Memorias Inesperadas - Mª José Romero

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    Memorias Inesperadas

    ictoria tena, desde haca mucho tiempo, la impresin de que algo suceda. Eracomo una corazonada que le haba acompaado aos atrs, pero se hizo msfuerte al levantarse esa misma maana. Incluso no estaba tranquila mientras

    dorma, siendo consciente de que pasaban las horas, una tras otra, escuchando cadaruido por leve que fuera, dando vueltas desasosegada en la cama al lado de David,que pareca no darse cuenta de su inquietud.

    VNo era la primera vez que su intuicin, o lo que fuera, le sorprenda disparando la

    alarma. No estaba preparada para traducir esos signos, pero s le garantizaban que

    algo haba cambiado.Los problemas de incomunicacin entre David y ella, cada da iban empeorando.La cuestin es que no entenda por qu. l segua siendo un hombre encantador ybueno; saba que la quera, entonces Por qu esas desavenencias? Ella estabaenamorada como antes, pero haba cosas en la actitud de David, que no acababa deasimilar. Le vea pensativo y ausente demasiadas veces; eso no era habitual en l;pareca estar en otra parte donde los problemas se hubiesen hecho insuperables y ledesbordasen; de ah las contestaciones violentas que a veces reciba de su marido,cuando no haba motivo ninguno para semejante reaccin, las ausencias con la vistafija en un punto indeterminado que le hacan estar sordo a sus preguntas o a suconversacin. No, esto no era normal.

    La noche anterior, sin ir ms lejos, l le haba dicho algo que le molest

    especialmente. Bueno, no fueron las palabras tanto como el tono despectivo que uspara contestarle. No estaba acostumbrada a que le hablara de un modo tan airado; lsiempre era muy dulce en el trato con los dems, pero sobre todo con ella.

    - Victoria, por favor, te agradecera que no vuelvas a tocar el tema de mispadres, quiero decir, de mi padre y Alicia.- Su tono era seco y determinante, tanto quea duras penas, era controlado por su exquisita educacin; nunca lo haba empleado alhablar con ella.

    - No entiendo por qu no puedo referirme a ellos, cuando t sabes que lesquiero tanto como si fueran mis propios padres, incluso ms, ya sabes que no hepodido hablar as de los mos. Les echo mucho de menos; aunque haya pasadodemasiado tiempo sin que se encuentre ninguna pista de su paradero, no meconformo sin saber lo que les ha sucedido. Aunque me lo pidas de todas las formasposibles, me es muy difcil aceptar pasivamente, que hayan desaparecido sin raznaparente.- Le dijo con lgrimas en los ojos, realmente sinceras.

    - S, estoy de acuerdo, pero el caso es escabroso y la investigacin esten un punto muy delicado.- Le contest l, condescendiente ante los sentimientos deella.

    - Creo que tengo derecho a preguntarte si has encontrado algn indicio delo que les pas aunque no quieras decrmelo.- Luego en un tono ms bajo, le dijo:- Lohe presentido y sabes que siempre son ciertos esos presentimientos aunque no sepadecir cuales son.

    - Eso djamelo a m, cuando tengamos algo seguro, algo que nos indique

    donde estn, o qu les pas, te lo dir a ti la primera, mientras tanto, no vuelvas aimportunarme de esta manera!

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    Sin una palabra ms, dej el tema zanjado. Apag la luz y se dio la vuelta dandola espalda a su mujer, sabiendo que esta era una de las cosas que mas le fastidiaban.Le recordaba la actitud de su padre cuando no quera darles explicaciones y por eso lemolestaba de una forma exagerada. Adems, le haca sentirse una ignorante que nopudiera entender el complicado mundo masculino; como si todava estuvieran en laEdad Media. Pareca que l se olvidaba de que ella era una brillante cientfica y queestaba, tal vez, ms capacitada que l en muchos aspectos; pero tambin era mujer ydominada por los sentimientos, como casi todas; de eso se vala l para tratarla deaquella forma.

    David tena indicios de los que no poda hablar con ella, no hasta que todoestuviera lo suficientemente claro. Ella haba sufrido demasiado tiempo esperandoencontrar algn detalle que arrojara una luz por pequea que fuera, a la obsesin quele haba acompaado durante los aos ms importantes de su vida, por eso, preferaquedar mal, a hacerle un dao innecesario. Ya tendra ocasin de sufrir y llorarcuando lo supiera! El llevar esta carga l solo, le haca ms agrio y antiptico, peroprefera pasar ste calvario antes que hacerla sufrir por adelantado, dando pie a

    muchas ms conjeturas y divagaciones.Haca siete aos que se haban casado en una ceremonia digna de un cuento de

    Hadas, en el mismo sitio donde se conocieron y su vida era todo lo hermosa que sepuede desear pero, siempre hay una sombra que empaa la felicidad y pronto secumpliran los seis aos y medio desde que sus padres haban desaparecido.

    Todo fue muy extrao. Dan y Alicia, eran una pareja encantadora; no slo por suinteligencia y porque eran muy atractivos fsicamente; sino que eran de esas personasque irradian clase por todos sus poros. El gran amor que senta el uno por el otro que,casi se palpaba en el ambiente cuando se estaba cerca de ellos, les haca mucho msmaravillosos. Lograban contagiar el respeto y el cario con que se trataban, a todo el

    que tena contacto con ellos, pero lo ms curioso, es que no despertaban envidias,todo era admiracin.Desde que les conoci, Victoria haba deseado tener aquello tan extraordinario

    en su vida; esperaba ciegamente que as fuera su relacin con David. l fue el nicohombre del que se haba enamorado de verdad. Tambin le haba encontrado muydiferente a todos con los que haba llegado a una relacin, por corta que fuera.

    Carioso, tierno, sensible, pero con una chispa de picarda y locura que le dabanun atractivo especial; desde el primer momento le interes, adems, era terriblementeguapo, muy alto y la expresin de sus ojos profundos y bondadosos, llenos de unmisterio inquietante, la prendieron sin remisin.

    Como todas las mujeres hermosas y de inteligencia manifiesta, Victoria era

    irresistible para muchos de sus conocidos y compaeros; haba tenido variasrelaciones anteriores a pesar de su juventud pero, en el momento en que vio a David,todo lo dems qued olvidado para ella. Como ocurre muy pocas veces en la vida,slo con una mirada, tuvo la certeza de haber encontrado su alma gemela.

    Dan y Alicia ejercieron una gran influencia en su vida, desde el mismo instanteen que tomaron contacto. Fue casi como lo que sinti con David: una atraccin extraaque le arrastraba a aquellas personas, desconocidas hasta entonces.

    No poda definir qu era lo que emanaba de ellos, sobretodo de Alicia. Estamujer le recordaba a alguien. Desde que la vio por primera vez, pareca que la conocade toda la vida. Sus ojos, su sonrisa y cada uno de sus gestos, le eran familiares;incluso encontraba un perecido enorme entre ellas dos, pero no poda ser; desechabaeste pensamiento porque era descabellado, seguramente era la gran simpata yadmiracin que senta por ella lo que haca que su mente las uniera aunque slo fuera

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    por su parecido fsico; pero lo que ms le llam la atencin en Alicia, era su voz,Dnde la haba odo antes? A quien se pareca?

    Su tono era bajo y aterciopelado. Cuando la escuchaba hablar, pona toda suatencin, pero no lograba recordar. En los momentos en que Alicia hablaba conanimacin, entonces era cuando casi poda reconocer a la persona a la que pertenecaaquella voz, pero nunca llegaba el nombre a su mente. Este querer y no poder, lapona muy nerviosa; hasta que lleg a acostumbrarse a no pensar en eso.

    Su vida, hasta el momento en que se cas y form su propio hogar, haba sidoextraa y diferente a la de todos sus amigos. Si ella hubiera sido aficionada a escribir,bien podra poner sus experiencias en un libro que, por increbles, nadie llegara apensar que eran verdad, achacando a su gran imaginacin los acontecimientos quenarraba; pero no era el caso, ni tampoco senta un gran inters en que se conocieranpblicamente los acontecimientos que marcaron su adolescencia y juventud.

    Naci en Sevilla; su familia era como todas las de clase media acomodada.Vivan en un bonito piso de la calle Juan Sebastin de El Cano, en el que dispona

    cada uno de su propio dormitorio y un hermoso parque comunitario al que salan ajugar despus del colegio con todos los vecinos de su edad.Los domingos, con su madre y muy escasas veces con su padre, cruzaban el ro

    que corra paralelo a su calle y llegaban hasta la Avd. de Las Palmeras que lesconduca directamente al Parque de Mara Luisa, donde disfrutaban de golosinas ypequeos juguetes comprados en los puestos, despus de suplicar largo y tendido asu madre, corriendo y jugando mientras eran nios; despus, cuando lleg laadolescencia, paseaban por el mismo parque pero, su visin del paisaje era distinta,sobretodo, porque ya no iban de la mano de su madre, sino de la del chico o la chicaque les gustaba en ese momento. Las sensaciones que experimentaban por primeravez, los olores de aquel parque cuajado de un sin fin de flores distintas, de rboles yrincones ntimos donde dar y recibir el primer beso...La Feria de Abril que esperaban

    con impaciencia durante todo el ao, igual de pequeos que cuando fueronadolescentes...Sus padres eran jvenes y, especialmente su madre, de la cual llevaba el

    nombre, era una amiga para ellos; tenan la certeza de que ella les comprenda yapoyaba en casi todo, teniendo en cuenta que haba cosas en las que ninguna madremedianamente inteligente, poda ceder. Victoria tena dos hermanos. Sara, que era lamayor y luego estaba Adrin, con el que se llevaba solo ao y medio.

    Con sus hermanos la convivencia era bastante buena; haba sus roces y peleas,

    como es de esperar entre hermanos que cuentan con poca diferencia de edad, peroen general se poda decir que gozaban de cierta armona y, hasta se convertan enuna pia cuando la ocasin lo requera.

    Con su padre les resultaba mucho ms difcil entenderse; siempre parecamalhumorado y estaba poco tiempo en casa. Para conseguir algo de l, eraimprescindible la mediacin de su madre, ella le convenca y sacaba de l, hasta loque no se esperaban; le entenda a la perfeccin y demostraba tener una paciencia yabnegacin que slo comprendieron despus de pasar algunos aos de relacindirecta con el. Muchas veces, con la distancia del tiempo, se preguntaron por qu sumadre haba acabado casndose con un hombre as. Ella era dulce, inteligente ybonita. Ejerca de enfermera apreciada por todos pero, no entenda qu razones lallevaron a dejarlo todo, para ser solamente, la esposa de aquel hombre que lamenospreciaba y, aunque ella intentara que no se supiera, la denigrabaconstantemente.

    Cuando Victoria tena quince aos, la vida de la familia dio un giro total einesperado. De la noche a la maana, literalmente, se encontraron que su madre

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    Una maana, les despert su padre con el rostro demudado, plido y con unsusurro tembloroso, les dijo que acababa de regresar del hospital donde haba llevadoa su madre con un ataque al corazn pero, por desgracia, por el camino haba muerto.Ella, haca varios aos, haba dejado por escrito el deseo de donar su cuerpo a laciencia para que estudiaran con l, pues como ellos saban, su madre era enfermera yhaba tomado esa decisin cuando era estudiante y que, a pesar de sus constantesrazonamientos para que lo anulara, ella sigui con su deseo, aunque ellos no losupieran.

    En el hospital la prepararan para mandarla a la sala de diseccin de la Facultadde Medicina, cumpliendo as su ltima voluntad.

    - Pap, no entiendo por qu no nos llamaste cuando se puso enfermapero menos an, que te la hayas llevado sin que la pudiramos ver.- Le dijo Sara,sollozando desconsoladamente ante la impotencia de no poder hacer ya nada.

    - En estos momentos, no creo que sea muy oportuno que me ponga a dar

    explicaciones por algo que he hecho pensando en que era lo ms conveniente. Lecontest su padre, perdiendo la paciencia, como era habitual en l.- Es que me hubiera gustado despedirme de ella, despus de todo lo que

    le dije anoche le hubiera pedido perdn, fuimos tan injustos!.- Sigui diciendo su hijamayor entrecortadamente.

    - Puede que se llevara un disgusto muy grande y por eso se ha muerto; nopudo aguantar todo lo que le dijimos. Continu Victoria, mientras las lgrimasrodaban por sus mejillas.

    - Eso no tiene nada que ver; vuestra madre ha sufrido un infarto porqueestaba muy mal del corazn.- Les dijo su padre al borde de una discusin.

    - Mam tena una enfermedad de corazn? Nunca nos lo dijo.- No, ya sabis como era ella: para que no os preocuparais, me hizo

    prometerle que no os lo dira, pero lo tena todo previsto al dejar por escrito que sudeseo era donar su cuerpo a la ciencia.- Pap, queremos ver la carta, es lo ltimo que hizo mam y, puesto que

    ya no la veremos ms a ella...-Dijo Sara, interpretando el deseo de sus hermanosmientras los sollozos hacan casi imposible entender sus palabras.

    - No, ni hablar. Fue la respuesta cortante de Javier.- Pero, Por qu?.- Dijeron a coro los chicos.- Porque...estaba dirigida a m y es muy personal. A caso no os vasta

    con mi palabra?Como era su costumbre, se levant sin escuchar nada ms que tuvieran que

    decir los dems y, dejndoles sentados en el sof del saln, sumidos en la ms terribletristeza y culpabilidad, cerr la puerta de golpe.

    Se llev a cabo una reunin con la familia ms allegada; no se invitaron amigosni conocidos, respetando la voluntad que dej por escrito Victoria. Todo result muyfro; no se vea ningn atad; all no exista nada que representara el cuerpo por el quelloraban. A cada uno de los presentes, se le haca muy difcil aceptar que estaban allpara dar su ltimo adis a alguien que no era tangible.

    Seguidamente se celebraron los funerales a los que acudi tambin la familia,conmocionados todos por la repentina noticia del fallecimiento de Victoria. Lasensacin de irrealidad pareca ms acentuada que el da anterior por el hecho de queno estuviera de cuerpo presente, les segua pareciendo a todos que quedaba fuera delo establecido por la costumbre. A muchos de los familiares, no les caba en la cabezala idea de que los estudiantes pudieran hacer pedazos y estudiar con ellos, el cuerpode alguien tan querido y por el que corra su propia sangre. Segn los comentarios delos asistentes, tendran que haberla dejado para que la pudieran ver, por lo menos

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    durante el funeral y luego, llevrsela y hacer con ella lo que estuviera previsto; peronadie se atrevi a comentarlo en presencia de Javier, conociendo su mal talante.

    Luego en el cementerio, se puso una lpida en su memoria, sin una fotografaque les recordara a los visitantes, su dulce y hermosa cara.

    Todos estos acontecimientos, resultaron muy confusos, no solo para sus jveneshijos, sino tambin para muchas de las personas que acudieron a acompaarles en sudolor. Sobretodo los abuelos, acabaron comentando que los tiempos estaban tancambiados que muchas de las costumbres nuevas, no caban en sus cabezas.

    - Aunque pap diga que no es por eso, yo creo que a mam le hadado un infarto por nuestra culpa. Adrin les dijo a sus hermanasdespus del funeral, al volver a casa. No puedo quitarme de lamemoria la cara de pena que tena la ltima noche.

    - Yo tampoco Dijo Sara y lo peor de todo, es que he sido yo laque le dijo tantas cosas y tan terribles... En realidad, no las sentade verdad, pero despus de escuchar lo que nos cont pap,

    estaba muy enfadada con ella. Ahora pienso que lo que nos dijo l,no era cierto. Pap deba tener ms cuidado al hablarle puesto quesaba que estaba enferma del corazn, sin embargo, nunca hadominado su mal genio y, si os acordis, siempre le ha dadomuchos disgustos.

    - Pobre mam!Cmo vamos a vivir sin ella?- Victoria estabaintentando dominar los sollozos que le atenazaban la garganta.- Yotambin me he portado muy mal...

    - Pues si es verdad lo del corazn de mam, yo no perdono quepap nos pusiera en contra de ella. En realidad no era tanimportante lo que nos dijo como para haberle dado aquel disgusto.Conociendo el carcter de nuestro padre, era muy lgico que ella

    dejara de quererle. No s por qu nos enfadamos tanto. - DijoAdrin lleno de remordimiento y de ira.- Adems, me parece quehay algo muy extrao en todo esto; Cmo es posible que pap sehaya llevado a mam sin que la pudiramos ver? Luego nos hemostenido que conformar con una ceremonia, casi en secreto.

    Los tres, sentados sobre la cama de Sara, recordaron cmo haba sido su vidaarropados por el cario y la ternura de su madre.

    Ella haba sido su refugio; siempre acudan a sus brazos para que les consolara,buscando un consejo a la edad que fuera. No importaba lo que les pasara, ellasiempre tena la solucin y una palabra de cario.

    - Os acordis cuando el profesor me pill copiando en el examende matemticas? Les dijo Adrin a sus hermanas.- Pens que pap me matara, perocuando se lo cont a ella, adems de hacerme prometer que no se repetira, habl conl y consigui que el castigo no pasara de una semana sin salir a la calle.

    - Y cuando yo tena doce aos, me pintaba a escondidas, pero unatarde me encontr con pap cara a cara en la puerta de casa. En el momento me diodos buenas bofetadas delante de aquel chico que tanto me gustaba, Tony, perodespus, mam le convenci para que no me metiera interna en un colegio de monjas,siempre me amenaza con eso porque sabe que no lo soportara.

    - De lo que no podr olvidarme jams.- Volvi a decir Adrin.- Fue deaquella noche en la feria, no hace tanto. Me fui con cuatro amigos, Paco, Vctor, JosLuis y Manolo.

    - Ya me acuerdo.- Le interrumpi Sara.- Vaya aventura!

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    - Creo que no he pasado tanto miedo en mi vida.- Sigui diciendoAdrin.

    - Pues yo no s de qu hablis.- Victoria se haba distrado mirandopor la ventana, y slo escuch lo del miedo que haba pasado su hermano.

    - Si quieres te lo cuento con todos los detalles: Pap y Mam, nosllevaron a la Feria en el coche porque, ya sabes lo controlado que me tenan;quedamos que a las tres de la madrugada, vendran a recogernos a la mismagasolinera donde nos dejaron. La noche iba bien, al rato conocimos a unas nias quese unieron a nuestro grupo. Nos divertimos cantidad! Eran las dos y media, cuando,mientras los dems se quedaron en el Toro viendo como se destornillaba Jos Luis, yoles dije que quera comprarme unas pegatinas que haba visto en uno de los puestosque estaba muy cerca de all. Me fui y mientras estaba mirando, se me acercaron doschorizos con muy malas pintas, y empezaron a preguntarme cosas, yo temblaba pordentro, pero me hice el fuerte y les dije que me dejaran en paz, entonces sacaron unasnavajas y con disimulo, me llevaron por detrs de los puestos donde haba bastanteoscuridad; creo que estaba ms plido que la leche, casi no poda moverme; mepusieron una navaja en el cuello y les di todo lo que llevaba. Qu poda hacer? Con

    lo contento que estaba porque me haba guardado cuatro mil pesetas! No me sub encasi nada y slo pensaba comprarme las pegatinas, todo por no gastarme el dinero,pero se lo di sin rechistar. A pesar de eso, uno de ellos no me dejaba irme, el msmayor, pero el otro le dijo:Venga to , deja que se vaya el chaval! Y me dejaron msmuerto que vivo. No quiero ni acordarme de la cara que puso Pap cuando nos vieronllegar. Mam se asust pero l, me dijo que se haba acabado la Feria por ese ao.

    - Qu esperabas! Conocindolo es lo menos que te pudo hacer ygracias que Mam tambin intercedi a tu favor.

    - Yo no me acordaba de esa historia, s que fue una aventura.- DijoVictoria.- Ya s, yo me haba ido a dormir con Rosi aquella noche, por eso no meenter.

    - No s, pero yo le doy la razn a Adrin cuando dice que es muy

    raro que no nos dejaran ver el cuerpo de nuestra madre. Dijo Sara, que por ser lamayor no dejaba de darle vueltas a un asunto tan extrao.- Esa explicacin de quetena que llevarla a la Facultad de Medicina inmediatamente, no me convence.

    - A m tampoco, pero, Quien se atreve a preguntarle de nuevo apap?

    - Estoy de acuerdo con vosotros, -Dijo Victoria.- pero no creo quedebamos dudar de lo que ha dicho pap. l sabr lo que se tiene que hacer en uncaso as, adems, por qu habra impedido que la viramos? no tiene explicacin.

    Abrazados, lloraron sin consuelo la prdida irreparable de su madre y de susvidas que, por fuerza, deban sufrir un cambio radical.

    Al da siguiente del funeral, Javier, reuni a sus hijos en el saln de su casa y les

    inform de que se marchaban de all. Haba puesto la casa en venta.- Pero...Por qu? Le pregunt Sara sin creer lo que estaba

    oyendo.- Porque no puedo vivir en esta casa, ni en esta ciudad un momento

    ms. Todo lo que nos rodea, todo lo que veo aqu, me recuerda a ella. Si voy por lacalle, me preguntan por ella todos lo conocidos; recuerdo cada sitio donde he estadoen su compaa... As no puedo seguir!

    - Es natural. Siempre que se muere alguien, los primeros das pasaeso, como a mi amiga Carmen, cuando su hermano tuvo el accidente; pero despus,la gente ya no sigue preguntando y la vida vuelve a ser como antes.

    - Puede que para vosotros sea tan fcil pero para m, es imposible.Lo he decidido y no hay marcha atrs.

    - Pap, por favor, yo no me quiero ir. Le suplic Sara con lgrimasen los ojos.- Tu sabes cuanto quera a mam y an la quiero; pero aunque me cueste

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    mucho superar su muerte, prefiero seguir aqu, donde tengo a todos mis amigos y misestudios. A dnde vamos a ir?

    - Nos iremos a Madrid; all comprar un piso y vosotros os iris aestudiar al extranjero; esa es una ilusin que he tenido siempre, he estado ahorrandodurante mucho tiempo y ha llegado el momento de hacerlo; tu madre lo saba y estabade acuerdo.

    - Pap, por favor! No entiendo ni una palabra de lo que dices. Alextranjero! Jams te hemos odo comentar esa ilusin, como t dices Qu voy ahacer yo si no consigo sacar un curso como es debido aqu?- Adrin cerr los puoscon fuerza, para contener las ganas de gritarle a su padre.- A donde quiera que memandes, tendr un problema ms: el idioma.Conmigo no cuentes!.

    - Es que precisamente, no cuento con tu opinin, aqu se hace loque yo digo y se acab.- Javier estaba enfadndose y dio un sonoro puetazo en lamesa.

    - A donde nos piensas mandar?- Dijo Sara en voz baja.- Eso tendr que estudiarlo con tranquilidad, pero he pensado que

    t, Sara, puedes ir a Pars, Adrin, se ir a Roma y as no tendr tantos problemas con

    el idioma, porque el italiano, se parece mucho al espaol. Victoria, se ir a Londres.- Perdona pap, pero sigo sin poder entender nada. No te pareceque es demasiado perder a nuestra madre y cambiar de vida, solo en unos das, paraterminar separndonos definitivamente?

    - Mira, Victoria, igual que le he dicho a tus hermanos, no permito queme digis lo que tengo que hacer. Est decidido y no hay ms que hablar.

    Dando un portazo impresionante, sali del saln dejando a sus hijos confundidospor la reaccin sin control que haba tenido. An siendo jvenes, los chicos saban queun adulto no deba tratarlos as y menos en aquellas tristes circunstancias. Podanentender, hasta cierto punto, que l se sintiera mal entre todos los recuerdos que lerodeaban, pero una huda como la que planeaba, se sala de todos los lmitesconocidos.

    Javier puso en venta su casa en una agencia inmobiliaria y, a su vez, encarg labsqueda de un piso en Madrid a la misma agencia.

    Mientras tanto y como hormigas, fueron empaquetando las pertenenciaspersonales de cada uno, pero los muebles se quedaran all. Les fue prohibido guardarninguna fotografa en la que apareciera su madre, aunque estuviera entre otraspersonas. Todas fueron recogidas y Javier se encarg de quemarlas. Esta fue para loshijos, una segunda muerte de su madre. Nunca se lo perdonaran! Sin que ni ellosmismos lo notaran, el rencor y el odio se iba abriendo camino en los sentimientoshacia su padre. Le encontraban injusto y egosta al extremo de sacrificar sus vidaspara no sentir un sufrimiento, por otro lado, tan lgico.

    Una semana despus, le avisaron de que haban encontrado varios pisos y que

    deba ir a ver cual de ellos le convena.Cuando Javier escuch cual era el precio de la vivienda en Madrid, pens que no

    poda permitirse comprar, as que decidi aguardar hasta recibir el dinero de la ventade su casa, mientras encontraba un trabajo en la Capital de Espaa; viviran dealquiler. No pasaba nada por eso, as que les encarg que buscaran algo econmico,de momento.

    Dos semanas ms tarde de la muerte inesperada de Victoria Ortega, su familiase traslad a un piso entresuelo, de la calle del Pintor Alenza, en Madrid.

    Hicieron un viaje pesado y largo, entre sollozos de las chicas y mal humor porparte de Adrin. El padre pareca no ver lo que estaba sucediendo y se paseabadurante horas por el pasillo del vagn, fumando un cigarrillo tras otro.

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    Un taxi les dej frente al portal oscuro y lbrego de un edificio casi centenarioque les caus bastante repugnancia. El portal ola a guisos de todas clases, amaderas y mugre ya rancias.

    La primera impresin al entrar en el viejo y maloliente piso, fue de desaliento.Aquello estaba muy abandonado. La suciedad cubra cada centmetro de las paredes,el suelo y hasta el techo. Ninguno se atrevi a tocar el marco de la puerta, al observarel grueso de la mancha negra del roce de aos y aos que lo cubra. No slo ese, sinolos de toda la casa.

    La cocina pareca ms la de un cuartel, como si hubieran hecho fuego en mediodel suelo y los azulejos de las paredes se hubieran cubierto de holln, pero no eraholln, sino grasa pegada y ennegrecida por los aos. Ni aunque hubieran echado apropsito la grasa a puados, podra estar ms sucio.

    El cuarto de bao era horrible. El mal olor, les golpe nada ms abrir la puerta.En las juntas de los azulejos haba una raya negruzca y el lavabo, la baera y el w.c.tenan chorreones de xido y sarro incrustado amarillento, casi marrn.

    El piso constaba de tres dormitorios, el bao y la cocina, adems de una terrazaen la parte de atrs.

    Al salir a la terraza, pensaron que haban entrado en un corral. Pareca unvertedero. All haba toda clase de basura y restos de animales muertos, ropa quehaba cado de los pisos de arriba, junto con bolsas de basura que, al estrellarsecontra el suelo, se haban roto y los gatos y ratas, haban estado hurgando en ellas.

    Ante aquel espectculo, los jvenes no se atrevieron a decir nada; saban que supadre no admitira jams que se haba equivocado. Se miraban los unos a los otroshaciendo gestos de asco y repugnancia.

    - Bueno, despus de ver cmo est todo esto, hay que ponersemanos a la obra y empezar a limpiar. Sara, t y Adrin, os iris a comprar productosde limpieza, cepillos, fregonas y, sobretodo, bolsas de basura.

    - Que no se os olvide lo ms importante: Guantes! Les dijo

    Victoria. sin ellos, yo no pienso tocar nada.- Vale, pues compris guantes para todos. Dijo Javier sacando la

    billetera de su bolsillo.

    El trabajo fue duro y penoso. Las chicas se ocuparon de los dormitorios, de lacocina y el bao. Los hombres, limpiaron la terraza y todas las ventanas.

    Fueron incontables los viajes a los contenedores con bolsas cargadas de basura,que hicieron durante toda aquella maana. Para el medioda, tenan todo ms omenos despejado, aunque la limpieza a fondo, se hara con ms calma.

    - Hijos mos, tendremos que irnos a comer a algn sito que estcerca, despus, compraremos pintura y dedicaremos la tarde a los dormitorios.

    Maana, seguiremos con el resto.- Por qu no buscas unos pintores? Yo estoy cansado de toda la

    maana. Despus de la paliza del viaje, no hemos dormido nada y nos has hechotrabajar sin piedad; solo faltaba pintar esta tarde.

    - Yo tambin estoy hecha polvo pap; me duelen los brazos y lasmanos de tanto limpiar.

    - Y yo estoy medio intoxicada de fregar el cuarto de bao con leja yagua fuerte.

    - Comprendo que estis cansados, pero no nos podemos permitir ellujo de que nos lo hagan todo. Nuestra casa de Sevilla est por vender y mientrasencuentro un trabajo aqu, tenemos que mantenernos con los ahorros que nos quedany no son muchos; as que, sintindolo de verdad, tendremos que hacer el trabajonosotros. Hay algo ms que quisiera deciros; poner la mxima atencin porque noadmitir olvidos, ni disculpas: Bajo ningn concepto, permitir que os pongis en

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    contacto con vuestros amigos o con los familiares de Sevilla. Esa etapa de nuestravida ha terminado y no deseo que exista conexin alguna con ella.

    - Pap, Eso no es justo! Grit Sara, con un ataque de rabia.-Sabes que tengo muchos amigos y cuanto quiero a los abuelos. Cmo es posibleque nos quites tambin esto?

    - Los amigos los perders de todas formas cuando dejes de vivir enEspaa y los abuelos se olvidan con facilidad, ellos tienen los das contados.

    - No te conozco. Siempre cre que eras ms sensible, pero estsdisponiendo de nuestras vidas a tu antojo sin importarte nuestros sentimientos.- Leespet Sara a la cara sin reparos.

    - Mira, Sara, me tiene sin cuidado lo que t pienses o creas. Sois mishijos y vuestra nica obligacin es obedecer y estudiar. Est prohibida todacomunicacin con vuestra antigua vida y se acab. Termin con su consabidacoletilla, tan conocida por sus hijos: Se acab

    As fue cmo empez la nueva existencia de la familia Snchez Ortega enMadrid.

    Ninguno de ellos aceptaba conforme las nuevas normas. Para los jvenes todoera diferente a lo que estaban acostumbrados; ahora tenan unas obligaciones que lesdesbordaban, carecan de amigos y tampoco soportaban la actitud de su padre.

    Javier se pasaba todo el da buscando empleo. Las chicas se repartieron eltrabajo de la casa; Sara se dedicaba a la limpieza, porque la cocina no era su fuerte.Victoria se encargaba de ir a la compra, acompaada por su hermano Adrin y hacala comida. Despus de comer, obligaron a Adrin a que l fregara los platos. Alprincipio, lo haca muy mal y haba que repasarlos antes de usarlos; pero poco a pocoy a fuerza de peleas, fue aprendiendo. Victoria llevaba el tema de la ropa; lavar,planchar y colocar en los armarios; aunque muchas veces, esta tarea la compartanentre las dos hermanas.

    Despus de dos meses, durante los cuales no haban salido, si no fuera paracomprar lo ms necesario, un da lleg Javier a la hora de comer, con la noticia de quehaba encontrado trabajo.

    - No es precisamente lo que estaba buscando, pero no heencontrado nada mejor. Desde la semana que viene, voy a viajar con un caminhaciendo transportes. El sueldo es bastante bueno y me pagan todos los gastos.Cuando vuelva de mi primer viaje, empezaremos a buscar colegios en los distintospases que os dije para que el curso que viene, podis empezar a estudiar. Ya habisperdido mucho tiempo este ao, adems, no quiero viajar sabiendo que vosotrosestis solos sin que nadie os controle.

    - Pap, No podemos quedarnos a estudiar aqu? Te damos nuestra

    palabra de que nos portaremos como si t estuvieras y que nos esforzaremos en sacarbuenas notas. - Le dijo su hijo, con voz suplicante.

    - Adrin, no s cmo voy a hacerte entender que est decidido y quet, al igual que tus hermanas, haris lo que yo diga.

    As comenz una vida que a los jvenes no les gustaba. Siempre estaban encasa, incomunicados con las personas que conocan y completamente solos porqueall no haban hecho amistada con nadie. Aquella poca de su existencia, les resulttan aborrecible, que llegaron a borrarla de su memoria. No podan aceptar lo que lesestaba ocurriendo; todo era negativo y desalentador.

    Los das pasaban en la ms oscura realidad. No queran tener amigos, No losde aqu! Queran los que haban conocido desde pequeos, con los que haban jugadoy compartido los aos de colegio, de instituto, de discotecas y de amores.

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    Sus corazones se iban quedando vacos; ya no estaban las personas que loshaban llenado y se negaban a que otras tomaran su lugar. Por eso se refugiaron losunos con los otros y formaron una fortaleza difcil de penetrar en la que solo habitabanlas dos chicas y su hermano, donde no tena entrada su padre al que hacanresponsable de todas sus prdidas. Cunto le aborrecan!

    La semana que pas en su primer viaje con el camin, les sirvi de respiro.Durante esos das no salieron apenas a la calle, solo para lo ms imprescindible. Notenan telfono ni a nadie a quin llamar. Pasaban el tiempo jugando al Monopoli, a lascartas o con la videoconsola. Vieron todas las pelculas que ponan en televisin pero,sobretodo, hablaron mucho; se limaron pequeas rencillas que haba entre ellos y seconocieron, entendieron y unieron como nunca.

    - No se si estaris de acuerdo conmigo,- Les dijoAdrin seriamente a sus hermanas.- pero no estoy dispuesto a quedarme sin saber loque le pas a nuestra madre; no me creo la explicacin que pap nos ha dado. Al fin yal cabo, mam tena toda la razn al decirle que ya no senta nada por l, que quera

    separarse, lo que no entiendo es cmo pudo aguantar tantos aos ese carcter taninsoportable y tan engredo que tiene. Comprendo que soy muy joven para emprenderuna investigacin pero...

    - Tampoco tenemos dinero para contratar undetective. Seal Sara, interrumpiendo a su hermano.- Yo tambin he pensado queaqu hay gato encerrado y dara media vida por descubrir lo que le ha hecho a mam.

    - Ese es uno de los problemas, el otro es que no haypruebas como para denunciarle a la polica. Cmo vamos a decirles que pensamosque nuestro padre se ha deshecho de nuestra madre, as como as? Adems, si nosvamos a estudiar tan lejos, no ser posible hacer nada.- Les record Victoria.

    - Tienes razn...Os propongo hacer un pactoinquebrantable: Por mucho tiempo que pase, haremos lo posible por aclarar este

    asunto. Si estis de acuerdo, lo sellaremos con nuestra sangre. Les propuso Adrin,pecando de infantil al recurrir a un juramento que difcilmente se cumple con el pasode los aos.

    Sirvindose de una cerilla para desinfectar un alfiler, se pincharon la yema deldedo corazn; pronto surgi una perla roja que juntaron ceremoniosamente. Conlgrimas en los ojos y voz temblorosa, juraron llegar hasta la verdad de lo ocurrido asu madre.

    Despus de varios meses en los que Javier segua viajando por toda Europa, laeconoma familiar se vio bastante aumentada; no solo porque l aportaba un sueldosustancioso, muchas veces aumentado por un extra, como l lo llamaba, sino porque

    se llev a cabo la venta de la casa de Sevilla por ms dinero del que se habacalculado.

    Esta noticia no fue buena para los hijos, porque ellos saban que era el vnculoque todava les quedaba con su vida anterior y roto este, ya nada les una a ella.Siempre haban guardado en el corazn la esperanza de que su padre desistiera de laidea de mandarlos al extranjero por falta de recursos, puesto que era muy caroingresar en colegios privados; para sus hijos todo sera lo mejor, les deca mientrasellos pensaban que era una hipocresa que su padre hablara de ese modo, cuandoestaba demostrando continuamente, que no le importaban sus sentimientos. Pormucho que tuviera ahorrado, nunca sera lo suficiente para mantenerlos a los tres enel extranjero.

    Se pasaban los das taciturnos y de mal humor; apenas le dirigan la palabra a supadre, cuando pasaba algunos das en casa, cosa que l pareci no notar, osimplemente, no le importaba la actitud de sus hijos.

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    Con ms rapidez de lo que se poda esperar a su edad, los jvenes aprendierona ver la realidad, tan cruda como solo se puede apreciar despus de pasar por elecuador de la vida.

    Sin saber cmo ni por qu, haban perdido los horizontes que vislumbraban parael futuro. Crean que, en cuestin de unos aos, los tres estaran estudiando otrabajando en su querida Sevilla, vindose con sus amigos, consiguiendo el ansiadoamor que pareca estar muy cerca y, unas veces de acuerdo y otras no, contaran consu madre como mediadora, consejera y refugio de todas sus penas.

    Todo era un sueo, pero haban despertado y, al abrir los ojos, se encontraronen el ruidoso y enorme Madrid, en un horrible piso viejo, en el lugar de su preciosacasa de Sevilla; solos, sin su madre, sin un amigo, sin una ilusin, solos con un padreal que aborrecan, que les haca sentirse ignorados, del que nunca esperabancomprensin y, menos todava, cario.

    Pero, como las desgracias nunca vienen solas, pronto descubrieron que nisiquiera en su propia casa, podan ser independientes y hacer lo que les viniera engana, como era su derecho y el de todo ser humano.

    Junto a la terraza de su piso, se encontraba la de los vecinos de enfrente. Erauna pareja madura sin hijos que, desde el principio, intent entrometerse en sus vidas.Siempre que sala a la terraza alguno de la familia, para su sorpresa, l o ella,

    estaban all; si era por la puerta del piso, tambin coincidan en el rellano. Al principio,no les dieron importancia a estos encuentros, pero conforme se hacan ms y msfrecuentes, sentan que eran vigilados por ojos invisibles y escuchados por sombrasque pasaban inadvertidas.

    Ella era gorda y muy fea; se vesta con ropa muy apretada y se le marcaban losenormes rollos de la cintura y la barriga, dejando bien al descubierto tambin, untrasero redondo y enorme, como muchas gordas que se creen que as no lo estntanto. En su cara siempre se vea un gesto malhumorado que le haba dejadoprofundas arrugas en la comisura de la boca y el entrecejo. Procuraba hacerse la

    simptica y la imprescindible, ofrecindose a Javier para ocuparse de los jvenesmientras l estuviera ausente. Javier deneg el favor, dicindole que no era necesarioque se molestara, porque los chicos ya eran mayores y muy responsables.

    El vecino, era un hombre muy pesado en sus explicaciones; aburra a quien leescuchaba hablar siempre de lo que l haba trabajado y de cuanto saba de este temao de aquel; pero, en toda su vida no haba pasado de ser un simple mozo de almacn.

    Cuando menos lo esperaban, apareca uno de ellos con un plato de comida,arroz con leche, o un flan de huevo. Los jvenes, no tragaban estos platos porque lamujer guisaba peor que ellos, aunque se las daba de muy buena cocinera.

    Por las tardes, pasaban llevando una bandeja con sus correspondientes vasosde te y alguna galleta. Al principio, Sara se lo agradeca en nombre de sus hermanos yle deca que no tena que molestarse, pero era como hablar con la pared, ellos

    seguan con la costumbre. Las conversaciones que mantenan les aburran hasta elagotamiento, escuchando siempre las mismas historias en las que uno de ellos erasiempre el que tena razn.

    Los jvenes se encontraban incmodos por el constante asedio de la pareja quese haba tomado como suya la responsabilidad de cuidar de ellos.

    Una de las cosas que ms les molest fue cuando Sara, mientras estabacomprando en el supermercado que quedaba cerca de su casa, escuch cmo suvecina hablaba con otras dos mujeres en el pasillo contiguo al que ella estaba y stapresuma de que su padre le haba pedido que se ocupara de los chicos mientras lestaba de viaje:

    - Como a m me gustan tanto los jvenes y disfruto ayudando a todo el mundo,ya sabis que para mi, lo principal es ser til a los que necesitan ayuda, ms an,estos chicos que, los pobres no saben casi comportarse de palurdos que son; claro,andaluces! que podemos esperar; as que no he podido negarme al ruego que me ha

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    hecho mi vecino; ya veis la responsabilidad que nos ha cado a mi marido y a mi queno somos tan jvenes, siendo que no son de nuestra familia, pero los chicos mequieren tanto como si lo fuera.Como voy a negarme!

    Es que t siempre te has desvivido por todos.- Le contest una de las mujeres. Y..Qu voy a hacer? Una es as...-

    Los ojos de Sara echaban fuego al escuchar semejante barbaridad; se hubieraabalanzado al cuello de aquella vieja mentirosa, pero era muy joven para saber salirde aquella situacin y prefiri callar.

    Tambin se call con sus hermanos, no quera echar ms lea al fuego, puestoque saba muy bien lo que pensaban de los vecinos y...conociendo, sobretodo aVictoria, no dijo nada de lo que haba escuchado.

    Estos vecinos, siempre tenan algo que hacer en la terraza o en la puerta delpiso; cuando no estaban barriendo, regaban las plantas o salan a tirar la basura que,por casualidad, estaba justo en el muro que separaba las terrazas. Observaron que,siempre, cuando hablaban en la cocina o en el dormitorio que compartan las chicas, elvecino estaba sentado en una vieja tumbona de playa, junto al muro de forma que

    apenas se le vea la cabeza pero, poda escuchar a la perfeccin todo cuanto sedeca. Esto les molest de una forma terrible y se fue sumando a todas las demscosas que les haca insufrible la existencia.

    - Esto es insoportable; yo no aguanto que nosestn vigilando a todas horas y de que se enteren de cuanto hablamos, como si a ellosles importara algo de nuestra vida.- Deca entre dientes Adrin con la paciencia apunto de perder.

    - A mi tampoco me gusta, pero qu podemoshacer? Le contestaba Sara, con un murmullo.

    - La nica manera de solucionar esto, esplantndoles cara. Decidi Victoria, que para eso era muy valiente.

    - Ni hablar! Si pap se entera de que les hemosfaltado al respeto, nos la cargamos nosotros. - Dijo Sara. La nica solucin es nogritar, ni hablar alto, por muy cabreados que estemos, para que se queden con lasganas de saber lo que pasa. Si somos ms listos que ellos, no har falta decirles nada.

    A los pocos meses de vivir all, supieron que la madre de la vecina haba muerto.Le dieron el psame y asistieron al entierro. Ninguno de los tres hermanos estabaacostumbrado a pasar por un trance as, pero cumplieron lo mejor que supieron.

    Unas semanas despus, los vecinos les presentaron al padre de la mujer que sehaba venido a vivir con ellos porque se haba quedado solo y era ya muy mayor.

    El anciano estaba bastante sordo y no vea bien, pero su semblante se iluminabacuando alguno de los jvenes le saludaba y le daba algo de conversacin.

    l les contaba episodios de la guerra y les hablaba de sus padres y de sushermanos y del hambre tan terrible que haban pasado cuando eran pequeos. Lescontaba pequeos chascarrillos que les hacan rer y cantaba canciones muy antiguascon un poco de picarda en sus ojos cansados.

    Conforme pasaba el tiempo, los jvenes observaron que el anciano sedeterioraba de forma visible; cada da que pasaba tena peor color y menos ganas dehablar. Sus conversaciones se limitaban a llamar a su esposa sin descanso.

    Los vecinos se quejaban de que se haca sus necesidades encima o en la cama;que se pasaban el da detrs de l limpindole. Se lo contaban a cada persona que lesescuchara, sin pudor les detallaban todo lo que hacan por l, terminando siempre conla coletilla de que esta cruz que les haba cado era insoportable de llevar.

    Siempre que le hacan algo ,se escuchaban los gritos del marido hablndole alpobre viejo de t y dicindole lo marrano que era, luego, cuando estaba delante de lagente, le hablaba con respeto de Ud. y era muy carioso con l.

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    - Abuelo, salude Ud. a los chicos. Decaluego, con una sonrisa de complicidad. No sabe vivir sin m; cuando no me ve,siempre le pregunta a mi mujer que donde estoy. Mirar que ojillos de pilln tiene!

    El pobre abuelo, no entenda lo que pasaba y miraba completamentedesorientado. A Victoria le llamaba mucho la atencin, la expresin de tristeza quehaba en sus ojos. Recordaba con pena una vez que le pregunt cmo se encontrabay el abuelo le haba contestado: - Aunque me veis aqu, yo ya estoy muerto Estaforma de hablar, le impresion mucho y procuraba siempre dirigirse a lcariosamente.

    Cuando lleg el verano, la terraza de los sevillanos, se haba convertido en unpatio andaluz. Pusieron un toldo y Sara, que era muy amante de las flores y lasplantas, lo llen de macetas que daban colorido y perfumaban el aire. Colocaron unamesa, varias sillas y butacas. El ambiente era acogedor y hermoso. Tomaron porcostumbre hacer la vida all. Desde el desayuno hasta la cena, pasaban casi todas las

    horas del da y buena parte de la noche en la que vean la televisin que enchufabanen el dormitorio de las chicas.Una tarde, estaban sentados en la terraza jugando a las cartas, como tantas

    otras veces, cuando escucharon una terrible bronca en casa de los vecinos. Porrespeto, no queran mirar, pero el vecino se dirigi a ellos.

    - Fijaros lo que ha hecho: le he dado un yogurtpara merendar y lo ha tirado en una maceta,Lo ha puesto todo perdido! Luego,dirigindose al anciano que le miraba con ojosde espanto, grit: -Eres un asqueroso! Porqu lo tiras? No tendra que darte nada de

    comer para que te mueras de hambre.Este espectculo, era muy incmodo para los jvenes que no saban cmodeban comportarse en una situacin como aquella; no respondieron, pero en suinterior censuraban la forma en que trataban al pobre viejo que pareca no entendernada de lo que le decan.

    A este escndalo, siguieron muchos ms, tanto por parte del yerno, como porparte de la hija. Siempre se escuchaban los gritos en contra del pobre anciano y lasexclamaciones de queja por lo que les haba cado con el viejo.

    En sus conversaciones, dominaba siempre el mismo tema que resultaba tediosopara los jvenes e impropio por parte de ella.

    - No s lo que voy a hacer, mi padre no quiere

    comer y mira que me gasto dinero encomprarle lo mejor, - Jams deca que locosteaba todo con la pensin de su padre yquera hacer creer que el gasto era de subolsillo.- pero l, se lo mete en la boca y luegolo tira Qu rabia me da! Se me quitan lasganas de molestarme en prepararle la comidaEs un desagradecido. Mi marido y yo estamossacrificados por l sin poder salir a ningn sitoy ya ves cmo nos lo paga.

    Llevaba pocos meses viviendo en casa de su hija, cuando una noche, el vecinollam a la puerta; sali a abrir Adrin, como de costumbre, siempre que no estaba supadre; le cont algo que ste no entendi. Al escuchar el alboroto, se levantaron Sara

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    y Victoria para ver qu pasaba. En casa de los vecinos, estaban todas las lucesencendidas y se escuchaba mucho movimiento.

    - Es el abuelo, parece que se est muriendo.Voy a buscar al mdico y si me hacis el favor,quisiera que os quedis con mi mujer, est lapobre muy asustada.

    - Si claro, no se preocupe, ahora mismo vamos. Le contest Sara, mientras se ataba mejor elcinturn de su bata de casa.

    Cuando entraron al dormitorio del anciano, lo vieron acostado y respirando conmucha dificultad. Haca un ronquido muy raro que las chicas jams haba odo y lesimpresion de verdad. Al lado de la vecina, esperaron en silencio a que viniera elmdico que haba ido a buscar el vecino y Adrin que le acompaaba .

    - Lleva as mucho rato.- Les explic la vecina. -Ppa, ppa! me oyes? Le gritaba dndolegolpes en la cara, que a las chicas les

    parecieron muy fuertes y completamenteinnecesarios.- Ay mi padre! Se me muere, yalo veis, se me muere!

    A los pocos minutos, lleg el mdico, se acerc al enfermo y le destap para vermejor la forma en que respiraba. Todos estaban alrededor de la cama y pudieronapreciar el estado en el que se encontraba: Era un esqueleto que todava se mova.En todo su cuerpo ya no quedaba ni un gramo de carne, todo era piel amarillenta yreseca, pegada a los huesos. Las costillas se le marcaban ntidamente. A Victoria lellam especialmente la atencin, lo pronunciado que tena el apndice xifoides, nuncapens que pudiera ser tan grande. El lugar que ocupaban los intestinos, era un granhueco donde destacaban de forma prominente, los huesos de la pelvis a los lados. A

    simple vista, pareca estar vaco por completo.

    - Mire, mire Ud. cmo se ha quedado! Noquiere comer y yo no s qu hacer con l.-Explicaba la hija, justificndose ante el mdico.

    - Hay que llamar a una ambulancia. Dijo ste,con una expresin muy seria. Este hombrenecesita ingresar con urgencia en un hospital.

    Lleg la ambulancia y cuando intentaron meter la camilla en la habitacin, eradifcil hacerlo por la estrechez de la puerta, entonces dijo el mdico que se poda cogeral abuelo en brazos. El conductor de la ambulancia as lo hizo. Todos contuvieron la

    respiracin al ver lo poco que pesaba el enfermo que pareca un pajarito a punto deexpirar.

    Esta imagen se qued grabada en la retina de los jvenes dejando una terriblesensacin de angustia y un recuerdo para toda su vida.

    Unos das despus, Victoria deseaba ir a ver cmo segua el anciano. Sara yella, decidieron visitarle la tarde del jueves mientras Adrin haca unos encargos que ledio su padre antes de emprender el ltimo viaje.

    Llegaron hasta el Hospital de la Paz donde le haban ingresado y despus debuscar entre el laberinto de pasillos, consiguieron encontrar la habitacin.

    All estaba su vecina haciendo punto y hablando animadamente con la esposadel Sr. que ocupaba la otra cama que haba en la habitacin.

    Al ver a Sara y Victoria, las salud y bes con tanta efusin que las dej un pocosorprendidas puesto que no tenan tanta confianza como para eso.

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    Esta actitud les demostraba lo desequilibrada que estaba, porque no haba otraforma de definir su comportamiento.

    El pobre abuelo apenas si vea, pero an as, ellas se acercaron a su lado y lebesaron en la frente. Con sorpresa vieron que estaba atado y que tena un tubo que leentraba por un lado de la nariz.

    - No os asustis, es una sonda que va directa alestmago; es la nica forma de alimentarle, yasabis que no quera comer. Entonces conun murmullo, les dijo : - Cuando llegamos laotra noche, los enfermeros que le acostaron,se asombraron de lo esqueltico que est; sellamaban unos a otros para verle. En cambio laenfermera me dijo que estaba muy limpito, -Sonrea orgullosa y satisfecha.- que era elanciano ms limpio que haba visto. Yo le dijeque mi marido y yo, nos preocupamos muchode lavarlo.

    -

    Y el mdico qu le ha dicho? Serecuperar? Pregunt Victoria.- No. Despus de hacerle muchos anlisis y

    radiografas, nos ha dicho que est desnutridoy deshidratado y que no tiene recuperacinposible. As que lo nico que se puede haceres esperar hasta que su cuerpo ya no puedaseguir viviendo.

    - Pero eso es terrible! Exclam Victoria conlgrimas en los ojos.

    - Ya lo s, pero no se puede hacer otra cosa.-Contest la hija con frialdad y demostrando lo

    poco que le preocupaba.Consternada y llena de buenos deseos, Victoria se acerc a la cama y le tom lamano al abuelo, ste abri los ojos y la mir con tristeza apretndole la mano, comoreconociendo a la joven y agradecindole el calor que le transmita.

    - Aunque lo veis as, no es tan bueno comoparece; mira los ojos de malo que tiene. Deca su hija con una expresin en la cara queasustaba a las dos hermanas. Si lo conoceryo! Cuando le cojo la mano, me la aprieta tantoque hasta me hace dao y adems, intentaclavarme las uas.

    - Por qu est atado?- Hija ma, si no lo sujetaran, se quitara la sonda

    y no veas lo que cuesta ponrsela. La nocheque llegamos, le hicieron hasta sangre porqueno haba manera de que se estuviera quieto.

    Cuando salieron del hospital, las chicas iban muy impresionadas, no solo por elestado en que haban encontrado al pobre anciano, sino por la frialdad con que su hijale trataba y hablaba de lo que le hacan all. Era como si esa mujer no tuvierasentimientos.

    Dos meses despus, el vecino llam a casa de los Snchez una noche, paradecirles que el abuelo haba muerto.

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    Tanto Sara como Victoria, no pensaban que esta noticia les iba a conmover deuna forma tan profunda.

    - Cuanto siento que se haya muerto el abuelo. Le llamaban as desde que le conocieron,porque siempre les haba inspirado muchaternura.- parece que era de nuestra familia.

    - Me daba una pena increble ver cuanto sufracon lo mal que le trataban. Se vea tanindefenso en manos de semejantes bichos.-Victoria siempre era ms contundente en susafirmaciones que Sara. Te Voy a decir ms:Creo que lo han matado de hambre. S,aunque te parezca que es una exageracin.Es que no has visto lo esqueltico queestaba? Una persona no se queda as portener poco apetito, como dice su hija.

    - Pienso que si no tena ganas de comer, podan

    haberlo llevado al mdico para que le dieraunas vitaminas o algo as que le abriera elapetito; siempre habr una solucin antes dellegar al extremo de morir desnutrido ydeshidratado, como ella misma nos dijo queestaba cuando le ingresaron.

    - Sara, tal vez tendramos que denunciarlos porasesinato. Porque lo que han hecho, solo tieneun nombre.

    - No seas tan melodramtica Victoria; aunqueas fuera, no lo podemos probar. Quin nosiba a creer? Te recomiendo que no lo vuelvas

    a decir, porque a quin denunciaran sera a tipor injurias.Asistieron al velatorio y all fue cuando conocieron en toda su extensin hasta

    donde puede llegar la desfachatez de las personas.Era una hora muy avanzada de la noche y solo se encontraban en la sala del

    tanatorio, la familia ms allegada y los tres hermanos Snchez. Ellos se sentaron enun silencio respetuoso, dispuestos a pasar la noche acompaando a la familia en sudolor; pero vieron con asombro, que las hijas y los yernos del difunto, se acomodabanen los sillones, ponindose otros en los pies y bien tapados con los chaquetones yabrigos, se prepararon para dormir tranquilamente. A los pocos minutos, solo seescuchaban en la estancia, los ronquidos atronadores de los supuestos dolientes.

    - Qu os ha parecido el concierto?. PreguntAdrin a sus hermanas, al salir del cementeriopara volver a su casa.-

    - No seas tan macabro, Adrin. Le censurSara. Ha sido bochornoso.

    - Lo que me ha dejado atnita, es cuando haempezado a llegar la gente y nuestra vecina seha puesto a llorar diciendo: Ay mi padre! Qupena! Ha sido un hombre que no ha molestadoa nadie y no puedo decir que haya sido unproblema para nosotros.Nos ha dejado solos!Qu vamos a hacer sin l?.... Me ha faltadoun tanto as. Dijo sealndose la punta de undedo. para contarles a todos la noche de

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    ronquidos que hemos disfrutado y lo cariososque han sido con el pobre abuelo, el tiempoque ha estado con ellos

    - Victoria, t como siempre, a punto de meter lapata.

    - Sara, es que hay cosas que no se puedenaguantar.

    - Ya lo s, pero nosotros no tenemos nada quever con esa gente.

    Javier volvi unos das despus; tena los ojos brillantes y una expresin detriunfo en la sonrisa. En su equipaje llevaba una gran cantidad de regalos caros parasus hijos: Relojes, cmaras de fotos y algunas preciosas joyas para las chicas que lesdejaron sin aliento al saber que eran autnticas.

    - Se acabaron las penas y las miserias en nuestra familia! Lesdijo sentndose cmodamente en el sof, mientras los jvenes tomabanasiento en los otros sillones, expectantes ante aquella buena noticia.-

    Desde hace un tiempo, estaba pendiente de un negocio que, si sala comoesperaba, sera lo mejor que nos pudiera pasar. Ya veis! Todo ha salido apedir de boca. Maana mismo, voy a buscar la mejor casa que haya en LaMoraleja, no aguanto mucho ms esta asquerosa pocilga; adems,vosotros ya tenis las escuelas y las residencias esperndoos en losdiferentes pases donde vais a estudiar. Lo he dejado todo listo antes devenir.

    - Qu negocio es ese, pap? Y, ya que todo va a ir tan bien, Porqu no podemos quedarnos aqu?- Adrin no perda la esperanza deconvencerle para no marcharse.

    - En ese asunto, no ha cambiado nada, ni cambiar por mucho quelo intentis. Ya podis ir preparando vuestras ropas y todo lo que queris

    llevar, porque dentro de una semana, cada uno estar en su sitio. Os darel dinero necesario para que os compris todo lo que necesitis y lo que osguste. Quiero que mis hijos sean los mejores vestidos y los ms respetadosdonde quiera que os vean.

    - No has contestado la pregunta del negocio ese tan bueno.- Lerecord Sara, con la intencin de desviar la conversacin del colegio, paraevitar discusiones que, saba muy bien, seran intiles.-De qu se trata?

    - Bueno, me han aceptado como socio en la empresa detransportes internacionales en la que trabajo; ya no tendr que viajar ms yrecibir una parte muy sustanciosa de los beneficios. Han apreciado misconocimientos en gestin y me han nombrado administrador, adems desocio, claro.

    Los aos transcurran mientras los jvenes se preparaban para el futuro en losdiferentes pases a los que les haba mandado su padre.

    Sara, continu con su idea de estudiar Econmicas mientras aprenda francs,pero los planes no le salieron como lo haba pensado. Busc un profesor de francsque result ser muy atractivo y, no slo aprendi a hablar correctamente, sino queabandon la carrera y se cas con l; tambin se qued a vivir en Pars, para estarlejos de Sevilla, mejor en el extranjero que en Espaa, tan cerca.

    Adrin viva la vida en Italia y, menos estudiar, lo hizo todo. Siempre estaba deuna ciudad a otra: Roma, Venecia, Florencia, Miln...etc. Gastaba mucho dinero yconoca a todos los que eran como l: hijos de padres ricos y que no servan nadams que para tener aventuras con cada chica que se cruzara en su camino.

    Viendo que no sacaba nada positivo de su hijo, Javier lo mand llamar y lo pusoa trabajar en la empresa como ayudante suyo. Era una bomba de relojera, puesto que

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    se llevaban muy mal, pero no haba otra salida para l. Recort de forma drstica suasignacin mensual y, despus del tren de vida que haba llevado en Italia, si queradivertirse y vestir como acostumbraba, deba poner empeo en aprender y realizar sutrabajo con un mnimo de eficacia.

    Victoria era diferente, se tom su carrera seriamente y sus notas eran un ejemplode tenacidad e inteligencia. Sin exagerar, era la mejor de su promocin. Hablabacorrectamente en ingls y no se le poda reprochar que sus gastos fuerandesorbitados.

    A los veintids aos, terminada su carrera de Ciencias Qumicas haba recibidouna propuesta bastante buena de unos laboratorios muy prestigiosos que apostabanpor ella, a pesar de su extremada juventud. Era la oportunidad que estaba esperandoy para mayor alegra, se encontraban en Madrid, Ya no tendra que vivir en el tristeLondres que, aunque se haba adaptado perfectamente a l y tena muy buenosamigos, no acababa de gustarle, ni su clima, ni su gastronoma.

    Por fin pudo tomarse unas merecidas vacaciones y se ira a pasarlas en un sitiopequeo y pintoresco que haba visto en unos folletos de la oficina de viajes; se

    trataba de Almera, concretamente El Cabo de Gata, un pueblecito del levantealmeriense que contaba con la mejor playa que jams viera. Su nico anhelo era estartranquila en un sitio lo ms alejado posible de todo el bullicio de las grandes ciudadesy de la compaa siempre irritante de su padre. Quera olvidarse de los estudios, de lafamilia y descansar

    Cuando lleg all, nunca hubiera imaginado que se llevara a cabo un cambioradical en su vida: Conoci al hombre ms atractivo y simptico que pudieraencontrarse. Era David.

    Todo fue como un sueo del que no queremos despertar. Se enamoraron en laprimera toma de contacto, sabiendo, sin dudar, que el destino les haba unido.

    El paisaje, el clima clido pero no asfixiante, las playas de aguas transparentes,con un aroma tan refrescante y las gentes sencillas y amables hasta el lmite, fueron el

    caldo de cultivo ideal para una historia de amor de ensueo.Se casaron all mismo un ao despus, para seguir recordando su felicidad unidaa aquel entorno natural como el paraso.

    La historia de este encuentro, no qued as, porque, como en todo lo que nostrae la vida, siempre hay una parte desgraciada.

    Los padres de David, estaban separados desde haca muchos aos, por lo quel, desde nio, pasaba las vacaciones siempre con su padre. Este tena otra esposaque se llamaba Alicia con la que David haba congeniado muy bien, la quera tantocomo a su verdadera madre. Era una mujer hermosa, tal vez demasiado delgada; sucarcter dulce y comprensivo, transmita serenidad cuando se estaba a su lado. Ensus ojos, grandes y profundos, brillaba una luz de tristeza escondida tras la expresin

    de amor que irradiaban, lo que siempre intrig a David y nunca se haba atrevido aindagar por miedo a molestarla o a hacerle revivir fantasmas que le hicieran ms dao.Ella nunca hablaba de su vida anterior, como si nunca hubiera habido un pasado, unahistoria que contar.

    Cuando Victoria la vio por primera vez, caus una honda impresin en su alma:era como si la conociera y esta conviccin la llev, incluso, a creer en lareencarnacin, a pesar de ser tan escptica sobre ese tema, pero estaba segura deque, en otra vida, haba conocido a aquella mujer y la haba querido ms que a nadie.

    No saba si esa era la causa que le haca sentir en familia cuando hablaba conella. Por muchas vueltas que le diera a la cabeza, estaba convencida de que no lahaba conocido antes de que David se la presentara aquella noche en el hotel MarAzul, en Cabo de Gata. Pero en ella haba algo tan familiar...

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    Durante el tiempo que pasaron juntas aquel verano, se hicieron grandes amigas.Para Victoria, fue como encontrar a su madre de nuevo. En ella siempre tena elconsejo y la comprensin que buscaba. No era slo la madre de David, se convirti ensu mejor amiga y confidente.

    Por todas estas razones, cuando seis meses despus de su boda, supieron quehaban desaparecido Dan y Alicia, los padres de David, sin dejar rastro; su mente senegaba a aceptarlo. De nuevo se vea siendo una adolescente cuando perdi a suverdadera madre. De nuevo estaba la incertidumbre de no saber lo que les habaocurrido. Pareca que se los haba tragado la tierra. Estaba convencida de que alguienles haba obligado a vender todo lo que posean en Valencia. El bufete que tenan enAlicante y una sustanciosa cuenta en el banco, se lo dejaron a David y a ella. No sedespidieron de nadie y todos los trmites los hicieron en secreto. Ellos no eran as, poreso, la idea de que fueron obligados por otra persona, no se le iba de la cabeza.

    David tampoco lo aceptaba sin buscar las razones que les llevaron a tomaraquella decisin de desaparecer por completo y sin dejar rastro. Contrat a un buendetective que les encontrara sin pensar en los gastos y el tiempo que le llevaran suspesquisas pero, hasta el momento, no le dijo a Victoria cmo iba la investigacin, por

    eso ella estaba tan molesta.No sabra explicarlo, pero la tan consabida intuicin femenina le deca quehaban descubierto algo que le relacionaba con el asunto y por eso David no queraexplicarle de lo que se trataba; seguramente, tendra miedo de hacerle sufrir. Ella nopoda obligarle a que le contara algo que slo eran conjeturas en su mente; searriesgaba a perder el cario y la comprensin que les una, por una simplecorazonada. Esta idea, no la dejaba tranquila y por eso no haba podido descansar.

    Dej que el tiempo pasara para comprobar que no deba hacerle caso a suintuicin. Esta vez le haba fallado. Todo continuaba igual y sin aparentesdescubrimientos acerca del tema de la desaparicin de Dan y Alicia. No volvi apreguntarle a David. ste se iba volviendo ms reservado con los aos y, aunqueestaba convencida de su profundo amor por ella, respetaba ese cambio sutil que se

    notaba en l. Seguramente, ella tambin era distinta a la que haba sido cuando secasaron.

    - Estas Navidades sern distintas a las de siempre; por una vez, en todosestos aos, no vamos a estar solos. ste es un acontecimiento que hay que celebrar alo grande. Estoy muy excitada con la llegada de Sara y su familia desde Pars.- DecaVictoria a la cabeza inclinada sobre el peridico de David. Aparentemente, l no la

    escuchaba, pero ya no le molestaba como cuando era ms joven; llevaban demasiadotiempo juntos y se conocan muy bien.- Tambin me ha dicho Adrin que vendrn ellosy todos sus hijos. David, Qu te parece que haga de cena?

    - Lo que t veas conveniente estar bien.- Respondi l sin levantar la vista.- Qu fcil les resulta a los hombres dejar las decisiones a las mujeres!

    Tendr que pensar cmo adornar la casa; debe quedar como un sueo para que todosse sientan felices. Tambin buscar a ms personal de servicio; con los que tenemos,no ser suficiente...Cunto qu hacer!

    Su convivencia era apacible y sin grandes problemas. Slo segua latente unsufrimiento al que pocas veces se referan: No tenan hijos. Ninguno de los dos era elculpable, simplemente, no venan, esa era la respuesta de tantos mdicos comoconsultaron en los primeros aos de su matrimonio; ahora, despus de veinticinco yapareca olvidado.

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    Sus hermanos: Sara y Adrin, s los haban tenido. Sara, tres y Adrin, cinco.Vctor, el hijo mayor de Sara, haca varios aos que estaba casado y tena dos hijos asu vez. Las otras dos hijas de Sara, seguan solteras viviendo una vida independiente;la ms joven, era actriz de cine con bastante xito.

    Adrin viva con su familia en Madrid. Despus de volver de Italia, su padre lemeti en el negocio de los transportes. Inesperadamente, comprobaron que era muyvalioso por su extraordinaria simpata y porque dominaba el italiano y se defenda consoltura en ingls y francs; los haba aprendido de sus mltiples amigos de todas lasnacionalidades que conoci durante los tres desenfrenados aos que vivi la vida enItalia. Lo que no saba, lo reemplazaba con su innegable ingenio.

    Los primeros aos, les haba costado muchos disgustos adaptarse a su padre ya l, a convivir en casa y en el trabajo, pero como todo, la costumbre hizo que seaceptaran a vivir cada uno por su lado, aunque compartieran el entorno.

    Se cas ya bastante mayor con una joven de veintids aos que le rob elexperimentado corazn y, en contra de la opinin de muchos de sus conocidos, lleg a

    ser un marido fiel y amante de sus hijos. Ahora, era un serio y responsable hombre denegocios que, desde haca cuatro aos, llevaba la direccin general de la mismaempresa en la que empez sin responsabilidades, despus de que a su padre loacusara de aquello tan horrible.

    La cabeza de Victoria no dejaba de dar vueltas pensando en el acontecimientoque se avecinaba. Esperaba que, en los dos meses que faltaban, no surgira ningninconveniente. Deban hacer tantos kilmetros! Tenan unas vidas tan diferentes!Dentro de su alma, quedaba el interrogante de si cuando se encontraran, despus detantos aos sin verse, la complicidad que antao haba entre ellos, continuara; esoslo lo sabran cuando se volvieran a mirar a los ojos. Esperaba que nada hubiera

    cambiado, por lo menos de su parte, todo segua siendo igual.

    A los cuarenta y cinco se senta algo cansada, no fsicamente, puesto que era joven y fuerte, sin ninguna enfermedad; sino porque la ilusin con la que habaempezado su carrera y luego su trabajo de investigacin, se haba ido relajando hastallegar al punto en el que se encontraba. La vida le haba dado golpes muy duros,aunque luego la compensara con su buena suerte al conocer a David y con suposicin adinerada que le permita disfrutar de las cosas que se le antojaran. Perotodo eso no le aliviaba el dolor de la prdida de su madre, de la desaparicin de sussuegros, de no poder tener los hijos que tanto haban ansiado. Por eso, muchas vecesse preguntaba: -Para qu tanto luchar? De qu me sirve lo que tengo si no haynadie a quien dejrselo? Y David, Por qu se ha vuelto tan reservado? Parece que

    no tenemos casi nada en comn. No le importa lo que pienso, ni lo que siento, l viveconcentrado en su trabajo y cualquiera de sus clientes es ms importante que sumujer y que su casa.-

    Ahora deba ser fuerte y olvidarse de todas estas cuestiones; lo que importabaen este momento, era preparase para recibir a los suyos. Los ojos se le haban llenadode luz y la expresin de su cara denotaba la ilusin que senta. Se tom lasvacaciones de Navidad con dos meses de adelanto para tener ms tiempo y estar mstranquila; se poda permitir esas libertades porque en el laboratorio, era alguiendemasiado importante y tena licencia para lo que quisiera hacer.

    En el torbellino de emociones que estaba experimentando, no haba reparado enel hecho de que su padre no vendra a pasar la Navidad con ellos. Haca dos aos quehaba muerto de un infarto y, aunque asisti al entierro, sus sentimientos haca l, no

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    haban cambiado, por eso, en aquellos felices momentos, la imagen de su padre no sele haba venido, ni por un instante a la mente.

    Involuntariamente, se negaba a recordar la vergenza y el disgusto que trajo a lafamilia el descubrimiento de los delitos cometidos por Javier. A pesar de todo lo que sehaba comentado en los diferentes medios de comunicacin, se esforzaba por borrarlode su memoria.

    Todo sucedi nueve aos atrs. Un da, la polica se present en su casa conuna orden de arresto por trfico de drogas y una larga lista con delitos menosimportantes de los que Victoria no recordaba ninguno, excepto el peor. Adrin, queestaba presente mientras le lean sus derechos con las manos esposadas; les dijo quetodo era un error, que su padre no tena nada que ver en algo tan monstruoso y queno haba derecho a que le detuvieran; uno de los inspectores le comunic que tenanpruebas para que no viera la luz en lo que le quedaba de vida. Esto provoc un duroenfrentamiento con los policas que terminaron por detenerle a l tambin.

    Su padre se mostraba tranquilo, cabizbajo y en silencio, negndose a admitircualquier acusacin haciendo un gesto negativo de cabeza a cada uno de los delitos

    que se le imputaban. Adrin fue puesto en libertad a las pocas horas, sin cargo alguno,pero el prestigioso abogado que llevaba los asuntos de la empresa, no consigui que asu padre, le dejaran en libertad bajo fianza. El juez dijo que los cargos que habacontra l eran demasiado graves para arriesgarse a que se fugara, que sera lo msprobable en un tipo de su astucia.

    Catorce meses despus se celebraba el juicio en el que se descubri que, desdesu entrada en la empresa de transportes, haca ya ms de dieciocho aos, staformaba parte importante en una red de trfico ilegal de sustancias prohibidas quevenan de Marruecos y pasaban por el puerto de la Lnea de la Concepcin, para serdistribuidas en toda Europa por medio de la prestigiosa compaa de transportes queposea una buena reputacin. Les haba costado largos desvelos y aos de

    investigacin, hasta descubrir que eran ellos los que transportaban la droga con unsistema de escondites, extraordinariamente bien diseados, que los mantena ocultosy difcilmente localizables, incluso para los perros.

    Javier siempre se enorgulleca diciendo que, desde que l diriga la gestin de laempresa, esta haba subido como la espuma. Nadie se haba preguntado nunca, dedonde le vena el dinero para poder llevar el tren de vida del que disfrutaba, tanto lcomo su familia.

    Ignoraban que, desde unos aos atrs, estaban siendo investigados, todas ycada una de las personas con quienes l tena alguna relacin por pequea que stafuese.

    Todo comenz en uno de sus primeros viajes como chofer. En Frankfurt, conocia uno de los cabecillas de la red de narcotraficantes y pronto se hicieron amigos.Javier encontr el camino de forrarse como l mismo deca medio en broma y,despus de muchos contactos en sus siguientes viajes, decidi que deba indagar lasposibilidades que haba con el subdirector de la empresa; le pareca tan ambiciosocomo l. Javier siempre fue muy astuto y mucho ms malo de lo que todos crean,dada su aparente inocencia a la que acompaaba su fsico de ngel desvalido; lo lleva su terreno y as comenz su largo historial de trfico ilegal, en el que con paciencia,acab por implicar a toda la empresa.

    Ninguno de sus hijos asisti al juicio que dur dos semanas y que fue difundidopor todas las cadenas de televisin en sus noticiarios. Al cabo de seis aos y medio enla crcel, muri de un infarto. Jams recibi visita alguna; era un preso abandonado

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    por todos y despreciado por sus compaeros de crcel. A sus sesenta y ocho aos,pareca tener noventa. Dijeron que se haba arrepentido de todo lo malo hecho en suvida y este arrepentimiento, le estaba consumiendo poco a poco, porque no logrhacer que sus hijos fueran a verle y, de ese modo, confesarse con ellos. Todos sabandonde estaba, pero fue un hombre olvidado. Slo recibi una visita. Un hombredesconocido, estuvo con l durante una larga entrevista que pareci dejarle muchopeor de lo que estaba, pero este individuo, no volvi jams a verle.

    Victoria, con un enrgico movimiento de cabeza, como si pudiera sacudirse loshorribles recuerdos que le haban venido sin proponrselo, ahuyent aquellospensamientos e involuntariamente, le vinieron a la memoria unas Navidades quefueron muy especiales en su vida. Pareca que haban pasado miles de aos, peroslo eran veinticinco. Le invitaron a pasarlas en compaa de David y sus padres, elmismo ao que se conocieron. Fue una noche maravillosa, donde, adems delambiente hermosamente adornado y la buena comida de la que disfrutaron; lo que lellenaba el recuerdo y le haca sentirse de nuevo feliz, era el gran amor que serespiraba, era casi tangible. Despus de la cena, se repartieron los regalos y David le

    pidi que el suyo, lo abriera ms tarde. Cuando tuvieron la oportunidad de estar asolas, l le ayud a quitar el envoltorio del anillo ms hermoso que haba visto: era unasimple alianza de oro, pero significaba que unira sus vidas para siempre, por eso leresult tan hermosamente valiosa.

    Se le llenaron los ojos de lgrimas pero, con el movimiento de cabeza que le eratan caracterstico, intent desechar la tristeza y la aoranza que le traan losrecuerdos. Deba concentrarse en el presente y nada ms.

    Estaba dando los ltimos toques a la decoracin en compaa de varios de sussirvientes, cuando escucharon la llegada de alguien.

    - Ya estn aqu! Claudia, t ves a abrir, mientras Luisa y yo colocamoseste jarrn en la mesita que habamos dicho al principio.- Dijo nerviosamenteVictoria, que no dejaba de andar de un sitio para otro.

    - Seora, no eran ellos.- Dijo la chica cuando regres a los pocosinstantes, con la expresin desilusionada.- Era un muchacho que ha trado estepaquete.

    - De quien es?- Viene de Granada.- Dijo la chica, dndole la vuelta para ver el remite.-

    Residencia de Ancianos La Serenidad.- No tengo ni idea de lo que puede ser, djalo en el despacho del Sr. y

    que l lo abra cuando venga; seguramente ser de alguno de sus clientes.- No es para el Sr. Egea, es para Ud. Seora.

    - Bueno, ya lo mirar despus...

    Las ltimas palabras, fueron interrumpidas por la llamada que se escuchinsistentemente en la puerta. Esta vez no haba dudas, Sara o Adrin, recordaban lacontrasea que tenan en Madrid, cuando se quedaban largas temporadas solos.Llena de alegra, Victoria fue a abrir personalmente. La casa se llen de palabras defelicidad, de besos y abrazos largos y sentidos. Haban llegado todos a la vez yllenaban el amplio vestbulo. Los saludos se prolongaron durante una hora; cuandolleg David, todava no se haban sentado cmodamente. La casa estaba llena debullicio y los nios de Adrin y los de Vctor, correteaban por todas partes sin control.

    David no saba por donde empezar, pero los dems se encargaron de llegar entromba a abrazarle. Siempre se haban llevado muy bien y el cario que sentan erarecproco. Tambin la cara de David se haba iluminado de alegra y hablabaanimadamente con todos sus cuados y sobrinos.

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    Al da siguiente, ya ms serenas, las hermanas se reunieron para hablar de suscosas en el pequeo, pero agradable saloncito que daba a la parte de atrs del jardn.Sobre la mesita, frente al tresillo donde se haban sentado, estaba el gran sobrerecibido el da anterior y del que Victoria no se haba acordado.

    Lo cogi y empez a abrirlo, sin ms inters que el de quitarlo de en medio,mientras escuchaba a Sara que le contaba parte de tantas cosas como tenanpendientes. En el interior, encontr otro sobre y una nota que deca as:

    Seora Victoria Snchez: me dirijo a Ud. aunque no la conozco, para cumplircon la ltima voluntad de la Sra. Alicia Arenosa, despus de su muerte acontecida elda siete de septiembre de ste mismo ao. Ha sido un duro golpe para nuestraresidencia de ancianos La Serenidad, perder a una de nuestras personas msqueridas y que ha dejado una huella imborrable en todos los que le hemos tratado.Encontrado este paquete en la cmoda de su habitacin y al ver que estaba a sunombre, decidimos no demorarlo y envirselo con la nota que le adjunto.

    Le saluda atentamente.

    Firmado: Mara del Carmen Lpez MartosDirectora.

    Mientras Victoria abra el papel doblado que sac del pequeo sobre blanco que,casi se cay al abrir el ms grande, sus manos temblaban tan ostensiblemente, quellamaron la atencin de Sara. Victoria no escuch su pregunta interesndose por suestado, slo vea las pequeas y regulares letras que reconoci al instante: haban

    sido escritas por una de las personas que ms haba admirado y querido en su vida.

    Por favor, despus de mi muerte, les ruego tengan la amabilidad de enviar estepaquete a la direccin que lleva escrita. Es muy importante! Gracias.

    Alicia Arenosa

    El semblante de Victoria, haba cambiado: Estaba terriblemente plida y lasmanos que sujetaban el contenido del gran sobre de color marrn, seguantemblndole amenazando con dejarlo caer. Era un gran cuaderno escrito con la letrapequea, hermosa y apretada que ella conoca muy bien.

    - Victoria, Qu te pasa? Te has puesto lvida.- Volvi a decir Sara,acercndose hasta ella para intentar hacerle reaccionar.- Qu es eso? Sonmalas noticias?

    - Sara, creo que por fin sabremos lo que ha pasado con los padres deDavid.- Le dijo a su hermana, despus de respirar hondo varias veces.- No shasta qu punto ser importante para vosotros conocer las razones que tuvieronlos padres de David para desaparecer, pero creo que ha llegado el momento deque se sepa toda la verdad, aunque sea despus de tantos aos deincertidumbre y angustia para nosotros. Llama a los dems, creo que deberanescuchar lo que hay escrito aqu.

    Durante unos interminables minutos, esper a que todos fueran encontrados yavisados de que deban reunirse en el saloncito, para escuchar la lectura de algo muy

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    importante; nadie saba exactamente de qu se trataba, pero sin hacer preguntas,como si intuyesen que estaban acercndose a la solucin de tantas dudas de losltimos aos; una vez que todos se hubieron acomodado y en un silencio, casireverente, Victoria se dispuso a empezar la lectura de aquel cuaderno que llevaba porttulo:

    MEMORIAS

    - No s por qu esta noche, no puedo dormir. Me encuentro bien, pero losrecuerdos han vuelto precipitadamente y sin aviso, de una forma ms vvida quenunca. Parecen tener ideas propias y han decidido por m, que necesitan salir a la luz.

    Algo en mi interior me dice que debo escribir la historia de mi vida. Estoy segurade que, para la mayora de las personas, posiblemente no tendr ningn inters, sinembargo, si lo hago ser solamente con la esperanza de que, tal vez algn da, lleguea manos de mis queridos hijos. De esta manera, puede que alcancen a entender todolo que pas hace ya tantos aos. Siento que es una deuda que tengo con ellos y queha llegado la hora de pagar.

    No s hasta cuando podr escribir; tampoco s cmo hacerlo, pero me limitar aredactar lo que me venga a la mente, as, tal como llegue, sin pretender parecer unabuena escritora, nada ms lejos de mi intencin.

    He odo decir que, cuando se ve pasar por delante de nuestros ojos todo lo quehemos vivido, significa que la muerte nos est llamando. Si es as, ser mejor que nopierda ms tiempo y empiece con el relato que debo contar, a ver si esta siniestraSeora, me concede la oportunidad de acabarlo, que es muy largo y mi mano muylenta y temblorosa.

    A los trece aos, yo era una nia muy bonita a la vez que demasiado tmida. Mispadres decidieron que cuando empezara el instituto, deba ir al mismo que iban mishermanos. Yo no estaba de acuerdo porque prefera el instituto que me tocaba por elsector en el que vivamos, para seguir con mis compaeras de clase y amigas de todala vida, adems, estaba mucho ms cerca de mi casa; No hubo nada que hacer! Mispadres, como muchos en aquella poca, no escuchaban las razones de los hijos, ni le

    daban importancia a sus temores y preferencias. As que, sin ninguna ilusin, empezel curso para m como si se tratara de una montaa imposible de escalar.

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    El primer da, cuando terminaron las clases, uno de los profesores me entretuvounos cuantos minutos, lo justo para que, cuando sal al pasillo, me encontrara sola sinsaber por donde haban ido los dems. Empec a andar despacio, completamentedesorientada buscando algn indicio de por donde quedaba la salida. Se acerc a men silencio y, cuando me habl, me llev un sobresalto terrible, porque no esperabaaquella voz a mi espalda, tan concentrada estaba en mis pensamientos.

    - Perdona! Te he asustado?- Dijo con los ojos muy abiertos; lasorpresa se la haba llevado tambin l.- Hola! Me llamo Daniel, aunque todosme conocen como Dan.

    - Yo me llamo Victoria.- Le contest, alargando mi mano para estrecharla que l me ofreca.

    - Te he visto salir de la clase de matemticas y me he dado cuenta deque parecas algo perdida, as que cre que sera bueno ayudarte un poco,puesto que eres nueva aqu, Verdad?

    - S, Se nota mucho?... Eres muy amable, no sabes cuanto te loagradezco! Estaba completamente desorientada. Todos han salido antes y no he

    podido seguirles.- Estaba muy nerviosa y no supe decirle nada ms. Era tanguapo! Tena los ojos negros y brillantes y tan expresivos! Las pestaas eranlargas y tupidas hacindole sombra cuando las mova. Calcul que me llevabams de veinte centmetros de altura y sus hombros era tan anchos que no podaimaginar rodearlos con mis brazos. Este pensamiento me cruz como un rayomientras le miraba tmidamente y sent recorrer un calor extrao por mis venas.Llevaba el pelo, muy negro, liso y largo casi hasta los hombros. Aunque toda supersona me caus un terrible impacto, lo que ms me llam la atencin, fue susonrisa; era franca y limpia, con los dientes perfectos y blancos; pareca queiluminaba el mundo y te hechizaba sin remedio.

    - Victoria... Me encanta tu nombre! Cuntos aos tienes? Mearriesgara a decir que eres...tres aos menor que yo.- Dijo entornando aquellos

    maravillosos ojos negros, como concentrndose en el clculo.- Tengo trece y t?.- Le dije temblando por dentro, sin atreverme amirarle directamente.

    - Justo! Ya te dije que no me equivocaba, yo tengo diecisis.- Luego,pasaron unos segundos sin que ninguno de los dos volviera a hablar. De prontome dijo:- Eres preciosa.- Gracias! T si que eres amable y sabes cmo quitar los nervios del primer da.

    Estuvimos hablando durante todo el camino de vuelta a mi casa; mis hermanoshaban desaparecido los muy sinvergenzas. No me import porque iba comoandando entre nubes. Era encantador y coincidamos en un montn de cosas. Seofreci a ayudarme a estudiar y en todo lo que necesitara. Me presentara a las chicas

    ms simpticas y pronto sera una ms de la pandilla.Cumpli su promesa y, en pocos das, estaba completamente integrada en un

    grupo de chicos y chicas de diferentes edades y en diferentes cursos, lo que nos dabala ventaja de poder buscar ayuda para los que estbamos ms abajo.

    La vida empez a sonrerme y se puede decir que tena alas en los pies cuandome diriga, cada maana al instituto. Saba que all poda encontrarme con mis nuevosamigos... y con Dan.

    Mis notas empezaron a mejorar ostensiblemente desde que nos reunamos aestudiar en una casa u otra de las chicas, adems del inters que tena de ser unabrillante estudiante para que me considerasen algo ms mayor.

    Dan siempre era amable y carioso; cuando hablaba con l, tena la sensacinde que no exista nadie ms que yo en el mundo; era de esas personas que te hacensentir especial cuando te miran. Como yo era muy jovencita, crea que esta forma suyade tratarme era slo y exclusivamente para m; me enamor perdidamente, con el

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    alma y el corazn rendidos; como slo se siente a los trece o catorce aos. El coraznse me disparaba en latidos fuertes y descompasados, cuando l me miraba o seacercaba sonriendo. Slo me miraba a mi; al menos eso era lo que crea al principio,pero estaba muy equivocada; con el tiempo, fui observando que lo haca con todas;simplemente, era su forma de ser.

    En el grupo que formbamos haba de todo y, como es natural, surgan losromances entre unos y otros que duraban muy poco tiempo, pero este hecho no nosseparaba y se terminaba aceptando como algo normal.

    Dan tena mucho xito entre las chicas del instituto, no slo entre las de nuestrogrupo. Todas haban estado enamoradas de l en alguna ocasin. Me di cuenta deque era fcil hablar con una de las que le haban besado y haban hecho manitas conl; pero a mi no me gustaba que se hablara de esto, porque yo le quera en secreto yguardaba un frreo silencio sobre mis sentimientos. No quera que me calificarancomo a una ms de las conquistas del chico ms guapo. Lo que senta por l, eraalgo muy serio y sincero; yo misma lo llamaba amor verdadero y no estaba dispuestaa que l lo supiera por boca de las chismosas que abundaban, como en todas partes.

    Me fui volviendo reservada y observaba como de lejos, el comportamiento de losdems. Acab siendo dos personas: Una era la que todos conocan; la que estudiaba,rea y participaba en todo lo que se planeaba. La otra era la que viva a solas en mihabitacin, cuando de noche, aprovechando el silencio de la casa dormida y, en laseguridad de que nadie poda verme ni orme, dedicaba todo mi ser a pensar en l.

    Consegu su foto, era pequea, pero me serva muy bien para mirarle a la horaque quisiera. Tambin me hice de un poco de su colonia y empap un pauelo queguard en una funda de plstico. Por las noches, me preparaba estos detalles parapoder tenerle junto a m y poder imaginar su cercana. Soaba despierta que meconfesaba su amor; diciendo que se haba enamorado de mi el primer da, que nohaba otra para l, que me amaba como a ninguna de las muchas que le queran. Me

    abrazaba fuertemente y senta sus brazos rodear mi cuerpo tembloroso; sus labios seposaban en los mos hasta que el miedo a la primera vez, se alejaba y poda disfrutarde aquel contacto tan deseado. Llegaba a sentirlo como si fuera real y me engaabapensando que era eso lo que se sentira de verdad.

    Este sueo, al cabo de unos maravillosos minutos, dejaba paso a la crudarealidad y abra los ojos sabiendo que nada de eso sera posible porque Dan no sedaba cuenta que yo senta y pensaba como una mujer. Conmigo siempre era bueno,amable y carioso pero para l, era la pequea del grupo que slo tena trece aos yno pensaba en el amor. Esta certeza me causaba tanta desesperacin e impotencia,que pasaba largas horas llorando con autntico dolor en el corazn. Agobiada porqueno poda compartir estos sentimientos tan fuertes con nadie; mi propio secreto se

    apoderaba de la alegra que deba tener a esta edad.Slo era consciente de una cosa: l iba de flor en flor y nunca se fijara en mi;

    por eso jams sabra cuales eran mis sentimientos; no podra soportar que se riera demi, o que comentara con sus amigos lo que haca conmigo, como lo hacan los otroscuando se acababa una relacin.

    La actitud que tena respecto a los chicos, no pas desapercibida a mis amigasque se extraaban de que no saliera con ninguno y que no hiciera las confesioneshabituales sobre quien me gustaba.

    - Victoria es muy especial, nos da la sensacin de que est esperando aun Prncipe Azul.- Comentaba en ms de una ocasin Esther, que no me tenademasiada simpata.- Es que entre nuestros amigos no hay ninguno digno de tuamor?

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    - No digis eso