Material 10 Pasos Para La Liberacion Espiritual

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  • Ministerio de Liberacin - Pr. Pablo Bottari

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    10 PASOS PARA MINISTRAR LIBERACIN

    (EXTRACTADOS DEL LIBRO LIBRES EN CRISTO, DEL PASTOR PABLO BOTTARI)

    "La experiencia que he ido adquiriendo a travs de los aos y al estar interviniendo directamente en el ministerio de liberacin en muchsimos y diferentes lugares, me ha movido a elaborar diez pasos. La recomendacin es seguirlos en el orden en que estn presentados. Considero que estos pasos son coheren-tes, sencillos y eficaces. Los primeros cuatro pasos se refieren a situaciones en que las personas se manifiestan durante una reunin. Pero si se nos acerca una persona que declara estar sufriendo opresin del enemigo y nos comparte su deseo de ser liberada, los cuatro primeros pasos son innecesarios dado que la persona est consciente; si no es creyente, lo primero que hago es presentarle el evangelio. En todos los casos es imprescindible tener en cuenta que delante nuestro tenemos almas que necesitan a Cristo. Es un error ensaarnos con la persona o asustarla gritndole al demonio que la tiene sujeta. No ministramos demonios sino personas. La Palabra de Dios nos asegura que el evangelio debe ser presentado a las personas; son ellas las que deben tomar decisiones. No encuentro en la Biblia casos en que Dios haya tratado con personas sin que ellas participaran. En la ministracin es necesario tener respeto, prudencia, y pudor. Tenemos almas delante de nosotros. Si la herimos, la persona cerrar su corazn y se ir mal. Ministremos con amor, con mucho amor; tengamos en cuenta la descripcin del amor en 1 Corintios 13. No ministramos con el afn de mencionar cantidades de liberados; importa ms la calidad y no la cantidad de ministraciones positivas. Para ministrar eficazmente hace falta fe. No se puede estar ministrando sin fe. Los Evangelios relatan que despus de la transfiguracin Jess descendi del monte y se encontr con una multitud que rodeaba a sus discpulos y los acusaba de no haber podido liberar a un muchacho endemoniado. Jess ech al demonio y el muchacho qued libre. Cuando luego, estando a solas con Jess los discpulos le preguntaron: Por qu nosotros no pudimos echarlo fuera?", l les dijo: "'Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diris a este monte: Psate de aqu all, y se pasar; y nada os ser imposible. Pero este gnero no sale sino con oracin y ayuno" (Mateo 17:14-21). Claramente Jess les advirti a sus discpulos que no podan estar ministrando sin fe. Cmo se soluciona la falta de fe? Pidindole al Seor que aumente nuestra fe. Si nos damos cuenta que nuestra fe es escasa, debemos orar y ayunar; es una forma de crecer en la fe. No significa que con la oracin y con el ayuno conseguimos algo ms poderoso; eso constituira un mrito nuestro. Debemos estar en permanente comunin con el Seor; l nos mostrar qu problemas nos impiden ministrar eficazmente, siempre en Su nombre. Tiempos de oracin y ayuno favorecen nuestra ntima comunin con Dios y nuestra fe se fortalece en esa estrecha y prolongada compaa. Las personas no quedarn libres porque hemos orado y ayunado mucho, sino por el poder del Seor. Considero muy importante enfatizar que la nica manera en que Jess nos ense a ministrar es en Su nombre: En mi nombre echarn fuera demonios" (Marcos 16:17). No nos dijo que lo hiciramos de otra manera. Hay diferentes opiniones acerca de en qu se ministra. Algunos echan fuera a los demonios por el poder de la sangre de Cristo, otros por el fuego del Espritu Santo, otros mandan que lo hagan los ngeles; tambin hay quienes afirman, citando Isaas 57:10, que como la uncin pudre el yugo, toda liberacin debe ser hecha por el Espritu Santo. Creo que recibimos la uncin para capacitarnos para hacer la tarea. Sabemos que cuando en el nombre de Jess ordenamos que los demonios se vayan, se mueve todo un ejrcito espiritual. Pero no nos fue dada la autoridad de mover el ejrcito espiritual, sino que Jess nos mand dar la orden. Nada ms que eso. A algunos que ministran pareciera que les interesa ms el demonio que la persona a la que estn ministrando. Pero entiendo que el procedimiento correcto involucra el considerar a la persona y no a los demonios, a los que pondremos bajo la autoridad de Cristo invocando Su nombre. Si no se van es porque no hemos encontrado la causa. Pero nos preocuparemos por ministrar esa vida de la mejor manera que podamos. Evidentemente a veces se presentan circunstancias difciles en las que incluso tendremos que usar las fuerzas fsicas para que no se lastime. Pero lo importante es tratar que esas vidas sean daadas lo menos posible por el enemigo.

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    Es necesario entender que la tarea debemos hacerla los hijos de Dios: l nos comision a nosotros, que constituimos Su iglesia. Somos responsables de la tarea de liberacin. Comprendamos tambin que en Su Palabra el Seor no nos orden echar demonios ms que en Su nombre. No nos mand que los quemsemos con el poder de Su Espritu. En la Biblia no est escrito ningn mandato al respecto. Sin embar-go, muchos ministran declarando: El Espritu te quema, te quema, te quema. El Seor no nos orden quemar los espritus ni los demonios; nos mand echarlos en Su nombre. Jess dijo: En mi nombre echarn fuera demonios" (Marcos 16:17). Los demonios salen en el nombre de Jess, tal como l lo mand. Hemos comprobado que cuando declaramos que la sangre de Jess tiene poder, lo cual es verdad, los demonios se enloquecen y le hacen dao a la persona que estamos ministrando. Pero, qu queremos? Que el enemigo se enloquezca y destruya un cuerpo o que no se enloquezca y se vaya? Sin duda que lo que todos deseamos es que Satans se vaya. No tenemos inters en ver personas manifestadas. Cuando tenemos que ministrar a quienes se han manifestado, lo que primero debemos hacer es sujetar al o a los demonios para que las personas se queden quietas. Yo menciono el poder de la sangre cuando de repente el demonio, refirindose a la persona creyente que estoy ministrando, me dice: "Es ma. Y yo s que esa alma ya ha ido a los pies de Cristo. Entonces le digo: "Ests equivocado, porque la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, la limpia de todo pecado. No es tuya. El apstol Pablo, inspirado por el Espritu Santo, seala as la importancia del nombre de Jess: "Por lo cual Dios tambin le exalt hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jess se doble toda rodilla de los que estn en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Seor, para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2:9-11).

    Si hubiera habido otro nombre en el cual ministrar u otra frmula, el mismo Jess lo habra dicho. Omitamos usar frmulas propias; seamos fieles a la frmula divina. En la persona de Jesucristo, Dios nos dio la autoridad sobre principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12). Si ministramos en Su nombre, nada nos daar.

    No empleemos mtodos que son ajenos a la Palabra de Dios. Volvamos a las races simples, a lo que dijo Jess. Si nos plantamos frente a los demonios y les ordenamos irse en el nombre de Jess, los demonios se van. Entiendo que no es bblico ministrar en otro nombre que no sea el de Jess.

    Al ministrar liberacin uno se enfrenta con problemas muy serios; por eso es necesario hacerlo dependiendo del Seor en permanente oracin. Si nos mantenemos conectados con l, paciente y poderosamente el Seor acta en y a travs de nosotros. l hace la obra! Debemos tomar conciencia de que luchamos contra un enemigo que es muy astuto. Nosotros contamos con el auxilio del Espritu Santo: ... mayor es el que est en vosotros, que el que est en el mundo" (1 Juan 4:4). Pero igualmente el consejo para quienes se inician en este ministerio es no apresurarse; es mejor caminar y no correr. Es necesario ir adquiriendo experiencia, colaborando con siervos que ministran como corresponde

    Cuando ministramos tengamos siempre en cuenta que es necesario mantener los ojos abiertos. Si ministramos con los ojos cerrados no nos asombremos si, en algunas manifestaciones muy fuertes, recibamos una bofetada. Hay demonios violentos y es necesario que estemos bien atentos a sus reacciones. Cuando las personas que se acercan para ser ministradas, no estando manifestadas, nos explican problemas de salud que estn padeciendo, corresponde que oremos por sanidad: "Seor, sana esta vida. Ejerzamos el ministerio de sanidad, que tambin forma parte del mandato que Jess dio a los doce discpulos, a los setenta y a su iglesia. No creamos que todos los problemas que perturban a una persona son de ndole espiritual. Si son problemas de orden fsico, encarmoslos como lo que son y oremos por sanidad fsica.

    En el caso de personas drogadas, dopadas por exceso de medicamentos o ebrios, a veces se ora por ellos y quedan lcidos. El Seor es misericordioso y los libera. En caso contrario es necesario explicarles, si mantienen un mnimo de capacidad de entendernos, o a quienes los han trado, que para poder ministrarlos necesitan estar cuerdos, sobrios. Despus de orar, recomendarles que vuelvan a buscar ayuda.

    A personas enfermas que estn siendo medicadas o que estn siguiendo un tratamiento, nunca se les debe aconsejar que no lo sigan haciendo. Ninguno debe oficiar de Espritu Santo. El no necesita que nadie tome su

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    lugar. Si el Seor san a la persona de la enfermedad que padeca, automticamente abandonar los re-medios. Se debe mover por su propia fe, por lo que el Seor le gua hacer.

    Los pasos para ministrar elaborados en base a las experiencias recogidas son los que a continuacin se explican.

    PRIMER PASO

    Cerciorarse de que la persona est manifestada. Es sumamente necesario discernir, verificar el grado de conciencia que tiene la persona manifestada, cuidando de tratarla con mucho amor, sin agredirla, porque cabe la posibilidad de que desconozca la situacin por la que est pasando. Tenemos que evitar excesos de autoridad para sujetar al espritu que domina a la persona, y no provocarle temores que luego pueden producirle ataduras que nosotros mismos hemos originado por nuestra manera de ministrar.

    Este primer paso, que parece tan simple, es muy necesario. Antes de tomar la decisin de sujetar hay que cerciorarse del grado de manifestacin que tiene la persona.

    Debemos ser sumamente prudentes en el trato con las personas. Muchos hermanos que ministran, y que lo hacen errneamente, comienzan reprendiendo al demonio, sin darse cuenta de que son muchos los casos en que las personas estn totalmente conscientes, y slo son mortificadas con el trato autoritario que se les da. Hay casos en que la persona a la que vamos a ministrar est obnubilada, como ida. Cuando vuelve en s, nos pregunta: Dnde estoy?Qu me pas?. Pero tambin se dan situaciones de personas manifestadas que cuando tomamos autoridad y comenzamos a comprobar si est consciente o no, dan seales de entender lo que se les est diciendo. Sabemos de personas que, por el maltrato recibido en una inadecuada ministracin, han ido a parar al manicomio.

    Hay demostraciones externas que evidencian que la persona est manifestada: espumarajos que brotan de la boca, rostro desfigurado, posiciones y posturas extraas del cuerpo y de las manos, mirada hostil. Pero en muchos casos estas evidencias no tienen que ver con el grado de conciencia que la persona puede tener. Continuamente debemos depender de la sabia direccin del Espritu Santo para no cometer errores. Ante cualquier manifestacin fsica no es aconsejable, por ejemplo, comenzar a reprender y a expulsar demonios.

    El hecho de que haya una manifestacin y que la persona est consciente, no quiere decir que la manifestacin no existe, que un espritu inmundo no ha tomado en ese momento autoridad sobre su vida. Por eso la persona no se puede controlar. Si en esa situacin uno empieza a reprender o a atar al espritu inmundo, la persona puede sufrir un shock emotivo terrible, porque al problema que est viviendo le agregamos el miedo que le produce nuestro proceder. En estos casos hay que liberarla de lo que trae y del miedo que le hemos provocado.

    Tenemos que cerciorarnos bien el grado de conciencia de cada persona a la que vamos a ministrar, para saber bien de que manera la vamos a ministrar. Hay que admitir que frecuentemente es difcil no reaccionar en forma por dems enrgica cuando uno se enfrenta con alguien que lo quiere llevar por delante, el demonio en estos casos. No es fcil desconectar lo que es espiritual de la persona en la que ese espritu inmundo est actuando. Es lo mismo que cuando uno se cruza con alguien que lo ofende: la primera reaccin es llevrselo por delante.

    Debemos rechazar la tendencia que a menudo muchos parecieran tener: ver demonios por todas partes, an donde no los hay. En la persona que el Seor nos da el privilegio de ministrar no tenemos que ver nada ms que demonios.

    A menudo hay personas que se manifiestan y se bloquean; tienen los ojos cerrados, parecen estar desmayadas, o haber sufrido una lipotimia (prdida sbita y pasajera del sentido y del movimiento). Esa situacin suele darse en alguien que es temeroso; parece que est como inconsciente, como anulado. Si reprendemos, se sigue escapando. Quienes a veces intentan ministrar casos as, se nos acercan y nos dicen; pastor, hace una hora que estamos reprendiendo y atando, y no pasa nada. Lo que suele suceder en casos como este es que la persona est entendiendo, pero no quiere volver a la realidad. Aconsejamos que le digan:Jess te ama, y nosotros queremos ayudarte. Hganlo con mucho amor, y vern el cambio. La

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    persona entiende lo que le est pasando, lo que sucede es que no quiere vivir la realidad y entonces se anula. Hay muchos casos de estos. Hay personas con problemas cardacos que cuando se ora y debido a la fuerte conmocin que viven, parecen que se han manifestado. Pero lo que realmente estn sufriendo es un problema fsico y es necesario reconocerlo. Sera tremendamente perjudicial para ellas, y su salud correra peligro, si no nos cerciorramos de su estado real, y comenzamos a sujetar y a reprender.

    SEGUNDO PASO

    Si la persona est manifestada, tomar autoridad en el nombre de Jess y sujetar al espritu

    Se aconseja decir lo siguiente: Sujtate en el nombre de Jess. Es una expresin especfica, muy adecuada. No reprender al demonio. La orden de sujetarse en el nombre de Jess resulta mucho ms efectiva que cualquier otra expresin referente a la autoridad sobre los demonios. Esta declaracin incluye no slo el rea espiritual sino tambin otras reas de la persona.

    Cuando los setenta que haban sido enviados por Jess regresaron despus de cumplir la misin que l les encomendara, con mucho gozo le contaron as su experiencia: Seor, an los demonios se nos sujetan en tu nombre. (Lucas 10:17) El pasaje de Lucas agrega que Jess, luego de manifestar que vea a Satans caer del cielo como un rayo (v.18), se regocij en el Espritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los nios. (v.21)

    Es necesario sujetar al espritu que est en la persona antes de ministrarla. Una vez dada la orden, creer que la persona ya est bajo la autoridad de Jess.

    Considero que la expresin: Sujeta en el nombre de Jess es la que ms conviene usar, porque si la persona est consciente, es lo mismo que si le dijsemos: Qudate quieta. Ella misma, como est consciente, colabora quedndose quieta. En este caso, a la persona no le pasa nada, y no se va a ofender, pues tomar la orden para ella; no le har ningn dao. S la hubisemos asustado y perjudicado si hubiramos declarado: Demonio inmundo! Ests atado!.

    Si la persona est inconsciente, la orden de sujecin se la estamos dando al demonio que est dentro de ella. Por qu necesitamos que el demonio se sujete? Para que quede bajo la autoridad de Jess. Si no sujeto al espritu inmundo, ste va a querer seguir haciendo lo que quiera con la persona. Pero si al ministrar me valgo de la autoridad que Jess nos ha concedido, el demonio tiene que responderme a m que lo he atado, sujetado. Por eso debe ser uno solo el que ministra y toma autoridad, no dos ni ms. S es aconsejable que haya otro u otros orando, intercediendo, pero que en ningn momento l o ellos tomen la autoridad y den rdenes al demonio.

    En muchas ocasiones, cuando una persona se manifiesta, se acostumbra que todos, desde el pastor hasta los ujieres, empiecen a gritar. Es como que deseasen demostrar que quien que grita ms fuerte tiene ms autoridad. Pero no es as.

    La autoridad no es propia sino es conferida: no ministramos en nuestro nombre, sino en el de Jess. Cuando se reprende al enemigo, uno solo es el que debe tomar autoridad, en el caso de estar ministrando en equipo. Ms de una vez hemos escuchado que cada uno de los dos o tres que atendan a una persona manifestada gritaban: Sal en el nombre de Jess!Sal en el nombre de Jess! No sala nada, porque en esos casos se haba dividido la autoridad. No podemos tomar autoridad todos juntos. S podemos convenir, que no es lo mismo. Nos ponemos de acuerdo para que Dios acte en esa vida, para que la poderosa presencia del Espritu Santo y la autoridad que hay en el nombre de Jess acten en la persona y la dejen libre. Uno toma autoridad. El o los otros apoyan en oracin y no reprenden. Todo debe hacerse en orden. Si por cansancio o por otro motivo quien est reprendiendo no puede seguir, invita a que lo siga haciendo otro, quien en ese momento toma la autoridad que le ha sido conferida.

    Si no actuamos como corresponde, el demonio seguir manifestndose; en algunos casos se expresar as: Pnganse primero de acuerdo ustedes y despus yo me ir. Cuando nos quitamos la autoridad unos a otros, no logramos nada.

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    Es aconsejable que cuando uno est ministrando, otro creyente lo acompae, apoyndolo en oracin, expresando algo as: Seor dale autoridad a ................ (el nombre de la persona que ministra); dale discernimiento de Espritu, sostenlo, fortalcelo, abre sus ojos espirituales, respldalo. Pero en ningn momento quien est acompaando deber intervenir exclamando, por ejemplo, en voz ms fuerte que quien est ministrando; En el nombre de Jess, toma autoridad sobre ella...... Si as se expresa, le est quitando la autoridad a quien ministra. El que apoya ni siquiera debe tocar a la persona.

    Cuando ordeno al espritu maligno que deje a la persona, tambin le digo, siempre en el nombre de Jess, que le prohbo hacerle dao. A menudo los demonios, cuando se les ordena soltar a quien han tomado, tratan de perjudicarlo con diversas molestias fsicas: ahogos, presiones, palpitaciones, etc. El Espritu Santo se revela cuando ministramos tomando autoridad en el nombre de Jess. Si l nos indica que hay un problema, dmosle lugar al Espritu para que obre libremente. No hay ningn demonio que NO OBEDEZCA cuando le ordenamos: Sujtate en el nombre de Jess. A veces hay algunos demonios que dan ms trabajo que otros; no son soldaditos rasos, son algo ms que soldados comunes, e intentan oponerse. Con frecuencia se da esta fuerte oposicin cuando en la persona hay muy alto grado de odio, son los casos ms difciles. El odio se manifiesta con violencia, con venganza; por eso en estos casos se mezcla lo que es espiritual con lo fsico.

    TERCER PASO

    Hacer volver en s a la persona. Puede decirse lo siguiente: Pedro (el nombre de la persona, si se sabe cul es), en el nombre de Jess toma control, dominio de tu cuerpo y de tu mente. Vuelve ahora. Abre tus ojos. Si no se conoce el nombre de la persona, se aconseja decirle: Espritu humano, en el nombre de Jess, toma control, dominio de tu cuerpo y de tu mente. Vuelve ahora. Abre tus ojos. Cuando la persona vuelve en s y abre los ojos, le explicamos: Tienes un problema espiritual y yo te quiero ayudar. No debemos alarmar a la persona dicindole, por ejemplo: Estas endemoniado. Estamos tratando con una vida y no tenemos que ponerle ms cargas que las que ya tiene. Debemos sacar cargas y no aumentarlas ni agravarlas. Dios nos respeta y nosotros debemos respetar a la persona a la que estamos ministrando. No tenemos autoridad de pasar sobre su voluntad. Es sumamente importante que la persona est consciente para poder hablar con ella y para que ella misma pueda tomar sus decisiones. Al hombre Dios le dio libertad y responsabilidad para tomar sus propias decisiones, aceptando o no los mandamientos divinos (Gnesis 2 y 3).

    Una persona que est bajo autoridad de un espritu maligno no es consciente de lo que hace y no tiene validez lo que pueda expresar. Nos interesa hablar con la persona. No queremos establecer una desaforada lucha con los demonios, sin ningn tipo de reparos. Lo que buscamos son las causas que les permiten a los demonios estar dentro de esa persona.

    En un libro que trata el tema liberacin se relata el caso de una persona que cada da encontraba telas de araa en un rincn de su casa. Las deshaca, pero al da siguiente volvan a aparecer. Hasta que entendi que lo que deba encontrar y destruir era la araa, para que as se acabasen las telas que el insecto elaboraba. Cuando mat la araa, se acabaron las telas. En la ministracin de liberacin sucede exactamente lo mismo. En lugar de encarar a la persona, y guindonos por los sntomas, empezar enseguida a reprender a los demonios, debemos buscar la colaboracin del afectado o afectada, hacerla volver en s para entonces seguir los siguientes pasos.

    No puede tomar decisiones vlidas, porque an permanecen las ataduras producidas por la misma persona que las ha hecho; la persona est sufriendo las consecuencias de su pecado. Es ella la que tiene que decidir renunciar a esas ataduras, ponindose bajo la autoridad. Si no lo hace, el Seor no la puede tomar. Si una persona no est en sus cabales, no podemos intentar romper los yugos que la atan, porque no lo querr hacer, menos an si est manifestada. Cuando estamos ministrando y hacemos volver en s a la persona y la guiamos en el renunciamiento, a veces el diablo le bloquea la mente, la lengua y vuelve a manifestarse.

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    CUARTO PASO

    Preguntarle a la persona si desea ser libre. La pregunta puede ser: Quieres ser libre?Tienes inters en ser ministrada? Si dice que no, conviene orar por ella y dejarla ir. Si la respuesta es afirmativa, entonces comenzar a ministrarla. Con mucha prudencia hay que explicarle lo que ha pasado y asegurarle que necesita ser libre. Debemos respetar su decisin, recordando que todos tenemos libre albedro. No podemos obligar a nadie a que sea libre. Las decisiones, especficamente en lo referido a lo espiritual, son propias, dado que cada uno de nosotros dar a Dios cuenta de s (Romanos 14:12) Dios nos trata en forma personal A veces es triste comprobar cmo es tratada una persona que manifiesta tener problemas espirituales. En lugar de tratarla con amor se la agrede, pensando que tratando mal a la persona se le est haciendo mal al demonio que la domina. Muchos lo hacen por ignorancia: se ensaan con la persona, desconociendo que con quien deben ensaarse es con el enemigo. Lo que tengo frente a m no es un demonio sino una persona, y como tal, debo respetarla. En ningn momento debemos arriesgarnos a ministrar sin la presencia, sin la uncin, sin el auxilio, sin la gracia y sin el indispensable poder que nos ofrece el Espritu Santo. l nos guiar a tratar a la persona que ha confiado a nuestro cuidado. Hay que enfrentar a la persona con la realidad que est viviendo. Una vez que la persona est consciente, es ella la que debe decidir si quiere ser libre, declarando: S, quiero ser libre. A partir de este momento comienza la liberacin.

    QUINTO PASO

    Si la persona est de acuerdo en ser liberada, presentarle el plan de salvacin e invitarla a aceptar a Cristo.

    Sin Cristo no hay ni salvacin ni liberacin. Para que haya liberacin es imprescindible la presencia de Cristo. Es necesario entender que la persona tiene ataduras espirituales por estar bajo el dominio y la autoridad del diablo. Todo el que comete pecado es esclavo del pecado (Juan 8:34; Romanos 6:16). Slo es posible ser libre del dominio del diablo ponindose bajo la autoridad de Jess: As que si el Hijo os libertare, seris verdaderamente libres (Juan 8:36).

    Nadie puede ser libre del yugo de Satans si no acepta a Cristo como Seor y Salvador. No se puede echar un demonio de una vida que no le da lugar a Cristo. Es imposible ministrar liberacin si la persona no ha expresado su decisin de someterse al seoro de Cristo. Podemos reprender y echar demonios, pero la liberacin no ser ni efectiva ni duradera pues la persona no est protegida por la presencia del seor. Conviene recordar la declaracin del salmista: El que habita al abrigo del Altsimo, vivir bajo la sombra del Omnipotente (Salmo 91:1).

    Si tenemos al Seor, el enemigo no puede ni podr hacernos nada. Pero es imprescindible permitir que el Seor ejerza autoridad sobre todas las reas de nuestra vida. No puede haber liberacin de algo que la criatura no le d a Dios. Es importante recalcar que la Palabra de Dios no ensea que nosotros tenemos autoridad sobre una vida para obligarla a aceptar a Jess. Ninguno de nosotros acept a Cristo siendo obligado, sino que lo hicimos voluntariamente.

    Hay quienes opinan que primero es necesario expulsar los demonios de la vida de la persona para que luego entre Jesucristo a su vida. Afirman que primero hay que limpiar la casa para dejar entrar luego al Seor. Para m esta creencia no es bblica. Nadie puede luchar contra un reino si antes no decide no pertenecer ms a l. Si quiere ser libre del reino de las tinieblas tiene que acercarse a la luz. No va a permanecer bajo la autoridad del prncipe de las tinieblas para despus andar en la luz. La autoridad mxima es el Seor, y bajo esa autoridad debe querer estar la persona. De modo que lo ms positivo en el proceso de liberacin es que la persona se decida por Cristo.

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    La Palabra de Dios asegura que sin el Hijo de Dios en nuestras vidas no hay verdadera libertad (Juan 8:36). De modo que es imposible ministrar liberacin si la persona que ha expresado deseos de ser libre no decide aceptar a Cristo.

    Al presentar a Cristo se nos pueden presentar tres diferentes casos:

    1) Los que no conocen al Seor.

    2) Los que conocen al Seor, pero se han apartado de l. Viven en pecado, aunque tal vez asisten regularmente a los cultos de una iglesia. Pero no viven bajo el seoro de Cristo, no estn consagrados a l.

    3) Los que conocen al Seor, lo aman, lo siguen, desean agradarle, pero sin embargo no han tenido respuesta a sus problemas espirituales.

    Hay circunstancias que les impiden crecer espiritualmente, no se desarrollan, no viven totalmente entregados al Seor porque en su vida hay reas que no estn plenamente dominadas por el Espritu Santo. En todos los casos no debemos juzgar sino ayudar a las personas a las que el Seor nos da el privilegio de ministrar.

    SEXTO PASO

    Indagar en que reas de la vida de la persona (cuerpo, alma y rea espiritual) han quedado ataduras como consecuencia del pecado.

    No puede haber liberacin si no se abre el corazn de quien desea ser liberado. Cuando la persona ha manifestado su decisin de aceptar al Seor o de reconciliarse con l si se hubiese alejado, o de disponerse delante del Seor a quitar lo que impide que la obra del Espritu Santo sea total, entonces comenzamos a indagar sobre las reas de la vida de la persona en las que pueda haber ataduras.

    Hablar de ataduras es hablar de consecuencias del pecado. Desobedecer a Dios y entrar en cosas que l ha prohibido originan en muchas circunstancias compromisos que, a su vez, provocan consecuencias que van ms all de lo que uno imagina. Por eso es necesario indagar en las reas del cuerpo, del alma y del rea espiritual para poder conocer las causas que producen las ataduras.

    La indagacin debe ser tipo pastoral, animando a la persona a que abra su corazn en todos los rdenes. Asegurarle que no somos jueces sino ministros que deseamos ministrarla en forma amplia. Que entienda que an lo ms sucio que pueda compartirnos no cambiar el concepto que de ella tenemos. De una forma o de otra, todos poseemos nuestra propia parte oscura que el Seor tuvo que cambiar. Estamos seguros que cuando fuimos a l y le confesamos nuestros pecados, nos perdon y nos dio una nueva vida en l. Por eso la indagatoria no debe ser del tipo policial.

    Hay que convencer a la persona de que nuestro inters no est en conocer aspectos de su vida para despus cuestionarle su conducta, sino que lo que s queremos es que saque todas las cosas para empezar a disfrutar la plenitud de Cristo. Si se guarda algo, no va a lograr la liberacin. Por eso es tan necesario ayudarle a abrir su corazn; si lo hace sinceramente ya est en las manos del Seor. Delante del Seor no podemos tener cuartitos cerrados. Cuando estamos en Su presencia y le pedimos que nos limpie, mayormente si hay una manifestacin de un problema espiritual, no puede haber ninguna rea oculta. Si hay un sincero deseo de presentar todo delante del Seor, el Espritu Santo acta logrando que la persona recuerde lo que pareca que ya haba olvidado. El Seor mira mucho la disposicin del corazn. La liberacin es consecuencia de un corazn dispuesto. Quienes manifiestan tener problemas y deseos de ser libres, pero les da lo mismo acercarse a un ministro del evangelio que a cualquiera, no sern liberados por el Seor. Pero quienes se acercan y se quebranten delante del Seor, son liberados por ms pesada que sea la carga. Jesucristo es fiel.

    Las personas quedan liberadas cuando al diablo le son cerradas las puertas de ingreso a sus vidas. Debemos ministrar bajo la dependencia del Espritu Santo para ayudar a cerrar en forma definitiva todas esas puertas.

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    Cuanto ms cmoda pueda sentirse la persona que va ser ministrada, tanto mejor. Por eso es recomendable que, en lo posible, sea ministrada por alguien del mismo sexo.

    Veamos detenidamente cada una de las reas en la que es necesario indagar:

    rea del cuerpo En el rea del cuerpo, lo que trae ataduras ms fuertes es todo lo que tiene que ver con las relaciones sexuales ilcitas, es decir, fuera del matrimonio. Todo contacto sexual une en una carne a quienes de l participan (Gnesis 2:24; 1 Corintios 6:16). Por lo tanto, al llegar a ser una sola carne, se puede ser receptor tanto de enfermedades fsicas como tambin de problemas espirituales de la otra persona: ataduras, pactos, incorporaciones, etc. Si la persona con quien se uni sexualmente practicaba brujeras, hechiceras o era espiritista, siendo una sola carne, los demonios que tenan autoridad sobre otra vida pueden ejercerla sobre quien se vincul con ella. El pecado de fornicacin o de adulterio ha sido perdonado por Cristo, si la persona lo acept como Salvador; pero lo que no se ha roto son las consecuencias del pecado. Los que han practicado relaciones sexuales ilcitas deben renunciar especficamente a todos con los que compartieron su cuerpo, a todos los que se unieron formando una sola carne. Quien antes de conocer a Cristo se ha unido sexualmente, por ejemplo, con treinta, tiene treinta cuerpos, pues son un cuerpo con aquellos con los que han tenido relacin sexual. Si no se ha cortado esa unidad, renunciando especficamente y en el nombre de Jess, la otra persona puede hacerle dao acarrendole problemas espirituales. Por eso es necesario desligar a la persona de la atadura sexual y, en consecuencia, espiritual a la cual se haya sometido al llegar a ser uno con otra persona, ya sea del sexo opuesto, del mismo o con un animal. El aborto tambin produce ataduras. Primero, por constituir un homicidio; y segundo, por el sentido de culpa que origina en la madre. Si el padre de la criatura abortada ha sido cmplice, tambin debe ser ministrado.

    rea del alma Tiene que ver con los sentimientos y con los pensamientos. En esta rea, las ataduras provienen de odios y miedos.

    El odio: Constituye uno de los espritus ms resistentes, da lugar a rencores, enojos, resentimientos, envidias, orgullo, violencia, deseos de venganza, maledicencias, etc. Produce races de amargura y falta de perdn. Frecuentemente acarrea presin nerviosa. Quien no perdona no puede ser perdonado (Mateo 6:14-15). Jess us la parbola de los deudores (Mateo 18:23-35) para ensearnos que quien no perdona no puede ser perdonado. El odio de por s es una atadura y aquel que odi por determinadas circunstancias, aunque haya transcurrido mucho tiempo an tiene races de amargura que se reflejan en algunas de sus actitudes. Si odi porque fue menospreciado por alguien, si realmente quiere quedar libre debe recordar las circunstancias, la persona que la menospreci y declarar:En el nombre de Jess perdono a ....................... (nombre de la persona), por ....................... y por ................. (detalle del menosprecio). Hay que especificar lo ms que se pueda y se recuerde; hay que confesar la atadura tal como es. Al romper la causa del verdadero problema, se acaba con las consecuencias. El miedo: Ocasiona ataduras a las que se denominan traumas, fijaciones, complejos y se manifiestan por convulsiones, temores, dudas, inseguridades, fobias, etc. Es difcil imaginar lo que puede llegar a sufrir una persona a travs de miedos profundos. Un miedo puede llevar a una persona a someterse a autoridades espirituales. Por eso no slo es necesario renunciar al temor, sino que hay que recordar especficamente la causa que lo provoc y entonces s mencionarla en la oracin de renuncia.

    A los creyentes no nos est permitido tener miedo.: Porque no nos ha dado Dios espritu de cobarda, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7).

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    El miedo es una puerta abierta a los demonios. Satans nos asusta para que quedemos perturbados por determinado temor y para que entonces l pueda entrar en nuestra vida sin ningn tipo de problemas. Aquel que se asusta, que tiene miedo abri la puerta al enemigo. Hay que indagar sobre los miedos que las personas puedan haber tenido, por ejemplo, en su infancia, y que se reflejan en su vida: miedos a la oscuridad, a las alturas, al agua, a las tormentas, a estar encerrado o a otra cualquier circunstancia. Es necesario averiguar dnde nace ese miedo que constituye una atadura. El cristiano que est sometido a Dios, no teme. Cuando permanecemos en la voluntad de Dios estamos inmunes a los temores. Sometidos a Dios tenemos autoridad para plantarnos delante del enemigo y para decirle: En el nombre de Jess, vete. Satans no puede tocar a nadie que est sujeto a Dios, que lo obedece en todo. Hay problemas emocionales muy evidentes que son causados por miedos. Hemos ministrado a personas que haban vivido situaciones que les provocaron intensos miedos o que las enfrentaron con hechos que las impresionaron profundamente. Un impacto emocional muy grande deja consecuencias imprevisibles e irresistibles.

    Se da el caso de mujeres que por diversas circunstancias han tenido experiencias desagradables en relacin con el sexo, y no pueden tolerar ni a sus propios maridos. Si no son debidamente ministradas, pueden llegar a buscar la disolucin del matrimonio. Hay hombres que estn en la misma posicin, que han tenido problemas en su infancia, en su adolescencia o juventud que les han generado miedos, resentimientos y rechazos hacia su madre; esos mismos sentimientos los trasladan a sus propias esposas y les hacen la vida imposible. Finalmente, en muchos casos, los matrimonios fracasan. Debe ser indagada la causa que provoc el odio o el miedo que han llevado a la persona a situaciones comprometidas. Si la puerta por la que el enemigo entr a la vida de la persona no ha sido cerrada, difcilmente podr llegar a ser libre. El odio, por ejemplo, puede ser el mvil de todo el andamiaje de un montn de cosas. La causa es el odio; de modo que roto el odio, es decir, la causa, rompemos lo ms importante. Muchas veces no hay liberacin inmediatamente pues en la persona puede haber otros condimentos que tenemos que ir conociendo y ayudando a describir, para guiar luego a una renuncia y proceder entonces a romper y a desatar. El odio suele llevar a la infidelidad, a buscar ayuda en brujos, a consultar a videntes, a maldecir a quienes se odia; en todos los casos, la persona, lo que realmente est buscando es una respuesta para su desesperada situacin. rea del espritu

    Al referirnos a esta rea no estamos hablando del espritu sino de todo lo concerniente al mundo espiritual de las tinieblas. Todo contacto con el ocultismo produce ataduras que pueden llegar a ser muy serias. Dios no ha permitido al ser humano a entrar en las cosas secretas (Deuteronomio 29:29). El que penetra en ellas lo hace por otra puerta, comprometindose as con el diablo. Desde la aparentemente inocente consulta al horscopo, la lectura de las manos o de la borra del caf en el fondo de la taza, o tirar las cartas hasta la ms fuerte magia negra, todo pertenece al ocultismo, es decir, al mundo espiritual de las tinieblas en el que nos est prohibido entrar. (Deuteronomio 18:9-14)

    Toda consulta, sea a un horscopo o a otras formas de conocer el futuro, lleva a una dependencia del consultante con el consultado. Quien es consultado, si predice est aconsejando por medio de un espritu de adivinacin: por lo tanto, es un sacerdote, un ministro del diablo. El mismo Satans se disfraza como ngel de luz (2 Corintios 11:14). De modo que todo el que se ha sometido al consejo de un sacerdote del diablo se ha sometido a un espritu inmundo que opera bajo las rdenes de su prncipe, sea cul fuere el compromiso o pacto que le hayan hecho hacer en base a lo que fue a pedir. As como la persona ha escogido someterse a determinada autoridad espiritual, as tambin debe ser ella la que resuelve renunciar al pacto que ha hecho directa o indirectamente. Si yo hice un pacto, yo tengo que renunciar y romperlo. Si no lo rompo, permanece. Quiz alguien puede decir:Pero si yo me entregu al Seor. Qu problema puedo tener an? Dios ha hecho un nuevo pacto con el creyente, un pacto de justificacin. Pero al referirnos a las ataduras espirituales estamos hablando de la autoridad, del total seoro que Cristo quiere ejercer en todas las reas de la vida de sus hijos. Bajo qu autoridad estn las vidas de los creyentes? Algunos todava estn atados a la autoridad

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    que en algn momento y circunstancias le otorgaron a Pancho Sierra, o a la madre Mara, o a la difunta Correa, o a la virgen del Valle, o a Ceferino Namuncur, o a algn mdium de la Escuela Cientfica Basilio. Muchos de los que han conocido y aceptado a Cristo han estado vinculados con sectas falsas o se han sometido, por ejemplo, a la autoridad de doa Francisca, la curandera que lo ha curado del mal de ojos o que con la cinta lo san del empacho, o con ciertos yuyitos lo libr de un problema. La causa de las ataduras que permanecen no es por el yuyito sino por la autoridad a la cual se sometieron. Otros han estado haciendo control mental, o meditacin trascendental; se han metido en organizaciones esotricas, espiritistas; o han participado en cultos de umbanda o de quimbanda; o han estado en sectas como macumba, o vinculados con el hinduismo, orientalismo, budismo. Otros quizs han practicado artes marciales; otros han hablado y hablan an con los muertos o con la fotografa de alguien a quien queran mucho y que se muri:Abuelito dame una mano vos que ahora ests ms cerca de Dios. Aydame! Todo esto, que pertenece al ocultismo en sus diferentes formas, es abominable ante Dios. Muchos han practicado el juego de la copa, que constituye una invocacin de poderes, sometimiento a un espritu que viene y que le habla armando las palabras con el movimiento de la copa. Muchos catlicos se han consagrado a vrgenes y a santos: eso significa que se han consagrado, que se han puesto bajo la autoridad de muertos. Por esa dedicacin, permanecen atados. Hay que admitir que los catlicos son un poco espiritistas. Claramente Dios prohbe consultar con los muertos (Deuteronomio 18:10-12). Consultar a los muertos es espiritismo. Por ms santa que en vida haya sido una persona, cuando pas a la presencia del Seor se acab su ministerio. No debemos ni invocarla ni intentar comunicarnos con ella. Si alguien se ha puesto bajo la tutela de un santo o de una virgen, debe renunciar a ese pedido. El control mental muchas veces empieza con la meditacin trascendental o con la prctica de yoga. No es slo decir: Yo me controlo. O lo hago para poderme concentrar ms; lo que estas prcticas realmente constituyen son puertas abiertas al mundo del ocultismo, va que Dios no concede al hombre. Los hijos de Dios recibimos poder a travs de la presencia del Espritu Santo en nuestras vidas. Todos los compromisos con el mundo de las tinieblas producen los mismos resultados, porque constituyen sometimientos o disciplinas ajenos a la voluntad de Dios. Si an siendo creyente una persona no ha renunciado especficamente a la autoridad concedida, permanece atado y sometido. Todo esto constituye cargas que slo son eliminadas cuando se renuncia a esas autoridades y uno se pone bajo el total sometimiento de Cristo.

    El hombre perdi el seoro de la tierra cuando Adn le dio autoridad a Satans y junto con Eva se sometieron a su consejo. En vez de ser seores y gobernar, se sometieron como gobernados.

    Cuando Satans lleva a Jess a un monte alto y le dice: Todo esto te dar, si postrado me adorares (Mateo 4:8-9), Jess no le responde: Satans, mientes. El seoro sobre todos los reinos del mundo le haba sido entregado a Satans por medio de Adn, que se haba sometido al enemigo. En un grado mucho ms pequeo, nosotros efectuamos las mismas concesiones; tambin nos sometemos, nos sujetamos al diablo cedindole reas de nuestra vida. Cada vez que nos sometimos a otra autoridad que no es la del Seor, l no puede entrar en esa rea. A menudo nos quejamos: Pero yo le pido al Seor, y el Seor no me contesta. Cmo nos va a contestar si est con las manos atadas? No puede intervenir, porque el Seor nunca toma algo que no le hayamos dado. Satans s, porque es ladrn, es asesino, es mentiroso, es destructor,. Pero el Seor nos respeta, porque nos cre a Su imagen y semejanza, nos dio libre albedro, nos ense que l tomar todo lo que le demos.

    No fuimos obligados a aceptar a Jess como Seor y Salvador. l dice: He aqu, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrar a l, y cenar con l, y l conmigo. (Apocalipsis 3:20). No podemos pretender que l tome algo que no le hayamos entregado. Jams lo arrebatar por la fuerza. Nos respeta. Nos espera con paciencia. Aceptar al Seor es un deseo que ha nacido del corazn de cada uno.

    Todas las reas que han sido sometidas al poder, a la autoridad del enemigo deben ser rescatadas. Se debe renunciar al sometimiento al diablo y poner todo bajo el seoro de Cristo. Si alguien acepta al Seor, y antes de haberlo conocido haba contrado una deuda grande o ha firmado un documento por un importante compromiso financiero, sin duda no dejar de cumplir con lo pactado. Sera incomprensible que cuando le reclamasen el pago o el cumplimiento de lo prometido dijera:Ah.., ahora estoy en una nueva vida, as que mi deuda ya pas! Usted est en otra, le dira el acreedor, pero venga para ac y pgueme o ir preso. En el

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    plano espiritual, cuando uno se somete a un sacerdocio satnico, le est dando autoridad a Satans sobre su propia vida. Hay que renunciar a todo lo que anteriormente nos ha atado.

    En el caso de enfermos que tienen dificultades para razonar, y cuyos familiares manifiestan deseos de que se les ministre liberacin, nuestra opinin es que sigamos los mismos pasos que en los otros casos. Es aconsejable buscar antes la colaboracin de los familiares preguntndoles si esa vida ha sido puesta bajo la autoridad de algn brujo o curandero o santo, etc. Es comn que cuando en esa vida hay algo que ya est muy tomado, admitiendo que puede se un problema espiritual, si el Seor no le da claridad en cuanto a su real situacin, no se manifiesta porque oremos por ella. Pero si se manifiesta, procederemos en la forma que estamos recomendando.

    SPTIMO PASO

    Hacer que la persona renuncie, en el nombre de Jess, a cada atadura, en voz audible y especficamente, as como fueron hechas.

    Renunciar a cada atadura significa desandar los pasos que llevaron a la persona a hacer compromisos con el enemigo, ya sea en lo fsico, mental, emocional o espiritual. El renunciamiento debe ser hecho en forma especfica, tal como ha sido realizado.

    No sirve la ruptura de una atadura sin especificar diciendo, por ejemplo: Renuncio al curanderismo. Es como tirar un tiro al aire, sin apuntar a nada en particular. Tenemos que colaborar para que la persona renuncie a todo en la forma en que cada cosa fue hecha.

    No es necesario, en el caso de todo lo referido a prcticas ocultistas, que antes de ministrar conozcamos todos los detalles. Si estamos ministrando a una persona que ha abierto su corazn porque el Espritu Santo est obrando en ella, sacar afuera todas las cosas que la atan, todo lo que la ha hecho. Se libera de esas ataduras renunciando especficamente a cada una. A medida que uno va adquiriendo experiencia en la ministracin, y a travs de lo que se escucha confesar, se va conociendo bastante acerca del ocultismo. Pero no es indispensable estar familiarizado con todo lo referido a prcticas demonacas para poder ministrar. El Espritu Santo nos va guiando para indagar con mucho amor, prudencia y respeto. Es la persona la que saca afuera todo lo que la oprime.

    La decisin debe ser formulada en voz alta. Los demonios, los espritus no son omniscientes; no tienen la capacidad de leer el pensamiento. Ponen pensamientos en nuestras mentes, pero no saben lo que nosotros pensamos. El nico que sabe lo que cada uno de nosotros piensa es Dios. Por eso hay que hacerles escuchar a los demonios la decisin que uno ha tomado.

    Personalmente aconsejamos usar expresiones como las que vamos proponiendo en cada caso:

    Ataduras fsicas:En el nombre de Jess, renuncio a toda atadura sexual y espiritual con ................................ (nombre de la persona) y a la autoridad que le conced sometindome y participndole mi cuerpo.

    Las renuncias deben ser bien especficas. Hay que romper la atadura establecida en cualquier relacin sexual fuera del matrimonio, antes o durante, mencionando uno por uno los nombres de las personas con las que se ha compartido el cuerpo. En caso que no recuerde el nombre, identificarlo por el lugar donde ocurri. Por ejemplo:Renuncio a toda atadura con la o con el del barrio o localidad tal.

    Si se trata de una prostituta, que renuncie a los contactos ms relevantes y a los que no recuerda, que lgicamente los entregue en su totalidad. Dios conoce la intencin del corazn.

    En el caso de abortos, aconsejamos usar la siguiente renuncia: Renuncio a toda atadura de aborto por haber intervenido quitndole la vida a mi hijo. Seor acepto tu perdn. Esto es importantsimo que se declare, porque muchas veces las madres no se perdonan por haber matado a sus hijos. La atadura que permanece, an en forma inconsciente, es la de no haberse perdonado a s misma. Si el Seor la person, la madre no es quin para no aceptar el perdn de Dios.

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    Ataduras de odio: En el nombre de Jess, renuncio a todo odio que tengo hacia ....................... (nombre de la persona), por ...........................(la causa especfica). Lo perdono y lo bendigo en el nombre de Jess.

    Ataduras de miedo:En el nombre de Jess, renuncio a todo espritu de miedo que me sobrevino por

    ........................... (mencionar la causa o el nombre de la persona que lo provoc; si es a travs de una persona se agrega lo siguiente). Perdono y bendigo a ............................... (nombre de la persona), en el nombre de Jess.

    Hay muchas personas a las que alguien, a veces atendiendo pedidos de tercero, les han hecho un mal, lo que comnmente se denomina trabajo. Estas personas sufren no por algo que han hecho sino por lo que les han hecho. Si una persona a la que le han hecho un trabajo no puede ser libre es porque en ella hay algo que no le permite romper con esa autoridad. Puede tratarse de un pecado propio que no quiere confesar o un miedo que le tiene a la persona que supuesta o realmente le ha hecho un dao. El pecado y el miedo constituyen puertas abiertas para el enemigo, y producen ataduras. Jess nos orden bendecir a los que nos maldicen (Mateo 5:44). No nos manda tenerles miedo. Si bendecimos a quienes nos desean o nos hacen mal, el Seor nos guarda y nos libra del temor a lo que nos puedan hacer. Cuando hacemos esta recomendacin, algunos creyentes aseguran: Pero yo no tengo miedo. La verdad, sin embargo, es que se estn muriendo de miedo. Insistimos: Ore por ella. Perdnela, bendgala, renuncie al miedo y se le va a acabar el problema.

    Hay creyentes muy fervientes que se atemorizan porque alguien los maldijo. Si no proceden como Jess nos ense, quedan paralizados por ese miedo. Ataduras espirituales: En el nombre de Jess, renuncio a toda autoridad que sobre mi vida le conced a ............................ (nombre del hechicero, brujo, santo, virgen, etc.) y a todo espritu que opera en l, y a todo compromiso con l. Debe hacerse esta renuncia porque la persona ha aceptado su consejo, o ha invocado su direccin y cuidado. Toda participacin en cualquier hecho vinculado con el mundo de la brujera, del ocultismo debe ser mencionado especficamente, renunciando a ella en forma audible. Si alguien nos dice, por ejemplo, que junto con otras personas una noche de luna llena fue al cementerio y de all sac tierra y prendi luego una vela y enterr despus una foto, etc., etc. lo que debemos hacer es guiarla a renunciar detalladamente a cada etapa de ese ritual en el que particip. O si particip en un pacto donde, por ejemplo, fue sellada con sangre de gato o de gallo, la persona debe mencionarlo y renunciar a eso especficamente. Lo que la persona hizo lo tiene que deshacer tal cual como lo hizo. La oracin de renunciamiento debe ser bien especfica. Cuando son muchas las ataduras que la persona est recordando y mencionando, es aconsejable que quien ministra las vaya anotando sintticamente en un papel, para poder luego ser bien especfico en el paso siguiente, cuando en el nombre de Jess romper especficamente cada ligadura que la persona confes y a la que renunci.

    OCTAVO PASO

    Tomar autoridad en el nombre de Jess, romper especficamente toda atadura y al final, echar fuera los espritus inmundos(demonios).

    Este paso se da en combinacin muy estrecha con el paso anterior: a medida que la persona recuerda las ataduras y renuncia, como ministros del evangelio las vamos rompiendo inmediatamente. Van juntos el renunciamiento y la ruptura.

    Primero es necesario romper las ataduras antes de echar fuera los demonios; hay que deshacer todas las causas, todo lo que ha dado autoridad a los demonios para sujetar y para someter a esa vida. A medida que la persona renuncia, rompemos las ataduras. Si despus de tomar autoridad en el nombre de Jess, de romper especficamente toda atadura y de echar fuera el o los espritus inmundos, la persona no queda libre es porque seguramente queda algo ms que la persona tal vez no record. No debemos pensar que es

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    porque al hermano que est siendo ministrando le falte autoridad. Lo que tal vez s le est faltando es claridad acerca de las causas por las cuales la persona es oprimida o est atada.

    Quienes se manifiestan y, a pesar de ser ministradas, no quedan libres es porque circunstancialmente tienen algo que ver con ellos especficamente; no han llegado a comprender lo que el Espritu Santo ha tratado de mostrarles. Entonces la atadura permanece y hay que descubrir la causa. Reiteramos que a la persona hay que ministrarla con mucho amor, con mucha paciencia. Si solamente se reprende, lo que se consigue es hostigar al enemigo. Si con autoridad reprendo al demonio y le digo: Sultala!, tal vez pueda obtener victoria. Pero si previamente no he deshecho la causa que habilit autoridad sobre esa vida, la persona puede ser tomada nuevamente por el enemigo. Es en el nombre de Jess que los demonios se van. Si no se van, es porque nosotros hemos pasado algo por alto, porque l no sea Seor, pues Dios le exalt a lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jess se doble toda rodilla de los que estn en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Seor, para la gloria de Dios Padre (Filipenses 2:9,11). Lo ms aconsejable es a medida que vamos hablando con la persona y ella, por ejemplo, nos dice que en una ocasin se hizo leer la mano por alguien (mencionar el nombre, si lo recuerda), a quien consult (mencionar lugar y momento, si lo recuerda), hacerle renunciar a toda autoridad concedida a ese adivino, detallando en la oracin de renuncia todo lo que record: nombre, lugar, fecha aproximada, etc. Ni bien la persona renunci, nosotros rompemos esa atadura. Si la persona sigue recordando otras vinculaciones con otros videntes o parapsiclogos o mentalistas o espiritistas, etc. se la gua en las oraciones de renuncia, todas las que sean necesarias y en el orden en que va mencionndolas. En cada caso, y tambin especficamente, se rompen las ataduras. No da resultado, no sirve hacer renunciar, por ejemplo, a dos ataduras y echar a los respectivos demonios que las provocaron, si quedan an otras puertas abiertas.

    Cuando se llega al final, oramos: Ahora, en el nombre de Jess, espritus inmundos, fuera de ........................... (nombre de la persona). Con autoridad, pero sin necesidad de gritar. Lo que opera es la autoridad que el Seor nos ha concedido. Los espritus se van: sea uno, sean dos o ms. No es necesario especificar: ahora espritu de enfermedad, de dolor (u otros), se van. Si se tratase solo de uno de esos espritus, s se puede orar as. Pero cuando hemos buscado las causas que han permitido que los demonios tomaran autoridad, una vez que hemos roto todas esas causas, lo que resta es expulsarlos en el nombre de Jess.

    Tenemos que reprender de manera positiva: no tiene sentido reprender a uno o ms demonios y hacer sufrir a la persona, si previamente no ha renunciado. No estamos buscando manifestaciones fsicas: cadas, golpes, vmitos, etc. Todo esto suele demostrar que la tarea no ha sido hecha en la forma correcta.

    Cuando luego de una paciente y delicada indagacin se ha conseguido que la persona recuerde y renuncie, y nosotros hemos roto todas las ataduras, por lo general no es necesario que mencionemos y echemos a cada demonio en particular. Nuestra declaracin puede ser: Ahora que las cuentas estn saldadas, en el nombre de Jess: Fuera demonios!. Y los demonios se van. Se tienen que ir. No tienen otra alternativa. Ya nada les da autoridad sobre esa vida, que ahora s realmente est escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3:3).

    NOVENO PASO

    Invitar a la persona a que de gracias a Dios por su liberacin. Que declare

    que solo a Dios le pertenecen la gloria, la honra y el poder. Aunque este punto pareciera tener importancia secundaria, es necesario recordar que slo a Dios le pertenecen la gloria, la honra y el poder (Apocalipsis 7:12). Una persona que ha sido liberada est dispuesta a agradecer a su libertador. La obra liberadora ha sido hecha por la gracia de Dios para con nosotros en Cristo Jess, Seor nuestro. Junto con quien la ministr, la persona tiene que darle gracias a Dios por la liberacin que disfruta a partir de ese momento.

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    DCIMO PASO

    Hacer orar a la persona para que sea llena del Espritu Santo. No orar nosotros para ungirla, sino que sea ella misma la que ore. Su oracin debe ser: Seor, te doy gracias porque me has liberado. Recibo ahora la uncin, la llenura, la presencia, el poder, la gracia del Espritu Santo. Jess aconsej que una casa que ha sido limpiada y ordenada no debe quedar vaca (Mateo 12:43-45). La persona liberada debe ser llenada por el Espritu Santo. Despus de agradecer a Dios por su liberacin, que la persona exalte, glorifique repetidas veces el nombre del Seor: Gloria, gloria, gloria a Jesucristo, mi Seor, mi Salvador! este ltimo paso constituye una certificacin de la liberacin. A veces las personas liberadas comienzan a alabar al Seor hablando en lenguas, evidenciando la libertad que les da el espritu Santo que los llena con su presencia. Se dan casos de personas que en este momento no pueden glorificar libremente al Seor y vuelven a manifestarse. Esto demuestra que algo ha quedado escondido; un demonio, que ha querido pasar inadvertido, no puede soportar que la persona en la cual an est, intente glorificar al Seor. Es por eso que se manifiesta. Entonces hay que volver al segundo paso; luego continuar indagando (sexto paso), porque evidentemente algo ha quedado sin ser confesado y renunciado. Hay que indagar hasta que se encuentre la causa. Finalmente, que la persona confiese que las reas sobre las que se ha indagado han sido quitadas del poder de Satans, y que manifieste su deseo de ser lleno con la presencia del Espritu Santo y que exalte a Jesucristo.