eres vida de nuestras acciones educativas liberadoras, que emanan y surgen desde el amor, de ese amor que se hace entrega, donación, compromiso con nuestra tarea de educadores y educadoras. Eres camino que nos

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conduce a una auténtica educación liberadora, “en y para” la libertad, a ser y formar personas libres para que sean a su vez, en la sociedad en que les toca vivir, liberadoras, que es tanto como decir trasformadoras de las estructuras sociales para conseguir un mundo más libre, más justo, más solidario, más humano y fraterno. Ø A modo de conclusión

Que Santa María de la Merced, madre de la acogida, nos ayude a abrir

nuestros centros a aquellos/as alumnos/as que no son capaces, que no tienen buenos expedientes, que presentan dificultades de aprendizaje,… y que seamos capaces de ofrecerles un espacio de acogida que fomente su autoestima para que alcancen una imagen positiva de si mismos, de modo que puedan ser protagonistas de su propia historia.

Que Santa María de la Merced, madre atenta a las necesidades de los hombres y

mujeres, nos conceda la capacidad de descubrir las necesidades de nuestros/as alumnos/as, de modo que podamos darles una respuesta acertada que los permita crecer en su proceso de enseñanza-aprendizaje, en su maduración como personas.

Que Santa María de la Merced, madre de la libertad, nos inspire caminos para educar “en y para” la libertad, es decir, caminos para capacitar a nuestros/as alumnos/as a asumir y recorrer su propia vida con autonomía. Que amen su libertad, pero con la misma intensidad amen la libertad de los demás.

Que Santa María de la Merced, maestra de la oración, nos dé perseverancia para que el ¡orad sin descanso! sea visible en nuestra acción educativa. Que el necesitado, el desfavorecido, el menos capaz,… se conviertan para nosotros en lugar de oración.

Que Santa María de la Merced, madre de la ternura, experta en temas

transversales, nos haga educadores/as “en y para” la libertad, la justicia, la solidaridad, para el “ser” frente al “tener”, de forma que nuestros/as alumnos/as sean más personas, más humanos, más creyentes, más “merced” en la sociedad de su tiempo.

Que Santa María de la Merced nos acompañe a lo largo y ancho de nuestra

tarea educativa, de modo que se acción educativa mariana. Ella es para nosotros/as estrella radiante de liberación, es consuelo para nuestros/as alumnos/as, es inspiración y exigencia para los/as educadores/as. En Ella cobra sentido, recibe su

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hondura y plenitud nuestra acción educativa como mercedarios y mercedarias. 3.- EL MAGNÍFICAT EN LA ESCUELA MERCEDARIA. Ø Introducción

María de la Merced, madre de misericordia, madre de los marginados, madre de los

que " no tienen vino ", liberadora de cautivos,... son títulos hermosos que pueden y deben tener su apoyo en varios textos del Nuevo Testamento. Quizá el más significativo de ellos sea el Magníficat ( Lc 1, 46-55), ese hermoso canto que invierte la estructura de la lógica humana, del Dios que derriba del trono a los poderosos y encumbra a los humildes y oprimidos, que a los hambrientos colma de bienes y a los ricos los despide vacíos; ese canto que manifiesta de un modo claro y contundente la predilección de Dios por los más pobres del mundo, por los pequeños, porque en el banquete de su Reino " los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos "; los que han puesto sus esperanzas en el bien-tener, en el bien-estar y en el bien-consumir serán derribados de su trono y encumbrados los que ponen sus esperanzas, la meta y la ilusión de su vida en el bien-ser, bien-sentir y bien-relacionarse. Las mercedarias y los mercedarios, ya desde los albores del siglo XIII, conocen a la perfección que en el nivel más bajo de la opresión se encuentran los cautivos: hombres y mujeres que no pueden desplegar sus alas de libertad - esencia de su ser personas - hallándose en serio peligro de no desarrollar su auténtica personalización, de no crecer integralmente como seres humanos, de perder su dignidad y su fe cristiana. Sobre las calamidades de la sociedad de su tiempo - opresiones, esclavitudes e injusticias - dirige los ojos de su compasión y de su amor Pedro Nolasco, el mercader de libertad, y no pudiendo remediarlas por sí mismo, acudió con mil ruegos y plegarias a la Madre de las misericordias; con su inspiración y ayuda funda una orden redentora, la Orden de la Merced, cuyos hijos se han de obligar con su cuarto voto de excelsa y heroica caridad a dar la vida, si necesario fuese, por la libertad y la redención de sus hermanos y hermanas cautivos. 

A lo largo del discurrir de los años las nuevas ramas que van surgiendo en el

olivo que Nolasco plantó en el seno de la Iglesia van dando respuesta a las distintas necesidades, esclavitudes, opresiones y marginaciones que van surgiendo en un mundo siempre cambiante; van derramando misericordia entrañable para ser liberadoras y liberadores de los hombres y mujeres que sufren opresión por las nuevas formas

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de cautividad; pues ellas y ellos tienen la certeza de que : " un solo hombre/mujer cautivo/a y todos/as somos menos libres, un hombre/mujer liberado/a y todos/as nos encontramos más libres ".

El canto del Magníficat presenta la figura de María como profetisa de libertad : ella nos anuncia un tiempo novedoso en clave de justicia y solidaridad que viene a dar superación a la clásica dicotomía de ricos y pobres, potentados y oprimidos ( Lc 1,51-53). Somos plenamente conscientes de que ella, recorriendo el camino de su canto, ha llevado a una realización plena la verdad de Jesucristo: no sólo acoge, desde una escucha activa y apertura personal, su palabra sino que manifiesta un compromiso militante de entrega liberadora-redentora en medio de los hombres y mujeres, por eso se dimensiona desde su ser mujer en las vertientes de mujer-madre, mujer-creyente, mujer-discípula, mujer-maestra, mujer comprometida en el auxilio a los/as marginados/as.

El canto del Magníficat desde su tridimensionalidad de canto profético de liberación, canto de alabanza y canto de gratitud condensa, de un modo diáfano, la experiencia de María como mujer-creyente. Es un himno de alabanza y gratitud que la Iglesia - Madre y Maestra - puso, acertadamente, en boca de la madre de Jesús, ya desde el origen de su vocación, como el gran anuncio profético de LIBERACIÓN.

Desde este hermoso telón de fondo, que es el canto del Magníficat, distinguimos tres tipos de personas. En primer lugar nos encontramos con los ricos-potentados , es decir, con aquellos/as que han triunfado en el mundo a costa de los/as otros/as, aquellos/as que en el contexto de nuestras comunidades educativas llevan la competitividad - competencia mal entendida - a sus últimas consecuencias, son padres o madres, educadores o educadoras, alumnos o alumnas que manifiestan con hechos y palabras " lo único importante soy yo, caiga quien caiga " , mis saberes, mis cualidades,

dones y carismas no son para compartir, son para mí, para poder tener ya hoy o el día de mañana más poder, más prestigio, más dinero, sobre todo esto último, pues el ídolo de nuestro tiempo tiene nombre y apellidos, se llama: dios - dinero, dios-acaparar, dios-consumir, dios-tener; en definitiva son los/as que miden la calidad educativa por el éxito obtenido en los espacios de competitividad más que por la maduración de la personalidad del alumno/a.En segundo lugar hallamos a los hambrientos-oprimidos , que

padecen en su ser no sólo el sufrimiento de la tierra sino también la prepotencia de los ricos; son en nuestro contexto educativo aquellos/as alumnos/as carentes de capacidades instrumentales básicas, de motivación para el estudio, de autoestima, de interés por formarse como personas, de falta de integración, pues experimentan , en el día a día de su presencia en el sistema educativo , el " yo no valgo ", " yo no puedo", " yo no soy competente", " esto no va conmigo ",...; son aquellos/as padres o madres que, con buena fe pero cansados y desesperados, dimiten de sus funciones, abandonando el papel fundamental que juega la familia en aspectos de socialización

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primaria y sobre todo - lo más grave - no cumpliendo el deber de ser los primeros responsables de la educación de sus hijos e hijas; son aquellos/as educadores/as que, desmotivados, desilusionados y derrotados por la apatía, objetan de su gran misión de educadores/as para quedarse en el simple papel o función de enseñantes, es decir, transmisores de contenidos de tipo, casi exclusivamente, conceptual, que apuestan más porque sus alumnos/as aprendan de un modo memorístico y repetitivo que por un modo de construcción del conocimiento, es decir, un aprendizaje significativo. 

Pero podemos destacar un tercer grupo de personas: los/as seguidores/as de Jesús, esto es, aquellos/as que asumen el camino de la fe, imitando a María ( Lc 1,45). Ellos y ellas pertenecen socialmente a la órbita de los pobres de este mundo. Es un grupo nuevo porque tienen capacidad de actuación: han sido llamados/as para transformar el mundo, para hacerlo más habitable y más humano, para ser " luz del mundo y sal de la tierra " , quieren tener un modo de ser y actuar en línea de liberación evangélica, como afirmamos en muchos de nuestros idearios. Son aquellos/as educadores/as, padres o madres que saben que deben aportar a sus alumnos/as , a sus hijos/as, no simplemente un buen nivel de conocimientos o competencias intelectuales - cosa por otra parte absolutamente necesaria en la sociedad de nuestro tiempo-, sino además un referente de interpretación de la realidad que les permita llevar a cabo esa " síntesis fe - vida - cultura "; son aquellos/as alumnos/as que asumen que todos y todas tienen que aprender más y mejor, cada uno/a desarrollando al máximo sus capacidades y potencialidades, dentro de un proceso de aprendizaje cooperativo, para adquirir aquellos conocimientos que les permitan leer, analizar, interpretar y posicionarse ante la realidad desde la perspectiva del valor persona según el evangelio.

Ø ¿Podrá entonar el Magníficat nuestra escuela mercedaria?

Somos conscientes de las muchas esclavitudes, opresiones y cautividades

que existen en la sociedad de nuestro tiempo y que oscurecen a los seres humanos y a los pueblos su vocación en Cristo, como la increencia creciente, la ausencia de valores de sentido, el subdesarrollo, la pobreza, la opresión, el materialismo reinante, la manipulación informativa, el vivir en un mundo demasiado virtual, la competitividad abusiva, la violencia usada de modo rápido y contundente como estrategia resolutora de conflictos. Ante ellas se nos presenta con nueva fuerza Jesús, Cristo-Redentor, que nos impulsa a realizar nuestra misión educativa y liberadora como una LIBERACIÓN INTEGRAL de la persona humana, que alcanza su sentido más pleno cuando descubre y llega a vivir explícitamente su vocación en Cristo; y de la sociedad, que está llamada a configurarse según los valores del Reino. La situación anteriormente descrita sólo podrá ser superada a través de una EDUCACIÓN LIBERADORA. Porque educar, no es simplemente enseñar. La escuela

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es algo más que un ámbito de enseñanza, de transmisión de simples contenidos de carácter conceptual, la escuela debe ser un ámbito de educación, un lugar donde se fomenta el desarrollo de capacidades, actitudes y valores, motivaciones e intereses del alumno/a para ayudarle a crecer de un modo integral como persona. Cuando tanto hablamos de globalización, de nuevas tecnologías, de lo virtual,... se oye un gran clamor de aquellos y aquellas que analizando la situación presente y proyectándose hacia el futuro nos gritan : " Sólo la educación adecuada podrá dar a las personas y a los pueblos, la soberanía de su propio destino ".

Nuestra escuela mercedaria será SIGNO DE LIBERACIÓN, CANTO PROFÉTICO DE LIBERTAD, ESPACIO DE EDUCACIÓN LIBERADORA en la medida en que tengamos, desde nuestro carisma, algo distinto que decir, incluso alternativo, en el mundo de la educación. La escuela debe ser no sólo un espacio de discernimiento de lo que la sociedad pide en cada momento, debe y tiene que ser también un espacio de discernimiento de lo que la sociedad necesita, es decir, de lo que la sociedad tiene que ser. Por eso la escuela cuando educa en valores va remando contracorriente, porque los valores socialmente en alza, en muchos casos, son contravalores desde una perspectiva humanista y cristiana. La escuela está llamada a propiciar rasgos de paz en la cultura cuando vivimos en una sociedad que rinde culto a la violencia; la escuela debe potenciar el trabajo cooperativo que exige mucho de diálogo, tolerancia, disponibilidad y compartir cuando vivimos en un mundo brutalmente competitivo. 

En nuestra escuela mercedaria el centro es la persona como valor absoluto y fin en sí misma; somos conscientes de que la persona " no tiene precio, sino dignidad"; que cada persona es única, singular, original y autónoma. Está pues por encima de todo tipo de estructura, de toda clase, de toda razón de estado, de la razón económica o política. Jesús, el Cristo Libertador, ha puesto siempre al hombre/mujer por encima de la ley, de la norma; por eso le pregunta a la adúltera: ¿ninguno te ha condenado? , y afirma de modo categórico que el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. El centro de la acción salvífica - liberadora es la persona del

hombre/mujer llamado/a a plenitud.Nuestra escuela mercedaria tendrá hoy plena significación ( quizá más que

nunca) solamente si somos capaces de volver a lo sustancial de nuestros orígenes : la misericordia entrañable que cura llagas, remedia males, calma pesares, destierra necesidades, enjuga lágrimas, no deja en nuestros centros mercedarios un solo/a alumno/a abandonado/a, afligido/a, desamparado/a, sin una educación mínima que le permita insertarse en la sociedad en que le toca vivir de un modo pleno como persona; es decir, si hacemos en educación lo que no hace nadie y como no lo hace nadie. Hubo un tiempo en que nuestra escuela mercedaria se hizo presente donde nadie estaba, de alguna manera hacia una labor de subsidiariedad; se creaban escuelas en los pueblos donde el estado no las tenía, por falta de medios o de maestros; se creaban escuelas

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para sectores, en aquel entonces marginales de la población, como las mujeres y los pobres; desde mediados del siglo XIX y hasta muy mediado el siglo XX, hicimos lo que nadie hacía y como nadie lo hacía, pues en esa época se tenía la convicción profunda de que la cautividad de la ignorancia es una de las mayores esclavitudes del alma. A lo largo del siglo XXI tenemos que ir dando respuestas creativas e innovadoras a las opresiones, esclavitudes y cautividades del mundo de la escuela: ¿qué podemos hacer por y para los objetores escolares?, ¿qué tipo de integración socio-laboral ofrecemos a los menos dotados?, ¿qué hacer con los que nadie quiere por su conflictividad?,... 

Nuestra escuela mercedaria esté donde esté y haga lo que haga, si no es SIGNO TRANSPARENTE DE LA MERCED DE MARÍA, a través de la vivencia de los valores que emanan del carisma mercedario: amor, libertad, justicia y solidaridad, no será más que la sombra de sí misma. Si hacemos lo que hacen todos, si nos metemos en las líneas de competitividad de todos, si no somos capaces, porque no queremos o porque no podemos, de aportar nuestra especificidad mercedaria entonces nos tendríamos que replantear muy seriamente nuestra presencia en el mundo educativo bajo el título de escuela mercedaria. 

Nuestra escuela mercedaria será liberadora cuando nuestros/as alumnos/as la perciban como un espacio social y eclesial donde poder afirmar su yo personal y creyente, abriéndose creativamente a los demás y a la trascendencia, sintiéndose personas y creciendo en libertad.Nuestra escuela mercedaria será SIGNO DE LIBERACIÓN, EDUCARÁ DE UN MODO AUTÉNTICO EN LIBERTAD, cuando en su planificación no tenga como eje transversal la competitividad y productividad desmedidas, pues por aquí también se envilece el valor de la persona humana; cuando sea capaz de medir la calidad educativa con instrumentos de medida que nos hagan percibir la maduración integral de la personalidad del alumno/a y no tanto por los éxitos pasajeros en los espacios de competitividad. Estadísticas de aprobados en la selectividad, porcentajes de alumnos/as que alcanzan el graduado en educación secundaria, números que indican la dimensión del fracaso escolar, ranking de puntuación de los/as alumnos/as de nueva admisión en términos académicos pueden ser elementos necesarios para la marcha de un centro educativo, pero nunca lo más nuclear e importante de un centro mercedario, pues la Merced y Misericordia de María utiliza otro tipo de parámetros: la escala de puntuación del amor, la desviación típica que mide nuestra concentración en torno a la acción educativa liberadora y los intervalos de confianza que miden la vivencia de los valores de libertad, justicia y solidaridad con un nivel alto de fiabilidad. 

Nuestra escuela mercedaria ASUMIRÁ LA INVERSIÓN DE LA LÓGICA HUMANA, como en el Magníficat, cuando la atención educativa preferente por el pobre no se convierta en una EDUCACIÓN POBRE. La compasión nos puede, con mucha facilidad, llevar a un abaratamiento de nuestra profesionalidad como educadores y educadoras. La verdadera opción por los más pobres - como han hecho nuestros/

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as fundadores/as - es consecuencia de la " plenitud vital " (de nuestro encuentro con el Dios del Evangelio y con María de la Merced, Evangelio de la Libertad) o es "mercancía" que se utiliza para satisfacer nuestras necesidades, con frecuencia ni confesables ni confesadas. Los pobres, nuestros predilectos en el mundo educativo son - tienen que ser y deben ser - aquellos/as alumnos/as desmotivados, con problemas de integración, con pocas capacidades, conflictivos u objetores escolares que con nuestra inestimable ayuda y comprensión, sin ataduras (socioculturales, económicas, psicológicas o ambientales) puedan desplegar toda su riqueza personal, toda la bondad recibida del Creador, de aquel que libres los creó y libres los quiere, para que puedan ser cada día más libres, más solidarios, más fraternos, más personas, en definitiva, más " merced ".

Nuestra escuela mercedaria entonará, como María en el Magníficat, un himno de alabanza cuando entienda la tarea educativa como la acción de influencia ejercida sobre el/la alumno/a con el fin de ayudarlo/a a llevar a cabo su "personalización" , es decir, ser libre como definición sustancial de su ser persona. La libertad llega a su máximo de plenitud cuando la persona se pregunta acerca de qué es lo más importante que puede hacer con su libertad y descubre que lo más grande es ponerla al servicio de los demás. Sólo entonces podrá entender que el culmen de la libertad es ponerse de rodillas ante el Dios que nos salva y nos libera, que nos redime con amor y desde el amor. 

Nuestra escuela mercedaria podrá cantar el gozo de la gratitud, como María en el Magníficat, cuando descubra que " la unidad no hace la fuerza " si carecemos de fuerza en el origen y lo que ponemos en común son las correspondientes debilidades, incomprensiones e ignorancias; cuando grite y proclame con hechos y palabras que no es legítimo " descafeinar " nuestra oferta educativa original - la que emana de nuestro carisma - dejándose simplemente fascinar por la cohesión de los grupos, se llamen claustros, ampas, consejos escolares,... Nuestra escuela mercedaria podrá entonar el Magníficat si toma conciencia de que su valor más importante - el que da pleno sentido a los demás - es la persona como valor absoluto y fin en sí misma, sólo entonces la propuesta del valor de la libertad, de la justicia, de la solidaridad y del amor tendrán un anclaje seguro y no serán meras declaraciones retóricas.

En nuestra escuela mercedaria " EDUCAMOS PARA LIBERAR " , como rezaba

el lema del II Encuentro de los Colegios Mercedarios de España, si tomamos como piedra angular de nuestra acción educativa liberadora el texto evangélico : " El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido, me ha enviado para anunciar a los pobres la Buena Nueva, a PROCLAMAR LA LIBERACIÓN A LOS CAUTIVOS,

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LA VISTA A LOS CIEGOS, PARA DAR LA LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS Y PROCLAMAR EL AÑO DE GRACIA DEL SEÑOR " (Lc 4, 18-19). Lo que supone tener como finalidad de nuestra acción educativa la formación INTEGRAL Y LIBERADORA, de modo que nuestra acción educativa y el testimonio de los educadores y educadoras sea una invitación constante a crecer en libertad, según el Evangelio. Una EDUCACIÓN LIBERADORA que abre a las personas al uso responsable de su libertad personal y al respeto a la libertad de los otros. La libertad que se consigue por la transmisión de la cultura la concebimos como LIBERACIÓN TOTAL DE LA PERSONA, en sus dimensiones personal y colectiva, material y espiritual. 

A la luz de las grandes esclavitudes - cautividades que nos atenazan en nuestro mundo actual, la EDUCACIÓN cobra para nosotros y nosotras, como familia mercedaria en el mundo de la escuela, una importancia extraordinaria, como plataforma liberadora y anuncio de la Buena Nueva de Jesús. 

Nuestra identidad mercedaria nos impulsa a optar por una educación " en y para" la libertad. Lo que supone capacitar a los/as alumnos/as para que sean respetuosos con la libertad de los demás; aprendan a hacer buen uso de su libertad personal y sean conscientes de que la liberación total de la persona se realiza en la DONACIÓN DE

SÍ MISMOS en el servicio a los demás. Educar " en y para " la libertad lo debemos hacer visible y operante en tres aspectos fundamentales de la vida de nuestros centros: a) normas y libertad, es decir, establecer normas y fronteras dentro de un clima de democracia participativa; b) relaciones humanas y libertad de expresión y c) trabajo escolar en libertad, no todos lo mismo al mismo tiempo. Debemos potenciar todo aquello que " nos va haciendo más libres para ser liberadores/as". Si queremos gozar, como comunidades educativas, de la "libertad de los/as hijos/as de Dios ", convirtamos nuestro ambiente del aula, del centro, de las relaciones con los otros y otras en un espacio donde se haga visible, de modo real y

efectivo, la LIBERTAD que proclamamos y que llena las paredes y murales de nuestros centros. 

Ø¿Por qué no entonar el Magníficat en nuestra escuela como

educadores/as?

PROCLAMA NUESTRA ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR,

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- de aquel que llamándose AMOR, al amor nos convoca;- de aquel que nos ha creado a imagen y semejanza suya;- de aquel que nos regala, en cada instante, el mundo en que habitamos como espacio educativo para nuestra realización personal y la de nuestros/as alumnos/as;- de aquel que nos invita, con amor generoso, a ser personas en plenitud, personas con los demás, personas para los demás. 

SE ALEGRA NUESTRO ESPÍRITU EN DIOS, NUESTRO SALVADOR,

- porque nos ha concedido, con gratuidad infinita, el don de la vida y el don de la fe;- porque nos ha adornado con alas de libertad, como definición sustancial de nuestro ser;- porque nos ha personalizado, con nombres propios, como realidades únicas e irrepetibles, con limitaciones y capacidades específicas, con cualidades, dones y carismas;- porque nos ha obsequiado con un horizonte de felicidad plena, si somos capaces de dar los mínimos en el amor, un amor que es entrega generosa a los demás, dar la vida en la tarea educativa, día tras día, como Él la dio, para ayudar a la construcción de una sociedad y un mundo más justo, libre y solidario, que sólo a través de la EDUCACIÓN LIBERADORA podemos conseguir;- porque nos ha encumbrado como personas, por encima de toda estructura, de toda clase, de toda razón de estado, económica o política, por eso nos ha hecho irrepetibles, singulares, originales y autónomos.  

PORQUE HA MIRADO NUESTRA HUMILLACIÓN,- se ha fijado con cariño en nuestra pequeñez, en la pobreza y humildad de nuestro ser;- evaluándonos con la generosidad de quien sabe captar lo positivo, nos ha hecho educadores/as en clave de merced, posibilitando que seamos dadores de vida, para el alumbramiento de personas libres, justas, solidarias y fraternas a través de nuestra acción educativa;- nos ha regalado el rol de mediadores/as para que nuestros/as alumnos/as aprendan a leer, analizar, interpretar y posicionarse ante la realidad que les rodea desde la perspectiva del valor persona - creyente - mercedario/a.

DESDE AHORA NOS FELICITARÁN TODAS LAS GENERACIONES,

- porque aún cuando vivimos en una sociedad que no nos valora como educadores/as, porque es cada vez más práctica, materialista, virtual y consumista que considera lo

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educativo como etiqueta decorativa;- tenemos la certeza de que Tú, Padre de bondad, no nos consideras como "algo" sino como "alguien" y que te relacionas con nosotros/as como un Tú hacia otro tú en clima de amor;- sabemos que nos dices que valemos tanto que pones Tú libertad al servicio de nuestro bien para que seamos aún más libres;- por eso tenemos la certeza de que nuestra entrega generosa a la misión educativa será recompensada, como nos decía el P. Zegrí, no sólo por Ti siempre santo, siempre misericordioso, sino que también recibiremos de nuestros/as alumnos/as el testimonio más expreso de gratitud y de reconocimiento que en su día nos tributarán por nuestros desvelos y cuidados.  PORQUE EL PODEROSO HA HECHO OBRAS GRANDES POR NOSOTROS/

AS,

- dándonos la vocación de ser educador/a mercedario/a, vocación que llega a su plenitud cuando somos capaces de volver a lo sustancial y originario de nuestros/as fundadores/as: hacer en el campo educativo lo que no hace nadie y como no lo hace nadie, a través de la misericordia entrañable;- enviándonos al mundo de la escuela para llevar un mensaje que no es nuestro, tampoco es nuestra la palabra de contamos y hace vida, es la "Buena Nueva" que Jesús viene a ofrecer a los hombres y a las mujeres;- haciéndonos mediadores/as de caminos nuevos, caminos de esperanza, ilusión y alegría, desde nuestra apertura a los/as otros/as, la empatía con los/as otros/as;- colocándonos como una especie de manos históricas de su acción sobre los/as alumnos/as a través de nuestra palabra y nuestra presencia. Es el mismo Jesús, el Maestro, quien nos dice a cada uno/a de nosotros/as : " Ve a decir y testificar con tu acción docente cuanto yo dije y testifiqué ".- Pero, el Padre de bondad, no sólo ha hecho obras grandes en nuestro favor, también en favor de nuestros/as alumnos/as a través de nuestra acción educativa, posibilitando que aprendan más y mejor según sus capacidades, ritmos, motivaciones e intereses; que aprendan a adquirir la capacidad de transformar y construir nuevos conocimientos; haciendo que nuestros/as alumnos/as perciban la escuela, el aula, el patio de recreo como un espacio social y eclesial donde puedan afirmar su yo, abriéndose de un modo creativo a los demás, sintiéndose personas y creciendo en libertad.

SU NOMBRE ES SANTO, - porque Él mismo es santidad, nos llama a nuestra vocación de santidad y evangelización como educadores/as;

- porque Jesús, el Señor, predicó la santidad de vida a todos/as y

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cada uno/a de sus discípulos/as, de cualquier condición que fuesen, debemos cumplir su llamada: " Sed, pues, vosotros/as perfectos/as como vuestro Padre celestial es perfecto " (Mt 5,48);

- porque estamos llamados/as, desde cualquier estado o condición, a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad con la cual, aún en la sociedad terrena, se promueve un modo de vivir más humano, más conforme con los valores del Reino;- todos/as y cada uno/a de nosotros/as debemos ser santos, siguiendo las huellas de Jesús y amoldándonos a su imagen;- por eso nuestra enseñanza en parábolas - como metodología de libertad - debe potenciar el entendimiento en los humildes y sencillos de nuestras escuelas. 

Y SU MISERICORDIA LLEGA A SU FIELES DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN,

- porque estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos, como educadores/as mercedarios/as, debemos ser SIGNO de la transparencia del Reino, debemos ser testigos de sus valores, para que el mandato de Jesús : " Id y enseñad..." (Mt 28,19), se vaya haciendo realidad misericordiosa en nuestro mundo;- porque su misericordia entrañable seguirá llegando también a través de nosotros si somos signo de misericordia, de merced, y esto va a depender de " nuestro encuentro con el Señor ";- porque si fomentamos la vivencia del valor de la misericordia en nuestra relación con nuestros/as alumnos/as y en nuestra convivencia diaria educamos a las nuevas generaciones en la capacidad de saber mirar las llagas, los males, los pesares, las necesidades, las lágrimas del mundo en el que viven, posibilitando dar una respuesta, desde el amor y con amor, para que sean capaces de curarlas, remediarlos, calmarlos, desterrarlas, enjugarlas,...  EL HACE PROEZAS CON SU BRAZO: DISPERSA A LOS SOBERBIOS DE CORAZÓN, DERRIBA DEL TRONO A LOS PODEROSOS Y ENALTECE A

LOS HUMILDES,

- y nosotros/as como brazos de la acción histórica de Dios en el mundo debemos dispersar a los soberbios/as de corazón que habitan en el mundo de la escuela, que son aquellos/as que lo saben todo, que no tienen nada que aprender ni compartir, que se sienten autosuficientes y caminan por nuestros centros mirándonos a los demás en perspectiva caballera, es decir, desde arriba;- debemos derribar de su trono, con nuestro talante personal y estilo de enseñanza, aquellas planificaciones sociales, educativas, políticas o económicas cuyo "eje transversal" es la "productividad " y "competitividad", que generan espacios o ámbitos

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donde se expulsa despiadadamente del sistema a las personas de menos capacidad productiva, bien sea por su edad, por sus limitaciones, etc; por aquí también se envilece el valor de la persona.

- Y nosotros/as como educadores/as mercedarios/as, en el mundo de la escuela, debemos evitar medir y que se mida la "supuesta " calidad educativa por el éxito competitivo, aquel que se cuantifica en porcentajes, haciendo que se mida por la maduración del ser persona del alumno/a;- y nosotros/as con nuestra enseñanza, como testigos del Dios que es amor, haremos realidad el derribo de los poderosos y la exaltación de los humildes y sencillos cuando en nuestras escuelas estemos habilitados para pronunciar la misma alabanza que Jesús: " Te damos gracias, Padre, porque al esconder estas cosas a los que se tienen por sabios, se las has revelado a los pequeños " (cf. Lc 10,11).- Dispersar, derribar y enaltecer son tres verbos de conducta que debemos poner en práctica los hombres y las mujeres que gritamos: ¡ SOMOS LIBRES, PARA LIBERAR!

A LOS HAMBRIENTOS LOS COLMA DE BIENES Y A LOS RICOS LOS DESPIDE VACÍOS;

- nosotros/as debemos colmar de bienes a aquellos/as alumnos/as desmotivados potenciando su motivación, ayudándoles a que alcancen una actitud favorable que les lleve a mostrar " amor hacia el estudio " , como nos pedía y nos sigue pidiendo el P.Zegrí, principio fundamental si queremos lograr un aprendizaje significativo y sobre todo principio de bienestar emocional, que sí es un indicador de calidad educativa;- debemos colmar de bienes con nuestra acogida, humildad, sencillez, apoyo y todos los recursos pedagógico-didácticos disponibles a aquellos/as alumnos/as que, según nuestros modelos de medida, tienen pocas capacidades o aptitudes para el estudio, para que puedan desplegar toda su riqueza personal;- debemos colmar de bienes con nuestra apertura - corazón sin puertas y manos siempre abiertas - , con cariño, actitud de acompañamiento y escucha activa - que es una forma de amar - a aquellos/as alumnos/as conflictivos/as u objetores escolares, para que a través de la comunicación y el fomento de su autoestima puedan romper las cadenas que les impiden una buena integración y un ritmo normal en el proceso de enseñanza-aprendizaje; - pero seguramente de nuestros centros mercedarios despedimos vacíos a aquellos y aquellas que con nosotros/as han adquirido simplemente una riqueza de contenidos culturales pero no han crecido, porque no han querido, no han podido o no hemos sabido, en riqueza de valores auténticamente humanos: amor, libertad, justicia y solidaridad; - colmaremos a los hambrientos de bienes y despediremos a los ricos vacíos si somos capaces de recorrer, como educadores/as y como comunidad educativa, el largo camino de los empobrecidos de nuestro mundo escolar y de nuestra sociedad, camino que asumiremos cuando seamos capaces de sentirnos afectados por el sufrimiento del

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otro/a, conozcamos al otro/a, trabajemos con el otro/a, vivamos con el otro/a en una sociedad y en una escuela más justa, libre, solidaria y fraterna, en definitiva, como pedía el P.Zegrí a su Congregación, cuando seamos capaces de leer el evangelio de la vida desde la parábola del Buen Samaritano, lectura que supone: hacerse cargo de la realidad, cambiar de mentalidad, cargar con la realidad y encargarse de la realidad en que vivimos. 

AUXILIA A ISRAEL, SU SIERVO, ACORDÁNDOSE DE LA MISERICORDIA - COMO LO HABÍA PROMETIDO A NUESTROS PADRES

- EN FAVOR DE ABRAHÁN Y SU DESCENDENCIA POR SIEMPRE.

- porque Dios Padre, rico en misericordia, auxilió, ya en otro tiempo, a Israel llevándolo a la libertad y sigue, a través de los tiempos, igual que socorrió a Samaria y a Jerusalén, ya del impío Senaquerib, y del soberbio Benadab; igual que confundió a los arrogantes, valiéndose de los instrumentos más débiles y flacos, como lo admiró Betulia en Judit, Neptalí en Jael, Egipto en Moisés, y el valle de Terebinto en David, comunicándonos un mensaje consolador; su insondable misericordia no sólo se compadece de nosotros/as, sino que nos rescata, redime y libera (Cf. P. Zegrí);- porque en Jesús re recoge toda la ternura misericordiosa de Dios su Padre, Él es la imagen del Dios invisible; y por eso Cristo es, para los/as mercedarios/as, el modelo de redentor y misericordioso.-Por eso como escuela mercedaria, como educadores/as con misericordia entrañable, sabemos que Él está auxiliándonos, liberándonos, redimiéndonos hasta la consumación de los siglos, y tenemos la certeza de que María de la Merced, la Madre de las misericordias, nuestra sin igual Madre y Protectora, como gustaba llamarla el P.Zegrí, nos acoge bajo su manto de cariño, nos auxilia en nuestras dificultades educativas, nos protege y acompaña, en cada momento, por el camino educativo que debemos seguir, el camino de formar personas libres y liberadoras. 

Que la escuela mercedaria sea la escuela del Magníficat, una escuela proféticamente liberadora, es lo que todos/as deseamos y que poco a poco, a través de la pedagogía de Dios, la de los pequeños pasos, iremos consiguiendo con la protección y ayuda de María de la Merced. 

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Y termino con un a modo de antífona para nuestro Magníficat: " CON NUESTRA SIN IGUAL MADRE Y PROTECTORA, MARÍA DE LA MERCED, CANTÉMOSLE A DIOS EN NUESTRA ESCUELA: EN LAS AULAS, EN LOS CLAUSTROS Y EN LOS PATIOS DE RECREO".

Oración a María de la Merced

LIBERANOS, MADRE, del actual concepto de aprendizaje;

condúcenos hacia la idea de que es el/la alumno/a quien

realiza sus propios aprendizajes. De que la actividad del

alumno/a que aprende prevalece sobre la del profesor/a

que enseña.

LIBERANOS, MADRE, del tratar a todos y a todas por

igual; condúcenos por el camino de la comprensividad y

diversidad. Que respetemos y potenciemos una educación

auténticamente personalizada.

LIBERANOS, MADRE, de creer que lo más importante son

nuestras enseñanzas; condúcenos por el camino que nos

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lleve a descubrir que lo realmente importante es el

aprender de los/as alumnos/as, lo que descubre, lo que

hacen, lo que piensan, lo que dicen,…

LIBERANOS, MADRE, de que el principal cometido de

la escuela es transmitir conocimientos; condúcenos,

Madre, por el camino que nos lleve a descubrir que

lo importante es “hacer personas”, ciudadanos/as

responsables, cristianos/as comprometidos/as.

LIBERANOS, MADRE, de nuestras suficiencias, de nuestras

seguridades, de nuestras instalaciones; condúcenos,

Madre, por el camino de la duda e inseguridad en

nuestros métodos, para ser creativos e investigadores,

preocupados por el aprendizaje, corresponsables con el

trabajo grupal.

María de la Merced, Madre de la Liberación, convierte

nuestras COMUNIDADES EDUCATIVAS, que te proclaman

Madre de Misericordia, en comunidades evangelizadoras

en línea de compromiso liberador.

Que con tu ayuda, Madre de la Merced, seamos cada día

más y mejores redentores/as en el mundo de la escuela.

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