Mayoria de Edad 2

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LOS DOCE PASOS1. Admitimos que ramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se haban vuelto ingobernables.2. Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros mismos podra devolvernos el sano juicio.3. Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos.4. Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos.5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestros defectos.6. Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de nuestros defectos.7. Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos.8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el dao que les causamos.9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el dao causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros.10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocbamos lo admitamos inmediatamente.11. Buscamos a travs de la oracin y la meditacin mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidindole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.12. Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar el mensaje a los alcohlicos y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos.encontraba en el piso superior del hospital, reconociendo por primera vez que estaba absolutamente desesperado.Lois estaba en el primer piso, y este amable doctor estaba tratando con sus gentiles modales de darle las malas noticias que tantos esposos y esposas han recibido. Trataba de explicarle cul era mi problema y decirle que yo no tena esperanza. Lois exclam: Pero Bill tiene una tremenda fuerza de voluntad. Nunca he visto un hombre tan obstinado cuando pone su corazn en algo. El ha tratado desesperadamente de reformarse. Lo hemos ensayado todo. Doctor, por qu no puede parar?. El caballeroso doctor explic que mi deseo de beber, que en una ocasin fue habitual, se haba convertido en una obsesin, una verdadera locura que me condenaba a beber contra mi voluntad. Ella dijo: Doctor, qu podemos hacer entonces?. l tuvo que decirle que yo debera estar recluido o me iba a enloquecer o a morir.Arriba en mi habitacin, ya saba la historia. Era el fin de un largo camino. Para beneficio de nuestros amigos que no conocen la forma como los alcohlicos llegan a ese estado, permtanme retroceder a la poca en que yo era nio, poca en la cual adquir algunos de los rasgos caractersticos que tuvieron tanto que ver con mi ansiedad insaciable por el alcohol.Crec en un pueblecito de unas cincuenta casas llamado East Dorset, en Vermont. Nac bajo la sombra de una montaa llamada Monte Eolo. Uno de mis primeros recuerdos trata del momento en que yo estaba observando aquella enorme y misteriosa montaa y da de trepar a un punto tan alto. En esos momentos mi atencin fue distrada por mi ta quien me haba trado un pastel de chocolate, como regalo por mi cuarto cumpleaos. Durante los siguientes treinta y cinco aos yo persegu los chocolates de la vida y me olvid totalmente de la montaa.Cuando tena diez aos fui a vivir con mis abuelos. Eran yanquis anticuados, de una clase de gente que prcticamente no existe hoy en da. Yo era un muchacho alto y desgarbado, lo cual me molestaba mucho porque nios ms pequeos siempre me aventajaban en las peleas. Recuerdo que estuve muy deprimido durante un ao o ms y luego se me empez a desarrollar una tremenda resolucin de ganar. Decid ser el Nmero Uno en todo.Mi abuelo lleg un da con un libro y me dijo: Este libro trata sobre Australia. Dice que nadie que no sea australiano sabe fabricar y disparar un boomerang. Yo pens para mis adentros, aqu est mi oportunidad. Ser el primer hombre en Amrica en construir y disparar el boomerang. Bien, cualquier muchacho hubiera tenido una idea semejante, y hubiera durado dos o tres das o dos o tres semanas con la idea. Pero yo tena una fuerza motivadora que se mantuvo durante seis meses, y no hice nada ms durante todo ese tiempo sino trabajar en aquellos infernales boomerangs. Cort de la cabecera de mi cama un pedazo de madera que consider adecuado y lo form pacientemente en un viejo taller de carpintera, por las noches a la luz de una linterna. Y finalmente, claro est, hice un boomerang que pude arrojar en el parque al frente de mi casa y casi golpe a mi abuelo en la cabeza cuando regres.Emocionalmente haba empezado a crecer dentro de m otra clase de boomerang, que casi llegara a matarme posteriormente. En aquella poca de mi vida tena que ser atleta porque no era atleta. Tena que llegar a ser msico porque no poda entonar la ms simple meloda. Tena que ser el presidente de mi clase en la escuela primaria. Tena que ser el primero en todo porque en mi perverso corazn me senta la ltima de las criaturas de Dios. Yo no poda aceptar esta profunda sensacin de inferioridad, y por lo tanto logr convertirme en capitn del equipo de bisbol, aprend a tocar el violn lo suficientemente bien como para dirigir la orquesta de la escuela secundaria, aunquefuera una orquesta sumamente mala. Yo era el jefe y tena que dirigir, y si no . . . Y as fue. Todo deba ser el Nmero Uno.Luego cambi la escena. En la escuela secundaria tuve mucho xito. Me senta seguro con la generosa mesada que me daba mi abuelo y con el cario y respeto de mis compaeros de clase. Yo era alguien substancial y real y la vida slo careca de un ingrediente: el romance. Luego se present la hija del pastor, y a pesar de mi adolescencia las cosas se me completaron. Tena romance, seguridad y aplausos. Era prcticamente feliz.Entonces una maana el monitor de la escuela lleg con una cara larga a anunciarme que mi chica haba muerto repentinamente la noche anterior. Ca en una depresin que dur tres largos aos. No me gradu; me sent incapaz de terminar porque no poda aceptar la prdida de una parte de lo que yo consideraba que me perteneca. Cualquier muchacho sano se hubiera sentido mal tambin, pero nunca hubiera cado tan bajo o permanecido sumergido durante tanto tiempo.Luego lleg Lois, y yo sent repentinamente que renaca de nuevo, y me sent una vez ms con nimos de continuar. Nos casbamos durante la Guerra Mundial, en aquel tiempo yo era un joven suboficial en New Bedford. All tuvimos oportunidad de incluirnos dentro de la sociedad del pueblo. Por primera vez en mi vida fui a una fiesta atendida por camareros. Sent nuevamente aquella terrible sensacin de incomodidad, aquella tmida inhabilidad de hablar ms de dos o tres palabras juntas. Me sent sobrecogido. Pero una noche alguien me alarg un cctel Bronx. El licor haba matado muchos de mis parientes y a m se me haba advertido repetidamente de sus peligros. Sin embargo, tom aquella primera bebida y luego otra y otra ms. Ah, qu magia! Haba encontrado el elixir de la vida. Se derrumb aquella extraa barrera que siempre me haba separado de la gente que me rodeaba. Mis nuevas compaas se me acercaron y yo empec a acercarme a ellas. Yo era parte de la vida por fin. Poda hablar fcilmente, poda comunicarme. Haba encontrado el eslabn perdido!.Cuando termin la guerra, regres de Francia y Lois y yo fuimos a vivir a la ciudad. Yo, que haba sido oficial, tena que empezar a trabajar como dependiente. Pero con esto logr reanimarse mi antigua obsesin de poder. Aunque slo era un empleado de la Estacin Central de Ferrocarriles de Nueva York, puse mi ideal en convertirme en presidente de una compaa de aceros. Cuando el ferrocarril me ech por ser un mal empleado, jur que hara arrepentirse a aquel ferrocarril y a todo el mundo con l.Finalmente llegu a Wall Street, aquel famoso atajo hacia la riqueza y el poder o la pobreza. En pocos aos haba logrado acumular demasiado dinero para una persona tan joven. No me preocupaba mi bebida, aunque Lois haba empezado a sufrir por ella. En aquella poca yo beba para soar con grandes fantasas de un poder cada vez mayor. Deseaba ser el director de muchas grandes empresas. Efectivamente estaba a punto de convertir en realidad mis ambiciones por la poca de la crisis de 1929 cuando todo se desvaneci. Aunque yo deba varios miles de dlares, mi arrogancia era suprema. Miraba con disgusto a la gente que por causa de su bancarrota financiera se arrojaba de las ventanas de los altos edificios. Me dije y lo crea, que yo poda reconstruir todo una vez ms. Yo lo haba hecho y poda volver a hacerlo.Pero no puede lograrlo. Mi obsesin alcohlica ya me haba condenado. Yo no tena la capacidad para subir siquiera el primer peldao de la escalera hacia mi reconstruccin. De manera que empec a hundirme. No pude conseguir ninguna ayuda y me volv un trashumante de Wall Street. Por todas partes estaba desacreditado ya que no tena dinero ni sobriedad. La gente se daba cuenta perfectamente de la persona en queme estaba convirtiendo. Finalmente llegu a un estado en que ya no beba para albergar sueos de poder. Beba para ahogar la pena, para olvidar.Repentinamente, en la poca ms aguda de la depresin, me lleg una oportunidad de negocio que hubiera significado millones de dlares para Lois y yo. Pero tuve que firmar un contrato que me prohiba legalmente que volviera a beber. Durante el lapso de dicho acuerdo que hubiera podido ser largo, me compromet a no probar el alcohol. Aquella oportunidad era colosal desde cualquier punto de vista. Me dije: Pronto podr sacar a Lois de aquel almacn donde est trabajando para mantenerme y har ms dinero del que nunca he conseguido. En esta oportunidad vamos realmente a llegar a la meta!.Los oriundos de Vermont tenemos tradicionalmente gran respeto por la palabra empeada, y realmente yo quera mantener mi promesa. Durante dos o tres meses estuve absolutamente sobrio. Empez la nueva operacin comercial, y yo fui a viajar en busca de una industria para comprar.Una noche estaba reunido con unos ingenieros en un cuarto del hotel. Ellos destaparon una botella. Con gran alivio, me di cuenta de que fcilmente poda rechazar la bebida. Poda pensar en mi contrato, poda pensar en Lois. Pero a medida que fue pasando la noche, yo empec a sentirme aburrido. La botella continuaba circulando hasta cuando alguien dijo: Bill, esto es sidra, Jersey Lightning. Por qu no tomas un trago?. De pronto me di cuenta de que en toda mi carrera alcohlica nunca haba probado aquel licor. Y respond: Bueno muchachos, un traguito no me har dao. Inexplicablemente, Lois y mis promesas de negocios se evaporaron. Slo poda pensar en la sidra. En aquel momento mi insana obsesin se alz ante m. Siguieron tres das de completa oscuridad y luego mis nuevos socios de negocios me llamaron por telfono y me dijeron que el contrato haba sido rescindido.Ahora empec realmente a perder la esperanza. Mi desintegracin mental sigui avanzando rpidamente e implacablemente. Muy pronto me encontr en un hospital, en la primera de muchas curaciones que me hicieron en los dos aos siguientes. Pero no fue sino hasta aquella noche de Septiembre de 1934, cuando Lois y yo supimos por el Dr. Silkworth cul era realmente mi estado.Despus de abandonar el hospital en aquel mes, me mantuve sobrio durante algn tiempo gracias a un miedo cerval y a una constante vigilancia. Lleg noviembre y todava no haba tomado nada de licor. Esto era algo completamente inusitado. El miedo de emborracharme iba siendo cada vez ms vago. No tena que esforzarme mucho para resistir. Inclusive empec a hablar de alcoholismo con la gente. Cuando se me ofreca bebida, voluntariamente suministraba la informacin que ya haba adquirido acerca de la naturaleza de mi enfermedad. Encontr que sta era una defensa para no beber y tambin una justificacin por la condicin anterior en que me hallaba. La confianza empez a crecer rpidamente y por consiguiente el temor fue desapareciendo. En alguna forma logr reunir unos pocos dlares. Tal vez mi caso, despus de todo, no era tan serio. Yo estaba probando que poda parar a voluntad. Y ya haba aprendido a controlarme.El da de la celebracin del armisticio de 1934, Lois haba tenido que ir a su trabajo en el almacn de Brooklyn. Wall Street estaba todo cerrado y yo empec a preguntarme qu iba a hacer. Pens en el golf, que no haba jugado haca mucho tiempo. Ya que nuestro presupuesto familiar era tan escaso, suger a Lois que me ira a Staten Island donde haba una cancha pblica. Aunque no pudo ocultar totalmente su recelo, me dijo alegremente: Claro Bill, vete. Eso ser maravilloso. Cruc en el ferry y tom un bus. A mi lado se sent un hombre con un rifle de tiro al blanco. Aquello me recordla carabina Remington que mi abuelo me haba regalado cuando yo tena once aos. Empezamos a conversar sobre el tema.De pronto nuestro bus choc con el que iba delante de nosotros. Realmente no hubo muchos daos. Mi amigo y yo nos dispusimos a esperar que llegara el prximo bus. Hablando continuamente acerca del tiro al blanco, vimos algo que pareca como un bar. l me dijo: Qu tal si nos tomamos un refresco? Yo contest: Muy bien, vamos. Entramos alugar. El orden un whisky y yo ped una ginger ale. Usted no bebe?, me pregunt. No. Yo soy una de aquellas personas que no pueden manejar el licor. A continuacin empec a hablar acerca de la alergia, la obsesin y todo lo concerniente al alcoholismo. Le cont los tiempos terribles que haba tenido con el licor y la forma en que lo haba abandonado para siempre. Cuidadosamente le expliqu toda la enfermedad.Conseguimos otro bus y llegamos frente a una taberna campestre situada en el corazn del Island. Yo me dispona a partir hacia la cancha de golf, y mi nuevo amigo deba tomar otro autobs para continuar hacia el campo. Pero ya era medioda y l dijo: Entremos a comernos un sndwich. Adems, me gustara tomarme otro trago. Nos sentamos en la barra en esta ocasin. Como dije anteriormente, era el da de armisticio y el lugar se estaba llenando tanto como los propios clientes. Se escuchaba el rumor que despierta la concurrencia que est bebiendo. Mi amigo y yo continuamos charlando, todava sobre el tema de la caza, las armas, etc. Sndwichs y otro trago para l, sndwichs y ginger ale para m.Mi mente volvi nuevamente al da del armisticio en Francia, a toda la alegra de aquellas horas, a la gran celebracin. No segu escuchando lo que mi amigo deca. De pronto el dependiente irlands lleg a nuestra mesa, sonriente y con un trago en cada mano. Por cortesa de la casa, muchachos. Es el da del Armisticio! Sin vacilar un solo instante, recib mi trago y lo beb de un golpe. Mi amigo me mir sorprendido. Por Dios, exclam. Es posible que usted pueda tomarse un trago despus de todo lo que me ha dicho? Usted debe estar loco! Mi respuesta fue: S, lo estoy.A las cinco de la maana del da siguiente, Lois me encontr inconsciente en las cercanas de mi casa. Me haba cado contra una verja de hierro y estaba sangrando por una grave herida en la cabeza. En mis manos todava estaba mi bolsa de golf. Cuando volv en m no se dijeron muchas cosas. En realidad haba muy poco que decir. Ambos llegamos a un fondo que nunca habamos tocado. Volv a beber una, dos, tres botellas diarias de ginebra casera. Yo no poda parar, y lo saba.Entonces una tarde son mi telfono. Era mi antiguo compaero de escuela secundaria y de tragos, Ebby. Aun por el telfono alcanc a darme cuenta de que estaba sobrio. No poda recordar ninguna ocasin en que l hubiera estado sobrio en la ciudad de Nueva York. Haca mucho tiempo yo lo haba sealado como un caso desesperado. Inclusive haba odo que lo iban a recluir en un asilo a causa de su locura alcohlica. Ansiosamente le dije: Vente para ac y charlamos acerca de los buenos tiempos pasados. Por qu dije eso? Porque mi presente era insoportable y yo saba que no tena futuro. Poco despus Ebby se encontraba sonriente ante mi puerta, y luego se sent frente a m en la mesa de la cocina. Coloqu en medio de nosotros una enorme jarra de ginebra con jugo de pia.Inmediatamente not que haba algo distinto en l. No solamente que estaba sobrio. No poda realmente imaginarme en qu consista la diferencia que observaba. Le ofrec un trago y rehus. Entonces le pregunt: Veamos de qu se trata. Dices que no ests bebiendo pero dice tambin que no ests contra las bebidas alcohlicas. Cmo es eso?.Bien, dijo Ebby, tengo religin.Me qued con la boca abierta. Ebby con religin! Probablemente su locura alcohlica se haba convertido en locura religiosa. Era una sorpresa abrumadora. Yo haba sido educado en una maravillosa facultad de ingeniera de donde haba obtenido la impresin de que el hombre era Dios. Pero por cortesa le pregunte: Qu clase de religin tienes, Ebby?. Y me respondi: Bueno, yo no creo que tenga un nombre especial. Simplemente me encontr con un grupo de gente denominado Grupos Oxford. Por supuesto que no estoy de acuerdo con todo lo que ellos ensean, pero me han dado ideas maravillosas. Aprend que tena que admitir que estaba derrotado; vi que tena que hacer un inventario personal y confesar mis defectos a otra persona en forma confidencial; aprend que necesitaba restituir el dao que en forma confidencial; aprend que necesitaba restituir el dao que haba causado a otras personas. Se me dijo que deba practicar una forma de entrega personal absolutamente desinteresada, como es el darse por entero a otras personas. Ahora bien, yo s que vas a sorprenderte, pero me ensearon que debera intentar comunicarme con el Dios que yo aceptara y pedirle la fuerza suficiente para cumplir estos simples preceptos. En caso de que yo no creyese en ningn dios, se me aconsej hacer el experimento de rezarle al dios que pudiera existir. T sabes Bill, que es aparentemente cmico, pero aun antes de que hubiera empezado todo esto, tan pronto como decid probar con mentalidad abierta, me pareci que mi problema alcohlico desapareca de mi vida. Ya no se trataba simplemente de una lucha contra la bebida. En esta ocasin me sent completamente liberado del deseo y no he tomado una sola copa durante varios meses.Ebby no trat de hacerme presin o de evangelizarme, y se fue rpidamente. Yo continu bebiendo durante varios das. Pero en ningn momento logr olvidar a mi amigo. No poda sacar de mi mente lo que me haba dicho. En la comprensin del sufrimiento comn, un alcohlico haba estado hablando con otro alcohlico.Mis estados emocionales fluctuaron desde la rebelda contra Dios hasta la esperanza una y otra vez. Un da que me encontraba particularmente sensible tuve una gran idea. Supuse que era ya tiempo de que hiciera alguna investigacin religiosa por mi propia cuenta. Record que Sam Shoemaker tena una misin en la Iglesia del Calvario donde los amigos del Grupo Oxford haban alojado a Ebby; pens ir all a cerciorarme de lo que se trataba. Me ape del subterrneo en la esquina de la cuarta Avenida con la Calle Veintitrs. Desde all hasta el sitio de la iglesia haba una larga caminata, de manera que empec a hacerla por etapas entrando a los bares que encontraba en mi itinerario. Gast la mayor parte de la tarde en esos bares y se me olvid lo que tena pensado acerca de la misin. Al caer la noche me encontraba en animada conversacin en un bar con un finlands llamado Alec. El me cont que haba sido pescador y fabricante de aparejos de navegacin en su pas. La palabra pescador me trajo por asociacin de ideas el recuerdo de la misin en la Iglesia del Calvario. All encontrara pesadores de hombres. Aunque parezca extrao, era una idea maravillosa.Consegu que Alec viniera conmigo, y pronto estuvimos frente a la puerta de la misin a cuyo cargo estaba Tex Francisco, un ex-alcohlico. No solamente manejaba el lugar. Tambin se propuso echarnos a nosotros. Esto nos disgust bastante teniendo en cuenta nuestras buenas intenciones.En ese momento apareci Ebby, sonriente como siempre. Nos invit a comer un plato de frijoles. Despus de la comida, Alec y yo tenamos un poco ms despejados nuestros cerebros. Ebby nos dijo que en contados instantes se iniciara una reunin en la misin, por si desebamos asistir. Naturalmente que s, a eso bamos. Los tres nos sentamos en una de aquellas duras bancas que llenaban el recinto. Nunca haba visto unamisin anteriormente y temblaba un poco al mirar la audiencia congregada. El olor de sudor y alcohol penetraba el mbito. Pude perfectamente imaginarme cunto sufrimiento se hallaba representado en esa congregacin.Hubo inicialmente himnos y plegarias. Luego Tex, el lder, empez su exhortacin, diciendo que slo Jess podra salvarnos. No s por qu esta afirmacin no me molest. Algunos de los presentes empezaron a levantarse y a declarar sus testimonios. a pesar de que yo estaba un poco confuso, me sent interesado y mi excitacin creci poco a poco. Luego vino la llamada. Algunos de los hombres empezaron a caminar hacia el plpito con una motivacin extraamente magntica. Yo tambin me acerqu al plpito arrastrando a Alec conmigo. Ebby alcanz a tirarme del abrigo pero ya era muy tarde. Me arrodill entre los temblorosos penitentes. Algo me haba tocado. Creo que fue ms que eso. Me sent abrumado, con un salvaje impulso de hablar y ponindome de pie, empec a hacerlo.Despus no pude recordar lo que dije. Slo supe que habl con sinceridad y que la gente pareca prestarme atencin. Ebby, quien al principio se haba sentido muy embarazado, me dijo con alivio que todo haba salido bien y que yo haba entregado mi vida a Dios.Despus de la reunin sub al segundo piso a mirar el dormitorio donde se alojaban los miembros de la misin. Me encontr con algunos que estaban muy recuperados. Unos de ellos vivan en la misin, y trabajaban en el da en sus oficios. Ansiosamente escuch sus historias. Muy rpidamente yo mismo empec a sentirme mejor y me pareci que la carga se me haba quitado. Con alarma record a Lois. No le haba telefoneado y ya deba estar preocupada. Deba informarle acerca de todo esto. Fue muy grato escuchar su suspiro de alivio al otro lado del telfono.Calmadamente y con mucha confianza hice mi camino de retorno por la Calle veintitrs hasta el subterrneo. A medida que bajaba las escaleras me sorprend al darme cuenta de que no haba pensado siquiera en entrar a ninguno de los bares. Esto era algo nuevo, muy nuevo. Sera que a m tambin me estaba llegando la gracia?Antes de acostarnos, Lois y yo tuvimos una larga conversacin. Haba esperanza en cada palabra. Sin una gota de ginebra dorm como un nio. Se supona que iba a tener una terrible resaca a la maana siguiente, pero casi no tuve ningn malestar. Sin embargo, ese pequeo malestar fue mi perdicin una vez ms. Cre que sera ms placentero ver levantarse el sol con una copa en la mano. Tal vez una o dos. Sin decirle nada a Lois, beb un par de ginebras y enseguida me enjuagu la boca. Ella no not nada y yo me sent muy bien.Despus de que ella sali para el trabajo el malestar se me acrecent. Como sta iba a ser la ltima oportunidad, empec a razonar que tal vez tendra una justificacin el aliviarlo de la manera conocida. Como siempre, se me fue la mano en el alivio y a las seis de la tarde la pobre Lois, me encontr dormido, totalmente borracho, en mi cama.Sin embargo, alguna luz se haba filtrado en mi mente y aunque permanec bebiendo tres das ms, siempre estaba ponderando mi experiencia en aquella misin. En ocasiones me pareca real; luego la alejaba de mi mente suponiendo que se trataba de mi imaginacin encendida por el alcohol.En la maana del tercer da mis confusos pensamientos se concretaron en una sola idea. Recuerdo que me compar con una vctima de cncer. Si yo tuviera cncer, con toda seguridad hara todo lo posible para aliviarme. No permanecera sentado en mi casa ponindome hielo en las partes afectadas. No, por supuesto que no. Qu hara entonces? Ira a visitar el mejor mdico que encontrase, le rogara que destruyera u operara esas clulas enfermas. Tendra que depender de l, mi dios de la medicina, paraque me salvase. Mi dependencia sera absoluta, puesto que por m mismo no podra hacer nada.El alcoholismo era mi enfermedad, no el cncer, pero no haba diferencia. El alcoholismo era tambin algo que consuma el cuerpo y la mente. Tomaba ms tiempo pero el resultado era el mismo. De manera que si exista un gran Mdico que pudiera curar la enfermedad del alcoholismo, lo mejor que yo podra hacer era buscarlo de una vez. Debera encontrar lo que mi amigo haba encontrado. Al igual que la vctima del cncer, hara cualquier cosa que estuviera a mi alcance para recuperarme. Si esa recuperacin requera el rezar a la luz de la luna llena en las plazas pblicas con otros pacientes, me tragara mi orgullo y hara lo que fuese necesario?. Mientras tanto, sin embargo, ira al Hospital Towns donde el Dr. Silkworth podra desintoxicarme de nuevo. Entonces podra mirar claramente a la frmula de Ebby para la sobriedad. Tal vez yo no tena ninguna necesidad de conversin emocional. Probablemente un agnstico, conservador como yo, podra arreglrselas sin esos problemas espirituales. De todas maneras me encamin hacia el hospital.A lo largo de la Calle Clinton hacia el subterrneo, cont seis centavos en mi bolsillo. Con cinco centavos tendra el boleto para el subterrneo que me llevara al hospital. Pero tal vez haba olvidado algo. Me encontraba en camino hacia la curacin; pero, alcohlico tpico como yo era, quise pasarlo lo ms confortablemente posible hasta llegar al hospital. De suerte que entr a una tienda donde todava tena algn crdito. Recuerdo que le expliqu al dependiente que yo era un alcohlico en camino hacia la recuperacin. Podra fiarme cuatro botellas de cerveza?Me beb una botella en la calle y otra en el subterrneo. Mi espritu se levant cuando le ofrec la tercera botella a un pasajero. El rechaz mi ofrecimiento, entonces yo apur su contenido en la plataforma de la estacin cercana al hospital. Con la ltima botella en mi mano, me encamin hacia el hospital, donde el Dr. Silkworth me recibi en la sala principal.Encontrndome ya bastante achispado, lo salud con la mano que sostena la botella gritndole: Por fin, doctor, encontr algo! A pesar de mi ebriedad pude ver alargarse la cara del querido doctor. Logr ver por fin el gran cario que tena para mi. Ahora comprendo cunto lo lastim esta salida exabrupta. Trat de explicarle las novedades que crea haber encontrado. El me mir, moviendo tristemente su cabeza, y despus de un instante me dijo calmadamente: Bueno, joven, yo creo que es tiempo de que suba a acostarse.Yo no estaba en muy malas condiciones. A los tres o cuatro das ya no necesit ms los sedantes que me administraba, pero me senta muy deprimido. Todava estaba rumiando el problema del Poder Superior. Una maana, mi amigo Ebby apareci y permaneci de pie en la puerta de mi habitacin, sonriendo ampliamente. Yo no poda encontrar qu le pareca tan gracioso. Entonces tuve la sospecha de que tal vez fuera sta la ocasin en que Ebby me tratara de evangelizar. Tal vez este amigo vena a hablarme de bellezas y dulzuras. Pero no, l me hizo esperar hasta cuando le pregunte: Bueno, cul es la formulita?. Explcamela una vez ms. Con todo su buen humor, me la suministr de nuevo: T admites que ests derrotado. Tratas de ser honrado contigo mismo; hablas de ello con alguien ms. Tratas de restituir los daos que hayas causado. Tratas de dar de ti mismo sin avaricias, sin pedir recompensa. Y, rezas al Dios que t creas que exista, aunque sea en forma experimental. La frmula fue as de simple y as de misteriosa. Despus de alguna pequea conversacin, se fue.Mi depresin se profundiz en forma insoportable hasta que finalmente me pareci estar en el ms oscuro fondo de mi vida. Todava me rebelaba contra la nocinde un Poder superior a m mismo, pero finalmente el ltimo vestigio de mi orgullosa obstinacin se quebrant. De pronto me encontr exclamando: Si existe un dios, que se me muestre! Estoy listo para hacer cualquier cosa, cualquier cosa!. De repente la habitacin se llen de una luz blanca. Me sumerg en un xtasis que no hay palabras para describir. Me pareci, con los ojos de mi mente, que yo estaba sobre una montaa y que soplaba un viento, no de aire sino de espritu. Y luego surgi de m la idea de que yo era un hombre libre. Lentamente el xtasis se fue desvaneciendo. Yo estaba acostado pero en este momento, durante un tiempo, me sent en otro mundo. Un nuevo mundo de realidad consciente. A mi alrededor y dentro de m haba una maravillosa sensacin de Presencia, y pens para mis adentros: De manera que ste es el Dios de los predicadores. Una gran paz me sobrevino y pens: No importa lo extraa que parezca esta experiencia, para m es perfectamente adecuada. Todas las cosas estn bien con Dios y con Su mundo.Luego, poco a poco, empec a sentirme atemorizado. Mi educacin moderna se despert para decirme que estaba sufriendo alucinaciones y que lo mejor era llamar al doctor. El Dr. Silkworth me hizo un gran nmero de preguntas y despus me explic: No, Bill, usted no est loco. Aqu ha sucedido algn evento bsico psicolgico o espiritual. He ledo acerca de estos fenmenos en los libros. Hay ocasiones en que las experiencias espirituales realmente alivian del alcoholismo a la gente. Inmensamente reconfortado empec a preguntarme qu era lo que mas haba acontecido. (2) El da siguiente tuve ms luces acerca de esto. Creo que fue Ebby quien me trajo una copia del libro de William James Variedades de la Experiencia Religiosa. Era una lectura algo difcil para m, pero lo devor de pasta a pasta. James pensaba que las experiencias espirituales podan tener realidad objetiva; casi como dones de lo alto, podan transformar a las personas. Algunas eran iluminaciones brillantes, iluminaciones repentinas; otras se presentaban en forma gradual. Algunas afloraban de sentimientos religiosos, otras no. Pero casi todas tenan denominadores comunes de dolor, sufrimiento y calamidad. Casi siempre eran necesarias la completa desesperacin y la derrota total para lograr que el paciente estuviera en situacin de recibir dichas experiencias. La significacin de todo esto me abrum. Derrota total, eso era exactamente lo que a m me haba sucedido. El Dr. Carl Jung le haba dicho a un amigo de Ebby del Grupo Oxford lo desesperada que era su situacin alcohlica, y en la misma forma el Dr. Silkworth me haba dicho exactamente lo mismo. Entonces Ebby, quien tambin era un alcohlico, me haba dado una dosis idntica. Es probable que el solo testimonio del Dr. Silkworth no hubiera logrado que yo aceptase el veredicto, pero cuando Ebby vino a m y, un alcohlico empez a conversar con otro alcohlico, se logr el milagro. Mis pensamientos empezaron a correr cuando imagin la reaccin en cadena que podra suscitarse entre los alcohlicos, cuando uno pasara el mensaje y estos principios al siguiente y as en forma sucesiva. Ms de lo que nunca poda desear otra cosa saba positivamente ahora que yo deseaba trabajar con otros alcohlicos.Tan pronto como fui dado de alta del hospital, ingres a los Grupos Oxford. Trabajbamos en la misin del Calvario de Sam Shoemaker y tambin en el Hospital(2) Casi todos los A.A. tienen experiencias espirituales que transforman totalmente sus actitudes. Ordinariamente, tales ocurrencias son graduales y pueden tener lugar en perodos de meses o aun de aos.Un considerable nmero de miembros de A.A., incluyendo a Bill, quienes han tenido la experiencia espiritual en forma repentina, no ven mayor diferencia en cuanto concierne al resultado prctico entre la iluminacin repentina y el despertar espiritual mucho ms lento y mucho ms tpico.Towns. Ebby vino a vivir con Lois y mi en Brooklyn. Empec a buscar borrachos con mi propulsin a chorro.Mi experiencia espiritual repentina tuvo, sin embargo, algunas desventuras. Empec a decir que yo iba a mejorar a todos los borrachos del mundo, aunque esto no haba sido posible para nadie en los ltimos cinco mil aos. Los miembros de los Grupos Oxford haban tratado de hacerlo, haban fallado en la mayora de los casos y estaban al borde del desencanto. Sam Shoemaker estaba pasando por un perodo de mala suerte. Haba albergado un grupo de alcohlicos en un apartamento vecino a su iglesia, y uno de aquellos hombres que todava se resista a ser salvado, haba quebrado con los zapatos uno de los hermosos vitrales de la iglesia de Sam.No era de maravillarse que mis amigos del Grupo Oxford me aconsejaran que me olvidase de los alcohlicos. Pero yo todava era bastante presumido y no hice caso de sus consejos. Tena dos poderosos motores dentro de m, el uno compuesto por genuina espiritualidad y el otro por mi antiguo deseo de ser el Nmero Uno de todo. Esta actitud no me serva. Transcurridos seis meses no haba logrado que nadie adquiriera la sobriedad. Y, cranme, que haba trabajado con muchas personas. Lograba que tuvieran unos pocos das de abstencin y luego recaan lastimosamente. Naturalmente los amigos del Grupo Oxford empezaron a enfriar su nimo respecto a mi tarea de salvacin de los alcohlicos.Lois continuaba entre tanto trabajando en el almacn y la gente empez a murmurar: Y es que este amigo Bill quiere volverse un misionero para toda la vida? Por qu no empieza a trabajar? Aun para m, esta idea empez a tomar forma. Comenc a visitar Wall Street y, a travs de una persona que conoc casualmente, logr que una agencia comisionista me diera la representacin para una asamblea en la cual se buscaba el control de una pequea industria de juguetes en Akron, Ohio. En Mayo de 1935 fuimos varias personas a Akron, a tratar de obtener el control de la compaa. Ya poda verme en el puesto de presidente. Pero cuando lleg la hora de la votacin, la parte contraria result con un mayor nmero de votos y nuestro bando fue derrotado. Mis amigos recin conocidos se desanimaron y me dejaron en el Hotel Mayflower de Akron con diez dlares en el bolsillo.Ellos se fueron un viernes. El sbado, vspera del Da de la Madre, estaba paseando de arriba abajo por el pasillo del hotel, preguntndome qu poda hacer. el bar, que se encontraba a un extremo de mi recorrido, se estaba llenando rpidamente. Poda escuchar el ruido de las conversaciones en su interior. Al otro extremo del pasillo me par frente a la lista de las iglesias. Entonces me vino un pensamiento: voy a emborracharme. O no, tal vez no me emborrache. Solamente voy a entrar en el bar a tomarme una ginger ale y tratar de buscar conversacin con alguien. Entonces me entr el pnico. Esto era realmente una sorpresa, ya que nunca antes haba sentido pnico ante el deseo de beber. Probablemente esto significaba que mi salud haba sido restablecida. Record que tratando de ayudar a otras personas, yo mismo haba logrado mantenerme abstemio. Por primera vez lo segu profundamente. Pens: Necesitas como alcohlico con quien conversar. Necesitas otro alcohlico tanto como l te est necesitando.Entonces sobrevino una extraa cadena de acontecimientos. Escociendo al azar la lista de iglesias, llam a un padre Episcopal de nombre Walter Tunks, hoy en da un gran amigo de A.A. con toda ansiedad le cont mi problema. Le pregunt si l por casualidad conoca a alguien que pudiera ponerme en contacto con otro alcohlico. Pens que de pronto l podra saber acerca de los Grupos Oxford en Akron. Cuando aquel buen hombre supo que yo era un alcohlico buscando a otro alcohlico, al principio se imagin que iba a haber dos borrachos en lugar de uno, pero finalmenteentendi de qu se trataba y me suministr la lista de unas diez personas que posiblemente podran ayudarme.Inmediatamente empec a llamarlos. Como era sbado por la tarde, algunos no estaban en casa. otros no mostraron inters y salieron con disculpas. La lista rpidamente se redujo a un solo nombre que figuraba al final. Ese nombre era Henrietta Seiberling. Yo tena un vago recuerdo de mis das de Wall Street en que conoc al Sr. Seiberling, fundador y presidente de la Goodyear Rubber. No acertaba a hallar la forma de llamar a su esposa y decirle que yo era un borracho de Nueva York buscando a otro borracho para trabajar con l. Entonces baj las escaleras nuevamente y empec a caminar por el pasillo del hotel. Sin embargo segua dentro de m la idea de hacer esa llamada. finalmente tom el telfono y, para mi sorpresa, me contest una voz juvenil con acento sureo que perteneca a la nuera del Sr. Seiberling. Le expliqu que yo era un alcohlico de los Grupos Oxford de Nueva York que necesitaba ayudar a otro alcohlico para poder permanecer sobrio. Muy rpidamente ella comprendi lo que yo estaba explicndole, y me dijo: Yo no soy alcohlica, pero he tenido mis dificultades. cuando usted habla acerca de asuntos espirituales, yo creo entenderlo. Conozco a alguien que podra ayudarle. Por qu no viene ahora? Yo vivo en la casa de la Quinta Seiberling.Cuando llegu encontr a una persona encantadora y comprensiva. Me dijo que haba tenido problemas muy serios a los cuales haba encontrado respuesta en los Grupos de Oxford. Entenda el sufrimiento profundo. cuando le hube contado mi historia dijo: Conozco el hombre preciso para usted. Es un mdico, lo llamamos Dr. Bob?. su esposa, Anne, es una gran persona. Bob ha luchado mucho. S que desea dejar de beber. Ha ensayado curaciones mdicas, ha tratado distintos mtodos religiosos, incluyendo los Grupos Oxford. Ha luchado con la mejor voluntad, pero parece que no puede lograr nada. Qu tal el parecera a usted conversar con el Dr. Bob y Anne?.Muy pronto Anne, la bien amada por todos los A.A., estaba en el telfono. Rpidamente Henrietta le habl acerca de m, un alcohlico de Nueva York que deseaba conversar acerca de su problema de bebida. Podran venir ella y el Dr. Bob? Anne contest: Lo siento Henrietta. No creo que nos sea posible hoy. Bob siempre me hace grandes agasajos el Da de la Madre. Acaba de llegar trayndome una maceta de flores. Lo que Anne no aadi era que la maceta estaba sobre una mesa y que Bob estaba debajo de la mesa, tan embriagado que no poda levantarse. Henrietta dijo: Bueno. Entonces maana vengan ustedes a cenar. Anne contest que hara todo lo posible.A las cinco de la tarde del da siguiente aquella maravillosa pareja, el Dr. Bob y Anne, tocaron la puerta de la casa de Henrietta.Este era el hombre que habra de ser mi socio y fundador del Grupo Nmero Uno. Con la inolvidable Hermana Ignacia, habra de cuidar 5,000 casos de alcoholismo en la poca en que A.A. era muy joven todava. Este era el amigo maravilloso con quien nunca habra yo de tener una palabra dura. Este era el Dr. Bob, quien sera el cofundador de A.A.Pero a las cinco de la tarde de aquel domingo, Bob no tena la apariencia de un fundador. Estaba temblando terriblemente. Afanosamente nos dijo que slo podra estarse quince minutos con nosotros. Aunque pareca muy desasosegado, se anim un poco cuando dije que crea que l necesitaba una copa. Despus de la comida, que l no prob, Henrietta nos condujo discretamente a sus biblioteca. All nos dej el Dr. Bob y yo estuvimos conversando hasta las once de la noche.Poco antes de salir hacia Akron, el Dr. Silkworth me haba dado un gran consejo. Sin , es posible que A.A. nunca hubiera existido. Mire Bill, usted slo est consiguiendo fracasos porque est predicndoles a esos alcohlicos. Les est hablandoacerca de los preceptos del Grupo Oxford de la honestidad absoluta, la pureza absoluta, el desinters absoluto y el amor absoluto. Eso es mucho pedir. Luego lo complementa aadiendo esa misteriosa experiencia espiritual que tuvo. Con razn ellos hacen un ademn y continan bebiendo. Por qu no cambia su estrategia? No es usted la misma persona que en una ocasin me mostr aquel libro del siclogo James en el que habla de que la derrota total es la base de la mayora de las experiencias espirituales? Se olvid de todo esto? Olvid tambin que el Dr. Carl Jung dijo en Zurich a cierto alcohlico, el mismo que despus ayud a su amigo Ebby a adquirir la sobriedad, que la nica esperanza de salvacin era una experiencia espiritual? No, Bill, no siga colocando la carreta delante del caballo. Usted tiene que lograr que esa gente se sienta derrotada. Dles entonces los hechos mdicos e insista en ellos. Explqueles la obsesin que condena al alcohlico a beber y la sensibilidad o alergia fsica del cuerpo que los condena a enloquecer si continan bebiendo. Viniendo de otro alcohlico, de un alcohlico hablando con otro alcohlico, es probable que esa idea agriete el ego duro de esas personas. Solamente entonces usted podr empezar a ensayar su otra medicina que consiste en los principios morales que ha aprendido de los Grupos Oxford.Ahora, al conversar con el Dr. Bob, record todo lo que el Dr. Silkworth me haba dicho. Entonces trat muy cuidadosamente la experiencia religiosa. Empec a hablarle acerca de mi propio caso hasta que l empez a identificarse conmigo diciendo: Si, as es. Me parezco a usted, a m me pasa lo mismo.A su vez, el Dr. Bob habl conmigo acerca de s mismo como nunca haba hablando antes. El tambin era del estado de Vermont. Su padre haba sido un juez severo y profundamente respetado en San Johnsbury. Tambin, como en mi caso, la inclinacin del Dr. Bob hacia la bebida se haba manifestado muy temprano. De hecho, haba fracasado en el Colegio Dartmouth por esta razn. En alguna forma haba logrado seguir su carrera en la facultad de medicina y en el internado en Chicago. A pesar de su problema alcohlico, haba mostrado un talento excepcional para la ciruga. Despus de su matrimonio con Anne, se haba establecido en Akron donde haba nacido posteriormente su hijo Bob, y donde haban adoptado una hija, la hermana Sue.El Dr. Bob tena cincuenta y cinco aos en la poca de nuestro primer encuentro, unos quince aos ms que yo. Debi gozar de una constitucin de hierro. Dijo que a travs de los aos su bebida haba sido prcticamente continua. Cuando llegaba a estar muy tembloroso para operar, o visitar a sus pacientes, se administraba fuertes sedantes. Cuando este recurso le fallaba, entonces desapareca durante una semana para ir a algn lugar de desintoxicacin, y as volva a empezar el mismo ciclo una y otra vez. En aquellas raras ocasiones en que pudo permanecer sobrio, la necesidad insaciable del alcohol nunca lo abandon. Este fue un fenmeno fsico que lo molest aun durante sus primeros aos en A.A., poca en la que solamente pudo olvidarlo porque se dedic da y noche a transmitir el mensaje a otros alcohlicos. Aunque esa necesidad era muy difcil de soportar, sin duda tuvo mucho que ver en la intensa motivacin y la energa que aport para formar el Grupo Nmero Uno de Akron. La liberacin espiritual de Bob no lleg fcilmente; fue penosamente lento. Siempre tuvo el Dr. Bob que dedicar el trabajo ms duro y la vigilancia ms atenta. Y sin embargo nunca pareci sufrir de dificultades neurticas. Como l mismo comentaba: Es que, francamente, a m me fascinaba el licor.En la poca en que lo conoc, este amor fascinante casi lo haba liquidado. Aunque su prctica quirrgica todava era muy apreciada, muy pocos colegas o pacientes se atrevan a confiar en l. Haba perdido un puesto en el hospital municipal de Akron y subsista precariamente gracias a un espordico ejercicio de su profesin.Endeudado hasta el mximo, estaba a punto de ser embargado por el atraso en los pagos de su hipoteca. Anne estaba a punto de sufrir un colapso nervioso y sus dos nios estaban muy afectados. Tal era el beneficio de veinticinco aos de alcoholismo. La esperanza era una palabra que ellos evitaban totalmente.En mi primera conversacin insist fuertemente en la gravedad desesperada del caso del Dr. Bob, usando libremente las palabras con que el Dr. Silkworth describi el dilema del alcohlico, la obsesin ms la alergia. Aunque Bob era mdico, estas fueron noticias nuevas para l y malas noticias. siempre mucho ms versado que yo en temas espirituales, prest muy poca atencin a ese aspecto de mi relato. Aunque no le haba sido posible utilizarlas en su favor, conoca perfectamente las respuestas espirituales. Lo que realmente lo golpe fue el aspecto mdico, el veredicto de la aniquilacin inevitable. Y el hecho de que yo era un alcohlico y saba por experiencia propia lo que estaba diciendo, hizo que el impacto fuera demoledor.En la historia del Dr. Bob que se escribi posteriormente para el libro de A.A., y aos despus en su ltima charla de Detroit, l hizo que este punto fuera muy claro: No fue mi explicacin espiritual sino aquellos dos monstruos de la locura y la muerte, la alergia ms la obsesin, lo que hizo que l adoptara una nueva vida. Fue la idea del Dr. Silkworth confirmada por William James, lo que logr que l llegara a su fondo.Como ustedes ven, nuestra conversacin fue una cosa completamente mutua. Yo haba dejado de predicar. Saba que yo necesitaba a este alcohlico tanto como l me necesitaba a m. Esto era lo fundamental. Y este dar y tomar mutuo es el corazn de todo el trabajo de Duodcimo Paso en A.A. hoy en da. Esta era la forma de llevar el mensaje. El eslabn que faltaba lo encontramos aqu en mi primera conversacin con el Dr. Bob.Inesperadamente me lleg un dinero que me enviaron mis asociados de Nueva York, de manera que permaneca en Akron aquel verano de 1935 para continuar buscando la forma de continuar el negocio de la compaa de juguetes. Anne me invit a que me fuera a vivir con ellos a su casa del nmero 855 de la Avenida Ardmore, ya que todava estaba preocupada por el Dr. Bob. Recuerdo muy bien nuestras meditaciones matinales, cuando Anne se sentaba en la esquina, cerca de la chimenea y empezaba a leer la Biblia, y luego todos permanecamos en silencio en busca de inspiracin y gua.Tres o cuatro semanas despus de la debacle del Da de la Madre, el Dr. Bob me dijo una maana: Bill, durante muchos aos yo he asistido a Atlantic City a nuestra convencin mdica. No me he perdido ni una durante mucho tiempo. Crees conveniente que yo vaya ahora? Muy atemorizada, Anne replic: Oh, no, no. Pero viendo que l tendra que afrontar su problema repliqu: Bien, por qu no vas? Despus de todo, tenemos que aprender a vivir en un mundo que est lleno de alcohol. Lentamente Bob dijo: S, creo que puedes tener razn.De suerte que se fue para la convencin mdica de Atlantic City y no volvimos a saber nada de l en varios das. Una maana, la enfermera de su oficina llam y nos dijo: Aqu est en mi casa. Mi esposo y yo lo recogimos en la estacin del tren a las cuatro de la maana. Por favor vengan a ver qu pueden hacer. Trajimos a Bob de regreso a casa y lo acostamos, y entonces nos dimos cuenta de un hecho alarmante. El haba programado cierta operacin que solamente l podra hacer, para tres das despus de aquella fecha. Tena que hacer ese trabajo y aqu estaba, temblando como una hoja. Podramos lograr que se recuperase a tiempo? Anne y yo nos turnamos tratando de cuidar a nuestro amigo. El da de la operacin estaba prcticamente sobrio. La noche anterior yo haba dormido en el mismo cuarto. Mirndolo desde mi cama, vi que l estaba bien despierto pero todava muy tembloroso. Nunca olvidar la mirada que l medirigi cuando me dijo: Bill, voy a llevarlo a cabo. Pens que se refera a la operacin. No. Quiero decir esto de lo que hemos venido conversando.Anne y yo lo condujimos al hospital a las nueve de la maana. Le di una botella de cerveza para calmar sus nervios a fin de que pudiera sostener el bistur, y entr. Regresamos a la casa y nos sentamos a esperar. Despus de lo que nos pareci un lapso interminable, llam por telfono; todo haba salido bien. Despus de eso tard varias horas en llegar a casa. a pesar de la gran tensin en que se encontraba, al dejar el hospital subi a su auto y comenz a visitar a sus acreedores y a todas aquellas personas a quienes haba ofendido con su conducta. Esto fue el da 10 de junio de 1935. Hasta el da de su muerte, quince aos despus, el Dr. Bob nunca volvi a probar una gota de alcohol.Al da siguiente dijo: Bill, no crees que es muy importante trabajar con otros alcohlicos, y que sera mucho ms seguro para nosotros si nos pusiramos manos a la obra? Yo le contest: Claro, eso sera lo correcto. Pero dnde podemos encontrar alcohlicos? El me dijo: Siempre ha habido unos cuantos en el hospital municipal de Akron. Voy a llamar a ver qu podemos conseguir. Comunicndose con una enfermera amiga suya del pabelln de recepcin del hospital, el Dr. Bob le explic que un hombre de Nueva York haba encontrado una nueva curacin para el alcoholismo. (En aquellos das todava llambamos curacin a nuestro sistemas). Pero la enfermera conoca de tiempo atrs al Dr. Bob y le replic. Es verdad eso Dr. Bob? No me estar diciendo usted que usted mismo lo est ensayando? S, dijo, yo tambin lo he ensayado.El nuevo paciente no estaba en condiciones de recibir visitas. Pero dos das despus, el Dr. Bob y yo estbamos viendo la cara del primer paciente acostado. Se trataba del viejo Bill D., el A.A. nmero tres, cuya historia puede leerse en la segunda edicin del Libro Grande. Bill estaba todava muy demacrado, con los ojos nublados. Cuando el Dr. Bob y yo le explicamos las malas noticias mdicas acerca de la alergia y la obsesin, el viejo Bill mostr enorme inters. Pero cuando empezamos a describirle nuestro sistema espiritual, Bill neg con su cabeza y dijo: No, yo ya estoy muy viejo. Siempre he credo en dios. En otra poca yo fui miembro activo de la iglesia. Pero, muchachos, yo he entrado y vuelto a salir de este lugar seis veces en los ltimos cuatro meses. En esta ocasin entr con delirium tremens y golpe tremendamente a una de las enfermeras. Yo s que no soy capaz de llegar a mi casa sobrio cuando salgo de aqu. Tengo miedo de salir. Es demasiado tarde para m. Yo todava creo en Dios, pero ahora s muy bien que el ya no cree ms en m.Est bien, Bill, le dijimos, podemos regresar a visitarlo maana? S claro, contest, uon amigos que realmente comprenden. Claro que me gustara volver a verlos. Al llegar al da siguiente, lo encontramos conversando con su esposa Henrietta. Bill nos seal y le dijo: Estos son los amigos de quienes te contaba. Son los que saben de qu se trata. Ellos comprenden cmo es esto.Luego Bill nos cont que durante la noche la esperanza se haba manifestado en l. Si Bob y yo lo habamos logrado, l tambin podra. Tal vez entre todos podramos hacer lo que ninguno haba podido separadamente. Dos das despus, Bill dijo de repente: Henrietta, treme mis vestidos. Me voy a levantar y a salir de este hospital. Bill sali de este establecimiento convertido en un hombre libra y nunca volvi a tomar una copa. Se haba originado as la chispa que iba a encender la llama del primer grupo de A.A.El Dr. Bob, Bill D. y yo empezamos frenticamente a trabajar con otros personajes alcohlicos en el Hospital Municipal. Hubo una larga cadena de fracasos. Entre los ms notables de stos estuvo Eddie. De hecho, el Dr. Bob y yo habamosconversado con l mucho antes de nuestra primera visita a Bill D. siempre que Eddie se embriagaba quera saltar de uno de los muelles de Cleveland. Una vez que estaba airado trat de enfatizar un punto de la discusin esgrimiendo un cuchillo ante Anne y yo. Finalmente logr enderezar sus pasos y recientemente me escribi que haba logrado permanecer sobrio durante siete maravillosos aos. As Eddie, quien fue nuestra primera falla, es hoy todo un xito.Despus logramos tener otro xito que creo fue el comienzo de la seccin juvenil de la gente de A.A. Este nuevo converso, Ernie, haba sido un caso terriblemente salvaje y sin embargo, se convirti rpidamente en el A.A. nmero cuatro. si mal no recuerdo, slo logramos la abstencin de dos personas ms durante todo el verano de aquel ao en Akron. Hacia septiembre, mis socios en el negocio de la compaa de juguetes se cansaron nuevamente y tuve que regresar a Nueva York.En este punto deseo dejar sentada la gratitud imperecedera que los A.A. siempre tendremos para Henrietta Seiberling, que fue la persona que nos reuni al Dr. Bob y a m. De las diez personas que me haban sido indicadas por el Reverendo Walter Tunks, Henrietta fue la nica que tuvo suficiente cuidado y comprensin. Y esto fue slo la iniciacin de su misin. durante aquel primer verano en Akron, con todo afecto aconsej a muchas familias de alcohlicos, al igual que haca Anne. A pesar del hecho de que ella no tena experiencia directa con el alcoholismo, Henrietta tena una rara capacidad para identificarse con nosotros. Por consiguiente se le busc ansiosamente por su gran intuicin espiritual y la ayuda que podra proporcionar, lo que A.A. debe a su voluntad. Y las deudas de gratitud del Dr. Bob y ma son las mayores de todas.Por la poca en que regres a Nueva York posea un poco ms de humildad, un poco ms de comprensin y mucha ms experiencia. Muy lentamente empez a formarse un grupo en Nueva York. Lois, no contenta con haberme mantenido durante todos esos aos, pens que sera maravilloso si logrramos llenar de alcohlicos nuestra vieja casa de la Calle Clinton. Su madre haba fallecido recientemente y su padre, un mdico, se haba trasladado a otra parte.- Por lo tanto pens que podamos hacernos cargo de aquellos alcohlicos a muy bajo costo adquiriendo con ello un gran conocimiento acerca del alcoholismo. Ocurri que no logramos la abstencin de ninguno, pero realmente aprendimos una gran cantidad. Solamos tener hasta cinco personas en nuestra casa simultneamente, y en ocasiones los cinco estaban borrachos. Un da al llegar a nuestro hogar, encontramos un borracho golpeando terriblemente a otro. no recuerdo cul fue la causa de su resentimiento. en otra ocasin en que estuvimos fuera durante una semana, dejamos en casa solamente a un bebedor problema y a nuestro regreso lo encontramos muerto. Se haba suicidado.Continuamos nuestro trabajo con los alcohlicos, algunos de ellos en los Grupos Oxford de Sam Shoemaker, otros en la misin del Calvario, otros en el Hospital Towns, donde el buen Dr. Silkworth arriesgaba su fama permitindonos que los visitramos. Lois y yo continuamos encontrando, sin embargo, que si permitamos que los alcohlicos se volvieran muy dependientes de nosotros, no avanzaban en su lucha por estar sobrios. En el otoo de 1935, empez a formarse una reunin semanal en la sal de nuestra casa de Brooklyn. A pesar de los muchos fracasos, finalmente se desarroll un grupo realmente slido. All estaban al principio Henry P., luego Fitz M., ambos salidos del Hospital Towns. Y siguindoles a ellos, muchos ms empezaron a obtener recuperaciones verdaderas.Hasta mediados de 1937, nosotros los de Nueva York habamos estado trabajando paralelamente con los Grupos Oxford. Pero a finales de aquel ao, tuvimos que empezar a apartarnos de estos grandes amigos. Con toda razn, ellos no tenan enmucho aprecio nuestro objetivo, limitado nicamente a los alcohlicos. Desde nuestro punto de vista, nosotros tenamos la seguridad de que no podramos ayudar mucho a los Grupos Oxford para la salvacin de la humanidad. Pero poco a poco bamos teniendo la certeza de que podramos ayudar a alcanzar la sobriedad de muchos alcohlicos.Los miembros de los Grupos Oxford nos haban mostrado claramente el camino a seguir. E, igualmente importante, tambin nos haban enseado lo que no debamos hacer en cuanto se refera a los alcohlicos. Habamos visto que algunas de las ideas y actitudes de Oxford simplemente no las aceptaban los alcohlicos. Por ejemplo, los bebedores no aceptaban ningn tipo de presin, excepto la presin ejercida por el mismo alcohol. Este tipo de personas slo poda ser conducido pero nunca empujado. No podan soportar el evangelismo agresivo de los Grupos Oxford, y tampoco podan aceptar el privilegio de orientacin de equipo para sus propias vidas personales. Esto era demasiado autoritario para ellos. En otros aspectos vimos tambin que tenamos que trabajar ms lentamente. Al hacer el primer contacto, la mayora de los alcohlicos slo desean hallar la abstencin y nada ms. Se aferran a sus otros defectos, trabajando en su mejoramiento poco a poco. Simplemente no desean volverse muy buenos en muy poco tiempo. Los conceptos de los absolutos en los Grupos Oxford (pureza absoluta, honradez absoluta, desinters absoluto y amor absoluto) con frecuencia eran demasiado para los bebedores. Estas ideas deban entregarse por cucharadas y no por galones.Por otro lado, los absolutos eran expresiones peculiares de los Grupos Oxford. Se trataba de una terminologa que podra continuar identificndonos en el ambiente pblico con los Grupos Oxford, aunque nosotros ya nos habamos separado completamente de esa asociacin.Haba otra dificultad adicional. A causa del estigma generalmente anexo a la condicin, la mayor parte de los alcohlicos queran permanecer annimos. Teman tambin que se desarrollaran personajes pblicos que, en caso de romper su anonimato, podran volver a beber en pblico y as destruir la confianza en nosotros. Los Grupos Oxford, por el contrario, dependan en gran escala del uso de nombres prominentes, algo que sin duda era muy bueno para ellos, sin embargo, fue y es inmensa y por ello el rompimiento final fue muy penoso.En Akron continuaron apareciendo maravillosos amigos. Al frente de todos estaban T. Henry Williams y su esposa Clarece, tambin miembros del Grupo Oxford. Ellos y Henrietta haban tratado repetidamente de ayudar al Dr. Bob. En varias ocasiones haban llegado incluso a hablar de sus propios defectos personales en su presencia tratando de buscar una identificacin con l. Esto lo haba impresionado en gran medida y sin duda lo hizo ms accesible cuando yo me present a conversar con l. Yo haba conocido a T. Henry a raz de las asambleas de la compaa de juguetes, y como resultado de esas discusiones haba perdido su trabajo. Pero tena un gran corazn y permiti a los alcohlicos que fueran a reunirse a su casa junto con los amigos del Grupo Oxford. Me temo que aquellos primeros bebedores problema ocasionaron a los Williams tiempos difciles, ya que les hicieron toda clase de males, desde dejarlos vislumbrar la vida en bruto hasta quemarles los tapetes con cigarrillos.Pero T. Henry y Clarece siempre nos trataron con generosidad y amabilidad extremas, y ninguno de nosotros podr nunca olvidar la atmsfera inspiradora de su hogar y su influencia espiritual en aquel atemorizado y pequeo grupo de alcohlicos de Akron, que se preguntaban quin sera el prximo en recaer. No fue sino hasta mucho tiempo despus de que el libro de A.A. se haba publicado, que nuestros miembros de Akron se apartaron de los Grupos Oxford y finalmente de la casa que los habaalbergado con tanto cario. T. Henry y Clarace Williams siempre se contarn en la lista ms importante de los pioneros de A.A.Gradualmente los grupos de Nueva York y de Akron llegaron a multiplicarse. Desde Nueva York empezaron a irradiar hacia Filadelfia y Washington. En Akron empezaron a tener visitantes de Cleveland: Clarence, Dorothy, Abby y todos aquellos grandes amigos. El fermento de A.A. haba empezado a crecer y multiplicarse.En 1937 regres a Wall Street por un breve periodo de tiempo. En el otoo de aquel ao se present en los Estados Unidos otra depresin y me vi nuevamente sin trabajo. Fui hacia el oeste donde en Detroit y Cleveland busqu posibilidades, de trabajo en el negocio financiero. No consegu nada, pero este viaje me dio la oportunidad que tanto necesitaba de visitar al Dr. Bob en Akron. En un da de noviembre de aquel ao el Dr. Bob y yo nos sentamos en la sala de su casa, contndonos las peripecias de nuestra recuperacin. Haba muchos fracasos que contar, pero ya podamos observar tambin xitos sorprendentes. Un puado de casos se haban ya mantenido sobrios durante un par de aos, desarrollo que hasta ahora haba sido inusitado. Haba veinte o ms de tales personas. Haciendo nuestras cuentas, nos imaginamos que ya haba ms o menos cuarenta alcohlicos que estaban totalmente sobrios.A medida que revisamos esta cifra, nos dimos cuenta con alegra de que estaba brillando una nueva luz en el oscuro mundo del alcoholismo. A pesar del hecho de que Ebby haba recado, haba empezado una benigna reaccin en cadena, de un alcohlico llevando las buenas noticias a otro, iniciada por el Dr. Bob y yo. Esta cadena podra llegar a dar la vuelta al mundo algn da. Qu tremenda idea! Por fin estbamos seguros. Ya no habra necesidad de continuar totalmente ciegos. Lloramos de alegra y Bob, Anne y yo inclinamos nuestras cabezas en silencioso agradecimiento.Luego sobrevino un pensamiento molesto. Este conocimiento, este saber cmo se hacen las cosas, todava estaba en manos de muy pocas personas. Debera cada alcohlico venir a Nueva York o a Akron para poderse recuperar? No, eso nunca se lograra; sera imposible. Entonces, cmo podramos difundir nuestro mensaje? Recordamos sobrecogidos que los alcohlicos aun cuando estn abstemios se alejan mucho de lo que puede considerarse como personas totalmente maduras. Todos nosotros podramos seguir siendo errtiles. Podran las fuerzas que por todas partes dividen a la sociedad invadirnos y destruirnos as como haban invadido y destruido al promisorio grupo de Washington, movimiento que haba agrupado a los alcohlicos haca un siglo? Cmo podramos permanecer juntos y agarrarnos a nuestra nueva cuerda de salvamento, cuyas fibras fueron obtenidas de la medicina, la religin y nuestra propia experiencia? Podramos llevarle el mensaje al alcohlico distante? Podramos crecer rpida pero slidamente?Vimos que tenamos una gran responsabilidad. Afortunadamente tambin contbamos con la fe, una gran fe de que podramos continuar mucho ms all. Pero debo confesar que cuando estbamos sentados en la sala del Dr. Bob aquella tarde no podamos imaginarnos la forma en que todas aquellas dificultades podran resolverse. Y sin embargo esta noche, a slo diez y ocho aos de aquella, miles de nosotros en este vasto auditorio pueden ver, or y tocar a sus compaeros. Unidos en la inquebrantable comunidad de un sufrimiento y de una salvacin comunes, a nivel mundial, sabemos al fin que Alcohlicos Annimos est segura. Aun esta gran reunin es slo una pequea representacin de todos nosotros, de los miles de grupos de A.A., de nuestros 200,000 miembros en setenta pases extranjeros y posesiones de los Estados Unidos. Esta multitud creo yo, es nicamente la primera fraccin de las que estn por venir.Deseara que el Dr. Bob pudiera estar entre nosotros esta noche para expresar aquello que todos nosotros sentimos tan profundamente. En verdad, aquellos que lo conocimos bien, casi podemos verlo y escucharlo ahora. con nosotros, sabemos que est exclamando: Las maravillas que Dios ha hecho!.