mas solo (alternativas económicas, n 15 2014)

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Más solo, menos comprometido ARIADNA TRILLAS (alternativas económicas, n 15 2014) El cambio de reglas afecta a las relaciones de poder en la empresa, y el emprendedor es ensalzado frente al asalariado Recuerda en qué condiciones trabajaba hace cinco años? Estadísticamente, tiene muchas cartas en favor de que fueran peores que las de ahora. El 76% de los españoles cree que tenemos un mal horario, una mala organización de la salud y la seguridad, una mala manera de estar representados ante el empresario... Y el 86% opina que este marco laboral se ha deteriorado respecto de 2008. Según el Eurobarómetro de la Comisión Europea, solo los griegos nos superan en descontento. Los problemas confesados se concentran en una carga de trabajo desproporcionada (10 puntos porcentuales más que la media europea), en que no se consultan al afectado los cambios de turnos, en que no se tiene en cuenta su opinión y en que cuesta equilibrar el trabajo y la vida personal. “Cualquier comparación con el pasado no tiene nada que ver: vamos hacia una precariedad del empleo, tanto para quienes no perdieron el suyo como para los que, tras estar un tiempo desempleados, han conseguido otro trabajo”, sentencia Àngels Valls, investigadora del Instituto de Estudios Laborales de Esade. El cambio de reglas que han supuesto las últimas reformas laborales, en especial la de 2012, tiene consecuencias en el ambiente interno de las empresas. Las estadísticas de empleo revelan, por ejemplo, que los impagos salariales se han disparado en los últimos años como motivo para ir a la huelga (véase el cuadro). En 2013, se dejaron de trabajar cerca de un millón de horas en España, menos que las registradas en los años de mayor conflictividad laboral (2009 y 2012), pero casi el doble de lo habitual en épocas tranquilas. Los expertos en recursos humanos apuntan que las compañías afectadas por despidos y recortes salariales son un 50% más

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ARIADNA TRILLAS

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Ms solo, menos comprometido

Ms solo, menos comprometido

ARIADNA TRILLAS (alternativas econmicas, n 15 2014)

El cambio de reglas afecta a las relaciones de poder en la empresa, y el emprendedor es ensalzado frente al asalariado

Recuerda en qu condiciones trabajaba hace cinco aos? Estadsticamente, tiene muchas cartas en favor de que fueran peores que las de ahora. El 76% de los espaoles cree que tenemos un mal horario, una mala organizacin de la salud y la seguridad, una mala manera de estar representados ante el empresario... Y el 86% opina que este marco laboral se ha deteriorado respecto de 2008. Segn el Eurobarmetro de la Comisin Europea, solo los griegos nos superan en descontento. Los problemas confesados se concentran en una carga de trabajo desproporcionada (10 puntos porcentuales ms que la media europea), en que no se consultan al afectado los cambios de turnos, en que no se tiene en cuenta su opinin y en que cuesta equilibrar el trabajo y la vida personal.

Cualquier comparacin con el pasado no tiene nada que ver: vamos hacia una precariedad del empleo, tanto para quienes no perdieron el suyo como para los que, tras estar un tiempo desempleados, han conseguido otro trabajo, sentencia ngels Valls, investigadora del Instituto de Estudios Laborales de Esade.

El cambio de reglas que han supuesto las ltimas reformas laborales, en especial la de 2012, tiene consecuencias en el ambiente interno de las empresas. Las estadsticas de empleo revelan, por ejemplo, que los impagos salariales se han disparado en los ltimos aos como motivo para ir a la huelga (vase el cuadro). En 2013, se dejaron de trabajar cerca de un milln de horas en Espaa, menos que las registradas en los aos de mayor conflictividad laboral (2009 y 2012), pero casi el doble de lo habitual en pocas tranquilas.

Los expertos en recursos humanos apuntan que las compaas afectadas por despidos y recortes salariales son un 50% ms propensos a tener un compromiso bajo, y que los mbitos que quedan ms tocados son la comunicacin, las relaciones internas y la organizacin. Despus de dos dcadas estudiando el clima laboral y de comparaciones entre empresas, Roco Fernndez, directora de Talento y Compensacin de Towers Watson, seala que el elemento del compromiso que ms flaquea es el emocional. El enganche emocional se pierde, el orgullo de pertenencia, tambin. Aunque la pata racional de ese compromiso no se haya resentido en la medida en la que un trabajador comprende el impacto de su tarea sobre el conjunto y la mayora est dispuesta a trabajar ms por menos, aunque sea porque no queda otro remedio.

No supera un tercio los empleados que hoy piensan que existen oportunidades de desarrollo profesional en su empresa, ni que crean en el sincero inters de sus jefes en el bienestar de la plantilla, segn el Global Workforce Study, de Towers.

Calentar la silla por temor

En 2012, un estudio del portal de bsqueda de empleo Infojobs estim que el 75% de trabajadores estaban convencidos de que la crisis haba servido de pretexto a su empresa para empeorar las condiciones de trabajo, y el 40% auguraba represalias del jefe si cogan una baja laboral.

Segn el Observatorio de Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social, la cantidad de partes de enfermedad profesional comunicados se mantuvo estable entre 2007 y 2013. Sin embargo, del total, los partes con baja descendieron en esos aos de 11.400 a 7.599, mientras que los partes sin baja se incrementaron de 5.418 hasta 9.197. Al principio de la crisis, el descenso del absentismo laboral fue motivo de regocijo en las patronales empresariales: pareca corroborar cierta picaresca es un clsico que, entre los jvenes, el absentismo siempre sube en lunes. Pero de absentismo ha pasado a hablarse de presentismo. Incurre en l el trabajador que, pese a tener una causa justificada de baja mdica, va al trabajo por miedo. Y lo mismo ocurre con quienes se quedan ms horas para ser vistos, ms que para rendir.Detrs del absentismo puede haber picaresca, pero se esconden otras cosas. Nuestros horarios son poco friendly de cara a la persona. El modo de disminuir el absentismo es tener horarios flexibles, menos extensos, aconseja ngels Valls.

La mezcla de descontento y el miedo a expresarlo se da en un contexto de cambio profundo de las relaciones laborales. Nos encontramos ante cierta desindicalizacin, ante una desertizacin de espacios regulados. Emerge una actuacin del trabajo falseado, no declarado, difcil de medir. Y la sensacin que predomina es la de que la autoridad privada no tiene lmite, reflexiona el catedrtico de Derecho del Trabajo Antonio Baylos, quien insiste en la alternacin de la relacin de poder en los ya de por s asimtricos vnculos salariales.

De casi 380.000 trabajadores afectados en 2013 por procedimientos de regulacin (despidos colectivos, reduccin de jornada y, sobre todo, suspensin temporal de contrato), casi el 90% fueron acordados. De ello se desprende un papel activo de los sindicatos en la negociacin de expedientes. La prdida de interlocucin de calidad del sindicato se produce en la negociacin de convenios colectivos, y a medio plazo pagaremos ese cambio de funcin, porque los convenios marcan la referencia del grueso de nuestro mercado laboral, aade Valls. La figura del sindicato, que est sufriendo una operacin de deslegitimacin, se reinterpreta: ya no se le toma como un partner o un interlocutor, porque no es titular del poder de contratar las condiciones de trabajo y el empleo, corrobora Baylos.

Menos poder sindical

Si creemos las encuestas del Centro de Investigaciones Sociolgicas (CIS), los ciudadanos valoran a los sindicatos con 2,45 en una escala del 0 al 10. A menudo se les asimila a las lites, lo cual es en parte injusto, seala el socilogo Ignacio Urquizu. Frente a la idea extendida de que las centrales tienden a defender a los trabajadores ms protegidos, y de que no han sabido canalizar el malestar de los jvenes movimientos ciudadanos, Urquizu recuerda que las mareas que mejor han funcionado, como la Marea Blanca de Madrid, han sido las de mayor arropamiento sindical. Aportan organizacin, aade.

Segn la OCDE, el nivel de afiliacin sindical en Espaa es del 15,9%, un nivel bajo en relacin con Dinamarca, Suecia o Austria, pero menos de dos puntos porcentuales por debajo de la media de la organizacin. Segn la Fundacin 1 de Mayo, los afiliados en 2010 eran 2,89 millones de trabajadores, el 18,9% de la poblacin asalariada, basndose en la Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo (aunque esta reduce la cifra de afiliacin al 16,4%). No hace mucho, la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) dio la razn a CC OO y UGT y concluy que la reforma laboral vulner los derechos de libertad sindical y negociacin colectiva de varios convenios ratificados por Espaa, pues no se consult a los sindicatos, ni se les dio tiempo para estudiarla antes de su aprobacin por el Gobierno.

La prdida de fuerza de los sindicatos enlaza con el desplazamiento del asalariado, frente al protagonismo ensalzado del emprendedor. Este discurso es un sntoma de un mercado laboral empobrecido, interpreta Urquizu. El emprendedor es la nueva figura poltica de referencia como creador de riqueza, dice Baylos. De una relacin salarial entre empresario y trabajadores mediatizada por los sindicatos se pasa a una relacin mercantil o de servicios en que el trabajador est solo ante la empresa. A menudo se trata de autoempleo con menos derechos.

Entre abril de 2013 y abril de 2014, mientras que los afiliados al rgimen general de la Seguridad Social aumentaron el 1%, los autnomos lo hicieron en el 2,11%. La tendencia ha ido a ms en el primer cuatrimestre (0,32% frente a 1,58%). Entre las nuevas sociedades constituidas en Espaa , casi dos tercios son microempresas dedicadas a la restauracin o puestos de comida.