Mcadam Futuras Lineas de Investigación

14
MOVIMIENTOS SOCIALES: PERSPECTIVAS COMPARADAS OPORTUNIDADES POLÍTICAS, i ESTRUCTURAS DE MOVILIZACIÓN Y MARCOS INTERPRETATIVOS CULTURALES Editado por Doug McAdam John D. McCarthy Mayer N. Zald Traducción de Sandra Chaparro

description

Es un artículo de investigación que busca discutir las principales tesis sobre movimientos sociales y participación política

Transcript of Mcadam Futuras Lineas de Investigación

  • MOVIMIENTOS SOCIALES: PERSPECTIVAS COMPARADAS

    OPORTUNIDADES POLTICAS, i ESTRUCTURAS DE MOVILIZACIN

    Y MARCOS INTERPRETATIVOS CULTURALES

    Editado por Doug McAdam

    John D. McCarthy Mayer N. Zald

    Traduccin de Sandra Chaparro

    GuadalupeNuevo sello

  • Serie Ciencia Poltica. dirigida por Ramn Miz

    Coleccin Fundamentos n." 157

    Ttulo original: Comparative Perspectives on Social Movements ........................................... RESENA BIOGRFICA DE LOS AUTORES

    O Cambridge University Press, 1996

    O Ediciones Istmo, S. A,, 1999 Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madrid - Espaa Tel.: 91 805 19 96 Fax: 91 804 40 28

    Diseo de cubierta: Sergio y Ernesto Ramrez

    ISBN: 84-7090-33 1-4 Depsito Legal: M. 17.837-1999

    Impresin: C + 1, S. L., San Sebastin de los Reyes (Madrid) Impreso en Espaa 1 Printed in Spain

    Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el artculo 270 del Cdigo Penal, podrn ser castigados con penas de multa y privacin de libertad quienes reproduzcan o plagien, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, fijada en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorizacin.

    Oportunidades, estructuras de movilizacin y procesos enmar- cadores: hacia una perspectiva sintttica y comparada de los movimientos sociales. DOUG MCADAM, JOHN D. MCCARTHY y MAYER N. ZALD ..................................................................

    ......................................... IL OPORTLJNIDADES POLTICAS 1. Orgenes tenninolgicos, problemas actuales y futuras lne-

    ..................................... as de investigacin. DOUG MCADAM

    2. Estado y oportunidades: la estmcturacin poltica de los ................................. movimientos sociales. SIDNN TARROW

    3. Movimientos sociales y Estado: algunas ideas en tomo a la represin policial de la protesta. DONATELLA DELLA PORTA ..

    4. Oportunidades y creacin de marcos en las revueltas de 1989 ............................ en el Este de Europa. ANTHONV OBERSCHALL

    5. Oportunidades y creacin de marcos interpretativos en la tran- sicin a la democracia: el caso de Rusia. ELENA ZDRA-

    ............................................................................ VOMYSLOVA

  • 1. Orgenes terminolgicos, problemas actuales, futuras lneas de investigacin DOUG MCADAM

    En 1970, Michael Lipsky (1970, p. 14) instaba a los analistas poi- ticos a abandonar vanos intentos de

    [...] encontrar caractersticas de los sistemas que, presumiblemente, fue- ran vlidas en cualquier tiempo y en cualquier lugar [...]. Estamos acos- tumbrados a describir los sistemas polticos comunistas como sistemas que van hacindose menos opresivos o que estn atravesando proce- sos involucionistas. No deberamos, al menos, planteamos si el siste- ma poltico norteamt&cano no atraviesa por fases y fluctuaciones simi- lares? Adems, no resulta sensato pensar que un sistema se mostrar ms abierto o cerrado respecto de gmpos especficos segn el lugar y el momento?

    Evidentemente Lipsloj pensaba que la respuesta a ambas preguntas deba ser s. En su opinin, la presencia o ausencia de las actividades de protesta dependa del tipo de cambios que convertan a un sistema poltico en ms receptivo o vulnerable ante las demandas planteadas por grupos concretos. Tres aos despus, Peter Eisinger (1973, p. 11) utiliz el trmino estructura de oportunidades polticas para expli- car las variaciones en el comportamiento de protesta en cuarenta y tres ciudades norteamericanas. En la misma lnea que Lipsky, Eisinger afirm (1973, p. 25) que la incidencia de la protesta est [...] relacio- ' nada con la naturaleza de la estructura de oportunidades polticas que ofrece una ciudad. Defini esta estructura como: el grado de proba-

  • bilidades que los grupos tienen de acceder al poder e influir sobre el sistema poltico.

    En diez aos este concepto, clave para Eisinger y Lipsky, se haba convertido en la idea central de un modelo explicativo de los movi- mientos sociales: el modelo de proceso poltico. Los partidarios de este modelo (p. ej. Jenkins y Perrow, 1977; McAdam, 1982; Tarrow, 1983; Tilly, 1978) entendan que el surgimiento y xito de los movi- mientos sociales dependa, en gran medida, de las oportunidades al alcan- ce de los contestatarios, generadas por cambios en la estructura institu- cional y de la disposicin ideolgica de los grupos en el poder.

    A partir de ese momento, el concepto de oportunidades polticas se convirti en un concepto clave en el mbito de la investigacin sobre movimientos sociales. De hecho, el surgimiento y desarrollo de instan- cias de accin colectiva tan diversas como el Movimiento Feminista nor- teamericano (Costain, 1992), 1aTeologa de la Liberacin (Smith, 1991), Movilizacin Campesina en Amrica Central (Brockett, 1991), movi- mientos antinucleares (Meyrr, 1993a) y el ciclo de protestas en Italia (Tarrow, 1989a), se ha atribuido a la expansin y contraccin de las oportunidades polticas. Actualmente, la mayora de las teoras expli- cativas de movimientos revolucionarios parten de la misma premisa. Segn las investigaciones ms recientes, el xito de una revolucin no dependera tanto de los esfuerzos realizados por los contestatarios, como de las crisis del sistema que lo convertiran en dbil y vulnerable ante movimientos organizados de casi cualquier signo (vase p. ej. Arjo- rnand, 1988; Goldstone, 1991; Skocpol, 1979). Por ltimo, este inters por la poltica institucionalizada ha sido bien acogido en Europa, don- de los politlogos suelen explicar el desarrollo de movimientos simila- res en diversos pases hablando de las diferencias existentes en la estruc- tura de oportunidad poltica (p. ej. Kriesi y otros, 1992, 1995; Kitschelt, 1986; Rucht, 1990).

    El concepto de oportunidad poltica ha sido muy bien acogido e incor- porado al acervo de herramientas analticas con las que cuentan los espe- cialistas. Sin embargo, la capacidad de seduccin del concepto y su pro- fusa utilizacin no est exenta de peligro. Tal y como Gamson y Meyer ponen de manifiesto en su contribucin en este volumen (cap. 12): Tene- mos problemas con el concepto de estructura de oportunidad poltica, que amenaza con convertitse en una esponja que absorbe cualquier aspec- to relacionado con el medio en el aue surge un movimiento social -iris-

    -

    tituciones polticas, cultura, crisis de diversos tipos, alianzas o cambios polticos [...] Si lo utilizamos para explicar tantas cosas, corremos el ries- go de que acabe por no tener poder explicativo alguno.

    Soy muy consciente de la realidad del peligro descrito por Gam- son y Meyer, y quisiera utilizar este ensayo introductorio para intentar

    arrojar algo ms de claridad sobre el concepto abordando tres aspectos aue han contribuido a oscurecerlo. Estos puntos son: 1) La delimitacin 1

    o no de una oportunidad como poltica. 2) Las distintas dimensiones de las que se compone una oportunidad poltica. 3) Las variables depen- dientes a las que tambin se ha aplicado el concepto.

    Tras el anlisis de las principales variaciones aplicadas al uso del concepto, mencionar tres tipos de problemas que no han sido estudia- dos en el mbito de las oportunidades polticas. Son puntos que ponen de manifiesto la existencia de lagunas conceptuales y que podran cons- tituir temas de investigacin -tanto emprica como terica- apasio- nantes, al referirse a las conexiones existentes entre la poltica institu- cionalizada y los movimientos sociales. En esta misma lnea terminar sealando algunos de los posibles campos de investigacin futuros plan- teados en los captulos correspondientes a oportunidades polticas en este volumen.

    Tres problemas a estudiar en el mbito de las oportunidades polticas

    En este caso, como suele ocurrir cuando estn en juego conceptos de carcter general, es difcil generar un consenso en tomo al signifi- cado del trmino oportunidades polticas. Los especialistas han defi- nido o interpretado este tnnino de forma muy diversa, aplicndolo a toda una gama de fenmenos empricos y utilizndolo para abordar una banda muy amplia de cuestiones en lo que concierne a los movimien- tos sociales. La falta de consenso es un problema evidente. Al haber sido utilizado el concepto de una forma tan amplia y haberse definido de maneras tan diversas amenaza con convertirse en una cscara vaca que no resulte de utilidad a nadie. En esta seccin quisiera abordar lo que considero son los tres puntos clave en la diversidad de significa- dos que, en la actualidad, se atribuyen al concepto. Al hacerlo, quisie- ra, asimismo, proponer algunos lmites conceptuales que considero per- fectamente defendibles. Espero as aportar mi granito de arena al esfuerzo que se viene realizando por obtener un cierto consenso entre los especialistas respecto del significado y utilizacin del trmino.

    La diferencia entre oportunidades polticas y otras condiciones catalizadoras

    En general, las primeras formulaciones del concepto resultaban vagas. Cualquier factor del entorno que catalizara la accin de un movi- miento se calificaba de oportunidad poltica. La plasticidad conceptual

  • ha seguido afectando a todo estudio realizado en este campo, restando al concepto gran parte de su potencial analtico. En palabras de Gam- son y Meyer el trmino oportunidades polticas amenaza con conver- tirse en un factor ornnicomprensivo por medio del cual se quiere expli- car toda condicin o circunstancia que forme parte del contexto en el que surge la accin colectiva.

    Curiosamente, a pesar de haberse tomado la molestia de articular el problema, se podna acusar a Gamson y Meyer de acrecentar las difi- cultades que intentan solucionar. En su contribucin a este libro sea- lan que la oportunidad tiene un fuerte componente cultural que debe- mos tener en cuenta si no queremos perdemos algo importante centrando nuestra atencin, exclusivamente, en los cambios en la poltica institu- cionalizada o en las relaciones existentes entre los diversos actores pol- ticos. Ciertamente Gamson y Meyer tienen razn. Es evidente que, a menudo, factores o procesos de carcter cultural pueden crear oportu- nidades adecuadas para la accin colectiva. No son los nicos que defienden esta idea. Karl- Wemer Brand (1990b) intent ligar las fluc- tuaciones en la actividad de los movimientos sociales en el Occidente industrializado a cambios cclicos en el clima cultural. Yo mismo, en otro lugar (1994), he descrito hasta cuatro formas generales de expan- dir las oportunidades culturales que parecen incrementar las posibili- dades de aparicin de movimientos sociales. Estos cuatro elementos son: 1) La existencia y percepcin de una contradiccin flagrante entre un valor culturalmente defendido y las prcticas sociales convenciona- les. 2) Penurias sbitas. 3) La puesta de manifiesto de la ilegitimidad o vulnerabilidad de un rgimen. 4) La disponibilidad de un marco inno- vador de carcter general con arreglo al cual los disconformes pudie- ran esquematizar sus protestas y reivindicaciones.

    Gamson y Meyer, por su parte, sealan la importancia que reviste la estructuracin de las oportunidades polticas y el papel fundamental que juegan en este proceso los medios de comunicacin. Evidentemente estn en lo cierto al sealar la importancia de poner en relacin estos procesos, a efectos de entender plenamente la dinmica inherente a los movimientos sociales. Pero, al hacerlo, difuminan una diferenciacin analtica que tambin tiene su importancia. No debera confundirse lo que, mayoritariamente, se consideran oportunidades polticas, es decir, 1 los cambios estructurales e ideolgicos del poder, con los procesos colec- tivos por medio de los cuales se encuadran e interpretan estos cam- 1 bios. Aunque se trate de dos ptocesos ntimamente relacionados, no son idnticos. Estudiarlos por separado permitira no slo salvaguardar la integridad definitoria del trmino, sino, tambin, discernir dos fen- menos empricos fundamentales: los casos en los que cambios polti- cos, claramente favorables, no dan lugar a las interpretaciones sobre la

    participacin en el poder que conducen a la accin colectiva, y aque- llos en los que la accin colectiva se desarrolla sin que se puedan regis- trar cambios significativos en la posicin de poder relativa de los dis- tintos grupos de oposicin.

    Los primeros intentos realizados por los tericos de la movilizacin de recursos por incorporar a su acervo el concepto, pusieron de mani- fiesto la existencia de otra utilizacin perversa del trmino, que gene- raba confusin entre lo que deba entenderse por oportunidades polti- cas y otro tipo de condiciones favorables para la accin. Los defensores de esta perspectiva sealaron que las oportunidades polticas slo eran un recurso ms con el que se poda contar para catalizar y fomentar el desarrollo de movimientos sociales. Esta forma de conceptualizar el tr- mino, de definirlo como un recurso, resulta igual de problemtica que definiciones excesivamente amplias o inclusivistas. Si se define como recurso cualquier elemento que facilite la movilizacin, se le resta al trmino toda su eficacia innovadora. Tal vez resulte mejor hablar de recursos y oportunidades polticas, de modo que se puedan determinar mejor sus respectivas contribuciones al surgimiento y desarrollo de los movimientos sociales.

    Dicho de una forma ms general, entiendo que deberamos optar por reconocer que existen cierto nmero de factores y procesos que faci- litan la movilizacin, y decidimos a definirlos y utilizarlos mantenien- do su especificidad analtica. Porque esta es la nica forma de que, algu- na vez, podamos determinar su importancia relativa respecto del surgimiento y desarrollo de los movimientos sociales.

    Las dimensiones de la oportunidad poltica

    Los especialistas han demostrado que, aun limitndonos a factores estrictamente polticos, existen importantes divergencias a la hora de fijar el concepto. Como sealara Tarrow en 1988 (p. 430): la oportu- nidad poltica puede dar lugar a tantas direcciones y vas analticas que ms que una variable se la podra considerar un conjunto de varia- bles, algunas de las cuales se disciernen ms claramente que otras.

    En los ltimos aos, una serie de autores, preocupados por la falta de claridad analtica del trmino, han realizado un esfuerzo por espe- cificar lo que consideran las dimensiones relevantes de la estructura de oportuiidades polticas de un sistema dado. Entre ellos habra que mencionar a Charles Brockett (1991), a Kriesi y otros (1992), Dieter Rucht (cap. 8 de este volumen) y Sidney Tarrow (1994). En el cua- dro l . l . incluimos una lista de las dimensiones especificadas por cada uno de estos autores. Al margen de diferencias terminolgicas se pue- de apreciar un fuerte grado de consenso en estas cuatro listas. Bsica-

  • Tabla 1.1. Diversas concepciones sobre las dimensiones de la oportunidad poltica

    Brockett Kriesi y otros Rucht Tarrow Frmulas de Estmctura Acceso al sistema Grado de apertura

    acceso reales. formal, de partidos. de la comunidad institucional. poltica.

    Presencia de Procesos Capacidad estatal Estabilidad de las aliados. informales en de implementar alineaciones

    relacin a una polticas. polticas. reivindicac. determinada.

    Elites: Configurac. del Estructura de Presencia o fragmentacin poder en alianzas en. ausencia de y conflicto. relacin a un relacin a un elites aliadas.

    conflicto conflicto determinado. determinado.

    Nivel de represin.

    Estructura del Divisiones en el conflicto en seno de las relacin a un elites. tema concreto.

    Variable temporal del ciclo de protesta.

    Vase Brockett, 1991, p. 254; Vase Kriesi y otros, 1992, p. 220; Vdase Tarrow, 1994.

    mente, los cuatro autores han intentado diferenciar entre la estructura formal institucional o legal de un sistema poltico y la estructura, ms informal, de relaciones de poder que caracterizan a un sistema en un momento dado.

    El primero de los puntos contemplado por todos los autores hace refe- rencia a la dimensin institucional, mientras que los puntos 2-3 en el caso de Brockett, 2-4 para Tarrow, 3-4 para Rucht y 2-3 para Kriesi y otros, se refieren a estructuras de carcter informai. Resumiendo las cuatro pos- turas se obtiene un lista muy consensuada sobre las dimensiones de la . oportunidad poltica que comprendera los siguientes puntos:

    1. El grado de apertura relativa del sistema poltico institucionali- zado.

    2. La estabilidad o inestabilidad de las alineaciones entre elites, alinea- ciones que ejercen una gran influencia en el mbito de lo poltico. l

    3. La presencia o ausencia de aliados entre las elites. 4. Capacidad del Estado y su propensin a la represin. Respecto del primero de los puntos, todos los autores se limitan a

    sealar la importancia que tiene la estructura formal, legal e institucio- nal de una determinada comunidad poltica. Los puntos 2 y 3 mues- tran la importancia que todos los autores conceden a la estructura infor- mal de poder que caracteriza a determinado sistema poltico. La nica diferencia entre mi formulacin y la de los dems estribara en mi esfuer- zo por diferenciar entre alianzas permanentes con las elites, que con- tribuiran a estructurar un sistema poltico (p. ej. en el contexto norte- americano la alianza entre los sindicatos y el Partido Demcrata) y una presencia o ausencia ms efmera de aliados pertenecientes a las elites. En esta ltima categora podnan incluirse, por ejemplo, cam- bios rutinarios en la Administracin x o m o cuando los Laboristas sus- tituyen a los Conservadores en Gran Bretaa- que, de forma ms o menos amplia, garantizan el acceso de todos los grupos de oposicin.

    La nica dimensin que he incorporado a la lista respecto de la cual no existe consenso es la de la represin estatal. Tan solo Brockett la ha incluido en su esquema. Encuentro asombrosa esta omisin. Existe evi- dencia emprica ms que suficiente como para sealar la importancia de este factor a la hora de determinar el nivel y la naturaleza de la acti- vidad desarrollada por los movimientos sociales. Segn algunos obser- vadores (p. ej. della Porta, 1995), la represin estatal, ms que ser una dimensin en s, no sena ms que la expresin general de la receptivi- dad o vulnerabilidad de la estructura de oportunidad poltica. No s si esto es del todo cierto. Si consideramos a los sistemas de represin como mera expresin de otros rasgos de una comunidad poltica, o como sim- ples herramientas en manos de defensores de intereses polticos espec- ficos, tal vez no percibamos la naturaleza, impredecible, de la repre- sin, ni los complejos procesos sociales a que da lugar su utilizacin. Quien ponga esto en duda, tal vez debiera reflexionar sobre el movi- miento estudiantil chino de 1989. Si lo analizamos haciendo uso de las dimensiones-clave de la oportunidad poltica, este movimiento debera -incluso considerado retrospectivamente- gozar de una relativa buena salud. Aunque formalmente el sistema permaneciera cerrado a los estu- diantes, mientras dur el conflicto, stos fueron capaces de movilizar a elementos clave de las elites, entre los que cabe sealar a los medios de comunicacin estatales. Adems las elites dominantes se hallaban claramente escindidas, lo que deba haber mejorado an ms las opor- tunidades de los estudiantes. Sin embargo, el ala dura del Partido Comu- nista an fue capaz de desplegar la necesaria capacidad de control social y poltico como para reprimir, brutalmente, el movimiento. El hecho de que, en situaciones similares (p. ej. Irn en 1979), la elite dominante no

  • fuera capaz de hacer lo que s llevaron a cabo los chinos, parece suge- rir la necesidad de considerar la represin estatal como una dimensin diferenciada, si bien claramente relacionada con la dimensin que hace referencia a la estructura de la oportunidad poltica.

    Por ltimo, permtanme hacer un par de comentarios respecto de las dos dimensiones que yo no inclu en mi lista. La primera de ellas se refiere a lo que Brockett denomina variable temporal del ciclo de pro- testa. Desde luego estoy de acuerdo con Brockett respecto de la impor- tancia de este factor. De hecho, la relacin entre oportunidades polti- cas y ciclos de protesta es uno de los temas que considero han sido poco estudiados y cuyo anlisis propongo ms adelante. Sin embargo, aun- que creo que es un factor que despliega una gran influencia sobre el sur- gimiento y los resultados obtenidos por el movimiento, no logro com- prender por qu debe considerrsele una forma de oportunidad poltica; por qu algo diferente a un factor que, simplemente, facilita (o dificul- ta) la actividad a desarrollar por un movimiento social. Esta es la razn por la que yo no lo he incluido en mi propia lista.

    La segunda omisin se refiere a lo que Rucht denomina capacidad de implernentacin de polticas, que define como la capacidad del esta- do para implementar polticas al margen de la resistencia interior o exter- na. Esto se parece bastante a algo a lo que Kitschelt (1986) daba gran importancia, y que defina como la capacidad de un sistema poltico para hacer frente a las demandas que se le hacen. Yo omit este factor por los mismos motivos que Brockett. Segn este autor (1991, p. 254): Es un factor que resulta, a menudo, decisivo a la hora de enjuiciar los resultados obtenidos por un movimiento [...] No obstante, los factores que ejercen una gran influencia sobre los resultados de un conflicto pol- tico no siempre resultan determinantes para la accin colectiva. Por tan- to, la postura que se adoptar aqu ser la de intentar no crear confu- sin entre lo que, en verdad, son dos problemas distintos.

    Esta es una afirmacin importante. Las dimensiones de las oportu- nidades polticas son variables, y su aceptacin depende de la pregun- ta a la que estemos intentando responder. Llegamos as a la tercera fuen- te analtica de variacin: los usos que los especialistas han dado al concepto de oportunidad poltica.

    La variable dependiente relevante

    El concepto de estructura de oportunidad poltica se ha utilizado como variable clave a la hora de explicar, principalmente, dos variables dependientes: el punto temporal en el que surge la accin colectiva y los resultados obtenidos por el movimiento. Evidentemente, el concepto se vincul, en principio, slo a la primera de estas cuestiones. Para com-

    prender el surgimiento de movimientos concretos, los partidarios del modelo de proceso poltico intentaron ligar el desarrollo inicial de la protesta a una expansin de las oportunidades polticas que resultara beneficiosa para el grupo disidente (Costain, 1992; McAdam, 1982). Sin embargo, curiosamente, el uso que Eisinger (1973) dio inicialmente al trmino se deba al deseo de explicar variaciones en la intensidad de los disturbios en un amplio nmero de ciudades norteamericanas. Por tanto, los estudios comparados ms recientes sobre la intensidad de la actividad desarrollada por los movimientos sociales (p. ej. Kitschelt, 1986; Kriesi y otros, 1992; Rucht, 1990) estn ms en la lnea de Eisin- ger, en lo que a la utilizacin del concepto respecta, que de esa otra tradicin ms antigua basada en estudios sobre el surgimiento de movi- mientos concretos.

    Tampoco est nada claro que las dos variables dependientes men- cionadas sean las nicas vinculadas al fenmeno de los movimientos que guarden relacin con las oportunidades polticas. Tal y como suge- rimos en la introduccin a este volumen, la forma adoptada por el movi- miento podna ser otra de las variables parcialmente dependientes de la naturaleza de las oportunidades que catalizan el movimiento. Si clasi- ficamos los movimientos objeto de estudio, ordenndolos a lo largo de un continuum de forma que en un extremo tengamos los movimientos que plantean reivindicaciones de reforma mnimos, y en el otro, las revo- luciones, creo que seramos capaces de encontrar algn tipo de relacin de carcter general entre la forma adoptada por el movimiento y los cambios en la dimensin de las oportunidades polticas. Los cambios en la estructura legal o institucional que mejoran las garantas de acce- so al poder de los grupos de protesta suelen generar movimientos de reforma poco ambiciosos y ms institucionalizados. Al hablar de poco ambiciosos me estoy refiriendo, bsicamente, a las tcticas que, presu- miblemente, utilizarn. Puesto que el grupo se ha formado como reac- cin ante cambios especficos en las reglas de acceso, lo nonnal ser que su actividad vaya dirigida, fundamentalmente, a explotar esa quie- bra del sistema. As, por ejemplo, la presentacin de la candidatura inde- pendiente de Ross Perot en las elecciones presidenciales norteameri- canas de 1992, surgi como reaccin ante la liberalizacin de los procedimientos y lneas maestras que estructuraban la movilizacin y operatividad de campaas lanzadas por terceros partidos.

    El contar con nuevos aliados en un entorno poltico donde antes no existan estos apoyos, probablemente tambin genere movimientos de reforma institucionalizados y de corto alcance. La mayona de los movi- mientos que cuadran perfectamente con el modelo propuesto por los especialistas en movilizacin de recursos senan de este tipo. Por ejem- plo, el movimiento pro sobriedad en los conductores, que centraba su

    EMPIRIA

    AQUI ESTAN EJEMPLOS DE CASOS EMPRICOS

  • actividad en un nico problema y recum'a a tcticas fuertemente insti- tucionatizadas, surgi merced a la financiacin de la National Highway Transportation Safety Agency y contaba, adems, con otros aliados en el seno de la administracin Reagan. Algo parecido sucedi cuando la administracin Nixon contribuy a poner en marcha el movimiento eco- logista norteamericano, financiando activamente al grupo First Earth Day, en 1970. Y, si bien movimientos ecologistas radicales como Earth First reciben una atencin desproporcionada por parte de los medios de comu- nicacin, el movimiento propugna, an hoy, reformas institucionales de carcter general del estilo de las mencionadas y defendidas por lderes de la industria como Sierra Club y Nature Conservancy.

    Si nos desplazamos hacia el polo ms radical o revolucionario del continuum de movimientos, entran en juego, de forma creciente, las otras dos dimensiones vinculadas a las oportunidades polticas. Una dis- minucin significativa, bien de la voluntad, bien de la capacidad para reprimir, tiende a relacionarse con el surgimiento de movimientos de protesta no institucionalizados, del tipo del primero de los descritos por Elena Zdravomyslova en el captulo 5 de este volumen. El grupo en cuestin, la Unin Democrtica, fue fundado en LeningradoISan Peters- burgo en 1988, como reaccin ante la transparencia del discurso pol- tico propugnada por Gorbachev y la disminucin del control social ejer- cido por parte de las autoridades estatales. Hay que sealar, no obstante, que la disminucin en la represin no garantizaba a los disidentes mayor acceso institucionalizado al sistema. Por tanto, el movimiento sigui siendo bastante amorfo y radical en sus objetivos y no institucionali- zado respecto de los medios.

    Por ltimo, como ponen de manifiesto casi todos los tericos de la revolucin, el surgimiento de divisiones significativas entre elites pol- ticas previamente estables es uno de los catalizadores principales de esta forma tan especial e importante de accin colectiva (Goldstone, 1991; Skocpol, 1979). Cabe sealar, que el surgimiento de grandes movimientos que propugnan reformas polticas, como el movimiento norteamericano Pro Derechos Civiles (McAdam, 1982), tambin se ha atribuido, al menos parcialmente, al colapso de alianzas duraderas entre elites. Lo que parece ocumr es que, desde este punto de vista, se difu- minada la diferencia existente entre reforma y revolucin. La diferen- ciacin slo tiene sentido si se plantea retrospectivamente. Las revolu- ciones se suelen asociar, por definicin, con grandes transformaciones del sistema; los movimientos de reforma, no. Dicho de otra forma, la diferencia no parece deberse a divergencias en la estructura interna de los movimientos, sino, ms bien, a la fuerza o debilidad relativas de los sistemas contra los que protestan. Atendiendo a su estructura inter- na, la mayora de los movimientos revolucionarios y de reforma amplia

    parecen muy similares. Cubren una amplia banda de objetivos y utili- zan una mezcla de estrategias institucionalizadas y no institucionaliza- das para lograr sus fines.

    En esta seccin no pretenda esbozar una teora sobre la relacin existente entre las oportunidades polticas y la forma adoptada por un movimiento. Simplemente deseaba sealar que existen muchos fen- menos que los analistas podran -y, de hecho, han intentad* explicar recurriendo al concepto de estructura de oportunidades polticas. Esto habla a favor de la riqueza potencial del concepto, pero deberamos tener cierta precaucin. Si no somos capaces de evitar los peligros de la con- fusin conceptual, es imprescindible que nos pronunciemos explcita- mente respecto de la variable dependiente que pretendemos explicar y la dimensin concreta de la oportunidad poltica a la que estamos haciendo referencia en nuestro anlisis.

    Futuras lneas de investigacin

    A pesar de la gran cantidad de estudios interesantes que se han veni- do realizando hasta la fecha, sigue habiendo muchas lneas de investi- gacin inexploradas y excitantes, tanto empricas como tericas, rela- cionadas con el concepto de oportunidad poltica. Las limitaciones de espacio me impiden llevar a cabo una enumeracin exhaustiva de ellas. Por tanto, me he limitado a identificar tres temas relacionados con este concepto que considero interesantes, y que no han sido an analizados por los especialistas. Su anlisis ampliara notablemente el campo de estudio, ofreciendo nuevas posibilidades y dotando de gran diversidad a los trabajos sobre oportunidades polticas.

    Ciclos de protesta y oportunidades polticas Aunque hace algunas pginas dudaba de la oportunidad de incluir,

    con Brockett (1991, p. 254), el punto momento temporal del ciclo de protesta como dimensin independiente del concepto de oportunidad poltica, estoy de acuerdo con l respecto de la importancia funda- mental de esta variable como factor diferenciador de la trayectoria y evolucin de los movimientos sociales. Existen buenas razones para pensar que los movimientos que ponen en marcha ciclos de este tipo evolucionarn segn una dinmica muy distinta a aquellos que surgen en un momento posterior del ciclo. En la primera de las categoras habna que incluir a esos raros movimientos, cada vez ms recurren- tes, a los que cabra calificar de movimientos catalizadores, puesto que ponen en marcha un ciclo entero de protesta [...] La segunda y ms

  • "populosa" categona de movimientos est compuesta por movimien- tos inducidos o indirectamente provocados que, en mayor o menor medida, obtienen su impulso e inspiracin del movimiento catalizador original (McAdam, 1995).

    Qu tiene todo esto que ver con el concepto de oportunidades poi- ticas? Desde mi punto de vista, todo. Cuando aparece un movimiento que, evidentemente, es un movimiento catalizador, altera toda la din- mica que rige el surgimiento de otros grupos. Puede que esto resulte ms evidente si intentamos explicar el surgimiento de los movimien- tos inducidos recurriendo a los tres conceptos clave de los que nos hace- mos e w en este libro. Mientras que las estructuras de movilizacin y los procesos enmarcadores mantendran su importancia en el caso de cualquier movimiento, el factor oportunidades polticas tendra, clara- mente, una significacin menor respecto de los movimientos inducidos. En la idea de expansin de las oportunidades polticas englobo cam- bios en las instituciones, en las realineaciones polticas informales o en la capacidad represora de un sistema poltico. Estos cambios redu- ciran, significativamente, la disparidad de poder existente entre el Esta- do y los grupos de protesta. Siguiendo esta definicin, resulta realmente difcil documentar que se d una evidente expansin de las oportuni- dades polticas en el caso de los movimientos inducidos, o al menos, de la mayora de ellos. Con una nica excepcin. La extraordinaria expan- sin de oportunidades que se da siempre en el caso de cualquier ciclo revolucionario. En el caso de las revoluciones, el viejo rgimen est ya tan tocado por los movimientos cataiizadores, o por lo que Tarrow (1 994) denomin primeros levantamientos, que se vuelve vulnerable ante cual- quier movimiento tardo.

    Sin embargo, en el caso de los ciclos de reforma no se da, necesa- riamente, un incremento de la vulnerabilidad del sistema ante los movi- mientos inducidos. Tomemos como ejemplo el ciclo de reformas por el que atravesaron los Estados Unidos en la dcada de los sesenta. Mucha gente de izquierdas lleg6 a creer que el Estado estaba al borde del colap- so a finales de los aos sesenta. Sin embargo, si se echa un vistazo a las medidas fiscales y la estabilidad poltica, habra que llegar a la conclusin contraria. El Estado sigui siendo fuerte a lo largo de todo el perodo y, en general, result invulnerable ante la mayora de los movimientos que proliferaron en esos aos.

    El movimiento Pro Derechos de los Homosexuales resulta, asimis- mo, un buen ejemplo. Fue el llamado StonewaU Riot de julio de 1969, el que se supone que dio origen al movimiento. La protesta comenz cuando los dueos del Stonewall, un bar gay del Greenwich Village, participaron en una pelea durante una redada que la polica llev6 a cabo en el local. A partir de ese momento, el movimiento cobr rpidamen-

    te auge, surgiendo as un cierto nmero de movimientos inducidos que luchaban en pro de los derechos de los gays. Sin embargo, en 1970,

    1 haba desaparecido como fenmeno organizado. Resulta difcil explicar el surgimiento de este movimiento sobre la

    base de un aumento de las oportunidades polticas. No creo que se pudie- m dar con ningn cambio concreto en los rasgos institucionales del sis- tema que supusiera nuevas ventajas para los gays. Ni tampoco parece que el movimiento se beneficiara de nuevas redineaciones polticas. De hecho, en las elecciones inmediatamente anteriores, las fuerzas polti- cas se haban realineado de forma que, en todo caso, pareca desventa- josa para los gays. Evidentemente me estoy refiriendo a la llegada de Richard Nixon a la Casa Blanca en 1968, ascenso que supuso el fin de un largo perodo de preponderancia liberal-demcrata en la politica pre- sidencial. En todo caso, podra decirse que el movimiento surgi en un momento de contraccin de las oportunidades polticas.

    En general, parece algo ilgico afirmar que en un ciclo de pro- testa aumentan las ventajas negociadoras de todo movimiento de protes- ta organizado. Al contrario, los planteamientos de los movimientos cata- lizadores parecen restar muchas ventajas a los movimientos que surgen con posterioridad. De hecho, a la historia del ciclo de protesta nortea- mericano de los aos sesenta, se le puede dar una interpretacin de este tenor. Fueron los primeros movimientos estudiantiles, derechos civiles, anti-blicos y feministas los que acapararon la atencin y obtuvieron sonadas victorias, mientras que otros posteriores -movimiento gay, movimiento Indio Americano, etc.- nunca llegaron a captar la aten- cin suficiente como para tener el mismo xito. No puedo tener la segu- ridad de que mi interpretacin sea la correcta. Pero al menos resulta coherente con la idea, ms general, de que no a todos los movimientos inducidos les resulta ventajoso el verse encuadrados en ciclos amplios de reformas. En mi opinin existen buenas razones para pensar que los movimientos que surgen en las fases finales de un ciclo de protesta y reforma estn en desventaja, porque deben enfrentarse a un Estado que ya se ve presionado por las reivindicaciones y las manifestaciones de fuerza de los movimientos catalizadores.

    Por ltimo, tras presentar mis argumentos a favor de la idea de que en los ciclos de protesta el sistema poltico no se convierte en vulnera- ble ante todos los movimientos organizados que surgen, quisiera cen- trarme en una categora especial de movimientos inducidos que, evi- dentemente, no obtienen ventaja alguna de su situacin. Me refiero a los movimientos inducidos que tienen su origen en pases distintos a aquel donde surgieron los movimientos catalizadores. Lo cierto es que, a pesar de que utilicemos un lenguaje descriptivo (p. ej. el ciclo de protesta italiano de 1960 y 1970), los ciclos de protesta no se circuns-

  • criben, necesariamente, a las fronteras nacionales. La turbulencia pol- tica generalizada que afect a Europa occidental en 1847- 1848 resulta un ejemplo muy instructivo. La mayor parte de los especialistas en este tema han centrado su atencin en Francia y las revueltas de Pars, de febrero de 1848. Pero como ya sealara Tarrow (1994): Fue un his- toriador tan francs como Halevy el que afirm que la revolucin de 1848 no tuvo su origen en las bamcadas de Pars, sino en la guerra civil suiza. Los primeros resultados de un estudio que se est reali- zando en la actualidad, en el que se intentan rastrear los vnculos exis- tentes entre el movimiento estudiantil norteamericano de Nueva Izquier- da y el alemn, (ambos de los aos sesenta), parecen apoyar esta tesis. El surgimiento del movimiento estudiantil alemn parece deberse tan- to, o ms, a los sucesos que estaban teniendo lugar en Estados Unidos que a cambios sustantivos en la poltica interna alemana (McAdam y Rucht, 1993).

    La implicacin terica fundamental de todo lo anterior es que al habernos fijado excesivamente en los movimientos catalizadores ms importantes, como el Movimiento Americano Pro Derechos Civiles (McAdam, 1982) o el movimiento Feminista Norteamericano (Cos- tain, 1992), tal vez hayamos exagerado la importancia de las oportuni- dades polticas a la hora de explicar el origen de la accin colectiva. Para comprender mejor el papel desempeado por las oportunidades polti- cas en esta primera fase, tenemos que atender asimismo a la evolucin posterior de los movimientos inducidos. Empiezo a sospechar que estos ltimos deben su surgimiento ms a complejos procesos de difusin, a travs de los cuales se ponen a disposicin de otros movimientos de pro- testa los medios ideolgicos, tcticos y organizativos de los movimien- tos catalizadores. Pero este presentimiento, algo impresionista, slo podr comprobarse tras la realizacin de estudios empricos.

    Oportunidades polticas y contexto internacional Tal y como ocurre en muchos otros mbitos de la vida poltica, la

    mayora de los estudios sobre oportunidades polticas adolecen de un sesgo estatalista y se centran en la propia comunidad. Es decir, los espe- cialistas se han limitado a estudiar la estructura de las oportunidades polticas casi, exclusivamente, en trminos de instituciones y procesos polticos internos. Lo que no se puede hallar en este tipo de concep- tualizaciones es nada sobre el papel, fundamental, que desempean las tendencias y sucesos internacionales, a la hora de fijar instituciones y alineaciones internas. En resumen, hasta ahora los especialistas han infravalorado el impacto de los procesos globales, polticos y econ- micos, sobre la estructuracin de las posibilidades internas para la accin

    colectiva. Afortunadamente, todo parece indicar que esta negligencia se est subsanando.

    El trabajo ms importante en este campo es el de Azza Salama Lay- ton (1995). Versa sobre la presin poltica internacional que de forma tan notable aument las oportunidades polticas internas del movimiento norteamericano pro Derechos Civiles. En su trabajo, Layton demuestra de forma exhaustiva y convincente cmo la presin ejercida durante la recin comenzada Guerra Fria tuvo una gran influencia al daar, seria- mente, la estrategia poltica y las alineaciones sobre las que se basaba la poltica racial estadounidense con anterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Cuando, tras esta contienda, Norteamrica acaba con la pol- tica aislacionista que haba marcado sus relaciones con el resto de los pases del mundo, los polticos federales, especialmente el ejecutivo, se vieron sometidos a fuertes presiones internacionales a las que no se haban tenido que enfrentar sus antecesores. Al enzarzarse los Estados Unidos con la Unin Sovitica en una batalla ideolgica para ampliar su influencia entre las naciones del Tercer Mundo, el racismo estadou- nidense cobr importancia, ya que poda ser utilizado, eficazmente, como arma propagandstica por parte de los Soviets. En un intento por evitar esto, varios presidentes que gobernaron durante la Guerra Fria especialmente Truman, Eisenhower y Kennedy- se vieron forzados a comprometerse con la causa de los derechos civiles, con una intensi- dad inimaginable antes de la guerra. Algo parecido ocum con los repre- sentantes de los Departamentos de Estado y de Justicia que se vieron inrnersos en una actividad vertiginosa. En aquellos aos de la posgue- rra resultaba frecuente que los responsables de alguno de estos depar- tamentos (cuando no de los dos) aparecieran ante Comits del Congreso o fueran citados en relacin con vistas judiciales celebradas en el Tri- bunal Supremo, por medio de las cuales se quera forzar la introduc- cin de cambios en las polticas que guardaban conexin con los dere- chos civiles. Si traducimos estos procesos al lenguaje de las oportunidades polticas, este tipo de acciones, y muchas otras de las documentadas por Layton, garantizaron a los luchadores por los dere- chos civiles muchos aliados entre las elites y aperturas legal/institu- cionales. Simultneamente se minaban las alineaciones de elites sobre las que se haba estructurado el segregacionismo previo'.

    l ' Aunque no es ni muchsimo menos tan exhaustivo como el de Layton, mi tra- bajo sobre el movimiento Pro Derechos Civiles norteamericano (ANDERSON-SHER- MAN y MCADAM, 1982; MCADAM, 1982) se centra en lo que considero dos impor- tantes fuentes de presidn internacional, determinantes respecto del cambio en la poltica racial estadounidense. La primera de ellas se relaciona con los orgenes de la Guerra Fra, cuya importancia documenta tan impecablemente Layton. El segun- do factor esta relacionado con los cambios en el comercio y la economa interna-

  • Layton no es la nica que sigue esta lnea de investigacin. Wang (1989) tambin concedi gran importancia a la situacin internacio- nal, al estudiar los movimientos de protesta surgidos en Taiwan a media- dos de los setenta. Se trataba de movimientos cuyo objetivo era pro- testar contra la posibilidad de que el Estado de Taiwan fuera dominado por las elites de China continental. En concreto, Wang seala que la histrica visita del presidente Nixon a China en 1969 y la eventual inte- gracin de la Repblica Popular en el concierto internacional min, seriamente, la base institucional e ideolgica sobre la que se apoyaban los defensores del gobierno continental chino en Taiwan. Sus preten- siones se basaban en la idea de que ellos eran la autntica voz del pue- blo chino y que la reintegracin a la China continental era inminente. A la vista de los cambios habidos en las relaciones internacionales, se presion a las ancianas elites taiwanesas para que retuvieran su sobe- rana. El resultado fue que los incipientes movimientos de protesta pudieron contar, a partir de ese momento, con nuevos aliados, tanto en el mbito interno como en el internacional. Adems, cuando ciertos seg- mentos de la sociedad taiwanesa cuestionaron, con xito, la base legal de una posible intromisin de China continental en sus asuntos inter- nos, se dio una nueva apertura institucional.

    No es difcil pensar en ms ejemplos de movimientos catalizados mer- ced a acontecimientos o presiones internacionales. El surgimiento y xi- to posterior de los sandinistas en Nicaragua parece deberse, en parte, a una disminucin significativa de la capacidad de representacin del anterior rgimen de Anastasio Somoza. Pero, a su vez, este declive fue parcial- mente generado por la retirada de la ayuda militar de Estados Unidos y otro tipo de ayuda extranjera. Desde Norteamrica, Carter estaba hacien- do campaa en pro de una poltica internacional basada en el respeto a los derechos humanos. Algo similar ocum cuando Gorbachev se neg a intervenir militarmente en los asuntos internos de los pases pertenecien- tes al Pacto de Varsovia. Como consecuencia de esta actitud, la capacidad represora de los regmenes en cuestin se vio enormemente debilitada, lo que, a su vez, contribuy a fomentar la serie de revoluciones que des- mantelaron, literalmente, el bloque sovitico entre 1989 y 1991.

    cionales que contribuyeron a minar la importancia econmica de los Estados algo- doneros del Sur. Entre estos cambios cabria mencionar la interrupcin del comercio internacional durante la Segunda Guerra Mundial, la creacin de economas algo- doneras en otros lugares del mundo y la transformacin de los Estados Unidos, que haba pasado de ser deudor a ser una nacin que tena capacidad de conceder crdi- tos, ya en las dos primeras dcadas del siglo xx (MCADAM, 1982, pp. 73-74). El efec- to neto de estos cambios fue la reduccin de la dependencia econmica norteamen- cana del algodn sureio y, por tanto, la disminucin de la influencia y capacidad de maniobra poltica de la elite de terratenientes del Sur.

    Quisiera terminar con un ejemplo ms contemporneo. Desde los inicios de la integracin europea se expres el temor de que ciertas regio- nes o subgrupos regionales fueran sacrificados en aras de la unin con- tinental. Por ello, desde un principio, los planificadores de la Comuni- dad EuropeaJUnin Europea (CE/CIE) propugnaron que se privilegiara a las regiones, tanto en las deliberaciones como en el diseo institu- cional (Marks y McAdam, 1993). As, por ejemplo, se cre un Comit Consultivo de las Regiones, de modo que quedara asegurado que stas tuvieran voz en las deliberaciones comunitarias. Y, de gran importan- cia fue, asimismo, la creacin de un Fondo que brindara apoyo finan- ciero a proyectos regionales. Pero, al integrar los intereses regionales en la estructura ernbrionaria de la CE, los planificadores comunitarios ampliaron, notablemente, las oportunidades internas de la movilizacin regional y tnica. Muchos son los movimientos que han extrado bene- ficios de esta dinmica expansiva de las oportunidades polticas pro- pugnada por la CEJUE, desde los vascos y catalanes espaoles, hasta los nacionalistas del Pas de Gales en el Reino Unido.

    La estructura de oportunidad poltica como variable dependiente Por ltimo, como nos recuerdan Gamson y Meyer en el captulo 12:

    Las oportunidades catalizan la accin poltica, pero los movimientos tambin consiguen ampliar el espectro de las oportunidades. Esto, que sin duda es cierto, no se tiene en cuenta en la mayor parte de la literatura especializada existente2. Considerando la atencin que los especialistas han dedicado al estudio de la influencia que la estmctu- ra de oportunidades polticas ejerce sobre el surgimiento de los movi- mientos, la forma que adoptan y las consecuencias que su accin gene- ra, no se entiende que, comparativamente, slo hayan dedicado poco tiempo y energa a estudiar, sistemticamente, el papel desempeado por los movimientos a la hora de reestructurar las instituciones y ali- neaciones polticas de una comunidad. Lo que resulta ms asombroso y lamentable de esta falta de estudios serios respecto del efecto ejer- cido por movimientos anteriores sobre las distintas dimensiones de la oportunidad poltica, es que la mayora de los especialistas, probable- mente, afirmaran que se dedican al estudio de los movimientos socia- les porque los consideran un motor de cambio social fundamental. Esperemos que esta situacin cambie. Los escasos estudios serios que

    La nica excepcin digna de mencin la constituye la obra de TARROW, Power in Movement (1994). A lo largo de todo el libro, pem en especial en el captulo 6 y en la conclusin, Tarrow seala el papel desempeado por los movimientos a la hora de reconstmir los sistemas polticos en cuyo seno surgieron.

  • se han realizado ponen de manifiesto el valor potencial de esta lnea de investigacin.

    Uno de los mejores estudios es el de James Button (1989). En l busca la relacin existente entre el impacto generado por el movimiento Pro Derechos Civiles y la estructura poltica de las seis comunidades sureas. Los resultados de Button demuestran, claramente, que el movi- miento logr expandir de forma drstica todas las dimensiones de opor- tunidades polticas sealadas con anterioridad. El movimiento incit a la apertura 1egaVinstitucional de la estructura poltica del Sur. Entre los cambios ms radicales cabra citar la reforma electoral, que supuso una ampliacin, sin precedentes, del nmero de electores y, de hecho, tuvo como consecuencia un aumento rpido de los burcratas electos de color. Como ventaja derivada cabra citar la notable disminucin de la violencia, ejercida rutinariamente, sobre los negros en el Sur. El acce- so electoral simplemente elimin la oportunidad poltica que la haca posible. Por ltimo, este proceso de re-democratizacin que supuso la concesin del voto a los negros en el Sur y las ventajas institucionales obtenidas por la gente de color destruyeron las antiguas alineaciones polticas, tanto a nivel nacional como regional, sobre las que se estruc- turaba el statu qua racista.

    En un reciente estudio comparado realizado por Donatella della Por- ta (1995) sobre la poltica de pmtesta en Alemania e Italia a lo largo de los aos sesenta, setenta y ochenta, se demuestra claramente que los nuevos movimientos sociales han tenido efectos similares sobre las prcticas polticas de ambos pases. Desde la dcada de los sesenta ha habido una rutinizacin y profesionalizacin de la poltica de protesta, tanto en Italia como en Alemania, donde a nivel administrativo y legis- lativo se ha venido clarificando y aumentando el derecho de los ciuda- danos a la protesta legtima. El efecto neto: una disminucin notable, en ambos pases, de la capacidad represora del Estado frente a los movi- mientos sociales.

    Los primeros dos ejemplos hacen referencia a cambios en las dimen- siones de oportunidad poltica buscados y deseados por al menos algu- nos segmentos de los movimientos de protesta. Pero resultan cuando menos igual de interesantes los cambios en la dimensin poltica de oportunidades no buscados conscientemente. Especialistas en el movi- miento feminista norteamericano, como Ann Costain (1992) y Jo Fre- eman (1973), han sido conscientes, desde hace tiempo, de la enorme importancia de estas consecuencias no intencionadas para el desarro- llo posterior del movimiento feminista. Me refiero a la inclusin de mujeres en las listas de grupos determinados, derecho reconocido en el Ttulo VD de la Civil Rights Act de 1964. Este Acta es claramente producto del movimiento Pro Derechos Civiles y, no obstante, puso en

    marcha una apertura legal e institucional que benefici a otros grupos minoritarios, incluidas las mujeres.

    Existe otro ejemplo de cambios en la estructura de oportunidades polticas inducidos inconscientemente por la accin de los movimien- tos que, aun resultando menos conocido, posiblemente haya tenido con- secuencias de mayor alcance. Me refiero al papel desempeado por el movimiento Pro Derechos Civiles en la destruccin de las alineacio- nes polticas que, desde 1932, haban sido el fundamento del control liberal-demcrata de la Casa Blanca. Al ampliar el derecho de voto en el Sur, el movimiento no incidi nicamente sobre el acceso electoral de los negros, sino que destruy el monopolio poltico del que haban gozado en el Sur los Dkiecrats. La consecuencia fue que resurgieron partidos Republicanos viables en todos y cada uno de los Estados de la regin. Uniendo esta nueva fuerza electoral a los votos obtenidos en sus feudos tradicionales (el Oeste y el Medio oeste), los Republicanos no slo acabaron con la coalicin del New Deal, sino que fueron capaces de crear una coalicin electoral propia que domin la poltica presi- dencial a partir 1968. Como consecuencia prctica, desde el punto de vista de los movimientos sociales esta transferencia de poder electoral ha minado opciones institucionales con las que contaban los movi- mientos de tipo progresista, a la par que ha despejado canales de acce- so para grupos conservadores del estilo de los tradicionalmente vincu- lados a la Revolucin Reagan.

    Estos dos ltimos ejemplos muestran lo que yo entiendo que es la relacin prototpica entre movimientos sociales y estructura de oportu- nidad poltica; algo fluido, recproco, impredecible y crucial. Estas estruc- turas limitan y facilitan, a la vez, la accin colectiva llevada a cabo por un amplio nmero de grupos. Aquellos a los que la estructura beneficia en un momento dado, pueden actuar agresivamente para aprovechar todas las oportunidades que se les ofrecen. Al hacerlo, normalmente ponen en marcha reformas legislativas o de otro tipo que contribuirn a recons- truir (consciente o inconscientemente) la base 1egaVinstitucional o rela- cional del sistema poltico (cuando no ambas). Convenientemente trans- formada, la estructura de oportunidad poltica deja va libre a nuevas posibilidades de accin para los grupos disconformes.

    La razn de ser de este captulo introductorio

    Tras este pequeo esbozo de lo que entiendo son las lneas de inves- tigacin ms prometedoras en el caso de las oportunidades polticas, estoy en situacin de aclarar el modo en que los cuatro captulos siguien- tes dan realce o clarifican nuestra comprensin del papel desempea-

  • do por las oportunidades polticas en el seno de la dinmica propia de los movimientos.

    En la ltima dcada, Sidney Tarrow ha sido quien, probablemente, m& haya contribuido a mejorar nuestra comprensin de la relacin din- mica existente entre los sistemas polticos institucionalizados y los movi- mientos sociales. En el captulo 2 de este libro contina su instructiva labor. Comienza proponiendo una nueva tipologa que permita encua- drar las diferentes formas de aproximacin al problema de la estructu- ra de oportunidad poltica. Cree encontrar entre los investigadores dos lneas de estudio fundamentales. La primera de ellas se realiza desde una perspectiva ms prxima a los grupos de protesta, y en ella se tien- de a analizar, sobre todo, polticas pblicas concretas o cambios que afectan slo a grupos especficos y que contribuyen a facilitar la accin colectiva. Desde otro punto de vista, algunos especialistas centran su atencin en el Estado, analizando cmo el diseo institucional global de un sistema poltico (p. ej. Estado fuerte vs. Estado dbil, centraliza- do o descentralizado, etc.) contribuye a generar mayores o menores posibilidades de accin colectiva.

    A continuacin Tarrow distingue entre lo que denomina estatismo trans-seccional y una aproximacin ms dinmica (aunque tambin estatalista) a la hora de estudiar los movimientos sociales y las revolu- ciones. Critica muchos aspectos de la primera de las neas, acentuan- do las ventajas que ofrece la segunda para la investigacin. Tamw sigue prefiriendo un punto de vista dinmico y de influencia recproca a la hora de explicar la relacin existente entre los movimientos sociales y los Estados. Los movimientos slo pueden surgir cuando se dan cam- bios relacionales e institucionales en un sistema dado, pero lo contra- rio tambin es cierto. Los sistemas polticos institucionalizados slo se entienden por contraposicin a los movimientos sociales (y otros pro- cesos polticos dinmicos) que son los que le moldean a travs del tiem- po. Lo que hace Tarrow al defender este punto de vista, es animar a los investigadores a considerar la estructura de oportunidad poltica como una variable, tanto dependiente como independiente. Al reaccionar fren- te a los cambios del medio institucional global en el que se mueven, los movimientos sociales se convierten en agentes del cambio, no slo modi- ficando las perspectivas inmediatas para la accin, sino, asimismo, reha- ciendo ciertos rasgos caractersticos del sistema.

    El captulo de Donatella della Porta, Movimientos sociales y el Esta- do: algunas ideas en torno a la represin policial de la protesta, posi- blemente sea el estudio de mayor peso sobre la represin, desde que, en 1978, Tily publicara sus trabajos sobre esta dimensin fundamen- tal, pero a menudo descuidada, de la oportunidad poltica. El estudio de della Porta resulta de gran importancia tambin porque, hasta donde yo

    s. no existe, por ahora, otro estudio comparado sobre la represinpoli- cil de la

    Adems, para quien se interese de manera especial por el tema de las oportunidades polticas, el artculo de della Porta resulta irnportan- te por dos razones adicionales. En primer lugar, en la discusin teri- ca saca a relucir el interesante problema de si no debera considerarse la represin como un barmetro, ms que como una dimensin inde- pendiente de la estructura de oportunidad poltica. Otros autores y yo nos inclinamos por la segunda de las posibilidades. Pero della Porta consigue hacer interesante la idea de considerar la represin, no como un fenmeno en s, sino como un reflejo de la estructura de oportuni- dad global. Tanto si uno est de acuerdo con ella como si no, el estu- dio del problema que plantea contribuir, sin duda, a claricar las dimen- siones de la oportunidad poltica. Adems el captulo de della Porta es nico por otra razn. Como ya se haba sealado, su ensayo y el pro- yecto ms amplio del que ste fonna parte, es uno de los pocos inten- tos de estudiar empricamente la oportunidad poltica, considerndola indistintamente como variable dependiente o independiente. Dicho de otro modo, aunque della Porta afirma que el grado de represin es un importante factor deterdante respecto de la extensin y la fonna adop- tada por la accin colectiva, evidentemente entiende que tambin se da el fenmeno contrario. Demuestra fehacientemente que, tanto en Ale- mania como en Italia, las prcticas policiales fueron tomando forma, a lo largo del perodo, gracias a la interaccin entre los propios movi- mientos, el Estado y las fuerzas de orden pblico.

    El captulo 4 es un ensayo de Anthony Oberschall. Se denomina Oportunidades y estructuracin en las revueltas del este de Europa de 1989, y resulta novedoso en varios aspectos. En primer lugar es uno de los primeros intentos de aplicar los avances tericos ms recien- tes sobre movimientos sociales, obtenidos en el contexto de las demo- cracias occidentales, al anlisis de procesos revolucionarios en Europa del Este. Se puede pues decir que se trata de un test de aplicabilidad de los modelos obtenidos (bsicamente en el contexto de las democracias occidentales) y de comprobar su eficacia para el estudio de procesos vin- culados a la protesta que tienen lugar en otras zonas. Sin ser en absolu- to definitivo, el anlisis de Oberschall probablemente genere estudios comparados sobre algunas de las herramientas conceptuales clave, obte- nidas en occidente a lo largo de los diez o quince ltimos aos.

    Pero a travs del trabajo de Oberschall se pueden asimismo apre- ciar ciertas limitaciones inherentes a las construcciones tericas ms recientes. Por ejemplo, resulta patente la necesidad de tomar en cuen- ta las tendencias y eventos internacionales a la hora de explicar los cam- bios que puedan darse en las estructuras de oportunidad poltica inter-

  • nas. Como el mismo autor seala, los estados estn inmersos en un medio poltico tanto interno como internacional. En el caso de las revueltas de la Europa del Este, los sucesos internacionales parecen haber contribuido ms a la expansin crtica de las oportunidades pol- ticas que los internos.

    ~ l c a ~ t u l o de Elena Zdravomyslova (captulo 5) supone un intere- sante contraste respecto del de Oberschall. En ambos casos se trata de un esfuerzo por aplicar los resultados conceptuales obtenidos por los especialistas en movimientos sociales occidentales a estudios sobre el repentino e inesperado desarrollo de la accin colectiva en los anti- guos Estados comunistas. Tal y como ocurra en el ensayo de Obers- chal], el trabajo de Zdravomyslova parece indicar que estas importa- ciones conceptuales occidentales son de una utilidad razonable cuando se las aplica al estudio de movimientos surgidos en otras zonas y bajo circunstancias polticas muy distintas. En concreto, ambos autores sea- lan la importancia del estudio de la corriente recproca de influencias entre procesos enmarcadores y oportunidades en expansin, para lograr una mejor comprensin de los movimientos que estudian.

    Tambin se aprecian diferencias significativas entre ambos traba- jos. Mientras Oberschall se centra en las revoluciones que tuvieron lugar en cuatro de los pases satlites de la Unin Sovitica -Hungra, Polo- nia, Checoslovaquia y Alemania del Este- Zdravomyslova estudia el desarrollo de la protesta popular en el seno de la propia Unin Sovi- tica. Y, si bien Oberschall estudia las revoluciones a macro-nivel, Zdra- vomyslova ofrece una descripcin porrnenorizada de dos movimientos de protesta, locales y muy concretos, surgidos en San Petersburgo. El resultado es un rico meso-anlisis, intrnsecamente interesante y teri- camente importante. El inters terico del estudio de Zdravomyslova proviene de su utilizacin del concepto de oportunidad poltica para explicar otro aspecto de un movimiento social, a saber, la forma en la que se arropa a la accin colectiva. Cada uno de los movimientos de San Petersburgo intent explotar dimensiones diferentes de oportuni- dad poltica, en un caso se trataba de una disminucin del control social, y, en el otro, de una apertura electoral. La forma adoptada por cada uno de ellos resultaba, evidentemente, dependiente del tipo de oportu- nidad poltica aprovechada. Este material es importante. As como Oberschall quiere llamar nuestra atencin sobre la dimensin intema- cional de las oportunidades polticas, Zdravomyslova nos recuerda que las oportunidades son tambin, y a la vez, muy localizadas y espec- ficas. En un primer momento, los movimientos pueden sacar partido de eventos globales o internacionales, pero aunque lo hagan, deben adap- tarse a condiciones internas concretas.

    2. Estado y oportunidades: la estructuracin poltica de los movimientos sociales

    En 1991, John McCarthy, David Britt y Mark Wolfson publicaban un artculo que comenzaba con una afirmacin conocida por los espe- cialistas en movimientos sociales que, rara vez, ha recibido toda la aten- cin que se merece:

    En el contexto del Estado moderno, la gente que se une para partici- par en algn tipo de accin colectiva, debe enfrentarse a un medio com- plejo y multifactico en el que se entrecnuan aspectos polticos y econ& micos. Los distintos elementos que componen este medio tienen una influencia, tanto directa como indirecta, sobre las decisiones comunes adoptadas respecto de los objetivos de cambio social, formas de organi- zacin y medios a utilizar para lograr las metas propuestas (1991, p. 46).

    En sus observaciones, estos autores sistematizan el cmulo de resul- tados obtenidos en toda una serie de trabajos en los que, desde la dca- da de los setenta, se analiza la estructura de oportunidad poltica. En

    1 Partes de este ensayo fueron publicadas por primera vez en mi Power in Move- menf (1994), as como en la Kolner Zeiuchriftfr Soziologie und Sozialpsychologie (1991b). Quisiera reiterar mi agradecimiento a Friedhelm Neidhardt y Dieter Rucht por los interesantes comentarios que hicieron tras la lectura de esa primera publica- cin. La presente versin, mucho ms amplia, se escribi. en parte, gracias a una beca de investigacin que me concedi la National Endowment for fhe Humanities y no hubiera sido igual sin los comentarios de Donatella della Porta, Craig Jenkins, Hans Peter Kriesi, Doug McAdam, David Meyer, Dieter Rucht y Charles T i y .